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La preocupacién por la verdad: qué significa, por qué importa Hace mas de un siglo, Charles Sanders Peirce escribié que, “en orden a razonar bien, (...) es absolutamente necesario poseer virtudes tales como la honestidad intelectual, la sinceridad y un auténtico amor por la verdad", y que el razonamiento genuino consiste “en, de hecho, estirar el arco de la verdad con intencién en la mirada, con energia en el brazo”.* Hace unos cincuenta afios, C. I. Lewis observé que “presumimos, de parte de aquellos que siguen cualquier vocacién cientifica (Al quiere decir “intelectual”] un suerte de juramento ticito de no subordinar jamas el motivo de la busqueda objetiva de la verdad a cualquier preferencia subjetiva © inclinacién, cualquier conveniencia, 0 consideracién oportunista”® Estos filésofos sabfan algo sobre lo que exige la vida intelectual. Sin embargo, ahora esta de moda sugerir que tales exigencias son realmente ilusiones. Stephen Stich profesa un sofisticado desencantamiento al escribir que “una vez que tenemos una clara vision del asunto, la mayoria de nosotros no encuentra que sea valioso tener creencias verdaderas".* Richard Rorty se refiere a aquellos de no- sotros que desean describirse a si mismos como busca- dores de la verdad como “amables mojigatos pasados de moda’ y se vanagloria de “no tener buena opinién de nociones como “verdad objetiva’® puesto que, después de todo, amar verdadero a un enunciado “es como darle un palmetazo ret6rico en la espalda’? Jane Heal concluye con evidente satisfaccién que “no hay diosa, Verdad, de la que los académicos e investigadores pue- dan considerarse sacerdotes 0 devotos”.* Estos fildsofos revelan un error sorprendente, o tal vez una negativa a comprender lo que es la integridad intelectual, 0 por qué es importante. Mis aiin, como dice el reftn, aquellos que sélo conocen su propia versién de un caso saben poco sobre ello, de ‘modo que tal vez sea saludable verse obligado a articular, como yo voy a intentarlo, qué significa la preocupacion por la verdad, por qué importa, y qué funciona mal en el pensamiento de aquellos que la denigran. El primer paso consiste en sefialar que el concepto de verdad esta internamente relacionado con los conceptos. de creencia, evidencia e investigacién. Creer que p es aceptar p como verdadero. La evidencia de que p es evi- dencia de que p es verdadero, una indicacion de la verdad de p. E investigar si p es investigar si p es verdadero; si usted no esti tratando de obtener la verdad, usted no esté investigando realmente. Por supuesto, tanto la pseudo creencia como la seudo investigacion son cosas comunes. La pseudo creencia in- cluye aquellos estados psicolégicos familiares de obstinada lealtad a una proposici6n que uno medio sospecha que es falsa, y la ligazén sentimental a una proposicién que ‘uno no ha pensado en absoluto. Samuel Butler lo expresa mejor de lo que yo pudiera cuando, después de describir la stibita conviccién de Ernest Pontifex de que “no a mu- hos les importa la verdad, 0 no tienen confianza alguna en si es mas correcto o mejor creer lo que es verdadero que lo que no lo es”, reflexiona, “sin embargo, sélo estos pocos pueden decir que creen algo en absoluto; el resto son simplemente no-creyentes disfrazados”.® Y la seudo investigacién esta tan lejos de ser inusual que, cuando el gobierno o nuestra universidad deciden una investigaci6n oficial sobre esto o aquello, algunos de nosotros buscamos nuestras comillas amedrentadoras. Peirce identifica un tipo de pseudo investigacién cuando esctibe sobre el “razonamiento dogmitico”: intentos, no de alcanzar la verdad sobre algin tema, sino de darle la raz6n a alguna proposicién con la que se est4 comprome: tido de antemano. Peirce tiene en mente a los teélogos que ingenian elaborados apuntalamientos metafisicos en favor de proposiciones teolégicas que ninguna