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Construcción del Concepto de Superyó en la obra de Melanie Klein

DAVID A. WARJACH

La manera en que se despliega el concepto de Superyó en los textos de


Melanie Klein, es una muestra paradigmática de la modalidad de producción teórica
de la autora, razón por la cual al estudiar dicho concepto, se debe atender no sólo a
los contenidos que lo van constituyendo, sino también a la manera en que estos se
generan.
Este concepto, acuñado por S. Freud, contaba con una aceptación
generalizada entre los analistas de la época y estaba recortado por una elaboración
establecida, esto es, una cierta manera de entender el concepto, sobre la que había
acuerdo casi general; esta manera de concebir el concepto de Superyó se halla
presente en el texto de 1926 de Anna Freud “Introducción a la técnica del análisis de
niños”, respecto del cual polemiza Melanie Klein un año después en su trabajo
“Simposium sobre análisis infantil”.
Dicho recorte consistía en tomar a la letra una serie de afirmaciones de S.
Freud sobre el Superyó, concluyéndose lo siguiente:
1) El Superyó es el heredero del Complejo de Edipo.
2) Antes de los 4 o 5 años no hay Superyó propiamente dicho (dado que el
Complejo de Edipo se desarrolla en la fase fálica alrededor de esa edad).
3) El Superyó es la internalización de los padres de la realidad y sus
prohibiciones.
4) Es opuesto a las tendencias pulsionales.
5) Tiene función pacificadora y ordenante.
6) Su falta o debilidad explica las conductas asociales.
Esta concepción eludía una cantidad importante de afirmaciones de Freud
respecto del Superyó y del Complejo de Edipo, consiguiendo así mantener una
coherencia interna.
Pero no es a partir de una integración teórica de las afirmaciones de Freud,
dejadas de lado por dicha concepción, la manera por la cual Melanie Klein realiza sus
aportes fundamentales a la teoría del Superyó.
Incluso tanto Ferenczy como Abraham, ambos maestros y sucesivamente
analistas de Klein, habían desarrollado sus concepciones en el sentido de localizar
precursores del Superyó en la etapa anal, siempre afirmando su constitución como tal
en el Complejo de Edipo.
Tampoco Klein sigue estos trabajos premeditadamente tratando de localizar la
génesis del Superyó.
Por el contrario, los aportes de Klein a la teoría del Superyó, surgen por la
imposibilidad de ajustar los problemas que su práctica clínica con niños le
presentaba, a lo que antes fue denominado “teoría establecida de la época”.
Aquí se encuentra lo paradigmático de su modalidad de producción teórica.
Para Melanie Klein la teoría no funciona como un lecho de Procusto donde
recostar su clínica, ésta ya sea con niños, o con adultos, o más tarde con psicóticos.
Sólo tiene como precondición para el analista la “convicción” en la determinación
inconsciente, lo cual se opone y excluye a los prejuicios, aunque estos tengan la
forma de teoría psicoanalítica.
Las ideas originales de Klein respecto del Superyó surgen a partir de los
análisis de niños pequeños (P.Ej : Rita de 2 años y 9 meses), llevados adelante por
“medios exclusivamente psicoanalíticos”, esto es, sin incluir intervenciones
