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QUIMICA NUCLEAR

Hasta ahora hemos estudiado las llamadas reacciones químicas, que se


refieren al reordenamiento de los electrones extranucleares. En cambio, ahora
nos dedicaremos a las reacciones que implican cambios en los núcleos
atómicos.
La rama de la química, denominada química nuclear, que estudia estos
procesos, ha ido ganando espacio en nuestra vida cotidiana, a través de sus
variadas aplicaciones, con connotaciones diversas para el ciudadano y para el
científico. Así, encontramos a la química nuclear en la generación de energía,
en ciertas aplicaciones de la medicina como herramienta de diagnóstico y
también de tratamiento, en la datación (determinación de la edad) de ciertos
objetos, en la dilucidación de estructuras moleculares y de mecanismos de
procesos químicos o biológicos, pero también en la producción de las bombas
atómicas, las de hidrógeno y las de neutrones, asociado a accidentes como el
de la central nuclear de Chernobyl y a las persistentes noticias sobre
contaminación de residuos radiactivos.

La naturaleza de las reacciones nucleares. Radiactividad

Recordemos que los núcleos quedan definidos mediante los números


atómico (Z) y másico (A). El número atómico se refiere al número de protones
mientras que el número másico es igual a la suma del número de protones más
el número de neutrones, es decir, es igual al número total de nucleones. Con
excepción del hidrógeno (11H), todos los núcleos contienen dos tipos de
partículas fundamentales llamadas nucleones: los protones y los neutrones.
Los isótopos son núcleos con igual Z (corresponden a un mismo
elemento) pero con diferente número másico. Por ejemplo, el uranio presenta
tres isótopos en la Naturaleza con 233, 235 y 238 nucleones. Los mismos son
simbolizados como 23392U, 23592U y 23892U, obviamente, todos poseen 92
protones. El superíndice es el número de masa y el subíndice es el número
atómico. Especies como 147N y 136C se denominan isótonos ya que poseen
igual número de neutrones (N) y diferente de protones.
Los diversos isótopos tienen diferente abundancia natural. Por ejemplo,
el 99,3 % del uranio natural es uranio-238, el 0,7% es uranio-235 y sólo hay
trazas de uranio-233. Los distintos núcleos también tienen diferente estabilidad.
De hecho, las propiedades nucleares de un átomo dependen del número de
protones y neutrones que hay en su núcleo. Recordemos que se aplica el
término núclido a un núcleo con un número específico de protones y neutrones.
Algunos núcleos son inestables y emiten partículas y/o radiación
electromagnética de manera espontánea, fenómeno al que se llama
radiactividad. Los núcleos que son radiactivos se llaman radionúclidos, y los
átomos que contienen estos núcleos se conocen como radioisótopos. Todos
los elementos que tienen número atómico mayor de 83 son radiactivos. Por
ejemplo, el isótopo del polonio, el polonio-210 ( 21084Po), decae de modo
espontáneo a 20682Pb y emite una partícula .
Otro tipo de radiactividad, conocida como transmutación nuclear, se
produce al bombardear el núcleo con neutrones, protones y otros núcleos. La
conversión de 147N a 166C y 11H es un ejemplo de transmutación nuclear, que se
produce cuando el isótopo de nitrógeno captura un neutrón (del Sol). Este tipo
de transmutación suele suceder en el espacio, pero también se puede lograr
por medios artificiales.
El decaimiento radiactivo y la transmutación nuclear son reacciones
nucleares, que son muy distintas a las reacciones químicas ordinarias. Las
diferencias entre esas reacciones se resumen en la siguiente tabla:

Comparación de las reacciones químicas con las reacciones nucleares


REACCIONES QUIMICAS REACCIONES NUCLEARES
1. Los átomos se reordenan por la 1. Los elementos (o los isótopos de los
ruptura y formación de enlaces mismos elementos) se interconvierten
químicos. los unos en los otros.
2. Sólo los electrones extranucleares 2. Pueden estar implicados los
están implicados en la ruptura y protones, neutrones, electrones y otras
formación de los enlaces. partículas elementales.
3. Las reacciones se acompañan por 3. Las reacciones van acompañadas
la absorción o liberación de cantidades por la absorción o liberación de
de energía relativamente pequeñas. cantidades enormes de energía.
4. Las velocidades de reacción se ven 4. Las velocidades de reacción, por lo
afectadas por la temperatura, presión, general, no se ven afectadas por la
concentración y catalizadores. temperatura, la presión o los
catalizadores.