evi- dencia 0 argumento les induciran a abandonar. Pero este concepto se aplica igualmente a la “investigacién” recomendada y a los “estudios” politicamente motivados de nuestros tiempos. Y ademis est lo que he llegado a pensar como razonamiento impostural: intentos no por alcanzar la verdad en torno de cierto tema, sino por armar un caso en favor de la verdad de una proposicion respecto de la cual nuestro tinico compromiso es la conviccién de que defendiéndcla nos promocionard a nosotros mismos ~también un fendmeno familiar cuando, en algunas areas de la vida académica contemporanea, una defensa astuta de una idea asombrosamente falsa o impresionantemente oscura es un buen camino a la reputacién y al dinero, Pero, para ver qué est sustantivamente equivocado en los razonamientos dogmatico e impostural, necesi- tamos ir més all de la afirmacién tautol6gica de que sus defensores no estn realmente investigando. Estas investigaciones no persiguen la verdad, sino armar un caso en favor de cierta proposicién identificada de an- temano. De manera que estn motivados para evitar el examen cuidadoso de cualquier evidencia que pudiese impugnar la proposici6n con Iz que buscan armar un caso, para restar importancia u escurecer la importancia ola relevancia de dicha evidenciz, contorsionandose para descartarla, El investigador genuino, por el contrario, desea alcanzar la verdad sobre el tema que le importa, sea que concuerde 0 no con lo que crefa al comienzo de la investigacién, y sea que, reconociéndola o no, le sig- nifique un contrato, o volverlo rico, famoso, o popular. Por eso, est motivado para averiguar y evaluar completa ¢ imparcialmente el valor de la evidencia y de los argu- mentos; para reconocer, a si mismo tanto como a otros, cuando su evidencia y sus argumentos parecen los mas débiles y su articulacién del problema parezca la mas vvaga; para llegar con la evidencia incluso a conclusiones impopulares 0 a conclusiones que socavan sus primeras convicciones profundamente sostenidas; y para dar la bienvenida a alguien mas que ha encontrado la verdad que él estaba buscando. Esto no significa negar que los razonadores dogmiti- cos ¢ imposturales puedan acertar con la verdad y que, cuando lo hacen, puedan presentar buena evidencia y buenos argumentos; ni que los investigadores genuinos no puedan llegar a falsas conclusiones 0 dejarse llevar por evidencia equivoca. El compromiso con una causa y el deseo de reputacién pueden promover esfuerzo intelectual enérgico. Pero la inteligencia que ayudard a un investigador genuino a explicar las cosas ayudaré a un razonador dogmatico o impostural a suprimir mas efectivamente la evidencia desfavorable, o a imaginar formulaciones mas impresionantemente oscuras. Por el contrario, un investigador genuino no suprimira Ja evidencia desfavorable, ni disfrazara su fracaso con afectada oscuridad; de modo que, incluso cuando falla, no impedira el esfuerzo de otros. El amor a la verdad del investigador genuino, como esto lo revela, no es como el amor de un coleccionista de muebles antiguos o de estampillas exéticas, ni es como el amor a Dios de una persona religiosa. No es un coleccionista de proposiciones verdaderas ni es el devoto de un ideal intelectual. Es una persona con inte- gridad intelectual. No es, como el razonador impostural, indiferente a la verdad de la proposicién por la que est argumentando, Ni es, como el razonador dogmitico, inconmoviblemente leal a alguna proposicién, compro- metido con ella sin importar que la evidencia cambie, Lo que sea que investigue, trata de hallar la verdad del asunto, cualquiera sea el color de esa verdad. De esta manera, el argumento nos ha llevado hasta aqui més alla de la tautologia de que el investigador genuino busca la verdad, hasta la afirmacién sustantiva de que la ausencia de integridad intelectual, en el largo plazo y en general, puede impedir la investigaci6n. Pero, ¢por