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DIARIO de José Miguel ON 4 ava NLA HISTORIA de cada pais existen figuras po- lémicas, personajes que se contraponen los unos @ los otros y partidismos que no aceptan nada de Iq faccién contraria, Esto sélo puede superarse cuando se inicia un estudio cientifico de la histo- ria, cuando la documentacién obtenida de determinado suceso se trata de enmarear segiin las leyes de Ia sociedad que le dio origen, 1o olvidendo que un modelo teorico de investigacién debe aplicarse a una realidad his- térica con sus propias determinaciones. Todo Io que se haya logrado obtener mediante la inyestigacién histérica debe hacerse conocer; en esto estri- baria la diferencia entre el populismo histérico y una yerdadera historia popular. El primero tendria como resul- tado Ia creaci6n de héroes reyerenciables y personajes execrables, o sea, sumir a la Historia en una galeria de personajes miticos. La segunda situaria los hechos histéricos dentro de una estructura econdémico-social que los estd condicionando, Dentro de la historia de la independeneia de Chile, José Miguel Carrera es una de esas figuras discutidas, Su trayectoria, sus formulaciones politicas, las luchas que emprendid y finalmente su muerte, han sido vilipendiadas por algunos, ensdlzadas por otros. _ Para comprender el significado de Carrera dentro de la historia de Chile debemos situarnos en el proceso de independencia nacional de los. pueblos americanos contra la dominacién ee el proyecto independentista.no fue unico ni homogénco, y puso en movimiento distintos secto- tee ‘tes sociales que formularon diversas lineas politicas pata aleanzar la independencia y establecer una forma de gobiet- no und vez que la mismd se hubiera consolidado. Cuando Carrera llegd al pais en 1811, ya se habia instdlado la Primera Junta de Gobierno que iniciaba en Chile el movimiento de independencia. En el periodo 1811- 1814 fue uno de los principales protagonistas. Desde 1814 a 1821 yiajé a Estados Unidos, luché en las Provincias Unidas del Rio de La Plata, destacdndose como jefe de las eae Pare Bult ae echiaae que Ee imposible: yolver a Chile, Finalmente, ie ilado en Mendoza eri 1821. ais El aporte mds importante de la politica de Carrera a Ia independencia de Chile fue impulsar su realizacién sin ningtin tipo de concesiones al poder redlista, haciendo pat- ticipar en ella a la masa del pueblo en contra de las tendencias que limitaban la lucha por la independencia a las facciones aristocrdticas. Cuando desembarcé en Valpa- raiso el 25 de julio de 1811, sus hermanos estaban complo- tados en un plan que Ilevaria al derrocamiento de la Junta de 1810, Lo que ocurria era que la Primera Junta de Cobierno reconocia a la Junta Central espaftola y mandaba en nombre del Rey Fernando VII. Era necesario romper tadas los lazos de dependencia con Espafta y con los grupos locales que le eran adictos. A esta tarea se dedicé José Miguel Carrera, y asi intervino en Ia revolucién del 4 de setiembre de 1811; ésta no dio los resultados esperados, bore el poder de decisién del Gobierno fasé a manos de la familia Larratn. Es ast como el 16 de noviembre del mismo afio José Miguel Carrera impulsé el derrocamiento de la Junta que habia ayudado a subir al poder. Desde ese momento hasta que fue separado del Gobierno, su politica tuyo como objetivo central la consecucién de la total inde- ee, del pais. Prueba de ello fue la sancién_ del Jamento Constitucional de 1812, mediante el cual Chile era de hecho un pais independiente que no dceptabd la \futela de Espafia y se gobernaba de acuerdo a sus propias poce tiempo de haberse instalado en ef Gobierno, menzar a preparar Tas fuerzas para combatir contra La separacién de Valdivia de la Junta y su Virrey de Lima aumentaron los peligros contra la reyolucién chilena. En marzo de 1813 mba San Vicente una expedicién realista que tenia como o vo reconquistar a Chile, y José Miguel Carrera (ya sepa del Gobierno) fue designado general del ejéreito frontera. El 1° de abril comenzé la campaiia al sur; en yeinte dias tomé la provincia de Concepcién. En fue separado del mando del ejército por el Gobierno; pos- teriormente fue tomade prisionero por los espafioles, logran- do fugarse, para retomar nuevarmente el Gobierno. Ya al frente de éste, derroté a O'Higgins en combate. Con las fuerzas reducidas por este enfrentamiento interno, la revo- lucién chilena eay6 yencida en la batalla de Raneagua. Comenz6 ast el éxodo de patriotas a Cuyo, que pata Carrera fue el definitivo alejamiento del pais. San Martin habia sido nombrado gobernador de Cuyo para poner en prdctica su idea estratégica, que consistia en formar un ejéretto que ayudase al establecimiento definitivo de la independencia de Chile, para batir desde alli a las fuerzas realistas del Perti. Esta coneepcién estratégica esta- ba basada en las derrotas que sticesivamente habian sufrida los ejéreitos de las Provincias Unidas en sus intentos de llegar al Pert por Ia via del Alto Perti. Después de Rancagua, el proyecto de ayuda a Chile se transformdéd en proyecto de reconquista de la independencia chilena. Entre los grupos politicos de Carrera y O'Higgins, que se opontan entre si, San. Martin opté por el tltimo. Las diferencias de criterios entre San Martin y Carrera, agravadas por las informaciones adyersas de los primeros refugiados chilenos, decidieron a San Martin a disponer el traslado de Carrera a Buenos Aires. Con esta medida se alejé su posibilidad de participar en la reconquista de la independencia de Chile. El Diario Militar hace una resefia de los acontecimien- tos del 25 de mayo de 1810 que culminaron con la instala- cién de la Primera Junta de Gobierno el 18 de setiembre. Todos estos relatos se hacen en forma sumarid, ya que Carrera no fue protagonista de los mismos; a partir de su regreso al pats, la crénica es mds detallada. Aunque el Hitulo de la obra es el de Diario, los sucesos no estdn relatados diariamente, sino desde abril de 1813. La obra abarea cuatro afios, desde 1810 hasta 1814, y donde se observa un mayor ecuidado por el acopio de datos y la 9 ciosidad de los hechos que se dan a conocer, es cuando e inicia la campafia al sur, en abril de 1813. | __El Diario Militar fue escrito en Buenos Aires y el original lleva fecha del 7 de setiembre de 1815. Una | Tefe ia hecha en la crénica del dia 27 de octubre de 1812 acerea del Director Supremo de las Provincias Unidas, Igna- ‘cio Alvarez Thomas, corrobora que fue escrito en 1815. F La forma de diario adoptada es simplemente un pro- cedimiento literario, porque [a obra fue escrita con Be a los sucesos consignados. Se puede admitir ‘la hipétesis de que Carrera llevara apuntes, ya que los hechos que narra estdn detalladamente expuestos, pero ademds contaba con la ayuda de la documentacion que habia recopilado y a la cual se remite. Existen espacios en blanco en el original que Carrera no alcanzé a completar. El Diario Militar es de una importancia fundamental para el estudio de la época de la Independencia. Al valor que tiene como relato de un protagonista de esos aconteci- pein, se debe agregar el valor de la documentacién que La intencién de Carrera dl escribir el Diario fue la de dar su ia versién de los hechos ante los ataques en eae su actuacién publica, Carrera utilizé varias veees literatura politica como forma de justificar o explicar \su proceder; asi, ademds del Diario, escribié: J) ifiesto que hace a los pueblos de Chile el ciudadano José Miguel Carrera, posiblemente escrito y publicado en Montevideo en 1818, 2) Un aviso a los pueblos de Chile, posiblemente escrito y editado en Montevideo en 1818. 3) Dos cartas a un amigo de uno de sus coresponsales de Chile, ne publicadas en Montevideo ei 8 de enero de 1819. 3 Periédico El Hurén, publicado en Montevideo en 1818. 5) Refutacién de la calumnia intentada contra don Carlos | Alvear inserta en Ja extraordinaria de Buenos Aires del _ 28 de diciembre de 1818, escrita en Montevideo el 10 de enero de 1819. b) calumnias refutadas, escritas el 18 de marzo de - escritos estén recopilados en el tomo VII de la n de Historiadores y de Documentos Relativos a la . ~ a a Independencia de Chile, impreso en Imprenta Cervantes, Santiago de Chile, 1901. EL original del Diario Militar estd en poder de un descendiente de la familia Carrera; en el Archivo Nacional _ ure tres ot manuscritas en las bipalig lackenna, Molda y Varios. Por primera yez fo 7 cado en el afio 1900, en el tomo I de la Coleccién de Historiadores y de Documentos Relativos a la Independencia de Chile ¢ impreso en la Imprenta Cervantes. Los 136 documentos citados en el Diario estén en el Archivo Nacional y fueron jpublicados en la Coleccién citada, en el tomo XXIII, en el afio 1913, El texto de la edicién que publica Quimanti estd tomado de la edicién de 1900. ll N 25 DE MAYO DE 1810 sucedié 1a pris don José Antonio Rojas, don Juan Ani Ovalle y don Bernardo Vera; dimané de sospechas que tuyo el Capitan General, bri; don Francisco Antonio Garcia Carrasco, de que querian seguir los pasos de Buenos Aires. Carrasco, en los ¢ri- Ovalle, quien le aconsejé instalase una Junta de la que a fuese Presidente, y Pa esto le presse el pee que crey6 oportuno. Carrasco lo admite, lo jpresenta al examen de ~ varios de los oidores y de otros enemigos de todo sistema — liberal; le persuaden de que el plan envuclve una completa tevolucién, y que era Ilegado el momento de tomar nied 7 enérgicas para evitarla, anuncidndole que Rojas, Ovallesy Vera se reunian todas las noches para acordar el’ modo BF 4 ejecutarla. 4 No necesité mds aquel déspota para proceder contra ellos; los hizo apresar, y los mandé a Valparaiso con escolta a las érdenes de Vial. : E] oidor Basso los siguié para formarles cl corespon- diente sumatio. Verificado éste, eee embarcaron a bordo de la Céstor y_ los remitieron a’ Lima. Vera, que temia la resencia del Vii tomé una bebida para parecer m SS a ‘por entonces. eae a El pueblo, irritado por este procedimiento contra tan speneniarion ciudadanos, pensaba tnicamente en separar a Carrasco; antes creyeron necesario quitar de su lado a don Judas Tadeo Reyes, a don Juan Francisco Meneses y a don 13 a José Campos; el primero secretario, el segundo eseriba- de Gobierno y el tercero su asesor. Para esto, y con el que volviesen los tres expatrtiados, y que se les causa antes de que experimentasen el castigo de ‘mbarcarlos a un pais distante, ocasiondndoles gastos de consideracion, dejando en abandono a sus familias y expo- ni a dos de ellos a una grave enfermedad por su avanzada edad y quebrantada salud. El Cabildo, acompaiia- de Ja Audiencia, a la que fue llamado Carrasco. En aquella se consiguid la deposicién de sus tres perversos 5 » pero no la vuelta de los tres que habian marchado Ya; sdlo Vera logré este indulto por su fingida enfermedad. . Carrasco, birbaro por ~naturaleza, y soberbio con el poder de las bayonetas, dijo aquel dia a tan respetable teunién: “;Y ustedes saben si podrdn salir de agui?” Uno de aquellos chilenos que Mevaban sus armas dispuestas quiso contestaile con un tiro, pero le fue impedido por los demas; sin embargo, conociéd el vicjo que eran superfluas | Tas amenazas y cedi6é a cuanto pidié el Cabildo. No era | esto solo Jo que se apetecia, y por eso se aumenté e} des- | contento, trabajando con més descaro cuando obtuvieron | los resueltos el primer triunfo contra el Capitén General de Chile. La Audiencia conocié que era imposible contener Jas ideas del pueblo, y aus tentar el Ultimo recurso ndo a Carrasco _y obligindolo a renunciar; lo hizo asi, y dio el mando al oficial de mds graduacién. ‘ En 16 de julio de 1810 fue depuesto Carrasco, suce- diéndole el brigadier Conde de la Conquista. Este viejo demente no eta patriota ni sarraceno, y por si nada podia hacer. La Audiencia trabaj por aseguratse, y el pueblo, por instalar una Junta. Audiencia queria hhacerse de fuerza y nada conseguia; entre los muchos comisionados para persuadir al Conde a que hiciera oposicién al instala- miento de una Junta, se cuentan los malos, los traidores chilenos don Manuel Manso, administrador de la Aduana, fray Fiancisco Figueroa, ex provincial de San Agustin, y el doctor don José Santiago Rodriguez, canénigo de la Catedral de Santiago. Los jévenes mas resueltos y entusiastas por la reyolucién no repararon ya mas que en les males que ofrecia el poder de la Audiencia, sostenida por la fuerza armada; se teunian y servian de escolta a los que representaban Jos I4 do de la parte principal del pueblo, se presents en da casa derechos del pueblo, y Megd ocasién en que armas a las guardias del jefe, obligindolas quietas. Algunos vecinos de los que tenian campafia, 0 que mandaban fuerzas de las mil ponian en favor del pueblo: era ya imposible evitar que se habian propuesto. La Audiencia, aunque tan’ en contra de Ja reyolucién, creyé entonces condescend parte; a la verdad ella nada podia, y para conservarse, quedar en actitud de hacer algo en mejor 9opo aparenté yoluntad. En 18 de setiembre de 1810 se instal6 la Primera Junta de Chile, compuesta de siete vocales: el Presidente de ella era el mismo Conde, y los seis restantes, don Juan Martinez de Rozas; don Francisco Reina, coronel de ria y comandante de la brigada de Santiago; don Juan Enrique Rosales; €l obispo de Santiago, doctor don José Santiago Martinez de Aldunate; don Fernando Marquez de Ja Plata, decano de la Audiencia, Wamado de Espafia al Consejo de Indias, a don Ignacio Carrera. Los scoretarios, don José Gaspar Marin y don José Gregorio Argomedo. La eleccién se hizo por mds de cuatrocientos de los principales vecinos, entre los que se hallaban ttodas_ las coxporaciones y jefes militares. En aquel acto se recibid un oficio de la Audiencia, protestando de nulidad por ser toda aquella obra opuesta a los derechos del Rey. Despre- ciaron 4 amenaza, pero los oidores quedaron pacificamente en sus empleos. El acta del nuevo Gobierno reconecia la Junta Central o la Regencia y mandaba_en nombre de Femando. Se dio parte a Espafia y las Cortes aprobaton todo lo hecho. En el navio Standart de S. M. B. vino él decreto de reconocimiento de las Cortes. Los primeros pasos de este naciente Gobierno se diri- gieron a da reunién del Congreso y a la onganizacién de algunos cuerpos veteranos. En el acta de imstalacién que aprobaton las Cortes se protestaba que el primer cuidado seria citar los diputades al Congreso, y se conformé con esta determinacién; no asi la Audiencia, y los que veian en la libertad de Chile una traba a sus ambiciosas miras. Se ereé el cuerpo de granaderos, de setecientas plazas, y los dos escuadrones de dragones, de trescientas; para jefe di primero se eligi al teniente corone! don Santiago Luco, y 15 para el segundo, a don Joaquin Guzman; ambos cian absolutamente ineptos para la carrera militar, _Se mandaton aBuenos Aires trescientos veteranos é- cogidos de las tropas de Concepcién, y se pemnitié que los porteiios jpusiesen bandera de recluta, con la que pasaron Ja cordillera mil hombres. Se convocaron los diputados para ¢l Congreso, sefialan- do a las provincias el niimero que debian elegir. En 1. de abril de 1811 se conyidé a la sala del Consulado a las mismas personas que cligié