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‘www fondodeculturaeconomica.com ‘montarse al Enkidu babilénico, y se ha mantenido con hoy tras sufrir las mas inesperadas y divertidas mutaciones. Est volumen reine por primera vez dos obras fruto de una intensa invest, cin antropolégica y sociolégica: El salvaje en el espejoy El salvaje ati ficial. En ellas, Roger Bartra analiza las tepresentaciones iconograticas y las expresiones literarias de este mito, yarticula perfectamente una idea ue recorre de principio a fin la historia de nuestra civilizacion y configura la identidad det salvaje europeo: todo progreso cultural y politico de Oc cidente, todo hita de la sociedad europea, ha tenido como contrapunto a tun salvaje que mora en las fronteras de la civilidad De ee oe eee ‘mento lo ha necesitado para configurar su Yo. Que para ello tuviera que inventarse un arquetipo, moldearlo para adecuarlo a sus necesidades es. {éticas 0 politicas y sobreponerto a la existencia de un Otro bien real, hia See eta ene ee a ee ee este problema y ofrece una interpretacién original e inquietante. Paka cre ec eT ‘es que, en fa medida en que el hombre occidental comprenda la naturale 2a mitica del salvaje, quiza pueda enfrentar la historia del tercer milenio, POR et ne ea eee ser atenuadas o'incluso evitadas si Occidente aprende por fin que hubie Ce Od Me eae ee ou peer eS ee a Cre eee ec co Seoeercereent rent Crore izeln/PYe} Lyme RUN iacelNTol ve Pla ay uc El mito del SALVAJE ca aaa El mito del SALVAJE Done te eee hoy tras sufrir las mas inesperadas y divertidas mutacion volumen retine porprimera vez dos obras fruto de una intensa investiga cion antropolégica y sociolégica: El salvaje en el espejo y El salvaje Ce ee ea ee las expresiones literarias de este mito, articula perfectamente una idea Dee SD ee se eee la identidad del salvaje europeo: todo progreso cultural y politico de 0. idente, tado hito de la sociedad europea, ha tenido como contrapunto a tun salvaje que mora en las fronteras de la cvilidad Europa ha vivido obsesionada con la idea del Otro y en todo mo DO ee Ou ae ee eet inventarse un arquetipo, moldearlo para adecuarlo a sus necesidades es teticas o politicas y sobreponerlo a la existencia de un Otro bien real, ha sido un tema no suficientemente explorado. Roger Bartra se ade este problema y ofrece una interpretacién original e inquietante Ah eet nn a ee es que, en la medida en que el hombre occidental comprenda la naturale za mitica del salvaje, quiza pueda enfrentar la historia del tercer milenio, Re eee ee ay ser atenuadas 0 incluso evitadas si Occidente aprende por fin que hubie ra podido no existir..] La Europa salvaje nos ensefia que hubiéramos podido ser otros.” Este libro es un viaje arriesgado por el mundo de unos extrafios seres que moran en el bosque de nuestra imaginacion E OS TO Rca LC ance ne eae FONDO SR oye TALL ECONOMICA Pla eer acy El mito del SALVAJE ROGER BARTRA El mito del SALVAJE Be nc ROGER BARTRA. El mito del salvaje FONDO DE CULTURA ECONOMICA Primer eda (Fee), 2018 arts Roger limit del sae / Roger Barra. — México FC, 2033 sgop.i23~ 17m ~ (Cole. Tezontle) Cotiene El avaje en el expo y Eaves ISBN g7-toy-i62639-7 1. Hombre sae 2 nologia — Europ 3 Antroploga Se. Tt: I salvjeen lero IVL:Elslae arti Loans Dewey 301 B133m isribuciin mundi Disco de potas: Paola Alar: Bat Blaakaleenl espe Primera clic © 199, un Ere Ese artical Primer edict © 197, uaa, Bex DLR. 201s, Foxo 0 Cutts Eooncice CcametersPeacho- Apso, 27: 14738 Méxia, DF. pres certs 180 goo o08 Comentarios edtorilafondodecuturseconomicscom wenafondodecutuseconomica com aL (55) 57-46: fo (8) 5087 4640 Se probe la reproduced total o psc de esto, secu fere tl mali sin Ianwencis por exrit del lard lo deren ISBN 978-607-16-0609-7 Inmpreto en Mésco» Printed in Meco Indice BL SALVAJE-EN EL ESPEIO Prélogo Reconocimientos L. Lacuna agreste I, La naturaleza vacia IIL, Eladivino y el santo en el bosque encantado IV. Etnografia del salvaje medieval V. La gesta del salvaje VL. La ciencia de los silfos VIL. El salvaje salvador y el salvaje salvado Epilogo [BL SALVAJE ARTIFICIAL Prélogo Reconocimientos 1. Mutaciones silvestres IL {Salvajes o demonios? TIL Los suefios del Leviatén IV. Elcanibal disfrazado V, Las mujeres salvajes del Siglo de Oro, bellos ‘monstruos de la naturaleza VL. Robinson Crusoe o el salvaje arrepentido VIL. Hnugy lla nya maiah yahoo: Las tentaciones de Gulliver VIIL. Los ciudadanos de la naturaleza IX. Nacimiento y muerte del salvaje roméntico Epilogo Bibliografia Fuentes de las ilustraciones Indice analitico 19 st a 93 at 157 179 213 231 233 275 309 335 337 361 377 41 "9 a5 485 52 530 Prélogo Durante el siglo xvr, acompafiando a los conquistadores, legaron a América unos seres extrafios cuya identidad es intrigante. Aunque parecen simples comparsas en el gran teatro de la conquista al detenemnos a estudiarlos descubrimos que son portadores de ‘una inmenss carga simbélica. Bs posible que sean también los guardianes de antiguas claves que nos ayuden a entender Ia identidad de la llamada cultura occidental. Estos se- res misteriosos hicieron su entrada espectacular en el corazén mismo de la gran ciudad de Tenochttlin —donde se extendia la orgullosa plaza mayor de México sobre ls ruinas de los templos aztecas— pocos afios después de haber sido conquistada por los espatioles. Cuando en 1538 dos ambiciosos monarcas europeos —el emperador Carlos V y Fran- cisco I de Francia— firmaron por fin la paz, después de muchos afios de sangrientas {guerras, el virrey de México y los conquistadores decidieron engalanar la plaza mayor ‘con los regocijos de una gran festa. Los representantes de la vieja y clvilizads Europa realizaron unos festes cuyo extrafio simbolismo no puede menos que sorprendernos: ‘en medio de la gran polis representaron, ante los sin dua admirados ojos de los nahuas ‘conquistados, el maravilloso especticulo del salvajismo occidental, El primer dia de la magnifica fiesta, segtin cuenta el cronista Bernal Diaz del Cas~ tillo, “amanecié hecho un bosque en a plaza mayor de México, con tanta diversidad de Jrboles, tan natural como si ali hubieran nacido” Parecia ocurrir en ls urbe un retorno uigico y barroco de Ia naturaleza selvétia, invocada por los civilizadores europeos ante los nuevos altaresy palacios de la plaza cristiana. El bosque artifical de la imaginaci6n, ‘europea se implantaba, como en un suefio, en la ciudad conquistada, Era como un en- cantamiento: Habla en medio unos drboles como que estaben caldos de viejos y podridosy otros lenos de ‘mobo, con unas yerbecitas que parece que ereelan de ellos. Y dentro en el bosque habla muchos venados,y consjs,ylebres,yzorrs,yadives, y muchos géneros de alimafas chi- ‘as de as que hay en esta tera, y dos leoncillos y cuatro tigres pequefios. * Hirri verdadera del conguist de la Nuer Esp, p. 607. * Bid oe El simulacro de bosque fue ideado por un caballo natural de Roma, descendiente de patricios segin se deca, a quien habiase encomendado la organizacin de la fastuosa celebracién, Aunque fue el ingenio de los salvajes mexicanos el que se puso en obra para lograr el maravilloso artificio de un bosque en la plza mayor de la ciudad, los actores del teatro salvaje no fueron ellos. Otros extrafios salvajes debfan suplantar a los recién descu- biertos y conquistados indios: ‘habia otras aboledas muy espesas algo apartadas del bosque, yen cada una de ls un est drén de salvajes con sus garotes anudados y retuertos,y ottos salvaje con arcos y lecha ‘yang sa caza.y salen ala plas mayor, sobre matar I caza unos salvaje com otros revuel- ‘ven tna cuestin soberbia entre ellos, ue fue arta de ver como batallban a ple; y desde ‘que hubieron peleado un rato se volvieron su arboleda.? Quiénes eran estos hombres salvaje que festejaban con su exotismo grotesco la paz firmada en Aigues-Mortes por los soberanos europeos? Una representacién de dos de cllos puede verse todavia hoy en la fachada plateresea de la casa de Montejo, en Mérida, ‘Yucatén. A todas luces no son una imagen de los indigenas americanos: son auténtica- mente eurapeas, originarios del Viejo Mundo. Son hombres barbados desnudos, con el ‘cuerpo profusamente cubierto de vello, armados de unos garrotes similares a os bastos del antiguo juego de nalpes. {Qué hacian estos salvajes europeos en la tierra de los salvajes americanos? :Por qué los conquistadores europeos llegaron acompanados de un hombre salvaje? En este libro me propongo investigar la identidad del hombre salvaje europeo. Los rmedievalistas saben muy bien que se trata de un estereotipo que arraigé en la literatura y elarte europeos desde el siglo xu, y que cristaliz6 en un tema preciso ficilmente reco- nocible. Sin embargo, el mito del homo sylvestris desborda con ereces los limites del Medioevo; si examinamos con cuidado el tema, descubrimos un hilo mitico que atravie- sa milenios y que se entreteje con los grandes problemas de la cultura occidental. Lo verdaderamente fascinante del mito del hombre salvaje es que se extiende durante un larguisimo periodo de la historia, desde su antiquisima encarnacién en el Enkidu babilé- nico hasta nuestros das. Esta extraordinatia continuidad ofrece singulares problemas metodolégicos para ‘comprender las races del mito y su larga evolucién; al mismo tiempo, nos ofrece una gran oportunidad para explorar ampliamente las condiciones y procesos que han auspi- ciado el surgimiento de Ia idea (y la praxis) de civilizaci6n, tan estrechamente vinculada a la identidad de la cultura occidental, E] hombre lamado civilizado no ha dado un solo paso sin ir acompafado de su sombra el salvaje. Es un hecho ampliamente reconocido {que Ia identidad del civlizado ha estado siempre flanqueada por la imagen del Otro; 3 ld, 9p. 67-608 pa Ses 1. una toni de historia que furan ls indosmayas de Man quienes ene siglo ‘escupiran en a fachadabaroca dea casa de Monee en Mea, Yucatn, 2 dos hombves sales plus, armados con mas, monstucas de fio, 2. Un hombre shajearmado desu grote contempa as as ‘dbujaas de acuerdo cones cles eserpones de Pio. En Amésica ds sks barbados, con aa fies ens mans ssenen Fen Souder de GeV Captured Mase pero se a creido que la imagineria del Otro como ser salvaje y bérbaro —contrapuesto al hombre oceidental— ha sido un reflejo —ms 0 menos dstorsionado—de as poblacio- ‘nes no occidentales, una expresién eurocentrista de la expansin colonial que elaboraba tuna versién exétieay racista de los hombres que encontraban y sometian los conquis- tadores y colonizadores. Yo pretendo, por el contratio, demostrar que la cultura europes sgeneré una idea del hombre salvaje mucho antes de la gran expansién colonial, idea ‘modelada en forma independiente del contacto con grupos humanos extrafios de otros continentes. Quiero, ademiés, demostrar que los hombres salvajes son una inveneién ‘europea que obedece esencialmente ala naturaleza interna de la cultura occidental. Dicho en forma abrupta el salvaje es un hombre europeo, y la nocidn de salvajismo fue aplica- da.a pueblos no europeos como una transposicién de un mito perfectamente estructu- vido cuya naturaleza sdlo se puede entender como parte de Ia evolucién de la cultura occidental. El mito del hombre salvaje ¢s un ingrediente original y fundamental de la cultura europea! En ningtin momento pretendo negar o minimizar las profundas tendencias etno- centristas y colonialistas presentes en la historia de las mentalidades europeas. Estoy convencido de que la falta de una cabal comprensién de la historia precolombina del hombre salvaje europeo puede oscurecer considerablemente nuestra visin de la con- ciencia colonialistay de las imagenes occidentales sobre los habitantes del Nuevo Mun- do.