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Pectoral en forma de escarabajo alado. Oro, lapislazuli y piedras. Tesoro de Tutankamén. Imperio Nuevo, XVIII Dinastia. Museo Egipcio, El Cairo. El escarabajo era simbolo de inmortalidad, por razones nada evidentes, sin duda dentro de algiin relato mitico. Era digno, pues, de rodearse de oro, el metal que, procedente del Sudan y considerado —igual que todo— propiedad del Faraén, resultaba, paraddjicamente, no menos abundante que el cobre y més que la plata —que habia de importarse del Oriente Préximo—. Por su parte, el hierro es tardio y escaso, y lo poco que hubo de plomo no se sabia usar. La gran maleabilidad del oro le permitia revestir estatuas y objetos, pero a menudo se halla en piezas macizas. NTRODUCCION ginan y desarrollan las primeras grandes culturas de la Antigiiedad y en donde, en realidad, comien- za la Historia del Arte, superada ya la Prehistoria y pu- diendo, por tanto, contar con una escritura que documen- ta hechos, certifica creaciones y explica, dentro de sus pro- pios marcos, las producciones artisticas. La presente obra se va a centrar en tales civilizaciones del Oriente Préximo, estudiando su arte, sus simbolismos y sus mensajes como captacién y visualizacién de su civi- lizacién e historia, procurando, con el lenguaje més claro posible y Ia exposicién de las tltimas teorfas y descubri- mientos arqueolégicos, llevar al lector a comprender e in- terpretar facilmente las «claves del arte» que aqui se van a trazar. Dentro de estos conceptos, se estructura el libro en cinco apartados; amplio abanico que aharca las difer tes culturas desarrolladas en el Mundo Antiguo del Pr E sen el Préximo y Medio Oriente donde se ori- Ladrittos esmaltados de Susa. Paris. Museo del Louvre. Para llegar a esta forma de expresiOn artistica fue necesario un prolongado proceso que arranca al menos de la Babilonée Casita, cuando se comienza a moldear los ladrillos externos de las paredes para su omamentacién, En la época neobabilénica se perfecciona la técnica del esmaltado y, ya bajo los persas, se logea un dominio extraordinario. mo Oriente. El primero se dedica al Arte Egipcio, com- prendiendo desde los comienzos de la Edad del Bronce hasta el siglo vi a.C., en que los persas anexionan el pais del Nilo a su Imperio; el segundo, sigue el desarrollo y la creatividad artistica de las Culturas Mesopotamicas, contempordneas del Imperio Faraénico y cuyo fin fue, asi- mismo, la asimilacién y conquista de sus territorios por parte de los persas; el tercero, centrard la atencién en el Arte Hitita, cultura de la Anatolia que se desarrolla entre el siglo xiv y el xm a.C., contempordnea, por tanto, del mundo egipcio y mesopotémico; el cuarte apartado se ocupard del Arte Persa, es decir: del gran Imperio Aque- ménide, Estado que con sus conquistas hubiese terminado con las civilizaciones anteriormente tratadas; y la quinta y ultima parte se dedicard al Arte Fenicio que, transmi- sor por medio del comercio y ecléctico por la mezcla de notas egipcias, mesopotdmicas, hititas y persas, es con- temporaneo de todos ellos y asimilador de sus artes y prin- cipios estéticos. Con tal recorrido se pretende trazar una panordmica lo més completa y lo mas util posible a través de los diversos artes que integran las civilizaciones del Oriente Préximo durante la Antigtiedad. Pirdmide de Keops. IV Dinastia. La mayor de las tres pirdmides de Gizeh. Levantada sobre una superficie de 55.611 m* y con una altura de 146 m.La forma piramidal fue en Egipto el simbolo de su cosmogonia y la alegoria de su régimen politico. EL ARTE EGIPCIO creativa y extensa en el tiempo dentro de todo el mundo antiguo del Prdximo y Medio Oriente. Sus aportaciones artisticas tuvieron peso e influencia en todas las civilizaciones contemporaneas y posteriores a ella, de- sempefiando un papel decisivo en la Historia del Arte de la L a civilizacién egipcia constituye la cultura més rica, Antigiiedad. Por ello, para la debida comprensién de su arte, es conveniente detenerse en tres consideraciones previas que nos lo harén entender mejor y dentro de sus correspondientes contextos; son estas consideraciones la del marco geografico en que se va a desarrollar la civi- lizacién egipcia (condicionante de tantos principios refle- jados en su arte), la del pueblo asentado en este terri- y_su historia (determinante de sus grandes princi- Di ionales), y la de Ja vida y organizacién de este pueblo (configurante de su estética y simbolismos primordiales). 5 Marco geografico Situado en el Nordeste de Africa, con costa al mar Me- + diterraneo y atravesado de Sur a Norte por el rio Nilo, Egipto presenté dos aspectos geograficos que fueron esen- dad y que, en gran medida, explican su historia, su tipo de vida y su creatividad artistica. El pri- ‘ mero de ellos fue el del propio rio Nilo, y el segundo el del aislamiento del pais. EI Nilo, ademés del consiguiente aporte de agua, con- firié-a Egipto una riqueza agricola t inica en todo el mun- ? do de la Antigiiedad, merced a su especial régimen que marcaba las estaciones del afio y suponia una ayuda in- mensa para el trabajo del campo, pues era el propio rio el que regaba, abonaba y preparaba el terreno. Tal régimen fluvial —hoy desaparecido por las modernas canalizacio- nes y la construccién de la presa de Assuin— marcaba las siguientes fases. Durante los meses de junio, julio y agos- to transcurria el_periodo del «Nilo Bajo», el momento de Ia sequia y del sol abrasador; soplaba el «yamsim» (0 vien- to del desierto), y el pais entero parecia cubrirse de polvo anne e ir a sucumbir. En septiembre se levantaba el viento del f Norte (proveniente del mar), el nivel del rio comenzaba a v s subir y con ello-a-arrastrar los depdsitos corrompidos que, durante Ia sequia, se habian ido acumulando en sus may- genes: era el periodo del «Nilo.Verde>, de aguas ptitridas, W el momento en que los egipcios habfan de utilizar para su y consumo las resetvas guardadas para esta etapa del afio. A lo largo de octubre y noviembre la crecida aumentaba, el scurso era rapido y, eliminadas Ya las masas de depésitos corrompidos, su agua se“hacia potable; adquiria entonces el rio un tono rojizo por el arrastre del limo (producto ori- ginado en lo alto de sus margenes durante el verano y de gran valor como abono), con lo cual se denominaba el «Nilo Rojo». Ya durante diciembre y enero la crecida ha- ‘bia llegado a su maximo; su curso era rapidisimo, el agua cristalina y pura, y las inundaciones frecuentes; era la es- tacién del «Nilo Blanco» o de la «Gran Crecida». Final- mente, a lo largo de febrero, marzo, abril y mayo, las aguas volvian a reducirse a su cauce, las margenes queda- ban libres y fertilizadas para el depésito del limo; entonces el agricultor, con el terreno ya regado, abonado y dispues- to, sdlo tenia que sembrar (0, simplemente, esparcir la se- milla) para obtener durante este perfodo, denominado del «Nilo Fecundador», dos, tres y hasta cuatro cosechas con- secutivas. Junto a este peculiarismo, el Nilo jugaba otro papel im- portante: el de constituir una magnifica via de comunica- cién entre las tierras del Sur y las del Norte (a lo largo de a aS sus 3.000 km de longitud en territorio egipcio) cual convertia a unas regiones, en principio de di raunicacién a causa de sus desiertos, en un pafs facilmen- te transitable por medio del transporte fluvial. Pero deciamos antes que otro condicionante geografico de Egipto fue el de su aislamiento y, en efecto, si obser- yams un mapa, veremos que, al Oeste, se extiende el pro fundo desierto de Libia (dridas y extensas comarcas que parecen perderse en el infinito); al Este, otro desierto, el arébigo (de pedregosas y continuadas montafias); al Sur {queda cerrado por los macizos montafiosos de Etiopfa y un nuevo desierto, el de la Nubia; y al Norte, las costas del Mediterraneo... Es decir: un pafs con proteccién natural, defendido al Este y al Oeste por inmensas extensions de desiertos, al Sur por macizos montafiosos y al Norte por la costa. Estas observaciones, apresuradamente expuestas, nos deben conducir a tres conclusiones: en primer lugar, @ El Egipto faraénico. Se extendia desde el Mediterraneo hasta Asuan. El largo valle estaba presidido por el Nilo, la via de comunicacién por excelencia euyo curso determina la existencia de dos zonas: el Alto y el Bajo Egipto, este Xiltimo integrado por la totalidad del Delta. Inicialmente independientes entre si, se unificaron hacia el tercer milenio antes de Cristo bajo la autoridad de un solo monarca. Aunque la frontera sur avanz6 durante el Imperio Medio, la gran época de la expansion territorial fue la del Imperio Nuevo. Por entonces se conquist6 totalmente Nubia y, en Asia Anterior, Palestine y parte de Siria. 