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Nicol Suesein nacien Bogoté, on 1997, ciudad «quo se ha consti en tn obeesion contal de 9 narrative. Avi sus personajes, digo’ la fora tecueta como ét lee deseribe, que abaren tanto st Inisera como las fagns de locura que ls siren, “ule un dimenign macho ae sida ts ‘qual sre quo so afanan, cada as pola delo que on un tiempo, y sin demasiadg et 86 lame “La Atenas Suramercana'. ‘Ua: Bogoek iia de sr rca sea, pone vines, y gracias a estas paginas, vox propa cant undo nade In virtues eadinalos ds tod aut tia iterator: lgrar que Ta Yeldad, opaeay pov sible, edqulers, por fn, complidd > eoherencia Nicolés Suesein ha sido redactor de ECO; ha propa ‘ado una antologia de cuentos colombianos;, y ha ‘hecho das exposiciones de nicollages, una en Berlin y ‘tra en Bogoté. Ademés de ate, ha publicado oto libro de cuentas: BY ultimo esealin Nicolés Suescun El retorno a casa a El retorno a casa Nicolas Suescun INSTITUTO COLOMBIANO DE CULTURA NICOLAS SUESCUN | EL RETORNO A CASA | (RELATOS) Sot Suc, te 1 eon cnt ol: Bags, Ith ‘wit Caoublae ae Cur, 19 1 Page, inten Colmbiane do Cu tore Coen Popa, 1 Conan Colinas. D1 Ser, © devon rman ‘atin Caontans INDICE Pag. I Taotra ... ® Rotrate de Novios a ‘Bn mi pica .. Ea Un nuevo dia «6 Un Profeta 8 La Veetna u lio ados voces Blamigo de Mario caine TUE De pronto uno despierta 15 Elretorno a casa 12 LA OTRA leva quince aos, desde que murs t maida, oméncote dia tas dis, mafiana y tarde, ata ‘ventana enrajada do ta pez, ensimismada en In —para ti eritalias cootumbres do los ve- nos, v en owas imprevisible de los extra- fos, hiuchas cosas inoeporadas —muerte, nae inlentos, reelaciones sorprendentas—, han + exdido desde entoncas ent calla, a veo olan nol stain ay cre eon, or Mlalidad a as extrafias, pero ninguna que no ime ahora parte del epertorio de andedtas dal {que ones losintorminables reas que enentas fon alueridal abs conocidas, esl todo Tas mu Jere de in cuadra y algunas de mds lejos, cuando fe detienon ante in vantane, an la ess, a ta Iijay ta yerno, cuando interumpen su conver: sacidn, siempre sosa y mondtone, par masticar ‘carne lo que te deja unos cuantos minutos, ya ue sloinpre es dure como un roy hace acho que thas probarla porque te Aojaba las mandibulas adoloras, De noche, aunque te acuestes temprano, duer- ‘mes poco. A las diez ya ests en la eama y ve dan Ins doce, la una, conciliando el suefio, que el aallido de un gato, el rugido de algéin motor 0 ‘leanto de algdn gallo rompen con frecuencia y fal que pone fin, a las cinco, la campane de la ‘iglesia corcana, dondo vas « misa de siete todos Joe diss. Antes do salir Lo vistes, te lavas las ‘manos y la cara, rellenas tus arrugas con polvo do arroz, te recoges el mofo de eabello griséeeo ‘que sostienes con una peineta de imitaciin carey Incrustrada con vidrieellos —nico detalle eo- Gueto de tu vestimenta: bata nogra de manga larga y cerrada hasta el euello, pafolén negro para entrecasa, abrigo de paiio para ir a ‘medina negras 0 grises y zapatos negros. En esa pieza donde has vivide quién ceunntos aos, eth ta cama, la que fue de los dos, fdemadera nogra con cuatro postes labrados que ‘weminan on valo, una silla de brazos, donde se sentaba tu marido y que a veces, al atardecer, con el euarto leno de sombras, to parece todavia focupada; una edmoda de la misma madera que In-cama, sobre la cual hay un retrato de tu marido, sentado en una silla con las largas manos