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XIX destacan_no solo por: ser todo porque su creacion es anterior dieron el continente y acordaron ‘repartitselo en la-Con- ferencia de Berlin (1884-1885), ‘pero lo que no deja de sorprender es que aquellas fronteras que nada tenian que ver Con las etnias afri¢anas anteriores se’mantuvie- conflictos que t conocidas sus consecuiencias | ira Leona; Sudan del:Sur, Nigeria 0 la Repu- blica' Democratica’del Congo, Ante el pesado lastre de la ‘con: Otros factores, cobra rele- ea que Mbuyi Kabunda recuerda en él prolo- go; “Africa debe abandon; tistas 0 extractivas que ayer justificaron la colonizacion y hoy el acaparamiento de'sus tierras para empezar a producir para Africa y para:los ae Sa]enyoe SOj}DIJUOD So} eB ul]j4ag ap elouaiajuoZ e] ap FeOLYY ap opedad 13 souewieag opaqoy {LA E060 DE ESTE LIBR HA SIDOPATRCCINADA POR “Fh casa ARICA [EL Renae BE AFRCA DE LA CONFERENGHA DE BERLIN Destro LeoaL azore-206 INDICE PROLOGO. DE LA CONFERENCIA DE BERLIN AL ACAPARAMIENTO DE LAS TIERRAS. 0 DE LA PRIMERA A LA SEGUNDA, COLONIZACION DE AFRICA 7 INTRODUCCION 19 CAPITULO 1. LA CONFERENCIA DE BERLIN 23 La presencia europea previa a Berlin 23 Las razones de la carrera por Africa 32 La Conferencia de Berlin 43 CAPITULO 2. EL REPARTO DE AFRICA 57 De Fachoda al Rif 57 ‘Una carrera entre franceses y britinicos 66 El saqueo del Congo 73 Los pobladores europeos 85 CAPITULO 3. AFRICA INDEPENDIENTE 100 Del partido tinico ala Primavera Arabe 100 Viejasy mevas fronteras 111 2 ap epnsed ap oyund a sa erouazeyuop eqprp *(oursteruoy -oo0au Ja 4 omsrperradurt fo ‘worowzyHoI09 ef ‘PRILATTOSO eT) op ~10u09 ey seaa;x9 souorsoaie syur anb oiuouTUOD [9 woLIpy 98 10d owsstumorsoufo [ap 81891 eT SoptIaype ‘soun exeg “seuwopsge sopepozoos svy wo vodomno worovarazop vy 9p soyoopo Soy aaqos ayeqop [9 eNO 0d £ “woLIy ap UOFOMIOAD U v0 uorowzrudjoo ey ap pupyiqesiodsos ¥] auqos axeqap fo ‘oxred vam 0d -woryy op seisrtersadsa soy axni sopeuorsede saseqgap aeyosns uapans anb sauonseno sey uos sop ‘oprues oursTuL Jp we Epuoe anb ‘opoyog, WY EDTA sosajord jo unBog “puro [a argos pepe v[ ap orjodouow: je s0u9) eypuaiazd ‘507 -woumafize 4 seo11903 sauoponnstoo sus op xrized v ‘oun epeD seormgjod £ sersroaoruoo seyerm £ sopeaorsede soreqap & stsy[pue soy openosns wycqeY “OLY ap [eIOIyo woToeZTUO[OO vy mnfneut onb ‘ootr9istq opmormfootuooe un vou “resmb =t109 e snyynu ouior & vyzuBoou D119) eum oMOD ‘soouOWD [onbE Wo ‘operapistios aout Jo wa OMY tn gorwEE SforeMIsTE uyuraTe x9] [Ioueo Jo od sopeocauod ‘sopruy soprisy vLs0ad ~omo sasted gr orumaz anb “Sggr op oxoxqny op gz Te Pegt ap axquraraot ap St [ap epexqayeo “uspIOg Sp PYOTOIOFUOL FY volusy 3d NQI9VZINO109 VONN9AS V7 V WHaNIdd V7 3G 0 ‘SvauaLL S730 OLNAINVEVdVOV TV NJTH34 3d VIONSYSINOD V1 30 90794 a aaa saaiasmamieaiaer ace SSL S3INaN4 A visvesoraia YL SANOISNTONOD Xt voueyq eyuouTasg vy Op UE TL 61x sopeyingor so] op warexp [2 Lene yop sesso08 Sey todos los problemas africanos; es decir, una corriente de pensamiento que insiste en el origen exégeno de las dificul- tades del continente y que se inspira en la corriente estruc- turalista, Para otros, adheridos ampliamente a la tesis del afropesimismo, la Conferencia de Berlin es la excusa perfecta para encubrir las responsabilidades africanas o la incapaci- dad de sus clases gobernantes para definir modelos alterna~ tivos y viables de democracia y de desarrollo. Dicho de otra manera, se insiste en las dinamicas internas en dichos fraca- 808, a imagen del discurso de Nicolas Sarkozy del 26 de julio de 2007 en Dakar, en el que el entonces mandatario galo manifest6 que “los africanos no habian entrado lo suficien- temente en la historia” yles responsabiliz6 de sus problemas atribuidos, segin él, de manera equivocada ala colonizacién yalos factores exdgenos, discurso que suscité una inmediata respuesta de los africanistas franceses y africanos para res- tablecer la verdad hist6rica tergiversada. Volviendo al tema central de la presente obra, Roberto Ceamanos tiene el mérito de retomar el debate sobre la Conferencia de Berlin o la conquista de Africa con un enfo- que estructuralista, demostrando hasta dénde Mega la verdad y dénde empieza la intoxicacién en las lecturas sobre dicho acontecimiento. Analiza sus eausas y efectos 0 consecuencias enel Africa postcolonial, consiguiendo de este modo instau- tar el hilo roto entre el pasado, el presente y el futuro de Africa. Es un excelente andlisis basado en la demostracién y ena teorizacién vinculada con la praxis. La primera verdad que restablece la obra es la que con- tradice el mito todavia vigente, segiin el cual la Conferencia de Berlin procedié al reparto de Africa. Dicho reparto se inicié unos afios antes de la Conferencia y se prolongé unas décadas después, hasta la Primera Guerra Mundial. Es en este periodo cuando empezé el verdadero scramble for Africa a carrera y las competencias para la conquista de Africa) 8 mediante las rivalidades, los conflictos y los acuerdos entre las