2 on: Corécue de Santeria
vant un viento huracanado. Fuertes réfagas soplaban por
bosque, y uno de sus muchos hijos cayé a tierra. Los arbol
se quedaron quietos, asombrados ante lo que habia ocurridg,
y por un momento incluso la palmera cocotera sintié mied
Pero engafiéndose a si misma, dijo en voz alta mirando haci
los bosques:
—No os preocupéis, no es una mala sefial. Amigos mios,.
hijo ha madurado; es la semilla perfecta nacida de mi perfec
cidn, Con el tiempo, mi hijo crecerd hasta hacerse muy alto
hermoso, y se erguiré orgulloso al lado de su madre. Las ben:
diciones otorgadas al bosque se doblarén.
Centrada de nuevo en sf misma y en sus cocos, reunié sus
hojas para proteger el fruto caido de los elementos, para res
guardarlo durante su crecimiento. Mientras se abanicaba
abanicaba su semilla, el poderoso orisha Babaluaiye vin
atravesando el bosque con Eleggué a su lado. Con bondad,
padre de la tierra saludé al &rbol porque sus hijos, los cocos,
Je daban la leche que tanto le gustaba. Cerrando los ojos, Ba
baluaiye hizo foribale a ella y al orisha que levaba, pero n¢
se dio cuenta de que ella no le devolvié el saludo. Su gesto
bondad no fue reconocido.
—Padre —susurré Eshu (Eleggué), inerédulo—. Eres unl
orisha y, sin embargo, jestés reconociendo a un arbol?
—Este arbol es la madre de nuestro Ob{ cafdo y es él,
Eleggu4, quien nos provee de la leche de coco que tanto
gusta. Merece todos nuestros respetos por ser madre de unt
de nuestros espiritus. j
—Ella merece tanto respeto como tti, padre —dijo Esht
interrumpiéndole—. Sin embargo, el arbol no te ha devuel
el saludo. Est ignorando tu bondadoso gesto y tu bendicié
{No sabfas que se ha vuelto orgulloso y vanidoso, que es
vil que no nos ofrece el ebé a ninguno de nosotros en gratitu
por las bendiciones recibidas? Es una criatura egoista y ab:
sorbida en si misma, padre. {
Babaluaiye se dio cuenta de que Eleggué decfa la verdad
Para entender al orisha Obs 33
jserv6 el Arbol, perdido en su ensuefio, que sélo se tenia en
ita a si mismo. E] no habfa sido saludado y la palmera ni
era se habfa dado cuenta del saludo recibido. Enfada-
‘abaluaiye levanté su mano, sefialé con su dedo al arbol,
—Sélo el coco conoce el gusano que esté en su interior.
Y continué caminando en silencio.
leggué se quedé atrés, dubitativo. Observé el arbol un
iento, Inesperadamente, uno de los cocos cayé al suelo.
a palmera se sentfa feliz. hasta que se dio cuenta: «jNo esta
luro!» Eleggu4 oy6 su respiracién entrecortada y se ri6;
‘ionces soplé sobre el arbol. Cayé otro coco sin madurar, y
espués otro, y otro... Muchos cocos Tlovieron sobre la tierra.
poderoso Arbol temblé de ira y de miedo, lo que sélo hizo
un mayor ntimero de sus hijos se soltaran de él. La ira se
irtié en horror cuando observé que la tierra que tenia
\jo parecia hervir; estaba viva, algo se movia entre sus
es, De la tierra hirviente comenzaron a salir gusanos, sin-
endo que tenfan una nueva fuente de alimento sobre sus
aridas, y el horror se convirtié en dolor cuando los gusa-
ademas de comerse a sus hijos, penetraron profunda-
en su corteza. Habian venido con tanta rapidez que el
jgulloso 4rbot, antes muy hermoso, qued6 asolado por la en-
medad y cayé muerto sobre la tierra. Por la vanidad de la
\era, todos sufrieron el castigo de Babaluaiye, un céncer
ible que surgié del suelo y atacé a toda la familia de los
ters.
Pleggua se sintié complacido.
ra
fa historia de la evolucién y de la eventual devolucién de
se cuenta mediante estos tres patakis: la pureza le otorg6
Jn inmortalidad y la vanidad caus6 su caida. Incluso su nueva
ire, la palmera cocotera, estaba destinada a caer con el
po a causa de su vanidad. Por si mismo, el inmortal Obi
ja aché, no tenia un propésito definido en el esquema de