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[59] EL DESARROLLO DEL CONCEPTO DE ISOTOPIA Francois Raster* Trad. Cuauntémoc HernAnovez R. y Rararr A. Tupa** Este estudio tiene por objetivo presentar y discutir diferentes definiciones del concepto de isotopia. Nos limitaremos a este término, normalmente univoco en su empleo cientifico, y adoptaremos pues, deliberadamente, una actitud lexicolégica en el ejemplo del Seftor Arrivé (1981, p. 1). Tampoco hare- mos referencia, por el momento, a nociones relacionadas en- tre si, como por ejemplo las de coherencia textual o de Ges- chichtenzusammenhag. Nos apegaremos, particularmente, a la definicién de iso- topia sem4ntica, describiendo las principales etapas de la formacién del concepto de isotopia. Entre los trabajos, principalmente europeos y sudameri- canos, que utilizan el concepto de isotopia, sélo hemos con- servado los que tratan de su definicién. Eso para poner en evidencia, cada vez que este concepto sea definido, redefi- nido o precisado, las cuestiones ahi debatidas. Es esa una condicién necesaria para enfocar el asunto. Francois Rastier (Francia, Upiversidad de Paris VIII). Colaboré. con Greimas en algunos ensayos. Particip en el libro conjunto, coordinado por Greimas, Essais de Sémiotique postique, con “Systématique des isotopies". ** Rafael Tuda (México). Pasante de la Fac. de Letras Espafiolas, Traba- ja su tesis de Licenciatura sobre Los aifos falsos de Josefina Vincens. Es miem- bro del Consejo Editorial de Semiosis. [60] I. La Isotopta a partir de Greimas La palabra y el concepto de isotopia aparecen por primera vez bajo la pluma de A. J. Greimas (1966 a, p. 53). Como la palabra homénima de Ia fisica, y previamente a toda de- finicién, evoca, por una parte, la nocién de identidad y de similaridad; por otra, la nocién de pertenencia a un campo, dominio 0 lugar. La creacién de este concepto respondia a la necesidad de dar cuenta de la idea “todavia muy vaga, y, sin embargo, necesaria, de totalidad de significacién, postulada en un men- saje” (1966 a, ibid.). L.1. Primera definicién Se lee, en el capitulo de Semédntica estructural intitulado “La isotopia del discurso”: “La permanencia de una base clase- matica jerarquizada permite, gracias a la apertura de los pa- radigmas que son las categorias clasematicas, las variaciones de las unidades de manifestaci6n, variaciones que, en lugar de destruir la isotopia, no hacen sino confirmarla” (p. 96). Esta definicién, un poco torcida, a menudo citada pero no siem- pre comprendida, se refiere implicitamente al cuadro teérico de la glosemética hjelmsleviana (por el uso de Ia oposicién en tre inmanencia y manifestacién) y al proyecto semantico pro- puesto por B. Pottier en 1964, principalmente por el empleo del témino clasema.’ Introduce de hecho una distincién en- tre dos fenémenos que concurren al establecimiento de una * Este préstamo declarado (ef. Greimas-Courtés, 1979, p. 197) ha causado problemas, B, U. Grosse, ingeniosamente, le encontr motivacién: “Se puede ago paralelismo entre las isotopias consideradas como yuxtapuestas 4) en wna alianza, b) en el seno del sistema fisico, y los elementos seminticos. a) en el discurso, b) en ol sistema del ‘universo inmanente’, Greimas no justifi- ca este préstamo”) (BE. U. Grosse, 1971). ® Precisemos, sin embargo, que segin Pottier (cf, 1974, p. 321), el clasema y la parte del semema que reagrupa el coniunto de los semas genéricos, mientras que Greimas emplea la palabra clasema (cf. 1966, p. 53) en el sentido de sema genérico © contextual; un mismo semema puede pues, segin él, Teagrupar varios clasemas en una base clasemitica (ibid., p. 54). [61] isotopia: la redundancia de clasemas que pertenecen a las mismas categorias clasematicas, por una parte; las variacio- nes de las “unidades de manifestaci6n”, por otra. Eso plantea varias cuestiones y observaciones 1, ¢La redundancia de semas que surgen de la misma cate- goria clasematica basta para asegurar una isotopia? En este caso, la isotopia no esta definida por la redundancia de un mismo clasema, sino por la redundancia de clasemas que pertenecen a la misma categoria. Es lo que parece indicar esta definicién posterior: “Por isotopia se entiende, general- mente, un haz de categorias sem4nticas redundantes, subya- centes del discurso considerado” (1970, p. 10). Apliquemos, por el momento, esta definicién. El enunciado: (1) “Los nifios comen un pastel” sera isétopo por la categoria del nombre redundante en GN1, V, y GN2. Sera lo mismo para el enunciado: (2) “El nifio come pasteles”. Por la misma raz6n, (1) y (2) serdn isétopos entre ellos. puede concluir que todos los enunciados de la lengua france: que cuestionan la categoria del nombre scran isétopos entre ellos. Tal cual, esta definicién de isotopia parece pues dema- siado general. 2. En cuanto a las “variaciones de las unidades de manifes- tacién”, ellas piden algunas aclaraciones. Esta unidades son semantemas, que Greimas llama fig ras nucleares 0 figuras sémicas; esta precisién parece confir- marlo: “El sintagma que retine por lo menos dos figuras sémicas puede ser considerado como el contexto minimo que permite establecer una isotopia” (Greimas, 1966 a, p. 72). Eso logra decir que la isotopia minima comprende dos seme- mas cuyos clasemas son redundantes. ¢Por qué definir entonces las figuras sémicas 0 semante- mas como unidades de manifestaci6n? Los clasemas son tam- [62] bién unidades de manifestacién; aunque esta parte de la de- finicién quede oscura.” Para ver ahi més claro, volvamos al contexto de esta definicién. . Ella fue elaborada para describir relaciones entre enunciados del mismo tipo: se trata de respuestas a un cuestionario com- puesto de secuencias que completar. Por ejemplo: (3) “Mi destino es... abrumador” (4) “Juan pensaba que su porvenir... era radiante”, Unos enunciados como (3) y (4) seran considerados como is6topos. He aqui por qué: *Lo que permite (...) reunir la totalidad de las res- puestas y considerarlas como definiciones que forman parte de una clase isot6pica, es la existencia, en la secuencia induc- tora, de los clasemas ‘futuro’ y ‘juicio’, que uno puede des- prender del término denominador (destino 0 porvenir) y del término predicador (es 0 piensa). Se ve que el clasema ‘fu- turo’ abre en cierta forma, el paradigma selectivo ‘deter- minado’ vs. ‘no determinado’, mientras que el clasema ‘juicio’ implica la respuesta ‘bueno’ vs. ‘malo’ ” (1966 a, p. 94). La “base clasematica” esquematizada asf: determinado ys. indeterminado bueno vs. malo serviria de cuadro a las variaciones de las “unidades de ma- nifestacién”, que son reagrupadas en clases de contenidos sustituibles entre ellos. La isotopia esta pues definida aqui como un fendmeno paradigmatico. 1.2. Segunda definicién Se encuentra en Semdntica estructural otra definicién, for- mulada negativamente: “Cualesquier mensaje o secuencia .* Esta obscuridad induciré enseguida a un debate sobre la isotopia entre unidades manifiestas © no manifiestas (cf. infra TT. 3). “ (63 | del discurso no pueden ser considerados como isétopos sino cuando poseen uno o varios clasemas en comin” (p. 53). Retengamos aqui que la isotopia de una secuencia esta ase- gurada por la repeticién de uno o varios clasemas, pero no por la iteracién de clasemas diferentes que pertenecen a una misma categoria. Veamos el ejemplo propuesto, en el que una secuencia como el perro ladra se representa asi: Sq = /N1 + GsI/+N2+ Csl en el que NI ¢s el niicleo (0 semantema) de perro, N2 el de ladra, y Cs1 el clasema /animal/ repetido en perro y ladra. El establecimiento de a isotopia esta descrito como una seleccién por contigiiidad: “/adra, para constituirse en seme- ma, escogié, en el instante mismo de la realizacién del discur- so, el sema S1 contenido en el contexto perro” (ibid., p. 52). Se ve que ya no se trata aqui, a diferencia de la primera definicién estudiada, de relaciones paradigmaticas de simi- litud 0 de contraste, sino mas bien de relaciones sintagmiticas de contigiiidad. Por lo que sabemos, sélo E. U. Grosse, en su ensayo “Zur Neuorienticrung der Semantik bei Greimas”, ha discernido claramente Ja diferencia entre definici6n para- digmatica y definicién sintagmatica de isotopia: “El término describe la iteracién sintagmatica de varios clasemas (isoto- pia sintagmatica) (...) y la presencia de varios clasemas idénticos en unidades paradigmaticas, que est verificada por la prueba de la conmutacién 0 de la substitucién (istopfa paradigmatica). Greimas no diferencia muy claramente estas formas de la isotopia”) (p. 95). Estas dos definiciones de la isotopia permanecen indistin- tas en unos trabajos recientes. Asi, en Greimas y Courtes, 1979 p. 197: “La isotopia ha designado primeramente, la iteratividad, a lo largo de la cadena sintagmatica, de clase- mas que aseguran al discurso-enunciado su homogencidad. Segiin esta acepcién, es claro que el sintagma que retne al menos dos figuras sémicas puede ser considerado como el contexto minimo que permite establecer una isotopia. Ast sucede con Ia categoria sémica que subsume los dos términos [6+] contrarios: habida cuenta de los recorridos a los cuales pue- den dar lugar, los cuatro términos del cuadrado seran llama- dos isétopos”. De la isotopia sintagmatica minima entre dos sememas, se pasa sin distincién a la isotopia entre los térmi- nos de una estructura paradigmatica elemental, la categoria binaria (o cuaternaria). Por nuestra parte, consideramos que la isotopia surge ex- clusivamente de la dimensién sintagmatica del lenguaje; por definicién, puesto que nosotros consideramos que la isotopia esta constituida por la iteracién de una unidad lingiifstica, y que ante la evidencia no se puede comprobar iteracién fuera de esta dimensién. MAs precisamente parece que las isotopias resultan de la proyeccién del principio de equivalencia del eje de la sclecci6n (paradigmatica) sobre el eje de la com- binacién (sintagm4tica) esta proyeccoén, puesta en eviden- cia por Jakobson, siendo un funcionamiento lingiistico fun- damental, sin relacién necesaria con lo que él llama la funcién pottica, ni, a fortiori, con la poesia. La mayor parte de los autores que se han encargado de definir la isotopia han insis- tido en su dimensién sintagmatica, particularmente Pottier: “Es a nivel semantico que la sucesividad de los signos tiene el mayor namero de consecuencias. E] discurso se desarrolla normalmente con una cierta continuidad tematica (isotopia)” (1974, p. 36). 1.3. Tercera definicién 1. En el estudio “Por una teoria de la interpretacién del re- lato mitico”, que pertenece al mismo estadio de desarrollo tedrico que las definiciones evocadas anteriormente, se lee: “Por isotopia, nosotros entendemos un conjunto redundante de categorias semanticas que hacen posible la lectura unifor- me del relato, tal como resulta de las lecturas parciales de los enunciados y de la resolucién de sus ambigiiedades, que es guiada por la investigacién de la lectura tnica’* . * 1966 b, p. 30. Se encontrar’ mAs tarde una variante significativa del final de esta frase (1970, p. 188): “...unos enunciatlos después de Ia resolu- [65] Las categorias semanticas mencionadas aqui son catego- rias clasematicas. En efecto, la teoria de Greimas distinguia entonces dos niveles de contenido: el nivel semantico, com- puesto del conjunto de los clasemas, y el nivel semioldgico, compuesto del conjunto de semas nucleares 0 figuras sémicas. Notemos, por otra parte, que esta definicién concierne a la isotopia del relato, y no del discurso en general. Es verdad que el autor alargara el concepto de relato hasta incluir ahf todo discurso que comporta una sucesién orientada de con- tenidos. Asi, por ejemplo, una receta de cocina ser descrita como un encadenamiento de programas narrativos (1979, pp. 7-9). 