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soupy soueng UOISIA BAONN SOUOTIIPA golzoa zeee/so/a yoaLonmalg Ouse TV avdaisesaAInn Si) ‘epestaas UgtoIpa, TVIOOS VINORL A Vanwmno ‘ 5 qTayprY ‘*S JoaBsIe, wv O98 4 ouerurey[y sojzeg sod epi avaaigog A vanwIng NoroxaT0g PO (— Titulo del original en inglés: Culture and Agency. The place of culture in social theory © Cambridge University Press, 1988 Published by the Press Syndicate of the University of Cambridge Para esta edicién la autora ha reemplazado la Conclusion de la edicién original por los capitulos 9 y 10. ‘Traduccién de Horacio Pons Dla Profesora Jerzego Stefana Langroda La traduccién fue revisada por la autora . zwyrazami szacunku, wdzigeznos¢i i wiernej prayjazni. ‘Toda reproduccién total o parcial de esta obra por cualquier sistema ~inclu- yendo el fotocopiado- que no haya sido expresamente autorizada por el editor constituye una infraccién alos derechos del autor yser4reprimida con penas de hasta seis afios de prisién (art. 72 de la ley 11.723 y art. 172 del Cédigo Penal). LS.B.N, 950-602-358-1 © 1997 por Ediciones Nueva Visiéa SAIC Tucumdn 3748, (1189) Buenos Aires, Repiblica Argentina Queda hecho el depésito que marca la ley 11.723 Impreso en Ia Argentina / Printed in Argentina @ OO _ OB O®% PREFACIO Elproblema dela estructura yla agencia* ha legado a verse justificadamen- te como la cuestién bésica de la teorfa social moderna. Sin embargo, al ocupar este lugar central eclipsé por completo el problema de la cultura yla agencia. La tesis principal de este libro es que, de hecho, ambos problemas corren en direcciones paralelas: plantean idénticas dificultades y el método mediante el cual éstas pueden resolverse resulta ser exactamente el mismo. No obstante, los dominios estructural y cultural son sustancialmente diferentes, ademas de ser relativamente auténomos uno del otro. Estas dos consideraciones tienen relaciones cruciales con mi tesis principal. La prime- ra implica que los conceptos utilizados tienen que respetar y al mismo tiempo captar las diferencias sustantivas entre estructuras y cultura; de otra manera, éstas simplemente quedarfan atrapadas en un vicio concep- tual, lo que violentaria nuestro tema por elidir los aspectos materiales e ideacionales de la vida social. La segunda implica que las teorfas formuladas sobre la relacién entre estructuras y agentes sociales y entre culturas y actores culturales tienen que reconocer la autonomia relativa de la estruc- tura y la cultura. En caso contrario, estarfamos perturbando nuestra aptitud para comprender la vida social como el juego reciproco entre intereses e ideas. En suma, si no se toman en cuenta estas consideraciones, no nos veremos frente a dos problemas paralelos sino que simplemente disolveremos uno dentro del otro. + No hay en castellano un equivalente para el uso que en inglés se dio al término agency en ol estudio de la accion social. En ese contexto, agency se emplea pata indicar la cay da obrar que serfa propia de los seres humanos, que no se limitan a suftir o realiz ‘de estructura del sistema (biolégico 0 social), sino que actdan como sujetos shes dalacndamagis. Fare visa cada vez largae perif acon at ‘ota obra, traducir literalmente La expresién “problema de Ja estructura y la agencia” se usa hoy familiarmente para sefialar dilemas centrales de la teoria social, en especial las pretensiones antagénicas de Voluntarismo y Determinismo, Subjetivis- mo y Objetivismo y lo microscépico y lo macroscépico en sociologia. Estas cuestiones son centrales por la simple razén de que es absolutamente imposible hacer sociologia sin encararlas y llegar a algunas decisiones personales en torno de ellas. En la escritura, estas decisiones afectan las afirmaciones que proponemos; en la lectura, las frases que podemos aceptar. Esas cuestiones son problemdticas para todo teérico social que no pueda inclinarse con conviccién hacia uno u otro lado; lo cual incluye a muchos de nosotros, que nos vemos embarcados entonces, por necesidad, en la tarea de la conciliacién. Alser éstatan imperativa, la urgencia del problemadela estructura ya agencia no se impone solo a los académicos, sino a todo ser humano. {sPoesto que el hecho de que nos sintamos a la vez libres y encadenados, capaces de dar forma a nuestro propio futuro y enfrentados no obstante a coacciones desmedidas y aparentemente impersonales es parte integrante de la experiencia cotidiana. Aquellos que a través de la reflexién rechazan el dolirio de grandeza de ser titiriteros pero también la conclusién supina de que son meras marionetas, tienen entonces la misma tarea de conciliar esta ambivalencia de la experiencia, y deben hacerlo asi si no quieren que su eleccién moral carezca de efecto o su accién “politica” sea ineficaz. Por consiguiente, al afrontar el problema de 1a estructura y la agencia los te6ricos sociales no sélo abordan cuestiones técnicas cruciales para cl estudio de la sociedad, sino que también encaran el problema social mas apremiante de la condicién humana. Asi, lo que sucedié es que los te6ricos que se ocupaban delaestructuracién y transformaci6n de la organizacién social convergieron por lo menos (y por fin) en un problema comin. El aporte de una solucién prometedora a este problema central es hoy aceptado por muchos como una especie de reactivo de prueba: las teorfas que no pasan el test del dcido abandonan efectivamen- te toda pretensién-de proporcionar el marco para Ja teoria social general. (Por ejemplo, descubrir que algiin enfoque es completamente determinista, totalmente objetivista o exclusivamente microscépico es razén suficiente para dejar de considerarlo como un pretendiente serio.) Aunque las teorias que pasan la prueba puedan tener toda clase de