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@ “Res 3 esate LOS TRABAJOS DE LA MEMORIA iglo veintiuno de espafa editores, s.a. siglo veintiuno de argentina editores EuzagetH JeLin “Tosios los derechos reservados. Probibida la reproduccion oul 6 parcial ‘obra por cualquier proceaimiento Iya sea grifco, eectrdnico, 6ptice, quimico, mecénico, mo 0 ‘wansmision. de sus © de eet edicién, junio 2002 S16t0 00 DE SPAN EDITORES. S.A, Principe de Vergzr, 78. 28006 Madrid En cosdiciGn con Social Science Research Council © 2001, Elizabesh Join DERECHOS RESERVADOS CONFORMEALALEY Impreso y hecho en Espatia Printed and made in Spain Disetio dela cubiera: Juanjo Barco/Alins lustacién ISBN: 84-323-1093-X Deposivo legal: M.26.995-2002 Forocomposicién: IrORTEC SL Julian Camarillo, 26, 1° 6 = 28037 Madrid Impreso en Closas-Orcoven, S.L. Polfgono isarss. Sa Paracvellos de jarama (Masri) ise 3. LAS LUCHAS POLITICAS POR LA MEMORIA Paul Ricoeur plantea una paradoja. El pasado ya pasd, es algo? de-terminado, no puede ser cambiado. EI faruso, por el consrario, ¢s abierto, incierto, indeterminado. Lo que puede cambiar es el sentido de ese pasado, sujeto 2 reinterpretaciones ancladas en la intencionalidad y en las expectativas hacia ese fuwuro''. Ese sentido del pasado es un sentido activo, dado por agentes sociales que se ubican en scenarios de confrontacion y lucha frente a orras interpretacionss, otros sentidos, o contra olvidos y silencios. Ac- tores y militantes «usan» el pasado, colocando en la esfera puiblica de debate interpretaciones y sentidos de! mismo. La intencién cs establecer / convencer / transmitir una narrative, que pueda llegar a ser aceptada, La investigacion del tema, entonces, no consiste en wtratar con Jos hechos sociales como cosas, sino en analizar como los hechos sociales se toman cosas, cOmo y por qué son solidificados y do- tados de duracién y estabilidady (Pollak, 1989: 4). Se trata de estudiar Jos procesos y actores que intervienen en el crabajo de construccién y formalizacién de las memorias. 2Quignes son ie “Aunque, en efecto, os hechas son imborrables y no puede deshacerse Jo que se ha hecho, ni hacer que To que ha sucedido no suceda, el senride de lo que pas6, or el contrario, no est fijado de una vez por todas. Ademis de ‘que los acontecimientos del pasado pueden interpretarse de otra manera, Is carge moral vineulads a la reacion de deuda respecto al pasado puede incre- rmencarse o rebafrse, segtin tengan primacis Ia acusacién, que encierra al cul- pable en el semtinienro doloraso de lo irreversible. 0 el perdén, que abre la perspectiva dela exencién dela denda, que equivale a una conversién del propio sentido del pasado. Podemos considerat este fenémeno de la reinterpretacign tamto en el plane moral como en el del simple relaro. como un caso de accién retroactiva de la itencionalidad del futuro sobre fa aprehensién del pasadow (Ricoeur, 1999: 9), 40 Elzabetn Jatin esos actores? éCon quiénes se enfrentan o dialogan en ese pro- ceso? Actores sociales diversos, con diferentes vinculaciones con la experiencia pasada —quienes la vivieron y quienes la here- daron, quienes la estudiaron y quienes la expresaron de diversas maneras— pugnan por afirmar la legitimidad de «su» verdad. Se trata de actores que luchan por el poder, que legitiman su posicién en vinculos privilegiados con el pasado, afirmando su continuidad © su ruptura, En estos intentos, sin duda los agentes estacales tienen un papel y un peso central para establecer y elaborar la historia / memoria oficial». Se torna necesario centrar fa mirada sobre conflictos y dispuras en la interpretacign y sentido del pa- sado, y en el proceso por el cual algunos relatos logran desplazar 2 otros y convertirse en hegeménicos, LA CONFORMACION DE UNA HISTORIA NACIONAL, Y UNA MEMORIA OFICIAL En los procesos de formacién del Estado —en América Latina 4 lo largo del siglo x0, por ejemplo— una de las operaciones simbélicas centrales fue la elaboraci6n del egran