2. Esta tercera definicién gana al volverse a poner en su contexto. El autor afirma que el mensaje, “es decir, la signi- ficacién particular del mito-ocurrencia, se sitiia (...) sobre dos isotopfas a la vez y da lugar a dos lecturas diferentes, una sobre el plano discursivo, otra sobre el plano estructural” (1970, p. 188). Se ve que estas dos isotopias no estén al mismo nivel de andlisis: la primera seria s6élo una “manifestacién discursi- va” de la segunda (ibid.). Se ha precisado, por otra parte (pp. 212-213) que las dos isotopias estan constituidas por unidades diferentes: la isotopia discursiva, de lexemas," y la isopotia “estructural”, de semas. Esta segunda isotopia se sittia en un nivel mAs profundo, considerado como fundamen- tal. Las dos isotopias son nitidamente distinguidas y jerar- quizadas. Se puede acercar esta distincién a esta otra (1966 a, p. 99): “Si, no obstante, pareciera oportuno, por una insis- tencia terminolégica, hacer mas contrastante la oposicién entre las dos isotopias simultaneas del discurso, son los térmi- cién de sus ambigiiedades, esta resolucién misma sicndo guiada por la inves- tigacién de la lectura Gnica’. Se tendrian sucesivamente dos etapas en el proceso de lectura —o de descripcién: a) el establecimiento de una isotopia a nivel de los enunciados por la resolucién de sus ambigiledades, y b) el estable- cimiento de la isotopia del discurso. ® En el texto estudiado, un mito bororo, parece muy delicado distinguir semas y lexemas. En efecto, no disponemos del texto original, sino de una variante propia de Lévi-Strauss, quien tradujo y resumié este relato en el bello estilo que se le conoce. E! estudio se apoya pues en un texto francés. [66] nos de texto y metatexto que propondriamos, como menos comprometedores que aquellos de plano manifiesto y de pla- no latente”. Estas advertencias requieren varias observaciones. a) Preferimos considerar que los lexemas no son unida- des de contenido, sino grupos de signos, es decir, en cierta forma, puntos de contacto entre los planos del contenido y de la expresi6n. b) En cuanto al discurso mismo, éste comporta varias isotopias semanticas; se puede admitir que estas isotopias re- sultan del mismo nivel de andlisis (cf. F, Rastier, 1972 a, pp. 86-94), Ellas no estén jerarquizadas entre si, por lo menos por criterios que pertenecen a la teoria semAntica.* c) Por cuanto a la distincién entre nivel isotépico de los semas y nivel isot6pico de los sememas (término que nos pa- rece aqui m4s exacto que el de lexemas), distinci6n que opondria un nivel profundo a un nivel superficial, ella no parece titil en este caso. Se puede considerar aqui que semas y sememas pertenecen al mismo nivel de analisis, en la me- dida en que la isotopia es precisamente una relacién que une sememas por la recurrencia de algunos de sus semas. 3. La distincién entre niveles de isotopia, de los cuales aca- bamos de presentar las primeras formulaciones, ser4 modifi- cada enseguida. La isotopia manifiesta superficial recibir el nombre de isotopia figurativa: “Lo que es importante es reconocer la existencia de una cobertura figurativa lineal (...) de un plano isotopo sobre el cual se desenvuelve el relato. Tales * Ellas pueden, por supuesto, ser jerarquizadas en funcién del sistema de inherente ‘al universo seméntico descrito. Sin hacer esta distincién, Arrivé (1973, p. 57) abrié un debate sobre la jerarquia de las isotopfas en los textos poli-isotépicos. Volveremos a ello por otra parte, en este estudio, nos dimos cuenta que se haya tratar el problema de la poli-isotopia. [67] isotopias figurativas (...) enlazadas por relaciones recono- cibles y definibles (...) a nivel profundo del contenido, del cual no son sino manifestaciones” (1976, p. 208). Enseguida se distinguiran “isotopias figurativas tales como subtienden las configuraciones discursivas, e isotopias tematicas, situadas a un nivel més profundo, conforme al recorrido generativo (1979, p. 198). Nos parece imposible utilizar esta distincién. He aqui por qué. Las isotopias tematicas se definen como “abstractas” (ibid.). En cuanto a los contenidos figurativos, son ellos los que tienen un correspondiente a nivel de la expresién de la semié- tica natural (o del mundo natural)” (ibid., p. 146). No se buscara saber aqui si el mundo natural (el mundo fisico) es 0 no una semiédtica en el sentido hjelmsleviano del término. Retengamos, sin embargo, que un contenido se dice figurativo cuando tiene un “correspondiente” en el mundo natural, lo que se denomina tradicionalmente un referente. Clasificar los contenidos segiin tengan 0 no un referente mundano, conduciré necesariamente a la semantica a un ca- Nején sin salida. Le haria falta, en efecto, incluir en la se- méantica una teorfa fisica necesaria para poder decidir si unos contenidos son figurativos o no. Se Iegarfa ahi, pero con eso no se consigue nada, pues se puede mostrar que los con- tenidos, que el sentido comtin denomina abstractos 0 con- cretos, funcionan de la misma forma en el discurso (cf, F. Rastier, 1972 b, cap. 2}. Finalmente, en el dominio filos6- fico mismo, si se admite que la materia piensa, la distincién entre lo abstracto y lo concreto no parece ya tan tajante. En la practica de la descripci6n, esta distincién entre ni- veles de isotopia parece desembocar igualmente en un atolla- dero. Se Mega a plantear que a toda isotopia figurativa debe corresponder una isotopfa temAtica mAs profunda. Asi, Grei- mas y Courtes hace notar que: “En Salut de Mallarmé, las isotopias figurativas (banquete, navegacién, escritura) des- critas por F. Rastier, se relacionan facilmente con unas iso- [68] topias tematicas correspondientes (amistad, soledad/evasién, creacién)” (1979, p. 198). Si se puede admitir que banquete, navegacién y escritura pucden denominar clases de conteni- dos diferentes,’ no se ve a priori por qué seria lo mismo para amistad, soledad/evasién, creacién. Por ejemplo, cémo leer sucesivamente sobre la isotopia de la amistad, después sobre la isotopia de la soledad un verso como: “zNavegamos, oh mis diversos/Amigos?” Para convencer que una isotopia “figurativa” no es sino la manifestaci6n de una isotopia tematica mAs profunda, ha- bria que mostrar primeramente que los contenidos que cons- tituyen estas isotopias no pertenecen a la misma clase. Por ejemplo, habria que mostrar que las clases de contenidos escritura y creacién tienen constituyentes diferentes, lo que parece muy improbable, aun sin un conocimiento profundo del universo semantico considerado. Estas primeras conclusiones son ciertamente discutibles, y el desarrollo de las investigaciones de J. Courtes sobre la te- mitica y lo figurativo permitira sin duda, ver mas claro sobre el asunto. 1.4. Direcciones de investigacién Las tres primeras definiciones que acabamos de estudiar pre- sentan ciertas imprecisiones, sin duda, inevitables en el caso de un concepto nuevo en una teoria de formacién. Sin em- bargo, ellas han permitido abordar varias direcciones de in- vestigaci6n : 1, ¢La isotopia semantica esta constituida exclusivamen- te por la iteracién de clasemas? ;Estos clasemas son idénti- cos entre ellos 0 son clasemas diferentes que pertenecen a la misma categoria? * Estas palabras designan clases de contenidos que uno puede Hamar taxemas de experiencia; B. Pottier las define asi: “serie de signos cuyos sememas, tienen ‘un cierto namero de semas en comin, en una situacién sociocultural dada” (1974, p. 77). Algunos de estos taxemas son reconocidos y utilizados en lexico- srafla, por ejemplo, navegacién, abreviado en el diccionario como nav.). [69] 2. ¢La isotopia surge exclusivamente de la divisién sin- tagmatica del lenguaje? 3. ¢ Cul es el nivel de anflisis de las isotopias semAnticas? Hemos formulado una opinién sobre los dos ultimos pun- tos. Sobre el primero notemos que las tres definiciones estu- diadas concuerdan: la isotopia se define por la redundancia de clasemas, aunque reciprocamente los clasemas mismos se definen como “los semas contextuales, es decir, aquellos que son recurrentes en el discurso y le garantizan la isotopia” (Greimas y Courtés, 1979, p, 37), Esta definicién continia usandose en los trabajos recientes. Asi, para el Sr. Amold: “La recurrencia de los semas contextuales constituye la iso- topia, dicho de otra manera, el plano de homogencidad se- mantica” (1980, p. 6). II. Un ensanchamiento del concepto de isotopia Hemos propuesto, hace algin ticmpo, una nueva definicién de isotopia: ‘Se llama isotopia toda iteracién de una unidad lingiiistica. La isotopia elemental comprende, pues, dos uni- dades de la manifestacién. Dicho eso, el nfimero de las unida- des constitutivas de una isotopia es teéricamente ilimitado” (1972 a, p. 82). Esta definicién comporta, sin duda, algunas insuficiencias; por lo menos ha suscitado algunas discusiones 1, En primer lugar, ella ensancha el concepto de isotopia en el plano de la expresién, puesto que se trata ahora de unida- des lingiiisticas del mismo tipo, cualquiera que sea el nivel en que se sitten. Greimas aprueba esta extensi6n, por lo que respecta al nivel fonémico: “un nivel fonémico que da lugar a una lectu- ra isotépica parece que puede ser postulado” (1972, p. 16). El sefior Arrivé compartira este punto de vista: “Es dudosa la raz6n que pudiera oponerse seriamente a la extensién del concepto de isotopia en el plano de la expresién” (1973, p. 54); y el grupo Mu encarecerA a propdsito de esto: [70] “_.. cuanto més el andlisis estructural del discurso poético, sobre todo a partir de Jakobson, haya mostrado la fecundi- dad de la investigacién de las correlaciones entre los niveles semantico, fonolégico de un discurso (correlacién de la que se ha hecho el rasgo definitorio del lenguaje poético)” (1977, p- 34). 