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iia tips ee OE ce SEMA iy HISTORIA DEL CUERPO BAJO LA DIRECCION DE: ALAIN CORBIN, JEAN-JACQUES COURTINE, GEORGES VIGARELLO VOLUMEN 1 DEL RENACIMIENTO AL SIGLO DE LAS LUCES DIRIGIDO POR GEORGES VIGARELLO Traduccién de Nuria Petit y Ménica Rubio BEloteca Dantel Costo Villegas EL COLEGIO DE MEXICO, A.C. taurus historia “Flood cons 1. Dela Reatsance us Lares we (© Dela radu Nik ity Meniea Rubio (© Deen eck San Edones Generales, SL, 2003 “Torelauna, 60. 28083 tadid Tetllone 91748 9060 Telex 917349224, j wer tauros silane + Aquila, Ales, aun, Alagus, S.A ely, 360.1437 Buenos ives + Satan Ealcones Generals, S.A de C.V ‘a, Universidad, 767, Col el Val, Mésio, DF, CP. 02100 + Disuiuidors y Etora Agar, lea, Taras, Alagus, S. Cates," 1023 ogous, Colombia Telefona: (371) 635 1200 tsa de cables: Pep Cano y Sonia Sanchez sacion deeb: erga (1495-1523), Apo y Maria, Manoel Law, (ARES Ono) ISBN de dia compe: 84306-05983, SUN: 8F306-0580-4 Volumen 1) Dep. Lege M-38 930-2005, Protein Spin pron Espana (Geen ei ho cpa Abels tales dele oped hc i | | iu iNOS Indice LOS AUTORES ..... PREE INTRODUCCION ... ‘CAPITULO 1. EL CUERPO, LA IGLESIA Y LO SAGRADO Jaques Gélis El cuerpo del Salvador Lashuellas Los instrumentos de la Pasién .. Las cinco llagas El Hombre de dolores Los sufrimientos ocultos Del corazén vulnerado al corazén herido de amor El lagar mistico EI Cristo médico «Esto ¢s mi cuerpor Los nitfios-Cristo El Nifio dela Pasion Los pequefios inocentes ... Incorporarse a Jesuetisto .... Infligc al cuerpo los castigos que merece .. Ascesis alimentaria 39 Laambigtiedad de los signos Maceraciones y mortificaciones Inscrito en el cuerpo « praeeees «El corazén consumido por el amor de Dios Martirio de amor y transverberacién Laenfermedad coma signo de eleccién .. ¢Haced todo lo que querdis con el enfermo...» El tiempo largo del martirio moderno .. La pecadora arrepentida Elblasén defos santos CCuerpos que esperan la resurreccin «La gran belleza de los cuerpos gloriosos» IIL, Reliquias y cuerpos miraculados La reliquia, un cuerpo-tronco Tnnumerables reliquias .. Lareliquia puesta distancia . La teliquia en el centro de as controversias «- Eleuerpo deshecho Reliquias que hablan ‘Cuerpos milagrosos y cuerpos «miraculados» Milagros evangélicos Milagros de castigo IV. Las mutaciones de la imagen del cuerpo 2Un cuerpo protestante? Convulsionatios . Evolucién de las representaciones .... CAPITULO 2, CUERPO DEL COMUN, USOS COMUNES DEL CUERPO Nicole Pellegrin J. Decir el cuerpo: los humildes y los otros I. El «cuerpo»: palabras y muertos 57 58 61 o7 68 74 75 7 79 80 82 83 84 85 87 91 96 98 101 103 104 105, 107 108 110 13. 116 Il. Losayunos del cuerpo IV. Piernas pesadas y pies ligeros V. Peso y pliegues de los cuerpos VI. Cuidados y excreciones def cuerpo VIL, Las protecciones del cuerpo: lo de dentro y lo de fuera VIIL. Esl cuerpo un teatro de las apatiencias? CCapfruto 3, CUERPO Y SEXUALIDAD EN LA EUROPA Det ANTIGUO REGIMEN Sara F Matthews-Grieco 1, Laadolescencia y la juventud: iniciaciones sexualesy ritos de cortejo Socializar a los jévenes: cofradtas y cencerradas Rituales de seduccién y précticas prenupciales sexual Iniciaciones y aprendi IL, Laedad adulta: el matrimonio y sus aledaiios Comportamientos conyugales entre procreacién y placer Promiscuidad popular y licencia aristocrética La prostitucién TIL. El cuerpo y las wotras» sexualidades. Entre toletancia y represién Elonanismo El bestialismo Lasodomia . ‘Tatbadas y fricaticess Captruto 4, EJERCITARSE, JUGAR Georges Vigarello 1. Lanobleza y el ejercicio (sighos xv yxv1) La fuerza frontal y el arte del combatiente Visidn de los movimientos del cuerpo, visién del universo.. 