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a Sendero rs la Pe i SANTERIA CUBANA EL SENDERO DE LA NOCHE RAUL CANIZARES f. 0 Q6$2-UU7-KD44 Lasser Press Mexicana, s.a. de c.v. México, DE. Titulo original: Cuban Santeria Traduccion al espafiol por: Mercedes Cordoba y Magro de la edicion en inglés de Destiny Books, One Park Street, Rochester, Vermont 05767, USA. www.InnerTraditions.com Destiny Books es una divisién de Inner Traditions International Disefio de cubierta: Peri Champine llustraciones de cubierta: Raul Canizares Hustraciones de los interiores y pinturas a color: Rail Canizares Disefio y formacién de interiores: Randi Jinkins Derechos reservados: © 1993 Raul Canizares © 2001 Lasser Press Mexicana, S.A. de C.V. Praga 56, Col. Juarez México, DF. No esta permitida la reproduccién total o parcial de este libro, ni la recopilacién en un sistema informatico, ni la transmisién en cualquier forma o por cualquier medio, por registro 0 por otros métodos, sin el previo permiso del editor. 1098765432 ISBN 0-89281-961-8 (Destiny Books) Printed and bound in the United States INDICE PREAMBULO 9 AGRADECIAIENTOS 19 PROLOGO POR WILLIAM J. HEIA 21 INTRODUCCION 23 capPiTULo 1 MANTILLA 31 CAPITULO 2 LA HERENCIA 38 CAPITULO 3 EVOLUCION Y SUPERVIVENCIA DE LA SANTERIA 44 CAPITULO 4 LA TERARQUIA 50 caPituLo 5 ASINCRETISAO 0 DISIAULO? 61 CAPITULO 6 LOS ORISHAS DE LA SANTERIA 71 CAPITULO 7 ORO: mOsica DIVINA 92 CAPITULO 8 SANTERIA Y ESPIRITISMO 98 CAPITULO 9 FL EBBO 0 SACRIFICIO 109 CAPITULO 10 EL SECRETO DEL HOMBRE LOBO 115 CAPITULO 11 ORISHAS EWE: USO DE LAS PLANTAS EN LA SANTERIA 122 CAPITULO 12 CHARADA CHINA 131 CAPITULO 13 EL LADO OSCURO DE LA SANTERIA 136 CAPITULO 14 LA SANTERTA: ,RELIGION MUNDIAL? 146 APENDICE | PANORAMA DE LOS NEGROS EN CUBA 152 APENDICE II fh 165 GLOSARIO 169 PREAMBULO Las figuras vestidas de blanco surgieron de entre la niebla cuando abri los ojos. Poco a poco se reunieron en un cuadro de camara lenta al estilo de Fellini; fui reconociendo sus formas imprecisas cada vez mejor. Cuando se enfocaron, me di cuenta de que las conocia. No eran personas desconocidas, sino las fuertes mujeres de nuestra ca- sa. En los ojos de todas ellas -eran cerca de diez— habia lagrimas, in- cluso en los de mi madre y en los de mi querida madrina, Amanda Gémez. Se agruparon alrededor de la silla en la que yo estaba sentado y me contemplaron con miradas de evidente respeto. Si bien yo era un nifio brillante y perspicaz, cuando tenfa siete afios todavia me in- timidaba ser el centro de tanta atencién. Suavemente, casi impercep- tiblemente, Amanda tom6 con sus dedos grandes y morenos mi manita pAlida y me saludé: —Bienvenido de vuelta, Raulito. Durante las tltimas dos horas Baba ha estado hablando a través de ti. Laentidad que habfa estado hablando a través de mf era un oris- ha, uno de los semidioses del panteén Yoruba. La teologia Yoruba ensefia que Dios Todopoderoso, llamado Olodumare, creéa los oris- has y les otorgé el ashé (gracia o facultad) de fungir como emisarios suyos. Estos orishas desempefian una funcién parecida a lade los 4n- geles custodios, pues cuidan y gufan a las personas. En otros senti- 10 SANTERIA CUBANA dos, los orishas son como los santos patronos del catolicismo romano popular. De hecho, fue esta similitud con la devoci6n catoli- ca lo que provocé que se llamara “santeria” a la religion que se esta- bleci6 en Cuba entre los descendientes de los yorubas. Originalmente, este término burl6én, empleado por los extrajios, que- ria decir mds o menos “la cosa esa de los santos”!. A pesar de que la religién yoruba sufrié numerosos cambios en su adaptacién al ambiente cubano, muchos de sus elementos importan- tes se trajeron de Africa. Entre estos, la creencia de que Dios Todopo- deroso esta demasiado lejos para intervenir en los asuntos humanos, la creencia en el poder de los orishas para intervenir en la vida diaria, yla idea de que todos los elementos, todas las fuerzas de la naturale- za y todas las fabricaciones