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C. MARX — F, ENGELS LA SOCIEDAD NORTEAMERICANA EDITORIAL ABRAXAS BUENOS AIRES ‘Traducciéa: JUANA BIGNOZZI Disefio grifico: SERGIO CAMPORFALE © by Edtorial Abraxas, 1972, Asamblea 1190, Bs. As, Argentina. Hecke el depésito que marca la ley 11.723, Impreso en la Argentina, Trapreso en la Compaiifa Impresora CADASA SR.L., Andonaegui 1926 Buonos Aires, en mayo de 1973. PROLOGO por Rocen Dancevus El cuerpo y el alma de una sociedad moderna En El Capital, en el capitulo sobre la colonizacién, Marx se divierte con tas desventuras de un industrial inglés que al trans. ferir de Inglaterra a Nueva Holanda todo el equipo de su empresa, incluidos los obreros y sus familias, “se quedé sin sirviente para hacerle la cama o sacarle agua del ria”, porque sus empleadas lo habian abandonado para establecerse en el pais como colonos libres. América vivid esta anécdota, casi tanto como los obreros con sus familias que huyeron de Inglaterra, de Irlanda y del continente europea después de haber abandonado méquinas y relaciones so- ciales no sabian que, fatalmente, recrearian las mismas relaciones sociales que en Inglaterra, si desarrollaban la maravillosa industria y su esclavitud capitalista. La dulce ticrra americana no podia man. tenerse como un puerto de paz y felicidad, debia reproducir toda la historia de su madre patria briténica y para empezar, To que Marx ama los horrores de la acumulacién primitiva, gNo nece- sitaba, también ella, un alma capitalista? Es asi como los primeros colonos, ellos mismos victimas de la violencia en Europa, debieron ejercerla a su vez, en el encuentro con los habitantes originales de América, los indios. Debieron echar- los o encerrarlos en reservas cerradas para ocupar el suelo y ant dar relaciones sociales y productivas estables. Todavia hoy, este hecho es frecuente en América. Que el capitalismo haya sido im- portado directamente, “en toda su pureza” hace pensar que en los 7 Estados Unides el capitalismo pudo instaurarse sin revolucién previa. De hecho, el comienzo de toda una serie de trastocamientos revolucionarios fue la eliminauctén de la sociedad oficial de los indios primitivos: manera cxpedlitica, a la americana, de destruir el antiguo régimen. Por lo tanto Inglaterra no exports directamente a los Estados Unidos sus formas de produccién mis desarrollades, sobre todo en el dominio industrial: América jue, en principio, una colonia inglesa. La base a partir de la cual se desarrollaron, no sin cho- ques, Ia nacton y el capitalismo americanes, es la pequelia pro- duccién mercantil esencialmente agricola y artesanal, que tiene su paralelo en la produccién de las comunas libres de la Edad Media europea, en el siglo xu por ejemplo, En 1790 el noventa y cinco por ciento de la poblaciin de los Estados Unidos era agricola, Por lo tanto, América debié sacudir la tutela colonial de Inglaterra (guerras de 1775-1783 y de 1812- 1814) (Cf. Notas al final det volumen: 98, 99, 100, 101 y 133) para que las trece colonias —pequeiia fraccién del futuro territorio co- lonial— pudieran declararse independientes y empezar, a partir de a pequeita produccién mercantil, una evolucién econdmica y, social relativamente auténoma, Era el comienzo de ta revolucién nacional burguesa, que permitié la instauracién del modo de produccién capitalista, en la eseala de una sociedad determinada. A diferencia del tipo de revolucién clisica (como por ejemplo a revoluctén francesa de 1789, concretuda en algunos afios), la revolucin americana se produciré por grandes crisis sucesivas, @ medida que maduren las fuerzas econdmicas americanas: el camino que va de la pequeia produccién mercantil, donde el trabojador es propictario de los productos de su trabajo a la produccién ple- namente capitalista, donde el trabajador es un asalariado y he dejado de ser el propietario de los frutos de su trabajo, es largo. E] alma de los Estados Unidos No se pueden reunir todas las revoluciones burguesas en un solo modelo. En efecto, si bien tienen un contenido de clase co- main, no por eso dejan de diferenciarse finalmente por sus carac- teristicas nacionales. Estas resultan de las relaciones que anudan entre si los productores cuando chocan con el medio climdtico y seogrdfico y con el modo de produccién que ya existe: feudalismo 8 en Europa, modo de produceién asidtico y colonialismo blanco cn Tos continentes de color, y en lo que concierae més en particular @ los Estados Unidos, modo de produceién dl comunismo primi- tivo hindit ¢ imperialismo inglés. Marx dice expresumente que esas covdiciones previas constite- yen una parte integrante de la socieded hurguosa: “Las suposicio- nes previas que aparecen en el comienzo como condiciones del devenir del capital —y que por Io tanto no podian desprenderse de la accién del capital en tanto tal— aparecen ahova como resul- tado de su propia realizacién... Ya no son las condiciones de su génesis sino el resultado de su existencia presente.” El momento de la recoluctén, por lo tanto, es detorminante, porque marca un giro y constituye el acto de nacimiento oficial de una nacién nueve: la medida det éxito obtenido por las armas contra las fuerzas precapitalistas y sus aliadas exteriores —siendo la violencia, en este caso, segtin la expresism de Engels, un agente econdinico— determinardé la conformacién 1 las capacidades de evolucién de la nacién, no solo en cl espacio con sus fronteras geogrdficas, interiores 0 extertores (Estado central o federado) sino también en sus instituciones administrativas, politicas, juridli- cas, su sistema monetario, fiscal, etc. Este conivnto determinard por una parte, la estructura interior de la dominacién del -modo de produceién’ burguesa y, por otra parte. ef rango que ocupard esta nacién en el coniunto de los otros Estados, en una relacién de fuerzas determinada frente a ellos. Por eso las revoluciones son la zran partera de las saciedades modermas, el modelo de Ia sociedad nueva, también nor desarro- War, imponiéndose en la crisis revolucionaria, cuando los hombres. bajo el efecto de los trastocamientos que wa se han producido en el seno de la base econdmica, se ven obligados a instituciona- lizar las relaciones. de ahora en adelante yreponderantes. en la economia, Segrin el mayor 0 menor éxito Togrado por Tas fuerzas revolucionarias, las instituciones, 0 cuailro nacional en el sentido més amplio, serian mds © menos propicias para el desarrollo de las fuersas productivas en el porvenir. Por To tanto, en el curso de la crisis breve y aguda de las revoluciones, es donde se formdn las superestructuras, donde se decide el futuro de una nacién. Tal es la dialéctica entre base y superestructura, siendo la primera dect- 9 siva para la segunda, y la segunda actuante a su vex sobre la primera, ; usta asimilar revolucién con desorden, anarquia y ec, tt ai rein cm dren, gra vy marcan toda ta vida ulterior de cada necién Las esructuras refleioe pucsts entonces en su lugar dominan fodo ol futur: cada periedo de fiebre yd risis eoncard un episodio de la revoluié evade, y sobre todo una Timitacion o un fracase suid, Pe je ético en los Estados Unidos es el roblema nese due fue el corre de le Boera eel americana orien vista— de 1861-1865. Se ice Marx, la esclavitud fue el pecado origial de los gadon Untion Gon ese forma de produccién el caitel inglés Sniraduo Tos ghrmenes de ia gran industria en Toe Estados Unidos gon ta complicidad de tos emericanos del Sur (y menudo, del Norte) get algadén no era acaso el oje de Ya gran industria bt. guesa’ en sus comienzos? Marx explica que la esclavitud pue Subsite on el sono del sistema de. produccén burgués porque solo ee un punto aislado y transtorio del desarvollo ulterior dl asalariado, del capital y de la gran industria: por lo tanto, debe ser eliminada en un momento dado: “La esclavitud de los gros pesdlvitud puramente, industrials admitida por ta sociedad burguesa, aunque en el curso de su desarrollo se le haga insopor table y desaparezca.” See Sin embargo, la guerra civil americana de 1861-1865, terminaré con un compromiso que marcard todas las instituciones. futuras. Mare y Engle sofclon que a fuerza pripol de te compre miso, que deia en pie, en axon parte, la diferencia entre el Sur ol Norte y forma el Eatado 4 Ta adiminstraciin consecuentemen- te, ha sido Nuova York centro del mercado financier. awe deten- ta las hipotecas de las plantactones del Sun, snegocia ll god Gon Inglaterra w participa en ol comercio de Tos esclavas de Africa rk es ademds el centro del Partido demécrata, que a gure la lain entree Sur y\ of Norte, en eposctin al Patio republican de Lincoln. : He “Gntre otran cosn, exe, compromiso 1 referee aboliciin de i eja subsistir para ol futuro, ef problema de rgjon que Wooo einiladee a y simplemente is ofres 19 ciudadanos americanos. Ya en el curso de la guerra civil, provo- cada sin embargo por el problema esclavista y que gird por entero @ su alrededor, los nordistas antiesclavistas reprimieron por la fuerza a los stmpatizantes de los esclavos y no organizaron siste- frdticamente compafiias de negros, como lo preconizaron Mars y Engels. En el curso de estos tiltimos afos, en el momento de los moti- nes negros en las ciudades norteamericanas, Frantz Fanon com- probaba que los blancos habien aceptada a los negros sin que hubiora habido verdadero combate de tos esclavos para la abut. cidn do su status. Los negros, al no abolir por si mismos ou oacla, Litud, mo se liberaron verdaderamente, y los duetios blanco, por el contrario, los atraparon en una emancipacién formal. Liboraliog Pig it duefios, no habian luchado y arrancado su emancipacién ellos mismos. En lugar de actuar, los negros sufrieron la eet el cambio vino del exterior, En sus articulos Starz y Engels dgnun- Gian con fuerza las numerosas astucias politicas ullizates por las clases dominantes para liberarse del problema. Siempre repitierca que costaban caras, ‘América de ayer y de hoy Za guerra civil americana, tal como fue analizada por Mark Engels, presenta todavia un interés purticular en el Plano dee oién general de la sociedad, y completa el estudio de las relaciones burguesas europeas. Lo mds sevalable socialmente a, el trastocamiento italiano del ‘Renacimiento, fue el arte, on Ale. mania, en el momento de la guerra civil de los campesinos do fond fue el problema de ta religiGn y de la filosojia; en Tngla, feud: a literatura econémica; en Francia, el elemento politica (partido, Estado democritico con sufragio universul, insiancia, Qbligatoria para todos y servicio militar general) el coniunta Lavon [2 Superestructura que, completanda la base, econimica, nov de | totalidad de las estructuras de la sociedad burgucsa moter En ef curso de la guerra de la Independencia y atin durante la fuerra de Secesién, América, revolucionaria en ese tiempo, lucha ba contra el imperialismo briténico y sus dliados locales’ Ex Hh Capital, Mare estudia a través del ejemplo de Inglaterra, el den rrollo econémico clésico del capitalismo, para extract de él. las u Leyes de la evolucién de todos tos otras paives ibon a compro- cyte we en la industrializacién capitalista: De Ke fabula norsatur. mieteree ening eb primer tibre de El Capital com ot capitulo sobre Mare immaidn, y.se podria decir que eu historia de la guerra civil tn ease wan protongamiento en el pland polite » militar, 0 wari una ivestracidn del toma. Hsto nos perme Gfirmar_ que a mentmnas en fa gucrra de Secesibn a 1a vee Ta jase revaluci encontramiamacion ae ta nacin americana (en ¢l episodio nordis: tart evsclavista) y 1a fase imperalista de ow porvent (en la accisn de Inglaterra). De hecho, a caracteristica de la revolueciin, arrest es ol impesialismo en el sontide mis dialéctico ‘del término, El elemento nperiaita.e5_um rasgo fundamental oy al capital, que % exes ioe praduecion excedentaria, creacién ¢¢ plusvalia, y por "ibis de propagacion de su modo de produce To-tanto fuerza irrests ‘cidn. Por eso el capital siente todo limite como una traba intole~ rable. Se desarrolla pues, irresistiblemente, més alld de las barre- rable. Se ie de las de los prejucios, Derrumba & i Pi toto Ta que no. sea capitalsta, y db mismo esto reoalucién consten- te, ya que rompe todas las trabas pare el desarrollo de las fuerzas pioductivas, para ‘el aumento de las necesidades, para Ta diversi- Fre a produccidn, para ta oxplotacts y él cambio de todas dade gas naturales. y espirituoles. Para Mov ‘os. Estados Unidos es donde aparece ‘mas claramente est propiedad inhe- Unidos ei as a fuera imperialists de, prepagactén ‘de te indus- ree ea uego (a del capital omericano que Prone Sr iodo UL inmenso territorio del Atléntico ‘al Pacifico, para sumergir en a aitia a todo el mundo, después de, haber ‘desalojailo a Ingla- see Gu powicidn de nicnopolio en ef mercady ‘ramndial y haber- fermnebatado el tango de primera potencla ‘industrial del mundo. americana de 1961-1865 anuncia el futuro cone pid imporialismo britiaico por el americarey Y Marx cite esto oe emanga de ka prensa londinenses “Los yanals der hacerse eeacar enorme en ia escena mundial” Aun ‘el imperialismo inglés we ido, y la guevra civil, americana NO 6s, 00 la. terminucién ge ated actin nacional de lox Estados Unidos de Washington: Mica ta nacisn omericana, rompe la secesién sudista, en un momento en que [os Estados Unidos se extionden efectioamente La_guerra citi 12 denice} anc at Fico gue a separay dfinieamene cept amerano conace Gaels esa loos puge nope re ee ee a ee ee tam omrinay feo ete eicpeca Lael ee en Ja misma época, Ta revoluci sieht ee eae lel dia en los paises de Europa central y ional oid le nic, Polonia, Hungria, Ualia, Espata, ate. y ner Feet tne errare fae, Mlomiuaba. en Tos Besar A ie eee eee come para sagucar el trinfo de la revolucion, emer, yo fae necesitaba wn neg trastocamiento econémigo pars quo se Seti cscala la producctim capitate, lusade antes que iada en el trabajo asalariado, y no ya en el trabajo det productor. ita tore ele ya en el trabajo det productor Pero por las insuficiencias ae suficienci le la primera gueri e deci arcane yl men expo was orgs, ce impon gro inglés también Riso grandes progress, América divan el pevodo de 70 0 860, sobre tod Mj t efecto del esiaondt ab impulso de la industria textil (algodoner t }y las tees ‘crete ness de 840 feria te “Andre, de None ean proceore de marian primes y inet on ie can Brotata. x2! Capital, Mare da, cierto wimero de Seton sobre na El desarrollo econdmico de tos tados Stdos. también A wy prodicte dee gran ‘ndosnts curopca, y Take pare e “nit le Ia industria inglesa. En ste forma ud 10% Poh se Ta debe conser cdlonn de Duropae'Y Easels wares 6 fe curtains “Dende 150, ts Estados Unidos. se. han undo pais ing rial det in be a idan ottnene et calten tr carder dete serene rele fant, el inpniso de te Industria Dnitnien determina a erodes elie omeniena| oe ee calor de a muteria prima pora eb capitalismo ’ barat Sipenrene se. convierte, ae eee eee ae gues ciel americana, Destras Us esclatd,es ga a iflwore Sia del imertaton inaés els acest tin ie americano de dominer toda ts sociedad anericina. 1 srdade ate ee ae aoe ee seat eniseda eer a eselavos sean ana forma eapitalista, pura dle la agrioul. 1B tura, ya que esto implica el estlariado. Sin embargo, es una prime- va forma capitalista al servicio de la gran industria de las metrd- polis: ¢rabaja para el mercado mundial. En un segundo tiempo, Cuando la revolucién nacional de ultramar, las plantaciones escla- istas debieron ser eliminadas para reemplaxarlas por una mano de ‘obra asdlariada. Estas revoluciones nacionales son pues, necesa- riamente antiimperialistas. La guerra civil omericana de 1861-1965 tiene numerosos prote- gonistas: el Norte industrial donde el trabajo es libre, el Sur escla- ista, que se apoya en Inglaterra, y en menor grado, en Francia y Espaiia (listas para intervenir, en provecho de los esclavistas), mientras la clase obreru inglesa tomaré partido contra su propio gobierno, en favor del norte. Es importante seftalar que Mart y Engels aconsejaron a los americanos cortar el Sur en dos y apoderarse de Georgia, basin- dose en el andlisis no solo geografico de la Confederacién del Sur sino también combinando esos datos con el estudio econd- ‘mico y social de los Estados esclavistas. Este estratégica era la mds racional y terminéd por imponerse a los estrategas america- nos, que concentraron sus fuergas durante bastante tiempa sobre el Potomac. Como vemos, los estudios de Marx y Engels’ no eran del todo académicos; ademés la accién en favor del Norte, se unéa @ Ia de todos sus amiges politicos que al emigrar @ los Estados Unidos, Iuckzron con las armas en la mano contra la esclavitud. (Of. nota 58). Podemog seftalar finalmente, que la historia de la guerra civil americana es una de las raras revoluciones que Marx y Engels ‘anolizaron sisterndticamento, considerando: a) las causas econdmi- cas y sociales del conflicto; b) las operaciones militares que se desprendian no sélo de la relacién de las fuerzus enfrontadas sino de la respectiva fuerza politica; c) sus efectos internacionales, en principio sobre las burguesias europeas, sobre todo britdnica, luego sobre el proletariado inclés; d) sus repercusiones en las institucto- nes econdmicas y sociales. 4 I ECONOMIA DE LAS FUERZAS ENFRENTADAS “Acabo de leer en el New York Tribune que se ha producido un levantamiento de esclavos en Mi- suri, Naturalmente, fue aplastado, pero la seal est dada. A medida que las cosas se ‘pongan se- rias, gqué le pasaréd a Manchester?” Manx a Eons, 11/1/2860, Cantos Manx New York Daily Tribune, Ly10/1861 Londres, 18 de setiembre de 1861. Cualesquiera hayan sido sus valores intrinsecos, la carta de la sefiora Beecher-Stowe a lord Shaftesbury + tuvo el gran mérito de obligar a los érganos antinordistas de la prensa londinense a exponer al gran piblico las pretendidas razones de su hostilidad al Notte y de sus simpatias mal disimuladas por el Sur. jSefialemos al pasar que ésta es una actitud extrafia entro gente que finge el mayor horror por la esclavitud! La actual guerra americana atormenta mucha a esta prensa ya que “no es’ un conflicto por la aboliciéa de la esclavitud”, de Jo que se deduce que no se puede pedir al ciudadano britinico, alma noble, ducho en sus propias guerras y en no interesarse en Jas de los otros pueblos sino desde el ingulo de los “grandes prineipios humanitarios”, que experimente la menor simpatia por sus primos del Norte. Por eso el Economist afirma: “En principio, es tan imprudente como falso pretender que el conflicto entre el Norte y el Sur sea una querella por la libertad de los negros por un lado, y por la esclavitud de los negros por el otro.” La Saturday Review declara ue cl Norte “no proclama la abolicién, y nunca pretendié lachar contra la esclavitud, El Norte jamas inscribié en sus banderas el simbolo sagrado de la justicia hacia los negros. Su grito de guerra no es la abolicién incondicional de la esclavitud.” Finalmente, el Examiner escribe: “Si hemos sido engafiados sobre la significa- cidn real de este sublime movimiento, gquién es el responsable sino os: mismos federalistas?” : a Debemos reconacer que en el primer caso el punto de partida ¢s justo. La guerra no empez6 para abolir la eselavitud y el mismo gobierno de los Estados Unidos se tomé el trabajo de alcjar toda dea de este tipo. Pero entonces habria que recordar que no fue el Norte sino el Sur el que empezd esta guerra, el primero no hizo mas que defenderse. En efecto, e] Norte, después de largas dudas y después de dar prueba de una paciencia sin igual en los anales de la historia europea, termin6 por sacar la espada, no para romper la esclavitud, sino para preservar la Union. El Sur, por el contrario, empezé la guerra proclamando bien alto que la’ “ins- titueién particular” era el nico y principal fin de la rebelién, pero al mismo tiempo confesé que Iuchaba por la libertad de reducir a otros hombres a la esclavitud. Libertad que, a pesez de las denegaciones del Norte, pretende amenazada por lz victoria del Partido republicano® y por la eleccién de Lincoln para la pre- sidencia. El Congreso de los confederados se enorgullece de que la nueva Constitueién —a diferencia de la de Washington, Jeffer- son y Adaras~ reconoce por primera vez la esclavitud como algo bueno en si y para si, una defensa de la civilizacién y una insti- tucién divina, Cuando’ el Norte declara que combate simplemente para preservat la Unidn, el Sur glorifica estar en rebelién para ha- cer triunfar la esclavitud. Aunque la Inglaterra antiesclavista e idealista no se hubicra sentido atra{da por la declaracién del Norte, gemo es que no experimenté la mas viva repulsién por la ‘inica, Confesi6n del Sut? La Saturday Review se Wbera de este crucl dilema, negindose pura y simplemente a creer en las declaraciones. de los Fstados sudistas. Mira més lejos y descubre “que la esclavitud no tiene gran cosa que ver con la secesién”; en cuanto a las declaraciones ‘en contrario de Jefferson, Davis y compaiiia, solo son “formulas” casi tan desprovistas de sentido como las de rigor en las proc mas “cuando se trata de altares violados y hogares deshonrados”. El arsenal de argumentos de los diarios antinordistas es extre- madamente reducido y nos damos cuenta que todos retoman mis © menos casi las mismas frases, como las formulas de una serie matematica que vuelven en intervalos regulares ‘con pocas varian: tes 0 combinaciones. niento El Economist exclama: “Todavia ayer, cuando el movir 18 de secesién empezaba a tomar una forma seria con cl anuncio de la eleccién de Lincoln, ol Norte ofrecié al Sur, si queria continsar en la Unién, todas las seguridades posibles para que continuaran funcionando en Ja inviolabilidad todas sus odiables instituciones. No proclamé solemnemente el Norte que renunciaria a inmiscuirse én sus asuntos, mientras los dirigentes nordistas proponian al Con- greso compromiso tras compromiso, basados todos en la concc- sién de no mezclarse en el problema de la esclavitud? “Como, dice el Examiner, que el Norte esti dispuesto a con- cretar un compromiso, haciendo las mis amplias concesiones al Sur en materia de esclavitud?... gGémo es que en el Congreso algunos han propuesto una zona geogrifiea dentro de In cual la sclayitud seria reconocida como una institucién necesaria? Los Estados del Sur lo mismo no estaban. satisfechos,” Lo que el Economist y el Examiner debieron preguntarse no es tanto por qué el compromiso Crittenden * y tantos otros fueron propuestos al Congreso, sino por qué no fueron votados. Fingen creer que cl Norte ha aceptado sus proposiciones de compromiso y que el Sur las ha rechazado, cuando en realidad fueron Ievadas al fracaso por el partido del Norte, que habia asegurado Ja eleccién de Lincoln, Estas proposiciones, al no con- vertirse nunca en resoluciones, de hecho quedaron cx cl estado de deseo piadoso; el Sur munca tuvo ocasién, y con justo mativo, de rechazarles 0 aceptarlas. La nota siguiente del Examiner nos eva al centro del problema. “La sefiora Stowe pretende que el partido esclavista decidié tex- minar con la Unién cuando comprob que ya no podia. utilizarla para sus fines. Admite pues, que ol partido esclavista, hasta ese momento, habla utilizado a'la Unidn para sus fines.’ Pero. seria bueno que la sefiora Stowe muestre claramente cuando el Norte empezs a levantarse contra el esclavismo.” Podrfamos creer que el Examiner y otros oriculos de la opinién pablicea cn Inglaterra estuvieran bastante familiarizados con la historia mils reciente como para no recurrir a las informaciones de la sefiora Stowe en un punto de tanta importancia. La usur- pacidn creciente de la Unién por parte de las potencias esclavistas @ eonsecuencia de su alianza con el Pastido demécrata del Norte * es, por asf decitlo, la formula general de ka historia de Jos Estados Unidos desde comienzos de este siglo, A sucesivas medidas de compromiso corresponde una apropiacién progresiva de Ia Union transformada de esta suerte en esclava de los propictarios del Sur, Cada uno de esos compromisos marca una nueva pretension del Sur y una mueva concesién del Norte. Al igual que cada una de las yietorias sucesivas del Sur no se lograron sino tras una ardiente batalla previa contra cada una de las fuerzas adversatias del Norte, que se prescntan bajo diver- s0s nombres _de partido, con miltiples directivas y con todo tipo de colores. Si el resultado efectivo y final de cada uno de esos sombates singulares favorecid al Sur, un observador atento de la istoria no puede dejar de notar que cada mucvo avance de la potencia eselavista era un paso mas hacia su derrota final. Aun en la época del compromiso del Misuri, las fuerzas en lucha so contrabalanceaban tan estrechamente que Jefferson temié —como surge de sus memorias— que la Unién se viera ante la amenaza de un cstallido como consemmencia de este fatal antagonismo. Las pretensiones de las potencias esclavistas segufan en aumento, cuando el Kansas-Nebraska bill? destruyé, por primera vez en la historia de les Estados Unidos —como el mismo Douglas lo reco- noce— toda barrera legal para IA extensién de la cselavitud cn us tervitorios de los Estadas Unidos. Cuando un candidato del Norte* compré su nominacién presidencial prometiendo que’ la Unién someteria o compraria Cuba para cyear alli un nuevo campo de dominacion de los esclavistas; cuando luego la decisién de Dred Scott * proclama que la extensién de la esclavitud por el poder federal era Ia ley de la Constitucién americana ‘© y final- mente, cuando se abre de facto c comercio de los esclavos aftieanns en una escala mis vasta que en Ta época de su existencia legal Pero, al mismo tiempo que esas culpables debilidades del Par- tidos deméerata del Norte frente a las peores usurpaciones del Sur, comprobamos con signos inmegables, que el combate de las fucrzas upnestas era tan intense que muy pronto iba a trastocarse Ja relacion de fuerza. La guerra de Kansas"', ki formacién del Partido republicano _y los mumerosos votos en’ favor de Frémont en Ia cleceién presidencial de 1856", eran otras tantas pruebas tangibles que cl Norte habia acumulado bastante encrgia como para corregir las aberraciones que la bistoria de los Estados Uni- 20 dos ya conocia desde hicla medio siglo por culpa de los escla- vistas, y para llevarlos a los verdaderos principios de su desarrollo, Ademas de estos fendmenos politicos hay un hecho manitiesto, de orden estadistico y cconémico, que muestra que Ja usurpacién de Ia Unidn federal en provecho' de los esclavistas, habia Tiegado @ un punto en el que éstos debian rettaceder por su voluntad o la fuerza, Este hecho es el desarrollo del Noroeste, los inmensos esfuerzos realizados por su poblacién, de 1850 a 1860", y la in fluencia nueva y revitalizante que esto significé para los Estados Unidos. 4Todo esto representa un capitulo seereto de Ia historia? Se necesitaba la confesién de la sefiora Beecher-Stowe para que. ¢l Examiner y otras Iumbreras politicas de la prensa londinense des- cubrieran la verdad oculta, es decir, que hasta ahora “el partido cselavista habfa usado la Unién par sus fines"? gEs culpa de Jos norteamerieanos si los perindistas ingleses han sido sorprendidos por ol chogue violento de fucreas antagénicas, caya Tucha era la fuerza motviz de Ia historia desde hacia medio siglo? gEs culpa de los americanos si la prensa inglesa considera como un eapricho clucubrado en un dia lo que es cl resultado madurado después de largos afios de Iucha? EI simple hecho de que la fonnacién y desarrollo del Partido republicano en América apenas haya sido notado por la prensa Yondinense pone en evidencin que sux teta- hilas contra la esclavitud son solo aire. ‘Tomemos por ejemplo las dos antinodas de Ja prensa londinense, Times de Londres y cl Reunold’s Weekly Newspaper, cl mayor Grgano de las clases respetables, y cl tnico érgano de la clase obrera que subsist actualmente. [usto antes que Buchanan termi hora su carrera, el primero publicd una apologia detallada de su administracién y una polémica difamatoria contra cl movimiento republicano. Por su parte cl Reynold's durante la estada en Lon- dres de Buchanan hizo de él su blanco favorito y desde entonces cen ninguna ocasién dejé dle ponerlo en el banquillo y de desunciar cn @ a un adversaric. (1) Como explicar Ia victoria del Partido republican en cl Norte, con un programa que se basa en la oposicién abierta a las usur- paciones del sistema esclavista ya a utilizacién abusiva de la Unién por parte de. los sostenedores del esclavismo? gAdemés 21 como es que la mayoria del Partido demécrata del Norte se libera de Tos lazos tradiefonales con los jefes del esclavismo, pasa sobre las tradiciones envejecidus en medio siglo y sacrifica grandes in- tereses comerciales y prejuicios politicos mis grandes todavia para covrer en ayuda de Ja actual administracién republicana y ofrecerle hombres y dinero con generosidad? En jugar de contestar a estas preguntas, cl Economist exclama: “aPodemos olvidar que los abolicionistas son ferozmente perse- guidos y maltratados tanto en el Norte y en el Ocste como en el Sut? Podemos negar que cl empecinamiento y la indiferencia =par no decir la mala fe— del gobierno de Washington han sido Garante afios, el principal obsticulo para nuestros esfuerzos por suprimir efectivamente cl comercio de los esclayos en la costa africana; que un parte considerable de los clipers que ahora hacen ese eomercio son construides con los capitales del Norte. v explotadas por los mereaderes del Norte con tripulacién del Norte?” Este es, en verdad. una obra muestra de légica, La Inglaterra antiesclavista no puede simpatizar con el Norte, que se anane @ ht influrncia nefasta de los esclavistas, poraue no puede olvidar que el Norte —mientras estaba sometido a la influencia esclavista y sus instituciones estaban manchadas por los prefuicios de los verdngas de csclavos— sostuyo cl comercio de los esclavas y desa~ credlité a los abolicionistus. (Inglaterra no ouede simnatizar o la administracién de Lincoln poraue ésta desaprobé la adminis- lacién de Buchanan! Con toda “légica” debe atacar al actuat movimiento de renovacién del Norte y_alentar a los our. cn ct forte, simpatizan con ol comercio de los esclavos estigmatizade por la plataforma republicana,’* debe coquetear or In banda esclavista del Sur ane edificd un imperio separado, porans In- flaterta no puede olvidar gue el Norte de ayer no era cl Norte de hov! Si necesita justifiear su actitnd con terpiversaciones a lo Old Bailev,? esto demuestr» ante todo que la fraccién antinor- dista de la preusa inglesa esti impulsada por motivos ocultos, cs decir demasiado hajos y demasiado infames para scr expresados abjertamente. Una de las maniobras favoritas de Ja prensa inglesa es Ia de reprochar a la actual administracién republicana Ia actuacién de 22 precedentes que fueron proesclavistas y se esfuerza, en lo posible, por persuadir al pueblo inglés que el New York Herald es el ti: 0 érgano que expone auténticamente la opinién del Norte, Des« pués que el Times de Londres. abrié el camino en esta direccién el miicleo esclavista de otros érganos antinordistas, sean grandes © pequefios, siguié sus pasos. Es ast que el Hconomist pretende: “En lo més fuerte de la gucra civil no faltan diaries ni politicos en Nueva York para exhortar a los combatientes, ahora que tier nen grandes ejércitos ct campaiia, a no Inchar unos contra otros, pero si contra Gran Bretafa. A terminar todas las disputas inter- nas —incluso el problema eselavista— para invadir sin previo avis el territorio briténico, con fuerzas de una superforidad aplastante.” El Economist sabe perfectamente que los esfuerzos del Netw York Herald, vivamente alentados por el Times de Londres tien- den a artastrar a los Estados Unidas a una guerra con Inglaterra y tienen como iinico fin asegurar la victoria de la secesion y annuiner ef movimiento del tenacimiento del Norte Sin embargo, la prensa antinordista de Inglaterra hace una concesién. Y la snob Saturday Review anuncia: “Lo discttible en Ia cleceién de Lincoln y aue ha precipitado la crisis, es pure y simplemente la limitacién de la esclavitud a los Estados donde ya existia.” Y el Economist sefala: “En efecto, es verdad que el objetivo del Partido republicano que vtigié a Lincoln, es impedir que la esclavitud se extienda a los territorios no eolonizados toda- via... Tal vez sea cierto que un éxito completa ¢ incondicfonal del Norte le pormitiria limitar la esclavitud a los quince Estados en los que ya existe, lo que eventualmente podria conducir a su desaparicién,’ pero esto ¢s mis verosimil que cierto.” En 1859 ~en ocasién de la expedicién de John Brown a Har- per's Ferry el mismo Economist publied una serie de artieulos detallados para probar que en razin de una ley econémica, \x esclavitud americana estaba destinada a extinguirse gradualmente cuando ya no cstaviera en condiciones de crecer. Esta ley econd- mica fue perfectamente comprendida por la banda esclavista “Side aqui a quince afios, no beneficiamos con un inmenso acre- centamiento de tierra para esclavos, dice Toombs, deberemos per- mitirles a los esclavas que huyan con los blancos, a menos que Jos blancos no huyan delante de los esclavos.” 23 La limitacion de la esclavitud a su territorio legal, tal cx proctarnada por los republicanas, constituye el Santo ae ae de la amenaza de secesién formulada por primera vez la Ciara de representantes el 19 de diciembre de 1859. Sin- en (Misisipi) le pregunté entonces a Curtis (lowa) el ‘artido Republicano admitiria que el Sur obtuviera, una tree pulgada de terreno esclavista, mientras subsistiers le Unie", Cuege 'e Tespondié que si y Singleton le replicé que, en esas condiciones, 2 Unidn seria disuelta, s§conselé a la administracién de Misisiph que saliera lo ms pronto posible de la Unidn: “Estos conse deberfan recordar que Jofferson Davis llevé mucstras fucrzas arma Sis 8 Méieos sigue vivo y podria muy bien dirigir el ejéreito de Haciendo abstraceiém de fa ley econdmica, sogin la cual Ja extensidn de Ia esclavitud es una condicién vital para su manteni. miento en el territorio legal, los Ifderes del Sur nunca se hicieron ilusiones sobre la necesidad absoluta de mantener su hegermonfa politica en los Estados Unidos, Para justificar sus proposiciones al Senado el 19 de febrero de i847, John Calhoun’ declard. ain ambages que “el Senado era el nico medio para asogurar cl {eauilibrio det poder, dejando al Sur en cl gobierno” y que le formacion de los Estados esclavistas mevos se habla hecho! meee saria “para conservar el equilibrio de las fuerzas en ) Senacie” Ademés Ta oligarquia de los trescientos mit propietarios de escla. vos no podria mantener su poder sobre la plebe blanca sin el cebo de futuras conquistas y la prolongacién de sus territorios tanto cg fl oe ana en el aa de los Estados Unidos. ,Si en ade- lante —segtin el ordculo de la prensa inglesa— el Norte toméd Ia Time deetsién de confinar le esclavitud a sus limites actuales liquidarla asi por via legal, esto no deberia bastar par surarle las simpatias de la Inglaterra “antiesclayista”? Pe 7 Parece que los puritanos ingleses no pueden contentarse sino Con una expresa guerra abolicionista. El Economist afirma: “Cr mmo no se trata verdaderamente de una guerra para Ia emancips, Clén de Ta raza negra, sobre qué base quieren que simpaticemos tan calurosamente con la causa de los federados.” “Hubo un tiempo, dice el Examiner, en que : . > en que nuestras simpa Hits estaban eon el Norte, porque. pemsamos que se openta eo 24 mente a las usurpaciones de los Estados esclavistas y defendia la emancipacién como una medida de j para la raza negra.” Pero en los mismos miimeros en Ios que esos diarios cuentan que no pueden simpatizar con el Norte, porque su guerra no tiende a una verdadera abolicién, leemos: “El medio radical de procla- mar fa emancipacién de los negros, es Hamar a los esclavos a una ‘nsurreecién general.” Ahora esto eS algo “euya sola idea es repug- ante ¥ vergonz0sa”; es por eso que “es preferible un compromiso a un éxito conquistado a tal precio y manchado por tal crimen”. Como vemos, el ardor ingk’s por una guerra abokicionista es puramente hipéerita. Pero percibimos la mano del diablo en las frases siguientes: “Finalmente, dice el Economist, la tarifa Morrill ‘merece nuestra gratitud y nuestra simpatia; gpero la certeza de que en caso de triunfo del Norte, Ia tarifa serfa extendida 2 toda J repiblica es una raz6n para que ayudemos ruidosamente a su éxito?” “Los americanos del norte, dice el Examiner, s6lo toman en serio su tarifa aduanera que los protege egoistamente... Los estados del Sur estén hartos de ser despojados de los frutos del trabajo de sus esclavos por las tarifas proteccionistas del Norte.” El Frominer y ef Economist se complomentan uno al otro, Este liltimo es lo bastante honesto para reconocer finalmente que para 41 y los suyos, la simpatfa no esté determinada sino por una simple cuestién de tarifa aduanera, mientras que el primero redu- ce la guerma entre el Sur y cl Norte a un simple conflicto tarifa. jo, una guerra enlze sistema proteccionista y Hbrecambista. Tal vez ef Examiner no sepa que hasta los que quisieron_anular el acta de Carolina del Sur en 1832 —como el general Jackson lo testimonia— slo usaron el proteccionisino como un pretexto. De cualquier mancra hasta el Examiner deberfa saber que ta actual rebolién no esperd Ia adopeifn de ta tarifa Morrill ®* para estallar. De heoko, tos sudistas no podian quejarse de que eran despojados del fruto del trabajo de sus esclavos por el sistema proteccionista del Norte, ya que el sistema Librecambista estuvo en vigor de 1846 a 1861 En su dltimo nimero, el Spectator, caracteriza de una manera conmoyedora el pensamiento secreto de cierto mimero de drga- nos antinordistas: “Qué desean en verdad estos. érganos antinor- 25 distas para justificar la pretensién que tienen de apoyarse sélo en la inexorable logica? Afirman que la secesién es inrisoria porque os la Gnica mancra postble de hater cesar este “conflicto fratricida que no tiene ninguna razén de ser”. Pero en seguida descubren otras razones adaptadas a las exigencias morales del pais, ahora que es clare la salida de los acontecimientas, Por supuesta, esas fazones no se mencionan, hecha la reflexién que, como himilde apologia de la Providencia y “justificacién de las vies del Sefior hacia cl hombre” la necesidad ineluctable se ha vuclto manifiesta a Tos ojos de todos. Descubrimos asi que seria una gran ventaja para los Estados ser separados en dos grupos rivales. Cada uno harfa fracasar las ambiciones del otro y neutralizaria su fuerza. Si Inglaterra entrara en conflicto con algun de ellos, ka simple desconfianza de cada grupo adverso para ella serfa un’ gran soco- 110. Hay que sefialar que como consecuencia habria una situacién may favorable, que nos liherarfa del temor y alentaria la “compe- tencia” politica, esa gran salvaguardia de la honestidad y franqueza entre Estados, Tal es la situacién expresamente puesta en evidencia por_la teoria de los que entre nosotros empiczan a simpatizar con el Sur. Traducido en buen inglés —y deploramos que un argumento in- glés sobre este tema, tenga necesidad de traducci6n— esto signifi ca que si lamentamos que esta “guerra fratricida” haya tomado tal amplitad, es porque esperamos que en el futuro continuaré susci tando temibles convulsiones, una serie de pequetias guerras er6ni cas, pasiones y rivalidades entre los grapos de tos Estados sivales. La verdad efectiva —y precisamente ese modo no inglés de sentir, esconde esta verdad, aunque esté velada por férmulas decentes— ¢s, sin embargo, muy neta: los grupos rivales de los Estados ante- ricanos no podrin vivir juntos en paz y en armonja. La situacién de enemistad, debido a las mismas causas que han suscitado el conilicto actual, se haria crénica. Se ha afirmado que los diferen- tes grupos de Estados tenian intereses advaneros. diferentes. No solo cs0s diferentes intereses tarifarios serfan el origen de las pe- Quefias guerras permanentes, ya que los Estados estarian separa- dos unos de otros, sino tambien a esclavitud —raiz de wodo el conflicto-- agravaria las innumerables enemistades, discordias y maniobras. En una palabra, ya no seria posible restablecer un equilibrio estable entre los Estados rivales, Y sin embargo, atir- 26 man que Ia perspectiva de un conflicto largo e ininterrumpido seria la salida mas favorable al gran problema que actualmente se esti por decidir. En el fondo, Jo que se juzga mis favorable