123 130 138 145 151 159 167 170 171 173, 178 182 183 191 199 208 208 212 214 221 eAprender a prestancia? See Desfiles burgueses y «combates de destrezan IL, Los juegos, la efervescencia, el control Practicas excitantes, pricticas desmenuzadas . Practicas controladas, pricticas separadas . Practicas de salud, précticas limitadas IIL. De la renovacién de las fuerzas a su cuantificacién -Redescubrie la fuerza? .. Los juegos, el célculo, lacficacia .. CAPITULO 5. EL ESPHO DEL ALMA Jean-Jacques Courtine 1, La tradicién fisiognéi Hi. El cuerpo y sus signos Captru10 6. DIseCcIONES ¥ ANATOMIA Rafeel Mandressi 1. Lainvencién de las disecciones IL, Very tocar IIL Leery diseccionar . TV. Estructura, fragment V. Launidad yel fragmento ......... mm y mecdnica .. CCaptrut07. CUERPO, SALUD ¥ ENFERMEDADES Roy Portery Georges Vigarlle «ss esseees I. Medicina tradicional y representacién del cuerpo . Loshumores . Elequilibrio Los fluidos sutiles 245 252 256 257 261 271 277 278 285 293 293 296 301 303 307 au 315 319 323 324 324 326 307 0. ™ Vi. Vu. ‘Medicina popular, cuerpo y «simpatias» Las wcorrespondencias» ‘Armonia y prevencién Amuletos y simpatias Prospecciones anatémicas y wobservaciones» . gLeera Galeno u sobservar? Diseccionar Descubrir Contra los «errores popularess Movimientos internos La emarea» sanguinea Lacirculacién Ethorizonte de las méquinas Primeros quimicos y fisicos Entre ciencias fundamentales y teorfas de la vida Lacstructura imposible ........ Medir..... Eleénima» : Lavirvitabilidads .... Lawitalidad> Laclectticidad ...... La reproduccién Lacultura de las Luces y el prestigio de la fibra Eltono» de las fibras Culeuray firmeza .. Dela observacién del cuerpo al nacimiento de la clinica Objerivar el mal El prestigio de lo cualitativo La werdadera» causa delas enfermedades? . Las miasmas y el «cuerpov colectivo .. ELimaginario de una anatomfa patologica 328 328 328 329 330 331 331 332 333 334 334 335 337 339 340 341 341 342 343 345 347 347 348 349 349 351 351 352 353 354 355 CCaPrTULO 8. BL CUERPO INHUMANO Jean-facgues Courtine L. Bl desencantamiento de lo extrafio TL. Los monsteuos en la literatura popular JIL. Imagenes y ficciones IV. El monstruo y lo monstruoso V. La fibrica de lo monstruoso . (CAPITULO 9, EL CUERPO DEL REY Georges Vigarello . 1. Cuerpo natural y cuerpo m Los «dos cuerpos del rey» Las manifestaciones de los dos cuerpos Inglaterra y Francia II. Elabsolutismo en escena. Cuerpos separados o cuerpos fusionado: Fl cuerpo, la etiqueta, la corte Bl cuerpo de guerra y el poder civil II], La fuerza entre lo biolégico y la ley Prolongar la vida del rey .. Quebrantar lo criminal Lacrisis de las representaciones CAPITULO 10. LA CARNE, LA GRACIA, LO SUBLIME Daniel Arase 1. Lagloria del cuerpo Las proporciones del cuerpo El efecto de las carnes 359 359 364 365 367 368 376 378 380 382 382 384 385 387 388 390 391 395 398 403 408 i Il. Controles del cuerpo Anatomias Usbanidad y retdricas del cuerpo TIL. Resistencias def cuerpo El ges Laambivalencia de las ceras o por las anomalias Noras INDICE ONOMASTICO ..... CreDrtos rorocriricos 416 418 427 443 444 449 457 561 585 Preracio Abordarel cuerpo desde una perspectivahistérica permite restcuiren pric mer lugar el nicleo de la civlizacién material, las modas de hacer y de sentir, lasadquisicionestécnicas yl lucha con los elementos: el hombre sconcreto>, «en definitiva, del que hablaba Lucien Febvre, «el hombre vivo, el hombre de carne y hueso»!, Deese universo sensible emerge una exuberanciaexistencial un csimulo de impresiones, de gestos y de preducciones que determinan el ali- mento, el fo, el olor, el movimiento o el mal, una serie de marcos ofiscos» primigenios. Lo primero que resttuye una historia del cuerpo es este mundo inmediato, e de fos sentidos y los ambientes, el de los sestados» fisicos, un mundo que varia con las condiciones materiales, las Formas dealojase, de rea- lizarlos intercambios, de fabricar os objetos, imponiendo modes distintos de experimentar lo sensible y de utilizarlo; un mundo que tambign varia con la ccalrura, como Mauss fie uno de los primeros en demostra,seniakando cémo las normascolectivas dan forma a nuestros gestos més snaturalss: nuestra ma- nera de andar, de jugar, de paris, de