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En 1892, Johannes Weiss publicó un librito con el título La predicación de Jesús acerca del Reino de
Dios, en el cual argumentó que el punto de vista de Jesús acerca del Reino era el del Apocalipsis judío;
totalmente para el futuro y escatológico. La victoria del Reino de Dios sobre Satanás ya había sido obtenida
en el cielo, por eso Jesús proclama su venida a la Tierra. El Reino será un acto sobrenatural completamente
de Dios, y cuando venga, Jesús será el Hijo celestial del hombre.
Albert Schweitzer tomó esta idea e interpretó la carrera de Jesús desde el punto de vista de la
comprensión escatológica del Reino, el cual Jesús esperó que llegaría en un futuro inmediato. Una
interpretación que él llamó escatología consecuente. La enseñanza ética de Jesús estaba diseñada sólo para el
breve intervalo antes de la venida final (ética intermedia o del ínterin), no para la vida común de los hombres
en sociedad. El Reino no vino, y Jesús murió desesperado y desilusionado. Tal era para Schweitzer el “Jesús
histórico” – un apologista desilusionado del primer siglo.
El Reino de Dios
Desde Weiss y Schweitzer, la mayoría de los eruditos han reconocido que el elemento apocalíptico
pertenece al núcleo y no a la envoltura de la enseñanza de Jesús, pero pocos eruditos contemporáneos ven el
Reino como exclusivamente escatológico. Rudolf Bultmann ha aceptó el inminente acercamiento del Reino
escatológico como la interpretación histórica correcta del mensaje de Jesús, pero creyó que el verdadero
significado se debe entender como términos existenciales: la cercanía y la demanda de Dios.
En Gran Bretaña, la interpretación más influyente ha sido la “escatología realizada” de C.H. Dodd.
Dodd no descarta simplemente el lenguaje apocalíptico como lo hizo Harnack, sino que lo entiende como una
serie de símbolos que representan realidades que la mente humana no puede aprehender directamente. El
Reino de Dios, que está descrito con lenguaje apocalíptico es, en realidad, el orden trascendente más allá del
tiempo y el espacio que ha irrumpido en la historia en la misión de Jesús. En Él, el “otro santo” ha entrado a
la historia. Este trascendente “otro santo” en los pensamientos de Dios es más platónico que bíblico. En este
evento, todo lo que esperaron los profetas se realizó en la historia. Esto es lo que Dodd quiere decir con
“escatología realizada”.
Dodd fue criticado por minimizar el aspecto futurista del Reino, y en su última publicación admitió
que el Reino todavía espera su consumación “más allá de la historia”. Sin embargo, muchos eruditos han
seguido a Dodd en su punto de vista de que lo central de la enseñanza de Jesús fue la presencia del Reino.
Si hay algún consenso entre la mayoría de los eruditos es que el Reino es, en un sentido real, tanto
presente como futuro. W.G. Kümmel entiende que el significado primario el Reino es el escaton – El
análogo de la nueva era la apocalíptica judía. Jesús proclamó que la nueva era estaba cerca. Pero Kümmel
sostiene que también es presente, pero sólo en la persona de Jesús, no es sus discípulos. El futuro Reino
escatológico ya ha comenzado su actividad en la misión de Jesús. No queda totalmente claro cómo, en el
punto de vista del Reino de Kümmel, puede ser el eschaton tanto futuro como la presente actividad de Jesús.
Otros eruditos resolvieron el problema sosteniendo que el Reino era completamente futuro, pero que estaba
tan cerca, que su poder ya podía sentirse, como el alba precede a la salida del sol; o de otro modo, las señales
del Reino estaban presentes pero no el Reino mismo.