desacuerdos reciprocos, comparten ahora efectivamente un criterio para la evaluacién de sus conceptos. y explicaciones antagénicas, a saber, cudn satisfactoriamente contribuyen éstos ala solucién del problema central. Por otra parte, el propio hecho de abordar la misma cuestién aumenta las posibilidades de sintesis, en la medida en que las soluciones enunciadas se basen en premisas compatibles. En este aspecto, el andlisis cultural esta rezagado: a decir verdad, en general parece ser el pariente pobre del andlisis estructural. A los efectos de la descripcién, hay una notoria falta de “unidades” descriptivas culturales, 10 _ OR yalos de la explicacién, la cultura oscila violentamente entre ser la variable més independiente en algunas teorias a convertirse en la variable pasiva dependiente en otras. Tal vez debido a este estado de cosas, no es corrionte encontrar referencias al problema de la cultura y la agencia o alguna convergencia importante en élcomola cuestién focal. No obstanto, esta fra denota exactamente los mismos problemas que los reconocidos en general dentro del dominio estructural. Existe la misma tensi6n, que debe resolverse tanto teérica como empfri- camente, entre el caudal de ideas que en un verdadero sentido nos sentimos libres de aceptar y rechazar, y el hecho (a veces conocido pero que otras ocurre a nuestras espaldas) de que el conjunto mismo haya sido restringido ocontaminado y nuestras libertades percibidas puedan ser mas sontimien- tos manipulados que algo genuino. Hay una tarea similar de conciliacion del conocimiento objetivo (cualquiera sea la definicin que se le dé, ynadie salvo os relativistas radicales deja vaca esta categoria) con la subjetividad ‘humana y nuestra capacidad de generar nuevas interpretaciones dentro de nuestras cabezas o para la negociacién interpersonal de nuevos significados. Se plantea un dilema equivalente acerca de eémo trascender la divisoria entre los mecanismos de responsabilidad en pequeria escala, a menudo contextualmente limitados, y la existencia de sistemas de simbolos macros- c6picos, que operan transituacionalmente. El mismo problema, entonces, es tan central como en el campo estructu- ral, pero involucra entes diferentes: a saber, las relaciones existentes entre Jas ideas y las influencias ideacionales que actian entre la gente. Sin embargo, el estatus del andlisis cultural como pariente pobre implica que cualquier intento de encarat el problema de la cultura y ia agencia choque, en Io que toca a estas entidades, con una pobreza conceptual, y deba forjar muchas de sus herramientas en route. Al hacerme cargo del problema traté ex profeso de viajar con poco equipaje, trabajando en los términos més desnudos y parcos, por lo que sélo di cabida a los elementos que parecian necesarios y suficientes para una descripcién completamente basica del vinculo entre cultura y agencia. Debido a ello, es probable que la mayorta de los lectores se sorprendan por Ja falta de toda referencia a la enorme cantidad de bibliografia sobre la cultura, por la omisién total de ciertas cuestiones que preocupan a los grandes teéricos culturales y también por la ausencia absoluta de muchos de estos gigantes en el texto. Dicha ausencia es intencional: s6lo hay un componente de arbitrariedad enel hecho de que a veces otros pensadores podrfan haber reemplazadoalos analizados y por lo comin unas ilustraciones alternativas habrian sido tan satisfactorias como las empleadas. De modo que estas ausencias sélo pueden Jjustificarse mostrando de qué manera se arm6el juego de herramientas aqui utilizadas porque el “problema de la cultura y la agencia” fue concebido de una forma determinada, que a su turno hizo que ese instrumental fuera el ii apropiado para abordarlo. Asf, traté de clarificar la tarea segtin la veo, y de justificarlas herramientas seleccionadas para ellaen las cincotesissiguientes. Sobre la fusién Lamaneraen que se enfocan ambos problemas en la presente obra descansa sobre una afirmacién fundamental, a saber, que lo que se busca es una postura tedrica que sea capaz de vincular “estructura y agencia” 0 “cultura y agencia” mas que de sumergir la diferencia entre las “partes” (organiza- cionales 0 ideacionales) y la “gente”, que sostiene posiciones 0 ideas dentro de ellas, Asi, desde el principio hay que aclarar que ambos problemas se consideran de una manera distintiva, manera que, por otro lado, dista de suscitar una aprobacién general, especialmente en el campo cultural. Con ello, al analizar la “estructura” o la “cultura” con respecto a la “agencia”, me refiero a una relacién entre dos aspectos de la vida social. Por mds intimamente entrelazados que estén (por ejemplo, en nuestra experien- cia del matrimonio a la vez como institucién legal y practica cotidiana), son no obstante analiticamente distintos. Pocos estarian en desacuerdo con esta caracterizacién de la realidad social como el rostro de Jano: en rigor de verdad, demasiados han concluido, demasiado apresuradamente, que la tarea consiste por Jo tanto en determinar cémo mirar a la vez las dos caras del mismo medall6n. Aqué se opone resistencia precisamente a esta nocién de tratar de fijar la vista simult4neamente en ambas. La razén bésica para evitarla es que las “partes” y la “gente”no son temporalmente coexistentes, y por lo tanto cualquier enfoque que las amalgame se priva erréneamente de la posibilidad de examinar su juego reciproco a lo largo del tiempo. Ast, por ejemplo, una estructura conyugal determinada antecede a nuestra constitucién contempordnea como sujetos sociales casados, lo cual es un argumento enteramente diferente de las manifestaciones perfectamente compatibles de que anteriores actores, mediante sus prdcticas sociales previas, constituyeron una