Ecuaciones nucleares

La inmensa mayoría de los núcleos que se encuentran en la Naturaleza


son estables y permanecen intactos indefinidamente. Los radionúclidos, en
cambio, son inestables y emiten partículas y radiación electromagnética de
manera espontánea. La emisión de radiación es una de las maneras como un
núcleo inestable se transforma en uno más estable con menos energía. La
radiación emitida es la portadora del exceso de energía. Por ejemplo, el uranio-
238 es radiactivo y sufre una reacción nuclear en la cual se emiten
espontáneamente núcleos de helio-4. Las partículas de helio-4 se conocen
como partículas alfa, y una corriente de estas partículas se llama radiación
alfa. Cuando un núcleo de uranio-238 pierde una partícula alfa, el fragmento
restante tiene un número atómico de 90 y un número de masa de 234. Por
tanto, es un núcleo de torio-234. Esta reacción se representa por medio de la
ecuación nuclear siguiente:
92U 
238 234 4
90Th + 2He (1)
Cuando un núcleo se descompone espontáneamente de esta manera, se dice
que se ha desintegrado, o ha sufrido desintegración radiactiva. Debido a que
en esta reacción interviene una partícula alfa, los científicos también describen
el proceso como desintegración alfa.
Observe en la ecuación (1) que la suma de los números de masa es la
misma en ambos lados de la ecuación (238 = 234 + 4). De forma semejante, la
suma de los números atómicos en ambos lados de la ecuación es igual (92 =
90 + 2). Los números de masa y los números atómicos se balancean de
manera similar en todas las ecuaciones nucleares. Las propiedades radiactivas
del núcleo son fundamentalmente independientes del estado de combinación
química del átomo. Así pues, al escribir ecuaciones nucleares no nos interesa
la forma química del átomo en el cual reside el núcleo. No importa si estamos
tratando con el átomo en forma de elemento o de uno de sus compuestos.

Tipos de desintegración radiactiva

Las tres clases más comunes de desintegración radiactiva son la


radiación alfa (), beta () y gamma (). La siguiente tabla resume algunas de
las propiedades más importantes de estos tipos de radiación:

Propiedades de la radiación alfa, beta y gamma


Tipo de radiación
Propiedad   
Carga 2+ 1- 0
-24 -28
Masa 6,64.10 g 9,11.10 g 0
Poder relativo de penetración 1 100 10000
Naturaleza de la radiación Núcleos de 42He Electrones Fotones de alta energía

La radiación alfa consiste en una corriente de núcleos de helio-4


conocidos como partículas alfa, las cuales escribimos como 42He o 42. Las
radiaciones beta se componen de partículas beta, que son electrones de alta
velocidad emitidos por un núcleo inestable. Las partículas beta se representan
en las ecuaciones nucleares por medio del símbolo 0-1e o a veces 0-1. El
superíndice cero indica que la masa del electrón es extremadamente pequeña
en comparación con la masa del nucleón. El subíndice –1 representa la carga
negativa de la partícula, que es opuesta a la del protón. El yodo-131 es un
ejemplo de un isótopo que sufre desintegración por emisión beta:
53I 
131 131 0
54Xe + -1e(2)
En la ecuación (2) se puede observar que la desintegración beta da por
resultado un aumento en el número atómico, de 53 a 54. La emisión beta
equivale a la conversión de un neutrón ( 10n) en un protón (11p o 11H), la cual
aumenta el número atómico en 1:
0n  1p + -1e
1 1 0
(3)
Sin embargo, tan sólo porque se expulsa un electrón del núcleo, no debemos
pensar que el núcleo está compuesto de estas partículas, así como no
consideramos que un fósforo está compuesto de chispas simplemente porque
las desprende cuando se frota. El electrón comienza a existir sólo cuando el
núcleo sufre una reacción nuclear.
La radiación gamma (o rayos gamma) se compone de fotones de alta
energía, es decir, radiación electromagnética de longitud de onda muy corta. La
radiación gamma no modifica el número atómico ni el número de masa de un
núcleo, y se representa como 00, o simplemente . Casi siempre, acompaña a
otra emisión radiactiva porque representa la energía que se pierde cuando los
nucleones que quedan se reorganizan en arreglos más estables. Por lo
general, no se escriben los rayos gamma en las ecuaciones nucleares.
Otros tipos de desintegración radiactiva que se producen son la emisión
de positrones y la captura de electrones. Un positrón es una partícula que
tiene la misma masa que un electrón pero carga opuesta. El positrón se
representa como 01e.
NOTA: El positrón tiene una vida muy corta porque es aniquilado cuando choca con un
electrón, produciendo rayos gamma: 01e + 0-1e  2 00
El carbono 11 es un ejemplo de un isótopo que se desintegra por emisión de un
positrón:
6C 
0
5B + 1e (4)
11 11

Observamos que la emisión de un positrón causa que el número atómico


disminuya de 6 a 5. Esta emisión tiene el efecto de convertir un protón en un
neutrón, con lo que el número atómico del núcleo disminuye en 1:
1p  0n + 1e
1 1 0
(5)
La captura de electrones es la captura por parte del núcleo de un
electrón de una capa interna de la nube de electrones que rodea el núcleo. El
rubidio 81 sufre desintegración de esta manera, como se muestra en la
siguiente ecuación:
37Rb + -1e (electrón orbital) 
81 0 81
36Kr (6)
Puesto que el electrón se consume en lugar de formarse en el proceso, se
muestra en el lado de los reactivos de la ecuación. La captura de electrones,
como la emisión de positrones, tiene el efecto de convertir un protón en un
neutrón:
1p + -1e  0n
1 0 1
(7)
La siguiente tabla resume los símbolos que se emplean para representar las diversas
partículas elementales que es común encontrar en las reacciones nucleares:
Partículas comunes en la desintegración radiactiva y en las transformaciones nucleares
Partícula Símbolo
1
Neutrón 0n
1
Protón 1 H o 11p
0
Electrón -1e
Partícula alfa 2He o 2
4 4

Partícula beta -1e o -1


0 0
0
Positrón 1e

Estabilidad nuclear

La estabilidad de un núcleo en particular depende de diversos factores y no hay


una regla única que nos permita predecir si un núcleo específico es radiactivo y
cómo se podría desintegrar. Sin embargo, hay varias observaciones empíricas
que son de utilidad para hacer predicciones.

