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3412635, que no ses tia ejercien: temente un considerable relanzamiento. riedad de puntos de vista ex ONY GIDDINS NATHAN TURNER han sel facado grupo de mull —J. C, Alexander, G. C. Homans, H. Joas, R. Mitach, J.C, [16am 1.J. Cohen, I. Wallerstein, R. Miliband, A. Honneth y ‘I, ?, Wilsit proporcionando, asi, un foro en el que algunos de sus reproNeiiailal ir sus ideas. Fl objeto de ove INEM ‘0 de los cambios que se han produce si como una completa panorémten de TAN Ile to mas destacadas en LA TEORIA SOCIAL Inds destacados puedan exp ofrecer un exame las dos ditimas d dencias de pi Hoy. Alianza Editorial 1508 BhPOM ot i | | Jonathan Turner y otros IE micelur mee rime Alianza Universidad CISDER Be main mnie tlre 25 0 ‘helo original Sect They ade Primer eicin en «Alianza Universdsls: 190 “Terceea eimpeesiGn en «Alianza Universidad: 2001 HM BH Gable EL (216624) [Reserv tod los detechos, El contenido de eet bea est proto por la Ley, que establece penas de prisin y/o moleas, ademés de las ‘cotrspoacicntes indmniacioncs por dios y pezuicios, pare quienes reprodojeren,plaginten, diselbayeren 0 comunicrrenpiblicamente en tecis0 en parce, une obra lier, artistes o cinta, 91 eansoe- rmacidn,intepreacion ¢ ejeacin arcstica jada en cualquier eipo de soporte comunicada a tavés de cualquier medio, sin le preceptive ‘ston. CCopyrighe © Policy Press, 1987 Ed ease: Alianza Bdicoial,S. A., Madd, 1990, 1998, 2000, 2001 Calle Joss Tgncio Len de Tena 15; 29027 Mads tle 91 393 8838 ISHN: H-206-2655-% Depésio legit: M, 27.985-200 Fosncomposciin: BCA, S. JImpreso en Aras, 8. Li Zarzule, 6. Fuenabrada (Madi) Printed i Spain INDICE Introdueci6n, por Anthony Giddens y Jonathan H. Turner. La eentralidad de los clisicos, por Jeffrey C. Alexander... El conductismo y después del conduetismo, por George C. ‘Homans. Interaccionismo simb6lico, por Hans Joas.. “Teoria parsoniana actual: en busca de una nueva sintesis, por Richard Minch. “Yeorizar analitice, por Jonathan H. ‘Turner El] estructuralismo, el po See y la produecién de la cultura, por Anthony Giddens. Etnomerodologia, por John C, Heritage.. ‘Teoria de fa estructuracién y Praxis social, por Ira J. Cohen Anilisis de los sistemas mundiales, por Immanvel Wallers- tein. 2 81 112 155 205 254 290 351 398 4 Anilisis de clases, por Ralph Miliband ... "Teoria critica, por Axel Honneth.. La sociologia y el Indice analitico 1a worla socal, hoy método matemético, por Thomas P. Wil- Ans. rey 489 515 INTRODUCCI Anthony Giddens y Jonathan H. Turner Eate libro afrece una gui sistemétiea de las tradiciones y cen dencias mis importantes en, historia social. No consideramos que la tcoria social éea propiedad de una disciplina concrete, pues las cues tiones relativas 4 Ia vida social y_a los productos culturales de la aecién social se extienden a todas las disciplinas cientificas y huma- nisticas, Entre oteos problemas, los tesricos de la sociedad abordan Jos siguientes temas: el status de las eiencias sociales, especialmente gu tlc a ge de as cioncis natures a nara de lt yes y generalizaciones que pueden establecerse; la interpretacién de Ia agencis humana y el modo de dlstingurla de los objetos y acontecimientos naturales; y el caricter o forma de las instituciones hhumanas, Naturalmente, un bosquejo tan escueto encubre multitid de problemas y temas mis espectficos; toda definicion de la teoria social esta abocada a suscitar controversias. Por tanto, el lector que busque un consenso acerce de las metas de la teoria social se sentiré decepcionado, Pues esta falta de consenso, como implican muchas de las contribuciones a este libro, puede ser inherente a la naturaleza de la ciencia social, En tiltimo extremo, la cuestidn de si puede haber tun mareo unificado para la teoria social, o siquiera un acuerdo sobre sus intereses basicos, esté ella misma sujem a discusién, ‘Uno de los motivos que nos han llevado a publicar este volumen es que cada vez somos mis conscientes de los importantes cambios que se han venido produciendo en la teoria social en aitos recientes, 9 0 El anilisis teérico en las ciencias sociales siempre ha sido una em- presa diversificads, pero en un determinado momento posterior 2 la IT Guerra Mundial cierto conjunto de puntos de vista tendieron a prevalecer sobre el resto, imponiendo cierto grado de accptacion general. Estas puntos de vista generalmence estaban influidos por el empirismo ligico-filosofico. Diversos autores a los que suele asociar~ se con esta perspectiva desarrollaron determinadas interpretaciones del cardene de fa lenin que, a pesur dela imprecision de cee ot jueta, tenian algunos elementos comunes: todos ellos sospechaban je la m ir con nitidez. qué era lo que habia que « sn en [a verificabilidad de los con- ceptos y y de corte Fiptcicondci iro. ier Formaba parte esencial de esta perspectiva la idea de lo que Neu- rath denominaba scenciaunficadae; de acuerdo.con dicha idea, no hhabia diferencias l6gicas fundamentales entre las cicncias naturales y las ciencias sociales. Este punto de vista contribuy6 a fomentar cierea falta de disposicidn a observar de forma directa la l6gica de las pro- pias ciencias sociales. Pues si Ja ciencia en general se guia por un Unico cuerpo de principios, los cientifieos sociales no tienen mis que examinar los fundamentos légicos de la ciencia natural para explicar Ja naturaleza de su propia empresa. Considerindolo asi, no es sor- ptendente que muchos de quienes trabajaban en las ciencias sociales adoptaran acricamente la Hlosfis del cenin narra relctonada con el empirismo Iégico para clarficar sus propias tarcas. Por lo general, el empirismo légico no era considerado una particular filo- sofia de Ia ciencia con hipétesis potencialmente cuestionables, sino 3a modo incontroveibe de In ciencia, Las euestonesrelativa a la cinterpreracins se reprimieron en dos aspectos. Por un lado, la Se alate ae al es oe sin sentido fundamental, pues se sponta que su objetivo primordial rule formulacion de leyes o-sicemas-de leyer: por otro el signif- cado de las teorias y conceptos se consideraba directamente vincu~ lado_a las observaciones empiricas. Desde este punto de vista las ciencias sociales eran esencialmente no interpretativas, incluso aunque su objeto gire en corno a procesos interpretativos de Ia cultura y la comunicacién. En consecvencia, la nacién de Versteben —comprensin del significado— recibio'escasa ateneiOn, tanto por parte de autores que escribian con una inspiracién claramente filosdfica como parte de la mayoria de los ciemtifivos. sociales. En los casos en que se consideraba relevante el: Verstehen, slo lo era en la medida en que se utilizaba para. generar teorias 0 hipétesis contcastables. La comprensin empética de los puntos de vista. semtimientos de los cemés, se pensaba, puede ayudar al | | Insrodussiin un obsecvador socioligico a explicar sus conductas, pero estas explica- ciones siempre tenian que formularse en téminds «operacionales», ‘al menos en xérminos de descripeiones de rasgos observables de conductas contrastables. EL Verstehen se entendia simplemente coma un fenémeno «psicolégica» que depende de una compren- sia neceiriamenteintutia y no fable de In concienis de los Sin embargo, a lo largo de las slkimas dos décadas ha tenido lugar un exmbio espectacular” Deatco de la fosotia de Ia lenea natural, el dominio del empirismo I6gico ha declinado ante los ataques de eseritores tales como Kuhn, Toulmin, Lakatos y Hesse. En su lugar ha surgido una «nveva flosofia de la ciencia» que desecha muchos supuestas de los puntos de vista precedentes. Resumiendo decidida- mente esta nucya concepcidn, en ella se rechaza la idea de que puede haber observaciones tedricamente neutrales; ya no se eanonizan como ideal supremo de la investigaciGn cientifica los sistemas de pas nectadas de forma deductiva: peta lo més importante es que fa cien- cia se considera una empresa interpretativa, de modo que los pro- Lelemas de significado, comunicacién y wraduecién adanieren una re- levancia inmediata para las teorias eienificas. Estos desarrollos de la filosofia de la ciencia natural han influido inevitablemente en el pen- samiento de la ciencia social, al tiempo que han acentuado cl cre- ciente deseneanto respecto a las teorias dominantes en la «corriente ncipal» de Ia ciencia social. El resultado de tales cambios ha sido la proliferacién de enfoques del pensamiento twérico, Tradiciones de pensamiento anteriormente ignoradas 0 mal conocidas han adquirido mucha mayor importancia: Ii fenomenologia, en particular Ia relacionada con los eseritos de ‘Alfred Schutz; la’ hermenéutiea, tal como se ha desarrollado en la ara de autores como Gadamer y Ricoeur y I eri tity repre- sentala tecientemente por las obras de Habermas. Adem, se han el eesGu eigenen renifedlc arharés ediciones pans samiento anteriores, como el interaccionisme simbolico en los Esta dos Unidos y el estrcturalismo o post-estructuralismo en Europa. A estas hay que afiadir tipos de pensamiento de desarrollo més re- ciente, entre los que se exeatan fa ernomerodologts, la teorf de la estructuracién y la «teoria de Ia praxis», relacionada, sobre todo, con Bordicu. Aunque esta diversidad de tadiciones y escuelas de p: sarsiento surgicla en la teoria social parezca asombrosa, sigue habien do algo semejante a una «corriente principals, aunque ya no sea tan pujante, El fancionalismo estructural parsoniano, por ejemplo, con- Entia ejereiendo un poderoso atractivo y, de hecho, ha recibido re- cientemeute un considerable relanzamiento en los escritos de Luh- mann, Miinch, Alexander, Hayes y otros. Vemos, pues, que la teoria 2 ‘La wora social, hoy social ha llegado a comprender una gama de enfoques variada y, con frecuencia, confusa. Hian sido diversas (as respuestas a esta variedad de enfoques. En um extremo, para muchos de quienes estin fundamentalmence inte- resados en Is investigaein empirica, el espectro de escuelas y tradi- clones en dispute representa uma confizmacion de Jo que iempre hablan credo: los debates te6ricos son de exeso inter 0 relevancia para los que realizan un trabajo empirico. Si los tebricos sociales no eden ponerse de acuerdo entre sf acerea de las cuestiones mis sicas, gqué relevancia pueden