dormir o de comer. Elcenso de Mauss ya revela un shombre toralv con muchos valores incorporadosa fos usos mds con- cretos del cuerpo?. De ahi la posible exrensién de la curiosidad histérica: del mundo dela lentitud al dela velocidad, por ejemplo, del rerato pintado al de |e fotografia, de los cuidados individaales a la prevencién colectiva, dela coci- naa la gastronomla, de la sexualidad vista desde Ja moral ala sexualidad vista desde la psicologia; una serie de dindmicas temporales, una serie de visiones y| vivencias distintas del mundo y el cuerpo, Ese testimonio del cuerpo, que ya no es naruraleza sino cultura, contribuye, como recientemente ha recordado Le Goff, ala resurrecci6n integral del pasado»?. Pero hay que hacer mds compleja esta nocién de cuerpo, mostrar el papel que desempefian en ella las representaciones, las creencias, los efectos de fa HISTORIA DEL CUERPO conciencia, es decir, una aventura aparentemente «ficticia», con sus puntos de referencia interiorizados como dobleces de las referencias inmediatas, e- orientando su fuerza y su sentido. Fl cuerpo finamente miniaturizado por los, hhermanos Limboutg en las Tis Riches Heures du duc de Berra principios del siglo XV, por ejemplo, no existe si no es atravesado por influencias secretas: los signos del aodiaco, la pretendida impronca de los planetas, a creencia en algiin poder migico que invade los 6rganos yla piel. De ahila muy particular ‘cartografia dibujada por la delicada figura que inaugura las Ts Riches Heures: «esas partes del cuerpo que se supone que reflejan wna por una las partes del ciclo, esa certidaumbre de influencias manifiestas venidas de podereslejanos. De ab tambien esas consecuencias puramente fisicas en la imagen de las en- fermedades, de los regimenes, de los temperamentos y hasta de los gustos, que e consideran dependientes de oscuras gravedades, de fuerzas césmieas que orientan los deseos y el equilibrio de los humores y la carne. El mecanismo clésico del siglo Xv, en cambio, sugiere unas relaciones enceramente distin- «2s, ya que el modelo asimila el funcionamiento del cuerpo al de las méquinas inventadas en los talleres dela Buropa moderna: relojes, bombas, fuentes, b= _ganos o pistones. Los viejos encantamientos de los que era objeto e cuerpo ‘quedan susticuidos por una nueva panoplia de imigenes: las de la fisica hi- driulia, las leyes de fos liquidos y de las colisiones, la Fuerza de los fuelles, el sistema de fos engranajes o las palancas. Un modelo igualmente construido, igualmente winteriorizado», que se superpone al cuerpo steals y al mismo tiempo pesa sobre cl, mezclando la depuraci6n de los liquidas con el ajuste de los cables y los canales. Con inevitables cansecuencias sobre la imagen del ‘mal, el cuidado de uno mismo, la eficacia de los gestos, las presuntos efectos del ambiente. Ea otras palabras, el cuerpo existe en su envoltorio inmediato como en sus referencias representativas: unas l6gicas «subjetivas» variables también segin la culcara de los grupos los momentos del tiempo. No cabe pasar poralto la influencia persistente de las referencias religio- sas ajerarquia entre las partes snobleso del cuerpo y las partes avergonz0sas, el pudor orientado segin lo que complace a Dios. No cabe pasar paraltola influencia pessiscente de las creencias, sus posibles crisis, su profusin has- ta bien entrada la modernidad: la multiplicacin de las convulsiones, estig- mas 0 monstruosidades explicadas por alguna instancia maligna o algtin juicio del cielo*, Se trata de logicas diferentes que contribuyen a crear efectos distintivos, como por ejemplo fos que realzan el cuerpo sclisico» en wn interminable Prete | proceso de afinamiento de los humores, confirmando una prictica directa: mente paralela al prestigio social, dela que habla Le Roy Ladurie: «El brahman limpia el exterior de su persona, o sea la piel (con una exigencia proporcio- nal al lugar que ocupa en la jetarquia); en cambio, en fa buena sociedad francesa