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TA CARGA DE LA PRUEBA Péginas atrés he explicado lo que es carga procesal. Y en las inmodiatas anteriores, lo que es prueba legal. Unidos ambos términos —carge’ de la prueba— comprenden uno de tos aspectos més vitales del proceso, como es el relativo a Ta distribucién de Ia carga de la prueba, O en otras palabras, responden a Ja pregunta de quign prueba; a quign correspon- de probar. Para la solucién de este problema, no todas las DDEREEHO PROCESAL CIVIL 455 legislaciones se han independizado de los viejos prineipios del derecho romano, pero unas més u otras menos, han sus- tituido, al impulso de la evolucién histérica, el concepto de prueba como obligacién, por el concepto de prueba como carga. ‘Durante varios siglos se mantuvieron vigentes los elési- cos aforismos onais probandi ineumbit actori, actore non pro- ante, reus absolvitur, o sea que a quien ineumbe probar es al actor y si no prueba hay que absolver al reo, Estos prin- cipios no han, desde luego, perdido su validez porque en cierta forma, siguen siendo decisives para los resultados del proceso y porque descansan en el muy racional fundamento de que siendo el actor quien iniciakmente pretende algo de a urisdiceién, debe suministrar la prueba de sus afirmaciones ‘ode los heches que afirma. Pero posteriormente se abando- 1né la idea de que la posicin o calidad activa 0 pasiva de las partes fuera suficiente para que sélo el actor corriera con 1a obligacién de probar porque también el demandado, en cier- tas situactones, afirmaba hechos. Y entonces, cobré vigencia fen la docirina medioeval la fSrmula: onus proband incumbit ei qui dicit, non qui negat: ineumbe probar a quien afirma y no a quien niega. Correlativamente @ esta férmula, no podia perderse de vista que en muchas ocasiones el demaniado no se limita a negar sino que también se opone afirmando hechos coristitutivos de una excepeién, en cuya virtud debfa probar Jos hechos fundamento de la excepeién, lo cual se expres6 ‘eon el brocardo reus in excipiendo actor fit, 0 sea que para los efectos de Ta prueba, el demandado, al excepeionar, se convierte en actor. Estos enunciados matrices fueron recogi- dos en nuestro Cédigo del 77: “El que afirma —decfa su ar- tfeulo 603— esta cbligado a probar. En consecuencia, ol actor debe prober su aceién y el reo sus excepeiones”, Y su artieulo G04: “BL que niega no est& obligado @ probar sino en caso de que su negacién envuelva afirmacién expresa de un hecho”. Con variantes de redaccién se hicieron figurar en el Cédigo Ge Enjuiciamiento y en ellos descansa el Cédigo actual pero con criterio diferente respecto a Ig distribucién de la carga. No eabe duda que el actor debe probar. Pero esta regla no es invariable. En algunos eascs no és a él a quien incum- ‘he la prueba. Tal sucede, por ejemplo, cuando invoca una 458 MARIO EPRAIN NATERA FARFAR presuncién legal que le favorece. Por estas razones, la doctri~ na rechaza la calidad de demandante o demandado como in- dice para la distribueién de Ia carga de la prueba. De mayor sceptacién ha stdo la que se funda en la division entre hechos afirmatives y negatives: prueba el que afirma no el que nie- «a. Pero esta regla ha venido perdiendo terreno por las dil- cultades que en numerosos casos plantea su aplicacién, ya que no es tan fil saber exactamente lo que es aflrmacién y Jo que es negacién. “Ordinariamente —eseribe CHIOVEN- DA— toda afirmacién es al mismo tiempo una negacién; cuando se atribuye a una cosa un predicedo, niéganse todos los predieados contrarios o diferentes de aquella cosa. En ca- £0 de predicatos contrarios resulta esto evidentisimo; quien dice mucble, dice no inmucble; quien dice esclavo, dice no libre; quien dice mayor de edad, dice no menor. En todos e= tos casos no hebria medio de saber quién afirma y quién nie- 8, quién debe prober y quién no... La formula “negativa ‘non sunt probanda” —continia el maestro que fue de Roma— encuéntrase, ademas, contradicha por muchos casos, en los ‘cuales el fundamento de la demanda del actor, que el actor debe probar, es un hecho negativo. Ast, en la condictio in- debiti debe probarse que lo que se ha pagado no era debido, En la accién de dafios por omisiones eulposas se debe probar ‘que mo se ha hecho por el demandado lo que se debia hacer. En la acciin de prescripeién de servidumbre debe probarse el no uso. En el caso de un derecho sometido a condieién sus- pensiva nogetiva debe probarse que ocurrié el hecho nega- tivo”. Miuches afios antes, el jurisconsulto FRANCISCO RICCI, fen su magistral obra Tratado de las Pruebas, habia seialado: “EI peso de la prueba a nuestro modo de ver, no puede de- pender de la cireunstancia de negar o do afirmar un hecho, sino de Ja obligacién que se tiene de demostrar el fundarnen- to de cuanto se pretende en juicio, dado que ninguna deman- a ni exoepeién alguna puede prosperar en juicio si no se demuestra. El principio, por tanto, regulador del deber de probar, debe formularse de este modo: quien quiera que sienta como base de su demanda o excepeién, la afirmacién © Ia negacién de un hecho, esté obligado a suministrar la prueba de la existencia o de la no existencia del hecho, toda A O DERECHO PROCESAL CIVIL 487 ver que, sin esta demostracién, Ie demanda 0 la exeepeién no resulta fundada y el juez no puede admitir demandas 0 exeepeiones infundadas” ‘Sin embargo, no debe abandonarse de un todo el princi- pio que comentamos porgue ello conduciria a un radicalismo contraproducente o a una injustificada inversién on la carga de la prueba. Es cierto que en sentido ldgieo, todo juicio con- tlene en el fondo, cualquiera que sea la forma como se ex- prese, la afirmacién del predicado que se niegue. Pero con decir simplemente que una cosa no es, no se afitma nada en concreto, Bs también cierto que la afirmacion y Ia negacién no son las inidieadas para que con base en ellas se distribuya Ja carga de la prueba, pero no lo es menos la situaeién en que se coloca a quien deba rendir una prucba negativa por- que no es tan factible demostrar lo que no existe, Otra de las teorlas que se han formulado para preseindir de la afirmacién y de la negaciin y mirando hacia el prinei- pio de igualdad de Tas partes, es 1a que divide los hechos en constitutivos, motsfteattvos, tmpeditives y extintivos, en ra- zén de cuya naturalezs, incambe le carga a quien interese ‘que en sentencia se fie el hecho de que se trate, como el su- puesto fictico de las normas que le sean favorables. CEO- ‘VENDA, que es a quien ae etribuye Ja elaboracién mis eom- pleta de esta concepcién, la justifiea de la siguiente manera: "Bn efecto, en el procedimiento civil domins el principio dis- positive. ¥ came, por lo regular, segiin sabemos, Iss partes tienen la mision de preparar el