$ Sin embargo, el mayor interés que a mi julcio tiene el estudio de este grupo primi- tivo imaginario curopeu salica ei las claves fundamentales que nos proporciona para ‘entender la civilizaciém occidental, esa idea indispensable pero escurridiza que se ha ido claborando alo largo de siglos. Como antropslogo estoy interesado tanto en el andlisis 4e los mitos como en el estudio de los llamados grupos primitivos. Al tratar de desci- ‘Los saves epesetads en porta ects. de Monte en Meri han sd lamados"indoslins- os por Manuel Tousunt, con lo qu intedace uns gran confi limplicar que eran una eesti «aris de os habitants del Nuevo Mundo. pear de que epee de gues rata de wn elemento ico ‘medieval ierustado en un contexto psteresc y de que son similares alos hamabes ates ue adorn a ora del Colegio de San Gregori en Vlladli,Toustntdeconoce Ia talc ieonogdia dl sae uropeo ("La es del adelansad don Francisca de Montco en Merve de Yucatan’ pp. xv). Los sale jes del porta de san Gregori fueron reazsds or Simin de Colonia en elie dceno el sgl xy son pre del lars tadcn europea, noun elo dear ans exes de mundoslanos ose Mai Je ‘Acirat, “El tema conogrifio del slic") Tan fuerte en el eseecip del hombre alae europea uc hasta ena din de 694 del Dictionnaire ‘verse! de Antone Fuetitre se descibe lo =merianoe que son ampios, com sees peludos “Sura, sedi aus des hommes eras, qui son suns hablations cel, sans Religion, sans Loy nn Police Pres, Aue toute TAmerigue vest route peuple de Saurages. Laps pat des Savages vont muds et ont wel, ouverts de ol” R Alees Resse, linden es deionarioe. gels ii down erento 9 arma gee a descripeién de los nds como velados es “un pequeo del del informacion con 1 ue seta esconocimiento dels lag radi él stereatipa del sv en Europa Tanto Antonello Get (La dap {del Nuevo Mand, p. 93-98) como Anthony Palen (The Fl of the Netural Man pp 22-1) mencionan ‘revemente lems del sae europe. gulmente Las Weckmann (La eenca mein de Meet pe, ur s70-s7) sree l homo etic as 4-Unhombre yuna mujer sais custodian un escudo de armas ‘un vital flamenco pintado hacia 1450 frar la identidad de estos salvajes traidos por los conquistadores europeos, se me ofrece la precios oportunidad de aunar mis intereses para estudiar al hombre salvaje como mito; ¥ para mayor deleite tengo la posibilidad de estudiar Ia historia y la etnografia de ‘este mito en el contexto de la cultura que ha creado la nocién moderna de civilizacin, la cultura occidental. Mi primera impresin, al observar alos salvajes europeos que lle _gaton a América, fue que esos rudos conquistadores habian traido su propio salvaje para evitar que su ego se disolviera en la extraordinaria otredad que estaban descubriendo. Pareefa como silos europeos tuviesen que templar las cuerdas de su identidad al recor- dar que el Otro —su alter ego— siempre ha existido, y con ello evita caer en el remoli- 6 5 Rubio, blanco y brbado este hombye saaje amenaza al mundo con su gurote desde Toalto de un ncenteaguamsnialemin del aho 1500, no de la auténtica otredad que los rodeaba, El simulacro, el teatro y el juego del salvais- mo —de un salvajismo artificial evitaba que se contaminasen del salvajsmo real y les preservaba su identidad como hombres occidentaes civilizados. Con esta idea me laneé a un viaje por la tierra de los hombres salvajes occidentales: los agrioi de Grecia, los anacoretas velludas coptos, los hominessylvestres de los Alpes, los adivinos de Brocéliande, las damas velludas de la estitpe de Raue Else y otros seresfasci- nantes que poblaron la imagineria occidental antigua y medieval. Como etndlogo me interesé en sus ritos y costumbres, en su lengua y sus ereencias, en su historia y su econom{a, Con asombro ¢ ingenuidad me percaté de que estaba asistiendo ala creacién, ‘misma de la nocién del Otro, que me estaba bafiando en las fuentes primordial de la ‘dea occidental de ottedad, tan {ntimamente conectadas al nacimiento de la vida civil zada, El mito del hombre salvaje, de profundas rafces populares y apoyado en una larga tradicién oral, crecié en gran medida al margen de las teologfas hegeménicas y no fue sino hasta el Renacimiento que comenz6 a expandirse en los territorios de la cultura culta. En este ensayo he querido hilvanar una serie de reflexiones sobre el desenvolvi- rmiento de este mito, desde su florecimiento en la Grecia clisica hasta la Espafia cervan- ‘ina, Como siempre ocusre, el estudio de los hombres salvajes nos dice mis sobre nuestra civilizacin que sobre la escurridiza presencia en la historia de estos extrafios sere. Reconocimientos El salvaje en el espejo fue fruto de mi trabsjo de investigacién realizado en la Universi- dad Nacional Auténoma de México (Instituto de Investigaciones Sociales). El Rutgers Center for Historical Analysis, en New Jersey, poy en 1990 la fase decisiva dela in- vestigacién y me permitié terminar la edaccién del ensayo. Agradezco el apoyo per- ‘manente que alli me presté John R. Gillis, director del proyecto sobre la construccién histérica de las identidades; sus agudos comentarios me ayudaton enormemente, asi come los de varios compafieros en ese centro, con quienes sostuve continues inter- ‘cambios: Tamas Hofer, Robert Nye, Uffe Ostergard, Edward P. Thompson y muchos otros. En diferentes etapas del proyecto, varios amigos y colegas me hicieron sugeren- cias y observaciones valiosas: Florencia Mallon y Steve Stern, de la Universidad de ‘Wisconsin, me acogleron cordialmente en Madison cuando apenas comenzaba este estudio en 1985 y me iniciaron en el valiosisimo sistema de bibliotecas de los Estados Unidos; Enzo Segre, de la Universidad de Florencia, ha hecho comentarios sugerentes que me han orientado en el aberinto del folclor europeo. La Universidad de California me acogis en su Centro de Estudios México-Estados Unidos de San Diego, con lo cual ‘tuve la posibilidad de utilizar el enorme acervo de sus bibliotecas. En México mis ayu- dantes de investigacién Yael Bitrin, Galo Gémez y Luis de la Pefa, apoyados por el Sistema Nacional de Investigadores, colaboraron & que esta obra pudliese avanzar con. fluidez. La primera edicién, profusamenteilustrada, pudo salir a la luz gracias al apoyo ‘entusiasta que Gonzalo Celorio, José Ramén Enriquez y Vicente Rojo prestaron al pro- yecto de coedicién de la Coordinacién de Difusién Cultural dela unas Ediciones Era, El apoyo que me presté la Direccién General de Asuntos del Personal Académico de la ‘UNAM me permit desarollar la investigaci6n iconogrifica y preparar la primera edicién, de EI salvaje en ef espejo. A todos ellos quiero dejar constancia de mi agradecimiento. ‘Todos los goces y las penalidades de este periplo salvaje los comparti con mi esposa Josefina Alcazar, sin euyo amor, consejos y estimulo permanentes no hubiese podido terminar el libro. Mi més profundo reconocimiento para ella, Al igual que sus precedentes griegos, Merlin y Juan Crisdstomo muestran ciertas caracteristicas bestales: viven desnudos, tienen Ia piel velluda, su dieta se basa en ali- _mentos crudos y no reprimen sus deseos sexuales. Pero hay un aspecto, de gran impor- tancla, que no comparten con los sees salvajes de la mitologfa grecorromana: Merlin y Juan Criséstomo son hombres que viven una existencia salvaje, Su salvajismo no es una peculiaridad innata: es un estado en el que han caido; es una degeneracién y, tembién, ‘una via hacia lasalvacion y la profecia. Los efclopes y los tiros, en contraste, son en si :mismos entes salvaje. Aunque, especialmente en su vertiente dionisiaca, os salvajes de 1a Grecia antigua constitufan una propuesta alternative hecha alos hombres que sufrian los males de la pois. Esta invitacién al salvajismo fue aceptada por las ménades, que fueron el tinico grupo de seres miticos griegos que, al menos en parte, constituyeron tun estado alcanzado por la naturaleza humana mediante el deltio mistico. En este sen- tido el frenesi salvaje provocado por Dionisos tiene alguna semejanza con la locura reli- ‘giosa de la tredicién judaica. IV, Etnografia del salvaje medieval ee Uno DE Los ASPECTOS MAS SORPRENDENTES del estudio de los homines agrestes medic vvales es el descubrimiento de que prefiguran con asombrosa nitidez muchos de los ras- 9s de los grupos étnicos primitivos definidos por la antropologia moderna. Este es un hhecho extraordinatio que os necesario investigar, ya que el hombre salvaje de la Edad ‘Media es una criatura imaginaria que s6lo existi en la literatura, en el arte y en el folelor camo un ser mitico y simbslico. Ast como el estudio de esos hombres que G. & Mur- dock llama “nuestros contemporineos primitivos” obliga al hombre moderno a meditar sobte las relaciones entre la cultura y la naturaleza,igualmente la etnografia imaginaria el homo sylvaricus enfrent6 a la sociedad del Medioevo al inquietante problema de la relacin entre el hombre y la bestia ‘A privet vista, el ilustrar la conocida definicién estructuralista: “a finalidad del mito es proporcionar un modelo légico captz de superar una contradiccién' En efecto, el rigido y jerarquizado sistema cristiano impedia pensar en una continuidad entre el hombre y las bestia; sin ‘embargo, el hombre salvaje era un ser mitico ubicado a medio camino entre lo animal y lo humano, era una bizarra mezcla de bestilidad y civilizacién cuya légiea aterradora —y simbdlica— permitia pensar en, y sobre todo sentir, los estrechos nexos que unen | naturaleza con la cultura. En este sentido, el mito establece una mediacién entre los polos de una contradiccién irresoluble en el interior del sistema cristiano. Pero hay ‘tra interpretacién posible: que la fSrmula estructuralista sea una manifestacién mo- derna del antiguo mito sobre el salvaje, la prolongacién de una estructura mitica que establece un modelo anal6gieo para pensar y sentir la oposicién entre la naturalezay la cultura, De esta manera, la elencia no explicaria al mito, sino ala inversa: el antiguo smite occidental del salvaje explicaria, al menos en parte, ala ciencia moderna. Enel in- terior de la etnologia moderna subsistira, agazapado, un viejo mito. Wu del hombre salvaje pareee scr un ejemplo perfecto pera "Clade Lt Strass “The Stactarl Study of My = Unejemplo del parisons oe us modernory lor medieales lo da Li Straus cuando plan- {ex gute totems ilies ua stud mental incompatible co la exignca estan de una dicontna hd eaencial enti lobe y nsturlesn, Vee Ei etomion ea etal, 12 a 43: La ereantadra mujer sje, con una gual de hes, amamanta 3 ‘nfo, mientras eustoda el excudo de 1aras de guna fama noble Cuando afirmo que el homo sylvaticus medie- val es una prefiguraeién del hombre primitivo de la era colonial y moderna uso intencional- ‘mente una nocién medieval. La estructura figu- ral, como la ha analizado con maestria Auerbach, permitiaestablecer una relacién fuera del tiempo y del espacio entre dos acontecimientos o personas; er la forma en que se interpretaban las sagradas escrituras: el Antiguo Testamento era visto como tuna sucesién no de episodios histéricos, sino de figuras: de prefiguraciones de la venida de Cristo. La antropologia estructuralista, en gran medida, plantea una interpretacién similar, provocando el peligro —sefialado por Auerbach— de que los episodios queden sofocados “por la espesa red de las significaciones”? Mientras que en la interpretacién. figural las conexiones histrieas y googrificas eran susticuldas pot la providencia divi- na, on Ia intorprotacisn eotructurliste relacién intemporal es establecida por el es deja su impronta tanto en el mito como en la ciencia ‘moderna. Entre el mito y el mitégrafo se estable~ ce una conexién, de tal manera que la estructu- 11 del mito puede descubrirse gracias a que una estructura similar existe en el espiritu del mitégrafo. De momento sélo me inte- esa plantear el problema: lo inquietante 34: 8 hombre sale, que 2b corvertido en un ngretientenofenivo ‘ea semisticahedea, le aramtia ‘imbélcamente Su vied deo del ‘scudo de arm. 2 ich Auerbach, Miners pp. 53 75-6. 