de 1700, lo ms importante es purificare interior mediance vémi- 05 provocados por eméticos y mediante purgas y sangrias, con clisteres y Jancetas», La exigencia de cuidados, igual que la distincidn, pasaria aqui por un cuetpo interiormente «purificadon: «Cuanto més alto es el puesto que se ‘ocupaen la sociedad, més purgas y mas sangr(as'». Lo cual afade al imagi- nario a presencia meramente fisica de un mensaje, el papel central desem- pefiado en la comunicacién por un cuerpo que desborda el horizonte de lo meramente técnico, Milkiples capas también las de esas representaciones cuyas paradojas y euya profundidad han mostrado las ciencias sociales en el siglo XX. Acaso ‘esas ciencias no han transformado radicalmente la nocién misma de cuerpo? ‘Un cambio casi invisible y sin embargo decisive ha consistido en abandonar la soberanta tradicionalmence reconocida a la conciencia, un desplazamicn- to desencadenado por socislogos y psicblogos sobre codo, ignorando las an- tiguas metaflsicas y su oposicidn entre cuerpo y alma, rehusando designar a la persona tinicamente por su voluntad. Actitudes y comportamientos aclquieren un sentido roralmente inédico: los gestos, las tensiones fisicas, las distintas posturas se convierten en otros tantos indicios para un psicoana- lista, por ejemplo, sensible a las manifestaciones infimas y alas expresiones aparentemente anodinas. Bulbuceos motores, desplazamientos aventurados pueden convertirse también en signos de una conciencia, incluso de una conciencia colectiva, que se estd elaborando, una operacién que se apoya en las prcticas y los gestos para mejor asegurarse 0 constituirs, lo que algunos psicélogos infantiles, como Wallon, subrayaron ya hace tiempo: «El movi- _mienco ya no es un simple mecanismo de ejecucién. [...] Hace posibles, gra dualmence, formas de adaprarse y de reaccionas que lo superan». El cuerpo puede dirigirla conciencia antes de convertise en su objeto. El estudio de ese cuerpo y de sus actos reve, pues, algo distinto de lo que revelaba hasta entonces:considerar, por ejemplo, que existe una inteligencia del movimien- co fuera del trayecto lisico que subordina el motor ala sidea» es estudiar de forma distinta las précticas, es estudiar de forma distinea las maneras de hacer y-de sentir. Es considera, en definitiva, que existen unos recursos de senti- do alli donde no pareefan existe. Sc trata, no obstante, de indicios heterogénens: a sensibilidad material, las representaciones ineernas, las manifestaciones expresivas ola conciencia en el sueao no siempre pertenecen al mismo registeo de referencias y com- portamiencos, Los datos estan dispersos, son vatiados. Abundan las distan- cia: del sentimiento intimo ala manifestacién social, de la sexualidad a los gustos alimentatios, alas técnicasfsicas, alas iuchas contra la enfermedad. Elestudio del cuerpo moviliza varias ciencias, obligando a vatiar los méto- dos, las epistemologias, segtin se crate de las sensaciones, de las técnicas, del consumo o de as expresiones. Esa heterogencidad es constitutiva del propio objeto de estudio, Es insoslayable y debe asumirse como tal en una historia del cuerpo. ‘Y cllo no significa renunciar a cualquier posible nivel de unidad, Laes- ‘ala de las representaciones, ya sean conscientes 0 no, sugiere necesatia- mente algunas coherencias: ciertas Iégicas pueden dominar sobre otras, ‘como ha demostrado la nocidn de wesquema corporal» utilizada por los psi- célogos para detectar las referencias implicitas, motrices y sensibles, de un sujeto’. Tenemos la ibgica mecnica, por ejemplo en el siglo xv, a Kigica energética en ef siglo X1X, la égica einformacional» en el sigle xX; y vemos que la segunda afiade una nueva visi6n de las entradas y ls salidas del cuer~ o, sugiriendo su posible «rendimiento», regulando el sentido del ahorro y clgasto, cn tanto que la tercera afiade una nueva visién de fos conteolesy las sensibilidades, regulando el sentido del dominio y los ajustes, ero més