Está en la página 1de 15

PRODUCCIÓN DE CONOCIMIENTO

Y POLÍTICAS PÚBLICAS.
DESAFÍOS DE LA UNIVERSIDAD PARA LA GOBERNANZA DEMOCRÁTICA. 1

Luis Carrizo ∗

Presentación

El presente trabajo pretende contribuir al debate actual acerca de un nuevo y necesario


“contrato social” entre Universidad y Sociedad. Hoy en día, son frecuentes las
discusiones sobre reformas universitarias, especialmente teniendo en cuenta desafíos
relativos a la responsabilidad social universitaria, la ética del conocimiento y la
necesidad de nuevos paradigmas para enfrentar la creciente complejidad de las
problemáticas globales y locales.

La frecuencia de estos debates habla, por sí misma, de la toma de conciencia cada vez
más extendida acerca de la urgencia de cimentar una nueva visión de la educación
superior. Una visión que sea crítica de sus instituciones, de la relación entre saber y
poder, y que sea inspiradora de una misión ciudadana en la producción y difusión de
conocimiento.

Interrogantes tales como ¿Qué Universidad para el Siglo XXI?, Universidades: ¿qué
hacer?, La Reforma Universitaria ¿con vistas a qué?, Universidad: ¿qué futuro?,
Universidad: ¿por qué y cómo reformar? 2 son clara señal de un momento histórico
particularmente fértil en el sentido indicado. Mucho se ha escrito y mucho se sigue
escribiendo –sin necesariamente buscar ni generar consensos– en torno, entre otras
cuestiones, a la autonomía universitaria, el gobierno institucional, las estructuras
académicas y curriculares, el papel del conocimiento en la transformación del mundo

1
El presente artículo ha sido publicado, en una primera versión, en la Revista Reencuentro, Nº 40,
México, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, Agosto del 2004, pp.89-100.


Luis Carrizo (Uruguay) es Psicólogo y Magíster en Desarrollo Regional y Local. Investigador y docente
del CLAEH. Coordinador Académico de la Cátedra de Condición Humana y Complejidad del Instituto
Universitario CLAEH. Ha sido Secretario Ejecutivo del Programa de Gestión de las Transformaciones
Sociales (MOST) de UNESCO en Uruguay y es actual Presidente del Comité Técnico Asesor de Ciencias
Sociales y Humanas de la Comisión Nacional de UNESCO (Uruguay). Es miembro de la Coordinación
Internacional del ORUS (Observatorio de Reformas Universitarias: http://www.orus-int.org).
Actualmente es Consultor del INEAM/OEA en el Curso “¿Cómo enseñar Ética, Capital Social y
Desarrollo en la Universidad?”, del Instituto de Estudios Avanzados de las Américas en asociación con
la Iniciativa Interamericana de Capital Social, Ética y Desarrollo del BID (http://www.educoas.org).
E-Mail: lcarrizo@claeh.org.uy
2
Se trata de títulos de diversas publicaciones (editadas en distintos países durante el año 2003) que el
autor ha elegido para ejemplificar esta tendencia de interrogación.

1
actual... El desafío planteado es superar perspectivas que han demostrado insuficiencia a
la hora de contribuir de manera decisiva a un orden más justo de la cosa pública y del
universo de valores y producciones.

El presente artículo forma parte de una serie 3 , que pretende contribuir con estos debates
a través del análisis de algunos de los desafíos que la Universidad –ella de manera
especial en la red de actores sociales– se debe plantear para concebir un nuevo papel del
conocimiento aplicado a la cosa pública y a las necesidades sociales.

América Latina:
transformaciones sociales y gobernanza.

Las transformaciones sociales en América Latina han sido enormes en el último cuarto
de siglo. Las situaciones emergentes en diversos países de nuestra región luego de la
denominada “década perdida”, con una tendencia sostenida (aunque no lineal ni
homogénea) hacia el fortalecimiento de las democracias, han transitado por distintas
etapas y muestran transformaciones profundas en el papel que juegan los distintos
actores sociales y políticos, derivadas también de nuevos órdenes internacionales,
incluidos los efectos del denominado Consenso de Washington.

En este contexto regional, nuevas concepciones de la realidad latinoamericana han ido


evolucionando, permitiendo pensar en diferentes formas de concebir la acción de los
gobiernos, su responsabilidad social y las maneras de considerar la participación de los
diversos actores sociales en los destinos de sus comunidades.