pedagógicas y analizando la transferencia tanto negativa como positiva, contrariando
la opinión dominante en la época.
La técnica del juego, concebida como equivalente de la asociación libre, le
permite a Klein pesquisar algo sorprendente: la predominancia de la culpabilidad en
sus pequeños pacientes.
Tomando Klein un punto de vista freudiano, ligó dicha culpabilidad al Superyó
y al Complejo de Edipo, asignando por lo tanto a ambos una aparición más temprana
que la que se concebía que le había adjudicado S Freud.
De ahí en más el concepto de Superyó en la obra kleiniana se va a ir
construyendo en el sentido riguroso del término, esto es, como una elaboración que
articula teóricamente las vicisitudes de la clínica, allí donde estas encuentran un límite
en la teoría constituida.
Los aportes kleinianos, como se expondrá luego, no se limitan a adelantar la
constitución del Superyó, puede decirse que lo fundamental no se encuentra allí, sino
que estos aportes devuelven a este concepto su verdadera naturaleza en la teoría,
con implicancias clínicas fundamentales.
Desde un inicio Melanie Klein le adjudicó al “Superyó temprano” una eficacia
para la mortificación y una crueldad extrema respecto del yo, características éstas
que en el curso de su obra se mantendrán inalterables, a pesar de que
posteriormente en sus textos incluirá otros matices y funciones.
Sadismo y retaliación son dos conceptos inseparables de estas características
mortificantes del Superyó y generadoras de angustia, la cual en un principio tenía
significado de culpabilidad. El soporte explicativo básico consistía en que a cada
fantasía sádica del sujeto respecto de un objeto, le correspondía una fantasía de
angustia idéntica en cantidad y calidad. Esto debido a que el sujeto espera de su
objeto atacado una idéntica respuesta, de acuerdo a la fórmula de la Ley del Talión
que Melanie Klein concibe como dominando en esta lógica y que mantendrá en toda
su obra.
Estos objetos atacantes constituirán , por introyección, el núcleo del Superyó.
La autora utiliza para los mismos la expresión “imagos”, a los efectos de señalar que
se trata de “objetos fantasmáticamente deformados”, pero con una entidad propia, se
trata de matrices fantasmáticas irreductibles en si mismas.
Melanie Klein incluye esta explicación en su texto “Principios psicológicos del
análisis infantil”, pero aún sin universalizarla para todos los niños, concibiendo esta
génesis del Superyó en forma conjunta con el “Complejo de Edipo Temprano”; en
textos posteriores la adelantará a éste.
Melanie Klein da el ejemplo de su paciente Rita, quien presentaba, además de
una seria neurosis obsesiva, una inhibición general del juego; sólo manipuleaba a sus
muñecas en forma compulsiva. Concluye, a través del análisis de Rita, que la niña no
podía jugar a ser la madre de la muñeca, porque ésta representaba para ella a su
hermanito, a quien había deseado arrebatar a su madre durante el embarazo, la
prohibición del deseo infantil provenía de la madre introyectada. Si Rita jugaba a ser
la madre, iba a ser atacada por la madre introyectada igual que ella había fantaseado
en atacar a su madre. i