2. Por otra parte, sobre el plano del contenido, la isotopia no esta definida exclusivamente por la recurrencia de clase- mas, sino por la de todas las unidades semAnticas, y de ahi también por la de los semas especificos o semas nucleares”. Kallmeyer y otros, hacen notar a este respecto: “tal restric- cién sc comprueba poco adecuada desde el punto de vista del andlisis semantico de los textos, en la medida en que las re- currencias y las estructuras dominantes no son reconocibles unicamente por rasgos contextuales. Nos detenemos, por con- siguiente en la concepcién de Rastier, segiin el cual el con- cepto de isotopia se funda sobre la iteratividad de cada clase de rasgo” (1974, t. I, p. 47). Precisemos, sin embargo, que en Sémantique structurale, la descripcién de isotopias “se- miolégicas”, constituidas por la recurrencia de semas especi- ficos, estaba enfocada a titulo de direccién de investigacién: “las variaciones semiolégicas plantean ya el problema de la existencia de otra isotopia, semiolégica aquella, y que daria cuenta de la seleccién de las figuras sémicas de un texto” (p. 96). Distinguimos (cf. 1972 a, p. 85) dos tipos de isotopias creadas por la recurrencia de semas especificos: a) El que se establece entre sememas que no pertenecen al mismo taxema de experiencia: ejem.; (5) “El alba alumbra la fuente” (Eluard), en el que el sema incoatividad esta repetido en el semantema de los tres sememas (debemos este ejemplo a Peter Fréhli- cher) ; . b) El que se establece entre sememas que pertenecen al mismo taxema de experiencia: [71] ejem.: (6) “El almirante ordené cargar las velas”, en el que el sema navegacién se repite en el semantema de tres de los sememas. Es este segundo tipo de isotopia que esta mencionado por Pottier (1974, p. 97); “Un dominio (de experiencia) recu- bre una vasta zona, ligada a la experiencia del grupo. Asegura la isotopia semantica de un texto”. A estos dos tipos de isotopias corresponden dos tipos de clases de sememas. La definicién de estas clases es fundamen- tal para definir los tipos de isotopfas. Por lo que respecta al principio constitutivo de estas clases, seguimos a E. Coseriu: “Una clase es el conjunto de lexemas que, independientemen- te de la estructura de los campos semAnticos, estén ligados por un rasgo distintivo seméntico comin” (1967, p. 77; apli- camos esta definicién a los sememas). Sin embargo, hemos mantenido una cierta confusién al escribir: “La manifesta- cién de sememas distintos puede establecer una isotopia, por poco que cada uno de estos sememas comporte un sema o una agrupacién sémica comin a las figuras nucleares (i. ¢. seman- temas) de los otros sememas. Sin que los otros sememas consi- derados estén necesariamente articulados entre ellos por rela- ciones légicas simples (como es el caso para las categorias sémicas), este sema o agrupacién sémica comin define un campo que constituye el inventario de los sememas en clase” (F. Rastier, 1972 a), El término de campo no puede aqui sino inducir al error, ya que es importante distinguir los cam- pos semanticos de las clases de sememas de los tipos a) y b) evocados antes (cf. enunciados 5 y 6). Este ensanchamiento del concepto de isotopia ha sido el objeto de un cierto consenso. Asi, el sefior Arrivé (1973, p. 54) llega a la definicién siguiente: “La isotopia esta consti- tuida por la redundancia de unidades lingiiisticas, manifies- tas o no, del plano de la expresi6n o del plano del contenido”. Por su parte, Catherine Kerbrat Orecchioni propone una de- finicién andloga para lo esencial: “Principio de coherencia textual asegurada por la recurrencia de categorias lingiiisticas cualesquiera” (1976, p. 33), precisando: “Se llamar ‘secuen- cia isétopa’ a toda secuencia discursiva (fragmento de enun- [72] ciado o enunciado completo) provista de una cierta coheren- cia sintagmatica, gracias a la redundancia de unidades de expresi6n y/o de contenido” (ibid., p. 16). Un consenso, en efecto, es necesario para moderar lo que ella Hama bonita- mente la “lubricidad” del concepto de isotopia. 3. El Sr. Arrivé (1973) introduce, sin embargo, otra distin- cién que concierne a la redefinicién de la isotopfa: “La defi- nicién de Rastier no toma en consideracién para la definicién de la isotopia sino las unidades manifiestas, mientras que Greimas hace alusién explicitamente a unidades no manifies- tas, los clasemas” (p. 54). Esta definicién nos parece sin objeto, como por otra parte a Greimas, quien nota que nos hemos propuesto “definir la isotopia como la iteratividad de unidades lingiifsticas (mani- festadas 0 no)” (1979, p. 199). Catherine Kerbrat Orecchio- ni notaba por su parte: “La oposicién que Arrivé introduce entre unidades ‘manifiestas’ y ‘no manifiestas’ nos parece du- dosa: toda unidad identificable en el enunciado (fonema o fema, semema o sema, etc.), es a la vez abstracta, y mani- miesta (es decir, que tiene un soporte significante cualquie- ra)” (1976, p. 18). De hecho, los clasemas no son en ninguna parte, a nues- tro entender, definidos como unidades no manifiestas. Muy al contrario, Pottier nota, por ejemplo, a su propésito: “Un gran ndmero de estos semas especificos ha sido explicitamente gramaticalizado por las lenguas” (1974, p. 73); aunque de hecho la manifestacién de ciertos clasemas es obligatoria sin lo que el enunciado considerado es agramatical. De la confusién se establece a veces entre el concepto de manifestacién en Hjelmslev, y la nocién de unidad manifies- ta, que se apega obscuramente a una lingiifstica del signo una unidad manifiesta que serfa una unidad que comporta un sig- nificante y un significado; una unidad no manifiesta seria una unidad de significante O. Del hecho de que la teoria del len- guaje emanada de la glosemética plantea que hay paralelismo pero no isomorfismo entre los planos de la expresién y del contenido, se puede perfectamente practicar un anilisis sis- [73] temAatico que trate de la misma manera las unidades del con- tenido, ya correspondan 0 no a unidades de la expresién. De hecho, una unidad de contenido puede pertenecer a la ma- nifestacién (en el sentido hjelmsleviano del término) ya sea manifiesta o no (en el sentido saussureano del término), III. A propésito de las isotopias connotadas En el fin de su estudio “Por una teoria de los textos poli-iso- tépicos”, el Sr. Arrivé propone establecer una distincién entre isotopias denotadas e isotopias connotadas. Antes de abordar los problemas teéricos que plantea, estudiemos el ejemplo citado. Escogiendo las primeras lineas de Aurelia (Nerval): “El Suefio es una segunda vida. Yo no pude penetrar sin hacer temblar estas puertas de marfil y de cuerno que nos separan del mundo invisible. Los primeros instantes del suefio son la imagen de la muerte (...)”, el sefior Arrivé concluye: “El semema muerte esta connotado desde las primeras pala- bras del fragmento, por elementos tales como la expresién penetrar la puerta —en donde la incompatibilidad de los se- mas (una puerta est abierta o cerrada, pero deja de ser una puerta si debe ser penetrada) funciona como indice de la presencia de un contenido de connotacién y sobre todo la alu- sién al cuerno y al marfil: substancias ambiguas, aparente- mente minerales, realmente animales, por tanto, muertas, En cuanto al lexema muerte, no surge a nivel de la denotacién sino al final del fragmento” (op. cit., p. 60). Eso merece discusién. En primer lugar, parece dificil postular una incompatibilidad sémica entre penetrar y puerta. Penetrar una puerta parece un sintagma completamente aceptable, atin si se pueden emitir reservas sobre la accién que describe. Habria que establecer, por otra parte, por qué una incompatibilidad s¢mica, si tal fuera el caso, seria el indice de un contenido de connotacién. En segundo lugar, se comprende mal por qué el lexema muerte denotaria el semema /muerte/, mientras que Suefo (74] o penetrar la puerta connotaria el mismo semema. Sin mas dificultad se podria sostener lo contrario, a menos de conferir al contenido /muerte/ una preeminencia a priori, Se reconoce ahi una dificultad propia a toda investigacién de “palabras- clave”, ya sea estadistica (cuantitativa) o estructural (cuali- tativa). Ciertamente, algunos contenidos, Hamados archise- memas pueden de ahi subsumir otros en un universo semantico dado. Pero no se puede postular sin demostracién previa que existen relaciones jerarquicas entre los contenidos de un dis- curso, como si varias de ellas remitieran a un contenido-clave. A falta de lo cual eso conduciria, de hecho, a un “anagrama- tismo” semantico, el contenido-clave encontrandose disemina- do secretamente, un poco por todas partes, en el discurso.* También, para volver al anAlisis del principio de Aurelia, preferimos homologar los contenidos substituibles en el pasaje citado; eso permitiria constituir tres clases de contenidos; para abreviar no entraremos en el detalle de su constitucién, y los denominaremos arbitrariamente: ® Para aclarar el problema de las relaciones Ilamadas connotativas entre con- tenidos de tun mismo texto, retomemos el ejemplo citado por R. Martin (1976, p. 100), quien se propone cstudiar la red connotativa de la palabra felicidad en cl principio de La cartuja de Parma: “En todas las articufaciones del texto, al principio de los pirrafos principales aparece la palabra felicidad: ‘La masa icidad y de placer que hizo irrupcién cn Lombardia con estos franceses tan pobres fue tal que (...). Esta época de felicidad imprevista y de ebriedad solo duré dos cortos afios (...). Después de estos dos afios de locura y de felicidad, el directorio de Paris (...). (...) Es asi como la palabra felicidad se carga de “tobresignificaciones”, que permanecerdn ahi en todo lo largo del texto (...), Se crea, pues, en Stendhal, autor de la palabra felicidad, toda una red de relaciones originales, que por su carieter subjetivo concuerdan bastante bien con la definicién que hemos propuesto de la in”. _ Preferimos decir que se constituye una “red asociativa” en los ejemplos a) Se notan coordinaciones en el seno del mismo grupo nominal y en la misma funcién sintdctica: — felicidad y placer (“La masa de felicidad y de placer"), — felicidad y ebriedad ("Esta época de felicidad imprevista y de ebriedad"), — felicidad y locura (“Estos dos afios de locura y de felicidad”). Se puede considerar entonces que /felicidad/, /placer/, /ebriedad/ y /locura/ Megan a ser, on ci intel la pean a, er en Gecia forma, parasinGnimos y pueden ‘star colocadcs en [75] a) Aqui b) Mediacién ©) Mas allé =yo penetrar estas puertas de el Suefio marfil y de cuerno —nowtros — los primeros instantes del —— una segunda vida suciio ~~ la imagen de la muerte del mundo invisible Penetrar las puertas de marfil y de cuerno y conocer una imagen de la muerte son procesos que pertenecen a la misma clase, lo que puede confirmar la intuicién del Sr, Arrivé en cuanto a la relacién entre estos dos sintagmas. Pero no parece necesario, en la ocurrencia, recurrir a la nocién de conno- tacién. Considerar que en el mismo enunciado o en dos enun- ciados vecinos se pueden aislar sememas connotados y seme- mas denotados plantea problemas considerables, vistos como insolubles, Arrivé hace notar, por otra parte: “Es absoluta- mente vano buscar en el aparato de métodos lingiiisticos uti- lizados para la descripcién de las lenguas naturales, un pro- cedimiento susceptible de identificar las unidades pertinentes de las isotopias connotadas” (ibid., p. 61). En este caso, el estudio de las isotopfas connotadas escaparia a la Lingiifstica. Sin embargo, y por definicién, como lo admite por otra parte Arrivé, una isotopia est constituida por “la redundancia de unidades lingiifsticas”. Estamos pues aqui ante una contra- dicci6n aparentemente insoluble. Segiin nuestra opinién, los fenémenos de los que trata aqui Arrivé no surgen de la connotacién, por lo menos tal como fue definida por los teéricos de la glosemAtica a los cuales él b) Si uno reescribe Ia primera frase citada: “la masa de felicidad y de placer hizo irrupcién en Lombardia” y “Estos franceses tan pobres hicieron irrupeién en Lombardia”, se puede situar el contenido /franceses/ en al misma clase de contenidos que /felicidad/ y /placer/. Un andlisis narrativo mostraria, sin duda, que /felicidad/ y /franceses/ son dos actores de un mismo actante. zEn el seno de Ia clase de contenidos asi constituida, existen relaciones rirquicas, tales que se pudiera decir por ejemplo que /ebriedad/ connotaria /felicidad/, y no a la inversa? A la vista de los elementos de los que dispone- mos, no lo pensamos; ciertamente el lexema felicidad tiene las ocurrencias més humerosas, pero este argumento cuantitativo, que se mantiene precisamente en ta seleccin de los ejemplos, no tiene pertinencia @ priori, (76) se refiere. Si uno busca aplicar este concepto a este tipo de fenémenos, se desemboca en un callején sin salida: un seme- ma connotado A seria un semema que tendria por expresién otro semema B; aunque A y B estén presentes en el mismo discurso, A no pertenecerfa al mismo plano del lenguaje de connotacién que B; y sin embargo, del hecho que A Posee siempre como B, un contenido denotado (lo que no niega Arrivé), perteneceria al mismo plano del lenguaje de denota- cién que B, La contradiccién es flagrante. De hecho, Arrivé nombra isotopias connotativas a unas relaciones de asociaci6n entre sememas en el seno del discurso dado, relaciones caracteristicas de un universo semAntico dado. Segtin nuestro conocimiento, es J. P. Richard, en su obra El universo imaginario de Stéphane Mallarmé, quien descri- bié por primera vez estas redes asociativas de manera siste- matica y rigurosa, sin hacer por ello referencia a ninguna teoria lingiiistica. En seguida, H. Mitterand debia amar redes connotativas a estas asociaciones “que pueden bien en- lazar unas con otras palabras banales, pero que dan a la obra estos sobresignificados de los cuales saca su pertinencia”, lo que conduce a definir el estilo como “la invencién de redes connotativas originales” (1968, p. 22). Diriamos que estas Sobresignificaciones son significaciones no codificadas en otra parte sino en el discurso descrito. Esta codificacién especifica funciona en el seno del discurso llamado denotativo, sin supo- ner por ello un plano suplementario del lenguaje. Para explicitar los fundamentos de su teoria de las isoto- pias connotadas, Arrivé se refiere Gnicamente a Greimas (1966 b; y 1970, pp. 93-102). El Hama isotopfa connotada lo que Greimas nombraba estructura profunda, metatexto (Cf. supra), y presentaba como el resultado de un enmascaramien- to.