relaro» de la na- cién. Una versi6n de fa historia que, junto con los simbolos pa- trios, monumentos y panteones de héroes nacionales, pudiera ser- vir como nodo central de idemtficacién y de anclaje de la iden- tidad nacional ePara qué sirven estas memorias oficiales? Son intentos més menos conscientes de definir y reforzar sentimientos de per- tenencia, que apuntan a mantener la cohesi6n social y a defender fronteras simbélicas (Pollak, 1989: 9). Al mismo tempo, pro- porcionan los puntos de referencia para vencuadrar las memorias ___Se grupos y secrores dentro de cada contexto nacional. ‘Como toda narrativa, estos relatos nacionales son selectivos, Construir un conjunto de héroes implica opacar la accién de otros. Resaltar ciertos rasgos como seftales de heroismo implica silenciar orros rasgos, especialmente los errores y malos pasos de los que son definides como héroes y deben aparecer «inma- culados» en esa historia. Una vez establecidas estas narrativas ca- nOnicas oficiales, ligadas histéricamente al proceso de centrali- luchas poiticas porla memoria a zacién politica de la etapa de conformacién de Estados nacionales, se expresan y cristalizan en los textos de historia que se transmiten cen la educaci6n formal. Al mismo tiempo, se constisuyen en los blancos para intentos de reformas, revisionismos y relatos alter~ natives. Porque la narrativa nacional tiende a ser la de los ver- cedores, y habri otros que, sea en la forma de relatos privados de transmisi6n oral o como pricticas de resistencia frente al poder, ofrecerin narrativas y sentidos diferentes del pasado, amenazando el consenso nacional que se pretende imponer’. ‘Si el Estado es fuerte, y el «policiamiento» incluye controlar las ideas y la liberrad de expresi6n en el espacio piiblico, las narra- tivas alternativas se refugian en el mundo de las «memorias pri- vadas», a veces silenciadas aun en el Ambito de la intimidad (por vergiienza o por debilidad), 0 se integran en pricticas de resis- tencia més o menos clandestinas (Scott, 1992) En este punto, el trabajo de los historiadores profesionales ocupa un lugar central. Porque en el mundo moderno, las narra- tivas oficiales son escritas por historiadores profésionales. El vin~ culo con et poder es, sin embargo, cen:ral en la intencionalidad de la conseruccién de la narrativa de la nactén. Las incerpreta- ciones consrapuestas y las revisiones de historicas se producen a lo largo del tiempo, como prod politicas, de los cambios de sensibilidad de época y del propio avance de la invescigacién histérica Con relacién a Ia historia de aconteci 6 cercanos en el tiempo, especialmente cuando estuvieron sig- nados por fuerte conflictividad social y politica, la instalacién de tuna historia oficial se toma dificil y problemitica. Durance los perfodos dictacoriales de este siglo —el stalinismo, el nazismo. el franquismo, las dictaduras militares en Brasil. Chile, Argentina 0 Uruguay, el stronismo en Paraguay— el espacio publico esti ‘monopolizado por un relato politico dominante, donde «buenos» yy amalos» estin claramente identificados. La censura es explicita, jas memorias alternativas son subterréncas, prohibidas y clandes- sinas, ¥ se agregan a los estragos del terror, el miedo y los huecos jentos contemporéneos T Sobre la relacién entre memoria y nacién. el anilisis de varios casos especiticos ver el ndmero especial de Soria Sten Fistory cornpilado por J. Oick (Click, 19986). oe Elzabern Jetin traumiticos que generan parilisis y silencio, En estas circuns- tancias, los relatos oficiales ofrecidos por los voceros del régiment tienen pocos desafios en la esfera publica Por lo general, los relatos de las dictaduras dan a los militares tun papel «salvador» frente a la amenaza (en el Cono Sur, en los setenta, se trataba de la amenaza del scomunismo») y al c20s crea- do por quienes intentan subvertir a la nacién. En este contexto, Jos relatos posteriores ponen el énfasis sobre los logros pacifi- cadores (especialmente notorios en la Argentina) o sobre el pro- greso economico. Por ejemplo, las conmemoraciones det décimo aniversario del golpe de Estado en Brasil, en 1974, fueron una focasién para poner en la esfera piiblica y en el sistema escolar tuna versiGn donde el éxito econémico del régimen —el «milagro econémico» brasilesio— fue el relato excluyente. No bubo m ciones sobre el sistema politico o sobre libertades puiblicas (Car- valho y Catela, 2602). El papel politico y ético de los historiadores ¢ intelectuales criticos €s, en es0s perfodos, de una importancia especial’ Las aperturas politicas, los deshielos, liberalizaciones y cran- siciones habiliran una esfera piblica y en ella se pueden incor- porar narrativas y relatos hasta entonces contenidos y censurados. ‘También se pueden generar nuevos. Esta apertura implica un es- cemario de luchas por el sentido del pasado, con una pluralidad de actores y agentes, con dernandas y reivindicaciones miiitiples. El escenario politico es de cambio institucional en el Escado yen la relacién Estado-sociedad. La lucha se da, entonces, entre actores que reclaman el reconocimiento y la legitimidad de su palabra y de sus demandas. Las memorias de quienes fueron opri- Y sful va no se trata de una cuestin de decadencia de la memoria colectiva [-Jesino de la vilacign brutal defo que la memoria puede todavia conservar. de la mentira deliberada por deformacién de fuentes y archivos, de la invencir de pasados recompuestos ¥ miccos al servicio de los poderes de las cinieblas. ‘Contra los miliantes del olvido, los eraticamtes de documentos, los asesinos de la memoria, contra los revisores de enciclopedias y los conspiradores del silencio, conera aquellos que, para retomar la magnifica imagen de Kundera, pueden borrar a un hombre de una fotografia para que nada quede de i con {xcepcidn del sombrero, ef histriador (..] animado por la austera pasién por los hechos [.] puede velar y mona guardiae (Yerushalmi, 19893: 25). | Las luchas poitioas por la memoria s midos y marginalizados —en el excremo, quienes fueron direc~ tamente afecrados en su integridad fisica por muerses, desapa- riciones forzadas, rorruras, exilios y encierros— surgen con una doble pretension, la de dar ta versién «erdaderay de la historia a partir de su memoria y la de reclamar justicia. En esos mo- mentes, memoria, verdad y justicia parecen confundirse y fa- sionarse, porque el sentido del pasado sobre el que se esti I~ chando es, en realidad, parte de la demanda de justicia en el presente. Son momentos en fos que emergen piblicamente relatos y narrativas que estuvieron ocultos y silenciados por mucho tiempo. Provoca gran sorpresa piiblica la supervivencia, a veces durance décadis, de memorias silenciadas en el mundo piblico pero con- servadas y transmitidas en el ambito privado (familiar 0 de so- ciabilidad clandestina), guardadas en la intimidad personal, «ol- vidadis» en un olvido xevasivoy —porque pueden ser memorias prohibidas, indecibles 0 vergonzantes, como sefiala Pollak (1989: 8), 6 enterradas en huecos y s{nsomas trauméticos—. Escas coyuncuras de apertura muestran con coda claridad e incensidad que los procesos de olvido y recuerdo no responden simple y lineal o directamiente al paso del tiempo cronol6gico*. Las aperturas politicas, por otra parte, no implican necesaria y centralmente ania contraposicién binaria, entre una historia off cial 6 una memoria dominante expresada por el Estado, y otra narrativa de la sociedad. Son momentos, por el contrario, donde se erfrentan miltipies actores sociales y politicos que van es- tructurando relatos del pasado y, en el proceso de hacerlo, ¢ presan también sus proyectos y expectativas politicas hacia el f Tr persistencia y apropiacion de los iconos de la musica de provesta y de las consignas prohibidas por parte de j6venes que no pudieron tener expe rienciss directas en espacios piblicos durante las dicaduras son ejemplo de testo. Enlaaperrura espafiola de la segunda