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LA “TEORIA DE LOS JUEGOS” “Un problema relativo al juego del azar propuesto a un austero jansenista por un hombre de mundo fue el origen del edleulo de probabilidades”. Con esta frase e¢lebre se ha se fialado el encuentro entre Pascal y un hombre de ciencia ge- nial, el caballero de Meré. Asi, la teoria matematica del azar yino a ser el resultado del azar mismo. Los griegos hubieran podido muy bien encontrarla. El Traité du triangle de Pascal fue de 1654. Sin embar- go, desde el siglo XVI, el tema de las probabilidades y de los juegos Tegé a ser vislumbrado por Cardano en Italia y Kepler en Alemania; y, ya en el siglo XVII, aparecieron las Considerazioni sopre il giuoco dei dadi de Galileo (1642) y el De ratiociniis en tudo aleae de Huyghens (1642) en Ho- landa. Jacques Bernouilli, en su célebre Ars conjectandi (1713), revisa la palabra de Platén Stokhdzonai, para alu- dir al saber conjeturar, al arte de la decisién que, mas alla del azar puro, le interesa principalmente. El céleulo de probabilidades tuvo aplicaciones en el campo juridico y en el econémico. Fueron elaboradas frases como “acontecimientos contingenciales’’, “instrumentos alea- torios”, “‘tipos de incertidumbre”. En cl ambito del Derecho, para los contratos de seguros, las rentas viajeras y otros ac- tos surgieron la conditio, acontecimiento futuro ante el cual hay incertidumbre an et quando, el periculum, las diferen- 12 JORGE BASADRE tes eventualidades del spes. Las extensas discusiones alrede- dor de la usura tomaron en cuenta el factor llamado pericu- lum sortis datio incertitudinis. A partir del siglo XVI, vino un ereciente desarrollo de la especulacién. A ella estuvo ine- vitablemente unida la presencia del juego o del azar en el centro mismo de una gran cantidad de negocios. Aparecié la proliferacién de diversos tipos de contratos, especialmente los de sociedad, con evidentes riesgos para quienes trabajaban o para quienes aportaban el capital. Una obra contemporanea basica, la del matematico aus- triaco nacionalizado como norteamericano John Von Neu- mann y del economista norteamericano Oskar Morgenstern, Theory of Games and Economic Behaviour, sefiala un hito en la historia de las ciencias humanas. Entré en el campo de la légica matematica influenciado por la fisica teérica. Creé un planteamiento moderno para el conflicto de intereses que es Hamado “teoria de los juegos”. Llegé hasta la teo- ria de la coalicién en los juegos de “n-personas”, 0 sea de una cantidad numerosa de ellas y ofrecié soluciones a ella. Su aporte fundamental estuvo en el “teorema minimex” sin el cual no existe cientificamente la “teoria de los juegos” 1. Von Neumann y Morgenstern no ofrecieron un instru- mento matemético sorpresivo para los economistas especia- lizados. Mediante sus abstracciones claras y a través de la su- per-estructura conceptual elaborada y sutil de este libro, la “teoria de los juegos” tomé el camino para una nueva manera de pensar cuyo tema basico es la organizacién racional de la accién humana. No hubo aqui un conjunto de recetas sino una busqueda de modelos generales, susceptibles de describir adecuadamente el comportamiento humano (el cual es siem- pre, de un modo u otro, un proceso de decisién y eleccién) 1 John Von Neumann, Theory of Games and Economie Beha viour, Princeton University Press, edicién, 1943. 2a, edicién, 1946. 3a. edicién 1953, EL AZAR EN LA HISTORIA 13 como fundamento para el engranaje de los actos resolutivos bajo situaciones complejas. Este aporte fue recibido con gran admiracién en el mun- do de los matematicos y economistas. Continiia irradiando su influencia, aunque hayan surgido mds tarde esquemas distintos. Diez afios mas tarde, aparecié el libro de R. Dun- ean Luce y Howard Raiffa Games and Decisions*. La bi- bliografia que presenté acerca de esta materia resulta im- presionante. Pero ése no fue su mérito principal. Duncan Luce y Raiffa quisieron, por cierto, interesar a los economis- tas preocupados por Ia teoria de su disciplina y a los téeni- cos en los estudios relativos a la administracién en cuanto ataiie a la teoria de la eleccién libre y de la organizacion. Creyeron, ademas, que podian ayudar a los sicélogos experi- mentales en Jo referente a la génesis de las decisiones den- tro de Ia sicologia social; a los especialistas de las ciencias politicas y de la sociologia porque abordaron temas esen- ciales en los conflictos de intereses; a los filésofos a quienes podrian preocupar la axiomatizacién de segmentos de la conducta humana; a los técnicos en estrategia en torno a los edleulos que hacen y a las decisiones que adoptan. Y asi, pretendieron ampliar el campo de su pensamiento hasta los conflictos militares y la logistica. En suma: estudiaron el comportamiento del hombre racional ante el peligro. El nombre “teoria de los juegos” es infortunado. Alude, por cierto, a los juegos de salén como el poker y el ajedrez. Pero, sobre todo, en la esfera econdémica y en la de los ne- gocios, entra en los dificiles problemas que el individuo, su- mido en diferentes contexturas ambientales, afronta cuando se ve obligado a tomar decisiones, cuando se le plantean conflictos con otro o con otros individuos y cuando hay pe- 2 R. Duncan Luce y Howard Raiffa, Games and Decisions. In- troduction and Critical Survey. A Study of the Behavioral Models Pro- ject. Columbia University, Bureau of Applied Social Research. John Wiley and Sons, Londres, Ja. edicién, 1957, 2a. edicién 1967. 14 JORGE BASADRE ligro o riesgo precisamente en el resultado de esas decisio- nes. Intenta establecer el vinculo entre un cierto objeto, que econémicamente es el beneficio, y un esquema de ac- titudes humanas que permiten lograrlo. Por lo tanto, entra en la teoria de la utilidad, o sea en la moderna teoria de Jas decisiones individuales o de grupo frente a situaciones claras, situaciones inciertas, o situaciones peligrosas; y ana- liza los juegos con informacién completa y los que tienen informacién no completa, asi como los cooperativos 0 no cooperatives de dos personas y también de més de dos per- sonas hasta Ilegar al de n-personas. El libro de Arnold Kaufmann, R, Faure y A. Le Graff Los juegos de empresa * demuestra cémo la existencia de computadoras electrénicas puede* abrir perspectivas de racionalizacién en campos que, como el manejo de las em- presas, estaban reservados antes silo a la intuicién y a la experiencia de los ejecutivos. Estos autores proponen la erea- cién de modelos cuyo comportamiento sea andlogo al de las empresas reales y permita experimentar las decisiones como en un laboratorio. Dichos modelos, ademés de reproducir relaciones téenicas o estadisticas, suponen la participacién de personas identificadas como los ejecutores de decisiones de Ja empresa y de las empresas rivales. Este procedimiento, en una etapa ulterior, al disponer de modelos que han sido perfeccionados, hace viable el ensayo de las diversas es- 3 Arnold Kaufmann, R. Faure y A. Le Graff Los juegos de em- presa, Buenos Aires, Editorial Universitaria, 1a. edicién, 1966. 