qué -se preguntara~ debiéramos cuidarnos de esto? Después de todo, en algunas circunstancias puede ser mejor no investigar, 0 en mejores condiciones tener una creencia no justificada que una bien fundada en la evidencia, o en mejores condiciones tener una creencia falsa que una verdadera; y algunas verdades resultan aburridas, triviales, irrelevantes, y algunas cuestiones no merecen el esfuerzo de ser investigadas La integridad intelectual es instrumentalmente valiosa porque, en el largo plazo y en lo general, hace avanzar la investigacion, y la investigacién exitosa es instrumen- talmente valiosa, Comparados con otros animales, no somos especialmente veloces o fuertes; nuestra fortaleza es la capacidad de explicar las cosas; en consecuencia, de anticipar y evitar el dafio. Por supuesto no es en modo alguno una pura bendicia, La capacidad que, como lo formula Hobbes, capacita al hombre, a diferencia de los brutos, para comprometerse en raciocinio, lo capacita también, a diferencia de los animales, “para multiplicar una falsedad tras otra’. Pero, ¢quién pudiera dudar que nuestra capacidad de razonar tiene para nosotros un valor instrumental? Y la integridad intelectual es moralmente valiosa. Esto esta sugerido ya por el modo como nuestro vocabulario para la evaluacién epistémica del caracter se superpone con nuestro vocabulario para la evaluacion moral del ca- rricter: por ejemplo, “responsable”, “negligente”, ‘valiente” y, por supuesto, “honesto”. Y decir “es un buen hombre pero ¢s intelectualmente deshonesto” suuena a mis ofdos como el auténtico sonido de un oximoron. Asi como la valentia es la virtud por excelencia del soldado, podria uno decir simplificando un tanto que la integridad intelectual es la virtud académica por exce- lencia. (La simplificacion es que la integridad intelectual misma requiere un tipo de valentia, la determinacién que se requiere para abandonar convicciones largamente mantenidas frente a evidencia contraria, o para resistir consignas de moda). Dirfa, mas duramente que Lewis, que es francamente indecente para uno el denigrar la importancia 0 negar la posibilidad de la investigacién honesta para construir su vida como un académico. Esto explica por qué la integridad intelectual es mo- ralmente requerida para aquellos de nosotros que tienen la obligacién especial de emprender investigacién; pero la explicacién del por qué es moralmente importante para todos nosotros tiene que ser mas indirecta. Creer en demasfa (creyendo mis alla de lo que la propia evi- dencia respalda) no es siempre consecuencial, ni es siempre algo de lo que sea responsable el que cree. Pero a veces es ambas cosas; entonces es moralmente culpable. Piénsese en el sonado caso de W. K. Clifford, del duento del barco que sabia que su embarcacién estaba vieja y en decadencia, pero no la revisa y, convenciéndose a si mismo de que su barco puede navegar, permite su salida; es, como Clifford dice correctamente, “verdaderamente culpable” de las muertes de los pasajeros y los tripulan- tes cuando el barco se hundié."* El mismo argumento se aplica, mutatis mutandis, para el creer insuficiente- mente (no creer cuando la propia evidencia respalda la creencia). La deshonestidad intelectual, los habitos como la precipitacién o Ia indolencia, la formacion engafiosa de creencia, lo ponen a uno frente al riesgo crénico 0 a ser moralmente culpable de creer en demasia o menos de lo respaldado. Entonces, zqué ha estado mal en el pensamiento de aquellos que denigran la preocupacién por la verdad? Desafortunadamente, incluso sélo con los tres escritores que cité al comienzo de este texto, no es exactamente lo mismo en cada caso. Stich empieza por ignorar la conexién interna de los conceptos de creencia y verdad, elaborando mal la creen- cia como nada mis que “un estado mental mapeado por una funcién de interpretacién en una proposicién’, o, como le gusta decirlo para