material de conocimiento, de deducir y probar al Juez aquello que desean que tenga en cuenta; como el juez, por lo regular, no puede tener en cuenta circunstancias que no resulten de los actos (judicet secundum allegata et probata; quod non est in actis non est in mundo), ¥ como por titimo, debe respetarse la igualdad de las partes en el juiclo, derivase de aqui que la obligacién de afirmar y de probar se distribuye entre les partes, en el sentido de que se deja a In inicialiva de cada una de ellas hacer valer Jos hechos que quiere que sean considerados por 1 Juez, que tiene interés en que sean tenidos por 61 eomo ver- daderas". “Pero esta formula exige ser aclarada: el deman- dado, por ejemplo, tiene interés en la no existencia de los hechos afirmades por el actor; pero mientras que el actor no | i 458 DIARIO EFRAIN’ NAJERA PARFAN prueba Tos hechos que afirma, el demandado no tiene neve- sidad de probar nada: actore non probante reus absoloitud. or tanto, el interés (y la obligecién o carga) de la prueba en el demandado nace finicemente cuando el no afirmar y el probar causarlen dafio al demandado; y esto sucede cuando el actor ya ha probado hechos idéneos para constituir un derecho a su favor; de manera que el juez deberia estimar su demanda, sila otra parte no afirmase y probase hechos que se opongen @ ellas. Mientras que el actor no pruebe Tos hechos que son el fundamento de su demanda, e] demandado puedé limitarse a negar pura y simplemente, sin obligacién de prue- ba, Aun en caso de negacion indirecta, esto es, de efirmacion de un hecho incompatible con el deducido por el actor (ne- sgatio per positionem), el demandado no tiene por el momento Ja necesidad de probar el hecho gue deduce; porque aunque afirma un hecho auténomo, lo hace para negar el hecho cons- titutivo del derecho del actor, y no sélo pare oponerse a sus efectos juridicas”. Como se ve, no importa negar o afirmar para verse en Ja necesidad de aportar Ia prueba, Si el demandado teme que 1 actor pruebe el hecho constitutive de la obligacién, 0 el actor que el demandado prucbe el de la excepcién, tno y ‘otto deben de aportar la contraprueba, Si el demandado quie- re evitar el riesgo de sucumbir, debe probar los hechos cons- titutivos, impeditivos o extintivos en que se funda. Deseansa ues, esta f6rmula, en el interés de parte y eri el llamado riesgo procesal, que son elementos integradores del concepto de carga procesal. Las partes no prueban porque estén obli- ‘gadas, sino porque tienen interés 0 estén en la necesidad de cevitar las consecuencias, el riesgo, que para ellas implicaria €l no probar. “En los procesos primitives —coments CHIO- VENDA— cuando para dirimir el litigio se provocaba una manifestacién de la divinidad y gran nimero de pleitos se resolvia mediante el juramento, Ia posibilidad de obtener vietoria con Ia simple prestacién del juramento hace que en muchos easos se considere la prueba como un derecho del demandado. (O una obligecién en el actor). A medida que el itigio cambia de carécter y deviene decisién de controver- sins por medio de la conviccién del juer, siéntase poco @ po- co la necesidad de prucbas més perfectas; la aportacién de DERECHO PROCESAL CIVIL 459 la prueba deviene entonces una carga; y dos hechos coneurren a hacerla atribuir al actor: Ta condicién misma del actor co- ‘mo inieiador del pleito y al mismo tiempo el interés que tiene el actor, @ medida que en este periodo de transieén disminu- ye la seriedad de los juramentos, a asumir la prueba, para excluir el juramento del adversario”, Pero no todas las prue- bas vienen atribuidas al actor. Cuando el demandado no se limita a negar el derecho del actor sino que afirma haber desaparecido, le corresponde probar el hecho extintivo o im- petivo En parecidos términos se pronuncia CARNELUTTI. Al discurrir sobre ls diferencia entre la carga de la atirmacién y la carga de la prueba, sefislando en cuanto a la primera que rho es motivo de regulacién, advierte la necesidad de normas positivas para determinar, entre uno que afirma y otro que nniega, cuél de los dos haya de probar su asersin para impe- dir que velga como cierta la asersién del contrario, es decir, ‘cudl de los dos esta gravado con la carga de la prucba, Esta carga “puede ser distribuida, porque el interés en la fijacién de} hecho incierto (en la decisién acerca de la existencia del hecho incierto) es reeiproco entre las partes (si bien de ai- reocién contraria), de tal modo que normalmente una y otra aportan pruebas destinadas a hacer considerar sa existencia o su inexistencla, La carga de la afirmacién no puede ser distribuida, porque el interés en 1a afirmacién (en Ja consi. deracién del hecho afirmado) es sélo unilateral... Por tan- to, cuando se trata de establecer quién deba afirmar, no pte- de haber elecetén; cuando por el contrario, se trata de esta- blecer quién deba probar (aportar la prueba), hace falta es- coger entre Ja parte que tiene interés en la existencia y 1a parte que tiene interés en la inexistencia del hecho. Teética- mente, la eleecién puede basarse en cualquier criterio y, en particular, también en el interés en la afirmacién (debe pro- bar quien debe afirmar); pero incluso en este caso se trata de una distribucion positiva y no de una ineideneia natural de la carga de Ta prueba; debe, pues, probar quien debe afir- mar, porque asi lo quiere la ley y no porque quien debe afir- ‘mar sea el tinico interesado en probac”. Estas razones, que CARNELUTTI expone en La Prueba Civil, las remata, por decirlo ési, en sus Lecciones de Derecho 460 MARIO EPRAUW NAJERA FARPAN Procesal Civil, en cuyo respective capitulo expresa que es cexacto concluir que “quien propone una pretensién en juicio, debe probar los hechos que la sustenten; y quien opone por su parte una excepei6n, debe probar los hechos de que resul- ‘a; en otros términos: quien pretends, debe probar los hechos constitutives, y quien excepciona, el hecho o hechos consti- tutivos, asf como la condicién o condiciones impeditivas (del echo constitutive) ...” Con base en los antecedentes doctrinarlos que se han expuesto, COUTURE, utilizando la conelusién de CARNE- LUTTI, la plasmé como precepto normativo en su “Proyecto de Cdigo de Procedimiento Civil”. De este Proyecto, la Co- mision redactora del Cédigo guatemalteco tomé literalmente cl texto del artieulo 128, que dice asi: “Las partes tienen la carga de demostrar sus Yespectivas proposiciones de hecho. ‘Quien pretende algo ha de probar los hechos constitutivos de su pretensién; quien contradice la pretensién del adversario, hha de probar los hechos extintivos o las elzeunstancias impe~ ditivas de esa pretensién, Sin perfuicio de 1a aplicaciéa de Jas normas precedentes, los Jueces apreciarén de acuerdo con lo establecido en el articulo