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La ret6rica y su significado segin las definiciones de tratados de esa disciplina escritos en latin entre 1500 y 1650! 1M: ASUNCION SANcHEZ MANZANO Universidad de Lesa 1. Iniropuccion Desde el Renacimiento, la lengua latina obtiene creciente prestigio y son ‘muchos los que se esfuerzan por aprovechar la riqueza que se habia ateso- rado durante siglos en los cextos. Sin embargo, la tradicin de una siste- idvica que explicara su funcionamiento no era tan completa y clara que pudiera aprenderse ficilmente. En todas las épocas ha sido dificil com- prender los mecanismos por los que una lengua se mantiene viva, rica de significado, capaz de expresiGn. En la Antigiiedad, se esbozaron teorfas del significado y tcorfas literarias conforme a las funciones del lenguaje en aquella sociedad, que precisaron un esfuerzo constante para adaprarlas a ‘otras situaciones y experiencias hist6ricas. En el siglo XVI la imprenta di- funde ripidamente cualquier incerpretacién de los textos que cuente con la aprobacién de los eruditos. Con mayor o menor éxito, las propuestas de sis- tematizacién requeridas por la ensefianza de la culeura latina en los centros superiores crascienden el uso inmediato en las aulas de las que surgieron. Los manuales repiten la definicién de Ia retérica sein su antiguo con- cepto, pero los contenidos que se recogen después desbordan esos limites tan generales como imprecisos. Las antiguas directrices subsisten renovadas por las indicaciones metodolégicas de os humanistas?. Algunos de estos manuales permiten ir siguiendo la pista de las preferencias por un aspecto uw otro de los elementos que se ensefiaban en los tratados antiguos, asf como adivinar su proyeccién y utilidad prictica * Eses piginas sean una pqs contribu a honrar la memoria del profesor D. Gaspar “Morocho Gayo. El me ofeci a oportunidad de estudiar ls textes neoatnas yrelrend mis pro pests de beat y peticiones de fondor pars Ia investigacsn 7 Gf. R. Waswo, Longue and Maing th Rename, Princeton, 1987. (Me Avenién Since Manone La evolucién de la retérica medieval ha sido estudiada en el s. XX por J.J. Murphy, G. A. Kennedy, J. ©. Ward, H. Caplan, entre otros?, La rup- tua que parece indicar una actitud humanista despectiva para la transmi- si6n de la disciplina en la edad anterior es mas aparente que real. La funcién de las artes del lenguaje cambia, a la ver que el método de exposicién. Ci- cer6n, el modelo més excelente en el ¢jercicio y en la ensefianza de la ret6- rica, también habia sido eseudiado en el Medievo. Y, ademés, la nueva edad manciene la perspectiva filoséfica sobre el lenguaje y su sistematica. Esco- lasticismo y neoplatonismo se disputan la teoria del significado, Pero un humanista como Lorenzo Valla‘ asume también otros proble- mas que trafa en sf la tradici6n antigua sobre las disciplinas del lenguaje: junto a un problema de relacién entre palabras y significado, hay una op- cién ética y epistemol6gica respecto del binomio verdad / verosimilicud + persuasiOn, unas consecuencias sociales del acto de la palabra (debate ince- leceual, ensefianza, actuacién politica), y una exigencia estética modulada por la erftica en cada caso, Por una parte, es especialistay critico de la filo- sofia aristosélica, pero, por otra, domina la propaganda que usa el latin ‘como bandera cultural, y regula un uso de la lengua sobre el fandamento de los textos. Muchos de los humanistas asumen de manera patente o técita la supremacfa de la dialéctica sobre la ret6rica; cuanto més importante y rica puede ser la dialéctica, tanto peor para la ret6rica, pues en la confeccién de tun método para discutir asuntos