1. Necr6polis del Imperio Antiguo; 2. Nomo de Tebas. | Nebamin cazando en el Nilo. Pintura procedente de un hipogeo en Gurna. XVIII Dinastia. Londres. The British Museum. El noble Nebamdin aparece cazando en las orillas del Nilo. En Ia pintura se plasma un completo muestrario de la fauna y flora de las riberas del rio, Este fragmento formaba parte de un amplio programa que, debido a los pocos, elementos conservados, es dificil de saber cual era su contenido. El caracter tidico de la representacién en la que se ve al noble acompaiiado de su esposa ha sido magistralmente captado por el artista. spotentes rei comprender la insuperable riqueza agricola de Egipto y, por lo tanto, la abundancia alimentaria del pais; en se- gundo lugar, a entender la unidad, por medio de la co- municacién fluvial, de todas sus regiones y, ademas, a explicarnos por ello cémo una poblacién rodeada de de- siertos y no dada a demasiadas incursiones por mar, fue un pueblo de navegantes; y en tercer lugar, comprender también cémo por su aislamiento y proteccién natu- ral pudo tener continuidad durante larguisimos siglos, sin interrupciones en el desarrollo por invasiones 0 aconteci- mientos perturbadores de otros pueblos. El pueblo egipcio y su historia Desde épocas remotas,.oleadas de pueblos de origen ca- mita se afincaron en las tierras del Nilo, atrafdos por su fertilidad, comunicabilidad y aislamiento. Primero se oy- ganizaron en cantones independientes y luego, mientras en Europa transcurria el Neolitico, se configuraron en dos : el de Butto, al-Norte; en torno a las re- giones del delta; y el de Nekhen, al Sur, en las zonas del interior. Butto basaba su vida en la agricultura y en el co- mercio; Nekhen, en la ganaderia y las empresas bélicas. Asi es como se configuran las llamadas «Dos Tierras»: el ‘Alto Egipto, en los abruptos terrenos del Sur, es decir: el Reino de Nekhen: y el Bajo Egipto, en las zonas Hanas del Norte, en el delta, es decir: el Reino de Butto. Ambos es- tados estaban gobernados por sus respectivos reyes, cuyos distintivos de poder eran sus grandes coronas 0 tiaras, roja la de Butto y blanca la de Nekhen; ornada en su parte de- aii apae ee See eee on le lestera. la primera, con el -superposicién de mastabas que traerd consigo gue las dimensiones aumenten con relacién al primer tipo comentado. El gran ejemplo al respecto lo tenemos en la sepultura de Faraén Zozer, estructurada a base de seis mastabas escalonadas con una altura aproximada de 60 m y cuyo significado simbdlico fue el de simular la escala que_ permitiera_a Faraén ascender hasta Rha. Su interior en- cierra un «serdab», con el doble del monarca, y una cdma- ra sepulcral en la infraestructura de la obra, a_gran pro- fundidad, donde se colocé la momia y el ajuar funerario. Junto a la masa de la pirémide escalonada se levantaba un templo para los ritos y ofrendas, y todo el conjunto que- Gaba encerrado por un muro, con lo que queria reprodu- _cirse el palacio-que este Faraén hubiese tenido en vida en la ciudad de Menfis. Hipogeo de Sennefer. XVIII Dinastia. Guna. Camara funeraria de la tumba. El difunto aparece representado con sus esposas. El techo se cubre con vides pintadas en alusién a su actividad agricola en vida. Sigue la tradicién de los hipogeos civiles que decoraron la capilla funeraria y ambos con pinturas referentes a la vida del difunto. eV Gran Esfinge (Kefrén). Relieve tallado en la roca. Valle de Kefrén, Gizeh. En un contrafuerte que queda junto a las grandes piramides se esculpié esta cabeza de un dios, con toca de caraeter ftinebre, sobre cuerpo de len echado, pareciendo mirar ‘atentamente en espera de la salida del sol. Este tipo encuentra muchas variantes —con cabeza de otros animales; con las patas, delanteras erguidas, ete—. Grecia lo transformaria en la fiera con cabeza de mujer que aniquilaba a quien no supiera contestar a sus preguntas enigmaticas —y Edipo fue el primero en lograrlo. 18 Con el arribo de la IV Dinastia las proporciones de las tumbas atin se acrecientan mas, surgiendo ahora la Piré- mide que; hasta finales del Imperio Antiguo sera el enterramiento habitual de los Faraones, La pirami- de, como sabemos, era el simbolo-de ta cosmogonia y del régimen politico egipeio, por lo que fue considera- da como la estructura funeraria més perfecta y adecuada para los divinos soberanos. Las, més famosas piramides se jevantaron en Gizeh por Keops, Kefrén y Micerino, Farao- nes de la IV Dinastia cuyos reinados fueron los més fecun- dos de-todo el Imperio Antiguo. La de mayor tamaiio fue fa de Keops, que se alza sobr€"una superficie de 55 611 m’, con un volumen de 2 405500 m’, midiendo cada una de sus cavas 227 m y estén hechas a base de 2 300 000 blo- ques de piedra, de dos toneladas y media cada uno, con una altura total de 146 m, Justo en su centro se encuen- tra el «serdab», cobijado por triangulo de descarga y espa- cios de refuerzo con el fin de que el gran peso de los blo- ques no venzan su techo; dos pequeftisimos respiraderos [o ponen en comunicacién con el exterior y de tal forma orientados que por ellos penetrase la luz de determinadas estrellas durante una noche de dos estaciones del afio: las del «Nilo Blanco» y «Nilo Fecundador», es decir: las épo- cas de la crecida y de la cosecha, los momentos dlgidos del aiio egipcio: uno (el del «Nilo Blanco») por la peligrosidad de las crecidas y otro (el del «Nilo Fecundador») por ser el momento de recoger las riquezas naturales del pais. Asf, el alma de Faraén, que se situaba en esta camara, podria sa- er de su pueblo en los dos momentos en que mas suerte sy ayuda divina precisaba. Otra serie de corredores condu- cian a otros espacios (recientemente se ha descubierto una capilla funeraria situada bajo el «serdab») y, final- mente, una rampa descendente llevaba a la cémara fune- raria situada, como en las mastabas y en las pirémides es- calonadas, en Ia infraestructura de la construccién. Todas las galerfas y corredores quedaban cerrados y compactados una vez depositada la momia real y el correspondiente ajuar funerario. Estas piramides se complementahan con templos en su base, con una calzada conducente al Nilo y, en sus orillas, un embarcadero,-donde una gran barca pétrea es- peraba la resurreccién de Fara6n para conducirlo junto a Rha. Precisamente, una de las construcciones anejas a la Pirémide de Keops es la hoy Hamada «Esfinge de Gi- zeh, monumental obra de 20 m de altura, tallada en pie- dra caliza, con cuerpo de leén y cabeza humana. Vulgar- mente considerada como la representacion de Faraén Keops, no es sino la imagen de Harmakutti, la divinidad que personificaba al sol naciente y, en efecto, todavia hoy, 20 su rostro mutilado, rutila cada amanecer bajo los prime- ros destellos del astro que simboliza. En su momento ser- via de templo al aire libre, pues entre las grandes patas le- ‘oninas se alzaba un altar en el que, a la salida del sol, se realizaban sacrificios a Faraén Keops en su advocacién de Harmakutti 0 Sol-Naciente. A lo largo del Imperio Medio las proporciones de las tumbas se reducen; Jas pir4mides, mucho mas pequeiias, se realizan, ademds, en ladrillo; y las mastabas s6lo se utilizan para enterramientos de la clase media acomodada: Para Faraones, grandes sa- cerdotes y nobles principales surge ahora un nuevo tipo de tumba, el Hipogeo, construccién excavada, totalmente invisible al exterior y, por ello, atin més ilocalizable e in- Violable que los modelos que tuviesen obra de superficie. Sus estructuras son muy similares: un angosto corredor, adentrandose en el subsuelo, conduce a Ia capilla funera- ria; otro pequefio pasillo, més profundo en el interior de la tierra, desemboca en el «serdab» o lugar de reposo del alma; y una estrecha galeria, en lo mas hondo de la exca- vacién, termina en la camara sepulcral, donde se guarda el sareéfago y el gran ajuar funerario. Todos estos pasillos y galerias se tapiaban y compactaban una vez realizado el se- pelio.. Durante el esplendoroso Imperio Nuevo el Hipo- geo continda siendo el tipo mas caracteristico de tumba, centrandose ahora su construccién en el Valle de los Reyes, al otro lado del Nilo, frente a Tebas, lugar que pasa a sacralizarse y a convertirse en lugar sagrado por ex- celencia, donde se levantardn miltiples templos y se exca- varan enorme nimero de sepulturas. Estos Hipogeos del Valle de los Reyes tinicamente tienen como nota comin ‘su configuracién en construccién excavada y su estructu- ra en cmaras, pues su organizacién, en general, no fue tan regular como en el Imperio Medio; en primer lugar porque ahora las sepulturas careceran de capilla funeraria (que se hard aparte, constituyendo un templo) y, en se- gundo lugar, porque ahora los faraones daran diferentes distribuciones y ntimero de camaretas segtin su capricho y necesidad de espacios para la custodia de sus tesoros y per- tenencias. Los templos. Simbolismos y tipologias Alo largo del Imperio Antiguo, y concretamente a partir de la V Dinastia, los templos mas caracteristicos egipcios fueron los (con techo), plagada de columnas y que no recibia mas luz natural que la que pudiese penetrar por la puerta del patio y-por_unas breves celosias abiertas en lo alto de sus muros. Al fondo de esta sala, por una pequefia puerta, se pe- 0 «casco azulp (tiara metilica que como ele- mento protector usaban los soberanos egipcios en el campo de batalla).-La estatua de Ramsé 11 (Museo de Tu- rin) constituye la obra mas representativa al respecto. Estos, durante su dominio del Bajo Egipto, se habian apropiado de los edificios y grabaron en ellos inscripciones conmemorativas que convenfa destruir. Quizé la produccidn del reinado de Hatshepsut, especialmente comprometida en esta politica de reconstrucciones, sea la que mejor refleja esta vuelta a la época clasica egipcia. Incluso se conserva una escultura que la representa, en la que se siguié como modelo la imagen més paradigmatica de Kefrén, aquella que incluye la figura del halcén Horus tras la cabeza del monarca. Ramsés Hl, XIX Dinastia. Turin. Museo Egipcio. Iconografia de faraén como Jefe Supremo del Bjército. Viste tdinica de combate y se toca con el «casco azul» 0 ._ «keperés». Amenofis HI. XVII Dinastia. Turin. Museo Egipcio. La mas humanizada de todas las representaciones de Faraén. El soberano, arrodillado como cualquiera de sus stibditos, ofrenda con sendos recipientes a las divinidades del Alto y del Bajo Egipto. Sélo la barba osiriaca y el ureus ponen de manifiesto su alcurnia. Retrato familiar de funcionario del Imperio Antiguo. Finales del Imperio Antiguo, Museo de EI Cairo. LE] esposo es abrazado por la mujer (idea de unidad), mientras a sus pies se representa al hijo habido del matrimonio (simbolismo de néicleo familiar y de continuidad de la estirpe). 