institucién dada del matrimonio en un momento anterior de la historia (dado que esto se refiere a agentes muertos hace mucho), oquenuestros actos actuales como sujetos casados contribuirén a la transfor- maci6n de esta institucion en algtin momento futuro (dado que esto se refiere auna reestructuracién lejana). Habria que oponerse, por lo tanto, a cualquier forma de conceptualizacién que impida el examen de este juego reciproco. Sin embargo, la tendencia tedrica dominante en el dominio estructural, y aun més notablemente en el campo cultural, ha sido sin duda la de elidir las “partes” y la “gente”. Denominé Falaciade la Fusion aeste error genérico, y dediqué los capitulos 2, Sy 4a explorar las diferentes versiones que asumié en el andlisis cultural y a examinar sus inconvenientes especfficos. En 12 a a esencia, lo erréneo en la teorfa de Ja fusion es e] hecho de que impide que el juego reciproco entre las “partes” y la “gente” sea el fundamento de la dinamica cultural. Esto se debe a que en todas las versiones de la Falacialn elisién de los dos elementos quita a uno de ellos, si no a ambos, toda autonomia 0 independencia. La fusién de los dos niveles de andlisis siempre se produce en una direccién particular, y sdlo hay tres direcciones ldgicas posibles. El primer par hace de las “partes” o la “gente” un epifenémeno de la otra: difieren en cuanto a cual es la epifenoménica, pero no sobre la legitimidad de la elisién per se. Asi, cada una de las versiones deja inerte al elemento dependiente, ya se trate de “partes” o “gente”. Por consiguiente, los partidarios de ambos tipos de epifenomenalismo proponen descripciones bastante crudamente unilaterales cuando explican la estabilidad y el cambio culturales. En un caso, las propiedades culturales simplemente son formadas y transforma- das por algiin grupo dominante libre de trabas o puestas a merced de caprichosas renegociaciones por una agencia irrestricta. En el otro, algin. c6digo cultural o sistema central de valores impone su coreografia a la vida cultural y los agentes se reducen a trdiger o portadores de sus propiedades, ya sea a través de la socializacién excesiva o la mistificacién. Si, como lo sostenfa mi afirmaci6n inicial, una postura teérica adecuadaes aquella que reconoce el juego recfproco entre cultura y agencia, entonces esa postura debe basarse en alguna autonomfa o independencia atribuida a cada una Sin embargo, los errores asociados ala fusién no dependen del epifenome- nalismo, o de quitar vitalidad a un aspecto de Ia vida social, ya sea en el dominio estructural o en el cultural. Esto es lo que muestra la posibilidad restante, a saber la fusin “central”, en la que la elisién se produce en el “medio”. Lo que pasa en este caso es que se niega autonomia tanto a las “partes” como a la “gente”, cosa que tiene precisamente el mismo efecto de excluir todo examen de su juego reciproco. Aqut, las propiedades de los sistemas culturales y las de la interaccién cultural se fusionan por el hecho de presentarse tan estrechamente constitutivas unas de otras. Al contrario de los términos cotidianos que implican una constitucién mutua, como “cantar” (en el que la cancién y el cantante tienen propiedades independien- tes, algunas de las cuales son irrelevantes para la prdctica —como las circunstancias de la composicién 0 el estado civil de los cantantes- y otras tienen un juego reciproco que es vital para ella Ia dificultad de la cancion y el virtuosismo del cantante-), en la fusién central las cosas son muy diferentes. Puesto que la intimidad de la constitucién reeiproca equivale a una verdadera elision de los dos elementos, que no pueden desligarse, con Jo que sus influencias mutuas no pueden deshacerse. Una vez mas, el efecto neto de la fusién consiste en renunciar de entrada a la posibilidad de alcanzar los medios de explicar la dindmica cultural a partir del juego reciproco entre “partes” y “gente”. 13 Sobre el dualismo analitico Bl enfoque al que se adhiere aqui, que se basa francamonte en el dualismo analitico, se presenta en contraposicién con todas las versiones de la fusion én ia tooria social. Decididamente, este enfoque no es equivalente al dualismo filoséfico, porque no se sugiere que nos enfrentames a entidades jndependientes, sinoa unas s6loseparables analiticamentey alas queesttil tratar tedricamente de manera separada. Sin embargo, para anticiparnos a Tas contraobjeciones obvias de aquellos a quienes acabo de criticar, es nocesario justificar tanto la utilidad como la factibilidad del dualismo analitico, Su utilidad se recomendaré brevemente en referencia al incre- mento de la capacidad explicativa en relacién con el cambio social consegui- do. por Lockwood al distinguir entre “integracién social” @ “integracion sistémica”, Desde ya, yo tendré que demostrar que puede emplearse una Gistincin paralela en el émbito cultural. Esto implicard mostrar no s6lo lo eseable sino también lo factible de su uso en él. En otras palabras, tendré que exhibir algunos medios viables de distinguir entre “partes” y “gente” en Sleampo de la cultura; alguna forma de superar las dificultades metodolgicas que sin duda implica hacer funcionar el dualismo analitico y con ellorechazar Ta acusacidn de que éstas son cuestiones filoséficamente intratables. Lockwood insistio on la posibilidad y 1o provechoso de distinguir las releciones ordenadas 0 conflictivas existentes entre grupos de actores (el grado de integracién social) con respecto a Jas relaciones ordenadas 0 eontradietorias prevalecientes entre partes de la estructura social (el grado deintegracién sistémica).1.a utilidad del ejercicio era teorizar sobreel juego reciproco entre ellas, ya que Lockwood sostenia acertadamente que ningin Clemento aportaba por si