la Junta, a fin de que cligiesen los doce diputados que debian asistir al Congreso jpor la capital. =~ En aquel aciago dia se presenté don Tomas Figueroa a la cabeza de trescientos hombres, compuestos de algunos yeteranos de Concepcién y de dragones ce Santiago, con el objeto de_sorprender la reunién del pueblo y zestablecer el antiguo Gobierno. Una casualidad habia frustrado Ja ¢lec- cion, y como se encontraba burlado se dirigi6 con su _ columna a la plaza mayor. Observados por Ja Junta estos moyimientos, manda Es el cuerpo de granaderos salga_a ccupar la plaza; aquel cuerpo era naciente, y sdlo pudo ser itil por la decisién de su sartgento mayor, don Juan José de Carrera; este oficial, por la irresolucion del coman- dante, ocupé la vanguardia y entré en-la plaza con su columna, que formé en batalla, apoyando su derecha sobre los Baratillos. Figueroa tenia su linea junto a la pila, Quiso tomar aquel traidor el mando en jefe de los os cuerpos a pretexto de su mayor antigiiedad, desentendiéndose de Jos motivos por que se hallaban en aquella posicién. El jefe de los granaderos le contest6 que no obedecia ottas érdenes que las del Gobierno, que mandase él su cuerpo y que él mandaria el suyo. En esto se retira Figueroa y manda hacer fuego, segiin dicen algunos; otros dicen que lo rompicron los granaderos; lo cierto es que se hizo una descarga, y gue a ella escaparon Figueroa a Santo Domingo, el coronel Vial y el coronel Laco a la pescaderia y otros muchos al lugat que les parecié mas seguro: la plaza quedé por los granaderos. Antes de batitse subié Figueroa a la Audiencia, y¥ dijo a los S. S.: “Mis armas sostienen ia religién, mi 'y y el antiguo Gobierno”; no se sabe lo que contestarian; después se dijo que le habian encargado no hubiese efusi6n de sangre; lo cierto es que no dieron ayiso alguno a la 16 Junta. No, no se olviden_jamas de los nombres de esto infames: componian la Audiencia don Manuel Ini \c de Buenos Aires; don ie Concha_y don José S: Aldunate, naturales de Santiago de Chile; don Félix de Barcelona, y el decane don Juan Ballesteros, de Andalu No dejemos de recordar las particularidades de aquel m dia. Figueroa contaba para su obra con Ja protecciéin de — todos los europeos y de la Audiencia. Nadie se comprome- tié descaradamente, a excepcién de un tal Molina, natural de la frontera, soldado de aquellos dragones; era éste el segundo caudillo. Los dos cuerpos combatientes tomaron distinto rambo a la primera descarga, a excepcién de algunos pocos soldados y oficiales de granaderos, por lo tinico que se conocid habian trivnfado. El comandante para correr tird el ‘bastén, y un soldado estuvo adyertido para _arrancarle el pufio de. oro antes que volviese a buscarlo. Un oficial, no contento con hnir y tirar la casaca, se escondié bajo una mesa de billar. Otro se dijo herido y se tendid como muerto, estando bueno y sano. Estando rennido el Gobiemo y rodeado de un inmenso pueblo, se presentaron dos soldados de Figueroa con sus fusiles, sin duda con el objeto de asesinar al Gobierno. No hubo un hombre que se atreviese a contenerlos; los entre- tuvieron con agrado y engafio hasta que Hegé don Luis de Carrera con una commpaiiia de fusileros de artilleria, a cuya vista huyeron por los tejados; esta misma compaiifa conocié a muchos de los que se retiraban por la calle de Ahumada, y fue la que prendié a Figueroa debajo de un parral en Santo Domingo y lo libré de ser atrastrado por el pueblo. La compaiiia de dragones de la Reina, a las érdenes de su digno jefe, don Manuel Ugarte, thizo dusante el peligro movimientos propios de su valor y conocimientos. Se alejaba del ruido para obrar con més acierto, y huia del humo porque no le quitase la vista de las evoluciones del enemigo. El Gobierno, aténito, no sabia qué hacerse. El yocal don Juan Martinez de Rozas, vuelto en si con el triunfo, mont6 el caballo de un lechero, no sé si le quebré los cAntaros, y puesto a la cabeza de los dragones de Ugarte se dirigié a la plaza, como para proteger el ejército de la 17 " id, pero ya estaba vencedor y reunido. En vista de la ica resolucién del sefior Rozas, quisieran algunos acla- | marle Presidente, y lo habrian logrado si no se hubiesen esto otros mas avisados. Al fin todo se tranquilizé izmente, La Junta quedé como estaba, y procedié a fot mar causa al traidor, sh fue pasado por las armas y puesto a la expectacién piiblicz el dia 2 de abril, dia en que también se suspendi6 de sus funciones a la Audiencia, cuyos miembros fucron despues desterrados a distintos puntos; a excepcién de Concha, todos los dem4s consiguieron pasapor- te para Lima. Ellos debieron seguir Ja suerte de Figueroa; pero o no deseubrieron o no quisieron deseubrir sus erimenes por no ensangrentar mas la revolucién. En 2 de mayo de 1811 estaban en Santiago los diputa- dos de las provincias pata el Congreso, y, como se hubiese retardado la eleccién de los doce de Ja capital, Rozas, que no podia todo lo que queria, intrigé ¢ hizo que los diputados se Picsen a la sala de Gobiemo y pidiesen asociarse a él hasta_la instalacién del Congreso, Asi se verificé y se vio un Gobierno tan numetoso como la central de Sevilla. Siguieron las intrigas para la eleccién de los diputados de itiago, y se verifics burlando jas esperanzas de Rozas y es, porque recayé la cleccién en los enemigos de la Casa Grande, y era en parte sensible porque estaba el poder en manos de egoistas y sarracenos; el mejor era timdo ¢ imeapaz de nada ‘bueno. Se entronizé entonces la ¢asa de Cotapos, Infante, etc. En 6 de junio de 1811 se instalé el Congreso y se quité el Ejecutivo, reuniendo en si, hasta nueva. determina- cién, todos los poderes. Componian este respetable cuerpo: D. Agustin Eyzaguirre, por Santiago D. José Miguel Infante, id., id. D. José Santiago Portales, id., id. D. Joaquin Echevenia, id., id. D.__ José Nicolas Cerda, id., id. Fray Manuel Chaparro, id., id. D. Juan José Goycoolea, id., id. D. Juan Antonio Ovalle, id., id. D. Gabriel Tocornal, id., id. D. Juan Agustin Alcalde, id., id. 18 avier Errazuriz, por Santiago. “ foaquin Tocornal, hermano de don Gabriel, id., id. Joaquin Gandarillas Estanislao Portales Manuel Recabarren José Maria Fuenzalida José Maria Rozas José Maria Ugarte y Castel-Blanco Fernando Errazuriz Manuel Cotapos Andrés del Aledzar, conde de Ja Marquina, Con- cepcién Agustin Urrejola, candnigo, id. fsa Zerdan, presbitero, id. puyoY uan Pablo Fretes, candnigo, Florida mon Artiagada, Chillin Bemardo O'Higgins, Los Angeles Mateo Vergara, Talca . Esteban Manzano, Linares “ray Antonio Mendiburu, Chillén Manuel Salas, Itata Agustin Vial, Valparaiso; lanuel Fernandez Luis Unejola, suplente de Marquina Martin Calyo Encalada N. Gallo Francisco Ruiz Tagle. UoysuyU=eeEyoES yyypos Se nombré por el Congreso el Ejecutivo, compuesto de itres individuos: don Martin Calvo Encalada, don Juan José Aldunate y don Juan Miguel Benavente, sus secre- tarios. . - Si examinamos con detencién e imparcialidad el ca- racter, ideas e instruocién de los que componian estos respetables cuerpos, confesaremos que, en semejantes manos, era de necesidad pereciese mil veces el sistema; la faccidn, 1Est4 en blanco en el original. Fue secretario de esa Junta don Manuel. eas de Valdivieso y asesor don José Antonio Astorga. (N, de Ia Edit.) 19 la imtriga, cl engrandecimiento personal, Ja apatia, la folerancia y las largas e infructuosas sesiones, que las mas veces conclufan con groseros y escandalosos insultos; esto era lo que a primera vista era notado en el Congreso por el més esttipido. No faltarin algunos curiosos que conserven memoria de lo que sucedié desde la instalacién hasta su E deposicién. ke En 25 cee de 1811 llegué a Valparaiso en el navio de S. M. B. Standart, a las drdenes del comandante don Carlos Elphitones Fleming. Desembarqué a las oraciones de aquel dia, y me presenté al sebemadae don Juan Mackenna, quicn me recibié con toda urbanidad y carifio. Me TIlamé a su cuarto de dormir, y sigilosamente me pregunté por el estado de Espafia y por el motivo que ocasionaba Ja venida de un nayio de guerra inglés. Le pinté el estado de Ja nacién en el lamentable que se vio en aquella época, y le persuadi de la confianza que debiamos tener en el honorable Fleming que sdélo venia a Lima por eaudales. Le manifesté al mismo tiompo gue el teniente de resguardo don Juan Prieto nos habia pintado a Chile en una completa anarquia, inclindndome a creer que mi padre protegia la causa del Rey, por lo ee estaba expuesto | a los insultos de los revolucionarios. Me asegur6 todo lo contrario, comprobandolo con los destinos que ocupaban mis dos hermanos en las tropas veteranas; don Juan José, sargento mayor de granaderos, y don Luis, capitan de la bnigada de artilleria de Santiago. En seguida Je impuse de un espanol Aguirre que acompafaba a Fleming, de un choque ruidoso que habia tenido a bordo conmigo, y de lo judicial que serian en tierra dl y el oidor Caspe, que lo ic en Buenos Aires y venia destinado a Chile.* Alas doce de aquella noche panti para Santiago y Megué a las once de la noche del dia siguiente en compaiiia de don Ramén Errazuriz, con quien vine en el mismo buque desde Cadiz, Aquella noche, después de los abrazos de mi 7 2No debe olyidarse antes de esta ¢poca que mis dos hermanos feron_los mas activos o los principales en la revolucién contra el . Ellos principalmente salvaron la patria el 1° de abril de i, oe as a Mi Bate fue miembro de! lunta de Chile, y firmé la muerte de Figueroa, ci hijo estaba casado con su sobrina camal de padre. Ny. del A) 20 familia, me retiré a dormir en compafiia de mi he don Juan José, quien de algin modo me impuso situacién de mi pais. Me dijo que Hegaba en los m de una revolucion que se efectuaria a las diez del 4 28; era dirigida a quitar algunos individuos del Congreso, et comandante de attilleria Reina, y no recuerdo qué otras cosas, Los que dirigian la obra eran Rozas y Larraines, | unidos a Alvarez Jonte. Me parecié que el proyecto encerra~ ba mucha ambicién y determinaciones perjudiciales a la _ causa y a mis hermanos, que eran los ejecutores. Les supli- gué que se retardase aquel plazo hasta mi vuelta de Valparaiso, adonde tenia precisién de volver para que Fleming viniese a conocer Ja capital. Me ofrecié hacerlo asi y lo cumplié, a pesar de que en la mafiana se presentaron muchos de los convidados al efecto. Bien conocié el Con- greso el paso que se fraguaba, y él Presidente dén Manuel Cotapos brand seguir un sumario para Ja averiguacién de los cémplices. Verifiqué mi viaje a los tres dias, y, a pesar de que Hlevé cartuaje y todo jo necesario para que Fleming hicieza un viaje c6modo, no quiso ir a causa de las sugestio- nes de Aguirre, que le persuadié a que no debia recibir obsequios de un pueblo que no reconocia a Fernando y su Regencia. En ¢l concepto de aquel maldito godo, no habia reconocimiento porque se hab{fa castigado justamente al traidor Figueroa, hombre desconocido que en su desgracia, cuando lo perseguian de la Corte por sus crimenes, necesita el traje de padre barbén y no tuvo otro asilo que Chile; merecié de todos sus habitantes la compasién y toda hospitalidad; después de todos estos beneficios, le habia agraciado el nuevo Gobierno con la comandancia del batallén de infanteria de Concepcién; fue ignominia del Gobierno poner en manos tan jpoco seguras la principal fuerza que entonces tenia Ohile, peto mayor fue su barbari- dad cuando se determind a derramar Ia sangre de los mejores vecinos de Santiago, no por su Rey, sino por su engrandecimiento: él se creyd Presidente si lograba el golpe. Poco fue el castigo que recibié, Fleming me aconseja- ba me fuese con él a Lima, y que no me comprometicse ni tomase la menor parte en la-tevolucién. Yo le contestaba del modo mas prudente que podia; queria conservar la amistad de un hombre a quien tenia inclinacién y debia favores; sin embargo, nada le prometi que perjudicase mi = 21 jor y patriotismo. Siguiéd su viaje a Lima, y queddé en a_su vuelta irla a Santiago, y que habia de resolvenme volver a Espafia; de todo era sabedor Mackenna, con jen habfa entablado una amistad bastante intimada. _ Por el 11 6 12 de agosto volvi a Santiago y a luego fui presentado por Juan José en casa del doctor Vélez, en da que estaban algunos de los fe segufan el plan de revo- tucién contra «l Congreso. Alvarez Jonte, diputado de | Buenos Aires cerca del Gobierno de Chile, era el que levaba | Ja voz. Conoci claramente las intenciones de Jonte y procuré en el acto sacar a mis hermanos y retitarnos pata que no se comprometiesen en cosa ninguna de las que proponian. Pocas noches después me citaron a casa de Astorga, y en el cuarto de su hijo José Manuel se hicieron nuevas tentativas por Jonte. Nadie se oponia a la revoluci6n; toda la dificultad consistia en flos que debian ejecutarla, y esta ejecucién querian fuese por nosotros, es decir, por los tres Carreras. Yo carecfa de conocimientos en mi pais, como que estaba recién Jegado, y iprocuré informarme con detencién de Ja injusticia 0 justicia de aquel paso. Pregunté por qué y para qué se pretendia tan estrepitosa revolucién; me dijeron: “E] Congreso y parte de las tropas estén en ler de hombres ineptos } enemigos de la causa. Toda la parte sana del pueblo clama ipor remediar este mal y no se puede porque no hay libertad; es preciso acudir a la fuerza que mandan los buenos patniotas, que es la timica esperanza que queda. Todos sacrificaremos muestra’ vidas por salvar la patria”. Dije que me parecia justo, pero que el modo més racional de remediarlo todo y no comprometer y corromper la tropa, seria el de reunirse los patriotas junto al cuartel de granaderos y hacer desde ahi las peticiones que juzgasen necesarias. De esto dijeron que nada se sacarla, porque, siendo timido el pueblo, no ee reunirse. Pedi que nos pidiesen por escrito, y con la firma de los descontentos, que saliésemos a la plaza con los cuerpos, para apoyar su plan. A esto accedieron y quedaron de presentar Ia solicitud para otra noche. Me parecid que debia tocar todos los medios posibles para evitar un paso poe or cualquier aspecto. De- terminé explicar al Presidente da Consejo, don Manuel Cotapos, cuanto juzgué oportuno, sin comprometer a perso- na alguna. Esta sesién la supo don Fernando Errazuriz, a 22 quien, como a su hermano don Ramén, se la comuniqué. El resultado no corespondié a mis esperanzas. me ofrecié suspender todo paso sospechoso; retizar el de milicias que estaba acuartelado de centinela contra fos: ranaderos; nO exigir que tuviese efecto la orden que habia lado para que saliesen dos compaiifas de éstos pata guami- cién ps Valparaiso, estrecharse con Juan José para asegurarle lo mismo, y convencerlo de sus sanas intenciones respecto de su patria. Cotapos era torpe y no sabia ocultar sus intenciones. Por peticién suya fui a verlo con Juan José, a quien ofreci que el resultado de su visita seria una explica- cién sincera de cuanto he dicho, por el mismo Presidente. Todo sucedié al contrario, y, muy lejos de cumplirme su palabra, inst6é por la pronta marcha de los granaderos y se neg6 a tetirar las milicias. Nos tetiramos, y al salir, sepa- rindolo a un Jado, le dije: “Usted me ha comprometido; tema los resultados de tan