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Las siete maravillas
Federi iiCan taniess ca ee de Zs Olea. aca ean ol os, or ce es,
stata rorsica 00 roy Mary acupebe fda nacs(ecansucadn de® Adar Sega as
Inastgaccnes de Carts y Ase)
Indice
LAS SIETE MARAVILLAS DE LA ANTIGUEDAD.
Por Federico Lara Peinado
Historadar
Las pirdmides de Egipto 4
Los jardines colgantes de Babilonia 10
La estatua de zeus en Olimpia 2
El Artemision de Eteso 8
EI mausoleo de Halicarnaso 2
EI Coloso de Rodas : %
El Faro de Alejandria 2
Bibliogratia
31
Textos a(MAR MEDITERRANEO
FARO
Alejancria
LAS SIETE MARAVILLAS
DE LA ANTIGUEDAD.
(segun F. Lara)
caron en Guiza, consideradas muy proito
—en concreta la de Quéope— como la prme-
ra Maravilla del mundo
Desde la Il Dinastia y hasta el comienzo del
Imperio Nuevo, los restos mortales de los re-
eS egipcios recibieron sepultura en las pird-
ides, que consttulan la parte principal de un
cconjunto funerario regio. En él era exigibie la
presencia de olros elementos y construccio-
nes, entre ellos los recintos para las baroas
solares, algunas de hasta 40 metros de longi.
fd, fabreadas en madera, y con las que el
"x oda eectuar sus voles pore! Mas Al
Dado que el cuerpo de los faraones se tras-
ladaba por via fluvial, junto ala ofila occiden-
tal del Nilo se levantaba para cada una de las
Piramides un Templo del Vaile, lamado tam-
bién Templo Bajo. Estaba destinado a servic
como desembarcadera de los restos mortales
y lugar de obligadas ceremonias. Aparecian
también una calzada monumental enlosada,
Fue probabiemente Anipater de Siaén, que vive a
comineds 22 siglo aC, quan dois Haco en site el
rnimero dels cosas aignas de ser admnradas: ol
tempo ae Zeve en Oimpa e Afemsion ae Ee50,€)
Mausoeo de acamato ol Coss ce Potes 6 Fae
Ge Alganona las Prames do Ego fos eranes
Colgantes de Baton
or la que debia transportarse el sarcétago, y
un segundo templo de culto (Templo Ala), st
{uado en ia cara oriental de la piramide.
La exclusiva y Unica funcién de la pramide
fue la de alberoar para toda la elernidad el
‘cuerpo del rey en ella enterrado. Dada esta
premisa, los arquitectos egipcios les cisena-
fon con todas las medidas posibles de segu-
ridad, intentando asi evitar la acci6n de los sa-
ueadores de ajuares funerarios y los profa-
adores de umbas. Por ello, bajo aquellas
montafas de bloques de pied, largos corre-
dores, tanto descendentes como ascenden-
tes, y falsas camaras se dispusieton para ha-
Cer inexpugnable la verdadera camara del far
ra6n. Sin embargo. en la mayoria de las oca-
siones, las pirémices no pudieron escapar a
las violaciones y expolos.
AA pasar de las teorias que se han emitido
‘con, mayor o menor ingenio (J. P. Lauer, P
Hodges), ignoramos cémo se consttuyeron,Alzado de la
pindanide de Kefrén
(Giza). 1. Primer
carreddor de aceest.
2. Camara
inacabada.
8, Sequndto corretor
de acceso.
4. Camara
\ fiovercria del faradn
®
MMMM
SO
ra. Ya de tiempos ce Amenemhat | (2000-1970
a. C,) se tienen noticias de su aprovechamien.
{o, que llego al maximo en la Edad Media, al
usar sistematicamente las piedras de las pird-
mides para construit ecificios en El Cairo.
Estnicturalmente, el interior de la. pirémide
de Quéope conocié al menos tres proyectos
Constructivos sucesivos, con otras tantas c&-
Maras susceptiles de recibir el cuerpo del rey
si hubiese muerto antes. de finaizar el mons
mento. Desde su abertura, situada en la cara
norte y a 16 metros por encima del nivel del
terreno, se legaba mediante un corredor des-
cendente a ura cémara, excavada en el sub-
‘suelo, a 30 metros de profundidad, que no se
lleg6 a ultlizar, Desestimada ésta, nubo de
onstruirse otro corredor, éste ascendente,
para _desembocar en otra camara. superior
—lamaca Camara de fa reina—, tampoco ut-
lizada. Prolongado el correcor en una iarga ga-
jeria de 61 metros, se legaba a una tercera cé-
mata (10,50 por 5.24 por 6 metas). de blo
ques de granto belamente pulimentados, con
fificios de ventilacién, En ella se deposité el
saroéfaga de aranito necro del rey, todavia hoy
aunque sin tapa— existente en su interior.
