Está en la página 1de 4

OLIVER CROMWELL Y LA REVOLUCIÓN PURITANA INGLESA

Este documento trata sobre La revolución puritana, que tuvo lugar en Inglaterra
entre 1641 y 1649, originó por primera vez la constitución de una República
(1649-1658) en suelo inglés. Teniendo como líder más destacado a Oliver
Cromwell, la revolución puritana se introdujo como uno de los momentos clave
de la revolución inglesa, que tuvo la revolución gloriosa como resultado. La
principal consecuencia de estas revoluciones fue la consolidación del régimen
político monárquico parlamentario, poniendo fin al absolutismo en Inglaterra.

Para entender la revolución puritana, es necesario darse cuenta de que ella fue
caracterizada como una solución a las contradicciones existentes entre las
clases sociales en los inicios del capitalismo inglés, particularmente entre la
naciente burguesía y la nobleza de raíces medievales. Los cambios sociales
experimentados en Inglaterra consolidaron la burguesía económicamente desde
finales del siglo XVI, a través del desarrollo del comercio marítimo, de la
agricultura y de las manufacturas. En ese sentido, es necesario destacar el inicio
de la supremacía inglesa en el mercantilismo, la expulsión de campesinos de sus
tierras y las alteraciones en la productividad agrícola, así como el fortalecimiento
de la producción de mercancías con las manufacturas.

El fortalecimiento económico de la burguesía fue apoyado por la dinastía Tudor,


cimentando la autoridad real en una actuación conjunta al Parlamento, en que
estaban representadas políticamente la burguesía y la nobleza. Sin embargo,
con la sucesión dinástica de Isabel I, entrando en su lugar la dinastía Stuart, ha
cambiado la situación política en el reino. Su sucesor Jaime I y su hijo, Carlos I,
se buscaría fortalecer el poder real y la nobleza más tradicional, vinculados a los
preceptos medievales, especialmente con la adopción de medidas que pasaron
por encima de los intereses del Parlamento. Ellos eran escoceses, y no ingleses,
motivando todavía más la oposición a la permanencia de ellos en el poder.
La primera fase de la guerra terminó en 1646, con la derrota de Carlos I, pero el
miedo a la posición democrática radical de los parlamentarios Cabezas
Redondas llevó a parlamentarios moderados a intentar un acuerdo con la
realeza. El resultado fue una mayor radicalización de la revolución. En 1647,
Carlos I fue arrestado por los soldados. El rey todavía se escapó de la cárcel y
trató de reorganizar una reacción. Sin embargo, nuevamente fue derrotado por
Cromwell y otros jefes de las tropas parlamentarias. Los radicales lograron la
hegemonía en la Cámara de los Comunes, expulsando a los moderados.

En 1649, Carlos I fue juzgado y ejecutado por decapitación. Su muerte fue la


primera de un monarca por ordenanza de un parlamento. Después de Carlos I
perder el poder, se estableció una República en Inglaterra, formando un Consejo
de Estado y extinguiendo la cámara de los Lores. Oliver Cromwell también puso
fin a la guerra civil en 151. Una de las principales medidas de Cromwell en el
gobierno fueron los Actos de Navegación, que garantizaron protección a los
comerciantes ingleses en el comercio británico, excluyendo la acción holandesa
en el sector que constituía hasta entonces la mayoría. Pero la oposición política
a Cromwell se intensificó.

Frente a tal situación, el líder revolucionario disolvió el Parlamento en 1653,


creando una dictadura personal y designándose a sí mismo Lord Protector de la
Commonwealth. Su dictadura duró hasta 1658, año de su muerte. Fue
reemplazado por su hijo, Richard Cromwell, que no pudo mantener la existencia
de la República. Nobles realistas organizaron una contrarrevolución colocando a
Carlos II en el trono, poniendo fin a la República y estableciendo la restauración
monárquica. Fue el final de la República puritana. Sin embargo, las
transformaciones sociales que ella representaba no permitieron la restauración
monarquía durar mucho más tiempo. Con la revolución gloriosa de 1688,
completando el ciclo de la revolución burguesa en Inglaterra, se establece una
monarquía constitucional de carácter liberal, que garantiza las condiciones
generales para el desarrollo del capitalismo.
DECLARACIÓN DE LOS DERECHOS DEL HOMBRE Y DEL CIUDADANO
(1789)

La Declaración de los derechos del hombre y el del ciudadano de 1789,


inspirada en la declaración de independencia estadounidense de 1776 y en el
espíritu filosófico del siglo XVIII, marca el fin del Antiguo Régimen y el principio
de una nueva era.

La Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano es, junto con los
decretos del 4 y el 11 de agosto de 1789 sobre la supresión de los derechos
feudales, uno de los textos fundamentales votados por la Asamblea nacional
constituyente formada tras la reunión de los Estados Generales durante la
Revolución Francesa.

El principio de base de la Declaración fue adoptado antes del 14 de julio de 1789


y dio lugar a la elaboración de numerosos proyectos. Tras largos debates, los
diputados votaron el texto final el día 26 de agosto.

En la declaración se definen los derechos "naturales e imprescriptibles" como la


libertad, la propiedad, la seguridad, la resistencia a la opresión. Asimismo,
reconoce la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley y la justicia. Por último,
afirma el principio de la separación de poderes.

El Rey Luis XVI la ratificó el 5 de octubre, bajo la presión de la Asamblea y el


pueblo, que había acudido a Versalles. Sirvió de preámbulo a la primera
constitución de la Revolución Francesa, aprobada en 1791.

La Declaración de 1789 inspirará, en el siglo XIX, textos similares en numerosos


países de Europa y América Latina. La tradición revolucionaria francesa está
también presente en la Convención Europea de Derechos Humanos firmada en
Roma el 4 de noviembre de 1950.
DECLARACIÓN DE LOS DERECHOS DEL HOMBRE Y DEL CIUDADANO (26
DE AGOSTO DE 1789)

Los representantes del pueblo francés, constituidos en Asamblea nacional,


considerando que la ignorancia, el olvido o el menosprecio de los derechos del
hombre son las únicas causas de las calamidades públicas y de la corrupción de
los gobiernos, han resuelto exponer, en una declaración solemne, los derechos
naturales, inalienables y sagrados del hombre, a fin de que esta declaración,
constantemente presente para todos los miembros del cuerpo social, les
recuerde sin cesar sus derechos y sus deberes; a fin de que los actos del poder
legislativo y del poder ejecutivo, al poder cotejarse a cada instante con la
finalidad de toda institución política, sean más respetados y para que las
reclamaciones de los ciudadanos, en adelante fundadas en principios simples e
indiscutibles, redunden siempre en beneficio del mantenimiento de la
Constitución y de la felicidad de todos.

También podría gustarte