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Mach prAa4 oa. FLACSO ar aa BID Iotece DOCUMENTO DE TRABAJO PROGRAMA FLACSO-SANTIAGO DE CHILE NUMERO 191, Septiembre 1983. 40.346 =I © Recisiro ¥ ARCHIV 2 vO, & wy %, a, Qe te NW LOS FRENTES POPULARES Y EL DESARRO- . LLO POLITICO DE LA DECADA DE LOS SESENTA,* Tom&s Moulian Esta investigacién en curso cuenta con el apoyo del Programa de Cooperacién entre el Gobierno de Francia y FLACSO-Chile. : 3 1 Esta Serie de Documentos es editada por el Programe de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), en Santiago de Chile. Las opiniones que en los documentos se presentan, asf como los an4lisis e interpretaciones que en ellos se contienen, son de la responsabilidad exclusiva de sus autores y no refleja necesariamente los puntos de vista de la Facultad. RESUMEN Este articulo consta de tres partes. La primera es un recorrido hist6 ico sobre el problema de las relaciones entre pradualismo y violencia desde 1830 hasta 1932. Su finico interés es argumentar la importancia de los Frentes Populares, la originalidad de las formas de resolucién po- litica de la crisis y la ambivalencia que tuvieron en el desarrollo histérico chileno las salidas revolucionarias. La segunda parte es un an&lisis del perfodo de los Fren- tes Populares, buscando argumentar su importancia como pe- riodo fundante o constitutivo del estilo de desarrollo, pero también mostrando les flaquezas de ese reformismo, sus in- suficiencias. La tercera parte es una comparacién entre el desarrollo polftico de los cuarenta y el de los sesenta. £1 eje prin- cipal es el diferente grado de polarizacién que existié en cada perfodo, relacionado con la propensién coalicional I, INTRODUCCION 1. Las fases estables La evolucién politica de Chile contemporaneo se ini- cia y est marcada por los Frentes Populares. Esa férmula de gobierno que, bajo diferentes formas y nomenclaturas se jos erfticos del extendié entre 1938 y 1947, abarcé diez ai perfiodo democratico estable que se prolong6 durante cuaren- ta afios, desde 1933 hasta 1973. No obstante su duracién, no ha sido ese el ciclo mas largo de estabilidad en la historia polftica chilena. Entre nuos de or- 1830 y 1891 se extienden sesenta y un afos con den politico electoral y conflictos regulados. Sin embargo existen diferencias marcadas entre ambos ciclos estables. Una de ellas es que el sistema politico del siglo XIX era menos incluyente y representativo, no se basaba en la articu- lacién de interéges o en la negociacién de acuerdos con to~ das las clases.~ Al contrario, el sistema polftico del ciclo de ‘expan- sién democrftica de este siglo canstitufa una estructura inte- grativa, con capacidad de incorporar capas medias, ‘de asimilay clase obreray de institucionalizar la accién del movimien- to popular de orientacién socialista e dnspiracién marxista. Esto 1lo-consiguié , la mayor parte del tiempo, a través de ticos y no coercitivos~ recursos. pi Dilueidar por qué y c6mo convivieron durante tantos ocracia politica y el capitalismd en un pais peri- afios 1a d fSrico, con crecimiento econémico lento, es una tarea indis- pensable, pero escapa a las posibilidades de un artfculo. oS El objetivo analitico Las pretensiones de éste son mucho m&s modestas. Se trata de comparar las modalidades del desarrollo politico de 1a década de los cuarenta con las’de los sesenta. La in- tencién no.es extraer de esa comparacién "lecciones histéri- cas" que puedan dirigir directamente ¢1 quehacer politico o determinar estrategias de redemocratizacién. Lo que se pre- tende es comprender e1 sentido histérico de esas dos etapas del desarrollo politico chileno. Aunque el futuro no sea re~ peti sado evidentemente ayuda a comprender el presente y a puiar- se tentativamente en €1. Esto es asf no solamente por las ién sino creacién histérica, 1a interpretacién del pa- persistencias y continuidades que existen en ¢1 orden peogré- fico, de recursos naturales o en el orden de la cultura. También porque la historia provee la posibilidad de recuperar la experiencia de una sociedad, sus formas de resolver las erisis y de promover consensos, de hacer politica Entender el sentido del perfodo que se inaugura con el Frente Popular requiere analizar, por lo menos, un aspec- to de las fases precedentes. Lo mismo vale para la compren- sién dé la década de’ los sesenta, que alrunos autores ‘han de- nominado de “planificaciones globalés"2/,° Ese tema especffi- co es 1a relacié entre violencia, sradualismo y compromiso politico durante el siglo pasado y principios del actual. Sin esa visién retrospectiva se corre el peligro de menospre- ciar la singularidad del proceso inaupurado en 1938, en espe- cial el papel de las reformas graduales'en el desarrollo po- tico ‘contemporaneo. II. VIOLENCIA, COMPROMISO ¥ GRADUALISMO 1. El_papel y los limites de la violencia: 1830-1860 Muchas veces 1a evolucién polftica de Chile es mirada a través del mito de la continuidad, con la creencia de que en Chile ha primado 1a estabilidad y el desarrollo gradual. Por lo tanto lo del Frente Popular serta una pauta recurren- te, que solamente reproducirfa, en otro contexto de fuerzas, e1 modelo de lenta pero sostenida democratizacién del siglo XIX, En verdad, esa visién da cuenta de un aspecto relevan- te sobre todo si se mira el desarrollo chileno en comparacién con otros paises latinoamericanos. Pero no es aceptable el mito arc&dico y pastoril del progreso lineal, sin rupturas y absolutamente pacifico tan vigente en el "sentido comin” En ciertos momentos cruciales del desarrollo poiftico chile- no la violencia fue el medio de resolucién de crisis. Las guerras civiles triunfales de 1829 y 1891 0 en nuestro si- glo el golpe militar de 1973 constituyen ejemplos de uso de la violencia para restablecer un orden, imponer una nueva constelacién de poder y, en dos de los tres casos, intentar cambios profundos de carécter econémico-social. En los casos del siglo XIX (1829, 1891) se trata de momentos constitutivos. En 1829 se buscé resolver una crisis de Estado que era simultdneamente de formacién y de represen- tacién. Todavfa no habfa madurado esa entidad que se Yenomina -4e Estado, Este existfa sélo parcialmente tanto como aparato burocratico o en su sentido de clases. Lo que se habfa de- sarrollado_como poder politico no tenia ni suficiente centra- lizacién, ni organicidad, ni eficacia como para pretender realizar la funcién central que tiene un Estado moderno, que es obtener obediencia con legitimidad, lo que le permite re- : ‘ saaalt vestir sus acciones con un aspecto de generalidad!/, Lo que existfa era un proto-Estado que carecia de. una legalidad capaz de contener a los diferentes grupos y faccio- nes y de obligarlos a competir por el poder segfin reglas res- ca estaba regida por la petadas. Entonces la lucha polf: lad de disposicién privada de medios de violencia y capa no por un sistema legal universaimente aceptado, quiz4s no en sus principios sustantivos, pero sf en sus principios formales de funcionamiento®/. Pero adem&s de este problema tipico de la formacién precaria de Estado, esa crisis tenfa otro aspecto, el de crisis de representacién. Aunque fuera confusamente, la elite gobernante representaba las aspiraciones libderales y democraticas, mientras que las clases dominantes tenfan una orientacién conservadora. Por supuesto que esa asime- trf{fa en la distribucién del poder dificultaba el proceso de formacién de Estado, La elite politica predominante no era representativa del poder econémico, no tenfa una base real de clases. Las pretensiones liberalizantes de esa elite la trans- formaban en una intelectualidad "inorgénica", desfasada de la oligaraufa terrateniente que aspiraba a reproducir el nivel polftico el orden paternalista-aristocratico de la hacien- aa®’, Esa contradiccién entre elite gobernante y base de cla ses dificultaba la formacién de consenso