siguiente (apreciacién de 1a prueba por las reglas de la sana eritica) las omisiones 0 las deficiencias en la produecién de la prueba”. ‘La Comisién explica esta reforma diciendo: “En este pre- cepto se acepta Ia teoria de la carga de la prueba, conforme la interpreta Eduardo J. Couture en su Proyecto, haciéndola pe- sar sobre quien alegue hechas constitutivos, extintivos o impe- ditivos, cualquiera que sea 1a posicién en que se encuentre, Al aceptar este precepto se sustitayen las normas del Cédigo de Enjuiclamiento vigente gue se refieren ¢ que el que afir- ‘ma esté obligado a probar, el que niega no esté obligado & probar, salvo que su negative envuelva la afirmacion expresa Ge im hecho; y que también esté obligado a probar el que contradice la presuncién legal que tiene a su favor el col gante, Se estima que estos conceptos quedan superados con Ja nueva redaceién”, La explicacién esta bien, pero la redaccién del articule esti mal, Si se le examina en su fondo, se comprobard que hay en él une redundancia que le resta claridad, En su pri- mer péevafo asienta el principio general que “las partes tie Cc DERECHO PROCESAL CIVIL 461 nen la carga de demostrar sus respectivas proposiciones de hecho”. En légies, proposicién es el enunciado de un juicio. Tuicio, en su acepeién corriente, es la afirmacién o negacién Ge algo y acerca de algo. Luego, proposiciones de hecho, son las afirmaciones, o si se quiere también las negaciones, que Tas partes hacen sobre le existencia o inexistencla del hecho co hechos en que fundan sus alegaciones, o de los presupues- tos de hecho de la norma 6 normas que invocan como funda~ mento de su pretensién, defensa o excepeién. En el segundo parrafo, que es el {inico que debiera existir, se distribuye le carga, Pero probar hechos constitutives de une protensién (carga del demandante) y probar hechos o eircunstancias im- peditivas (carga del demandado) de aquella pretensiéa, es Jo mismo que tener Ta “carga de demostrar” las partes “sus respectives proposiciones de hecho”, de lo eual resulta que este ‘lime enunciads, sobre redundante, es totalmente indi, El problema do la carga de la prueba, se le presenta al Jucz cuando va a dictar eenteneia, porque no siempre apare. ce coh claridad quién de las partes es la llamada a probar eier- ‘os hechos y ello porque a su vez, tampoco no siempre es fécil distinguir el cardeter constitutivo, impeditivo o extintivo de un hecho, Come hace obeervar SILVA MELERO, un mismo hecho puede ser extintivo o constitutivo simultaneamente, Por ejem= plo: la muerte extingue la personalidad juridica y es causa de Ia extineign del matzimonio, pero para los herederos, es un he- cho constitutive. “En una palabra —expone— el eriterio de la eficacia del hecho no aparece muy idéneo para orientarse en la carga de la prueba, y desde un punto de vista mera- mente ontolégico, la atribucién del cardéter constitutive de un hecho no solamente exeluye, sino més bien confirma el caricter impoditivo' del hecho inverso, pudiendo decirse que no hay circunstancia constitutiva a la que no corresponda uria inversa impeditiva”. COUTURE, a quien se debe la paternidad de nuesirs ar- téculo 126 y que en su Proyecto figura com el niamero 193, re- conoce que su texto fue resultado del eitmulo de vacilacio- nes, incertidumbres y dudas que durante afios le asaltaron acerca de esta materia. ¥ como estas mismas vacilaciones, in- ‘eertidumbres ¥ dudas han de perturbar la conciencia del Juez 462 MARIO EFRAIN NAJERA FAREAN a la hora de emitir su fallo, encontré en el parrafo tervero de] meneionado articulo —asi lo suponemos— una manera de atemperar el rigorismo de Ia fraecién primera, o de corregir” su generalidad, facultendo a los Jueces para que aprecien de acuerdo con las reglas de la sana critica, “Ias omisiones o las, deficiencias en la produceién de la prueba”. Pero si tal es el sentido del pirrefo comentado, su propia vaguedad lo hace equivoco porque las omisiones 0 deficienclas en la produc- cién, tanto pueden referirse a la proposicién como al diligen- clamiento y valoracién de la prueba, 5 LOS MEDIOS DE PRUEBA. ‘Medios de prueba son los hechos, actos, cosas o fuentes de las que el Juez adquiere su conviceién sobre la certeza dol hecho a probar, GOLDSCHMIDT los define como todo lo ‘que puede ser apreciado por los sentidos o suministrar apre- ciaciones sensoriales de las que el Juez deriva la verdad. Y RICCI como “los medios adecuados para provocar y produ- cir en el énimo del Juez, el convencimiento de un hecho da- do con los determinados por Ja ley y no otros, de tal suerte que la ley seria violada si el juez fundara su convencimiento ‘en medios de prueba que Ia misma no reconoce como tales”. Segin CARNELUTTI, debe distinguirse entre medios ¥ fuentes de prueba. ¥ no los distingue tras un simple propé- sito de depuracién terminolégica, sino porque a su juicio, se ‘rata de algo que atafie a la estructura de la prueba, Para precisar el concepto y diferencia entre medio y fuente, arran- ca de la divisién que hace entre prueba directa y prueba in- directa, El conocimiento del hecho por parte del Juez “no se puede tener —dice— sin que el mismo percibe algo con los propios sentidos”, Para ello es inevitable el contacto entre el Juez y la realidad acerca de la cual debe juzgar. Ese algo puede ser el hecho mismo o un hecho distinto. Existe prueba directa, cuando el hecho es conocido por el Juez pereibién- dolo direetamente con los propios sentidos, como en el 250 del reccnocimiento judicial. Existe prueba indirecta cuando O DENECHO PROCESAL e1vIL 463 el hecho, el hecho a probar, es percibido y deducido a trae vés de ot70 hecho intermedio, como en el caso de la prueba testimonial o documental. En la prueba directa, basta la per- cepeién. Kn la indirecta se necesita, ademés, de la deduecién. Por tanto, en el proceso probatorio concurren dos factores: 1a actividad del Juez (pereepeién si prueba directa, percop- etén més deduecién si prueba indirecta) y el hecho que por medio de esa actividad, sirve para procurar el conoeimiento del hecho a probar. Medio de prueba es dicha actividad. Fuen- te, el hecho que se percibe y del que se deduce: “hasta que no se proponga una terminologia mejor —eseribe CARNE- LUTTI— llamo por mi cuenta medio de prueba a la actividad del Juez mediante 1a cual busca la verdad del hecho a pro- bar, y fuente de prueba al hecho del cual se sirve para dedu- cir la propia verdad”. Observamos pues, que a lo que CARNELUTTI lama fuente de prueba, es 2 lo que los textos legales llaman medio, de prueba, denominaclin esta iltima que oc ha mantenide por fuerza de la tradicién y que es la que seguiremos utili zando por ser la misma que emplea nuestro Cédigo. Sin em- bargo, le distineién camneluttiana es de importancia en el ‘eampo doctrinal porque