en el vasto conflicto actual, que podria restablecer una unidad politica nueva_y mas poderosa, es la alternativa de un gran nimero de pequefios conflictos y de un continente dividido y debilitado que Inglaterra ya no tendria que temes. No negamos que los americanos hayan sembrado, ellos mismos, los gérmenes de esta situacién lamentable y dolorosa’ con la actitud imamistosa y fonfarrona que a menudo adoptan con respect a Inglaterra, De cualquier manera, no debemos confesar que nves- {ros propios sentimientos son viles y despreciables. Ya vemos que no existe ninguna esperanza de una paz profunda y durable para América en una solucién defectuosa, ya que significa involu y separacién de Ia nacién americana'en pueblos ¥ pa(ses.ho: y sin embargo levantamos los brazos al clelo como si estuviéramos espantades Ge la actual guerra “Iratricida’, cuando enciena la petspectiva de una solucién estable. Deseamos a los americanos tun porvenir hecho de innumerables © incesantes conflictos, que serian todos fratrieidas, pero por cierto mucho més desmoralizan- tes: se los deseamos nicamente para que se liberen del aguijén de Ja competencia norteamericana. Cams Maan. LA GUERRA CIVIL NORTEAMERICANA Die Presse, 95/10/1861 Londres, 20 de octubre de 1861 Desde hace meses, los periédicos y hcbdomadarios que dan el tono al resto de la ‘prensa londinense, retoman la misma letania sobre la guerra civil americana. Al insultar a los libres Estados del Norte se defienden ansiosamente de la sospecha de simpatizar con 27 i riben dos tipos de 1s Estados esclavistas del Sur. De hecho esc : eiaclees uno para alncar al norle, olro, para excustr sus atagues contra el Norte. Qui stexousse Saccus ; arguments son, en esencia, lenitivos: la guerra catre none TEy"Sar es un’ simple conficto tarifaro. Pero te, 20 ya que ver con 16s peincipios, ni con el problema tessa de ocho se tata de Te sed, de poder que experiment ST Norte, Ademas, si el derecho esti de Indo de Jos nordistas, ¢s fra vano uc se Jatenlara poner bajo cl yugo, por Je violencia, & eho. millones de anglosajones. En fin, ght separaciGn con, <} Si mio ibera al Norte de todas las relaciones con ta esclavitud’ de los hegros y no le aseguraria —dado sus veinte millones de, habitan: Tee ya inmensd tenitesio— un desarrollo superior del que nt Cepeeha It amplitud? Bn consecuencia, el Norte deberia saludar In seeesién como un acontecimiento feliz, on lugar de tatay de i vmmedio de una guerra civil sangrienta e ineficaz. Tiquidara por Taiderar punto por punto cl alegate de Ia prensa ne Ne 1 Sur —tal ¢s Ia primera excusa~ conflicto entre el Norte y al Sur — a eine una single wera tarfuia, una. guerra entre seme 7 istas 0 Ii @ Inglaterra esta, evidente- proteccionistas 0 librecambistas en el que Ing 4, evidenten Mente del lado de Ia libertad comercial, 2F1 propictario de escls Yor puede gozar libremente del fruto del trabajo de sus esclavor. Wakbe sor ftustrado parctilmente por los proteecionistas del Norte? Este es el problema que se plantea en esta guetta. Le estaba reservado al Times el hacer este, brillante descubst- inientor el Economist, oh Examiner, a Saturday Review y tutti Gjuanti se dediean_ a exponer este, tema cet Wale pens i ue este descubrimiento no fue hecho cn Charleston sing seadics. Naturalmente, en América cath ne sabe ae a sis bre cambio prevalecid de 1846 a 1861, Sena gre BO orl hn rar eso, su sistema de proteceién tarifaria, después ai Per Lica, Por D tito, no abo secesin poraue Con ao haya votado el sistema tarifario de Morrill sino en el meio Fre aye vonage sistema, fue adoptado en el Congreso porque habja estallado la secesién, © En francés en el original, 28 Cuando Carolina del Sur tavo su primera crisis de secesién en 1831, las leyes proteccionistas de 1828 le sirvieron, es verdad, de wretexto, pero solo de pretexto, como se supo por la declaracién cl general Jackson, Esta vez no se retomd este viele pretexto, En el Congreso de la secosién de Montgomery se cvitd toda alu- sidn a la euestién tarifaria, porque los cultivos azucareros de Lousiana —uno de los estados mis influyentes del suz— dependen totalmente de la proteccién tarilaria, Ademds, la prensa londinense sostiene en su alegato que la guerra de'los Estados Unidos tiende tnicamente al mantenimiento de la Unién por la fuerza. Los nordistus no s¢ resuelven a borrar quince estrellas de su bandera. Los yanquis quieren hacerse un lugar enorme en la escena mundial. js verdad, todo hubiera sido de otra manera si esta guerra se hiciera por In abolicién de la esela- vitud! Pero como lo declara categéricamente la Saturday Review, esta guerra no tiene nada que ver con el problema de la esclavitud, Antes que nada hay que recordar que Ja guerra no fue provoca- da por el Norte sino por el Sur. El Norte esth a la dcfensiva Darante meses miré sin moverse, cémo los secesionistas se apode- raban de fuertes, arsenales militares, instalaciones portuarias, cons- tmceiones de aduana, oficinas de pago, navios y depésites de la Unién, insultaban su bandera y haclan prisioneros a cucrpos de tropa ‘enteros. Finalmente Jos ‘secesionistas decidicron obligar al gobierno de la Union a salir de su pasividad a traves de un acto de guerra resonante, y es por esta iinica razén que bombardearon Fort Sumter cerea de Charleston, El 11 de abril de 1861, el gene- ra] Beauregard le dijo al mayor Anderson, después de un encuen- tra con el comandante de] Fort Sumiter, que Ja plaza disponia solo de tres dias de viveres y por Jo tanto debia rendirse pasado ese lapso, Para apresurar la rendicidn, los secesionistas abrieron el bombardeo en las primeras horas del dia siguiente (12 de abril); éste debia provocar la caida de la plaza en algunas horas. Apenas legé esta noticia, por telégrafo, a Montgomery, asiento del Con- greso de Ja secesién, el ministro de guerra Walker declaré pibli- camente en nombre de Ia nueva Confederacién: “Nadie puede decir dénde terminaré la guerra empezada hoy®®” Al mismo tiem- po profetiz6 que “antes del 1° de mayo la bandera de la Confede- racién del Sur flotard en Ia ctipula del viejo Capitolio de Washing- 29 ton y en poco, sin duda, también en el Faneuil Hall de Boston”. Esto recién después dela proclama en la que Lincoln llamé a setenta y cinco mil hombres para proteger a la Unién. El bombar- deo de Fort Sumter corté la timiea via constitucional posible, a saber: Ja convocatoria de una asamblea general del pueblo ameri cano, como lo habfa propuesto Lincoln en su mensaje inaugural A Lincoln no le quedaba, pues, otra eléccién que Ia de huir de Washington, evacuar Maryland y Delaware, abandonar Misuri y Virginia, o responder a la guerra con la guerra. Ante el problema de saber cual es el principio de la guera civil americana el mismo Sur Ie contesta con el grito de guerra Janzado en el momento de la ruptura de la paz. Stephens, el vice~ presidente de In Confederacién del Sur, declara en el Congreso de la secesién que lo que distinguia esencfalmente a la Constitucién recién tramada en Montgomery de la de Washington y Jeiferson, era, que de ahora en adelante y por primera vez, la esclavilud era reconocida como na institucién buena en si y como el funda- mento de todo el edilicio del Estado. Mientras quc los padres de Ja revolucién trabados en los prejuicios del siglo xvnt, habjan tratado la esclavitud como un mal importedo de Inglaterra que debia ser eliminado progresivamente. Otro fanfatrén dei Sur, Speeds, exclama: “Para nosotros se trata de fundar una gran republica esclavista (a great slave republic).” Como vemos, el Norte ha saca- do la espada simplemente para defender a la Unién. g¥ el Sur ya no declaré que el mantenimiento de la esclavitud no era compa. tible por mucho tiempo con Ia existencia de la Unién? Asi como cl bombardeo de Fort Sumter dio la setial de’ apertura de las hostilidades, la victoria electoral del Partido republicano del Norte —la eleceién de Lincoln a la presidencia— dio la_sefial de la secesién. Lincoln fue elegido el. 6 de noviembre de 1860, Del 8 de noviembre de 1860 es el telegrama de Carolina del Sur: “La secesi6n es considerada aqui eomo un_hecho realizado”. El 10 de noviembre la Asamblea legislativa de Georgia puso en mareha su plan de secesidn, y el 15 de noviembre fue convocada una sesiéa special de Ia Asamblea legislativa de Misisipi para debatir ta secesidn. A decir verdad, la victoria de Lincoln en sf no era sino cl resultado de una escisién en el campo demécraia. Durante la batalla electoral los demécratas del Norte habfan concentrado sus 30 votos en Douglas, y los del Sur en Breckinridge y este desmenu: miento de los votos deméeratas permitié Ia victoria del Partido Tepublicano. gDe dénde proviene por una parte, la superioridad del Partido repubiicano en el Norte* y por la otra, kt division en el sono del Partido demécrata, cuyos micmbros, en cl Norte y en ef Sur, operaban de acuerdo desde hacia més de medio siglo? La presideneia de Buchanan represents el punto calminante de Ja dominacién sobre la Unién que el Sur habia terminado por uusurpar gracias a su alianza con los demécratas del Norte. El timo Congreso continental de 1787 y el primer Congreso constitucional de 1789-1790 habfan desterrado la esclavitud legal- mente de todos los territorios de la Repiblica al noroeste de Ohio. (Como ya sabemos, Jos tertitorios son los nombres dados a las co- Jonias situadas dentro de los Estados Unidos, inientras no han alcanzado el nivel de poblacién constitucionalmente prescripto para la formacién de Estados auténomos.) El llamado compromiso de Misuxi (1820)% a consecuencia del cual Misur{ entré en Jas filas de los Estados Unidos en tanto Estado eselavista, excluyé la esclavitud de todo ol territorio mis alld. de los 36° 30° de latitud norte y al este del Misuri, Este compromiso hizo avanzar la zona de la esclavitud varios grados de longitud, mientras por otra parte se asignaben limites geogr- ficos muy precisos a sa propagacién futura. Esta barrera geogr’ fica fue trastocada a su vez en 1854 por lo que se Hama el Kansas- Nebraska bill, cuyo promotor fue Stephen A. Douglas, entonces lider de la democracia del Norte. El bill adoptado por las dos cdmaras del Congreso abolié el compromiso de Misuri, puso en pie de igualdad la eselavitud y la libertad, ordené al gobierno de Ja Unién tatarlos con la misma indiferencia, y dejé a la soberania popular el cuidado de decidir si era necesario 0 no introducir la esclavitud en un territorio, Asi, por primera vez en la historia de los Estados Unidos, se abolia’ toda limitacién geografica y legal para la extensidn de la esclavitud en los territorios. Por esta nueva legislacién todo el territotio, hasta entonees libre, de Nuevo Méji- co y cinco veces mais grande que el Estado de Nueva York, fue transformado en un pais de esclavitud y la zona esclaviste’ fue prolongada, desde la frontera de la Repiblica mefieana, hasta los 38° de latitud norte, En 1359 Nuevo Méjico fue dotado de un al cédigo de_esclavitud que rivalizaba en barbarie con las legisla- ciones de Tejas y Alabama. Sin embargo, como Jo indica el censo de 1860, Nuevo Méjico cuenta apenas con una cincuentena de esclavos sobre corca de cien mil habitantes. Al Sur Je ha bastado con enviar mis alli de la frontera a un pufado de aventureros con algunos esclavos para dar, con Ia ayuda del gobierno central de Washington, a sus funcionarios y provecdores de Nuevo Méji- co, una aparieuicia de representacién popular con miras a otorgar Ja ‘esclavitud a ese territorio € imponer en todos Iados 1 domin: cién de Ios esclavistas. Sin embargo, este método cémodo no serd eficaz en otros terri- torivs. Por eso el Sur dio un paso de mis y el Congreso apelé a Ja Corte suprema de los Estados Unidos. Esta corte, compucsta de nueve jueves, de los cuales cinco pertenecen al Sur, era desde hacia mucho tiempo, el instumento mis déeil de los’ esclavistas. En 1857, en el memotable caso Dred Scott* decidié que cada ‘eludadano americano tenia el derecho de llevar con él a cualquier territorio toda propiedad reconocida por Ia Constitueién, Ahora bien, la Constitueién teconocia la propiedad de los esélavos; de esta manera se obligé al gobierno de la Unidn a proteger esa pro- piedad. En consecuencia, con una base constitucional, los esclavos podian ser obligados por sus dueftos a trabajar en todos los terr- torios, y a cada esclavista le estaba permitide introducir Ja escla- vitud’ “aun contra la voluntad de los colonos— en todos los terri- torios libres hastit entonces. De esta manera se denegé a las asam- bleas legislativas locales el derecho a prohibir la esclavitud, y se impuso al Congreso y al gobiemo de la Unién el derecho a favo- recer a los promotores de la esclavitud, Si el compromiso de Misuri de 1820 habia extendido el limite geagritico del esclavismo a los tertitorios, si el Kansas-Nebraska bill de 1854 borré toda frontcra gevgrifies y la rcemplazd por una barrera politica —la voluntad de la mayoria de los colonos— la Corte suprema de los Estados Unidos, por su decision de 1857, climiné toda taba politica y transformé todos los territorios de lt Repiiblica, presentes y Futuros, de Estados libres en cilidos inver- naderos del esclavismo, AL mismo tiempo, bajo el gobierno de Buchanan, en 1850 se gravé la legislacidn sobre la extradiceién de esclavos fugados y se 32 la aplicé implacablemente en Jos Estados del Norte, Se mostsé que la vocacién constitucional del Norte era volver a atrapar a los esclavos para sus duetios del Sur. Por otra parte, con miras a frenar todo lo posible 1a colonizacién de los tertitorios por colonos libres, el partido esclavista hizo Fracasar toda la tegistacién sebee la Bbertad del suclo, es decir los roglamentos que aseguraban a los colonos una cantidad determinada de ticrras del Estado libres de cargas* Tanto la politica interior como exterior de los Estados Unidos Se puso al servicio de los esclavistas. De hecho, Buchanan accedié a la dignidad presidencial gracias al manifiesto ‘de Ostende, donde proclamé que la adquisicién de Cuba, fuera a tftulo oneroso 0 por Ia fucrza de las armas, era Ia gran’ tarca de la politica nacio- nal*. Bajo su gobierno, el norte de Méjico fue distribuide a los gspeculadores de bienes rafces americanos, que esperaban con impaciencia la sefial para invadir Chihuahua, Coalwila y Sonora**, Tas contipuas expediciones de los piratas y filibusteres contra los Estados de América central ® estaban divigidas, si les parcee, des. de ta Casa Blanca de Washington. En intima ligazdn con esta politica exterior, que se proponia abiertamente conquistar. terri torios nuevos para introducir Ia esclavitud y la dominacién de los eselavistas, se situaba la reapertura del comercio de csclavos secre. tamente apoytda por el gobiero ce la Unién*", El mismo Stephen A. Douglas, declard en el Senado americano el 20 de agosto de 1859: “EI iltimo aio importamos negros de Africa cor en el curso de un afio, ain en la época en we cl comereik esclavos todavia era legal. ie io sti El ndinero de esclavos is wrt Giltimo afio se habria elevado a cas an se eee Propagseién por la fuerza armada de la esclavitud al i tal el fin confesado de la politica nacional, De hecho, 1 Unibe se habia convertido en a esclava de treseientos mil esclavistas que dominaban el Sur. Este resultada se desprendia de una serie de compromisos que el Sur debia a su alianza con los demdcratas del Norte, Todas las tentativas venovadas periddicamente desde 1817, para resistir a las usurpaciones erecientes de los esclavistas. fracasaron frente a esta alianza, En fin, asi {ne hecho, a Desde que se vot6 el Kansas-Nebraska bill 6 la Ii ‘ansas-Nebraska bill que bord la linea ronteriza de la eselavitud y sometié su aplicacién a ln voluatad 33 de Jos colonos en los territorios nuevos, los emisarios armados de los esclavistas —espias de las regiones fronterizas de Misuri_y Arkansas— se precipitaron sobre Kansas eon el cuchillo de caza en la mano y el revélver en la otra, para echar de alli a los colonos y tratarlos con una crucldad sin’ nombre, Estos raids de pillaje encontrabau apoyo frente al gobierno central de Washington, De ahi la inmensa reaceién. En todo cl norte y sobre todo en el nor- este, se formé una organizacién auxiliar para aportar a Kansas un apoyo en hombres, armas y dinero". De esta organizacion auxiliar, nacié el Partido republicano que dcbe sa existencia, pues, a Ja Tucha para defender Kansas. Después del fracaso de la tenta- tiva para transformar por la fuerza a Kansas en un territorfo con esclaves, cl Sur se esforzs por legar al inismo resultado en medio de intrigas politicas, El gobierno de Buchanan en particular, puso todo en marcha para relegar a Kansas entre los Estados esclavistas de los Estados Unidos, imponiéndoles una constitueién proeséla- vista. De esto surge una nueva lucha conducida esta vez, en lo esencial, en el Congreso de Washington. Hasta Stephen A. Dou- glas, cl jefe de los deméeratas del norte intervino entonces (1857- 1858) contra el gobierno y sus aliados del Sur, porque la conce- sion de una constitucién esclavista contradeefa el principio de la soberania de los colonos garantizada por el Nebraska bill de 1854. Douglas, scnador de Illinois, un Estado del noroeste, naturalmente nubiera ‘perdido toda su influencia si lubiera querido conceder al Sur el derecho a despojar, por la fuerza de las armas 0 por actos del Congreso, a los territorios colonizados por el Norte, Después de haber creado el Partido republicano, la lucha por Kansas provoca- tha ahora Ja primera escisin on el mismo seno del Partido demé- crata, El Partido republicano se dio una primera plataforma, en ocasién de las elecciones presidenciales de 1856. Aunque su candidato —John Frémont— no triunfara, el némero considerable de votos que tuv0, prueba, en todo caso, que el partido crecia ripidamen- te, sobre todo en el noroeste*. Cuando la segunda Convencién nacional para las eleceiones presidenciales (17 de mayo de 1860) los republicanos enriquecieron su. programa de 1856 sulo con algu- nas adieciones. Contenia esencialmente los puntos siguientes: no hay que ceder mis ni la minima pulgada de terreno a los escla- vistas; es necesario que cese Ja politica de pillaje con respects al exterior; hay que estigmatizar la reapertura del comercio de escla- vos; en fin, se necesita un edicto de las leyes sobre la libertad de Ja tierra, para promover la libre colonizacién. E] punto decisivo y vital de este programa era el de no ceder tuna pulgada de nuevas ticrras a la esclavitud; por el contrario, se la debia tener acantonada en los limites de los Estados donde subsistia legalmente *. Ast la esclavitud estaria formalmente con- finada, Pero la extensién progresiva del territorio y del dominio de la esclavitud mis allé de, sus antignos limites es tina ley vital para los Estados esclavistas de. la Unidn, El cultivo de los articulos de exportacién del Sur —algodén, tabaco, aztiear, ete— practicado por los esclavos, es remunerador s6lo durante el tiempo que se efectie con amplios aportes de esclavos, en vasta escala y con inmensos espacios de tierra natu ralmente fértiles, que no exigen sino un trabajo simple. El cultivo intensive que no depende tanto de la fertilidad del suclo sino de la inversién de capitales, de la inteligencia y de la energia del tabajedor, es contrario a In naturaleza de la esclavitud. Asistimos a una ripida transformacién de Estados, como Maryland y Virginia, que antes utilizaban esclavos para producir articulos de exportacién, en Estados que crian esclavos par_exportarlos Tuego hacia los Estados situados mas al sur. Aun ent Carolina del Sur, donde los esclavos representan los cuatro séptimos de la poblacidn, la produccién de algodén se ha mantenido estacionaria desde hace aios, por el agotamiento del suclo, En efecto, por la sola fuerza de las cosas Carolina del Sur ya se ha transformado parcialmente en un Estado de erfanza de esclavos, porque cada fio vende esclavos, por cuatro millones de délares, a los estados del extremo sur_y suroeste. Apenas se aleanza ese punto, se hace indispensable adquirir territorios nuevos para que una parte de los duefios de esclavos ocupen nuevas bandas de ticrras fértiles, transformandose la parte abandonada detris de ellos en territorio de eria de esclavos destinados a Ia venta en el mercado. No cabe ninguna duda