Joacim Jeremías representa una postura distintiva. Mientras destaca a C.H. Dodd por lograr un
quiebre real en la historia de la interpretación por su énfasis en la irrupción presente del Reino, lo critica por
minimizar el aspecto escatológico. En lugar de la “escatología realizada”, Jeremias sugiere la “escatología en
proceso de realización”. Jeremias entiende el ministerio completo de Jesús como un evento en el cual el
Reino es realizado. Incluso ve a Juan el Bautista como parado en el tiempo del cumplimiento, porque el
Espíritu ha venido sobre él y el tiempo de salvación ha comenzado. Con el mensaje de Jesús sobre el Reino
de Dios y sus milagros de exorcismo, el Reino ha irrumpido en la historia. Sin embargo, Jesús miraba hacia
adelante a la inminente consumación escatológica del Reino que incluiría su propia resurrección y parousia
(regreso, segunda venida). Jeremías sigue la sugerencia de Dodd de que Jesús consideró su resurrección,
parousia y consumación del Reino, como un solo evento en el cual se manifestaría el triunfo de Dios. En las
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El Reino de Dios
apariciones de resurrección, los discípulos experimentaron la parousia de Jesús. Sólo después de la renovada
interpretación teológica de la Pascua, la Iglesia primitiva habría separado la parousia de la resurrección.
En resumen, es difícil ver una diferencia sustancial entre la visión de Jeremias y la de Dodd que el
primero critica.
En ciertos círculos evangélicos de América del Norte y Gran Bretaña, ha adquirido influencia una
nueva visión del Reino. Partiendo de la premisa que las profecías del AT para Israel deben cumplirse
literalmente, los primeros dispensacionlistas diferenciaron fuertemente el Reino de Dios y el Reino de los
Cielos. El último sería el gobierno del cielo (Dios) en la tierra y tiene una referencia principal al Reino
teocrático terrenal prometido a Israel en el AT. Sólo el Evangelio de Mateo nos daría el aspecto judío del
Reino. Cuando Jesús anunció que el Reino de los Cielos estaba cerca, estaba haciendo referencia al Reino
terrenal teocrático prometido a Israel. Sin embargo, Israel rehusó el Reino ofrecido, y en vez de establecer el
Reino para Israel, Jesús introdujo un nuevo mensaje, ofreciendo el reposo y salvación para todos los que
creyeran, iniciando así la formación de una nueva familia de la fe que corta a través de todas las líneas
étnicas. El misterio del Reino de los Cielos en Mateo 13 es la esfera de la profesión cristiana.(el cristianismo)
el cual es la forma como el gobierno de Dios sobre la tierra se manifiesta entre los dos advenimientos de
Cristo. La levadura (Mt. 13:33) representa el mal; en el Reino de lo Cielos – la Iglesia profesante – la
doctrina verdadera será corrompida por la falsa doctrina. El Sermón del Monte es la ley del Reino de los
Cielos – la ley mosaica del AT en el Reino teocrático, interpretada por Cristo, destinada a ser el código del
gobierno del Reino terrenal. El Reino de los Cielos, rechazado por Israel, se realizará en el regreso de Cristo,
cuando Israel se convertirá y las promesas del AT sobre la restauración del Reino de David, se cumplirán
literalmente. La base de esta teología es que hay dos pueblos de Dios – Israel y la Iglesia – con dos destinos,
bajo dos programas divinos. Esto representa, como se dijo, un resumen de la teología dispensacionalista más
antigua sobre el Reino. En pocas décadas esta teología ha sido refinada, como veremos más adelante en el
planteamiento de D. Bock.
La fe de hebreos y cristianos expresa su esperanza en términos del Reino de Dios. Esta esperanza
bíblica no es del estilo de los sueños de los poetas griegos. Es el corazón mismo de la religión revelada. La
idea bíblica del Reino de Dios está profundamente arraigada en el AT y está basada en la confianza de que
existe un Dios vivo y eterno, que se ha revelado a sí mismo a los hombres y tiene propósitos para la raza
humana. En tiempos del AT, los profetas anunciaron que un día los hombres vivirán juntos y en pez.
Entonces Dios “juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de
arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (Is.
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El Reino de Dios
2:4). No sólo se resolverán los problemas de la sociedad humana, sino que los males del ambiente físico
dejarán de existir. “Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro, el león
y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará” (Is. 11:6). Paz, salud, seguridad, todo fue
prometido para un futuro feliz.