Entre estas transformaciones, una nueva idea ha ido cobrando vigencia –no sin
polémicas– entre los debates acerca de las formas de enfrentar realidades cada vez más
complejas: la noción de gobernancia. La noción de “Gobernancia” es relativamente
nueva en la literatura, habiendo comenzado a utilizarse (en el inglés “governance”) a
comienzos de la década de 1980. Presenta una complejidad adicional al ser traducida al
idioma español, y se relevan nociones asociadas como gobernabilidad, “buen gobierno”,
etc. que hacen dificultosa su definición nítida. En su significado, nos referimos a la
dimensión “analítica” señalada por Sarah Ben Néfissa (referida por Jorge Balbis, 2001)
que se relaciona con una nueva manera de abordar la política alejada de las
percepciones clásicas fuertemente centradas sobre el análisis político y jurídico del
Estado. Por esta vía, según el referido autor, “la gobernancia supone un conjunto de
reformas que procuran establecer una nueva articulación entre el Estado, el mercado y la
sociedad: ella no resulta un fin en sí misma sino que ella constituye un medio que debe
permitir el desarrollo económico y social de las sociedades a partir del establecimiento
de nuevas relaciones entre los poderes públicos, el mundo de las empresas privadas y el
sector asociativo sin fines de lucro.” 4

Por otra parte, sabemos que el término “gobernancia” es una traducción directa del
inglés “governance”, pero que no ha sido admitida por la Real Academia de la Lengua

3
Un siguiente aporte en esta línea lo constituye la contribución del autor al Seminario Internacional
“Diálogo sobre la Interdisciplina” (27 y 28 de Setiembre 2004, Campus ITESO, Guadalajara, México).
4
Op. cit., pág. 24.

2
Española. Formalmente, esta Academia ha adoptado el término “gobernanza”, que
refiere al “arte o manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un
desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio
entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía.” (Edición 22ª del
Diccionario de la Real Academia Española).

Según Balbis, “un análisis de la gobernancia en términos analíticos debería permitir


mejor captar la originalidad de lo político en un sentido amplio y de sus efectos sobre el
desarrollo al poner en evidencia y potenciar el papel de actores no estatales que, sin
embargo, también contribuyen al funcionamiento y la regulación de la vida social.” 5

Más allá de las críticas que ha merecido el término (caracterizado como instrumento de
ocultación de conflictos, o asociado a la fragilidad de los Estados), también es cierto que
responde a una nueva manera de concebir las formas de gobernar en esta época. Más
allá de los intereses presentes en los orígenes de su acuñación, también es cierto que ha
sido adoptado a niveles regionales de la mano de transformaciones de los movimientos
sociales y de las formas de participación creciente de diversos sectores de la sociedad en
la vida pública.

Las transformaciones sociales y la Universidad

En este marco, ¿qué papel le toca a las Universidades en el nuevo escenario? ¿Cuál
puede ser la articulación entre un universo más amplio en relación a las políticas y las
responsabilidades de la Universidad como uno de los centros paradigmáticos de
producción de conocimiento? ¿Cuál el papel que le toca a la investigación científica y
sus productos en esta nueva modernidad?

Por su parte, desde distintos ámbitos se proponen, desde hace ya décadas, nuevas
miradas para entender y transformar de manera lúcida el rol de la Universidad en las
sociedades contemporáneas. Se habla de un nuevo “pacto social”, que debe convocar la
responsabilidad social de la institución universitaria en un mundo de creciente
complejidad. Los retos de la mundialización, la incorporación de las nuevas tecnologías
de la comunicación y la información, los avances tecnológicos sin precedentes,
conforman un escenario donde la tarea del universitario está llamada a una
transformación a la altura de los desafíos planteados.

En este destino, y en particular en América Latina, podemos retomar la recomendación


de los autores de Université: quel avenir?: “los desafíos específicos que la Universidad
debe relevar son, por un lado, su rol en la producción y difusión de saberes y, por otro,
su lugar de ciudadanía, su rol social, cultural y político y las responsabilidades que este
lugar genera.” (Pena-Vega y Morin, 2003)

Advertimos, desde ya, que no es nuestra intención responder a estas preguntas a través
de este necesariamente breve artículo. Lo que si nos proponemos es trazar algunas
líneas de análisis para su mejor contextualización, haciendo especial referencia a las
condiciones de producción de conocimiento, su utilización en el diseño de políticas

5
Op. cit., pág. 26.

3
públicas y los obstáculos relevados en distintos ámbitos –especialmente el científico y
el político– para construir puentes de diálogos productivos entre ellos.

Como decíamos al principio, grandes transformaciones han tomado estado en los


últimos decenios. En este contexto, el papel de los investigadores y el de las
Universidades está en el foco, tanto por el lado de pensar los nuevos modelos de
desarrollo y sus corolarios políticos en términos de formas de gobierno y diseño de
políticas públicas, como por el lado de pensar los giros importantes en las concepciones
epistémicas y éticas de la producción de conocimientos.

Cabe señalar, en este punto, algunas experiencias muy fértiles, que avanzan de manera
sustantiva en el debate sobre este asunto. Es el caso, por ejemplo, del Grupo de Trabajo
“Gouvernance, Recherche et Politique”, instaurado en octubre de 2000 en el marco del
Programa MOST (Gestión de las Transformaciones Sociales) 6 de UNESCO, con el
objetivo de comprender las interacciones sistémicas y complejas existentes entre las
ciencias sociales y las políticas. Según relata Carlos Milani, en las conclusiones de la
obra que recoge los resultados del trabajo de este grupo (Milani, 2003), y a partir de su
experiencia en el seno del Programa MOST, “una doble constante animó la constitución
de este Grupo: las interacciones entre las ciencias sociales y la decisión política se
encuentran bajo la influencia directa de una transición política que va más allá del
gobierno a la gobernanza y que están cada vez más modeladas por las fuerzas del
mercado. Si por un lado, es verdad que la política, en los albores del S. XXI no puede
estar más limitada a su sola dimensión gubernamental, es igualmente importante
reconocer que el mercado no resume todas las dimensiones de la economía de los
intercambios. Comprender y analizar las relaciones entre las ciencias sociales y la
decisión política en este contexto más amplio de refundación de los sistemas
democráticos y de mutaciones profundas de la economía mundial ha sido entonces el
telón de fondo que está dibujado en esta obra.”