tener las euestiones referentes a la teoria social para quienes se ocupan sobre todo de a investigacién empirica? En consecuencia, se ha originado una divisién bastante considerable entre «investigadores>, que a menudo contingan con- siderindose del uso def lenguaje en el contento de la vida social puede muy bien considerarse relevante con respeeto a cuestiones que tienen tun amplio aleance en. la teoria social. Em segundo lugar, se han destacado a lo largo de las tltimas déeadas ciertas Iineas’ de desarrollo comunes compartidas por. un amplioconjunto de enfoquestesccos, a exstido J preocupicisn, sagamos por caso, por Feconceptualizar la naturaleza de la accion. Ei efecto, numerosor enfoques fan uostrado tal inclinacin a con centrarse en esta cuestion que en cierto momento parecia que una oleada de subjetivismo estaba a punto de ancgar las ciencias sociales Sin embargo, ahora podemos ver que una reelaboracion de cuestio nies relativas a la aveién humana no tiene necesariamence que levar- tnos.a enfatizar de forma exagerada la subjetividad, sino que, al con trario, puede vinculae una elaborada «teoria del sujeto> a andlisis de tipo mas «institucional», En tercer lugar, seria dificil negar que ha existido algtin tipo de progeeso en ls resolucidn de cuestiones que previamente pareeian inabordables o no se analizaban de forma directa. Asi, durante largo tiempo existié una division enere los métodos naturalists y aquellos que destzeaban la importaneia del Versteben, no obstante el predo- tminio. que los primeros teaian sobre estos iltimos. Como conse- cuencia de desarrollos convergentes en-un conjunto de tradiciones ide pensamiemto, se ba evidenciado que la division entre Evkliven (0 explicaci6n en faneién de leyes causales) y Versteher respondia 2 un planisamiento erréneo. El Versteben no es primariamente, como sub- rayan los empiristas I6gicos, una cuestin «psicoldgica»; antes bien, cl Versteben forma parte constivutiva de todas ls cuestiones relativas a la interpretacién del significado, y esté implicado en todas ellas Fn la literatura reciente estas cuestiones se han investigado con am- plitud, tanto en el ambito de ls ciencia natural como envel de Iz Ciencia social; como eonsecuencia, se han clarificado de forma defi- nitiva problemas que antes eran bastante oscuros. En este libro hemos tratado de abarear una gran variedad de planteamientos, aunque no se han podido evitar algunas omisiones. No obstante, creemos que el presente volumen trata més 0 menos sistemétieamente la mayorfa de las tradiciones influyentes de la 1e0- tia social actual, En una breve introduccion seria imposible analizar con deralle los puntos fuertes 0 las debilidades de todos los enfo- ques. En lugar de esto, seiialaremos algunos de los temas y preten- 4 La eorla social, hoy siones mas destacados de varios autores para dar una idea de la siyersidadsyvitilidad desde wortamncile: a eCuall es la naturaleza de la cier social? La prictica totalidad de los capfeulos que siguen abordan esta cuestin. Como s¢ pondri de manifiesto, hay un exendido esa cuerdo acerea de qué clase de ciencia, si es que lo es, es y puede ser la ciencia social. El examen de «El conductismo y después del con- ductismo», de George Homans, el enfoque de Jonathan Turner en «Teorizar ‘analitico» y, siquiera de forma implicta, el andlisis de «Teoria parsoniana actuals, de Richard Minch, defienden en un sen- tido u otro el «positivismo Iégico». Como Homans ha mantenido clocuente y vigorosamente durante mis de dos décadas, la sociologia puede ser una ciencia comprometida con Ia elaboracion de «leyes de subsunci6n y sistemas axiomaticos deductivos. ‘Turner comparte esta vision dela sociloga como conjunto de leyes de subsuncén>, pero rechaza Ja posibilidad de que exi ‘eorla verdaderamente axiomitica, En lugar de esto, la sociologia deberia elaborar leyes abstractas y usarlas en. esquemas dediuctivos laxos. Ademés, en la concepcién de Turner es necesario complementar las leyes abstractas con modelos analiticas que especifiquen de forma detallada los pro- «esos causales que conectan las variables de una ley abstracza. Miinch sostiene que la teoria de la accién parsoniana puede usarse para ge~ nerar un «marco general de referencia» capaz. de organizar una Vie ricdad de enfoques te6ticos y_ metodologicos. Desde el punto de vista de 1a metodologia, Minch considera que los tipos ideales, la ‘logis as hipduesis nomologicas y Jos modelos construcivisas pueden ser entendidos y- qui: jos catre sf dentro de un marco de referencia relativo a un tipo de accin mas general. De modo similar, el mareo de referencia de la acccion puede servir para ordenar modos diferentes dle explicar los fenémenos: teleandmicos, causal, sormatiyos y racionaes: Asl, Minch propugna el cismo, pero un eelecticismo que, segiin parece, esti comprometida con tuna vision positivista de ls sovioigias se tata de generar y contrastar tcorfas dle forma sistematica. Por oto lado, tenemos una serie de argumentos que, en su ma- yor partes gin en torn al sypuesto de que el objet dela enc Social impide adoptar una orientacidn ipica de la ciencia natural. Pero incluso aqui se mantiene una cierta-ambivalencia. Por ejemplo, destaca a este respecto la revisién que lleva a cabo Hans Joas de las raices pragmiticas del interaccionismo y de la elaboracién del inte= raccionismo por parte de la «Escuela de Chicago». Por un ladoy ls . | | lotroduceiin 13 nturaleza pragmética, situacional y construida de la interacci6n (y, por tanto, de la organization social hatia imposibes las eleyes» y sgeneralizaciones» atemporales del positivismo. Por otra parte, sin embargo, muchos intecaccionistas —entte los que quizé podriamos contar al propio Mead— han tratado de descubrir las propiedades Sasa dl Interaccn y de desrolar lees universes acca de su forma de opera. Ten su licide andlisis de Garfinkel y la emometodelogia, John Heritage procura evitar la cuestién de In «ciencia» en Ia ciencia so- cial, Pues si la accién es indéxiea, contextual y reflexiva, zpuede la etnomerodologis desarrollar leyes y generalizaciones acerca de lla? La etnometodologia no respond a esa pregunta de forma undnime; ys en efecto, los autores relacionados con dicha corriente no se ocu= pan de esas materias tan explicitamente como la mayor‘a de los que trabajan en otras tradiciones. Los etnometodslogos, por lo general, son partidatios de describir en detalle los procesos empiricos, dejan- doa un lado aquello que, en aparicncia, constituiria la sexplicaciéans y también evitan la cuestion de la ecientificidad» de ls descripciones, Mucho menos ambivalentes zespecto a a eveston de si puede haber o no tuna cieneia natural de fa sociedad son Lhomas Wilson, Ira Cohen, Jeffrey Alexander y Anthony Giddens. Con diferencias entre ellos, todos estos autores mantienen que Ja ciencia social es fundamentalmente diferente de la ciencia natural. Alexander no re- chaza de plano la idea de que puedan descubrirse leyes de la vida social, pero afirma categdricamente que nunca pode alcanvarse un consenso acerca de ests leyes, ¥ que la naturaleza de los datos de ln ciencia natural no puede nunca conferiles earécter definitivo. El anilisis social, sostiene, siempre conllevars discursos y debates acer- ca de los supuestos de las teorias y de la relevancia de los datos para contrastar estas teorias, Wilson formula un argumento ontoldgico todavia més fuerte. Dado que la ciencia social tiene que tratar de las emociones, prop6- sitos, actitudes y disposiciones subjetivas de los actores, los enun- ciades te6ricos y empiricos serin Por tanto, para responder a las preguntas que conciernen a a+ relacidn entre Ia ciencia social y los elisicos debemos considerar cual es exactamente la naturaleza de la ciencia social empitica y qué re lacién guarda con jas eiencias naturales. Debemos considerat asi mis- mo que significa analizar los clisicos, y qué relacién puede tener esta actividad, supuestamente hist6rica, con los intereses del conocimien- 1 centio consemporsnco, ‘Pero antes de continuar con estas evestiones quiero proponer una definicion clara de lo que es un clisico, Los cls cos 502 pro~ ductos de la investigacioa. a los que se les concede un rango privi- legiaco frente a las investigaciones contemporneas del mismo cam- po. El concepto de rango privilegiado signifies que los cientificos Contemporancos dedicados a esa disciplina ereen que entendiendo dichas Obras anteriores pueden aprender de su campo de investiga ‘cin tanto como puedan aprender de la obra de sus propivs eu: temporincos. La atribucién de scmejante rango privilegiado implica, ademas, que en el trabajo cotidiano del cientifico medio esta distin- ‘in se concede sin demostracién previa; se da por supuesto que, en calidad de clic, tal obra exableve crtrioe fundamentals en ae ‘campo particular. Es por raz6n de esta posicidn privilegiada por lo ue ls exegesis y reinerpretacign de los eisicos dentro o fuera de tun contexto histérico— llega a constituir corrientes destacadas en varias disciplinas, pues lo que se considera el «verdadero significado de uns obra clisica tione una amplia influencia. Los tedlogos occi« dentales han tomado la Biblia como texto clésico, como Jo han he- cho quienes ejercen las disciplinas religiosas judeo-cristianas. Para los estudiosos de la literatura inglesa, Shakespeare es indudablemente el autor cuya obra encarna los e&nones de su campo. Durante qui nientos afios, a Platon y Acistoteles se les otorg6 el rango de clisicos de la teoria politica, La critica empirista a la centralidad de los clisicos Las razones por las que la ciencia social rechaza Ia centralidad de Jos elésicos son evidentes, Tal como he definido el témino, en las cienelas naturales no existen en la actualidad sclésicosr, White- head (1974, p. 115), sin duca uno de fos mas sutiles flbsofos de la de este siglo, escribid que «una clencia que vacila en olvidar a La teoria soca, hoy a sus fundadores esti perdida». Esta afirmacién parece innegable- ‘mente cierta, al menos en la medida en que ciencia se toma en sa sentido anglo-americano, como equivalente de Naturwissenschaft. Un historiador de la ciencia observ que «cualquier estudiante univer- sitario de primer aio sabe mis fisica que Galileo, a quien corres- onde en