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NARADA

El canto del Pájaro


Anthony De Mello
pp. 101-102

El sabio indio Narada partió en peregrinación hacia el templo del Señor Vishnú.
Una noche se detuvo en una aldea y le dieron asilo en la choza de una pobre pareja. A
la mañana siguiente, antes de que se marchara, el hombre le dijo a Narada: “Ya que
vas a ver al Señor Vishnú, pídele que nos conceda un hijo a mi mujer y a mí, porque
son muchos años ya los que llevamos sin descendencia”.
Cuando Narada llegó al templo, dijo al Señor: “Aquel hombre y su mujer fueron muy
amables conmigo. Ten compasión de ellos y dales un hijo”.
El Señor, de un modo terminante, le replicó: “En el destino de ese hombre no está el
tener hijos”. De modo que Narada, una vez hechas sus devociones, regresó a casa.
Cinco años más tarde emprendió la misma peregrinación y se detuvo en la misma
aldea, siendo hospedado una vez más por la misma pareja. Pero en esta ocasión había
dos niños jugando a la entrada de la choza.
“¿De quién son estos niños?”, preguntó Narada.
“Míos”, respondió el hombre.
Narada quedó desconcertado. Y el hombre prosiguió: “Hace cinco años, poco después
de que tú te marcharas, llegó a nuestra aldea un santo mendigo. Nosotros le dimos
hospedaje aquella noche. Y a la mañana siguiente, antes de partir, nos bendijo a mi
mujer y a mí…y el Señor nos ha dado estos dos hijos”.
Cuando Narada lo oyó, no pudo esperar más y se marchó inmediatamente al templo
del Señor Vishnú. Una vez allí, gritó desde la misma entrada del templo:
“”¿No me dijiste que no estaba en el destino de aquel hombre el tener hijos? ¿Cómo es
que ahora tiene dos?”.
Cuando el Señor le oyó, rió sonoramente y le dijo: “Debe hacer sido cosa de un santo.
Los santos tienen el poder de cambiar el destino”.

Uno recuerda instintivamente una boda en la que la madre de Jesús, por medio de sus
súplicas, consiguió que su hijo realizara un milagro antes de lo previsto en su destino.

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