Proporción de neutrones a protones

Puesto que las cargas iguales se repelen mutuamente, puede parecer


sorprendente que en el reducido volumen del núcleo pueda residir un gran
número de protones. A distancias cortas, sin embargo, existe una intensa
fuerza de atracción, llamada interacción nuclear fuerte, entre los nucleones.
Los neutrones participan íntimamente en esta fuerza atractora. Todos los
núcleos con dos o más protones contienen neutrones. Cuantos más protones
hay en el núcleo, más neutrones se necesitan para mantenerlo unido. Los
núcleos estables de número atómico bajo (hasta alrededor de 20) tienen
aproximadamente números iguales de protones y neutrones. Para los núcleos
de número atómico mayor, el número de neutrones necesarios para crear un
núcleo estable aumenta con más rapidez que el número de protones, como se
muestra en la siguiente figura:
Por tanto, la proporción de neutrones a protones de los núcleos estables
aumenta con el número atómico.
La banda sombreada de la figura anterior es el área dentro de la cual se
encuentran todos los núcleos estables y se conoce como cinturón de
estabilidad. El cinturón de estabilidad termina en el elemento 83 (bismuto).
Todos los núcleos con 84 protones o más (número atómico  84) son
radiactivos. Por ejemplo, todos los isótopos de uranio, de número atómico 92,
son radiactivos.
El tipo de desintegración radiactiva que sufre un radionúclido en
particular depende en gran medida de su proporción de neutrones a protones
en comparación con la de los núcleos cercanos a él dentro del cinturón de
estabilidad. Podemos visualizar tres situaciones generales:
1. Núcleos por arriba del cinturón de estabilidad (alta proporción de neutrones
a protones): estos núcleos ricos en neutrones pueden reducir su proporción
y avanzar hacia el cinturón de estabilidad emitiendo una partícula beta. La
emisión beta reduce el número de neutrones y aumenta el número de
protones en un núcleo, como lo muestra la ecuación (3).
2. Núcleos por abajo del cinturón de estabilidad (baja proporción de neutrones
a protones): estos núcleos ricos en protones pueden aumentar su
proporción ya sea por emisión de positrones o por captura de electrones.
Ambos tipos de desintegración aumentan el número de neutrones y reducen
el de protones, como se puede ver en las ecuaciones (5) y (7). La emisión
de positrones es más común que la captura de electrones entre los núcleos
más ligeros; en cambio, la captura de electrones se hace cada vez más
común al aumentar la carga nuclear.
3. Núcleos con número atómico  84: estos núcleos pesados, que están más
allá del borde superior derecho de la banda de estabilidad, tienden a sufrir
emisión alfa. La emisión de una partícula alfa disminuye tanto el número de
neutrones como el de protones en 2 unidades, lo que desplaza al núcleo en
diagonal hacia el cinturón de estabilidad.
Estas tres situaciones se resumen en la siguiente figura:

En este punto debemos señalar que nuestras pautas no siempre funcionan. Por
ejemplo, el torio-233, 23390Th, del cual podríamos esperar que sufriera
desintegración alfa, de hecho sufre emisión beta. Adicionalmente, unos pocos
núcleos radiactivos se encuentran de hecho dentro del cinturón de estabilidad.
Por ejemplo, tanto el 14660Nd como el 14860Nd son estables y están dentro del
cinturón de estabilidad; en cambio, el 14760Nd, que se ubica entre ambos es
radiactivo.

Series radiactivas

Ciertos núcleos, como el uranio-238, no pueden adquirir estabilidad por una


emisión sencilla. En consecuencia, se produce una serie de emisiones
sucesivas. Como se muestra en la figura de la página siguiente, el uranio-238
se desintegra a torio-234, el cual es radiactivo y se desintegra a protactinio-
234. Este núcleo también es inestable y se desintegra posteriormente. Este tipo
de reacciones sucesivas continúa hasta que se forma un núcleo estable, el
plomo-206.
Una serie de reacciones nucleares que comienza con un núcleo inestable y
termina con uno estable se conoce como serie radiactiva o serie de
desintegración nuclear. Hay tres de estas series en la naturaleza. Además de
la serie que se inicia con el uranio-238 y concluye con el plomo-206, hay una
que comienza con el uranio-235 y termina con el plomo-207. La tercera
principia con torio-232 y acaba con plomo-208.
Observaciones adicionales
Dos observaciones adicionales son de utilidad para predecir la estabilidad
nuclear:
 Los núcleos con 2, 8, 20, 28, 50 u 82 protones o 2, 8, 20, 28, 50, 82 o 126
neutrones son por lo general más estables que los núcleos que no
contienen estos números de nucleones. Estos números de protones y
neutrones se llaman números mágicos.
 Los núcleos con números pares tanto de protones como de neutrones son en
general más estables que los que contienen números impares de nucleones, como
se muestra en la siguiente tabla:
Número de isótopos estables con números pares e impares de protones y neutrones
Número de isótopos estables Protones Neutrones
157 Par Par
53 Par Impar
50 Impar Par
5 Impar Impar

Estas observaciones se pueden entender en términos del modelo de


capas del núcleo; de acuerdo con esta descripción, los nucleones residen en
capas análogas a la estructura en capas de los electrones de los átomos. Así
como ciertos números de electrones (2, 8, 18, 36, 54 y 86) corresponden a
configuraciones electrónicas estables de capas completas, también los
números mágicos de nucleones representan capas completas en los núcleos.
Como ejemplo de la estabilidad de los núcleos que tienen números mágicos de
nucleones, se puede observar que la serie radiactiva que se representa en la
figura anterior concluye con la formación del núcleo estable 20682Pb, el cual tiene
un número mágico de protones (82).
También hay indicios que sugieren que los pares de protones y los pares
de neutrones tienen una estabilidad especial, análoga a los pares de electrones
de las moléculas. Así pues, los núcleos estables con un número par de
protones y un número par de neutrones son mucho más numerosos que los
que tienen números impares (ver tabla anterior).