2a. edi- cién 1969. El original en francés es de 1960, En su capitulo II este libro ofrece un breve y sustancioso panorama hist6rieo sobre Ia “teoria de los juegos” y Ia vineula a un juego muy conoc:do por los nifios, ei de las tijeras, del papel y de la piedra que funciona mediante ges- tos. De éste, ofrece una interpretacién matemética. Como epigrafe la obra eva un pensamicnto de Maquiavelo: ‘Los prineipes que cuentan demasiado con Ia Fortuna perecen cuando ella los abandona. Los prin- cipes que regulan su conducta segiin la coyuntura politica, raramente son desdichados; y la Fortuna cambia sélo para aquellos que no saben adaptarse a la actualidad” EL AZAR EN LA HISTORIA 15 trategias posibles para la empresa y la eleccién de Ja més conveniente. Los autores enumeran una serie de realizaciones de juegos o modelos que conocieron directamente o a las que estuvieron asociados desde 1956-57. El Hamado “comportamiento neumanniano” del juga- dor que elige, en el caso de no ser afortunado en el juego, el minimo entre las pérdidas maximales, es decir el “mi- nimax” no describe en absoluto la actitud de una persona audaz o apasionada. Por ese motivo, la teoria de Von Neu- mann y Morgenstern fue tachada de excesivamente racio- nalista. Pero han yenido luego otros autores que definen comportamientos distintos, faciles de explicar suponiendo que se juega “contra la naturaleza”. En los casos generales en que a cada una de nuestras decisiones presentes estin asociadas varias situaciones futuras sin que se pueda cono- cer las probabilidades respectivas, es dable considerar a la raturaleza como un segundo jugador; y asi los estados fu- turos derivan en las estrategias. No hay aqui un intento de ofrecer una informacién hibliografica en torno del tema aqui tratado acerea del cual ya creciendo el ntimero de aportes. Solamente, como ejem- plos adicionales, han de ser citados el libro de Martin Shu- bik sobre estrategia y estrategia del mercado, el de Karl Hen- rik Borch sobre la economia de Ja incertidumbre y algunas ediciones en castellano *. 4 Martin Shubik, Strategy and Market Structure, New York, John Wiley and Sons, 1957. Karl Henrik Borch, The Economics of Uncertainty, Princeton University Press, 1969. Este ltimo autor, ins- pirado en consejos de Morgenstern, trata de las decisiones econémicas adoptadas bajo la incertidumbre, y su libro tiene como origen es- tudios de muchos aiios que sirvieron de base para unas conferencias en la Escuela Noruega de Administracién y Negocios de Bergen, en el Tnst'tuto de Estudios Avanzados de Viena y en la Escuela de Gra- duados en la Administracién de Negocios de la Universidad de Cali- fornia en Los Angeles. El autor del presente ensayo agradece profun- Gamente a la biblioteca de la Escuela Superior de Administracién de Negocios por su gentileza por haberle permitido consultar los libros 16 JORGE BASADRE Los cuadros matematicos, tan atractivos en su formu- lacién, han Ievado a Ja escuela norteamericana de econo- metria a acercarse a una teoria general del comportamiento humano racional. La econometria, a su vez, hillase ligada a los autores que han sido clasificados como miembros de la “New Economic History”. Ellos unen en sus trabajos acerca del pasado de su pais la teoria econémica y los mé- todos estadisticos modernos. Llegan hasta la comparacién de series y cuando cualquier verificacién directa parece impo- sible, imaginan lo que hubiera ocurrido en el pasado de Es- tados Unidos si las circunstancias de hecho, las estructuras, Jas técnicas hubiesen sido diferentes. Asi, crean cuidadosa- mente un mundo histérico irreal (@ counterfactual hypho- tesis) basado en “conjeturas controladas” *. Frente a todos los esfuerzos para crear, de un modo u otro, una teoria positiva, “a priori”, del elegir, inclusive la que utiliza computadoras, abundan los incrédulos. El carée- ter ineluctable de Ja racionalidad humana ha sido puesta en tela de juicio en nombre de Ia observacién sicolégica de los seres humanos, inclusive los que son considerados como “prudentes” y a través del examen de las “elecciones alea- torias vecinas a la incertidumbre”. No faltan quienes afir- man que hasta un sistema acerca de las personas 0 grupos de personas cohesionadas en grado maximo, leva en si gér- menes de resultados aleatorios. de Von Neumann y Morgenstern, Duncan Jones y Raiffa, Kaufmann Faure y Le Graff y Borch Otros libros en castellano: D. J. White Teoria de la decisién, Madrid, Alianza Universidad, Alianza Edito- rial S. A., 1972 y Morton D. Davis, Teoria del juego. Madrid, Alianza Universidad, Alianza Editorial S. A, 1972. 5 La primera referencia hecha en el Peri acerca de la “New Economic History” aparecié en el libro Introduccién a las bases do- cumentales para la historia de la Reptblica del Pert, Lima, P. L. Villanueva, 1972, V.I. pp. 140-146, EL AZAR EN LA HISTORIA 17 LA PROBABILIDAD EN LA HISTORIA Pierre Vendryés ha escrito un libro sobre la probabi- lidad en la historia *. El caso de la expedicién a Egipto de Napoleén en 1798 le sirve tan sdlo como un andamiaje para sustentar sus puntos de vista acerca de la historia tedrica. Vendryés eree que los hechos en el acontecer humano no estan ligados por relaciones de tipo racional. Por el contra- ‘rio, afirma que son independientes y aleatorios. Ha escogido como un ejemplo el juego de dados que, en el episodio an- tedicho, hizo Bonaparte. Como es bien sabido, su aventura destruyé el feroz poderio de los Mamelucos; abrié la época moderna en Ja historia del pais de los Faraones; inspiré al gran corso el suefio de fundar un Egipto francés y de mar- char hacia la India, tal vez a Constantinopla; pero tropezé con la destruccién de la escuadra que lo habia convoyado, catastrofe infringida por Nelson en Aboukir y, ademés, con el advenimiento de una nueva coalicién anti-francesa en Europa y con la entrada de Turquia en la guerra. Si bien Napoleén capturé Palestina y pudo leer la Biblia a sus oficiales bajo el cielo de Siria en los lugares santificados por Cristo, no aleanz6 sus grandes objetivos. Muchos afios des- pués, prisionero en la isla de Santa Elena, repitié, sin em- bargo que todo lo que pretendié hacer en la expedicién a Egipto fue, a pesar de lo ocurrido, posible. Vendryés aplica, a lo largo de su obra, conceptos pro- babilistas, mecanismos intelectuales capaces de ser uti- lizados por los teéricos de la historia ante cualquier fend- meno del pasado. Ctee que no es légico decir: porque este hecho ocurrié, aquel hecho resulté. Estima que deben ser tomados en cuenta los diversos hechos posibles: si este acon- tecimiento hubiese ocurrido, si es que... si es que... En 6 Pierre Vendryés, De la probabilité en histoire, L’exemple de Vexpédition d’Egypte, Paris Editions Albin Michel, 1952 18 JORGE BASADRE su momento, abriéronse vias diversas. Siempre seré mas que una; a veces se limitardén a dos; y asi sucesivamente hasta Negar al azar que implica la imposibilidad de prever, una multiplicacién de casos latentes. Existen las probabilidades elementales. También exis- ten las continuas, las discontinuas y las inconmensurables. Desde otro nivel siempre funcionan las posibilidades obje- tivas concernientes a las relaciones de los sistemas indepen- dientes entre ellos mismos; las subjetivas que ataiien a los pensamientos, a los sentimientos, o a los actitudes del indivi- duo 0 del grupo social dentro del que pueden influir determi- nados sujetos en torno al mundo exterior; y las morales. La frase racional utiliza los verbos en el modo indicative y emplea una serie de conjunciones fijas: en consecuencia, por lo tanto, mas... La frase probabilista emplea los modos subjuntivo y condicional, para lo cual usa conjunciones que aluden a diversas alternativas; y también adjetivos depen- dientes del sufijo... ble. Por ejemplo: previsible, posible, viable, probable, reductible, ete. La historia, en su esencia, es sélo imperfectamente racional. Pertenece a un tiempo contingente y no necesario, discontinuo y no continuo; es decir ajeno a las caracteristicas del tiempo racional que es un tiempo linear, homogéneo. La contingencia en un acontecimiento implica la posi- bilidad que puede realizarse o no. La historia se orienta en un sentido obyio: el porvenir. Y el porvenir, muy rico en casos posibles, atin no ha disefiado sus formas exactas. El momento presente, en que el acontecimiento se efecttia den- tro de una forma tnica, es el pasado del porvenir. El tiem- po en la historia hallase compuesto asi por momentos Ile- nos de “lo posible no realizado”. Porque la historia de los hombres, a diferencia de lo que ocurre con la de Jas abejas, por ejemplo, es una creacién de ellos mismos, una suce- sién de fenémenos dentro de la que el individuo como tal, © grupos diversos de individuos pueden, en cierta medida, EL AZAR EN LA HISTORIA 19 pensar, intuir y, sobre todo, escoger sus acciones. A causa de esta circunstancia, el acontecer humano es, en lo funda- mental, energético. Pero no camina en