mayor grado el honor de haber fundado la ciencia moder- faa, y mAs también de la que sabia Newton, la mente mas poderosa dde todas cuatas se han aplicado al estudio de la naturaleza» (Gi- Tlispie: 1960, p. 8). EL hecho es innegable. El problema es: cqué significa este hecho? Para los partidarios de la eendencia postvista, significa que, 4 largo plazo, también la ciencia social deberd prescindir de los clasicos; a corto plazo, tendré que limitar muy estrictamente la atenciéa que se les peste, Solo hubré de recuse ¢ ellos en busea de informacién empitica, La exégesis y ef comentario —que son earacteristicas Tintivas de este satus privilegiado-— no tenen lugar en lat cienelas sociales. Estas conclusiones se basan en dos supuestos. El primero 8 que ls auscncia de textos clasicos en Ia ciencia nanural indica el stants puramente empitico de estas; el segundo es que la ciencin natural y-Ja ciencia social sou bisicunente idénticas. Mas adelante sostendré que ninguno de estos supuestos es cierto. Pero antes de hacerlo examinaré de forma més sistematica el argumento empirista ingpirado en ellos. En un influyente ensayo que se publicd por vez primera hace cuarenta atios, Merton (1947, reimpreso en 1967, pp. 1-38) criticaba Jo que llamaba, la mezela de historia y sistemética de le tcoria socio lgica. Sw modelo de teoria sistematica eran las ciencias aaturales, y consist, segin parece, en codificar el conocimiento empirico y cons- truir leyes de subsuncién. La teoria cientifica es sistemitica porque contrasta leyes de subsuncién mediante procedimientos experimen tales, acumiando continuamente de esta forma conocimicnta ver dadcro. En la medida en que se-dé esta acumulacién no hay necesi- dad de textos clisicos. «La prucba més couyincente de! conocimien- to verdaderamente acumulativos, afirma Merton, «es que inteligen- cigs del mont6n pueden resolver hoy problemas que, tiempo atris, grandes jnteligencias no podian siquiera comenzar a resolvers. En una yerdadeta ciencia, por tanto, va conmemoracién de los que en él pasado hicieron grandes aportaciones esté esencialménte reservada a la historia de In diseiplinay (Merton: 1967, pp. 27-8). La investi gacién sobre figuras anteriores es una actividad que nada tiene que Ver convel trabajo cientifico. ‘Tal investigaeién es tarea de historia- dores, no de cientificos sociales. Merton contrasta vividamente ests distincién radical entre ciencia ¢ historia con la situacioa que reina en las humanidades, donde «en contraste manifiesto, toda obra cli- La cearldad de Jos eiscos 2 sica todo poema, drama, novela, ensayo u obra histériea— suele seguir formando parte de la experiencia de generaciones subsiguien- re (p. 28), c ; “Aungue Merton reconoce que los sociélogos aestin cn una si= ‘uaciGn intermedia entre los fisicos y bidlogos y los humanistas», recomienda con toda clavidad un mayor acercamiento a las eiencias naturales. Invoca la confiada afirmacién de Weber de que «en la ciencia, todos nosotros sabemos que nuestros logros quedarin anti- suados en diez, veinte, cincueata aos», y su insistencia en que «toda contibucin] iene invita a que se a “supers” y dee atcuaday (Merton: 1967a, pp. 28-9). Que cincventa afios despues de la muer de Weber i sus tearias sociolégieas ni sus afirmaciones sobre le siencia hayan sido en realidad superadas es una ironia que Merton parece pasar por alto; al contrario, insiste en que si bien es posible que Is sociologia ocupe de hecho wna situacién intermedia entre las Biencias y las humanidades, esta situacién no debe considerarse nor- mativa, «Los intentos de mantener una posici6n intermedia entre orientaciones humanistas y cientificas suelen tener como resultado la fusioa de la sistematica de la teoria sociolégica con su historian, tina mezela que, para Metious, equivale a hacer imposible la acurmu= lacion de conocimiento empirico. Desde el punto de vista de Mer ton, el problema es que los sociélogos estin sometidos a presiones ‘opuestas, una posicion estructural que suele producir una desviaci6n de las lineas de conducta legitimas. La mayoria de los socidlogos sucumben a estas presiones y desacrollan Iineas de conducta desvia das. «Oscilans entre la ciencia social y las humanidades; solo unos pocos pueden «adaptarse a estas presiones desarrollando una linea de conducta enveramente cientifica» (Merton: 1967a, p. 29). Fe esta desviacién (el téemino es mio, no de Merton) de la inex de conducta cientifiea Jo que produce lo que Merton denomina «ten- denciss intelectualmente degencrativase, tendencias que mezclan la verte sistamdtea cox I historia Bl imenco de eaborar lo que jodcia llamarse «sistemitica hist6rica» es degenerativo porque pri- Filega —precisamente en el sentido que he definido un «clasicom— las obras auterioces. Encontramos «reverencia» por «ilustres antece- sores» yun énfasis en la wexégesis» (1967, p. 30). Pero lo peor cs que se da preferencia a la wera ahvoriginalidads, ya que quella es importante para comprender el significado de obras ante- riores, con frecuencia, dificiles. Merton no earacteriza como inter- preracion la investigacion erudita de los textos elésicos. Hacerlo si- pondrfa, pienso, que tal investigacién contiene un elemento tedrioo creativor (en oposicion a «degencrativo») en el sentido cient contemporineo, La «generatividad» contradirta esa accitud servi ha- cia obras anteriores que Merton erce inherente 2 la investigacién 2% 1a teria socal hoy ss pues piensa que en estas actitudes se da una sreverencia acriticas y no simple revereacia "La interpreta- cién y creatividad que implica contradirian también la epistemologta mecanicista en que se basan sus argumentos. Para Merton, lo tinico que-hace la sistemitica hist6rica es ofrecer a los contemporéneos espejos en los que se reflcjan los textos anteriores, Bstos son «rest- menes criticos», «mero comentario», «exégesis totalmente estériless, perat en la ciencia social. Sin embargo, en ver de estancarse en esta Situaci6n, lo que hay que hacer es convertir los nuevos textos elisi- cos en simples fuentes de datos y/o teorias no constrastadas, es de ci, hacer de ellos vehieulos se ultesiot acunulacién. Debemos trac tarlos como fuentes de sinformacién todavia no recuperaday que puede ser Debe ditinguiseljentemente ese spo de scitud inca Jos store liso tan srl ydegeaanc vl somplea js a: im eperenes ete hae ca cial tim csr ti Me Y del avws prvleiado que corresponde x lox plo aul Mb felis sovenid gos 1967, p. 30) de le deference Painter is deferens define | ica continua y la reconrrucion congutven ls autres coca de lz sees hrc seni dene epee nf us siegan la relevaneia del invesugniGn Ge lor lisicos en I iencla sil pos pres ‘est estar iverptcions a una ius anemia, ere, a Laconia de low iieos 7 la posicién social de sus partidarios, la cambiante organizaciGn social dein sociologia, las, tansformaciotcs que sulcn las ideas con 0 difusion, + sus relaciones con la estructura social y cultural del en- torno» (p. 35). Es el entorno de las ideas y no las propias ideas lo tue debe estudiar un buen historidor del ciencia socal. Se supone uc los objetivos del historisdor son tan plenamente empfricos como ‘be del socidlogo, quien estudia los misiios textos con el fin de obtener conocimiento acumulativo. Por consiguiente, el hecho de que Merion rechace la fusién de ciencia e historia no se debe famente a su exigencia de una sociologia empirica, sino tambil su exigencia de una historia cienttica, e ‘He mencionado antes dos supuestos de los que depende la critica cmpirista a la centralidad de los clasicos. Fl primero es que la au- sencia de clisicos en la ciencia natural se deriva de su naturaleza cmpirica y acurmulativa; el segundo es que las ciencias naturales y las ciencias sociales son bésicamente idénticas a estos efectos. En el ensayo en que Merton (1967a) se manifiesta en contra de la fusién de historia y sistematica, la concepeidn empirista de la ciencia naiu- ral e5 un supuesto innato que se avepta tacitamente, Su idea de la Gencia natural es puramente progreciva. Bn vez. de aplicar un trata- miento relativista © historico a los textos cientificos anteriores (tra~ tamicnto que, de acuerdo con el espirita de la sensiiliiad post-kuh~ niana, subrayaria el poder formativo de los paradigmas supracienti- ficos culturales c inteleetuales), Merton considera esas obras como una serie de «anticipaciones», «prefiguraciones» y «predescubrimien- tos» de los conocimientos actuales ({967a, pp. 8-7). Sabemos ade~ nas, gracias a sus. protocolos sistematicos para Ia sociologia de la Ciencia, que esta impresién no es erronea. Para Merton, los compro- imisos disciplinarios y metodolégicos son los vnicos factores no em piricos que afectan al trahajo cientifico, y no cree que ninguno de tstos pueda influir de forma directa en el conocimiento cientifico del mundo objetivo. Elorco supuesto fundamental sobre el que dercans cl agumenta de Merton es que la ciencia natural se asemeja a la cieneia natura en su felerente fundamentalmente empirico. Sin embargo, Merton tiene mayores dificultades para establecer este punto. Sabemos por su ensayo sobre Ja teoria de aleance medio (Merton: 1967b), inme- diatemente posterior —y no por exsualidad a su artieulo acerca de la fusion de la historia y la sistemética en su coleccién de ensayos Social Theory and Social Structure, que Merton 10 considera. que la Ciencia social dependa de paradignsas tal como. los entiende Kul. Debido a que se orienta en funcion de problemas y ng.en funcin de paradigmas, la ciencia social se organiza por especialidades em- fas mis que por escuelas o tradiciones. Pero, gpor qué si los 2 La teoris socal, hoy socilogos no son empiristas ocupan una posicién intermedia entre la ciencia y las humanidades? ¢Por qué, ademas, mezclan la historia la sistematica si no pretenden formar y mancener escuelas? Como 1¢ sugerido anteriormente, aunque Merton admite estos hechos in- negables, insiste en que son anomaliss, no tendencias. inlerentes, gibrayando gue Is sociologia adopia Is oriepacign y Ia pravs de las ciencias fiscase, y alirma que la . La teoria cieatfica que subsume 1 explica estas observaciones empiricas se ha desarrollado a su bido tiempo: pensadores posteriores «han generalizado esta obser- vaciGn», Como esta légica empirica