all de estas posibles coherencias, es sin duda alguna la expe- riencia més material fa que restiruye una historia del cuerpo, su densidad, su resonancia imaginaria, La originalidad dltima de esa experiencia se debe a ‘que esté en la encrucijada entre el envoltorio individualizado y la experien- cia social, la seferencia subjetiva y la norma colectiva. Esjustamente por st condicién de «punto fronterizon por lo que el cuerpo se halla en el corwz6n mismo de la dindmica cultural. Lo que las ciencias sociales, una ver ris, han ilustrado claramente. El cuerpo para ellases ala vez recepticulo y actor frente a unas normas rapidamente ocultadas, intetiorizadas, privatizadas, como ha demostrado Nosbert Elias: lugar de un lento trabajo para reprimir y alejar lo impulsivo o esponténco. De ello ¢s buena prueba el esfuerzo por claborar etiquetas, normas de edueaci6n y de conerof de uno mismo. ¥ por eso cxiste la posibilidad de una historia de las distintas técnicas ¢ instrumentos del cuerpo en Occidente: el renedor, la escupidera, la ropa interior, el pa- Fitelo, la red para la diseribucién del agua, excétera, con sus inventos conce- fraacto | 2 bidos como otros antos jalones de una dindmica colectiva, como dispositi- ‘vos destinados a desplazar los umbrales dela vergiienza y el pudor instau- rando algo socialmente «distintivor 0 «civilizador. Son fases importantes porque esos controles corporales lentamente elaborados, pronto olvidados sin embargo hasta el punto de parecer nacurales, contribuyen por su sincor- poracién» misma a umodelar a su ver la sensbilidac Foucault, en cambio, habla de un proceso mas siiino: el de un cuerpo concebido como objeto del poder, como un objeto tan profundamente in- vestido y moldeado por el poder que segrega una visibn del mundo y deo social’, El cuerpo regido por las nosmas es un cuerpo «corregiddo», y el so- metimiento fisico produce en él una conciencia sometida también. De ahi Iahistoria de las disciplinas desarrolladas en el transcurso de los siglos para fhacer a los individuos cada vex més aces y tiles, esa lena constraceién de férulasfisicas cada ver ms insinuances, para reemplazar a toma casi vio- Jenta de los cuerpos en los albores dela modernidad por un juego més dis- creto ¢ wininterrumpido de miradas calculadas». Un proceso sibilino, una ‘vez més, que obligaa pensar en profundidad la oposicin entre constriccién, ylibertad; ya medic el papel central que desempefia el cuerpo en esa oposi- cidn. Y no se trata de que la insistencia en la constriceién sea la nica po- sible: la modernidad también puede considerarse como un camino hacia la autonomia, a vemancipacién respecto alas tradiciones y las jerarquiase, se- gain la visién mds reciente de Marcel Gaucher. Bl cuerpo también puede ser principio de liberacin: el rechazo rousseauniano del corsé, por ejemplo, Ja vieja emquinae tradicional que aprisionando los cuerpos infantile, per- Ailaria asi la imagen det futuro ciudadano. Sobre todo porque més alld dela oposicién entre constricctén y libertad cabe pensar en la que existe entre igualdad y desigualdad: la insensible de- ‘mocratizacién en particular que caracterizarfa la modernicad. Abundan los ejemplos en los que el cuerpo, una vez. més, desempefia un papel central y complejo al mismo tiempo. En las sociedades contemporsneas la innegable desigualdad en la excelencia corporal y la belleza va acompanada de diseri- minaciones duraderas, que se traducen en un acceso desigual también ala atencién médica, una obesidad que afecta ms a los grupos més desfavore- cidos, un cuidado personal que varia segtin el ambiente social. La desigual- dad se encarna también en los cuerpos y las anatomias Cosa que la historia de las mujeres, por su parte, ya hace tiempo que ha demostrado!, La historia del cuerpo femenino tambien es la historia de a | aston DEL cutnro ‘una dominacién en la que fos criterios estéricos ya son de por sf reveladores: Ja cxigencia tradicional de una belleza siempre «ptidica», virginal, vigilada, se impuso durante mucho tiempo hasta que se afirmaron libertades decisi- ‘vas que tuvieron repercusién en las formas y los perfiles, en movimientos ‘mejor aceptados, en sontisas mds francas y en cuerpos menos cubiertos. La historia del cuerpo, en suma, no puede separarse de la de las identidades y los modelos sexuales. Esta historia, en cualquier caso, se mantiene en el «punto fronterizon entre Jo social el sujeto. Por otra parte, si han podido multiplicarse los comporta- ‘mientos sometidos alo intimo, las experiencias consideradas incomunicables, 1 examen mas minucioso de las sensaciones internas los fenémenos de la conciencia, es justamente porque cada ver se ha ido sofisticando més el juego de lasapariencias, el control de la decencia y de las expresiones, la vigilancia en. definitiva de los impulsos y las cosas del cuerpo. Et sujeto occidental, no hace falta decirlo, es también la culminacién de un intenso trabajo sobre el cuerpo. ALAIN CORBIN Jean-JACQuES COURTINE ‘Georses VIGARELLO ENTRODUCCION Los humildes sconsejos para vivir mucho tiempo» de Luigi Cornaro, un noble veneciano del Renacimiento, atento a fo que coma y lo que bebfa, parecen una repeticidn, en 1558, de las precauciones higiénicas seculares: discrecién en el consumo, evacuacisn y pureza de los humores,respero las fuerzas e6smicas ya los climas. Pero hay una certidumbre que consticuye toda la originalidad de este texto y es la ironia acerca de las pricticas «anti guas», las de los alquimistas as de los astrdlogos. Domina una critica, cla- ramente exagerada, y se ridiculizan los usos ocultos, los que asocian la giene corporal con las materias preciosas y con referencias alos astros. El intento de eliminar las podredumbres fisicas mediante la ingestién de me- tales purificados, el de conjurar ls descomposiciones corporales recurtien- do alos Kquidos de oro o plata han basculado hacia la magia: Jamas se ha comprobado el éxito de esos inventos'», jamés esas falsas purezas han weni- do cl menor efecto. Los licores de larga vida», juzgados segin el precio de sus minerales ola rareza de sus ingredientes, han perdido su fascinacién, Cornaro se aleja de las referencias mediovales; desaparecen las cortespon- dencias secretas entre las materias. La piedra cristalina, el oro y las perlas no comunican ni transparencia ni puteza, los astros no proporcionan ni defensa ni respaldo. Los precepros del veneciano son en este sentido fos de la desilusién voluntaria, Comaro es contempordneo de Ambroise Paré, que vitupera los clixires en los que flotan cuernos de unicornio y las paciones en las que shierven los eseudos*s De este surgimiento del cuerpo «modernos es de lo que en primer lugar trata est libro, del cuerpo cuyos dispositivos son imaginadas independien- remente de la influencia de los plantas, de las fxerzas ocultas, de los arule- 1050 fos objetos preciosos. Las mecanismos de ese cuerpo se wdesencantany, | HstoRADEL cueNo sometidos a la nueva visién de la fisica, explicados por la ley de las causas yylos efectos. No por ello desaparecen definitivamente las creencias, las dela redicina popular, las de los hechiceros rurales, las de los cuerpos domina- dos por lo impensable. No por ello desaparecen, ni mutchisimo menos, las referencias sagradas. Durante mucho tiempo la visién mas extendida del ‘cuerpo es una mezcla de influencias, durante macho tiempo su eavoltorio parece atravesado por todas las fuereas del mundo. Pero con el Renacimien- tose tun confficto cultural en el que el cuerpo se singulariza, especifi- cando funcionamientos que sélo por el cuerpo mismo se explican. Se trata de una imagen tanto més decisiva cuanto que coincide con nuc- vas visiones de la apariencia. Los personajes de las escenas de la Pasidn te- presentadas por Simone Martini en 1340, con sus volsimenes ocultos por Jos drapeados’, son muy diferentes de los personajes de la Cracifixidn re- presentada por Mantegna en 1456, con sus siluetas bien definidas