graves, no cabe la argumentacién del enti- mema, sobre lo verosimil, sino que la verdad se tiene que decantar. Pero en la propuesta de la revSrica ciceroniana se quiere verdad y verosimilitud, y a través de ésta se consigue la persuasién. las ensefianzas del Arpinate se refuerzan en el Humanismo con la recuperacién de las Institutiones de Quintiliano y contrastan dentro del ‘marco general, que era la ret6rica aristotélica, con el modelo mas préc- tico y particularista de Hermégenes’, modernizado por Jorge de Trebi- 2 J.J, Murphy, Medial Blaguene: Stadia he Thy ad Pri of Mia Retr, Be: beley-Lor Angels, 1978; G. A. Kennedy, Clatial Rhtoriband ts Chritian and Sear Tradition {fro Anco to Moder Tit, Chagel Hil, N.C. 1980; J. O. Ward, Aris egwetia in the ‘Madde Age, Tooota, 1972, 2 vls; 1H. Caplan, Of Elauen: Sadi in Ament and Maal Rhe- tai, en, 1970; J. i (eile wad Retr im fiber ad abe Miter: Rept, blige wd geslichati Wirhenganiber Golomb, srmbaich im 9. and 12. Jabra. ddr, Manic, 1997; G. Kopp, Tradition de lies Rar im angaicschn England, Hei ‘eberg, 1996 "TE, Seigeh Rb and Philp in Renae Humans: the Unio of Elguon and Wis ho, Para Vala, Princeton, 1968, NAUM. Pattern, Homipes ad he Rensisona: Set las of Sy, Princeton (N. }) 1970 Le tia y signified sonda®, La doctrina de Rodolfo Agricola sembré nuevos caminos para el hu ‘manismo en las artes pertenecientes al trivium medieval. Una de las vias ‘més innovadoras parte de la labor de Pedro de la Ramée, y de su heredero intelectual y principal divulgador, que firma en latfn Audomarus Talaeus; fue aprovechada en el progreso de los métodos de discusién’, més que en la ‘modelacién del discurso 0 del debate intelectual. En nuestra exposicin s6lo consideramos algunos tratados (los més re~ presentativos a nuestro juicio) escritos en latin, pero dejamos a un lado los dedicacos Gnicamence a la retéria sacra oa la predicacién, asf como los nu ‘merosos y dtiles manuales de epistolografie. Comprendemos que para un estudio compleco de la evolucién de la ret6rica serfa necesaria una revisién de todos los textos, tanto en latin como en lenguas nacionales. Sin embargo, hhemos hecho esta seleccién porque nos interesan sobre todo las bases te6r cas con las que se practica Ia escritura en lengua latina, y tal como se ex- pesan, esto es, la interpretacién de la herencia antigua. Procuramos com- parar las preferencias de autores vigentes dentro del mismo periodo histérico, pero no pretendemos hacer un desarrollo evolutivo en sf, porque, centre otras razones, libros diferentes coexistieron en una misma biblioteca, ¥y no tenemos datos suficientes sobre su distribucién y duracién. En nuestro pats! se suceden, como oleadas, la moda italiana del estilo la- tino elegance, el erasmismo y el ramismo a lo largo de la primera fase del Six slo de Oro. La segunda de las citadas euvo consccuencias diferentes de aqué- las que aqui nos interesan, pero inevitablemente la siembea de la copia ‘erborume de Erasmo ten(a el terzeno abonado enere los partidarios de Ia imitae ign de Cicerén. En efecto, en la explicacién que dabamos sobre las distineas vertiences del monte de la retdrica desde antiguo, nos faltaba el fundamento ‘que dinamizaba las aburridas tablas de figuras? y les concedia el brillo y la frescura de las «flores ret6ricas»: la imitacién de los mejores autores. Cf. Rhetoric libri ging con a orienta yjucio de J. Meals, Ger of Tein A Bingapy and a Sindy of bs Rh and Lege, Leiden, 1976. "EL ebajo, ya cisco, de P. Mack (Risen Argument. Vala and Agi i he Traditions 1f Rb and Dial, Leiden, 1993) proporcionan buen pata de patil pare concce a die sign aadémice sabre conenidoey mécodon que ae desarolla durante