ha mostrado su valider, Merton confia en que la historia de la ciencia ha de progresar de forma inevitable, pues «el fracaso de la sociologia para distinguir entre la historia y la sistemstica de la teoria sera finalmente corzegidos (Mer- ton: 1967, pp. 4-6). Estos son los supuestas basicos del argumento {ahora clisico!) de Merton en contra de la centralidad de fos clisi- Gos. No obstante, parece qu esse un tercer supuesto aula, un supugsto que no tiene entidad propia pero que viene implicado por los dos supuestos centeales: a idea de que el sigificado de los restos, anteriores relevantes es obvio. He mostrado cémo al condenar la sansa Minorca» Merton afimaba que sus nios resides eran la produccién de sinopsis meramente recapitulativas. He de- rortrado tambien que {a historia sociologiea que Merton dfiende se centraria en el entorno de las teorias cientificas mas que en la nnaturaleza de las propias ideas. Esta es también, dicho sea de paso, Ta tendencia de las eriticas a la centralidad de los clasicos desde el La entrada de los elsions » unto de vista humanista, tendencia que examinaré més adelante. En [iScecidn inmediata sin embargo, dscutié la efticas empiritas del carter central de lo elisios¥ fos dos upuestosbisios sobre los que deseansa.. La vision post-positivista de la ciencia ~¥La tesis contraria a la centralidad de los clasicos da Por supuesto que una ciencia es acumulativa en tanto que es empirica, y que en tanto que es acumulativa no creara clisicos, Sostendré, por el con- trario, que el hecho de que una disciplina posea clisicos no depende de su’empirismo sino del consenso. que exist dentro de esa disci lina acerca dé ciestioncs no, empiical. Peizin Theoried! Logic x Sociology (Alexander: 19822, pp. 5-18) su- seria que la corriente positivista de las ciencias sociales se basa en Gatto postulados fuadumentales. El prisezo es que existe una 7up- tra episterolGgica radical entre las observaciones empiricas, que se consliertatey ¥y concretas, y las proposiciones no empiricas, anlar Ce penta duces Ellen Glas ue” de sostenerse solo porque se da por sentado que existe esta ruptura: las cuestiones més generales-y abetraceas —flosoieas 0 merafisicas— no denen una importanca fundamental para fa pracica de una di- Giplina de orientacién empirica. En tercer lugar, las cuestiones de idole general, abstracta y teorética solo pueden ser evaluadas en relacién con observaciones empiica. Esto indiea que, siempre que sea posible, la teorfa ha de ser fornmulada de forma propasicional y que, ademés, los conflicts seérivos se deciden a través de contras- taciones empiricas y experimentos cruciales, Finalmente, como estos tres primeros postulados no comstituyen una base para cl debate tienulico extrveturado, el evarto seis que el desarrllo clenifico ts «propresivos, es decir, lineal y acumulativo, Se supone, por tanta, Gque fa diferenciacion de un campo cieatifico es el producto de Ia tspecializacion en diferentes dominios cientiicns y no el resultado de-un-debate no empitico generalizado acerta'de cémo explicar el tismo dossinio empirico. Si bien estos cuatro porruldos todavia refljan con exsetiod la opinién comin de la mayoria de los cieniicos sociales —especal mente en Norteamérica—, la nueva tendencia ea Ce aaa J sac loge pose portivisa de a encis nanual-suigidaal largo Utes sleias dceadanaclsatereicclt ablebtacroal Meise 41982, pp. 18-33). Mientras que los postulados de la corriente po- Sitivisa redacen fa storia a los hechos, los de la corrente post positivisea rehabilitan los aspectos teSricos.. 30 Le teoria soca, boy 1) Los datos empiricos de la ciencia estin inspirados por la teo- rfa, La distineién teoria/hechos no es epistemolégica ni onto- logica, es decir, no es una distincién entre naturaleva y pen- samiento, Es una distincién analitica. Como escribid Lakatos {por ejemplo, 1969, p, 156), describir ciertas proposiciones come observaciones es una forma de hablar, no una referencia ‘ontol6gica. La distincién analitica se refiere a observaciones inspiradas por aquellas teorias que eonsideramos que poseen mayor certeza. 2) Los compromisos cientificos no se basan tinicamente en la Gridencia empica, Como, demuestra de forma convineente Polanyi (p, ¢). 1958, p. 92) el rechazar por principio la evi- dlenci e el fundamento en el que dlescansa la contiauidad de 3) La clahoracién general, tedrica, es normalmente horizontal y dogzaética y no esceptica y progresiva, Cuanto mis general es | proposicién menos se cumple el teorema de la falsacién poppetiano, La formulacién te6rica no sigue, como pretende Popper, la ley de la emis encarnizada luche por la supervi- ventia~ (1959, p. 42). Al contrarin: ex1anda nna posicion ted ea general se confronta con pruebas empiricas contradicto- sias que no pueden ignorarse, procede a desarrollar hipdtesis aad hoc y categorias residuales (Lakatos: 1969, pp. 168-76). De esta manera, e5 posible xexplicar» nuevos fendmenos sin re= unciar a las formulaciones generales. Slo se dan cambios fundamentales en las creencias ciemtficas cuando los cambios empiricos van acompaiiados de la dispo- nibilided. de alternativas tedricas convincentes. Como estos ‘cambios tedricos con frecuencia son cambios de fondo, n0 son fan bles pata quienes etn inmersos Jno trabajo cent! ca, Esto expliea por qué parece que los datos empiricos se obtienen por induccion, en vex de set construidos analitica mente, Pero como observa Holton, el enfrentamiento entre compromisos tebricos generales «es uno de los mas poderosos eatalizadores de la investigacion empirica», y debe considerar- se que este es uno de los «componentes esenciales de las trans- formaciones fundamentales.de las cieacias naturales» (1973, pp. 26, 190). Fl primer supuesto de Merton (cl relativo al caréeter de la ciencia sural) ersonanible a laconsserneored a cempiricas generales desempeiian in papel tan decisivo. Tampoco creo que se sostenga el segunda, pues en ciervos.aspectos eruecales la praxis de la ciencia natural y-la-de-la ciencia social no se parecen gran, cosa, Esta con- La cenralidad de los eldscos i clusién puede sorprender, Una vez establecida Ja dimensién no em- es dels ic uo an pode paceeear pete atie ic eobias Clisicas quedarfa a salvo. Hemos de admitir, sin embargo, que la \Gericla, natural.no_recitrs-x,los;clésicemsAH)trata'ahore. de, explcar este hecho desde una perspectiva no empirista. Por qué no hay clisicos en la ciencia natural: una vi post-positivista La epistemologéa de Ia eieneia no determina los temas particula- res a los que se aplica Ia actividad cientifica de una disciplina-cien- fica dada? Sin embargo, es precisamente is aplicacién de esta ae- ividad lo que determina {a relativa «sensibilidad» empitica de cual- uier disciplina. Asi, incluso antiempiristas declaradas han recone- ido que lo que distingue a las ciencias naturales de las ciencias hhumanas es que aquellas centran explicitamente su atencién en pro- blemas cmpiricos. Por ejemplo, a pesar de que Holton ha demos- trado concenzudamerte gue is fea moderna ext eonstiuida por ‘tesise supraempiticas, arbitraries, él mismo insiste en que munca ha Seo At iisncon Usleader ht arod apa de Sea ees cas. en Ja praxis misma de la clencia». Manifiesta, en efecto, que «la Giencia Comenzé a erecer con rapide? solo cuando se exchiyeron de los laboratorios tales cuestiones» (Holton: 1973, pp. 330-1, el subrayado es nuestro). Incliso un flésofo tan claratiente idealista como Collingwood, quien destaca que la prictica cienctfica descansa » bli dsinciin ene sens nately dienes socal solo pus wens, obvianiene, up cartier tipicoidal. Mr propésita er artclar condiciones pencal 0 explcae Stusciones dsplinarias partevlares. En general, no abe dda de que es acctiado ifirmar qu lar condiciones en pro yen cones de ln extras, dels elscps en ve discipline corresponds a scot solig con Uv ents cencas Ge ta paula las census que se eapan de lap astonts de los sere himanos. #1 andl epeedica de cualquier diciplia particular eguera que se eopecicaren ls ondicones generale de tads cso. As, Ia lca naturel exe crater ‘Sinestedewoblads en cence fics y Geceag boldest, Las Uma ttin menos Soietas a materiaizacion, asnosconseasuadas, 9 e mss fecdeme qe sean someon ples expr ilies Ex den sh wo pace ear pane deg ‘‘debte sabre Ios clits desempene em papel srnanente en a cei, comoten fl debate sobre Darwin des biclogiaevelatta. bet mao en los eedios sobre lhombre ler diplings no maniac sn cl mismo gro I condsenes ue expo del on ex erctloy En lor Eason Unicon, por empl, a seaman sc sarey pita calcu cinco ee a scnologh ya apology eel ee histor con log caniens parece feta contiunmente ba saviscGn em exon Caos empincos puede expicarse en foncin de las sondilonestdsces ge exponge ms Ssdane x La teria sos hoy cn supuestos metafisivos, admive que «el asunto del proponerlos, sino solo presuponcrlos» (Collingwood: 1940, p. 33). ‘La actividad cienttica se aplica a lo que quienes se dedican a la ciencia consideran cientificamente problemético. Como en la moder- aidad sucle existir un acuerdo entxe los cientificos naturales sobre los problemas generales propios de su gremio, su atencién explicita se ha centrado normalmente en cuestiones de tipo empirico. Esto es, or supueso, o-que Te permite alt sciencia normal, en palabras de Kuhn (1970), dedicarse a la resolucin de rompecaberas y a s0- Jucionar problemas especificas. Utilizando la ciencia normal como referencia para eatactetizar la ciencia natural como tal, también Ha bermas ha sefialado que el consenso es aquello que diferencia la actividad «cientifica» de la «no cientfica» tific no es Denominamoscintes «una informaciin sy solos pode obneae un Consenso espontitiso y permanente respecto 4 sv valid... El verdadero logro de fs ciencia modema no consiee, fundamentalmente, en Is produc ion de verdad, es decir, de proposiciones correctas y convincentes acerea de lo que ilamamos realidad. La ciencia modema se distingue de las cate- {gorias tradicionales de conocimiento por un método para llegar a un con Scuou esyonuiney y permanente acerct de nuesteos puntos de vista. (Haber= mas: 1972, p. 91). Sélo si existe desacuerdo acerca de los supuestos de fondo de una ciencia se discutiran de forma explicita estas cuestiones no em- piticas. Kun