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Friedrich Nietzsche Segunda consideracién intempestiva Sobre la utilidad y los inconvenientes de la Historia para la vida : @ Apron del Zorzal op: $442 om. Caza) TeéoucaoN « Joxquin Eroaews NUSTRACION DF APA ~ NICOLAS ARSPE |LuSTRACION D& CONTRATAPA» MARIA RAsINOVICN Diseho - Venonica Fenian ‘Tivo oncinas: Unzeltgemasse Betrachtungen (I). Vom Nutzen und Nachtell der Historie fur das Leben © Libros del Zorzal, 2006 Buenos Aires, Argentina Este tbro se realize con el apoyo dela Direcciin General de Industri, Comercio y Servicios de la Subsecretria de Pro- ducién, CCBA, ION 987-599-003-5 Libros del Zorzal Printed in Argentina Hecho el depesito que previene la ley 11.723, Para sugerencias o comentarios acerca del contenido de Segunda consideracién intempestva, escribanos a Infoadelzorzal.comar vnnwdelzorzal.com.ar 119 140 pooe ecovcvcece a Prdlogo 1. “Por cierto, me resulta odioso todo aquello que sélo me instruye, sin alimentar a su vex mi actividad o vitalizarme de forma inminente” Estas palabras de Goethe, cual un impetuoso cetera enseo, han de dar ‘comienzo a nuestra considers cin acerca del valor 0 nowalor del estudio de Ia Historia, . En esta contemplacién se expoidré por qué Ia instruccién sin avivamiento, por qué el conoci ‘miento-que hace languidecer la actividad huriana, por qué la Historia, considerada a modo de un lujo precioso y como una superfluidad del canoci miento, debe resultamos, segiin el proverbio de Goethe, seriamente odiosa; es que atin carecemos de lo meramente necesario y lo superfluo es el cenemigo de lo necesario. Por cierto, necesitamos la Historia, pero la necesitamos de tina forma dis tinta de como la necesita el hombre mimado que deambula ociosamente en el jardin del saber, por mis que éste contemple con altivo desdén nuies- tras necesidades y penurias, tan rudas y purgadas de gracia Friconicn NierascHe Es decir, necesitamos la Historia para la vida y para la accién, no para apartarnos cémoda mente de la vida y de la accién o para venerar la vida egofsta, la accién cobarde y malversada. Sélo serviremos a la Hiscoria en tanto ella sirva a a vvida; pero existe un modo de promover y valorar cl estudio de la Historia que conduce al deterioro ya la degeneracién de Ia vida: he aqui un fené- ‘meno cuya experimentacién por medio de los sin tomas notables de nuestros tiempos resulta, hoy por hoy, tan imponderable como doloroso. 2, Me he empefiado en describir una sensaciéa que a menudo me ha atormentado: me vengo de ella exponiéndola al conocimiento del pubblico. Quizds alguien se sienta incentivado, a causa de esta descripcidn, a explicarme que también co- noce tal sensacién, pero que yo n0 la he percibido lo suficientemente pura y genuina y que, en efecto, no la he expresado con la necesaria seguridad y madiirez que proviene de la experiencia. Proba- blemente uno o dos alegardn eso. Pero Ia mayoria de mis lectores me dird que se trata de una sen sacién equivoca, innatural, abominable y senci amente ilegitima y que, aun més, a través de esta descripci6n me he mostrado indigno de aque a poderosa corriente historica que, como es sabi 10 es lane cence mint vintranat natetnsahinniedeainionninebiodaene SEGUNDA CONSIDERACION INTEMPESTIVA do, puede detectarse desde hace dos siglos entre los alemanes. No obstante, el hecho de que ose explayarme sobre la naturaleza de mis senti ‘mientos contribuird al fortalecimiento de la pro dencia general antes que a su deterioro, porque, con ello, a muchos ofrezco Ia oportunidad de atribuir halagos a la corriente histérice antes men: cionada. En lo que concierne a mi mismo, ob- tengo algo que considero arto més valioso que la prudencia: el hecho de ser instruido y corregi- do piblicamente en cuanto a las particularidades de nuestro tiempo. 