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ie Gharles Bukowski la mas impactance: prosa deralcantarilla: la inde= cent@venergia dela furia, Harry acabé con el spero papel higiénico de la pensidn. Se- guro que las caseras se limpiaban con algo mejor. Todas aguellas caseras tan religiosas, con maridos muertos hace tiempo. 18 ge subié los pantalones, tird de la cadena, salié de allf, baj6 Inescalera de la pensién y salié a la calle. Eran las 11 de la maiiana. Se dirigié hacia el sur. La resaca era brutal, pero no le importaba, Eso significaba que habia estado en algin otto lugar, algn sitio bueno. Mientras iba andando encon- Se medio cigarillo en el bobsillo de la camisa. Se detuvo, miré Elextremo negro y aplastado, buscé una eerillay luego intent6 en- Eenderlo, La llama no prendia. Siguié intenténdolo. Después de Tacvariacerill, que le quemé los dedos, consiguid dar una calada. Sintié nduseas, luego tosid. Noté que su estmago se estremecia Un coche se acercé lentamente. Estaba ocupado. por cuatro mochachos jévenes. “jen, 1G, vEyEsToRtO! ;MuERETE! —grit6 uno de ellos a Harry. Los ottos se rieron. Después se fueron. Elcigarrillo de Harry seguia encendido. Dio otra calada. Bro- t6 una bocanada de humo azul. Le gustaba aquella bocanada de humo azul. Caminaba bajo el calor del sol pensando: «Voy andando y fu- mando un cigarrillo.» Harry caming hasta llegar al parque que habfa frente @ Ia bi- blioteca. Seguia chupando el cigarrillo. Entonees la colilla le ques mé los dedos y la tiré a regafiadientes. Entré en el parque y an- duvo hasta encontrar un sitio entre una estatua y unos arbustes. Era una estatua de Beethoven. ¥ Beethoven estaba andando, con Ja cabeza gacha, las manos entrelazadas a la espakda, obviamente pensando en algo. Harry se agaché y se també sobre la hierba. La hierba recién cortada picaba bastante. Estaba puntiaguada, afilada, pero tenia tun aroma agradable y Iimpio. El aroma de la paz. Tnsectos diminutos comenzaron a pulular alrededor de su cara en cfrculos iregulares, cruzéndose unos con otros pero sin choca jamds, ‘Apenas eran unas particulas, pero eran unas particulas a ls bisqueda de algo. rt) Harry levanté la mirada, a través de las particulas, hacia el ciclo. El cielo estaba azul y endemoniadamente alto. Harry si- guié mirando hacia arriba, al cielo, intentando sacar algo en cla- 10. Pero Harry no saeé nada en claro. Ninguna sensacién de eter- nidad, ni de Dios, ni siquiera del diablo, Pero uno tiene que encontrar primero a Dios para encontrar al diablo. Van en ese orden. A Harty no le gustaban los pensamientos profundos. Los pen- samientos profundos podian conducir a errores profundos. Después pensé un poco en el suicidio, Tranquilamente. Como Ja mayoria de los hombres piensa en comprarse un par de zapatos nuevos. El problema principal del suicidio es la idea de que po- difa ser el comienzo de algo peor. Lo que él realmente necesitaba era una botella de cerveza helada, con la etiqueta un poco mojada y esas gotas frfas tan hermosas sobre la superficie del vaso. Harry comenzé a dormitar..., a ser despertado por el sonido de voces. Las voces de colegialas muy jévenes. Se refan con risi- Has bobas. —jObb, mirad! isd dormido! —ele despertamos? Harry entreabrié un poco los ojes bajo el sol, espidndolas a través de las pestaias. No estaba seguro de cudntas eran, pero vio sus vestidos llenos de colores: amarillos y rojos y verdes y azules. —iMired, es precioso! Soltaron unas risillas bobas, se rieron abiertamente, salieron cortiendo Harry volvié 2 cerrar los ojos. eQué habfa sido aquello? Nunca le habfa pasado nada tan deliciosamente refrescante. Le habjan llamado «preciso». ;Qué amabilidad! Pero no regresarfan Se levanté y anduvo hasta el extremo del parque. Allf estaba la avenida, Encontré un banco y se sents. Habfa otro vagabundo 20 en el banco de al lado, Era mucho més viejo que Harry. El vage- undo tenfa un aire pesado, oscuro y siniestro que a Harry le recordé a su padre, No, pensd Harry, jqué desconsiderado soy! El vagabundo eché una répida mirada a Harry. El vagabundo. tenia unos ojos minésculos e inexpresivos, Harry le sonrié levemente. El vagabundo mité hacia otro ledo. Entonces se oyé un ruido procedente de Ia avenida. Motores. ra un convoy del ejército. Una larga fila de camiones lenos de soldados. Rebosantes de soldados que iban allf como enlatados, QUE-VIVO?