La primera vez que logré ponerme al habla fue cuando
jugueteando con la esfera digital marqué sin darme cuenta el ni.
mero de una de esas novias de juventud a la que llamamos incan,
ssablemente en la época en que el fuego atin ardia con pasion, Al
levantarse la bocina del otro lado de la linea estaba ella, Hacia 25
F . Hasta me costé varios segundos recordar su
—éEva, eres ti? —pregunté sorprendido de que atin estaba
len ese ntimero. Su vor era extrafia pero atin pude reconocerla,
~ Si: Soy yo, ceémo ests? ¢Qué te habia pasado? ;Por qué no
Mlamaste?
~Perdoname —me excusé un poco confundido— lo hice va-
Tias veces pero me dijeron que éste ya no era tu teléfono. Hace
“tanto tiempo... Debes estar casada, ¢no?
| ~iCasadal estas loco, sabes que lo primero son mis estudios,
—éTodavia estudias?
7,2Cémo que todavia? —dijo ella— pero si apenas estoy co-
menzando.
“do. ps, alli cuando descubri que estaba dialogando con el pasa-
do, Preferi no explicarle nada e iniciamos un largo didlogo come
€n aquellos tiempos hablando como ya yo lo habia olvidado. En
las delicias de su voz endeble, tan lena de nostalgia y recuerdos
de mis primeros romances juveniles, volvi a la maravillosa condi,
cion de adolescente. Luego de una charla me despedi dandole mi
huevo numero y decidi probar haciendo otras llamadas. Lo hice
€on mi casa. La de hace muchos anos. Pregunté por mi y me dije-
Fon que habia salido, oi la voz de una tia mia muerta y un poco
asustado colgué inmediatamente. Después marqué el nimero de
Yaris amigos y personas idas para siempre de mi mundo, gente
Que sabia que estaba dispersa por sitios diferentes; pero alli esta.
ban todos, como si nada hubiera pasado, Colgué de nuevo y me to.
| mé un trago para sobreponerme de aquella increible situacion,
Poseo uno de eso teléfonos amti-
uo que se usan en funcién deco
rativa, al cual le he descubierto:
una extrana facultad: al marcar
los viejos nuimeros de mis amigos
¥ algunos familiares, el aparato
logra ponerme en comunicacidn
Ton eaptitde, La magia radicu en que dichos nimeroe ya nnn
iin En el libreto de teléfonos al igual que muchos de ane duenos,
citsartbargo, he obtenido respuestas incluso de nimeres dence
Gitas, Pertenecientes a antiguas casas que se enconuata’ anota:
das en una raida libreta de mi abuela,
‘Ya repuesto de aquel susto, confirmé que con el aparato se
Podia hablar incluso con los tiempos de mi bisabuela, cuando los
Primeros teléfonos fueron instalados en la capital atin recorrida
Por tranvias. Al terminar aquella prueba me puse a reflexionar
Pensé que todo era un suefio. No era posible. Seguro que era una
a7‘Jugarreta de esos hados traviesos que rigen los secretos dea vida
“y de la muerte; y para olvidarme de tan traumatizante experien.
‘cia decidi esconder aquella anti en una de las gavetas y ol-
vidarme del asunto.
% Pero ayer, cuando estaba trabajando en el escritorio, soné el
viejo aparato que sin saber habia reactivado. Alguien marcaba mi
nimero actual, desencadenando una de las mas terribles conges.
tiones de lamadas que se conozcan en la historia del telefono,