y abria espacio al caudillisno, como forma sustitutiva de orden legitimado”’ La gran tarea polftica del gobierno de Prieto, donde Portales jugé un rol importante pero sobrevaloradc®/, fue contribuir decisivamente el proceso de formacién de Estado, creando un sistema polf de clases existente. Esta "repularizacién" permitié 1a ex- ico que era compatible con 1a base tensién en el territorio de un poder centralizado que hizo efectivas las normas de competencia regulada y la pacifica- cigén de los conflictos, espaciando Jas intervenciones mili tares hasta 1850. Efectivamente, la creacién de un sistema legal que regula los intercambios politicos como competen- cia, es decir como lo opuesto de una guerra, constituye un proceso tipico de la formacién de Estado en cuando orden ob- jetivo, impersonal y eficiente. El sistema polftico producto de la guerra civil de 1823- 1830, dotado -por tanto- de una legitimidad revolucionaria, se organiz6 en base al principio del predominio presidencial y de la debilidad relativa del Parlamento, Por tanto, junto con el elemento de impersonalidad y racionalizacién que pro- venia de la creacién y legitima: ién de un sistema legal de competencia politica, convivia el elemento de personaliza- cién del poder, El sist: a politics se sostenfa, en gran me- dida, sobre la actividad del lider, en este caso el pre: dente o sus delegatarios, cuyo poder sobrepasaba €1 de los érganos. colegiados de caracter representativo. La "vepularizacién" que se realizé en 1830 significé m&s que la eliminacién del desajuste entre clase dominante y elite gobernante, a través de la identificacién entre po- dev econémico y politico. También significé una estructu- racién del sistema polftico segfin principios del modelo de la hacienda. ‘Tanto la autoridad fuerte y personalizada, co- mo el carécter cerrado del sistema (competencia entre una elite que se identifica con la clase ilustrada, casi siem- pre poseedora de medios econémicos) son tipicos elementos apistocraticos y patriarcales. Como lo demuestra la evolucién politica del perfodo thanscurrido entre 1830 y 1660 la debilidad de esa estruc- tura de poder era que se basaba en el carisma del lider, de base personal pero también institucional (la figura del Presidente)2/, Pero en este caso no se trata de un caudi- lle plebiscitario que consigue un vinculo "demagégico" con las masas. Més bien era un 1fder que se movia dentro de un cfre! 0 aristocratico, el de las clases ilustradas que accedfan a la politica. Pese a las ostentosas apariencias de una autoridad fuerte, el resultado de esa estructura de liderazgo perso- nalizado dentro de un sistema politico cerrado fue una cier- ta fragilidad del poder, La tesis que aqui se sostiene es diferente dé 1a tradicional, que se ha dejado impresionar por 1a solidez’del autoritarismo presidencial’y por le apa~ : 1o/ vente existencia de una sociedad unificada: Cuando, por motivos racionales (de intereses), ideol6~ gicos o personales, parte de la elite politica se volvi6 con- tra Montt el sistema se trab6é con facilidad y la negociacién empezé a hacerse muy diffcil. Cada componente organizado de la elite tenfa, por lo menos, capacidad de accién negati- va o paralizante, que era proporcional a la estrechez del cfreulo aristocratico. En la década del sesenta la expansién de los conflic- tos religiosos y el desarrollo del 1iberalismo como ideolo~ gia culturalmente penetrante, esto Gltimo efecto mediado de la diversificacién de la clase dominante, produjeron una profunda divisién polftica de la elite dirigente. Entonces se demostré la rigidez del sistema y su baja capacidad de integracién en las situaciones de diferenciacién ideolérica © de intereses. Las revoluciones regionales Senne 1851 y 1859, los miltiples intentos de coup d'Etat o el clima pasional de los conflictos religiosos demuestran una pérdida de legitimidad. La inclinacién a 1a guerra y a la violencia por parte de sectores significativos de la elite mostraban la inefica~ cia de las instituciones para contener los conflictos y pro- ducir su regulacién. dad de los conflictos polfticos de los sesenta revelan una erisis de participacién, cuya forma de superacién sera cru- cial para el desarrollo politico posterior. Compromisos y pacificacién: 1860-1891 iS los intentos de resolver la situacién por la via vevo- lucionaria no se inpusieron, quizés porque no existia pro- -piamente una crisis de representacién sino una de participa~ (SR £1 poder todavia se sostenfa sobre una, base de cla- ses, sin una fisura critica entre la elite politica predomi- nante y los sectores m&s poderosos de las clases propieta- rias. Aunque esa elite se habia fragmentado y algunos grupos planteaban una critica a la estructura de poder personaliza— do (predominio del Presidente) y recurrfa » en ocasiones, a formas insurreccionales de oposicién, la situacién no era tan "inorpfnica" como en 1629/4’, pero @SUERESEURSUBSISERD El fracaso de esos intentos revolugionarios, e1 mas importante de los cuales fue la insurreecién regional de Co- piapé encabezada por el. magnate minero Gallo, abrié paso a uns @SUMGHORPRSESCIEGA. 1a eleccién de Pérez, personaje més moderado’ y también m&s oscuro que Montt, permitié la recom= posicién del cuadro de alianzas politicas. Al modificarse el principio del presidencialismo ab- luto (primero en el ejercicio del gobierno y mis tarde en el texto constitucional), parte significativa del poder se desplazé hacia e1 circulo de notables, re importan- cia el liderazgo personal del jefe autoritario. ——————— st _# (GRIBSISIRFAPGWEED. La diversificacién de los contrabalances y la instauracién de précticas m4s representativas repula- ron el poder presidencial y crearon las bases de un sistema transaccional, de un régimen con un poder m4s repartido y con mayor acceso a las decisiones del conjunto de la elite politica. GSPCGAATGSSNSNBSMEY. Las querellas y divisiones ocurri- das entre 1860 y 1885 no produjeron crisis serics de gobernabi- lidad ni intentos insurreccionales. Sin embargo, siendo esto quizas lo m&s importante, el predominio de formas negociadas en el ma co cerrado del circu lo olig&rquico no impidié que el perfodo tuviera una marcada orientacién modernizadora, de reformas (por supuesto laborio- samente negociadas), especialmente en los ambitos de las 1i- bertades: polfticas y de la secularizaciéri de la sociedad. Durante ese lapso se modificé 1a ley de imprenta de 1846, la ley electoral de 1861, elimin&ndose en 1874 las normas cen- sitaries; se dict6 la ley de cenenterios laicos y 1a del civil trime Todas esas grandes reformas fueron realizadas pactfi- camente (si se excluyen los torbellinos parlamentarios y los combates periodfsticos), pese a cue afectaban a creencias sobre la divinidad y ¢1 destino humano. Pese a la gravedad subjetiva que se le asignaba a las leyes en diseusién, vincu- ladas a problemas como la verdad, 1a salvacién eterna o el progreso de 1a humanidad, no ocurrié nada parecido, ni en la atmésfera ni en los efectos politicos, a la llamada "cuestién del sacrist&n" 0 a las revueltas de los cincuenta. El recurso a la guerra y el parlamenterismo @QHSEREIERM , pero con otro sello que la de 1829. Esa re- velucién se realiz6 no para asesuran cambios profundos sino comenzada en 1a década del scsenta. Fi objetivo de esa pue- (@UBRESRMENSIBIFWERE: , donde el equilibrio de poder depen- dfa mis del estilo del gobernante que de las normas regula- doras. Hay que ‘tomar en cuen- ta que la clase polftica tendfa a verse a sf misma como eli- te ilustrada y que parte importante de su legitimidad la vefa asociada a la educacién y al cultivo de la razén y la eiencia. En la formacién de la conciencia politica operaban las aspiraciones de parecerse a las naciones civilizadas, cuyos modelos basicos eran el parlamentarismo inglés o la democracia americana. (G@GmASOPRUSHONMASNSEHERE que en los momentos anteriores. Por