Luego vino Jesús con el anuncio de “arrepentíos, porque el Reino de los cielos se ha acercado” (Mt. 4:17). El
tema de la venida del Reino de Dios fue lo central de Su misión. Sus enseñanzas tenían el propósito de
señalar a los hombres que debían entrar en el Reino de Dios (Mt. 5:20; 7:21). Sus poderosas palabras
mostraban que el Reino de Dios había venido (Mt. 12:28). Sus parábolas ilustraban la verdad acerca del
Reino de Dios (Mt. 13:11). Y cuando enseñó a orar a sus seguidores, en el corazón mismo de su petición
estaban las palabras “venga tu Reino; hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mt.
6:10). En vísperas de Su muerte, aseguró a sus discípulos que compartiría con ellos la felicidad y el
compañerismo del Reino (Lc. 11:11-30). Y prometió que volvería de nuevo al mundo en gloria a traer las
bendiciones del Reino para los que estuvieron preparados (Mt. 25:31,34). (Ladd, El Evangelio del Reino, p.
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Otro tipo de interpretación relaciona el Reino de Dios, de una manera u otra, con la Iglesia. Desde los
tiempos de Agustín de Hipona, el Reino ha sido identificado con la Iglesia. Conforme crece la Iglesia, el
Reino crece y se extiende por el mundo. Muchos teólogos protestantes han concebido una modificación de
esta interpretación, sosteniendo que el Reino de Dios puede ser identificado con la Iglesia verdadera
comprendida en la Iglesia profesante visible. Conforme la Iglesia lleva el Evangelio por el mundo entero, se
extiende el Reino de Dios. Una versión optimista sostiene que la misión de la Iglesia es ganar para Cristo al
mundo entero y, por consiguiente, transformar el mundo en el Reino de Dios. El Evangelio es la redención
sobrenatural en Cristo Jesús, y el Reino ha de ser establecido por la proclamación del Evangelio. El
Evangelio no solamente ha de ofrecer una salvación futura para los que creen; también debe transformar
todas las relaciones de la vida aquí y ahora, y así hacer que prevalezca el Reino de Dios en todo el mundo. El
Evangelio de redención por la gracia tiene poder para salvar en los órdenes social, económico y político,
además de las almas de los creyentes individuales. El Reino de Dios es como un poco de levadura puesta en
la masa: lentamente trabaja hasta que resulta toda leudada. Así, el Reino de Dios transformará el mundo por
medio de una lenta y gradual penetración.
Aun otros conciben que el Reino de Dios es esencialmente un modelo ideal para la sociedad humana.
El Reino no está primordialmente preocupado de la salvación personal o futura, sino de los problemas
sociales de la actualidad. Los hombres edifican el Reino de Dios conforme laboran por el orden social ideal y
se esfuerzan por resolver los problemas de la pobreza, las enfermedades, las relaciones laborales, las
desigualdades sociales y las relaciones étnicas. La primera tarea de la Iglesia es edificar el Reino de Dios.