imprudente paso” . Conocida evidentemente la intencién de Cotapos, que no debia distar de la cabeza de sus compafieros, era ya indispensable la tevolucién. Volvimos a reunirmos en casa de don Miguel Astorga, y al preguntar a Jonte por la suscripcién de los descontentos aseguré que no habia queri- do ninguno prestar su firma. por temor. Ouiso, con otros, persuadimos de que eran innecesarios aquellos pasos de seguridad; y no pudiendo suftir que nos eligiesen para agentes de su engrandecimiento los de Ja Casa Otomana, sobre quienes caia la eleccién lucrativa en todos fos acuerdos que presencié, le adverti que no estaba lejos de creer que si débamos aquel paso serfamos victimas de Ja emulacién y el capricho de los mismos que se engrandecian por un trabajo bastante peligroso. Le replicaron con protestas muy amistosas. Concluimos la ultima sesién confesando necesaria la revolucién; pero encargando que la hhiciese el que tuviese tesolucién para ello, y que sobre él recayesen los bienes o los males. Acordamos los tres hermanos la ejecucién y lo avisamos a don Juan Enrique Rosales, por Ja intima amistad que profesaba a mis dos hermanos y porque era uno de los acordados para gobernante. Como” fuese necesario hacer un manifiesto y ‘algunos ‘bandos, nos dirigimos también al doc- tor don Gaspar Marin, acordado igualmente gobemante, y al doctor don Carlos Correa de Saa, intimo amigo de 23 | Rosales, El plan se organizé, y en sustancia contenfa lo siguiente: 2 A Jas doce del dia debfa asaltarse el cuartel de artilleria por sesenta ae a las érdenes de los tres Carreras; una compafiia debfa ocupar las mutallas y torres de la Catedral; el resto de] batallén, después de mandar una compafiia de auxilio a la artilleria, habia de tomar las casas de Aduana, Consulado e iglesia de la Compatifa, que todo est4 en uma plazuela distante una cuadra de la plaza. Los dragones de Chile eran destinados al Basural; las guardias del Palacio y del Congreso tenfan orden terminante de certar las puertas y colocar las tropas en los balcones y ventanas que caen al frente de la plaza, Todas estas fuerzas, menos los sesenta hombres y la compaiiia de auxiliares, no tenfan otro objeto que batir al regimiento del Rey si queria hacer oposicién, como justamente se temia. El regimiento estaba acuartelado en cl palacio del obispo. El Congreso debia ser detenido, y, en caso de obstinacidn, el oficial de guardia debfa pasar por las armas a los godos mds empeci- nados,-entre los que se vefan en primera linea don Domingo Diaz Salcedo y don Manuel Femandez. Se acercaba el dia de la ejecucién, y los doctores no querian escribir un solo renglén de puro temor. La vispera en la noche fui a rogar a don Antonio Mendiburu para que solicitase a don Manuel Salas; ambos hicieron lo que Jos doctores. Toda la familia de Larraines sabia lo que habia de suceder; pero todos se escondieron hasta que vieron asegurado el golpe. En 4 de setiembre de 1811, a las doce del dia, sucedié la esperada y necesaria revolucién. Nada de lo acordado se hizo; sdlo los sesenta granaderos destinados a la artilleria cumplicron exactamente su encargo. Al tomar la guardia del cuartel, no hubo otra desgtacia que la muerte del sargento de ella, y un granadero gravemente herido, que san6. La viuda del sargento muerto fue agraciada con el sueldo entero de su marido, para si y sus hijos, durante toda su vida; cost6 mo poco arrancar este decreto de los nuevos gobernantes, No puedo menos que hacer memoria de la conducta de muchos oficiales en aquel dia, para que se conozca en qué estado se hallaba entonces Ja milicia. He dicho que al golpe de las doce ,debieron ejecutar todos lo que referi; el 24 comandante de granaderos se enfermd; los mismo cuerpo, a_pesar de la buena disposicién no tomaron Ja Catedral ni Ja plazuela de la mandaron el auxilio para Jos de Ja artilleria, ron escapar a sus casas, dejdandonos en la sargento Torres, puesto en da guardia del ot 4 fusil y los amenaz6 si intentaban salir. El manda Guzman, de dragones, y el coronel Vial, de la A diez no tomaron el Basural; jos jefes de Jas fe i ] plaza no cerraron jas puertas. 11 del Palacio, que era dom Julian Fretes, se excedié de las érdenes, pero exponiéndose mas y acreditando ser bueno para un compromiso. Tomada que fue la artilleria, Hamamos a ella a Ios granaderos y dragones; los segundos Megaron una hora des- pués, porque atin no se consideraban seguros. F'ui comisio- nado a intimar al regimiento del Rey que se mantuviera quieto, y a orienta al nuevo Gobierno de los motivos qué ocasionaban aquel movimiento, pidiéndole que en el acto se desencuartelase el regimiento dal Rey, dejando las armas con guardia granadera. Aunque me cost6 nas contesta- ciones, se yerificé todo.t Duefios de las armas, se presenté en ja plaza algun pueblo, no el ntmero que se habia asegurado. Vamos ahora a examinar las peticiones que hizo el pueblo, eémo jas ‘hizo y por qué. Ellas son sefialadas con el nimero 1, Cuando me presenté en Ja sala del Congreso, después de acceder a la intimacién, me suplicaron (particularmente ¢l presidente don Juan Zerdan) que me mantuviese ¢n su compaiifa para evitar insultos y para que mé entendiese con él pueblo; accedi. Al poco rato dijeron algunos de los diputados, a quienes apuraba la gana de comer: “Oigamos de una vez lo que quiere el pueblo. Don 1Por esta revolucién mereci de] nuevo Gobierno ejecutivo el oficio de gracias que esta a fojas 1. vuelta sefialado con el niimero 2 en el cuaderno de documentos del Diario. Este movimiento fue hecho con la misma atitoridad y aun con menos razén que el de noviembre del afio siguiente; y es muy gracioso que mis enemigos (los Lamaines) sefalen la época de mis desaciertos desde noviembre y no desde setiembre. Ea ie oe ellos entronizados y por cso cra buena. Wéanse los locumentos niimeros 3 y + (N, del A.) 25 José Miguel Carrera puede exigir que hagan por escrito sus peticiones para evitar confusién”. Asi lo hice, bajé a la y en alta voz repett las palabras del Congreso. Llegé a mi el padre Larrain, Correa, don Francisco Ramirez, yer- no de Rosales, y porcién de diputados que hacia dias no asistian a las sesiones. Correa puso en mis manos una cuartilla de papel que contenia las peticiones. Se leyeron en alta voz, y entre todos los que he nombrado, acompafia- dos de otros de la pandilla y de algunos infelices ta quienes todo era igual, a cada una de las peticiones dal yivas. Inmediatamente pasé al Congreso con aquel pastel, en gue se pedia la separacién de los sospechosos por contrarios al sistema; entre éstos estaban Alcalde y, para ue no lo desconozcan, el conde de Ouinta Alegre. Antes ae pasar adelante, quiero contar la unica paste que tuve en todo lo que se hizo después de la revolucién. Yo no conocia a nadie mds que por Jos de las reuniones; pero no dejaba de reconocer la jparte que ‘tenia la faccién. Se me antojé al entregar la cuartilla que contenia las peticiones que Eyzaguirre, por sus hebillas de oro, polyos, bastén gordo, capa grana y zapatos de terciopelo, habia de ser mas godo que Alcalde; por eso con el Mpiz borré a Alcalde y puse a Eyzaguirre; se conocia esto tanto, que no quise entregar la cuartilla y pedi al Congreso que mandara escribir lo que’ yo dictarfa; hizose asi, y al concluir pidieron que firmase, lo rehusé un poco, pero lo firmé, suplicando que fuese a Ieerlo al pueblo uno de los diputados, poniéndole la nota de ser copia del original que fui a recibir en la plaza del pueblo y que me habia sido entregado por uno de sus indiyiduos. He aqui mi pecado y la tnica intriga de aquel dia; todo lo demas fue obra de la Casa Otomana; colocé el Gobiemo de su casa, Congreso de su casa, y todo a su placer y gusto. Obsérvese que entre los separados por sa- rracenos estan Infante, que, siendo individuo del Cabil lo, an- tes de la instalacién de la Primera Junta, dio pruebas inequivo- cas de su interés por la causa de Ja libertad, y don Juan Anto- nio Oyalle, que acababa de escapar de las manos del Virrey, a quien fue remitido por primer revolucionario; estos dos no tenian otro delito que oponerse a la ambicién de la Casa Otomana, segtin conoci después, pero los dos se vieron desterrados y sufrieron como todos los que lo merecian. EL Congreso empezé a tramar alguna cosa, y se acerc6 el ba- 26 tallon de granaderos a la plaza; al mido de sa ‘ temblé el Congreso, y para tranquilizarlo le hice protestas de seguridad. Me cansé de acompafiar a S. A, ser su intérprete para con el pueblo, y de éste para con S. As. me tetiré, y aprovechando los momentos, el padre Larrain y Correa, fingiéndose apoderados del. pueblo, hicie- ton con ¢l Congreso cuanto gustaron, dejando en pie su fingida comisién por Jos dias que necesitaban para sus fines. Una de las causas por que manifestaba queja , tratados con rigor los reos. juez de apelaciones, don Domingo Villalén, fue comisionado por el Ejecutivo para adelantar el sumario, ac- tuando con el escribano sustituto don Pedro José Cousifio. Era ya de absoluta necesidad destruir el Congreso, pues, a més de il gitimidad e ineptitud, encerraba porcién de asesinos, y era el centro de la discordia, de la tevolucién, de la ambicién y de cuanto malo puede creerse. Velamos al Presidente don Joaquin Echeverria, cufiado de Marin, que habia protegidg el plan; al diputado don Francisco Vieufia, uno de los mds comprometidos; y tltimamente en aquella reunién imperaba la Casa Otomana; cra pues forzozo elegir entre nuestra muerte y la esclavitud de Chile, o el abati- miento de la familia de Larraines y sus adictos (N.° 1 El manifiestu del Congreso del 18 de noviembre, N.° 3, manifiesta bien claramente cuin poco le agradaba aquella reyolucién, en que se quitaba el poder de manos de los Larraines; véase y cotéjese con el del 5 de setiembre, N.9 4, y coneluiremos confesando que para destruir la Casa era ipre- ciso destruir el Congreso. E] 2 de diciembre de 1811 cité los cuerpos de caballeria a revista de inspeccién, y, formandolos en la plaza junto con la tropa veterana y parte del pueblo, se pidid que cesasen Jas sesiones del Congreso, cediéndole al Ejecutive todos los” poderes. Mostraron alguna repugnancia, pero al fin pasaron por todo y se retiraron a descansar a sus casas, algunos a sus haciendas; a ninguno se le hizo la menor extorsién, Los diputados de Concepcién fueron detenidos hasta segunda orden, por sospechas que teniamos de aquella provincia, que ‘habia aumentado su odio por los continuos reclamos de los facciones de la capital. Para formar un juicio mas exacto de la justicia de este paso, véanse la causa de conspiracién del 27 de noviembre y las declaraciones de don Santiago Mufioz Bezanilla ,de don José Vigil y del doctor Vélez, que estén sefialadas con el N.° 5. Marin renuncié en Ja noche y se le admitid; luego se fue a Coquimbo .Ouedé solo con O’Higgins; se_nombrd una comisién compuesta del mismo Villalon, don Domingo Tord y don José Joaquin Rodriguez para la substanciacién (N° 5) Los hombres que componian el Congreso, en su mayor barte ignorantes, asesinos y ultimamente dirigidos por uno o dos Peek aoe el motivo que nos determiné a su deposicién . det A. 39 de la causa hasta la definitiva, siendo ascsores don Joaquin Gandarillas y don José Antonio Astorga: estos dos fueron subrogados por don Manuel Fernandez Burgos y don Pedro Gonzalez Alamos. Después actué como juez este ultimo, y Je reemplazo don Lorenzo Fuenzalida. Estos jueces sentenciaron Ja causa del 27 de febrero en la forma siguiente; Don José Antonio y don José Domingo Huici, préfugos, ocho afios de destierro a Juan Vernandez. Al negro Rafael Echeverria, cinco afios al mismo destierro. Formas, dos afios a ota. Al capitan don Gabriel Larain, dos afios a Combarbalé. Al coronel don Juan Mackenna, tres afios a San Juan, en Ja provincia de Cuyo, o a La Rioja. Don Francisco Vicuiia, dos afios a La Ligua. Don José Gregorio Argomedo, un afio a San Felipe. Al coronel Vial, al doctor Vélez y a los capitanes Vigil y Mufioz Bezanilla se les declaré inocentes. La Junta se conformd, pero reformé lo siguiente: Mackenna, dos afios a la hacienda de su suegro. Vicufia, a la misma hacienda, permitiéndole traficar por los pueblos de Petorca, La Ligua y costa de Puchuncavi. A Formas y a nedo, a doce leguas de la capital, en el pueblo de dan Francisco del Monte. Al liberto Rafael Echeverria, a Co- os er dos as lon Juan Miguel Benayente, luego que fue arado del Gobierno en la reyolucién, pean ences ae ira Concepeién, Don Francisco Calderén, la noche de la prisién de Mackenna, temid por él; seguramente tenia algén delito, lo cierto es que vivia en la misma casa y que al oir el ruido de algunos carros se descolgé precipitadamente por l baledn y se fug6 para Concepcidn. Estos dos esparcieron en la provincia ideas poco favorables a nosotros. Rozas no nece- Sitaba de esto ipara sernos contrario. pens. ae ene one atin no se sabia en Con- cepcion la deposicién del Congreso, se interceptaron pliegos de aquella Junta para el Congreso y sus diputados, Goad: doles hhacer protestas contra los acontecimientos de noviem- bre, ofreciendo Jas fuetzas de Ja provincia para sostener el Congreso, y mandando a los de Concepcién que se retirasen. Ya re disponia en pie el ejército y hablaba con mucha De resultas de esto mandé a O'Higgins a Concepcién, para hacer a Rozas proposiciones amistosas y para asegurarles 40 de mis buenos sentimientos hacia mi patria, No muchos dias después mandé a mi padre, don Ignacio de Carrera, con doscientos veteranos a tomar posesién de Talca para evitar las intrigas de Concepcién,. Sdlo en el Gobierno trabajaba con una actividad extre- mada, particularmente en la organizacién de la fuerza militar. La inspeccién de caballeria recibia una buena orga- nizacién; el batall6n de granaderos se elevé a la pea fuerza de 1.200 hombres; se reforméd el cuerpo de 300 dragones pot inttiles y se levanté el de Guardia Nacional, de 500 plazas; la artilleria se aumenté a 400. Se quité a Jos frailes de San Diego el convento, y se levanté en él un famoso cuartel de caballeds; se hicieron 10,000 lanzas y 1.500 tiendas de campafia, vestuarios, monturas para todos los cuerpos, municionés de todas clases y, por tltimo, cuanto se necesitaba para la defensa de un pais, que hasta entonces estaba enteramente expuesto a ser presa de cual- quier enemigo por falta de articulos de guerra y de organi- zacién en sus fuerzas. E] pueblo no fue oprimido por contribuciones; sélo se aumentaron los derechos en algunos ramos, y con esto se veia atender a unos gastos de tanto bulto. ‘Don José Santiago Portales y don Nicolés Cerda ocu- .paron las dos vacantes del Gobierno; don Juan Jos¢ Aldunate renuncié a una. Concepcién seguia su apresto militar, los diputados del Congreso tuvieron licencia para regresar a su_ provincia (N° 6) y acabaron de alarmar los 4nimos, soo la capital capaz de recibir la ley de las tropas de Concepeién: no reflexionaban aquellos ignorantes lo que puede un traba- jo constante. En principio de marzo Iegé a manos del Gobierno una proclama del comandante de infanteria veterana de Concepcién, don Francisco Calderén, anunciando a los meblos que Ja resolucién de aquella respetable fuerza era la de librarlos de la esclavitud y que se disponia a marchar sobre la capital; los cabildos de los pueblos le contestaron agriamente. La Junta de Concepcién dirigié oficio a la de (N.