ello, existiends un contexto nuevo, el parlamentarismo se ‘transformé en una ccndicién de consenso, en 1 medio ne~ cesario de unificacién y relacién pacifica entre los diferen- tes segmentos politicos de las clases doninantes. Esa fundamentacién racional del parlamentarismo como demoeracia en el seno de la elite tiene que ver, desde el triunfo en la Guerra del Pacffico, con el nuevo papel econé- 1u/ mico del Estado: n del impues- + Ese papel era la recolece to salitrero que se distribufa por medio del Estado entre los diferentes agentes econémicos. HE auge exportador sig- nificé el aumento de la importancia politica del Estado. y el veforzamiento de la necesidad de una reparticién contrabalan- ceada del poder. Su monopolizacién por parte de un lideraz- ntent6 Balma- go presidencial activo y con proyecto, lo que ceda, se habfa convertido en una amenaza para la competencia econ6émica entre los 4 tel2/, £1 poder fuerte aparecfa como un medio de interven- cién en las relaciones econémicas de clase. S@NSSHEIEGR ferentes segmentos de la clase dominan- Con el triunfo. de los "constitueionalistas", cue acu- saron a Balmaceda de imponer una dictadura porque buseé re- ‘cuperer un rol activo para el poder piiblice, se fortalecié (GQaassez aire". Entre 1891 y 1920 fue la época de oro del liberalismo politice, cristalizado en un parlamentaris- mo extremo, y del liberalismo econémico, que en Chile necesa- riamente adoptaba un aspecto ambiguo - En la practica ese ideal abstencionista en lo econémi- co representaba un mito. E1 Estado asumfa un rol de inter- vencionismo pasivo, puesto que no podfa ser un ente retrafdo -en la esfera econémica, por su papel directo dé recaudador y administrador, Se trataba de un Estado que tenfa recursos econén cos para repartir competitivamente, como franquicias, en el interior del cfrculo oligérquicod2/, La paradoja de iberalismo residié en esa distor- sién entre la idea mitica del Estado y su realidad efectiva. Se predicaba el "laissez faire" y el predominio de la "so- ciedad civil" de los propietarios, pero el tipo de relacio- nes de propiedad prevalecientes en la produccién salitreta determinaba ciertos roles necesarios del Estado, como recau~ dador del impuesto a las exportaciones y como distribuidor de recursos econémicos. Por tanto, la lucha contra el liderazgo presidencial fuerte tenfa significados muy “precisos, significaba coartar la posibilidad de proyectos implementados desde arriba, des- de la cfipula estatal, que redistribuyera el poder! econémico entrée las fracciones. Por tanto, representaba el rechazo de cualquier proyecto "bismarkista"28/, La prédica del libera~ Lismo ‘significaba la demanda de un mercado politico resguar- dado, abierto sélo a ciertos grupos, de modo que la lucha por conseguir franguicies se realizar4 sin peligro y en condicig nes equitativas entre ellos. Esto implicaba que se ra sepin el "mérito" de cada uno, pero "mérito" extra-econd— 7 - 1g mico, medido en 1a capacidad de movilizar poder politiec®!/, 2 IGG SUED GS Abeta) A) Le NO 1891 tenfa-dos rasgos centrales. Producia una atomizacién “del poder, con lo cual el Parlamento funcionaba como &mbito (GQQIEIEEISEISENEUEEIEEE>. si se desplazaba el poder hacia 1a "sociedad Civil" oligérquica pero con la indispen- sable colaboracién funcional de la elite polftica que actua- ba como intermediaria, Ese liberalismo significaba ebsten- cién de un proyecto estatal que tuviera’ autonomfa veletiva de las clases dominantes y constitucién del régimen politi- co como mercado competitive de franquicias22/, Los exceden- tes apropiados por el Estado a través del impuesto a las ex- portaciones se repartfa entre los segmentos olig4rquicos, no segfin el modelo autoregulado del mercado econémico, sino segfin el grado de participacién en un poder polftico atomi- zado y, por esa misma fragmentacién, "igualitario", sin po- sibilidad institucional de monopolizacién. Pero esa era s6lo una de las significaciones del rég men parlamentarista extremo del perfodo 1891-1924, (GaN6ER res, sin que esto entrafiara un pelifro sienificativo. La experiencia del Partido Demécrata fue un caso tipico de ins- titucionalizacién neutralizante24/, £1 juego del parlamen- tarismo, que permitfa incorporaciones moleculares en la eli- te politica o la ilusién de 1a incidencia en el poder, por la participacién en algtin gabinete de corta vida, fue’ iden- tificando a la organizacién como un enpranaje del sistema de negociacién dentro del cfrculo olig&rquico. As perdié sus conecciones m4s vitales con una clase obrera o un sector po- pular excluido, situado’en un contexto de capitalismo salva- je, por tanto sin efectivas protecciones legales frente a los patrones. Ese primer "partido popular" operaba, m&s que como 6rgano representativo, como un instrumento de acce- so a la elite de elementos’ escogidos de esos sectores-socia- les semi-marginatios. La pre- tensién abstencionista de un Estado con roles econémicos estructuralmente determinados, lo.convirtié en una institue cién sin autonomfa pelativa, que no realizaba un interés universalizable y donde el poder polftico estaba al servicio del poder econémico. Se: trataba: de una tipica co: del Estado gomo instrumento, en una forma cercana a la del tipo puro descrito en la literatura marxista. Pero ese Estado-herramienta estaba organizado como sis~ tema transaccional, como Ambito de compromiso de intereses, los cuales muchas veces se presentaban en sus formas mas in- dividualizadas y menos generales, Este tipo de expresién de intereses no era el efectc del carfcter transaccional o negociativo del Estado sino del carActer cerrado de la par- ticipacién politica. El poder politico se -distribufa a tra- vés de 1a competencia dentro’ de un cfrculo estrecho, lo. que no exigfa performances generales y procesos de articulacién activa hacia afuera, No exist{a una necesidad de legitima- cién amplia que generara exigencias agregativas. Esta democracia elitaria de negociacién era estructu- ralmente diferente de 1a democracia elitaria del 1faer42/, La segunda existié en forma bastante pura desde 1830 hasta Montt, pero comenz6 a desdibujarse paulatinamente desde 1860. En ella la dinfmica politica dependia de dos factores centra~ les. El prinero era la existencia de una elite homogénea y unidas el segundo era el papel decisivo de las "grandes personalidades" politicas. Como se observa se trataba de un caso especial de liderazgo personalizado democrético, di- ferente del que Weber ha llamado "plebiscitario de masas". Este Gltimo requiere la capacidad del 1fder pare conseguir legitimacién dentro de un sistema de competencia abierta. Esa capacidad Se basa tanto sobre procesos de articulacién y agregacién, de adhesién racional, como sobre los vinculos emotivos que provienen del carisma, En todo caso se trata de un fénomeno propio de la democracia de masas, mientras que el otro tipo corresponde a la democracia olig&rquica. En eso consistfa justamente la fragilidad del sistema de liderazgo personalizado existente entre 1830 y 1860. Se trataba de una estructura ambivalente, con un poder uni- personal definido normativamente como fuerte pero que depen- dia de la adhesién de notables. Esto puede producir una con- tradiccién erftica entre normas y real: La cia de notables, cuyo poder politico tiene base econé: son dos elementos que se combinan con dificultad. dades politicas, mopolizacién del poder por el Presidente y la existen= ica, Con la evolucién del sistema de democracia elitaria del lfder hacia una democracia elitaria de negociacién se consiguié, entre 1860 y 1891, una pacificacién de los con- flictos pero sin que se perdiera la capacidad de accién es- tatal para emprender cambios y proyectar politicas de largo alcance o para asumir problemas nacionales que se definfan como decisivos. QuizMs la eficacia de esa estructura repo~ saba en su carfcter mixto.. Todavia el poder