RITA MADRE
1) Sadismo 2)
Objeto

atacado

4) Introyección 3) Por

retaliación
objeto

persecutorio
5) Núcleo del Superyó: objeto persecutorio, madre introyectada (Imago)

Igualmente el ritual obsesivo de Rita, que consistía en que debía ser


cuidadosamente cubierta por sábanas al acostarse, consistía en una forma de
defensa ante los ataques que su madre introyectada podría realizarle mientras
dormía, en este caso encarnada en algo que podría entrar por la ventana.
Por lo expuesto, Klein concluye que tanto la inhibición del juego, como la
“angustia fóbica” de Rita, se basaban en “su temor al Superyó”.
Siguiendo con el caso “Rita”, Melanie Klein afirma que al avanzar el análisis y
remitir levemente la inhibición del juego, la niña reproducía el ritual obsesivo con su
muñeca, poniendo un elefante a los pies de la cama, señala que este elefante tenía
por función impedir que la muñeca - Rita se levantara y se introdujera en el dormitorio
de los padres para hacerles daño. El elefante representaba al padre que impedía que
Rita usurpase el lugar de la madre. Respecto de este juego, Klein afirma: “La única
realización de deseos aparente en este juego residía en que el elefante conseguía
por un tiempo impedir que la niña se levantara”. ii
Se ha producido un cambio, mientras que en un primer momento la angustia
abrumadora inhibía todo juego, por ínfimo que fuera, éste ahora, implica una
distribución de la angustia y una mediatización respecto de esa anterior imago
terrorífica que sumía a la niña en la inmovilidad, dicha función mediadora se halla
personificada en el elefante.
Cuanto menor es la distancia, por falta de mediatizaciones, respecto de la
primigenia imagen terrorífica, mayor es la inhibición en el juego y menor es la
posibilidad de “personificación” que en éste se produce.
El elefante de este juego, dice Klein, representa al Superyó, pero debe
insistirse en que se ha producido un cambio, la imago primaria ha sido mediatizada
por una fantasía.
A lo largo de su obra Melanie Klein va modificando su teoría del sadismo, lo
cual tiene consecuencias respecto de su concepción del Superyó y de la angustia.
En el primer momento expuesto, el del análisis de Rita, el sadismo se
presentaba como el resultado de la rivalidad edípica, posteriormente la concepción
Kleiniana del sadismo se va a ir independizando de los celos edípicos, para adquirir
un carácter irreductible y ligarse directamente a las fuentes pulsionales; es así como
Melanie Klein encontrará un sadismo anal, uno uretral y por último una dimensión
sádica oral que pasará a ser fundamental.
La terminología la toma prestada de la teoría de las etapas de evolución de la
libido de Abraham, pero esto no debe prestarse a confusión, ella trastoca dicha teoría
hasta no quedar de la misma más que algunos términos; le quita su carácter evolutivo
y plantea una imbricación simultánea de todas las fuentes sádico - libidinales,
llegando a inventar una “fase de máximo sadismo”, durante la cual “se activa el
sadismo en cada una de las diversas fuentes de placer libidinoso”. iii
El paso siguiente consiste en poner el sadismo a cuenta de la pulsión de
muerte, quedando ésta ligada por lo tanto a la angustia, ligazón que mantendrá
Melanie Klein a lo largo de toda su obra.
En el texto “Psicoanálisis de Niños”, su autora explícita esta articulación, pero
puede considerarse que ya al teorizar la “fase de máximo sadismo”, tres años antes,
estaban todos los elementos para acogerla. También de aquí en adelante Melanie
Klein mantendrá en la base de su teoría la dualidad, tomada de Freud, pulsión de
vida - pulsión de muerte.
El esquema explicativo de la constitución del Superyó ahora se enriquece de
la siguiente manera:
En un principio (alegorizado por el comienzo de la vida postnatal) se hipotetiza
una extrema defusión de la pulsión de vida y la pulsión de muerte. El accionar interno
de la pulsión de muerte crearía el riesgo de aniquilación del “yo”, esto es percibido
como angustia. La utilización en este momento inicial de una categoría como el yo, el
cual para Melanie Klein, al igual que para Freud, se constituye por identificación, crea
un problema teórico; no siendo éste el objeto del presente trabajo, será dejado de
lado en su complejidad, asimilándose lo nombrado como “yo” a un aparato tendiente
a mantener la homeostasis, a los efectos de continuar los pasos lógicos planteados
por Melanie Klein.
La continuidad del argumento consiste en que el Yo debe movilizar
mecanismos de defensa frente a la angustia (en este punto Klein cita a Freud, quien
en “Inhibición, síntoma y angustia” afirma la existencia de modos de defensa previos
a la represión); este primitivo modo de defensa del aparato homeostático frente al
accionar de la pulsión de muerte, consistiría en su deflexión, esto es, la expulsión de
la misma y su transformación en sadismo.
Esta expulsión de destructividad pulsional encontraría en su camino un objeto,
el cual será constituido como objeto atacado y por retaliación en objeto persecutorio.
Cabe mencionar que no se trata de que la pulsión se dirija a un objeto, sino que éste
es constituido como tal en la medida en que es sede de la pulsión. En esto Klein se
inscribe en la más fiel tradición freudiana.
Luego el circuito continúa igual que el anteriormente explicado: el objeto
persecutorio genera angustia y es introyectado constituyendo el núcleo del Superyó,
pero esto en lugar de paliar la tensión, la incrementa, ya que ahora la angustia se
generará por el accionar de este perseguidor interno, debiendo agregarse que una
parte de la pulsión de muerte no deflexionada también pasa a constituir el núcleo de
dicha instancia.
Se genera un círculo vicioso de retroalimentación, ya que al incrementarse la
angustia se incrementa a su vez la proyección de sadismo, comenzando nuevamente
todo el circuito.

YO
1) Acción de la 2) angus_ 3) Deflexión pulsión de muerte 4) Objeto atacado
pulsión de tia
muerte 5) Por
retaliación:
objeto
persecu_
torio
6) Introyección del objeto persecutorio

7) Núcleo del Superyó : objeto persecutorio introyectado + Pulsión de


muerte
no deflexionada.