Transmutaciones nucleares
En las reacciones nucleares vistas hasta ahora un núcleo se desintegra
espontáneamente. Otra manera como un núcleo puede cambiar de identidad
consiste en ser golpeado por un neutrón o por otro núcleo. Las reacciones
nucleares que se inducen de esta forma se conocen como transmutaciones
nucleares.
La primera conversión de un núcleo en otro fue realizada en 1919 por
Ernest Rutherford. Este científico consiguió convertir el nitrógeno-14 en
oxígeno-17 más un protón empleando las partículas alfa de alta velocidad que
emite el radio. La reacción es
7N + 2He 
14 4 17 1
8O + 1H (8)
Esta reacción demostró que es posible inducir reacciones nucleares golpeando
núcleos con partículas del tipo de las partículas alfa. Esta clase de reacciones
han permitido sintetizar cientos de radioisótopos en el laboratorio.
Las transmutaciones nucleares se representan por lo común
enumerando, en orden, el núcleo objetivo, la partícula que bombardea, la
partícula expulsada y el núcleo producto. Escrita de esta manera, la ecuación
(8) es 147N (, p) 178O. La partícula alfa, el protón y el neutrón se abrevian como
, p y n, respectivamente.

Uso de partículas con carga


Las partículas con carga, como las partículas alfa, se deben mover a gran
velocidad para superar la repulsión electrostática que existe entre ellas y el
núcleo objetivo. Cuanto mayor es la carga nuclear en el proyectil o en el
blanco, tanto más rápidamente se deberá mover el proyectil para producir una
reacción nuclear. Se han ideado muchos métodos para acelerar partículas con
carga empleando campos magnéticos y electrostáticos fuertes. Estos
aceleradores de partículas, conocidos popularmente como ”rompeátomos”,
tienen nombres como ciclotrón y sincrotrón. El ciclotrón se ilustra en la
siguiente figura:
Los electrodos huecos en forma de D se llaman “des”. Las partículas proyectil
se introducen en una cámara al vacío dentro del ciclotrón, y son aceleradas
luego confiriendo alternativamente carga positiva y negativa a las des. Unos
imanes colocados arriba y debajo de las des mantienen las partículas en
movimiento en una trayectoria espiral hasta que finalmente son desviadas fuera
del ciclotrón y emergen para chocar con la sustancia objetivo. Los aceleradores
de partículas se han usado principalmente para sintetizar elementos pesados y
para investigar la estructura fundamental de la materia.

Uso de neutrones
Casi todos los isótopos que se usan en cantidades significativas en medicina e
investigación científica se fabrican empleando neutrones como proyectiles.
Puesto que los neutrones son neutros, el núcleo no los repele. En
consecuencia, no es necesario acelerarlos, como se hace con las partículas
con carga, para producir reacciones nucleares. (De hecho, no se pueden
acelerar de esa manera). Los neutrones necesarios se producen por
reacciones que se llevan a cabo en reactores nucleares. Por ejemplo, el
cobalto-60, que se usa en la terapia de radiación contra el cáncer, se produce
por captura de neutrones. El hierro-58 se coloca en un reactor nuclear, donde
es bombardeado por neutrones. Se lleva a cabo la serie de reacciones
siguiente:
26Fe + 0n 
58 1 59
26Fe
59 59 0
26Fe 27Co + -1e

27Co + 0n 
59 1 60
27Co

Elementos transuránicos
Se han utilizado transmutaciones artificiales para producir los elementos de
número atómico mayor de 92, los cuales se conocen como elementos
transuránicos porque ocupan posiciones que siguen inmediatamente al uranio
en la tabla periódica. El elemento 93 (neptunio) y el 94 (plutonio) se
descubrieron en 1940. Se produjeron bombardeando uranio-238 con
neutrones:
92U + 0n 
238 1 239 0
92Np + -1e

92Np 
239 239 0
94Pu + -1e
Los elementos de número atómico mayor se forman en cantidades pequeñas
en los aceleradores de partículas. Por ejemplo, se forma curio-242 cuando un
blanco de plutonio-239 se bombardea con partículas alfa aceleradas:
94Pu + 2He 
239 4 242 1
96Cm + 0n
En diciembre de 1994 un equipo de científicos europeos sintetizaron el
elemento 111 bombardeando un blanco de bismuto durante varios días con un
haz de átomos de níquel:
28Ni 
209 64 272 1
83Bi + 111X + 0n
Sorprendentemente, su descubrimiento se basó en la detección de sólo tres
átomos del nuevo elemento. Estos núcleos tienen una vida muy corta, y sufren
desintegración alfa milisegundos después de su síntesis. El mismo grupo de
científicos informó también la síntesis del elemento 112 en febrero de 1996.