presidencial no se encontraba tan disminuido como después de 1891.. Exis- tian elementos de liderazgo personalizade combinados con ele- mentos parlamentarios. Este mixtura ayudaba a. impedir. que la politica se diluyera en el compromiso sin proyecto, don- de.ni siquiera existfa la pretensién seria de constituir un interés pfiblico diferente de los privados, Después de 1891 el. viraje parlamentarista de la demo- cracia elitaria de negociacién’ debilité el papel estatal. Privatiz6 totalmente el Estado, perdiendo éste esa autono- mia relativa de los dosi momentos anteriores, la etapa de democracia elitaria del lider y la primera fase de la demo- eracia elitaria de negociacién (1860-1891). sin barpo, quizds esa evolucién hacia lo transaccio- nal absolutizado fue uno de los factores que evitaron por un tiempo el rol predominante de los caudillos, Se fortale- cié una capa politica, subordinada pero diferenciada por sus intereses propios de poder, unificada en su socializacién y concepeiones de la polftiea por una practica comin de natu- raleza técnico-procesual. En realidad la época entre 1891 y 1920 no fue ni un tiempo de caudillos ni tampoco de partidos (en sentido estric- to)23/, Fue un tiempo de elites, Las organizaciones polf- ticas eran entidades débiles, fragmentadas, asociaciones de poder de caracter mas e identidades sélidas. ;ccional m&s que instituciones con progra~ No es contradictorio hablar de una clase politica con- solidada y de un Estado casi puramente instrumental, que no tiene autonomfa relativa frente a los sectores econémicos do- minantes? La contradiccién cs aparente. La mayor parte de la elite eran notables, es decir sujctos ciyo poder politico dependfa de su poder econémico. Adem4s esa elite jug6, mas que un rol de representacién, un rol de intermediacién. Fueron negociadores, relativamente competitivos, de’ intere- ses privados. La tragedia de esa capa polftica fue que tuvo posibili- dades de autonomfa pero no fue afitonoma, Asf desperdicié una oportunidad histériea. La guerra civil de 1891 tuvo un sig- nificado reaccionario, a diferencia de la de. 1829 que repre- senté un progreso, puesto que creé condiciones para-la-forma~ eién del Estado. El papel de la violencia es diferente en un 218 caso y en‘el otro. En 1891 la readecuacién del sistema po- Aftico sirvié para consagrar un mecanismo de reparticién del excedente salitrero, generando una privatizacién del Estado. 5. Intentos de reforma e ilegalidad politica El sistema politico parlamentarista®!/ tenfa posibili- dades de funcionar, sin lo que actualmente se llama crisis de gobernabilidad2®/, en 1os perfodos del auge exportador, cuando los ‘recursos que el Estado repart{a podfan abarcar un mayor némero de beneficiarios y cuando existfa gran dis- ponibilidad de divisas para finaneiar exportaciones. Pero esa forma de ordenamiento polftico bfsicamente transaccional, de competencia por franquicias, no era capaz de resistir la cfisis de la economfa salitrera que ya sé empieza a visuali- zar desde 191728/;. Entonces aparecieron con claridad los graves defectos dél'résimen politico que el auge habfa per- mitido soslayar. Se hicieron vieibles dos limitaciones es- pecfficas que remitfan a una més ‘reneral. La primera fue la incapacidad para afrontar la llama- 2 27/ ae otra forma que 1a represiva2®/, da‘ "cuestién social” y para aceptar polfticamente las transformaciones en la es« tructura de clases que el desarrollo salitrero habia produ- @ido, de otra forma que la cooptacién neutralizadora que se intent6 con el Partido Deéerata, La segunda limitacién residié en la incapacidad de pro- éesar la crisis del salitre como una erisis del modelo prima- 1g) vio exportador y para percibir a tiempo la necesidad de una reorientacién del tipo de desarrollo capitalista, Esos problemas (visiblemente manifestados en cesantfa, pauperismo, inestabilidad econémica y crisis de la concien- -cia social), reflejaban la dificultad para constituir, den- tro del tipo de Estado, un interés pfiblico legitimado. £1 problema de fondo era que la fragmentacién del ‘poder, vieja aspiracién liberal expresada en el aforismo del "gobierno minimo"22/, provocaba la fragmentacién de los intereses, su manifestacién atomizada y particularista. la descomposicién molecular de los intereses, septin los individuos o grupos de presién que tenfan acceso al mercado imperfecto de la poli- tica, dificultaba la realizacién de una racionalidad reneral de clase y favorecfa las légicas privadas El surgimiento dé Alessandri en el afio veinte y la posterior inestabilidad politica producida por su fracaso de ese ordenamiento. En representa el comienzo de la crii el cuadro de un sistema polftico descompu de pasividad frente a los grandes problemas nacionales, sur- to, por eu imagen giercn los primeros intentos de reforma, Cuatro élementes interesa resaltar respecto el fenéme- no alessandristas®’, primero, la aparicién de un tipo espe- cial de liderazgo, el caudillo. Ese personajé és muy diferen- te del 1fder en un sistema de notables, el cual se adecua.a una estructura politica estrecha en su base electoral. Aunque ~-20 = en la época no puede hablarse de una democracia de masas, con sufragio universals?/, alessandri representé un ifder plebiscitario, que se impusc contra la opinién de parte im- portante de la élite polftica, bas4ndose en una capacidad de movilizacién que rompfa las disciplinas partidarias y las pautas electorales previas, En segundo lugar, ese caudi- 116 surgié desde dentro del "establishment", lo qué revela que habia en éste una tendencia modernizadora, de reformas ©, por 1o menos, un difuso espfritu de desencanto con lo existente. Alessandri éra un personaje del juego parlamen= tario, habfa sido ministro, diputado, participante de coali- ciones contrapuestas, lo que era tipico de la €poca. En tercer lugar, se trataba de un caudillo plebiscitario pero enmarcado dentro de un régimen politico que dilufa el poder presidencial, otorgaba el predominio al Parlamento y el go- bierno de gabinete. En cuanto lugar, Alessanéri representa- ba un caudillo reformador, que promovfa una polftica de mo- dernizacién de ‘las instituciones polfticas y de las relacio- nes sociales. ‘s conveniente detenerse en este Giltimc punto. ‘Ese nuevo liderazgo irrumpié en el escenario cristalizado de ‘la politica parlamentarista como una ventolera meridional. Alessandri tenfa un discurso de ruptura, de critica a las modalidades politicas prevalecientes, con un fuerte conte~ nido anti-olig&rquico y con apelaciones a las masas. Su programa de cambios planteaba dos puntos sensibles. Uno de ellos *. la reforma de la Constitucién de 1833 para reempla- zarla por una més presidencialista, con roles de direccién m&s activos y poder menos frapmentado. £1 otro punto era la intencién de repular las relaciones laborales mediante reglas objetivas, penerales, rescuardadas coercitivamente y organizadas en un sistema globals2’, Esas dos reformas centrales demuestran una éptica nedidas contra el bizantinis- modernizadora, concretizada en mo infecundo de la politica de notables y en el deseo de sua- vizar los excesos del capitalismo salvaje, protegiendo a la “parte débil del organismo social"23/, Pero esas reformas tienen, por asf decirlc, un car4cter "superestructural" Son reformas del Estado, destinadas a modernizarlo como apa~ rato, a transformarlo en vegulador y puardian de las relacio- nes capitel/trabajo. Ese proprama reformador tiene un carfc- ter prorresivo, en 1a medida que se orienta a resolver as~ pectos importantes de la crisis, entre ellos promover la existencia de un Estado "renovado" que iba a operar como ér= gano piblico m&s cue como puro-mercado de franquicias. Sin embargo, el programa presenta una limitacién reveladora: no aborda la crisis de la economfa primario-exportadora, no in- cluye siquiera el concepto de tensiones o desajustes estruc- turales. Esa ausencia