que sin la adquisicién de Lousiana, Misuri, y Arkan- sas por parte de los Estados Unidos, la esclavitud se habria apa- gado, desde hace tiempo, en Virginia y en Maryland. En el Con- reso secesionista de Montgomery, uno de los voceros del Sur —el senador Toombs— formulé, de manera conmovedora la ley econd- 35 mica que dirige la expansién continua del territorio de la esclavi- tud: “Si de aqui a quince afies no nos beneficiamos con un inmen- 50 acrecentamiento de ticrras para esclavos, deberemos permitir- les a los esclavos huir hacia Ios blancos a menos que los blancos no huyan delante de los esclavos.” Como sabemos, los mandatos de los diferentes Estados en la Camara de representantes del Congreso dependen del niimera de habitantes de sus respectivas poblaciones. Como la poblacién de los Estados libres crece infinitamente mas répido que lt de los Estados esclavistas, el méimero de los representantes del Norte muy pronto va a superar de lejos al de los representantes del Sur. La yerdadera hase de la potencia del Sur se desplaza siempre hacia el Senado americano, donde cada Estado —aunque su_poblacién sea fuerte 0 débil— dispone de dos bancas de senador. Para mantener su influencia cn el Senado y, a través de estos intérpxetes, su hege- monia sobre los Estados Unidos, el Sur tiene necesidad de crear sin cesar nuevos Estados esclavistas. Esto solo es posible si se ganan paises extranjeros ~Tejas por elemplo— 0 si se transforman los terri- torios con esclavos, luego en Estados esclavistas, como el easo de Misurf, Arkansss, ete. John Calhoun —adulado por los esclavistas y considerado como su hombre de Estado por excelencia— va el 19 de febrero de 1847 decaraba en el Senado que sélo esa Cima- ta ponia la bolanza del poder en manos del Sur, que la extensién del territorio esclavista era indispensable para preservar este cau librio entre el Sur y el Norte en el Senado, y que por lo tanto las tentativas de creacién por la fuerza de nuevos Estados esclavistas por parte del Sur, cstaban justificadas. En fin, el aimero de los actuales esclavistas en el Sur de la Unién aleanza apenas a trescientos mil, 0 sca una oligarquia muy reducida a la que enfrentan millones de “pobres Blancos” (poor Whites), cuya masa crece sin c#sat en razn de la concentracién de la propiedad terrateniente y cuyas condiciones sélo som cim- parables a las de los plebcyos romanos en la época de la decaden- cia extrema de Roma. Solo por la adquisicién —o por la _perspecti- va de adguisicién— de territorios nuevos, 0 por expediciones de filibusteria, es posible adecuar los intereses de esos “pobres Blan- cos” con los de los esclavistas, y dar a su turbulenta necesidad de 36 actividad una direccién que no sea peligrosa, ya que refleja a sus ojos la esperanza de que un die ellos mismos puedan convertirse en propietarios de esclavos Un stricto confinamiento de Ja esclavitud a su antiguo dominio condueinia; pues, por las leyes econdmicas del esclavismo a su extineién progresiva y —desde el punto de vista politico— arcuina- ria Ik hegemonia ejercida por los Estados eselavistas del Sur gracias al Senado y finalmente, expondria a la oligarquia esclavis- ta dentro de sus estados, a peligros por parte de los “pobres Blan- cos" mucho mas amenazateres. En una palabra, los republicanos atacaban de raiz Ja dominaciéu de los esclavistas, proclamando que se opondrian por la ley a toda extensién futura de los tervitorios con esclavos. La victoria electoral de los republicanos, por lo tanto, impulsaria a Ja lucha abierta entre el Norte y el Sur. Sin embargo, esta misma victoria estaba condicionada por Ja escision en el campo demécrata, como ya lo hemos mencionado. La hucha por Kansas provocé un corte entre el partido escla- vista y sus aliados demécratas del Norte. Cuando la eleceién pre sidencial de 1860, ¢l mismo conflicto estallé bajo una forma aun ins general. Los deméeratas del Norte, con su candidato Douglas, hicieron depender la introduccién de la esclavitud en los. tertito- rigs, de Ja voluntad de la mayoria de los colonos. El partido escla- vista con su candidato Breckinridge— sostiene que la Constitu- Gn de los Estados Unidos (como ya lo habia declarado la Corte Suprema) contiene legalmente la esclavitud; en si y para si, la esclavitnd ya era legal en todo el territorio y no necesitaba nine guna naturalizacién particular. As! es que mientras los_republica- nos probibjan toda prolongacién de los tervitorios esclavistas, el partido sudista pretendia que todos los territerios de Ja repiblica eran dominios reservados para ellos. Y en Kansas, por ejemplo, de hecho intent imponer la esclavitud a un tertitorio por la fuerza, gracias al gobierno central, coutra la voluntad de les colonos. En una palabra, haria de la esclavitud la ley de todos los tezritorios de fa Unién. Sin embargo, hacer esta consccién no estaba dentro del poder de los jefes demécratas: simplemente hubiera hecho que su ejército desertara al campo repmblicano, Por otra parte la “sobe- rania de los eolonos” a lo Douglas, no podia satislacer al partido de Tos esclavistas. Lo que querlan realizar debia set hecho en les 37 cuatro afios siguientes bajo el nuevo presidente y por el gobierno central: no podia permitirse ninguna demora. ‘A los esclavistas no se les escapaba que habia nacido una nueva potencia, el Noroeste, cuya poblacién casi se habia duplicado de 1850 2 1860 y que ahora era sensiblemente igual a la poblacién Blanca de los Estados esclavistas. Pero esta potencia no se incli- naba por sus tradiciones, su temperamento y su modo de vida, a dejarse arrastrar de compromiso en compromise, como lo habian hecho los viejos Estados del noreste. La Unién solo tenia interés en el Sur si éste le daba el poder federal para realizar su politica esclavista. Si éste ya no era el caso, era mejor romper ahora antes que asistir durante todavia cuatro afios al desarrollo del Partido Tepublicano y al impulso del Norveste, para emprender la lucha bajo auspicios mis desfavorables. El partido esclavista se jugd ues, entero. Cuando los deméeratas del Norte rechazaron jugar por més tiempo el papel de “pobres Blancos” de! Sur, el Sur le dio la victoria a Lincoln con Ja division de sus votos; en seguida sacé la espada, tomando esta victoria como pretexto, Coto vernos, todo el movimiento reposabx —y reposa todavia— en el problema de los esclavos. Es verdad, no se trata directamente de emancipar, 0 no, a los esclavas, en el seno de los Estados esclavistas existentes; sc trata mds bien de saber si veinte millones de hombres libres del Norte quieren dejarse dominar durante ms tiempo por una oligarquia de trescientos mil esclavistas. Si los inmensos territorfos de la Reptiblica servirin de célidos_viveros para el desarrollo de Estados libres 0 Estados esclavistas. Si, final- mente, 1a politica nacional de la Unién tendré como divisa la propagacién armada de la esclavitud a Méjico y América central y meridional En otro articulo examinamos qué significa la afirmacién de la prensa londinense segin la cual, cl Norte deberia aprobar Is secesién como la solucién més favorable y en resumidas cuentas, Ta mica posible para el conilicto en curso (II). +8 ‘Cantos Manx EL COMERCIO BRITANICO DEL, ALGODON New York Daily Tribune, 14/10/1861 Londres, 21 de setiembre de 1861 La continua alza de los precios del algodén en bruto va a tener efectos serios sobre la industria algodonera, cayo consumo ha dis- minuido ahora en un veinticineo por eiento en relacién a la nor. mal. Este resultado significa que In tasa de produccién disminuye cotidianamente, que las fabricas no trabajan sino tres, cuatro. dias por semana y que una parte de las méquinas est parada, ya sea en las empresas que practican la jornada de trabajo limitada’o en las que hasta ahora trabajaban toda la jornda, pero que estdn cerra- das temporariamente. En algunas localidades, por ejemplo en Black- burn, la jornada de trabajo limitada est4 acompafiada por una reduccién’ de salarios. De cualquier manera la tendencia 2 dismi- nuir la jornada de trabajo recién esté en sus comienzos, y pode~ mos predecir con certeza que de aqui a algunas semanas se pasa- 14, en toda esta rama de la produccién, a los tres dias de trabajo por semana, al mismo tiempo que se detendrin una gran parte de Jas méquinas en la mayoria de las empresas. En general, 10s fabri- cantes y negociantes ingleses han tomado conocimiesto muy len tamente y con reticencia del estado precario de su aprovisiona- miento de algodén. Decfan: “Toda la Ultima cosecha americana ya esti en camino hacia Europa desde hace tiempo. El trabajo para la nueva cosecha justo acabe de empezar, No bubiéramos podido obtener un fardo mas de algodén, aunque no hubiéramos oido hablar de la guerra y del blogueo. La estacién de navegacion no empieza antes de fines de noviembre, y generalmente hay que esperar a fines de diciembre para que se hagan amplias expor- taciones. Hasta aqui no tiene gran importancia que el algodén continée en las plantaciones o vaya al puerto, apenas esté enfar- dade. Si el bloqueo termina en cualquier momento antes de fin de aio, por cierto nos proveerdn normalmente de algodén en marzo © abril, como si el bloqueo no hubiera cxistido.” 39 En el fondo de sus almas de tenderos, Jos fabricantes alimentan Ja esperanza de que antes de fin de aiio toda la crisis americatia estar terminada y con ella el bloqueo, 0 bien que lord Palmerston forzara el bloquco por Ja violeneis. Sin embargo, han abandenado mis 0 menor esta Ultima idea cuando se dieron cuenta en Man- chester, entre otras circunstancias, que si el gobierno brit tomaba la ofensiva sin haber sido provocado, chocaria con 1a fu za unida de dos gigantescos grupos de intereses, a saber: los eapt- tilistas de las finanzas que tienen wa enorme capital invertido en América del Norte, y los negociantes de cereales que encuentran en“América del Norte su principal fuente de. aprovisionamiento, La esperanad -de-que cl bloqueo sé levante a tiempo para satisla- Ger las exigencias dé Liverpool y Manchester, 0 que la guerra ame- ricana tetnine con un compromiso con los secesionistas, hia dado lugar a un fendmeno desconocido hasta ahora dentro del mercado algodonero inglés: las operaciones algodonctts norteamericanas en. Liverpool, que se manifiestan ya sea por especulaciones © yor reexpediciones a América. En consecuencia, el mercado algodone- ro de Liverpool conovié una agitacidn febril en el curso de las dos ‘iltimas semanas, la colocacién espeentlativa de los capitales de los fabricantes dc Liverpool estin sostenidas por kis colocaciones espe- culativas de’ los capitales de tos fabricantes de Manchester _que, por,-otra parte, ‘trataban de proveerse de reservas de materias primas pars el invierno. Comprobamos en grandes -rasgos cual es cl alcance de estas transacciones en cl hecho -que, una parte Considerable de los hangares de almacenamiento de “Manchester yo ests calmada por esas reservas y que en el curso de fa semana Gel 15 al 22 de scticmbre }8 variedad de algodén de calidad media subié tres oetavos de. délar por libra: y ‘a mejor variedad cinco octavos: de délar. = Desde el comienzo de Ia guecra americana el precio del algodén no-dej6. de-subir, a pesar de que cl desequilibrio fatal entre ol precio de-las materias primas y el del hilo y el tejido no se mani- fest6-sino en cl curso de las iiltimas semanas de agosto. Hasta cittéinces cada alza seria del precio del algodén manufacturado que resultaba de a disininucién considerable de ta oferta ameri- ‘cana, estaba compensada por un aumento de las reservas de prime- ra mano almacenadas “y por consignaciones especulativas hacia China ¢ India. 40 Pero esos mereados asidticos se saturaron muy proato, El Gal- eutta Price Current del T de agosto escribe: “Las reservas en stock se acumulan; desde nuestro primer acuerdo las Megadas no bajan de veinticuatro millones de yardas de algodén liso. Los informes que provienen de li metrépoli_nos dicen que los aprovisionamien- tos por bare van a continuar més alli de nuestras necesidades. Mientras Gure esto no podemos esperar mejora.., El mercado de Bombay, también, est ampliamente siturado.” Otras circunstancias también contribuyeron a la contravein del mercado hindi. A Ja altima hambruna en las provineias del nor- veste Je siguicton los estragos del célera,. mientras que en, todo Bengala infcrior las Muvias ininterrampidas dafiaron’ gravemente la cosecia de arroz, Cartas de Caleuta que Megaron esta semana a Inglaterra, nos informan que lis ventas dieron el precio neto de neve délares y cuarto por libra de hilo n® 40, mientras que en Manchester no se Io encuentra a menos de once dolares tres octaves. Lo mismo la venta de telas de cuarenta pulgadas ‘que por pieza dieron pérdidas de siete délares y medio, nueve délares ¥ doce délares, en relacién a los precios de Manchester. : Aun en el mercado chino axistimos a una depresiin de lps precios debida a Ta acumulacién de los stocks de sucreaderias importadas. En estas condiciones y con la demanda de algodén manufacturado britinico en disminucién, los precios, por cierto, no pueden ir ala par con el anmento reciente de los preefos del algodn en bruto; por el contrario, en muchos casos. el hiladg, teiido ¢ impresién del algodén no pagan los gastos de produccién. Tornemos. por ciemplo, el caso siguiente que nos comunica’ uno de los més grandes fabricantes de Manchester, en lo que concier- ne al hilado en bruto: Coste det Margen de’ —hilado por Por Wbra Venta libra 17 de sctiembre de 1860: Costos del algodén 6ya 4d 3dr > Troma 16 vendida por 10% d. - vA Beneficio: 1 d, por: libra Costo det Margen de hilado por Por libra Venta tibra 17 de setiembre de 1861: Costos del algodén 9a ad. 3%. ‘Trama 16 vendida por ud - 7 Pérdida: 4 Ye d. por libra El consumo de algodén hindé aumenta répidamentc. i los pre cios siguen subiendo, el aprovisionamiento hindé aumentard. Sin embargo, es imposible cambiar, en algunos meses, todas las condi- ciones de produccién y modificar el curso de los intercambios comer- ciales. Inglaterra est en vias de pagar muy caro su larga y odiosa administracién del vasto imperio hinds. Los dos principales obsticulos con los que chocarin sus tenta- tivas de reemplazar el algodén americano por el hindd son, Ia falta de medios de transporte y de comunicacién en el territorio de la India, y la situacién miserable del campesino hind’ que lo wuelve inepto para explotar las condiciones favorables. Los mis- mos ingleses son la causa de estas dos diffcultades. La industria modema de Inglaterra reposa, en general, en dos ejes igualmente miserables. Uno es la papa, que era el tinico medio de alimentacién de la poblacién irlandesa y de una gran parte de Ja clase obrera inglesa, Este eje se quebré cuando la peste de la papa y la catéstrofe que esto signified para Irlanda™. Ahora es necesario encontrar una base més amplia para la reproduccién y Ja conservacién de millones de trabojadores. El otro eje de la industria inglesa era el algodén cultivado por Jos esclavos en Estados Unidos. La actual crisis americana fuerza a Ja industria inglesa a ampliar el campo de su aprovisionamiento y a liberar el algodén de las oligarqulas productoras y consumido- ras de esclavos. Durante todo el largo tiempo que los fabricantes de algodén inglés dependieron del algodén cultivado por ceclaves, podemos afirmar, en verdad, que se apoyaban en una doble escla- vitud: la esclavitud indireeta del hombre blanco en Inglaterra, y la esclavitud directa del hombre negro del otro lado del Atlintico. 2 Cantos Manx nee: LA CRISIS EN INCLATERRA Die Presse, 6/11/1861 Londres, 1? de noviembre de 1961 Como hace quince afios, Inglaterra se confronta ahora con wna crisis econémica que amenaza con atacar de raiz todo su sistema econdmico. Como sabemos, la papa representaba el exclusivo ali. mento de Irlanda y de una parte considerable de la clase obrera inglesa, cuando la peste de la papa de 1845 y 1846 golped con la consuncién la raiz de la vida irlandesa. Los resultados de esta gran catéstrofe son conocidos. La poblacién irlandesa disminuyé en dos millones, de los que la mitad murié de hambre y la otra huyd del oto lado del Atléntico. Al mismo tiempo esta espantosa enferme: dad contribuyé a la victoria del partido libresanbiste icelear ta aristocracia terrateniente se vio obligada a ceder uno de sus mono- polios més lucrativos, y la abolicién de las leyes cerealeras aseguré tuna base més amplia y més sana a la reproduccién y a la vida de millones de trabajadores. El algodén es para la rama cominante de la industria de Gran Bretafia lo que Ja papa fue para la agricultura inlandesa. La sub. sistencia de una masa de poblacién més grande que la de toda Escocia o igual a los dos tercios de la actual poblacién de Trlanda, Gepende del trabajo de transformacién del algodén. En ofecto, segan el censo de 1861, la poblacién de Escocia se eleva a 3.061117 habitantes, la de Trlanda a 5.764.543, mientras que mds de cua- tro millones de personas viven directa 0 indirectamente de la industria algodonera en Inglaterra y en Escocia, Esta vez no es la planta de algodén la que esti enferma. Su produccién no consti. tuye el monopolio de ciertas regiones del mundo. Por el contratio, to existe una sola planta que provea el tefido de las vestimentas ue crezca en lugares tan vatiados como América, Asia y Africa, El monopolio algodonero de Jos Estados esclavistas de la Unién americana no es un producto de la naturaleza, sino de la historia, “a Nacid y se desarrollé paralclamente al monopolio de la industria algodonera inglesa en el mercado mundial. En 1793 —alrededor de la época en que se hicieron los grandes descubrimientos mec icos en Inglaterra— un eadquero de Connceticut, Ely Whitney, invent6 cl cotton gin, una méquina para separar el copo deh grano de algodén. Antes de este invento, el trabajo més intenso de un negro durante toda la jornada no bastaba para separar uma libra de fibra de su cascara. Después del invento de Ia nxignina sepa- yudora, una vieja mujer negra podia facilmente separar, en un Jia, Cincuenta libras de copes, y las mejoras progrcsivas muy ‘pronto hicieron duplicar el rendimicnto de esta maquina. Desde entonees ya no hubo trabas para el cultivo de algodon en los Esta- dos’ Unidos. Crecié ripidamente ynano a mano con Ja indust Algodonera inglesa. que se convirtid cn “una gran poteticia comer cial. En el curso de esta cvolucién bubo momentos en que Ingle terra’ pareeid asustarse por el peligro que podia representar este mongpolio americano del algodén. Ese fue el caso, por ‘ejemplo, guanda se compré la emancipacién de los negros en las colonias inglesas por veinte waillones de libras inglesas. Tomron concien- Ga de que [a industria de Lancashire y Yorkshire reposaba en la soberania del litigo esclavista en Georgia y Alabama, en el mismo momento en que el pucblo inglés se imponia grandes. saesificios por abolir la esclavitud en sus propias colonias, Sin embargo, la filan- tropia no hace Ja historia, y menos ain Ia historia comercial Tales dudas surgen cada vez que hay escasez de algodéa en Tos Estados Unidos, tanto mas cuanto un hecho natural como ese es explotado por los esclavistas para hacer subir al maximo el_ precio del algodén con todo tipo de attificios, Los hiladores de algodén Y los tejedotes ingleses amenazaron eatonces con rebelarse coutra el Hey del algodén’. Sc armaroa diversos proyectos para aprovisio~ nase de algoddn cn los paises de Asia y Africa, por ejeinple en 1850,’Sin embargo, basté que a una eseasez le signiera una buena cosecha: en los Estados Unidos para destrozar esas velcidades de teraticipacién. ¥ lo que es m4s, el monopolio algodanero de América leaned, en ol curso de los tltimos afios, una amplitud insospe- chada por una parte debido a la legislacién librecambista, | que bolls el’derecho de aduana suplementario que gravaba cl algo- Gén cultivado por esclavas, y por la oir, por los gigantescas pro- gresos. efectuados simultincamente por ia industria algodonera uw inglesa y el cultivo del algodéa en América en el curso del iltim decenio. Ya en 1857 el consumo de algodén se, elev6, a Inglaterea, en: més 0 menos mil quinicutos millones de- libras : ¥ ahora, de pronto, Ja guerra eivil americana “amenazi: a ge plan de lnndastia glee. ta Union blogues he -pueros ‘fe Tos