3, La presente consideracin es intempestiva tam bien porque consiste en el intento de comprender aquello en que nuestra época deposta un orgullo justficado “que es la instruccidn histdrica como dato, falencia y defecro de la época, Por ello, ceo sque padecemos de una fiebre histérica y que de berfamos reconocerlo. Sin embargo, visto que Goethe ha dicho con asercién que nucstras virtur des cultivan a su vee nuestra falencias y puesto fque, como es consabido, une virtud hipertréfica “ral como, a mi juicio, parece ser el sentido hist Fico de nuestra época~ puede conducir tanto a la rina de tn pueblo como un vicio hipertéfico, es justficado que se me permita proceder. dems, 4" Friconich Nicr2scne en mi defensa, no debe soslayarse que las expe riencias que me han proporcionado tales senti mientos tortuosos han surgido de mi mismo y que sélo me he servido de las experiencias de otros con el propésito de enarbolar comparaciones. Por Jo demés, debo destacar que, como engendro de esta época actual, so he sido conducido por mi mismo a estas consideraciones intempestivas en el grado en que me veo & mi mismo como un pupilo de épocas anteriores, particularmente, de la helé nica. Sin embargo, encuentro que, como filblogo clésico, me compete tal procedimiento: no sabria definir qué sentido puede tener Ia flologta clisica cen nuestros tiempos sino el de proceder de manera interpestiva, es deci, de proceder en un sentido contrario al esprit contemporéneo y, con ello, surtir un efecto sobre él y los tiempos futuro. 1. Contempla el tropel pastando a tu lado: no sabe lo que es el ayer ni el hoy, corre de un lado a otro, pasta, descansa, digiere y vuelve a correr. Ast com- ‘ima, de la madrugada a la noche, de dia a dia. ‘Asi, con Ia gana y el desgano amarrado al poste del instante, no siente melancolfa ni tedio. Esta 3 observacién resulta dura al hombre que, mientras se jacta de su humanidad ante el animal, anhela celosamente obtener su dicha, Es eso lo que desea: cual el animal, vivir sin hastfo ni dolor. Pero lo anhela en vano porque no lo desea del mismo modo que el animal. El hombre habré preguntado algin dia al animal: “épor qué tan s6lo me miras'y no das cuenta de tu dicha?”. El animal, por cierto, habria querido contestar: "eso ‘ocurre porque siempre olvido lo que quise decit” Pero en ese instante ya olvidé la respuesta y en- mudecid, dejando al hombre aténito, 2. El hombre también se asombra de s{ mismo por no poder aprender el olvido y permanccer atado al pasado: por més lejos y veloz que coma, la ca: dena siempre lo acompafa. Es un milagro: e! ins- Fricorich Nier2scne tante aparece en un parpadear, en el préximo desaparece, antes una nada, después una nada, sin embargo retoma como un fantasma para estorbar Ja tranquilidad de un instante venidero. Sin cesar, se desprende una hoja del hilo del tiempo, cac, revolotea, y de repente vuelve a caer en el seno del hombre. Entonces, el hombre dice “recuerdo” y envidia al animal que, en seguida, olvida cada momento, viéndolo morir realmente y desvane: cerse para siempre en la niebla y la noche. Ast es que el animal vive de manera no histérica, porque se realiza en cada momento, cual un nimezo, sin twansformarse en una fraccién extrafia. No sabe fingir, no encubre nada y en cada momento ¢s plenamente lo que ¢s, lo cual lo obliga inexora- blemente a ser sincere. El hombre, sin embargo, se opone ala grande y creciente carga del pasado: ésta lo doblega 0 lo incina hacia un costado, ex tumece su andar como un fardo invisible y oscuro. En ocasiones y s6lo aparentemente, puede negarlo, tal como lo suele hacer gustosamente y a mienudo cuando persigue el fin de dar envi al trazar con sus semejantes, Es por ello que al hombre lo atrapa, como un recuerdo del paraiso perdido, la imagen de un rebaiio en los pastizales 0, con mayor fami: liaridad, Ia del nino que atin no tiene pasado que denegar y puede jugar entre los alambrados del “ SEGUNDA CONSIOERACION INTEMPESTIVA pasado y del futuro con insolente ceguera. Pero su juego se verd inevitablemente estorbado: en buena hora, serd despertado de su negligencia. Es ‘entonces que aprende a comprender la expresién “érase una ve2", aquella consigna que anuncia al hombre la legada de la hucha, el suftimiento y el tedio, para recordarle la verdadera indole de su cexistencia, que es un imperfecto siempre incon: cluso, Cuando la muerte finalmente aporta el anhelado olvido, a su ver usutpa el