y sus telie- -ves modelados4, Los segundos revelan una winvencién del cuerpo». La be- llcza de repente ha adquirido consistencia e inmediatez. Masaccio fuse ef primero que, alrededor de 1420, coneibis esa nueva manera de restituir la presencia carnal®, el juego con las masas fisias, cl color, el tamafio de las formas y las redondeces. La belleza entr6 en la modernidad. El Renaci- siento representé tuna «muracién del pensamiento figurativo’» dando lu- geal realismo que bruscamente tomaron las formas de los cuerpos pinta- dos en la Toscana del siglo XV y enfatizando en esos cuadros el movimiento. ‘Allo se aftade un intenso trabajo de la modernidad en las fronteras del 10, las pulsiones y los deseos. Es el control de las buenas manerasy de la so- ciabilidad, se trata de limar las violencias, de vigilar los propios gestos en cl uuniverso de lo intimo. La forma de moverse, fas maneras, la sextalidad, los juegos y el espacio préximo se teansforman, No es que se uniformen todas fas manifestaciones coxporales, Los gestos del amor en el mundo campesino escrito por Jean-Louis Flandrin®, con sus arebatos visibles, su inmediater, su brusquedad, estd lejos de las reverencias y la motricidad cada vez mas re- Finada que se observan en fos rituales cortesanos. EI registro de los compor- tamientos fisicos en el conjunto del espectro social es muy amplio. De todas formas, se ha instaurado una puesta en escena inédita del cuerpo: fronteras hechas de recato, autocontrol explicito hasta el respaldo imaginario de una instancia sjuzgadora» ¢ interiorizada, «los angeles estén siempre presentes, nada les complace tanto en un muchacho como el pudos, compaiiero y guar- din de un comportamiento decente?s inroducion | 28 ‘Una doble rensién atraviesa de hecho la visién que del cuerpo se tiene desde el Renacimienco hasta la lustracién, prefigurando en cierto modo las visiones actuales: por una parte, se trata de reforzar las imposiciones colecti- ‘vas: por otra, de aumentar las libercades individuales. En la primera ten- dencia domina la movilizacién pablica, que después de 1750 se vale de la nueva conciencia acerea de lo que representa la fuerza demogrifica: «mejo- rar laespecie!», cenriquecer la especie!'», epreservar la especie" los b ‘20s para trabajar, la esperanza de vida y la salud se convierten en preocupa- ciones colectivas. En la segunda tendencia es la sensibilidad individual la ‘que predomina y en ella [a escenificacién del yo se tora més legitima, por no decir ms valiosa. La frecuencia de fos retratos personales en los inventa- ros post mortem de la élite parisina lo demuestra: su proporcidn pasa del 18 por ciento en el siglo Xvi al 28 por ciento en el siglo xvi, en tanto que la imagen religiosa disminuye notablemente (del 29 por cienco pasa al 12 por ciento)!3, El contenido de esos retratos también es significative: menos so- lemnes, repletos de indicios individuales y privados Sometimiento yliberacién: dos dindmicas entreveradas que confieren al cuerpo moderno un perfil muy especific. GEORGES VIGARELIO 1 El cuerpo, la Iglesia y lo sagrado Jacues GELis Por hallase en el corazén mismo del misterio cristiano, el cuerpo es una referencia permanente para los hombres de la Edad Moderna. :Acaso no ha sido enviando a su Hijo ala tierra, através de la Anunciacién-Encarnacién, ‘como Dios les ha dado la oportunidad de salvarse, en cuerpo y alma? En los textos y las representaciones que hablan del hombre creado por Dios, de sus ‘esperanzas y sus penas, el cuerpo esté presente, siempre y en todas partes: «Pese ala evacuacién progresiva del cuerpo, en las dos figuras ideales de un ‘cuerpo resucitado y del cuerpo de Cristo, el cuerpo aparece constantemente, seinsinda, se exhibe'». Tomar conciencia dello conduce muy pronto adejar de leer los textos, a mirar siempre las imagenes a través del prisma del cuerpo. La fey la devocidn hacia el cuespo de Cristo contribuyen aelevar el euer- po hasta un alto grado de dignidad, convirtiéndolo en