34 Y la tercera y nueva iconografia de Faradn durante el Imperio Reciente, es la que nos muestra al monar- » ea arrodillado, con dos recipientes y ofrendando a los_ dioses de las Dos Tierras. La escultura de Amenofis IIL, ~en el Museo de Turin, es un buen ejemplo de tal modali- dad, en realidad la mas realista y humanizada, pues en ella “el monarca, como cualquier sacerdote e, inclusive, como cualquiera de sus sabditos, rinde tributo a la divinidad. La estatuaria cortesana ha sido, tras las representa- “ ciones de Faradn, la produccién de escultura exenta que con més profusién ha Ilegado a nosotros, alcanzandose con ella —al no tratarse de representaciones oficiales y di- vinas— las mas altas cotas de delicadeza y expresividad. Cl EI Imperio Antiguo es el periodo que mas ricas mues- “tras nos ha aportado, siendo la pieza fundamental las es- culturas de la pareja integrada por Rahotep y su es- , bosa Nofrit (Museo de El Cairo), perteneciente a Ja LY Di-, “ nastia y que vienen a ser los més antiguos retratos identificados-de toda la Historia-del Arte. Fueron descu- Diertos en 1871, en una Mastaba de Meidum, y se supo por la transcripcién de las inscripciones que las acompafian que se tratan del general y sacerdote Rahotep de Helispo- lis y de su esposa la princesa Nofrit, emparentada con la familia del propio Faraén Keops. Realizadas en piedra cal- crea policromada, las esculturas se-enriquecen con in- crustaciones de pasta vitrea en los ojos, con lo cual los rostros adquieren efectismo y vivacidad. “Menos espectaculares, pero quiz més expresivos, son las series de retratos familiares, también muy frecuentes durante el Imperio Antiguo, que nos presen- tan a los esposos y, bajo ellos, a menor tamaiio, a los hijos; captaciones de las familias de los grandes dignata- Fios (0 incluso de los funcionarios de menor rango), como es el caso del retrato familiar del enano Seneb o de otros grupos que hoy se conservan en el Museo de El Cairo. cE igualmente importantes son las representa 0 «alcalde del pueblo». V Dinastia. Museo de El Cairo. Retrato del Gobernador Kaaper, representado con el aston de mando o signo de sti autoridad, Obra en madera, que en su momento estuvo recubierta con chapas metélicas, e incrustaciones de existal de roca y cobre en los 0j08. y z 36 Las més famosas esculturas de estos personajes son la del Museo. del Louvre y la del Museo de El cairo, ambas cap- tadas en la posicién habitual de dichos funcionarios: en cuclillas, sujetando sobre sus piernas las tablillas de la es- critura, portando con su mano derecha el punzén con el que escribian y con los ojos fijos en el frente, pendientes: del dictado de sus superiores. Finalmente, otro grupo importante de esculturas cortesanas durante el Imperio Antiguo lo constituye aquel que representa a personajes que ostentaron cargos regionales-en el gobierno de las provincias. Destaquemos en este grupo la escultura del «Cheik-el- Beled» (el Alcalde del Pueblo), hoy en el Museo-de El Cairo, y que es el retrato de Kaaper, noble de la IV Dinas- tia, que ejerciese el cargo de gobernador en el Bajo Egip- toy mandase erlgir su sepultura en Sakkarah, donde fue encontrada la obra. Iconograficamente esta representado con el simbolo de su autoridad (el hastén o baculo de mando) y, técnicamente, ostenta la peculiaridad comin a alguna otra escultura egipcia— de estar realizado en ma- _dera, estando en su momento forrado por chapas de me-. ‘tal, pues podemos observar algunos orificios en Ia obra que, sin duda, debieron servir para la sujecién, por peque- fios clavos, de tales placas metélicas. Asimismo, son de destacar los ojos, en cristal de roca y cobre, que propor- cionan una mirada de gran viveza_- En el Imperio Nuevo la estatuaria cortesana tuvo ‘su mas caracteristico aspecto en la representacién_ femenina, a través de esculturas de princesas impe- riales (como la princesa de Ramsés II, del Museo de El Cairo), de sumas sacerdotisas y de grandes damas de la corte (como la estatua de la Dama Tui, del Museo del Louvre), donde los suaves rostros acorazonados, las gran- des pelucas cortesanas y las suntuosas joyas consiguen las obras més refinadas del escultor egipci Pero, junto a las solemnes representaciones de Faraén y a la suntuaria estatuaria cortesana, otra manifestacién escultdrica egipcia debe ser resaltada: la de la escultura popular, a base de pequeiias figurillas de barro coci- do o de madera, policromadas de forma Ilamativa_ y que captan oficios, escenas y costumbres de la vida cotidiana. Pueden representar escenas aisladas (como la figurilla de.un_esclavo preparando cerveza del Museo de El Cairo), » bien integrar maquetas relacionadas con las labores del campo 0, incluso, llegar a componer pequeiios ejércitos, cual los soldaditos de un nifio de nues- tros dias, o bien figurar un barco del Nilo con sus velas, remos y tripulacin... Predomina en ellas el naturalismo més completo (lo que las convierte en piezas excepciona- les del arte egipcio) y su aprecio debié de ser grande, pues han Ilegado a encontrarse con profusin entre los ajuares funerarios de las grandes tumbas. La escultura durante el reinado de Amenofis IV Dentro del panorama escultdrico egipcio merece co- mentario aparte la etapa que abarcé el reinado de Amenofis IV (entre el 1376 y el 1358 a.C.), Fara6n de fi- nales de la XVIII Dinastia, que intenté llevar a Egipto ha- cia unos nuevos rumbos sociales, politicos y religiosos; gran reforma que sélo duré lo que su vida y que, artistica- mente, tuvo grandes repercusiones en el campo de la es- cultura. Durante el gobierno de Amenofis IV (o Akenatén —el «Adorador de Atén»— como él mismo se denominé) se crearon unos talleres en Amarna (ciudad erigida. por el monarca y donde se trasladé la capital del Imperio durante su vida) cuya(fundamental produccién-fue la del retrato, pero no un retrato mental, simbélico y solemne como, en general, hemos ido viendo a través de la evolu- cién escultérica egipcia, sino un refrato naturalista y realista, donde los rasgos del personaje captado fuesen los propios y donde Ia belleza y fealdad, perfeccién y de- formaciones debiesen- quedar plasmadas en la piedra para que la posteridad conociese al hombre como en realidad fue, en su calidad meramente humana y no como simbolo Esclava moliendo grano. VI Dinastia. Museo de El Cairo. Escultura popular captante de una escena de Ia vida cotidiana de Egipto. Esta tipologia realizada en piedra 0 madera sustituira a los relieves en las tumbas civiles egipcias. Semenatis IV. EEGE Duzastia. James de El Cairo. da por el escultor Bek, =. pero con la gran captar con zealismo sus verdaderos ranges faciales. Es ejemplo 21 retrato naturalista que s dren el arte egipcio I reinado de este La reina Nefertiti. XVIII Dinastia. Museo de El Cairo. Obra del escultor Tutmés, encontrada en las ruinas de Tell-el-Amarna. La esposa de Amenofis IV aparece captada dentro de las caracteristicas 38 _de su poder, cargo 0 cuna. Al fin y a la postre tales notas “Yienen a ser Ja sintesis de la doctrina améarnica: la -humanizacién frente a la anterior divinizacién, el yealismo contraponiéndose al antiguo idealismo, y el triunfo del simple ser humano frente al concep- to de sumisién a un ideario preconcebido. ~Uno de los mas claros ejemplos de todas estas notas lo tenemos en el retrato de Akenatén del Mu- seo de El Cairo, hecho por el escultor Bek, y en el cual ve- mos al rey que, aun portando los tradicionales simbolos del poder (coronas, ureus, cetros, ete.), aparece mostrén- dose como hombre con todas sus caracteristicas faciales y corporales. Lo mismo sucede con las famosas cabezas de su esposa, la reina Nefertiti, tanto la conservada en el Museo de Berlin, como la del Museo de El Cairo, en las cuales el realismo, al captar unos rasgos muy hermosos, ha conseguido obtener unas obras sin igual dentro de todo el arte de la Antigiiedad. Ambas cabezas se han encontra- do en las excavaciones de la ciudad de Amarna, entre los taller del escultor Tutmés, y por lo tanto a él se De las hijas habidas en su matrimonio nos han Ile- fads. smo, varios retratos,-sobre“todo de las ‘ees mayores, las princesas Meritaton, Maketaton y Smjsepaton. en cuyos rasgos podemos encontrar facil- recidos con los retratos de sus padres. Sirvannos las cabezas de Meritaton, una en El Cairo y J Louvre, donde aparece la princesa con peluca al (Louvre) y destocada (El Cairo) y ambas con la boca carnosa de Amenofis y nariz breve muy simi- ae de Nefertiti. En la obra de El Cairo, ademis, pode- es 2preciar la deformacién craneana de la princesa, co- todas las hijas del matrimonio real, hecho, al pare- plicado (tras los tltimos estudios anatémicos ios sobre la momia de la reina Nefertiti) por las jificultades en los partos de la soberana, a la que n que extraérsele los hijos por medio de un proceso -ginaba el nacimiento de los infantes asf deforma- ¥ tal defecto, por ser ostentado por las princesas rea- es. qued6 establecido como moda, siendo relativamente corriente percibirlo en algunas otras esculturas de hijos de