4 Vee Levi Straus, Moles JLo cade yo coco pp. 3-30.y las bservasones qe ace GS, Kine en Elio pp. 506s oy rno es que el mito medieval funcione como lo prevén los antropdlogos, sino que el “pensamiento salvaje” que atribuyen a los hombres primitivos sea similar al mito del salvaje codificado en la Europa del siglo xu, sobre a base de antiguas tradiciones greco- latinas y judeocristianas. Me parece que se justfica, con objeto de reflexionar sobre es- tos problemas, sumergienos en la etnografia dl salvaje medieval; es deci, tratar a esos seres miticos imaginarios como si tuvieran una existencia material enmareada por la historia europea de los silos xi al xv 1. El cuerpo El salvaje medieval presentaba un tipo fisico definidamente humano, con caracteristicas raciales similares alas de la poblacién europea. Un rasgo notable, sin embargo, lo aleaba de la especie humana: tanto los machos como las hembras ostentaban un cuerpo profu- samente velludo; su piel era como la de un 050 0 la de un lobo. Bl pelo les cubria todo el cuerpo salvo el rostro, las manos, los pies, los cados y las rodillas, Por lo dems, sollan ser hombres blancos y barbados, con una abundante cabellera ondulada, la piel clara, los labios delgados y la nari estrecha, Las hembrastenfan una cabellea extremadamente lar- {gay sus senos estaban desprovistos de pelo. No mostrahan casi nunea agin rasgo raci proveniente de poblaciones asisticas o africanas: eran inconfundiblemente curopcos. Por lo regular estaban dotados de una fuerza descomunal, sobrehumana: no era raro que llevasen en tna sola mano todo un arbol con las rafces al sire. Aunque en mu chas ocasiones su tamaflo era més o menos semejante a la tlla humana, aparecian fre- ccuentemente representados como un gigante 0 como un enano, Las variaclones en el tamafio del hombre salvaje obedecian a convenciones plisticas ligadas al tipo de obra (escultura, escudo, vitral, bajorrelieve, grabado, etc.) y al tipo de narrativa en que apare- cia. La forma en que interactuaba con los hombres (violador, protector, agresor, etc) solia producir adsptaciones de su tamafio al contexto, apareciendo ya sea como un gi- {ante equiparablea los montes o los érboles, o bien como un ser pequefito que se ocul- taba bajo las hojas del bosque. En algunos casos el salvaje medieval, para enfatizar sus rasgos animales, era descrito caminando a gatas, como un cuadrpedo. Este hombre silvestre no era, por lo general, una transposicién de las peculiarida- sunque sin duda los seres humanos més 0 'menos imaginarios y monstruosos descritos por los viaeros y peregrinos deben de ha- ber estimulado la fantasia de los europeos, el mito del salvaje medieval no era un pro- ducto de la mirada etnocéntrica con que se contemplaban los pueblos exsticos del oriente lejano y del sur tropical. Sin embargo, desde el punto de vista de la teologia, es- tos seres extrafios de los bosques europeos eran asimilables a las razas de monstruos descritas en las Maravillas del Bste o en los Viajes de Mandeville. No era dificil com- des fsicas de los africanos 0 de los asi ws prender los milagros excepcionales con los que Dios rompla en ocasiones sus propias leyes, pero no quedaba clara Ia razén por la cual permits, como ha seflado Mary B. Campbell, que florecieran raza y especies completas de seres monstruosos: en ocaso nes, como es el caso del relato del obispo Arculf sobre su peregrinacion a Jetusilény a Constantinopla (del siglo vi) los extras fendémenos que cuenta son vlidados por su conexin con los objetos y los lugares santos, o cual les daba un trangulizador cardcter rilagroso. Pero éste no era el caso dl homo sylvaticus, que vivia en los bosques y las rmontahas de Europa. Agustin habia dado una explcacién general: los monstruos eran tm mensaje, una prueba de la fuerza divina sobre os everpos naturales, que prefguraba el poder de Dios para provocar I resurreccin final de ls cuerpos muertos de los hom- bres: “EI nombre monstruo —dice Agustin (..] evidentemente viene de monserare, ensefar porque ellos al significa ago muestran [..] Estos monstruos,ostentos,por- tentos y prodigios, como se les lama, deben mostrar, ostentar,preostentary predecir 4ue Dios hari lo qu profetiz6 con los euerpos de los muertos." Y en relacién con los hombres monstruosos no aclaré nada: "Si tal gente existe, entonees o bien no som huma- nos, 0 bien silo son, descienden de Adio? La teologa cavé un inmenso abismo para separar al hombre de la natualeza: tan grande era la separacién que dejé a la sociedad en el alslamiento de un espacio desnaturalizado, en donde la humanidad era uns masa solitaria rodeada por un universo amenazador y rgido con el que no se intentaba co _municar mas que por un sistema hiertico de sefialespetrifcadas.® El mite fue més fuerte que Is tcologia, Ya pace siglo xi la iconog. val establecia con nitidez el estereotipo del salvaje peludo, como una imagen en deses perada bisqueda de una vincuaeién del hombre con los instntos, con ls pasiones, con el sexo. Los escritores medievales prefireron por lo general evadir la expli ciones teolgicas sobre la exstencia del hombre salvaje, y se inclinaron —como sefiala Bernheimer—* a deserbilo en términos sociolégieos y psicoligtcos: el salvaje, en su «estado lamentable, no seria una ereacin de Dios sino que se trataria de una riatura ‘que habriacaido en la condicién bestia debido # a locura, al hecho de haber erecio entre animales, la Soledad oa las extremas penalidades sufrdas. Para muchos pensa- dores, no habia un se salvaje, sino una exstencia silvestre: un peligeo de derrumbe del hhombre a un estado eventualmente pasajero y, en todo caso, no innato, Sin embargo, i nial 4 Mary B, Campbel. The Wines and the Other Worl, Exoe Eurapeon Travel Writing, 40-3600, pp 33-44 4B pevzo heer naar qu en emia neal, es peculaaes fies del hombre sale ‘no etan uns ansponicin delas ecards dl mono los sims alrcanos ese a acuos vet fiidn de H.W anson Cpe and Ape Lore in the Middle Ages and he Reassan®) que moet las deen tas entre las imigenes de smios yas de homie sla, come por efempo en un Libro de la orf renen defines dl siglo x (16). "Le cia de Dis, 21.898. Cit. por M.B,Carnpball i p77 2 Mid, 2186s, * Vease a especto el estimulante ensyo de Serge Moscovc, Horimes domeitiuer et hommes so wages. 18 "Bernier, Wild Men the Mile Ages. 6 pecs aes fru ANUS. Som se a 35. Un Lio de ls ores francés, realizado hacia 1500 en eltallr de Jean de Montligon, es una extenss ‘etnogratis maginara stags sobre el hombre saisje mecivl, Aunque cai siempre le vemos en tudes agresivas, también aparece resizande actividades doméstics. IPLAYER TINA RY BMAD? «2B ean 6 Ft rue i 236. Un baller es eapturado por tes hombres shales. mes oe eaee l ae “57-39. Hombres sshajs en procesin, {Un centauroy una mujer sabaje sn atzcados po a muerte y por hombres armados de hachss, posblemente lapis. Curios tansposcién de a historia de Ovi sce el amor de des centaur, Car © 'Hionome, pro acu! mujer-cenauro aparece como ura mujer salvaje deruda que, mortad ens smart yelazada pore brazo con dl echaza cone azo quer l fron atsque de un pit 43. Una mujer sta, en un mapa tolemaco de 1493, fst, junto con otros Ses monstrusos, las extahas tas ue habitan eos confines de rand, las explicaciones intelectuales no borraron de la imagineria medieval Ia presencia de un ser ubicado a medio camino entre las bestias y los hombres, en una posicién me- diadora similar a la de los éngeles, entes que en la gran cadena del ser se ubicaban entre Ja humanidad y a divinidad Chrétien de Troyes, en El caballero del leén, distingue perfectamente entre el esa do de salvajsma en el que cae Yvaln, poseida por la locurs, de aquellos que son hombres salvajes, como el que vigils el bosque de la fuente magies,y que es la criatura mis horren- dda que haya creado la naturaleza, Es descrito con lujo de exotismo, como una mezela de rasgos raciales de los moros con peculiaridades de elefante, lobo, jabali, Biho y gato. El didlogo entre este hombre salvaje, que esta armado con su tipico mazo y mide més de die cisiete pies de altura, y el caballero Calogrenante es revelador: tras la grotesca fealdad y su complicado exotismo se encuentra un ser humano: Oe ti, dime si eres criatura de Dios o del igblo, Y €l me contests que era hombre. iQue especie de hombre eres ti? Tal como lo es, no soy de otra manera Qué haces td aqu —Yo me quedo aqui para guardar ls animales de este bosque "© "Beale del ein 6 vers ples de et leyenda el ele parece comm ua mela de x= \lopode¥ de elope: “un gran homie ner, tn grande al menos como dos homies de este mundo ene ‘nso ple yun solo oo en medio dela fen" dama del fuente; Mabinogion, 64. 2. El espacio EL hombre salvaje era un habitante de los bosques del oceidente europeo, donde fre- cuentemente convivia —lejos de las aldeas y de ls ciudades— con los animales. Segdin la historia de Gawain y ef caballero verde, escrta en el siglo x1, su espacio natural eran los +scos de los solitarios bosques montafiosos, rodeado de lobos, serpientes y toros silves- tres."* En Faérie Queene, Spenser lo ubicaba en los parajes mis inhéspitos de bosques: lejanos, donde ni las bestias salvajes solian penetrar* En la épicaalemana Orendel, del siglo xit, encontramos una descripein en verso de un amnés extampado con un relieve, {que celebraba al hombre salvaje: ‘Tendidos bajo un tlo yacen ‘Un oso y un drags, Un aba y un Jen. Deo-mis ello se ven Alles el hombre salvaje plantado Y¥ puedo decir que aunque dorado Parece que esti vivo. El salvaje vivia como animal, yle acompafiaban bestias reales e imaginarias:ciervos, uunicornios, os0s, centauros,lolus, diayuntes, serpieitesy leones. Cut lo ansaales 90- lia establecer una relacién de convivencia y de dominio, en la cual ls bestias parecian reconocer tanto su afinidad con el salvaje como la superioridad del hombre. El espacio, el habitat, del hombre salvaje era esa singular y escurridiza nocién de naturaleza que la cultura medieval recrea 2 partir de los griegos. La navuraleza no era simplemente la suma de los minerales, vegetales y animales: era un espacio inventado por la cultura para es- tablecer una red de significados supuestamente externos ala sociedad, con el fin de re- flexionar sobre el sentido de la historia y de la vida de los hombres en la terra. Paradé- jicamente, la naturaleza era un espacio simbvlico y artificial que permitia elaborar modelos de comportamiento a partir de las peculiaridades de un orden natural que —al mismo ‘tiempo— atraia,aterraba yalentaba a los humanos. El hombre salvaje tenia con la natu- ‘aleza una relacién que, por analogia, establecta un canon de comportamiento social y psicolégico: se fundia o se confundia con su medio ambiente boscoso: era un hombre natural, simétricamente opuesto al hombre social cristiano. ° Gevuain and the Gree Kright. eso 720 ctdo por Rermhsimes, Wald Meni he Middle Age, po. °= Fare in the ferret by aollow glade / Covered with moss shrubs, wich spreding bade Did unde neath them make «gloomy sade / Where fot of living creature never roe, Ne sare wyld beste dure forme there was thi wight abode, [are Quene vt 931) ° Unter den Lien gate kin Lewe und in Trac in Ber und ela Eberewin/ War mote kiuo- (2rd gesin/Daranstond der Wilde Man / Fut wit ih uch daz sagan an Vo gol et al lebe [rend 1253-1260, lao por Bernhirer, Wid Mon inthe MidleAges p50.) ‘Tanto la literatura como el folelor