llama a esto crisis del paradigma, y afirma que es en tales crisis cuando se «recurre a la filosofia y A tits fe funda- mentos» (Kuhn: 1970). a En la eiencia natural no hay clasicos porque la atencién; normal- mente, se centra en sus depensicnes em He ae dimensiones.no empisicas estan enmascarsdas, ¥ parece que las hipotesis especulati ‘ay puisden detidirse por referenciava ditogvscrigilarvelarioamenns feces 9 or veerenia storia cus epecsdad evden de modo inmediato su televancia con respecto a tales datos, Pero la existoncia de elisieos implica que teorias anteriores disfrutan de una posicién privilegiada, En tal caso se considera que tienen rango ex. plativo eof anteriores, no solo las contenporinensy alemas es recuente creer que los textos clisicos también pueden airecer datos relevantes, Lo que yo sostengo es que la ciencia natural no es menos aprioristica que la Ciencia social. Una postura no aprioristicg, pura _-mente empirica, no explica la sausencia de elisicose en la clencia natural, La explicacion hay que buscarla'en la forma que adquiere Ja fusion de conocimiento aprioristica y contingente. ‘Adi, en ver de clisicon, la ciencia natural tiene [o-que Kuhn liamabs modelos ejemplares, Con este término, Kahn (1970, p. 182) A cemraidad dels clscos 3 so refieve a ejemplos concretos de trabajo empftico exitoso: ejemplos tists capacidad para resolver problemas que define los campos p- Filigmaticos. Si bien las modelos ejemplares incorporan compromi~ fos metzfisicos y no empiricos de varios tipos, sou en sf mismos una puta para Ja explicacién especifica del universo. Incluyen necesaria- frente definiciones y conceptos, pero oricntan hacia cvestiones de (peracionalizacion y téenica a quienes los estudian. Sin embargo, a insar de su especifcidad, los mismos modelos cjemplares funcionan ipioiticamente, Se aprenden en los libros de tees y en ls labo; futorios antes de que los nedfitos sean capaccs de examinar por frismos si'son 0 lo realmente verdaderos, En otras palabras, son jorizados por razén de su posicién de privilegio en el proceso tls socislizacién mas que en virrnd de su validez cientifica. Los pro- esos de aprendizaje son idénticos en la ciencia social; ls diferencia tstriba en que los cientificos sociales interiorizan clisicos ademas de modelos ejemplares. La defensa post-positivista de los clasicos La proporcién entre modelos y elésicos es tan diferente en la cencia socal porque la aplicacion de la ciencia a la sociedad engen- dra un desacuerdo mucho mayor. A causa de la existencia de un Aksacuerdo persistente y extendido, los supuestos de fondo mas ge- nerales que quedan implicitos y relativamente invsibles en la ciencia hnatural entran activamente en juego en la ciencia social’. Las con~ ticiones en que, de acuerdo con Kuhn, se produce la crisis de pa- tagmas en las Ciencias naturales som habjeuales en las ciencias 50- ales, No estoy sugiriendo que no exista el conocimiento , el que haya habido «prole- tarizaciGn», «individualizaciéns 6 eatomizaciéns— refleja una estimacin de las consecuencias que la explicacion de un. fe- ‘némeno que atin no ha ocurrido tiene para los valores polit cos: Aungue Mannheim sobreestimars fos supuestos ralorati- La comralidad de Jos clisicos 8 vos frente a los supuestos cogroscitivos, no cabe duda de que planted este punta-con acierte. Toda definicion, escribid, «dc pende nevesaramente dela perspectiva de eada tno, es decir, tontiene en si misma todo el sistema de pensamiento que re- presenta la posicidn del pensador en cuestién y, especialmen- fe, ls valoraciones politcas que subyacen a sa sistema de peasamiento>. Su conclusion a este respecto parece exacta: La misma forma en que un concepto ex definido y el matiz Gon que se emplea ya prejuzgan hasta cierto punto el resulta- do de la cadena de ideas construida sobre él» (Mannheim: 1936, pp. 196-7). a 3. No hue falen devir-que cuanto. més: dificil sea, por‘razones cognoscitivas y valorativas, obtener un consenso acerca de le mmeros referenies empiricos de la cenca socal tanto mas ficil sera aleanzar ese consenso respecto a las abstravciones que se basan en tales referentes empiricos y que constituyen I esencia de la teoria social, Hagstrom sugiere (1965, pp. 256-8) que las poles de qu exra consenso citicn dependen en grado significativo del nivel de cuantificacion que audmitan lor Objetivor de la diaciplina eientifiea..Fin tanto’ que ios references campitcos nto estén claros y las abseraccioncs tstén sometidas a Gebate continuo los esfuerzas por matems- tizarla eiencia social solo podrén ser esfuerzos por encubrir ‘defender puntos de vista concretos. 44, Mientras que no se prodwzca un acuerdo ni sobre los referen- tes empirios ai sobre las leyes subsuntivas, todos ls elemen= tos no empfticos aiadidos a la pereepcion cmpirica serin ob- jeto de debate. Ademés, la ciencia social se encontrara inva- Fablamente dividida en radiiones (Shils; 1970) y eseaclas fryakian: 1979) a causa de este desacuerdo endémico. Para Tee frend tails Gaication iol uecertion inierct te sociales es evidente que tales fenémenos culturales institu cionales relativa de sus primeras y tltimas obras, y sobre si Su teorfa (Gea lo que sca en concreto) puede explicar de verdad el Conflicto en cl mundo real, sin que sea preciso definir el equilibrio y la naturaleza de Jos sistemas. O, en lugar de examinar expliciea- inente las ventajas de una concepcién afectiva o normativa de la accién humana, se puede sostener que, de hecho, esta fue la pers- pectiva que Dsrlcheim adop:6 en. sus obras mas importantes La tercera ventaja funcional tiene un caricter irdnico. Como se da por supuesta Ia existencia de un instrumento de comunicacién sclisico», es posible no reconocer en absoluro la existencia de un discurso general. Asi, como se reconoce sin discusi6n Ia importancia de los clasicos, al cientifico social le resulta posible comenzar un estudio empirico —ea sociologfa industrial, por ejemplo— discutien- do el tratamiento del trabajo en los primeros escritos de Marx. Si bien seria ilegitimo que dicho cientifico sugiriera que consideracio- hes no empiricas sobre la naturalcza humana, y no digamos especu- laciones utépicas sobre las posibilidades humanas, constituyen el punto de referencia de la sociologia industrial, es precisamente eso “ La weorls social, hoy. Jo que seconoce de forma implicita al referitse a la obra de Marx Finalmente, la concretizacién que proporcionan los clésicos les otor- 82 potencialidades tan privilegiadas que el tomarles como punto de referencia adquiere importancia por razones puramente estratégicas ¢ instrumentales. Cualquier cientifico social ambicioso y cualquier escuela en ascenso tiene tn interés inmediato en legitimarse eis-t-vit de los fundadores clésicos. Y aun en el caso de que no exista un interés genuino por los clisicos, estos tienen que ser criticados, te- leidos o redescubiertos si se vuelven a poner en euesti6n los criterios normativos de valoracién de la disciplina. Estas son las razones funcionales 0 extrinsecas del status privile- siado que Ia ciencia social otorga a un grupo reducido y selecto de ‘obras anteriores. Pero en mi opinién existen también razones intrin: seca, genuinamente intelectuales. Por razones intelectuales entiendo que a ciertas obras se les concede el rango de clésicas porque hacen Ulna conteibucion singular y permanente ‘a la ciencia de la sociedad. Parto-de la tesis de que cuanto mas general es una discusién cienti- fica menos acumulativa puede ser. ¢Por qué? Porque si bien los compromisos generales estan sujetos a criterias de verdad, es impo- sible establecer estos criterios de forma inequivoca, Las valoraciones peneples no se Basan tanto ex oualidades del mundo objetivo —s0- Fe el que con frecuencia és posible aleanzar un acuerdo minimo~ oma en gusts ypreferencis rlativos de Una comuniad ealural conereta. E] discurso general, por tanto, descansa en cualidades pro- pias de la sensblidad personal que no son progiesws: casidodes estéticas, interpretativas, filos6ficas. En este sentido las variaciones de la ciencia social no reflejan una cumulaci6n lineal —una euestion susceptible de ser ealeulada temporalmente—, sino la distribucion de | capacidad humana, esencialmente aleatoria. La produccion de gran» ciencia social es un don que, como la capatidad de crear gran» arve (eft. Nisbet: 1976), varia transhistSricamente entee s0- ciedades diferentes y seres humanos diferentes *, "Ta tarda Gue sulé aducirse ica Ia entrada de os elisicos en las antes como es bien sabia, La dhostsraia def cpaciad ereatva So cabores in gn Ip dob war ns, Rem (935 ‘mondo ae ena concepts autbye demas importance sls ieee ca ithe te gbay derma pon tapi erate dean grap es ‘etteros valoratvos siracionaese Por employ la eninencis aca de Bovdeel oe Fel ces de nes dl St pv motos qupsterarmns hag ‘ostado simamente sparc. Sw delncored enplabee Seagenn cops pogtetad Tesi ol ar nat mecumee ‘pode souiec ge ay ebay ceannicns lo on por obsessions Seat ae a il ue bs tones ulate fans vate sh 385: p. 72) Al mismo tempo, Renoode inne en ques hay toes dea ‘én itinin ue justia eu cnoniscon As suns aun gu co os este sentido, Ke ida de tos clisicos “6 pilthey escribié que [a «vida humana como punto de partida y I feet eee ap tern tea lox estudios humanisticos; pues estos se basan en la experiencia, comprension y conocimiento ce la vida> (1976, p.186). En otras Julabras, la ciencia social no puede aprenderse ‘mediante la. mera Iftacion de ua forma de resolver problemas empiricos, Dado que tiene por objeto la vida, lz ciencia social depende de la capacidad {hel propio cientifico para entender la vidas depende de las eapacida- Ales idiosincrdsicas para experimentar, comprender y conocer. En mi pin, este conocimientoindvidual rene al menos tes craters Us distintivas: |. La imterpretacién de estados memales ‘Yoda generalizacién sobre Ja estructura o causas de un fenémeno social —una instirucién, un movimiento religioso o un suceso poli ico depende de alguna concepcién de los motivos implicados. Foro la exacta comprensién de los motivos requiere, sin embargo, as capacidades de empast perspeaia«inerpretacion muy dese. frolladas. A igualdad de los demés factores, las obras de cientificos sociales que manifiestan tales