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El Lacayo de Finns Garden

Robert Gray contemplaba taciturno la lea de la chimenea arder, sentado en su silln verde de
gamuza, lentamente llevaba su mano a la mesita de junto para tomar su cigarrillo, tomo un
gran respiro con el dulce sabor a tabaco, lo retuvo un momento y lo dejo salir, se levant y se
dirigi a su escritorio de caoba negra, encima de l reposaban desordenadamente docenas de
papeles llenos de datos, fechas y nombres conectados unos con otros, pero que finalmente
resultaban en un maraa de tinta sin aparente significado, parado ante ellos Robert senta la
ansiedad subiendo desde su estmago a la garganta, acompaada de un dolor punzante en la
sien, afuera de su estudio se escuchan pasos y voces que denotaban preocupacin, la criada
toco la puerta e ingres.

-Seor Gray, es el alguacil Bellamy y su asistente, dicen que es urgente-deca con cierto
temblor en la voz mientras ambos hombres ingresaban-.

-Buenas noches detective, lamento molestarlo a esta hora pero-Bellamy dirigi una mirada a
su asistente mientras tragaba saliva-ha sucedido de nuevo.

- Gray no apart la mirada de los papeles y dijo con voz seca-Dnde lo dejaron?-.

-La capilla de Brewster, a dos cuadras de la comisaria.

-A dos cuadras de tu incompetencia, Dania prepara el carruaje iremos ahora mismo.

La criada asinti y se retir del cuarto, Bellamy no se atrevi a mirar al detective que ahora
preparaba algunos instrumentos y pona en su bolsillo sus cigarrillos, el asistente Scott al notar
el silencio de su superior intervino.

-Seor Gray con todo respeto, era impensable que dejara el paquete en la iglesia que
pertenece a la comisara.

-Tambin era impensable que un hombre cegara la vida a nueve personas en cuatro meses sin
siquiera tener una pista de su identidad, pero aqu estamos-Gray limpiaba su lupa y tomaba
unos hisopos de una gaveta- yo hablando con un simple asistente mientras el jefe observa mi
piso con al parecer una ertica atraccin.

Gray pas entre los dos, Scott observ de forma cmica al ahora ruborizado alguacil, el
estruendo de los caballos arreando los carruajes llenan las nocturnas calles de Boron.

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