(Ladd, El Evangelio del Reino, p. 14)
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El Reino de Dios
El hecho confuso está en que cuando nos remitimos a las Escrituras, encontramos diversidad de
declaraciones acerca del Reino de Dios... El Reino de Dios es una realidad espiritual del presente (Romanos
14:17 porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo)... Al
mismo tiempo, el Reino es una herencia que Dios legará a su pueblo cuando Cristo venga en gloria (Mateo
25:34 Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado
para vosotros desde la fundación del mundo)... Otra faceta de la verdad del Reino refleja el hecho de que el
Reino es una realidad en aquellos seguidores de Cristo Jesús que han entrado en el Reino (Colosenses 1:13 el
cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo). (Ladd, El
Evangelio del Reino, p. 16)
Muchos otros pasajes manifiestan esta paradoja. Por ejemplo, Jesús dijo: Mi Reino no es de este
mundo (Jn. 18:36). Sin embargo, el Reino es una realidad presente (Mt. 12:28), así como una bendición
futura (1 Co. 15:50). Es una bendición espiritual interna para los redimidos (Ro. 14:17) que puede sentirse
solamente por medio del nuevo nacimiento (Jn. 3:3), pero también tendrá que ver con el gobierno de las
naciones del mundo (Ap. 11:15). El Reino es una realidad en la cual entran hoy los creyentes (Mt. 8:11), pero
al mismo tiempo es un don que será derramado por Dios en el futuro (Mt. 10:15). Obviamente ninguna
explicación sencilla le hace justicia a tan rica y abundante variedad de enseñanzas. (Ladd, El Evangelio del
Reino, p. 18)
Nuestro problema, entonces, se halla en este hecho triple: (1) Ciertos pasajes se refieren al Reino de
Dios como el gobierno de Dios. (2) Ciertos pasajes se refieren al Reino de Dios como dominio en el cual
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El Reino de Dios
podemos entrar ahora para experimentar las bendiciones de Su Reino. (3) Otros pasajes se refieren a un Reino
futuro que vendrá a ser realidad sólo en la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo, al cual tendremos que
entrar para experimentar la plenitud de Su Reino. De aquí que el Reino de Dios significa tres cosas distintas
en distintos versículos. Debe uno estudiar todas las citas a la luz de su contexto y luego tratar de reunirlas
dentro de una interpretación general.
Fundamentalmente, como hemos visto, el Reino de Dios es el reinado soberano de Dios. Pero dicho
reinado se manifiesta en diferentes etapas a través de la historia de la redención. Por consiguiente, el hombre
ha de entrar en el dominio del Reino de Dios en las varias etapas de su manifestación y experimentar las
bendiciones del Reino en distintos grados. El Reino de Dios es el Reino de la era venidera, popularmente
llamado cielo. Cuando lleguemos allí luego comprenderemos las bendiciones de Su Reino (reinado) en la
perfección de su plenitud. Pero el Reino está ahora aquí. Hay un Reino de bendiciones espirituales en las
cuales podemos entrar hoy y gozar en parte de la realidad de las bendiciones del Reino de Dios. (Ladd, El
Evangelio del Reino, p. 23).
Lucas, es un escritor clave en relación con el programa de Dios. Indica ya sea cumplimiento o anticipación de
cumplimiento. Presenta a Jesús como el cumplimiento de las promesas y pactos hechos con Israel
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El Reino de Dios
3. Lc. 4:16-44: Jesús mismo lo afirma. Se refiere al cumplimiento “hoy” y cita Is 61:1-2 y 58:6. En Lc. 4
menciona mayormente dimensiones espirituales y se detiene justo antes del juicio de Dios en Isaías. “La
omisión puede indicar cierta demora en la ejecución del juicio de Dios, a pesar de que Juan el Bautista,
antes sugirió que la hoz estaba puesta a la raíz del árbol, una alusión clara a la cercanía del juicio (Lc.
3:7-9). El texto de Lucas implica etapas en la ejecución de la carrera de Jesús o, al menos, revela un
énfasis en la actual disponibilidad del Reino. Es un tiempo de gracia. El ministerio de Jesús ofrece una
oportunidad presente contra la contraparte de un juicio futuro (Lc. 19:41-44; 21:5-36)” (p. 39).
4. Lc. 7:28: “El punto fundamental aquí es que el período del Reino, aquel que sigue al ministerio de Juan,
es tan grande que el más pequeño que participa en él, es mayor que el más grande profeta de la era
antigua” (p. 39).
5. Lc. 10:9: El significado de la palabra traducida “acercado” (RV 60) puede ser (a) traer cerca, acercarse, ó
(b) arribar. No obstante, uno no se “aproxima sobre alguien”, pero “venir sobre alguien” es arribar donde
está. El uso del verbo en Lucas sugiere arribo (Lc. 12:35; 15:1: 18:40; 22:47; 24:15,22; Hch 21:33) “El
punto parece ser que con la venida de Jesús y la predicación del mensaje que él comisiona, el Reino ha
arribado” (p. 40). La fuerza es al menos de un futuro próximo. Conceptualmente hablando Lucas 11:20
(Mas si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a
vosotros) es paralelo. “Lo que Jesús sugiere no es que el Reino HA arribado en plenitud, sino que las
señales de sus etapas iniciales han llegado” (p. 40).