presente y la cexistencia, marcando la experiencia con un sello que revela que la existencia no es mas que un in- finito haber sido, una cosa que vive de su propia negacién,-del consumo de si misma y de su con: tradicci6n incesante 3, Sila felicidad y la procurscién de nuevas flict dades es, en cierto sentido, lo que ata al viviente a 1a vida y fo emmpujaa seguir viviendo, entonces pro- bablemente no exista fidsofo que pueda reclamar para s{ mayor justifcativo que el cnico: es que la felicidad del animal, como ejemplo por antono- ‘asia del cinico, pone en evidencia la legtimidad del cinismo, La suerte més pequelia, cuando esté presente y brinda felicidad de forma ininterrum- pida, sin duda alguna, ¢s de mayor valor que la suerte més grande que aparece como episodio, 6 Friconicn Nievascne como una simple expresién del humor, como idea alocada entre el desgano, el anhelo y la privacién. No obstante, tanto en lo que respecta a la felicidad pequefia como a aquella que es mayor, su esencia fs siempre la misma: el poder olvidar 0, por expre: sarlo con mayor enudicién, la capacidad de sentir de manera no historica durante el plazo que abarca la felicidad. Quien no puede asentarse en el umbral del instante olvidando todo lo pasado, quien no puede erguirse cual una diosa de la victoria en un solo punto, sin vértigo ni temor, nunca sabré qué es la felicidad y, peor ain, nunca hard nada por brin dar felicidad a sus préjimos. Figuraos, como ejem: plo extremno, un hombre que, del todo carente de la fuerza del alvido, estuviese condenado a verlo todo ‘como tun devenir: un ser como tal ya no cree en su propia existencia, no eree en si mismo. Viendo todas las cosas como si se disolvieran en un fujo de puntos en movimiento, se perderfa 2 sf mismo en [a corriente del incesante devenir. Al igual que aquel elevado discipulo de Herdclito, finalmente no se atreverd ni a levantar un dedo. Toda accién demanda olvido, tal como toda vida orginica no sélo demanda luz sino también oscuridad. Un hombre que quisiera sentir vinicamente de manera histérica seria semejante a alguien obligado a pr varse del suefio 0 bien a un animal destinado a 6 SEGUNDA CONSIDERACION INTEMPESTIVA vivir rumiando infinitamente, masticando una y otra vez el mismo pasto. Entonces: es posible vivir casi desprovisto de todo recuerdo y hasta vivir contento, como demuestra el animal. Sin embargo, es determinantemente imposible vivir sin olvido. , para enarbolar el problema de manera més sen: cilla: existe un grado de insornnio, del rumiar y del sentido histérico que atenta contra lo vivo y 16 ‘conduce a Ja perdicién, con indiferencia de si se ‘rata de un ser humano, un pueblo o una cultura. 4, Para poder determinar ese grado y, con él, el limite a partir del cual lo pasado debe ser olvids- do para no convertirse en el enterrador de lo pre: sente, serfa necesario conocer la fuerza pléstica de cada humano, cada pueblo y cada cultura. Me refiero a aquella fuerza de crecer de si mismo y de manera propia, de transformar lo pasado y To desconocido y de incorporarlo, de sanar las heri das, recuperar lo perdido y recomponer desde si mismo las formas quebrantadas. Hay hombres aque carecen hasta tal punto de esta fuerza que se desangran irremediablemente a causa de un pe- {queio rasguiio, de una sola experiencia, de un solo dolor y, a menudo, de una sola ¢ infima in- Justicia, Por otro lado, existen seres humanos a {quienes ni los acaccimientos mas salvajes y ate ” Fricorici Nigt2scHE rradores de la-vida ni tampoco las hazaiias de sa propia malicia pueden inmutar, de suerte que, en medio de estos acontecimientos 0 poco tempo después, logran aleanzar un ameno bienestar y hhasta una especie de concienciatranquila. Cuanto sas fuerte sean las rafces de la nacuraleza interior de un ser humano, tanto mayor es su capacidad de apropiarse 0 de subyugar el pasado. Si uno qui- siese imaginar la naturaleza humana mas poderosa ¢ imperante, la zeconocerfa por su facultad de des- conocer los confines desde Jos cuales el sextida stérico surte sus efectos nocivos y parasiarios. En cambio, ara y absorberia todo lo pasado y ajeno para