Estados sndistas para cortar la principal fuente de recursos ea sccesiin, impidiendo ls exportaeion de su linn coset do algodén, pero la Confederacién dio a ese blogueo sw verdadera facrza Timitativa cuando devidid no exportar, tampoco ell, el menor fardo de algodén, para obligar a Inglaterra a ir a buscar su algodén diectamente a ex. puertos del Sap. Se tralaba'cle Teva s. gla- fenra_a romper el bloquco por la fuerza y después a dectorarle Ja guerra a Ja Unién poniendo su espa lanza ci los Estados esclavistas ee ee eeu Desde el comienz0 do la guerra civil americana, el_ precios el sigodn co dejS de. subir, en Trygaterra, aunque dufante “lm iempo enum grado ‘menor del que se ‘esperaba. ‘conjunite, “él mundo de negocios inglés parecia considerar In crisfs amierican con.mucha flema. La razén de esta actitud de total samgte” (ra es evidente. Desde hace bastante ‘tiempo toda la iiltima cosecha americana esti en Enropa. El produeto de la nueva cosecha munca se embarca antes de fines de noviembre y reeién a- fines Jedi ciembre, las oxpediciones toman verdadera aunplitud, Hastaese momento’ es relativamente indiferente que los. fatdos de algodén estén’en tas plantaciones 0 se hayan_ cnvindo ‘a los pucrtos del Sur apenas cl algodén esti enfardado. De tal manera que-si en caal- guier momento, antes de fin de aio, termina el bloguco, Inglaterra podria estar segura de recibir: on’ marzo o en. abril sa provision nonnal de algodén, como si siunéa hubiera habido “bl El mundo’de negocios inglés. en gran medida engayiado por” ta piensa Inglesa, se acund con Is loca ilusiér de que el especticu de we guerra de seis meses terminaria con el reconocimicnto” de la Confederacféir por parte de los Estados Unidos. $in’ cmbaigo hacia fines del mes de agosto se vieton aparccer ‘americarios fn el mercado de Liverpool, para comprar algodén, sea con miras a Jas especuhieiones en Europa 0 con miras a reexportasla a América del Norte, Este hecho extraordinario Ie abrié los ojas a los ingleses. Empezavon a comprender Jo serio de la situacién. Desde entonees 45 el mercado de Liverpool se encuentra en un estado de excitacién febril. Muy pronto el precio del algodén subid wn cien por cien sobre el nivel medio. La especulacién algodonera tomé el mismo cardcter frenético que Ja especulacién ferroviaria de 1845. Las hilanderfas y las tejedurias de Lancashire y de otros centros de la industria britinica del algodén limitaron sa tiempo de trabajo « tres dias por semana, una parte detuvo completamente sus mé- quinas y 1a inevitable reaccién sobre las otras samas de la industria no se hizo esperar, Toda Inglaterra temblé en ese momento, al aproximarse la mayor catéstofre econémica que hoy la amenaze. El consumo de algodén hindd, naturalmente, esti en vias de aumentar, y los precios clevados aseguran un aumento ulterior de las importaciones de la patria original del algodén. Sin em- ‘Dargo, es imposible revolucionar las condiciones de produccién y el curso de los intercambios comerciales, por ast decirlo, en al- gunos meses. Inglaterra paga ahora su larga y catastréfica admi- nistracién en Ia India, Sus tentativas desordenadas de_reemplazar el algodén americana por el algodén hindé, chocan con dos gran- des obstéculos. La falta de medios de comunieacién y de transporte en la India, y la miserable condicién del campesino hindi que le impide explotar, en su provecho, las circunstaneias favorables del momento. Ademés, seria necesario que el cultivo del algodén hind’ pasara por todo un proceso de mejoramiento para tomas el lugar del algodén americano. Aun en las condiciones mis favora- bles, se necesitarian afios para que la India pudiera producir la cantidad de algodén requerida por la exportacién, Esté establecido estadisticamente que el stock de algodén de Uiverpoal se agotard fen cuatro meses. Solo duraré hasta entonces si se continéan apli- cando la limitacién del tiempo de trabajo a tres dias por semana y el paro total de una parte mis importante todavia de Jas mé- Guinas. Bs decir que los distsites manufactureros ya sufren los peores males sociales. zPero si el bloqueo americano continiia més allé de enero, que pasaré entonces? 6 Cantos Manx EL COMERCIO BRITANICO New York Daily Tribune 38/13/1801 Londres, 2 de noviembre de 1861 En Ja hora actual, Inglaterra no sigue ninguna Knea polit general Todo el mundo, hasta el iltime cludadano, esté aoe mente absorbido por sus negocios y por la crisis americana. En un articulo precedente, atraje Ia atencién de ustedes sobre el es- tado febrii del mercado algodanera de Liverpool. En cl curso de Tas dos dltimas senamas manifests todos los sintomas de la moda de los ferrocarriles de 1845, Médicos, dentistas, abogades, cocineros, obreros, empleados, lores, comediantes, pastores, solda- dos, marinos, periodistas, institutrices, hombres y mujeres, todos especulan con el algodén. A menudo las operaciones de compra y venta, de rescate 9 de reventa no se realizan sino sobre uno, dos, tres 0 cuatro fardos. Las cantidades més considerables con- tindan en cl mismo depésito pero a veces cambian de propietacio veinte veces. Se puede comprar algodén a las diez, revenderlo 2 las once, y tener un beneficio de medio penique por libra. Los mismos fardos pasan asi por varias manos en el espacio de doce horas. Sin embargo, esta semana se produjo una especie de reaccibn. Hay que atribuiro al hecho de que el chelin forma una efraredonday ya gue se compone de doce peniques, y a que la mayoria de los especuladores decidieron vender apenas el precio del fardo de algodén alcanz6 ¢) chelin, En consetuencia, hbo wn acrecentt- mento sibito de las ofertas de algodén, y por lo tanto una reac- cién sobre su precio. Pero esto a lo mojor es un fendmeno pasajero. Cuando Ios briténicos se hayan hecho a la idea de que una libra de algodén puede costar quince penigues, esapareceni este Timite pasajero de Ia especulacién y se redoblaré la violencia de su fibre. Esta evolucién contiene un momento favorable para aT os Estados Unidos y desfavorable para los que quisieran romper al bloqueo (Il). Los especuladores ya han. publicado’ protestas Gonde dicen, no sin fundamento, que todo acto belicaso del gobierno briténico seria un acto de injusticia con respecto a los hombres de negocios que al depositar toda su confimza en el respeto al principio de la uo interveneién proclamado y reivindicado por el gobiemo britinico, hicieron sus céleulos sobre esa base. espe- cularon internamente, abandonaron sus eneargos en el exterior y compraron el algodén segin la evaluacién de un precio que es- peran obtener de acuerdo con el desarrollo de procesos naturales, probables y_previsibles, El Economist de hoy publica un articulo insensato en el que las estadisticas sobre la poblacién y la extension googrifica de os Estados Unidos lo Hevan a la conclusién de que hay bastante espacio como para fundar, al menos, sicte imperios gigantecos y que en consecuencia los unionists deberian arrojar de su. corazén “el suefio de un dominio cn el que reinarian sin limites”. La ‘iuiea conelusién racional que el Economist hubiera podido sacar de sus propios datos estadisticos, a saber, que los partidarios del Norte aunque lo quisieran no podrian abandonar sus reivindica- ciones sin entregarse al esclavismo de los Estados y de los terri- torios giganteseos “donde la esclavitud sobreviviria artificialmente ¥ no podria afirmarse como institucién permanente”; esa conclu- sién, la Gnica racional, ese diario cs ineapaz hasta de abordarla. I En el texto publicado por la New York Daily Tribune. lemos esta frase que contradice directamente Ta oposicién que Marx establece entre la actitud del Times y del Reynald’s en lo que concierne a Buchanan: “Por su parte Reynold’s, durante. la estada de Buchanan en Londres, era uno de sus. favoritos. y desde entonces no deié pasar ninguna oeasién de ponerlo én el banquillo y denuneiar a sus adversarios.” Sabemos que la New York Tribune no se inquictaba por modificar pasajes enteros o suprimirlos, a tal punto que Marx debié dejar de colaborar con ese diario progresista en marzo de 1862, IL Este articulo esté en la_parte, militar con el titulo “La guerra civil cn los Estados Unidos", en Die Presse <1 7/11’1861, 48 IIL En el articulo titulado “Notas econémicas” (Die Presse, 3/ 11/1861) Marx retoma, para cl diario vienés, algunos argue mentos desarrollados en New York Tribune y también llega a la conclusiéa de que la evolucién econémica juega en favor de los Estados Unidos y restringe, por Io tanto, los medios de presion del imperialismo de la Inglaterra de Palmerston: “De las tltimas estadisticas del comercio exterior inglés surge un hecho importante. Mientras que en el curso de los nueve primeros meses de este afio las exportaciones inglesas hacia los Estados Unidos bajaton mis del 25%, el puerto de Nueva York® solo aumenté en mas de 6 millones de libras sus expor- taciones hacia Inglaterra en cl curso de los ocho. primeros meses de este ano. Durante ese mismo periodo, la exporta- tacién de oro americano hacia, Inglaterra practicamente cesd, anientras que a In inversa, desde hace algunas semanas ef oro inglés afluye a Nueva York. De hecho, el déficit americano esta cubierto por las compras de Inglaterra y Francia luego de las malas cosechas de esos paises. Por otra parte, Ia tarifa Morill y las economias inseparables de una guerra civil arrui- naron al mismo tiempo el consumo de productos ingleses y franceses cn América del Norte. jComparemos estos datos estadisticos con las jeremfadas del Times sobre la ruina finan- ciera de América del Nortel” 49 I FASE MILITAR “Segin mi parecer de todo esto resulta que una guerra de este tipo debe ser hecha revolucionaria- mente y los yanquis, hasta ahora, trataron de ha- cerla constitucionalmente.” ‘Manx a Enczts, 7/8/1862. Froerico ENcets LAS LECCIONES DE LA GUERRA AMERICANA The Volunteer Journal for Lancashire and Cheshire n® 66 del 6/13/1861 Hace algunas semanas Hamamos la atencién del piiblico sobre el proceso de depuraciin que se impone en el ejército de los voluntarios americanos ®. En ese entonees no agotamos en absoluto las preciosas Tecciones que ese guerra da a los voluntarios de este lado del Atlintico. Nos permitimos, pues, valver sobre el tema. La manera como se he conducido Ja guerra, hasta ahora, en América, efectivamente no tiene precedentes. Desde el Misuri hasta Ja bahia de Chesapeake, nos enconitramos frente a un millén de soldados divididos casi en Ia misma proporcién en los dos campos adversos. Ahora bien, esta situacién dura desde hace mis de’ seis meses sin qué haya habido una sola accién importante. En Mi- suri, Jos dos cféreitos avanzan a su vez, se retiran, libran ‘una batalla, avanzan y retroceden de nuevo, sin Hegar a ‘un resultado tangible. Aun hoy, después de siete meses de marchas y retrocesos, en ocasién de Tas euales ef pafs sin duda fue atrozmente arrasado, las cosas parecen mis alejadas que nunea de una decisién. Des- pués de un periodo bastante largo de una aparente neutralidad sen realidad, de preparacién— Ta situaciém parece andloga a Kentucky: en’ Virginia occidental asistimos constantemente a pe- quefios choques sin resultado notable; “on Jas dos margenes del Potomac el grueso de los dos eiércitos esté-eoncentrado al sileance de la vista sin que nadic tenga In intendién “de atacar probendo con esto que, en el estado de cosas actual;‘unta vietoria no tendria 58 interés. Esta manera estéril de conducir la guerra todavia puede durar meses, si ciertas circunstancias, que nada tienen que ver con esta situscién, no provocan cambios mayores. ~Cémo se explica esto? De ambos lados los americanos, pricticamente, solo disponen de voluntarios. EI pequefio nticleo del antiguo ejército regular de los Estados Unidos o bien fue disuelto, 0 bien es demasiado abil ara actuar sobre las masas enormes de reclutades sin formar to- davia, reunidos en el teatro de la guerra, Para hacor soldados de todos esos hombres, no so dispone ni de un numero suficiente de sargentos instructores. Por eso el entrenamienta de tropas ¢ muy largo y no se podria decir cudnto tiempo se necesitard para que el excelente material de soldados concentrado en las dos orillas del Potomac esté en estado de avanzar en masa, para librar © aceptar la batalla con fuerzas combinadas. Aunque los soldados pudicran ser instruidos en cl atte militar, no habria suficientes oficiales para mandazlos, Faltan sobre todo oficiales de compatiia —que evidentemente no pueden salir ense- guida de las filas de los civiles— hasta oficiales para ditigir los Batallones, aunque se quisiera nombrar para tal puesto a los lugartenientes o cormetas, Se necesita un nimero considerable de comandantes civiles; pero cualquiera que esté un poco al corriente de la situaciéa de nuestros propios voluntarios, pensar enseguida que McClellan 0 Beauregard no dan prueba’ de una prudent cxagerada cuando rechazan hacer ejecutar acciones ofensivas 0 maniobras estratégicas complieadas por comandantes civiles, que estin en ese puesto solo desde hace seis meses Admitamos sin embargo, que esta dificultad esté solucionada en lo esencial, que los comandantes civiles hayan adquirido, al mismo tiempo que sus uniformes, los conocimientos, la experiencia y Ja seguridad necesarias pars Ia ejecucién de su servicio, al menos en lo que concierne a la infanteria. gPero qué pasa con la aba. leria? Formar militarmente un regimiento de caballeria exige mas tiempo y experiencia por parte de los oficiales instructores que Jo que se necesita para formar un regimiento de infanteria. Admi- tamos que todos los hombres que retine ese cuerpo ya saben mon- tar a caballo —es decir sostenerse correctamente en él, divigir la cabalgadura, alimentarla y cuidarla— tampoco deja de ser cierto 54 que esto acortard apenas el tiempo necesario para instruirlos. La equitacién militar, una maestria tal que el caballo se deja conducit en todos los movimientos exigidos por las evoluciones dela caba llerfa, difiere totalmente de la equitacién de tos civiles. La. caba- lerfa’ de Napoleén 2 la que sir William Napier (History of the Peninsular War) estimaba casi mis que a la caballeria inglesa de hoy, se componia —como todos lo saben— de los peores caballeros que jamas hayan adornado una silla, Y muchos de nuestros caba- eros de ocasién consideran que todavia tienen un cierto mimero de cosas que aprender cuando entran en un cuerpo montado de voluntarios. Por lo tanto no es asombroso comprobar que los americanos tienen una caballeria muy mediocre, y que lo poco de que disponen —algunas tropas imegulares (rangers) a Ia ma- nera cosaca 0 india— es ineapaz de un ataque en orden compacto. Y en lo que concierne a Ja artillerfa y al cuerpo de ingenieria, la situacién es sin duda peor todavia. Estas dos armas tienen’ un caricter altamente cientifica y exigen una instruccién larga y mi- nuciosa de los oficiales como de los suboficiales, instruccién mis activa todavia que en la infanteria. Ademés fa’ artilleria es un arma mas compleja que la misma cabalerfa; exige baterias de cafiones y por lo tanto caballos preparados para sus _maniobras, y grupos de hombres experimenta'os, los cationeros y los condue- tores. Ademis se necesitan numerosos furgones para_municiones, grandes laboratorios paza la pélvora, fraguas y otros talleres: todo esto equipado con maquinas complicadas. Se dice que los federados tienen sciscientas baterias en campatia, pero nadie se imagina como estén servidas, porque se sabe que partiendo de cero es absolutamente imposible poner en pie, en seis meses, cien baterias completas, convenientemente equipadas y servidas. Pero admitamos una vez més que todas estas dificultades se han superado y que los eleinentos combatientes de los dos campos enemigos estn prontos para entrar en accién. Todavia es necesario que puedan desplazarse. Ademis hay que aprovisionar a un. efér~ cito, y en un pais poco poblado como Virginia, Kentucky y Misurf, un gran ciército debe ser aprovisionado esencialmente gracias al sistema de depdsitos. Hay que formar reservas de municiones; el ejército debe estar acompafiado por herreros militares, talabar- teros, carpinteros y otros artesanos, para tener en buen estado de 55 funcionamiento del material de guerra. Todas estas cosas indispen- sables faltan en América. En principio hay que comenzar por organizar todo 050, y nada prueba que al menos la intendencia y los transportes de uno de los dos ejéreitos hayan superado, hoy, al estadio preparatorio. América —tanto del Norte como del Sur, tanto la Federacién como la Confederacién— no disponen, por ast decirlo, de ninguna Organizacién militar. El eféreito de linea era absolutamente insu- ficiente, solo desde el punto de vista cuantitativo podia realizar una campafia contra un adversario serio. Casi mo habria._milici Las guerras precedentes de la Unién nunca exigiecon un gran esfuerz0 de fuerzas militares del pais. En Tos anos 1822 a Y814, Inglaterra casi no disponia de soldados. y Méjico se defendia sobre todo con bandas desprovistas de diseiplina. Es un hecho, que América en razén de su. situacién geogrdfica, no tenia enemigo que pudiera atacarla con mas de treinta a cuarenta mil soldados, y para esa fuerza numérica, la inmensa extension del pas repre- senta un obsticulo mucho mis terrible que cualquier cjército que padicra oponerle América, Sin embargo, su ejército bastaba pa formar el nicleo para unos efen mil voluntarios y para asegurarles una formacién militar en un plazo apropiado, Pero cuando la guerra civil opone entre cllos a mis de un millén de hombres, todo el sistema se derrumba, hay que empezar todo desde el comienzo, Dos cuerpos de tropa gigantescos © in- hbiles, cada uno teme al otro y desconfia de una victoria ca tanto como de una derota, se enfrentan y tratan, con grandes gastos, de transformarse en una organizacién casi_ regular. Por tertible que sca el precio, debe ser pagado a causa de la ausencit total de una base organizada sobre In que se podria cdificar cl eiército. {No puede ser de otra manera, dada la ignorancia y Ix finexperiencia que reinan en el dominio militar! Es verdad que ¢s0s gastos enormes solo aportan un adelanto extremadamente di bil de cficacia y organizacién pero, gpodria ser de otra manera? Los voluntarios briténicos pueden agradecer a su buena estrella, ya que disponen desde el comienzo de uu importante ejéreito con un oficio bien disciplinado y experimentade, que los toma bajo su proteccién. Haciendo abstraecién de los prejuicios pro} de toda corporacion, este ejército acogié y traté convenienteinente 36 ‘a los volontarios. Esperamos que nadie picnse que una organi- zacidn de voluntarios puede, dé una manera u otra, convertir en Supérfluo al eféreito regular. $i algunos voluntarios los _pensarn, bastaria con echar ung ojeada al estedo de los dos cjércitos ame- ricanos de voluntarios para comprobar su igaotancia y su presun- cién. Ningin cjéreito recientemente formado por civiles puede ser efieaz, si no esta sostenido y ayudado por los gigantescos recursos intelectuales y materiales que estén en manos de un ejército re- gular relativamente fuerte, en Io que conciemne sobre todo a orga- nizacién, fuerza principal de los ejércitos regulares. ‘Admitamos que Inglaterra esté amenazada por una invasién, y comparcimos 10 que se produeirfa con lo que pasa en América Yn Inglaterra todo el abajo suplementario que implica la for- macién de wn ejército de voluntarios de trescientos mil hombres To tomaria a su cargo el ministerio de Guerra, con la ayuda de algunos funcionarios que sexia facil encontrar entre los expertos militares bien entrenados. Existen bastantes oficiales de cuartel que podrian, sin duda, tomar bajo su control tres 0 euatro batallones de voluntarios y con un poco de esfuerzo, cada batallén podria estar flanguendo por un ayudante y un comandante. Por supuesto, Ia caballeria no podria organizarse tan répidamente, pero una reorga- nizacién enérgica de los voluntarios de la artilleria con oficiales y con~ ductores de la artilleria real podrfa dotar a numerosas baterias de ‘eampaia eon hombres eapaces. Los ingenieros del pais solo esperan tuna ocasién para recibir la formacién del elemento militar de su oficio, de manera que scrian oficiales de ingenierfa de primer plano. Los Servicios de intendencia y de transporte