rtesanos nacidos durante estos afios. Todo este realismo abarcé también la produc- cién relievaria, siendo bastantes los fragmentos de relie- ves que conserva el Museo de El Cairo con las representa- mes de Akenaton, Nefertiti y sus hijas. Su tematica mas frecuente es Ja de la familia real realizando ofrendas florales —lotos y papiros— al dios Atén, plasmado como un disco solar del que parten miltiples ra- s terminados en manos, y en ellos vuelven a marcarse las facciones de rostros y las conformaciones de cuerpos que viéramos en la estatuaria, Facciones y formas que se exageran hasta el punto de rozZar lo caricaturesco y que ha dado lugar a que mas de un egiptdlogo catalogase a su es- tética de manierista. Pintura La pintura egipcia contribuyé a la belleza de la estatuaria (con la policromia) y de los relieves (con sus coloreados), pero también alcanz6 categoria artistica por sf misma a través de las miiltiples decoraciones de paredes de tumbas y edificios de importaneia. ~~ Su técnica, cromatismo, procedimientos de eje- cucion y tematica fueron realizados de una mane- ra bastante uniforme alo largo de Jos tres Impe- ios; por ello, mas que en una evolucién estilistica, confi- del retrato naturalista propio de la época del reinado de Akenaton. Se trata de un. boceto inacabado. Amenofis IV y la reina Nefertiti. XVII Dinastia. Paris. Museo del Louvre. En actitud amorosa y natural, tomados de la mano, los soberanos caminan a lo largo de su reinado. Las notas naturalistas vuelven a mostrérsenos en esta obra, uremos su estudio en un comentario en bloque en el que , Amenofis IV ofrendando a repasemos globalmente sus principales puntos. El prime-— > Atén. XVIII Dinastia. ro a tratar deberd ser el de la preparacidn del-muro, << Museo de Fl Cairo. Gado que sobre las paredes de piedra la pinturares-absorbi- Relieve en rehundido y con da-o-rechavada y no se produce su fijaciOn. Tal prepara. st0# & paticromls, conse a cide se ejecutaba a base de un revestimiento del muro de “ive Atgm unas flores de sillares con una capa de tierra mezclada con paja desme- _jto, Volvemos a ver en esta nuzada. Una vez seca, se ubicaba encima otra capa, ésta obra los rasgos faciales y muy fina, de bob» (mezcla de arena y cal) que convierte _corporales del soberano. af muro ast preparado en una superficie blanca y lisa dis- puesta ya para recibir la pintura. Entonces, unos operatios especializados pasan a eua- ( dricular el espacio de tal forma preparado y el Hama- do «escriba de contornos», a mano alzada, dibuja- ba sobre las cuadriculas los perfiles de las figuras. ‘Todas estas primeras funciones eran realizadas por ayu- dantes y subalfernos del pintor, éste comienza su labor -ghora, extendiendo los colores, completando los detalles y La reina Nefertari y la diosa Hathor. ‘XIX Dinastia. Valle de los Reyes. Tebas. Pintura procedente del hipogeo de Nefertari, esposa de Ramsés II. Bl tema recoge una «comunicacién divina> en la cual Ja diosa de la Fecundidad conduce a la Reina hacia la vida immortal. Osiris y Hathor. XIX Dinastia. Templo de Seti I. Abydos. Fragmento de relieve policromado componiendo la easamblea divina» de Osiris, “con su tiara alada, y de Hathor, con el disco solar atrapado entre los cuernos de su tocado, Cabe destacar el color verde del rostro del dios que sigue Ja tradicién egipcia que crefa que los dioses posefan colores y colores propios. 42 rematando Ia obra con un gran detallismo. Para ello se servia de unos utensilios naturales, obtenidos de la propia Vegetacion de las riberas del Nilo y que él mismo se con- feccionaba; asi podria fabricar un pincel fino a base de un junco con su extremo mascado, un pincel mas grueso por medio de carrizos de puntas aplanadas o una gran brocha _ Por la unién de fibras de palma atadas con cuerda. Por lo que se refiere al color, los fundamentales- fueron el negro (obtenido de ahumados), el blanco (sa- vado de fa tiza o cal), el rojo (de las arcillas), el verde (obtenido de la malaquita) y el azul (del cobre y del cal- cio); siendo los secundarios mas empleados el gris, los ocres, los castaiios y el amarillo. A su vez, la tée= nica para el empleo de tales gamas era la de la disolucién con agua, goma de cola y clara de huevo, es decir, el tem- ple opaco, segtin la técnica del «seco». Una vez con- “cluida y seca por completo la pintura se daba un barniz superficial que, a la vez que la protegia, conferia a. los colores gran brillo y reflejos. Las pinturas elaboradas con este proceso presentaban los mismos convencionalismos que ya viéramos en los re- lieves, como la captacién de la «ley de frontalidad», la desproporcién jerarquica, las perspectivas planas, abatidas e inversas, el simbolismo idealizante y to- dos los demas datos que le confieren un cardcter de arte < mental. Los pintores egipcios permanecieron agrupados en ta- lleres al servicio de Palacio o de los grandes dignatarios y nobles del Imperio, Cuando su personalidad se hacia mas destacada y su nombre se daba a conocer con fuerza, so- lan pasar entonces a ocupar cargos de responsabilidad, como «efe de Servicio de Conservaciém» 0 «efe de Deco- racién», puestos en los que su actividad ya se cefifa tan s6lo a dirigir los equipos de pintores. Durante el Imperio Antiguo fue Menfis, la capital, el centro de los grandes talleres, que alcanzaron su mayor brillantez a lo largo de las Dinastfas IV, V y VI, sien- _ do la precisién del dibujo y las armonfas de los colores los yasgos més caracteristicos de la etapa. Con el Imperio Medio los principales focos pictéricos pasan a cen- trarse en las escuelas provinciales, sobre todo en Beni- Hassan (capital del nomo de la Gazelle, en el Egipto Cen- tral) y en Meir (pueblo cercano a la ciudad de Kusit, en la orilla izquierda del Nilo), siendo muy pocas las pinturas de este periodo que han llegado a nosotros en buen estado de conservacién. Y, finalmente, en el Imperio Nuevo, con los numerosisimos talleres de Tebas, la pintura mural Ile- ara a su Edad de Oro que, concretamente en Ia XVIII Di- nastia, aleanzaré sus puntos més Algidos tanto en técnica Relieve de la mastaba de Nefer-maat. I Dinastia. Museo de El Cairo. Relieve rehundido y policromado con temética de Ta vida cotidiana egipcia, En el registro superior, unos campesinos cazan con red unas ocas. En ef inferior, conducen al redil a otros animales capturados. como en cromatismo, composicién y estética. Luego, ya bajo los Faraones de la XIX Dinastia, iniciaré una larga evolucién que comienza a presagiar el estilo relajado de los ramésidas y la decadencia final durante la época tardia. »Por lo que a sus temas se refiere, fueron los mas fre- _jcuentes aquellos que representaban a los dioses y a és- ~tos en compaiiia y conversacién con Faraones (las denominadas «comunicaciones divinas»); asi como las captaciones de escenas funerarias, donde se nos mues- tra el juicio del espiritu, la navegacién del cuerpo resuci- tado (el «sublime viaje») o alguna escena de la momifica- cién del cadaver. De igual forma.son muy frecuentes los - episodios de la vida cotidiana,‘donde podemos ver al egipcio entregado a sus trabajos y a sus aficiones mas co- munes. Igualmente abundantes son las captaciones de celebraciones como, por ejemplo, los «Banqueros de la Fiesta del Valle», una de las mas famosas y multitu- dinarias fiestas durante el Imperio Nuevo, consistentes en un gran festejo que anualmente se realizaba en el Valle de los Reyes en honor de los dioses, los difuntos y los hom- bres (los tres estratos del pensamiento egipcio). Artes decorativas y suntuarias Hemos hablado de los ajuares funerarios que guardaban as tumbas, y nos hemos referido en miiltiples ocasiones a la riqueza de los adornos que los grandes personajes egip- cios podian lucir. Detengamonos, pues, en estas artes sun- tuarias, dado que por la calidad de sus materiales, por las técnicas utilizadas y por la elegancia de sus disefios inte- gran uno de los mis ellos capftulos del arte egipcio. ‘La joyeria debe encabezar esta relacién. Son sus ma- teriales de gran riqueza y colorido: oro, lapislazuli, ob- iiana, cornalina, perlas, almandinas, calcedo- nias, turquesas y pastas vitreas que se conjugan en unas composiciones coloristas'y con constantes represen- taciones de la religién del pats del Nilo. A este respecto te- nemos piezas insuperables entre el tesoro hallado en el hipogeo de Tutankhamon, no pudiendo por menos de ci- tar el famoso collar del escarabajo, en el que, a base de oro, lapislézuli, cornalina, turquesa y feldespato verde se configura una imagen de barca estilizada sobre la que na- vega un-escarabajo-(simbolo del «Dios Renaciente»), flan- queado por las dos cobras reales. O el no menos famoso colgante del buitre (hallado sobre la momia del rey), en oro, con incrustaciones de lapislazuli, cornalina y vidrio verde, y que representa al_buitre-protector; con las alas desplegadas y asiendo en sus garras el aro del «ciclo infi- nito». El mobiliario, a su vez, viene a constituir, en sus pie- zas més relevantes, una curiosa mezcla de ebanisteria, joyeria_y orfebreria por sus trabajos conjuntados de madera, incrustacién de piedras finas y repujados chapea- dos en mefales preciosos. Dos magnificos ejemplos los en- contramos también entre el tesoro funerario de Tu- tankhamon; uno es el llamado «trono dorado», con la madera esculpida y chapeada en oro y plagado de incrus- taciones de pastas vitreas policromadas, representandose en su respaldo una escena de Faraén y su esposa que pa- rece evocar su vida fntima. Y el otro es el denominado «trono eclesiastico», también chapeado en oro y con in- | crustaciones de mindsculas piedras preciosas, pastas vitreas y tierra barnizada imitando el lapislazuli y la turquesa; Collar. XVIII Dinastia. Museo de El Cairo. En oro y con colgantes en forma de abeja (simbolismo. de la laboriosidad), fue hallado entre el ajuar funerario de un hipogeo del Valle de los Reyes. El «Trono dorado». XVIII Dinastia. Museo de El Cairo, Procedente del hipogeo de Tutankhamon. De madera esculpida y chapada en oro, con incrustaciones de pastas vitreas policromadas, en su respaldo se plasma una escena de la vida fntima del joven fara6n y su esposa. 