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Fernando Pessoa

Cunto tiempo hace que no escribo! He pasado, en unos das, varios siglos
de renuncia insegura. Me he estancado, como un lago desierto, entre paisajes
que no existen.
Mientras tanto, me corra bien la monotona variada de los das, la sucesin
nunca igual de las horas iguales, la vida. Corra bien. Si durmiese, no me
correra de otro modo. Me he estancado, como un lago que no existe, entre
paisajes desiertos.
Es frecuente el desconocerme -lo que sucede con frecuencia a los que se
conocen... Me hago compaa en los varios disfraces con que estoy vivo.
Poseo, de cuanto muda, lo que siempre es lo mismo; de cuanto se hace, lo
que no es nada.
Recuerdo, lejano en m, como si viajara para dentro, la monotona todava
diferente, de aquella casa provinciana... All pas la infancia pero no sabra
decir, si quisiese hacerlo, si con ms o menos felicidad que paso la vida hoy.
Era otro el quien soy que viva all: son vidas diferentes, distintas,
incomparables. Las mismas monotonas, que las aproximan por fuera, eran
sin duda diferentes por dentro. No eran dos monotonas, sino dos vidas.
Con qu propsito me acuerdo?
El cansancio. Recordar es un descanso, porque no es hacer.
Qu de veces, para que el descanso sea mayor, recuerdo lo que no fui, y no
hay nitidez ni aoranza en mis memorias de las provincias en que estuve
como los que moran, tabla a tabla del entarimado, oscilo el oscilo de otras,
en las vastas salas donde nunca viv.
De tal modo me he convenido en la ficcin de m mismo que cualquier
sentimiento natural que tengo, desde luego, desde que nace, se me
transforma en un sentimiento de la imaginacin: la memoria en sueos, el
sueo en olvidarme de l, el conocerme en no pensar en m.
De tal modo me he desnudado de mi propio ser que existir es vestirme. Slo
disfrazado es cuando soy yo. Y, en torno a m, todos los ocasos incgnitos
doran, al morir, los paisajes que nunca ver.
31-3-1934.

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