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106 J. HESSEN
el fenémeno del conocimiento sin la hipétesis de una
realidad extraconsciente. Una verdadera solucién del
problema sélo es posible si se admite, ademds de la
sensacién y el pensamiento, otra fuente de conocimien-
to: la experiencia interna y la intuicién. La importan-
cia de esta fuente resulta clara cuando se considera
la historia de la cultura humana. La indole de las gran-
des obras religiosas, filoséficas y artisticas prueba que
en su generacién tuvieron parte otras funciones de la
conciencia que la sensacién y el pensamiento. Estas
fuerzas cognoscitivas irracionales constituyen el érgano
del conocimiento del mundo exterior. Este es experi-
mentado y vivido inmediatamente por nosotros. Y lo
mismo pasa con la existencia de nuestros préjimos.
Tampoco “la intimidad extrafia de nuestros préjimos
es inferida, sino vivida de un modo originario”.
Mucho menos discutido que el conocimiento del mun-
do exterior es el conocimiento de Ja existencia de nues-
tro yo. La gran mayoria de los filésofos sustenta la opi-
nién que Descartes formulé claramente por vez prime-
ra. Vivimos y aprehendemos inmediatamente nuestra
propia existencia. En nuestro pensamiento y voluntad
nos vivimos como seres realmente existentes. No nos
es menester ningtn raciocinio: nos basta una simple
autointuicién para cerciorarnos de nuestra propia exis-
tencia. Exactamente observa a este respecto Bergson:
“Hay por lo menos una realidad que todos nosotros
comprendemos desde dentro por intuici6n y no por
mero andlisis. En nuestra propia persona, en su curso
a través del tiempo. En nuestro yo, que dura. No
podemos coexperimentar intelectualmente ninguna otra
cosa. Pero es seguro que nos experimentamos a nos-
otros mismos.” (Introduccién a la metafisica, 1912,
5 y sig.)
Si pasamos ahora a las esferas del valor, vemos que
donde la intuicién es menos discutida es en la esfera
estética. Casi nunca se ha discutido en serio que el
valor estético de una imagen, de una obra de arte, de
un paisaje, sea uprehendido por nosotros de un modo
inmediato, emocional, 0 sea que haya una intuicién
estética. Basta, en efecto, una simple reflexién para
verlo asi. Si cuando vivimos, por ejemplo, la belleza