imaginables estan regidas por orishas de- terminados, por lo que hay un orisha para el trueno, otro para los rios, otro para el oro, y asi sucesivamente. Se cree que estos orishas reaccionan ante las stiplicas de los humanos, especialmente si van acompafiadas de ofrendas, que a veces consisten en el sacrificio de animales. Para que los humanos supieran qué ofrenda se requeria para que determinado orisha concediera una peticién, recurrian alos oraculos. También estos sobrevivieron el Corredor Medio, yse insta- laron en Cuba. En orden ascendente de importancia, estos oraculos son: el de coco o de la nuez de cola, el oraculo de 16 caracoles, el oraculo de Ifa, y la posesién por un orisha. En las sociedades de in- fluencia europea, la palabra posesi6n tiene una carga negativa (“po- sesién demoniaca”), pero en las culturas indigenas puede significar el ser poseido por fuerzas divinas. El oraculo de coco, que puede ser utilizado por todos los creyen- tes, consta de cuatro pedazos de coco (en Africa, se utilizan pedazos de nuez de cola, en lugar de coco), cada uno de aproximadamente cinco centimetros cuadrados. Cuando se arrojan caen en uno de cin- co arreglos, dependiendo de cudntos pedazos caen con el lado suave, blanco y carnoso, para arriba. Una persona puede comunicarse con los guias espirituales y los orishas si plantea sus preguntas cuidado- samente para que puedan ser contestadas con si ono. El oraculode caracoles de cauri, que s6lo pueden leer quienes detentan el sacerdo- cio, consta de 16 conchitas de caracol de cauri que se arrojan; el nt- provoco WT mero de las que caen con la abertura hacia arriba, determina qué historias de la tradicién oral deben recitarse y qué orisha hay que consultar y propiciar para lograr determinado resultado o para al- canzar el fin deseado. El oraculode Ifa, que s6lo esconsultadopor los sacerdotes del orisha Orunmila (también conocido como If), evolu- cionéda partir del oréculo de conchitas de caracol, y consta de un am- plio cuerpo de historias sacadas de las 16 secciones principales, ahora escritas en forma de capftulos llamados odu, y 240 secciones formadas por diversas combinaciones de las primeras 16; estos odu menores se conocen a veces técnicamente como omodu, lo que signi- fica “hijo del odu”. El If se lee ya sea con 16 coquitos de palmera o arrojando una cadena pequefia con 8 piezas oblongas o circulares de cAscara de calabaza, de coco, ode alguna otra sustancia parecida, que miden 2.5 cm. La posesién del orisha ocurre cuando la conciencia de un sacerdote es embargada totalmente por la conciencia de un oris- ha, loque hace posible que los humanos conversen directamente con los seres divinos, para recibir sus consejos. Cuando yo tenfa siete afios, ya habfa visto el fendmeno de la pose- sién del orisha las veces suficientes para saber de qué hablaba Aman- da Gémez. Por nuestra comunidad se difundié rapidamente la noticia de que un nifio santero habia sido poseido por la majestuosa manifestacién de Obatala conocida como Oba Moré, y que las pala- bras que habia expresado el orisha tenian una fuerza increible. Desde esa tierna edad he compartido los espacios mas internos de mi ser con los espfritus que deciden hablar a través de mi. Debido a esto, se me ha considerado una maravilla o un chiflado, dependiendo de con quién esté yo en determinado momento. También desde muy tierna edad he tenido la experiencia de ser objeto tanto de gran reverencia como de gran ridiculo, a veces simult4neamente. Apesar de que la lectura ha sido siempre mi pasi6n, incurri en los estudios formales relativamente entradoen afios. Al final de mi ado- lescencia asisti durante medio semestre al Brooklyn College, pero tu- ve que cumplir los 27 afios para empezar a emprender con seriedad el aprendizaje académico. Estos estudios culminaron cuando obtuve la maestria en Estudios Religiosos dela Universidad de Florida del Sur, donde més tarde ocupé el puesto de profesor adjunto, luego de ser 12° SANTERIA CUBANA aceptado en el Departamento