6. Lc. 10:11: (cf. Hch. 13:51) Este pasaje es significativo porque conecta un hecho pre-cruz con otro post-
cruz, con el mismo simbolismo de rechazo. El mensaje es esencialmente el mismo: el Reino de Dios ha
sido inaugurado. En esa inauguración, la liberación de Dios ha venido y el gobierno futuro de Dios ha
sido garantizado. “Sacudirse el polvo” significa que la ciudad rechazada queda separada de la bendición.
7. Lc. 10:18: Confirma el arribo de autoridad junto con el anuncio del Reino. En el judaísmo, la venido del
Mesías y la demostración de su autoridad eran vistas como el fin de Satanás (1 Enoc 55:1; Jub. 23:29; T.
Sim. 6:6; T.Jud. 25:3; As. de Moisés 10:1-3). En el NT, la derrota de Satanás frecuentemente se expresa
en relación con la cruz o el regreso de Jesús (Jn. 12:31-32; Col. 2:14-15; Ap. 12:10-12; 20:1-3). En Lc.
10:18, sin embargo, el énfasis está en los eventos en curso en el ministerio terrenal de Jesús, los cuales
derrotan a Satanás.
8. Lc. 11:20: (Se usa la misma palabra que en 10:9, y se traduce aquí “llegado” (RV 60)). El contexto
también favorece aquí “llegada”, no acercamiento. Lc. 11:21-23 presenta la imagen de uno más fuerte
que Satanás, quien le derrota y toma el botín de victoria. Esta Imagen se usa en otras partes del NT para
referirse a la primera venida de Jesús, específicamente a su muerte y resurrección (Ef. 4:7-10; Col. 2:14-
15). Además, el uso normal de fthano (“arribar”, “llegar”, aquí en Aoristo) es “arribar” (Ro. 9:31; Fil.
3:16; 1 Ts. 2:16). Por lo tanto, nuevamente se declara el arribo del Reino. “El Reino comienza a arribar,
con el ministerio de Jesús. Pero este comienzo no está completo hasta el otorgamiento de la promesa del
Padre del Espíritu en Hch. 2, un acto que inaugura el Nuevo Pacto, el cual, a su vez, halla su base en la
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El Reino de Dios
muerte de Cristo (Lc. 22:20). Así, Lc. 10-11 proclama una señal del arribo del Reino a través de la misión
de los 72. El ministerio de Jesús y el de los discípulos es una transición al arribo del Reino con su
provisión espiritual. Es una transición de anticipación al arribo. La extensión de la autoridad ya provista
es expresada en Lc. 10:22, cuando Jesús dice que toda autoridad le ha sido dada. Nada ha sido dejado
para ser recibido; lo que falta es llevar a cabo el ejercicio de esa autoridad. El Rey está aquí;
manifestaciones de su poder están ya presentes, y son compartidas con sus asociados más cercanos. Es
tiempo de responder y de entrar” (p. 42).
9. Lc. 17:21: La idea de este pasaje debe ser que el Reino está en medio de ellos o, tal vez, a su alcance. En
cualquier caso, el Reino está presente y disponible a través del ministerio de Jesús. El punto es que el
Reino ha venido porque el Rey está ante ellos. El Reino ha sido inaugurado por la primera venida de
Jesús, pero el programa culmina con su retorno en plena gloria. El que entiende el llamado de Dios, deber
arrepentirse y participar en la presencia del Reino (compare otras reprensiones a los fariseos en relación
con su incomprensión de Jesús como Rey: Lc. 7:31-35; 11:20 con 27-28; 11:29-32; 12:54-56).