slo a través de ella se explica con claridad el fenémeno probatorio en el proceso y en su doble aspecto de fuente y de medio: 1a prueba como fuente, existe ‘con anterioridad y fuera del proceso, pero como medio, s610 dentro del proceso puesto que es dentro de él que el Juez la percibe para deducir la verdad o formar su conviecién: un testigo, como conocedor de hechos pasados, es fuente dispo- nible de prueba, pero su declaracién se convierte en medio desde o hasta el momento en que Ta presta ante el Juez. Un documento es fuente de prueba antes y fuera del proceso, pe- 10 se constituye en medio al ser incorporado a los autos, Retornando al uso de la expresién de medios de prueba, ‘que es Ia universalmente adoptada, se discute en docizina si deben ser enumerados limitativamente por la ley, 0 si por el contratio, debe dejarse a las partes en libertad de utilizar, 0 al Juez en la de fijar, cuantos medios estén a su eleance o sean adecuados para establecer Ia verdad, aun cuando no aparezcan expresamente regulados por la ley. Bl eritetio do- ‘minante y més fundado es el de la regulacién taxativa por- O 468 [MARIO EERADS NATERA PARPAN ‘que ¢s el que mejor se aviene al rigor de las formas legales: “una doble razén, el interés pliblico de un lado y el interés privado del otro —razona RICCI— ha inducido al legislador a determinar los medios de prueba y « no dejario al arbitrio judiciel o de las partes. Es de piblico interés que los dere- thos de cada ciudadano sean ciertos, y esta certeza 10 se puede tener practicamente si no son ciertos los medios con Ios, cuales no se puede demostrar su existencia. Ocurre ast cuando todos sabemos si un medio de prueba dado esth re- conocido como tal, y enal es Ia eficacia que se le atribuye, Dejando los medios de prueba y la apreciaeién de su valor al arbitrio del Juez, no se tiene la certeza del valor que pot parte de éste se airibuird a un medio de prueba determinado, ¥ tal incertidumbre en la prueba no puede menos de produ- Cir la incertidumbre de! derecho mismo”. Nuestro Cédigo los enumera en forma taxativa y por lo tanto, las partes no pueden proponer ni Ios Jueces adinitir ningrin otro medio probatorio —en el supuesto que existiera— fuera de los previstos en la ley. Conforme a su astioulo 128 "son medios de prueba: lo, Declaracién de las partes; 20. Declaracién de testigos; 30. Dictamen de expertos; 40, Reco- nocimiento judicial; 50. Documentos; 60. Medios cientificos, de prueba; y To. Presunciones". ‘Al enumerar los medios de prueba o al hacerlos preceder de numerales o el que entre ellos exista cierto orden de pre- lacién, no ha querido la ley establecer diferencias de Jerar- quia 0 de superioridad desde el punto de vista de su valora- ign. ‘Tan eficsz puede ser el 10. como el 7o, Hecha esta acla- racién, decimos que los medios de prueba son clasificados en doctrina, de variadas maneras pero que generalmente se sguen como criterios ordenadores: el modo o tiempo en que se forman; los sujetos; la fuente de que proceden; su grado de eficacia, y su provedibilidad: a) Por ef modo 0 tiempo, Por el modo o tiempo en que se constituye, 1a prueba es de dos especies: preconstituida y por constituirse, Preconstituida es la que ya existe en si, an- tes del juicio y que se forma acaso sin pensar en un futuro juieio. Se constituye por voluntad negocial de las partes y normalmente asume la forma de documento escrito, Genéri- [DERECHO PROCESAL CIV. 465 camente se le Hama prueba documental y esté dotada de eficacia propia siempre que se forme de acuerdo eon Ios re- quisites que para su validez previene la ley. Prueba por constitu, es Ia que se produce en el proceso con apego a las formalidades que le estén sefialadas, Puede ser eserita u oral, segiin el tipo o clase de proceso en que se produce, y testifical que es la que se obtiene por declaracién de parte 0 por decla~ racién de testigo. ») Por los sujetos. Por los sujetos que provocan la prue- >ba, no por los que son sujetos de la prueba, se distingue entre pruebas de Juez y pruebas de parte. Pruebas de Juez, son las ‘que el Juez se agencia por su propia actividad y dentro de los Unites de iniciativa que la ley le reconozea, Su expresién tipica se encuentra en las diligencias para mejor prover. ¥ pruebas de parte, son las que se practiean a solicitud del in- teresado. ©) Por au fuente, Preceindiendo do Ta diferencia entte fuente y medio, que no es de carécter Tegal sino que doetr- nario, Ia prueba es directa o indirecta; real y personal. Di- recta, emo ya lo expusimes, ¢s aquella que por si misma, sin interforencian © heches intermediarios, demucstren 0 cons- titayen el hecho mismo a probar. Indirectas, son todas aque- as que sirven de instrumento al Juez para adquirir su con- viesibn, o sea las que consisten en el hecho conocido que les, partes aportan (documento, declaracién, pericia) para que de €l se deduzea el hecho desconoeido que se trata de demos- trar, Sern reales si el medio probatorio se proporciona o esté representado por una casa u objeto. Y personales si por una yersona gue puede serlo la propia parte (confesién) 0 por quien es ajena al proceso, como en el exso del testigo, Desde teste punto de vista, se hable también de pruebas histérices y critieas, Su significado viene a ser el mismo de la prueba di- reeta e indirecta, Son histériees, las que reproducen o repre- sentan de algin modo el hecho gue se quiere probar: confe- sién, documentos, testgos, ete. ¥ criticas, las que de un ho- cho dado, distinto al que quiere demostrarse, inducen, me- diante un juieio légieo, a aceptar Te existencia o inexistencia del hecho « probar. Bs el caso de las presunciones. 5 466 MARIO EFRAINY NAJERA FARFAN 4) Por su grado de oficacia. Por esto concept, son ple- nas y semiplenas. Plenas las que por si soles demuestran Ia cexistencia real y efectiva del hecho controvertido. Semiple- ‘as, las que son Insuficfentes para demostrarlo; aquellas que ‘por ser Sneompletas, suscitan dudas sobre 1a certeza del he- cho, Pero esta clasificacién ya no tiene cabida en el derecho modemo. O si se acepta es con reserva porque una prueba es @ no es prueba: eonvence 0 no convence, Tiene o no tiene eficacia. "Es preciso ~dice NICOLAS FRAMARINO en su ‘obra Légiea de las Prucbas— con relacién a la certeza, recha- zar Ja ilégica gradacién de las pruebas en plenas y no plenas; pues asf camo el convencimiento no pleno no es convenci- miento, asi la prueba no plena no es prueba”, Atendiendo al método empleado para valorar el grado de efieacia, se habla también de pruebas libres y legales, segtin sea el sistema de apreciacién a que estén sujetas. Libres, aquellas cuya valorizaciGn se deja al arbitrio del Juez. ¥ le: gales aquellas cuyo valor probatorio esté fijado anticineda- mente por la ley, ) Por su procedibilidad, Llamo