La Universidad, como institución productora de conocimientos y formadora de opinión


y tendencias, tiene una responsabilidad social incuestionable. Quizás su tarea prioritaria
hoy deba ser pensarse a sí misma, elucidando las condiciones en las que construye
conocimiento, en las que forma profesionales, en las que concibe la condición humana
para conocer y actuar. La posición estratégica propia de la Universidad en el seno de
una sociedad la llama a responsabilidad, siempre. Pero hoy más que nunca este llamado
es imperioso.

Debemos contextualizar la posición de la Universidad en este marco. Hay un triple


enlace que debe ser fortalecido para contribuir a la generación de un desarrollo humano
sustentable: la trilogía ciencia–política–ciudadanía. En este sistema virtuoso, el rol de la
Universidad destaca por su relevancia en la producción de conocimiento científico
pertinente y útil a las exigencias de nuestro tiempo, pero esta posición de privilegio le
exige la responsabilidad de dialogar con los otros actores del sistema: ciudadanos y
políticos. De esta manera, desde la elaboración de una Agenda Social, Política o
Científica, hasta la impostergable revisión de los paradigmas dominantes en la

6
El MOST es un Programa de UNESCO que promueve investigaciones internacionales comparadas y
relacionadas con la formulación de políticas sobre las transformaciones sociales contemporáneas. Entre
sus objetivos principales figura el establecimiento de vínculos sustentables entre investigadores en
ciencias sociales y responsables de la toma de decisiones. Cfr. http://www.unesco.org/most

4
formación y la investigación, los desafíos de la Universidad del Siglo XXI son tan
complejos como decisivos.

S iste m a
de con ocim iento y decisión

•Universidades •Gobierno
•Centros de •D ecisores
Investigación
•Think Tanks
•O tros
A G EN D A

•Ciudadanos
•O N G s / Tercer Sector
•Em presas
•M edia

Desde esta perspectiva, se abren dos campos de problemáticas que requieren atención.

1. De una parte, los modos de producción de conocimiento, tanto en lo que refiere


por un lado estrictamente al saber científico y académico, como por otro a la
participación del actor social en esta producción.
2. De otra parte, la vinculación entre conocimiento y políticas, enlace estratégico
para la definición de acciones públicas que respondan a las necesidades del
mundo real con sustento de calificados fundamentos científicos.

La Universidad, por su parte, tiene un importante papel a jugar, tanto en un campo como
en el otro. En relación a los modos de producción del conocimiento, se debe poner
énfasis en el qué, el cómo y el con quién conocer. En el vínculo entre conocimiento y
políticas, la pregunta rectora es para qué conocer.

Desde un punto de vista clásico, ubicado en la torre de marfil de la asepsia y la


neutralidad, la ciencia ha estado divorciada del componente político –en el sentido más
noble– de su tarea, así como también alejada del objetivo social y humanista de su
misión. En el peor de los casos –con sorprendente frecuencia– ha estado más afiliada al
Poder del Saber (dicho esto con mayúsculas, es decir, como instituciones de lo social),
que a la posibilidad de poder hacer que el saber le brinda. En esta afiliación, el Saber
está más orientado –como muestra Bruno Latour (2001)– a mantener el control sobre
“la turba indisciplinada”, que a contribuir al avance del conocimiento compartido y
pertinente. Una nueva humildad y un nuevo compromiso ético se hace necesario.

5
El triple enlace:
Universidad-Sociedad-Política

Desde estas perspectivas, se impone un fortalecimiento de los enlaces existentes entre


tres tipos de actores: universitarios, ciudadanos, decisores. Y este sistema requiere, para
su mayor productividad, transformaciones en distintos niveles. Sin embargo, son varios
los desafíos que concurren a una nueva relación sistémica entre ellos. En lo que le es
específico, la Universidad debe abonar en la construcción de un nuevo modo de
conocimiento, emergente de dos órdenes de consideración: una profunda transformación
epistemológica y una renovadora corriente ética y democrática del conocimiento.

En este sentido, señalamos la necesidad de perspectivas científicas de tipo


transdisciplinario que favorezcan tres tipos de enlace productivo:

ƒ El diálogo entre diversos saberes en el campo de las ciencias (enlace entre


disciplinas).
ƒ El diálogo entre distintas lógicas de acción (particularmente con el actor
político).
ƒ El diálogo entre ciencia y sociedad (enlace con destinatarios de las políticas).