colocadas una sobre la otra, y donde guardas vestidos, blusas y abrigos que has dejado de usar desde hace mucho o ain sin ‘eatrenar, regalos que te han hecho y que conser- 10 ‘vas con euidado a pessr de que sabes que munca ‘eos pond 4s lata, que sirvieron ma ver de empaque de gallatas ingens, do ‘sas que hace més do veinte aoa no 86 consi fuen on ol pats, lenas do sareillos, collares, ‘nil, baratijas, ganchos, botones,ngujas, ov lo do ilo year ln con ppl ego ‘medio lena de agua florida, y uno, sn abit, do ‘goa do. colonia Jean-Marie Farin; alburee {russ con daguerrotipos de abudos y padras y {otos amarilentas de hermanos, hermanas, tis, Iijos y nist; paquetes de duleas y chocolates us compas cand asl ena are ena Sar a tu nioto y contarle algo o darle algin anegjo que el nono eseucha y doe soporta con conc I ospora dol caramel, a como {cept salie contigo, que caminas tan daspucl, fracas al alcients den helado, un bizeoeho o {in matiné los doningos ‘Deade tu pieza asiates a diario al egpectealo de In calle protagonizado por el carnieoro que tiene la mujer en la edresl porque trat6 de matarlo a dejan to, ela punta mat en su aga 2 ‘Alfonso, ef muchacho que les haeta los manda- dos, equivocacién de la que la mala mujer, que dobia tener el mismo diablo adentro, so lament fstruendoamente dando alaridos sobre ol cust po del muchacho y golpeando el pavimento con n Jos pusios cerrados; por don Joaquin, el dusiio de la tienda cuya puerta aleanzas a divisar desde vontana, que 8° escapa a donde tn competi amigo suyo cada vex que su mujer #2 va al mercado y deja a cargo do las ventaa @ Ascon- sidn, und muchacha recién Hegada del campo ‘que:no corre ningtin peligro de ser moleatada por In clientela, puesto que, ademas do jorabada y bizea, esté reconocida universalmant como pro- piedad de don Joaquin, tan legitima como los ‘abarrotes, el pan y Ia cerveun que vende, o los ‘dos gatos que ronronean pereniemenl# sabre el ‘mostrador de los caramélos; por los eliontas, ‘entre quienes se cuentan el sor Vargas, an ‘earpintero que cobra elon pesos por pagar uns pata a una sll el ser Garefa, viejo empleado el acueducto que se la pasa enterrando hijo, el seflor Gutiérrez, rotirado desde que lo conoees, el sefior Garavite quo no hace nada ntines y fenorgullece de ello, sobre todo pasada la media- noche un fal Manuel, a quien nadia 1 debe saber el apellido y que desaparece moses enteros nadie sabe dénde © con qué motivos; por tes doctores que todas las mafianas se quitan ol ‘sombrero para saludarte y quo viven en esas. propias, no frecuentan la anda de don Joaqutn ¥ tienen esposas que son miembros de Ia Asocia- ‘cién de Madres Catélieas, como tu hija, y te proguntan siempre por Us familia, ta salud y el ‘sermén dol padre Cuervo, o hijos que se les ‘seapan por la noche a conversar-con Manuel, al Ginn ies pena nog oben pensar. Fuera de éstos, hay muchas parejas que fora ol gues de clonal do don deus, ‘Viven en alguna de ls sito casas de-inquilinato doa euadea. Se van 8 veoss al mea, o tay poco tiempo después de mudarse, pero Ins hay’ que 86 hhau quedado veinteafios, como asa quo ha hecho seis 0 siete hijos en la cava oan grande de atriba, ‘Todos duermen abt todavia, sin embargo, y ol Iuyor que ayer no més se la pasaba jugando bolas onl cle ahora es intino de Manuel y Heng negocios, quién sabe qué asuntos sucios, ‘con él. ¥ no son paces los muchachos que has ‘visto primero at Jos brazos y Ineo arrastrados ‘por sus madres; jugando