el. XV y que mada co €l siglo siguiente. Véansecambien N.Bruptre, Mado dialrique dans Pare dea Rams, Pa 4, 1984 K. Meesho, Rideriga piu ax XVle ile Prac, Leiden, 1986; G. Olden, La hipaa del mo nd Rinasinent: inden ou Rana ransms, Florencia, 1997. Gf). Fendndes Lopes, «Rheeorical Theory in Siteensh-Century Spain A Critical Sue- wepe, Rb 20 (2002), 133-148 Aunque todavia sesulan en ese siglo fecuente a tabla le manera de Psro Moselano (o Schade 1493-1524, profesor de Fiburg y Leiptig), que we encuentran a veces en dependencia (ML Asani Sdncee Manta Haciendo un balance al final del XVI, algunos autores nos dan la pers- pectiva de la evolucién de los concepros de graméica, retérica, poética y dialéctica'®, La visi6n de los contemporéneos difiere bastante de la que se puede considerar hoy, cuando conocemos lo que ocurrié después, los cami- ‘nos abandonados, los menos transitados, las consecuencias en nuestra ma- neta actual de entender estas disciplinas. Asf no es exerafia la impresién de falta de perspectiva que nos produce ficilmente un enciclopedista como Jo- han. Henricus Alstedius (1588-1638), profesor de filosofia y teologta de ‘Wlissemburg, uno de los intelectuales y orientalistas mis destacados de la época. Hbrfamos esperado una mayor claridad al discernir los distintos rmotivos de la cradicin en su Compendium grammaticae Latinas de 1610, y de su Rhetoric ..quatuor libris proponens universum ornate dicendi modum, publi- cada en Herborn tres afios después. Si a él le resulté dificil romar una pers- pectiva funcional ¢ hist6rica del desarrollo de la ret6rica de su tiempo, hoy todavia lo sigue siendo para nosotros. En los tratados, la exposicién se realiza muchas veces a la manera de un. formulario de preguntas y respuestas que van siguiendo rigurosamente un orden I6gico de lo general alo particular; otras veces, con ayuda de as po- sibilidades que ofrece 1a imprenta, se disefian gréficos y esquemas de los contenidos. Bjemplos de ello en la Contrarreforma son las retéricas de los jesuitas, como la de Cipriano Sudrez (c. 1520-1593)" o la de Nicolés Caus- sin De eloquentia sacra et bumana, publicada en 1617, que tuvo 10 ediciones hasta 1660. e los ertados retSicos ms conacidon, cers veces se ftcen come teximenes, Gh, por ei del bricnico Juan Susenbrocus, Epon perm ac homatan df gramatioram erator, Loni, 1362 °° DL. Clas, Rbtre and Paty i the Resa, Nucea York, 1922, reimp. 1963; W.S Howell, Laie and Rhein Emlend 1500-1700, Princeton, 1956; P.O. Kral, Sadie cam SGchiche der Rbk xd sae Begriff ds Meche i der Renton, Geng, 1981: W. J. Ons, Rama Mtb andthe acy of Diag, Cambridge (Mas), 1958; L.A. Senino, A Hasdc ‘Sista Century Rt, Londves, 1968; H.Schanae, Clana! Rtv aire rier Geach in Deutbland to 16-20 Jabrbander, Fraefore det Meno, 1974; J. M. Lechner, Renae Com pt of the Commonplace, Neva York, 1962; V.Sinemut, Pai and Rh fbmderen de ‘chon Saat: ilgachihice Bedingungen det Nermevscand i 17 Jabrbander, Gosings, 1978}. Houston, Thr Rb of Pay in the Reuss and Sentats Contry, Baton Rouge-Lonce, 1985; R. Lanham, The Mies of Elauecr: Literary Rb the Renaitene, New Haven-Lon ees, 1976; V. Wels, Thviale Kase Dit umanitche Reform der grenmatitn, dats end hve Assi a der Wende 20 16, Jabrbundo, Berio, 2000 °\L Flynn, «The De arte rtrice of Cyprian Soares S.J», Qearrly Jornal of Spovh 42 (1936) 367-74; hid 43 (1957) 257-85. Una de ns ches elicionsaparc6 en Sevilla en 1569, Le rsirica ym gin. “3 2. LA PRIMERA POCA Respecto de los primeros del siglo, se une la figura del geamético Enrique Bebel (1472/73-1518)"? con la del poeta Conrado Celtis (1459- 1508), protohumanista de Alemania, que realiz6 un epitome de las ense- fianzas ciceronianas sobre la retérica!