asi a la situactén proce- sal en que puede eneontrarse un medio de prueba que, aun- ‘que reconceido como tal por la ley, es improcedente 0 inad- ‘misible por la presencia de ciertas circunstancias. En este sentido, la prueba es iliita, impertinente o inadmisible, Ticita es la prueba probibida por la ley, No en cuanto medio sino en cuanto al hecho que se pretende probar o al propésito que la inspira. A este respecto dice el Cédigo en su articulo 127: “Los jueces podrén rechazar de plano aquellos ‘medios de prueba prohibidos por la ley, los notoriamente di- latorios o Tos propuestos con el objeto de entorpecer la mar cha regular del proceso, Las resoluciones que se dicten en este sentido son inapelables; pero la no admisign de un medio de prucba en oportunidad de su proposicién, no obsta @ que, si fuere protestada por el interesado, sea reeibida por el tri- ‘bunal que conozea en Segunda Instancia, si fuere procoden- to". Este artfeulo no deja de ser un tanto obscuro, porque con- fande lo que es medio de prueba, con Ia materia sobre que versa la prueba. La ilicttud no esté dirigida al medio proba- torio, sino al hecho que se pretende prober. Vese por e30, DeRECHO PROCESAL CIV 461 que en el Cédigo, ni en otras leyes, existen “‘medios de prueba probibidos”, a menos que con esa expresién quiera darse a entender que fuera de los medios autorizados, no se puede pro- poner ningtim otzo. En cambio, encontramos en el Cédigo Civil, que al padre le esté prohibido probar la filiacién de su hijo atribuyendo la maternidad a uma mujer easada con otra per- sona “salvo que el marido haya impugnado la patemidad y obtenido sentencia favorable”; o bien, que contra la presun- ‘in del hije concebido durante el matrimonio, no le es ad- misible otra prueba que la de haberle sido fisicamente impo- sible “tener acceso con su cényuge en los primeros ciento veinte dias de los trescientos que precedieron al nacimiento, por ausencia, enfermedad, impotencia o cualquiera otra cir- cunstancia’, (Arts. 215 ¥ 200). Es dificil distinguir los medios de prueba “notoriamente Jilatorios” de “los propuestos eon el objeto de entorpecer 1a ‘marcha del proceso” porque el efecto de unos y otros es el mismo: dilatar 0 entorpecer el proceso. Pero lo importante y loable es el fin perseguido por la ley que ast trata de elimi- nar los obsticulos maliciosos que se opongan al proceso. Sin embargo, el fin se ve frustrado porque aunque las resolucic: nes que se dicten rechazando la prueba son inapelables, Tas deja expuestas a una més dilatoria ineidencia de nulidad. Impertinente es la prueba que no pertenece a la cuesti6n. que se debate; Ia que se propone sobre hechos que no son objeto de controversia o que no tienen relacién con ella, Doo- trinalmente se discute si esta prueba debe o no rechazarse al momento de proponerse. Esto tltimo es lo més aeonsejable ‘porque en caso de duda sobre su impertineneia o pertinencia, Ja equidad indica que es mejor aceptarla, Nuestro Cédigo se refiere a esta clase de prueba en su articulo 127 y reserva su Snadmisi6n. para senteneia, Los tribunales —dice— “desecha- rin en el momento de dictar senteneia, las pruebas que no se ajusten a los puntos de hecho expuestos en la demanda y su contestacién”. Tadmisible, es 1a prueba infundada. No por carecer de formalidades, sino parque independientemente de su perti- nencia o impertinencia, o a pesar de ser pertinente, resulta ‘nitil 0 inadecuada para demostrar la existencia o inexisten- cia del hecho, La hace inadmisible su falta de idoneidad por 468 [MARIO HORAN NAJERA PARGANE no ser el medio indicado frente al hecho que se trata de acrt itar. Asi por ejemplo, para acreditar Ia existencia de un tie tulo de propiedad, o 1a propiedad misma, carece de releven- cia la prueba de testigos. Y aunque su ineficacia puede ser manifiesta desde que se le propone, no es prudente que se niegue su diligenciamiento ya que asi el Juez evita caer, sino fen una injusticia, en el error de prejuzgar sobre algo que las, partes esperan, para su mayor satisfaecién, que sea analizado ‘en sentencia, TA VALORACION DE LA PRUEBA La valoracion o apreciacién de Ia prueba, es tina de las cucstiones de Ia mayor importancia en el decechy probatosi. ‘Valorar 0 apreciar Ia prueba, es determinar su fuerza pro- batoria, Es pesar sus resultados; es el enjuiciamiento que ha- ce el Juez sobre el grado de convencimiento, persuacién 0 certeza que ha obtenido de las pruebas aportadas al proceso. Ess medir su grado de efieacia. Y para ello existen fundamen- talmente dos métodos, 0 sistemas de valoracin como se les lama: el de la prueba legal 0 tasada y el de la prueba libre 0 de libre conviecién. Uno y otro proporcionan al Juez los principios 0 normativas a que debe alenerse para la apre- a) El sistema de f2 prueba tasada, Conforme a este siste- ‘mo, la ley le sefiala al Juez, por anticipado, el grado de efica- cia que tiene la prueba. “El legislador —dice EISNER— ra- ona antes que el Juez y le da su rezonamiento servido como imposicién legal para que el Juez se limite a comprobar, en cl caso, si las pruebas rendidas contienen los reeaudos que el legislador ha impuesto como suficientes para tener por acre- Gitados los hechos”, En realidad, el Juez no aprecia la prucba. ‘Mas bien lo que la ley quiere es que el Juez no Ia aprecie sino que simplemente dé por probado el hecho si en aquella, eoncurren los requisites previos a que esté sometide. No DERECHO FROCESAL CIVIL 460 aplica el Juer su criteria o saber, sino que el erterio o saber del legislador. Se dice contra la prueba tasada que al desplazar le eon- vioeién del Juez, se sustituye le certeza histériea judicial or una verdad ficticia contribuyendo de esa manere, a la eshumanizaciin del proceso. Pero con todo, y aunque di eilmente se encuentra une legislacin en que se haga extensiva 8 todos los medis de prueba, no fallan razones para mante- nerla, En Ia actualidad se le ha limitado a la prueba doeumen- tal_y @ la coniesién, asumiendo asi un papel de sume impor- tania no tanto como eriterio de investigacién de la verdad sino, eomo instrumento de que el ordenamiento jurfdico se vale para, le certeza del trético juridieo, ya que dicha prueba asagura ¢ las partes que los Jueces no podrin resistise o ne- garse a reconover Ja eficacia de lz misma, y como hace observer CARNELUTTY, las incita “a proveerse, en los Lim!