mitad de ls afos serenta,adolescentes anuban las canciones republicanas de a Guerra Civil y voceabas las consignas de ta época, En fa transicin argentina los jévenes coreaban las canciones de ta conocida cantante Mercedes Sosa (cuyas canciones estaban prohibidas en los ‘medios de difusién piblica durante la dictadura militar), como st hubieran teni- {0 un contacto directo con eila desde siempre. Pollak (1989) presenta varios casos europeos de memoriassilenciadas, “8 Sizabetn Jeli quro, En estas coyunturas, el Estado tampoco se presenta de rma- fers unitaria, La transicién implica un cambio en ef Estado, un nuevo intento fundacional, con nuevas lecruras del pasado. Den- tro mismo del Estado hay lecturas mdltiples en pugna, que se Griculan con la multiplicidad de sentidos del pasado presentes en el escenario social LA CONFLICTIVA HISTORIA DE LAS MEMORIAS Las controversias sobre los sentidos det pasado se inician con el acontecimiento conflictivo mismo. En el momento de un golpe militar o en la invasion a un pais excranjero, los vencedores in- terpretan sa accionar y el acontecimiento producido en términos de su insercién en un proceso histérico de duracion més larga Ya las proclamas iniciales y la manera como el acontecimiento es presentado a la poblacién expresan un sentido del aconteci- gniento, una visidn generalmente salvadora de sf mismos. Como Sefala Rousso, esi queremos comprender la configuracién de un discurso sobre el pasado, hay que tomar en cuenta el hecho de gue ese discurso se construye desde el comienzo det acontect~ Tijento, que se entatza alli» (Rousso, en Feld, 2000: 32). Este Giscurso se ird revisando y resignificando en perfodos siguientes Gependiendo de fa configuracién de Fuerzas politicas en los ¢s~ pacios de dispura que se generan en distineas coywncuras eo- némicas y politicas. Rousso estudia la memoria de Vichy en Francia, Ya en los primeros discursos de De Gaulle, en 1940, la postura expresada Ey que Francia (la werdaderm) no fue vencida, y que el regimen Ge Vichy es un «paréntesis», A partir de 1944, se construye una memoria mitificada de a guerra: los franceses son presentados Como los héroes de la resistencia, visién acompafiada por los jui- Gios a colaboradores y la «depuraciGn» después de la guerra. La primera ola de juicios en la posguerra se centr6 en el crimen He la colaboracién, definida como straicion a la patria». Solo a ‘comienzos de los aftos setenta se produce la primera incuipacion de un francés por crimenes wontra la humanidad». La defimicién Las luchas polticas por la memoria 6 de la norma que se transgrede y el marco interpretative cambian: pueden reconocerse crimenes cometidos por éranceses en el mar~ £o de orgunizaciones fascistas francesas, crimenes no ligados a Ja noci6n de wcraicién a la patria En lugar de poner por delante la amici a Francia y la relacién con ‘Alemania, o sea una visiGn nacional del crimen {..] se va a tratar de Saber hasta qué punto ellos eran wiascistas» y antisemitas, pariendo de la idea. en gran parte exacta, de que el fascismo y el antisemitismo pertenecfan a la tradicidn francesa, independientemente de la ocupacion. Flemana, En el extremo, en estas representaciones recientes, el alemin, elocupante nazi va a pasar a un segundo plano, particularmente en el ‘marco de los juicios (Rousso, en Feld, 2000: 34). Otro pumto que marca Rousso s que si al comienzo la acu~ sacién provino del Estado, que necesité marcar una ruptura con el régimen de Vichy anterior, décadas después quienes promo- vyieron las acciones judiciales y los reconocimientos simbélicos oficiales fueron actores sociales, ex deportados y ex resistentes, que lo hicieron como «militantes de la memoria», «en nombre de un “deber de memoria” cuyo objetivo era la perpetuacién del recuerdo contra toda forma de oivido, que en esta perspectiva se considera como 1mn nuevo crimen» (Rousso. en Feld, 2000: 36). Estas gestiones puiblicas de la memoria deben ser entendidas, sin duda, en el