La preocupación mostrada por distintos sectores del quehacer científico, social y


político interpela las bases de una estructura y organización universitaria que, muchas
veces, se demuestra insuficiente para la generación de conocimientos más adecuados a
las complejidades y desafíos de nuestra época. En este sentido, los movimientos de
reformas que se perciben en distintas experiencias universitarias son alentadores para
fortalecer y rediseñar la misión y los mecanismos de producción de un conocimiento
útil, pertinente y riguroso, a la vez que más democrático y socialmente incluyente,
utilizable también en términos de políticas públicas. Para ello, es necesario contribuir a
transformaciones en tres culturas:

1. Transformaciones en la formación de los investigadores, para promover una


perspectiva y una “actitud” transdisciplinaria en el seno de la academia.

Parece clara la necesidad de asociar fuertemente la producción de conocimientos


con los problemas del mundo real, desde una perspectiva de conocimiento
aplicado, ya que ése es el desafío de la investigación en el campo de las
políticas. En este sentido, hay autores que indican la pertinencia de la
investigación transdisciplinaria para enfrentar problemas concretos de la
sociedad y trabajar en soluciones, desde una perspectiva participativa, como
forma de investigación-acción (entre otros, Häberli, Klein, Gibbons). En el
capítulo sobre Perspectivas, en la Conferencia Internacional sobre
Transdisciplinariedad (Zurich, 2000), la transdisciplinariedad es definida como
una nueva forma de aprendizaje y resolución de problemas involucrando la
cooperación entre diferentes partes de la sociedad y la academia para enfrentar
los complejos desafíos de nuestras sociedades. Este tipo de investigación surge
desde los problemas tangibles del mundo real y sus soluciones son concebidas
de manera colaborativa entre distintos actores. Siendo una aproximación
orientada a la práctica, la transdisciplinariedad no está confinada a un círculo

6
cerrado de expertos científicos, publicaciones especializadas o departamentos
académicos universitarios: idealmente, todo aquel que tenga algo para decir
sobre un problema particular y desee participar tiene un rol para cumplir. (Cfr.
Klein et al., 2001:7).

En este sentido, el papel de las Universidades (y sus procesos de reforma) es


decisivo. Las transformaciones en los modos de producción de conocimiento,
basado en tipologías de Michael Gibbons (1994), se pueden caracterizar en el
siguiente cuadro:

D iferen cias en tre el viejo y el n u evo “m o d elo ” d e


p ro d u cción d e co no cim ien to

P arám etro s M odo 1 M odo 2


D efinic ió n d el P ro ble m a C o n texto d e in teré s O rien tad o a la ap lica ció n , co n b as e en co n su lta
es en cialm en te ac ad ém ico co n d iferen te s in tere se s.

C am po de la M o n o -d iscip lin aria T ran sd iscip lin aria


inv estigac ión H o m o g én ea H etero g én ea

M é todo de organ izac ió n Jerárq u ico C o lab o ra cio n e s tem p o rales so b re u n p ro b lem a,
E sp ecializad o (p o r tip o d e p ro d u cció n en d istin to s lu g ares e in stitu cio n e s
in stitu ció n ) al m ism o tiem p o .

D is em inac ión d e A trav é s d e can ale s A trav é s d e la red d u ran te su p ro d u cció n y


res ulta dos in stitu cio n ale s lu eg o a la so cied ad .

Fina nciam iento Es en cialm en te in stitu cio n al F o n d o s o b ten id o s p ara cad a p ro y ecto , a trav é s
d e d istin tas fu en te s p ú b lic as y p riv ad a s.

Im pacto socia l Ex-p o st, cu an d o lo s resu ltad o s E x-an te, al d efin ir lo s p ro b lem as y estab lec er
so n in terp retad o s o p rio rid ad e s d e la ag en d a d e in v estig a ció n .
d isem in ad o s.
C ontrol de calidad de Es en cialm en te ev alu ad o s p o r In clu y e u n am p lio esp ectro d e in teres es
res ulta dos p are s d e la co m u n id ad (in telectu ale s, so ciales, eco n ó m ico s y p o lítico s);
cien tífica. la c alid ad n o es ya sim p lem en te u n a cu e stió n
cien tífica.

En diferentes Universidades y Centros de Investigación existen importantes


esfuerzos, vinculado a reformas en el ámbito de la formación, que alientan el
desarrollo de un pensamiento transdisciplinario. A nivel universitario, sin
embargo, los obstáculos son importantes por la fuerte tradición de departamentos
disciplinarios y sus corolarios. Estos obstáculos, según hemos señalado en otro
sitio (Carrizo, 2001a), se pueden describir de la siguiente manera:

ƒ Obstáculos epistemológicos, referidos fundamentalmente a paradigmas


reduccionistas del conocimiento;
ƒ Obstáculos culturales, referidos fundamentalmente a las grandes brechas
entre cultura científica, cultura humanista y cultura del saber popular;
ƒ Obstáculos institucionales, referidos fundamentalmente a la defensa de
territorios de saber/poder en las Universidades, Colegios Profesionales y
Poderes Públicos;
ƒ Obstáculos organizacionales, referidos fundamentalmente a los
instrumentos de la formación (programas, currículas, evaluación,
formación de formadores, arquitectura edilicia, estructuras de

7
comunicación y mediación entre campos de saber, concepciones
editoriales para publicaciones científicas, etc.);
ƒ Obstáculos psicosociales, referidos fundamentalmente a la crisis y
transformación de las identidades profesionales, con sus correlatos en los
imaginarios individuales y colectivos;
ƒ Obstáculos económicos, referidos fundamentalmente, por un lado, a las
posibilidades que ofrece un mercado de empleo crecientemente
tecnocrático e hiperespecializado y, por otro, a las fuentes de
financiamiento para la investigación y desarrollo de campos
transdisciplinarios.

