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PANDORA

por Horacio Lobos Luna

Una tarde cualquiera (borroso recuerdo de otra vida),


alguien pos sobre mi palma este hermoso celular
de lneas perfectas, figuras juguetonas
sobre fondos coloridos y vibrantes sonidos.
Aprend a encender sus fuegos y pulsar cada letra
con la suavidad de una yema que toca la gentil
superficie del agua en calma.
Y me hablaron voces desde su boca, y brotaron
palabras de sus luminosas entraas con recados
fraternos y distantes, y las seales del mundo se agolparon
entre mis dedos con la urgencia de un pulso hipntico,
y dije s, acepto, y me sent a mirar correr por sus linderos
la alegra y la tristeza, el amor y la rabia, el dolor
y el xtasis arrebatado de las luchas, junto al espectculo de turno.
Lo guard en mi bolsillo como un precioso talismn
para la vida y para la muerte, y descifr sus enigmas
antes del amanecer y despus del ocaso.
En el poderoso temblor de su llamada se ensanchan horizontes
y parece estremecerse la vida entera con sus honduras y pasiones.
En la muda quietud de su silencio aguarda el horror
del desprecio y el olvido presentido entre portentosas
muchedumbres de la tierra.
Nunca la comunin de lo humano vibr con tal desvaro.
Nunca la breve soledad de un segundo se hizo tan profunda e inmensa.
En el irrefrenable ardor de los nuevos mundos que florecen
y colapsan ms all de sus inescrutables ventanas,
el rastro endeble de otro mundo, de otras voces,
de otra vida que estuvo al alcance de la mano,
parece marchitarse en la espera.

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