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Metrópolis

Apreciación cinematográfica

La ciudad del futuro Metrópolis se remonta al siglo XXI donde, los amos, los poderosos, viven
en maravillosos palacios levantados entre increíbles jardines. Los obreros, esclavos del
maquinismo y de la automatización, habitan fábricas subterráneas, que al conocerlas, asombran
al hijo del gran amo, el joven John Fredersen, que se preocupa por la situación de esos hombres y
mujeres. Mientras tanto el sabio investigador Rothwang prepara la fabricación de robots que
espera puedan sustituir muy pronto al ser humano en sus funciones. Los obreros, preocupados de
la próxima desaparición del proletariado a favor de los robots, escuchan en sus catatumbas
subterráneas a la joven María. El amo de todo, el padre de John Fredersen, ordena al sabio que
construya un robot a imagen y semejanza de María. De esta manera, la mujer robot incita a los
obreros a una rebelión, mientras la muchacha es conservada prisionera.

Metrópolis se caracteriza por ser un film que pertenece al expresionismo alemán, es decir
fundamentada estéticamente en esta corriente. El expresionismo como tal, “es una vanguardia
artística que busca la expresión de los sentimientos y las emociones del autor, más que de la
representación de la realidad objetiva.

Metrópolis del año 1926, se produce como una reflexión no solo del futuro sino también del
presente que realiza su productor Fritz Lang, el cual es participe de los conflictos de su época
caracterizados por “la industria y el desarrollo tecnológico que iban a servir, en manos del
Nacionalsocialismo, para emprender la destrucción más sistemática y ordenada de toda la
historia. De esta manera Metrópolis es una producción habitada por el periodo de entreguerras y
por un fuerte cuestionamiento a futuro, ya que se temía por el avance de la industrialización y la
devastación que pudiera traer este avance en la sociedad.

Como tal, la noción que se tiene en el film de 1926, se constituye en como el ser humano de
aquella apoca era considerado una masa mecanizada trabajadora en las industrias, “en las cuales
eran, piezas de una mecánica teledirigida, pero también capaces de desencadenar una destrucción
sin límites. Pero más allá, de un hombre mecanizado había una noción de progreso, la cual se
daba por pensamientos embrutecidos que trabajaban para la unificación y el avance de Alemania,
la cual ideológicamente estaba controlada por un Nacionalsocialismo, que buscaba el progreso
de su país y su influencia por toda Europa.

Sin duda, el expresionismo (alemán) llega a su momento culmen con “Metrópolis” la famosa
película de Fritz Lang ambientada en una ciudad-estado futurista, donde los habitantes se dividen
en dos clases sociales diferenciadas de forma radical: los dirigentes y los obreros. La arquitectura
se inserta de manera majestuosa en la cinta, recreando la división entre el mundo subterráneo de
los trabajadores, con sus arquitecturas sombrías y opresivas, y la superficie o la parte alta de la
ciudad, dónde destaca un estilo monumental que toma referencias del Art Decó de los rascacielos
neoyorquinos, dónde las referencias a la obra de Bruno Taut son evidentes, como el propio Fritz
Lang reconoce. Entre medias, toda una amalgama de estilos arquitectónicos, desde catedrales
medievales a construcciones orientales que se insertan en una película que ha servido de
referencia en el género hasta nuestros días. Aunque está reconocida como la obra más
significativa del expresionismo, la arquitectura de los decorados de “Metrópolis” nos está
introduciendo y presentando las corrientes imperantes en el momento, gracias a la habilidad de
Fritz Lang, con formación arquitectónica procedente de su padre y de algún año de estudios en
Viena.

Por encima de la arquitectura de los decorados se ha enmarcado esta película en el


expresionismo por las composiciones de planos que realiza Fritz Lang: con encuadres donde
predomina la diagonal, la tensión compositiva y el uso de luces y sombras exagerado, que crea
todo un contraste.

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