grandes potencias, por una parte, y la firma de los acuer- dos con los jefes tradicionales, por otra. La Confereneia de Berlin fue convocada para las nego- ciaciones destinadas al reconocimiento de las areas de influencia de las potencias europeas y los acuerdos de libre comercio en las cuencas de los rios Congo y Niger, siendo el objetivo evitar los conflictos entre ellas, maxime cuando cada una de dichas potencias quiso instaurar la unidad terri- torial de su imperio colonial: Gran Bretafia tuvo como prin- cipal meta vincular El Cairo al Cabo; Francia quiso hacer lo amismo con Senegal en el Atlantico y Yibuti en el Cuerno de Africa, generando el enfrentamiento de Fachoda (en el cen- tro de Sudan en 1898) con las tropas briténicas: Portugal quiso vincular territorialmente a Angola con Mozambique. y Alemania el suroeste africano con Tanganyika, ete. Dicho de otra manera, el 70% de las fronteras en Africa fueron traza- das después, entre 1885 y 1909. Expresan las relaciones de fuerza y los acuerdos entre los colonizadores y entre estos y algunos jefes tradicionales y jeques locales. Se suele tachar las fronteras africanas de “artificiales y arbitrarias”. Esta tesis ha de matizarse. Es una evidencia que las fronteras no son generalmente naturales; son pro- ductos de la accién humana y de los acuerdos entre dos 0 varios protagonistas. Léopold Sédar Senghor manifestaba que "todas las fronteras son artificiales, incluso en Europa”. Sin embargo, el caso africano presenta la especificidad de que, segtin el profesor Roland Pourtier, la definicin del territorio no habia precedido ala creaci6n del Estado, sino que lo ha seguido. O dicho con otras palabras, el Estado como fenémeno juridico precedié a la nacién como fen6- meno sociolégico. El verdadero problema de las fronteras en Africa es que han sido definidas por las potencias extraafricanas 0 9 sexzo e seystd oxqe 4 ‘serpour v sopepzaa ap seqoay ‘seprqroar seopr seun wo opeseq ‘ousjunsadayfo [9 ewoRsano onb 89 oxqyy Jp aiueagyor syor oyoadse o onb xeoeisap osroord sq -sped ay80 ap sooruguosa { soonsjod soytarmyooyto9e sol opueareur yx -mfos ‘epeatid vrojoo omoo o8u0p [op ‘sefeuoreuroIuT som -oyovyox Se] Uo “eITTOSUT UOLDENIIS EIS *_oTprooTAs ep sausuT -110,, ap o8t10p Jo Uo J] opodoa ap saquiafe soy ap souorsae sey Aseonoyzd sv worepTs onb ‘vod ej op seprerrmeumy sou -orezraeSxo sey rod sopetsunuop soyadse wos “Ty.xeur Jo rod soqueyo[ op woroerqod ef ap [#10 seo woLeUTUATTE BT B OVEN! ‘agrsosdax vy £ ‘omepoQ-oft0p Txre901395 [ap rejNonsEd ‘uo ‘semonnsewszUy op UoToNysMOD FI ‘,,oxBuEs op oYONED,, Top eqpos00 vy ered sopezxoy sofeqen soy rod opeuzzarp oftu0p off [op zouane vy ap uoFORTGod ET 9p WOE TP =(go6t-Sggr) vuvrprodos] uoenstrurpy &[ ap soue o% sot oyuEmp oe LI -oywoso souejeq un woo 101103 ap usun9x un osndur apuop A ‘epeatsd o yenprarpur pepordosd ouroo ‘eourpy op w9zeI09 2 te (8110p yop auorpuodapuy opeisy) oroysr9) orfdure un ap ssreyonpe grnBisu0o oub ‘qj opjodoay fox [a ony wTpOg, ap vrousreyu0p e| ap omeyoueq fediound ye ‘uy uy “souvurvan outoqoy 2p oxqy] [ap [exaU90 oywoUNBxe [2 anb opps oursrur [a wo “I19p eq ‘ezoluenxe ugtoeurmop ey esed seprqsouo9 oyoureIoray souoronynsur se] rouoTHEM od ‘ayuauTTeNMeUTEpuNy ‘ue -11dxo os ferwojoosod opwisy [op Soyeuse soperfnoyrp se anb suysoyrawur je Hanoy propery rosojord [9 swourepeyT9e eID -unuap onb oj sq ‘SoTTATo season saooue op opyessa Jo Avo -Br00UTEp UY ap UoLDeIMEISUT [OYTp vf ‘eoRnjod pepyrqeisout eruoumoox y] “uTO¥E opeIsy [op OSeTRAT [9 O TeUOTDET BTOTIALO -suoo op wifey PT orfdxe awapaoaque ajsq ‘sormn| see UeLL -oqap vount anb soy v odnue os £ soyun{ xeys9 uerreqop anb 80] 8 OIPIAIP 9g ‘souowouoVad K sopmiseoyoud oyusUTUOD 2189 ‘ua Woxeau os sond ‘eourjod peprqeissuy oytrormoar ap euOZ eum wa yermopoo}sod worzy Jo B1Z9TAOD ‘TeruO[Oo uoStz0 op ‘soTenjoe sopeyse soy ap edeur fo & (sera) saperwojooord sou -oyeu se] op edeur [op vfousptoutoo ou P| ‘PANTUYSp Uy, “aqusuE HOD 9389 wo oonyod edeux jap a[quaoureuy tseo ayopseo Jo oarywureT] sq ¢.seuvonye sexoIWONy Us oprireauog ueY 9s LOEITY ap ser ~oyory sey, anb sa pepreas ey *, woroeyuowfexy op osao0xd, PP epeuede oouresorms oprs vy wouyy ‘edomng uo sop -¥189 SoAaNU ap WOTSBAID eT e OfnptOD anb “6g6r wa ‘ooT;gTAOS: onboiq [ep orwormesquousap Jap sgndsap osnpur g opuniias [2 uo 2350N op WUPg ue £ osvo xourd [a ua eydong ua :sapepriua sexj0 we sopex -odzoour woxany sgndsap anb 4 saqeruozoo svxor03y WoO Sor -01f129} ayWaUTTeLTUT WoraNy onb ‘ng [op uypNg op UoTse008 trop Avantag ap efouepuadpur vy op oseo ya uo oafes opeyad -s0x amoMpeqo!s opts ey (Wi) YUROLEFY UOTUN] BT “exOS0ONS ‘ns sod opruaieur £ 96x op orl op tz Jap oxrey [gy op TOTO ~BrePop EL wo (VINO) PUBLTY PEepra Ef ap woFseTTTERIC P| sod opeidope— suns sapissod un fap 0 ugroezruoT0° vy ap sep ~epoxoq sezoymouy sel ap pepriqiueiur op ordroutad [gy “eoUIPY to so,oTYUOO soy ap wsneo Tedromrad vf waknayst09 on seiso f soseose wos sexajuoy se] ap Sopfown So1911;u09 SOT spruojoosod oporad [9 us sepeuonsons opis uey seood uz ‘ugrseztmopoosop ¥[ opsep sepruoyuem ayuoureydure opis wey “uoToUoTe BT oyNUT MEMTeT| UOTeZTUOTOO FT Op sepEpaxoy SeuROHye sexoIMONy Se] o1gos sozwomBrs sopupreox sey “eago | Uo epeszooe exovUE vu ap eperounuep SUDTA ZayesUAsUT 2 vIONSnfur BISy ‘OoTLOISTY OrUETWTOAITOOR oypIp us souvoLye soy op vrouasne ¥{ apuardsos ‘Teuoroen ~xo10 erouozopu0o vu ap BuIa} Jo ZaA vouNsd sod ony wOIIEY apuop ‘uyreg Uy “seTeo0| SeoyysO0B o sopeyuorqueorpouL AX soyemymnoo.oos ‘seueumy sopepreax sey ap ommaruroouoa -sop [2 wo seuaquody stiso UoreZeN Joad £ ‘someotyze soyqond sot & £ seonrjod sopepnue sey e xeyjnsuoo urs ‘sexofuesyKo nuevas dindmicas, postcoloniales, re-visitando un cierto mimero de concepios clasicos, al margen de sus significados ortodoxos, y las realidades africanas actuales, nacidas direc- tao indirectamente de la Conferencia de Berliny culminadas con la liberacién del Africa meridional de la dominacion de las minorfas blancas. Retomamos répidamente algunas a continuacién. Elautor nos describe un Africa de territorios conquista- dos por los exploradores, sometida por los administradores coloniales y dividida en sus areas de influencia por las po- tencias europeas y, en la actualidad, convertida en la reserva de materias primas y de enormes tierras cultivables para el resto del mundo, dando paso a una nueva colonizacién de Africa, tras la clasica. La obra tiene también la especificidad de analizarlos temas africanos ilustréndolos con las referen- cias a las novelas, peliculas y documentales, dando al con- junto de la obra un cardcter didactico y de lectura facil. Un. andlisis que huye de las simplificaciones y de las ideas reci- bidas o de los clichés, distinguiendo en todo momiento los efectos de las causas tanto en los problemas del desarrollo como en los conflictos en el continente. La colonizacién europea que solo duré unos 80 afios 0 un siglo tuvo un importante impacto en el destino del conti- nente, en particular, la ruptura entre el Africa de los estados, con su racionalidad y legitimidad externa heredadas de la co- lonizacién, y el Africa de los pueblos, con su legitimidad in- ‘tera basada en los valores y las culturas tradicionales. En este continente sigue la perpetuacién de la légica del Bula Matari y del Serkali, que impide a los africanos pensarse de nuevo. Raras son las guerras interestatales 0 nacidas del trazado de las fronteras coloniales, pero si las guerras internas que han proliferado y que se suelen atribuir, de una manera equivocada, a los “odios ancestrales” 0 étnicos, cuando en realidad obedecen a la modernidad y ala globalizacién. 13 rr Las guerras civiles en Africa nacen de la instrumentali- zacién de la etnicidad y de las luchas de poder y el abuso de este para el control de los recursos naturales. Los “diamantes de sangre”, el oro o el coltan en las zonas controladas por los movimientos rebeldes ilustran la conversi6n de la guerra en ‘un negocio por los sefiores de la guerra, los altos cargos poli- ticosy militares de los paises vecinos, tal y como demostr6 el informe de expertos de la ONU en 2002 sobre la explotacién ‘legal de los recursos naturales de la RD Congo Los casos de Angola, Liberia, Sierra Leona, Sudan, Nigeria y la Reptiblica Democrética del Congo han puesto de manifiesto que los recursos naturales en Africa (diamantes, oro, petréleo, coltén...) estén en el origen de los conflictos armados 0, mejor, los alimentan. Ello no debe conducirnos a afirmar que el saqueo 0 el control de los reeursos naturales es la principal explicacién de los conflictos africanos. Varios paises, sin importantes recur- sos naturales, han conocido y siguen conociendo atroces gue- ras civiles (Etiopia, Somalia, Ruanda, Burundi...). Més que causas de los conflictos, los recursos naturales, convertidos en verdaderas "maldiciones”, son combustibles o carburantes. La religion empieza a ser una de las principales caracte~ risticas de los conflictos africanos. Ayer fue el principal fac~ tor de las reivindicaciones de algunas comunidades en Sudén, Ghad, Nigeria, Costa de Marfil y Casamance. Hoy, esta to- mando una forma de expresién violenta mediante el desa~ rrollo del radicalismo islamico salafista sunita o yihadista en el Sahel-Sahara (0 la franja sahelo-sudanesa), desde Mali con AQMI pasando por Boko Haram en el norte de Nigeria hasta el Cuerno de Africa 0 Somalia con Al Shabaab, desde 1998 hasta Ja actualidad y agravado por la desestabilizacion de Libia con la caida del régimen de Gadafi. Es decir, un espacio de vacio controlado por los grupos armados, espacio convertido en el centro de actividades 3 se soyfts gt soy apsap wea onb ‘souoroe(qod op sowzarurezeydsop op £souorsoaSe ap atsas van op FT so votgy ap eIIOIST ET ‘sopeytodurt sopeisa sore eisandury ‘oyfoaresap [2p BIUO[OTA vIBOTOSpT | ap o [eLaqroau uowoesrfeqoys vy A uproezr[eyuapr090 ¥[ woo eprpUNzuoD ‘pep -qaxopout v| op ugrerdosde opqisodunt ey rod £ sojewororpest sazopea sns ap worson.ysep ey tod seromazayar set oprpzod ey anb ‘ouvopye [op 0 DMMP TOP SISUO, e[ 