- tes de lo posible, de pruebas eficaces y asi facilita el desen- volvimienty del proceso, y de otro lado, les permite prever, hasta cierto punto, el resultado y por eso las estimula a abs- tenerse de la pretensién o de le resistencia, en los casos en que le,una o la otra no estén apoyadas por pruebas legalimen- te.eficaces 0, cuando menos, las impulsa a la composicién del Iitigio sin proceso”. bb) Ef sistema de libre conviccién. Conforme a este siste- ma, el Juez esté autorizado para formar su eonvieeién de acuerdo con su eriterio. No esta sometido a una regla de ex- periencia impuesta por la ley, sino a la regla que libremente elija, Aprecla la eficacia de la prueba segin los dieta- dos de la logica y de su conciencia y puede, incluso, apoyarse en clreunstancias que personalmente le consten. No es menester —dice COUTURE— que la construccién légica sea perfecta y susceptible de controlarse a posteriori; “basta ‘en e505 casos con que el magistrado afirme que tlene la con- viceién moral de que los hechos han ocurrido de tal manera, sin que se vea en la necesidad de desarroller légicamente las, rrazones que Ie conducen a la conclusién establecida”, Este sistema, que tedricamente podria considerarse el ideal, es de dificil aplicacién; tanto por la cultura juridica y calidad moral que de los Jueces exige, como por los peli- 470 [MARIO BFRADK NAJERA FARFAN ‘gros que corre la libre convieeién de convertirse en Wbertinaje ‘© los Jueces en drbitros absolutos de la verdad. Sin embargo, y aclarando que en los regimenes procesales, ni uno ni otro de los sistemas tienen un dominio excluyente 0 absoluto, por lo general se les apliea combinedemente, dejando la prueba ta- sada para clertas pruebas y para otras le libre convicelén en forma stemperada. Esta modalidad ha dado lugar para que doctrinalmente, al lado de la clasificacién bipartita, se agregue un tercer sistema llamado mizto o de perswacién racional pero que més que sistema, no es més que variante de la prueba li- bre, O dicho en otra forma, es el sistema de libre convi somnetido a ciertas restrieciones impuestas por ia légica. En ese concepto, algunos autores se inelinan por una division tripartita de tos métodos de valoracién: prueba positiva o le- gal; éntimo convencimiento, y persuacién racional. En el sis- tema de la prueba legal, el valor de la prueba es inalterable como constante y est fijado @ priori por la ley. En el de in- timo convencimiento, la verdad juridica deriva exclusiva mente do Ta conciencia del Juez. Hl juzgador no esté vincu- lado a ninguna regla Tegal ni obligado a razonar sobre las reglas de experiencia 2 que deba su convencimiento. En el de persuacién racional, tampoco esté vineulado por ninguna regla legal pero si a un justo eriterio légico que debe funda~ mentar. No valora la prueba segin sus personales puntos de vista como en el intimo convencimfento, sino segiin reglas de la verdad histérica que debe razonar o motivar. Este sistema es el que en las legislaciones de habla espafola, se conoce con el nombre de sane critica o con el de critica racional. En nuestro Cédigo se reconocen como sistemas de valo- racién el de la prueba legal y el de la sana eritiea, El prime- ro como excepcién y el segundo como regla general. En el Cédigo anterior, regia la prueba legel como regla y la sana critica eomo excepeién: “Los tribunales —dice el Cédigo vi- gente en stt articulo 127— salvo texto de ley en contrario, apreciarin el mérito de las pruebas de acuerdo con las reglas de la sana critica”, El texto en contrario esti previsto para Ja confesién, para los documentos piiblicos y para los docu: mentos privatios si estén firmados por las partes o legoliza- dos por Notario. Es por tanto de la mayor importancia, saber en qué consiste la sana critica y cuéles son sus reglas OQ DERECHO PROCESAL CIVIL an ©) La sana critica, El concepto de sana eritiea, aunque ya se insinia en las leyes espafiolas del siglo pasado, ha sido de complicada y no acabada elaboracién. Segin SENTIS ME- LENDO, pertenece, aum como mera expresién, “a nuestro mundo procesal: es una creacién hispana y que en Espafia y fen América se desarrolla". En el derecho extranjero “no en- contramos mumea esa expresin; es siempre la de libre eon- viecién 0, cuando més, la de persuacién racional”. En el de- echo hispano cuenta en cambio, con otras expresiones equi- valentes como la de eritica racional, prueba razonada, sana filosofia, sana 1égica, palabras todas de suyo sugerentes para revelar ia fuente de donde se extracn las reglas de la sana critica, Sana exitiea es sindnimo de recta razén, de buen juicio, Y¥ de sentido comin, La razén, el buen juiclo, ol sentido e0- én, se adquieren mediante el conocimiento, 1a experiencia, la légica y el sentido mismo de justicia que es propio de todo ser humane, Reglas do Ja sana oritica, serén entonces, aque las normas de apreciacién que proporeiona la recta razén, el ‘buen juicio, la experiencia, Ia légica. Y apreciar las pruebas “de scuerdo con Iss reglas de la sana erftiea” no es otra cosa que adquirir el Juez su conviecién juzgando de su mérito, so- pesindolas, a través de esos principios. Pero en realidad, de- finir tales reglas, ei no imposible, hasta hoy no se ha logrado cen forma conereta por su propia abstraccién. Le ley las da por existentes, No en el papel sino en ef entendimiento del Juez, Y también dirfamos que escritas en su conciencia, Se perei- bbe qué son, pero no se ha llegado a fijar cuales son. El profesor surefio MAXIMO CASTRO, en su Curso de procedimientos civiles, dice que “son. el eonjunto de modos de ver y de valorar los actos, segtin el orden eomiin en que ellos, se producen, y el modo corriente de apreciarlos dentro de Jas costumbres generales imperantes en el momento en que se consideran ... No pusden resuiltar, pues, de otra cosa que del conjunte de nermas éticas y psicolégieas que el juer pue- de haber formado dentro de st propia mentalidad, no sola- ‘mente por el examen de conciencia sino también por la con- templacién de Jos hechos del mundo exterior, producidos por sus semejantes y que Ie sirven para comprobar sila forma en an [MARIO EFRAIN NAIERA FAREAN que los mismos se determinan ha podide motivar les accio- nes 0 detitudes de los demés hombres”, Para ALSINA son “las que prescribe 1a légiea y derivan de la experiencis, las primeras con caracter permanente y Jas segundas variables en el tiempo y en el espacio”. A las rreglas asi definidas, 0 mejor decir, a las que no se definen en ning texto legel, se refiere el Cédigo cuando dispone que Jos Tribunales aprecien el mérito de las pruebas de acuerdo con las reglas de la sana critica. Pero al remitir al Juez a esas reglas, Ie esté ordenando al mismo tiempo, que no goza de Ubertad absoluta, como en el sistema de intima eonviceién, para valorarlas: “Hl Juez que debe decidir con arreglo a la sona eritiea —anota COUTURE— no ¢s libre de rezoner a voluntad, discrecionalmente, arbitrariamente, Esta manera de actuar no serfa sana eritica, sino Kbre conviceién. La sana critica es 1a unién de la Tégiea y de la experiencia sin exce- sivas abstrecciones de orien intelectual, pero también sin olvidar es0s preceptos que Ios filésofos Haman de higiene ‘mental, tendientes