* Los dos autores concuerdan aqui, a diferencia de Arrivé, que no da ejemplo de isotopia denotada o denotativa, pero fo, La dlimensién conaotativa del lenguaje puede ser postulada, en principio, seehenuniversos semisticos individuates tanto como en los sociales: te puede decir que todo hombre disimula su ter semidtico gracias a une sed de cgtilicas ciones alien: ‘sen el interior de las cuales cree vivir, sentir, jugar y creer” (1970, p, 100), , a [77] prevé que varias isotopias connotadas puedan coexistir en un mismo texto. La diferencia pues entre la isotopia denotada y la isotopfa connotada, esta en que la primera es manifiesta mientras que la segunda es latente; asi, se podra leer en Ubu roi “una iso- topia sexual connotada no manifestada a nivel de la denota- cién”.”* La isotopia denotativa no es pues sino el término ab quo de la descripcién, y la isotopia connotativa su término ad quem. El establecimiento de una isotopia connotativa se resu- me en la lectura de un sentido “escondido”. Se puede concluir de ahi que las expresiones de isotopia denotativa y de isotopia connotativa, tales como son definidas y empleadas aqui, no son verdaderamente conceptos sino nociones que resumen las etapas de una metodologia empirica. No afirmamos por ello que no exista isotopfa connotativa; sin embargo, una reflexién mas profunda sobre la connotacién es necesaria antes de poder juzgar al respecto. Consideremos, por ejemplo, el fin de esta frase de Zola: “Las majianas siguientes de intimidad al cinquero le dolfan los cabellos, un dolor en los cabellos terrible que le duraba todo el dia, las crines estiradas, el pico apestado, el hocico inflado y al revés”. Se nota la recurrencia de los semas; a) /animalidad/ en “crines”, “pico”, “hocico” (de jeta); b) /degradacién/ (cambio de estado + disforia) en “estirado”, “apestado”, “inflado”, y “al revés”. Se dird que estos dos se- mas —repetidos segin el “ritmo semantico” abababb— cons- tituyen un haz isot6pico denotado. En otra etapa de la lectura, que recurriria a un cédigo axiolégico dado, estos dos semas, en el contexto de “cinquero”, podrian, Ilegar a ser a su vez la expresi6n de un contenido /vulgaridad/, recurrente de este hecho en la secuencia. Asi se constituiria una isotopia conno- tada, a partir de una isotopia denotada. El contenido /vulga- ridad/ perteneceria a los presupuestos que conciernen a la enunciacién; se aplicaria al narrador y/o al actor “cinquero” 1¢ Op. cit. p. 162.—Si por definieién un lenguaje de connotacién es un Tenguaje cuyo plano de 'a expresién es un lenguaje de denotacién, como concebir un discurso connotado que no sea manifestado por el discurso denotado que constituye su plano de la expresibn? [78] considerado como enunciador en el estilo indirecto libre. (Se nota que otros caracteres de la frase, en el plano de la expre- sién, pueden también ser considerados como significantes del contenido /vulgaridad/: asi, por ejemplo, la repeticién mis- ma de “dolor en los cabellos”) . Para resumir, y sin prejuzgar el lugar que puede tomar en la Lingiiistica el estudio de la connotacién, he aqui algunas proposiciones. 1, La isotopia connotada esta compuesta de rasgos no pertinentes y no obligatorios. 2. Estos rasgos no sobresalen del esquema semantico de la lengua, sino de su uso. Nos alejamos aqui de Hijemslev, quien considera que entre los connotadores “algunos pueden ser solidarios con los esquemas lingiiisticos dados; otros con los usos lingiiisticos dados, otros mas, con los dos” (Prolegé- menos a una teorta del lenguaje, p. 158). 3. Su expresién puede ser constituida por unidades de la expresién y/o del contenido del discurso denotado, 4, Su funcionamiento est4 determinado por un sistema de sefiales y no por un sistema lingiiistico propiamente dicho (la distincién establecida por Hjelmslev entre connotadores v se- fiales no nos parece necesaria aqui). Eso explicaria que los contenidos connotados no tienen las mismas propiedades que los contenidos denotados. De ahi, por ejemplo, los fenémenos siguientes, resaltados por R. Martin a propésito de la conno- tacién: “Escapa a la influencia de la negacién no metalingiifs- tica: la palabra flic (polizonte) es popular en frase negativa como en frase positiva; no se presta a la predicacién (Fd flic es peyorativo, popular, familiar...) ; el significado de connotacién, no entra en tanto que tal sino en las predicacio- nes metalingiifsticas (la palabra ‘flic’ es popular; ‘flic’ es po- pular)” (1976, p. 96) [79] IV. Sobre una condicién sintactica y légica para la isotopia En su obra Retérica de la poesia (1977) el Grupo Mu exami- né con mucho cuidado los fundamentos del concepto de isoto- pia. Los autores Hegan a esta definicién: la isotopia es “la propiedad de conjuntos limitados de unidades de significacién que comportan una recurrencia identificable de semas idénti- cos y una ausencia de semas exclusivos en posicién sintactica de determinacién” (1977, p. 41). Esta definicién introduce un grupo de condiciones positivas en su primera parte, y una condicién negativa en la segunda. Sin embargo, todas aportan restricciones en relacién con las definiciones estudiadas ante- riormente en II y III. 1. La nocién de conjunto limitado merece una precisién: el nimero de recurrencias constitutivas de una isotopia es teéricamente ilimitado, siempre como el ntimero de constitu- yentes de un discurso; en la practica, convengamos que este niimero es terminado (mas que limitado). 2. Esta definicién excluye las isotopias que pertenecen al plano de la expresién (aunque los autores hayan admitido, por otra parte, su existencia, cf. supra II.1). 3. Por lo que concierne al plano del contenido clla no toma en consideracién sino los semas; sin embargo, nada ex- cluye a priori que la recurrencia de otras unidades pucda constituir isotopias. 4. En cuanto a la condicién negativa (ausencia de semas exclusivos en posicién sintactica de determinacién), he aqui las razones que han conducido a su formulacién: “Hay rup- tura de isotopia desde el momento en que se oponen por lo menos dos semas. Pero para que se opongan de esa suerte, estos semas deben evidentemente formar parte de sememas cubiertos por semas cn posicién sintéctica de concordancia” (ibid.). Pues bien, “las relaciones sintacticas no pueden po- ner semas opuestos en relacién de determinacién (equivalen- cia, predicacién, etc.) : (el dia es la noche: enunciado aloto- [80] po; el dia es diferente de la noche: enunciado isotopo)” (ibid.). Los autores consideran que esta condicién negativa es una regla de composicién que seria “mas bien de naturale- za légica”, por oposicién a una regla “puramente seméntica”), Convengamos con los autores que dos “semas exclusivos” (en la ocurrencia se trata, por otra parte, de sememas) com- portan un clemento coman porque pertenecen a una misma clase, y que la recurrencia del sema /medida de tiempo/ funda la isotopia entre /dia/ y /noche/ en el enunciado el dia es diferente de la noche. Sin embargo, este sema comin no des- aparece en un enunciado como el dia es la noche, aunque sea considerado como alotopo por los autores. Eso significa que el criterio légico predomina sobre el criterio semantico, Precisemos la naturaleza de este criterio Iégico. Los enunciados que los autores proponen como ejem- plo pueden ser clasificados, al parecer, en tres categorias: i: (7) “El dia es diferente de la noche (llamado isotopo). Este enunciado es decidible (o determinable; cf. Katz, 1971, p. 179) ; se le puede atribuir un valor de verdad. Es analitico, es decir, que su valor de verdad es decidible Gnicamente por su sentido (cf. Quine, 1960, p. 65), e independientemente de la experiencia. Es necesariamente verdadero (cf. Kleiber, 1978, p. 27), ya que su verdad se deriva Gnicamente de re- glas sem4nticas: dia y noche estan en este tipo de contexto definidos reciprocamente por su oposicién y de forma exclu- siva (asi, por ejemplo, “dia y noche” significa todo el tiem- po). Y en seguida: (8) “El dia es la noche” (Ilamado alotopo) ser4 necesaria- mente falso. Dos cuestiones, sin embargo: —;Alotopo signi- fica falso?— Enunciados como: “; El dia es la noche?” o “;El dia no es la noche?” ;serén alotopos o isotopos? it: (9) “La nieve no es negra” (llamado isotopo; op. cit. p- 42) es un enunciado decidible, analftico, generalmente ver- dadero (seguimos aqui a Kleiber, op. cit., pp. 34-35). Corre- lativamente, [81] (10) “La nieve es negra” (llamado alotopo), es general- mente falso; i: (11) “El calor es triangular”, sera Hamado alotopo, asi como su negacién, (12) “El calor no es triangular”. (11) y (12) pertenecen, segtin el grupo Mu, a “la cate- gorfa légica de las frases absurdas”; diremos que (11) es una proposicién indecidible, y que su negacién es igualmente indecidible. (Cf. Blanché, 1968, p. 136). De este inventario de enunciados citados se puede con- cluir: 1. la condici6én negativa propuesta por el grupo Mu es una condicién de verdad; 2. el grupo Mu Hama alotopos a los enunciados indecidi- bles, y a los enunciados necesariamente falsos o generalmente falsos; 3. él llama isotopos a los enunciados necesariamente ver- daderos, o generalmente verdaderos. Sin embargo, los autores no mencionan enlace entre iso- topia, alotopia y valores de verdad. En nuestra opinién, para que un enunciado sea interpre- table (en lingiifstica) o decidible (en légica), hace falta que sea isotopo. Ponemos pues una condicién semAntica a la deci- dibilidad de un enunciado; a la inversa, el grupo Mu pone una condicién légica para el establecimiento de isotopia se- mantica. No lo seguiremos pues en este punto. Por otra parte, parece que, en la practica, la condicién légica puesta a la isotopia conduce a dificultades no despre- ciables. He aqui algunos ejemplos de ello. 1. El enunciado: “(...) el dia para mi ser4 como la noche” (Hugo) sera considerado como alotopo, aparente- mente del hecho que (8) es falso. Sin embargo, este enun- ciado esta bien formado, aceptable, y aceptado, en resumen, [82] aprendido de memoria. No sabria ser asimilado en (8), pues los enunciados de este género no pueden ser clasificados como verdaderos o falsos. Si se le quisiera asignar un valor de ver- dad, convendria utilizar una légica que comporte mas de dos valores de verdad. 