°_6). Véanse los documentos Nos. 6, 7, 8 y 11. El N° 13 tmanifiesta los tristes resultados de las desavenencias de Concepcién con la capital, (N. del A.) 41 ‘Santiago, incluyéndole la determinacién de los militares de provincia; la de Santiago contest6 dignamente, des- jando tan miserables amenazas y criticando la poca subordinacién y respeto de la tropa pata con su Gobiemo; este extrafio acontecimiento obligé al Gobierno a reforzar el punto de Talca. (Véase el manifiesto del Gobierno, del 4 de marzo, N.° 6. El 19 de marzo de 1812.— En la tarde salié la divisi6n del centro del ejército observador de la frontera, compuesta de noyecientos yeteranos y doscientos caballos, a las érdenes del comandante general, brigadier don Juan José Carrera, con _sdlo el objeto de contener a los de Concepcién que, patos en nuestra anterior impotencia, querian darnos cy. El 1° de abril de 1812.— Se descubrié la conspiracién que habia organizado contra mi persona el tteniente de artilleria don Nicolas Garcia. Su objeto era asegurarme, alar- mar las tropas y el pueblo contra la divisién de Talca, para que triunfase Rozas. Luis estaba conyaleciente en Valparai- so. Todo se frustré y se siguié causa a los cémplices por el juez de policia don Manuel Fernandez Burgos. delator fue Domingo Mujica, alférez de artilleria, convidado para 1g revolucién. Eran cémplices el_alférez del mismo cuerpo don Manuel Quezada, y no dudo que también lo eran Pedro Ouiroga, don Juan Manuel Zevallos, un tal Espejo, dragén de Ja Reina, el sargento de artilleria Ramén Picarte (éste se escapd) y no me acuerdo qué otros. Cerda se retiré del Gobiemo, y en su lugar entré don Manuel Manso: éste era godo y renunciéd muy breve, teem- plazandolo don Pedro José Prado Jaraquemada. A fines de abril del mismo afio fui comisionado a Talea por el Gobierno, con plenos poderes pata transat con Rozas, jefe de las tropas enemigas, amistosamente todas Tas desavenencias. Muy ee llegué a_aquel destino. Rozas estaba del otro lado del Maule y yo Jo provoqué a una entrevista que se verificé al sur del mismo rio. Retiré a Talca todas mis y lo esperé en Ja orilla del rio con cuatro oficiales ¥ tres ordenanzas. Rozas leg con grande acompafiamiento ¥_pas6 el ultimo brazo del rio con la mitsica de sus dragones. juntos aquel dia, y en la tarde se despidid, que- de ir a Talca al dia siguiente. No lo verified, y me 6 diciéndome que sus oficiales no se lo permitian; nos entendimos oficialmente; convinimos en casi todas nuestras diferencias, reservando algunas para que se decidiesen por los gobiernos de ambas provincias. Lo que principalmente pedia Rozas era un Gobierno representativo, lo que estaba concedido muy de antemano. Desde la revolucién de diciem- bre protesté el Gobierno que serfa representativo; en la de noviembre se hizo tal el Gobierno, como lo acredita el manifiesto N.° 3 del Congreso. Ultimamente nos convinimos en retirar las fuerzas a las capitales de ambas provincias; el 1.9 de junio pas a Santiago nuestra fuerza; véase mi oficio N.° 7 al Gobierno. Durante mi Team en Talea quisieron los faccio- sos introducir el rden; corrieron la voz de que estébamos prisioneros de Rozas, y ae era ya todo avabado. Luis estaba en la capital y nada pudieron, En el ejército hicieron correr a desanimarlo que la divisién de Santiago no pasaria de tr ostura pata Talea. Ocasioné esta voz ¢l oficio de los jefes de la division de Santiago y mi contestacién que se ve con el N.° 8, Don Luis Cruz fue clegido representante por Concep- cién, como yocal en ¢l Gobierno superior, y don Juan Rozas: con don Pedro Ree Benayente se onian para marchar a Santiago con plenos poderes, para concluir amistosamente nuestras negociaciones, cuando sucedié la tevolucién en Concepcién. El] 25 de mayo de 1812 recibi en Talca el] acta en que se yen los motivos por qué fue depuesta la Junta de ‘aldivia por la tropa. & componia ésta de los_pattiotas don, Isidto Pineda, geet doctor don Pedro José Elei- zegui; del coronel don Ventura Carvallo, presidente; don Vicente Gémez y don Jaime de la Guarda. Véanse el acta y manifiesto de la junta de guerra que se cred en la revolu- cién, sefialados con los Nos. 9 y 10; los oficios de la misma junta de guerra a mi, mi contestacién y la contestacién del Gobierno, sefialados con el N.° 10. Apenas Ilegué a Santiago, se publicd el decreto del Gobierno, fecha 6 de junio, N.° 11. EI 8 de julio de 1812 se hizo la revolucién en Concep- cién y fue depuesta y presa Ja junta de guerra, de la que era residente don Pedro Hee Berayente, Véanse los oficios de la junta de guerra y del oe al Gobierno, y la contestacion de éste, gendlada con el N.9 12. En mi concepto, la intencién de los revolucionarios fue B sus determinaciones, don josé Benavente me aseguré Io mismo cuando estuye en Concepcién. El Gobiemo queria destruir la junta de guerra, pero no se atrevia a hacerlo por falta de relaciones en ee y porque temia algun esfuerzo de los comprometidos si Ilegaban a comprender sus intenciones. En_ estas circumstancias Ilegd la fragata que habia Hevado los caudales a Valdivia, y trajo el acta ane se sefiala con el N.° 13. He aqui uno de los resultados de las desave- nencias de Concepcion con Santiago. No disté el Gobierno presumir lo que hemos visto realizado después. |__ Para eyitar los males con que nos amenazaban las pees Se poems de Concepcién y Nala, era_ preciso o medidas sagaces y activas; asegurada Concepci na- da costaba sujetar a Valdivia. ae En agosto de 1812 fue mandado a Concepcién don Juan Antonio Diaz Salcedo y Mufioz, como diputado del Gobiemo cerca de la junta de guerra, para tratar y cortar toda desavenencia; su principal ies era destruirla. Para aminorar la fuerza veterana de Ja provincia mandé el Gobiemo que los vocales de la Junta de Rozas fuesen conducidos con muy buena custodia; y Peo se ehyiasen a varios patriotas con escolias respetables y separadas, s6lo por hacer menos dificiles los planes que meditaban. Puesto Mufioz en Concepcién, aunque no se ports con la dignidad que exigia su cargo y representa- ee por el influjo de don Pedro Benavente, revolucio- nar la tropa, destruir la junta de guerra, apresarla, remitirla a Santiago con muchos de los sospechosos y dejar el mando seguro en manos de Benavente. do este 0 vino Mufioz a Santiago a_ponerse a la cabeza de la Guardia Nacional, que mandaba, para ge yo fuese a Concepcién a acabar de arreglar los asuntos le aquella provincia. __Mi objeto en tal viaje era cl de asegurar los frailes de Chillan, cuva conducta nog traia gran partido de desconten- fos contra el sistema, y la persona del obispo Villodres, tan I, como veremos después. Los cuerpos militares an sido expurgados, y en toda la provincia no iba a um sespechoso contra la causa. de Valdivia la fragata Nueva Limefia, que lleyo Se le pidié a 1a junta de guerra que viniese a la 'de acabar con el sistem: fin se observaba en todas Bs Pedro capital. A Berganza, que habia sido aclamado comandante general de artilleria, se le pidid que mandase algunos cafiones, fusiles, pistolas, etc., para hacerlos asi menos fuertes en sus tentativas contra el sistema, ouya idea le conoclamos. EI resultado de este paso se ve en el] acta en que acordaron separarse del Gobierno de Chile y reconocer el del Virrey de Lima; véase el N.° 13, Este acontecimiento redoblé la vigilancia del Gobierno en aprontar su armamento y em acordat el modo mds pronto para reducir a los infames de Valdivia. Se acordé que cuanto antes marchase a Concep- cién a organizar y aumentar la fuerza para tomar a Valdivia teducitla a la obediencia, Oficiamos por este suceso al irrey de Lima. Véase el oficio N.° 14; su contestacién fue ladel N° 15. Los descontentos Larrafnes parecia que mo querian quitamos el sosiego, y muchos de ellos se acercaban a ofre- cer sus servicios; esto y el oficio que pasaron al Gobierno después de la deposicién de Rozas (véase N.° 16) ‘nos persuadié de que, aunque enemigos y siempre vengativos, no querian en los momentos en que peligraba Ja patria ejercitar sus gracias acastumbradas. Como era preciso que se interrumpiese la obra de nuestra libertad, sobrevino un acontecimiento bastante desagradable. Juan José se dejé sorprender por Manso y otros enemigos de la causa: le persuadieron de que mi conducta eta loca, que con mejor politica se haria mucho mas, que en lugar de un joven debia ponerse un hombre maduro, capaz de borrar las malas impresiones que yo habia hecho, etc.; Juan José nunca pudo Jlevar con paciencia verse mandado por mi, siendo menor que 4; en junio habia intentado trabar conmigo algtin disgusto, pero supe evadirme y cortarlo. Dos_dias antes del aniyersario de Ja instalacién de nuestro Gobierno, pasé Juan José a la Junta un oficio duro para que se le entregasen cantidades para seguir la obra de su cuartel. El Gobierno para empezatlo mandé a Goycoolea que levantase un plano y el calculo que formé de su costo ascendia de 80 a 100.000 pesos. Goycoolea engafid al Go- bierno, porque la obra costé somo 400.000 pesos. Asi es que por exigirlo Jas circunstancias y no set posible romper por entonces con Juan Jos¢, se decretd la entrega de 8.000 pesos mensuales. Juan José no se contentaba, y este disgusto, ayudado de los consejos de los godos, le hizo tentar el medio 45 | de ‘aburirmé para que dejase < Gobiemo: 41 estaba recién _casado y toda la familia de su mujer y sus relaciones eran también de godos. Su insolente oficio me obligé a contes- tarle el N.° 17 y a hacer la renuncia N.° 18. Aunque el 30 de setiembre se célebré con toda pompa el aniversario gue debid celebrarse el 18, no asisti6 Juan | Tesé ni su oficialidad, sin duda para que, temiendo, cl pueblo se encerrase en sus casas y todo fuese triste. Luis y Yo pusimos sobre las armas los cuarteles de nuestro mando, y logramos que todo fuese completo. El 1.9 de octubre de 1812, a las seis de la tarde, retiré José todas las guardias que guarnecian los puestos de plaza, dejandolos abandonados. Ya yo estaba separado del Gobierno; pero Vee José creyé que asi se vengaba de mi. E] pueblo temié que el resultado fuese pote favorable a la causa. Juan José fue reconvenido por el Gobiemo, y que para imstruir con perfeccién su cuerpo necesita- ba eae en seis meses no hiciese servicio alguno, Prado, que era Presidente, me Ilamé para saber si podria Ilenar los puestos con la Guardia Nacional. Este naciente cuerpo era _de hisares; por modero, nada sabia; en fuerza tenia una tercera parte de] de granaderos, y asi es que no podia cubrir la guardia de Ja plaza. Dijele que, aunque no seguia el ejemplo del jefe de granaderos en la insubordinacidn, res- a que destinando la guardia al servicio de la plaza, aprenderia su obligacién, dispusiese de mi empleo le aquel momento; al dia siguiente puse en sus manos 4 oficio N.° 19. Prado hizo cubrir el servicio de la plaza con algunos dragones y asambleas. _Lnuego se citaron las corporaciones y jefes militares para elegir el yocal que debia reemplazarme. Creyeron que el modo mas seguro de subordinar a Juan José era el de elegir a mi padre, don Ignacio de Carrera, Luis y yo fuimos citados a la eleccién, y, para entorpecer de algin modo el plan meditado por Juan José, dijimos que el Gobiemno habia declarado que no se cligiesen los gobemantes de otro modo que en cabildo abierto, y que asi se nos permitiese retirarnos y se nos diese un.certificado de nuestra protesta. E] 3 de octubre en la noche fue elegido mi padre vocal de Ja Junta; Juan José fue a verlo a su thacienda, y en una sesién reservada Jo persuadié a tomar el mando; vino mi padre y presto juramento. Apenas ocupé la silla, cuando quiso seguir las m4ximas de Manso, no porque fuese sarrace- 46 no, sino porque le hacian comprender que era lo mils acertado, ee José le persuadié a que volviese la escarapela encamada, por no llevar la tricolor que dos meses ai habfa yo puesto, y no estaba lejos de ayudar a colocar porcién de hombres que sin duda acababan con el siste Acordamos con Luis sostenerlo a fuerza de sangre si no podiamos con Ja razdn, y para ello tomamos las medidas y precauciones necesarias. Algunas yeces estuvieron los cuer- pos sobre Jas armas con. bala en boca. Cuando Juan José vio que en manos de mi padre nada adelantaban sus proyectos, temié perderse y manifesté deseos de yolver a nuestra amistad; el cénsul Poinsett con varios amigos de la causa de Larrain lo visitaron y lo persuadieron a_ello. Nos juntamos en casa de Poinsett ¢l padre Camilo Henriquez, el doctor Zudafiez, don Francisco Pérez, Juan José, Luis y yo. Apenas nos vimos, volyimos a amistarnos, y ya_no se acordé de otra cosa que de buscar los medios para reformar el Gobierno y dar un nuevo ser a nuestra revolucién. Después de algunas noches que nos reunimos, presenta- ton Ja Constitucién que debia darse al Gobierno. Accedimos _ gustosos a ella, y, en materias politicas, cediamos al dicta- men de los sefiores Henriquez, Pérez, Zudaiiez, Salas, Ini sarri y otros de esta clase. La Constitucién se presenté al Gobiemo a nombre del pueblo por una comisién compuesta de los sefiores canéni- ge don Pedro Vivyar, decano de Ja Audiencia don Francisco ‘érez y coronel don Juan de Dios Vial (N.° 9). El Gobier- no le mostré alguna eee pero las reflexiones de la comisibn yencieron. Portales estaba advertido y la sostenia. Todo esto fue obra exclusiva de los Larraines. El 27 de octubre de 1812 se puso la Constitucién en el Consulado para ver si la yoluntad popular era por ella. Voluntariamente la suscribieron las personas que se ven en ¢l N.© 20, y quedaron instalados el Senado, Gobierno y Cabildo, N.© 21. El modo con que fue sancionada la (N.2 9). No esté demas examinar este paso. Los chilenos fijaron mucho en é1 su consideracién Nos. 20, 21 y 22. Las contestaciones entre e] Virrey de Lima, N.9 15, y el Gobierno de Chile, N.° 16, no seria malo recordarlas; ellas forma- ban el auto cabeza de proceso en la causa que me siguicron en Chillin, (N. del A.) AT. Constitucién por las provineias, fue igual al de la’ capital. Véase la circular a las autoridades proyinciales, N.° 22. Seguiamos entregados a la organizacién de nuestra defensa, cuando la contestacién del Virrey de Lima al oficio de que ya hemos hablado vino a turbar los 4nimos. E11 17 de noviembre en la tarde ‘hubo junta de corporaciones, y se leyé la carta del Virrey. Todos convinieron en que aquellos insultos pedian la guerra; pero se tuvo presente que nuestro armamento no estaba en estado de empezar la campafia, y nos reservamos para cuando hubiésemos redu- cido a Valdivia, logrando todo aquel tiempo de las ventajas que nos dejaba el comercio Cone Ya la estacién y el estado adelantado de todas mis obras me ofrecian verificar la de asagurar el sur del reino. Para emprender mi vale eon toda seguridad, crei de primera necesidad poner a la cabeza de la Iglesia un’ pastor de nuestras ideas; la mitra estaba vacante y el vicario capitular cra un enemigo acérimo del sistema, lo mismo era_todo el coro y todas las corporaciones. No habia otro arbitrio que traer a Ja silla al obispo auxiliar don Rafael Andreu y Guerrero, que estaba en Quillota; consulté esto con don Manuel Salas, don Francisco Pérez, don Antonio Irisarri, Fray Camilo Henriquez y otros muchos que lo conocian. Todos convinieron en que era el mds a propdsito, y me imstaron con frecuencia para que lo efectuase. Acom- paiiado del cénsul Poinsett, fui a Quillota, lo hice ocupar su silla, después de muchas contestaciones, como gobernador del obispado, El provisor Rodriguez recibié despachos de Femando pata el Obispado, y aunque hizo muchas tentativas no recibié mas que desaires. Al verificar mi viaje para emprender uma campafia que era toda mi ambicién, se descubrié otra conspil re contra anuestras personas. E] 28 de enero de 1813 es sorpren- didos en sus casas y presos los individuos que tenian meditada y acordada la hhorrorosa revolucién, La denuncia- ton a mi hermano Juan José el_alférez de granaderos don Toribio Torres y don Ramén Guzmén. La causa original existe en mi poder; pero aoe saber el objeto de la revolucién basta _leer Ja declaracién de Torres, N.