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Y está difícil eso de

sentirse bien
Ya no queda sustancia que medie
sin inducir el sueño
entre el sopor y yo
Solo quisiera escribir canciones
acerca de todos los momentos en que siento con fuerza
y sin verbo
pero la música se escapa de mis dedos
Solo quisiera escribir una monografía larguísima
con tantas páginas como días he vivido
acerca de todo lo que pienso sobre las palabras
Solo quisiera
gritarte en la cara que sos un desgraciado
que no tenés derecho a conquistarme así
a través del código español, ese martillo paupérrimo
ese latín cascoteado por árabe
que de ninguna manera vas a someterme así
pero todas tus tendencias léxicas quedan impregnadas en mi alma lingüística
que es el alma de verdad
todos tus palabros desgraciados vienen a parar a mis oídos
e insertan ahí su lengua
rápido y sin piedad y muchas veces
hasta que me estremezca
y lo pierda todo
y esté otra vez a tus pies
y otra vez más se me tajee la piel
y se me sequen los ojos hasta llorar
con la tormenta de arena de tu desierto
y el sol arrogante de tus miles de sentencias
a cuál más certera y agudamente dolorosa,
elegante talibán,
hasta que un día estudiaré al punto de dormirme
e inventaré en sueños
un idioma que te combata
que sea pluma y espada
que destruya las alhajas de tu encanto los jinetes de tu fuego
el cazuz de tus paredes las carcajadas de tu garganta
Entonces recuerdo
la arena en el desierto de tu voz llena de sol
entre los restos, entre los hilos de carne
que alcanzo a morder, muerta de hambre
son cabezas que el sultán decapitó
son las huellas que según el viento
nunca jamás existieron

estoy atrapada en esta lengua mora y seductora


estoy perdida en medio de su arquitectura maravillosa
llevo grabado a fuego y tinta su emblema
y todos los días libro una batalla que ya sé que perderé
por lograr convertir el símbolo en su representación
dentro de tu código perverso
el final del capítulo
el paraíso

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