Dado que los objetos externos son interpretados a la luz fantástica de los
objetos del Superyó, este incremento de la angustia, producido por su accionar,
puede materializarse en conductas destructivas reales, siendo por lo tanto el Superyó
responsable de las “conductas asociales”, no su debilidad o inexistencia, como lo
concebía la teoría establecida, sino su fortaleza. iv
Al pasar Melanie Klein de concebir el sadismo por rivalidad edípica, a pensarlo
como expresión de la pulsión de muerte, se crea una profunda modificación en el
basamento teórico del Superyó. Las afirmaciones respecto de la inmutabilidad de su
núcleo, realizadas por la autora en base a su práctica analítica, encuentran
justificación teórica por los siguientes motivos:
- Se ve claramente que en el circuito la defensa intentada fracasa, ya que su
objeto no se modifica, esto es, la angustia no disminuye. En cambio, sí se produce
una modificación del agente de la defensa: se modifica el Yo.
- No es indiferente concebir el estímulo del sadismo como pulsional o no, ya
que se sabe, a partir de las enseñanzas de Freud, que el pulsional, a diferencia de
los otros estímulos, actúa por medio de una fuerza constante, sin ritmos, la pauta de
la huida es inútil.
- Si el empuje que motiva la defensa es constante y ésta implica una
alteración en el Yo, esta alteración también será permanente.
- Esta modificación que es ahora el núcleo del Superyó, será inalterable por la
lógica de su misma constitución. A lo sumo podrá “irse al fondo”, usando una de las
expresiones aplicadas por Melanie Klein para explicar el despliegue hacia la
conciencia moral, en base a la superposición de introyecciones posteriores más
“benignas”v. Esto se relaciona con el hecho mencionado anteriormente, referido a que
Klein abandona progresivamente una concepción evolutiva y de superación de
etapas, cada estructura explicativa de la constitución del sujeto perdura, no se
aniquila.

Contrastando esta explicación con la teoría establecida, se ve que el Superyó


no sólo no es opuesto a las tendencias pulsionales, sino que es su representante.
Ya había sido señalado antes que, dado que para Klein dicha instancia es
causa de patología, la eficacia analítica debería actuar sobre su excesiva severidad,
encontrándose ahora que este núcleo inalterable se transformará en un límite
taxativo para el análisis.
El núcleo del Superyó tiene para Klein ciertos objetos privilegiados, uno en
particular, terrorífico por excelencia, es la figura de los padres combinados, esto es, la
madre conteniendo el pene del padre o al padre todo, o el padre conteniendo a la
madre, es indiferente, se trata de ambos padres en un coito ininterrumpido.
Esta imago, también graficada como el interior del cuerpo de la madre
conteniendo todos los objetos, incluido el pene del padre, es aquella con la que el Yo
se encuentra en máxima confrontación agresiva durante la fase de máximo sadismo,
de allí que sea internalizada en el núcleo del Superyó. Presenta un cuadro sin salida,
a no ser por el ordenamiento que permiten los estadios tempranos del Complejo de
Edipo, de los cuales es su preludio.
Interesante función la que viene a cumplir el Complejo de Edipo, ya que no
vendrá a coronar una evolución sexual en un momento de polimorfismo perverso,
sino que el niño entra al Edipo en estado sádico, y la tarea será desenredar esa
imago de los padres combinados para que se pueda tramitar, en parte, la angustia
por las vías del Complejo de Edipo “positivo” y “negativo”, disminuyendo el sadismo.
Esto hará posible la constitución de objetos menos persecutorios y la superposición
de introyecciones, que llevará a la conciencia moral.
En su texto de 1933, “El desarrollo temprano de la conciencia en el niño”,
Melanie Klein explica que a partir de la disminución del sadismo, el Yo puede
desplegar métodos de defensa diferentes. Al constituirse objetos con características
menos extremas habrá una conjunción en un mismo objeto de amor y odio, y por
surgimiento de una angustia de tipo diferente, la depresiva, y culpa por el daño
infligido al objeto amado, dará la posibilidad de responder en forma eficaz mediante
los mecanismos de reparación, fundamento de las conductas sociales y éticas.

La introducción de la dualidad pulsión de vida - pulsión de muerte, lleva a


Klein a considerar, en ese primer momento de defusión de las pulsiones, también una
vicisitud de la de vida, ésta será a su vez proyectada. Tomando como prototipo de
primer objeto el pecho de la madre, concibe una correlación entre la presencia del
objeto y su ausencia y la proyección de la pulsión de vida y la de muerte. La ausencia
del objeto daría soporte a la constitución del objeto persecutorio por proyección de
pulsión de muerte, mientras que su presencia, sede de la proyección de la pulsión de
vida, daría por resultado una contrapartida del anterior, lo que Klein denominó “objeto
bueno”. Este también será introyectado en el núcleo del Superyó, lo cual parecería
una contradicción con el carácter absolutamente tiránico y cruel de esta instancia,
pero no es así, ya que este nuevo objeto se constituirá como extremadamente bueno,
a lo que Klein denominó “idealizado”, por las siguientes razones:
- El objeto bueno es defensivo
respecto del persecutorio, como este último es extremadamente cruel, el primero
deberá ser extremadamente bueno.
- Al estar en un momento de
extrema defusión pulsional “se aspira a una gratificación ilimitada”, creándose el
cuadro de un pecho inagotable, ergo idealizado.
Esto es lo que explica que en un texto como “Contribución a la psicogénesis
de los estados maníacos - depresivos”, Melanie Klein haga referencia a la “crueldad
de los objetos buenos” en tanto plantean exigencias muy estrictas, que el Yo no está
en condiciones de cumplir.

