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MOVIÉNDOTE CON TU BEBÉ

El movimiento es una intención que fluye a través del cuerpo. Nace de una necesidad(es por
algo) de la que es expresión corporal, y va hacia el objeto de su deseo(es para algo). Se traslada
a través del espacio y el tiempo como una flecha lanzada hacia un objetivo. También comunica
algo: un impulso, un deseo, una ambición de algo o alguien (el destinatario de ese mensaje
corporizado).

En los bebés el movimiento y el deseo son la misma cosa.

En el adulto el movimiento puede ser la expresión de un mensaje existencial, de una vieja


historia que se va repitiendo a través de las relaciones, en particular de la que mantiene con su
bebé. Refleja un pasado que se hace presente tomando forma en el cuerpo. El movimiento es
la forma sostenida por el fondo de una emoción y de un recuerdo que se hacen presentes.
Quizá por un miedo o una tristeza que se repiten “Si no estoy contigo…” “Si no me miras…”, en
donde los puntos suspensivos podrían conducir al trauma, a la herida emocional que se podría
reabrir. Tal vez a la ansiedad de alcanzar unos ojos que no estaban o eran difíciles de encontrar.

“Si te digo no…no me vas a querer”-la desaprobación de unos padres que le rechazaban si les
negaba algo, actualizada ante la amenaza de que la historia se repita con su bebé y expresada
mediante un anhelo, un temor que se mueve con él y le dice “no me abandones”.

Ante el peligro, un bebé que estaba explorando su entorno cercano, reacciona regresando a la
base segura que proporciona el contacto con la madre, por ejemplo. Una vez tranquilizado
puede volver a moverse por el mundo. Pero si el peligro es crónico, y se siente siempre
rondando, no va a haber la seguridad que permita el distanciamiento y la diferenciación. El bebé
que crece hasta convertirse en adulto teme la separación y la evita a toda costa. Se agarra
buscando seguridad y tratando de evitar el miedo.

En el otro extremo, podríamos tener el ejemplo de un padre cuya madre sintió que era con él
(y quizá todavía sienta) muy absorbente-tanto que correría el riesgo de “desaparecer”. Un padre
cuyo empeño por no repetir la historia, con su bebé, le podría llevar a dejar excesiva libertad a
su hija proyectando su experiencia en la niña “No quiero que le pase como a mí”, “si estoy muy
encima de ti, si no te doy el espacio, podrías desaparecer”.

Son situaciones presentes que, de un modo u otro, se superponen a las historias pasadas e
interfieren en la nueva relación progenitores-bebés, constriñendo y limitando las posibilidades.
Situaciones que de no hacerse conscientes y actualizarse en un contacto creativo con la
novedad, corren el riesgo de convertirse en problemáticas, porque bloquean el desarrollo sano
y la escritura de una nueva historia, verdaderamente original y auténtica.

Las historias creadas tienen protagonistas que representan papeles y guiones pre- escritos, son
estáticas y repetitivas. Las nuevas historias se pueden ir escribiendo con una conciencia
ampliada de la situación, los medios y las soluciones. Pueden ir creándose a través de nuevos
modos de sentir y moverse con el bebé. Se escriben conjuntamente y van cambiando
continuamente, pues en el proceso del desarrollo nos vamos transformando mutuamente.

Moviéndonos y creciendo juntos.

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