2. Sintagmas 0 enunciados como: — “tormenta muda” (Mallarmé), — “Todo le gusta y disgusta, todo le choca y le obliga” (Boileau). — “La noche ser4 negra y blanca” (Nerval), seran considerados como alotopos, y, en fin de cuentas, ile- gibles. Sin embargo, los textos miticos, literarios y religiosos estin Ilenos de este género de enunciados. Por nuestro parte, consideramos que estos tres ejemplos presentan cada uno una cierta forma de isotopfa, por recurrencia de contenidos que pertenecen a una misma clase (cf. infra, V). 3. Por otra parte, la condicién planteada no se aplica, de hecho, sino a enunciados elementales de tipo atributivo, empleados en légica desde hace milenios. El cardcter ad hoc de los enunciados escogidos no puede esconder las dificulta- des que se presentan desde el momento que hay que dar cuen- ta de enunciados producidos por no-logicistas. 4. Finalmente y sobre todo, puesto que ella depende de relaciones sintacticas internas para el enunciado, esta condi- cién limita la definicién de isotopia en la dimensién del enun- ciado, mientras que el interés del concepto de isotopia es precisamente permitir la descripcién tanto de relaciones intra- frasticas como relaciones trans-frsticas. Aplicar la definicién propuesta no permite pues describir la isotopia global de un texto mas extendido que un silogismo. Los autores han sentido esta dificultad y hacen notar que: “El problema del reconocimiento de la isotopfa y de la alo- topfa se plantea en forma diferente (.., ) segan que uno se [83] sitte en el nivel de la frase 0 en el nivel transfrastico” (loc. cit., p. 44). Asi, la condicién planteada no conviene a todos los tipos de isotopia. Se le aceptarfa cuando en todo rigor no deberia figurar en la definicién de la isotopia en general, Indirectamente estas cuantas reflexiones aclaran las rela- ciones entre la Iégica y una semantica racional de las iso- topias. En tal dominio, es necesario recurrir a una légica vaga, pues lo mas a menudo las clases de contenidos sobre las cua- les se opera estén sujetas a variaciones, a veces, cn el seno de un mismo corpus. Por otra parte, es deseable distinguir la aceptabilidad de la coherencia con una realidad extralingiifstica, Ciertamente, el lenguaje, como toda cosa real, tiene muchas relaciones con las otras realidades, y ciertas situaciones de comunicacién dan incluso la ilusién de una relacién inmediata; sin embargo, la relacién del lenguaje en tanto que sistema con el resto de la realidad permanece por lo menos indirecta. Finalmente, sera bueno redondear el problema de la ver- dad mundana de los enunciados para limitarse a la verdad intralingiiistica, efecto de la coherencia de los universos se- manticos descritos. Esto evitarfa adherir a la semAntica una teoria de la verdad que integrarfa inevitablemente a todas las ciencias. He aqui un ejemplo. Segiin el grupo Mu, que no distin- gue, se ha visto, alotopia y falsedad, “unas secuencias is6topas en una época pueden ser alétopas en otra posterior y vice- versa” (op. cit., p. 38). En este caso, “El rey de Francia ya no tiene un cabello en la cabeza” habria bruscamente dejado de ser isotopa en 877, a la muerte de Carlos el Calvo. De hecho, el deceso de Carlos el Calvo no concierne al sentido de este enunciado, sino més bien a su significacién (a propé- sito véase R. Martin, 1976, pp. 16sq.). La isotopia del enun- ciado no depende de la historia de Francia, sino de sus rela- ciones internas y de su contexto lingiifstico eventual. Si se le puede atribuir un valor de verdad, esto ya no serA en relacién a la historia ni en relacién a un mundo posible en donde otro Tonesco habria escrito El rey calvo y La cantante se mue- [84] re, sino en un relato posible que cada uno puede imaginar a su gusto. Estas cuantas reflexiones no pretenden de ningtin modo presentar el problema de los aspectos légicos de la isotopia. Habria, primeramente, para hacerlo bien, que discutir de manera profunda la contribucién de A. Berendonner “De al- gunos aspectos légicos de la isotopia”,* que escapa, sin em. bargo, al cuadro de este estudio pues no presenta ninguna definicién de la isotopia. V. Precisiones y proposiciones Nos queda por explicitar la definicién que formuldbamos: “Se Mama isotopia a toda iteracién de una unidad lingiifstica”, ¢ Qué se entiende por iteracién y por unidad lingiiistica? V.1, Iteracién, redundancia y teoria de la informacién La palabra redundancia aparece a menudo en las definicio- nes de la isotopfa. ;Es una alusién a la teoria de la informa- cién, cuyo concepto de redundancia constituye uno de los fundamentos? Sin duda, en ciertos casos:"* asi el Grupo Mu escribe: “Si la isotopia puede ser definida como una redun- dancia, hay que recordar que en términos de teoria de la informacién la redundancia es el ntimero minimo de signos necesario para la trasmisién de tal informacién” (p. 42). Sin rechazar la teoria de la informacién en la semntica, se puede considerar que estos dos dominios permanccen ale- jados (ef. nuestra critica de una obra de A. Moles, 1969). * Cfr. el siguiente ensayo. [Nota del T.]. 11 Greimas ha utilizado el término de redundancia desde la primera pagina del capitulo de Sém ¢ sructurale consagardo a la isotopia del discurso: “La Jingiiistica danesa ha visto bien el problema proportiendo fundar la sitopia de! mensaje sobre la redundancia de las categorias morfolégicas. En efecto, las uni dades sintacticas que son de naturaleza jerrquica, sirven al mismo tiempo cuadros en el interior de 'os cuales se sitdan las iteraciones de las estructuras morfolgicas”. Aqui, redundancia es simplemente sin6nimo de iteracién. Pars una acepeién mis préxima de la teoria de la informacién, ef. 1972, p. 16 [85] La teoria de la informacién cuantifica “la informacién de sefial”, en funcién de la probabilidad de aparicién en un mensaje de unidades como de las letras (o grupos de letras) o de sonidos (o grupos de sonidos), que son unidades de la expresién. La informacién de sefial es, pues, muy distinta del contenido semantico. Ciertamente, Bar Hillel y Carnap han propuesto en 1952 una teorfa de la informacién semantica, fundada, ya no sobre la probabilidad estadistica, sino sobre la probabilidad légica definida por Carnap. Las unidades utilizadas por esta teoria son proposiciones légicas ad hoc, y el concepto de redundan- cia semantica que define pertenece mas bien a la légica que a la semantica. En la teoria clasica de la informacién, la redundancia en un sistema de sefiales estA definida como la diferencia entre la capacidad real de este sistema y su capacidad potencial m4xima; tampoco tiene nada en comin con la nocién de ite- racién o de recurrencia. Preferimos pues el término de ite- racién para evitar toda ambigiiedad. V.2. Unidades semdnticas y tipos de isotopia Para evitar toda confusién, he aqui ahora algunas precisiones concernientes a las unidades lingiitsticas. Una isotopia puede estar establecida exclusivamente entre unidades que pertenecen al mismo plano del lenguaje, 0 que pertenecen al mismo nivel de lenguaje, 0 incluso entre unida- des del mismo tipo. Tratamos aqui: 1, del plano del contenido; 2. de tres niveles de complejidad: el sintagma, el enun- ciado, el texto; deseando mostrar que el funcionamiento iso- tépico obedece las mismas reglas en cada uno de estos niveles, necesitaremos estudiar sobre este punto Ja interaccién de estas etapas; [86] 3. de tres tipos de unidades sem4nticas: los semas especi- ficos, los semas genéricos y los rasgos connotativos. Nos limi- tamos pues, al menos en un primer ‘momento, a los semas, sin tomar en consideracién otras unidades semanticas y sj- guiendo en este punto a Pottier, quien define la isotopia por “la redundancia de un sema a través de diversos elementos de una secuencia” (1974, p. 326). Ciertamente, se notan unas recurrencias de unidades de mayores dimensiones que concu- rren a la coherencia textual (sobre este punto véase nuestro estudio sobre la homologacién de secuencias narrativas, 1974, pp. 114-132). Pero si estudiamos las recurrencias sémicas, es considerando que las recurrencias de las grandes unidades no son sino un efecto complejo de ellas; 4, de dos tipos de isotopias: la que est4 constituida por la recurrencia de un contenido dado; Ia Ilamaremos isotopia tdxica; la que est4 constituida por la recurrencia de conteni- dos diferentes que pertenecen a una misma clase: la Iama- remos isotopia taxémica. Resumicndo lo que precede se llega a la tipologia si- guiente: sect lg —~ ein pee atte | Cf enunciado (5) Cf. En. (6). Cf 1.2. Cf. en. (1) y (2) Cf. IT. En nuestro estudio de 1972, utilizamos la oposicién grei- masiana entre “nivel semiolégico” (conjunto de semas espe- cificos), y “nivel semantico” (conjunto de semas genéricos). Estas expresiones parecen actualmente initiles, es decir, am- biguas, pues no corresponden a la distincién establecida, por otra parte, entre semantica y semiologia. Llamariamos verticales a las isotopias taxicas y horizon- tales a las isotopias taxémicas. Si estos términos pudieran con- venir para evocar la “estructura arbérea” de un texto poli-iso- tépico, no son menos peligrosamente imaginados. Asi, Cathe- 187] rine Kerbrat-Orecchioni* ha inferido de ello que proponia- mos extender el concepto de isotopia a la dimensién paradig- matica del lenguaje, extensién que como ella, rechazamos ex- plicitamente. Ella plantea entonces esta cuestién indirecta: “Rastier no indica cémo tratar de la metdfora in praesentia (soleil cou coupé) (sol degollado) en la cual los dos semas is6topos estan en relacién de sucesividad (isotopia horizontal) sin pertenecer por ello al mismo campo semantico” (op. cit., p. 25). “Sol degollado” presenta un ejemplo de isotopia es- pecifica-taxica. Esté establecida por la recurrencia de los se- mas/circularidad/ + /enrojecimiento/ + /derramamiento/ (infiriendo de ahi rayos y sangre respectivamente). No po- demos detallar aqui el proceso de construccién de estos semas, que pone en juego inferencias y presuposiciones complejas y discutibles; siempre sucede asi que la isotopia descrita perte- nece claramente a la dimensién sintagmitica. OBRAS CITADAS Arnold, M., “Le réle de l’analogie dans la théorie sémiotique", Paris, Centro de Informatica y de Metodologia en Arquitectura, doc. mecanografiado, p. 12, (1980). Arrivé, M., “Pour une théorie des textes poly-isotopiques”, Langages, 31, pp. 53-63 (1973). Arrivé, M., “Le concept de symbole en sémio-liguistique et en psycha- nalyse”, Documents del G. R. S. L., ITI, 25, 32 p. (1981). Berendonner, A., “De quelques aspects logiques de l'isotopie”, Linguis- tique et Sémiologie, I, pp. 117-135 (1976). Blanché, R., Introduction a la logique contemporaine, Paris, A. Colin, 207 p. (1968). 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Klinkenberg (uno de los miembros del gru- po Mu) sobre “Le concept disotopie en sémantique et en sémiotique littéraire” (Le Francais moderne, juillet 1973, pp. 285-290) y sobre todo el brillante articulo de D.