era sint m&tica del predominio de la visién liberal-abstencionista. Aunque Alessandri represent6 cambios de esa perspectiva, ya que promovié -por ejemplo+ la fijacién de un impliesto a la renta, estaba limitado para plantearse una reforma radical de las relaciones Estado/eco- nomia, como la que implica un estado desarrollista. El golpe militar de 1924 sefiala dos Wechos. La natu- raleza de la "verdadera dlirarquia", aquella que rechazé (por ser demasiado avanzado 6, simplemente, por el tono populista- antioliv&rquico del discurso) la politica ‘de Alessandri. Y también revela las debilidades, para la época.y su crisis, de los cambios puramente "transformistas"24/, Ese solpe, cuya ineficacia se demostré r&pidamente, fue provocado por el efecto combinado de le micpfa de los reformadores y de la ceguera de la oligarquia. La profundidad de los desajustes que estaban en desa- rrollo requerian algo m4s que un programa de cambios poli- ticos o de medidas econémicas parciales como el impuesto a la venta, La decadencia de la industria salitrera, que a fines de la Primera Guerra se vefa irremediable a mediano plazo y que entretanto castigaba 1a economfa chilena con violentas fluctuaciones de corto plazo, creaba la necesidad de cambiar una estrategia de desarrollo que habia conduci- do.a una forma atrasada y subordinada de economfa capitalis- ta sin industrializacién propia. La etapa que se prolong6 desde 1891 hasta 1924 esté marcada por ese fracaso. En ella existieron, ‘como pocas antes en la historia del-pais, condiciones para la profun- cizacién-del capitalismo: auge exportador sostenido, Estado dotado de recursos, ‘acceso a los empréstitos externos. 16 que faltaba era una base de clases -apropiada 0, en su ‘defécto, la accién activa del Estado. En amhos casos se detecta la ausencia de un agente social dotado de valores, intereses, habilidades y recursos para las tareas de racionalizacién y modernizacign econémica que requerfa la industrializacién sostenida. En el caso. de la Gliparqufa existente el ethos anistocrético y la practica.econémica tradicionalista, in- clineda hacia la renta y Ia especulacién, surgia del mundo dela haciénda. Ese universe estamental, de relaciones so- ciales rigidas, de cultivo extensivo, de acciones proscri- tas por la tradicién y rutinerias, repidas por la fuerza su- perior de la naturaleza, constitufa la basica unidad social de referencia. La clase dominante: surida y reproducida por esa matriz tendfa, por sf misma, a menos de ser sacudida por fuerzas ext: nas, a conductas conservadoras. El proprama de reformas de Alessandri, aunque circuns- crito a la modernizacién del Estado, dividié profundamente a esa parte de la elite politica, expresiva del conservadu- vismo y tradicionalisme de les terratenientes. Esa divisién abrié paso a las intervenciones militares, produciéndose una ruptura de los principios de funcionamiento del sistema transaccional de elites, Un nuevo actor social aparecié en el escenario. Entre 1924 y 1932 le accién politica deja de estar vegida por veplas de procedimiento universalmente aceptadas sobre una y pasa a estarlo por la capacidad de influenci: cGpula militar politizada a2 través de la puerra civil, sino a través del polpe militar. La violencia reaparece, pero no El acceso o la sucesién en el poder, ajustado a normas pros- critas, es reemplazade por la maniobra de fuerza. El gobierno autoriterio de Ibafiez, entre 1927 y 1931, represent6 una transformaci6én importante de la naturaleza de los liderazgos. A diferencia de los robiernos conserva- dores fuertes de principios del siglo pasado, en que el fun- damento del poder personalizado: era la representacién obpani- ca de una base de clases, en ese aspecto una especie de = 24 - “pegularizacién" respecto de los desajustes del perfodo lia~ mado. de la "anarquia", el gobierno de Tbafiez tuvo una natura~ leza cesavista. Se trateba de un caudillo que se impuso co- mo "salvador", a través de la maniobra de fuerza, a los gru- Pos 0 clases dominantes como consecuencia de un equilibrio catas- ses. No hubo una representacién conferida por las tréfico. El caudillo no fue llamado por los dominantes. Es 61 quien, como jefe de una faccién militar, se auto-colo- cS por encima de los grupos o clases, aprovechando sus mutuas una estrategia de me- debilidedes. En este caso no stii diacién que pueda imputarsele a las clases dominantes, como existié en el golpe militar de 1924, La ruptura de la lega- lidad, promovida para impedir las reformas que intentaba Ales- sandri, es aprovechada por Ibafiez para copar el gobierno, es una t{pica maniobra "bonapartista". is del ordenamiento politico y En ese momento de cri stadora ese cesa~ de cesajuste de la economfa primario-exp: Jo histérico progresivo. Pero para risno pude tener un ello necesitaba sobrepacar mfs alld de la tesminacién de las tareas modernizadoras del en veformismo de Alessandri, ir Estado. La reiz m&s profunda de 1a crisis era el agotamien- to del modelo primario-exportador. Fn ese contexto la mot dernizacién del Estado constitufa, m&s que nada, el pre-re- quisito de un poder ptiblico activo, con capacidad de movili- zar intereses penerales lepitimados. bafiez pudo ser el impulsor de un modelo de desarrollo de. tipo neobismarkiano, consistente en un caudillo que se proponta scelerer la transicién hacia una sociedad industrial = 25 - moderna y que contaba con la venteja de que, por la debili- dad de las clases dominantes y desorganizacién de las clases subalternas, podia gobernar sin exigencias de representacién—'. La destruccién del sistema transaccional de elites pro- porcionaba oportunidades para una alternativa de cesarismo desarrollista. Algunos elementos de eso contiene explicita- mente el reformismo militar. No solamente criticé a la oli- garquia y a la clase politica como fuerzas causantes del atraso, aden&s desazroll6 un esbozo de polftica favorable a la industrializacién y buscé diversificar las relaciones de dependencia, favoreciendo a los capitales norteamericanos contra los capitales ingleses3/ Pero la acunulacién de dos crisis hizo fracasar las posibilidzdes abiertas por la destruccién del résimen tran- saccional y por la imposicién de un caudillo con algunas oriontaciones modernizadoras. Como es sabido en 1930 se de- sencadend sobre el pais la crisis externa catastréfica que se yustapuso a la va antigua crisis salitrera que se habfa agravado entre 1927 y 1929°2/, Sin embargo, pese a la situacién caética de mia, a la repla de“ilegalidad econo- ue habia primado.en la lucha politica desde 1924 y 2 la afiliacién militar de Ibafiez, no se derivé en una guerra civil, El gobierno fuerte sucumbié a una t rmenta politica, a una insurreccién civil. ¢Por qué Ibafez, al contrario de Balmaceda, actud. como un polf- tico vealista m&s que como un puerrero? Una parte de la respuesta vadica en;las ineonsistencias del proyecto, su falta de deserrollo.m’s claro y explicito como alternativa de-nodernizacién que necesitaba sustituir 2 las fuerzas bur- guesas en la direccién de los cambios, que, por tanto, de~ pia promover un papel mucho m&s activo del Estado y postu- larse como auténomo, Bismarck tenfa la conciencia de lo qué era. Percibia con.claridad las tareas histéricas funda- mentales (empujar la unidad nacional y acelerar la industria~ lizacién) y la necesidad de apoyarse en 1a monarqufa y los Junkers para paliar las debilidades de 1a burguesfa alema- a8! ai ciante, adem&s sobre qué clases podia apoyarse para un di- ne ez no solamente tenfa una conciencia m&s balbu- sefic neo-bismarckiano?. La debilidad de la respuesta del go- bierno a la insurreccién civil revela un esquema realista, una prudente aceptacién de los 1fmites de la fuerza, de la imposibilidad de gobernar contra el conjunte de la elite politica y de los partidos, sin apoyarse en ninguna clase fundamental. De una forma oscura, pero no por ello menos