46 parte de él esta realizado en madera de ébano, conservan- do todavia algunos fragmentos de marfil. Igualmente podria incluirse en este apartado de artes suntuarias las masearillas funerarias que se ubicaban sobre las momias, pues aunque su tratamiento fuese es- cult6rico, la riqueza de los materiales empleados y el tra- bajo de los artifices en ellas es mas obra de joyerfa que de talladores escult6ricos. El ejemplo mas rico lo volvemos a encontrar en la tamba de Tutankhamon. Totalmente checha en oro macizo, su mascarilla tiene incrustaciones . de piedras semipreciosas y de pasta vitrea de colores, plas- mandonos el ejemplar mas bello de orfebrerfa de todo el arte antiguo. En ella el joven Fara6n se nos muestra con el «klaft», con el ureus y el buitre protector, asi como con la barba osiriaca. La mascara, comparada con la cara de la momia, parece ser fiel reflejo de la imagen del soberano, teniendo, asimismo, las dimensiones reales de aquél. Y, por tiltimo, habria que constatar los magnificos tra- hbajos_en alabastro policromado, una de las labores suntuarias ms protot{picas de Egipto, que, conformando variadas estructuras, constitufan objetos del mas diverso uso, como botes de ungiientos, lamparas, vajillas 0 los propios «vasos canopes», donde se guardaban las visceras del difunto tras la momificacién. Mapa del Préximo Oriente Bogazkoy ‘Alaka Tepe Hissar Teheran Ankara Jorsahad (Dur Sharrtckin) Gaura Yazilikaya Beycesultén Tell Halaf Ninive Balawat Nimrud Yarmo Behistun Hasuna . Asur Ugarit Biblos Mari Agarquf Tell Asmar Jafache Yemdet Nasr Lagash Pasagarda Persépolis ‘Nagsh-i-Rustam Jerusalén Babilonia. Ur Eridu El Obeid EL ARTE DE LAS CULTURAS MESOPOTAMICAS arqueologia es el debate sobre qué ci menzé antes su andadura: si la egipcia, en el Norte de Africa, o Ja mesopotamica, en el Asia Anterior. Fuera cual fuese la primera en iniciar su desarrollo, lo cierto es que, en sus grandes épocas histéricas, fueron contempora- neas y que, en no pocos momentos, vivieron relaciones y enfrentamientos. No obstante, a pesar de su coetaneidad y relativa vecindad, y a pesar de las indudables influencias que entre ellas puedan apreciarse, las diferencias entre ambos mundos fueron enormes,y sus respectivas creaciones artisticas vienen a constituir los dos grandes bloques del Arte Antiguo del Préximo Oriente. U= permanente discusién dentro del mundo de la lizacié La Mesopotamia de la Antigiiedad (nombre griego, cuya traduccién significa «pais entre rios») abarcaba un gran territorio que se extendia desde los macizos de Ar- menia, en el Norte, hasta el actual golfo Pérsico, en el Sur, delimitado al Oeste por el rfo Eufrates y al Este por el Tix gris. Geogrificamente, pues, la region quedaba conforma- a 48 Anane~ a ae da por la confluencia de dos valles bien regados y de férti- les tierras, raz6n suficiente para explicar el establecimien- to de pueblos y el desarrollo de poderosas civilizaciones. A diferencia de Egipto (que por su aislamiento geogra- fico fue pafs de una sola etnia y de una historia continua- da en su evolucién), Mesopotamia fue lugar de paso, de mezcla de razas y de sucesivas y distintas cul- turas, segiin los diversos asentamientos que en sus terri- torios se llevaron a cabo. Asi, si el mundo egipcio su- puso «continuidad», el mesopotamico se caracteri- 26 por la «diversidad», y en él se fueron desarrollando una serie sucesiva de civilizaciones y de momentos hist6- ricos que globalmente se denominan «culturas meso- potamicas». Dejando al margen sus periodos prehistéri- cos —todavia oscuros y pendientes de comprobaciones y de futuras campafias en sus yacimientos— centrémonos en dichas culturas, que hoy en dia la arqueologia ya ha desvelado y clarificado en, prdcticamente, todos sus as- pectos, merced no sélo a las excavaciones, sino también a las transcripciones de las multiples inscripciones halla- das. El arte de la cultura de Sumer Los primeros pobladores de la Mesopotamia histérica fueron unos pueblos procedentes de Jas_orillas del mar Caspio que, segtin Leonard Woolley, por el estudio de sus calaveras y huesos, debieron pertenecer a una rama del troncoindoeuropeo, semejante a la del hombre caucdsico. Hacia el afio 3000 a.C. se establecieron en el sur de Ia re- gién, originando una civilizacién agricola de gran ri- queza y organizandose politicamente en ciudades- estados, regidas por «Patesis» (reyes-sacerdotes), donde Tlorecieron una gran arquitectura y una muy alta produccién de artes figurativas. La mds importante ciudad fue la de Sumer, derivandose de su nombre la apelacién de «sumerios» a tales pueblos. Poseedores de una escritura_cuneiforme, sabemos por sus transcripciones que adoraban a las fuerzas de Ja naturaleza, que presidfan su pantedn una diosa Fe- cundidad y un dios Fecundador y que practicaban como rito supremoda Hierogamia.o cépula sagrada, segin la cual un sumo sacerdote, personificador del dios Fecun- dador, se unfa a una sacerdotisa. representante de la diosa Fecundidad, para, simbélicamente, generar el principio de la vida y de la renovacién del hombre. Aparte de estas creencias y ritos las transcripciones también nos han dado a conocer las tres «ciencias» que El Templo de Caliza de Uruk, El conjunto del Zanna de Uruk, el recinto sagrado dedicado a la gran diosa Inanna, estaba dominado por el Templo de Caliza, cuya planta rectangular tiene una distribuci6n interna en forma de T. La cabecera y las naves laterales estan compuestas por capillas. Los grandes bastiones angulares de los templos de Eridu ban quedado integrados como capillas y los contrafuertes exteriores adquieren gran regularidad. La cabecera se abre aun patio éon un lateral porticado, cuyas columnas y parédes estan cubiertas por un mosaico de piezas cénicas. ee ee oe e ° 8 ° 50 00 los sumerios més apreciaban y valoraban: la de | cultura, la de la escritura y [a del arte; tres campos que facilmente nos pueden hacer comprender la altura de esta primera civilizacién que se desarrolla a comienzos de la Edad del Bronce Antiguo (3000-2500 a.C. aproximada- ( Sorv mente). Arquitectura Creadores de toda una red de canales de regadfo en el sur de Mesopotamia y extendiéndose paulatinamente hacia el norte de la regién, muchas ciudades fueron erigiéndose en_el pais de Sumer; ciudades como Etidu, Kafadyi{(Ur,) iru) Kisch, Umma, Obeid’y Cagash, en las cuales los su- (érios se nos mostraron como consumados arqui- 49 Los Templos € y D del Eanna de Uruk. El recinto de la diosa Inanna sufre una reestructuracién total en a fase siguiente. El Templo de Caliza y los . espacios adyacentes son dexruidos y sobre ellos se edifican primero el Templo C y posteriormente el D, junto con las estancias anejas, el patio de ceremonias, un portico de pilares y unos bafios. El Templo C, mas alargado, sélo tenia cubiertas Ja nave central, en forma de T, y la cella; el resto de las capillas estaba al aire libre. Por lo que respecta al Templo D, con 50 x 80 m y construido hacia el afio 3000 a. J.C., lama la atencién la profunda articulacién de los muros exteriores, que permite habitdculos entre las pilastras ornamentales y las capillas de Jas naves laterales. 50 tectos. a través de unas obras donde se conjugan per- fectamente lo monumental _y lo practico; la ade- cuacién de sus necesidades y el cefiimiento a la cli matologia del pais. Con ello dejan sentados unos mi cipios que seran la base de toda la arquitectura mesopoté- mica posterior. >4Cinco son los fundamentos de esta arquitectura: el material, el muro, la elevacién sobre terrazas, el yevestimiento de mosaicos y la béveda. El_material se centré en el empleo de las ricas y abundantes areillas del pais, con las que se elaboraron adobes y ladrillos de alta calidad. En Mesopotamia habia gran escasez de piedra y madera; su busqueda y transpor- te hubiera sido laborioso y caro, en tanto que el material arcilloso se encontraba a flor de tierra y en todos los luga- res de la regién. — ures, con este tipo de material, podrian re- sultar fedgiles, asf pues concihen la idea de dotarios de un gran_grosor para alcanzar_consistencia. Tal grosor (que podia superar los 6 m) les proporcionaba al mismo tiem- po durabilidad y calidad de elemento aislante a los calores y frios, sumamente extremos, en las estaciones mesopota- micas. — La elevacién sobre terrazas o plataformas de sus principales construcciones fue principio impuesto para aislar los edificios de la humedad del suelo, originada por las frecuentes inundaciones provocadas por el Tigris y el Eufrates. — El revestimiento externo de mosaico vino dado para la proteccién del edificio de las Iluvias y granizos que cafan en determinadas estaciones del aiio; mosaicos que no sélo hacian resbalar las aguas y proteger Jos muros de adobe y ladrillo, sino que también embelle- cian las moles de estas arquitecturas con sus esmal- tados en distintos colores, con lo que se podia