zigzag, de tumbo en tumbo. Hay en él una serie de equilibrios inestables, asi como también un caudal de equilibrios més o menos ines- tables y de reservas contraleatorias. Esta lectura hace recordar otra, distante en el tiempo. Elie Halevy (1870-1937) fue un gran escritor franeés cuya historia del pueblo inglés durante la centuria anterior al- cenz6 renombre internacional. En una obra péstuma, L’ ére des tyrannies, Halevy, al explicar los puntos de vista que tayo cuando empezé la trayectoria de su pensamiento, con- fiesa que, en su juventud, no fue socialista sino liberal por- que asimilé el ambiente de aquella época en Francia, pos- terior al “boulangismo” y anterior a la crisis relacionada con el canal de Panam. Otorga gran significado a los afios en que hizo sus estudios en la Escuela Normal y a sus com- paiieros de promocién entre los que no estaban el gran his- toriador socialista Albert Mathiez, ni el gran escritor caté- lico Charles Péguy. Distintas hubiesen sido sus ideas, de un modo u otro, en el caso de haber formado parte de grupos juveniles posteriores. Y agrega las siguientes palabras muy dignas de ser meditadas: “Y asi, aplicando a nosotros mis- mos los métodos de la investigacién histérica, podemos des- cubrir los motivos de nuestras creencias y nos es dable en- contrar que ellas, en buena parte, son accidentales, es decir que provienen de circunstancias por nosotros no gobernadas. YY. quizds, de esto, surge una leccién de tolerancia. En un intento de Iegar a comprender todo, uno puede pregun- tarse si vale la pena que los unos maten a los otros o vice- versa, por convicciones cuyo origen es tan frégil” 7. 7 Elie Hilevy, L’ére des tyrannies: études sur le socialisme et le guerre, Paris, M. C. Bouglé, 1938, pp. 216-217. 20 JORGE BASADRE EL AZAR Mucho més lejos de la probabilidad hillase, en apa- riencia, el azar. Este fenémeno, que ya Aristételes examiné, es extrafio a toda ley, no emerge todos los dias, ni es muy seguido. Para Cournot, en una tesis excesiva, alberga el fun- damento de la historia. Implica la coincidencia no esperada de dos series independientes de un fendmeno, o Ia coinci- dencia entre un sistema y un accidente. Cada una de las series anteriores puede obeceder a un determinismo mas 0 menos estricto; pero aquellos encuentros, escapan, de hecho, a todo conato de ley *. G. H. Bousquet, profesor de Derecho y Ciencias Po- liticas en la Universidad de Burdeos, ha dedicado un estudio al azar y a su influencia en Ia historia de las sociedades °, Comienza él por confesar que se dedicé a las investigacio- nes acerca del islamismo sélo después de Ia charla que tuvo en una calle de Paris en setiembre de 1929 con un amigo. El fenémeno del azar, agrega, se hace muy claro en la crea- cién artistica: sélo Dante hubiera podido escribir la Divi- na Comedia, vinicamente Beethoven componer las nueve sinfonias. En cambio, dentro del terreno cientifico, la simul- taneidad de inquietudes comunes hace viable la aparicién de descubrimientos 0 de invenciones idénticas o similares. Asi, por ejemplo, Ch. Cross creé el teléfono al mismo tiempo que Edison y el planeta Neptuno fue “caleulado” sepa- radamente por Adams y Leverrier. Pudo agregar Bousquet que Ios alemanes habrian hecho estallar la bomba até- mica si, informados de sus progresos, Ios aliados no lo hu- biesen impedido con sus bombardeos aéreos para luego uti- 8 Raymond Aron, Introduction @ la philosophie de Uhistoire. Essai sur les limites de Vobjetivité historique, Paris, Librairie Galli- mard, 1957, pp. 19-24 y 177-182. 9G. H. Bousquet, “Le hasard. Son réle dans Vhistoire des so- cietés” en Annales, Paris, marzo-abril de 1967. EL AZAR EN LA HISTORIA 21 lizar ellos esta nueva y tremenda arma innecesariamente contra el Japén. El progreso cientifico alberga, en su seno mismo, elementos ineluctables. Del mismo modo, podria afirmarse que el avance en los conocimientos maritimos y el afin expedicionario de diversos paises en el area de Europa atléntica a fines del siglo XV no permiten suponer que el descubrimiento de Colén surgiera gracias a un hecho casual. Pero quien legé a América fue el navegante genovés al servicio de los reyes de Castilla y no enviado por los de Portugal, Inglaterra, Francia u otros Estados. Bousquet cita, a continuacién, algunos de los muchos fenémenos histéricos brotados por azar. Entre ellos, los que se enumera en seguida. El Congreso norteamericano no de- rrocé al Presidente Andrew Johnson el 16 de mayo de 1868 por un voto. El sistema de la Repiblica fue implantado en Francia e] 30 de enero de 1875 por 353 votos contra 352 cuando un diputado monarquico se habia ausentado del sa- Ién de sesiones para cumplir con una necesidad natural. Una inesperada carniceria el 23 de febrero de 1848 en Paris desencadené un movimiento revolucionario que hizo tem- blar a Europa y, podemos agregar, repercutié de un modo u otro, en nuestra América. El idioma Afrikaan que es, en Ja actualidad, el oficial en Africa del Sur, tuvo sus orfgenes en el movimiento de los colonos que emigraron del Sur de Holanda y formaron una aristocracia en esa regién. Se ocupa en seguida, el profesor de Burdeos, del azar metereolégico, mas de una vez, influyente en la historia. Pregunta luego qué es lo que pudo ocurrir si no se hu- biese producido la muerte siibita o prematura de algunos grandes hombres por enfermedades, 0 suicidios, 0 combates. Aqui, yendo més alld de Bousquet, recordaremos a las ge- neraciones enteras de escritores y artistas caidos a lo largo de las dos guerras de 1914-19 y 1939-45 en ambos lados de las trincheras. Para mencionar sélo la primera de ellas mu. 22 JORGE BASADRE cho menos pavorosa que la segunda, entonces quedaron des- trozadas o a medio hacer, la vida y Ia obra de grandes poctas como Rupert Brooke, Isaac Rosenberg, Wilfred Owen, y de grandes artistas como Franz Mare, August Macke, Egon Schiele, Gustav Klimt, Umberto Buccioli, Raymond Du- champ-Villon. El gran escultor expresionista aleman Wil- helm Lehmbruck que escapé a Suiza, acosado por el trauma de la contienda, se suicidié en marzo de 1919. Un museo en Duisburg, su ciudad natal, esté desde 1964, consagrado a las obras que legé a realizar; y entre julio y agosto de 1972, Ia Galeria Nacional de Washington present una muestra de ella tan personal en sus caracteristicas introspectivas dentro de las que flotan Ia indecisidn, la vergiienza 0 el complejo de culpa en el afan de mirar dentro de su alma. Fue durante la primera guerra mundial cuando Ezra Pond, enojado con Inglaterra y transido de amargura ante la muerte de varios de sus amigos en tierras francesas, el escultor Henri Gaudier Braeska, el poeta T. E. Hulme y otros, eseribid : They died a myriad, And of the best among them For an old bitch (Esta “prostituta” era Inglaterra) gone in the teeth, For a botched civilization... For two gross of broken statues, For a few thousand battered books. En el mundo del pasado més lejano, dentro de un dm- bito distinto al de una literatura aneedética demasiado abun- dente, historiadores serios han planteado sus interrogacio- nes acerca de lo que pudo haber ocurrido en el mundo clé- sico en el caso de que Alejandro Magno no hubiera abusado tanto de las bebidas alcohdlicas y sin la muerte prematura que le cobrevino a causa de una fiebre violenta; y también EL AZAR EN LA HISTORIA 23 acerca de las deficiencias géstricas de Napoledn I, Ja uro- litiasis de Napoleén III, la sifilis de Enrique VIII y, sobre todo, la tltima, insidiosa y destructiva enfermedad de Lenin. Mirando a nuestra historia, para mencionar sélo una coincidencia cronolégica, es posible interrogar cémo habrian sido de haberse prolongado las vidas y cudles hubieran sido las obras de Francisco Laso (+ en camino de Jauja, a los cua- renta y seis afios, el 14 de mayo de 1869, Toribio Pacheco (+ a los cuarenta afios en Lima el 15 de mayo de 1868) y Luis Montero (+ a los cuarenta y dos afios en el Callao el 22 de marzo de 1869). Estos tres personajes fueron victimas de la fiebre amarilla. La enfermedad puede ejercer, por