a asegurar el més vectero y efleaz razo- namiento! La légiea como ciencia del razonamiento y Ia experien- ia como el eéimulo de ensefianzas que la vida reporta, per- titen al Juez discernir lo verdadero de lo falso sin ser prisio- nero de esa camisa de fuerza que es la prueba tasada, Pero al mismo tiempo, Ia sana critica se vuelve peligrosa porque no son poeos los Jueces que, en su nombre, se sienten autoriza- dos para hacer gala o usar con exceso de su sebidurfa privada, Ello hace decir a ALCALA ZAMORA Y CASTILLO que la sana critica es ol més progresivo de los sistemas, pero que en su perfecelén esté su enemigo, porque es “como e808 meca- rnismos delicados, que s6lo a manos expertas se pueden con- 1 EL, PROCEDIMIENTO PROBATORIO Lidmase procedimiento probetorio, al conjunto de nor- ‘mas procesales que fijan los actos o serie de tramites que se suceden dentro del proceso, para la realizacién de la prueba DDERECHO PROCESAL CIVIL 473 destinada a formar la conviecién judicial, Siendo distintos Jos ‘medios de prueba, el procedimiento no siempre se desenvuel- ve en la misma forma sino que de acuerdo con el medio pro- batorio de que se trate, Pero esta diferencia de forma, s@ re- fiere al modo de practicarla y no a su régimen que es el que 4ja las reglas que son comunes a la prueba en general. En este orden, toda prueba esté sujeta a los mismos principios y requisitos sin cuyo cumplimiento no seria vélida, Tales x ‘quisitos se refleren a los que son propios de todo acto proce- sal y afectan en consecuencia, a los sujetos de la prueba, el tempo y lugar de su produecién judiciat y a la actividad que para el efecto se desarrolla, 1) Los cujetos de la prueba, Sujetos de la prueba no pue~ den ser ottos que los sujetos mismos del proceso y de acuer- do con la posielén que tienen en el proceso al momento de promoverla, Sujeto destinatario de la prueba es el Juez porque vva ditigide a su convencimiento. Sujeto activo es la parte de aauien procede la gestién o actividad probatoria. Y pasivo, la parte contra quien le prueba se produce o recae Is actividad probatoria, Desde el punto de vista de la actividad, el Juez puede ser no sélo el destinatario de 1a prucba, sino que tam- bign y a la vez, sujeto activo frente 2 ambas partes cuando por su iniciativa incorpora al proceso, alguna prueba para mejor proveer. 2b)_El tiemino dé Ta prueba. Tiempo de la prueba es la di- Iiigon exanolégica aue la lev fifa nara que las partes produz- ‘can'o-coristitayan en el ‘bFoceso, los medios probatorios que havan ofrecido en la demanda y en la contestacién. Se le la- rma término.o neriodo de prtieba, que e3 comiin a ambes par- ‘t88,y-eorrésponide'& todo juicio. Bs de efecto preclusivo y su ‘diracién varia de acuerdo con Ia clase de juicio de que se trate, Tomando como punto de referencia el juicio ordinario, el término de prueba en nuestro Cédigo, es de treinta dias contados a partir de la fecha en que se notifigue a las par- tes la resolucién judicial en la que se decreta Ia apertura de dicha fase, Fuera de ese término, no pueden practlearse més pruebas salvo en los casos de excepeién contemaplados expre- semente por la ley. 9 am MARIO EFRADS NAJERA FAREAN El término de prueba es ordinario y extraordinario, EL ordinatio es prorrogable a diez dias més “cuando sin culpa el interesado no hayan podido practicarse las pruebas pedi- as en tiempo” y siompre que la solicitud de prérroga se ha- ga “por lo menos, tres dias antes de que coneluya el término ordinario”. El extraordinario no es término legal sino que término judicial. El Juez debe fijarlo tomando en cuenta las circunstancias, pero no podri exceder de ciento veinte dias. Procede “cuando en la demanda o en la coniestacion se hu- bieren ofrecido pruebas que deban recibirse fuera de Ie re- piblica”. Hs improrrogeble y corre “juntamente con el or- dinario” (Arts, 123 y 124 C. P. C. y ML). Regulado el reeibimiento a prueba por el principio dlis- positive, en otros Cédigos se establece que el proceso se abra a prueba si Jo solieita eualquiora de las partes. El nuestro ex- ppresa literalmente: “Si hubiere hechos controvertides, se abriré a prueba el proceso por el término de treinta dias”. Si se confronta este articulo con e1 niimero 64 en el que se di- cee que “veneido un plazo o uh término proces, se dietavd la resolucién que corresponda al estado del juicio, sin necesidad de gestién alguns”, pareceria que el Juez esté autorizado pa- 1a decretar de oficio la apertura a prueba. Pero si se le com- pagina con el niimero 113 en el que se dispone que si transcu- rrido el término del emplazamiento el demendado no com- ‘parece, se tendré por contesiada la demanda en sentido nega- tivo y se le seguiré el juicio en rebeldia a solicitud de parte, si se le compagina con este articulo digo, el Juez no esté au- torizado para decretarla de oficio, La frase “abrird a prueba el proceso”, causa la impresién de que se trata de un man- dato imperative para el Juez, pero el Juez no estaria on la posibilidad legel de acatarlo porque el juicio no seguirfa en tanto no se acusara Ia rebeldia. Habitualmente, el contestarse 1a demanda, el demandado pide le apertura a pruebe. Pero si no lo pide, zdeberé acor- Garlo el Juez? Si el demandado no comparece y el demandan- te se limita al acuse de reheldfa, jdebera el Juez disponer de ofieio el reeibimiento a prueba? Por lo general, el Juez se abs- tiene pero esta prictica me parece que no esti en armonia con Ja perentoriedad de los términos prevista en el articulo 64 mi ‘con el texto del artieulo 123, Pienso por tanto, que lo correcto 9 DERECHO PROCESAL CIVIL 415 es que se decrete la dilacién probatoria aunque les partes no lo hayan pedido. ©) El lugar de fa prueba. Hs requisito de toda prueba, que se sustancie en la circunseripeién, sede 0 local del érgano jurisdiccfonal ante quien el proceso se desenvuelve, salvo en ‘aquellos casos particularizados expresamente por la ley. En. otros casos, se hace necesario reeurrir al auxilio judicial me- diante despacho, exhorto o suplicatorio, o por el caricter de Ia prueba (reconocimiento judicial) o por mediar impedimento cen el sujeto pasivo de la misma (enfermedad) debe practicar- la el Juez fuera de la sede del Tribunal pero siempre dentro de su clreunseripeién jurisdiecional, 4) La actividad probatoria. La-actividad probatoria com pprende tres actos que se suceden consecutivamente: la pro- posicién o peticién, la admision y la ejecucién. La proposi- Cidn es de dos especies: genérica y especifica. Proposicién ge- nética es la que se have eu los escritos de demanda o de con testacién expresando con elaridad todos los medios de prueba que se ofrecen y que como se recordard, es uno de los requi- sitos que debe contener teda demanda o st contestacién. Y proposicién especifiea la que se