eapacidades en grado sumo se convier~ {tn en clisicos a los que tienen que referirse quienes disponen de tapacidades mas medioeres para comprender las inclinaciones-sub- ktivas de la humanidad. El vigor de la «sociologta de Ja religion» de ls Gltimas obras de Durkheim se debe en gran medida a su notable ‘apacidad para intuir cl significado cultural y la importancia psico- Jogica del comportamicato ritual entre los aborigenes austzalianos De modo similar, no es la herencia interaecionista de Goffman sus métodos empiricos los que han convertico su teoria en ua paredigma pia el mierdansliis del compartimiemo social, sina sw exteordina- tin sensibilidad respecto a los matices del comportamiento human. Pocos autozes contemporiineos podrin alcanzar jamés el nivel de perspicacia de Goffman. Sus obras son elisicas porque es preciso Ieurrie a elas para experimenaty comprender cx sla verdaders mturaleza de la motivacién interaccional, ‘taprondiom son ec, soiene que no obstante,gas elsom cat {icin con sini (5857p), chor que? sae inerpevonsubcen: Enotes ena te qc exo pba etna ora seers dee ie Ep ove impart wage see samen cece das formas de aeeein itty Slr etoend, russ ac aflins sein tn ella depron df spina "La non de sticenterns bust serd acrobat poxetior ‘Euan deer debate ocilogcon mre ox clacoe % La woris coca 2. La reconstrccién del mundo empirico Como el desscuerdo sobre cuestiones de fondo abre a la dud inluso los propios referentes empircos objetivos de la ceneis so sible reducir en ella la complejidad del mundo objetivo aplicando la matriz de controles disciplinarios consensuales. La cas pacided de cada cientifico para la selecciGn y la reconstruccion ade uiere una importancia acorde con este hecho, Una ver mas enconi= amos el mismo tipo de capaci erat einer paral representacién normalmente asociada al arte. Como escribe Davwe re- firséndose low liscos, emectanes el poder erative ts a enced miento.... manifiestan la contiauidad historica 'y humana que hace su experiencia representativa de la muesttan (1978, p. 366). 1a capacidad de represensacion depende no sol dela perspicaia sino también de ese algo evanescente llamado de lo cli wot leremos, por ejemplo, la aparicién de la teorfa del conflic— Spleen eldest patie tadioiah wbttidetinedey Problems in Sociological Theory (1961), la de Dahrendorf Class and Clas Conflics in Industriel Socology (1959), y la de Coser The Func- tions of Social Conflict (1965). Para defender la idea de que la teoria vocoliensstematica bia cctrarse en el conflict, ema preszo Sostene® que la teoria funcionalista se centraba en la estabilidad. fn ver de limitarse @ axgomentar estas ideas en el nivel de la teoria sixemitica o en el trabajo empitico, todos ellos lo hicieron interpre~ tardo el asignificada» de la obta de Parsons, Por un lado, los inte reses tedricos que aportaron a esta tarca pusieron de manifiesto im- portantes debilidades de la obra de Parsons; por otro, tales intereses teérieos se limitaron a producir um nuevo eampo semiGtico de a= sencias que vino a reemplazar al de Parsons, 3 Las leetuyas de Parsons desde la teoria del conflieto ignoraron, per eampe,tade a serie de ensyos “funconaias» que ese pu, Pics entre 1938 y 1950, y —lo que quiza sea mas significative eee eae cot caine rds aera ral ra betiuel Cabo dleide la publicacin cle The Soctal System en 1951, Esta destruccisn ide Parsons estaba simbélicamente vinculada 2 la interpretacién de “0 1a wore soil, hay Weber y Marx, Rex saludé a Marx como teérico del conflicto an superestructuralista; Dahreadorf presents un Weber a interesado en una teoria del poder cocrcitivo. La interptetacion de Jos clésicos de.Coser diferia, porque afirmaba que los maestros te6 ricos del conflicto y el cambio eran Simmel y Marx. Un afio antes de la publicacisn del libro de Coser, Bendix, el critico de Parsons desde el campo weberiano, habia sentado las bases de esta tesis en el mundo angloparlante: en 1955 habia publicado una traduceién del trabajo de immel Conflict and the Web of Group Affiliations, El tedrico sistematico mas importante de la escuela del conilicto, Co- ed (eis 206 1975; 1985) ha continuado eriticando [a elevacion lc Parsons a la categoria de clisico y reestructurando la sua rae cise de ees muy Le poesia 2. teorfa del imtereambio hizo sa primera aparicién-con.la-con- tribucién de Homans (1958) al ndinero del Amerinen ey of Sociology que conmemoraba el nacimienta de Simmel, Después de que Homans claborara los aspectos sistematicos de esa teoria en social Behavior (1961), defendid su legitimidad reinterpretando el clisico contemporineo predominante en el discurso que pronuncis como presidente de la Asociacién Americana de Sociologia tres afios después. Este discurso, «Bringing Men Back In» (Homans: 1964), presentaba una lectura de Parsons como «accién, antihumanas, y de uno de los mejores discipulos de Parsons, Smelse:, como secreta- mente antiparsoniano. Esta lectura se conyirtié en la justificacién polémica més importante de la teoria individualista durante los aos siguientes. Hasta pasados unos aiios no se llewd. a cabo una funda- pinta tbc ds posta de 1 oe de inercanbio( Tindesbeng: 198 favor de la centralidad de la economia politica Al principio, la situacién interpretativa de la etnometodoloria fu bastante diferente. Garfinkel (1963) intenté introducir il ene momento la obra de Schiitz, entre los elésicos, al lado de la de Weber y lade Parsons, tanto porque Jos axiomas basicos de Garfinkel cran ‘meras. parifrasis resumidas de obras feaomenoldgicas anterior —cosa que durante muchos afios él mismo fue el primero en adi tir— como porque su ambicién teérica todavia no estaba lo suficien- temente dsarollda en esa primera époct. Sin embargo, evando vartin| 11Z0 exy ‘su intencién de crear la escuela etuomelo- dol6gica, su relacién con los elésicos se hizo mucho mas Se ‘Yano. bastaba con hacer una Lectura individualista de Schiitz, lectura que encubria la. simpatia de Schinz por el énfasis de Weber en los Valores sociales, Las referencias la obra de Sehice per se se hicieron eseasas y espaciadas, pues la etnometodologia (Garfinkel: 1984) ex. taba en trance de presentarse como corriente surgida tinicamente de La comsadad de los clisicos o cestudios empiricos. Al mismo tiempo, se invirtié Ia intexpretacion de Parsons por parte de Garfinkel. Garfinkel necesitaba atacar el starus clésico de Parsons para sustentat una alternativa a la teoria parsoniana. De todos modos, se vio obligado a actuar asi, pues sus Aistintos intereses tedricos le hicieron contemplar a Parsons de for- sma diferente, Ahora Garfinkel insistia en que, para Parsons los ac- tores eran «idiotas culturales» que se conformaban a las normas irre- flexiva y actiticamente, Por tanto, quienes valoraban los elementos creatives y rebeldes de la accién humana se yetian forzados a cla- borar trabajos fenomenolégicos de coste «antiparsoniano,. La apenas velada polémica de Blumer (1969) contra la teoria de Parsons, polémica que contribuy6 recuperar a Mead como «patron» del interaccionismo simbélico (cfr. Strauss: 1964), tuvo el mismo tlecto. Casi al mismo tiempo, otros interaccionistas (Stone y Farber- ‘man: 1967) afirmaban que la obra tardia de Durkheim, lejos de cons- tiuir una legitimacion del orden moral, en realidad constituia un ‘acercamiento a los objetivos individualistas del pensamiento pragmé- ‘La sociologia zadical gan6 rerreno de forma muy similar, parti- eularmente en los Estados Unidos. Los libros esenciales de esta co- riente, ambos publicados en 1970, fucron A Sociology of Sociology, de Friedrich, y The Coming Crisis of Western Sociology, de Gould- ner. Trabsjando desde dentro del contexto liberal americano, ningu- no de estos dos aurores defendié directamente la centralidad del te6rico clisico que Parsons habia exchuido, a saber, Marx. En lugar de esto, ambos discutieron la vigencia ideol6gica de Parsons. Si po- Gia demostrarse que Parsons estaba de parte del Establishment po- Iitico, con ello quedazian legitimadas las posibilidades de una socio- logia alternativa y radical. Asi, mientras que tedricos anteriores (p. cj Hacker: 1961) habian sefalado la tensi6n entre las teorias su- puestamente organicistas de Parsons y sus ideales liberales, reformis- tas, Friedrich trato de interpetar a Parsons como ideGlogo del es- tado burocratico-teenacritico, y Gouldner lo alineé con el capita. lismo individualista pre-burocratico. La teinterpretaci6n prepard el camino para diez aos de trabajo sistemitico empirico ¢ historiogra- fico de fequierdas, gran parte del cual aparecié en las paginas de la revista de Gouldner Theory ard Society, que trataba de «renovar» Ir soctologia partiendo de los clésicos de in teoria del conficto, la cinometodologia y le teoria critica de Gouldner. Hasta finales’ de este periodo, Gouldner (1980) no realiz6 ningén intento ambicioso de situar a Mare entre los clisicos. Consticaye un fenémeno reve lador de la intima relacién entze la historia y la sistematica el hecho ce que en la époea en que compuso esta dltima obra —una época fon [a que sus intereses tedricos € ideol6gicos: habfan tomado clara- ® Tove onthe mente un cariz anticstalinista— Gouldner habia comenzado a inter- pretar las implicaciones de la obra de Parsons con respecto a la itica contemporinea mostrando mayores simpatias por el libera- {smo (Gouldaer: 1979; 1980, pp. 355-73). Parece eoherente con este proceso el hecho de que en la fase final de la demolicion de In interprevacion parsoniana te los elsicos se produzca un ataque historicista a los fundamentos facticos de la obra publicada por Parsons en 1937. Se sostuvo que Parsons habia dis- torsionado los clsicos al seguir un método tpresentivtan, es decir, se le acusaba de que sus interpretaciones de textos anteriores estaban esesgadas» porque no dejaban a un lado los problemas teSricos con tempordneos en favor de una descripeién verdaderamente histovca, Jones (1977) sostenia que Parsons ignoraba cl ambiente intelectual de Durkheim, y sugeréa que la imagen que mostraba el conocimiento de ese ambiente no era la de un teérico interesado en cuestiones teéricas generales, sino en los detalles de la vida religiosa de los aborigenes. Camic (1979) y Levine (1980) apuntaron mis directa. mente al corazén tebrico