otra parte, una in- fluencia que, al lado de su aspecto maléfico, en muchos ca- sos, sirve como acicate para la creacién artistica, la inves- tigacion en las ciencias, o la actividad social. Piénsese en los genios que han sido epilépticos. En general, los sujetos cuya inteligencia supera en mucho a lo mediano, poseen elementos sicolégicos que, en un sentido u otro, no son nor- males. Peruanos, recordemos aun cuando sean rotos los velos de las convenciones, a una personalidad hoy presente més que nunca: Abraham Valdelomar y el uso de las drogas, La importancia de las enfermedades epidémicas, cuya enorme extensién ha tenido, muchas veces, consecuencias terribles, ha sido desigualmente estudiada en un nivel cien- tifico. Historiadores y hombres de letras han dejado exce- lentes descripciones de las enfermedades antiguas: ese es el caso de las paginas sobre la “peste” de Atenas por Tu- cidides y acerea de las que a Ia “peste negra” dedicaron Bocaccio e Ibn Battuta. La estrategia de antafio y la ex- pansién colonial estuvieron relacionadas con Ia fiebre ama- rilla y otras enfermedades Iamadas tropicales. Existe el de- bate acerca del origen de la sifilis: algunos creen que los conquistadores la Hevaron a Europa al regresar a ese con- tinente y otros sostienen que ya existia desde mucho tiempo 24 JORGE BASADRE atrés en el Viejo Mundo”. En Ja historia de la conquista y de la colonizacién del Peri, preciso es tomar muy en cuenta el fenémeno de las epidemias que ellas propagaron © que de ellas surgieron para valorizar la brutal caida en el niimero de la poblacién indigena, al lado de los efectos cau- sados por las guerras o por la opresién. Ya el fenémeno epidémico habia tenido, antes de la Hegada de los espafio- les, efectos trascendentales con la muerte de Huayna Cépac y de su sucesor Ninan Cuyoche, 1 Por otra parte no puede prescindirse de la influencia histériea ejercida por enfermedades endémicas a través de los efectos que ellas tuvieron sobre el poteneial biolégico de modo profundo y durable, Aqui podria mencionarse el de- terioro en los habitantes de los Andes y-de Meso-América entre los siglos XVI y XX. Hoy se tiende a superar el es- tudio analitico en Ja historia de las enfermedades, o sea el examen de Ja propagacién en el tiempo de cada una de ellas separadamente. Quiérese mirar, ademds, la influencia re- ciproca de los fenémenos mérbidos dentro de un periodo determinado. #? También se ha comenzado a interpretar el vocabulario médico areaico, muchas veces indescifrable a pri. mera vista por el estudioso contempordneo, o frecuentemen- te errdneo en Io que se ocupa de la sintomatologia externa comparada con los cuadros clinicos actuales. Volviendo a Bousquet, anota él que la historia se ha movido, en una u otra direccién, més de una vez, por asesinatos consuma- dos 0 por asesinatos que se frustraron. Todo el panorama 10 Semin Jos trabajos de R. C. Haleomb Who gave the World Syphilis. The Haitian Myth, Froben, Nueva York, 1930 y de E. Hudson, Non-Venereal Syphilis, Livingston, Edimburgo-Londres, 1958. Ia lepra y diversas dermatosis encontradas en Europa antes del d cubrimiento de América, fueron, en realidad, en muchos casos. sifilis. 11_ Sobre las epidemias en el Peri en el siglo XVI, Nathan Wachtel, La vision des vaincus, Paris, Editions Gallimard, 1971, pp. 144-149. 12 Entre otros, J. M. May, Studies in Disease Ecology, Nueva York, Hafner, 1961. EL AZAR EN LA HISTORIA 25 politico peruano cambié, a menos de un afio antes de que se iniciara la guerra con Chile cuando el sargento Melchor Montoya disparé sobre Manuel Pardo el 16 de noviembre de 1878, El siglo XX nuestro ofrece otro’ caso tipico, Tal vez la ocupacién de Leticia no se hubiera producido si Sin- chez Cerro cae victima del atentado que contra él se perpe- tr6 en marzo de 1932 en la iglesia de Miraflores. Por el contrario, en la eventualidad de que el “Mocho” hubiese escapado de las balas de Mendoza Leyva y acaso de otros asesinos ocultos a la salida de un desfile militar en el hips. dromo de Santa Beatriz en abril de 1933, nuestro pais se- guramente hubiera tenido una larga y eruenta guerra con Colombia, una segunda guerra del Chaco, En lo que atafie a los muertos en las batallas con que los hombres han querido exhibirse en todos los siglos, in- cluso el actual, més feroces que los animales temibles de las selvas, observa Bousquet que para algunos no importard si murieron alli Pedro o Juan; pero bien pudo alguno de ellos, en el caso de haber vivido, ser el progenitor de otro Hitler. El argumento més sistemético que él desarrolla acer- ca de su tesis en pro del reconocimiento del azar en la pe- ripecia humana, se relaciona con sus propios estudios, Hace esta pregunta: ;Cémo los arabes, un pueblo que no habia sido munca actor en Ja gran historia, pudieron, en menos de un siglo, expandirse hasta el sur de Francia y hasta los rios de la India? Las inicas razones que provocaron este fenémeno se derivan, segiin él, de tres grupos de azar en- teramente distintos: a) El imperio bizantino, el imperio persa y, mas tarde, la dominacién visigética en Espafia ha- bian caido, simultdéneamente, aunque por distintos facto- res en Ia decrepitud. b) Casi al mismo tiempo que Mo- h’ammed, en capas sociales tan oscuras como la de él, na- cié gran mtimero de hombres que Iegaron a convertirse en eminentes jefes guerreros, asi como un hombre de Estado 26 JORGE BASADRE de primera clase, ‘Omar ben el-Khat’- t'éb. ¢) Todo ello no hubiese ejercido mayor influencia sin el nacimiento de Mo- h’ammed mismo. En otras palabras, termina diciendo, la historia universal, politica, religiosa, estética, inconcebible hoy si no se toma en cuenta la existencia del Islam, habria sido distinta en el caso de que no se hubiera producido en el titero de Amina, esposa de Abdallah ben el-Mot't’alib la fecundacién de un évulo, con todos sus fenémenos que es- capan a la observacién microseépica, en los que estén co- nexos Ios genes, los cromosomas, los dcidos y otros elemen- tos. 4A qué conclusiones debemos arribar frente a este plan- teamiento de las probabilidades y del azar en la trayectoria histérica? No se puede menos que reconocer Ia interferencia sorpresiva de cualquiera de las dos variantes en el panora- ma del acontecer. Pero ello no debe Ievar al nihilismo. La Rochefoucauld eseribid: “Aunque los hombres se jactan de sus grandes acciones, ellas no son los efectos de un gran designio sino del azar”, La historia mirada en conjunto, es, como todos saben, un proceso; y el azar puede, no obs- tante el dogmatismo del pensador francés, tan slo ayudar o retardar al designio. El margen de la incertidumbre histérica nunca cs ilimitado;’ tampoco esta siempre fijo. Como dice ‘Aron, todo acontecimiento deriva de multiples series. El asesinato del archiduque Francisco Fernando, heredero del trono austriaco, el 28 de junio de 1914 por el fanatico bosniano Gavrilo Princip en Serajevo fue, como es bien co- nocido, el origen de Ia cruenta guerra europea de 1914-18. extendida a otros continentes. Nadie sabe lo que hubiera ocurrido si Gavrilo Princip vacila antes de ejecutar el eri- men, Pero éste fue-el término de una serie (absolutismo de los Habsburgo, actividades de los revolucionarios servios, pan-es- lavismo). La diplomacia austriaca y la rusa formaron, a su vez, parte de otra serie, asi como Ia diplomacia de los demas EL AZAR EN LA HISTORIA 27 Estados europeos. Y si se considera Ja guerra de 1914-18 en conjunto como una proyeccidn de la politica y de la economia desigual de las grandes potencias imperialistas en aquel tiempo, con ella se Ilega al final de un sistema, Segiin Ja Sptiea, el mismo suceso puede aparecer como fortuito o no. Las nociones de designio y de azar carecen de valores abso- lutos. Un acontecimiento puede ser considerado como ac- cidental si se le incrusta 0 no en el panorama de algunos a- contecimientos; pero resulta adecuado 0 légico en el caso de que se le vineule con otros. Azar, en cuanto multiples series son cruzadas o interrumpidas; racional porque, en un nivel superior, a pesar de todo, encaja dentro de un esquema or- denado, Es comin el dicho “La fortuna pone todo al servicio de aquellos a quienes desea favorecer”. Bonaparte en Egipto, como tantos episodios de su vida, demostré, como re- cuerda Vendryés, su genio, su aguda perspicacia, sus cdleu- los tan veloces que han sido comparados con el rayo, asi co- mo la mezcla de audacia y de cautela al proceder. Pero (agregamos nosotros) acabé su vida prisionero en Santa E- lena, Otros nombres para el azar podrian ser: ocasién, inci- dente, causa superficial, genio. La definicién de dicho fenémeno corresponde a la que Henri Poincaré daba al referirse a los fenémenos aleatorios en la ciencia: ellos son los mecanismos cuyos resultados pue- den cambiar por medio de variantes imperceptibles en las condiciones iniciales. 