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Bias son impre- Besedo, en lo exte BIE es la soledad y Elincha y vuelve Feconoce que Sef en la ancha fs bosque aden Presenta en & Arist6teles Fe obii Slee: esis im- BBE el titulo pro- BEG Metatisica, Bemeccion, en ef ibs Tos hombres sibem (reciente- at como Rolie en la pre- BBE SS Gitulo po- Baer deseacio y © me saber del Skpesamente ese cla bri © En qué El estudio indica en sus dos primeros capftulos el diseio metodolégico a se guir, para analizar en el cuarto el libro Dscta, el Eta, en el quinto, y el Theta en el sexto. Coneluye con una coda y la nota bibliogritica, De entrada aparece una afirmacién fuerte, que implica conocer bien el con (enido y estar muy seguro del mismo para atreverse a pronunciacla: «La marea cexegética que vienen generando los critos aristotélicos resulta ya intratable: y no parece dispuesta a remitir» (pagi 21). Esto no es s6lo una formula para la ‘mar la atenciéa, sino que lo va a demos- trar en las piginas que siguen. De mo- mento, lo que se acostumbra a hacer es lo siguiente: tomar de la tradici6n exe tica una cuestion no resuelta y propor la como objeto de investigacién. Lue se buscan textos que hagan referencia al asunto, y desde ellos, como base, se pro- ppone la solucién mas o menos personal Samaranch aflade, con cierta iritacién: «Pero nadic se toma la molestia de coger lun texto entero» y analizarlo «paso a paso» (pagina 35). Ademés, :por qué los resultados tienen que valer por sf mis: ‘mos? {Es que no cuenta el proceso como tal? De esta guisa son las acotaciones de ‘Samaranch Todavia mas: «el método no garanti- a por si mismo ninguna conclusién», es un indicador «para ver de Hegar a tna meta» (pagina 65). Otras muchas vari bles intervienen en los resultado: tos en el programa. EL cuerpo del estudio consiste en el andlisis pormenorizado y riguraso de los tres libros referidos de la Metafisica, qu es necesario leer con la méxima aten: cin, ya que constituyen el proc investigacién en sf mismo. Una de las conclusiones a que Il ‘Samaranch es a que se ha dado un «frau- s0 de la _—__—_— = pros de hermenéutico», que consiste, segdin las palabras del autor, en lo siguiente: «No s6lo se queda en nada el programa cconereto de una ciencia de la ousfa como ciencia de Io que-es en cuanto que-es, sino que resulta absolutamente falto de fundamento el largo y pertinaz montaje dc un Aristételes *metafisico” y hasta precursor de ciertas elucubraciones de la "teologfa cristiana"» (pégina 237). Otra ~ésta mas duleificada, pero no menos radical es que el saber deseado ro es posible, porque traspasa los limites de la «razonabilidad» que se impone a la vida humana. Es admirable que Arist6te: Jes se quedara agut «sin necesidad de re currir @ los dogmatismos y apriorismos de un racionalismo a ultranza» (pagina 240). Y es que los verdaderos sabios son siempre mucho mas humanos y sensatos de lo que nos quieren hacer ver sus exé= getas. Guardémonos de ellos dA TEJEDOR CAMPOMANES, C., Histo ria de la filosofia. Bachillerato 2°, S.M., Madrid, 1998. Podemos quejarnos de la situacién de Ja filosofia como disciplina, podemos responsabilizar de su lamentable estado a la defectuosa formacién teérica de los di- seffadores de la Reforma y despotricar del modo y contexto de aplicacién de Ia misma. Peto, con todo, no debemos per mitimos el Tujo de tirar la toalla. No hay que perder de vista que Io mucho o Io Poco que hagamos, o podamos hacer, en el puesto que nos toque desempefar, es Ja impresién que van a recibir los fururos universitarios de nuestros estudios y en lo que va aestribar su prestigio social. (César Tejedor no aspira a dejar de ser Jo que ha sido siempre, un profesor de fi Tosofia. Pero, para los que le seguimos, él es un profesor de filosoffa que, de ‘cuando en cuando, edita libros de texto y cuyo nombre suscita cierta sensacién de familiaridad en unas cuantas quintas de estudiantes de bachillerato por la notable calidad de sus obras. Calidad que, dicho sea de paso, propicia que muchos oposi- tores al cuerpo de profesores de ensefian- za secundaria en nuestra especialidad si ‘gan tomando sus libros como obra de referencia. En esta ocasién Tejedor completa ci clo y, después de su libro de Filosofia destinado a primero de backillerato que data de hace tres afios, nos ofrece su his toria de la filosofia para segundo, que ojalé alguna vez se consiga tenga como destinatarios a todos los alumnos y no s6lo a los de la modalidad de Humanida- des, Tan s6lo con leer el prélogo, el lec tor se topa con el talante de alguien que después de tantos afios sigue mantenie do viva la ilusién, Cuando uno ve la es- tructura de las unidades, se da cuent {que esa ilusiGn queda refrendada por un trabajo exhaustivo de ordenacién del ma- terial, que es testimonio de un vivo re- chazo de toda autocomplacencia 0 moli- cie. Las unidades se dividen en los siguientes apartados: a) un guién, b) una revisién de los problemas, c) un cuadro de preguntas de autoevaluacién y cono- cimientos previos, d) una introduccién hist6rica, e) un texto clave y significative de cada época (casi més en cl émbito de la historia de las ideas que estrictamente de la filosofia), ) los epfgrafes propios de la tunidad (acompafiados de referencias aclaratorias debidamente dispuestas en recuadros), g) textos y documentos ‘acompatiados de preguntas que sirven de ‘pauta para el comentario), h) unos ejerei- cios, i) una bibliograffa recomendada y j) una sfntesis final a modo de cuadro si néptico. Por cierto, en la breve introduccién antes citada se encuentra una secci6n ti- tulada «{Cémo estudiarla?» (Ia filosoti, jelaro!) que no tiene desperdicio. Del ‘«decdlogo> que en la misma aparece voy a extracr tres de sus «, Cierto, no hay més lectura de un fildsofo de la que «aqut y ahora» podamos hacer. Pero hemos de sopesar mucho el limite de esta posibili- dad antes de consideraria imposibilidad. Muchas veces el esfuerzo que nos cuesta descubrir Ia actualidad implfcita de un fi- ésofo es indicio de las dificultades de acceder a la lectura de nuestra propia ac~ tualidad, por culpa de los palimpsestos habituales, idiosincrasicos, linglfsticos ideoldgicos. Es decir, por culpa del ine vitable efecto que en la condici6n huma- 1a ejercen los iden verna, del mercado

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