alcanzar un~ alto grado cromatico y estético. ea Por Ultimo, la incorporacién dela bévedacomple- tard el quinteto de-principios arquitecténicos_mesopoté- con ladrillo y adobe no era tarea fa- , en tanto que, unido con betiin 0 mortero, el ladrillo se convierte en material muy resisten- mises ‘La boveda} en primer lugar, vino dada a causa del = Te te y susceptible de configurar abovedamientos. En segun- 2i> do lugar, la béveda_proporciona a los interiores una mayor: mplitud espacial y un mayor efectismo. Por ‘ambos motivos surgen arcos y bévedas en el pais de Su- mer y con ello la arquitectura abovedada comienza su an- dadura en Ia Historia del Arte. ‘Tenemos, pues, desde la primera cultura mesopotami- ca, la creacién de una arquitectura practica, adecuada ala climatologia, monumental y original; una arquitectu- ra que no sdlo mantendra sus principios a lo largo de to- das las culturas mesopotamicas posteriores, sino que tam- bién influird en las regiones de la meseta del Iran y en los territorios anatdlicos, como més adelante veremos. Ahora bien, muy pocos son los vestigios que han Megado a nuestros. dias: el paso del tiempo, las sucesi- mes _y-los-avatares_hist6ricos posteriores han sido la causa de que ninguna construccién sumeria haya llegado en pie a nosotros; tan sélo nos han podido mostrar las excavaciones arqueolégicas grandes conjuntos de rui- nag en apelmazados ¢ informes monticulos. Son los deno~ niinades ells». conglomerados de ladrillos y adobes que ocupan lo que en su momento fuesen / monumentales y po- licromos edificios. Las construcciones sumerias mas destacables fue- ron los femplos) Ue estructuras grandiosas y.complejas y, dentro ‘tipo de obra, también las tumbas de sus Patesis. Entre los primeros destacan los €figidos en las ciudades d ly Kafadyi; y entre las segundas fueron las mas importantes las tumbas del Cementerio Real de Ja atin més famosa ciudad dé Ud ‘ridul seguin las propias transcripciones sumerias, doce «la ciudad més vieja del mundo», y aunque las mo- dernas excavaciones han tratado de llegar a su fondo, atin no se han conseguido alcanzar sus primeros niveles. Los tiltimos templos_levantados en la-ciudad —y, por tanto, los mas conocidos por sus restos y descripciones obtenidas de las inscripciones encontradas entre sus ruinas— esta- ban dedicados al dios Ekni, «Sefior de las aguas-subterra- neas y patrono.de la industria-y-el arte», y.constaban de a El Templo Blanco de Uruk. Este templo dedicado probablemente al dios Anw presenta las mayores. Tovedades de todo el perfodo protohistérico. Es del perfodo ‘Yemndet Nasr (entre 2800 a. J.C y 2600 a. J. C.), y su planta (17,5 x 22,3) mantiene los rasgos tradicionales: es rectangular, con nave central (pero no en forma de T) y laterales con capillas (no sobresalen las cdmaras angulares). Las paredes exteriores, encaladas, van decoradas con las consabidas pilastras, aunque sin excesivo movimiento. Se asienta no ya sobre una plataforma, como los de Eridu, sino sobre una verdadera montafia artificial "que se eleva 12 mr sobre el territorio circundante. Una enorme escalinata daba acceso a la plataforma sobre la que sé erige el pequefio santuario. La importancia de este templo radica en sus valores arquitect6nicos y en la imagen que nos proporciona el esfuerzo colectivo y lo que ello supone en las formas de organizacién econémicas, sociales y politicas. 52 no) una_gran_terraza_reforzada por contrafuertes,_so-_ bre ja que se elevaban, escalonadamente de mayor a_menor, tres pisos 1 tres pisos, y también sobre la terraza, otras construccio- nes, asimismo rectangulares, debieron servir para la resi- d de Jos sacerdotes.consagrados a los templos. Hoy se supone que los dos primeros pisos debian albergar las capillas y altares dedicados a la divinidad y el tercero, posiblemente sin techo, sirviese como ob- ‘servatorio del firmamento, dado que los sumerios fue- ron los iniciadores del estudio de los astros y de los movi- mientos de las estrellas fugaces. Todos los arquedlogos han insistido en resefiar que estos templos de Eridu, con sus tres niveles superpuestos, son_un claro anteceden- te.de-los zigurats-de-la etapa Neo-Sumeria, momen- ‘to, como veremos, en que tales“construcciones religiosas se elevan hasta siete sisos constituyendo los «Templo. _Montafia» caracteristicos, desde entonces, de la arquitec- “tura mesopotamica. Por su parte, la ciudad de Kafadyi, a unos 25 km de la actual Bagdad, y excavada recientemente, nos muestra otro tipo de templo sumerio de no menor interés. Con- sistia éste en una muralla ovalada, con un doble re- cinto: uno exterior, de finalidad administrativa, y otro interior, en el que se alzaba el templo propia- mente dicho. E] recinto exterior conformaba un patio, a cuya derecha se erigian construcciones pata oficinas, ta~ lleres y administraci6n y, a la izquierda, espacio para guar- dar el ganado de la ciudad. El recinto interior, 0 parte sagrada, configuraba un gran patio redeado por las celdas de los sacerdotes, las camaras del tesoro y rectangulares. A los pies de los los aposentos para las necesidades del culto y, en su fondo, sobre una alta terraza,_se alzaba el sanc- ta sanctérum, pequefia construccién rectangular que, segiin inscripcién hallada en el lugar, guardaba la efigie de la diosa Inanna, divinidad-del-amor-a-la que estaba consa- grado todo el conjunto. Hoy se conoce a este santuario de Kafadyi hajo la apelacién del «Templo Oval», encontran- dose momenténeamente suspendidas las excavaciones de surecinto, 1] Ago) : e > Por lo que se refiere ala arquitectura funeraria su- meria, las mas importantes muestras las tenemos en la ciudad de Ur, donde misiones arqueolégicas briténicas y norteamericanas pusieron al descubierto, entre 1927 y 1930, un extenso cementerio donde se hallaron hasta die- ciséis grandes tumbas de Patesis, sacerdotes y sumas sa- cerdotisas; descubrimiento que, por las estructuras fune- rarias y los ajuares hallados en ellas, se considera el capi- tulo més interesante del arte de Sumer. Dicho cementerio se encuentra préximo a las ruinas de la ciudad de Ur, junto a un recinto sagrado-dedicado al dios lunar Nanna,.concibiéndose estas dieciséis tumbas a hase de unas rampas de acceso en forma de corredor, que desciende hasta un amplio foso de 10 m de profundidad y 10 por 5 m de superficie. En él se en-° cuentran una © varias cAmaras cubiertas por béve- das, siendo en uma de ellas donde se ubicaba el cadaver. _En algunas-de-estas-tambas —como en la del Patesi A-bar-gi o en la de la suma sacerdotisa Puabi— se encon- traron esqueletos de soldados, mtisicos y dignatarios en ndmero muy elevado (hasta 72 en el caso de la tumba de A-bar-gi), junto.con-sus armas, instrumentos musicales y simbolos indicadores de su dignidad; esqueletos que no El lHamado «Templo ovab» de la ciudad de Kafadyi (a 25 km de la actual Bagdad). Reconstruccién del templo sumerio dedicado a la diosa Inanna (divinidad del amor). De forma ovalada, comprendia dos recintos: uno exterior, de finalidad administrativa, y otro interior, al final del cual se levantaba el templo de la diosa. 54 mostraban sefial alguna de violencia, sino de una muerte apacible, como Ta ocasionada por un fuerte veneno indolo- “fo. El profesor Woolley —uno de los directores del equipo de arquedlogos que excavaron las tumbas— expuso la teo- rfa de que, efectivamente, debieron haberse envenenado voluntariamente, en aras de una creencia religiosa segin la cual volverfan a la vida en el més alla al lado del sefior al que hubieran custodiado (soldados), deleitado (musi- cos) y servido (dignatarios). Ahora bien, si las tumbas de Ur nos muestran unas es- tructuras funerarias y nos hablan de unos ritos mortuo- rios, también, a través de los ajuares encontrados en ellas, nos ponen de manifiesto unas artes suntuarias y deco- rativas de muy alta calidad: trabajos de incrustacién y de taracea, de orfebreria y de joyeria que estudiaremos més adelante en un apartado final del arte de Sumer. Escultura Los restos de la arquitectura sumeria que_nos han Ie- gado son muy escasos, pero no sucede lo mismo con la es- cultura que’se ha encontrado en abundancia entre los «tells» de los templos y las ruinas de las ciudades; una es- cultura que nos_sixve magnificamente para comprender mejor la vida, los actos sociales y los ritos de aquel pueblo. ~Podriamos encabezar su enumeracién con las denomi- nadas «Tabletas de ori ral>, placas cuadran- gulares de arcilla con agujero en su centro que se utiliza- ba para verter por él el agua sagrada o la sangre de los sa- -crificios y, una ver realizado tal rito, para colgar la placa en los muros de los templos. Tales_placas-presentan relieves ubicados en_registros_o_bandas, entre los cuales, y en la escritura cuneiforme sumeria, se cuenta y explica el tema representado. Las_mas importantes , hallado en las excavaciones de Obeid (junto a la de Ur, una de las més antiguas ciudades de la civilizacién de Sumer) y que, frente a los anteriormente comentados, presenta la parti- cularidad de estar realizado en cobre batido sobre nticleo de madera (distinta técnica) y estar trabajado en un alto- rrelieve que, en algunas zonas, llega a ser totalmente exento (distinto tratamiento que el de las Tabletas y Este- las). Representa.a-un-Aguila de cabeza leonina (Aguila leontocéfala) con las alas extendidas y asiendo con sus ga- ras a dos ciervos que la flanquean. Un primer aspecto a considerar en el relieve de Obeid es el gran realismo con el que los animales estan plasmados, xealismo que no exis- tiera