Lo expuesto hasta aquí comprende las elaboraciones fundamentales que se


encuentran en los textos de Klein referidas al Superyó. En uno de sus últimos
trabajos, del año l957 ( Envidia y Gratitud), incluye un concepto nuevo, el de envidia
primaria, el cual genera un giro y profundización en varios aspectos de su teoría,
dando un nuevo elemento para justificar la inmutabilidad del Superyó, pero sin
modificar esencialmente su naturaleza.
Sobre el final de su obra, en un texto de 1958 titulado “Sobre el desarrollo del
funcionamiento mental”, Melanie Klein produce un cambio brusco en apariencia,
afirma que lo fundamental del desarrollo temprano del Superyó no se da en base a
una defusión de las pulsiones, sino en un terreno de fusión de éstas y que las figuras
terroríficas que surgen de la máxima destructividad, se encuentran en estratos
profundos del inconsciente, separadas del Superyó. Más allá de lo que podría
considerarse un mero cambio de terminología, ya que no tendría consecuencias
clínicas, podría pensarse, dado que en este texto inconsciente es indisoluble del Ello,
que Klein no estaría haciendo más que reafirmar el carácter pulsional de lo que
anteriormente había teorizado en términos de núcleo de Superyó.

A modo de conclusión, puede señalarse que lo que estaba desconocido en la


teoría establecida de la época, sobre el Superyó, pasa a primer plano en la
elaboración kleiniana del tema. Una de las funciones que Freud le había adjudicado
al Superyó era la de la conciencia moral, pero ésta en tanto no se encontraba al
servicio de lo razonable y equilibrado. Como ejemplo basta citar algunas de sus
afirmaciones del texto “Un caso de paranoia contrario a la teoría psicoanalítica”
(1915), en donde la conciencia moral se presentaba en el terreno de la paranoia
como impedimento para que la joven del caso accediera al hombre:
“ El amor a
la madre toma la representación de todas aquellas tendencias que en calidad de
conciencia moral quieren detener a la joven en sus primeros pasos por el camino,
múltiplemente peligroso, hacia la satisfacción sexual normal, y consigue, en efecto,
destruir su relación con el hombre”.
Esta joven había realizado un delirio paranoico respecto de un amante
(subrogado del padre, dice Freud), pero si éste se ha convertido en perseguidor, es
por mediación de la imagen materna primitiva:
“Al final de este conflicto resulta , pues, que la enferma se ha
alejado de su madre y no se ha aproximado al hombre. Ambos conspiran ahora
contra ella”.vi
Al margen de la resonancia kleiniana que puede tener este último párrafo, se
puede ver la recuperación del lugar del Superyó freudiano que implica la teoría de
esta instancia en la obra de Melanie Klein.
i
Melanie Klein. “Principios psicológicos del análisis infantil” ( l926), en Obras Completas - Tomo 2 - Pg. 130. - Edit.
PAIDOS - Buenos Aires - Agosto l983.
ii
Melanie Klein. - “ La personificación en el juego de los niños” (1929),en Obras Completas , Tomo 2, Pg.193 - Edit.
PAIDOS - Buenos Aires - Agosto 1983.
iii
Melanie Klein. “La importancia de la formación de símbolos en el desarrollo del Yo” (1930) en Obras Completas,
Tomo 2, pg. 209. Edit PAIDOS - Buenos Aires - Agosto 1983.
iv
Melanie Klein. “El desarrollo temprano de la conciencia en el niño” (1933) en Obras Completas, Tomo 2 Pg. 242.
Edit PAIDOS - Buenos Aires - Agosto l983.
v
Idem.
vi
Sigmund Freud . Obras Completas - Tomo II - Pg. 2013. Edit. Biblioteca Nueva - Tercera Edición.

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