solo las condiciones suficientes para el cambio estructural. De ese modo, la integracién sistémica podia ser baja, pero 4 menos que grupos sociales parciales realizaran y amplifiearan sus contra- diceiones, éstas-podian contenerse y la estasis persistiria a causa de esa alta integracién social. De manera alternativa, el antagonismo grupal podia ser profundo (baja integracién social) sin que es0 provecara cambios significa- tivos on la sociedad, a menos que se vinculara a contradicciones sistémicas, En suma, erala conjuncién entre los dos elementos la que brindabala clave de la estabilidad o el cambio estructurales. La meta es, evidontemente, ver si puede obtenerse el mismo rédito explicativo con el uso de una distincién paralela en el campo cultural. Enel intento de trazarla, el principal obstdculo fue que rara vez se considers que Tncultura fuera algo suacoptible de una mala integracién, y menos ain sela conceptualiz6 en términos de su grado de integracién (ya comparativa 0 histéricamente). Lo que hubo, en cambio, fue un difundido Mito de la Tntegracién Cultural, tamado por la sociologia de la primera antropologia, que perpetiia una imagdn de la cultura como un patrén coherente, un ethos 4 ID I EE uniformeoun universosimbélcamente consistente, Losresultadosnetos de este persistente Mito, cuyos defectos ae examinan en el capftulo 1, hicieron {que no se dispusiera con facitidad de ningtin concepto de “contradicciones culturales” que se postulara comola contrapartida de la conocida nocién de “contradiccién estructural”. Irénicamente, en. vista de su reputacién como tedrico del consenso normativo, fue Durkheim, en su obra menos difundida sobre la evolucién del pensamiento educative, quien aporto Jos elementos para conceptualizar las contradiceiones culturales y su categoria contra- puesta, las complementariedades culturales. En otras palabras, la utilizacién del dualismo analitico en el dominio cultural implicé en primer lugar la fabricacion de los conceptos apropiados, después de abandonar la tradicional percepcién selectiva de la coherencia cultural por encima de cualquier otra cosa. La distincién que se traz6 finalmente fue un intento deliberado de hacer un paralelo cop jJamaneraen que Lockwood habia diferenciado entre las relaciones estructurales de las “partes” y la “gente”. Por un lado, entonces, hay consistencia légica, esto es, el grado de consistencia entre las partes integrantes de la cultura. Esta es tuna propiedad del mundo de las ideas, del Mundo Tres, como diria Popper; o, si se prefiere, del contenido de las bibliotecas. De hecho, empleamos este concepto todos los dias cuando decimos que las ideas de X son consistentes con las de Y, o que la teorfa ola creencia Acontradicen la teorfa ola creencia B. Estas son muy diferentes de otro tipo de afirmaciones cotidianas, a saber quelasideas deX fueron influidas por las de ¥, en que nos: referimos aefectos causales que son propiedades de las personas, como las influencias de los maestros sobre sus alumnos, de la televisién sobre su publico o de los pensadores anteriores sobre los posteriores. Esto Ultimo es consenso causal, es decir el gradode uniformidad cultural producida por Jaimposicion de ideas por un conjunto de personas a otro mediante toda Ja gama de téenicas conocidas: manipulacién, mistificacion, legitimacién, naturaliza- cidn, persuasién y argumentacién. De modo que el consenso causal es un estrecho aliado del uso del poderylainfluencia, mientras que laconsistencia légica es completamente independiente de éstos, dado que existe al margen de que sea o no explotada u ocultada socialmente 0, para rematar el argumonto, sin considerar siquiera si se la reconoce. ‘Para subrayar el paralelo con Ja distincién de Lockwood, el grado de consistencia légica se catalogé como ‘integracién del Sistema Cultural” (en. Jo sucesivo sic) y la medida de eohesién causal se denominé “integraci6n. Sociocultural” (en lo sucesivo $-c). La primera se refiere a las relaciones entre los componentes de Ia cultura; la segunda a las relaciones entre los agentes culturales. La distincién sic/s-c, por Jo tanto, se delinea sobre la existente entre cultura sin un sujeto conocedor y cultura con un sujeto conocedor. Sin embargo, una cosa es aceptar las ventajas de trazar en principio dichas distinciones (porque prometen una mayor capacidad expli- cativa) o incluso afirmar su validez (porque confirman dos experiencias 15 cotidianas diferentes). Otra muy distinta es hacer operativa la linea diviso- ria entre “partes” y “gente” de manera satisfactoria; algunos criticos censu- ran a Lockwood precisamente en este aspecto. Bste problema ocupa todo el capitulo 5, que argumenta en favor del empleo de las reglas de la logica como método para trazar una linea entre ambas, Como intento de desarrollar una metodologia para utilizar el dualismo analitico en el andlisis cultural, funciona basicamente de la siguiente manera: se considera que la cultura como un todo serefiere a todas las cosas inteligibles, esto es, a cualquier elemento que tenga la capacidad disposicional de ser entendido por alguien. Dentro de ella distingo luego el Sistema Cultural, que es el subconjunto de elementos al que puede aplicarse jaley de contradiccién. Se trata de proposiciones, dado que s6lo los enuncia- dos que afirman la verdad 0 la falsedad pueden considerarse en contradie- cién 0 consistentes unos con otros. A su vez, esto significa que el Sistema Cultural se limita al registro proposicional de la sociedad en cualquier momento dado. La justificacién para definir de esta manera el sic se basa en parte en el hecho de que cumple el criterio de la operabilidad metodolé- gica, pero también parcialmente en la importancia, evidente por si misma, de las cosas cuya