si al tiempo de partirme tiene mi amante pecho alientos de quejarse, oye mis penas, mira mis males.
Alintese el dolor, si puede lamentarse, y a la vista de perderte mi corazn exhale llanto a la tierra, quejas al aire.
Apenas tus favores
quisieron coronarme, dichoso ms que todos, felices como nadie, cuando los gustos fueron pesares.
Sin duda el ser dichoso
es la culpa ms grave, pues mi fortuna adversa dispone que la pague con que a mis ojos tus luces falten,
Ay, dura ley de ausencia!
quin podr derogarte, si a donde yo no quiero me llevas, sin llevarme, con alma muerta, vivo cadver?
Ser de tus favores
slo el corazn crcel por ser aun el silencio si quiero que los guarde, custodio indigno, sigilo frgil?
Y puesto que me ausento,
por el ltimo vale te prometo rendido mi amor y fe constante, siempre quererte, nunca olvidarte.
El ausente, el celoso, se provoca
[Poema - Texto completo.]
Sor Juana Ins de la Cruz
El ausente, el celoso, se provoca,
aqul con sentimiento, ste con ira; presume ste la ofensa que no mira y siente aqul la realidad que toca: ste templa tal vez su furia loca cuando el discurso en su favor delira; y sin intermisin aqul suspira, pues nada a su dolor la fuerza apoca. ste aflige dudoso su paciencia y aqul padece ciertos sus desvelos; ste al dolor opone resistencia; aqul, sin ella, sufre desconsuelos: y si es pena de dao, al fin, la ausencia, luego es mayor tormento que los celos.