Velocidades de desintegración radiactiva


¿Porqué ciertos radioisótopos, como el uranio-238, existen en la Naturaleza, en
tanto que otros no y es necesario sintetizarlos? La clave para responder esta
pregunta está en darse cuenta que los distintos núcleos sufren desintegración
radiactiva a diferentes velocidades. Muchos radioisótopos se desintegran
prácticamente por completo en cuestión de segundos, o menos; es obvio que
estos núcleos no se encuentran en la Naturaleza. En cambio, el uranio-238 se
desintegra con gran lentitud; por consiguiente, y no obstante su inestabilidad,
todavía podemos observar este isótopo en la Naturaleza. Una característica
importante de un radioisótopo es su velocidad de desintegración radiactiva.
La desintegración radiactiva es un proceso de primer orden.
Recordemos que una reacción de primer orden es aquella cuya velocidad
depende de la concentración de un solo reactivo elevada a la primera potencia.
Este proceso de primer orden tiene una vida media característica, que es el
tiempo que se requiere para que reaccione la mitad de cualquier cantidad de
sustancia dada. La velocidad de desintegración de un núcleo se analiza
comúnmente en términos de su vida media.
Cada isótopo tiene su propia vida media característica. Por ejemplo, la
vida media del estroncio-90 es de 29 años. Si partiéramos de 10,0 g de
estroncio-90, sólo quedarían 5,0 g de este isótopo después de 29 años;
después de otros 29 años quedarían 2,5 g, y así sucesivamente. El estroncio-
90 se desintegra a itrio-90, como se muestra en la siguiente ecuación:
38Sr 
90 90 0
39Y + -1e
La pérdida de estroncio-90 en función del tiempo se muestra en la siguiente
figura:

Se observan vidas medias muy cortas, de hasta millonésimas de


segundo, y otras muy largas, del orden de miles de millones de años. En la
siguiente tabla se indican las vidas medias de algunos radioisótopos:

Vida media y tipo de desintegración de varios radioisótopos


Isótopo Vida media (años) Tipo de desintegración
238
Radioisótopos naturales 92U 4,5.109 Alfa
235 8
92U 7,1.10 Alfa
232 10
90Th 1,4.10 Alfa
40
19K 1,3.109 Beta
14
6C 5730 Beta
239
Radioisótopos sintéticos 94Pu 24000 Alfa
137
55Cs 30 Beta
90
38Sr 28,8 Beta
131
53I 0,022 Beta
Una característica importante de las vidas medias de desintegración nuclear es
que no son afectadas por condiciones externas como temperatura, presión o
estado de combinación química. Por consiguiente, y a diferencia de las
sustancias químicas tóxicas, los átomos radiactivos no se pueden hacer
inofensivos a través de reacciones químicas o de cualquier otro tratamiento
práctico. En este punto, no podemos hacer otra cosa que dejar que estos
núcleos pierdan radiactividad al ritmo característico de cada uno. Mientras
tanto, por supuesto, debemos tomar precauciones para aislar los radioisótopos
a causa del daño que puede causar la radiación.

Fechado

Puesto que la vida media de cualquier núclido en particular es constante, la


vida media puede servir como reloj molecular para determinar la edad de
diferentes objetos. Por ejemplo, el carbono-14 se ha usado para determinar la
edad de los materiales orgánicos. El procedimiento se basa en la formación de
carbono-14 por captura de neutrones en la atmósfera superior:
7N + ºn 
14 1 14 1
6C + 1p
Esta reacción suministra una fuente pequeña, aunque razonablemente
constante, de carbono-14. El carbono-14 es radiactivo y sufre desintegración
beta con una vida media de 5730 años.
6C 
14 14 0
7N + -1e
Al emplear el fechado con radiocarbono, suponemos que la proporción
de carbono-14 a carbono-12 en la atmósfera ha sido constante durante al
menos 50000 años. El carbono-14 se incorpora al dióxido de carbono, el cual a
su vez se integra, a través de la fotosíntesis, a moléculas de carbono más
complejas dentro de las plantas. Cuando los animales comen las plantas, el
carbono-14 se incorpora a los mismos. Debido a que una planta o un animal
vivo ingiere constantemente compuestos de carbono, consigue mantener una
proporción de carbono-14 a carbono-12 que es idéntica a la de la atmósfera.
Sin embargo, cuando el organismo muere, deja de ingerir compuestos de
carbono y no repone el carbono-14 que se pierde por desintegración radiactiva.
La proporción de carbono-14 a carbono-12 disminuye en consecuencia.
Midiendo esta proporción y comparándola con la de la atmósfera, podemos
estimar la edad de un objeto. Por ejemplo, si la proporción disminuye a la mitad
de la atmósfera, podemos concluir que el objeto tiene una edad de una vida
media, es decir, 5730 años. Este método no se puede usar para fechar objetos
cuya antigüedad es mayor de aproximadamente 50000 años. Después de este
tiempo la radiactividad es demasiado baja como para poder medirla con
exactitud.
La técnica de fechado por radiocarbono se ha corroborado comparando
la edad de los árboles que se determina contando sus anillos y la calculada por
análisis de radiocarbono. A medida que un árbol crece, incorpora un anillo cada
año. En el crecimiento antiguo el carbono-14 se desintegra, mientras que la
concentración de carbono-12 permanece constante. Los dos métodos de
fechado concuerdan con una diferencia de alrededor del 10%. La mayor parte
de la madera que se usó en estos ensayos provenía de pinos de California, que
alcanzan edades de hasta 2000 años. Usando árboles que murieron en épocas
conocidas hace miles de años, es posible hacer comparaciones hasta
aproximadamente el año 5000 a.C.
Se pueden usar otros isótopos de forma similar para fechar otros tipos
de objetos. Por ejemplo, se requieren 4,5.10 9 años para que la mitad de una
muestra de uranio-238 se desintegre a plomo-206. La edad de las rocas que
contienen uranio se puede determinar por tanto midiendo la proporción de
plomo-206 a uranio-238.
Las rocas más antiguas que se encuentran en la Tierra tienen una
antigüedad de aproximadamente 3.10 9 años. Esta edad indica que la corteza
terrestre ha sido sólida durante al menos este tiempo. Los científicos calculan
que se requirieron de 1 a 1,5.10 9 años para que la tierra se enfriara y su
superficie se solidificara. Esto sitúa la edad de la Tierra entre 4,0 y 4,5.10 9
(unos 4500 millones) de años.