9p oyTIES eBomog wssnogg onb of seajosex op BrOMvUT VOTE e| Sy “OTTOLTESOP TOP OTIPUITUE UOTSIA eT WOO IequOE ‘ore; of sod ‘ostaasd sg sjounrg orig op vpnazoy e| unias * worry uof apow jo £ vorsyy ut apou., fo ‘somwotaze soy exed £ wouyy vied xonpord v rezodura exed sexz9y sus op oyzorureredvoe 2 Koy £ugwezraojoo vy uorwoynient zoke onb seanoesixo 0 seistquor seumouose op vorHg] vl LeaOpuETE aqap VET ‘seoreyg sexz9n sey ap ugrorrdosd -xa uy ¥ opoooad ag “soyerorour09 soannd sore epep peproud vy zod suiseyou sopewuorqurvorpour serouensosuoo ap syurpe ‘soyrem@reoorq op A sowsune ap uptseyodxe ey armerpout ‘soqmaysrxo vf ‘seuniquieq se ‘soursedureo souonbod 80] 2p [EIR OpOX? [9 PINDUIOY ,UOTOBZTUOTOD op eULIOF eAaNT, visa onb so oxetpourur opeyfnsas [q “SestArp rou} eed sete] -mbre 0 seyopuos ostoasd sg ‘apernoy) soBz00¢) 0720108 WOO vroumuep undoes ‘soHva souvousye go] ap vapt ¥[ syur zea vo opucrpungrp ‘sepeqpoaordesop ‘owe, of tod ‘k sepeaiqes tox Om 0 saqeaeA Tos EITELTEESGNS LOLIFY To Wo SOTTCAL INS sexzon seqonu pono jo unos ‘opeooarnbs ‘ordroutd [ap 92 -aed ag ““"equrez, “uppng ‘ofuop [op voyys90ura eorqndoy, spauag ‘wueyy ‘ELT “emoaT extarg “eHrOSIN Heyy “onbyg -urezoyy ‘reoseSepeyy ‘eydong ouoo sosyed op wien og ssormemamoorg wo £ seireyuaUNTe sapeprseoat sns xemfose so oanalqo [q “00% 9p eroroueuy £ erneyTOUT -ye sys vy e oye! “—ermay o eydong ouros sasyed wo U9! -eurodxo vj vred— soz] sv] ap £ joueso [op 0 sarmengzeoorg mn soy op epueurop ey op £ somauntye soy op ofaad jap omzomme TPP 27k & ‘opoy azqos ‘sayquayqno sexton op wud oye -sodwur van rod sopeztraysereo ‘sopeyuaT10-orpaur o soonyIsE soyuafiowo sosred soy ¥ ‘seodomo f svavopioueayzou sofeu ~oyeunyqnur sey o a110u [ap sesosdua se] e sepermble o seprp -U9A opts wey seary99q ap sauOT{rux Fer sou onb eumse os ‘season sel ap oroqureredeae [ap euxoqqord [e omens ug. -ende [op operq -Wmbe ouredaz ye ousor wo somornqos opuesiuosus uyise 98 sosvo soiso ap soyonuz ua “oyrons 10g “eseN OBy| [9 2uqos joey { eruezuey, wousrueur onb opeosaype op 0 “‘vuensiog A vyqarey sue oSueseyQ [op sense se] woo ‘sosyed eaanu 40d eprizeduoo ‘xeSsy 012 Top voMANS e woo voyTE|d 28 eUIOTG -oad oursyur [g “erouoatazodns ns ezed [eyourepuny osmoor 9180 ap seaud epand soy sejoowie sour woo ene Jop osn 1 0 sesoad ap ugroonssu09 e[ anb sojso opuaru9} *(oydiq A uypng) ofeqe oy3 sosyed soy £ (eydong ‘eraay ‘epuesy ‘vyuezuey) equie o1 sasred so] ammo souojsuar sey op “OLIN [9p osvo Ja sq *(o8t0D of4 [ap vowoNd) sesj0 ws Iexqos £ (eouzy ep ousony ‘o10N [ep eorFy “ToueG) souordor seu wo tvaseoso ap vfopesed iso vuxeoua ene To ‘vouTyy ‘ug ‘ojwaurmod [9 wo OJT[FUOD op 10,9" ONO so wNBE TH “soyeroos { sexoxron§ setouojora sey op seurnotA 9p weN ag “souToeA sol & IeZTIquIsasep ered soprosyquise soxapod soy sod uowoemeruoumssut us woo sofe] sopuerg S0[ 2p ugYBor eT we a1m90 OUTOD ‘sox9HFHOD ap Iopeuoip 9p ears onb ‘ouswiguey o1s0 ¥ aIaZy x99RT B SopEisa so] ap peprordeouy ey uo peproytoodse wise owon voryy ‘(somos sopezedsap £ soperinyar ap souoprar ot e §) sopeynyou 9p coum [e omen wo eIsy op sondsap ayusmAtO opunfog ‘sopenjor op osoupu armewodurr un xexouo$ op pep -ermoed visa wotqure) WauEN souvoTZE So}9T]FUOD SOT] ~“-soqroyexSrar sofay op € seuoszod ap ‘se -oxp ap ‘seunze ap sore :o[puy epor ap seanorep A seHOTE de trata negrera oriental a 4. siglos de esclavitud transatlan- tica y de 80 a 100 afios de colonizacién. Estamos ante una “historia de sumisién a los demas”. Estas practicas de sub- yugacién han introducido en el continente la cultura de la desigualdad, de la violencia, ademas de bloquear las activi- dades de desarrollo y de expansién de los grandes imperios medievales. En muchas partes prevalece el odio y la dificil coexistencia entre las distintas comunidades. En pocas pala bras, aquellas acciones del pasado estén en la base de muchos de los conflictos actuales o las violencias sociales, manteni- das y reproducidas por los "nuevos colonos negros”. El lector echara de menos el andlisis del proceso de democratizacién en el Africa Subsahariana, proceso limi- tado en el estudio del Africa del Norte con la amada Primavera Arabe. Este movimiento ya se produjo en el Africa Subsahariana a finales de la década de los ochentay comien- zos de los noventa y no aleanz6 el norte del continente, donde occidente apoy6 a las dictaduras establecidas para evitar el acceso al poder por las urnas de los movimientos islamistas. . Este viento procedente del este, que algunos tacharon de "segunda descolonizacién de Africa”, 0 “la marcha hacia la segunda independencia” contra el colonialiemo interno y los regimenes dictatoriales, esta vez contra las dictaduras monopartidistas, condujo ala adopcién de nuevas constitu- ciones y dio lugar a una nueva clase gobernante democratica~ mente elegida. Elbalance, que hoy se puede hacer, es muy controverti- do: el proceso presenta importantes aspectos de fragilidad por la instauracién de "democraduras” (democracias forma- les y dictaduras encubiertas), de “dictablandas”, de "monar- quias republicanas” en algunos paises y de golpes de Estado constitucionales e institucionales y la sustitucin de partidos ‘tinicos por los partidos dominantes, o segtin Ali Mazrui por 6 factores histéricosy actuales interrelacionados: las fronteras artificiales creadas por la colonizacién, los ejércitos hereda~ dos del poder colonial y la falta de continuidad entre las nuevas instituciones politicas y las antiguas realidades cul- turales africanas. Es un problema complejo, objeto de otra publicaci6n o anal .MBUYI KABUNDA BADI 6 ve] A eSoyeazso ey ouroo sorrazts somo e upiquae, opuotpuaie soimomnis sepeogp se] wa ourfear 08 o1sors02 Top eaNoaxo uorednoo ef warq ts ‘eoyyy op opsedax ja uo xeorpde e seo -189q svuLION se] woLoDeTqESe £ Sanu vyseY sopeoquEy ‘sor8nT] soy wosarafosax typo Ug “setouajod sey axyua oxuanou9 edrourrd 9 ong uyrog op vrouezeyuon vy “seadome seyzo]y -youeo se] we graqosox as anb oanorguos oyredax un ong ‘aqampuoo [2 xednoo sod ex ~o11eo ¥un soouoqt9 woreroTUT seIouDjod sey “voLpy rod soad -oina Soy ap S9s0}UT [2 UOIeJuEUME SeTOUEISUMOTIO SeSIOATP opuens ‘eu9y90 some soy ap rnsed v gLqureD uOTOENATS BIE ‘QqWOMRUOD [OP LOVE [9 UO “So[PLAN SeIA SET Op sgaeN ¥ smoupedroutd ‘seosomos £ seumuea seimr sep rem# -ose vxed saavpous op eqryes} ag ‘o}uSUNUOD Top [euoIpLToUE syur owonnxe [2 us vorupHg oan A esopuvpoy uorsuEdxo tT A erpSay ap eseouesy uproednao e| souremdaoxo 1s ‘sex01800 souoyfox sepemrmmzayop & epeyTuT] uN ELIS LOLIFY UO UO!D -exjauad ns ‘ax offs [op sefeuy opsap eIsy wo £ vorrgury uo sommesexg ‘opunut [9 opor ue xepod ns zouoduxy sod weqeagnd seadome serouaiod sey ‘XIX opts [op peru: vpungoes vy ug NOISSNGOYLNI presién del més poderoso. El continente se convirtié para los gobiernos europeos en una pieza més del tablero en el que decidian el futuro del mundo. En un periodo relativa- mente breve, se dispuso quién se apropiaba de los territo- tios africanos. Salvo Etiopia y Liberia, toda Africa fue ocupa- da y, en 1914, el reparto colonial de Africa se podia dar por coneluido. Solo el resultado de la Primera Guerra Mundial lo variara cuando los vencedores se dividan las colonias del derrotado Imperio aleman. Las fronteras forjadas por las potencias coloniales fue- ron arbitrarias y no tuvieron en cuenta la realidad africana. Sin embargo, Iegada la indepeniencia y para evitar males mayores, se aplic6 el principio de intangibilidad de las fronte- ras. Esta decisién supuso mantener, en la mayoria de los ca~ 808, las fronteras coloniales, que fueron heredadas por los jovenes estados africanos. Al heredar sus limites, también heredaron sus litigios. Este libro se interesa por las razones que motivaron la carrera por Africa y por mo se produjo su reparto colonial para, con este bagaje, conocer sus consecuencias hasta el presente. Su punto de partida es la situacién previa‘a la Conferencia de Berlin para, a continuacién, y tras analizar qué supuso este encuentro internacional, abordar la divi- sién, conquista y colonizacién del continente africano. Finalmente, el ltimo capitulo trata sobre como han afectado las fronteras a los estados africanos. Estas han sido, y conti- niian siéndolo, fuente de conflicts, muchos de los cuales abordamos en este libro para conocer y comprender esta problemética. Las diferencias politicas, étnicas y religiosas en unos paises con fronteras artificiales aparecen como las causas més aparentes de los enfrentamientos, pero detras de ellas se encuentra, frecuentemente, la lucha por el control de los recursos naturales que ha caracterizado al neocolonia- lismo. Las fronteras, un pesado lastre para el desarrollo de 20 los estados africanos, muestran e6mo la herencia colonial sigue presente en Africa. Este libro es dendor de los conocimientos aportados por la bibliografia existente. Dada su amplitud, nuestro apartado de fuentes y bibliografia no es sino una mera relacién de obras que, en absoluto, agota la extensa produccién sobre la historia contemporénea del continente africano. Se ha selec- cionado una serie de textos que permiten al lector profundi- zar en los temas abordados en el libro. Junto a las obras cla~ sieas, contemporaneas a los acontecimientos, la historia sobre nuestro periodo se nutri6, en un primer momento, de las investigaciones de los historiadores de las antiguas metr6polis y, mAs tarde, de las de los propios historiadores africanos. Ha sido un largo recorrido que abarca desde los ‘tiempos de la descolonizacién, caracterizados por una his- toriografia muy critica con el colonialismo, pasando por la historiografia postcolonial, que superé las interpretacio- nes eurocéntricas y reivindicé la cultura, produccién y resistencias africanas. Esta bibliografia se ha multiplicado en los tltimos afios gracias a la labor realizada desde cen- tros de investigacion donde, a la interdisciplinariedad, se une el trabajo comtin entre historiadores europeos y afri- canos. Es el caso, entre otros muchos, del Institut des mon- des africains (hitp://imaf.enrs.fr/spip-php?articlea&langefr). El