=(Tit-seles-al mundo;-te-las arceglas para salir y ver el mundo! [Yo tengo que quedarme agu sentada! jNo sabes lo que es eso un dia tras otro! —Ya..., bueno, dejémoslo. Helena dio un trago de su ginebra. —Sabes que te quiero, Tommy, y que cuando no ests bien me duele, me duele el cotazén, es asi. Esti bien, Helens, vamos a sentaznos aqui y a tranquili- zarnos. Tom se dirigié hacia la mesa del rincén y se senté, Helena llevs su ginebra y se senté frente a él, Lo miré, —|Dios mio! :Qué te ha pasado en las manos? —Me han cambiado de puesto. Tengo que encontrar un modo de protegerme las manos... Esparadapo, guantes de goma..., algo... Habia ecabsdo su lata de cervera. —Oye, Helena, ctienes mas ginebra por: ah? —Clato, creo que si. Le observé mientras iba hacia el-armario, buscaba en lo alto y bajaba una botella. Regresé con la ginebra, se volvié a sentar. Tom quité-el precinto de la borells. —¢Cudntas més tienes por ahi? —Algunas... —Bien. -- Entonces:—axf, de repente—Ulegé la hora de la primera ca- rrera. Henry fue hacia las colas donde estaban todos: los solita, tos y los dementes, las fess sin remedio con sus tacones gastades ¥ aquellos rostzos a los que todo les habia sido robado hacta ya mucho tiempo, todo menos la determinacién de continuar sin ¢ Peranza, sin melodia o sin una méxima-expectativa de vien siquiera. >< 5 Cuando la muerte vengs a buscarnos, pensé Henry, nos ese Pitd como huesos limpios, acabados hace tiempo, secos y duros yo. eque? Y nada. Entonces, mientras Henry estaba haciendo cola, Marsden apa- recié corriendo. Marsden habfa sido taquillero pero hizo un ma. picheo ilegal con la méquina y perdi.el puesto. Sin embacyo, 4e seguian admitiendo en el hipéelromo. Y Marsden le habia echac, 62 muchas veces una mano a Henry, especialmente en las apuestas de trotones, en las que el dinero, caliente y en grandes cantida- des, entraba tan tarde y tan rapido que era casi imposible partici- par en la accién, Marsden solfa marcar un ticket de 50 a ganador para él, mirando hacia el final de la larga cola en la que se encon- traba Henry, y sefialaba el ntimero del caballo. Marsden y las carreras de trotones habfan resultado provechosas para Henry. Marsden levaba ropa hecha a medida, parecfs estar siempre feliz, refa a menudo..., um hijo de puta encantador que tenfa mu- nos problemas cén’ las mujeres. Mis incluso qué Henry Marsden estaba alli de pie con su elegante atuendo, —iEh, chico! Habia alguien con él. Otro tipo bien vestido. —Este es mi abogado. EI mundo estaba bien. Se dieron la mano. El mundo estaba bien y era una broma. El abogado se fue hacia el bar. Oye, chico —dijo Marsden—, sé que eres un jugador. Sé que sabes quién va a entrar primero, Pasame el dato. Exo no es la carrera de trotones, Mars... —=iA tomar por culo! Pisame el dato. El que mis me gusta es el 9. —iEso! jEso! j10 He ofpo! {Ya me dijeton que no podia per- deri Ove, déjame cincuenta. Hace un rato he venido por aqui y he ofdo hablar del 9. {Déjame cincuenta, por favor! —Me pones contra la pared, Mars. Lo mas que puedo dejarre ¢s un billere de 20. Vale Hihry le dio los 20 y Marsden se fue. Cuando quedaban 3 apostantes entre Henry y la ventanilla se ovd anunciar por los altavoces: «Por orden de los comisazios, Happy Hour ha sido retirado.» Happy Hour era el caballo ntimero 9. Joder, pensé Henry. Entonces ya estaba frente al encargado de las apuestas. —Veinte a ganador al 5 —dijo. 63 Salié a ver la carrera. Cuando la estaba viendo, lo oyé: «Hor ‘Watch se ha quedado , lo estaban reservando para un gran final. En la tiltima curva Red Window empezé a perder posiciones. Hey! Estaba a6 cuerpos, iba decayendo, habfa una pared de caba- Mos muy cansados, e! sol luchaba conzra la polucién, las montafias eran de un pirpura claro y Red Window parecia estar encerrade contra la valla. Entonces el jockey se empleé 2 fondo. Sacé el caballo de la valla, abriéndose hacia e! otro lado roded Ja cansada masa de carne equina, jy venfa como un tiro! 72

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