Cálculos con base en la vida media

¿Cómo determinamos la vida media del uranio-238? De manera similar, ¿cómo


determinamos cuantitativamente la edad de un objeto?
La desintegración radiactiva es un proceso cinético de primer orden. Por
consiguiente, su velocidad es proporcional al número N de núcleos radiactivos
que hay en la muestra:
Velocidad = kN (8)
La constante de primer orden, k, se conoce como constante de desintegración.
La velocidad con que una muestra se desintegra es su actividad, y se suele
expresar como el número de desintegraciones observadas por unidad de
tiempo.
Una ecuación de velocidad de primer orden se puede transformar en
otra ecuación sumamente útil:
Nt
ln ---- = -kt (9)
N0
En esta ecuación, t es el intervalo de tiempo de desintegración, k es la
constante de desintegración, N0 es el número inicial de núcleos (en el tiempo
cero) y Nt es el número que queda después del intervalo de tiempo. Tanto la
masa de un radioisótopo en particular como su actividad son proporcionales al
número de núcleos radiactivos. Por tanto, el término N t/N0 de la ecuación (9) se
puede sustituir ya sea por la proporción de la masa en cualquier tiempo t a la
masa en el tiempo t = 0 o por la proporción de las actividades en el tiempo t y t
= 0.
De la ecuación (9) podemos obtener la relación entre la constante de
desintegración, k, y la vida media, t1/2:
0,693
k = -----------
t1/2

Detección de la radiactividad

Se han ideado métodos para detectar emisiones de sustancias radiactivas.


Becquerel descubrió la radiactividad a causa del efecto de la radiación sobre
las placas fotográficas. Las placas y películas fotográficas se han usado desde
hace mucho tiempo para detectar la radiactividad. La radiación afecta la
película fotográfica como lo hacen los rayos X. Con cuidado, se puede usar
película para obtener una medida cuantitativa de la actividad. Cuanto mayor es
el grado de exposición a la radiación, más oscura es el área del negativo
revelado. Las personas que trabajan con sustancias radiactivas traen consigo
placas de película para registrar la medida de su exposición a la radiación.
La radiactividad también se puede detectar y medir usando un
instrumento conocido como contador Geiger. El funcionamiento del contador
Geiger se basa en la ionización de la materia causada por la radiación. Los
iones y electrones que genera la radiación ionizante permiten la conducción de
una corriente eléctrica. El diseño básico de un contador Geiger se muestra en
la siguiente figura:

Consiste en un tubo metálico lleno de gas. El cilindro tiene una “ventana” hecha
de un material que pueden penetrar los rayos alfa, beta o gamma. En el centro
del tubo hay un alambre, el cual está conectado a una terminal de una fuente
de corriente directa, y el cilindro metálico está unido a la otra terminal. La
corriente fluye entre el alambre y el cilindro metálico siempre que la radiación
que entra produce iones. El impulso de corriente que se crea cuando entra
radiación al tubo se amplifica; cada impulso se cuenta como una medida de la
cantidad de radiación.
Ciertas sustancias que son excitadas electrónicamente por la radiación
también se pueden usar para detectar y medir la misma. Por ejemplo, algunas
sustancias excitadas por radiación emiten luz cuando los electrones regresan a
sus estados de más baja energía. Estas sustancias se llaman fósforos. Las
diferentes sustancias responden a partículas distintas. Por ejemplo, el sulfuro
de cinc responde a las partículas alfa. En el pasado, la carátula de los relojes
luminosos se pintaba con una mezcla de ZnS y una cantidad minúscula de
RaSO4. El ZnS emite luz visible cuando es alcanzado por partículas alfa
provenientes de la desintegración radiactiva del radio y esto hace que el
cuadrante brille en la oscuridad.
Un instrumento llamado contador de centelleo se usa para detectar y
medir radiación, con base en los diminutos destellos de luz que se producen
cuando la radiación alcanza un material fosforescente adecuado. Los destellos
se amplifican electrónicamente y se cuentan para medir la cantidad de
radiación.
Radiotrazadores
A causa de la facilidad con la que se detectan los radioisótopos, se pueden
usar para seguir un elemento a través de sus reacciones químicas. Por
ejemplo, la incorporación de átomos de carbono del CO 2 en la glucosa durante
la fotosíntesis se ha estudiado usando CO2 que contiene carbono-14:
Luz solar

6 14CO2 + 6 H2O  14
C6H12O6 + 6 O2
Clorofila
Se dice que el CO2 está marcado con carbono-14. Los dispositivos de
detección como el contador de centelleo permiten seguir el movimiento del
carbono-14 a través de los diversos compuestos intermedios hasta la glucosa.
El uso de radioisótopos es posible porque todos los isótopos de un
elemento tienen propiedades químicas idénticas. Cuando una pequeña
cantidad de un radioisótopo se mezcla con los isótopos estables naturales del
mismo elemento, todos los isótopos sufren las mismas reacciones. La
radiactividad del radioisótopo pone de manifiesto la trayectoria del elemento.
Debido a que el radioisótopo se puede usar para trazar el camino del elemento,
se conoce como radiotrazador.