° 23, y la de Guzman, N° 24; resultaron cémplices y fueron convictos y confesos. En casa de don Jos¢ Manuel Astozga fueron las sesiones, para convenir en la revolucién del 4 de setiembre de 48 1811. Este fue uno de los compro cién; los otros fueron: ~ Don José Gregorio Argomedo, el mismo que y secretario en la Junta del + de seti tevolucién tomd una parte activa tea 10); don R I Argomedo, hijo del anterior; don Juan oe 5 o- publico; don, Joan Lorenzo Vera, id.; don Manuel Solis, id= don Tomas Una, hijo de don Juan. Este joven me en el dia una estrecha amistad. Me acompafié en la ultima | campafia en clase de ayudante de érdenes, y en Buenos — Aires me ha asegurado que la revoluci6n de enero era dirigida desde Mendoza por don, Juan Rozas, y que en las — varias ocasiones en que se discutié si deberiamos o no moris, los mas empefiados eran don Juan Alamos, don José Gregorio Argomedo, don Antonio Hermida y don Francisco Pérez; estos dos tiltimos no resultaron reos en la causa, pero ella da completa idea de lo que eran, y es consiguiente a este descubrimiento.confesar que la revolucién era de Larraines. Don Manuel Rodriguez fue mi secretario en el Go- bierno hasta julio de 1812. Don Carlos Rodriguez, hermano del anterior, y don Ambrosio, capitin de la Guardia Nacional. No s¢ por qué se declaraton mis enemigos; pero eran los mds generosos. Que- rian mandarme en comisién al extranjero y separarme del mando; eran muy amigos de Urra. Después volvieron a ser mis amigos, como se vera, en la tiltima tevolucién. Don Pedro Espejo. Este era drag6n de la Reina; hoy vive en casa del director Alvarez y se ha fingido capitan de las tropas de Chile. Don José Maria Fermandois; hoy es oficial del enemigo. Don Manuel O’Ryan. ¢ Don Ramén Picarte. Uno de fos de la revolucién anterior; hoy se dice y aparenta amigo. Fray José Funes. * Fray Ignacio Mujica. Fray Juan Hernandez. (N.° 10). Nueva conspiracién contra mi persona. Siempre se presentan los Larrafines como autores. La del 1.9 de abril de 1512 no la recuerdo, porque en aquella época no quise perder ticmpo en la completa averiguacién. (N. del A.) La sentencia se firmé-el 18 de marzo de 1813, en : ee Gi A edo, di } _ Don xegotio Argom iez afios a Juan |Feming Et ; { ___,Don Ramén Picarte, sargento de artilleria y alftrez ido, por haber ayudado a la revolucién del 4 de \Setiembre, ocho afios a Juan Fermdndez y expatriacién | ua. __Don Juan Alamos, ocho afios a la misma isla. Don Manuel y don Ambrosio Rodriguez, con don José \Tomas Urra, un afo a la isla y expatriacién _perpetua. |___Al regidor don José Manuel Astorga, a la pérdida de su . ¥ que eligiese entre dos afios a la isla y seis a I uier otro punto fuera del reino. p ion Juan Lorenzo Urra, por tres afios a la villa de Don José Maria Fermandois, por dos afios a la casa su - ion Ramén Argomedo, por cuatro meses a la hacienda su_padre, sin ser separado. de su empleo en Ja Moneda. Don Manuel O’Ryan y don Pedro Esteban Espejo, por ‘seis meses a Valparaiso. "= I Manuel Solis, por seis meses a la villa de Petorea, |@on tetencién de su empleo. a __ Don Carlos Rodriguez, libre y sin nota alguna. | Pray José Funes, expatriacion, remiti¢ndolo a la ciudad ‘de San Juan, su patria, depuesto de los grados y distinciones ‘gue obtenja en su religién. : Fray Ignacio Mujica, en los mismos términos, a Men- Fray Juan Heméndez, al hospicio de Copiapé por dos afios. ke Esta sentencia, y todas las amenazas que encierra y se yen en los autos, no Jleya otro objeto que evitar de algin modo atentados que precisamente habian de envolvernos en Don Carlos Rodriguez, padre de los tres que se ven en la causa, intercedié porque sus hijos no fuesen a Juan Femindez; encargandole sigilo, le dije: “No disto de querer los hijos de usted; es aparente su destierto, no pasardn Valparaiso y volverdn a su casa cuando yo yuelva de _ Acabada aquella odiosa causa que se siguid con toda , tratando a los reos con toda consideracién, me entregué a disponer mi viaje a Concepcién. E] Congreso debia reunirse para la convocatoria; pero temiamos que, siendo los pueblos tan escasos de hombres aptos, seria la reunién tan ridicula como la anterior y que jamas declararian ~ la independencia. En compafiia de los mismos que promo- yieron la constitucién provisoria, acordamos que cra de necesidad estimular a los pucblos a que terminantemente pidiesen Ja declaracién de ta Ses ue habia de verificatse al momento mismo de reunirse el Congreso, sin Jo que debia ser nulo. Yo iba a pasar por todos los pueblos del sur, y me era muy facil el _promover el proyecto. Para ello me dieron Pérez, Irisarri, Veta y todos los demds, una porcién de representaciones, con distinto estilo, pero dirigi- das todas al proyecto acordado. A don Gaspar Marin se le debja escribir para que procurase lo mismo en los pueblos del norte. No tenia momento seguro ce mi marcha en la que, por tomar conocimiento del pais, me ee con el consul de los Estados Unidos, Mr. Joel Roberts Poinsett, sujeto apreciabilisimo y que tomaba un interés extremado por nuestra libertad; fue recibido en junta de corporaciones pe el Gobierno de Chile el 24 de febrero de 1812. Véase Aurora del 2 de marzo. El 31 de marzo de 1813, a las seis de la tarde, legd un extraordinario de Concepcién, en tres dias de camino, con pliegos del intendente don Pedro José Benavente, avisando al Gobierno que el 26 de marzo habia desembar- cado en San Vicente una expedicién enemiga que parecia fuerte. Oue se tomaban las medidas de precaucién y se disponia a la defensa con las fuerzas de su mando, para lo que hacia reunir todas las milicias (N.° 11), En el acto cité al Gobierno a su sala, se avisé al Senado y se citaron los jefes militares. Se acordé poner en mis manos la defensa de Chile; y ello dio el Gobierno un decreto, nombrandome general del ejército de la frontera. E] Senado cedié al Gobierno sus facultades para que hiciese (N.° 11) El 31 de marzo de 1813 Tlegé la noticia a la capital; el 1.° de abril sali para Talca; el 7 del mismo, a cien leguas de la aay y sorprendida la primera partida del ejército enemigo. + del ie = 51 la guetra como le pareciese. El vocal Portales estaba enfer- mo y Prado, amistosamente, me dijo: “Haga usted cuanto guste, yo lo acompatio en todo”. Llamé a los secretarios y empezamos a trabajar. Se convocd toda la milicia del pais; se mand6 asegurat el puerto de Valparaiso; se embatgaton los buques de Lima, tanto del Estado como de los particulates; se declard la guerra a la hora de la retreta; se puso la thorca en aquella hora y se doblaron las guardias protegidas por cuatro piezas yolantes; se publicé bando con pena de muerte al que se a la justa defensa que emprendiamos, o procurase entibiar los dnimos con expresiones maliciosas o indiferentes. Se formé ‘una lista de todos los sarracenos, y se deoreté su expatriacién; se olvidaron los tesentimientos; se empleaba al hombre util y todos respiraban venganza. A las diez de la noche oficié a Benavente, avisandole que en la media noche marchaba en su auxilio. Cuando me retiré a casa a preparar mi viaje, quedaba todo hecho y los correos volaban en todas direociones. En casa del obispo se reunieron muchos vecinos y eran temor e inaccién. Il pobre obispo se fue a casa a decirme lo poco que esperaba de aquel pueblo Heno de temor 2 que seria mejor mandase otro en mi lugar; lo reanimé, haciéndole algunas reflexiones, para que las dijese a aquellos pobres hombres; de ellos Ja mayor parte _exan Larraines, pase Ja tertulia eta en casa de don Diego Larrain, en la que vivia el obispo. - Con anuencia’ y por instancia del Senado, se nombrd en mi Ingar a. Juan José; no querian los amantes de la libertad, digo los facctosos, que se comprometiesen otros, temian los resultados de la campafia. Se impuso por mi una contribucién de $ 400.000 a los godos, y mandé que entregasen todas sus armas en el término de tres dias. ie. aoe a fuertes empefios a favor de los desterradas, y repeti al. Gobierno que para nuestra seguridad era 4El Monitor del 15 de abril copia el acta del Senado del 13, en la que elige a Eyzaguirre y a Infante en lugar de Prado y Portales, y a Pérez en lugar de Juan José Carrera, advirtiendo que las sustitucid- mes anteriores hechas antes del acta habian sido con previa anuencia del Senado, (N. del A.) 52 indispensable aquel paso; que ctefa traidor de lesa patria al que lo entorpeciese. ~ 3 Abril 1.0 de 1813— A las seis de la tarde sali pata Rancagua con Mr. Poinsett, el capitin don Diego J. Bena- vente, algunos oficiales y una escolta de catorce macionales. Dormimos en la hacienda de don Jos¢ Agustin Jara, a ocho Jeguas de 1a capital. El 2 de abril de 1813, a las nueve de ja mafiana, recibi patte de que el enemigo habia tomado a Talcahuano el 26 de marzo a las doce del dia. Inmediatamente lo ayisé al Gobierno por medio del comandante de la Guardia Nacional, don Juan Antonio Diaz Mufioz. Oficié pidiendo los_cuetpos de gtanaderos y nacionales y doce piezas de artilleria con la correspondiente dotacién. - A las doce segui mi viaje. Encontré en Ja Aneeies al asesor don Manuel Novoa, que habia fugado de Concep- cién Juego que en cabildo abierto decidieron entregar la ciudad -al jefe del ejército imvasor, general Pareja; ¢l me dio una idea del modo con que fue tomado Talcahuano, de las intrigas que habian precedido a Ja capitulacién, y de la fuga de algunos patriotas y tropa con los caudales de Tas cajas de Concepcién. Li a Rancagua a las cuatro de Ja tarde, y oficié a tados los jefes de los cuerpos de milicia para que se replega- sen a Talca, donde hallarian uma fuerza respetable y ja recompensa de su lealtad y servicios. Di las érdenes conve- nientes para proteger los caudales y los emigrados. Todos mis pliegos fueron conducidos por correos muy bien paga- dos, Mandé a don Bartolo Araos para_que pasase a Los Angeles a hablar con don Bernardo O'Higgins, teniente coronel de uno de los cuexpos de Ja frontera, para que se retirase a Talca con toda la gente que pudiese reunir, advir- tiéndole que avauzatia un cuerpo a Chillin para protegerlo. Nombré en Rancagua un ¢omisionado para aprontar viveres y cabalgaduras pata el transporte de las tropas de la capital. Activé la reunién del regimiento; oficié al Go- bierno; di mis instrucciones a los jis de los cuerpos que aban a marchar. A las dos de la mafiana conclui mi correspondencia. ¥ Averigiié por Jos patriotas todos los sarracenos capaces de perjudicar, y mandé a la capital, en calidad de reos, a don Juan Carrasco, don Pablo Mendoza, don Baltazar Rami- 53 ez, al cura don Manuel Rodriguez y al padre Fray Tomas Martinez x Abril 3 de 1813.— Sali pata San Femando a las doce del dia y Megué a aquella villa a las seis de la tarde; practiqué las mismas diligencias que en Rancagua; socorti a varios oficiales emigrados; entre ellos se hallaba el coronel don Rafael Sotta, que mandaba la plaza de Talcahuano cuando la atacé ¢l enemigo; me hizo Ja siguiente relacién ~ del modo con que fue tomada: “Tenia la plaza cien fusiletos, pocos artilleros y dos lanchas cafioneras, cuando se avistaron los buques de la expedicién, el 25 de marzo a las cuatro de la tarde; pedi auxilio a Concepcién; fui reforzado con ochenta infantes y dos piezas de artilleria volante. Coloqué sobre las alturas que dominan el campo de San Vicente cuatro piezas, y tomé todas las medidas de precaucién Ste juzgué oportunas. A las siete de aquella noche se presenté como parlamentario don Juan Tomas Vergara, -y lo remiti a Concepcién con una partida a las érdenes de don Ramédn Freire; el 26 ae la mafiana estuvo de vuelta ct se fue a San Vicente. Fui atacado a las doce del dia y después de tres horas de fuego me vi obligado a clavar e artilleria, y a retirarme por Penco, para unirme a las tropas de Concepcién; Ja tropa se porto con fidelidad. 1 teniente coronel don Manuel Serrano me ayudé con entusiasmo y valor, y su hijo don Gregorio trabaj6 con actividad; don Vicente Romero fue hecho prisionero al pie de su cafién. Varios oficiales fugaron_a Penco en una lancha caffonera. Cuando me presen- té en Concepcién fui nombrado pan acompafiarme con el de las tropas de Concepcion, con mén Jiménez favia. Apenas Ilegué a la Alameda, donde se hallaban, se proclamé al Rey spor la tropa advertida por Jiménez; se reti- raron y patearon las escarapelas de Ja patria, Fui insultado procuré escapar para no seguir la suerte del capitan don juan José Benavente, que al reconvenir a su compafifa le dieron de culatazos, y le hicieron quitar la esca la; el ms insolente en este atentado fue un granadero llamado N. Leiva, alias Trinquiloco”, Averigiié de don José Maria Vivar, subdelegado del eee €s poco exacta, Véase la que por escrito me ha dado el mismo Sotta, sefalada con él N° 25, : 54 artido, los sarracenos perjudiciales que debian arse, Y por su informe mandé a disposicién del Coa a don. . 