verdad o falsedad se sostiene en la sociedad en cualquier momento 0 lugar dados. Desde luego, no vivimos exclusivamente de las proposiciones (no mas de Jo que vivimos légicamente); ademas, generamos mitos, nos mueven los misterios, nos volvemos ricos en simbolos y crueles en la manipulacién de persuasores ocultos. Pero todos estos elementos son precisamente la mate- ria de la interaccién Sociocultural. Puesto que todos son cuestiones de influencia interpersonal, ya hablemos en un extremo de la comprensién hermenéutica (incluyendo la experiencia religiosa en el punto més lejano) o del asalto manipulador y la bateria de ideas utilizadas ideolégicamente. Todas las otras cosas no proposicionales que aceptamos o sobre las que disentimos—como los sabores y las preferencias, los gustos ylas aversiones, las afinidades y las animosidades, el patriotismo y el prejuicio— se encuen- tran en el medio. ¥ todo esto se produce al margen, en dépit de los cdnones de la logica, ya a sabiendas por parte de los actores (que proclaman el misterio de la fe), ya impuesto a otros que lo ignoran (recipientes de maquinaciones simbélicas), ya como esa mescolanza semiinteligible Ilama- da “opinién publica”. Esta claro que el Sistema Cultural y la vida Sociocultural no existen u operan independientemente uno del otro; se superponen, entrelazan e influyen reefprocamente. Pero ésta es precisamente la cuestidn, dado queno afirmo el dualismo sino més bien la utilidad de un enfoque analiticamente dualista, cuya principal recomendacién es el hecho mismo de que permite explorar este juego reciproco, También resultard obvio que hacer la distin- cién de esta manera depende de adherir a la universalidad de la ley de contradiccién (ouya gran atraccién comparativa e histérica es su aplicabili- 16 dad universal). Sin embargo, como esto mismo nose acepta universalmente, gran parte del capitulo 5 se dedica a justificar esa adhesion ‘Nada de estoimplica que no haya otra manera dedistinguir entre “partes” y “gente? en el dominio cultural: tal vez otros con mayor ingenio puedan elaborar alternativas y asi lo hagan en el futuro. Pero en esta obra las herramientas tuvieron que forjarse sobre la marcha, dado que no pude descubrir ningtin intento sistematico de usar el dualismo analitico en campo cultural y por lo tanto tuve poco en que fundarme, excepto la cora: nada de que hacer un paralelo con el enfoque de Lockwood sobre el dominio estructural demostraria ser fructifero. Sin duda puede suceder que, al eriticar este intento preliminar de trazar una distincién paralela, surja una mejor forma de delimitacién que haga aun més provechoso este paralelismo en la explicacién de la dindmica cultural. Sobre la interfaz ‘Tras haber hecho esta distincién entre el Sistema Cultural y la interacelén Sociocultural, deben abordarse dos grandes preguntas: ;eémo conceptuali- zamos su juego reciproco; y, a través de ello, eémo alcanzamos influencia teérica sobre la dinamica cultural? Nuestro punto de partida, la dis de las relaciones légicas (correspondientes al sic) con respecto a las causa~ les (correspondientes a lo s-c), permite su variaciGn independienteyasu vez hace de la interfaz entre ellas el Ambito de investigaciones intensivas. Nuestra manera de proceder -cl intento de conceptualizar la forma en que ciertas propiedades de las “partes” y ciertas propiedades de la “gent combinan realmente en la interfaz— esta por supuesto en desacuerdo con cualquier forma de teorizacién fusionista. Puesto que esta tarea, que toca a os eapitulos 6, 7 y 8 llevar a cabo, es dejada de lado por los fusionistas, qu pasan por encima de la interfaz a causa del epifenomenalismo que profesan ola barren debido a su nocién de la constitucién mutua. Mi objetivo es teorizar acerca de las condiciones parala estabilidad o el cambio culturales, y mi hipétesis basica es que esas condiciones estén enraizadas en la ‘conjuncion entre el Sistema Cultural ylainteraccién Sociocultural, ast como enel dominio estructural se fandamentan en la coyuntura entre la integ) cién social y la integracién sistémica. Otra manera de expresarlo es decir que la presente empresa trata de no pincharse con estas ortigas comolo hace Foucault de diversas formas cuando se enreda con ellas. En sus primeras obras, en la que el “discurso” presentaba como.una estructura abstracta de pensamiento (lo quenocarece de similitudes con la nocién actual de Sistema Cultural), también sejuzgaba que no estaba influido por elementos no discursivos como los intereses y el iv poder (de los que en el presente texto se sostiene que alimentan la interac- cién Sociocultural). Por consiguiente, en esa etapa Foucault tuvo que subrayar la arbitrariedad de los cambios discursivos, lo que significaba efectivamente concluir que la dindmica cultural puede describirse pero no captarse teéricamente. En sus obras posteriores, traslad6 su acento al otro lado de Ia divisoria ¢ hizo excesivo hincapié en el papel del poder en la constitucién del conocimiento, que ahora pasaba a ser relativo a las contin- gencias Socioculturales. Sin embargo, éstas se consideraban como procesos sin pautas en los que la dominacién era enfrentada por un “agonismo” recaleitrante, una especie de inveterada sed de lucha, independiente de las condiciones particulares. En consecuencia, las obras posteriores sostienen la arbitrariedad de la interaccion Sociocultural porque no se da ninguna explicaci6n de por qué, cuando 0 c6mo luchan las personas. Ahora bien, los procesos de cambio cultural pueden describirse, pero no es posible propor- cionar una relacién te6rica de las diferentes formas y consecuencias de las luchas culturales. Asf, las primeras obras estén confinadas en un lado dela interfaz y las posteriores en el otro: mi