Obstáculos a la formación transdisciplinaria


Epistemológicos Paradigmas reduccionistas del conocimiento.

Culturales Brechas entre cultura científica, cultura humanística y


cultura popular.

Institucionales Saber/Poder en Universidades, Colegios y Poderes


Públicos.

Organizacionales Instrumentos de formación (currículas, evaluación,


formación de formadores, arquitectura, comunicación,
concepciones editoriales, etc.)

Psicosociales Crisis y transformación de identidades profesionales.

Económicos Mercado de empleo y fuentes de financiamiento.

2. Transformaciones en la cultura política, para incorporar la investigación social


en el diseño de políticas.

En la ya mencionada Conferencia Internacional sobre Transdisciplinaridad, In’t


Veld y de Wit señalaron que la manera como un problema de política es
planteado por el tomador de decisiones (valores, apertura, posibilidad de diálogo
con otros actores, etc.) define en buena medida el rol de la investigación en la
decisión política. Estos autores recomiendan comenzar un diálogo entre
cientistas y políticos, realizando un inventario de las distintas percepciones de
los problemas, preparando así un terreno donde se puedan confrontar las
diferencias y se produzcan acercamientos. 7 El “clima” que favorezca las
7
En esa misma ocasión, en referencia a las propuestas de interfase de la ciencia con la sociedad y el poder
político, Alberto Gandolfi propuso la creación de una Academia regional para políticos, que promoviera
el encuentro entre políticos de diferentes países, el intercambio de experiencias, el aprendizaje de un

8
posibilidades de un diálogo de estas características, entre cientistas y políticos,
está seguramente asociado a las percepciones y confianzas mutuas entre ellos.
Más adelante, en este mismo trabajo, veremos algunos ejemplos de estas
percepciones cruzadas.

Ya en otro trabajo (Carrizo y Rivoir, 2001) hemos señalado algunos obstáculos a


la transformación de la cultura política para jerarquizar la investigación social y
sus productos como factor de mejora de sus decisiones, y que han sido relevados
por distintos autores. Entre otras dificultades, es posible destacar:

• Obstáculos tácticos. Prevención del actor político frente a la posibilidad de


que a partir de la investigación social resulten conocimientos que promuevan
decisiones que estén fuera de la “zona de aceptabilidad” de su base electoral
(Auriat, 1998).
• Obstáculos temporales. La necesidad de ofrecer respuestas a cuestiones
urgentes se percibe amenazada por la cultura científica que exige mayores
tiempos de proceso y debe responder a estándares de calidad académica
(Cross et al., 2000).
• Obstáculos comunicacionales. La jerga científica usualmente es muy
especializada, inhibiendo su propio potencial comunicativo y su eventual
utilización por parte del actor político (Cross et al., 2000).
• Obstáculos epistémico-práxicos. La necesidad de simplificar realidades
crecientemente complejas para proceder a la toma de decisiones no se
articula fácilmente con la complejidad de la investigación social 8 .
• Obstáculos histórico-políticos. En condiciones de alta centralidad de la
política de partidos no se facilita la incorporación relevante de lógicas
técnicas y científicas en los procesos de toma de decisión (cfr. Garcé y De
Armas, 2000).
• Obstáculos filosóficos. Prevención del actor político acerca del riesgo de
elitismo tecnocrático que no contribuya a la construcción de la democracia.
(cfr. Garcé y De Armas, 2000).

pensamiento más transdisciplinario y sistémico, así como la integración de conocimientos acerca de los
actuales debates políticos sobre asuntos de ciencia y tecnología. Este autor postula que un pensamiento
sistémico y una ciencia de la complejidad, en particular, puede mejorar sustancialmente la tarea del
decisor político. (Cfr.: Klein et al., 2001:132-133).
8
En este sentido, además, vale distinguir los perfiles de las ciencias sociales frente a las naturales y
tecnológicas. Según Van Gigch, el dominio de las ciencias físicas está caracterizado por definir
problemas y métodos de alta estructuración en mayor proporción que las ciencias sociales. Para este
autor, el énfasis de las ciencias sociales debería estar puesto en desarrollar métodos para dar cuenta de
problemas de baja estructuración (programaciones heurísticas, fuzzy sets, métodos Delphi, etc.).
Asimismo, señala su percepción de que la ciencia pendula entre perseguir los objetivos de simplicidad
que elimine la redundancia de la información acerca del mundo real, y perseguir objetivos de realismo
(que puede perderse cuando el mundo está mostrado de una manera más simple). (Cfr. Van Gigch,
1991:183).