3 Abril ¢ de 1813— Sali de San Fernando a las doce del dia, y Megué a Curicé a las oraciones; alli encontré en casa del subdelegado don José Antonio Mardones a los emigrados siguientes: Don ee Jiménez Tendillo, tesorero de Concepcién, con 36,000 pesos de aquellas cajas, escoltado de catorce dragones y un tambor. Don Marcelino Victoriano, oficial de Ja tesoreria. Don Manuel Serrano, teniente coronel de milicias. Don Pedro Arriagada, teniente coronel de milicias. Don Pedro José Eleizegui, capellan de dragones. Don Isidro Pineda, cura de Valdivia. Don Laureano Diaz, presbitero. Fray [ee Silva, franciscano. Don Rafael Anguita, teniente y habilitado de dragones. Don Pedro Trillo, teniente de artilleria. Don Lucas Melo, teniente de asamblea. i Don José Maria Manterola, teniente de milicias. Don Fernando Vasquez, alférez de artilleria, Don Francisco Javier Molina, alférez de milicias. Don Enrique Lasales, teniente de infanteria veterana. Don josé Ignacio Manzano, cadete de dragones. el Benavente, cadete de dragones. Don oe Noya, europeo, visitador de tabacos. Don Francisco Noya, hijo de don Juan, Don Juan de Dios Garay, capitén de milicias. Don Pedro Bamechea, capitan de milicias. Este tiltimo me hizo la siguiente relacién de lo ocurrido en Concepcidn y presenciado por él: “Apenas se avisté la expedicién es el 25 de marzo, a las cuatro de la tarde, se tocdé gonerala en Concep- cién y se pusieron sobre las armas todos los tuerpos de guarnicién. El comandante del batallén de infanterfa vetera- na hacia dos dias que se decfa enfermo, fue llamado por el bernador y se presentd; a 1 se le dio el mando de toda a fuerza que debia oponerse al enemigo, que constaba de su cuerpo, del de dragones y de una divisén de doce piezas 1Est4 en blanco en el original. (N. de la Edit.) (de artilleria con doscientos hombres del mismo cuerpo, in- | eluso algunos milicianos; en la noche salié a Ja cabeza de su columna y ll al cerro del Corral, distante una legua de Ja ciudad. Talcahuano habia sido reforzado en la tarde por ochenta infantes, y aquella fuerza, situada en tan buenas posiciones con la de Jiménez, bastaba para haber _acabado con los piratas si no ‘hubiese obrado la traicién. La tropa de Jiménez olamaba por avanzar, pero Jiménez se opuso, iciendo que era muy superior la fuerza enemiga. Oficié al goberador, avisando que el enemigo habia desembarcado, ponderando la fucrza que itraia y proponiéndole tetirarse sobre la ciudad, cuya posicién ofrecia mejor defensa. Accedié el gobemador y la fuerza amanecid en Ja Alameda. “La noche del 25 yino de parlamentario don Juan Tomas Vergara, y fue recibido en el Palacio por el gober- nador y su seerctario, don Santiago Ferndndez. Pedia Vergara que la a se rindiese, que recibirian los habitantes toda la consideracién del general Pareja, respecto de propiedades, conservacién de empleos, olvido de todo lo ocurrido en Ja teyolucién, ctc., con cuanto acostumbran en tales casos los sefiores godos. Benavente pidié diez dias para contestar, pero el es se negd, diciendo que en tal caso se apelaria a la fuerza. El gobernador dijo que era preciso avisar al Cabildo, y que en la mafiana del 26 seria despachado. Se retiré a dormir en casa del gobemador. Nosotros vimos perdida toda esperanza de defensa en la ciudad, y aquella noche procedimos a empaquetar los caudales para retirarnos, que verificamos al amanecer del 26; lo mismo que doce piezas volantes de a 4 y 6, con sus correspondientes municiones. 3 "QOuisimos tentar todos los medios de salvar aquel infeliz pueblo. Temiamos con fundamento de la lealtad de Jiménez y creimos que en cabildo abierto podiamos quitarle mando y ponerlo en manos mas seguras. Se reunié el cabildo, las corporaciones y el pueblo, y pedimos que para contestar a la intimacién se nos manifestase la fuerza que nos atacaba y la que nos defendia. Resulté que el Gobierno y Jiménez aseguraron que los piratas traian 2.000 veteranos | bien armados y equipados. Jiménez hizo ascender la de su mando a 870 y tantos hombres. Pedimos en- Tos estados de Jos itres cuerpos veteranos y conocimos ‘ma exacta; pero Jiménez queria minorarla y fue contra- por su ayudante don José Marfa Manterola. Hicimos resente que los 870 unidos a 180 de Ja guarnicién de ‘aleahuano, a 485 del batallén de milicias que yo mandaba y estaba formado en Ja plaza, con buen armamento y mejor disposicién, componian una fuerza de 1.535 hombres con excelente tren, abundantes municiones, y por consiguiente capaz de obtener una victoria completa, y cuando no se quisiese exponer la fuerza a una batalla decisiva, podia tetirarse para esperar los refuerzos de Santiago, y engrosarla mientras con los regimientos de caballeria, que en la pro- vincia sélo presentarian mas de 6.000 soldados disponibles. "Fl Cabildo Eclesidstico se componia del dean don Mariano Roa, canénigo don Bemardo Ruiz y el] arcededn don Ramén Andrade; no asisticron a él ni el candnigo don Juan de Dios Avoy, ni el obispo Villodres ni el canéni- go Urrejola, que estaba en Lima. Todos eran opuestos al sistema, a excepcién del benemérito patriota Andrade; ola- maba éste por la retirada, pero Roa y Ruiz, porque se entregase la plaza. Roa aseguraba que el Gobiemo de la capital seria muy gustoso en la capitulacién, y particular mente los Carreras, quienes mandaban Jas fuerzas de San- tiago. Don Juan de Dios Mendiburu se exalté por ia puerta, sac6 el sable y le tiré un golpe que Je habria sido muy desagradable si no le hubiese impedido el coronel Rafael Sotta, que acababa de llegar, perdido ya Talcahuano. "Por final de la sesién se ordend la retirada,- y a peticién nuestra se nombré a Sotta segundo de Jiménez, para que estuviese a las miras de ese hombre sospechoso y cobarde. Los dos salieron juntos para la Alameda; al Mlegar hizo Hamar Jiménez un sargento de cada compaiifa de su batallén, y les ordendéd que proclamasen al Rey y tirasen Ja escarapela, negando desde aquel momento obediencia al epee, Inmediatamente escapé Sotta, y don Juan José enavente fue insultado y preso. ”Yo caminaba a Puchacdi con da tropa y recib{ orden del sefior gobermador de volver a ila plaza a defenderla de iménez; esta orden me la levd don Esteban Manzano. elyi y aseguramos Ja plaza con cafiones en las bocacalles. Tuye orden de mantenerme asi mientras despachaba algunos asuntos precisos. Cuando ya montaba a caballo el goberna- dor ipara retirarse, Hegaron Roa, don Javier Manzano y cl eandénigo Ruiz a persuadirlo a que no se expusiese con aquella poca fuerza, porque Pareja se uniria en pocas horas més con Jiménez. Le pregunité qué pensaba hacer, y como 57 conoci que se quedaba por cl temor que le hacian concebir los que he nombrado, le dije que yo me retiraba; me contesté que lo hiciese luego y que dijese a don José Miguel Carrera cuanto habia sucedido. "Los godos hicieron de las suyas; el tesorero don Pedro Lafita se negd a entregar 6.000 rom que el gobermador ordené se repartiesen en el batallén de mi mando, tee Tendillo caminaba con los caudales y Elei- zegui lo protegia con los s dragones que pudieron escapar. Arriagada sac6 de Chillin los ciento veinte fusiles que tenia el] batallén para su disciplina. “Jiménez escribi6 una carta a su mujer, para que le dijese a Pareja que lo Nevaban por fuerza; lo supieron algunos patriotas, y vinieron don José Ignacio Manzano; don anuel Benayente y don Juan de Dios Martinez, con orden fingida del gobernador para que siguiese la marcha con los caudales, hasta ponerlos libres de todo riesgo. Pareja, segiin sé, arranc6é al gobernador una orden para detener y volver a Jiménez; cl conductor era don Melehor Carvajal, a cuyas érdenes yenian veintidés Gregor y las milicias de Onehine Hemos podido escapar por la mucha actividad de los que nos acompafiaban. Hn Talca nos fortificamos, temerosos de los dragones que han quedado del otro lado del Maule”. Esta misma relacion fue confirmada_por todos los emigrados; y examinada jposteriormente en Concepcién, no discrepd en Jo menor. Abrii 5 de 1813— En la mafiana di las mismas 6rdenes que en los anteriores partidos, y por los informes del subalterno don José Antonio Mardones, mandé a la capital por. sarracenos a don. . 1 _ ,A las once del dia sali para Talea y eee a, aquella “ciudad a las ocho de la noche. Observé que los principales yecinos, que me recibieron con el mayor carifio en la campa- fia con Rozas, estaban muy tibios y prestaban pocos auxilios; los amonesté indirectamente y vivia cauteloso de su conducta. Encontré a don Bemardo O’Higgins, que escapé solo de Los Angeles, y me asegur6 que Jo thabfan seguido con 1Esté en blanco en el original. (N. de la Edit.) 58 empefio, Dijo: “Habfa reunido los regimientos en virtud de la circular de Benayente, y cuando marchaba con ellos en auxilio de la ciudad, recibié la noticia de la rendicién. El obispo Villodres estaba también en Los Angeles, y aseguran gue estaba de acuerdo con los invasores, dando desde aquel lestino avisos por itierra a Valdivia”. ‘ En la tarde del mismo dia, al Hegar al Camarico, recib{. pliegos de Concepcién del Sea Benavente, incluyéndome las capitulaciones que habia celebrado aquella capital, en la que habia entrado Pareja con sus tropas el 28 de marzo; la columna de aquel bende constaba de mil seiscientos a dos mil hombres, y se componia del batallén veterano de Valdivia, del veterano de Chiloé y de milicias, con una brigada de artilleria de ambas plazas; al entrar Pareja en la ciudad formaron entre sus filas todas las fuerzas ane eae para la defensa, y que dice Bamechea en su relacién. Segtin tengo presente, las capitulaciones contenian lo siguiente: La entrega de la ciudad, con toda su guarnicién, per- trechos, almacenes completos, etc.; olvido de lo pasado y ue nadie seria castigado por su anterior opinién o conducta. oo se jurase la Constitucién espafiola, Que permanecerian €n sus empleos politicos o militares todos los que voluntaria- mente quisiesen servir. Que no se obligaria a los militares a jtomar Jas anmas contra la provincia de Santiago, a no ser que de ella se les provocase a la guerra. Oue habria comercio con todo el reino sin cortar por un momento Ja comunica- cién; que as{ se avisase a la provincia de Santiago por su gobernador. ‘Tomé en Ja noche medidas de seguridad muy necesarias en aquel pueblo que no tenia mas de seis patriotas; mandé reunir las milicias y oficié a los partidos de la provincia de Concepcién y a los jefes de los regimientos para que no tardasen en reunirseme; los animaba con grandes fuerzas y caudales. Abril 6 de 1613— El enemigo tenia en Linares co leguas de eo dragones a las érdenes lel subteniente don José Marid Rivera, que vino en persecu- cién de los caudales; aquella poca fuerza impedia en gran e Ja reunién de das milicias. Dispuse que O'Higgins con loce nacionales, diecisiete dragones y cincuenta milicianos, 59 acompafiado de ocho oficiales, los sorprendiese al amanecer del 7; salié de Talea a las siete de la node. - Don Juan Felipe Cardenas, acompafiado de don José Maria Guzman y de cuatro o seis soldados de asamblea, fue destinado a Cauquenes a sorprender ‘ apresar a varios indi- viduos que descaradamente se hablar declarado por ¢l ejército real. Escribi al Gobierno, asegurindole del buen éxito que debia esperar de la campafia, siempre que se decidiese a armar en guerra el bergantin Potrillo y otro buque mas tespetable para destruir los corsarios de Lima Ro la boca de Talcahuano, a fin de lamar la atencién del enemigo y no dejarle retirada, Abril 7 de 1813.— Al amanecer fueron sorprendidos pe eehos ‘ptisioneros los veintitrés dragones y el subteniente ra, al que hice remachar una barra de grillos luego jue me lo presentaron. (Véase el parte de O'Higgins N.° 26.) acopiaban wviveres y disponian cuarteles pata ocho mi hombres. Oficié a oe para que avanzase al Parral luego que hubiese reunido el regimiento de Linares. _ El objeto era souprender a Chillén, que se manifestaba decidido por Pareja. Tuve aviso ne Pareja se disponia a marchar al Maule, para ello mandé comprar caballos y monturas pata toda campafia. in Quirihue fue apresado por el coronel don Antonio Merino y oe el subdelegado don Raimundo Prado, el sargento Juan I'élix ied del cuerpo de dragones, mandado con seis soldados y $ 600 para la expresada compra en aquellos ue, A : Abril 8 de 1813. Trajo de Cauquenes el ayudante mayor de Lautaro, don Juan Felipe Cardenas, todos los enemigos del sistema que pudo apresar, y fueron: don oe Pinochet, coronel del regimiento de Chanco; don José Verdugo, coronel de otro de aquellos cuerpos; don Ma- nuel Vallejos, don José Callejas, don José Cruz Villalobos y don Julian Montero. a se hhabfa fijado en aquella villa el bando de Pareja ad reconocer su autoridad; lo quité y puso en su otro a mi nombre, imponiendo penas terribles al que Obedéciese o ayudase a los oe _ Se supo que en Chillan el subdelegado nombrado por Pareja, don José Maria Arriagada, habia dado a_reconocer a éte que aquellas milicias se reunian en contra del ejército restaurador, y que ponian avanzadas sobre cl Nuble. Lo mismo habfa hecho don Francisco Gonzélez, nombrado por Pareja subdelegado por Quirihue. Reunié este godo un escuadr6n del regimiento que est4 ubicado al sur de Stata; lo titulé Huisares de Abascal, y cubriéd de guardias el rio. Merino Jas puso de su parte. y reunid con empefio el imiento para retirarse a Talca. Gonzalez oficié a. Fares pidi¢ndole feces veteranas y artilleria Pa. destruir a los Berns: EH influjo de Carvajal ayudaba mucho a Gon- zalez. No cesaban mis drdenes estrechas y enérgicas pata replegar a Talca todas las fuerzas de milicias del norte de Itata, y se retiraban los ganados y todos os recursos. Los satracenos que se encontraban y conocian por su conducta anterior, eran presos y remitidos a Santiago. Se decretd y puso en planta la organizacién de dos cuerpos de caballeria, con el nombre de Guardia General, a las érdenes del capitén de hiisares nacionales, don Diego José Benavente. Se completé este cuerpo con los regimientos de Rancagua, San Fernando, Curicé y Talea. __ Se supo que el enemigo habia mandado disponer cuarte- les en Chillin, y que tenia muy adelantadas las disposiciones de su viaje a la silla de Santiago. 5 Abril 9 de 1813.— Llegé el obispo de Santiago escolta- do por ochenta nacionales armados de fusil a las érdenes del teniente don Manuel Cuevas; su Ima. habia exhortado a los pueblos del transito. Los nacionales eran los primeros que daban alguna seguridad al cuartel general establecido en Talca desde el 5. Avanzé O'Higgins al Parral, doce leguas de Linares. Aptesé al cura don José Urrutia. Trat6 de reumir el regi- miento de caballeria, pero los soldados estaban tan preveni- dos que huyeron al monte, Ei] coronel don José Maria Vallejos se hizo enfermo de miedo, y su ejemplo desanimé a la tropa, y se dispersé. Don Juan Urrutia, ‘hermano del cura, se pasé a los enemigos y les ayudé con mucha actividad; todo su influjo, conocimientos y recursos los empleé aquel inicuo chileno en hacemos la guerra. Le acompafiaban en su proyecto don Félix Ibéfiez, su hermano don Julién if don Mateo Vallejos, hermana del coronel; don Juan Untutia recibié de Pareja el despacho de coronel en el regimiento de Vallejos. Abril 10 de 1813— Llegé el teniente coronel don 61 Femando de la Vega con mil ochocientos hombres de los tegimientos de Cauquenes; lo haba nombrado su segundo, el coronel don Juan de Dios Puga. Perord su Illma. en la Iglesia Matriz; el entusiasmo de ja tropa fue grande, a la que exhort con ¢l mayor patriotismo. Continuaron las reconvenciones a Merino para que no oe a pee a Talca. x rez de caballeria don Jerénimo Villalobos y el de igual clase don José Ignacio Manzano fueron a la tha- cienda de don Javier Manzano y a las inmediatas de donde sacaron mas de cuatro mil vacas, Se extraerian de la pro- yincia cinco mil vacas, muchos caballos, mulas y cameros. _ No habia un momento de descanso; la instruccién de las anilicias; la organizacién del ramo de ihacienda; la creacion de una proyisién general y los acopics para ella; Ja coleccién de caballos y de toda clase de bagajes; el reconocimiento de un campo del que no habia ni croquis, debiendo ser el teatro de la guerra; la correspondencia con los comisionados, jefes de partidos, Gobierno; la secreta para inirigar con el enemigo, y la persecucién a los facinerosos que abundan en los campos, ofrecia un trabajo muy pesado, mayor- mente no encontrando muchos auxiliares ritiles. Recibi aviso de we estaban de camino para Talca los cuerpos que debian formar él ejército. Todo se encontrd hecho, y asi se vio salir de Santiago antes del 9 de abril una fuerza capaz de contener los progresos del enemigo, con todos los utiles necesarios en campafia. Un afio antes quisie- Ton asesinarme mis enemigos por sarraceno, y lamentaban publica y amangamente los gastos que emprendia en la organizacién de fuerzas. Decian aquellos barbaros, ;para qué tiendas de campafia, cafiones, tantas balas, etc? No se vio antes de Ja guerra imponer contribuciones, ni gravamen al ptiblico en cosa alguna. La buena administracién del tesoro y Ja actividad en el trabajo impidieron que Pareja hhubiese sido duefio de Chile en od de 1813. Abril 11 de 1813 Llegé correo ordinatio de Con- cepcién. Oueria Pareja reducir a burla su invasién y aprove- charse de nuestra credulidad. Toda la correspondencia se oeulté; entre ella se encontré una carta del conde de la ina a mi padre, aconsejindole siguiese a Pareja y iene a sus hijos a lo mismo. Don Juan de Dios irapegui_me escribid dos andénimos, déndome un ayiso exacto del estado del enemigo y sus determinaciones. 