-Delas “Confondre et ne pas confondre”, Litterature, no. 27, octobre 1977, pp. 92-104. Por supuesto ha habido otros, que olvido. Los problemas estudiados por Rastier desde entonces me son bastante conocidos. Sin embargo, creo que es itil for- mular algunas observaciones cursivas sobre ciertos aspectos de la lectura que ha hecho de mi articulo (que hoy es acce- sible mas cé6modamente en Lire Jarry, Complexe/PUF, 1976, del cual constituye el capitulo “Méthodologiquement TI”). 1. Rastier se refiere a una “contradiccién flagrante” en mi anlisis de la isotopia connotada (p. 18). El andlisis ha sido muy bien Ievado, y naturalmente reconozco que habria con- tradiccién si en mi articulo no hubiera sido formulada la si- guiente proposicién: “Es muy frecuente que contenidos sig- nificados, en ciertos puntos de un texto, al nivel de la conno- tacién, lo sean en otros puntos al nivel de la denotacién” (Lire Jarry, p. 98). Esta proposicién basta para hacer des- aparecer la contradiccién. Falta, evidentemente, que se pueda discutir la validez de esta proposicién. Salvo error, Rastier no lo hace. [90] 2. Rastier se pregunta si los hechos que yo examino bajo el nombre de “isotopia connotada” provienen de la connotacién en sentido hjelmsleviano. Creo, por varias recientes publica- ciones,’ haber mostrado suficientemente que soy poco recep- tivo al relativo descrédito en el cual una moda, tal vez fugi- tiva, en todo caso no pertienente, ha hecho caer la obra de Hijelmslev. Reconozco no obstante que consideraba como un ejercicio un poco initil tratar de justificar, diez afios después, la absoluta ortodoxia hjelmsleviana de mis palabras. Dicho es- to no creo que Rastier haga un andlisis verdaderamente exacto cuando dice, que yo “nombro isotopias connotativas a rela- ciones entre sememas en el seno de un discurso dado”, Mas precisamente: todo hecho de connotacién esta, por uno de sus aspectos, fundado en una relacién de asociacién entre sememas (piénsese en el andlisis del vulgarismo en Greimas). Esto no quiere decir evidentemente que toda relacién de aso- ciaci6n entre sememas provenga de la connotacién. Me pare- ce que los que he descrito en el articulo provienen de la connotacién —y no los que (mAs exactamente: no todos los que) describe J. P. Richard en L’univers imaginaire de Ma- llarmé. En cuanto a que esas significaciones no estén “codi- ficadas en otra parte fuera del discurso descrito” (p. 19), (constituye eso, atin en términos estrictamente hjelmslevianos, un obstaculo para que sean ejemplo de la connotacién? 3. Paso rapidamente por los tres dificiles problemas plan- teados por el manejo de las nociones hjelmslevianas de ma- nifestacién y de isomorfismo. Para ser breve, diré que me parece que Rastier lee muy exactamente el concepto hjelms- leviano de manifestacién (p. 15). Sobre este punto, creo po- der “declararme culpable”: en 1973, sin duda, yo estaba mas © menos “obscuramente” (es el término de Rastier) tentado 2 “Liepouvantail du structuralisme: Hjelmsley aujourd'hui”, Dialectiques, no. 26, hiver 1979, pp. 35-49; “la glossématique”, in Rebecca Posner et John N. Green (eds.), Trends in Romance Linguistics’ and Philology, vol. 2, Paris, La Haye et New York, Mouton, 1981, pp. 305-352; “Le concept de symbole olinguistique et en psychanalyse", Documents du G. R. S. L., III, 1981, jjelmsley Iecteur de Martinet lecteur de Hjelmslev”, LINX,” 1982. [91] a homologar de manera un poco “aventurada” (es el tér- mino de Greimas y Courtes, art. manifestacién) la pareja manifestacién/inmanencia con la pareja manifiesto/latente: es sin duda lo que explica ciertas ambigiiedades de mi articu- lo. En cambio, me parece que Rastier lee al revés el concepto de isoformismo, confundiéndolo con el concepto de confor- midad. El isomorfismo es la identidad formal de dos estruc- turas. La conformidad implica ademas la correspondencia bi-univoca de las unidades entre las dos estructuras: aquf se encuentra uno de nuevo con el problema de las semiéticas monoplanas y de los sistemas de simbolos (ver sobre este pun- to el Dictionnaire de Greimas y Courtés, art. conformité, isomorphisme, monoplane, sémiotique, symbole, asi como el parrafo III de mi articulo sobre “Le concept de symbole (...)”, particularmente la p. 24). Rastier dice-en la p. 15 “que hay paralelismo pero no isomorfismo entre los planos de la expresién y del contenido”, atribuyendo esta cita a la “teoria del lenguaje que proviene de la glosematica” (ibid.). Se ve que ha sustituido paralelismo por isomorfismo e iso- morfismo por conformidad. Un descuido nada inocente: pre- cisamente en Hijelmslev hay isomorfismo (en algunos casos atin puede haber conformidad: son los sistemas de simbolos) entre los dos planos. Me temo un poco que este descuido ter- minolégico haya llevado a Rastier a una lectura paralela- mente (procede decirlo descuidada), no s6lo de mi artfculo, sino atin de los Prolegémenos. 4. Estoy perplejo ante las primeras lineas del texto de Rastier. Plantea en efecto que el término isotopia es “normalmente univoco en su empleo cientifico”. ;Es un performativo ca- muflado, como podria sugerirlo (pero muy discretamente) el adverbio normalmente? Se podria estar de acuerdo sin mds, a condici6n, sin embargo, de sefialar las dificultades que plantearia la insti- tucién de tal univocidad. Pero si se trata de un constativo, es de sorprenderse: el término isotopia no es univoco. Se sabe que es un caso frecuente en la terminologia semiética. Al Trespecto, se podria formular una exigencia minima: estable- 92] cer la univocidad de los términos empleados en un mismo texto. En compensacién, reivindico el derecho a la variacién semantica entre varias fases sucesivas de una investigacién —a condicién de que esta variacién esté sefialada explici- tamente. ¢El texto de Rastier observa de cabo a rabo esta exigen- cia de univocidad para el término isotopia? Reconozco ha- berme planteado la pregunta, y atin haber estado tentado a darle una respuesta negativa. Después del examen, me parece que el término isotopia es, finalmente, utilizado de manera univoca. Pero es a costa lo., de un retoque nada desprecia- ble dado a lo largo del articulo a la definici6n; 20., de una enfadosa ambigiiedad (que sin duda explica mis prolongadas vacilaciones sobre la univocidad del término) ; en fin, 30., de una interpretacién extensiva del principio jakobsoniano de proyeccién del principio de equivalencia del eje de la sclec- cién sobre el eje de la combinacién. Precisemos. 4.1. El retoque. Rastier plantea que “la isotopia compete exclusivamente a la dimensién sintagmatica del lenguaje”. La definicién que casa mejor con este postulado es evidentemen- te la que describe la isotopia como “constituida por la itera- cién” de una unidad lingiifstica”. Aunque el singular sea sin duda por si mismo suficientemente explicito, habria sido aun mas claro afiadir una precisién del tipo: siempre idéntica a sf misma. Con la isotopia asi definida, uno est4 tranquilo: no hay interferencias con la dimensién paradigmatica (salvo si se considera que la relaci6n de una unidad consigo misma compete a lo paradigmatico, lo que es especial). Pero las isotopias de ese tipo no son las tinicas posibles: las unidades iterativas pueden scr diferentes, a condicién de que, sin em- bargo pertenezcan a una misma clase. De donde el retoque dado de manera progresiva (primero por una frase interro- ® Asi como Rastier critica, p. 25, el empleo del término redundancia en la definicién de la isotopia, igualmente Delas, en el articulo antes citado, critica el empleo que Rastier hace del término iteracién que le parece “reducir el concepto a un aspecto puramente operative al insistir sobre el mecanismo de la operacién y al ocultar tanto su principio como su meta” (op. cit., p. 103). [93] gativa, después, por una taxinomia explicita de isotopias, las unas “constituidas por la recurrencia de un contenido dado”, las otras “constituidas por la recurrencia de contenidos dife- rentes que pertenecen a una misma clase”). Como se ve: el retoque —manifestado por la oposicién del singular un con- tenido al plural contenidos diferentes— es importante. Un censor un poco puntilloso estaria quizd tentado a ver ahi un hecho de polisemia del término. 4.2. La ambigiiedad. Se acaba de ver: la primera definicién de isotopia esta bien protegida de toda contaminacién para- digmatica. No sucede lo mismo con la segunda: porque las relaciones que se establecen entre dimensiones (Rastier, que aqui se limita al contenido, toma el ejemplo de los semas) diferentes en cl seno de una misma clase competen evidente- mente a una paradigmatica. De donde la ambigiiedad: ¢estas relaciones paradigmiticas no se toman en cuenta en la defi- nicién de la isotopia? Uno puede, a su voluntad, y de manera igualmente legitima, responder afirmativamente (lo que ha- cen Greimas y Courtes) 0 negativamente: es el partido que ha tomado —a decir verdad sin justificarlo— Rastier, La ambigiiedad afecta aqui al enunciatario (aqui, servidor Mi- chel Arrivé). Apuesto a que afecta igualmente al enunciador (aqui Rastier). Asi se explicaria su extrafia manera de pro- ceder por retoques sucesivos, a manera de no hacer entrar en contacto las dos proposiciones de compatibilidad litigios “Ja isotopia proviene exclusivamente de la dimensién sintag- matica” y “la isotopia se constituye por la recurrencia de diferentes contenidos que pertenecen a una misma clase” (lo que acarrea un riesgo de contaminacién paradigmitica ) . 4.3, Jakobson maltratado. En Ia verosimil intencién de hacer desaparecer la ambigiiedad que acabo de sefialar. Rastier utiliza a Jakobson. Afirma que “las isotopias provienen de la proyeccién del principio de equivalencia del eje de la selec cién (paradigmatica) sobre el eje de la combinacié6n (sintag matica)”. Se ve el doble interés de semejantes andlisis: des- peja la ambigiiedad al fijar las relaciones entre dimensién [94] sintagmatica y dimensién paradigmatica; renueva completa- mente la lectura del célebre postulado. ; Pero qué es lo que pasa precisamente? Solamente hay que distinguir los dos tipos de isotopfa. Si se trata de la isotopia taxica (constituida por la recurrencia de una dimensién dada), no se ve por qué la identidad se encuentra reducida a la “equivalencia” (que, ademas, no est4 definida). Si se trata de isotopia taxémica (constituida por la redundancia de diferentes dimensiones, pe- ro de la misma clase), no se ve por qué la diferencia se transforma aqui en equivalencia. En uno y en otro caso, uno se pregunta sobre la naturaleza del objeto proyectado de un eje al otro. ;No se trata de dimensiones mismas mas que de la hipotética “equivalencia” establecida entre ellas? Entonces se encuentra uno reducido al problema de la sintagmatiza- cién de las estructuras paradigmaticas, es decir a la puesta en discurso, es decir a la enunciaci6n. Y se constata que el pos- tulado jakobsoniano de proyeccién del principio de equiva- lencia de un plano sobre el otro no tiene nada que hacer aqui. De golpe se desvanece la renovacién prometida de la f6rmula de Jakobson. Micuer Arrivé (Trad. Ancéuica Prieto InzuNza) [95] CONTRA-NOTA Dos niveles del discurso: el temdtico y el figurativo La “imposibilidad” de una distincién entre isotopias teméti- cas ¢ isotopias figurativas —proclamada aqui mismo por F. Rastier— deberia por lo menos sorprender al lector. Re- dactando una tesis de Estado, no como el autor lo hace del concepto de “isotopia”, sino sobre la nocién de “motivo”, hemos sido guiados a fundar en parte nuestra investigacién sobre la dicotomia: tematico vs. figurativo. Que Semidtica. Diccionario razonado de la teoria del lenguaje no sea ya ex- plicito sobre esta relacién, que incluso varias de sus proposi- ciones sean para revisar, no sabria justificar por ello la exclusién pura y simple de este doble nivel del “recorrido generativo”, En mi opinién, y sin siquiera acudir, por ejem- plo, al funcionamiento del discurso parabélico, creo poder decir que lo figurativo “existe: yo lo he encontrado” (cf. Documents de recherche, no. 9, 10 y 14, y el Bulletin del G. R. L. S., no. 16). 