del Programa de Doctorado en Antro- pologia. En un principio, cuando empecé mi educacién académica, mi propésitoera el de aprender el discurso adecuado para comunicar ala comunidad académica la religién de mi alma: la santeria. El doc- tor Robert Farris Thompson, de Yale, y el doctor Joseph Murphy, de Georgetown, habian escrito textos iluminadores sobre esta religion, pero yo deseaba afiadir, como complemento de su trabajo, la voz de alguien que habia pertenecido a la santeria durante toda su vida, una voz que provenia de una de las pocas familias que realmente podian remontarsulinajea una familia precisa de Oyo, ciudad ubicada en lo que hoy es Nigeria. Descubrir el mundo de la investigaci6n académica fue embriaga- dor. Durante algitin tiempo senti un fervor casi religioso por lo acadé- mico. Disfrutaba del respeto con que en general se trata a los conferencistas, respeto que la sociedad en general no concede a los santeros. En realidad, con frecuencia he observado a santeros trata- dos como excéntricos de carnaval. A pesar de que habia emprendido mi experiencia universitaria, porque deseaba adquirir las herra- mientas necesarias para presentar la santerfa con un sustento acadé- mico, no tardé en encontrarme enamorado de la academia, y me consideraba académico por encima de todo. Llegué al extremo de de- jar de practicar la santeria para lograr la distancia necesaria (“erudi- cién objetiva”) para escribir tratados especializados acerca de ella. Cuando aparecié en 1992 Cuban Santeria: Walking with the Night (originalmente con el titulo Walking with the Night: The Afro Cuban World of Santeria), senti que mis esfuerzos habian sido bien recom- pensados, ya que el libro recibié elogios tanto de los especialistas co- mo de los practicantes. Adem4s, como conferencista, el libro me abrié puertas a lugares tan variados comola UCLA y el Colby College de Waterville, Maine. Si bien la santerfa valora la individualidad y el derecho de las per- sonas a elegir, también subraya la importancia de la interrelacién y, en algunos casos, la incapacidad de las personas para escapar de su destino. Por ejemplo, varios pasajes de mi ita (lectura efectuada en la iniciacién de un sacerdote, que dice el futuro del iniciado)? me altera- ron. Uno era “no debes abandonar a tus ahijados mAs de tres veces, o proLoco 13, encararas una muerte prematura”. Cuando vine a Estados Unidos perdf la pista del nico ahijado que tenia en Cuba, mi primito Meme: primera vez. Cuando dejé la practica activa dela santeriaa principios de la década de 1990 (para regresar a ella mas tarde), le transferi mis ahijados, que esta vez eran mAs de uno, a una prima mayor que yo: segunda vez. Otra parte de mi ita decfa que “durante la cuarta década de tu vida, revolucionaras el mundo de nuestros espiritus” (es decir, de los orishas). Cuando escribf este libro tenia 37 afios, por lo que pensé que la manera en que esta prediccién podia hacerse real era a través de mis escritos. Con todo, a medida que me acercaba alos 40 afios de edad, todo mi mundo empezé a cambiar, poniéndose franca- mente de cabeza. A pesar de que por entonces yo habia dejado mi practica como sacerdote de la santeria, seguia venerando a mi orisha en privado e incluso asesoraba y guiaba a unos cuantos ahijados tan persistentes, que no lograba disuadirlos de buscar mi consejo. En 1994, la muerte de mi querida madre y la de un ahijado muy querido, un penoso divorcio, un incendio que me quemé terrible- mente la cara (me curé de manera milagrosa y no me quedé 1a menor cicatriz) y la pérdida de mis posesiones materiales fueron sdlo algu- nos de los sucesos que cambiaron mi vida para siempre. Uno de los aspectos de los orishas (en especial del tramposo sefior de las encru- cijadas, Eshu) que siempre me ha parecido curioso, es su sentido del humor, que con frecuencia es negro. A fines de 1994 me encargaron la direccién de un taller en el Open Center de Nueva York y me pidie- ron que pronunciara una conferencia en el Centro