®. La contribucin de estas perso- nalidades al progreso de la cultura latina es comparable a la de Nebsija (1444-1522)! en nuestro pafs. Tanto en Espafia como all, la popularidad de los italianos y de Erasmo entre los estudiosos del arte de la palabra ofte- fa un estimulo a cuantos se decidieran a emularlos. En esta primera época destaca el concepto critico de la retérica que desatrolla Luis Vives (1492- 1540). El humanista valenciano intenta renovar la orientacién de la ret6rica clésica en De discplinis, Pretende una ret6rica més abstracta y libre de la ne- cesidad de adaptarse al uso forense, 0 a una actuacién de utilidad social como seria la propia de un buen orador que amonesta sobre el bien paiblico. Por eso, propugna una retérica de la elocucién como arte del lenguaje con reglas generales adapcables a cualquier sieuacién concreta, pero que no se li- mita a la coleccién de figuras y tropos (De ratione dicendi, 1532; Rbctorica sve de rctedicendi ratione, Lovaina, 1533). En De causis corruptarum artium cxitica la relacién transmitida desde antiguo entre la sabiduria y Ia elocuencia, ‘pues las artes del bien pensar y de hablar bien no son idénticas. Tenemos asf tuna primera distincién prictica que nos separa del ideal del orador perfecto Y nos acerca a una necesidad social de uso de la lengua. ‘También el valenciano Furié Cerio! (Institetiones rbetoricae, Lovaina, 1553) preferies después la elocucién como parte esencial de la materia, pero se caracteriza por considerar la importancia de una adecuada disposicién (caya importancia habia sido destacada por Agricola), que no es dialéctica "J, Classen, Zu Heivch Bell Leben and Serif, Gotings, 1997. La amplitude las fuentes literavas que we efleja en tut abr e deacale; fu profesor de elocuenciay poesia en ‘Tubing y autor de wn trado de epistlogtafiaCommentaria pisnlara cufiiendaram, de 1504 y ana Ora ad regen Masinilcnam de ands age ampliudne Germans (1506) " Hemosconslead el ejeplae desig. 8 Auct. Lat. I, 364 de la bilioecs de Gotings, Epitome i tramgue Ciro Rhtricm, auctor Comrade Call adam rami lt tm oration, deere sit dibran indienne: tm parte gga arene pela, a orton nm in se endnen dered, Progymssmcta tex prepa Pari Mani Preis ‘mn privet disipulren soem comport, aono MOXXXII. Ho na ediciga de Epitome strange Carnivora tm arte memiatos no mad sistant, en ingots, 1492 y ou en la misma ciudad, inprena de Apianus, 1532. Recuérdese su Aris Rbwiee compendia apt, de 1515, nla que tes ls docti- as de Arsttels, Ciera, y Quiniliano, sia presenta una epi personal de conta. ML Avni Saincher Mazane (a diferencia del maestro de Groningen, que llamaba a esta disciplina en au- xilio de la disposicién), sino propiamente retérica. La actitud de Alfonso Garcfa Matamoros (De ratione dicendi, Alcalé, 1548) corresponde a una Iinea que veremos después en otros muchos auto- res: la retérica como disciplina bésica de la composicién correcta, sin mayo- res exigencias estilisticas 0 seménticas. En contraste con esta opci6n se sitia Sebascisn Fox Morcllo (1526-1560) con De imitation, seu de informandi styli ratione (Amberes, 1554) bajo la influencia de la moda italiana En muchos momentos, el interés por los temas y métodos de esta dis- ciplina fue suficiente para que se ofrecieran al lector, junto con las obras ori« aginales de los autores clisicos griegos 0 latinos, ediciones aumentadas y co- mencadas que se fundaban en tratados mis recientes. La consideraci6n de las caracteristicas de cada obra sugiere la posibilidad de completarla por adi- cin de citas y capitulos. El arte de Quintiliano parece ceder un primer plano a la invencién ci- ‘ceroniana y herenniana. Esta