1* Es asi eémo en cada situacién histérica y en lo que ata- ie a los protagonistas de ella y a las fuerzas entonces movi- lizadas, resulta muchas veces un pasatiempo interesante exa- minar lo que “efectivamente ocurrié” para repetir otra vez las famosas palabras de Ranke en su definicién de lo que 13 Paul Veyne, Comment on ecrit 'Histoire, Essai d’Epistémolo- sie, Paris, Editions du Seuil, 1971, pp. 129-130. 28 JORGE BASADRE estudia el historiador; y examinar también lo que pudo ocu- rrir, La historia esté Hena de probabilidades abortadas, de hechos que no Ilegaron a concretarse, Ningtin historiador sera auténtico si no intuye que, alrededor de lo ya suce- dido, hubo un niimero variable de eventualidades latentes. Por eso hay una tremenda verdad en estas palabras de Theo- dor Schieder: “La historia como justificacién de lo que fue: he aqui el més grave peligro que amenaza al historiador”. Pero el margen de incertidumbre en las situaciones hu- manas, repetimos, no se halla siempre indeterminado, como tampoco es siempre determinado. No hay un azar absoluto. Sélo existe un azar relativo. Este, a veces, en un sentido mental 0 subjetivo, no viene a ser, en el fondo, sino el eje- cutor precipitado de la necesidad. Como resultado de la autonomia en su existencia, el hombre Ileva, pues, en si la aptitud para concebir y escoger * gus acciones; pero hasta cierto limite. Alexis de Toequevi- Ile, ese eseritor y pensador francés del siglo XIX que cons- tantemente asombra al lector moderno por la agudeza y actualidad de sus ideas, tuvo razon cuando escribio: “Es cierto que, alrededor de cada hombre, ha sido trazado un circulo fatal y més allé de él no puede pasar; sin embargo, dentro del amplio margen de ese circulo, él es poderoso y libre”. El subrayado es nuestro. Importa recordar que los historiadores, son muchas ve- ces, las victimas de eso que William James Hamé “el indo- mable deseo de colocar al mundo en un cuadro mas ra- cional en nuestras mentes que el nivel dentro del que él fermenté por la cruda fuerza de la experiencia”. El afan del historiador, sobre todo el que quiere considerarse lo més moderno posible, es encontrar y explicar el modelo. Al reconstruir los hechos en la quietud de su escritorio, le T4_ Theodor Schieder. Geschichte als Wissenschaft: Eine Einfith- rung, Munich y Viena, Oldenbourg, 1969, p. 53. EL AZAR EN LA HISTORIA 29 gusta hallar inter-comunicaciones y simbolos entre esas co- ses. Pero cuando el historiador ha tomado parte en gran- des sucesos, Iega a aprender que los acontecimientos rara- ‘mente surgen en una forma modelada y racional, El ge- neral norteamericano George Marshall solia decir que las de- isiones en el campo de batalla son tomadas en una “eré- nica obscuridad”, o sea ante una presién tremenda y ur- gente basada en informes incompletos y defectuosos. Ese es también el carécter de muchas decisiones criticas en el cam- po de la politica, En ellas pueden funcionar elementos de confusidn, ignorancia, errados cdleulos, delito o estupidez; pero no siempre es justo excluir la buena fe, Ia sinceridad, la recta intencién, El historiador profesional, mds tarde, se subleva contra la idea de la “erénica obscuridad” e in- tenta arreglar las cosas. Y asi, con frecuencia, ubica den- tro de su modelo a un proceso que, a veces, de por si, en la exencia misma, es orginico y no mecénico. Va en aumen- to el mimero de los historiadores que caen en Ia interpre- tecién “conspiratoria” de Ja disciplina por ellos cultivada; porque atribuyen a la premeditacién o a Ja maldad lo que acaso emané de intenciones sinceras y atribuyen a un ob- jetivo cuidadosamente urdido lo que tal vez tuvo la interfe- rencia de accidentes fortuitos, Arthur Schlesinger Jr., de quien hemos utilizado los conceptos y las citas inmediatamente anteriores, recomien- da a todos sus colegas, es decir a todos los historiadores, que pongan encima de su mesa de trabajo dos aforismos de E- merson, Uno dice: “Al analizar la historia, no seas dema- sido profundo porque, frecuentemente, Ias causas pueden ser més superficiales de lo que crees”. Y el otro: “No ten- go esperanza alguna acerca de que un hombre cualquiera podré leer debidamente Ia historia si piensa que Jo ocurri- do en una edad remota con seres humanos cuyos nombres han logrado una vasta resonancia, tiene un sentido mas pro- fundo de Jo que él esté haciendo ahora”. 30 JORGE BASADRE Aqui debemos expresar nuestra total discrepancia con el gran ensayista del siglo XIX citado y también con el autor de notables libros sobre la época de Franklin Delano Roosevelt. Ambos estén pensando en el hombre; pero la historia, en su sentido mas profundo, lo que estudia son los hombres, las sociedades humanas, los grupos organiza. dos. A lo que alude Emerson es a los actos 0 a las decisio- nes individuales, a la micro-historia, a la historia de tales o cuales episodios. Pero aun mirada especificamente Ia conducta de un sujeto, ella corresponde a cierta situacion, a una atmésfera especifica dentro de la que esta sumergido y condicionado. De alli la importancia que, en los tiltimos tiempos, se otorga a la sicologia social y a la historia de las mentalidades dentro de la historiografia no tradicional. En cuanto al tiempo dentro del que una sociedad funcio- na, él es distinto del tiempo cronolégico, es decir sigue un Proceso mds complejo. El mismo Tocqueville, ya citado antes, expresé que de- testaba los “sistemas absolutos” segtin los cuales todos los hechos son resultados de causas esenciales, ligdndolos con ja cadena de la fatalidad; sistemas que “suprimen al hom- bre de Ia historia de Ja raza humana”. Muchos fenémenos importantes, agregé, pueden explicarse por circunstancias accidentales; muchos otros permanecen totalmente inexpli- cables. Pero, no obstante lo anterior, agregé estas palabras de enorme importancia: “El azar 0, mejor, esa serie de cau- sas secundarias que Ulamamos azar por carencia de conoci- mientos para interpretarlos, juega un papel muy importan- te en el escenario del mundo; sin embargo, creo firmemente que no hay nada en el azar que no haya sido preparado de antemano”. © El subrayado es nuestro, La anterior afirma- 15 Las opiones de Arthur Schlesinger Jr. aqui glosadas apare- cieron en su articulo “The Historian as Participant” en Daedalus 6rgano de la Academia Norteamericana de Artes y Ciencias, mimero de primavera de 1971, ed'tado bajo el titulo “The Historian and the World of the Twentieth Century”. Las citas que hizo Schlesinger Jr. EL AZAR EN LA HISTORIA 31 eién halla pruebas evidentes en muchos fenémenos histéri- ‘eos decisivos, A veces, ocurre que un gran hombre acele- ra o dramatiza el acto final de uno de esos fenémenos, A- Iejandro, por ejemplo, cumplié Ia gran tarea de enlazar las ealturas griega y asidtica, hecho que, por otra parte, impli- eaba una exigencia histérica. Otras veces, en el momento ‘necesario, el gran hombre no aparece. La retrospeccién sus- eita la idea de la fatalidad que contradice las especulacio- ‘nes contempordneas acerca de la contingencia, Los resul- tados de la historia tienen, a la larga, un contenido irrever- sible aunque en ellos aparezcan, a veces, elementos de sor- presa. V. Pareto al recordar que, segiin algunos, si