Gltimo capitulo de este libro, mucho mis dindmico, se nutre, ademds de la bibliografia citada, de informes de orga- nizaciones internacionales como ACNUR, UNICEF y la UA. En la actualidad, se asiste a un repunte de Jos estudios sobre la cuestion colonial impulsados por los debates sobre las Hamadas guerras de memorias entre los herederos de quienes protagonizaron estos episodios del pasado. La opi- ni6n piblica, y por ello los politicos, se interesan por la colonizaci6n y por sus consecuencias, que se han convertido encuestiones estrechamente relacionadas con la integracién ro ‘sopezoqyy soavposo sod sepepuny— souvorsye Soy ep peLtoqyy epexodnoox vj wequpzooar ab sorqurou worepuny aonb sapep _nyo sey © woxoisnd osnyput 9 ounsapuepp ororour09 yo eIyu0D woregony se[eraojoo serousjod seasna set onbune A ‘eux10y iso ag] “ouvoLIFe oyUOMTIMOD Top IOTLaIUT Jo Wo OUIOD LOLISUTY = uowoorp wa OMe} “OANJUBUE 9s wre} eT “soUEUMY sos9s ‘woo oot [ep owTpouTUT uy [9 osndns ou pryrarpose e[ ap wororoqe ep ose “XIX TP wo pmaravposo ey ap worsoadns wy £ AX opfrs jo ome vougUTy v souBOLyE op souoTuX ¥ oyrodstrex} ‘soadomne soy sod optsourosd ‘onb [2 oums as oorpuy ome990 p tory {‘seuvreqesuen sem sey ap sgaen v ‘eysou yo BOTY optSurp soavposo op oop Ty “souvorsye sotrerpourroqy sus Ksoquze soy ered uprquies ofertas Anur oroo8au tm ‘soaepose ap orxowoo ja uoD woreranT 9s soadoma sojsq “sooruys ~raq A sosoowexy ‘sosorrep ‘Sasopurfoy woreUMS 28 SOT|P-Y “AX opts [op razed v sojowedso soy { “sosonSny10d soy opts wesqey 80703809 seARjouD xoD9[qeIS? 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Ademis, fue sustituida por el trabajo forzado de la poblacién africana en unas condiciones tan terribles como las de la propia esclavitud. Junto al tréfico de seres humanos, los europeos partici- paron en el comercio de marfil, oro, cacao, cacahuete, aceite de palma, alcoholy armas. Todo ello hacia rentable sus pues- tos comerciales, que también eran importantes puntos estratégicos para las rutas hacia los puertos asiticos. Estos eran sus principales objetivos: entablar un comercio venta joso con los pueblos africanos y abastecer a sus buques en trénsito hacia sus imperios mundiales En el norte, exceptuando Marruecos, donde reinaba la dinastia alauita, la costa mediterrénea formaba parte de un debilitado Imperio otomano que mantenfa una dominacién practicamente nominal. La autoridad residia en la Regencia de Argel, en el bey de Tanez, en un debilitado Gobierno tur- co en Libiay en el jedive de Egipto. Uno tras otro estos terri- torios cayeron en manos europeas. En 1830, Francia inicié la ocupacién de Argelia. La excusa fue el propésito francés de terminar con la pirateria berberisea y el casus belli un con- flicto por deudas que derivé en una afrenta al cénsul francés. Pero los verdaderos motivos de la invasién residian en el deseo de expandirse al otro lado del Mediterraneo. Argelia fue el comienzo del segundo imperio colonial francés, el mayor del mundo después del briténico. Su conquista con- cluyé en los afios cincuenta, después de vencer a Abd el Kader, simbolo de la resistencia argelina. El control sobre el Sahara fue més tardio. Francia queria convertir a Argelia en una colonia de poblamiento para, una vez contara con una notable presencia francesa y con el apoyo de los musulmanes asimilados, 24, integrarla como un departamento mas. Para lograrlo, y a causa de su insuficiente potencial demografico, las autorida- des francesas permitieron la legada de italianos, malteses y, sobre todo, espafoles del sudeste de la peninsula Ibérica. Presentes en las novelas de Albert Camus —hijo de una arge- lina de procedencia menorquina—, estos dltimos fueron mayoritarios en el Oranesado. Con ellos, asi como con la comunidad judia, Francia fue generosa y favorecié la obten- cién de la nacionalidad. De esta forma, con independencia de su procedencia, y tras el paso por instituciones nacionali- zadoras como la escuelay el ejército, todos los colonos euro~ peos terminaron siendo franceses. Habra que esperar a la década de los afios ochenta para que la creciente influencia econémica europea se concrete en la ocupacién del resto del norte de Africa. Ante la impo- tencia otomana, Tinez, Egipto y Libia seran ocupadas por franceses, ingleses ¢ italianos, respectivamente. Finalmente, con el establecimiento de un doble protectorado, espafiol y francés, sobre Marruecos, todo el norte de Africa quedara en manos europeas. Este proceso se explica, inicialmente, den- tro del contexto de la “cuestién de Oriente”. Se trataba de decidir qué hacer con los Baleanes ante el declive del Imperio otomano. El objetivo de la diplomacia europea era mantener un equilibrio entre todas las potencias y, con este objetivo, se celebré el Gongreso de Berlin (1878). Los britanicos temian la expansién austro-htingaray rusa a costa dela debi- Yidad otomana y rivalizaban con los franceses por la influen~ cia sobre Egipto, mientras que estos diltimos pugnaban con los italianos por dominar