Efectos biológicos de la radiación

Recibimos un bombardeo constante de radiación proveniente de fuentes


naturales y artificiales. Por ejemplo, estamos expuestos a la radiación infrarroja,
ultravioleta y visible del Sol, a ondas de radio de estaciones de televisión y
radio, microondas de los hornos y rayos X de diversos procedimientos médicos.
Además, estamos expuestos a la radiactividad del suelo y otros materiales
naturales. Las distintas energías de estas diversas clases de radiación son
importantes para entender sus variados efectos sobre la materia.
Cuando la materia absorbe radiación, su energía puede causar ya sea
excitación o ionización de la materia. Se produce excitación cuando la radiación
absorbida excita los electrones a estados de mayor energía o aumenta el
movimiento de las moléculas haciéndolas moverse, vibrar o girar. Ocurre
ionización cuando la radiación elimina un electrón de un átomo o molécula. En
general, la radiación que causa ionización, llamada radiación ionizante, es
mucho más dañina para los sistemas biológicos que la radiación que no la
causa, llamada radiación no ionizante.
Casi todos los tejidos vivos contienen al menos 70 % de agua en masa.
Cuando se irradia un tejido vivo, la mayor parte de la energía de la radiación es
absorbida por moléculas de agua. Por tanto, es común definir la radiación
ionizante como radiación capaz de ionizar agua, un proceso que requiere una
energía mínima de 1216 kJ/mol. Los rayos alfa, beta y gamma (lo mismo que
los rayos X y la radiación ultravioleta de más alta energía) poseen energías que
sobrepasan esta cantidad y son por tanto formas de radiación ionizante.
Cuando la radiación ionizante pasa a través de un tejido vivo, se
eliminan electrones de las moléculas de agua, con lo que se forman iones H 2O+
muy reactivos. Un ion H2O+ puede reaccionar con otra molécula de agua para
formar un ion H3O+ y una molécula neutra OH:
H2O+ + H2O  H3O+ + OH
La inestable y muy reactiva molécula OH es un ejemplo de radical libre, una
sustancia con uno o más electrones no apareados, como se puede ver en la
siguiente estructura de Lewis: Ö  H. La presencia del electrón no apareado
se suele destacar escribiendo la especie con un solo punto, OH. En las células
y tejidos, estas partículas pueden atacar una multitud de biomoléculas
circundantes para producir nuevos radicales libres, los cuales, a su vez, atacan
todavía más compuestos. Así pues, la formación de un solo radical libre puede
iniciar un gran número de reacciones químicas que son capaces en último
término de perturbar las operaciones normales de las células.
El daño que produce la radiación depende de la actividad y energía de la
misma, de la duración de la exposición y de si la fuente está dentro o fuera del
cuerpo. Fuera del cuerpo, los rayos gamma son particularmente dañinos
porque penetran los tejidos humanos con gran eficacia, como lo hacen los
rayos X. En consecuencia, el daño que causan no está limitado a la piel. En
cambio, la piel detiene casi todos los rayos alfa, y los rayos beta sólo consiguen
penetrar aproximadamente 1 cm más allá de la superficie de la piel. Por tanto,
ni unos ni otros son tan peligrosos como los rayos gamma, a menos que la
fuente de radiación entre de alguna manera en el cuerpo. Dentro del
organismo, los rayos alfa son particularmente peligrosos porque transfieren
rápidamente su energía al tejido circundante e inician daños considerables.

Capacidad relativa de penetración de la radiación alfa, beta y gamma

En general, los tejidos que muestran mayor daño a consecuencia de la


radiación son los que se reproducen con rapidez, como la médula ósea, los
tejidos formadores de sangre y los nódulos linfáticos. El efecto principal de una
exposición prolongada a dosis bajas de radiación es la inducción de cáncer. El
cáncer es causado por daños al mecanismo regulador del crecimiento de las
células, lo que induce a la célula a reproducirse sin control. La leucemia, que se
caracteriza por el crecimiento excesivo de glóbulos blancos de la sangre, es
probablemente el principal problema de cáncer asociado a la radiación.
En vista de los efectos biológicos de la radiación, es importante
determinar si algún nivel de exposición no ofrece peligro. Desafortunadamente,
los intentos por fijar normas realistas se han visto obstaculizados por la falta de
comprensión de los efectos de la exposición de larga duración a la radiación.
Los científicos que se ocupan de fijar normas sanitarias han aplicado la
hipótesis de que los efectos de la radiación son proporcionales a la exposición,
incluso en dosis bajas. Se supone que cualquier cantidad de radiación causa
cierto riesgo de lesión, y los efectos de las dosis altas se extrapolan a las más
bajas. En cambio, otros científicos consideran que existe un umbral abajo del
cual la radiación no representa un riesgo. Hasta que las pruebas científicas
permitan definir la cuestión con cierta confianza, es más seguro suponer que
incluso los niveles bajos de radiación plantean cierto peligro.