objetivo, antes bien, es aferrar firmemente laortiga por el medio, tirando de sus raices de ambos lados. Esto signifiea negar un cardcter arbitrario tanto a los cambios que se producen como a los procesos que los originan. El enfoque subyacente puede resumirse bastante sucintamente. En términos generales, consiste en la manera en que relaciones contradictorias o complementarias entre “partes” del Sistema Cultural se delinean sobre relaciones ordenadas o conflictivas entre “personas” en el nivel Sociocultu- ral, lo cual determina si el resultado es la estabilidad 0 el cambio cultural. Esto significa que, en primer lugar, es necesario que especifiquemos qué relaciones Sistémicas tienen impacto sobre la agencia y cémo lo hacen; y, segundo, qué relaciones sociales afectan la manera en que los agentes responden al Sistema Cultural y retroactiian sobre él. Comenzamos con el Sistema Cultural, y lo hacemos asi porque cualquier accién Sociocultural, no importa dénde se situe histéricamente, se produce en el contexto de innumerables teorias, creencias ¢ ideas interrelacionadas que se desarrollaron con anterioridad y, como veremos, ejercen sobre ella una influencia condicional. Puesto que, como lo sostuvo convincentemente Cohen, en toda investigacién sociolégica se supone que algunos rasgos de la estructura y la cultura sociales son estratégicamente importantes y perdu- rables y fijan los limites dentro de los cuales pueden ocurrir determinadas situaciones sociales. Con este supuesto, el enfoque dela accion puede ayudar aexplicar la naturaleza de las situaciones y cémo éstas afectan la conducta. Noexplicala estructura ylacultura sociales como tales, excepto al prestarse auna investigacién evolutiva que debe comenzar en algiin punto anterior en el cual los elementos estructurales y culturales se tratan como dados. * Percy Cohen, Modern Social Theory, Londres, Heinemann, 1968, p. 93. 18 La fortaleza de este punto no depende del argumento del retroceso infinito: radica en el hecho de que al retroceder wna etapa mas en el tiempo, a fin de explicar el contexto cultural presente, hay que tomar en cuenta el Sistema Cultural previo a partir del cual se desarroll6. Sin embargo, sigue vigente la pregunta: ;cudl de estas relaciones Sistémicas tiene efecto en contextos de accién en cualquier momento dado? Ya se mencion6 que s@ utilizard la ley de contradiccién para evaluar a inconsistenciao complemen: tariedad de elementos del Sistema Cultural en cualquier punto del tiempo. Sin embargo, en ese tiempo no todos los elementos serén o podriin ser conocidos, y de los que lo son, muchos implican proposiciones que nadie apoya en ese momento. Por lo tanto, el andlisis no comienza con una descripcién completa del Sistema Cultural: una pormenorizacién plena de sus contradicciones y complementariedades es a la vez imposible e irr vante, Empezamos, en cambio, con/as ideas queen cualquier momento dado tienen sostenedores, y nos limitamos a estos elementos. Puesto que sdlo 8 uno de ellos es sostenido por alguien pueden sus relaciones légicas con otros tener algiin efecto sobre la agencia. En sintesis, el andlisis se inaugura con el examen de los efectos de sustentar ideas con relaciones ldgicas determinadas (de contradiecin 0 complementariedad con otras), no con las razones (Socioculturales) p sustentarlas, razones que habrén sido necesariamente condicionadas por un contexto cultural anterior. Se argumenta entonces que defender ideas que estan atrapadas en una contradiccién o enredadas en complementaric- dades coloca a quienes lo hacen en diferentes contextos de accién en los que confrontan con diferentes légicas situacionales. Ensuma, las contradicciones moldean situaciones cargadas de problemas para actores que deben enfrentarlas si y cuando comprenden, 0 se les hace saber, que la(s) proposicién(es) que defienden esta(n) enredada(s) en algu inconsistencia. Lo que hacen a continuacién no est determinado: tienen la opciones del dogmatismo irracional 0 del total abandono de la teoria o creencia, pero si quieren seguir sosteniéndola de manera no dogmatica, su Yinico recurso es entonces remediar la inconsistencia, esto es, la fuerza dela légica situacional. En contraposicién, las complementariedades moldean situaciones libres de problemas para agentes que pueden explorar sus Ambitos ideacionales sin peligro o dificultad y a partir de ahf construir un cuadro elaborado, cuyos elementos sean mutuamente consistentes y refor zadores. Esto promueve por contraste una ligica situacional de reproduc- cién apuntada a conservar este conjunto propicio y a desalentar las modifi caciones. Por ctrolado, estasinfluencias Sistémicas son sélo parte de lahistoriaque cuenta cémo se moldean las situaciones culturales para los actores. La otra parte esta constituida por las relaciones causales que acttian entre grupo: ¢ individuos en el nivel Sociocultural. Dichas relaciones tienen su propia dinamica, enraizada en diferentes intereses materiales, que producen 19 diversas formas de estratificacién social y diferentes intereses ideales, como Jas divisorias étnicas, religiosas o lingiifsticas (que son ideacionales pero no proposicionales). Bstos hacen sus propias contribuciones a la estabilidad o él cambio cultural a través de las influencias que ejercen sobre lo que los actores hacen en el terreno. Constituyen el otro lado de la interfaz y son por ello codeterminantes (junto con el condicionamiento Sistémico) de lo que realmente sucede alli, El condicionamiento Sistémico s6lo parece (y esto no es nada més que apariencia) ser decisivo cuando da la casualidad de que las influencias Socioculturales tiran en la misma direccién. En consecuencia, es mAs fAcil determinar con precisién su contribucién independiente cuando el