han definido una forma especial de interaccién entre el salvaje y las condiciones climatices. Curiosamente, aunque el salvaje desnudo adaptaba su cuerpo a las inclemencias del clima, su dnimo solia tener una relacién in- versa con el estado del tiempo. Cuando un poeta del norte de Prancia se refiré a las tristezas del amor, tomé como modelo al hombre agreste: No ie cuando tueve cLhombre salvaje? Qué bella esperanza de quien cll su sospecha. Quien sutir sabe no seve ya que dude Estos hermosos versos no se comprenden completamente si no tomamos en cuen- ‘ta que desde el siglo x11 se habfa ya formado un estereotipo preciso sobre el comparta- :miento del salvaje, cuyos estados de énimo no son determinados por el presente, sino por el futuro. Cuando hace mal tiempo se rie, pues sabe que después saldré el sol: pero cuando hay buen tiempo esté triste, pues espera Ia Iluvia el viento y el fro, Esta imagen —lo conort del salvatge (el consuelo del salvaje)— fue utilizada con frecuencia en la ppoesfa del amor cortesano —desde los trovadores provenzales hasta los rimadores sii- Manos y roscanos— como ejemplo para el caballero enamorado que esperaba con impa- ciencia una sefial de su amada.'S ‘Todavia en el siglo xv Boiardo, en su Orlando enamorado, usa la metéfora del hom- bre salvaje para presentarlo como un modelo para el hombre enamorado: Habit en el bosque, sempre ene verdor, Vive de ruta y se saciaen el ro: Ysise dice de él que es do al tenor Que ora siempre sel cielo es sereno Bs que del mal tiempo tiene gran temor, ‘Quel sol doje de dare calor pleno: “Ne tl sahages hom, Quant il pet? / Que bel ate Qui lata soupegon/ Qui sof set Nese ois js doutnt,[Atribulde, erencamente, a Ganon de Bethune, ct en W. Mert, "Dee Wide Man in Frankzeich’ 9p. 73-74), °s Vase Ferdinando Neri "Ta msscher de sergio All pueden encontasevasios empl: "En Pee, rerio conor del salvage Que chan’ temps en que pla devia Eplor'sa cl qe nll fal ul data {Aap on grt pr tt temps eri’ (Ramus de Bee) “el perlo re tempo ede sperendo que po per lida sche vide” [Ciacomo} "Po hago wdito di elm selvggio che ride e mena loa del turbo [1/5 come fose bl tm po dl mags tuo dlegresza sormontta” [Guido rl} 338. 44, Dizgo de San pero cuenta queen Te'Serra Morena se encuentra "un avaler ae fer de presencia come espatoso de vsta, uber todo de ‘cabelo a manera de sae; aba ena mano isquerds un escudo de aero muy fuerte, yen a derechs una imagen femeril era enion piedra ry clara, eles de tan extrema Iermosura que me turvaba la vita” Elsthaje le runci: "Yo soy principal ‘fc en casa del Armor imam Dese..con i hermosura desta imagen cause aficonesycon els quero ‘das, como puedes ver en este reso (ue lo al Cizel de Amo” Poros luevey del cielo cae el viento, [Ass feliz porque espers el buen tiempo." Bl salvaje era un ser que enviaba mensajes; su interaccién con el espacio natural y ‘con el clima estaba prefiada de sefales y significados. Vivia con las bestias muy integra do la naruraleza boscosa, pero le sonreia al mal tiempo, cosa que no suelen hacer los animales silvestres. (Qué quiere decir? Hay aqui un embrién de lo que después seri llamado el buen salvaje, que le oftece 2 la socieded un valioso modelo de comporta- miento natural? Me parece que, ciertamente, el homo sylvaticus tomado como ejemplo por la poesia cortesana tiene notorios ingredientes del mito del buen salvaje: pero lo tubica en el espacio natural del sufrimiento. Es muy notable su forma de vivir con antici- pacion y de no estar nunca en el presente, con el énimo triste cuando las cosas van bien, “Abt al boseo sempre ala vers, | Viv di rut e ewe a fume pens: ices eel ot ate 21 Ghe sempre piange quando & I che serena / erie del mal tempo alr para E cel aldo del so if venga meno! Ma quando piogia weno el lel seta / Allo ait, buon tempo aspera [Orn Aoemomorade, xau 6c por F Neri, pp. 57-38) 4. pero alegre frente a la adversidad. Bernheimer sefiala que la idea del salvaje como modelo ‘moral se expandié conjuntamente con la doctrina provenzal del amor. El suftimlento en nombre del amor era altamente valorado: de ahi esta espiral daléetica del salvaje que usta de la adversidad y esté triste con la ventura; de forma andloga el caballeto enamo- ado goza cuando lo abandons su dama y sufre cuando ella lo estima.!7 Denis de Rouge- ‘mont, a partir de a leyenda de Tristn, ha extraido del amor-pasién medieval, basado en cl suftimiento y en el dominio del destino sobre la libertad personal, un modelo de las cobsesiones tipicas del hombre occidental europeo “para quien el dolor, y especialmente cl dolor amoroso, es un medio privilegiado de conocimiento”® Pero era, ademas, un medio de organizacién que sintetizaba, al decir de Huizinga, el ascetismo y el eroismo en la figura del héroe que sufre por su doncella amada, y que en los torneos arriesgaba su vida para Iberarls. Huizinga cita la existencia en Poitou y otros lugares de una extra- fa orden de nobles y damas amantes; se lamaban galois y galoises, es decir hombres y mujeres que levaban una vida de placer (gale, galer: gozo, divertirse). En Le livre du chevalier de la Tour Landry, de fines del siglo x1, se dice que esta orden tenia “una regla muy salvaje y contra la naturaleza del tiempo" que obligaba asus miembros llevar en ‘verano vestidos y gorras de piel y encender el fuego en las chimeneas: en contraste, debian soportar el invierno sélo con un traje ligero, sin pieles ni abrigo, sombrero 0 _guantes; en invierno cubrian el suelo con hojas verdes y do delgada. Otra regla de la orden de los galois y las galoses decfa que el hombre casado debia entregar su mujer y su casa a todo galois que fuese su huésped, al rlempo que se dispone él mismo a partir en busca de su galoise. El caballero de la Tour Landry dice que ‘muchos miembros de esta orden morian de frio:"y temo mucho que estas galoisygaloi- 425 que murieron en este estado y en estos amorios fueron martes de amor" Esta singular orden de caballeriareunia, en el estereotipo del hombre salvaje, la moral mo- nstica con el amor galante; con ello, advierte Huizinga, se lograba una intensificacién ascética del incentivo sexual que delataba el cardcter primitive o salvaje del voto cabs- lereseo.*» sélo con una manta "7 Reretmer, Wild Moni he Md Ages, pp. 3-38. "Denis de Rougemont. Amory Ocient:8.P 5. °5"Une endonnince mont sivsige et deginé conte ana temps’ Leone. por A. de Mon ‘sign Pri 54 Cit or en Hcg, to del Bld Mei pata. dou moult que es Galeiet Caloie qu mourerent en cet ete ceates mouretes fue ais Armour id oe ee "Bl too de a Baad Meda, p27. Hucings no aude al modelo tradicional de hombre ave del que ced copia as ele de in orden de fos gla goo 295, 3. El comportamiento sexual El hombre salvaje era el simbolo medieval pagano més abiertamente ligado al placer se- xual, la pasién erética y al amor carnal. El significado sexual del salvaje fue distinto del que tenfan los demonios incubos y sticubos que copulaban con los hombres y las muje- res mientras dormian. Satén y las huestes infernales tenfan un lugar definido y bien documentado dentro del discurso teolégico, y aparecfan sobre la tierra como expresio- nes preternaturales del enemigo del dios cristiano. Los demonios eran seres espirituales ‘malignos, mientras que los hombres silvestre eran seres naturales. Un demonio incubo © siicubo era Ie encarnacién del mal que se valia de toda clase de ardides para hacer el amor con los seres humanos. El salvaje, por el contrario, era una monstruosa fuerza esencadenada de la naturaleza, que asaltaba con bestalidad animal a los hombres civi- lizados y a los que querfa absorber en su descomunal abrazo, Contra los demonios que se scoplan con hombres y mujeres durante el sueiio hay’ toda clase de exoreismos y eercicios piadosos: contra la violencia feroz del hombre sal- vaje actia la resistencia violenta del caballero que salva ala dama de caer en sus velludos brazos. La madre de Merlin, por ejemplo, fue penetrada durante el suefio por un demonio {ncubo debido a que olvidé santiguarse antes de dormir: "euando me desperté —cuenta, 41su confesor—, me encontré deshonrada y desvirgada, aunque Ia puerta de mi habita- cidn segufa tan bien cerrada como yo la habia dejado, y no me encontré a nadie por ali, de manera que yo no sé qutén me Io hizo". El santo confesor le impuso una pentrencia para toda la vida, en una reveladora sentencia que acepta la inevitablidad del erotismo onirico: "Abandonaris toda lujuria te la prohibo completamente, salvo la que sobrevie- ne entre suefios, que nadie puede evitarla”® Estas sutilezas teolégico-oniricas no ocurran con el hombre salvaje, que asltaba sexualmente a las mujeres con tods la cruda y natural carnalidad de una bestia en cela, EI salvaje por lo regular era un secuestrador que intentaba llevarse a la mujer atacada al bosque o a la montafia con el fin de aparejarse permanentemente con ella. No era un. fagiz demonio laseivo que violaba a as mujeres para esfumarse inmediatamente des- pués Si el caballero protector de la dama no lograba impedirlo, el salvaje la raptaba y la recluia en sus apartados dominios, de donde debia ser rescatada a costa de muchos peli- [gros y difcultades. Bernheimer interpreta este ciclo del rapto-reclusién-reseate —tan tipico de muchas historias medievales— como un viaje dela mujer al otro mundo, en el que el hombre salvaje es, no un {ncubo, sino un demonio de la muerte y el caballero una especie de Orfeo? Los varones no estaban excluidos del peligro de ser raptados: existia también a te- rrible mujer salvale cuyos impulsos sexuales desenfrenados amenazaban a los caballeros rmedievales. En un poema épico bivaro del siglo xi se cuenta de una mujer salvaje y pe- 2 Hora de Metin 139 14 #9 Rerbloe, Wild Men he Mile Ages, pp 226-33, 206 45, Una tebe mujer, sae Rave Be, neerta Seduce a Wofietich, thor de una agus legends germina, / Juda, Raue Else, que asedia a Wolfdietrich, quien monta guardia al lado del fuego, mien- tras sus compaferos duermen. La monstruosa Rave Else, al ser rechazada dos veces, em- bruja a Wolfdietrich, que piere la razén y se convierte en un loco salvaje que vive en el bosque de rafces y hierbas. Al cabo de medio afto Raue Else se aviene a desencantarlo, a cambio de Io cual Wolfdietrich promete casarse con ella, con It condicidn de que sea bautizada. Raue Else acepta y seo lleva a su reino de Troy; alien una fuente de la juven- tud, se transforma en la bellisima princesa Sigeminne.™ El final fez de este poema ape- nas podia ocular el temor que inspraban las mujeres salvajes a aquellos que se aventura ban a visjar por los bosques. En el folclor de los Alpes tiroleses y bivaros ha quedado la Inuella de Faengge o Fankke, ogresavelluday feisima dotada de unos senos tan grandes y largos que los podia llevar sobre sus hombros.