Tinez. Los destinos del norte de Africa se dirimian en el coraz6n de Europa. Gran Bretatia salié favorecida de este encuentro. Ocupé Chipre y logré que los rusos permanecieran alejados del Bésforo, mejorando asi sus buenas relaciones con el Imperio otomano. Para compensar a Francia se le otorgé via libre en 25 :soadoama soy ap epeSaqy ry] are saywozodurr wosora os som -eouze soyqond soy “o8t0p qo “Ins ye syur ‘A xo Jo “TeBouIg [Pp toopUYpY ouez00 [P UD Meqeooquiasop onb soyx sapuesa soy ap spae v eqearfeueo as onb ‘soprarr Top soqqand soy ‘woo oyoxsur09 Jo wquinfiose Sa] soo|Soqw1I99 $0.101800 soAB[OUO ‘ap [ouIUOD [y “oyorswL0D [e sopeorpap uoLs1auEULIed soo ~rayitag £ sosooueyy ‘sasonSnyr0d soy oxad ‘opeyprenr wercey as sasauep £ sosapur[oy “se1soo sus uo opepeisut uerqry as soadoaa soy *Teuapw999 wou Te axoYor 9s nb of 10q 186x eyseq ondig wo WosarooueMtsod soonmprAG SOT Awoxorpaons 98 sopernoyrp se] ‘oRtrequia ig “somtrarpuadaput souopouu se] op owes [e PLIOA[oA oxdiBy “eorupyuag BIouONyUT ‘eyepeingose 4 sred je peprpiqease ey ea[anasp za vay) “Texodura ‘woronyos wun sos e egy “reTTTUX UpYoednoo e[ 10d “zggt wo ‘oxo svuzorey seyfonaar sey £ orodie oannoaly [ap peprquisour ‘ey jue ‘orod ‘vjoomp worousasoyur eum reytAe £ uye orodife ousorqog tm xowspreur oprrayord erorqny eueyorg WEED “soxpuoy op aopse1x9 vonsfod yf ap orreytxorad oanalqo un uo gTyrTAOD 98 anb ‘oydiq oxqos wormeyt1q ug ToeUTULO eye eIoUAISISar SyUT ovogyo ou prouery “seorupig soueur uo vf eqeise [ete [Op Jonm09 [a osad ‘ugweHaaeu ap pewoqy e[ oLoatqeise (gggt) ydouyue;stoy ap u9romaauoy ey “estroroe Tedrounrd ns ‘ua onmtattoo as & xduroo se] euRarg WEIN ‘Zang op oUTHETEYY [eur up oypsr0aruy arusedwop vl ap Souoroe sus xopusA 1 opesr{qo or 98 orodia ouxorqor) opepnopus [a ‘SL gr ua ‘op -treno soye soun oprsed uerqey seuady “sasour outa soun ap vio “UgTONAISHOD Ns e PEPLCOLWE Koo ‘opueNd ‘sour uN ap syur oood e erpuy ey { eueioig werp ano ofeta 9 opusronpar ‘oarstoap any [eworoemaqUT oYoxaMT09 Ja aiqos oyedury ns 69gr op oxqurataoe op Zt Jo orndneut os zong op [eu Ty “soqromur 000°O% op UE[qEY SOTBIOYO seaplO se] “UYENUSUE

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[...] Hom- bres blancos vinieron del agua y dijeron palabras que nadie entendié. Nuestros antepasados cogieron miedo; deeian que eran vumbi, espi- ritus que volvian de entre los muertos. Los empujaron de vuelta al ‘océano con salvas de flechas. Pero los vumbi escupieron fuego con un ruido de truenos. Muchos hombres murieron. Nuestros antepasados hhuyeron. Los jefesylos sabios dijeron que eran los antiguos poseedo- res de la tierra [...] Desde entonces hasta nuestros dias, los blancos no han traido nada mas que guerras y miserias. Mukunzo Kioko, his~ toriador oral del pueblo Pende, 1963 (Hochschild, 1998). Desiertos hostiles, selvas intrincadas, pueblos desco- nocidos y enfermedades tropicales no hacian atractiva la penetracién en un territorio inmenso que se empezé a cono- cer gracias al sacrificio de esforzados exploradores. El irlan- dés Daniel Houghton fue uno de los pioneros. Fallecié du- rante una expedicién por el interior del Africa Occidental (4790-1791) que habia patrocinado la African Association para explorar el rio Nigery localizar la mitica ciudad de Tom- ‘bucti. Fue sustituido por el escocés Mungo Park, quien em- prendi6 una expedicién (1795-1797) que alcanzé el alto Niger. Park falleci6 durante su siguiente exploracién al Niger (1806) yno ser4 hasta 1828 cuando el francés René Caillié se convier- ta en el primer europeo en regresar de Tombuetéi, Pocos afios antes, Walter Oudney, Dixon Denham y Hugh Clapperton habian logrado atravesar el desierto del Sahara de norte a sur (2823-1823), siendo los primeros europeos en divisar el lago Chad. Estas fueron las principales expediciones en el occi- dente de un continente apenas conocido, donde se habian fundado varios estados que ofrecerén una notable resistencia a la ocupacién europea. Pero, hasta finales del siglo XIX, los europeos se contentaron con comereiar con ellos. En esta penetracién, junto a exploradores, soldados y colonos, marcharon los misioneros. Protestantes y catélicos 28 compitieron por convertir el alma de las poblaciones ani- mistas y protagonizaron algunos de los principales avances hacia el interior del continente. Por poner solo dos ejem- plos, referidos a la actividad de los misioneros protestantes, la London Missionary Society eruzaba, en 1859, el rio Limpo- po: y. afios més tarde, en 1875, los presbiterianos escoceses jan hasta el lago Niasa, combinando su labor misionera con la colonizadora. La actitud de los lideres africanos hacia estos hombres de otra religion fue diversa. Hubo quienes, convencidos de la inutilidad de resistirse a los colonizadores, vieron en los misioneros un punto de apoyo en su alianza con los europeos frente a sus enemigos tradicionales. Otros, por el contrario, al igual que se opusieron militarmente a la ex- pansién blanca, los rechazaron. Fue el caso de los zulées, que no veian con buenos