orden oeldesorden social tiran en direcciones diferentes, es decir,funcionan en desacuerdo con el condicionamiento Sistémico. En tales condiciones se pueden identificar con facilidad los modos principales en que operan en la interfaz. Sucede universalmente que los desequilibrios Socioculturales, y los diferenciales de poder de ellos derivados, afectan el grado de conciencia 0 *penetracién discursiva” que tienen los actores de las mismas eontradiccio- nes o complementariedades ideacionales. Asi, por ejemplo, cuando algiin grupo dominante con intereses materiales apoye un conjunto de proposicio~ nes que estin enredadas en una contradiccién, utilizara su poder para controlar la visibilidad de los elementos inconsistentes mediante una variedad de “estrategias de contencién’, la mas flagrante de las cuales es la censura. Si tienen éxito, las inconsistencias que afectan las creencias del grupo no intranquilizarén a los agentes subordinados, porque éstos estan a cscuras con respecto a ellas; la linea de falla Sistémica representada por la contradiccién no ser4 explotada, ni siquiera por quienes tienen interés en abrirla completamente, porque el poder la mantuvo oculta. Por consiguien- te, enesteejemplo, el desequilibrio social producerelaciones Socioculturales ordenadas, manteniendo el statu quo cultural en tanto pueda controlarse el acceso de los agentes a la informacién. ‘No obstante, las relaciones de poder todavia afectan la estabilidad Sistémica, aun cuando tiran efectivamente en la misma direccién. Esto puede ilustrarse con un conjunto de elementos complementarios, como el grupo de proposiciones sobre la castay el karma que analiza Weber. La elite hindd era la més diestra culturalmente, y usé su poder para proteger esta superioridad de los cambios que amenazaran los beneficios asociados a ella ‘Aquilos beneficiarios brahmanesrespondieron con lareproduccién elabora- dora, el liderazgo ejemplar y el estimulo de las précticas imitativas, junto con la represion de la innovacién interna a causa de su potencial desorgani- zador. Asi, la accidn Sociocultural protege, preserva y prolonga elstatu quo Sistémico. Por tiltimo, sin embargo, la naturaleza de las relaciones Socioculturales influye en la determinacién de cual de las respuestasforjadas bajola presion de la Iogica situacional puede verdaderamente perdurar. Una vez més, fandamental y universalmente no puede hacerse que ninguna formula \ correctiva (generada para remediar las contradicciones) y ningtin esquema reproductivo (elaborado para proteger las complementariedades) “pren- dan” en la sociedad cuando la distribucién contempordnea de los intereses y el poder no cuaja con ellos. Se registrar en cambio una diversidad de cambios ideacionales, dependientes de la naturaleza de la desarticulaci6n, que oscilardn entre Ja adaptacién progresiva y la contraactualizacién ¢ jncluirén el cisma y la especializacién. (Cual de éstos se produciré y en qué condiciones es el tema de los capitulos 7 y 8.) En resumen, la estabilidad cultural o la Elaboracién Cultural estén a merced de la conjuncién entre los dos niveles. Las dindmicas culturales estan gobernadas por la manera en que las influencias derivadas del Sistema Cultural cuajan con las emanadas de las relaciones Sociocultu- rales, en la interfaz en que se cruzan. Es por eso que recurrimos a la perspectiva morfogenética a fin de que nos proporcione un marco general para conceptualizar y teorizar la elaboracién cultural. Sobre la morfogénesis y la morfoestasis Lo que se ha dicho hasta ahora acerca de avanzar en esta cosa sin forma, desbordante y cambiante que llamamos cultura, es que la manera més prometedora de abordarla (exponiendo el patrén delos procesos y productos fmales dentro de este flujo) consiste en el empleo del dualismo analitico. Asi, en las tres tesis previas esbocé la forma en que podria alcanzarse esta meta através de la conceptualizacién de la cultura en términos de partes y gente y el examen de la interfaz entre ellas. En el dominio estructural, e] marco teérico mas explicitamente fundado enel dualismo analitico es el enfoque morfogenético. En la teorfa social esta perspectiva reconoce que el inicorasgo que distingues los Sistemas sociales con respecto a los orgénicos o mecénicos es su capacidad de sobrellevar una reestructuracién radical. Como proceso, “morfogénesis” se refiere a los intercambios complejos que producen cambios en la forma, estructura 0 estado dados de un Sistema (“morfoestasis” es lo inverso), y en los que el producto final se denomina “Blaboracién”. La accién, desde luego, es ince- santey esencial tanto para la continuacién estable como parala elaboracién ulterior del sistema. Sin embargo, cuando la morfogénesis da resultado, la jubsecuente interaccién seré entonces diferente de la accién anterior, precisamente porque ahora est condicionada por las consecuencias elabo- fadas de esa accién previa, De allf que la perspectiva morfogenética no sea A6lo dualista sino secuoncial, actuando en ciclos tripartitos sin fin de Gondicionamiento Estructural =» interaccién Social Elaboracién Hstruc- al tural. Lo que se sugiere es transferir este marco al campo cultural, utilizan- do fases analiticas semejantes (esto es, Condicionamiento Cultural — interaccién Sociocultural-> Elaboracién Cultural), afin dedescifrar el juego reciproco y dialéctico de la cultura y la agencia a lo largo del tiempo. Trabajar en términos de estos ciclos tripartitos es otorgar al tiempo un lugar central en la teoria social. El tiempo se incorpora més como una variable teérica que como un simple medio en el cual se producen los sucesos Esto representa la clave metodolégica para el problema empfrico de cémo podemos sentirnos simultaneamente condenados a girar trabajosamente