9
Obstáculos a la transformación de la cultura política

Tácticos Prevención del actor político frente a la “zona de


aceptabilidad”.

Temporales Tiempos de la investigación vs. Tiempos de la decisión.

Comunicacionales Jerga especializada vs. Comunicabilidad.

Epistémico-Práxicos Simplificación política vs. Complejización científica.

Histórico-Políticos Centralidad de los Partidos vs. Aceptabilidad de la


investigación.

Filosóficos Tecnocracia vs. Democracia.

3. Transformaciones en la cultura ciudadana, para promover un mayor


protagonismo y participación de los beneficiarios de políticas en las rutas de
decisión.

Estas consideraciones, sintetizadas en la caracterización de lo que se ha dado en


llamar “Modo 2 del Conocimiento” plantean interesantes desafíos tanto para los
investigadores como para los políticos, desde la inicial definición de los
problemas, el establecimiento de prioridades de agenda, el tipo de investigación
que se realiza y los procesos de evaluación y seguimiento. Desde esta
perspectiva, en los procesos de articulación de actores, “el actor social debe ser
también actor del proceso de conocimiento” (Carrizo, 2001b). Los procesos de
comunicación, diálogo y concertación entre diversos actores es el contexto
inicial definido para alcanzar nuevos aportes, tanto en la generación de
conocimiento como en el sentido de la acción. Aquí, una de las cuestiones claves
a la que deberá responderse es respecto al contexto de aplicación de su
conocimiento; sin embargo, una cuestión más importante aún será dar cuenta del
contexto de implicación: ¿qué implicaciones tiene lo que estamos haciendo?
¿qué implicaciones tiene la manera de formular y resolver problemas que
elegimos? (Gibbons y Nowotny, en Klein et al., 2001).

Nos interesa, en este trabajo, detenernos especialmente en las realidades, desafíos y


posibles transformaciones en el vínculo entre la cultura científica y la cultura política.

El enlace investigación-política

10
En 1979, la OECD 9 a través de su Comité de Política Científica y Tecnológica, publica
un Informe sobre Social Science in Policy Making (OECD, 1979), que constituye una
pieza muy importante para el análisis de las relaciones entre las denominadas Ciencias
Sociales y el diseño de Políticas Públicas. Según James Mullin, Presidente del
mencionado Comité, este trabajo se constituyó en una “reveladora mini-encuesta sobre
las actitudes de varios Estados miembros de la OECD en relación a las posibilidades,
limitaciones y condiciones necesarias para una más efectiva utilización del
conocimiento en ciencias sociales en la formulación e implementación de políticas
gubernamentales.” Mullin enfatiza que una de las más importantes responsabilidades
que deben ser asumidas tanto por los decisores políticos como por los investigadores es
el desarrollo de una comprensión mutua acerca de las tareas del otro. 10

Ya en ese momento, según explicita el citado documento, una preocupación importante


estaba centrada en el progreso y la más efectiva utilización del conocimiento científico
para la resolución de problemas sociales contemporáneos.

Veinte años más tarde, el Programa MOST (Gestión de las Transformaciones Sociales)
de UNESCO nos convocó a participar –junto a distinguidos colegas de distintos países–
en la Conferencia Internacional sobre “Ciencias Sociales y Gobernancia” (Utrech,
Marzo de 2004). En dicha Conferencia se procedió a la presentación y debate de varias
propuestas de Estudios de Caso Nacionales, en el marco del denominado Proyecto
“Factores que mejoran la utilización de las investigaciones para la política social”, una
iniciativa internacional conjunta entre el Programa MOST y la Universidad de
Harvard. 11 Según sus impulsores, el problema que trata este estudio “radica en el hecho
de que en la definición de las políticas sociales no se tomen a menudo en cuenta los
resultados de investigaciones y evaluaciones bien fundadas y provechosas. Sin
embargo, las investigaciones en ciencias sociales suelen llevarse a cabo precisamente
para influir en las decisiones políticas.” La Dra. Carol Weiss (Harvard University), una
de las coordinadoras de dicho Proyecto, luego de 25 años de investigación sobre
utilización del conocimiento (KU, por sus siglas en inglés), nos relata: “Estas
investigaciones pueden realizarse en departamentos universitarios, organismos de
investigación con fines lucrativos o no lucrativos, institutos científicos y organismos
encargados de la ejecución de servicios sociales. Gran parte de tales investigaciones,
aunque no todas, se suelen efectuar con cuidado, teniendo muy en cuenta las teorías
sociológicas y las exigencias metodológicas pertinentes. Y, sin embargo, un porcentaje
importante de las mismas no llegan a ejercer ningún influjo en los grupos de personas a
que van dirigidas.”

En esta línea de inquietudes, la Dra. Nadia Auriat, del Programa MOST y responsable
por parte de UNESCO en el referido Proyecto, realiza algunas recomendaciones
(Auriat, 1998):

ƒ Debe estimularse a los investigadores a continuar el estudio empírico de los


factores que influencian la utilización de la investigación, tales como el método
de análisis, la formulación del problema de estudio, las relaciones o la ausencia
de relaciones con los responsables políticos en el transcurso de la investigación.