ya estin en pie y pueden mejorarse ficilmente para cubrir Jas necesidades de cuatrocientos mil hombres tanto como tas de cien mil. Nada se dejaré al azar, en desorden; en todos Jos ladas s¢ ayndard y sostendri alos Yoluntarios, que no deben andar al tanteo en Ia oscuridad. De ahi que, si Inglaterra se precipita en una guerra —abstraccién heeha de faltas que son inevitables— no vemos ninguna razén para que la organizacion militar no esté a punto en el lapso de seis semanas. Basta considerar a América para darse cuenta del valor de un ejército regular para la organizacién de un ejército de voluntarios, Feomsuco Excecs y Cantos Manx LA GUERRA CIVIL EN LOS ESTADOS UNIDOS Die Presse 26/11/1861 Londres, 19 de noviembre de 1861 “QDéjale pasar, no merece tu cGlera!” Una vez més y siempre, la inteligencia de Estado inglesa —por boca de lord John Russell— da al Norte de los Estados Unidos este consejo de Leporello a la amante abandonada por don Juan. Si el Norte deja ¢) campo libre al Sur, se libera de toda ligazn con la esclavitud —su pecado original histérico— y plantea las bases de un desarrollo nuevo y superior, De hecho, si el Norte y el Sur fueran dos paises tan netamonte distintos como Inglaterra y Hannéver, por ejemplo, su separacién no seria mis dificil que la de dos Estados”, Pero’ ocurre que en relacién al Norte, el “Sur” no forma ni un territorio geogrifica- mente bien delimitado, ni una unidad moral, No es un pais, sino una orden de batalla El comsejo de una separacién amistosa implicaria que la Confe- deracién del Sur, en lugar de haber tomado la ofensiva ex la guerra civil, se batiera por lo menos con un fin defensivo, Se finge creer que para el partido esclavista solo se trata de unificar los territorios que dominaba hasta entonces, para hacer con ellos un gmupo de Estados independientes, sustrayéndolos 3 Ia autoridad de la Unidn, Nada.es mas falso. “EY Sur tiene necesidad de todo su territorio. Quiere y debe tenerlo.” Con este grito de guerra invadieron los ‘secesionistas Kentucky. Por “todo el territorio” en- tienden en principio todo lo que se Nama los Estados fronteriaos (border states): Delaware, Maryland, Virginia, Carolina del Norte, Kentucky, Tennessee, Misuri_y Arkansas. Luego reivindican todo i temitorio situado “sl sur de Ja Kinea, que va desde el éngulo noroeste de Misuri hasta el océano Pacifico. En consecuencia, lo que los esclavistas Maran “el Sur” es mas de las tres cuartas partes del actual territorio de la Unidn, Una larga fraccién del tercitorio 58 asi reivindicado se encuentra todavia en posesién de la Unién y en principio deberia ser conquistado pot su cuenta. Pero todos los territorios que se aman Estados fronterizos— y aun los que se encuentran en posesién de Ja Confederacién— nunea han sido ver- daderos Estados esclavistas, Mas bien constituyen el tertitoria de los Estados Unidos en el que los sstemas de exeavitad y de tae bajo libre existen a la par y luchan por la hegemonia; de hecho, ali es donde se desarralla la batalla’ entre el Sur y el Norte, entre la esclavitud y la libertad, La Confederacién del Sur por Jo tanto no libra una guerra de defensa, sino una guerra de con- quista con miras a extender y porpetuar la esclovitud. La cadena de montaiias que empieza en Alabama y se extiende hacia el norte hasta el rio Hudson —verdadera columna vertebral de los Estados Unidos~ divide el lamado Sur en tres partes. La regién montafiosa, formada por las montafias de Alleghany con sus dos cadenas paralclas, el Cumberland Range al ocste y las Blue Ridge Mountains al este, separa como una cuiia, las Hanuras bajas de la costa oeste del Antico de las de los valles meridio- nales de Misisipi. Las dos Wanuras baias separadas por la zona_montafiosa, con sus inmensos pantanos de arroz y sus vastas plantaciones de algodén, representan en la actualidad la Mamada drea de la esclavitud. La larga cufia que la zona montafiosa hhunde hasta el corazin de |i esclavitud -con el espacio libre que Je corresponde— eb clima revitalizador y un subsuelo rico en carbén, en sal, en caledreos, en minerales de hierco, en oro, en una palabra en todas 1s materias Primas necesarias para un’ desarsollo industrial diversificado, ya ¢s, cm su mayor parte, una tierra de libertad. Por su naturaleza fisiea, el suelo aqui solo puede ser cultivado con provecho por pequeiios granjeros libres. BI sistema esclavista solo vegeta esporidi- camente y nunca ech6 raices. En la mayoria de los Estados fronte- rizos, los habitantes de las altas mesetas forman el nécleo de la poblacin Kibre que toma partide por cl Norte, aunque més no sea por autoprevencién. Consideremos en detalle los testitorios en discusién, Delaware, el Estado fronterizo situado més al noreste ests de hecho y moralmente, en posesién de la Unién, Todos los esfuerzos de fos secesionistas para formar aunque fucra una fraccién que le 59 sea favorable han fracasado, desde el comicnzo de la gucrra, frente a una poblacién unénime. La fraccién esclavista de este Bstado esté en decadencia desde hace mucho tiempo, Solo entre los afios 1850. y 1860, el mimero de esclavos dismninuyé a la mitad: la poblacién total, de 112.218 ahora solo tiene 1.798. A pestr de esto Delaware es reivindicado por ta Confederacién del Sur y de hecho, el Nerte no podria sostenerlo militarmente si el Sur se apodera de Maryland, En Maryland asistimos al mismo conilicto entre las altas mesctas y_las bajas lanuras. Sobre un total de 687.004 habitantes hay §7.188 esclavos. Las elecciones genersles més recientes han pro- ado de manera impresionante que la mayoria aplastante del pueblo estaba en favor de la Unién. El ejército de treinta mil hombres que ocupa aetualmente Maryland, no solo debe servir de reserva al cjército de Potomac sino frenar la rebc\ién esclavista dentro del pais, Comprobamos aqui el mismo fenémeno que > Jos Estados fronterizos, donde la gran masa del pueblo esti con €l Norte, mientras un’ partido esclavista numéricamente insignili- ante esti con el Sur. El partido esclavista compensa esta debi: idad numérica con los medias de fuerza que le aseguran_un amplio ejercicio del poder en todos los servicios del Estado, cos- tumbres hereditarias de la intriga politica y la concentracién de grandes medios financieros en algunas manos. Virginia representa actualmente el mis grande cant6n militar: alk se enfrentan el grueso de las fuerzas de la secesién y del ejército de Ja Unién, En las altas mesetas de] noroeste de Virginia, la masa de esclavos se eleva a quince mil, mientras que una poblacién libre, veinte veces més numerosa, ‘esti constituida por campesinos outénomos. Las bajas llanuras del este de Virginia por cl contrario, cuentan eos alrededor de medio inillén de es- clavos. La erianza y venta de negros en los Estados del sur repre: sentan su principal fuente de rentas. Apenas los jefes de bandas de las Hlanuras bajas hiceron pasar la ordenanza de la secesién a la asamblea logislativa de] Estado de Richmond y abrieron apre- suradamente las pucrtas de Virginia al ciército sudista, el norocste de Virginia se separé de la secesién, se erigié en nuevo Estado y ahora defiende su territorio con las armas en la mano bajo Ja bandera de la Uni6n, contra 10s invasores sudistas. «0 Tennessee con 1,109,847 lnabitantes, de los cuales 275,784 son esclavos, se encuentra en manos de la Confederacién del Sur, que aplica en toda la regién la ley marcial y un sistema de proserip- ciones que recuerda In época del triunvirato romano. Cuando en el cutso del inviemo de 1861, los esclavistas quisieron convocar a una asamblea popular para ratificar la secesién, la mayoria’ de Ja poblacién rechazé esa convocatoria, para quitarle todo protexto al movimiento de secesién “. Mas tarde, cuando Tennesee fue con- quistado militarmente por lx Confederacién del Sur y sometido a un régimen de terror, un tercio de} exerpo electoral continué decla- rindose en favor de la Unién+?, Como en la mayaria de los Estados fronterizos, cl verdadero centro de resistencia contra eb tido esclavista esta en la regién montafiosa, en el este del pais EI 17 de junio de 1861 una asamblea gencral del pueblo, de ‘Tennessee oriental se reunié en Greenville y se declaré a favor de la Unién, Delegd ante el Senado de Washington al anciano gobernador Andrew Johnson, uno de los més fervientes unionistas ¥ publicé una declaration of grievances, un cuademo de dolencias que develaba todos los medios de estaia, intriga y terror atiliza- dos para que Tennessee saliera de la Unidn, en ocasién de las “elecciones”. Después el este fue jaqueado por las fuerzas armadas de tos sceesionistas. En el norte de Alabama, al noroeste de Georgia y al norte de Carolina del Norte, encontramos las mismas condiciones que en el Oeste de Virginia y el este de Tennessee. Més al oeste, en cl Estado fronterizo de Misuri, con 1.173.317 habivintes y 114.965 esclavos —la mayor parte concentrados en el noroeste del Fstado— la asamblea popular se pronsaneié en favor de la Unién en agosto de 1861". Jackson —gobernador del Estado e instrumento del partido esclavista~ al rebclarse contra la Asamblea legislativa de Misuri fue declarado fuera de la ley y ahora est a la cabeza de las hordas armadas. Estas invadicron Misuri a partir de Texas, de Arkansas y de Tennessee para hacerlo arrodillar frente a la Confederacin y romper sus lazos con la Union, por la espada. Al lado de Vieginia, Misuri constituye actual- mente’ cl teatro principal de la guerra civil Nuevo México no es un Estado sino un simple tertitorio. Bajo la presidencia de Buchanan, los sudistas enviaron ahi veinticineo 61 esclavos después de los cuales introdujeron una constitucin escla- Vista claborada en Washington. Como el mismo Sur lo admite, Uste Estado no les pidié nada. Pero el Sux quiere a Nuevo Méjico y ea consecuencia vomita sobre él a una banda de aventureros Je Tejas, Nuevo Méjico implord la proteccién del gobierno de Ta Unidn contra esos “liberndores". Se habré notado que sefialamos Ia relacién numérica entre es- dlavos y hombres en los diferentes Estados fronterizes. De hecho, sta. ralacion es decisiva. Es el termémetro segiin el cual hay que nedir el fuego vital del sistema esclavista. E) alma de todo el movimiento secesionista os Carolina del Sur. Cuenta con 402.541 esclavos con contra 301.271 hombres libres. En segundo término Viene Misisip’ que dio sa dictador a la Confederacién del Sur: Jefferson Davis; cuenta con 436.696 esclavos contra 354,699 hom- bres libres. En tereer término Alabama con 495.132 esclavos contra 529.164 hombres libres. EI diltimo de los Estados fronterizos disputados que nos queda por mencionar es Kentucky. Su historia més reciente es particu Tarmente caracteristica de la politica de la Confederacién del Sur. Sobre 1.135.713 habitantes, Kentucky cuenta con 225.490 esclavos. En las tres elecciones generales sucesivas ~invierno de 1861, para fel Congreso de los Estados fronterizos; junio de 1861, para el Congreso de Washington y agosto de 1861 para Jas legislativas del Fstalo de Kentucky una mayorla siempre creciente se pronunci® por la Unién. Por el contrario, ‘Magaffin, el gobernador de Ken- Lucky. y_ todos los dignatarios del Estado son fandticos par daries del partido esclavista, como Breckinridge, el representante de Kentucky en el Serado de Washington, vicepresidente de los Estados Unidos con Buchanan y candidato del partido esclavista ‘en 1850 cuando las elecciones presidenciales. Demasiado débil para ganar Kentucky para la secesién, la influencia del partido Meclavista sin embargo, era bastante fuerte como para Ilevarlo a una declaracion de neutralidad cuando estallé Ja guerra, La Con- federacion reconocié Ja neutralidad mientras servia a sus intereses: y necesitaba destruir la resistencia de Tennessee oriental. Apenas X,"aleanzé ese objetivo Hamé a las puertas de Kentucky a golpes de culata, proclamando: “El Sur necesita todo su territorio, (Quic- re y debe obtenerlo!” 62 Después del sudoeste y el sudeste sus cuerpos de francos tira- dores invadieron simulténeamente este Estado “neutro”. Kentucky se despertd asi de su suetio de neutralidad, su asamblea legislativa tomé partido abiertamente por la Union, roded al gobiemo trai- dor de un comité de salvacién publica, llamé a) pueblo a las armas, declaré a Breckinridge fuera de In’ ley y ordené a los seco- sionistas que evacuaran inmediatamente el territorio invadido. Era Ja seal de guerra. Un ejército de la Confederacién del Sur se movié hacia Louisville, mientras acudieron voluntarios de Illinois, Indiana y Ohio para salvar a Kentucky de los emisarios armados de la esclavitud. Las tentativas de la Confederacién para anexar Misuri y Ken- tucky por ejemplo, contra la voluntad de la poblacién, demuestran la vacuidad del gretexte segin el cual Incha por defender los derechos de los diversos Estados, frente las usorpaciones de la Unidn, Es verdad que reconoce el dezecho de los diferentes Esta- dos que forman —segiin ella~ el “Sur”, de separarse de la Unién, pero les niega el de quedarse, 7 Aunque Ja guerra contra el exterior, la dictadura militar cn el interior y Ta esclavitud en todos lados, le dan por el momento un aspecto de armonia, a los mismos Estados esclavistas no les faltan, elementos recalcitrantes. Un ejemplo impactante lo constituye Tejas con 180.388 esclavos contra 601.059 habitantes. La ley de 1845 en virtud de la cual Tejas entré en las filas de los Estados Unidos, en tanto que el Estado esclavista le daba el derecho a formar no solo uno sino cinco Estados con su territorio. De esa manera el Sur hubiera ganado diez nuevos votes en lugar de dos en el Senado americana; y el aumento del nimero de yotos en el Senado era uno de los objetivos principales de su politica del momento, Sin embargo, de 1845 a 1860, los esclavistas no lograron separar Tejas en dos Estados, donde la poblacién alemana juega un papel importante ya que en el segundo Estado el partido del trabajo Nbre hubiera trnfado sobee ol partido esclavsta, gNo es le mejor prueba de la fuerza de la oposicién cont igarquls esclavista del mismo Tejas? Cea eed Georgia es cl més grande y el més poblado de los Estados esclavistas. Hay 462.230 esclayos sobre un total de 1.057.327 babi. tantes, 0 sea alrededor de In mitad de la poblacién. A pesar de 63 esto el partido esclavista hasta ahora no logré hacer sancionar, por el voto general de la poblacién, 1a Constitucién que se otorgé a Sur en Montgomery *. En la asamblea del Estado de Louisiana que se reunjé el 21 de marzo de 1861 en Nueva Orleans, Roselius, el veterano politico del Estado declaré: “La Constitueién de Montgomery no es una constitueidn sina una conspiracién, No instausa un gobierno del pueblo sino una oligarquia detestable que no conoce mites. En Seta oeasign no se le permitié intervenit al pueblo. La asamblea de Montgomery cave la tumba de la libertad politica, y hoy nos invites a dsistir a sus cxeguias.” De hecho, la oligarquia de los treseientos mil esclavistas no uti- za solo 2 la asumblea de Montgomery para prociamar Ys sepa- racién del Sur cox el Norte, sino que ademas Ia explota para trastocar 1a constitucién interna de los Estados esclavistas. y com- pletar la servidumbre de la parte blanea de Ja poblacién que todavia eseia conservar alguna independencia bajo Ja proteccion ¥ Ia constitucién democritica de Ja Unidn. Ya entre 1856 y 1860 Jos voceros politicos, los juristas, las autoridades morales y relic giosas del partido csclavista no habian busoado tanto demostrar Gue la esclavitud de los negros estaba justificada, coma que el Golor de la piel no era nada, que la clase obrera habia nacido, en todos lados, para la esclavitud. ‘Como vemos, en su sentido mis total, la guerra, de Ia Confede- sacion del Sur es una guerra de conquista, destinada a la extension Y perpetuacién de la eselavitud. La mayor parte de Tos Estados fronterizes y de los teritorios todavia no estin en manos dela Union, aunque bayan tomedo partide por éta por utedio de las urnas, y_ luego por las armas. Sin embargo, la Contederacion los cuenta dentro del “sur” y trata de arrancarlos a Ix fuerza de la Union, En los Estados fronterizos que ocupa por el momento, Ta Confederacion tiene on jague, con la Tey marcial, a las regiones montafiosas en gran parte favorables al modo de vida libre. Den- tro de los Estados esclavistas propiamente dichos, suplanta fa demo- cracia existente haste ahora instaurando e] poder sin limites de Ja cligarquia de los trescientos mi} esclavistas, ies mar sus planes de conquista, Ia Confederacién del Sur saeeonacal rmcipio vital yal objetivo de la secesién, La cy secesion s6lo se produjo porque en el seno de la Unidn Ya trans- formacién de los Estados fronterizos y de los terzitorios en Esta- dos esclavistas no parece indefinidamente isealizable. Por otra parte, si cediera pacificamente a la Confederacién del Sur los territorios en discusién, el Norte abandonaria a la repiblica escla- vista més de las tres ‘cuartas partes de todo cl territorio de los Estados Unidos. El Norte perderia totalmente el golfo de Méjico, el océano Atléntico, excepciin hecha de una delgada banda de tierra que se extiende desde la bahia de Pensacola hasta la de Delaware, y se separaria del oo¢ano Pacifico, Misuri, Kansas, Nuevo Méjico, Arkansas y Tejas arrastrarian a California ¥. Inca paces de arrancar a la Repiblica esclavista. enemiga la desermba- cadura del Misisipi en el sur, los grandes Estados ageicolas situa- dos en Ja encnea entre las Montatias Rocosas y los Alleghanys, en, los valles del Misisipi, del Misuri y de Ohio, se verian obligados ‘por sus intereses econémicos, a separarse del Norte y a entrar en a Confederacién del Sur. A su vez esos Estados del norocste arrastratian en la misma ronda de la secesién a todos los Estados nordistas situados mds al este, con excepeién, tal vez, de Nueva Inglaterra ”. No seria Ia disolucién de la Unidn sino su reorganizacién sobre a base de la esclavitud, bajo el control reconocido de Ia. oligar- quia esclavista. El plan de tal reorganizacién ha sida proclamada, abiertamente, por Jos principales voecros del Sur, en el Congreso de Montgomesy. Explica cl parigrafo de le nueva constitueidn que abre la puerts de Ia nueva Confederacién a todo Estado de la antigua Unidn. El sistema esclavista apestaria toda la Unidn. En los Estados del Norte, donde Ja esclavitud es practicamente irtealizable, la clase obrera blanca seria disminuida progresiva- mente a 1a condicién de ilota. Esa seria, pura y simplemente, la aplicacién del principio altamente proclamado, segim cl cual s6lo ciertas razas seran aptas para ser libres: como en el Sur, donde el trabajo propiamente dicho cath reservado a Jos negros, en eb Norte estaria reservado a los alemanes ¢ irlandeses, 0 a sus descen- ientes directes. La actual lucha entre el Sur y el Norte es pues, esencialmente, un conilicio entre dos sistemas sociales, entre cl sistema de In esclavitud y el del trabajo libre. La lucha estalls porque los dos 8 sistemas no pueden coexistir mas tiempo, em paz, en el continente norteamericano. Solo puede terminar con la victoria de uno u otro. Si los Estados fronterizos y los territorios disputados, donde los, dos sistemas luchan por la hegemonfa, son como espina clavada en el cuerpo del Sur, no hay que desconocer, por otra parte, que en el curso de la guerra han representado, hasta ahora, el punto aébil del Norte. Bajo las drdenes de los conjurados del Sur, una fracciin de los esclavistas de esos distritos simularon hipécrita- mente su lealtad al Norte, mientras otra fraccién deseubria que sus intereses inmediatos y sus ideas tradicionales los acereaban a la Unién, El temor de alterar el humor de los esclavistas “Ieales” de los Estados fronterizos y arrojarlos en brazos do Ia secesién, en otros términos, los arreglos impregnados de prudencia frente a los intereses, projuicios y sentimicntos de esos aliados dudosos, que sacudié ala Unién desde comienzos de la guerra con una debi dad incurable impulsandola por ef camino de las medidas a medias Hevindola a faltar hipéeritamente a los principios inherentes a la guerra, para ahorrarle al enemigo el punto més vulnerable, la raiz del mst: fa misma esclavitud. Si aiin recientemente Lincoln ha revocado de manera pusiléni- me la proclamacién de Frémont en Misuri sobre la emancipacién do los