el em- perador Juliano hubiera vivido més tiempo, Ia religién cris- tiana habria quedado subyugada, mientras que otros afir- ‘man que su victoria hubiese tenido sélo una demora, ex- presa: “En general, las acepciones de esta segunda cate- goria pueden verificarse més sélidamente que las de Ia pri- mera, Es decir, el desarrollo social esté empujado por la reunidn de un conjunto de condiciones y eliminar una de ellas no suprime Ia marcha del fenémeno sino influye en ella de un modo débil”. *° Para presentar un nuevo y fascinante ejemplo acerca del tema aqui tratado, preguntamos ahora: ;,Qué hubiera eeurrido en Rusia si el zarevitch no hubiese nacido con la ‘tremenda enfermedad de la hemofilia, traumatizante para Is zarina, origen de la influencia absoluta y fatal ejercida sobre ella, sobre el zar y, por lo tanto, sobre los cortesanos é William James provienen segin afirma, del libro Essays on Faith xd Morals, Cleveland, World Publishing Company, 1962, pp. 6 ¥ 157.158. Las referencias a Emerson corresponden a Journals of Ralph Waldo Emerson, Boston. Houghton Mifflin, 1909-1914, IV, 160 v Essays, History’. En lo que atafie a las citas de Alexis de Tocqueville: De- eee anaes Ea. Phillips Boater Ne York, Vintage Books, z ; y Recollections, ed. J.P. xt, New York, Meridi Books, 1959, pp. 68-64.” - —_ 16 En su I'bro Traité de sociologie générale. Lausanne, Paris, Payot & Cie., 1917, I, 8, 137. Citado por Brousset, p. 427. 32 JORGE BASADRE por Rasputin? ;Qué hubiera pasado si Nicolés II no firma en agosto de 1914, casi inconscientemente, la orden de movi- lizacién general bajo la influencia de su excitable Ministro de Negocios Extranjeros Sazonov, aunque sabia perfectamente bien que no estaba terminada atin la construccion de los ferro- carriles estratégicos rusos? ;,Qué destino habrian tomado las cosas si, derrumbado ya el imperio, Kerensky, el nuevo gober- nante, no obedece a las fuertes presiones de Francia, de Italia y de Inglaterra en el sentido de que continuara la guerra con- tra Alemania, tan importante para aquellas potencias, ya que mantenia luchando en dos frentes a los ejércitos del Kaiser, guerra, sin embargo, muy odiosa para el ejéreito y para el pueblo rusos, deficientes en la organizacién industrial tan necesaria en una gran contienda moderna, victimas de ca- tastréficas derrotas, con cuatro millones de bajas, rabiosos ante Jas dificultades y las malversaciones en los aprovisio- namientos, ante los métodos reaccionarios y opresores de Protopopoff, el wiltimo y torpe consejero del zar, ante las sospechas que se difundian por Ia influencia del libertino Rasputin sobre Ja zarina, califieada como agente de los ale- manes? ;Y si el alto mando kaiseriano, seducido por las promesas que hizo Lenin de acabar con esa lucha de inme- diato no lo embarca en el carro cerrado de un tren que, atravesando aquel pais, se detuvo en la estacién de Filan- dia en San Petersburgo la histérica noche del 3 de abril de 1917 para que luego el jefe bolehevique fuera Hevado en hombros por Jas masas, a la luz de los reflectores poco tiempo antes instalados en la ciudad, mientras una banda de miisicos tocaba la “Marsellesa”? En su magistral His- toria de la Revolucién Rusa, uno de los mas grandes libros del siglh XX, Trotsky menciona la incertidumbre en el animo de los soldados cuando se enfrentaban a la revolu- cién de febrero de aquel mismo afio. Y Iuego evoca deta- Uedamente cémo Lenin, en la conferencia del partido que se inicié el 4 de abril, tuvo que combatir con dureza a la EL AZAR EN LA HISTORIA 33 mayoria de sus correligionarios para quienes la toma del poder no era viable. Y se pregunta: “;Cémo se hubiera desenvuelto la revolucién si Lenin no llega a Rusia en abril de 1917? Si nuestro relato demuestra algo, esperamos que prueba que Lenin no fue un demiurgo del proceso revo- lucionario, que él sélo entré dentro de una cadena de fuer- zas histéricas objetivas. Pero fue un eslabén esencial en esa cadena. La dictadura del proletariado podria estar im- plicita dentro de la situacién en econjunto; pero habia que establecerla”, 17 Trotsky insiste en la misma idea en los parrafos finales de otro capitulo titulado “El rearme del partido’. Dice: “Antes de su Iegada (la de Lenin) ninguno de los jefes bolcheviques se atrevié a hacer un diagnéstico de la revo. Jucién. El comando de Kamenoy y Stalin fue empujado por la marcha de los acontecimientos hacia la derecha, hacia los social-patriotas: entre Lenin y el menchevismo, la revo- Jucidn no dejaba un campo para posiciones intermedias. La Iu- cha interna dentro del partido bolchevique era absoluta- mente inevitable. La Ilegada de Lenin simplemente aceleré el proceso. Su influencia personal abrevié la crisis. ; Es posible, sin embargo, afirmar con certeza que el partido sin él hubiese encontrado su camino? De ningun modo seremos Io suficien- temente audaces para afirmarlo, El factor tiempo es de- cisivo aqui y resulta dificil, retrospectivamente, hablar del tiempo desde un punto de vista histérico. El materialismo dialéctico, por otra parte, nada tiene de comin con el fa- talismo. Sin Lenin, la crisis que la dirigencia oportunista inevitablemente tenia que producir, hubiera asumido un ca- ricter extraordinariamente agudo y prolongado. Las con- diciones de la guerra y de la revolucién, sin embargo, no ctorgaban al partido un Iapso duradero para el cumpli- 17 Leon Trotsky, The History of the Russian Revolution, tra- duccién al inglés de Max Eastman, Nueva York, Simon and Schuster, 1936, v.I pp. 120-122. 34 JORGE BASADRE miento de su misién, Por ello, no puede excluirse en mo- do alguno el hecho de que un partido desorientado y divi dido hubiese dejado escapar la oportunidad revolucionaria por muchos afios, El significado de la personalidad surge ante nosotros en un rango verdaderamente gigantesco. Es ne- cesario tan sélo, comprender ese aporte correctamente, to- mando la personalidad como parte de una cadena histo- rica”. 28 Todavia hay otra prueba de la influencia decisiva de Lenin en el advenimiento de la Revolucién Rusa, Se tra- ta de su voluntad absoluta de ir al levantamiento armado, eu octubre de 1917, en contra de los planteamientos que hacia el comité central de su propio partido. Las disputas surgidas entonces alli, a veces ésperamente, han sido magis- tralmente narradas por Trotsky, por cierto no sin relacio- narlas con los graves problemas personales y doctrinarios que él tuvo més tarde con sus camaradas. * Pero el recuerdo de los actos episédicos, pese a la im- portancia que hayan podido tener, no debe opacar el ani- Tisis siquiera esquematico de las fuerzas sociales en conjun- to, La revolucién de febrero de 1917 formé paralelamen- te dos “poderes” en reemplazo del zar Nicolés II: el go- bierno salido de la Duma o Parlamento bajo la presiden- cia de Kerensky y el de los soviets (consejos 0 comités) que, dentro de la tradicién insurreccional de 1905, erigie- yon los militantes obreros liberados de la prisién. Se oy6 entonces, a Io largo de toda Rusia, un clamor de voces sur- gidas de abajo, fenémeno similar al de. Francia en 1789 aunque entonces seguia atin el reinado de Luis XVI. Ese movimiento espontineo, ajeno a los partidos politicos des- mantelados por el zarismo, reflejé miiltiples aspiraciones co- Jeetivas a un mundo mejor, Los obreros demandaron al 18 Leon Trotsky, obra citada, v I, pp. 329-330. 