*5 En muchas leyendas las cosas se presen- taban al revés: la mujer salvaje podia tomar la apariencia de una hermosa joven para stracr a sus victimas, que una vez atrapadas descubrian con horror que habian eaido en Husband, The Wild Man, p 63-64 y Bethe, ld 37 2 Bermheimer, id, p. 33H exerocpo de la mie sje con los sero esantes se prolong en a leonografa que descrbia sindigess americana. Sobre ete ten Bernaete Buches en La surge at sin pendants hace un ans estcturlit de los rabados de la aa dels de ry en Ia onurental caecion Grands weagepblicads etre 5901634 Emotive dl hombre sla también pared acon Freeenca,asocedo» Neptuno, tone ain (214. a2. los brazos de una hembra peluda de enormes y colgantes senos, dotada de una fuerza butal® Hacia el fin de la Edad Media las mujeres salvajes eran generalmente asimiladas a las brujas y ocupaban, por ello, un lugar preciso en la demonologia cristiana, ‘Una fabula francesa del siglo xit, de Douin de Lavesne, muestra una vertiente pi- caresca de la sexualidad del salvaje: Truber, el hijo tonto de una pobre viuda que vive en cl bosque, es sin duda una version cémica del hombre silvestre, aunque no aparece con todos los atributos tipicos de los salvajes. Trubert posee una fuerza fisica y un vigor sexual enormes, Su idiote y su agresividad lo vuelven un ser peligroso que desencadena situaciones jocosas, que enfrentan la maliciosa tonteria salvaje al mundo cortesano de Jos eastllos. Un buen dia Trubert va al mercado del castillo cercano —cuenta la fabula— vender una ternera, para poder comprar una pelliz a su hermana: mejor vestida pode encontrar marido. Fl tonto del bosque vende la terners por una cantidad irrisoria, y con cldinero compra una cabra aun precio que ertGneamente cree que es muy bajo. Las tonte- rias lo llevan al taller de un pintor, donde toma una imagen de Cristo en la eruz por un ser verdadero de carne y hueso, y se indigna ante la crueldad. Le paga al pintor una summa _muy elevads para que le pinte la cabra de colores. Asi, el tonto salvaje va muy contento ‘con su cabra multicolor cuando la duquesa que lo ve pasar lo hace lamar para comprarle 1a Tamativa eabra. Fl idiota fia el precio en “una cogida y cinco sueldos” (un foutre et cing sous de deniers). La dama fornica apresuradamente con el salvaje, pues su marido ‘std por legar. Después el tonto le vende laeabra al duque a cambio de “cuatro pelos del ‘culo y cinco sueldos” (quatre polls du cul et cing sous). Después Truibert bajo diferentes, disfraces (de carpintero, de mujer, de médico, de caballero) vuelve a hacer el amor con la duquesa, humilla al duque que confiesa no tener “el vigor del loco de la cabra” que ha fornicado con su mujer, embaraza ala hija del duque que gozaba con manipularjugueto- namente su “lepereau’, reparte palizas a diestra y siniestra, provoca enredos y equivocos, es motivo de burla pero acaba engafiando a todos, incluyendo al rey Golias que termina por error haciendo el amor con su criads, la que promete coronar como reina#*7 El hombre salvaje dele famosa Carcel de amor de Diego de San Pedro no deja dudas cuando anuncia: “yo soy principal ofcial en la casa del Amor; llémanme por nombre Bs a que anced Meller de Cactleon, que un da tats de ce lance suns bell joven e el boague: tn pronto como a sbazs, lla xe coi en "ana erntura an toca elu tan terberente forme, gut sla de vera pera le raxén ys wb loca (Cialds Cambyenss,einereinm Cambrze en (Opera de James Dimock alls Series. 1, Lone, 1968, 67) En es extrandnaraenologl pagans {gee libro penitencla xerto por Burchard de Worms el Corrector sve Medica, de cra 2010) reba eas mueres dels parses aes mad evona que despa de hace amor desparecen (elt pot Penelope BR Doo, Nebucadnezzens Chen, p.19n)Sin dds hay conxions de las hades y brs del folelr medial con ls mujeres sae: vase al especto el extuio sobre el tema en Europa central y sur tent de fa Ries, qu tz los rigents de estos sere emeninos hast la Antgiedad. mostrando as o- reatones entre Perht, Luc la Wilde Jog as sles els alps le elas sefpaszony eras taco ‘es en Hung, Albani y Rumania ("Tondé xbororkny Dele és Knép-Eropahtird) Wins Douin de Lvesne, Traber, fli da sie tle, comentario ec de Perr Wes Bade Lesaevage ete sot Le bla de Traber ela tation orale 108 46. Los saajes medieval evlucionan hasta conformarunelemple de bondad ‘natural primigena inhiosparecen como na fala fee cada ‘en un espacio paradise, como en este grabado len del maestro bug, redlzada entre 1470 72490 Deseo”** E! hombre salvaje era una alegoria ubicada en el polo opuesto de la educacién ‘aballeresca que aconsejaba reprimir los apetitos sexuales en nombre de un ideal; asi el ‘aballero debia mostrar devocién, adulacién y humildad ante la mujer amada, En con- taste, el hombre salva asaltaba con sus deseos irreprimibles a las damas, que debian ser defendidas por sus eaballeros. Pero es evidente que el salvaje no sélo era un ser alegérico que permitia, por contraste, definir la nobleza del amor caballeresco: también simbolizaba los deseos sensuales del propio caballo, que las mujeres debian aprender a domesticat, De alli surgié un conjunto de expresiones literariasy artistas que re- ppresentaban el enorme poder femenino para domar los incivlizados deseos de los ‘hombres salvajes. Un tipico poema amoroso holandés, Van der wilden Man, rlata la historia de un hombre salvaje que es sacado del bosque, atado a una cadena, por una doncella, El ser peludo canta asi su situacién Yo era salvaje, ahora estoy peso Y atado alos azos del amor; ‘Una doncela me hs hecho esa La sensacién de que los deseos sexuales eran independientes de la voluntad era Luereci, De ream aan bro verses 925-100. 3 Ls eaceras de hombres sabes carando aparece con feuenca en a tpcela medi Un empl itco de caceri sa curios ect de un sae (de 183 em data ycoleada en un che) ene ‘stil de Glimmingshus, luc de Suei, que tene en la mano dercha un conejo que ha ezado ese 0 Reuters, “Vildmannen pl Glimmingehus och hans halvbroder | danakariksapc Sen Ake Micon “lejonet och vldmaaaen limiingeh'honogesk") '8"DitenLeaten aber nc fiat nichts Natick angeoren sondern ie misen drum aeyten we der Mensch dem se gechselndt” Lite de nymphs, phi, macs et vlamandris. oy, ch, "Aber die Let sie hben wasnt ist vir eg vad aber der Mensch abit nichts doctey das ist ohn ‘Arbit haben ies" Ibid, 6 las curses son mi. Deseo!# EI hombre salvaje era una alegorfa ubicada en el polo opuesto de la educacién ‘aballeresca que aconsejaba teprimir los apetitos sexuales en nombre de un ideal; asi, el caballero debia mostrar devocién, adulacién y humildad ante la mujer amade. En con- taste, el hombre salvaje asataba con sus deseos irteprimibles a las damas, que debian ser defendidas por sus caballeros. Pero es evidente que el salvaje no sélo era un ser alegérico que permitia, por contrast, definit la nobleza del amor caballeresco: también simbolizaba los deseos sensuales del propio caballero, que las mujeres debian aprender «4 domesticar. De ali surgié un conjunto de expresiones literariasy artisticas que re- presentaban el enorme poder femenino para domar los inciviliztdos deseos de los hombres salvajes. Un tipico poema amoroso holandés, Van der wilden Man, relate la historia de un hombre salvaje que es sacado del bosque, atado a una cadena, por una doncella. El ser peludo canta asi su situacién: Yocera salvaje, ahora estoy preso yyatado los los dl amor: ‘Una doncella me ha hecho sa La sensacién de que los deseos sexuales eran independientes de la voluntad era ‘considerada por la teologia como una secuela del pecado original: el cuerpo ya no podia ser dominado totalmente por la razén o la voluntad, como ese sintoma ominoso del perado —ta incontrolada ereccién del pene demosteaba ampliamente, segtin hab dicho Agustin.® El hombre salvaje era la expresién més extremosa de esa autonomia el cuerpo con respecto ala voluntad; era necesario encadenar o domesticar esa fuerza sexual salvaje. Esta domesticaci6n de la sexualidad desenfrenada del hombre salvaje me- diva present6 tres facetas, En la primera, correspondiente al auge del ideal cablleres- 0, el amor mostraba toda su fuerza y esplendor cuando la mujer lograba encadenar al salvaje y aplacar sus apetitos bestiales. En la segunda faceta el salvaje aparecia con su {esposa y sus hijos, haciendo una vida familiar monogimica calcada totalmente del para digma cristiano, como la imagen atribuida a Jean Bourdichon o en el grabado de Hans Schiiufelein, Por dtimo, la terera faceta mostraba al salvaje reducido a un emblema he- rildico y a ser un mero portador de los escudos de armas de cientos de familias nobles ‘europeas; el salvaje, de ser uns terrible amenaza sexual, se habia convertido en un do- ‘mesticado guardién y protector de la nobleza. Pero estas derivaciones y Variaciones slo confirman el hecho de que el nicleo pagano del mito del salvaje medieval albergaba una Podeross simbologia sexual que con el tiempo fue transformada, ocultada y domestica- a por la erdtica cortesana, la épicacristiana y la semidtica herdldica, "Diag de San Plo, Creel de amor: a. ° Jewas wl ic ben ghevaen nde bracht in minlken bane; da eet ene maghetghedeen [Cade or Berle, Wid Men nthe Midle igen p39 2144 2 Peter Broun, The By and Society, 37 4.La economia Pensar en la economia del hombre salvaje puede parecer un contrasentidos aun en st significado estrecho y etimolégico de administracién del hogar, es dificil suponer un ccomportamiento econémico en un ser que careca de cas, que vivia ala intemperie y alo sumo encontraba cobijo en el tronco hueco de un érbol o en una cueva de la montafa Pero esta vida salvaje fue un contexto original que impuls6 el desarrollo de esa paradé- jiea nocién que con el tiempo se inscribiria con firmeza en el pensamiento occidental a economia natural. Los salvajes medievales reproducian fielmente el arquetipo grecolatino, ‘en a tradicién antigua de Luerecio, que habfa descrito la vide de los primetos hombres ‘como seres némadas que vivian casi como bestas.>* [BL hombre salvaje se alimentaba prinefpalmente de lo que la naturaleza le daba en. {forma espontinea:raices,hietbas, frutos. Pero su comportamiento no era totalmente animal, pues aunque desconocia el uso del fuego y consumia crudos los alimentos, es- taba armado de un gran garrote con el cual se defendia de las fieras y eazaba animales,** Su vineulo com la naturaleza no estaba exento de grandes penurias, pero en principio no cra una relacién econémica. Es interesante sefialar que aun en una époce tan tardia como el siglo xv1 el pensador renacentista Paracelso dedicé todo un libro a laextrafa y salvaje vida de los silvanos, las ninfas, los pigmeos y los vuleanos. Sus explicaciones son. Aeliciosas¢ interesantisimas, pero por ahora s6lo quiero sefialar Ie curiosa contradic- sign de Paracelso cusudy inteuta comprender el comportamlento econdmico de los cextratios seres de los bosques, las aguas, las montafas y el fuego. Al igual que los otros seres, a los habitantes del bosque —a los que llama indistintamente Sylphen (silfos), Sylvestres (silvanos o salvajes), Waldleuten (gente del bosque) y Wilden Menschen (hombres salvajes)— “nada les es innato, sino que han de trabajar para conseguitlo, al {gual que el hombre" Esta sorprendente afirmacién la contradice Paracelso més ade- lante, cuando sefala que “estas gentes tienen cuanto les es necesario segtin sus deseos, {no trabajan para ell, es decir: lo poseen sin trabajo’. La primera afirmacién de Para- celso esté encaminada a subrayar el hecho de que estos seres no son como el ganado, al ue el vestido les es innato por naturaleza; pero el trabajo de los silvanos, ninfas, gno- ‘mos y salamandras “corresponde a la naturaleza de su mundo’, y Dios les provee de 2 Luce, De rerum nator, eo ¥ Yrs 935-1010. 