hacer més vivida la idea, una sentencia inscrita en una caja etiquetada “creencias” en la cabeza de uno. Esto lo estimula hacia la equivocada idea de que la verdad seria una propiedad deseable para una creencia sélo si la verdad es intrinseca o instrumental- mente valiosa. A continuacién, estructura la confusién con dos manifiestos non sequiturs: ya que la verdad es s6lo una en un amplio rango de propiedades que una sentencia puede tener en la cabeza de uno, la verdad no es intrinsecamente valiosa; y puesto que a veces uno puede estar en mejores condiciones con una creencia falsa mas que con una verdadera, la verdad tampoco es instrumentalmente valiosa. En el caso de Heal uno se encuentra con una clase diferente de direccién equivocada. Ella sefiala, correc tamente, que no vale la pena conocer toda proposicién verdadera; que, otra vez correctamente, como la valentia, la integridad intelectual puede ser ttil para proyectos moralmente buenos 0 malos; correctamente otra vez, que lo que el investigador quiere saber es la respuesta a la cuestién sobre la que est investigando. Incluso su conclusion ~que no hay una diosa, la Verdad, de la que los académicos puedan considerarse devotos- es bastante verdadera, Lo que est equivocado no es que se trata de algo falso, sino que sugiere que si uno se preocupa por la verdad, uno debe negarla. El valor instrumental de la integridad intelectual no requiere que valga la pena conocer toda verdad; su valor moral no requiere que ello sea un rasgo sélo capaz de servir buenos usos. El valorar la integridad intelectual no es, como lo insintia la conclusién de Heal, un tipo de supersticion, Y tal como Rorty mas que insintia cuando nos dice que ve la historia intelectual de Occidente como un intento de “sustituir el amor a la verdad por el amor a Dios",” Rorty es de aquellos que insiste en que no hay una sola verdad sino muchas. Si esto significa que di- ferentes aunque compatibles descripciones del mundo pueden ser ambas verdaderas, eso es trivial; si significa que diferentes e incompatibles descripciones del mundo pueden ser ambas verdaderas, eso es tautologicamente falso, Lo mas probable, Rorty lo ha confundido con la afirmacién de que hay muchas pretensiones de verdad incompatibles. Esto revela una conexién con una falacia ubicua. Lo ‘que pasa por verdad conocida con frecuencia no es tal «cosa, las pretensiones de verdad incompatibles son pre sionadas con frecuencia por intereses en competencia. Pero obviamente de ello no se sigue, y no es verdadero, que puedan ser ambas verdaderas; 0 que llamar verdadera a.una afirmacion es justamente hacer una clase de gesto retérico o presionar en su favor. Esta tiltima inferencia equivocada, como la inferencia a partir de la premisa verdadera de que lo que pasa por evidencia objetiva con frecuencia no es tal cosa, a la falsa conclusién de que la idea de evidencia objetiva es un artilugio ideol6gico, es un ejemplo de lo que he ilegado a denominar la falacia de “Pasar-por”.® Rorty transforma esta falacia en una equivocada concepcién trivial que identifica “verdadero” y “verdadero”, la verdad que pasa por verdadera. “Verda- dero” es una palabra que nosotros aplicamos a enunciados acerca de los cuales concordamos, simplemente porque si estamos de acuerdo en que p, estamos de acuerdo en que p es verdadero, Pero podemos estar acordes que p cuando p no es verdadero. De manera que “verdadero” no es una palabra que aplicamos verdaderamente a todos. los enunciados 0 s6lo a aquellos en los que concorda- mos; llamar “verdadero” a un enunciado tampoco, por supuesto, significa que es un enunciado respecto del cual estamos de acuerdo. ‘Aqui esta Peirce otra vez, describiendo lo que ocurre si Ja pseudo investigacién se vuelve lugar comin: “El hombre pierde sus concepciones de la verdad y de la raz6n (..) y llega a considerar al razonamiento como algo principal: mente decorativo. El resultado