9
Organisation for Economic Co-operation and Development.
10
Op. Cit., pág. 4.
11
Para mayor información sobre el Proyecto: http://www.unesco.org/most/weiss.htm

11
ƒ Debe estimularse, en el seno de los ministerios, discusiones libres sobre los
lazos de la investigación con la práctica y las políticas de gobierno.
ƒ Debe elaborarse un programa experimental para estudiar los medios para
traducir los asuntos de interés público en problemas de investigación.
ƒ Es necesario dar un seguimiento a los estudios de caso en los que los
investigadores en ciencias sociales han contribuido a la elaboración de políticas
sociales.

En paralelo a estos esfuerzos, sin embargo, algunas realidades siguen preocupando. De


acuerdo a los Relatores del Congreso de la OECD (1994) sobre Roles Gubernamentales
y su relación con la Investigación y el Desarrollo se anotaron los siguientes estereotipos
registrados durante la reunión (tomado de Cross y Henke, 2000):

En opinión de los investigadores, los decisores políticos:

ƒ Son ideológicos y mentalmente estrechos.


ƒ Son ridículamente impacientes.
ƒ Toman decisiones de manera irracional.
ƒ No tienen autocrítica.
ƒ Usan la investigación para justificar lo que ya han decidido.
ƒ Se rehúsan a abandonar el control.
ƒ Son abogados que no entienden la investigación.
ƒ Están excesivamente encuadrados en reglas.
ƒ Son cortos de miras.
ƒ Toman decisiones de acuerdo a la moda.

Por su parte, en opinión de los decisores políticos, los investigadores:

ƒ Son ideológicos y mentalmente estrechos.


ƒ Toman demasiado tiempo en hacer nada.
ƒ No tienen todas las respuestas.
ƒ Hacen recomendaciones autoritarias en áreas que no conocen.
ƒ Piensan que siempre tienen razón y que no necesitan fundamentarse.
ƒ Hacen lo que quieren, no lo que debieran hacer.
ƒ Siempre quieren más dinero.
ƒ No tienen ningún sentido común.
ƒ Ignoran las complejidades de la decisión política.
ƒ Se dejan comprar por agencias internacionales.
ƒ Prometen mucho.
ƒ Presentan recomendaciones que son prácticamente irrelevantes, muy limitadas,
y obsoletas.
ƒ Se niegan a estudiar su propio comportamiento.
ƒ No colaboran entre ellos.
ƒ Diseñan proyectos de investigación para fortalecer su reputación personal.

Este difícil camino de diálogo productivo entre investigación y política, en verdad, está
poblado de obstáculos, tanto más necesarios de superar como urgentes y complejas son
las realidades que deben ser abordadas.

12
Ciertamente, tal como señala Milani en las ya mencionadas conclusiones del Grupo de
Trabajo “Gouvernance, Recherche et Politique”, las ciencias sociales y la política –
como objetos de análisis– resultan ser de gran complejidad. Por un lado, se deben
considerar las diferentes disciplinas, los desencuentros en el diálogo entre los métodos
de investigación existentes, las distintas epistemologías, así como la multiplicidad de
modos de saber y de producción de saberes, tanto como las jerarquías entre
conocimientos. Por el lado de la política, se deben reconocer la multiplicidad de actores
políticos en la decisión. De acuerdo a lo que venimos de ver en la transición de
“gobierno” a “gobernanza”, es decisivo tener en cuenta la participación de multiplicidad
de actores –empresas, media, sociedad civil organizada. Estas aproximaciones
estuvieron también en el seno del debate que este Grupo de Trabajo llevó adelante, y
nos ilustran acerca de las complejidades que representa el desafío de proponer nuevas
modalidades de interacción y nuevos códigos para el diálogo entre investigación y
política.

Es posible, a pesar de los obstáculos ya señalados, intentar una reforma del pensamiento
que revierta en bucle sobre una reforma de la educación y una reforma institucional. Es
posible trabajar en el sentido de crear cátedras universitarias de contenido
transdisciplinario, que incorporen una visión que contextualice y anticipe, que generen
metodologías de investigación transdisciplinarias, que construyan a la vez una nueva
visión de la producción de conocimiento y de la ética del conocimiento. Como se
desprende de los aportes elaborados y editados por Julie Klein (Klein et al., 2001), es
posible trabajar en este sentido con rigor y sistematización, también apoyados en
convergencias entre academia, sector privado y tomadores de decisión.

Paulatinamente advertimos señales de nuevas miradas que se encuentran para construir


una nueva política de civilización. En el arca del conocimiento, todos tenemos un lugar
y una responsabilidad. Para lo que Morin denomina un nouvel recommencement, hay
muchas preliminares que deben desarrollarse. Entre otros, y fundamentalmente, una
profunda reforma que pueda permitir un conocimiento pertinente y no un conocimiento
mutilado, que permita desarrollar un pensamiento sobre la realidad humana y el mundo,
y no únicamente pedazos de pensamiento.