10. Lc. 19:12: La recepción del Reino precede a su regreso. Lc. 19:14 muestra que algunos se oponían a su
reinado y se destaca la oposición de los judíos a la posibilidad de su gobierno presente, no a su futuro
regreso.
11. Lc. 22:20: Aquí el ambiente es de Pacto. El Pacto Nuevo (PN) se relaciona explícitamente con la muerte
de Jesús. En el AT, el cumplimiento del PN estaba relacionado con la inauguración del Reino (Jer. 31-33;
Ez. 36-37). Aquí en Lucas 22 se enfoca la cruz, de tal modo que el programa del Reino alcanza su fase
crucial con le muerte de Jesús. Esta conexión está clara no sólo en Hch. 2 con la venida del Espíritu, sino
también en 2 Co. 3 y Hch 8-10, donde se asocia el PN con la obra de Jesús. En efecto, 1 Co. 11:25 usa el
lenguaje de Lucas, y Pablo dice que se “acostumbra en todas las Iglesias”, incluyendo las
mayoritariamente gentiles, como la de Corinto. Lucas no describe exactamente en su Evangelio cómo
esta inauguración es intensificada, ya que no menciona la promesa del Espíritu. Él simplemente muestra
que el camino para la inauguración del PN está claro. Así, la mayor fase de la inauguración del Reino
está presente, teniendo su base en la muerte de Jesús. La inauguración es un proceso en el Evangelio de
Lucas, pero no se completa realmente hasta que Jesús muere y es levantado.
12. Lc. 24:47-49: Aparece el tema de la predicación a todas las naciones. Eso establece continuidad entre la
predicación apostólica y la de Juan el Bautista y Jesús (Lc. 3:10-14; 5:32; 24:47; Hch. 2:38; 11:18; 17:30;
26:30). “El punto cristológico clave en este pasaje es la referencia a Jesús como el Mesías prometido
(Cristo) del AT, claramente una función de realeza, algo que es suyo debido a su conexión con David
como simiente de David” (p. 44). Por lo tanto (a) Hallamos continuidad en la predicación del Reino por
la promesa del Espíritu Santo. Juan distingue el derramamiento de la promesa como prerrogativa del
Mesías (Lc. 3:15-18; 24:49); (b) El Reino está presente, al menos en cierta forma. Hechos 1 sugiere que
aun es esperado por los discípulos en cierta forma relacionada con Israel. El cuándo es lo que no les es
dado conocer. Pero la ascensión (Hch. 1:11) contiene la promesa de regreso. Por lo tanto, estamos frente
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El Reino de Dios
a la paradoja del “Ya pero todavía no” o “Invisible pero Visible”, “Presente, pero no completamente”,
etc.
Bock resume este estudio de pasajes de la siguiente forma: “El Reino es una manifestación poderosa de la
actividad de Dios en el mundo, pero la visibilidad del Rey difiere en los dos períodos. Luego, el enfoque
primario del Reino en el presente es la autoridad de Jesús de salvar, especialmente como es mostrado en la
obra de transformación. La comunidad del Reino en la era presente es la Iglesia, donde debe manifestarse la
transformación. La Iglesia sirve en el mundo como una institución distinta y debe ser luz para todos, una luz
que es manifestada a través de ella por el Espíritu (Hch 23:49). Esta forma presente del Reino de Dios es la
Iglesia existente entre otros Reinos de la tierra... En el futuro, tal gobierno será manifestado a través de un
Jesús presente y visible, quien reinará con plena justicia y rectitud en un Reino sobre todos los demás. En la
era por venir, el Reino absorberá a los otros Reinos y completará las promesas hechas a Israel” (p. 46-47).
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El Reino de Dios
del PD, así como la alusión de Joel destaca el cumplimiento del PN. Este pasaje de Hch. 2, más Lc. 1:90-
79, muestra que el NT entiende el Reino actual de Jesús como el del rey davídico prometido.