Quettén, hijo y segundo sucesor de Quéo-
pe, escogid las cercanias de la pramide de
‘su padre para construi a suya propia, de pro-
orciones un paco menores (214.5 por 214.5
or 143.5 metros: 53:7'8" de inclinacion), que
Conté con una Linica camara sepuicral a la a
tura de su base. Denominada Grande es Que-
Alzado de ta pirtimide de
Micerino (Giza). 1. Primer
(corredar de acceso.
2. Primera cémara
3. Segunda corredor de
‘acceso, 4. Anteccimara.
56 y 7. Cimaras funerarias
frén ha conservado hasta hay el revestimiento
calizo de su parte superior. Contd también con
fosas para barcas solares y con dos templos
auxilares conectados por fa calzada enlosa-
da, asi coma con una piramice subsidiaria y
tumbas a su altededor.
Junto al Templo del Valle de esta piréride
se yergue la fantastica y famosisima Esfinge
de Guiza (Abu ebHaul = el Padre del terror)
Tallada en la roo natural, fue considerada cu-
rante muchisimo tempo como simbolo ce las
‘grandes preguntas sin respuesta posiole. Sin
‘duda hubo de ser representacion de Quetrén
‘mas probablemente de un mitico animal re
lacionado con el dios sol Atum, al que se asi-
milgba el soberano difunto.
Por el suroaste de la pirérie, y ano mu-
cha distancia, se levant6 la de Micerino, la me-
Not de las tres (105 por 105 por 65,5 metros;
51° 20° 25" de incinacién}, lamada en su ori
{gen Micerino es afvino, la cual contd con dos
cdmaras subterréneas funerarias. También
‘wvo sus dos templos y su calzada, asi como
varias pramides y tumbas subsidiavias, Viola-
da esta pirémide en la Antiguedad, parece ser
ue en época salta, los restos de Micerino se
Yolvieron a depositar en un nuevo sarcéfago
de madera que se introdyjo en el orginal de
fbledra. Cuando éste era transportado en 1837
hacia Inglaterra, la embercacion que lo levaba
naufragé ante Cartagena, hundiéndose asi en
aguas esparolas el sarcofago de este faraon
‘Mucho se ha especulado sobre estas gran
LAS SETE MenaLas Prams de Guza visas desde el surest. De
laquetda a derecna cere, Queen y Gusope
Greaves intent6 hallar las dimensiones de la
tierra y una pauta de mediciones a partir do
los datos de la piramide. Sus deducciones
sentaron las bases para propalar la idea de
Que la piramice encerraba una profecia plas-
mada en piedra. J. Ussher, arzobispo de Ar-
magh, basandose en las magnitudes del gran
corredor, determind en 1650 que la creacion
del mundo ocurrié al atardecer de un 22 de
octuiore del afio 4004 a. C. (il). En 1798, E. F.
Jomard, uno de los sabios que Napolesn lle-
¥6 a su campatia de Egipto, establecié que la
pirémide de Quéope se habla realizado para
erpetuar Un sistema oculto de medidas, me-
didas que en opinion del briténico J. Taylor ha-
brian sido insoiradas por Dios a la raza ada
mica, Concluia que, de acuerdo con los enig-
mas que prasentaba tal construccion, la Hu-
manidad tena su final en el ano 2045,
Otros pramiadlogos, ya en nuestro siglo, han
llegado a emitrteorias aun mas peregrinas, al
indicar que las pirémides fueron utilzadas
como ebservatorids astronémicas, 0 que hax
bian sido construidas por extraterestres.
La segunca gran maravilla de la Antigtie-
14S SETE MARAGLLAS OE Le ANTIGLrea
ua:
(osjacne gars Bebo sein
teconsc de Notoney a comiseee 36s
cita en su Historia a Semitamis, a quien adi-
dica la construccién de unos formidables d-
ues para controlar el rego y las crecidas del
Eufrates —Filgn de Bizancio caliiod las mura-
llas de Babllonia como Maravilla antigua —
luna enigmética Nitocris, ignorada po" el hi
toriador Beroso y por las tablilas cuneiformes,
a la que cree autora de diferentes monurien-
tos babilonicos, asi como del encauzamiento
del rio, de la red ce canales y del puente so-
bre el Eufates. Al parecer Herédoto contun-
dis el nombre de Nabucodonosor Il, verdade-
"0 arifice de muchas obras y reformas urba-
fas, con el de Nitocris, nombre que le era fa-
imiliar por ser el de una reina de Eqipto, pais
que acababa de visiar.