en las obras sumerias vistas hasta ahora y que cons- titufan —aun dentro de su expresividad relatante— un claro ejemplo de arte mental, leno de convencionalismos y captado como una forma de representacién en ideogra- ma de la realidad: Ahora, y frente a este altorrelieve de co- bre, podemos colegir cémo en la estética sumeria se die- ron simultaneamente concepciones-naturalistas y mentales del arte, y cémo los relatos expresivos y simbélicos, plenos de convencionalismos, se alternaron con representaciones donde el escultor copia fielmente la realidad. Y tras estas observaciones habriamos de indagar Io que en su momen- to significase estre trio de animales. Durante cierto tiem- po se interpreté el relieve de Obeid como el escudo o re- presentaci6n herdldica de la ciudad; hoy tiende a pensarse que representa la Hierogamia de Ningirsu: (representado por el Aguila Teontocéfala) y de Ninhursag (diosa de la montafia y mostrada a través de la pareja de ciervos), in- terpretacién dada por el repetitivo texto de la serie de ins- cripciones en las que se lee: «El dios de la Tormenta acu- de a la unién con Ia diosa de la Montafia como un ave de presa avistando a su victima», e interpretacién que pudie- ya verse reforzada por el hecho de haber encontrado esta obra junto a las ruinas de un templo dedicado a la diosa Ninhursag. J~ Ahora bien, no toda la escultura sumeria se limita a re- lieves; la estatwaria exenta —si bien a pequefio tama- fio— también se ha encontrado con abundancia entre las yuinas 0 «tells» de sus santuarios. Destacan a este respec- to los denominados aN > SOs eo i i Planta del Palacio de Mari, en el Eufrates Medio. La gran obra arquitecténica de la época del Primer Imperio Babilénico alberga dentro de su estructura cuadrangular una parte oficial, una zona residencial, dependencias administrativas, almacenes y talleres artesanales de la ciudad, Con él nace el concepto de «palacio-ciudad> 0 «ciudad dentro de la propia poblaciém» que pasard a Anatolia y a Occidente. Estatuilla de Larsa. Paris. ‘Museo del Louvre. 20 cm de altura. Obra del Primer Imperio Babilénico, en bronce y con -placas de oro en rostro y manos, con inscripeién en su peana, donde se lee el nombre del personaje representado (Awilnannar) y su ofrenda de la pieza al templo en rogativa por su vida y la del rey Hammurabi. 78 Y estos mismos rasgos aparecen en una_cabeza de diorita, igualmente hallada en Susa, sobre Ia que todos Tos arquedlogos coinciden en considerar otro retrato de Hammurabi. Conservada en el Louvre de Paris, nos mues- tra el mismo tipo de barba y muy similares facciones a las del Hammurabi del Cédigo. Junto a Ia diorita, el otro material mas emplea- do por la escultura de esta etapa fue el bronce, con frecuencia con adiciones de placas de oro. Los mejores ejemplos a este respecto son las estatuillas de Larsa_ (Museo del Louvre), procedenites de las excavaciones de esta localidad, entre las que sobresale la de un hombre, vistiendo tiinica corta, haciendo una reverente genufle- xién y en gesto de saludo se lleva la mano al rostro. Tan- fo.cara como manos aparecen forradas de.oro. Por la par- te trasera de Su peana uha inscripcidn nos dice el nombre del personaje (Awilnannar) ¥ explica que consagra la es- cultura a la divinidad por la vida del rey Hammurabi y por Ta suya propia. Pintura Procedentes del Palacio de Mari nos han Ilegado al- gunos restos de pintaras murales. Los fragmentos mds importantes son los que decoraban la «Sala de Audien- cias», el «Patio Real» y una estancia de la zona residen- cial en el ala norte. Por supuesto, hay que imaginar que no slo a tales estancias se reduciria la decoracién pictéri- ca de Mari y que, posiblemente, todo el palacio —o, al me- nos, sus partes nobles— estarfa embellecido con frescos de fuerte cromatismo. Los Iegados a nosotros siguen las mismas téenicas de las pinturas egipcias, habiendo sido obtenidos sus colores negros, blancos, rojos, verdes y azules (los fundamentales de estas pinturas) de ahumados, tizas, arcillas, malaquita y cobre respectivamente. Su ubi- cacién aparece organizada, a veces, en.registros super- puestos con relatos continuados, y, en ocasiones, confor- mando recuadros con distintas escenas. Por su parte, los temas son variados, apareciendo con profusion decora- ciones vegetales (palmeras y Arboles fantasticos) y ani- males (esfinges, grifos y pajaros) que han sugerido al ar- quedlogo Moortgat Ia hipétesis de que los animales fan- tasticos representasen al mundo infraterreno, los arboles simbolizasen la Tierya y los pajaros fuesen alegoria de los aires. También son frecuentes las escenas de ceremonias reli- _giosas, como la hallada en el «Patio Real», en la que vemos Fragmento de pintura mural perteneciente a unos frisos del Patio Real. Palacio de Mari. Hacia 1750 a.C. Paris. Museo del Louvre. Representa una ceremonia eligiosa, en la que un toro es ~conducido al sacrificio por un cortejo de personajes. 79 Relieve procedente del Palacio de Assurbanipal, en Ninive. 669-630 a.C. Londres. The British Museum. Con gran realismo se nos muestra al emperador asirio, montado en su carro y en el momento de ir a rematar con arco a un gran leén que, aunque herido, ruge y va a saltar sobre el soberano. Ja conduccién de unos toros al sacrificio, dirigidos por u cortejo de personajes y encabezados por una figura de mz yor tamafio y riqueza de vestuario, sin duda un principe sumo sacerdote, Este Primer Imperio Babildnico sufre serios reveses causa de una serie de ataques kassitas y elamitas que debil tan su ejército. Ello facilitard que hacia el afio 1500 a.€ una nueva invasién irrumpa cn Mesopotamia y deshz “rate el Estado de derecho establecido por Hammurabi sus sucesores. Los invasores son los asirios, con los q se instaurard un nuevo perfodo historico y una nueva civi lizacién en las regiones mesopotémicas. El arte del Imperio Asirio Los asirios, pueblos de raza semita, habitaban desde ha cfa tiempo las mesetas escalonadas de la Alta Mesopota mia. Primitivamente estuvieron sometidos al Primer Im. perio Babilénico, pero uno de sus reyes los emancipé, ca: yendo luego bajo el dominio de los hititas, de quienes aprendieron el uso del hierro. Cuando se debilitaron la potencias que los habfan sojuzgado, los asirios someter bajo su poder a toda Mesopotamia, se posesionaron dé miiltiples territorios del Asia Menor y Ilegaron a atacar en ocasiones al propio Egipto. Este pueblo eminentemente conquistador y cor un gobierno donde se mezclaba la crueldad y el despotis. mo, establecié su capital en Assur —de donde proce- de la denominacién de «asirios»— nombre de su dios mas venerado, y a la que también apodaban la «Montafia Te- rrestre», en alusién a que ésta era el «centro del poder y de la divinidad sobre la Tierra», segtin sus propias inscrip- ciones. El gran Imperio Asirio se mantuvo durante lar- gos siglos —del aiio 1500 al 612 a.C.—, conforman- do muchos de sus monarcas (como Assurnasirpal, Salma- nasar, Sargén el Grande, Senaquerib o Assurbanipal) las paginas més brillantes de la Historia del Medio Oriente du- rante la Antigiiedad. Arquitectura \ El periodo de mayor esplendor artistico asirio abarca los siglos wx, vim y wt a.C. y se centra, sobre todo, en los reinados de Assurnasirpal II (833-859), Sar- gon Il el Grande (721-705), Senaquerib (705-681) y As- surbanipal (669-626). Durante el reinado de Assurnasirpal II, el Imperio Asi- rio se extendié por el norte de Siria, sometié a los estados arameos, a las ciudades fenicias y Ilegé hasta el Mediterré- neo. El rey establecié su residencia en Kalakh, en el Tigris Central, al norte de Assur, y en ella levanté el primer gran palacio asirio permanente, dado que anteriormente las re- sidencias reales tan s6lo_habian durado los afios de Ja vida de su constructor, pasando, tras su muerte, a ser abando- nadas por el nuevo rey y a utilizarse como oficinas, alma- cenes 0 prisiones. El Palacio de Kalakh (de 200 por 120 m) albergaba un nucleo central cortesano, in- tegrado por un gran patio, Salén del Trono y Sala de Recepciones; una zona destinada a la residencia privada del rey'y de los grandes dignatarios; y una tercera y extensa parte para la administracién y cancilleria del Imperio. Excavado por Mallowan, pocos y confusos restos han Iegado a nosotros. Mas importante que la obra de Kalakh, fue la fundacién de la_ciudad.de-Khorsabad; erigida por Sargén el Gran- déa 30 km al norte de Mossul, denominada por el monar- ca como «Dur-Sharrukin» (el castillo de Sargon) y, quizd, la més alabada ciudad en todas las inscripciones asirias. Constaba de tres partes muy determinadas: el pala- cio, la ciudadela y la ciudad propiamente dicha, cons- truido todo ello en arcilla sin cocer. El palacio cubria una superficie de“diez hectéreas, estaba elevado sobre un alto podio y tenia su organizacién interna en torno a tres principales patios de grandes propor- ciones, los cuales configuraban las tres partes fundamen- tales del palacio, Alrededor de los dos mayores se en- contraban las dependencias privadas de la familia real, las cAmaras de recepci6n, los grandes salones 81 Cabeza de Sargén If de Jorsabad. Calcita. 89 em de altura. Hacia 720 a.C. Museo de Turin. El impresionante retrato de _Sargén It muestra la capacidad expresiva de los artistas neo-asirios, incluso conservando una hieratica vigidez. El detalle, primorosamente cuidado, contribuye a lograr ese efecto. EI tocado no es ni el puntiagudo casco asirio, ni la simple diadema real, sino un, gorro troncocénico, propio, quiza, de ceremonias religiosas. 