62 Abril 12 de 1813— Llegé a Talea la Guardia Nacional fuerte de 230 hombres armados de espada, que con los 80 de Cuevas y 14 de la escolta ascendian a 324. Su comandante era ca Juan Antonio Diaz Salcedo. Abril 13 de 1813— Se alarmé toda la guamici6n. Se tocé generala porque se me avisé que dos columnas enemi- gas s¢ dirigian, por el oeste del rio Claro, a tomar la artilleria que estaba en el Camarico. A pesar que fos caballos estaban en potrezos, no tardaron media hora en formarse los cuerpos de caballeria, y buscaban al enemigo con entusiasmo. Las dos columnas eran de vacas, y volyieron nuestros soldados a descansar. El capitan Urra, comandante (por don Juan Rozas) de Ja infanteria de Cauquenes, se me presenté con doscientos de sus soldados. Segtin dictamen del coronel Vega (ascendid a esta graduacion el dia de su Hegada) y otros oficiales de igual penetracién, eran los doscientos bravos tan ladro- nes como su jefe; para todos habia destinos en aquellos momentos. ~ : Abril 14 de 1813.— Llegé la artilleria. El tren consistia en dieciséis piezas muy mal montadas para el servicio de campafia. Estas, las mumiciones y demas pertrechos se con- dujeron en setenta carretas y cuatrocientas mulas. Su jefe era el coronel don Luis de Carrera. Artilleros eran doscientos. Don Bartolo Araos y don Manne] Vega fueron comisionados a prender una partida de asesinos que cruzaba las orillas del rio Teno. E] coronel OFhes ins Gee en aquellos dias) se retiré a los altos de Bobadilla, en donde quise hacer una fortificacién que nos asegurase del paso del Maule, cuando estuviese retirada la fuerza. Mandé de auxilio los ochenta nacionales fusileros. No puedo menos que criticar la conducta del Gobierno; guitar los fusiles a los nacionales, cuerpo que tenia instruccién, aunque poco fundada en los mejores principios; era subordinado como el ae y estaba mas adelantado en un afio de disciplina que lo que podia estgr cualquiera de los batallones de milicias. Los dejaron sitf fusiles pata darlos a los voluntarios de la Patria (batallén de milicias de la capital); fue un mero pretexto para quitarme aquella fuerza que dirigia y educaba con esmero; habfa despertado ya la emulacién de algunos ignorantes. Era duefio de la fuerza, pero sufi en silencio aquél insulto, en los mismos 63 momentos que parecia necesaria, y casi indispensable, mi asistencia para sacudir el yugo. Hasta el mejor servicio se judicaba: armé de lanzas a los doscientos treinta naciona- les y con ellas fueron mAs fitiles que algunos fusileros. Abril 15 de 1813.— Avisos de este dia confirmaron los que anteriormente habia recibido y las cartas de Tira- pegui. Pareja hizo salir su vanguardia de Concepcién el 4, y con toda la fuerza disponible siguid el 8. Ascendia su ejéncito a tres mil treinta y cinco fusileros y artilleros, y se teforzaba_con ttodas las milicias de caballeria de la parte sur del Nuble c Itata. Toda esta gran fuerza estaba en illan, y yo no podia contar en mi cuartel general mds que con ciento once fusileros y doscientos artilleros. Por esta causa no sali para Chillan y ocupé la ribera del norte del Itata. Si no habia de sostenerla, adelantatia solamente haber comprometido unos oo inermes, para entregarlos des- pués al sacrificio, Mis soldados se hubieran desanimado. Abril 16 de 1813 Mandé espias a los pueblos que ocupaba el enemigo y eseribi a varios patriotas para revolu- cionar Ja provincia y tomar una idea del poder de Pareja. Hice salir a don Hipélito Oller, sargento mayor de artilleria, con tres ppiezas volantes, we fortificar las alturas de Bobadilla. El comandante Urra lo acompaiiaba con sus honrados para emplearse en el trabajo. Don Luis Carrera fue nombrado jefe de aquella divi- ee ceands a sus drdenes el coronel O'Higgins. A éste habia mandado a don Nicolas y a don José Maria Carrera, oficidndole para que los colocase en parte donde hubiese mayor peligro, para que pagasen con sus vidas un hecho atroz que ‘habian cometido en Santiago: ¢l Cobiemo los mand6 a Talea sin mi consentimiento, y seguramente muy a mi pesar. Don Juan Esteban Manzano y don José Tadeo Bena- vente mandaron a O'Higgins avisos del estado del enemigo, ue en nimero de doscientos fusileros se dirigian de ‘oelemu a Cauquenes, Abril 17 de 1813— Llegé al Paral la primera errilla enemiga, en cuya observacién habia otra de la Beri m de Bobadilla que se habia situado en Las Traneas de Longavi. Se ‘me noticié ne Merino habia sido sorprendido en ‘su retirada por don Matfas Alarc6n y su gobernador; quita- ton los tabacos, el dinero y revolyieron Ja tropa. = & Destiné al capitin don Pedro Barnechea a que fuese a protegerlo con una partida de nacionales; lleg6é hasta Villavicencio, y supo allf que era irremediable fla prisién de Merino. Llegaron el teniente Zorrilla y el alférez don José Almanche, que habian fugado de Concepcién. Zorrilla me hizo la siguiente relacién: “Afiadié a la de Sotta la entrada de Pareja en da ciudad de Concepcién, con general aplauso de los sarracenos, que hicieron demostraciones piblicas, porque creyeron muy se- guro el proyecto de subyngarnos. Se hallé en el juramento estado a Fernando y a la Constitucién; para este acto fans él ejército en Ja plaza. Pareja hizo subir sobre un tabladillo a gobernador Benavente con el escribano don Ignacio’ Herrera, para_ que prestase su juramento, Como observase Pareja a Benavente no habia vitoreado al Rey, subié acompafiandole e hizo que lo ejecutase. A la cabeza del batallén de infanteria se present6 Jiménez Navia; a la del cuerpo de dragones, don Pedro Lagos; a la de la artilleria, don Ramén Bek, y a la de ta infanteria de milicias, don Andrés Alcazar, conde de la-Marquina. "Don Pedro José Benavente, ate obligado por bayone- tas hacia cuanto queria Pareja, tomé el partilo de renunciar. ed6 en su Iugar el obispo don Diego Antonio Navarro le Villodres. Se han formado compafiias de infanteria de milicias con el nombre de la Concordia; jefe de ellas es Pareja; sargento mayor, el conde de la Marquina; ayudante, don Francisco Fajardo; capellin, el obispo, encerrando estas compaiiias lo mas escogido del sarracenismo. "Ha leyantado un empréstito de 80.000 pesos y es el tinico dinero con que cuenta para la campafia que han emprendido, hasta que Heguen Jos auxilios de Lima. Pareja tiene todo el orgullo e ignorancia de un buen marino; es dirigido por el intendente don Juan Tomas Vergara, hombre de talento y empresa. Su mayor general, don Ignacio Justis; es también marino”. Jegaron Vega y Araos con cuatro o seis de los saltea- dores de Teno y se entregaron al auditor de guerra don Manuel Novoa pata gue les siguiese causa. Abril 18 de 1813.— Se retiré, Barnechea de Villavicen- cio, y me confirmé con cuanto se ha dicho de la prisién de Merino, afiadiendo que Alarcén hab{a obrado con drdenes de Carvajal y de Gonzalez. Entré a las érdenes de su sargento mayor, don Carlos 65 Spano, a las once del dia, el batallén de granaderos, fuerte de seiscientas plazas. Se mandé escoger doscientos soldados para reforzar el punto de Bobadilla. Abril 19 de 1813.— El coronel don Femando de ia Vega, con algunos destacamentos de milicias, y con los doscientos granaderos marché a Bobadilla. Abril 20 de 1813.— Llegé el brigadier don Juan José Carrera a tomar el mando de los granaderos, y el coronel don Juan Mackenna con despacho de cuartelmaestre del ejército. Era la primera vez que veia a Mackenna después de la conspiracién de noviembre de 1811; lo recibi con un abrazo y, ni en mis hechos, ni en mi modo, acredité otra cosa que un ‘total olvido de lo pasado, y la mejor amistad. _Juan José renuncié al Gobierno, panne vio que se realizaba Ja defensa de Chile, Quiso hhacerse participe o duefio de las glorias del ejército restaurador, La facci6n en Ja capital se exaltaba, y como viese en jon José un obst4culo a sus maquinaciones, procuraron electrizarlo pata que eligiese el Campo de Marte para su engrandecimiento: le ofrecia el Gobierno ‘hacerlo su plenipotenciatio cerca del gees para evitar de este modo que estuviese a las érdenes le un hermano menor. No admitié este partido, porque sabia que no me habia de conformar con semejantes trabas, y que si me disgustaba, el resultado seria mi renuncia, en cuyo caso no se atrevia a tomar por si la direccién y trabajo de aquel naciente ejército. Se conformé con venir a mis drdenes sin conocer el objeto a donde se dirigfa la intencién del Gobierno, Como Mackenna lo acompafiase, procuré este antiguo enemigo seducirlo con la aes refinada intriga. Juan José Hegé a entregatse a Mackenna antes de ocho dias de trato, después de su legada del destierro que suftid porque straté de asesinarnos. En una de sus conyersaciones dijo Juan José a Mackenna: “José Miguel tiene ambicién, y es preciso contenerlo para que no se haga un déspota’, Abril 21 de 1813.— Avanzaba el enemigo sobre Linares, y como tuviese ya la fuerza dé granaderos, quise ‘hacer resistencia a la vanguardia enemiga y posesionarme de Lina- res, antes que Elorreaga lo ocupase con su division. Para esto ‘hice que O'Higgins avanzase con la divisién de Boba- dilla (don Luis Carrera estaba en Talca arreglando ¢l tren de artilleria), y yo, acompafiado del coronel Mackenna, con ja Guardia General y parte de la Nacional, me dirigi por el 66 Duao (uno de fos vados del Maule) para p ’Higgins, y, si me era posible, batir la vanguardia ene trasladar el cuartel general a Yerbas Buenas o al Linares. Esta noticia me comunicé Ia guerrilla de ob cién cuando estaba yo tres leguas al sur del Maule. que O'Higgins se replegase sobre Bobadilla, en este mo- mento se unié Luis a la_divisién, reforcé algo mas aquel punto y me replegué a Talca para seguir la oxganizacion del ejército. Sahedt de Ja mucha fuerza que traia e enemigo, mandé a Santiago al coronel Mendiburu, para que representase al Gobierno la necesidad de mandar al cuartel general el batallén de pardos y el de voluntarios,. sin los que me veria en Ja pee de abandonar Talca. Abril 22 de 1813.— Llegd a Talca el coronel don Estanislao Portales con los regimientos de caballerfa Princi- pe, Princesa y Maipti, fuertes de mil quinientos hombres. Se formé la 22 divyisién, a las érdenes del brigadier don Juan José Carrera. Se componia del batallén de granaderos, del regimiento de Maipt y cuatro piezas yolantes con su correspondiente dotacién. ril 24 de 1813— Llegaron Carvajal y Gonzdlez Palma a unirse a Pareja con la divisin de su mando. Abril 25 de 1813,— Mandé que la divisi6n de Bobadilla se replegase al norte del Maule, y que tomase posesién del paso de Paredones, al este de Duao, Este punto fue ocupada en la tarde por la 2.8 divisién. Abril 26 de 1813— En la noche quedaron ambas divisiones en sus respectivos destinos. Abril 27 de 1813— La_ 3. divisién compuesta de la Guardia Nacional, Guardia General y regimientos Princi y Princesa, con cuatro piezas volantes, salié hacia el Maule. y se situé como cuerpo de reserva a una legua a rotaguardia de la 2.8 divisién. Abril 28 de 1813.— El enemigo avanzé sobre el Maule una divisién con cuatrocientos hombres, a las érdenes de don Idelfonso Elorreaga, con el objeto de reconocer nuestra linea. Era imposible semejante reconocimiento sin que pa- sasen el rio que esta cubierto de bosques, entre los que se escondian nuestras tropas. Al mismo tiempo se presenté el sargento mayor don Estanisl4o Varela, del regimiento de Rere, con un oficio de Pareja, intiméndome la rendici6n y ofreciéndome a nombre del Vurey grandes yentajas. Cuando lo estaba leyendo, me avisaron que en el paso de Bobadilla 67 las guerrillas enemigas me habian muetto dos centinelas del regimiento San Femando. Me acaloré bastante este tuin Picenuiaee y determiné no contestar a Pareja hasta haberle vuelto la mano, pasdndole a cuchillo la primera partida que pudiese sorprenderle 0, si era posible, ejecutar este castigo en Ja misma divisién que vino al reconocimiento. A Varela lo mandé a Talca donde dije le daria Ja respuesta. Dispuse se aprontase una fuerza de trescientos mili- cianos, doseientos granaderos y cien nacionales, a las érdenes del coronel Portales, que debia ser el jefe de la empresa. Fl objeto era sorprender y no dar cuartel a la divisién de Elorreaga, que debia dommir en unos cerrillos una Jegua al sur del Maule. Sabfa que todo el ejército enemigo estaba en Yerbas Buenas, siete leguas al sur del rio, y bajo este eee imparti mis érdenes. A las oraciones me fui a alca. Abril 29 de 1813 Antes de adlarar se ejecuté la sorpresa. No la presidié el coronel Portales, y si el de igual clase don Juan - Dios Puga. No entendidé, o no supo, o no quiso obedecer lo que le mandé el comandante general de la primera divisién. No habiendo encontrado Puga la divisién de Elorreaga en ios werrillos, debié volverse; pero se avanz6 hasta Yerbas Buenas, adonde se habia replegado Elorreaga, sospechoso de nuestro intento. Puga se echa sobre el ejército enemigo sin la menor disposicién; se dispersé la milicia, y los que cuidaban los caballos de la infanteria huyeron con ellos. Los mismos granaderos se hirieron unos a otros porque el comandante Bueras no supo dirigirlos. Sin embargo, el resultado fue ventajoso, como se veri en el parte que di al Gobierno y esta sefialado con el N.° 27... y es copia del que se publicé en El Monitor Extraordinario del 2 de mayo (N.° 12). El coronel Puga fue herido y prisionero, pero escapd y a los pocos dias yolvid a nuestro campo. E] enemigo nos hizo prisioneros cien veteranos y algunos milicianos. Nuestra pérdida fue considerable por el saqueo a que se entregé Ja tropa escandalosamente. Los heridos que Hegaron a Talea serfan yeinticinco. El enemigo (N92 12) Sorpresa de Yerbas Buenas. Mi parte al Gobierno, N.° 27. Por las intimaciones de Pareja, y mis contestaciones N.°s 28 y 29. se ve la decisién de mis procedimientos, “Tguaimente cl N° 30. (N. del A.) 68 se “puso en retirada, creido de gue seria atacado por nuestro ejército. Para proteger la retirada de_Puga, se presentd a la vista del enemigo el coronel don Luis Carrera con alguna milicia, lo que fue bastante para imponerle; no se atrevid nia avanzar. Abril 30 de 1813.