2 Las scents de hombres salves cazando spuecen con feeuencl ela tpicere medal Un elemplo ico de cceri sa erions ecutrs de un sae (de 1835 em de altura yeoleeds en un cho) ene aslo de Gimmingshus sur de Sue que ten ena mao derecha un conejo gue ha cazad, (esse O. Reversi, “Vildmannen pl Glimmigehus och hans alvnéde | dansk riksrpmc™ Sen ike Nilsson, “lejonet och vdmannen limmlngehu'skonegraf) 9 "Diesen Leute aber niet [ft nichts Nairich angcboren sondern se sen dumb abeyten te der Mensch dem se gleich sind" Liber de mpi. pis, pmaes et alamandrs p47; cus von mi, "Aber die eat saben was not it i bger a aber der Mensch att nichts dove dss ohn Atbeichaben ls" Ii 65a curivs son mist 47. En una vin ecapats yea el sae se laments de a prfia de un mundo dominado Dor os reo, devastado por las guerasydominad por las istics. st grabado en madera ie Hars Schaufeli fue realizado en 545 para lustrar un poerra de Hans Sachs escrito fen 1530 sobre unorsijesedeneos vestido propio al igual que da lana de oveja a los hombres; pero no nos explica la pecu- liaridad de sus vestidos. Lo que a Paracelso le interesa es la definicién de un peculiar luniverso de humanoides que no descienden de Adin y que no tienen alma, pero que tampoco son como los animales. Son un simulacro de hombre y de mujer, pero perte- recen a un mundo maravlloso donde las cosas ocurren en una dimensién distinta a la propiamente humana, Cuando Paracelso, en Ia segunda referencia, dice que estos seres ‘obtienen lo que desean sin trabajar, pone el ejemplo de los hombrecills de la montatia, {que son capaces de acufar buen dinero segin su voluntad, a diferencia de Is eriatura mas atada de todas, el hombre, que “nada puede conseguir con deseos y ambiciones” La contradiccién de Paracelso, en lo que se refiere al comportamiento econdmico de todos estos seres salvajes (Wilden Leut), es ocasionada por su empefio en definir un ‘mundo intermedio entre el hombre y las bests; un mundo en el que las cosas no ocu- ren esponténeamente, como en el reino animal, pera tampaco estén sujetas a as rgi- das reglas econdmicas de la sociedad humana: un mundo al mismo tiempo natural y ‘marwvilloso. El hombre silvestre de la Edad Media era un ser bestal, pero al mismo tiempo podia estar dotado de cierta sabiduria magica y preternatural, como el que en Fabrie Queene de Spenser cura con hiesbas del bosque las heridas de un caballero Una ciertahierba de all le tajo, ‘Cuya virtud por su uso bien conoct: ET jugo de ela sobre su erida extra, Y en seguida djé de sangre. as contradicefones de Paracelso heredan y resumen, a su manera peculiar, un pro- blema que atravesé toda la cultura medieval: la confrontacién con un mundo natural {que no se comprendia ficilmente y que se convertfa en una fuente inagotable para la iimaginacién de un universo poblado de maravillas, La asimilacién de un mundo feliz Ia vida natural en ocasiones estimulé la idea de colocar algunas actividades tipicamente campesinas aristocriticas (como el cultivo de la tierra o la cacerfa) en el marco de la naturaleza salvaje. Asi, algunas actividades Civiliaadas eva despojaas de fatigas y pligius, pata sex vistas couno una forma silves- tre idilica de comportamiento. Como ejemplo podemos ver algunas representaciones de hombres salvajes —en tapices del siglo xv— que los muestran realizando diversas labo- ss civilizadas. Un largo tapiz de Basilea, tejido hacia 1460, muestra a mujeres y hombres salvajes dedicados a labores agricolas en un cuadro de gran armonia ristica: aqui el sl- vje comienza a ser presentado como un ideal escapista de bondad natural y es puesto a ‘trabajar de la misma forma en que, en una idilca aldea campesina, lo hacen los campe- sinos. En otro tapiz de Basilea vemos alos salvajes llevando a cabo la mis aristocritica y ‘ordenada cacerfa: pero se trata de nobles disfrazados de salvajes en una escena cortesana Jlena de fronfa; unas banderolas explican la aecién en forma de didlogo: una hermosa vaje dice: “Querido companero, mire a su alrededor y ocipese de los animales Y elcaballero que a cortej, también disfrazado de salvaje y armado de un gran sgarrote, le esponde: “No tema, mi bella, yo le daré mansedumbre y salvajismo", al tiem- po que le entrega un ave cobrada durante la caceria.® La asimilacién de actividades 25 A ceralne bebe from thenee unto lm brought, / Whose verte he by use well understood! The j= ‘ewhereof ino his wound he wrought, And sop the blsdng straight. (Ferie Queen, 112) Vae uns peetrante deseipeiiny excletesepoducciones deo tpi de Bases Estrasurgy en ‘Anna Rapp Bur & Monie Stucky Sehre, Zahm and Wild. Baler wad Stranburger Bdteppiohe des 15. JalrhuersTanbién de as miss autores: Der Foshland-Tepick La ecens de cate mencionsda Se en- ‘uentrs abn reproduc y epic en Hans Lane ic ton Blteppiche bn Historischen Mateum Be aa ceconémicas o cortesanas al universo de la naturaleza salvaje permitia el juego de con- ‘rastes entre lo civilizado y lo salvaje: de esta manera los impulsos salvajes eran domes- ticados y civilizados, pero al mismo tiempo la vida civil era contemplads como una forma natural de comportamiento. El trabajo, l ser convertido en una actividad silves- tre, era despojado de todas las vlezas dela opresiva vids cotidians: dojaba de ser trabajo. 5. El gobierno Le iconografia medieval nos muestra con frecuencia al hombre silvestre empefiado en tuna de las mis tipicas actividades del gobierno y del desgobierno de los seres humanos: la guerra. En una ilustracién de un manuscrito de principios del siglo xv se ve una hor- dda de hombres y mujeres salvajes —acompatiados de cuatro jabalies— que se enfrenta ‘con espadas, lanzas, garrotes y escudos a un efército de caballeros en armaduras encabezados por el rey Alejandra? Otras obras representan a los hombres salvajes ar= ‘mados tomando por asalto el castillo del amor, una alegoria tipica que hacia referencia al corazén de la dama asediado por el amante. En tapices alsacianos se ven grupos de hombres salvajes atacando diversos castillo en un tapiz de 1400, particularmente inte- resante, estin asaltando el castillo de los moros.% En él vemos la legendariaagresividad el hombre salvaje enfrentada no sélo @ una fortaleza defendida por un orden maligno —elde los moros—, sino también, en otras escenas del misma tapiz, varios animales {que simbolizaban el vicio (el leén, el bailisco). Los hombres salvajes no eran uns alegoria de los birbaros, La barbarie de los pue- blos no cristianos se constituia en poderosas formactones politicas que hacian la guerra para conquistar los teritorios de la cristiandad. Los hombres del Mediocvo compren- «fan, asi fuera intultivamente, lo que Clausewitz eristalizara en su forma moderna: la {guerra que hacian los birbaros era la continuacién de una politica y un gobierno ra calmente hostiles @ la nobleza cristiana europea. Aunque la idea de barbaric mantenia, las connotaciones de brutalidad y ferocidad, se aplicaba principalmente a los infieles aque rehusaban ofr la palabra del dios cristiano o que jamds la habian escuchado, Reacios © ignorantes, estos birbaros podian ser convertidos a la fe cristiana, pues eran descen- dientes de Adan al igual que los eaballeros cruzados que los combatfan. Peto la violencia, guerrera de los hombres salvaje era radicalmente diferente, pues no emanabs de alguna forma infielo perversa de la politica y de la religibn. Los salvajes carecian de toda forma de gobiemo; la violencia salvaje no se ejercfa en nombre de extrafias costumbres, doses La conerscin eos dos saline. en lem, aparece a ene tape “cere ich mb dich a anim, desgehiltebbensear' “hand. kein sorg i wipe. bi ch wi ch gebensams und 3 Le ire et a rey histoire du bon oy Alison eae Husband, The Wild Mam p51 Haband, id. pp 77-84 a 48: Este shal gigatescodbvjado por Hans Burgkmaihaca 2503 es mucho ms que unser malig: ess fuerza dee natraleza, ween y deseraderada ante aque los cabalers debian probar by Reno paganos o formas birbaras de autoridad y de ley, 2De dénde procedie, entonces, la vio- lencia del hombre salvaje? De qué poder emanaban su hostilidad y sus agresiones? Hay ‘que decir que la etnologla moderna sigue tratando, hoy en dia, de contestar estas pre {Buntas tan tipicamente medievales. La teologia, que intentaba atrapar en sus redes los mitos paganos, se inclinaba por suponer influencias satnicas¢ infernales en el comportamiento de los salvajes. Desde sta perspectiva el salvajismo desenfrenado —no sujeto a cédigos ni a reglas— formaba parte de la milagreria sobrenatural con que las fuerzas divinas —y las diabélicas— en. viaban mensajes alos hombres. Sin erbargo, el mito del hombre salvaje pertenecia més bien al tertitorio de lo maravilloso, en el sentido en que lo define Jacques Le Goff: una cultura popular diferente a la cristiana que formaba parte de Ia "bisqueda de la identi- dad individual y colectiva del caballeo idealizado”®enfrentado a un mundo de aventu- Le Goll, "Lo marsiloso en el aceiente medics’ p23 aus, ris y proczas maravillosas en las que intervienen monstruos, objetos migicos y geogea- ‘fas imaginarias. La violencia salvaje no era —en la tradici6n folel6rica pagena— una fuerza satinica 0 milagrosa: era mis bien una potencia portentosa que obligaba al caba- lero medieval a definirse como un modelo de comportamiento fundado en un eédigo de honor cortesano, Las fuerzas que gobernaban al hombre salvale emanaban de un po- der hueco, sin més sustancia que su naturaleza carnal; provenian de la cércel vacia de un ‘cuerpo sin alma, pero que amenazaba con su sélida animalidad a os cristianos impulsos de los caballeros medievales. Sin embargo, era una amenaza al mismo tiempo terrible y ‘maravillosa que permitia identifcar la singular humanidad del eaballero cristiano. De esta manera, el amenazador vacto de leyes, cédigos e instituciones de gobierno —un, verdadero desierto politico y moral— fue la contrapartida que estimulaba el nacimiento de la peculiar espiitualidad caballeresca, esa mezcla extrafia de imaginerfs pagana y de ascetismo religioso que contribuyé a expander los poderes feudales y sefiorales en la cristiandad occidental ‘Como era de esperarse, las correlaciones de fuerza entre caballeros y hombres sal- vajes tendieron a favorecer a los primeros, que easi siempre ganban en los combates, ‘Ademés, una de las tipicas escenas rituales del mito era la eaza y captura de hombres, salvaje, que solia representarse en diversos festivales. Brueghel ha pintado este espee- ‘éculo, mostrando a una compaiia de actores que escenificaba la historia de lacaza del hombre salvaje y ue pedia donativos al pablico. Boccaccio igualmente se reir al tema, y'lox folcloristas han recogido testimonios de tales catesian en diversas partes de Buropac ‘Muchos sigios después, en el fragor del colonialismo moderna, todavia se escucha- ron los eos antiguos de ese asco occidental por los pueblos inmersos en la naturaleza, de ese horror al vacto politico y a la ausencia de fueros y reglas, En l siglo x1x la caceria de los que Quatrefages también llamé hombres salvajest” adopts la forma brutal y sangui- naria —Ia llamada Guerra Negra— del exterminio de tasmanianos por los colonos in- sleses, quienes consideraban alos aborigenes como animales y los cazaban como tales; cl gobernador de la isla, George Arthur, intent “civilizat” la caza de hombres salves, para evitar su exterminio, y oftecié una recompensa de cinco libras esterlinas por cada adul- {0 eapturado vivo ¢ ileso (dos libras por cada nifio), Pasteriormente, en 1835, los pocos tasmanianos que quedaban (dos centenares) fueron convencidos de ser recluidos en luna pequeria isla, de donde fueron trasladados a una reservacién en Hobart doce afios después; en 1876 murié Lalla Rookh, ls diltima mujer salvaje tasmaniana, y con ella se cextinguié el pueblo considerado por muchos etnélogos como el mas primitivo que haya sido conocido por el hombre occidental moderno.+* En realidad los tasmanianos fueron vistos y tratados exactamente de la misma manera en que el homo sylvaticus lo habta sido por el hombre medieval. EI mito encarné en la historia, 4 Bermhcimer Wild Me ie the Middle Age, p. 58 {Armand de Quacrefges, Hommes fol e hommes sausages, Pas 8 ‘Yeas. Murdock, Nuestros contomprdnes primitives, eaptle 6 49.4 mito medical dl homo syvestels contibuyé a establecer el esterctpo de! noble sae yconfigué un modelo de vida natural En asta escena, bua Jean Bourcehon, luna sje bia aimentaa su peauet frente a una cuova, ments expos, de pelambre gr, sostene un lrg grote suslos soldados de Algjandho Magno rseatan a una mujer desnada del abrazo brio de un hombre ‘alae mientas el min rey erdea que se nzado al fuego) companers 52.6 ito del hombre sheste medieval el ovigen del nobesaaje que imaginarsalustracién: "Jews cebon quem aris nature, srs souey ul ‘ousjurs oyeusema populr tala dl home Sig n, que exataba su vids tural fel, bre de preocupecones. Dibyjo ‘enna serie sbee los cuatro estados dela sociedad (stad de sahaismo, pobreza, abso y nobles), para leBotade de un home shige en tun manuserito francés del fo 3500. 