alrededor de la noria cultural pero también rebosar de critica y creatividad -la tensién entre estar condicionadoa hacer las cosas de una manera y poder concebir otra forma de hacerlas-. También es el medio de evitar la transpo- sicién de esta experiencia a una postura tedrica que case con su dualidad eterna pero luego termine siendo incapaz de especificar en qué condiciones estamos condenados a reproducir nuestra cultura y cudles nos permiten la libertad de transformarla. Quienes adhieren a la “dualidad de la cultura” antes que al dualismo analitico, lo tinico que hacen después es oscilar entre los dos, insistiendo con ambos pero incapaces de decirnos cuando predomi- nara uno més que el otro. Asi, hablan de nuestra ineludible contribucién a la recursividad de la cultura, porque nuestras mismas practicas deben, forzosamente, apelar al lenguaje, las reglas y los esquemas de significacién, lo que hace que los reproduzcan, pero simulténeamente insisten en que la praxis misma siempre puede introducir transformaciones culturales. El cambio cultural se convierte asi en una posibilidad inmanente pero indeter- minada, igualmente probable o improbable en cualquier momento dado y por lo tanto impredecible e inexplicable. Lo crucialmente diferente en la perspectiva morfogenética es la nocién central de que la cultura y la agencia acttian en diferentes perfodos. Esto es Jo que nos permite descifrar nuestra bivalencia experiencial y desentraiiar lo que parece contribuir a la indeterminacién teérica. Esta nocién central, fundamental para la perspectiva morfogenética, se basa en dos proposicio- nes simples: que el Sistema Cultural antecede légicamente a la(s) accién(es) Sociocultural(es) que lo transforman; y que la Elaboracién Cultural es logicamente posterior a esa interaccién. ‘Asi, la interfaz que se analiz6 en la ultima tesis es siempre “el presente”, no importa dénde se sittie histéricamente. Sin embargo, este 'T, (el tiempo presente) es singularmente axial en el enfoque morfogenético. Como Jo expres6 Markovic, tanto “el pasado como el futuro viven en el presente. Todo lo que los seres humanos hagan en el presente est4 decisivamente influido por el pasado y el futuro [...] el futuro noes algo que vendré después, independientemente de nuestra voluntad. Hay varios futuros posiblesy uno de ellos tiene que realizarse”.” Asi, lo quese desentrafiaba en la interfazera, *'ML Markovic, From Affluence to Praxis, Michigan, Michigan University Press, pp. 10-11. ge primero, el condicionamiento cultural anterior, es decir, de qué manera el desarrollo previo de ideas (de la primera interaccin) condiciona el contexto actual de accién, enfrentando a los agentes con grupos de creencias, teorias e ideas tanto libres como cargados de problemas. Pero no se trata de una blanda confrontacién en la cual los actores examinan la serie ideacion. escogen a su gusto y sin coacciones. Puesto que todos nacemos y podemos vivir dentro de un contexto ideacional que no es de nuestra pi hechura. Nuestro mismo conocimiento de 61, nuestros intereses creados en surechazo oconservacién y nuestras capacidades objetivas para modificarlo ya nos han sido entregados antes de que comience la accién. Segundo, est sin embargo la respuesta real de Ja agencia a este contexto cultural heredado: al responder, los actores pueden explotar sus grados do libertad cultural para conseguir un gran efecto (elaborador). Puesto que lo que se dijo antes acerca de la existencia de coacciones culturales nunca debe tomarse como un respaldo del Determinismo cultural, en parte porque el condicionamiento estructural de los intereses materiales también es opera tivo en el mismo“presente” y tira en diferentes direcciones. Masimportante, sin embargo, es la aptitud reflexiva quintaesencial de los seres humanos para defenderse contra su condicionamiento (no mediante su anul aunque sélo sea porque prescribe el lenguaje y el tema), que les da capacidad de responder con originalidad a su contexto presente, (Espect camente, hacen esto ya sea aprovechando sus inconsistencias y generando Iuego nuevas formas de sincretismo y pluralismo a partir de él, ya exploran> doen su interior combinaciones novedosas de elementos compatibles yluego proponiendo nuevos tipos de sistematizacién y especializacién en el campo de las ideas.) Si esta insistencia sobre nuestra originalidad reflexiva parece una aberracién teolégica de mi parte, asi sea, pero era lo bastante universal para parecer valedera a Marx cuando éste sostuvo que los hombres hacen la historia pero no eligen las circunstancias. De alli que el Voluntarismo tenga un lugar importante en esta perspectiva, aunque siempre con las trabas del condicionamiento cultural pasado y la presente politica de lo posible. ‘Asi, la Elaboracién Cultural es el futuro que se forja en el presente, trabajosamente fabricadoen la herencia del pasado por la innovacién actual. Acausa de ello, las secuencias elaboradas a través de las cualesse transfor- ma la cultura son los productos conjuntos de la légica situacional que desde el Sistema Cultural hacen impacto en contextos en los que se encuentran los agentes y de sus respuestas Socioculturales a ellos. Este es el proceso genérico por el cual el futuro cultural se hace en el presente. Es también lo que determina qué forma de futuro (no sus contenidos) se construye, y a su turno hace de éste un proceso con patrén y no sin él De modo que analizaremos diferentes escenarios que culminan en la morfogénesis cultural, en ninguno de los cuales los cambios discursivos resultantes son arbitrarios en la mas minima medida, como tampoco es un proceso sin patrén el juego recfproco entre el Sistema Cultural y la interac- 23

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