contesto del escenario politico francés, del surgimien- to y popularidad de discursos y pricticas de la derecha y sus ex presiones antisemitas, y del contexto europeo mas ampho, temas que obviamente escapan a este trabajo. Los momentos de cambio de régimen politico, los perfodos de transicién, crean un escenario de confronracién entre actores con experiencias y expectativas poltticas diferences, generalmence contrapuestas, Y cada una de esas posturas involucra una vision del pasado y un programa (implicito en muchos casos) de sra~ tamiento de ese pasado en la nueva etapa que es definida como ruptura y cambio en relaci6n con la anterior. En ef caso de la transicién en Espana, la memoria dolorosa de distintos actores politicos, mas que avivar las diferencias y las confrontaciones, dieron lugar a la posibilidad de convergencia y negociacion. Agui- lar Fernandez sostiene que la existencia de una memoria trau- od lzabeth Jatin mitica de la Guerra Civil espafiola jugé un papel crucial en el disefio insticucional de la cransicin al favorecer la negociacién ¢ inspirar la actitud conciliadora y tolerante de los principales actores» (Aguilar Fernindez, 1996: 36). La memoria de la guerra —ésta es la hipévesis cenral de su trabajo— jugé un papel pa- cificador en la transicin El gapel del movimiento de derechos humanos en la transicién argentina, tanto en relacién con la memoria, como con las demandas de justci, es ana- Tizado en jlin (1995). Acuda y Smulovie analizan las relaciones eivieo-militares con las tansiciones de Argentina, Brasil y Chile (Acufa y Smulovitz, 1996) 3 Elizabeth Jel LOS AGENTES DE LA MEMORIA Y SUS EMPRENDIMIENTOS En un libro ya clésico de la sociologia norteamericana, Howard Becker propone tna perspectiva que en su momento revoluciond Ja manera de pensar el tema de Ia desviaci6n social, y que. 8 mi encender, offece algunos puntos para pensar analégicamente los campos de disputa sobre memorias los actores que intervienen, en ellos (Becker, 1971 (1963)]. Becker sostiene que en el proceso dde generar y senmarcam ciertas conductas como desviadas, «al- gguien debe llamar la atencidn del piblico hacia estos asuntos, proveer el impulso necesario para qui las cosas se hagan, y dirigir Eves energias, a medida que van surgiendo, en la direccién ade~ cuada para que se cree una regha..» (Becker, 1971: 151). Llama f ese grupo vroral entrepreneurs, empresarios o emiprendedores norales, agentes sociales que —muy a menudo sobre la base de Sentimientos humanicarios— movilizan sus energias en funcién de una causa, “Thm prestada esta nocién de moral entrepreneur para aplicarla al campo de Tas luchas por las memorias, donde quienes se ¢x- presan e intentan definir el campo pueden ser vistos, a menudo, como wemprendedores de la memoriay®. ‘La pregunta de cémo ¥ por qué cierto tema se convierte en tun momento y lugar dados en una cuesti6n publica acrae la aren Gidn de analistas, desce quienes trabajan sobre politicas publicas TPralicre ef uso de la palabra vemprendedors a la de vempresario», Este “iio eermino puede provocar alguna confusin, dada la asociacin de ia nocisn {Je sempresas om la dex de lucro privado, La idea de emprendedor age eles, to tiene por qué estar asoiada con el lncro econdmico privado, sino que pode- os pensar en emprendimientos decarctr sociale 0 colecivo, Lo importante este punto, y que es algo que quiero scarry conservar <= que el empret- Gedor se involucra personalmente en su proyecto, pero también compromete s oaos, generando partcpacién y una faea organizada de carictr colecavo ‘Adifersnein dela nociOn de amilisanes de Ia memonay (udlizada, por ejemplo, for Rous), el emprendedor es un generador de proyectos. de nuevas idess FP expresiones, de creatvidad —mds que de repeticiones— La nocin cemite earns Is exiseencia de una organizacin socal ligada a provecto de memoria, Gus puede implica jerarquias sociales, mecanismes de contol y de division

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