— En la tarde se acercé el enemigo al Maule, y amenazaba pasarlo por el Andarivel. Se dieron érdenes para retirar todos los viveres, municiones y pertre- ohos de Talca, con direccin a San Fernando, a cuyo punto queria replegar las ‘tropas pata engrosar el ejército con las que esperaba de Ja capital. Como conociese alguna intriga en el parlamentario Varela, lo mandé preso a la capital, y ésta fue la tinica respuesta que di a Ja intimacién de Pareja. Para obrar asi tuve los motivos siguientes: 1.9 Que Varela, conociendo nuestra resolucién de defendernos, pidié quedarse a mi lado; era oficial de las milicias de Concepcién y protestaba uc a la fuerza lo hacian venir; por consiguiente pude lejarlo; 2.° Varela, de buena o mala fe, entretuvo con su comisién, pata que Elorreaga se acercase al reconocimiento en el que me mataron dos soldados; 3.° Varela cn Talca se informaba con mucho interés de nuestra situacién y difundia noticias perjudiciales con todo sigilo; 4.9 La opinién general y los informes reservados me los dieron a conocer por un hombre caviloso y de mala disposicién por el sistema. No pasé ni intenté pasar el enemigo y durmié frente a los altos de Cueri, En Ja noche salié don Luis Carrera, con la 1® divisién, para aquel paso, con el objeto de incomodar al enemigo en cuanto fuese posible, y retirarse a Talea si Jo exigian las circunstancias. Mayo 1° de 1813.— Pas6 el Maule una guerrilla de Ja_14 division, mandada por el teniente don Francisco Molina; sélo constaba de tremta dragones y nacionales; burlé al enemigo, alarmdé su linea y le quité porcién de vacas y caballos. Los distintos movimientos del enemigo hacian traba- jar demasiado nuestra caballeria en los pedregales del rio, y ki poca disciplina de mis tropas prometia mal éxito si se empefiaba accién. Lo boscoso ¢eél terreno no dejaba manio- brar la caballerla, y si el enemigo queria, podia muy bien pasar el rio y envolyernos. Mandé en la tarde que se retirase el ejército al campo 69 eee Ra. una legua de Talea al Maule, que oftecia | id y ventajas. Es necesario olvidar esta noche, por el desorden con se retiraton las tropas, por la mala disposicién y dono de muchos jetes, que nos expuso a ser victimas del enemigo, si éste hubiese sido menos timido y no se le i escarmentado en Yerbas Buenas. Mayo 2 de 1813.— Al amanecer_se teunieron las ope, y se formé el campamenito en la Rayada, cuya nueva y hermosa posicién nos ofrecia ventajas. Se cubrieron los pasos del rio con guerrillas de observacién, y la 1% divisin Se pinla para salir. 1 enemigo creyé que nuestra retirada era para aprove- ae = jor posicién y cortarle la ee caso de una lerrota. Pareja no se prometia mds que tacias, por el abatimiento ae su cree a a ss - .Mandé al cuartelmaestre ((inico ingenieto en el ejér- cito) que formase un croquis de nuestro campo. Por primera yez descubri que no sabia agarrar el compds ni el ldpiz. No supo hacerlo y fue necesario que Mr. Poinsett se tomase este trabajo. Mayo 3 de 1813.— Salié la 1. divisién a situarse dos leguas a vanguard de la linea, en una posicién que Jaman el Fuerte. En la tarde se me present6é como parlamentario de Pareja don José Hurtado, teniente coronel del ejéncito conduciendo el oficio de su general N.° 28. Comié Hurtado con nosotros y fue tratado con franqueza y genero- sidad, Procuréd por todos medios imponerse de nuestro estado y de nuestras ideas: nada pudo sacar y sélo observaria en nuestros semblantes una decisién imponente. Yo supe Per 4 la muerte del intendente Vergara en la sorpresa del 9, y que el general de la 2.8 divisién, don José Berganza, gue fue prisionero por los nuestros, se habia podido escapar; no habria sucedido asi si los oficiales del ejército restaurador hubiesen sido mds precavidos y no tan generosos en momen- tos tan eriticos. Por la relacién de Hurtado de cuanto pasé en ia sorpresa y le convenia decir, conoci que don José Maria Benayente fue 2 gn c ey a8 con més serenidad io en la ma la del 29, dia que ipudo ser para Chile el mas glorioso, see ae Lg i 4 de 1813.— Regresé Hurtado con mi contesta- cién N.© 29. Se observa en ella alguna suavidad, porque 70 exa preciso entretener y dar tiempo a que Ilegasen los cuerpos de fusileros que venian en marcha. Supe que el ejército enemigo estaba muy descontento eno de necesidades; que la insubordinacién era escanda- josa. Mayo 5 de 1813.— Llegé el batallon de infantes de Ja Patria, fuerte de doseientos cincuenta hhombres, a las érdenes del teniente coronel don Santiago Mufioz B; lla. Esta tropa y su oficialidad era muy recluta; los ms apenas sabian hacer fuego. : Volvid el parlamentario Hurtado, con contestacién a mi Oficio, admitiendo o accediendo a nuestra entrevista en el Maule, pero: exigia en rehenes al coronel don_ Luis Carrera, Me fue muy ae esta cleccién;. estaba ya mas fuerte, y conocia la debilidad de Pareja. Hurtado vio .mudado el semblante de las cosas, y no pudo ocultar el temor que le acompafiaba. En la noche se me avisé que el capitan de Lautaro don José Cruz Villalobos, que con una guerrilla de veinti- cinco hombres guardaba el pueblo de la Nueva Bilbao, hhabfa sido sonprendido por los vecinos de orden de Pareja. Concurrieron a este atentado don Eugenio Verdugo y sus hermanos, un inglés avecindado en aquel pueblo, don Manuel ee Mardones y no recuerdo qué otros. Mayo 6 de 1 13.— Contesté a Pareja el oficio numero 30-que se publicé en El Monitor Araucano de 13 de mayo. Mayo 7 de 1813— Se me avisé que Pareja se retiraba a Yerbas Buenas, y esto era bastante para conocer el efecto ae le ‘habia hecho mi ultimo oficio, Era seguro que abandonaba el proyecto de pasar a la Stal bastante dolor le causaria al marinerito volverse por los pueblos que le vieron pasar pocos d{fas antes con Ja certeza de ir a ocupar la silla en la ee A los vecinos del Parral se les dijo: “Parece que la Providencia detiene las aguas, pata que con la comodidad de un paseo, y por medio de mis fieles uueblos, Iegue a libertar a ja capital de la opresién a que la han reducido algunos insurgemtes infames. Tres thoreas fijaré en Santiago para castigar a los autores de tantos males”. Mayo 8 de 1813.— Se activaban las disposiciones pata que el ejército pasase cl Maule en seguimiento de Pareja. Tuve nuevo aviso del estado del capitan Villalobos. Don Eugenio Verdugo le habfa remachado una barra de grillos y lo tenia oculto en un bosque, Ordené al ayudante don 7 Juan Felipe Cardenas que saliese con catorce fusileros a poner en libertad a Villalobos y castigar a los que lo oprimian. : Mayo 9 de 1813.— Lleg6 el batallén de voluntarios de Ja Patria, fuerte de doscientos hombres, a jas 6rdenes del teniente coronel don José Antonio Cotapos. FE] desgrefio de este cuenpo, que jamds habia hecho fuego y que estaba mandado por oficiales inexpertos, no ofrecia otra ventaja we la de abultar en la linea. En la noche les entregué los usiles correspondientes en buen estado, todos cortientes. _, Di nuevo arreglo al ejército, minoré la caballeria, redu- ciéndola a cuatro brigadas de seiscientos hombres cada una, sin incluir en ellas la Guardia Nacional ni la General. Véase el estado del ejército N.9 31, La caballeria reunida en Talca, antes del tltimo arreglo, incluso el regimiento de Melipilla que Weg6é pocos dias antes de pasar el Maule, ascendié a cerca de siete mil hombres, y fue pagada con exactitud, Era innecesaria en tanto ntimero, y ocasionaba pe gastos; por lo que la reduje a dos mil cuatrocientos jombres solamente. Mayo 10 de 1813.— Se me avis6 que ¢l 9 habia salido de Linares con direccién a Chillan una divisi6n enemiga, y gue este dia seguia Pareja con todo el ejército. A sus tropas les dijo, para no desanimarlas, que se retiraba_por haberlo tratado asi con el jefe del ejército restaurador. Tuvo consejo uetra pata acordar si convendria més la retirada a Chillin o a Cauquenes. Los frailes de Chillin le hicieron muchas ofertas y lo redujeron a cuidar el conyento. Recibi oficios del Gobierno, en que me anunciaba la pérdida de la Perla Pi el Potrillo, batidos ambos el 2 de mayo en_la bahia de Valparaiso por la corsaria limefia Warren. Ya perdia toda esperanza de cerrar el puerto de Talcahuano, Ea necesario que la actividad supliese aquella gran falta. Las iniquidades que cometicron los que entrega- ron nuestros buques, debiamos vengarlas en el ejército real. Silencié este desagradable acontecimiento, y ordené Ja marcha del ejército ae el dia siguiente. Mayo 11 de 1813.— La 1.9 division pasé el Maule y llegé_a Linares; la 2.4 y 3.2 dummicron en Duao y en Paredones, Mayo 12 de 1813— La vanguardia lleg6 a Longavi, ocho leguas de Linares, y avanzé un cuerpo de doscientos cincuenta hombres a las érdenes del capitan don Diego 72 Benavente, que alcanzé a tomar dos mil vacas que oe el Gas y fueron deyueltas a sus duefios, y ade- ins veinte prisioneros veteranos. La 2.8 y 3 divisién pasaron el Maule durmieron en Linares; ¢l-dia fue Muvioso, y Ja tropa y el armamento sufrieron mucho. Los jefes de ambas divisiones se adelanta- ron en él camino, y al Hegar éstas al pueblo iban_ entera- mente dispersas; era menos temible Pareja que dl desorden de la tropa, que no podia contener por falta de auxiliares. Toda la noche la empleé en acuartelar, ordenar y proveer las divisiones. E] General en Jefe pasd a caballo y en vela cuando los dems oficiales dormfan a su a Don Gaspar Monten, Zamora y_ Acevedo fueron apre- sados por aa y remitidos a Talca; a Zamora se le pusieron grillos porque se fugd; el capitan Barnechea lo apresé después. cs ; Mayo 13 de 1813— La 2.* y 3% division saliezon en la tarde para Longavi, donde pasaron la noche. La vanguardia salié de Longavi, marché todo el dia y la noche, y amanecié el 14 sobre el estero de Buli, en donde tomd al enemigo sesenta prisioneros y un carro de equipajes. El enemigo se encerré en San Carlos, dos leguas y media de Bull y veinte de Longavi (N.9 12). a “ ““Recibi cartas de Mr. Poinsett, déndome noticias de todo y pidiéndome perdén para don Juan Urrutia, que con su hermano habia sido tomado en el Paral por el capitdn Benayente; aseguraba Poinsett el arrepentimiento de Urrutia, quien ofrecia sus servicios y que haria desertar del ejército enemigo a todos sus amigos, No pude negarme a la insinua- cién del mejor chileno (Mr. Poinsett) y ofreci por mi honor que no se Jes seguiria perjuicio: El dia fue luvioso y crecieron los rics. Mayo 14 de 1813.— Salieron las divisiones de Longavi y caminaron todo el dia pa unirse a la vanguardia, que se mantuvo todo el dia en Buli. 5 te A Intimé a Pareja que se rindiese a discrecién, oftecién- : ) (N2 12) Salié mi ejército de Talca el 10 de mayo, en circunstan- cias que recibi noticias de Santiago de haber perdido el gobernador de Valparaiso los buques de guerra que habiamos armado contra los realistas. (N. del A.) 73 dole un trato generoso y que seria pasado a cuchillo si se tiraba un solo tiro, 2 5 El conductor de este oficio fue don Manuel Vega, ayudante mayor del jefe de la vanguardia. Fue recibido con agasajo y carifio: procuraban persuadirlo y se mostraban uestos a una composicién. La respuesta no fue favorable, pero manifestaba temor. Me adelanté a las divisiones y legué a Buli a las diez de la noche, ee dijo que el intendente del ejército teal, don Maifas Lafuente, y muchos otros oficiales querian hablarme, Por esta taz6n mandé nuevamente a Vega, ha- ciéndoles propuestas més razonables, Que entregaran las amas y serian embarcados para Lima. Estaban ya de otro semblante y a nada accedié Pareja. Mayo 15 de 1813.— A las cuatro de ta mafiana Need Ja 22 division, que habia sufrido bastante por el agua y la tapida marcha de dieciooho leguas en menos de yeinte horas. Sino hubiese tomado en Linares Ja determinaci6n de desmontar Jas miicias para dar los caballos a la infanteria, no habria andado con tanta rapidez. A das nueye de la mafiana Megé el coronel Mackenna con la 3.8 division. Como supiese que cl enemigo no tenia caballeria, man- dé que saliese la vanguardia a situarse entre San Carlos y el rio Nuble para cortarle la comunicacién eon Chill4n. Cuando Ilegé ésta a San Carlos, el enemigo se tetiraba y sigui6 en su alcance. No habia andado ma legua el enemigo, cuando fue alcanzado por la vanguardia, que, a pesar de su poca fuerza, no trepidé un momento tn empe- tar la accion. EF] enemigo estaba demasiado aterrado, y esto hizo que no continuase su retirada, como pudo hacerlo burlandose de Ja vanguardia. Formé su linea de ‘batalla sobre una pequefia altura y colocd su artilleria del modo que le parecié mejor. La vanguardia lMevaba dos piezas de montafia de a 4, que se desmontaron a los primeros tiros. A ae de esto no se retird y se mantuyo bajo los fuegos lel cafién enemigo. Antes que se me hhubiese prevenido, ya estaba avisado por los fuegos de a artilleria, hice avanzar Ja 2.8 divisién y mandé gue siguiese la 3.2 inmediatamente. E] batallén de infanteria salié a retaguardia de los granaderos, por estar pronto. Me adelanté a observar los movimientos de la vanguardia, y la encontré en buena formacion y Nena de 74 entusiasmo. La poca caballeria que quedaba al enemigo se escapé a los primeros tiros; la victoria se brindaba al ejército restaurador. ar8 ‘ Antes de entrar la columna de la 2,8 diyisién bajo los fuegos del cafién, mandé personalmente a su jefe que echase ie a tierra, formase en batalla y diese de beber a la tropa. & brigada de caballerfa de 1a 2.4 division, por mi orden, fue a amenazar la retaguardia del enemigo, impedirle Ja retirada y aumentar su confusién. Parte de la artillerla fue destinada a sostener la vanguardia. En este estado no necesitabamos de otro esfuerzo; la intimacién bastaba para rendir al enemigo; pero atin no era tiempo, ni merecian los chilenos semejante triunfo. El comandante general de la 2.8 division era celoso de los hhonores de Ja oe y creyé que yo detenia su marcha para que triunfase la vanguardia sola. : Llena de ignotancia ¢ insubordinacién, apenas formd en batalla y me separé de él, cuando mandé a los granade- zos cargat a la bayoneta a toda carrera; no habian corrido doscientos pasos y empezaton a revivir las descargas de la artillerfa, cuyo estruendo, unido al cansancio, los dispersé en una quebrada que estaba al pie de la posicién del enemigo. Los infantes de la Patria que formaban la aque de Ja linea hicicron lo mismo. La artilleria de la 24 divisién, mandada por el capitén Gamero z el teniente Garcia, se desmonté e inutilizé como la de la vanguardia; Ja accién ipresentaba en este momento un aspecto poco lisonjero. La infanterfa, aunque dispersa, mantenia sobre Ja fila enemiga un fuego arbitrario pero vivo. Gamero y Garcia, sentados sobre sus intitiles cafiones, miraban con serenidad el peligro. La vanguardia se mantenia con constancia y la brigada de milicias unida. La 3.8 divisién marchaba con pies de plomo; repetidas érdenes daba a Mackenna para que apresurase la marcha. El enemigo sostenia cl fuego con veinticinco piezas de buena calidad y regularmente servidas. Llegé a las oraciones la 3. division, Mackenna, con los yoluntarios de Ja Patria, amenazaba el flanco derecho del enemigo, y Ja caballeria, que ya era muy poca y venia dispersa, se acerch sin exponerse, sin recibir érdenes y, por consiguiente, sin poeee alguno. La artillerfa sitvié con oportunidad a las érdenes de Gamero y Garcia. Los yoluntarios se presentaron sin oficia- Tes, porque todos se habfan enfermado,.a excepcién de

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