nogros pertenecientes a los rebeldes, es tinicamente por consideracién a las violentas protestas de los esclavistas Icales de Kentucky. De cualquier manera, se ha dado un giro en esta materia, Con Kentucky, el iiltimo Estado fronterizo tomé su pues- to en los campos de batalla entre el Sur y el Norte. Ya que se trata de una verdadera guerra por los Estados fronterizos en los mismos Estados fronterizos, su pérdida 0 su conguista se sustrae de la esfera de los debates diplométicos o parlamentarios. Una fraccién do los esclavistas se quitaré [a mascara de Ia Iealtad, Ia otra se sentird satisfecha con fa perspectiva de una indemnizacién monetaria, como la que Gran Bretafa pagé a los plantadores de Ja India occidental ®. Los mismos acontecimientos levan a la pro- clamacién de una vor de orden decisiva: la emancipacién de los esclavos. Atin Jos mis obstinados de los demécratas y diplomiticos del Norte se sienten atraidos por esa formula, como lo demuestran 5 diversas manifestaciones recientes, En mes recientes. En una carta Cass, ministro de Guerra de Buchanan ; le Guerra de Buchanan y hasta ahora, uno de los mis celosos aliados del Sur, proclané que Ia eniancipacien It ke esclavos cra la condlitio sine qua non para la salvacie de ly Unién, Eu su iltima “revista” de octubre, el doctor Brownsen grocers, dol partido eatélico del Norte y, segiin propia confesién gLinds decidido adversario de la emancipacidn de los esclavos entre 36 ¥ 1860 publica un artielo a favor de la aboicin i hemos combatida la abolicién —dice entre otras cosa Porue estimamos quo amenazaba a ht Ustin, hoy tenemos ne tag a mis endrsicamente contra el mautenimiento’ dela esciv ud ya mos, persuadidos que ahora cs incompatily Ja continuacién de la. Uni is ibre. Eatao B gpntinancion des Unién 0 de la nacion como libre. Bstace E] World, érgano neoyosquino de 1 de Washington, concluye uno de sus sl as contra los partidarios de 1 abierta, el general lomaticos de gabinete sus sities articalos sensac tas cor la abolicién, con estas palabrast TI dia en que decidamo, i © idamos que, 0 bien la esclavitud, 0 bien la Union, deben desaparceer, se habrad prouunefado le sentence: ao muerte de Ia esclavitud. Si ol Norte no puede vencer sin Ia eman. cipacién, vencerd con la emancipacién,” Cantos Marx LA DESTITUCION DE FREMONT Die Presse, 26/11/1861 Londres, 19 de noviembre de 1861 La destitucién de Frémont 4 de Misuri marea un giro histori americana, Frémont hi lel _puesto de comandante en jefe ico en cl eurso de la guerra civil ‘ expiado dos pecados graves. Fue el primer 67 candidato del Partido repnblicano para la dignidad presidencial (1856), y es el primer general del Norte que el 30 de agosto de 1861 amenazs a tos esclavistas con la emancipacién de los escla- vos ®, Por lo tanto se convirtié en un rival para los futuros candi- datos @ la presidencia y en un obstéculo para los actuales hacc- dores de comprenaisos Durante los dos siltimos decenios se ha desarrollada una singu- lar prictica en los Estados Unidos: evitar que se elija para In presidencia a un hombre que haya ocupado un lugar tkeisive en su propio partido. Es verdad que se utiliza el nombre de esas personalidades en el curso de Ia campafia electoral, pero apen: se encara el asunto en si, se los deja de lado para’ rcomplazarlos por mediocridades desconocidas y de influencia pursimente local. De esta mancra es como Iegaron a presidentes Polk, Pierce. Bu- chanan, ete. Lo mismo ocurtié con A. Lincoln, El general Andrew Jackson fue cl altimo presidente de los Estados Unidos que debié Su dignidad a su importancia personal, mientras todos sus suceso- res, se la deben por ef contrario, a la fusignificancia de su persona. En el curso del afto electoral de 1860, los nomlyies mis. distin guidos del Partido republicano eran Frémont y Seward. Conovidlo por sus aventuras durante la guerra con Méjico®, su audaz exps- dicién a California y su candidatura de 1856, Frémont era” un persanaje my representative para ser considerado, tan pronto se tratara no ya de efectuar und demostracién republicana sino de tender hacia un éxito republicano, Por eso no fue candidato. Con Seward pasé de otra manera, Senador republicano al Con- greso de Washington, gobernador del Estado de Nueva York y desde cl nacimicnto del Partido republicano, indiseatiblemente su mejor orador. Se necesitaron toda una serie de fracasos mort antes para Hevar a Seward a remuneiar a su propia candidatura ya patrocinar con su voto al que, en ese momento, era mas o menos un desconocide. A Lincoln. Sin embargo, apenas percibid al fracaso do su propia candidatura, se impuso a si mismo, cn tanto Richelieu republicano a um hombre que consideraba como un Luis XIII republicano. Por Io tanto eontribuyé a hacer de Lincoln el presidente con la condicién de ser él, secretario de Estado, dignidad que podemos comparar en cierta medida a Ta de un ‘primer ministro ingés, Apenas Lineoln fue elegido presi- 68 dente, Seward se asegurd el secretariado de Estado. Asistimos on seguida a un curioso cambio de actitud de} Deméstenes del Parti- do republicano, ya célebre, porque profetize un “eonflicto irrepri- mible” entre el ‘sistema del trabajo libre y el de \n esclavitud. Aunque elegido el 6 de noviembre de 1860, Lincoln no accedcria a la funcién’ presideucial sino cl 4 de marzo de 1861, Fn el intor- valo, durante el curso de la sesién de invierno del Congreso, Se ward se convirtié en el centro de todas las tentativas de compro. mixo. Los érganos sudistas en el Norte —por ejemplo cl New York Herald cuyo blanco hasta entonces habia sido Seward— de pronto empeznron a alabar los inéritos del hombre de Estado de la recon. cilfacién y efcetivamente, ne fue por su culpa si no se firmé Ia paz a cualquier precio, "De mvawra manifiesta Seward utilizaba al Secretariado de Estado como trampolin y se preocupaba monos del presente “conflicto irreprimible”® que de la futura preside Gia. Probé una vez mis que los virtuosos de la lengua son hom. bres de Estado peligrosos @ los que no se Je puede tener con! za. jLeamos sus despaches de Estado! Son una mezcla innoble de grandes palabras y pobreza de espiritu, de fuerza aparente y de debilidad real Fora Seward, Frémont era un rival peligroso que habla que perder. Esta cinpresa resulté tanto mas facil por cuanto conforme a sus virtudes de abogado, Lincoln tenia aversidn por todo lo que fuera genial y se remitia ansiosamente sl texto dela Constitucion y temia todo paso que pudicra decepcionar a los “leales” esclivis. tas de los Estados frontetizos, El caricter de Frémont ofrecio otra pretexto, Era manifiestamente un hombre emotivo, nn poco exce- sivo e hiperbolico, dado a giros melodramaticos. El gobierno, p: mero, Jo incité a renunciar voluntariamente agobiéndolo eon’ todo tipo de enredos. Cuando fracasé este método, le quité el mando, en cl inomento preciso en que cl ejéreito que él habia organizado se encontraba frente a freute com el enemigo en cl sudoeste de Misuri y habfa que ibrar la batalla decisiva, Frémont es el idolo de los Estados del noroeste que lo cclebran como pathfinder (explorador). Consideran su destitucién como una injuria personal. Si el gobierno de la Unién vuelve a suftir algunos reveses como los de Bull Run y Balls Bluff, & mismo habré dado a Frémont como jefe para Ja oposivién, que eutonces 69 se levantaré en su contra y romperé el actual sistema diplondtico de conduecién de la guerra, Volveremes més adelante sobre las acusaciones publicadas por el ministerio de Guerra de Washington contra el general destituido. Cantos Manx CUESTIONES AMERICANAS Die Presse, 26/2/1862 Londres, 3 de marzo de 1862 El presidente Lincoln no se anima 2 das wn paso adelante mi tras el curso de los acontecimientos y cl estado general de la opi- nién, piblica permitan contemporizar. Pero una vez que el “Old Abe” “se convence por si mismo que se ha producido ese giro, sorprende tanto a sus amigos como a sus enemigos por lo subito de uma operacién realizada con cl menor raido posible. Asi, de la manera meuos Ostentosa, acaba de dar un golpe que seis’ meses antes Ie hubiera podide costar Ja presidencia y que hasta hace pocos meses hubiera suscitado una tempestad de protestas. Ha- blamos de la eliminacién de McClellan del puesto de comundante en jefe de todos los ejércitos de Ja Unidn, Para empezar, Lincoln recmplazé al ministro de Guerra Came- ron por un jurista enérgico ¢ implacable, Edwin Stanton, Este on seguida libro una orden del dia a los generales Buell, Halleck, Sherman y otros comandantes de servicios totales 0 jefes de expe: dieiones, ordendndoles quc en adelante esperaran todas las érde- nes, pidhlioas y_seeretas, del ministerio de Guerra y que respon. dieran directaitiente a ese ministerio. Lincoln div algunas drdenes aque fina 61 isi como *comandante en jefe del ejzeito y de Ia marina’, titulo que le pertenecia por la Constitucién. De esta ma- nera “anquila”, el “joven Napoleén”*® fue despojado del coman- 70 do supremo que ejercis hasta entonces sobre todos los ejércitos ¥ quedé reducido sélo a la direccién del ejército de Potomac, aunque conservé el titulo de “comandante en jefe", Los éxitos en Kentucky, Tennessee y en la costa atléntica, inauguraron favo- rablemente la toma en sus manos del comando supremo por parte del presidente Lincoln El puesto de comandante en jefe, ocupado hasta entonees por McClellan fue legado a Estados Unidos por Inglaterra y corres: ponde més 0 menos a le dignidad de gran condestable en el ejérci- to francés del antiguo régimen. Durante la guerra de Crimea, Inglaterra descubrié que esa vieja institucién era inadecuada, Conereté entonees un compromiso gracias al cual una parte de los atributos del comando en jefo se trasmitid al ministerio de Guerra, Para juzgar le téctica fabiana * de McOlelland todavia nos falta el material necesario, Pero no cabe dudas que su accién teababa la conducta de las operaciones militares en general. Podemos decir de McClelland lo que Macauly decia de Essex: “Las fallas mili- tares de Essex parten esencialmente de sus sentimientos politicos timoratos, Es verdad, es honesto pero no esté unido cn absoluto Ja causa del Parlamento: fuera de una gran derrota, nada teme més que una gran victoria.” Como la mayoria de los oficiales formados en West Point que pertenecen al ejército regular, McClelland esti més 0 menos liga do por espirita de cuerpo a sus antiguos camaradas que se encuen- tran en el campo enemigo. Cela también a los arribistas que, @ sus ojes, son los “soldados civiles”. Para él la guerra debe Ilevarse de manera puramente técnica, como un negocio, siempre con miras @ restaurar la Unién sobre la base antigua, y por eso conviene, antes que nada, mantenerse fuera de toda tendencia y principio revolucionarios. ;En verdad, esa es una curiosa concepeién de una Suerra que es esencialmente, una guerra de principios! Los pri- meros generales del Parlamento inglés compartian el mismo ervor “Pero —decia Cromwell en su. mensaje al parlamento eroupion °, el 4 de julio de 1653 céino ha cambiado todo esto cuando la direccién la asumieron hombres penetrados por el espiritu de reli Biosidad y de fe!” * Nombre dado al parlamento inglés cuando Cromwell expalsé a la mayor ia de sus iniembros en 1648, a El Siar de Washington, drgano particular de McClelland, dec ra en su dltimo némero: “El fin de todas las combinaeiones mili- tares del general McClelland es cl restablecimiento de la Union con Ja forma exacta con la que existia antes del estallido de la rebelién.” INo es de asombrasc entonees si en Potomac el ciéreito ine empleado, ante los ofos del comandante en jefe, para In caza_ de esclavos! Mas recientemente todavia, McClelland hizo expulsar del campo, por orden expresa, a la fainilia de nmisivos Kutchinson que cantaba canciones... antiesclavistas! Aparte de tales manifestaciones “contra las tendencias”, MeCl land tomé bajo su alta proteccién a los traidores del ejército unionista, Por ejemplo, promovié a Maynard a un grado supe rior, aunque fuera un agente de los secesionistas como lo prucban los documentos oficiales del comité de investigacién de la Cémara de representantes. Desde el general Patterson, cuya traicién pro- voca la derrota de Manassas. hasta el general Stone que otganiz6 el desastre de Balls Bluff en convivencia dirceta con el encmigo. ‘MeClelland sustraia a In corte marcial a todos los traidores mili- tares, y hasta impedia que Io relevaran de su puesto. Sobre este tema el comité de investigacién del Congreso revelé los hechos mas sorprendentes. Lincoln resolvié demostrar con una medida enérgica que, cuando asumiera el mando supremo, la hora de los traidores con charreteras habria sonado y que se produciria un giro on la politica de guerra. Por orden suya el general Stone fue detenide en su cama el 10 de febrero a las dos de la maiiana y conducido al fuerte Lafayette, Algunas horas mas tarde Megé la orden de anesto firmada por Stanton que contenia Ia acusacién de ser pasible de alta traicién, de ta corte mareial. EL arresto de Stone y su acusacién tuvieron lugar sin que el general McClellan fuera informado previamente. Mientras estaba inactivo y lucfa los laureles ganados antes, MeCicllan estaba maniliestamente resuelto a uo permitir que otro general se le adclantara. Los gencrales Halleck y Pope habjan Preparado un movimiento combinado para obligar a una batalla decisiva al general Price, que ya una vez habja escapalo a Frémont luego de una intervencién de Washington, Un_telegrama de McClelland Jes impidié levar a cabo su empresa, Un. telegra ma parecido dirigido al general Halleck “anulé la orden” de levan- lar el fuerte Columbus, en el momento en que ese fuerte se encon- traba a medias debajo del agua, McClellan les habia prohibido ex- presamente a los generales del oeste, que mantuvieran correspon- deneia, Todos debian dirigirsc a Washington si querian combinar un movimiento, El presidente Lincoln les dio la indispensable libertad de aceién, Basta con leer el panegirico que el New York Herald hace sin cesar, del general MacClellau para juzgar la calidad de su_politica militar. Es el héroe para el gusto del Herald. El famoso Bennett, propietario y jefe de redaccién del Herald, reinaba on los tiempos de las administraciones de Pierce y de Buchanan por la mediacién de sus “representantes especiales", alias correspondientes a Wash- ington. Bajo la administracién Lincoln traté de reconquistar ese mismo poder por un rodeo, gracias a su “representante especial” cl doctor Ives, un sudista notorio y hermano de un oficial que habfa desertado a la Confederacién y habia logrado ganar el favor de McClellan. Con el patronazgo de McClellan parece que este Ives goz6 de grandes preferencias, sobre todo en la época en que Cameron estuvo a la cabeza del ministerio de Guerra. Esperaba que Stanton le acordara los mismos privilegios y en consccuencia, se presenté el 8 de febrero a la oficina militar donde el ministro de Guerra, su sccreturio y algunos miembros del Congreso deli- beraban sobre Jas medidas militares a adoptar. Lo echaron, se envalentoné y batiéndose en retirada, amenazé con hacerle abrir el fuego al Herald sobre cl actual ministerio de Guerra, si le retiraban su “privilegio particular”. a saber: participar confiden: cialmente de las deliberaciones del gabincte, de los telegramas, informaciones generales y novedades de guerra, Al dfa siguiente, el 9 de febrero, ¢] doctor Ives reunié a todo el estado mayor de McClellan para una comida de campo. Pero la mala suerte legé pronto. Un suboficial con seis hombres, se apoderé del poderoso Ives y lo levé al fuerte McHenry donde —coma lo dice expresa- mente la orden del ministro de Guerra— lo tienen bajo estrecha vigilancia por espia. Feoenico Excris y Cantos Manx LA GUERRA GIVIL AMERICANA Die Presse, 26 y 27 de marzo de 1862. I Desde cualquier dngulo que se Ta considere, la guerra civil eana presenta un especticulo sin paralelos en los anales de Ja amplitud de las lineas de operacién y del frente, la potencia numérica de los oféretes enemigos, cuya ereacién,pricticamonte no pido apoyarse en ninguna base de organizacién anterior, el costo fabuloso de esos elérctos, su forma de dieceiGn y los prin- cipios generales de téctica y de estrategia que rigen esta guerra, todo esto es nuevo para el observador europeo. ; a conspiracén secesonista, ganizada, patocinadh y_ sostenk da mucho antes de estallar por la administracién Buchanan, dio a Sur ‘una ventaja inicial gracias @ la cual s6lo_podia ‘esperar el logro do sus fines. Amenazada por su poblacién de esclavos ** y Ror fuerte elementos unionistas entre los blancs, con um nimero de hombres tres veces menor al del norte, pero mas prontos al atague gracias a sus innumerable ociosos, editor ‘de. aven- turas, para el Sur todo dependia de una’ ofensiva répida, a daz ‘aun terneraria. St los sudstas Hegaban 2 apoderarse, de San Luk, ‘Cincinnati, Washington, Bakimoro, y tal ver de Fidel podlan Tevanta uni movimiento de pinico, a pesar de que ls diolo- in én hubieran asegurado’ a todos los estados escl tas cl rconomient eo Sadepentenc, Por conta imera ofensiva fracasaba —al menos en sus puntos deck tor ay stuacton empeoraia cia a dia paralelamente al desasro lo de las fuerzas del Norte. Esto es lo que comprendieron perfec- tamente los hosobres que, oon espin en verdad. bonapertista, organizaron la conspiracién secesionisia y luego abrieron Ia cam: pafia. Sus bandas de aventureros summergicron a Misuri y Tennesse, mientras que las tropas organizadas mis regularmente, invadieron 7 Virsinia oriental y prepararon un golpe de mano sobre Washing- ton, Al fracasar ese golpe, la camputia sudista, desde el punto ao vista militar, estaba ‘perdida, EI Norte entré en guerra de mala gana, en una somnolencia, Como era de esperar dado e] desarrollo més elevade de su indus, tria'y de su comercio. Aqui el mecanismo social era infinitemente mas complejo que en el Sur, y se necesité mucho més tiempo para imptimit a su aparato una direccién inusual. El enrolamimnte de Voluntarios por tres meses, se descubriré que es un gran error, aunque haya sido, sin duda, inevitable ©", La politica del Norte debié consistiz, en principio, en mantener- 30,8 }8 defersiva en todos Jos puntos decisives, para organizar sus fueraas, ejercerlas y prepararlas para balallas docisives a travtes de operaciones de débil envergadura poco riesgosas; “después Teuande le organizacién se encontrara un poco reforzada y los Clementos indeseables estuvieran wun poco separadas de su efércis fo— pasar a una ofensiva enérgica ¢ ininterrumpida, con miras a Teconquistar todo Kentucky, Tennessee, Virginia y Cavolina del Norte, La transformacién de los civiles en soldados le costaria mis tiempo al Norte que al Sur. Pero una vez hecho esto se podria confiar en Ja. superioridad individual del nordista A grandes rasgos, si hacemos abstraccién de los exrores que tienen’ un origen més politico que militar, el Norte sctué “de acuerdo con estos prineipios: simulacros en Misuniy- Visein gecidental, mientras protegia a las poblaciones unionistas, ‘secs. tamibraba a las tropas al servicio de campafa y al fuego, sin expo. nerlas @ Gerzotas decisivas, La grave humillacién de” Bull Ree era, en cierta manera, Ia consccuencia de un error anterior: cl gnvolamiento de voluntarios por tres meses. Tis absurdo peditles 43 dos recién zeclutados que ataquen de frente una posicién fuerte, Simada en un terreno dificil y ocupada por un adversario apenas inferior en niimero. El pinico que se apoderd en el momenta decisive del ejéreito unionista y euya causa no siempre he aide cariticada, no podia sorprender ‘a nadie por poco farmiliarizado auc estuviera con Ja historia de las guerras populares. Esos inciderhes S© Produjeron, con frecuencia, entre las tropas francesas de 179 M97"; pero de ninguna manera le impidieron a los soldedos Senar las batallas de Jemappes y de Fleurss, de Montenoite, Cas. B Uglons y ive Las buclas de In prensa europea sobre cl nico de Ball Rum denen ung sola excuss para su: fotert: la fenfa rronadas de una parte de in prensa norteamericana antes del des- eneadenamionto de la batalla. El plato de seis meses conseeuivos de Jo dirots de Mantas fue sxplotado mis cficazmente por el Norte que, por el Sur. No solo Ts fas nordistasereciezon, mucho mis qe Ia, suds, sina gue