Por nuestra parte, en esta dirección y desde el Instituto Universitario CLAEH (Centro
Latinoamericano de Economía Humana), hemos visto la importancia de incorporar al
curriculum universitario de postgrado una iniciativa que promueve a la vez una
perspectiva integrada del sentido de lo humano, junto con una nueva visión de la
producción de conocimiento y de la ética del conocimiento. A través de la Cátedra de
Condición Humana y Complejidad 12 , se ofrece un espacio regular de reflexión,
docencia e investigación, abierto a los estudiantes y a la comunidad científica, para
considerar las nuevas exigencias que el investigador tiene como responsabilidad
científica y ciudadana.
Estas responsabilidades se sostienen sobre una concepción del ser humano y sus
valores, del hombre concreto y de las necesarias transformaciones para promover una
perspectiva más humanizada de la vida social. Una perspectiva de este tipo se encuentra
íntimamente asociada al desafío del conocimiento, que refieren no solamente a los
contenidos y productos del conocimiento –su pertinencia y utilidad–, sino a un
componente de responsabilidad ética cada vez urgente: el uso eficaz y humano del

12
Para mayor información, ver: http://www.claeh.org.uy

13
conocimiento, así como su pertinencia en términos de aplicabilidad al diseño de
políticas públicas para las mejores transformaciones sociales.
El rol de las Universidades, en este contexto, es cada vez más decisivo. Se hace
impostergable, en nuestra época, reconstruir la integralidad del conocimiento, inventar
nuevas maneras de organizarlo, nuevas visiones y actitudes. Postulamos que es posible
enseñar esto, y que es necesario construir dispositivos de formación para comprender la
complejidad, empezando por nosotros mismos. Como señala Jean-Louis Le Moigne
(2000), “es urgente volver a encontrar ese proceso de contextualización: aprender a
construir representaciones ricas de lo que se oye y se hace.(...) Todo esto nos remite a
nuestra responsabilidad ética. Edgar Morin nos recuerda sin cesar la frase de Pascal:
‘Trabajemos en pensar bien, he ahí la fuente de la moral’. [Los científicos y los
investigadores] también son ciudadanos; también tienen el deber de interrogarse sobre
la legitimidad de los saberes que han aprendido. Esto no le quita nada, claro está, a la
responsabilidad de sus profesores.”

14
Bibliografía referida

ƒ Auriat, Nadia. Politique sociale et recherche en sciences sociales: pour une represe du
débat. En “Revue Internationale de sciences sociales”, Nº 156, UNESCO/érès, Junio
1998.
ƒ Balbis, Jorge (2001). ONGs, Gobernancia y Desarrollo en América Latina y el Caribe.
Documento de debate Nº 53, Programa MOST. UNESCO.
ƒ Carrizo, Luis (2001a). Documento Base del Forum sobre Reforma Universitaria.
Association pour la Pensée Complexe, Fondation Charles Léopold Mayer.
ƒ Carrizo, Luis (2001b). Vida Cotidiana y Sociedad Local. Subjetividad en la acción
social. Tesis de Maestría.
ƒ Carrizo, Luis y Rivoir, Ana L. (2001). El uso de la investigación para el diseño de
políticas sociales. El caso de los Observatorios Gubernamentales en Uruguay.
Proyecto MOST/UNESCO-Universidad de Harvard: Factores que mejoran la
utilización de las investigaciones para la política social.
ƒ Cross, Malcolm y Henke, Roger.: Building Bridges: Towards effective means of linking
scientific research and public policy: Migrants in European cities. Netherlands School
for Social and Economic Policy Research, Utrech, 2000.
ƒ De Armas, Gustavo y Garcé, Adolfo (Comp.) (2000). Técnicos y Política. Saber y
Poder: encuentros y desencuentros en el Uruguay contemporáneo. Trilce, Montevideo.
ƒ Gibbons, Michael et als. (1994) The new production of knowledge; the ynamics of
science and research in contemporary societies. Sage, Londres.
ƒ Klein, Julie T. et al (2001) Transdisciplinarity: Joint problem solving among science,
technology and society. Birkhäuser Verlag, Basel.
ƒ Latour, Bruno (2001) L’espoir de Pandore. La Découverte, Paris.
ƒ Le Moigne, Jean-Louis (2000). Complejidad y sistema, en El desafío del Siglo XXI.
Unir los conocimientos. (Jornadas temáticas concebidas y animadas por Edgar Morin.
Varios autores). Plural, La Paz.
ƒ Milani, Carlos: Les relations entre les sciences socials et la decisión politique: le
chercheur, les institutions scientifiques, les décideurs et la gouvernance, Salvador,
Bahia, Octubre 2003.
ƒ OECD Social Science in Policy Making, Ediciones OECD, París 1979.
ƒ Pena-Vega, Alfredo y Morin, Edgar (coord.) (2003) - Université, quel avenir?
Propositions pour penser une réforme. (Alliance pour un monde responsable, pluriel et
solidaire / Association pour la pensée complexe). Ediciones Charles Léopold Mayer.
Paris.
ƒ Van Gigch, John P. (1991) System Design Modeling and Metamodeling. Plenum Press,
New York.

15

También podría gustarte