Cultural Yoruba. Ademas, iba a exhibir mis pinturas en una galeria de Soho. Debido a que estos compromisos en Nueva York me obligarian a estar lejos de mi casa de Tampa durante un largo periodo, hice una lectura sobre mi préximo viaje. Sucedié algo interesante: por medio de mi oraculo de coco, entend{ que todos mis orishas deseaban que los guardase mientras estuviera fuera, aunque no me explicaron por qué. Lo me- nos que puedo decir es que esto es sumamente raro. Nunca habia es- cuchado antes que los orishas desearan estar almacenados. Su deseo de que los guardara en otro lugar me parecié todavia mas inusitado, debido a que yo habfa contratadoa una persona digna de mi absoluta confianza para que cuidara la casa mientras yo estaba ausente. 14 SANTERIA CUBANA Para abreviar esta historia, diré que durante mi ausencia Ilama- Ton a esta persona con motivo de una emergencia familiar y mi casa fue saqueada. El trabajo de los ladrones fue tan minucioso que cuan- do regresé la casa estaba tan limpia como una patena: no dejaron ab- solutamente nada. No sélo se llevaron lo que llamamos objetos de valor: el equipo electrénico, los estéreos, las computadoras y demds, sino también recuerdos irremplazables: albumes fotograficos, tro- feos y diplomas, chucherfas sentimentales, manuscritos tnicos, li- bros, y una serie de souvenirs de mis viajes. Si bien para efectuar el robo debieron estacionar un semi-remolque frente a mi casa, y varias personas deben haber entrado y salido de ella muchas veces, ningu- no de mis vecinos vio nada. Lo tinico que no se llevaron fueron los orishas, porque estaban almacenados. Para mi fue dolorosamente patente por qué habjan solicitado que los guardara lejos de la casa. Recordando el viejo dicho de que “el abogado que se encarga de su propia defensa tiene un cliente loco”, me comuniqué con Marcos Ifa- lona, un babalawo que vivia en Nueva York, que fue el primer sacer- dote de If4 Megado de Uruguay, y un original pensador de rara sensibilidad. Le pedi que me hiciera una importante lectura que es- peraba que meayudaria a corregir mi estadodesesperado, resultante de toda la confusién de mi vida. Yo habia conocido a Marcos por me- dio de un amigo mutuo, pero la raz6n por la que lo elegi a él y no a otro babalawo més cercano fue que deseaba la lectura mAs objetiva posible. Marcos hizo la lectura guiado por su padrino, el babalawo cubano Iyakumbika, reconocido como uno de los sacerdotes de Ifa mis entendidos de Estados Unidos, y con la ayuda de un tercer sumo babalawo. Lo que dijo Orunla, el orisha de la adivinacién, fue que yo iba a empezar una casa (congregacién) en Nueva York, que iba a di- fundir las ensefianzas de la erudita anciana que habia iniciado a mi madrina3, que iba a restablecer la espiritualidad basada en el linaje que habian encabezado mis antepasados de Oyo, incluyendo la for- maci6n de un concejo de ogboni (concejo de ancianos) y el nombra- miento de un heredero. Orunla dijo también que la casa que yo dirigiria durante la cuarta década de mi vida “revolucionaria el mun- do de nuestros espiritus”. Cuando escuché esta ltima frase senti que se me helaba la columna vertebral y que se me enchinaba la piel; ies- protoco = 15 to era exactamente lo que habfa dicho mi ita! Alentado por Marcos, deseché todas las precauciones y me puse en manos del orisha. Dejando atras la seguridad de mi empleo, mis lazos familiares y mi cémodo ambiente, me fui a Nueva York sin llevar ms que mi re- novada fe en los orishas. Para que las cosas fueran aparentemente peores, los guias espirituales me prohibieron dar conferencias (que eran una fuente importante de ingresos para mf) durante tres afios. Enrealidad me dijeron que no hiciera nada mas que servir a los oris- has como sacerdote y que me concentrara en la construccién de mi casa. Con la paz curiosamente profunda que surge al saber que uno hace locorrecto, me dediqué de lleno a la construccién de mi casa es- piritual: era mi tercera y Ultima oportunidad. No podia darme el lujo de una