de La estructura de la accién social. Un examen del utlitarismo historicamente riguroso, afirmaban, revelariz ‘ue este no_podia ser Ia teoria individuales‘o feracionstars ques ae petals each peebial con acierto las teorias valorativas ie la sociologfa clésica. Dichos autores sostenian que el propio uti. Iasume faba ido wae tara de retain ficial pyaaabereertel azn toda la reinterpretacién parsoniana de los «progresose de la tradicién sociologica clisica era fundamencalmente errOnea, Su. eriti- ca se desataba, tipieamente, bajo la bandera de la objetividad histo= Hea presentabin sus consis como simples exposiiones ea rentes de icra ee tedricas. Geb Babi mostrado la influyente historia del pensamieato de Hirschman (1977, pp. 108-10), cs perfectamente posible que un observador igual de «objetivo» lea incluso la obra de Adam Smith sobre los sentimientos morales como precursora del individualismo racionalista del pensamiento utilitaris, ta. Igoal que ocurra con los intentos mas sistematicos precedente, esias tess historicistas dependian de lor interesesteoricos que sub sie 2s erpretacon, no de una Tetra neural de moma feats Hes cia mediados de los anos setenta las nuevas escuclas teéricas legaron controlar el discurso soiologico general com ayuda de ns interpretacién de los clésicos. Las reinterpretaciones de Parsons no eran ya hegemSnicas. Los clisicos ausentes de la obra parsoniana reaparecieron, y los presentes se «re-presentaron» en aspectos sight, ficativos: En 1972 Lukes publicé una biografia intelectual de Derk hheim que fue acogida como la obra interpretativa més importante de los Gillis tiempos. Fn st examen aparentemente minuciose de las Li centeslidad de ls elésices 6 disputas sobre la obra de Durkheim, Lukes omiti6 sin m4s la inter- preiacién de Parsons, Sélo ahora, cuando casi se habia acabado por completo con la hegemonia de Parsons, aparecié finalmente Marx como clésico por derecho propio. Para los tebricos europeos y para los jévenes ted- ricos americanos, Marx parecia el tinico clisico al que tenfa que fecurrie [a ciencia social. Fl juego de la ausencia y Ia presencia en interpretaciones de Marx lleg6 a tener una importancia funda mental, Humanistas como Aviner. (1969) y lukacksianos como Oll- man (1971) se mostrazon partiarios del joven Mare, pero. acabé adquiriendo una amplia aceptacién la interpretacién de. Althusser, mucho més sistemstica y exigente (Althusser: 1969; Aldausser y Ba- iibar: 1970}, en la que se defendia la centralidad de la obra posterior «le Marx. Obras como los Grundrisse, el esbozo primitivo de El ‘pital, fueron traducidas ¢ inmediatamente debatidas —p. ¢),, com- parese’ Nicolaus (1973) con McClellan (1976) '— a Ia luz. de sus Implicaciones para esta discusién interpretativa. La cuestion de si la pssicesia corzespondia a be obra de pane: Marx oa ts del Marc maduro desempend un papel cruci leverminar el punto de Telerncisemplrico —focmacién dels clases 0 superssrructras iden cionales, procesos econémicos 0 alienacién, clases trabajadoras nue~ vas © antiguas— de una amplia variedad de investigaciones. En Inglaterra, por ejemplo, surigié una importante corriente de ttabajo empirico denominada sobre CT Ngnificado de les obras Clasieas depempend una fancion decisiva Sl ettablever un nuevo elenco de autores clsicos para la discusién teética de postguerra, la investigaciéa parsoniana tenfa motivaciones Selecuaies y esuratzicas, Adentzéndose en los esctos de Durk- heim, Pareto’ y Weber, Parsons obwuvo intaiciones gemvinamente teva de la estructura y Jos procesos del mundo social. Al afirmar fe eon ares Fer fos tes undaore au:éntco 2 so ciologia, ademas, pudo socavar las bases de teorias que él conside- faba enteramente equivocadas. Su pretensiGn de haber adescubierto» fos eldsicos estaba motivada por intereses te6ricos; al mismo tiempo, y dadas las necesarias condiciones generales, su praxis interpretative {ia lo suficlensemente s6lida como para convencer a Is comunidad 7 Vega « gst respccto la prometedors obra de Thompson. Em eRersading the (asics The Case of Durkin (1985; cle’ Thompson: [en preparacéc] Thompson emesis cme eo ol desavoll de la induaral at iearpressiones Giver {ents de sla division soca! del aban de Durkheim han descmpesdo un papel eencial en dchstes especiicmente epics, Exoy en deca con la Uisesion eeoica ie ly ceteldad de Toe elaicos de Thompson (1985), que en parte respondia a una tersidn anterior del preseete ensayo. % La weorie socal, hoy de ciemificos sociales de que las posiciones de esos clisicos prefigu- raban su propia posicién, El nexo entre la sistemética histérica y contemporinea era tan fuerte que Ja hegemonia tedzica de Parsons solo podia ponerse en. cnestion si también se arscaba su versién de Ia historia clisica. La formulaciin de una version alternativa se llev6 a cabo tanto releyen= do los elésicos de Parsons como creando nuevos clisicos. Las azo nes intelectuales son bastante claras: las teorias poderosas admiten, un amplio margen interpretativo. Pero la aceptacion de clisicos co- munes también fue eficaz desde el punto de vista funcional, pues ‘permitié que los te6ricos post-parsonianos elaboraran sus tesis en téeminos mis 0 menos ampliamente entendidos, Irénicamente, el que |a obra de Parsons fuera clevada a la categoria de dlasica hizo is fécil acabar con su teorfa, pues creé un medio més 0 menos compartido a través del cual podian discutirse los méritos de las ideas foncionalistas, Ademés, como la teoria post-parsoniana se ha construido en parte sobre Parsons, los intentos recientes de superarla hhan vuelto no solo a los textos clisicos anteriores, sino también a I obra de Parsons; y esto se debe tanto a razones intelecruales como a razones estratégicas, Humanismo y clésicos: por qué es errénea la critica historicista Defender enérgicamente la centralidad de los clésicos supone mantener que existe una relacién inextricable entre los intereses we6- ricos contemporineos y las investigaciones sobre el significado de los textos histéricos, En la primera parte de este ensayo he defen- dido esta posicidn en la estera de la teoria sociot6giea. En le seccién precedente he intentado justificar esa afirmacidn examinando como se desarrollan resimente las discusiones sociol6gicas sobre los clfsi- cos, Concluyendo, intentaré justificar esta afirmacion frente fas eri- ticas a Ja centralidad de los élisicos surgidas desde las propias dis- lplinas humanisticas, Este es el enfoque historicista de la historia intelectual relacionado con Ia obra de Queatin Skinner, al que se en —a menudo en eombinacién con Sedicentes historias kubsis- nas de la ciencia— importantes incursiones en la discusion sociols- gica (p. 6), Jones: 19795 Peel: 1971; Stocking: 1965). La particular imporcancia de esta eritica se debe al hecho de que la etitica al reduccionismo empitista contempordneo de le ciencia social generalmente se ha originado en las humenidades. Por lo que se refiere a los clisicos, tal como el propio Merton formulé la di- cotomia, han-sido.las disciplinas humanisticas quienes tradicional- mente han defendido el caracter nico y la importancia permanente Lceneraided de To liscos o dle las conteibuciones de los elisieos. Las humanidades estan mis telacionadas con la interpretacidn que con la explicacién; después de tovlo, esta misma distineién se formalize y planted por vez primera ise Ins amanidades. Ademés, es en las disiplinas umanizicas “desde los escudios histérieos decimonénicos sobre la religién hasta in teorialiteraria contemporinea— donde se ha insistido en la me- iptologta des interpretacion y de I investigacin y reinvestigcién ill significado de los textos elésicos. Finalmente, [a negacién de la teevancia de la interpretacion. textual para las ciencias sociales 20 fubbyace solo a la condena empirista de los clasicos, sino gue cs uno dle {os supuestos cominmente compartidos en las discusiones sobre estos. sas que Ia condena de Merton a Ia mezcla de historia y sinemitica trata de liberar a la sistemética de su carga historiea, fa teoria de Skinner critica esa mezcla con la finalidad de purificar fa historia de la. contaminacién de la sistematica. Se trata de transfor- tnar la discusidn de los textos anteriores en investigaciones libres de Supuestos, puramente historicas, investigaciones que, irénicamente, tendtfan una forma més explicativa que interpretativa. Aunque Skin~ fier plantea el problema desde el augulo opuestoy su tesis teuliia igatico efecto Sa historia pusde sx teri 8 teria puede set aint, fos eisicos pen esudiareprecindiend del in etacién, entonces no bay raz6n para mezclar la interpretacion Tear elacn de una clenca social libre de cists, liner ofece el tipo de historia incelectual que Merton necesitiba pero no pudo eacontrar ®. Me parece, sin embargo, que su teoria histériea adolece dll mismo carscier abstracto y antiempirico que la de Merton: no puede dar cuenta del papel central del debate interpretativo en los Cris ulus acta. Y esto se debe al mismo motivo: ce ex Un empirismo que niega que las presuposiciones tienen un papel dnalen al estudio dela vida socal. St teora sostiene este punto de vista en nombre de Ia defensa de la raz6n frente al relativismo. D Nisa bien que ano Skinnes como Merton sandenan pr igual le wadistoa sbions de us ese Amos a0 8 ara, cinian gue dcba hier exe ‘ines spresncstas. En In pimers seein de ete anya firmaba quel pro- fers de Meron part up enloge alteration Je la histor nec ea ped Aris lng e my Skier lreceispreeaumens alternative ale seman uci que cron yo corsguie decal adeconlanwete. Lo que ano podta JPSar au psc sbisoris de la ideasy on contraste con lt shitona de lat Bot "Pelee pefecarene al eereapo que tu hos eelicoy sociales ere sete del mextgieion dels cision ae gue comsideren un po de mwas fara diy» 90" emg lane pro ee nem stdncen, Ya nos howos selon ensayo de Turner em el que ects To rae it okie eno, Tare outs Is acted teres cat Setar iain dei itoria de at des» (1985, p. 974 6 La tori social, hoy En mi opinion, sin embargo, la razdin solo puede poner en su sitio los intereses aprioristicos reconociendo su cxistencia, 2] historicismo detesta que se introduzcan de forma anacrOnica problemas contempordaeos en la comprensidn de los textos anterio- res. Skinner lamenta