Dosis de radiación

Se usan varias unidades distintas para medir radiación. El becquerel (Bq) es la


unidad SI para la actividad de la fuente de radiación, es decir, para la rapidez
con la que las desintegraciones nucleares están ocurriendo. Un becquerel se
define como una desintegración nuclear por segundo. Una unidad de actividad
más antigua, pero que todavía se usa ampliamente, es el curie (Ci), que se
define como 3,7.1010 desintegraciones por segundo, que es la velocidad de
desintegración de 1 g de radio. Así pues, una muestra de 4,0 mCi de cobalto-60
sufre (4,0.10-3)(3,7.1010) = 1,5.108 desintegraciones por segundo y tiene una
actividad de 1,5.108 Bq.
Dos unidades de uso común para medir la cantidad de exposición a la
radiación son el gray y el rad. El gray (Gy), que es la unidad SI de dosis
adsorbida, corresponde a la absorción de 1 J de energía por kilogramo de
tejido. El rad (radiation absorbed dose; dosis de radiación adsorbida)
corresponde a la absorción de 1.10 -2 J de energía por kilogramo de tejido. Por
consiguiente, 1 Gy = 100 rads. El rad es la unidad de uso más frecuente en
medicina.
No todas las formas de radiación tienen la misma eficiencia para dañar
materiales biológicos. Por ejemplo, un rad de radiación alfa puede producir más
daño que un rad de radiación beta. Para hacer la corrección por estas
diferencias la dosis de radiación se multiplica por un factor que mide el daño
biológico relativo causado por la radiación. El factor de multiplicación se conoce
como efectividad biológica relativa de la radiación y se abrevia RBE (relative
biological effectiveness). La RBE es aproximadamente 1 para la radiación
gamma y beta, y 10 para la radiación alfa. El valor exacto de la RBE varía con
la rapidez de la dosis, la dosis total y el tipo de tejido afectado. El producto de
la dosis de radiación en rads por la RBE de la radiación proporciona la dosis
efectiva en unidades de rem (roentgen equivalent for man; equivalentes en
roentgens para el hombre):
Número de rems = (número de rads) (RBE)
La unidad SI de dosificación efectiva es el Sievert (Sv), el cual se obtiene
multiplicando la RBE por la unidad SI de dosis de radiación, el gray; por tanto, 1
Sv = 100 rem. El rem es la unidad de daño por radiación que se usa
ordinariamente en medicina.
Los efectos de las exposiciones de corta duración a la radiación
aparecen en la siguiente tabla:

Efectos de la exposición de corta duración a la radiación


Dosis (rem) Efecto
0 a 25 No hay efectos clínicos detectables
25 a 50 Disminución temporal ligera de la cuenta de glóbulos blancos en la sangre
100 a 200 Náusea, descenso notable en los glóbulos blancos de la sangre
500 Muerte de la mitad de la población expuesta menos de 30 días después de la
exposición

Una exposición de 600 rem es mortal para casi cualquier ser humano. Para
poner este número en perspectiva, una radiografía dental típica significa una
exposición de alrededor de 0,5 mrem. La exposición media para una persona
en un año, debida a todas las fuentes naturales de radiación ionizante (llamada
radiación de fondo) es de alrededor de 360 mrem.

Fisión nuclear

Tanto la división de núcleos pesados (fisión) como la unión de núcleos ligeros


(fusión) son procesos exotérmicos. Las plantas comerciales de energía nuclear
y las formas más comunes de armamento nuclear dependen del proceso de
fisión nuclear para su funcionamiento. La primera fisión nuclear que se
descubrió fue la del uranio-235. Este núcleo, al igual que los de uranio-233 y
plutonio-239, sufre fisión cuando es alcanzado por un neutrón de movimiento
lento. Este proceso de fisión inducida se ilustra en la siguiente figura:
Un núcleo pesado se puede dividir de muchas maneras distintas. En las
siguientes ecuaciones se muestran dos formas de división del uranio-235:
 13752Te + 9740Zr + 2 10n
1
n + 23592U
0
 14256Ba + 9136Kr + 3 10n

Se han encontrado más de 200 isótopos diferentes de 35 elementos distintos


entre los productos de fisión del uranio-235. Casi todos ellos son radiactivos.
En promedio, se producen 2,4 neutrones por cada fisión de uranio-235.
Si una fisión produce 2 neutrones, estos 2 neutrones pueden causar dos
fisiones. Los 4 neutrones que se liberan de esta manera pueden producir
cuatro fisiones, y así sucesivamente, como se muestra en la siguiente figura:

Fusión nuclear

Se produce energía cuando los núcleos ligeros se fusionan para formar otros
más pesados. Las reacciones de este tipo son el origen de la energía que
produce el Sol. Los estudios espectroscópicos indican que el Sol se compone
de 73% de H, 26% de He y sólo 1 % de todos los demás elementos, en masa.
Entre los diversos procesos de fusión que se considera se están llevando a
cabo están los siguientes:
1H + 1H  1H + 1e
1 1 2 0

1H + 1H  2He
1 2 3

2He + 2He  2He + 2 1H


3 3 4 1

2He + 1H  2He + 1e
3 1 4 0

Se han propuesto teorías para la generación de los demás elementos a través


de procesos de fusión.
La fusión es atractiva como fuente de energía a causa de la
disponibilidad de isótopos ligeros y porque en general los productos de fusión
no son radiactivos. No obstante lo anterior, la fusión no se usa actualmente
para generar energía. El problema es que se requieren energías elevadas para
vencer la repulsión entre núcleos. Las energías necesarias se alcanzan por
medio de altas temperaturas.

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