Gracias a Eusebio, un escritor del sigo IV de
nuestra era, sabemos quién fue el autor real
de la segunda maravila de la Antiguedad. De
acuerdo con él, y siguiendo la cita de Beroso
=4ue también ata a Nabucodonasar II como
el constructor— la paternidad de tal maravilo-
sa obra no admite discusién
El motivo de la construccion de aquellos jar-
ines descans6 probablemente en una poeti-
ca razon. En efecto, Beroso cuenta que Na-
bucodonosar Il se habia casado —quizas por
fazones poliicas— con Amytis, una hija del
fey meda Astyages, y que ésta languidecia en
‘8s lujosos aposentos babildnicos, atiorando
@l verdor y la frescura de su lejano pais natal
A fin de calmar esta nostalgia, el rey ordend
la consiruccion de unos fabulosos jardines
ue Sobrepasasen en belleza a cuanto se po-
dla imaginar, pooléndolos con excticos arbo-
ley serosa olanias
sta version coincide también con la que
anteriormente habia dado Ctesias, medico y
Cronista del persa Astiajes ll, quien en su obra
Persica menciona el matrimonio de Amytis
con el rey babilonio,
LAS SETE MARAULAS DE LA ANTUEDSO/La esfinge y al fondo, la pride de Ketrén
Las siete
maravillas
Textos
HH AY
LA ceedperimetro seis estadios. La superficie es tan continua y pulida que
toda la construccién parece ser una sola roca, Pero estan superpues-
tas piedras de distintas clases y diversos colores. Parte es de mar-
‘mol blanco, parte de piedra negra de Etiopia, después viene la lla-
mada hematites y luego una piedra veteada, de un verde traslicido,
traida de Arabia, segun dicen. Los colores de algunas, que por na-
turaleza tienen destellos oscuros, lucen como el vidrio. Detrés de
ellas otras amarillean como membyrillos. Otras son de color pirpura
y semejan tefidas con cochinillas de mar. A Jo pasmoso se une lo
agradable, a lo asombroso lo exquisito, a la riqueza la magnificen-
‘cia, La ascension hasta arriba cansa como un largo camino. Y si uno
se pone en pie en la clispide, se le nublan los ojos al mirar hacia
‘abajo. (FILON DE BIZANCIO, «Tratado de las Siete Maravillas». Tra-
duccién de E. Rodriguez Paniagua en A. Ramirez «Construcciones
ilusorias», Madrid, 1983.)
OR cierto que, entre los numerosos reyes de la ciudad de Ba-
bilonia que sin duda ha habido —a ellos aludiré en mi histo-
ria sobre Asiria— y que adomaron sus murallas y santuarios,
se cuentan, en concreto, dos mujeres. La que rein6 en primer lugar,
que vig cinco generaciones antes que la segunda y cuyo nombre
ra Semiramis, mand6 construir a lo largo de la lantira unos diques
{que merecen Contemplarse, mientras que antes el rfo solia desbor-
darse por toda la llanura.
Por su parte, la reina que vivié con posterioridad a la susodicha,
‘cuyo nombre era Nitocris y que fue mas perspicaz que la que le ha-
bia precedido en el trono, dejé unos monumentos que yo pasaré a
describir con detalle. (HERODOTO, «Historia», Lib. 1 Madrid, 1977.
Traducci6n de C. Schrader.)
por Semiramis, sino, mas tarde, por un rey de Siria, a fin de
complacer a una de sus favoritas. Se cuenta que esta mujer,
originaria de Persia, afiorando las placenteras praderas que cubren
Jas montafias de su patria, habia inducido al rey a que se esforzase
‘en imitar, mediante plantaciones sobre un terreno artificial, la natu-
raleza del suelo de Persia. Estos jardines, de forma cuadrada, tenia
or cada lado cuatro pletros de largo, y'se elevaban como una es-
pecie de montculo mediante una sere de terrazas puests una so-
re otra, presentando asf el aspecto de un anfiteatro, Por debajo de
cada terraza se habfan situado unas bévedas, que soportaban todo
el peso de las plantaciones, excediendo cada una de estas bovedas
en la altura sobre la que la precedia. La mas elevada de todas y so-
bre la que reposaba la planta de la tiltima terraza, a nivel con la ba-
laustrada, tenia 50 codos de altura. Los muros, en los que se asegu-
16'su solidez gracias a los trabajos mas costosos, tenfan 22 pies de
espesor y la base en que descansaban diez pies de anchura. La pla-
yma de las terrazas estaba formada por piedras talladas a ma-
nera de vigas, comprendiendo en ella su resalte, era de 16 pies por
cuatro de anchura. La cubierta que reposaba sobre este techo de
piedra, consistia en un lecho de cafias, mezclado con una gran can-
tidad de asfalto; sobre ella habia una doble capa de ladrillos cimen-
tados con yeso; y ésta, a su vez, estaba recubierta por una techum-
bre de laminas de plomo para impedir que la humedad penetrara
E la ciudadela se veian Jos jardines colgantes, edificados no
Las reinas Semiramis y
Nitocris
de los
Jardines colgantession. (FILON DE BIZANCIO, «Tratado de las Siete Maravillas». Tra-
duccién de E. Rodriguez Paniagua, en A. Ramirez «Construcciones
itusorias», Madrid, 1983.)
AS a Olimpia bien peregrinais para ver la obra de Fidias, y
cualquiera de vosotros estima por desventura e] morir sin
haber visitado aquello. En cambio, donde no hay necesidad
de peregrinar, sino que ya esis y tenéis delante las obras, ino an-
heldis contemplar y conocer éstas?