fitbol y colgéndose de los automéviles més tard; silbando las mu- chsehas y, por iltimo, cortajanda tade To. que pasa con faldas, discutiondo de fithol y hojean de soeatronamente libros orevitas que, Slaps los, se pasan entre Y, ademas, desde hace unos meses, eat a otza, ‘Lleg6, tuerta, harapienta, eajeando, apoyindose n los muros, en el graoso bastén, arrasteando ‘an cuerpo y tn costal repleto de papelos, man= ‘drugos y érupos. Se senté en el eacalén de la puerta de enfrente como sino hubjera podido dar ‘tn pasomés y hubiera escozido ase preciso lugar para morir; y se arrellané, doblande sus piernas hacia un lado. Cusndo se sintié edmoda, suapirs rofundamente, levanté le mirada y eneontrs {us ojos. Deade entonces se contemplan, calle en medio, como un par de perros ante un hues que los separa y los une. Los mis se azoran et el fuego cruzado de las dos miradas grises que pparecen conspirar para condenar st inalienable derecho de jugar en la calle. ia venido todos los dias. Lloga cada maiana, entre nueve y diez, se arrebuja en su pafolén y comienza a arrullarse con una letanta (para Dios 0 para el demonio?), sorda y discontinna como el murmullo de un rio pedregose que el viento y los rbolea modulan. Litego accede iw modorra que parece alejarse y agrandar In anchura de la calle, poro que el menor rnido interrumpe, el paso de alguien, las eampanaa de las iglesias, el pregén de las compradoras de Dotellas 0 del afilador, el cruce polvorianto y estruendoso de algtin automévil, 0 et raggo do algin limosnero. Y ha escudrisado todo recelo ‘samente con un ojo lechoso y apagado y a medio abrir, pero que parece ver més de la cuenta, como si captara no solo los movimientos de todas los que pasan sino los tuyos tambign, tus pensamientos. ‘Todo ha cambindo desde que logs. Sabes que tienes con ella una extrafn afinidad, pero serias u | incapaz de precisaria, No ignoras, por ejemplo, que su mirada es muy distinta a la aya, que Aisteaza ln juventad de Vjer, que vst con arrugas la Belleza, que desentrana angustia ine sonrias, quo deseubre raldad en la bondad ‘y muerte en la vida, pero aleanzas a darte cuenta de que estés empezando a mirar exactamante ‘gual. Sentes que sus conocimientos sobrepasan Tos tuyos. Mas de una cosa, te dices, podra ensefiarme esa que con ojos tan frios eontempla el mundo. ¥ ve dan ganas de salir y veguinls, de nirar dénde vive y cémo vive, pero haces lo contrario. Ya no salos ni para ir misa, no saens al eontzo a tu nisto, ni vas de compras. ‘Te diate ouenta de ello haee wnos dis, euando ‘vino tu nieto & proponerte que lo Hevaras al argue y no quisiste, ~ {Por qué no sales nunes ahors?— te pre- sunt. = Porque estoy vieja —le diiste~ y me ceansa mucho eaminar. = Pues yola love bien despacio, nos vasnos Aespacito, Peco os que esta muy lejos. No legaria ni ‘Ya no puedo hacer esas cosas, a mi ‘dad. Anda tn solo y que estés contento— y le diste cineo pesos. Nunca le babias dado tanto, 15 ‘Ahora ya ni siquiera to intaroaa lo que pasa en Iacall, Te tienen sin cuidado ls idas y venidas del carnicaro, de Joaquin, de Manuel y todas ‘esas mujeres charlatanaa que te aburren y en0or ‘docon, pero que hasta hace poco lenaban tus dias. La otza to absorbe por completo, eomo ai ‘entre un grupo de gente hubieras deseubierto ta propia imagen reflojada an un eapejo y faseinada por la inagotable novedad de tus facciones te Ihubiaras desintaresado de todo lo dems y con: ceontrado, con algo de miedo y de curiosidad, en ‘sa cara que acostumbrara ealar bajo tu contol, ro que ahora persistoondevobedeca a volun: ta Adams, ve sientes apoceda. Sus entretenclo- nea —rasearse la piernas en carne viva y vet adas con trapos sucio, sacar tne por tno sue papeles y sus chiros, comerse algiin trozo de carne o de pan, o extender Ia mano con un gest altivo que repulse la misericordis de Tos tea sedintes-— no pareeen desviarla de su tarea prin: cial que tiene que ser la de hacerte sentir inti Y estipida, eternamente asomada a la ventans, como un Toro viejo mirando a través de las barras de su jaula, Nunea te ha dirigido Ia palabra, aunque desde el primer dia has espera: do que se acerque para pedirte algo, como seria do esperar de cualquier limosnera como ella. 16 tha mirado con envidia o rencor. Ni siquiers te tha maldocido, Observada su oeupante, la pieza ha dajado de ser refugio y se ha convertido en prisién. Cada ‘eu tienes ma ganas de galir, pero ho para hacer tom ee since see fospechan qu la ors ha visto, ado a lgoro y la violencia, porque quiores aprender a mirar como ella mira, ‘Te ves deannda, bajo la invin, ‘eon elagas cortiendo por tu cuerpo, Jo, exe cuerpo siempre shogado en vestiduras ‘scutras, quo en suefios ya no vos lozano y perfumnado, sino flécido y nauseabundo, En la mesa al almuerzo, to aces la que comes Pero prefers sacar alguna cos para comérela ‘or le cscurdad afelpada de tu pice. En 00s ‘momentos reerdas que ol dia del enlierr de tt ‘eles ronda de pa slate Gus at ‘lando,rodaada do aque suse ‘aban y haclan mueens de commleractin can: {do sua oon por aceldente se eruzaban com los ‘tiyos, ye fefugiaate en In eocins, donde te ‘usieto comer eomo nuns hablas eomido, Bate eeuerda ono de lee pocte que alm permanecen ‘iuidos ¢n ty memoria, opaca por eompleto a (to, dl mismo dia, el del eeaoteo que to do tcundo tocaato la frente balada del eltpo: quo Hoy has eoperado indtilmente Ia Hegada de Ia otra, Tellamé tu hija a la hora del almuerzo y hho aeudliste. Vino la eriada a decirte quo so te ataba enfriando la sopa y le difiste que no tenfas nada de hambre cape soo asters sabia ieeiet gh oe reat Ene oe ea sai ite ts ata tition rae ancceebas meaty beheaded Erp oe se aay te ete teers ce ae eae Scere Saar reee 5 Pero ms que todo, has pensado on ella. No has ereido posible que haya dejado de venir sin ninguna explicacién y has coneluido que debe hhaber muerto, Has imaginado sus muectes: Ia haa visto crazar ana calle, resbalar y eaer bajo lng ruedas do un enorme eamaién que ia eonvierte en un humeante montén de viseoras, huesos ¥ ‘esos encarnados; caminar alo largo de una 18 | oseura callguela dondo una sombra se abalanza de pronto sobre ell, la tumba y la apuala ina y otra vee, incan te, hasta que no ge oye sin el ruldo sordo de un euchillo penotrando en vun pedazo de came sin vida: aplastada por at ‘muro del lote donde duerme, eno de desperdi- itz denen de jos jz ae ans fone wal deco ss opus cass Soe hos, con un enorme boquerén en la frente de ‘donde mana sangre que lava de rojo su cara, tite 4e viola su pafolén nogro y forma um ehares snjoy humeante sobre ol paviinenta al lado da 8 ‘uorpo;y luego, también, asnudada en un kage desiarto, en ls afueras do la ciudad, por una ‘banda de muchachos Implacables que la violan como ai fuera sna virgen joven y belle y 1 sandonandoroaceyeopameantie, agoniane {25 auld como un per. ents er ee cine ee een Sa ioe area es eee a a

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