19 ‘Trotsky, ob. cit. v. II, capitulo V. “Lenin summons to Insurrection", pp. 124-166. EL AZAR EN LA HISTORIA 35 principio apenas mejores condiciones en la vida y en el trabajo y aceptaron la Republica democritica y la Asamblea Constituyente; si bien la formacién y la existencia de los Soviets, en concepto de ellos, eran una garantia para las con- quistas de febrero, es decir, de las libertades “burguesas”. Los campesinos fueron mas drasticos al exigir medidas se- vyeras contra sus viejos opresores, En diveras formas expre- saron su intenso “chambre de tierras”; y afiadieron su afin de una paz répida en Ia guerra contra Alemania. A pesar de lo que a menudo se ha dicho, los reclamos de los solda- dos y marinos empezaron incluyendo nada més que Ia ayu- da a sus familiares y a los heridos y amputados, asi como Ie humanizacién de las rigidas normas disciplinarias vigen- tes. Los “alégenos” en el antiguo imperio plantearon tam- bin sus propias reivindicaciones: Ukranianos y judios en fayor de sus derechos politicos, culturales y colectivos; Jos nacidos en Polonia, Letonia, Lituania y Finlandia la sece- sién, al mismo tiempo que el surgimiento de ejércitos au- t6nomos para la reconquista de sus territorios ocupados por fes alemanes; los tirtaros y otros musulmanes, su prop6- sito de no continuar en Ja lucha contra Turquia. El nuevo régimen empezé con el beneplicito general, inclusive con el muy ostensible de quienes habian sido gran- des beneficiarios durante el zarismo. Ligadas antes a este multisecular régimen, la oficialidad militar y la burguesia, ereyeron que tendrian el poder durante mucho tiempo. Su consigna fue ir a la prolongacién de Ia guerra como freno para la ofensiva revolucionaria interna, pues asi se creaba 2 la sociedad toda, obligaciones de cardcter patridtico y se eonsolidaba Ja fuerza del ejército. Entonces comenzé el cho- que entre la intransigencia de los de arriba y las aspiracio- nes populares. Los vencedores de febrero vieron ante ellos, de un lado, a los adeptos de un gobierno autoritario mili- ter y, de otro, a los que iban en pos de una sociedad sin clases; y oscilaron en una politica de bascula que, de he- 36 JORGE BASADRE cho, implicé el inmovilismo. Ni la guerra pudo ser ganada © concluida, ni Iegé la paz social en las ciudades, ni em- pez6 la reforma agraria, ni hubo un arreglo en torno al problema de las nacionalidades. La Iglesia, por muchos si- glos unida intimamente con el Estado, resulté incapaz de ejercer una influencia directa sobre las masas para cana- lizar © neutralizar sus energias. = A la burguesia le habia faltado tiempo para acumular grandes ganancias, carecia de muchas disponibilidades y hallabase en Ia condicién de deudora de una parte de sus capitales. Ademés, y esto es muy importante, su menta- lidad era arcaica, mds cerca de Ia época de la reina Victo- ria de Inglaterra o de Luis Felipe de Francia que del siglo XX; y Estados Unidos habia prometido su poderosa ayuda hajo la condicién de que siguieran las actividades bélicas contra los ejércitos del Kaiser, Llegada en época tardia a Ja modernizacién, la economia rusa se caracterizaba por ser dependiente y fragil, excesivamente concentrada y rigida. La guerra revelé sus debilidades estructurales y las agrav6; Ja industria tuvo que orientarse hacia la produccién de tipo guerrero y no pudo atender a las necesidades de la pobla- cién civil, Después de Ia caida del zarismo, carecié de flexi- bilidad ante Jas demandas razonables de los trabajadores y hallé una excusa para su timidez en la idea de que las di- vergencias entre las variadas facciones de obreros, campe- sinos y soldados les servirian de ayuda, A partir del mes de mayo de 1917, con el estallido de una serie de grandes huelgas, se agravé el proceso de degradacién y descomposicién del sistema econémico, Fal- taron materias primas; la crisis en los transportes bloqueé e! mereado; el nivel de Ja produccién marché hacia abajo. Los comités de fabrica asumieron Ja gestién de las empre- sas; y Ia respuesta de Jos capitalistas fue el sabotaje. El pais entero, al no funcionar el complejo régimen de la an- tigua economia, en el que se habia producido una superpo- EL AZAR EN LA HISTORIA 37 sicién entre las caracteristicas del siglo XX y las hondas estructuras tradicionales de produceién y cambio, se desinte- 6 en una serie de relaciones micro-econémicas.- El caos Mevado a veces hasta la parélisis en Ja vida econdémica contrasté con la efervescencia politica, El pue- blo ruso estaba atrasado; pero queria vehementemente subir, escender, mejorar sin saber bien dénde, Por ello se movi- liz6 en 1917, a veces en olas contradictorias. Al desarro- flo de la educacién, obtenido en forma parcial, se unieron les frutos de las semillas esparcidas, de una manera w otra, for la “intelligentsia”, los deportados, Jas organizaciones po- Titicas legales o ilegales. Habiase propagado una gran alegria colectiva, una pri- mavera civica en febrero, dentro de la esperanza de una re- volucién democratica reformista, humanitarista y universa- Bsta. Pero la realidad deshizo Jos suefios. Los bolcheviques 80 cesaron en su propaganda segiin Ia cual el anhelo de Is paz no se habia concretado por culpa del gobierno sumi- do en las tenebrosidades de la diplomacia secreta; opuesto, ssimismo, a todas las reformas esenciales y culpable al con. denar a obreros y campesinos a seguir en la miseria, Con Lenin se radicalizé Ia linea bolehevique. Poco a poco, se fueron “bolchevizando” los soviets, al principio ajenos a es- te partido y también algunos sectores de la opinién publi- ca. Cuando surgié con el general Kornilov, el movimien- to armado de la oposicién de derecha, Kerensky, los soviets ¥ los bolcheviques se unieron provisoriamente y lo derrota- ron. Pero aquel gobernante y el comité ejecutivo de los so- iets fueron débiles ante los militares reaccionarios y ello produjo honda indignacién; estado de énimo que ayndé a Jes bolcheviques. El gobierno, la reaccién y los alemanes fueron considerados, todos, cémplices. Sin embargo, aun ep los dias que precedieron al levantamiento de octubre, e se creyé, por lo general, que el partido de Lenin captu- 38 JORGE BASADRE raria el poder para si exclusiva y permanentemente. Hubo entre quienes ayudaron a esa insurreccin, soldados, mari- nos u obreros, la idea de que vendria una democracia so- cialista. Las jornadas de octubre fueron, a la vez, una ope- racién defensiva para preservar a la revolucién contra el go- bierno y contra todos los que amenazaron su existencia y una operacién ofensiva para que fuese establecido el poder de los soviets. Y los soviets no sélo proclamaron la caida del ende- ble régimen instaurado en febrero, sino hi ieron, de inme- diato, otras cosas de suma importancia. Instauraron la dic- tadura del proletariado euyo érgano fue el partido comunise ta, Firmaron la paz inmediata haciendo enormes concesio- nes a Alemania porque necesitaban ganar tiempo y necesi- taban, ademds, formar su propio ejército, entonces inexis- tente. Expidieron también decretos radicales sobre las tie- mas. Fue una dura revancha contra febrero, contra la re- velucién que habia sido escamoteada antes. 2° La simultaneidad entre una honda depresién y una honda erisis politiea y social hace siempre multiplicar el utimero de las posibilidades histéricas explosivas, La gran Revolucién de octubre de 1917, de tan enormes proyeccio- nes mundiales, nacié de la convergencia entre varias revo- luciones coexistentes, todas ellas finalmente orientadas ha- cia un objetivo comin. Una fue Ia de los soldados 0 mari- nos en Jas zonas de la guerra o provenientes de ellas, des: 20 Para este suscinto esquema nos hemos hasado fundamental. mente en el libro de Mare Ferro La Révolution de 1917, 2 v. Paris, Aubier-Montagne, 1967 y 1971, 2 v. y en el aporte del mismo autos que aparece en Ia obra colectiva La Révolution d'Octobre et le mon vement ouvrier dirigida por Victor Fay, Etudes et documen, tation internationale, Paris, 1968. Y también en el anélisis de Robert Y,, Daniels, Red October, New York, Scribners, 1967 y en loc de L. Echapiro y PB. Reddaway, Lenin: the Man, the Theorlst, the Lender, London, Pall Mall P., 1967; Isaac Deutscher Trotsky, le prophete ermé (1879-1921), Paris, R. Julliard, 1962; Leonard Schapiro, Revolutionary Russia, Harvard University Press, 1968. Hay. de otro lado, compilacicn nes de recuerdos de testigos. Entre ellas: Gilbert Comte, La révolution russe, par ser témoins, Paris, La Table Ronde, 1963; Roger Pethyridge, Witnesses to the Russian Revolution; Richard Kohn, La révolutea, EL AZAR EN LA HISTORIA 39 moralizados por la derrota y por las tremendas dificultades que, por doquier, afrontébase en aquella