1. La tematizacién de la “recoleccién” en “La cuerda” (de G. de Maupassant). En el texto de La cuerda, hemos pro- puesto distinguir cuidadosamente la configuracién de “re- coleccién” —“El se bajé”, “tomé del suelo el pedazo de cuer- da delgada”, “y (se disponfa a) enrollarlo”, “(escondid) bruscamente su hallazgo bajo su blusa, y después en el bolsillo de sus pantalones cortos” (pp. 5-6)— de su interpretacién pragmitica que esta dada bajo la forma de tematizacién: [96] “todo era bueno para recolectar (...) que puede servir” (p. 5). Hay que entender evidentemente por tematizacién la semantizacién minima (con la ayuda de algunos clasemas de gran generalidad, del tipo /animado/ o /humano/) de un programa narrativo (simple o complejo) o de un recorrido narrativo; se trata de un semantismo retomado del punto de vista sintagmatico, dispuesto y presentado segan una articula- cién narrativa subyacente. De ahi el dominio de lo que nos- otros proponemos llamar (atin si la expresién es un poco pe- sada para el francés) lo “tematico-narrativo”. En La cuerda, se comprueba ampliamente la distancia que separa la configuraci6n de la “recoleccién”, del tema de la /economia/. De todas las figuras de la “recoleccién” sélo son retenidas las de ‘“‘tom6 (contada para representar la con- juncién sintactica del sujeto y del objeto, y por eso compatible con el programa narrativo (PN) de /atesoramiento/) y de “trozo de cuerda delgada” (reducida de hecho a una “me- ta”); la tematizacién, operada por el maestro Hauchecorne, no toma en cuenta estos otros elementos figurativos (“se bajé”, “por el suelo”, “bajo la blusa y después en el bolsillo de sus pantalones cortos”) reducidos al papel de lo que se llama comiinmente “circunstantes”. Por otro lado, la configuraci6n de la “recoleccién”, con su forma sintActica subyacente (formulable como una “apro- piaci6n’’), Hega a ser, en el cuadro de la tematizacién con- textual, un simple elemento constituyente de un PN mas amplio: “todo era bueno para recolectar que puede servir” PN englobado PN englobante que esta fundado en particular sobre la iteratividad. La distancia que reconocemos asi entre la “recoleccién” y la /economfa/ nos invita a considerar la tematizacién como una reorganizacién, segin un PN subyacente, del material [97] figurativo, con, evidentemente, como un “exceso de sentido”: salvo la puesta en contexto, nada obliga, a priori, a leer la “recoleccién” como /economia/ o /atesoramiento/. A este respecto dos observaciones se imponen, Es claro que lo figurativo est siempre al servicio de lo temAtico pues jaméas ha girado sobre si mismo; desde el momento en que aparece en el discurso, esta necesariamente tematizado sobre el plano pragmitico (lo que llega a ser hasta ahora y ahi comprendido en el caso de las “recetas de cocina”, por ejem- plo, como lo testimonia el analisis de A. J. Greimas sobre “La sopa a la albahaca”: Documents de recherche, no. 5). Es reconocer asi la prioridad de lo tematico sobre lo figurativo: las figuras del mundo —en un universo cultural dado— no son jamas sino pretexto para la interpretacién, para la afir- macién renovada de sistemas de valores previamente plan- teados, Por otro lado, hemos sido llevados a dejar de considerar lo figurativo como una simple traduccién (por especifica- cién) de lo tematico: se sabe, por ejemplo, que el hecho de dejar algunos restos en el fondo de su plato después de haber- sa servido (a la mesa) sera considerado en Francia como una senal de /descortesia/, y, en Ecuador, como signo de /corte- sia/. Ante una configuracién dada (‘“recoleccién”), la tema- tizacién (/economia/) selecciona las figuras (“tomé”, “trozo de cuerda”) susceptibles de corresponder, como un amorti- guador, para tal elemento del PN subyacente, dejado en las otras despojadas de funciones narrativas (no son sino “cir- cunstantes”). En la novela de Maupassant, la “cuerda” —del punto de vista del maestro Hauchecorne— no se hace sino un pretexto para el tema de la /economia/. A decir verdad, lo que el maestro Hauchecorne quiere disfrazar —cuando él “escon- dié bruscamente su hallazgo... después aparent6 buscar” —no es tanto la “cuerda” sino el tema de la /economia/ que tiene que sorportar. No habria sido “preso de una suerte de vergiienza de ser visto asi por su enemigo, buscando en la porquerfa una punta de cuerda” si él hubiera “recogido” este objeto por ejemplo para atar algo: la “vergiienza” esta [98] ligada al extravio, a la desproporcién entre el valor econé- mico casi nulo de la “cuerda” y el PN de /economia/ que esta enfocado, entre el PN de uso y el PN de base. Es claro, por otra parte, que no habiendo visto el objeto recorrido, Malandain podria, por su parte, interpretar el gesto del maestro Hauchecorne como si se inscribiera por ejemplo, en un PN de /limpieza/, de /restitucién/ 0 incluso de /bisqueda/ (traer tal objeto al cuadro de un contrato), etc., pues la configuracién de la “recoleccién” es polivalente, plurisdiscursiva, susceptible de tomar lugar en una multitud de contextos temtico-narrativos (con significaciones dife- rentes, es decir, tematizaciones variadas). Se sabe que el narrador ha escogido atribuir a Malandain y, més all, al sujeto social, una lectura /deshonestidad/ del gesto del maestro Hauchecome, apoyandose, entre otros sobre el hecho “que él era capaz con su astucia de normando de hacer eso de lo que se le acusaba..., siendo conocida su malicia” (p. 12). Esta interpretacién se funda, en particu- lar, sobre la tematizacién congnitiva operada por el maestro Hauchecorne mismo cuando él intenta “esconder” a los ojos de Malandain lo que esta haciendo. En el momento en que la cartera y su contenido son entregados a su legitimo pro- pietario se podria creer que el maestro Hauchecorne va a poder ser rehabilitado. Pues bien, el relato no se detiene ahi, y eso por una doble razén. Después de haber provocado, al principio, en el cuadro de la tematizacién cognitiva de /no informacién/, estados de /secreto/ (“El escondié bruscamente su hallazgo”) y de /mentira/ (“Fingié buscar”), el maestro Hauchecorne es in- capaz, cognitivamente hablando, de “echar marcha atras’’, pues no dispone de la “marca” necesaria que, en el cuadrado de la verediccién, permitiria regresar de /no parecer/ a /pa- recer/ y de /no ser/ a /ser/. Por oposicién a la tematizaci6n de /no informacién/, efectuada al principio, el maestro Hauchecorne intenta en- tonces una tematizacién cognitiva inversa, una tematizacién de /informacién/; intenta demostrar la /verdad/: “escarban- do en el fondo de su bolsillo, sacé el pedacito de cuerda”, “se [99] hurgé, bajo su peticién, el maestro Hauchecorne. No se en- contré nada en él” (p. 9), “mostrando sus bolsillos al revés, para probar que no tenia nada” (p. 10). Pero es un fracaso, pues no dispone de la “marca” (cf. la zapatilla de Cenicien- ta, el anillo de Piel de asno, la Have manchada de sangre de Barba azul) que sirve para la glorificacién del héroe y para la confusién del traidor. Esta ausencia provoca la incredu- lidad del sujeto social, incluso después de la restitucién de la cartera: “Se tenia la impresién de bromear escuchandolo. No se estaba en apariencia convencido” (p. 11), “Se le creia tanto menos cuanto su defensa era menos complicada y su argumentacién mas sutil” (p. 12). Pero hay una segunda raz6n por la cual el relato no puede cerrarse con la rehabilitacién del maestro Hauchecorne. Se ha notado que la tematizaci6n cognitiva de /no informacién/ (“Escondié bruscamente ...”, “Fingié esconder...”) influfa sobre la tematizacién pragmatica de /economfa/, la cual se encargaba, en un plano inferior, de la configuracién de “‘re- coleccién”. (Se trata ahf de una organizacién jerarquica de tres niveles). Después de la restitucién de la cartera, tenemos por una parte la tematizaci6n cognitiva de /informacién/ (‘“Mostran- do sus bolsillos al revés para probar que no tenfa nada”, p. 10) y, por otra, el mismo programa figurativo de “recolec- cién” (“se puso en camino con tres vecinos a quienes les mostré el lugar en donde habfa recogido el trozo de cuerda”, ibid.) ; pero, en ningiin momento, el maestro Hauchecome propone, entre los dos, una tematizacién pragmatica (ya sea la de /economia/ u otra): hay ahi real y literalmente una) ausencia de sentido (segin la doble acepcién de este término: significacién y direcci6n; pues, como lo hemos di- cho, lo figurativo sin tematizacién es propiamente insensato: “recoger una cuerda” por “recoger una cuerda” es absurdo. Para que su gesto no sea insensato, habria sido necesario que el maestro Hauchecorne propusiera una interpretacién prag- mi&tica incluso antes de hacer funcionar el plano cognitivo. (Las flechas indican el sentido de las sobredeterminaciones) , [100] (ler. tiempo) (20. tiempo) cognitiva. : + /mo informacién/ ...__/informacién/ tematizacién bragmdtica + /economia/ wm Y > / figurativizacién : “recoleccién”” ses “recoleccién”™ 2. Retorno a la configuractén de la “carta” (en el cuento popular) En Documents no. 9, 10 y 14, habiamos mostrado que la configuracién de la “carta” podia ser tomada a su cargo por el tema de la /informacién/, 0 por el del /reconocimiento/. Otras investigaciones, hechas después, nos han llevado a com. probar que ella es también capaz de jugar un papel de /pro- teccién/. Sin embargo, la autonomia de la configuracién (en relacién con los contextos tematico narrativos susceptibles de explotarla a su provecho (sera a menudo reducida —en un universo sociocultural dado— en la medida en que, a la in- versa de los casos de originalidad semAntica, se operan tema- tizaciones estereotipadas: asi parece ser el caso de la “carta” generalmente enlazada, para nosotros, al tema de Ja /infor- macién/, al punto que este papel, normalmente contextual, parece hoy casi definitorio de la configuracién misma, como lo testimonian, por otra parte, entre otros, los diccionarios usuales, Que una misma configuraci6n —tal como la “carta”— pueda cambiar de contexto tematico-narrativo muestra bien, una vez mas, que lo figurativo no es una simple especificacién de lo tematico. Uno de los problemas que se plantean enton- ces es al menos el de la relacién entre estos dos “niveles di- cursivos”. Sin pretender poder aportar aqui una respuesta totalmente satisfactoria que aclarara la relacién de lo temAti- co a lo figurativo, tal vez nos es posible, tomando primera- mente el caso mis corriente de la “carta-informacién”, de ver un poco cémo “las cosas suceden” 0, al menos, como po- demos semidticamente imaginarlas. Para hacer esto, partamos por tres recorridos figurativos principales enumerados en la configuracién de la “carta”: [101] “remitir” /“recibir”, “cerrar”/ “abrir”, “escribir”/ “leer”. La exploraci6n que hemos hecho de nuestro corpus nos ha mos- trado, entre otras cosas, que estaban siempre asociados —po- sitiva 0 negativamente— en cada uno de los tres protagonis- tas (remitente, mensajero, receptor), que en ninguno de éstos se reservaba