real, la experiencia politica del ibafiismo influyé en los aconteci- mientos posteriores. El fracaso de ese intento, finalmente aislado de cualquier base de clases, permite entender muchas de las caracterfsticas de la efimera "Repiblica Socialista", cilita la comprensién de su clima histérico. por lo menos Esa corta experiencia revolucionaria aplica una leccién que surgia del pasado inmediato, Era la idea de que un proceso de modernizacién (en sentido amplio) no podia realizarse, como fue el caso de Tb: desde la cfipula”. Aun cuando fuera una "revolucién desde ez, en la forma de una "revolucién arriba", sin implicacién decisiva ¢e las masas, no podfa sobre- vivir en el aislamiento de las fuerzas dirigentes respecto de toda clase o grupo. La 4: rencia entre "desde la cfipula” y "desde arriba" radicarfa en que en el primer caso los es- fuerzos de los gobernantes no conseguian fusionarse con nin- guna clase decisiva, no eran representativos de intereses histéricos, pese a sts invocaciones al desarrollo, al pueblo o ala nacién. Esa elite que habia coniseguido, por un golpe de fuerza o un vacto de poder, espacios y recursos para la transformacién de una sociedad, no tenia capacidad interpe- latoria de los grupos cuyos intereses 0 cuya racionalidad estratégica invocaba. La premisa de la "RepGblica Socialista" era que la realizacién de cambios sociales profundos requerfa apoyarse en les sectores populares y las capas medias y no en las cla~ ses ‘dominantes, porque estas eran un freno de los ‘procesos de reforma, aun aquellos que eran de modernizacién capitalis~ ta. Esa "RepGblica Socialista" fue, pese a su cortisima duracién, un episodio significativo. Surgida de un pustch militar con apoyos civiles, tenfa elementos de continuidad con el ibafiismo pero también de ruptura. Algunos de sus jefes, entre ellos Grove, habfan estado vinculados a la fac~ cién militar. Sin embargé, la experiencia de 1932 fue m&s alla: planted la necesidad de cambios radicales e introdujo el tema del socialismo como una alternativa materializable, como una posibilidad. A través de la accién de Grove y sus compafieros el socialismo adquirié un rostro, perfiles concre~ tos, dejé de ser un simple ideal polftico lejano y. futuro, Pese a sus elementos de lucidez, en cuanto a la capta- cigén de la gravedad de la crisis, la "Repfiblica Socjalista" fue aun m4s ilusoria que los otros intentos de resolverla Era muy diffcil que durara una "dictadura democr4tico-popu- lar" que no habia surgido del movimiento de masas sino de una maniobra de fuerza de elementos militares (sin apoyo institucional) y de dirigentes pequefio-burgueses “radicali- zados, Ne eva suficiente su mayor perspicacia estratégica, que consistfa en darse cuenta de la necesidad de una comple- ta sustitucién de las clases dominantes en 1a direccién po- litica, para hacer posible una "revolucién democr&tica" que corrigiera los atrasos, La ilusién residié en apostar a una clase todavia no plenamente constituida y en estar se- parada de las formas histéricas precarias de organizacién de lo popular, Aislada del partide de drientacién socia~ lista mis importante (los comunistas), separada del partide popular (los demécratas) y del partido mesoerAtico (los radicales), la "RepGiblica Socialista" s#lo puso ser un episodio entre caricaturesco y alepérico. Su gran valor his- térico fue sentar las bases de una alternativa a los comu- nistas en la izquierda (1os socialistas)22/, En todo el perfodo que va desde 1924 hasta la "restau- racién" alessandrista de 1932 la fuerza demostré su preca- riedad como elemento de legitimacién. Los intentos refor- mistas del primer Alessandri fueron abortados por ‘un ‘polpe militar derechista, sin embargo perfectamente infecundo El otro intento con posibilidades, debido también a manio~ bras de fuerza de un caudillo’militer, tampoco pudo conse~ guir legitimidad, pese a la legalizaci6n del poder de fac’ to por una eleceién presidencial o pese al intento de crear un sisteria ad hoc de representacién pactada (el "Parlamento termal"), Tiempos convulsos e inestables, tan diferentes de los ciclos largos que habfan caracterizado el desarrollo politico chileno hasta 1924, El ritmo de desarrollo entre 1830 y 1920 estuvo deter- minado por una combinacién de momentos de fuerza activos, en que los enfrentamientos alcanzaban la forma de la guerra civil, con largos perfodos de polftica negociada, en los cuales la legitimidad se reproducfa o resteuraba (como en 1860) por la via de 1a articulacién, de la integraci6n, sea ésta restringida o amplia. Momentos de fuerza con largos perfodos de compromiso politico entre diferentes clases o fracciones de clase: esa fue la pauta que se impuso desde 1860, cuando, a través de la ampliacién de las atribuciones del Parlamento, se realizé una democratizacién para las eli- tes. La forma de fuerza en la resolucién de las crisis po- ASticas, a la cual cierta conciencia imaginaria le atribuye virtudes magicas, tuvo resultados ambivalentes. En 1830 fue que en 1891 tuvo afectos reaccionarios. progresiva, mientra Entre 1924 y 1932 las soluciones de fuerza, menos activas o violentas que en los dos ctros eventos, con caracterfsticas de coup d'Etat y no de cuerra civil, se denostraron infecundas como camino estable de cambios sociales. Esta larga disgresién sobre las relaciones entre vio- lencia y compromiso entre 1830 y 1932 es necesaria para com- prender la significacién de los Frentes Populares. Esas coaliciones operaron dentro del marco de la legalidad polf- tica representativa recién cristalizada. Ellas permitieron co sobre la simultdéneamente 1a creacién de consenso polit: base de compromisos interclasistas y, abrieron paso a una fase reformista de larga duracién, durante la cual se en- frentaron problemas nacionales cuya postergacién estaba en la base: de la crisis estatal abierta em1924. La vegla de acceso y sucesiones legales al poder y de competencia re~ gulada, consolidada.en 1932, no se rompié en 1938, pese al triunfo de: una coalicién relativamente radicalizada, III, "LOS -PRENTES POPULARES!’ - ‘ 1. El triunfo del Frente Popular Bl éxito electoral del Frente Popular en 1938 no fue el efecto de una expansién de? sufragio universal, el resul- tado (fatal e inevitable) de 1a democracia de ‘masas. En realidad, en el momento del triunfo de la coalicién de cen- tro-dzquierda el porcentaje de inscritos sobre el total de adultos era idefitico al de 1921, e1 20.0842’, Es verdad que desde 1918 se puede detectar una ampliaci6én leve de la participacién, reflejada en el alza del porcentaje de ins- critos sobre 1a poblacién total. Desde esa fecha hasta 1953 las cifras de inscritos se movieron entre el 7.2 y el 11.6 por ciento, mientras que entre 1876 y 1915 habfan fluctuado entre el 4.6 y el 6.9 por cients. A su vez las modificaciones sucesivas que experiment 1a ley electoral desde 1874 habfan ido, progresivamente, mejorando la repre- sentatividad del sistema. Un indicio:fue la introduccién en 1890 de la proporcionalidad para todas las eleeciones pluri- personales, Sin embargo, el sistema seruia siendo estrecho, con algunas flaprantes restricciones como la del voto feme- nino, y proporcionaba oportunidades de manipulacién electo- ral, a través del control de las inscripciones, ‘de la presién . sobre 168 votantes y de la distorsién dé los resultados. . No fue, entonces, la demecratizacién del régimen elec- -toral la que empuj6 a‘los radicales hacia la izquierda, bus- cando ‘atraer votantes recién incorporados o tratando de adap- tarsé ‘a nuevas condiciones de la votacién. M&s bien se tra- +6 dé"un'fenémeno de realineamiento, que no ‘era producto directo de cambios en la base electoral o que expresaba, en forma diferida, ampliaciones muy anteriores. Lo interesante es que, pese a la mantent én de condi- ciones de competencia imperfecta, las clases dominantes no pudieron controlar la situacién, sea a