época. Al mismo tiempo, estallaron formidables levantamientos _ campesinos que hacen recordar a las Hamadas “jacqueries” de Europa occidental en el periodo pre-capitalista en cuanto estuvie- ron inflamadas por la furiosa protesta contra el alza en el costo de Ia vida, el hambre y los elevados impuestos, inclu- yendo en estos cupos el de los contingentes humanos arras- trados a las trincheras. Por otra parte, ya pululaban las huelgas obreras, adiestrados sus dirigentes en muchos afios de Iuchas de clases. Y todo el clima sicolégico, moral, eco- némico y politico uso estaba impregnado por los hedores de Ia miseria, el fracaso y la humillacién nacionales. Esta coincidencia de situaciones andlogas Iegé a ser manipula- da, enérgica y rapidamente y no sin graves debates inter- nos, segtin acabamos de recordar con las citas de Trotsky, por Ja “intelligentsia” marxista a la cabeza de una organi- zacién politica minoritaria para orientarla, con gran auda- cia, hacia un rumbo ya previsto en un plan estratégico des- de 1905, Todo ello manejado por un hombre que era un genio, es decir una viva encarnacién del azar: Lenin. Su- Blevaciones esponténeas de hondas raices historicas se in- corporaron asi a un proceso de caracteristicas nuevas: el de Ja clase obrera radicalizada con un comando cuyos objeti- yos eran muy claros, apoyada por las masas rurales, To- russe, Ed. Julliard (Coleceién “Il y a toujours un report”), Paris, 1963. Este iiltimo compilador ineluye textos traducidos por primera vez del idioma ruso. Funeionan entidades y revistas especiales consa- segrados al gran fenémeno histérico que aqui se alude: y hay grandes ‘coleceiones de documentos eseritos por importantes y pequetios ‘personajes varies guias bibliograficas que intentan organizar aquel torrente hibliogrdfico. Entre estas uiltimas, la que editd P. Horecky y publicd University of Chicago Press en 1965, lleg6 a incluir 1960 obras hisieas ‘en Ios idiomas inglés, alemén y francés. La mejor obra en castellano & Historia de la Revolucién Bolchevique por E. H. Carr, Madrid, ‘Alianza Universidad, Alianza Editorial S.A., 1972, 2 v. En la primera parte, el capitulo “De Febrero a Octubre” esta en el v. I, pp. 86- 177. El profesor Carr utilizé fuentes primarias soviéticas. 40 JORGE BASADRE do ello, dentro del imperio de los zares, anacronismo d crépito en Europa. Pero la ambicién del poder no desapa- rece en la sociedad que aspira a abolir las clases. En todas las revoluciones hay mezclas de heroismos y de cobardias, de sacrificios y de traiciones, de gestos magnificos y de ba- jezas. Los individuos que rompen los cauces de la discipli- na colectiva, liberados en sus impulsos, a veces oscuros, no optan siempre por la santidad aunque pertenezcan a grandes causas. La alienacién que Marx denunciara no es un fenéme- no exclusivo de las sociedades capitalistas. Grandiosas fue- ron Ias Iuchas para defender, ante los enemigos de adentro y ante los poderosos enemigos de afuera, Ia Revolucién so- viétiea. Pero Ia burocracia en la U.R.S.S. es hoy compa- rable a cualquier burocracia, a veces mas cerrada, mas du- ra, mds temible que las otras, Las nuevas juventudes eu- ropeas no estdn fascinadas ante este monstruo sagrado: por el contrario, acaso con diferencias obvias, encuentran alli también el fenémeno de arterioesclerosis, de envejecimien- to que ellas detectan en las otras maquinarias estatales, po- liticas y sociales del mismo continente. A pesar de todo, visto en conjunto, existe una diferencia astronémica entre Rusia antes de 1914 y la U.R.S.S.; y el nivel del pueblo. he mejorado enormemente aun a costa de tenerlo uncido, mediatizado o aburrido, EL ESTRUCTURALISMO En los tiltimos veinte afios, més o menos, contempora- neamente con el desarrollo de Ia genética molecular, ha ve- nido un nuevo planteamiento del viejisimo conflict episte- molégico entre el materialismo y el idealismo, Es el que formula el estructuralismo, 2 21 El concepto del estructuralismo aqui divulgado se inspira en las obras de Gunter S. Stent, profesor de Biologia Molecular en la Universidad de Berkeley, California. | EL AZAR EN LA HISTORIA 41 Ambos, los materialistas y los idealistas, daban por des- | eentado que toda Ia informacién reeogida por nuestros sen- | sidos Mega a nuestra mente, Segrin los primeros, gracias a | esos datos, la realidad se refleja en el pensamiento como en | am expejo. Por el contrario, aquéllos afirman que, con el | material de dicha informacion, la realidad es construida | dentro de nosotros mismos. Pero el estructuralismo apor- | a que el conocimiento acerca del mundo penetra en la siquis no como materia cruda sino de un modo al- ‘temente abstracto, es decir a través de las estructuras, Y ‘en el proceso pre-consciente de transformar poco a poco el fermento primario de nuestra existencia en estructuras, la ieformacién se depura. Porque la creacién de estructuras eel reconocimiento de modelos no es sino una elaboracién selectiva de las informaciones, Asi, para la mente, Ja rea- Tidad hillase integrada por un conjunto de transformacio- nes estructurales de los atisbos primarios acerca del mun- do. El estructuralismo Ieva a la idea de que todo acto de ereacién en Ias artes y en las ciencias es, simulténeamente, ‘an lugar comin y algo especial, De un lado, resulta un Iugar comtin en el sentido de que existe una corresponden- cia determinada genéticamente o innata en las operaciones de transformacién que las diferentes personas efecttian an- te aquellos hallazgos primordiales. En lo que se relaciona con la ciencia, la sicologia cognoscitiva ha ensefiado que ca- da individuo reconoceré, por ejemplo, que “la rosa es la ‘rosa para mencionar una conocida frase pottica, ya que todos ellos transforman un determinado niicleo de impre- siones emanadas de sus sentidos y que provienen del uni- verso de afuera, en la misma estructura mental o “gestalt”. A propésito del arte, Ia sicologia analitica dice que hay una Gdentidad en la vida subeonsciente humana pues un arque- tipo innato la Ieva a efectuar las mismas transformaciones estructurales de lo que ocurre en el mundo externo. Y Ia 42 JORGE BASADRE lingiiistica estructural ha demostrado que, dentro de la ciencia y dentro del arte, la comunicacién entre diferentes seres es posible tan sélo porque una gramatica humana in nata los conduce a transformar un determinado conjunto de signos semdnticos en la misma estructura sintdctica. Pe- ro, de otro lado, todo arte creador es especial en el sentido que no hay dos individuos idénticos y, por lo tanto, jamas elaboran ellos exactamente las mismas operaciones transfor- mativas en eada nticleo de datos primarios. Y, al mismo tiempo, aunque las artes creativas como las ciencias, son, a la vez, lugares comunes y casos especiales, determinados autores las volverdn tinicas. Independientemente del esquema nuevo que el estructu- ralismo plantea, en relacién con el conocimiento histérico para otorgarle un sentido relativo aunque no para negarlo abruptamente, dicho conocimiento y, sobre todo, sus posi- bles interpretaciones estén sometidas con frecuencia a las doctrinas, los fanatismos, los prejuicios, las pasiones y los malentendidos que proliferan en el alma humana en todas las épocas y, sobre todo, en los afios de crisis. Por eso, el gran eseritor norteamericano Arthur Miller, incluyé en una obra teatral estrenada hace poco tiempo en Nueva York un didlogo entre Dios y Lucifer, Este ultimo ofrece al Supre- mo Hacedor un programa a través del cual sera posible cambiar el futuro del mundo, un porvenir devorado por la guerra. Y Dios responde: “No es posible cambiar el futuro; Yinicamente cambia el pasado”. A Io cual, sorprendido, Lu- cifer dice: “;Cémo se puede cambiar el pasado?”. Nueva- mente unas palabras divinas: “‘La gente no se acuerda de nada y basta con soltar algunos documentos”. A pesar de todo, el historiador cuya ambicién maxima es la de ser fiel a su tarea ha de tratar de acercarse, dentro de sus limitaciones, a la verdad.

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