82 de fiestas y el salén del trono; y el tercer patio era el nticleo de La parte religiosa, con los templos pala- tinos y el gran zigurat en sus proximidades. De la enor- me plataforma o podio sobre la que se alzaba el palacio partfa una fuerte muralla, a hase de lienzos y torreones, que, en forma rectangular, encerraba a la ciudadela; ésta albergaba al ejército, sus cuarteles, sus almacenes de per- trechos, las cuadras, etc., asi como también todas las de- pendencias administrativas de la regién, También una zona de la ciudadela se destinaba para construcciones re- ligiosas y templos, a cuyos cultos tenfa acceso el pueblo. Finalmente, se extendia la ciudad propiamente dicha, que quedaba cercada por las murallas que nacfan a ambos la- calonamiento de Este a Oeste, sobre el plano_del caserio se ~elevaba el de la ciudadela y, sobre ésta, el del palacio, con lo-cual quedaba marcada una jerarquizacién simbélica y, ademas, conseguido un efecto estético-de gran snagged ~eencia. El rey Senaquerib, hijo de Sargén II, establecié la corte en Ninive, y en tal ciudad levanté el tercer gran conjunto arquitecténico del mundo asirio, que Assurbanipal, tinos afios después, atin ampliaria y embelleceria mas. La ciu- dad de Ninive;en la orilla izquierda del Tigris, en é' mis ‘rio corazén de Asiria, constituye [a tiltima gran empresa de la arquitectura de este periodo. Constaba de una ciu- dadela (con dependencias militares, parques y jardines); el Palacio de Senaquerib (denominado en las inscrip- ciones como «el palacio sin rival»); del Palacio de As- surbanipal, ambos entre grandes zonas ajardinadas; y de _Ja-ciudad propiamente dicha, que se encontraba en- vuelta entre huertas y trigales que habfan sido distribuidos dos del palacio. Como todo el conjunto presentaba un es- | entre sus habitantes. Escultura lacio_ de Assurbanipal en Ninive nos han Ilegado las mas representativas muestras de la escultura asiria. “Zin Khorsabad, en la zona donde se levantaba el pala- ' ' : Procedentes de las excavaciones de Khorsabad y del Pa- cio, se han encontrado numerosas piezas. Comencemos Relieve procedente del Palacio de Assurbanipal, en Ninive. Londres. The British Museum. En este otro fragmento volvemos a ver al soberano asirio matando un leén con espada y a pie. Junto con el anterior relieve, estas cacerias en que se enfrentan el empexador y el leén encierran el simbolismo de Ia Incha entre el rey de los hombres y el de los animales, con el consiguiente triunfo de aquél. destacando entre ellas algunos fragmentos de unos gran- des zécalos, de cerca de 3 m de altura, que.debieron todear los salones palaciegos y que nos muestran unos temas muy reveladores sobre la vida asiria. Asi, tenemos unas magnificas captaciones de ceremonias cortesanas a través de unos extensos relieves, hoy en el Louvre de Paris, y que nos muestran, cual una crénica de sociedad, un pausado cortejo de dignatarios que avanzan en procesién hacia el soberano: un gran visir los preside y, tras él, serie de cortesanos, personajes del Imperio, tribu- tarios y huéspedes se nos muestran en todo el esplendor de sus vestiduras de fiesta, con sus aparatosas pelucas 1. zadas, sus joyas y armas reveladoras de su alcurnia. La ri- queza y solemnidad de toda la escena, no quita para que tengamos que admirar el detallismo con que se captan manos y pies, asf como el tratamiento insuperable de bar- bas y cabellos, y el no menor arte con el que se realizan los bordados y grecas de las vestiduras. OfFos z6calos, menos cortesanos, plasman escenas cinegéticas que, desarrolladas en el coto de caza que ro- deaba al palacio de Khorsabad, nos plasman el paisaje con arboles entre los que los cazadores, con arco y halcén, se dedican a la captura de aves. Finalmente, son de destacar en Khorsabad los magnifi- cos toros alados con cabeza humana_que flanquean las puertas del Salén del Tronoy que, medio monstruos de la naturaleza, medio entes mAgicos, venian a simbolizar a genios guardianes del palacio y de sus moradores. Las alas significaban la rapidez de movimientos de estos seres pro- tectores en caso de necesidad de auxilio; el cuerpo de toro era el simbolo de fortaleza, masculinidad-y principio ger- minador; y la cara barbada humana, alusi6n a su superior sabiduria, cual la de los hombres. Asimismo, en ocasiones, parece interpretarse de las transcripciones asirias que es- tas figuras pudieran representar al anti; lios_sumerio Sin, divinidad lunar e, incluso, al propio{dios Assi ur, )posa- do tras su vuelo por el firmamento; pero, Tual fuese su sentido, siempre parece quedar claro que su simbolis- mo fue el de divinidad 0 genio protector. Del palacio de Assurbanipal, en Ninive, proceden acsu vez una serie de relieves, hoy en el Museo Brité- nico de Londres, que-wos—muestran-escenas-de.caza, donde lo descriptivo y realista llega a sus cotas més altas dentro del arte mesopotémico. Vemos en ellos caceriasde realizadas en parques bajo la vigilancia de la guar- dia de palacio y donde el monarca da muerte a multitud de fieras en las tres modalidades de caza: a pie, en carro y a caballo, lo que combina el realismo citado con una _exalta- cién propagandisticadel rey, que se nos muestra asi como los antiguos héroes sumerios (cazadores del leén cuerpo a cuerpo), como sus antepasados en el trono asirio (cazado- ‘res en carro) y como consumado jinete moderno (pues la _ investigacién en cacerias a caballo fue arte aprendido por los asirios de los iranios hacia relativamente poco). Junto a todo esto, el tratamiento animalistico es, si cabe, aéin més destacable? las fieras atacan, se revuelven, caen heri- das y mueren en las més realistas posturas. El mas eéle- bre de estos felinos es el que se denomina vulgar- mente Ia , 0 «Casa de la Crea- Gién del Cielo y de la Tierra») y dos construcciones cuadrangulares a sus pies (las o «Casas de la Ascension Principal»), conformacién, como vemos, del mismo tipo que en la época Neo-Sumeria. Un muro rodea- ba todo el perfmetro, llevando adosadas en su interior toda Ia serie de dependencias precisas para el culto y vivienda de sacerdotes. Por su parte, el Palacio Real constaba de cinco grandes patios a los que iban a dar otras tantas salas de enormes proporciones; en el central, se abria el Salon del Trono, de 56 m de anchura, con un enorme nicho en su pared final, donde se encontraha el sitial imperial. Al Puerta de Isthar, Babilonia. Hacia 580 a.C. Vardorasiatisches Museum. Berlin. Principal acceso a la ciudad durante el Segundo Imperio Babilénico, Dos torreones flanquean el arco central de medio punto. Toda la obra, de unos 12 m de altura, se encuentra recubierta por Iadrillos esmaltados y moldeados con figuras de sanimales sagrados. 87 estar recubierto el nicho y las paredes por mosaicos es- maltados —de temética animal y vegetal— la figura del .soberano resaltaria «como simbolo de la vida que eran es- tas plantas y animales», segtin expresién del profesor Blanco Frejjeiro. Por ultimo, destaquemos, en el angulo nordeste del pa- lacio, la tinica obra en piedra de toda la ciudad: los célebres Jardines Colgantes, mandados construir por Nabucodonosor para su esposa de origen medo. Consis- tian en unas construcciones alargadas y escalonadas, sobre las cuales se plantaron, segiin los textos, todo tipo de plan- ta y arbol exético, viniendo a constituir un enorme y aéreo jardin botanico como no ha existido en toda la Antigiie- dad. Sus frondas, sobresaliendo por encima de las mura- Ilas, eran visibles desde el exterior de la Puerta de Isthar y desde la Via de las Procesiones era perceptible el aroma de sus flores. La Ciudad Nueva era de mas pequefias dimensiones y, si bien en ella se levantaron algunos templos, estaba ocupada fundamentalmente por los barrios de los ciudadanos, es decir: por la arquitectura urbana y popu- lar y se abastecfa de agua por un canal que partia del Bu- frates y la recorria de Este a Oeste. Escultura Los neobabilonios no fueron grandes escultores. Si bien entre las ruinas del gran Palacio Real se han encontrado algunas-estatuas, éstas proceden de otros pueblos, siendo alli montadas con fines exclusivamente decorativos. Tan s6lo una merece mencién especial, y no por ser obra au- téctona (pues procedfa de la Anatolia), ni por su técnica 0 estética (pues es ésta un tanto ruda y esquematizada), sino por el-sentido simbolista que encarné en el Imperio Neo- Babilénico. Nos referimos al denominado «Leén de Ba~ _bilonia>, enorme monumento en basalto, situado en uno de Ios patios del palacio y que nos muestra, en volimenes un tanto simplificados, la representacién de un leén so- metiendo a una figura humana entre sus patas; figuracién interpretada en el momento como la fuerza del Imperio (le6n) alzdndose sobre los enemigos vencidos (figura ya- cente). Hattusas (actual Bogar- Koei). Puerta de los Leones. Los accesos de la muralla de Ja capital hitita se abrian mediante falsos arcos parabdlicos, en cuyos rhonolitos inferiores se Jabraban altorrelieves avanzantes con presentaciones ——— figuracion y su simbolismo de _genios protectores-estén— “inspirados en la religién: -mesopotmica. EL ARTE DE LAS REGIONES ANATOLICAS: ARTE HITITA: gentes de poblacién Iegan a Anatolia a finales del it milenio a.C. Se establecen en sus regiones cen- trales, se extienden por los territorios sirios y organizan un potente Imperio, cuyo centro neuralgico radicé en la ciudad de Hattusas o de Hatti (Anatolia Central), de don- de vendra el nombre de

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