cesién se produce en sintonia con un trans- fondo ideolégico. En efecto, el calagurtitano hace de la ret6rica un instru mento de formacién de la ciudadanfa, de manera que el fin de esa preparacién es la oratoria. La oratoria perfecta garantiza una participacién eficaz como miembro de la comunidad politica en sentido amplio. Sin em- bargo, bajo un prisma de disposicién terica sistemtica, la retérica aristo- ‘élica parece mis sugerente y rica; por eso, sien cuanto al estilo latino y la disposicién ordenada de los componentes de la disciplina ret6rica Cicerén y Quintiliano sirven de gufa, la partitura es aristotélica. Uno de los libros que mas contribuyé al conocimiento de Hermégenes cen Centroeuropa fue In edicién de Juan Scurm (1507-1589)'* con traduc- i6n latina, En las notas al libro primero del De ratione inveniendi oratoria, sefiala que en el bene dicere, caracteriseico de la definicién de ret6rica, se pro- duce una , en J. J. Murphy, La dane et Reacimien, Madrid, 1999, 197-210. 436 Me Asani Sénces Manzano ita copulatae sunt et inter se devintae, ut retius ambac simad peripiantur, quam seorsum altrutra'®, En esta obra recomienda los medios de persuasién y me- jora el estilo con la imieacién de autores. También debemos advertie de que ‘el humanisea afiade después de 1547 numerosos elementos de ret6rica esco- Listica tradicional a las ediciones que se fueron haciendo de sus manuales. ‘Ahora bien, el ideal ret6rico de este autor no estaria completamente patente si olvidéramos el comentario que hizo a los Copia verborum de Bras- ‘mo; esto corrobora orden y la variedad de los contenidos de las tres obras de retérica. En el prélogo afirma: Mihi vero nulli de hominum ingentis melius mereri videneus, quam ‘qui exercitacionem dicendi adiuvant. Nam reliquae litcerae omnes, Ubi non accessert usus aiquis styli, cum mutar sunt, cum ad acuen- (p- 6) La ruérca yn significa. 49 necesaria una teorfa de la elocucién copiosa y vatiada. Por su parte, la in- vencién se reduce a unos cuantos lugares comunes, fundados en los Topica ciceronianos, con algunos ejemplos, para dedicar el resto del libro primero ala elocucién (desde el cap. 11, p. 22) en cuanto busqueda de palabras con cualidades sfemicas y ciertas caracteristicas significacivas. El segundo libro recoge la explicacién de las partes del discurso y de los géneros demostra- tivo, deliberativo y judicial; en estos dos enlaza resumiendo distintas partes de los tratados ciceronianos, con alguna cita aislada de Quintiliano y de Arist6teles. ‘A esta generaci6n parece pertenecer, segtin deducimos de su obra‘, ‘Adam Teodoro Siber (1563-1616). Encabeza su Insttatio rbtorica*” con una ceitica patente a Pedro de la Ramée y sus seguidores, que se concreta des- pués en otras partes de la exposicién. Sigue principalmente a las autorida- des clisicas recomendadas en la obra de Sturm, de acuerdo con una mit: ple definicién basada en Ia discusién del léxico especializado*; pero su concepto de ret6rica supera las fronteras de las arces Lingifsicas para trans- formarse en industria que da las armas para hablar, mientras que la oratoria es herramienta de accién civil: Rhetorica differ ab oratoria. Rhetorica, ut et grammatica et dialec- tica, pars est Logicae. Oratoria, pars est Politicae {corrigiendo a Aristételes, para quien es slo una parte de estas materias, la que acafe a los caracteres y vireudes, Ja que puede llamarse politica). [Rhetorica est ars, quae oratori arma atque instruments ad dicendum fabricar. Oratoria est facultas, quae arma arque instrumentailla in dicendo usurpat. Denique Rhetorica est disciplina umbeatilis ac scholastca declamandi; Oratorie est scientia forensis ac