través de férmulas politicas destinadas a impedir la formacién del frente; del manejo de las elecciones o de la intervencién militar. ‘Al contrario, enfrentaron la alianza mesocrética-popular con Ja alternativa mis. inadecuada, aquella que simbolizaba-la conexién m&s estrecha entre politica y negocios(Ross). Es sorprendente la debilidad politica de las clases dominantes en esa coyuntura de carécter fundante. No po- seen becursos persuasivos o de fuerza para manejarse dentro de un sistema polftico que todavia era estrecho en su dase electoral y distorsionado en su representatividad. De qué factores se deriva esa impotencia que aparece afin antes de 14 expansién masiva de 1a base electoral; :esterilidad que to se deriva, por tanto, de la "popularizacién™ del voto? Interesa recalcar dos factores, pues sin ellos la di- deccién de la.tendencia hubiese sido otra. El pri la emerrencia politica cién por un partido laico, reformador y estatalista. Las nero eg de’ las capas medias y su movilizas clases dominantes siguieron teniendo acceso politico a eiertos sectorés de esas capast3/, pero se'vieron crecientes mente limitadas por el carfcter conservador de sus propues~ tas, incapaces de articularse con las demandas de movilidad y acceso a oportunidades de esos nuevos grupos emergentes, y por la influencia del elemento catélico en el universo ideolégico de la derecha. El segundo factor determinante fue la brecha abierta entre las clases dominantes y los militares, después de las experiencias de Ibafiez y Grove. Esos intentos se ubicaban en el. contexto de la crisis del Estado. 0: earquido.y se en- parentaban con otros "golpes militares de capas medias" ocu- rridos en Anérica Latinat*/, todos ellos lejanamente influen~ ciados por la experiencia modernizadora de Kemal Atarturk que comenz6 en 1923., La tendencia desarrollista de Ibafiez © la populista de Grove, con sus respectivos fracasos, crea~ von’ un abismo entre los militares y el conjunto de la élite politica, interesada en la mantencién de pautas de represen- tacién y de un esquema de compromisos negociades, Fara las clases dominantes los militares también representaban una alternativa peligrosa, no sclamente por sus posibles. tenden- cias reformadoras, sino también por el cierre politico y la pérdida de autononfa polftica que representaban“2/ Conviene enfatizar un aspector la radicalizacién del electorado ceurrié dentro de un sistema restringido y manipu- lado, en donde las inscripeiones eran selectivas,, se fomen= taba la apatfa electoral a través de la voluntariedad del sufra~ gio, se reclutaba coercitivamente a los votantes campesinos. Es verdad que después de la reforma del régimen censitario se produjo una cierta "plebeyizacién" del voto, favorecida por e1 hecho que la condicién de propietario fue reemplazada por la de alfabetot®/, Pero 1a pequefiez de las magnitudes de crecimiento (un alza del 9.9 jal 10.3 por ciento de los votan- tes sobre la poblacién total entre 1920 y 1938 comparada con = 3h el alsa del 10,3 al 17.6 por ciento entre 1938 y 1952) y las formas de la votacién no permiten hablar en 1938 de: univer versalizacién efectiva del sufragio. 1 desencanto que se expresa en las elecciones. tenfa como protagonistas a aquellos sectores incorporados a 1a ciudadania que podian expresarse con mayor libertad. Por lo tanto, lo m4s probable es que no se trat6 de “una rebelién electoral de base popular si- no de una radicalizacién de sectores medios, cuyo punto cru- in de fuerzas fue'el comportamiento cial para la correlac de los sectores rurales de la zona sur, donde existfa una agricultura cercana al tipo "farmen"2/, . El triunfo de Aguirre Cerda, ms estrecho aun que el de Allende en 197042’, es revelador de la miopfa politica de la derecha, de su desconocimiento de -los procesos que desde 1920 incubaban en la sociedad chilena. Se creyé que el triunfo de Alessandri en'1932 aseguraba un largo perfodo ficacién conservadora. El-antiguo caudillo reforma~ de pa dor, domesticado. con el paso de los’afios, se habfa encarga= do de restaurar el orden sacrificando el progreso. No se tomaron en cuenta los signos amenazantes.que en esa misma eleccién se expresaron, por ejemplo el 17.7 per ciento al- canzado por la candidatura de Grove/®/, - @a0aeRSenaED as (GEGHEERTREGENLEEMETMERIOMNGS Por mucho menos las clases dominantes no habian trepidado en organizar un golpe mili- tar contra Alessandri en 1924. Pero el desprestigio de los nilitares, que debieron cargar sobre sus hombros los efectos de la crisis mundial de 1929, unificé a la totalidad de la elite politica (desde conservadores a comunistas) en el re- 6n directa chazo al tipo de poder que eliminaba la negoci; entre los grupos. A su vez los militares se perce la politica los dividfa y ponfa en peligro sus funciones "na cionales". Quiz4s sin esta desconfianza hacia el papel de mediacién de los militares el gobierno de Aguirre Cerda hu- biese quedado en proyecto o tenido corta vida. La derecha prefirié la sustitucién por parte de los civiles a la even-- tual sustitucién por un catdillo militar que reintrodujera la fuerza y restringiera las posibilidades de negociacién. + tMediacién o sustitucién? los Frentes Populares, surgidos como alternativa polf- tica durante e1 perfodo de "restauracién ccnservadora" de Alessandri, asumieron la realizacién de un conjunto dé re- formas “democrético-burguesas". Pese a esa orientacién con- siguieron evitar la reaparicién del ciclo inestable de 1924- 1932. La sensacién de amenaza®2’, potencialmente creada por la naturaleza de los cambios propuestos tanto como por el tipo de coalicién gobernante, no produjo efectos “catastréfi- cos. En realidad, esa coalicién de centro- zquierda, en que participaban partidos marxistas que afirmaban el socialismo, afronté la crisis econémica estructural que las clases ‘démi- nantes habfan dejado veretar, desde los afios veinte. La abordé sin pretender desbordar los lfmites del desarrollo capitalista, sino m4s bien actuardo como agente de. profyn- dizacién, que permitié un salto adelante, hacia un capita- lismo industrial. zDebe ésto.interpretarse como un fenémeno de mediacién, lo que significa que las fuerzas obernantes, actuaron por delegacién de las clases dominantes?, No, més bien debe in- terpretarse como un fenémeno de sustitucién, lo que signi- fica que esas fuerzas tomaron 1a direccién polftica de las veformas democr&tico-burguesas porque las clases dominantes no tenfan ni marco ideolégico ni capacidad polftica para hacerlo. Asumieron la‘direccién en vez de-ellas y a pesar de.ella,por tanto, como sujetos auténomos, con su propio proyecto polftico, no como mediadores de las clases dominan- test’, Autonomfa no sipnifica necesariamente diferenciacién © antagonismo sino;‘exclusivamente, que la racionalidad po- litica de las fuerzas impulsoras de las reformas modernizan- tes tenia una légica propia. Esa légica estaba ligada, en el caso de los*radicales, al componente mesoeratico y, en el caso de los partidos de izquierda, al componente popular y ala tesis de la necesidad de una "revolucién democr4tico- burguesa" como etapa previa al. socialismo®2/, 3. Los objetivos centrales No se intenta. en este articulo hacer un andlisis porme- norizado de las polfticas llevadas,a cabo, por los gobiernos dos. Esos propésitos pueden separarse analiticamente para deseribirlos pero deben ser comprendidos en su combinacién, La mixtura de objetivos marcé el estilo de desarrollo que se aceleré desde 1938 y que se prolongé hasta 1970 Esos objetivos fueron la industrializacién promovida por un Estado intervencionista-desarrollista y la democrati- zacién, Esta combinacién constituye una pauta original, so- bretodo para los casos de deserrollo capitalista en paises periféricos. Segtin alpunas teorfas, el camino hacia 1a mo- dernizacién requerirfa, en esas sociedades, de caudillos fuertes (como Porfirio Diaz) o de gobiernos