uno u otro de los recorridos reconocidos: el remitente “escribe”, “cierra”, “remite”; el mensajero “reci- be”, “guarda”, “no abre”, “no lee”, “remite”; el receptor “recibe”, “abre”, “lee”. En relacién a los relatos-ocurrencias examinados, hemos sido Hevados primeramente a disociar los actores figurativos variables (tales como la “mujer”, los “hermanos”, el “perro”, en Barba azul) de los papeles figurativos invariables que he- mos denominado aqui (con mas o menos satisfaccién) : remi- tente, mensajero, receptor (en el viejo sentido del término). Lo que caracteriza al actor figurativo, es que, manifestado en el discurso subsume ah{, generalmente, varios papeles figu- rativos, a tal punto que se pone a menudo en el cruce de di- ferentes configuraciones: se ve asi, por ejemplo, que la “mu- jer” de Barba azul tiene no solamente el papel figurativo de remitir en la configuracién de la carta, sino que esté también ligada, en la mayor parte de las versiones, a los motivos de la Mave manchada de sangre, a la ropa (el vestido de Ia des- posada), etc. El papel figurativo, al contrario, se definira en consideracién de la tinica configuracién de la cual surge, subsumiendo ahi uno o varios recorridos figurativos (del tipo, como aqui, “escribir” /“leer”, “remitir”/“recibir’’), conside- rados en su estado virtual. En esta perspectiva, el juego de los recorridos figurativos puede ser retomado desde el punto de vista de sus agentes virtuales que son el remitente, el mensajero y el receptor. Estos papeles figurativos constituyen como una especie de eslab6n intermediario que asegura el paso de los recorridos figurativos enumerados en los papeles temiaticos y actanciales de orden contextual: [102] Papeles Papeles Papeles actanciales tematicos figurativos St destinador —/informante/—_“remitente” 82 destinatario _/informado/ “receptor” “recibir” 7 “abrir” $3 sujeto delegado /informador/ —_ “mensajero" O-objet0 Finformacién/ “carta” Segtin esta distribucién, se ve que la distincién comtin- mente reconocida (no en el plano ontolégico, como parece hacerlo F. Rastier, sino operacional) entre los dos planos de lo tematico y de lo figurativo nos Heva a disociar correlati- vamente el papel tematico (que admite figurativizaciones va- riables) del papel figurativo definido precedentemente: es claro, por ejemplo, que el papel tematico de /informador/ se realizara figurativamente de diversas maneras: ademés del motivo de la carta, no olvidemos, entre otros, el caso del men- sajero sin carta que entrega oralmente el saber del cual es portador; y, por supuesto, muchas otras formas de /hacer-sa- ber/ existen, que no son de naturaleza verbal (por gestos, por ejemplo). Desde este punto de vista, los papeles figurativos de remitente y de receptor, que sirven para manifestar los papeles tematicos de /informador/ y de /informado/, no les son por eso reductibles, En la medida en que se reconoce la independencia del tema, en la ocurrencia del de /informaci6n/, en relacién con Sus manifestaciones figurativas posibles (aqui, la de la “car- ta”), y de donde, inversamente, se puede prever la autonomia de la configuracién en atencién a los temas susceptibles de [103] tomarla a su cargo, se es conducido entonces a tratar sus relaciones reciprocas en términos de invariable y variable. Tomando aqui como invariable, puesto que tal es nuestra perspectiva de acercamiento, la configuracién, no es forzoso considerar el tema como si fuera de naturaleza contextual. Asi por ejemplo, en una historia que cuenta cémo ahora “un pescador salva a un nifio de ahogarse”, reconoceremos que el lexema “‘pescador” recubre no solamente un papel figurativo de “pescador”, que condensa, desde el punto de vista de la gente, uno 0 varios recorridos figurativos del motivo de la “pesca”, pero también, sobre el plano contextual, un papel temAtico de /salvador/. Por supuesto, si cambia de contexto, el papel figurativo de “pescador” conservara su especificidad, atin si sirve de soporte a un tema diferente. Estas cuantas observaciones, que por otra parte deberian dar lugar a una reflexi6n m4s profunda sobre las relaciones de la configuracién en sus contextos de empleo, nos invitan a precisar aqui el estatuto del actor figurativo: precedente- mente concebido como el que subsume generalmente varios papeles figurativos, aparece ahora como recubridor también —y necesariamente— de uno o varios papeles tematicos. Asi, en Barba azul, los “hermanos”, siempre insertandose entonces, contextualmente en el tema de la /informacién/ (en tanto que /informados/), juegan también otro papel tematico, el de /liberador/, que el relato propone enseguida y en cl cual seran dotados de papeles figurativos correspondientes. Hasta aqui, sélo habiamos enfocado el tinico tema de la /informacién/. Si ahora tomamos en cuenta las diferentes tematizaciones reconocidas de la “carta”, se percibe, por ejem- plo, que la “‘categorizacién tematica” (para retomar la formu. la de L. Panier) de /reconocimiento/, acompafidndose del sincretismo de $1 y S2, provoca relativamente el cimulo de figuras por el mismo actor: en La bella de los cabellos de oro, el rey, recordémoslo, juega sucesivamente las funciones de re- mitente y de receptor: [104] Papeles Papeles Papeles Figuras/recorri- actanciales tematicos fieurativos dos _figurativos, 51 destinador . ‘ oo /reconociendo/ “remitente’ “receptor” $2 destinatario “mensajero” Con el tema de la /proteccién/, parece —bajo beneficio de inventario— que no pudiera eliminar, en caso contrario, el sujeto delegado (S3) y, al mismo tiempo, el papel figura- tivo de “mensajero”: Papeles Papeles Papeles Figuras/recorri- actanciales teméticos figurativos dos figurativos SI destinador ——_/protector/ “remitente” “escribir” “remitir” 82 destinatario protegido/ “receptor” O-objeto /proteccién/ \ Esta puesta en cuadros no tiene aqu{ ninguna otra pre- tensi6n que la de recordar que las tres tematizaciones surgi- das de la “carta” —/informacién/, /reconocimiento/ y /pro- teccién/— juegan sobre los mismos recorridos figurativos: si las figuras, como se ve, son invariables, su distribucién entre los actores, por el contrario, se modifica pasando de un so- porte tematico narrativo al otro, De nuestra encuesta —de la cual no nos es posible aqui dar detalles (en particular por lo que trata al tema de la /proteccién/ que no figura en Documents no. 9, 10 y 14)— surge que la configuracién de la “carta” ocupa siempre, hablando sintdcticamente, una posicién modal particular, inserita en un recorrido narrativo mds amplio: la misiva nos aparece asi como si correspondiera ya sea a un /poder-hacer- saber/ mediatizado (transitivo en el caso de la /informacién/, [105] reflejado en el /reconocimiento/), ya sea a un /poder-hacer- no-hacer/ (con el tema de la /proteccién/). Es tal vez decir con eso —como lo hemos afirmado arriba— que lo que Ila- mamos “tema’’ no es sino la forma ligeramente semantizada (con un contenido, una inversi6n minima tal, por ejemplo, el clasema /animado/ o /humano/) de una organizacién sintactica dada, y que todas las recategorizaciones temAticas (aqui, las de /reconocimiento/ y de /proteccién/) serian fun- damentalmente traducibles en términos narrativos. Seguin esta hipétesis, todo tema sdélo tendria probablemente una tnica formulacién sintdctica posible, ¢, inversamente, una organi- zacién narrativa determinada no tendria probablemente sino una sola interpretacién tematica. Estas observaciones serian vdlidas, evidentemente, tam- bién, en el caso de la integraci6n de un tema en otro mas amplio (donde puede actuar, como lo hemos podido compro- bar en el curso de nuestra encuesta, el principio de recursivi- dad) : si, en Barba azul, la carta corresponde, sintacticamente hablando, a un /poder-hacer-saber/, la /informacién/ que permite sc inscribe, de hecho, en un tema englobante, el del /Mamado de socorro/, también definible, a su vez, en térmi- nos de estructuras narrativas de organizaciones modales. En esta perspectiva no se excluye que pudiera ser esta- blecida un dia una tipologia de temas, que estuviera fundada en las estructuras sintacticas (tanto semio-narrativas como discursivas) explotando en particular la inmensa combina- cién posible de modalidades del /hacer/ y del /ser, Antes de abandonar aqui el problema de las relaciones entre tema y forma narrativa, nos es forzoso evocar, atin muy brevemente, la reintepretacién parcial que incidentalmente hemos hecho del concepto de “recategorizacién temiatica”’, propuesto por L. Panier, Segtin su promotor esta nocién sur- ge de la organizacién sintagmAtica que registra unas trans- formaciones de contenido: la “recategorizacién” presupone una “categorizacién” inicial que sirve de punto de compara- [106] cién. Por nuestra parte, al contrario, Ja articulacién catego- rizacién de base vs. recategorizacién seria de tipo paradigma- tico, sin que se pueda postular, por ejemplo, que la lectura /proteccién/ 0 /reconocimiento/ remite a este punto de re- ferencia que seria entonces el tema de la /informacién/. Asi, convendria hablar, mas que de “recategorizacién”, simplemente de “transformacién tematica”. Sin embargo, po- demos conservar, de hecho, la denominacién propuesta por L. Panier, pero ahora por otra raz6n de naturaleza socio-se- midtica: la categorizacién de base, en funcién de la cual se hablaré enseguida de “recategorizacién”, coincidiria, para nosotros, con la tematizacién més frecuente, la m4s comtn- mente admitida en un universo sociocultural dado (asi seria para la /informacién/ en el caso de la carta), la que se re- conoce como estereotipada. Nuestra —hipotética— definicién de lo “tematico” —co- mo inversién semAntica minima de la estructura narrativa— nos obliga evidentemente, en el cuadro del “recorrido gene- rativo” (cf. el cuadro de la p. 160 de Sémiotique. Diction- naire ..,, op. cit.), nos obliga a desplazar lo tematico del ni- vel de las “estructuras narrativas” al de las “estructuras se- mio-narrativas” (donde corresponderia entonces exactamente a lo que A. J. Greimas y yo mismo habiamos propuesto Ila- mar “semAntica narrativa” sin saber demasiado qué poner bajo esta etiqueta) ; por oposicién, lo figurativo seria sélo para recubrir el componente semAntico del nivel discursivo. Estas cuantas observaciones se querrian como un desmen- tido formal a los propésitos de F. Rastier: “Nos parece im- posible utilizar esta distinci6n (isotopfas figurativas/isotopias tematicas) ... Clasificar los contenidos (...) conducirian necesariamente a un callején sin salida (... ) Finalmente, en el dominio filoséfico mismo, si uno admite que la materia piensa, la distincién entre lo concreto y lo abstracto no parece tan tajante. En la practica de la descripcién esta distincién entre niveles de isotopia parece acabar igualmente en un aprieto (pp. 11-12), Queda al lector juzgar si, fuera de una perspectiva onto- ldgica determinada —y discutible (:Qué es lo que se ha [107] llamado “referente mundano” en la pintura figurativa?— “Lo que se llama tradicionalmente cl referente” contiene también el discurso onirico, lo imaginario, maravilloso, miti- co?, etc.)—, que nos parece subtender el discurso del Autor, la practica comparativa puesta en marcha en unos textos dados, no basta finalmente para justificar la distincién figu- rativo/tematica: que ésta sea verdadera, ¢qué importa? desde el momento que parece eficaz, heuristica. Joseru Courrrs Trad. de CuAuntémMoc HerNAnpez y Rarari Tupa A.

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