politica agendi et perorandi, alio nomine eloquentia, quae, ut ait Cicero, nihil est aliud, quam copiose loquens sspientia, Eloquentis, sive ora torisoffcium est persuasibilicer dicee, % dant header Sider, doqunie profess Leia rari pasa earn M Talim Cinron login, Cam Prien Ele. Sax, Wicedergae, Typ Laurent Sebedichs, pens Pali Helwichi, 1608, ‘© “Nerum de Rham ein, faxing oe, ee germanisimi es Fates Thal, illace Dore, ali et diend locus "S -Rhecoricn sive ehetorice, aut ats thetorica,« dieiplinadicend, dcendi doctin, di. cen sient, dicendi rai, dicen prudenia ae rao, dicendiatifcium, diced vise ari ‘om, ve et arificium theo ab authore ad Herenium arificioss eloquent ab A tretholhs ortiooum civiium voctu, Dicer Cicerni idem ext, quod benedict, bene ac rete Acer, dere dicere, ornate dicere, mace copioeque rareque dicere,ordine,coposeque die, ‘ornate et graviterlogui, composite, orate e copie elogui. Rhetoric Aistorel et faces pet pcend in unaquaque re, qi ad persandencim apeum sit, hoc et, wt Quintlans interpee tures vis inveriend, quod si in cationepesuasibiles ML! Avani Sacer Mazane Se aprovecha Ia existencia de palabras distintas, oratoria, retérica y elocuen- cia para hacer diferencias inexistentes como tales en la tradici6n; si bien tal vex esta actitud fuera Gitil para observar la variedad de recursos que concu- rren en los contenidos transmitidos desde antiguo. Sin embargo, une el ofi- io con el fin (esto es, convencer), al hablar persuasivamente. Las palabras tienen Ia eficiencia de convencer, de mover las volunades més que de ape- lar al encendimiento Al final del siglo, Rodolfo Goclenio (1547-1628), profesor de I6gica, psicologia y metafisica de Marburgo todavia se plantea claramente la defi- nicién de la ret6rica como problema, De sus Problemata rhetorica® hay trcce ccuestiones pertinences a esta definicién. Las mas destacadas: | An fins Rhe- soricae sit bene dicere, an vera ersuadere? 5. An Rhetorca st ars copiosedicendi? 9 An Rbetorica sit instrumentun aeque generale aique Dialectica? 11 An eloctio bars sit Rbetorica essentialis? 12 Am dispositio et imvenso sin partes Rbetorcae? En cuanco a lo primero, se fija en las observaciones de los ramistas y del co- mencarista de Aristteles, Jacobo Schegkio, para introducir después la opi- nién de Riccobono. Con todo ello, a la dificultad de que la persuasién sea tun fin externo a la retérica misma, y por tanto imposible, frente a lo posi- ble, que es hablar bien, concluye: Bene dicere per se finem referi ad persuasionem, ut finem per acci- dens; bene dicere non refeti necessario ad persuasionem, sed posse thetori esse proposicum, ut omnia bene dicendo afferat, quae ad per suadendum facere videntus, La definici6n es bisicamente ariscotélica, aunque la actividad de recoger lo pperstuasivo pasa de ser esencial a quedarse en eventual. Por lo que parece que se queda con la idea de buscar los medios de persuasién, esto es, con la in- ‘vencién misma, pero rebajada con ese videtur que puede apuntar al conoci- miento comin 0 al auditorio, En cuanto a lo segundo, no entiende necesa- ria la ornamentacién como rasgo distintivo, es més, se inclina a 90 considerar limiees entre ret6rica y dialéctica porque se nutten de argumen- os (citando al l6gico Zabarella, pp. 17-18). Respecto a la elocucién, pre- fiere tomar la doctrina de los tres modos de persuasién (arguments, cues- tiones éticas, mocién de afectos) que el adorno puede incrementar. ‘inalmente, la invenci6n y disposici6n, se reservan pata la dialéctica y s6lo se aplican puntualmente, adaptadas al ejercicio oratorio (pp. 37-38). La lé- “© Beancort del Meno, Palthen, 1396

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