6. La vida espiritual EI salvaje medieval era el mis solitario de los hombres. ¥ la soledad era considerada ‘como una situacién muy rara y extrafia, que inspiraba —como dice Georges Duby— ‘ya sea una gran admiracidn o una profunda sospecha, pues la sociedad feudal estaba formada por grumos sociales tan compactos que aprisfonaban al individuo en una es- ‘recha convivencia con los demas. La soledad podia ser el signo de una cereania con cl ereador supremo, como era el caso de los anacoretas, o bien de una incapacidad ra- dical para conocer 2 Dios. Los hombres agrestes aislados de la sociedad eran vistos ‘como locos sin capacidades intelectuales, seres solitarios y vacios desprovistos de alma yy de razén, En el siglo xiv Heinrich van Hesler —uno de los pocos teélogos que taca directa- mente el tema— los describe “con forma humana, pero son tan toscos y han crecido ‘tan salvajes que nunca han escuchado la palabra de Dios’ El hombre solitario suele ‘estar posefdo por la locura,o es un salvaje; la sociedad medieval no admitia fécilmente un espacio de soledad para el individuo; y cuando lo admitia, como en el caso de los cermitafios, lo regulaba con severidad, Es posiblemente esta peculiaridad del hombre sal- vaje —su soledad— lo que se convertiré en uno de los resortes para su evoluci6n como un ‘deal de nobleza y de bondad: cuando la cultura renacentista e iluminista requiris de ‘una exaltacién del individuo —y de lo privado— es comprensible que haya buscado su modelo en el prototupo medieval de la soledad. Para la cultura eelesiéstica medieval Ia soledad se fue convirtiendo cada vez mis claramente en un peligro que debia evitarse. El gran movimiento de ermitafios de los siglos vr y vu fue detenido abruptamente por Ia legislacién carolingia, on el objeto de fijar con precisién los linderos de una sociedad ordenada, en Ia que cada quien tenia su lugar; después la regla de Grimlaic (de principios del siglo 1x) probibié la prictica del sislamiento monacal, con objeto de eliminar a los locos y desequilibrados que ingresa- ban masivamente a las érdenes religiosas para huir del mundo.S Elmelancélico era un ser tan temide como el maniaco que era poseido por I fara Husband sefiala con razén que en la sintomatologia que la tradicién medieval asignaba al melanedlico y al maniaco podemos reconocer ficilmente el sindrome del hombre salvaje: el melancélico era un ser oscuro, peludo, triste, deprimido, silencioso y solita- ro: ¥ el maniaco era colérico, agresivo,feroz y ruidoso. Ciertamente, el homo sylvestris seria hoy diagnosticado como un maniaco-depresivo* ;Qué vida espiritual puede tener «Georges Duy "emergence de inv’ p. 04. “4°Die mach menace am geile Und aber sso voridt! Das sl Goes wort nie vorame (Die poate, aosi-20053.Cht por Husband, The Wild Mon p 4 ypor Bernheim, Wild Meni the Middle Ages p9) “Michel Rouche, “Haut Moyen Age Occidental’ p. 420. ‘Husband, The Wid Men p. Sobre as enfermedades mentale en la Edad Mee vase Judith 8 Nes man, Sugeno the Dev. The Origa of Madwasy The Ditracted Knight. 53. ste hombre salle vive an el tronco eco deun tal completamente desoudo "Yexpuesto als nclemencias del cima, lstraién del Bale lane home sauvage. tun hombre irracional? :Bxiste el pensamiento salvaje? Estas preguntas —implicitas en 1 mito del hombre silvestre— abrian un angustioso espacio de dudas y perplejdades. Sélo un antiguo apologista como Amobio, cuya fe cristiana no apagé nunca completa- mente su paganismo, tal vez podria haber contestado con seguridad estas preguntas: para él, si las plantas y los animales pudieran hablar proclamarian a Dios como el sefior del universo, Pero desde las perspectivas neoplaténica o tomista el hombre salvaje era algo asi como una desgarradura del orden eésmico, una ruptura extrafia que no tenia explicaciones; en la tradicién popular, en cambio, este mito permitia a los hombres re- cordar Ia existencia de esas maravillas que los te6logos jams pudieron explicar bien. En el interior de ese hombre hueco y desalmado habitaban pasiones y miedos, sentimien- tos y recuerdos, placeres y dolores. El vacfo que debia ocupar el alma era llenado por tendencias que no tenian cabida en el mundo hieritico y jerarquizado de la cristiandad: Ia soledad, la libertad, el placer. Estas tendencias no podian, en la Edad Media, generar tuna vida espiritual reconocida y ni siquiera debian tener nombre: no existian més que ‘como fantasmas en el interior del hombre-bestia, y se manifestaban bajo la forma del hhosco aislamiento, el desenfreno agresivo y Ia lascivia perversa El salvaje era la mani- festacidn de una paradoja: el individuo sin nombre. Era la pulsiin por defintr los limites de-una soledad que no debia ser nombrada y que, por ello, no podia existir. El pensa- riento salvaje no podia ser descifrado, pues todavia no habia sido codificado siquiera. Pero su espacio natural ya habia sido acotado, 7-Bliinfierno y la muerte ‘Como se veri en el transcurso de este libro, mi interpretacién del mito del salvaje lo de- fine como un ser humano o semihumano que se ubica —ya sea de manera permanente ‘ transitoria— en los linderos de la bestialidad, en contacto estrecho con la naturaleza animal. En este sentido, e] mito del homo syivestris se escapaba de la teologia cristiana, {que no podia admitir una visién gradualista que no hiciese una tajante distincidn entre To humano lo animal, Pero la expansiva concepci6n cristiana intent6, por otros me- dios, someter y explicar al hombre salvaje: si no podia set concebido como un ser hu- ‘mano semianimal, entonces debia cacr en las redes de la demonologia. Fs decir, podia tratarse de un ser semidivino, pero de signo mis bien negativo, como los Angeles caidos que constitufan las huestes de demonios que asediaban a los hombres para castigarlos 0 para tentarlos. Sin duds, durante la Edad Media, la demonologia cristiana se mezel6 con la mitolo- sia del hombre salvaje. En este aspecto hay alguna confusidn en las investigaciones; por cjemplo, ef libro fundamental de Bernheimer anuncia en el subtitulo que se trata de un estudio sobre “arte, sentimiento y demonologia’, no obstante lo cual —como sefiala, ao Jacques Le Goff falta un capitulo sobre el hombre salvaje ye dsblo- En mi opinin, aunque hay cierta confluenca (an insuficentementeestudiada) entre las figuras del salraje y del demonio, se tata de dos zonas diferentes del cultura medieval, defnides caida una de ells por problemsticas peculares I caso de Merlin es interesante, pues —segiin la Vulgara arrica— el diablo lo concibe en una mujer virgen ¢ inocente, que es posela durante el suefo porque olvids santiguarse antes de meterse la cama. Dios es mlsericordioso con la pobre mujer y la reseata del demonio; las comadronas que reiben al nifio Merlin al nacersintieron “un gran miedo, pues era més peludo y tenia més vello que ningin nifo de los que habian Visto": no era para menos, pues el pequefio adquiere los conocimientas, el ingenio y el poder profético de su padre, un diablo En Merlin se observa un intento dela concep- ‘ign crstiana por recuperar a leyenda pagana: como observa Baumgartner, se trata de ‘crear una replica inversay negativa de Crist, de generar un hombre que por segunda vez ‘casione un corto cireuto en las leyesondinaras de la Creaeins pero esta vez ese diablo quien penetra en el cuerpo femenino, como lo habia hecho el Espiritu Santo en el cuerpo dela Virgen. Asi una ciaturadiabice pod predicar una contraverdad, para seducit ppucblo de Dios como lo hizo Jess” Est plan dabélico fracasa y Merlin se salva de con- vertrse en un representante de las fuerzasinfernales. De hecho, Merlin escapa de las fuereas del mds alé para refugirse en el polo opuesto, el mundo del mds acd; huye de las potencias demoniacas sobrehumanas para refuglarse en los émbitos naturales de lo infahumano, Merlin est, pues, en ia tontera de dos mundos cuya diferencia es funda- ‘mental ara comprende el origen de dos grandes caminosertcos que traa el Occdente para escapar de la coereién socal y cultura hacia artiba y hacia afuera, més allé de lo hhumano, hacia el mundo celestial oe reino de la muerte, hacia ls fuerzasdivinaso infer- nales.O bien hacia abajo hacia adentro, mis acide lo humano, hacia el mundo natural bestia, hacia el desierto y el salvajsmo. sta segunda via cinia ydionisiacs, se exea- pa del crstanismo y forma la base de sustentacin del mito del homo sylvestris, de un ser {que se emancipa de la cua y de agobio del alma, para sumergirse como una fuera vital desalmada en el enloquecido trbelino del cosmos animal y vegetal El aspectofisico del hombre salvaje sin duda tenia elementos tpicos de un demon Pagano; por ejemplo, sus atributos son parecides a los de Cernunnos, dios celta del ‘mundo salvaje, Ademds, es evidente que Is iconografia del salvaje y del demonio cam- Parten rasgos que provienen de los antiguos stirs y faunos (como la desnudes, lapel velluda yelaspecto caprino).* Las mujeres savajes también fueron con frecuencia asimi- Iadas a demonios y personajes de ultraturs, como las agrestesfeminae quasslvaticas "Ls Strassen Brocnde’ 2900 4 Hara de Metin 917. ‘o mmantle Baumgeint “Medi, Arthur le Live le Gri’. 35. Sabre Mes come antici vs se tambien Fung yM.L. von Franz, The Gral Legend pp. 349 5 Vease[B. Russel, The Devil Perceptions of vi from Antiquity Prive Christan, po ag sEsaje es una amenaza yur tentacén erica, pero es tamil una initacin 1 vir pore farsa de & muerte Grabado de Duero, 1503, 55.No tenes lenge, pero on aus aderanes agresios prodicen un signifies [letra K ce afabero grabado pore! maestn ES hacia 2466 ‘ocant, mujeres agrestes llamadas salvajes de la demonologia de Burchard de Worms en. el siglo x1 0 los daemones in figura seu specie mulierum, demonios en forma o con aspecto de mujeres que habian seducido a los caballeros templarios segin el juicio de 1310.5 Una especie de mujer salvaje encabezaba Ia delirante "horda salvaje” 0 “caceria salvaje” que atravesaba el cielo de las noches de invierno: un enjambre de espiritus de los muertos —que cabalgaba en diversos animales — se reunta en los bosques, prefigu- rando el mis tardfo sabbath de las bruja. El demonio femenino que presiia estas reunio- nes infernales era asimilado a Herodias, Diana o Venus, Hécate o Artemisa, y se con- fundia con divinidades populares germinicas como Holda o Perchta. A pesar de que la “horda salvaje” de mujeres era sin duda una eabalgata nocturna de espirtus del més alli y de la muerte, esta creencia popular tenia reminiscencias paganas que dificultaron su asimilaci6n a la doctrina cristiana. La enloquecedora procesién de muertos durante Ia ‘merci Wild Men inthe Mile Age, p36, 595 16 156: Los sahajes se entendin bien con los animales, cosas que Se pon ‘comune En ese grabado de media dl siglo nf mer shale (on aus ri monta en el eeve con ‘ran destezayratradad “caceria salvaje” que attaviesa las aldeas durante la noche no parece tener esa tipica fun- cidn admonitoria y pia que suelen tener las apariciones eristianas de los muertos, que escriben sus penas y hacen recomendaciones los vivos. Las hordas de muertos tam- bign eran encabezadas en ocasiones por un hombre salvaje dotado de los rasgos tipicos del antiguo demonio germénico Harlekin (origen del Arlequsn del teatro que lega hasta nuestros dias).5* Hay otro aspecto que emerita nuestra atencién, Se ha pensado que el tipico rapto de tuna doncella por el hombre salvaje debe entenderse como una variante del mito que Aescribe a un demonio de la muerte que se leva de viaje a una dama por el otro mundo.S* En este sentido, estamos ante una representacién erética de las relaciones entre la muer- te y la doncella,en la que el hombre salvaje no sélo viola a la mujer, sino que la rapta para converticla en su esposa. El dominio propio del salvaje —los bosques y las mon- tafias— seria una representacién del reino de Ia muerte, el escenario de los enfrenta- ‘mientos del caballero que quiere salvar ala dama con el hombre salvaje que la ha captu- ado. Hay aquf la influencia de una idea pagana de la muerte; los demonios que la ‘Carlo Ginsburg, IBenandattStregonera ect agar te CingucentoeSkento, BP 68-77 ‘9 Bermelmcy, Wid Men he Middle Ages p26 5. 