hace dentro del periodo pro- batorio pidiendo la préctica de Ia prueba o del medio proba- torio en particular y oportunamente ofrecido, Admisién es el acto por el cual resuelve el Juez ordenando fa préction de 18 ‘prueba luego de examinar si no es de les que puede rechazar de plano, o si a solicitud reune los demés requisites que co- rrespondan de acuerdo con la naturaleza de la prueba que se propone. ¥ ejecucién es llevar a cabo por parte del Juez, la ‘actividad o diligencia necesaria para la incorporacién o exis- yenela de la prueba en el proceso, ‘La actividad probatoria se rige directamente por los prin- cipios de contradiccién, publicidad entre partes, inmediacion ¥ adquisicién procesal. Por virtud del principio de contradic ‘fn, ninguna prueba es valida si no se da ala otra parte, 1a oportunidad de redargiiirla 0 de intervenir en su diligencis- miento. La prueba preconstituida misma, que tiene en si su propia eficacia, no opera en el proceso sino se produce contra~ dictoriamente. Con ese fin, establece el Cédigo, en su articu- 416 DSIARIO EFRAIN NAZERA FARFAN Jo 129, que “las pruebas se recibirdn con eitacién de la parte contraria; y sin este requisito no se tomarén en considera- cién”. ¥ para garantizar el derecho de contradiccién, agrega: “para led diligencias de prueba se sefialaré dia y hora en que deban practicarse y se citar a la parte contraria por lo me- nos, eon dos dias de anticipacién”. ‘Con respecto a la publicidad, debemos recordar que toda diligencia es pliblica entre las partes y sus aboza- dos. En el Cédigo no existe ninglin precepto general que prohiba la presencia de terceras personas, y antes bien, se supone que no Ia prohibe porque de otra manera, no se ex- plica el por qué, en el parrafo tercero del articulo 129, se di- ve que “la prueba se practieard de manera reservada cuan- Go, por su naturaleza, el Tribunal lo juzgare conveniente”. No obstante, cabe preguntarse: para quién serd reservada’ {Para las partes? ;Para los abogados? ;Para los terceros? EI principio de inmediacién, que significa contacto diree- to entre los cujetos del procaco, entre cl Juez y quience in tervienen como partes o como sujetos de la prueba, esté con templado en el pérrafo tiltimo del articulo antes mencionado en el que se dispone que “el Juez presidiré todas las dillgen- clas de prueba", y on el articulo 88 de 1a L, O. J. que dice: “Los Jueces que ilevan Je substanciscién en los tribunales de Ja Repiiblica, recibirén por si todas las déclaraciones y pre- sidirén todos los actos de prueba”, ¥ el principio de adquisi- ‘eién procesal, en cuya virtud las pruebas perteneeen al pro- eso y no a las partes, so advierte por af solo desde el momen- to que el destino de las mismas, es formar la conviecién ju- dicial. 8 LA PRUBBA EN JUICIOS DISTINTOS Otro de los temas, y de los més diseutidos, euyo estudio se incluye en la teorfa general de la prueba, es el relative a la eficacia que pueda tener Ia prueba produeida én un juiclo ¥ que se aduzea en otro distinto, Y en particular, la atencién se concentra en la prueba penal frente a Ia prueba civil. ;Qué 5 DDERECIIO PROCESAL CIVIL an valor tiene la prueba producida en lo penal y que se invoca en un juicio civil? Las opiniones son disidentes. Por un lado, se sostiene que son eficaces en cualquiera de ambos juicios; y por el otto, que no lo son, ¥ conforme a un tercer criterio, de tendencia ‘ecléetica, se atirma que lo son segiin que se haya o n0 tenida la oportunidad de scr impugnadas por Ia parte contraria y siempre que el juicio distinto de que se trate, se desenvuei- vva entre las mismas partes ‘Son eficaces —argumentan los sostenedores de esta te- sis— porque sobre las diferencias concretas que puedan exis- tir entre el proceso penal y el civil por razén de la materia, cabe formular, desde el punto de vista del derecho probatorio, prinelplos comunes con fundamento en que ambos proce. sos tienen Ia misma finalided de justicia y en que a Ta unidad conceptual de la prucba no se opone el que su resultado sea el de la verdad real eh el penal y el de la verdad formal en el civil, porque contra ese signo diferenciador, que no puede acoptarse on todas sus consectencias, debe tomarse nota que el propésito y funeién de una y otra prueba, es el de conveneer al Juez de la verdad o la falsedad de los hechos qué han de servir de base para la aplicaciin de la norma juridica. Si a esto se suma el practicarse Ia prueba penal con intervenciéa, de las partes hecho al que debe su oficacia procesal—, no hay razén para que la pierda por el solo motivo de que Jos procesos sean distintos: “Cuando las par~ tes entre las cuales se vuelve a debatir el hecho som Iss mis- mas —razona RICCI— no so comprende por qué razén aquc- Mo que respecto de ellas constituye verdad en un juicio, no se ha de considerar como verdad también en el otro. Los resultados de les pruebas no tienen cardcter de verdaderos porque se hayan practicado en tal juicto y'no en otro, sino en virtud del debate y oposicién de las partes y de la observan- cia de las formalidades esteblecidas por 1a ley para piacti- ‘arlas... Si 1a oposicién de la parte contraria interesada en 4a observancia de las formalidades establecidas por la ley pa- rma practicar una prueba, son gardntfa de la verdad, ito ge comprende por qué una ver establecida ésta no se haya de reputar tal, con relaci6n a les mismas partes, aunque sea en tun juicio distinto”. 2) a8 DARIO EFRADC NAIERA FARFAN Contra esta corriente, a peser de Ia fuerza de su légics, se arguye que no son eficaces porque aun cuando ambos ‘procesos pueden ser doctrinalmente unitieados en lo que res- pecta a los principios fundamentales de la prucha, sus dife- eneias son tan profundas, que los ordenamientos positives zo hen logrado superar. En el proceso penal domina el prin cipio inquisitive y en el civil el dispositive. De Ia aplicacién de estos principios, derivan resultados completamente dis- tintos con relacién al modus procedendi de la pruebs, y aun dentro del proceso penal mismo, difiere su produccién segin se trate de la fase sumaria 0 inquisitiva, y de la fase plena- ia o acusatoria, En lo que concieme a nuestra legislacién, fuera de la isposicién expresa contenida en el arliewlo 611 del Cédigo de Procedimientos Penales, segiin 1a cual, “la-confesién que €l culpado haga en juicio no Ie perjudica en otro juicio que contra él se sige”, no existe ninguna otra que nos sirva de borieulieiGu coucieta acerca de la materia, pero no debe olvi- arse que en la fase plenaria del proceso penal, la produccién, de la prueba no difiere con 1a de caricter civil y que en am- bos procesos, el documento es una prueba tasada por lo que su efieacia es la misma en cualquiera de los juicios que se le utilice,

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