sujeto de la Historia. «Cuerpo de Cristo que se come, que se revela a partir de lo real de la carne. Pan que modifica y salva los cuerposs. Cuerpo magnificado del Hijo hecho hombre, del encuentra del Verbo con la Carne. Cuerpo glorioso del Cristo dela Resurreccién. Cuerpo lacerado del Cristo dela Pasién, cuya Crazom- nipresente recuerda el sacrificio por la redencién de los hombres. Cuerpos torturados de la gran legién de los santos. Cuerpos maravillosos de los ele- gidos en el Juicio Final. Presencia obsesiva del cuerpo, de los cuerpos. Pero hay otra imagen del cuerpo, muy presente también, y es la del hom- bbre pecador. La Iglesia de la Contrarreforma refuerza la desconflanza que el ‘magisterio ya habia manifestado en los siglos medievales respecto al cuerpo, 28 | Histon osu custeo «ese abominable vestido del alma». Cuerpo despreciado del hombre pecador al quessele dice sin cesar que por el cuerpo corre el riesgo de perderse. El pe- cado y el miedo, el miedo al cuerpo, el miedo al cuerpo de la mujer sobre todo, se repiten como una letanfa en forma de advertencias o de condenas’ Las tentaciones acechan al hombre desde la Caida, yla permanencia del tema pict6rico de las tentaciones de san Antonio y san Jerénimo es sintomatica de Ja voluntad de recordar constantemente que la carne es débil y que todos, cualquiera que sea su condicin o su fuerza animica, estin expucstos a su- cumbira ella Ya que, més que del cuerpo, de lo que se habla es de a vcarness asi el deseo sexual es el eaguijén de la carne» y la relacidn sexual cobra de ka came», ecomercio carnals. Incluso cuando se utiliza un lenguaje més elegan- ey se habla de vabrazoss, lo que se designa es siempre un cuerpo muy con- «reto y connotado®. El cuerpo, lugar y tema de la experiencia religiosa. El discurso cristiano sobre el cuerpo y las imagenes que suscita tienen por consiguiente un caréeter pendular, hay un doble movimiento de enno- blecimiento y de desprecio del cuerpo’. El cuerpo, doble ¢ inconstante, como el que lo habita, La Iglesia, efectivamente, nunca ha hablado con una sola voz y,a lo largo del tiempo, su posicién no ha cesado de evolucionar. A una interpretacién pesimista del mundo y a un enfoque negativo del cuerpo heredados de san Agustin y de Gregorio el Grande y desarrollados por ciertas corrientes misticas o por los jansenistas en los siglos XVI y XVII, se oponen, desde finales del siglo XIV'con Juan Gerson y en el XVIt con Fran- cisco de Sales, una apreciacién més comedida y una imagen positiva del cuerpo como algo equilibrado. :No es el hombre acaso la pieza mds hermo- sa de la Creacién? Y sin duda esa mirada al cuerpo sano y agradable de con- templar, tan presente en las representaciones del Renacimiento, es en gran parte deudora de la flosofia plat6nica, Esa belleza plistica del cuerpo es la ‘que hallamos en el santo representado en su martitio 0 en su apoteosis. AL cuerpo del pecador, que no ¢s sino desorden y envilecimiento, ya que el hombre no logra dominar sus pasiones, se opone el cuerpo armonioso de ‘Adin y Eva antes de la Caida. El universo paradisiaco es el dominio por celencia del cuerpo inocente, exento de todo deseo sextal;en torno al pri- ‘mer hombre y la primera mujer, las parejas de animales muestran por cierto tun recato comparable, Cuetpos sanos sin pasiones ni pulsiones. Justo antes de que se cometalo irreparable... Los siglos modernos no escapan a la regla segtin la cual en toda sociedad la conciencia del cuerpo es inseparable del imaginario dela vida y de la vie cuerpo psn yo rade | 29 sién del mundo, El enfoque del cuerpo religioso no puede reducirse a la pa- labra de la Iglesia, por influyente que ésta sea. En Ja Contrarreforma, no s6lo la mirada dela Iglesia sobre el cuerpo no es undnime, sino que la insti- rucién tiene que contar con otra conciencia del cuerpo, que es también otro concepto de la vida y otra visién del cosmos: se trata del concepto magico

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