es, por supuesto, el répido deterioro del vigor intelectual”. Esta es la debacle real que tiene lugar delante de nuestros ojos. El razonamiento dogmatico, en la forma de “investigacién” comprada y pagada por partes interesadas en que se desarrolle de cierta manera o motivado por una conviccién politica, y el razonamiento impostural, en la forma de “estudio” ‘mejor caracterizado como un tipo de auto promocién, son demasiado comunes. Cuando la gente esté segura de esto, declina su confianza en lo que pasa por verdadero, y con ello su disposicién a usar las palabras “verdad”, “evidencia’, ‘objetividad”, “investigacion’, sin la precau- cién de las comillas de advertencia. Y en la medida en gue las comillas intimidantes se vuelven ubicuas, vacila la coniianza de la gente en los conceptos de verdad, evidencia, investigacién, y uno empieza a escuchar, de Rorty, Stich, Heal y compaiiia, que la preocupaci6n por Ja verdad es una clase de supersticién ~que, yo agregaria, a su vez estimula la idea de que, después de todo, no hay nada equivocado con los razonamientos dogmitico impostural... y asi, suma y sigue. Uno piensa en Primo Levi sobre el tema del fascismo y la quimica: “La quimica y la fisica de las que nos nu triames, ademas de ser nutrientes vitales en si mismas, eran los antidotos al fascismo (...) porque eran claros y distintos y verificables a cada paso, y no un tejido de mentiras y vaciedades, como la radio y los periédicos”.'5 Yo lo pondria de manera més prosaica, pero tal vez mas, precisa: el antidoto a la pseudo investigacién, y a la pérdida de confianza que engendra en la importancia de la integridad intelectual, es la investigacién real y el respeto por las demandas de evidencia y argumentacién que exgendra, La investigacin real de cualquier clase, diria: cientifica, historica, textual, forense, incluso filo- s6fica, Pero hay una raz6n por la cual colocar “cientifica” primero en esta lista, la misma raz6n que condujo a Lewis a escribir “vocacién cientifica’, queriendo decir “vocacién intelectual”, y que condujo a Peirce a veces a escribir la genuina preocupacién del investigador por la verdad como “la actitud cientifica”:% no que todos 0 sélo los cientificos tienen actitud cientifica, sino que esta es la actitud que hace a la ciencia posible. No es la preocupacién por la verdad la que es supersticiosa sino la idea de que tal preocupacién lo sea. C8 Deine, Callected Paper IL 83 hin, Cl Lei, The Ground and Nowra igh 34 Stephen Stich, The Fragmentation of Reason, p, 100 Rika Rory, Faye om oie an Other, 86, ‘Richard Roy “Totky and he Wil Orchid’ p24 Richard Ray, Consequences of Pragration p30 Jean tes, The Disimterested Sec or Truth p. £08 Sams ae, The Wyo ‘Pp spt Frat itches The ey Sn p.7a gan apa de iets comidendestenale SErewosually wurde Seances snare dado 2Sionor en eplacon Sdinnns tks mis ‘Sencha aoc eu Thoms Hobe, Hama Ya Recife, “The Ehes cant 9 eh ry. Cong tome sry ps Tein ine wedge an roped: tedetadcan 0 ot ese, Clee Paper 15959 Pie Lev The Pode Tile, pn bibe ence Seis“ Deter Doe Despre doa ie tetas sda amare Secaub dean) Hel 16 Yotrarazbn también que, ena Anvestigacsn clei, la presi delos hechoe des evidenca telativamente directa aunque, pienso, no tan directs como lo gion lita de Lev Puede ‘alerls pena recordar en eee Contents que Pelice, un ientfco fanto como el mis grande de Toe Floto etadouridenses, fue entrenada como quimice, BUTLER, SAMUEL. The Way of lt lsh 1903). New York: Signet Books, The New Ametiat Library of Weld Class, 1960, CLIFFORD, W.K. "The Eties of ‘Bele 877} En The Boies ‘Bland Other Ersoy Tandon: Watts nd Co i947. DIAMOND, CORA, “Teth Defenders, eburers, ‘Despaer: Ea Comeimen in Reflection, eta po L Toker ‘New York Carla, 1994, HAACK, SUSAN, The First Rale ‘of Benson” En The Ril of Reason: The Philosophy ofS Price, editado por. Brunaing RiP Fores, Toronto. 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