tercera vez. El 24 de marzo de 1995 se consagré el temploy ashram Ilé Oba Moré (que ahora se llama Movimiento de Conciencia de los Orishas) en la seccién del Soho de Manhattan, zona conocida por sus elegantes galerias y restaurantes y por sus disefiadores de modas, no por sus templos de santeria. Este templo pudo construirse gracias ala generosidad de la duefia del edificio en el que se encuen- tra, Sulo Perry (Omisesti), sacerdotisa de Yemayé y posiblemente la primera santera singapuresa. Los afios posteriores al inicio del templo no han sido faciles. Los dolores del parto siempre se relacionan con el milagro del nacimien- to, yen muchos sentidos fue un milagro c6mo se conjuntaron tantos factores para facilitar el nacimiento del templo. Pero en este naci- miento no faltaron las dificultades. Como entidad nueva, el Movi- miento de la Conciencia de los Orishas sigue experimentando los dolores del crecimiento. Sin embargo, suficiente magia nos visita to- dos los dias para mantenernos en un constante estado de asombroy maravilla. Hoy, cuando veo la diferencia que marcan los orishas en tantas vidas, cuando observo sus efectos balsimicos y transformado- res en personas de Asia, del norte de Europa y de Sudamérica, siento el privilegio de ser como una gota de agua de esta ola espiritual. Ahora que se ha levantado nuestro templo y que me siento en paz con mi papel de padrino o baba, he recibido las bendiciones del oris- ha para volver a mis escritos y mis conferencias. En la academia tra- dicional se cree que el practicante de una fe determinada no puede 16 SANTERIA CUBANA estudiar esa misma fe. Incluso en el caso de aquellos antropélogos cuyo método de estudio consiste en observar al participante, no se espera que “adopten las costumbres de sus sujetos”, sino mas bien que pongan entre paréntesis su propio sistema de creencias y lo rec- tifiquen cuidadosamente cuando hayan completado su proyecto. Cuando empecé a dar conferencias, mi intencié6n era difundir la in- formacién correcta. Esto seguiré haciéndolo ya sea que los dem4s me consideren estudioso académico 0 no. Ahora que he dejado de sentir la presi6n dedemostrarme que losoy, me siento mucho més relajado cuando hablo en piblico, sin tener que contenerme en aras de la ins- titucién académica que yo pueda estar representando. Sin embargo, el proselitismo nunca ha sido parte de la santerfa. Por esto, en mis conferencias publicas mi interés sigue siendo propagar el conoci- miento exacto, no “convertir” a los demas. Desde que abri el templo de Nueva York he sentido las bendicio- nes de losorishas en un sinfin de maneras, a veces como si las gracias de Yemaya cayeran en cascada, como atronadores triunfos de Shan- 6, como rfos de vida de Oshiin, como océanos de misericordia de Olokun, como comprensién pura de Obatal4, o como la gracia de te- ner oportunidades proporcionados por Esht. Las bendiciones de los orishas Ilegan a veces por caminos inesperados, como en la dignidad que una victima de SIDA demuestra en su lecho de muerte, cuando transita al reino espiritual con una sonrisaen el rostro, mientras ala- ba suavemente a Babalti por haberle ensefiado a vivir con este virus, ocon la compasién que le mostré el Orisha Oshaginyan a su devoto Eddie Obatala, quien murié poco después de solicitar a su amado orisha que loaliviara de una existencia insoportable prolongada arti- ficialmente. Si: he presenciado los conocidos milagros “sobrenatura- les”: un enfermo de SIDA, después de haber sido iniciado en la santeria, de pronto resulté negativo en una prueba; una mujer su- puestamente estéril se embarazé después de que hicimos un trabajo con Oshiin para que ella concibiera. Puede que los miles de devotos que arman sus tiendas a lo largo del cintur6n de la Biblia cuenten his- torias parecidas. Empero, estos casos no me impresionan tantocomo los de verdadera trascendencia, los de transformacién verdadera, que superan las manifestaciones fisicas.

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