Está en la página 1de 3
BAMBALINAS TURNO SEGUNDO IMPAR Cuatro son las nifias de Rodriguez, y no legan a tres las veces que lag Pobrecitas han ido al teatro. Rodriguez es un empleado con no muy ereeido sueldo, y harto hace el infeliz con procurar que en su casa no falte lo necesario. Las nifias de Rodriguez, comen (aunque no muy bien, a juzgar por sus anémicos sem- blantes). Las itifias visten (ya posee cada una de ellas um sombrero Na- poleén algo derrotado), Las nifias fiman (si no todas, por Jo menos la segunda tiene su correspondiente, y éorrespondido, teniente de Hi Lo que no pueden hacer las gastar el dinero en superficiatidades (segin frase de la madre). Esta triste circunstancia las pri- va de su placer favorito, que seria el de asistir a los turnos de moda del Real, 0 a los sdbados blancos do la Comedia, o a los estrenos de la Prin- cosa. Para qie las seforitas de Rodri- guez vayan al teatro tienen que con- currir algin fortuito suceso. O es preciso que un primo suyo, —periodis- ta por aficién, las envie un vale, 0 es necesario que el htisar se deoida y tome un palquito para la teroera de cualquier coliseo por horas. Y como lo del vale ha ocurrido una sola vez, y lo del tonionto tan sélo dos, resulta que las sefioritas do Rodriguez no han pisado el teatro sino en tres distintas ocasiones du- rante, dos afios. Las simpatieas nifias pasan agra- @ablemente las veladas en el come- dor de su lindo quinto piso. La casa en que viven es nuova y clegante. En los pisos inferiores habitan muy buenas gentes. En el primero de la derecha vegeta un general viudo con dos hijas, que son, por cierto, ami- gas intimas de sus vecinitas las de Rodriguez. jCudnto” envidian éstas a aque- Mas! “El general. tiene abonadas a turno segundo impar tres butacas de Ia Opera. El turno segundo es el me- Jor turno de los del Real. Todas las hochios en que les toca el abono, el viejo soldado y sus jévenes pimpo- Tids salon de ‘su casa, Iujosamente ataviados, dejando allé arriba, en el quinto piso, a sus infelices amigui- tas, dedicadas a las nocturnas labo- res do “costura, gancho y conversa- ei6n_ cfvico-militar. Asi transcurria el tiempo en aqui Wa casa y asi pasaron meses y mi ses, hasta que wna noche, jeélebre noche!, e80 de las ocho y cuando ya se iban a poner a cenar los st fiores de Rodriguez, un fuerte tinti- neo escuchése a modo de lamada en la puerta del piso. Era Ia doncella del general que subfa una carta para la mayor de las nifias del empleado, con orden do esperar contestacién. La criada de Rodriguez entré Ia carta, didsela a su sefiorita y ésta rasg6 el sobre, leyendo después, en vor altd, lo siguient “Querida Luli: Esta “noche nos toca ‘el Real; pero como papé ‘esté algo delieado, no podemos, asistir a escuchar al gran Tatita. Si vosotras queréis ocupar nuestras butacas, po: is hacerlo, Son de la fila séptima, 5 y 7. Tomad las entra: das y divertiros. Mafiana mo con- tarés, Tuya, Lelay’ “

También podría gustarte