Conclusiones
El “Reinado de Dios” podemos entenderlo a través de los siguientes conceptos: (1) Dios reina, a
pesar de que la gente no lo reconozca o pretenda que no sea así (vea el Sal 2). Pero gobierna de manera
especial entre los Suyos, los que creen en Él y lo reciben como rey de sus vidas. (2) En el reinado de Dios, el
fin último del Señor es establecer Su presencia en medio de los suyos. Dios desea que las cosas sean
nuevamente como en Edén. Por eso, desde que la primera pareja fue sacada del huerto, Dios comenzó con
diferentes iniciativas para llamar a la gente a volverse a Él y así establecer Su presencia con ellos. La última
iniciativa que el mundo ha visto es la venida del propio Hijo de Dios (Jn 1:14-18). Una nueva dimensión del
Reino de Dios comenzó desde ese momento. (3) Al final de los tiempos, el Reino será establecido plenamente
en toda la tierra. Es lo que llamamos el reino Mesiánico en su plenitud. Pero en el presente, el Reino está
entre nosotros en forma de “preludio”. (4) Un “preludio” asegura un final mayor, pero eso no significa que el
“preludio” en sí sea insignificante. Hay que recordar que cuando Dios viene a estar con los suyos, no es un
simple espectador, Él reina. Por eso podemos decir que Presencia de Dios es el Reino de Dios en el presente.
(5) Finalmente, el Reino no es sólo un “preludio” y una “consumación final”. Es un proceso desde la
inauguración hasta la plenitud, en etapas de cumplimiento; desde el nacimiento de la Iglesia hasta ser
presentada como la novia vestida de blanco para el encuentro con el novio cuando regrese.
No quisiera terminar este artículo sin mencionar un aspecto de la teología del Reino de Dios que
recibe notablemente menos atención, tanto en la teología liberal como conservadora. Me refiero a las
implicaciones carismáticas de la presencia del Reino. El Dr. Derek Morphew explica la presencia del Reino
diciendo que el Reino estaba “vestido” de misterio. Jesús explicó algunos misterios, pero otros no resultan tan
obvios. Para entenderlos se requiere algo especial (fe). Indica que se puede resumir lo que el NT dice sobre el
Reino por medio de las siguientes cuatro sentencias: (1) El Reino vendrá; (2) El Reino ha venido; (3) El
Reino está viniendo inmediatamente; (4) El Reino será demorado. Parecen aseveraciones contradictorias,
pero es precisamente el misterio que lo envuelve. La confusión se torna peor cuando se favorece alguna de las
afirmaciones en menoscabo de las otras (resumido de D. Morphew, Breakthrough, Discovering the
Kingdom, p. 49-50). El punto es que este autor, carismático no dispensacionalista, concuerda
fundamentalmente con las propuestas evangélicas conservadoras de las últimas décadas, como vimos. El
entendimiento del misterio del Reino en su “ya pero todavía no”, es ya un punto de encuentro teológico, en
mi opinión, pero Morphew muestra además cómo incluir la perspectiva carismática. Así como los estudios
sobre el Reino de Dios han permitido concluir acerca de las implicaciones prácticas para la vida de la Iglesia,
tanto en sus dimensiones éticas, sociales y políticas, de igual manera nos invita a desarrollar una teología
seria sobre el ministerio del Espíritu Santo como testigo de Cristo por medio de los creyentes. Si el Señor
Jesús puso tanto énfasis en que esperaran la Promesa del Padre para que recibieran el poder para realizar la
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El Reino de Dios
Misión (Hch. 1:4-8), ese debiera ser también nuestro énfasis en el “ya” del Reino. No se trata de “incluir la
perspectiva carismática”, como si se tratara del “invitado de piedra” o el “hermano pobre” de la familia. Por
el contrario, si soslayamos la actividad poderosa del Espíritu Santo, no hemos percibido el enfoque central de
la inauguración del Pacto Nuevo, ni contamos con el poder sobrenatural indispensable para realizar la tarea
que el Señor nos comisionó.