que esta «prioridad de los paradigmas» solo puede producit «mitologiase, pero no dar lugar al descubrimienta de los propios textos (Skinner: 1969, pp. 6-7). Es claro que seme- jante afirmacién se basa en cl supuesto implicieo de que el eirculo hhermenéutico puede romperse. Lo que sostiene al historicismo es la creencia de que el mundo verdadero, en su pristina y original gloria,» puede revelarsele al inyestigador sélo con que este sepa dénde y m0 mirar. El histricisma proporciona este conocimiento median te su énfasis en el contexto y en la intencidn. Los dos supuestos mas importance del histricemo son la ida de que el contexte intl tual y Ja intencidn del autor son inmediatamente accesibles a los estudios culturales. De estos se sigue un tercer supuesto, que, en tguo awe impli, ben poss sr el més importants de woos: 1a idea de que es posible leer y comprender sin especiales problemas textos motvadose histérieamentestudos, Recordemos gue ese a Drecisameate ol supuerio latanse del ataque de Merton alos clésioos ‘en la ciencia social, Defender la adificultad» de los textos clasicos y su sautonomia relativas frente a la imtencidn y el contexto supone, or consigviente, defender Jo propia praxis de a inserpretacin. En tlkimo término, es preciso fundir historia y sisremética precisamiente a causa de la importancia esencial de la interpretacidn, Criticaré se- guidamente los supuestos en los que se basa el histori 1, Contexto singular versus contexto infinito EL historicsmo afiema que las convenciones lingiisticas de un period dado tevelan el universointlecul de evalguier obra his tore determinads Se sue de extow aficna Shiner, es endémico en tales veorias; a la huz de esto, buscar el significado de una teoria a través de la intenci6a consciente del aucor es, seguramente, un intento del todo instil Inspirados no solo en’el psicoanslisis, sino también en la teoria cultural, el estructuralismo y la semistica han manifestado el mismo punto de vista, Criticando el intencionalismo de Sartre, Lévi-Strauss Insiste en que Ja lingtistica estructural demuestra la existencia de una centidad rotalizante» que esta «fuera (0 por debajo} de la conciencia y-de la voluntad>, y que tales formaciones lingisticas son arquet! picas para todo texto cultural (Lévi-Strauss: 1966, p. 252). Ricocur sostiene un punto de vista similar. I discurso escrito solo es posible, dice, porque cisponemos de recursos simbdlicos que trascienden Ia especifidad situacional y Ia intencién inmediata, Mal pueden conocer Ja intenci6a inmediata de Ia composicién del texto aquellos que se enfrentan a los textos escritos ya redactados: «La trayectoria de un texto escapa al horizonte finito que vivid su autor. Lo que el texto dice ahora importa mas que 1o que el autor quiso decir> (Ricoeur: 1971, p. 534). La filosofla hermenéutica defiende esta conchisién desde el punto de vista del propio método hist6rico. Gadamer afir- rma que é5 irrelevante el hecho de que la intencién del autor y al siguilicado textual coincidan 0 m0, dado que es imposible que el historiador pueda recuperar la intencién. Haciendo virtud de le ne- cesidad, expone una pers dialégica segin la cual los textos solo puedan revélarse mediante la interlocucion en un contexto his- Arico: «el verdadero significado de un rexzo cuando este le habla al térprete no depende de Iz contingencia ni de quién fue su destina- tario original, EI significado del texto esté parcislmente determinado por la situacion hist6rica del intérprete y, por tanto, por la toralidad del cuzso objetivo de Ja historia» (Gadamer: 1975, p. 264). 3. Textos explicitos versus textos multivalentes La concentracién exclusiva del historicismo en el eontexto y en Ia intencién esti motivada por el supuesto de que es innecesario ise Sn tee 2 estudiar cl sentido de un texto en sf mismo, es decir, concentrarse tne texto ua tea Subyace a ete supe us tet el sig ficado pragindtica, anti-semiotica, Los historicistas afirman que el to de'un texto cualquiera en una ocasion dada determina y"agota St significado. La pravsy no el significado textual, deviene objeto de jnvestigacion; en palabras de Skinner, «el uso de la proposicién re- levante por un agente concreto en utta ocasién conereta y con una intencién conereta (Gu intencién) para hacer una afirmacién concre- (in (1969, p30) Inviriendo el punto de vista de Ricocsr, Skinner insiste en que «seria ingenuo intentar trascender la especificidad [del texto] con respecto a sv situacine. Los textos son instramentos para jn acciGn intelectual; investigarlos supone averiguar elo que pensaron los agentes histdricos genuinos» (Skinner: 1969, p. 29). Paro a el contexto no es en modo alguno definido, y si ex im- wsble conerear le inzncin, es preciso admitir que los textos te~ fen una autonorafa relatva, Deben ser extudiados como vehiculos Intleervales por derecho propio. Esto 20 sgaifica negar la intencion del autor, pero si afirmar que la intencién solo puede descubrirse en ¢ texto mismo fComo observa Hirsch, «existe una diferencia entre @ significado. yla’ conciencia del. significado» (1967, p. 22). Los gumantos en favor de ia autononnia del texto derivan de estas creen~ as sobre la naturaleza compleja y oculta de la inteneidn del autor, fies las intenciones del autor inconsciente solo pueden desvelarse fhediante un examen independiente del propio texto. Para Ricoeur (971) los textos tienen a esuperdvit de significado», Freud (1913) hosiste en la csobredeterminacion» del sinbolismo oniico, Foucault {1970) sostiene que, discursos ocultos estructuran los documentos (scritos de la historia. Un texto dado adquiere este significado «ex- ttar a causa de los principios organizativos inherentes a esa forma Cultural particular, Ricoetr considera que ese supersvit se debe al hhito y # la motifora, Freud piensa ove lr sobredeterminacién se fncnesira en recursos de la constraccign onirica, tales como el des- plazamiento y la condensacién. Los discursos de Foucault se basan fn las modalidades que establece la arqueologia del conocimiento Un texto es un sistema de simbolos que determina el significado de un autor en [a misma medida en que el autor le dova de signifi- tado, Por tant, para estadar los significados de un texto particular debemos eseacia la regas particulars de ese sistema, El iavestiga- dor debe conocer las reels que gobleman es tipo pecsliat ce set- ‘dad imapinativa: emo operan en los suetios el desplazamicnto y INcondensacion, eémo le forma narrative apaya la lgiea estructural (artes: 1977), Estas reglas, que los tebricos de la literatura deno- finan areglas del género» (p..cj., Hirsch: 1967, pp. 74, 80), forman are de I conciencia de los autores, pero rara vez son. inventadas n 1 worlssoxal, boy ;por estos; los textos permiten la comunicacién interpersonal porque son reglas sovialmente constituidas y transmitidas. ‘pL finalidad del debate erftico es explcitar estas reglas y mostrar ccbmo son estas presuposiciones y no otras las que producen el sig- nificado de los textos, Si el razonamiento cultural esti abocado a ser relativo, el intento de Skinner para defender Ia razén mediante su subterfurgio empirista ests condenado al fracaso desde el principio . Solo puede preservarse la razén explicitando los presuptestos y so” metigndolos a debate disciplinado. Los cénones valorativas se pro- poner, no se descubeen; solo ls persuasion puede llevar 2 los partic ipemner ao duc ine Wckaplar ral dee do ales cannes Foren r276n, la interpretaci6n y el debate tedrico van unidos. «Admitir a rapa dad Ue det Gata un visiswewcraies apa Hay mond Aaron en di in, «no es un fracaso de la inteligencia,, sino wa recordat tes» (1961, p. 106). \ reciuente sho de aut cl igiiame ee conden al fracas explicn Ia sve dolaracionct (ahs gue solo sabe calicar de reataions) con fn gue Skinner y sus pardaronsespoaden al debate ertea sobre s0 obra. Skier (1972), ot sero, ba tratad de soparar motivo intenson,sosteiendo gus sien noe pole Gonocete! notve, H's pons conocer Ia imescon, Be manestba un eonoeinlent imolieta del afonomia de Tor tat pace ahora Ske shrmaba se solo pods derelaree la etenion comprendiend le verdaders asuralea de Ia EGinrs, Pero smben ena obsevacin reba ate de modo smbiguo, Skane {1572 p48) alsa que dl -soio se ha preoevpada de que. con sndependenea de he sti que exon haga al exh lo que eerie ha de ser relevant paral Trerpreacinesno se tte dé quel inencG dl ereor tag que ser Ia bee do Innepretactn pers. Skies Hon su preemie ala des de que cent lat trax dl tipete ha de encase a scupesscion de lar intenciones del sseritor ‘scale Bo que wesdbn, pero inca que tanbien puede presinie dela itencon. ‘Rungue eknpse ser pligrono. para un crdco ignore as sanfestaciones exp ‘at cl propio autor aseea de qué es lo que eaaba haciendo en sna obrn da, Feeonoce qu sl propio setter pudo haber equivocndo al rexmnocer wes inten ‘eso habeas frmolad de form incompetent. La abra reciente de Jone, el maz [tmportante separ de Shiner en la sociciogia, abn ead marada por eqhvocor 4 Parscaconssdecias, Por jerplo ete aor alta shore ones 1986, 17) psn dapombia ono dun) coma os denis dcp Seeafcsswat noe el crtexo gue determina que nuesuasairracions sobre ua Spee himdieo scam anaeroniss'0 nos Y patos acepta a nertablepreseutsmo ETS inven texas prada propa enc social (nell bs Hinona} i so se fee ai aca veces ese que alos nc 7 Enegorint que les eran soedmanteajenos a los agente euyas creeps > conduc ‘imo entndess. Aunque Jonery Skinner siguendefendiendo I poeion hire ‘ety esse concesions se far en cuenta resent fe valid de a postion Wr cmt A ete sas eta ev das co In obez d Seinan (283 fe peepaacionf; [en preparation en geneam dead com ete ator ae extend SE Stic AF Sedo preblsnas Ghee ene aye BIBLIOGRAFIA Alexander, J. C., 1982: Positivism, Presuppositions, andl Current Contro- ‘ersies, vol. 1 de Theoretical Logic in Sociology. Berkeley y Los Angeles: Universiey of California Press. — 1982b: The Antinomies of Classica! Thought: Mare and Durkheim. Ber- Kaley y Los Angeles: University of Caltoria Prev. — 1983: The Modern Reconstruction of Classical Thonght: Talcott Parsons, vol 4 de Theoretic Logic n Sociology. Herkaey y Los Angeles Uni versity California Press 1985 (ed. 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