institucionales Pepresivos que limitaron la expresién organizada ce demanéas undo Alessandri)22/, populares (como el si én de infraestructura, reorientacién de las inversiones, crea formacién y disciplinamiento de una clase obrera, en parte de origen rural), @iRS2Liz6(Eninlmaneo lee IaenocrsciaypeLs Como lo demuestran ‘estudios recientes®2/, 1os Frentes Populares no crearon desde la nada la ‘industridlizacién. Efec- tivamente, exist{a antes de 1938 un cierto nivel de desarro- llo, pero se basaba en el esfuerzo privado y en algunas ti- midas e incompletas pol{ticas de fomento. Estaba, por tan- to, limitada por la orientacién primario-exportadora de la economia y por las discontinuidades que eso generabe. ED SG OD tico de los cuarenta y de los sesenta es indispensable reto- mar, en otro contexto, algunos elementos que ya han sido in- sinuados. Uno de ellos fue el empantamiento. politico de 1a dere- cha que, hasta el momento, no ha sido tratado como factor de polaridad. A partir de les primeros afios de la década del sesenta, la derecha empez6 a enfrentar situaciones reitera- das de "juego de perdedores". En ellas la mejor opcién con- sistfa, m&s queen conseguir beneficios, en evitar los mayo- el triunfo de la izquierda era ne- res costes. Para impedi cesario someterse, como ocurrié con la candidatura:de Frei, a un cierto nivel de pérdidas. Ya no operaba, como, fuerza principal del centro, el tipo de organizacién flexible que fue el radicalismo. $u gran virtud politica habfa sido la diversificacién de la estructura de oportunidades, puesto que creaba en ambos extremos expectativas de alianza. En ningfin momento éstos sentfan la sensaci6n de clausura y de definitiva impasse de sus posibilidades. £1 "cortejo del centro" constitu%a un comfin objetivo competitive de los ex- tremos que producfa "impulsos centripetos"+ Por tanto, el debilita cualitativo dentro del sistema de partidos. ento de ese centro pendular sipnificé un cambio En el caso de la derecha- significd. un empobrecimiento de sus oportunidades polfticas. Al eliminarse 1a posibili- dad de la alianza con el centro (como entre 1962-1964) la derecha se vié presionada a buscar e1 "camino propio", crean- dose’ un espacio de tres. fuerzas sumamente equilibradas entre sf, Ese tipo de particién del campo aumentaba,- a sw vez, las oportunidades polfticas de la izquierda. = 72 = En otras partés del texto se ha sefialado que esa iz- quierda habia disminufdo su propensién coalicional, lo que sipnificabe oue el espacio politico contaba con dos.fuerzas orientedas por una racionalidad "purista", el centro domi~ nante y la izquiérda. En la base de ese deterioro coopera- tivo de la izquierda operaba una transformacién ideolégica que se sostenfa sobre un anSlisis muy critico de las anterio- res fases de ‘colaboracién politica, sea con el centro radi- cal o con el ibafiismo. Ese desencanto sobre las oportunida- des coalicionales, combinado con la influencia de la revolu- eién cubana, produjo la leninizacién de izquierda.del socia- lismo chileno. Crecientementé la aspiracién socialista em- pezé a analizarse en conexi6n directa’ con el "gobierno popu- lar", el cual no solamente deb{a representar una etapa de democratizacién y modernizacién que perfeccionaba el ciclo de las reformas, sino debfa representar una etapa inmedieta de "construccién socialista". Esa propuesta podfa ser: to-. lerable mientras las fuerzas proponentes no alcanzaran él gobierno, El sistema estaba’ habituado a integrar los: dis- curses revolucionarios, aunque estos no fueren inofensivos porque socializaban en determinadas perspettivas. Pero el grado de polaridad existente se agudiz6é cuando la Unidad Popular llegé al gobierno con un programa extenso de‘ nacic- nalizaciones y, ademés, decidié impulsar una estrategia de reformas sin negociacién parlamentaria. Las tendencias a la polaridad que surgieron’a mediados de la década’ del sesenta no tienen una explicatién finica ni ‘pueden verse como el resultado de las evoluciones politicas e ideolésicas: de una'de las fuerzas, por ejemplo la izquierda. La razén de fondo debe encontrarse en la constitucién del sistema de partidos y en 1a estructura inel&stica de oportu- nidades polfticas que era ¢l resultado de un conjunto de ele- mentos combinades. Resumiengo se puede decir que los factores principales fueron los siguientes: a) el empantanemiento de le derecha @ defen- en un "juego de perdedores" con pérdida de capaci siva, lo que provocaba frustracién ante las opciones de la competencia democréticas b) la consolidacién de un centro vigido con un proyecto politico definido y una fuerte orien- tacién doctrinaria y ¢) la existencia de una izquierda que rechaza las alianzes con el centro y ve en el "sobierno popular" la antesela inmediata del socialismo. Ese debilitamiento de las tendencias cooperativas coin- cidié con la aplicacién de dos programas presidenciales que proponfan cambios ambiciosos y profundos, el de Frei entre 1964 y 1970, el de Allende entre 1970 y 1973, Ambos reque- rfan, para realizarse con plenitud o para evitar el desarro- lilo de una polarizacién catastréfica, la formacién de un gran bloque democratizador., Sin embargo, las fu erzas promotoras de esos proyectos estuvieron orientadas, m&s que por una as : ae 02 racionalidad cooperativa, por una racionalidad competitiva222’, Para entender ese proceso proceso se hace necesario es- tudiar las relaciones entre las evoluciones de los partidos y el desarrollo de los conflictos sociales, entre polariza- cién politica y social. La discusién de esa hipétesis se realizeré en un préximo articulo. NOTAS - 75 - “Investigaciones recientes demuestran que la participa- eién politica en Chile durante el siglé XIX; especial- mente después de 1a reforma de 1874, era comparativa- mente alta, en relacién a Estados Unidos y Europe. Sin embargo, esto no significa que el sistema no fuera, de todos modos, restringido, caracterfstica que compartia con otras séciedades democr4ticas. Ver Arturo Valenzue~ la, The origins Gf denocracy: reflections on the chileen case, Paper presentedo en el Colloquium del Woodrow wil- Son International Center for Scholars, 28 de julio 1982 y J.Samuel Valenzuela, Democratizacién por reforma: los censervadores del sufrapio en_el siglo X1% chileno.Mmeo Ts Una excepeién conspicua fue el perfodo 1948-1958 cuando los comunistas fyeron excluidos de la participacién po- litica, Ver Tomas Moulian, Democracia y Socialismo en Chile, Ediciones FLACSO, 188%, pp. 105-109. Tee articu- To Fue publicado originalmente en Estudios Cieplan n°8. Mario Géngora, Ensayo histérico sobre la nocién de Esta~ do en los sipioe RIT WY, Peiones La Chudad TSeT Es evidente que esa proposicién tiene sentido dentro de una teorfa del Estado. Entre 1a literstura actual ver Norbert Lechner, La crisis del Estado en América Latina, El Cid Editores, 198%, fntre la literatura sobre el desarrollo polftice ver Joseph La Palombere y Myron Weiner, Political Penties and Political Development, Princeton University Press, 1566. Para el perfodo de 1a llamada “anarquia" se pueden con- sultar las historias generales de Diego Barros Arana y Francisco A.Encina. Respecto-g la hacienda, no exclusivamente como institu- itn sino como formadora del ethos, como atriz" cultural, ver José Medina Echavarrfa, Conside= raciones sociales sobre el desarrollo econémico en Solar-Hachette, 19¢4, Desrraciadamente de oportunidad de leer sobre ese temo a Pe- dro Morandé, He discutide con €1 parte de su interpreta- “kemore, British Nitrate Bio cién histérica general, dentro de la cual es central la hacienda como matriz cultural Respecto al caudillismo en América Latina ver Critica y Utopfa n°8, 1981 y las brillantes observaciones de Octavio Paz en El _ogro filantrépico, Ed 1979. t. Seix Barral, En medio del culto idoldtrico a Portales, fomentado

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