transformarlo en sangre. Todo lo que tal naturaleza no logra vence, lo olvida y no existe iis. Asi, el horizonte aparece integro y forma un todo, y nada existe que pueda evocar el recuerdo de que, allende ese mismo hombre, existen otras pasiones, doctrinas y fines. He aquf una ley uni ‘eal fo vvente slo pute ora sano, fete y fétil dentro de un horizonce determinado; de ser incapaz de trazar un horizonte en derredor suyo 0, por el contrario, de ser demasiado centrado en si mismo para poder incorporar a la visién ajena una perspectiva propia, lo vivo languidece felnaa on ndferenia 6 con fervo +8 popio declive, La alegra, la buena concienca, la accién SEGUNOA CONSIDERACION INTEMPESTIVA centusiasmada, la confianza en lo venidero, todo ‘lo depende, en cada cual tanto como en un pue- blo, de la existencia de una linea que separa lo claro y visible de aquello que es oscuro y oculto a la vista. También depende de saber olvidar y re- cordar en el momento justo, de intuir con fuerte instinto cudndo es necesario sentir de manera his t6rica y cudndo no. He precisamente aqui la pro- puesta que el lector esti invitado a considerar: tanto la perspectiva historica como la no hist6rica ‘son igualmente necesarias para preservar la salud de un individuo, de un pueblo o de una cultura. 5, En este sentido, cada uno aporta ante todo una “observacién: el conocimiento y el sentido histérico de un humano pueden ser muy limitados, su ho- Fonte fraccionado como el de un habitante de los valles alpinos y, en cada fallo, ha de depositar ne Cesariamente una injusticia; en cada experiencia, Ia falacia de creerse el primero en reconocerla. Sin embargo, pese a toda injusticia y todo error, el hombre permanece exguido con inguebrantable salud y vigor, alegrando la visién de los demés, ‘mientras que a su lado se enferma y se derrumba tun ser infinitamente mds justo ¢ instruido porque las desveladas Lineas de su horizonte se desplazan 1 cada rato impidiendo que se libere de le fina e e e e e e e Frucorich Nierascne ‘malla que, compuesta por el espiritu de lo justo y Ja veracidad, lo aparta de la voluntad y de la aspi- racién puras. En comparacién, hemos visto al animal que, gracias a encontrarse enteramente desprovisto de toda concepcién histérica y de estar dotado de un horizonte casi puntual, logra vivir con cierta felicidad 0, al menos, sin tedio y sin necesidad de simular. Por consiguiente, hemos de calficar de primordial y genuina la capacidad de sentir, hasta cierto grado, de forma no histérica, puesto que es aqui donde reside el fundamento de lo justo, lo sano, grande y verdaderamente humano. El envoltorio de lo no histérico es seme- jante a una atmésfera hermética en la cual la vida sblo es engendrada para desaparecer nuevamente ccon la destruccién de esa atmésfera. 6. Es cierto: sélo en el grado en que el hombre logra restringir el elemento no histérico mediante la reflexién, la reveflexién, la comparacién, dis- tincién y unificacién; sélo en tanto se produce, ‘en aquella nube que todo lo encierra, un destello luminoso; es decir, sélo en tanto poses el poder dd utilizar lo pasado para la vida y de transformar lo acaecido en Historia, el hombre se vuelve hu mano. Sin embargo, cuando la razén histriea se toma excesiva, el ser humano deja de serlo y, mis 20 | | | SEGUNDA CONSIDERACION INTEMPESTIVA aun, de haberse visto despojado de la envoltura de lo no histérico, no hubiera comenzado, ni si quiera hubiese osado ser. éDénde estan las haza: fias que el hombre pueda levar a cabo sin haberse inroducido previamente a las neblinas de lo no hhistStico? Mas dejemos a un lado las imagenes © ilustremos lo dicho mediante un ejemplo: imag rnemos a un hombre conmovido ¢ impulsado por una fuerte pasiéa, sea por una mujer o una gran idea. iCudnto se transforma su mundo! Mirando hacia atrds, se siente ciego escuchando a los costa dos, lo ajeno se le acerca como un sérdido ramor ccarente de significado. Aquello que percibe, nunca antes lo habia percibido de manera tan tictil, co lorida, matizada e iluminada, como si se apoderase + de todos su sensdos aa vee Todas a8 anteriores valuacione