Notas Finales
1. El Reino creó a la Iglesia
a) Jesús predicaba el advenimiento del Reino, y el centro de esa predicación era que creyeran en Él
como Hijo de Dios que venía a guiarlos al Padre, y que daría la vida por nuestros pecados: En Lc 15
enseñó tres parábolas sobre cosas perdidas que parecen insignificantes para las personas, pero no para
Dios. Él las viene a buscar (Lc 19:10).
b) Mt 18:15-20. En este pasaje Jesús enseñaba sobre una de las características del Reino, el perdón de
Dios y el perdón y corrección entre hermanos. Entonces, apareció el término Iglesia y les habla del
poder que hay en ella, porque los creyentes reunidos en armonía son los representantes del Reino.
c) El Reino creó a la Iglesia: No es la Iglesia la que inventó al Reino. Pero los que entran al Reino,
automáticamente entran a la Iglesia. No se puede pertenecer al Reino y no a la Iglesia en esta época.
No se puede desechar a la Iglesia sin desechar el Reino. El evangelio que predica la Iglesia es el
evangelio del Reino, por medio del cual el Reino se establece en el presente. Dondequiera que el
Reino penetra en la sociedad, establece la estructura de la Iglesia. Por lo tanto, el resultado de las
relaciones en la Iglesia debe procurar contener, expresar y transmitir la presencia del Reino.
d) Algunas veces la estructura que la Iglesia visible establece, impide y resiste al poder del Reino. Una
buena ilustración es la de un caracol y su caparazón: La secreción del caracol produce su propia
concha, donde después habita. Pero en el mar hay muchas conchas vacías, sin vida. La historia de la
Iglesia ha visto la intervención de Dios estableciendo Su Reino y han surgido caparazones
apropiadas. Pero también la historia está plagada de caparazones vacíos, donde permanece la
estructura pero la vida desaparece. El interés en el caparazón, la concha, debe ser funcional, pues lo
importante es el caracol. La estructura es santa mientras el caracol (el Reino) esté en su interior. De lo
contrario, pierde su razón de ser.
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El Reino de Dios
Al recibir el evangelio, el Mesías derrama la promesa del Espíritu para comisionarnos a predicar ese
evangelio del Reino con poder, acompañado de señales y prodigios.
b) A la Iglesia se le confiaron ciertos poderes y prerrogativas: Las Llaves y la autoridad de atar y desatar
(Mt 16.19; 18.18). Equivale a los “derechos de representación”, “llaves” de proclamación y
revelación; el poder de la excomunión y reconciliación; impartición de paz o juicio.
c) En la vida de la Iglesia se debe ver la presencia del Reino: La Iglesia vive en dos épocas.
Experimenta la era por venir, y vive esa experiencia en la era presente. Por lo tanto, La Iglesia debe
ser el testimonio en la época actual de la calidad de vida (gozo, armonía, salud, prosperidad) del
Reino futuro. Es decir, el mundo debe mirar a la Iglesia y ver ahora algo del futuro eterno de Dios.
Por eso Jesús dijo que teníamos que ser perfectos como nuestro Padre. No nos pide eso para llegar a
Él (nadie podría). La justificación es por la fe sola. Pero después, Dios toma muy en cuenta nuestra
vida. Cuando la gente ve el amor entre los discípulos, debe percibir cómo serán las relaciones en la
eternidad. El señorío de los discípulos debe reflejar la plenitud de armonía y perfección de la era por
venir, donde permanecerán la fe, la esperanza y el amor (1 Co. 13:8-13). En otras palabras, la gente
verá una Iglesia poderosa, transparente, honesta. Seguro no verá un 100% del Reino, pero debe poder
ver la fe, la esperanza y el amor que continuarán en la eternidad.
Jesús no predicó que nos esforzáramos para mostrar las cosas anteriores. No se puede por fuerza humana.
Habló de tomar en serio nuestro llamado, nuestro rango de hijos y las posibilidades de Dios a través de la fe.
Habló de crecer en la práctica de la intimidad con Él para que Él mismo manifieste Su Reino en y a través de
nosotros.
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