22 representan vienen de un mundo inferior que no es totalmente el infierno cristiano donde se tortura a los pecadores, sino el lugar al que se llega después de la muerte, po- blado de extrafas personificaciones, residuos de antiguas creencias,y temible més bien por el hecho de que sus representantes y sus influencias se filtran al mundo de los vivos. Debo aftadir que, en Ia Edad Media, el color verde era frecuentemente asociado con la muerte y que, en las representaciones teatrales o earnavalescas, los hombres y las mu- jeres salvajes usaban un disfraz verde hecho de musgo, ramas u hojas. Es posible que aqui nos encontremos con la reminiscencia de divinidades de los bosques asociadas a sitos de fertlidad en confluencia con la evolucin del disfraz antiguo de los actores y rmimos, que originalmente era fabrieado con pieles; esto explicaria el hecho de que mu- chas representaciones del hombre salvaje lo muestran con rodillas y codos sin vello, lo que serfa refleo de las aberturas del disfraz de pieles en las articulaciones, para permitir Ia libertad de movimientos necesatia para la danza salvaje. Bernheimer cree que la exhi- bicién de los senos de la mujer salvaje puede haber sido una imitacién de los ritos po- pulares medievales en los que aparecian damiselas silvestres desnudas.*+ Como quiera {que sea, el disfraz de salvaje evolucioné hasta sustituir la pelambre animal por el verde follaje vegetal. ¥ el color verde, como sabemos por The Friar’s Tale de Chaucer, era el co- lor de diablo. Es posible que ello se debs a las imagenes vegetales tipicas del inframun- do celta, pero también a que Satin se disfrazaba de cazador (de almas).58 Verde es tam- bign el color asociado al mundo de las hadas y los gnomos, que eran vistos con temor por la sociedad medieval, Recordemos también al temuble Caballero Verde, al que ve enfrenta Gawain.®* Me gustaria citar, por revelador, el caso de Alison Pearson, que fue juzgada como bruja en 1588, acusada de invocat al demonio, Walter Scott cuenta que esta mujer con- fes6 que un die, mientras atravesaba Grange Muir, se recost6 al sentir un saibito males- tar, y que un hombre verde se acereé y le dijo que si tenia fe podia sanarla; al invocar el nombre de Dios el hombre verde se retin, pero regresé mis tarde acompafiado de mu- cchos hombres y mujeres, y contra su deseo fue obligada a hacer con ellos mis cosas de ls que podia contar... Al margen del libro de actas del tribunal hay una breve anotacion: ‘convicta et combust tro buen ejemplo de la mezcla del diablo con toda la estirpe salvaje lo encontra- mos en el Hino de los demonios de Ronsard: Las demonios que tienen el exerpo abil Suelto, suave, dspuesto al modar fic, 4 Berber iid pa 5D. W Roberson, "Why the Dell Weats Gren p. 40-42: ' Gconge Lyman Kite, A Study of Gawain and the Green Knight p95 8: D.B.J Randall, "Was the Green Knight Fiend”, pp 479-484) B.Rasel, Lacie The Devi the Mile Ages p69 ‘9 Wale Seat, Laters on Dononloy ad Wicker cata, 30 8 138 CCambian sbito deforma y su euerpo dil se ‘Transforma de pronto en todo cuanto les place Los unos algunas veces se tansforman en Hadas En Driadas de ls bosques, en Naess y Ninf, En Faunos, en Silvanos, en Sitios yen Panes Que tienen el euerpo peluda mateado coma hojas seca * A pesar de las transformaciones delirantes del demonio, los hombres salvajes lo- _graron conservar su identidad. Los ejemplos que he dado muestran la penetracién dela ddemonologia cristiana en el mito del salvaje, pero también son una prueba de su gran resistencia a ser engullido por las ideas hegeménicas. A su ver el estereotipo del salvaje ‘contamina la imagineria medieval que describe a Lucifer, el enemigo de Dios. Pero estas interinfluencias no lograron borrar las distinciones, de manera que lo salvaje y lo diabé- lico fueron dos mundos y dos nociones que podemos distinguir perfectamente. Lo mismo se puede decir de la diferencia entre los dominios del salvajismo y el reino de la 8. La lengua EL hombre silvestre no tenfa Lenguaje, pero touab la palubea pur apally pare expresar los murmullos de otro mundo, las sefiles que Ia naturaleza enviaba a la sociedad. El salvaje decia palabras que no tenian significado literal, pero que eran elocuentes ¥y comunicaban sensaciones que la lengua civilizada no podia expresar. Las palabras del hombre salvaje no tentan sentido, pero expresaban sentimientos, Spenser deseri- bid la discordia entre la expresién de pasiones naturales y la articulacién de un len- guaje racional; el hombre salvaje que aparece en Faérie Queene se expresa median- te gestos, miradas y signos: --no tne mis lenge ni habla que el murmullo suave yl sonido confuso de as palabras sin sentido que la naturalzaleenses para exprest sus pasiones, que su razén le censuré.? tes Dalmons qui ont eeorps habe Ais, supe pos, se muer fale | Changeane Benost de formes leur corps ai est Teansformé tout aun en fut cel leur plat. es une aucune fs ttansforment en Res, Eo Dryas des bos en Nymphs ee Napée,/ En Fes, en Syvns en Saye et Pans (Qui ont lecons plu marqeté comm fans. [Pde Ronssd, Hymne dex Damon p 167) 1 Bl poems dice qu el sla exprest "by sgnes, by looks, and by other get. other language hes he none, nor spesch,/ But soft murmurs and confised sound / OF senslese words, wich nate dl i ‘eich / Tepes is pasion, wich his eaton di impeach (Feri Queene, 1114] a3 [No es dificil encontrar aqui una semejanza con la nocién helénica de bérbaro, que originalmente denotaba simplemente al extranjero, al referirse a su forma de hablar: los barharoi eran los que barbullaban © balbuceaban, y segiin Estrabén era una voz ono- ‘matopéyica que significaba “los que hablan bar-bar”, los que hablaban algo incompren- sible para Ios griegos. El hombre salvaje medieval era un extranjero en su propia tierra ccuya vor, gestos y mimica informaban sobre Ia existencia de un idioma de las fieras, de una red oculta de mensajes pasionales que emanaban de los pozos profundos de la naturaleza EI mito medieval condensado por Spenser en sus stanze renacent cenfrentamiento del idioma salvaje de la pasién y de los mensajes naturales contra el Tenguaje eivilizado de Ia razén y de los conceptos abstractos. Nos podemos preguntar sobre el sentido que tenia este mito: ise queria enfatizar la necesidad de una interpret cidn racional de los balbuceos y los rumores del mundo salvaje? 0 bien, por el contra rio, e refleaba la angustia del hombre civlizado que tema que la red de mensajes salva- jes embrollase las formas racionales de expresién? Me parece que predominaba la angustia sobre la curiosidad; esta tensién puede percibirse adn en nuestros dias, como cuando —al pensar en las relaciones entre postbildad y realidad — Wittgenstein afirm “Somos, cuando filosofamos, como salvajes, hombres primitivos, que oyen los modos de expresién de hombres civilizados, los malinterpretan y luego extraen las més extra fias conclusiones de su interpretacién”® A continuacién Wittgenstein se sumerge en el Iubeviuto del leuguaje, eu busca de las sasunies de las extzaficzas provocadas por la co- _monicacién y las reglas que la sustentan. Més adelante en sus investigaciones plantea el problema a la inversa: un explorador llega a un pais desconocido y observa que all Ia {gente se sieve, al parecer, de un lenguaje articulados pero al tratar de aprender es len- ua, encuentra que es imposible pues no hay coneretamente “ninguna conexiGn regular de lo dicho, de los sonidos, con las aeciones"* Y, sin embargo, esos sonidos —que no cconforman un lenguaje—no son superfluos pues sin ellos la gente cae en la confusi6n, [Nos invade el vértigo ante la presencia de un orden sin lenguae: ese vértigo es el que sentfa el hombre de la Edad Media cuando se enfrentaba al hombre salvaje, cuyos ruidos y gestos denotaban la presencia de un imponente orden eésmico natural con el que la sociedad cristiana no parecia poder comunicarse. Mas allé de los limites del lengusje no estaba el silencio. as alude a un. ‘= wirsind, wenn wir pilosophieren, wie Wilde, primitive Menschen, diede Ausdrucswels2vlisler- ter Menschen hve, se idevten und nun de slmaten Slee aus Uner Destung nehen” Lug ‘Wargenstin imetgaciones losis. 94 is curavas son miss. ‘65 beste nich bel nen ln regsimaiger Zosammenhang.des Geqrchene, der Late, mit en Handlungen bin 207 v La gesta del salvaje [BL SALVA/E MEDIEVAL No SOLO ERA UN HOMBRE extrafio atrapado en la cripta de un sig- no mudo o clavado en la cruz de una estructura eterna; aparecia también como protago- nista efimero de la historia, de gestas maravillosas que flufan como el agua fresca de las fuentes migicas, o de gestas sanguinarias y torrenciales que inundaban la vida cotidia- na, Guibert de Nogent, el historiador que nos dejé la vivida deseripeién de un mundo siniestro y violento de guerras, relata que los ejércitos de la primera Cruzada eran acompariados de una tropa canibal de mendigos profesionales que iban descalzos y sin armas. Esta tropa de vagabundos salvajes era conocida por los strracenos con el nombre de thafurs o, sein la traduccién de Guibert, rrudentes. Los encabezaba un noble nor- ‘mando que habia perdido su caballo, y que los organizaba como un ejército paralelo que prestaba servicios marginales pero lndispeisables, como cargadares de provisiones forrajes, obteniendo limosnas y tributos o manejando los pesados aparatos que se usa- ‘ban para los sitios. Una de sus funciones més importantes era la de propagar el terror ‘entre los turcos, que temfan més acabar en el estmago de los thafurs que ser atravesa- dos por ls lanzas de los caballeros." Estos cruzados salvajes eran también parte de la Gesta Dei descrita por Guibert, ue pretendia reconquistar los Santos Lugares para lacristiandad. La antropofagia no era desconocida en Europa, y especialmente durante los periodos de hambruna el consumo de carne humana ocurri6 en algunas regiones de Inglaterra, Francia y Ale- ‘mania; durante los siglos 1x y x habfa bendas de asesinos vagabundos que en las z0- nas desoladas atacaban a los viajeros, cuya carne destazada era vendida después en los ‘mercados como “cordero de dos piernas’* También se decia que Ricardo Corazén de Leén, rey de Inglaterra, habta comido la cabeza hervida de un sarraceno, aderezada ccon azafrin y especies diversas, en presencia de los horrorizados embajadores de Sa- Iadinos °R.Tannail lsh and Blo. A History of he Cond Compl 36 = EFarbyG. Armelagos, Consoing asin. The Ancropongy of Eating p35 fs mvcledor qu oto «sto ancopelgio sabre el canbalsmo ignore completamente los eerplos europe, ani reolatings como medals: ase Pegy Reeves Sands Ecanbliomo come stoma cultura. RTannahil Flesh and Blood, oe.

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