ojos a quienes venfan a destruir sus creencias y costumbres. Los portugueses, que ocupaban las islas de Cabo Verde, Santo Tomé y Principe, avanzaron hacia el interior desde las costas de Guinea, Angola y Mozambique. Los espatioles ha~ ian establecido enclaves costeros frente a las islas Cana- rias, en Jas islas de Fernando Poo y Annobény en la costa de Rio Muni, pero estos territorios no fueron objeto de explo- raciény explotacién hasta bien avanzado el siglo XIX. Frente a estos antiguos imperios europeos, los franceses habian extendido sus bases atlénticas a las costas de Guinea, Costa de Marfil, Dahomey y Gabon, y tenian su principal colonia en el Senegal, desde donde habian penetrado hacia el interior, conquistando la cuenca inferior del rio Senegal. En estos territorios impusicron cultivos para la exportacién y contro- Jaron Jas actividades comerciales, estableciendo una politica proteccionista que les permitié restringir el comercio con sus nuevas colonias a sus propios comerciantesy alas manu- facturas metropolitans. Por el contrario, los britanicos, instalados en Gambia, Sierra Leona, Lagos y Costa.de Oro, 29 © Koun oxyio eqenus os anb exowoine uoroeqod eum wv ayasy ‘ooo'oog soun were ang [ep koHpy uo soperuase somo[D 80] ‘XIX offts [op soperpour y ‘soadomo soy sod sopefoxy409 zas 8 uptqure) resed wa uorepze o onb sorroyz1a1 ap aqres eum e soptonpas wox9rA 98 someat fe soyqand soy anb sexyuorut ‘—qeeasueay £ ofavi9— so109q seorjqndas sop rey £ oqep [q— seorupyiq séruojoo sop uoreprfosuos og cewempypuesy op ep uo 1) unog ning Lapg 8,e120y 9p eee BUG “Y TAD) mIng -seyreseq sequre srosotnposdar “ “Teraojoo vondo ey apsap ‘onb seqnoxjad sop op ugrsonpord yy odnq imtoo UpToRoLFTUT ns y “sONTOTMTIOR -wooe soqure ap oatdy of rod erroisrq eye opesed wey ‘Teen & ‘yz outax [9 axyu9 Bro Oss e[ Wo OsSTOTSTUT OARS Ta “LIT 8,ay20Y Wo vorUBILAG ProUaIsteax soLLo}S0d ey A PHEMTPUTST ap eyereq ey opmunsap opanb nqnz z9pod ya “rpunyy op vyrereq e[ wo “f osndurt a8 eoruyy1q pepuomodns ej ‘aout -Teury “soadomo sorozglo sopedmba sofour soy a1qos oueo ~tye onrozgfo un op sep101914 sesvoso sep op eum ‘eoeATYpUEST ap vreeq eT wo opriossop ong oxod ‘yInx orso}II02 [9 orpeant oormpitag onoxofo Tg ‘ounoraze oqand a189 op cored opopod jo eruodns onb serrpror wzeuoute vy woo seuTUT01 OA ~ofqo ouroo eran (62gt) nynz-o[Sae exzon8 ey ‘songz K sort -¥H1Iq Wos9qanys0s onb Jo 0 opeprosar syur oTaTUTEyTaLsuO Tg ‘souvowze sotqond somo £ vaeroq ‘euEMs} “esoqx ‘OF =nseq so] ap eroua}stsax Bf Wor9TOMIAA saraoq K soorBEI ~yeeastrexy, ap Kafftrerg ap axqry opersgy jap seoriqadex Se[ opuepuny ‘afaerQ OW Jap aLOU [a EEG ZaA vse ‘OpOx? nana un woxerorur soxagq soy “gh gr uo vorqndos worl et Ow -opxKaTIe 95 ‘SeoTpUT Se}S09 Se[ HD [PALE OpeISo UN ap U9TDEALO EI anrared eypod om onb ‘euerarg weg -jerey op eoriqudoy vy ‘ewomndis oue [e “zepuny ourmzed say onb ‘sonnz soy axqos PUIOIOIA BAIsTOop FUN WosLAN|GO sax90q SOT (GERT) 241 POO Ug “sousan soyqand soy axnua sauopoesSnar sapurss opueooaord of ‘oprpuedxa wiqey os “wyeyg ofpppnes us op uoroomp ey ofeq ‘anb ‘nye ugtova ey woo woreooy aouear ns wy “oBIEIC OL [op optzsosaz [9 opuomnits ayiou Jo erarq afera un (ohgt-Segr) uy woody [o woreUIET| OF “epopeues vy A emyqRoLAe ey e ase =Tpep epuop ‘oormyrtag onmrurop [op sofa] sesI9N seaonT ap vosng wo JOFTO}UT [9 BOeT FeztTeAP P—sasapUL[OY Sol ap SoTUOTp ~usesop— sox09q soypnun v TOTeART] Prraepso eT 9p WOLDHOCE e A soormpirzq souojoo ap ypefal{ el ‘sepepyome seaana se] ‘woo oioreMpuaus oper ap sepeoap sexourd seu sexy, -vorupig eiBorense ep us axrp “erpuy el eT, vinx rT wequiniase souovoisod seisg “wrqrarey wo “Aeg StATEAL vorednoo ugrqure; souamb ‘soormysg soy ap soueur uo ovo oquy Ig ‘seormgojodeu sexzonf sey sexy, “sesz97 sus sez7u0[09 £xesmbuoo op worouaruy 2 woo ours ‘sayo2ua}0y Ksouvmmnb ~80q 09 Jeros9UIOD ap asap [> WOO OU “IOLIDIUT [2 EIOEY UOTD -enouod vj gruouioo oyuorg “sesopuejory soTe9IQ seIpUy se| Prowy Uns e[ we oseq oFMEZOduT eu ‘oqeD I OpepuNy uesquy sosopurjog soy eSgr ug “wuvrduror opis vyqeq vod -omo ugToesioned vy ‘OMEaLIFE ayUSUTIUOD fap ans [> UT, “oruorpuadapar worjqndax eum wo onatoo 2s vuoqry ‘Lhgr uo ‘X ovronsray [pp woToeztuoj00 vf woroMBrsord souroprouoxt soy ‘souoysord ofeq £ ojnosprs orsoad un 20d arog woneztaojop ueowoury vy rod epmbpe oxazze1 ap ef ~ueay Pum axqos wore Mose 98 ITTY “wAOIMOYY “Tendeo TenIae NSE seurpxord ‘opemsayy oqen ap svjs00 se] e uose29I] so1aqqy s0189 “regt op spuedy “souvorrourvarrom soars soniye e seavoLye sexro7 wa zeouge op eaneroruy vy op gi8ms anb ‘exraqry gpanb soorapiisq £ sossoueyy 10d epeopoy “sopeiojdxo sopowzra) 80] U2 Sopriayqo sosaxSut soy Uo soyseB sns reFeINs gosnq ‘owourour zousd un opsap ‘onb oursrenrojoo Jap soanafqo sopedroud soy op oun ‘uorsednoo oyroydyour wise op soise soy z71qno woxopresad sosaufur soysq “sooruyyiaq soy wpIquIe) ‘soumeyosom09 so sopor e URquIqoD ag soxaUENpE soypaLp sojanb eromvar op ‘eyrorqe syur eiomenpe vonsjod vun woreorde

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