se hllan tansformadaty dewvalor {hdas. Es tanto lo que ya no lograapecar, porque spent loge senaro: se prognta cuanto empo isd peo de pls y ope ese y forprende de que su mente ge ineansablemente Sn tor alo mismo sendo a su vee demasiado db yfaigada pra escaprse de wn slo salto de tse culo. Es la condi ands just que se peda imaginar: ecco, ingrata ante pasado, Erg ante los peligos,srda als premonicones, ce como un pequei torbeline de vide en un mar a Frucoricn Niex2scne ruerto de noche y olvido. No obstante, este estado el espirita ~profundamente antiistérico- es la cana, no sélo de la accibn injusta, sino, sobre todo, de toda accién justa, dado que ning artista haa de haber obtenido su obra, ningin general su victoria y ningsin pueblo su libertad sin haberlo desea y abicionado prevamente cn tl cond cidn no histérica. Aquel que acta, en la expresién de Goethe, reniega dela conciencia, y abign se halla desprovisto del conocimiento:olvida la ma yorla de ls cosas para estar en condiciones de re alizar una. De esta manera, acti injustamente respecto de lo que ha dejado atris y slo reconoce un derecho, el derecho de aquello que ha de ser ahora. Es por elo que todo ser que actia ama su huzafa infinitamente mas de lo merecido, y que las mejores hazaiias surgen de un desborde de amor tal que, por invalorables que sean, no po- dian ser sino indignas de este amor. 7. Again eapae de olfiear ventas, con mayor ‘caida atafra no histone cn ol ‘e han prodaido ls grandes adveniments hi Cc il sn Sopa on cnn ee cognoccente de eevase a aqull posison pre Hire que Niebuhr ha defado como posble reulings dels Contemplaioneshistrcs. “La 2 SeGUNDA CONSIDERACION INTEMPESTIVA Historia”, dice Niebubs, “comprendida de una manera clara y exhaustiva, al menos sive para tina cosa: para convencerse de que aun los esp qitus mds elevados de nuestra especie no saben tuin fortuitemente han concebido las visiones que procuran imponer a los demés mediante la coereién, debido a que poseen una conciencia excepcionalmente imperiosa. Quien no sabe est0 con certidumbre, y no lo ha experimentedo en varias ocasiones, se dejard subyugar por la apa encia de un esprit poderoso que vuclea la més altiva pasidn a una forma concreta.” "Tal posicién habria de considerarse supra Astrea puesto que quien la adoptase ya no sent tia la tentacion de seguir viviendo o de contribuir tla Historia porque ha descubierto Ia condicién inexorable de toda accién: aquella ceguera e in justcia en el alma de quien acciona. En cambio, mismo se habré abstenido, a partir de este mo- mento, de tomar demasiado en serio a la Historia, gracias haber aprendido a contetar la pregunta de por qué y para qué se vive, mediante el ejem- plo de cada hombre, de cada acaccimiento entre hrelenos y turcos, de cada hora del primero o del deeimonoveno siglo. Quien consulte, entre. sus amistades si desearian volver a vivir los tkimos diez o veinte aos de sus vidas, féiimente podrd 2 e e e e e e ° e e e e e e Frigonicn Nierzscut distinguir entre ellos a aquel que estd predestinado para la postara syprahidéria: si bien es probable que todos contesten que no a dicha pregunta, con certeza fundamentarin ese no de diferentes mane- ras. Algunos quizds se consuelen con la aprecia- cidn de que-“los préximos veinte serdn mejores". De éstos, David Hume dice con desdén: And fiom the dregs of Wife hope to recive, What the fast sprightly mann could net give 8, Llamémoslos los hombres historicos. La mirada hacia el pasado los empuja hacia el futuro, enar- dece su valentia de seguir lidiando con la vida, en- ciende su esperanza de que lo justo esté por venir en adelante, de que la felicidad se oculia deerés de Ja montafia a la que se estin aproximando, Estos hombres histéricos creen que el sentido de su exis- (encia se ird revelando paulatinamente a través de tun proceso. Volviendo la mirada hacia atrds pre tenden contemplar el avance de dicho proceso y asi ‘comprender el presente en pos de aprender a afio: rar el porvenir con mayor fervor. A pesar de su reocupacién por la Historia, ellos no saben cud.

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