sus oficiales reibinon mej instnceiin, La disciplined eatrenamlento de las tropas no chocaron con jos mises obsiteu fos que en el Sux. Los mneseables y los incapes a para ls en grin parte: Ia €p0ca del pinico de Ball, Run_perteneco al psc Ee verdad que no hay que fuse lot doe freon se siterio, de Tos principales reitos europeos, i con mug irelto regular de los Estados ‘Unido Napoletn logs conipletar en un mes, en-sus cuarteles, el entrenamiento de longs dle for nucvos geclotadon Bonedos on matcht durante el segando, y conducios al enemige en el terceo, Pero cada bata lon reaibia un complemento suliciente de oi cals ¥ subobiciles experimentados; se destinaban a cada compatia’vieios solda dey, pare que el dia de batalla las f6vence topes avi rodeadas 0 mejor dicho encuadradas, por los veteranos. Todas esta condiciones faltan en América, eee experiencia militar de los qu fn la considerable masa de la experiencia milita ve Tucionrins de 1848-1849, ly orginizcién de fos eifritos de. Ia Uaién fubier exgido un tempo mis lngo todavia“. El reduck do nimero de muertos y berdos en rlacién al nimero total de las tropas comprometidas (habituslmente| uno sobre veinte) dex amuestzaa que ta mayoria de los eafretamtentos, un Ios, mis recientes en Kentucky y Tennessee fueron efectundos con el uso rinepnimente de armas de fuego a larga distanci, y que las tee Eargis con bayonela se detentan bien pronta, ante. ge enemigo, o bien ponfan en fuga al adversario aun antes de Negar suerpe po. En el intervalo, la nueva eampatia se hi, aber to barauspicion mas tavorables son ef avance de Buel y Halleck a través de Kentucky en direccién a a See { y Virginia occidental Después de aber teconquistado Misuri,y Virginia, occiden In Union abs a campata svanzando en difeccioa a Kentucky 76 os secesionistas tenfan ahi tres posieiones fuertes » campos atrin. Gigrades: Columbus sobre el Misisip’ ala. izquiendi Bowling Green en ef centro, Mill Springs sobre cl Cumbalend a bee cin Su linea se extendia de oeste a este, on mis de. trecciany millas, La amplitud de esta linea Je quitaba a los ter cuerpos toda posibilidac de sostenerse mutuamente, y ofsecia las tropas de la Unién la posibilidad de poder atacar'a vada uno de Re aisladamente y con fuerzas superiores. B) gran error de oe cece Sjppistas ine, con la disposicién de sus fuergus, querer ocupar todo cl tereno, Kentucky hubiera sido defendido con mucha mis efree Gia Por medio de un solo campo poderosaimente fortifiendo, on at rente de la cexidn, preparido como campo de batalla, sire we fufrentamiento decisive y sostenido por el grueso del ejéecltos n bien hubiera atraido al grucso de las fuerzas unionisiar or bien bas hubiera puesto en uni posicién peligrosa. apenas ae hubienn sentido tenttadas de ataear una concentracién de tropas tan faceter Padas esas condiciones, los unionistas resolvieron atacay Jey (ice campes, uno tas otro, tratando de hacer salir al eneiige con iis serie de maniobras con miras a obligarlo a aceptar ol combete su eampo vaso. Este plan, de acuerdo con todas las reglas del ane Rulltar, fue cjeeutado con decision y rapide. Hacia ‘mulindas: de SREFO. un cuerpo de alrededor de quince mil unionistas sneech bre Mill Springs, defendido por veinte mil secesionistee tee Guonistas maniobraron tan bien que le hicieron oreer a sus avon 78s due, solo tendrian que vérselas con un destacamento lel El general Zollicoffer también eayé en la trampa: suk de ay Gao fortifieade y atacé a los unionistas, Demasiado tarde se do waenta que tenia cnfrente a una fuerza superior. Lo materoe ¥ us tropas suftieron una derrota tan completa como los atria is en Bull Bun, Pero esta vez la victoria fue explatada totuimerte de otra manera, El eiército vencido fue acnsade, hasta ata ago- sido, desmoraliado, perdic su artilerta de eampata y ci trees ste campafia, legs a su campamento de Mill Springs. Este eee pamento habia sido editicado sobre la costa norte de) rio Cam, perland, en caso de una nueva derrota la guamicién tenia connn, Jn rotirada, excepto por el tio, por medio de algunos saving ae Saver 9 barcos de rio, En general, notamos que los eampos sean Sionistas estin edificados en la costa enemiza de los tios, Este no solo esti en regs sino que es prictico alinearse de esa forma pero con Ta condicién de tener un puente atnis. En ese caso el campo sirve de cabeza de puente y da a los que lo tienen el privilegi de Jargar sus fuerzas a volontad sobre una u otra orilla del rio, es decir de dominar completamente los cursos de agua. Por cl contrario un campo sobre cl Iado enemigo del rio, pero sin puente atrés, corta todo camino de retirada después de un enfrentamiento desgraciado, y obliga a las tropas a capitalar o las expone a la matanza y al ahogo, como les ocurrié a los unionistas cerca de Balls Bluff en la orilla enemiga del Potomac donde los habia enviado la traicién del general Stone, Cuando Ios secesionistas vencidos aleanzaron su campamento de Mill Springs, en. seguida conmprendieron que debian rechazar cl ataque de! enemigo a sus fortificaciones 0 capitular a la brevedad. Después de la experiencia de la mafiana habian perdido confianza en su capacidad de resisteneia. En consecuencia, cuando avanzaron los unionistas al dia siguiente, para atacar el eampamento, se dieron cuenta que el enemigo habia aprovechado la noche pam eruzar cl xo ebandonandoles el campamento, el tren de campafia, Ia artilleria y el aprovisionamiento, De esta manera la extremidad derecha de la Tinea secesionista fue hacia Tennessee, y Kentucky oriental, donde Ja masa de la poblacién cra hostil al pautido esclavista, fue recon- quistado por la Unién, En el mismo momento —hacia mediados de enero— los unionis- tas empezaron Jos preparativos para desalojar a los secesiouistas de Columbus y de Bowling Green, Una poderosa flota de navios ‘con morteros y cavioneras blindadas estaba lista, y se largé a Tos euatro vientos la noticia de que servirfa para escoltar a un nume- roso ejército a lo largo del Misisipi, de Cairo a Memphis y « Nueva Orléans, De hecho, todas las demostraciones sobre el Mic (no eran sino simples maniobras diversionistas, En ol momento decisivo, las cafioncras fueron cneaminadas por cl Ohio, después de all{ por el Tennessee, que remontaron hasta Fort Henry. Con Fort Donelson sobre cl Cumberland, esta plaza fuerte constituia Ta segunda linea de defensa de los secesionistas en Tennessee. La posicién habia sido bicn elegida ya que en caso de retirada defi- nitiva, més alli del Cumberland, ese curso de agua cubriria su frente como el Tennessee protegfa su flanco izquierdo, y Ia estro- cha banda de tierra entre los dos rios estaba suficientemente en- 78 bierta por Jos dos fuertes mencionados antes. Sin embargo, gracias @ una accién répida, los unionistas bundieron también la ‘segunda linea, antes de atacar el ala izquierda y cl centro de la. primera, En la primera semana de febrero, las cafioncras unionistas hicie- on ‘su aparicién frente a Fort Henry, que fue tomado después de un corto bombardeo, La guarnicién pudo escapar y leer a Fort Donelson, ya que las fuerzas terrestres de las que disponia Ja expedicién no cran bastante numerosas como para cvrear. Ia plaza. Las eationeras volvieron a bajar por cl Tennessee hasta Ohio ¥ desde alli, por el Cumberland, subieron hasta Fort Donelson, Una cafionera aislada subié habilmente por el Tennessee, en pleno gorazén del Estado del mismo nombre, rozando el Estado de Misuri: Megé hasta Florencia en e] norte de Alabama, donde una serie de pantanos y bancos (conocidos con el nombre de Mussle Shoals) impidié que continuara Ta navegacién. E] hecho de que una sola eafionera haya podido cumplir este Iago cruceto de_ por Jo menos ciento cincuenta millas y volver Iuego sin haber snfrido el menor ataque, prueba que los scntimientos unionistas prevale. cen a Jo latgo del ro y serfin muy titiles el dia en que las tropas de la Unién avancen hasta all Esta expedicién fluvial por el Cumberland, combinaba sus mo: vimientos sin embargo, con los de las fucrzas terrestres, al mando do los generales Halleck y Grant. Los secesionistas estacionados en Bowling Green fueron inducidos a error por la demostracién de los unionistas. Se quedaron tranquilamente cn su campamento Surante Ia semana que siguié a la caida de Fort Henry, mientras que Fort Donelson esti cereado por tierra por cuarenta mil unio. nistas y la costa del rio estaba amenazada por una poderosa flota de caiioneras. Como el campamento de Mill Springs y de Fort Hemy, Fort Donelson tiene el curso de agua a sus espaldas, sin disponer de un puente para la retirada. Es la plaza mas fuerte que atacaron los unionistas hasta ahora. Los trabajos de fortifica- cién habiar, sido efectuados con el mayor cuidado; ademas la plaza era lo suficientemente vasta como para contencr y alojar a Yeinte mil hombres. EI primer dia del atague, las cafioneras redu- jeron al silencio a las baterias que dirigian su fuego sobre la orilla del rio, y bombardearon el interior del perimetro fortificado, mientras las tropas terrestres rechazaban las avanzadas enemigas 9 rzaban al grueso de los secesionistas a buscar proteccién justo tayo Tos cafiones, de sus propios tabajos fortfieados, El segundo dia, parece que fas eaiioneras que ya habian sido probadas en | vispera, no hieieron gran cosa, Por el contrario, las tropas terres- tres tuyicron que sostener una batalla larga y apasionada por snomentes, con las columinas de la guarnicién que intentaban per- forar ei ala derecha del enemigo para asegurarse una linea de retirada en direccién a Nashville. Sin embargo, un ataque enézgico del ala derecha de los unionistas sobre cl ala izquicrda de los secesionistas ¢ importantes refuerzos en beneficio del ala izquierda unionista, decidieron la vietoria de los asaltantes. Diferentes pues- tos fortificados exterioves fueron tomados por asalto. Empujados a sn linea de defensa interior, sin ningiim camino de retirada y de manera manifiesta fuera de estado para resistir un nuevo asalto, Ia guarnicién se rindié incondicionalmente, al dia siguiente. 1 ‘i c afia y el nate. Con Fuerte Donelson, la artilleria, el tren de campaiia y Hal de guetta de ta gostucién eayeron en mans de Ws unions as; trent nil secesionistas se rindieron el dia de Ia eapitulicion, eT oeeteete aa er pe earn eee ee aerate vencedores ante Clarsville y esta ciudad situada en el onrso sup. rior del Cumberland abrié sus puertas. Los secesionistas habia almacenado alli grandes reservas de viveres. : {a toma de Fort Donelson ence, sin embargo, un pequeto misterio: la huida del general Floyd ‘con cinco mil hombres, al segundo dia de bombardco. Estos fngitivos eran demasiado nume- rosos como para desaparecer por encanto durante Ja noche, en los barcos de vapor. Algunas medidas de precaucién por parte de los asaltantes hubieran podido prevenir la huida. a Siete dias después de la rendieién de Fort Donelson, los fode- rados ocuparon Nashville. La distancia entre esas dos locaidades es de alededor de cien millas inglesas. Por To tanto tuvicron que Sacer quince millas por dia, por caminos Theos de aches y durante lt peor estacién del'aiio: esto hace honor a Jas. tropas tunionstas. Ante ln noticia de Ia caida de Fort Donelson, los seve: Bo sionistas evacuaron Bowling Green; una set donaron Columbus y se r ta y cinco millas més al sur, De esta manera la Unién habfa reconquistado enteramente a Kentucky. ¥ los secesionistas no podran retener ‘Tennessee si no libran y ganan una gran batalla. Parece que han concentrado nde de sesenta y cinco mil hombres con cse fin, Sin embargo nada les impide a los unionistas oponerles una fuerza aun muy. superior. art conduceién de las operaciones en la campafia de Kentucky. merece los més vivos elogios. La reconquista de un tervitorio tap vasto, el avance en direecién a Ohio hasta Cuberland on un solo mes, todo esto revela una energia, una decisién y una rapide de ejecucién que los ejéreitos regulares de Europa raramente han igualado. Comparemos por cjemplo, la lenta progresién de los Aliados de Magenta a Solferino en 1859, sin perseguir al cnemigo gn retirada, sin tentativa de aislar a los retrasados 0 desbordar y encerrar cuerpos de tropa. enteros, Halleck y Grant en particular, dan buenos ejemplos de conduc- {a militar enérgica. Al dejar completamente de lado Columbus y Bowling Green, concentraron sus fuerzas on los puntos decisives ~Fort Henry y Fort Donelson— que atacaron con rapidez y con energia haciendo Columbus y Bowling Green, insostenibles. En seguida se pusieron en marcha hacia Clarksville y Nashville, sin dar tempo a los secesionistas en retirada a ocupar nuevas. posicio- nes en el norte de Tennessee. Durante esta rapida perseeucion el cuerpo de ciército secesionista de Columbus quedé completa, mente separado del centro y del ala derecha de su ¢jéreito. Los Giatios ingleses criticaron injustamente esta operaciOn. Aunque el ataque al Fort Donelson hubicra fracasado, los secesionistas podian retenidos cerca de Bowling Green por el general Bucll, no hubjeran podido separar una tropa suficiente eomo para permit, le a la guarnicién perseguir a los unionistas en campo aso aineita. zando su retirada, Por otra parte, Columbus estaba tim alcjada gue cn ningiin caso podfa intervenir en las operaciones eonducidas por Grant. De hecho, cuando los uuionistas limpiaron de sccesion nistas Misuri, Columbus, para estos siltimos, era solo un. puesto desprovisto de todo interés. Las tropas de sti guarnicién debicron retitarse a toda prisa hacia Memphis o hacia Arkansas para no verse obligados a entregar sus armas sin gloria, a mds tarde aban- von a una isla del Misisipi, cuaven- 81 Luego de la limpieza de Misurf y de la reconquista de Kentucky, el teatro de guerra se estreché a tal punto que los diferentes ejércitos pveden cooperar, en cictta medida, en toda la linea de operaciones y ayudarse entre s{ para alcanzar ciertos resultados. En otros térmi nos, recién ahora la gucrra toma un cardeter estratégico y la configu- zacién del pals reviste un nuevo interés, Ahora les toca i 4os genera- les nordistas descubrit el talin de Aquiles de los Hstados algodo- eros. Hasta Ja toma de Nashville no podia haber operaciones estratégicas comunes a los ejércitos de Kentucky y Potomac, separados. por distancias demasiado largas. Es verdad que se encontraban cn la misma linea del frente, pero sus lineas de operacidn cran completa- mente difercutes, Solo con el avance victorioso en Tennessce los movimientos de los ejéxeitos de Kentucky tomaron importancia dentro de todo el teatro de operaciones. Los diarios americanos influenciados por MeClellan hicieron mucho tuido con la teorfa “amaconda” enyolvente, que preconiza que una inmenst linea. de ejércitos encierre Ja rebeliGn, oprima progresiva- mente sus miembros y finalmente estrargule al enemigo. Ex una chi quilinada. Es un atreglo del llamado sistema del cordén inventado pot Austcia alrededor de 1770 y utilizado contra los francescs de 1792 a 1797 con tanta obstinacion y mareado por tantos fracasos ince- santes. En Jemappes, Fleurus_y muy particularmente Montenotte, Millesimo, Dego, Castiglione y Rivoli, el sistema del estrangalamiento preadié mucho. Los frarteeses cortaron en dos el “anaconda” y concentraron si ataque en un punto con fuerzas superiores, y después despedazaron uno tras otro los pedazos del “anaconda”. En los Estados mis o menos pobladas y centralizados. siempre existe un centro que si es ocupade por el enemigo a menudo rompe. la resistencia nacional. Paris es un ejemplo impresionante de esto. Sin embargo, Ios Estados esclavistas no poscen tal contro. Estén poco poblades y cast no tienen grandes ciudades, salvo cada tanto, sobre la costa. Sin embargo, hay que preguntarse si al menos cxiste un centro de gravitacién militar, la captura del cual romperia le columna vertebral de la resistenc O bien, como ocurrié en Rusia hasta 1812 gpara lograr Ja victoria hay que ocupar cada pueblo y cada localidad, en una palabra: ocupar toda la periferia? Echemos una ojeada a la’ configuracién geogrifica de Seccssis, can 82 su larga banda costera sobre el Atléntico y sobre el golfo de Méjico, Durante el tiempo que los confederados tuvieron Kentucky y Ten- nessce, su territorio formaba un conjanta bien compacto. La pérdida de esos dos Estados clavé en su territorio una kigantesca cua que separa los Estados situados sobre la costa norte del océano Atlintico de los Estados situados sobre el golfo de Méjico. El camino de Vir~ ginia y de las dos Carolinas a Tejas, a Luisiana, a Misisipi y en parte, a Alabama, pasa por Tennessee que acaba de ser ocupado por los unionistas, tinico camino que después de la conquista total de Tennessee por la Unién, une las dos secciones de los Estados esclavistas, pasa por Georgia. Esto demuestra que Georgia es Ia lave de Secessia. Al perder Georgia, La Confederacién se encuentra cortada ex, dos seceiones que ya no disponen de ninguna comunicacién entre sf, Ahora bien, es indispensable que los secesionistas puedant reconquis- tar Georgia, ya que las fuerzas militares unionistas podrian concen- ‘arse en una posicién central, mientzas que sus adversarios, divididos en dos campos, apenas tendrian fuerzas para realizar un atague conjunto, ft Seria necesario conquistar todo Georgia inclusive la costa sur de Florida para concretat tal operaci6n? En absoluto. En un pais donde Jas comunicaciones, sobre todo entre dos puntos alejados, degenden mis del ferrocasril que de los caminos, basta con apoderarse de la via férrea. La Ynea de forfocarril més meridional entre los Estados del golfo de Méjico y Ios de la costa norte del Atlantico pasa por Macon y Gordon, cerca de Millegeville. La ocupacién de estos dos puntos cortaria en dos a Secessia y permitiria « los unionistas derrotar a una paste y después a la otra. De. esto que acabamos de decir se deduce que ninguna repitblica sudista es viable sin la posesién de Tennessee. En efecto, sin Ton- nessee, el punto vital de Georgia se encuentra a acho o diez dias de marcha desde la frontera. Por Jo tanto el Norte tiene constante- mente tomado del cucllo al Sur: 8 la menor presién de sus dedos, el Sur debe ceder o retomar la lucha para sobrevivir, en condiciones en las que una sola dersote le quita toda perspectiva de victoria, De estas consideraciones se desprende que: El Potomac no es li posicién més importante del teatro de Ia guerra, La toma de Richmond y el avance del ejéreito de Potomse 83 hacia el Sur ~dificiles pot Jos numerosos cursos de agua que cortan Ja’ Iinea Ge marcha~ podrian tener un terrible efecto psicolégico, pero desde el punto de vista pavemente militar, no decidirian nada en absoluto. La decisién de la campaiia descansa en ¢l ejército de Kentucky que actualmente ocupa Tennessee, territorio sin el cual la secesién no puede vivir. Por Jo tanto habria que reforzar este ejército a costa de los otros y sacrificando todas las operaciones menores. Sus proximos puntos de ataque tendrfan que ser Chattanooga y Dalton en el Tennessee superior, porque esas ciudades son los oudos ferro- viarios mas importantes de todo cl Sur. Después de su ocupacién, Jos Estados del este y del oeste de Secessia quedarian unidos solo por las lineas de comunicacién de Georgia. Quedaria entonces por cortar iy linea. det ferccaril que va de Atlanta a Georgia pa final mente destruir el altimo contacto entre las dos seceiones al 0% oa los secciones al ocupar Por el contrario si el plan “anaconda” continuara, a pesar de todos los éxitos locales y aun los del Potomac, li guerra podria prolongarse al infinito, aunque las dificultades financieras y las complicaciones Giplomaticas crearan un nuevo margen de maniobra para el Sur. Camos Manx LA PRENSA INGLESA Y LA CAIDA DE NUEVA ORLEANS Die Presse, 20/5/1862 Londres, 16 de mayo de 1862, Cuando corrieron Tos primeros rumores sobre la caida de Nueva Orledns, Times, Herald, Standard, Morning Post, Daily Telegraph y otros diarios ingleses que simpatizan con Ios desolladores de esclaves Gel Sux, demostraron con argumentos de orden estratéxico, tictico, filolSgico, exegético, politico y moral pesadamente balanceados, que 84 ese ruido no cra sind uno de los taritos engafios que Reuter, Havas, Wolff y sus agencias secundarias tienen la costarabre de dejar cacr periédicamente, Afimaban que los medios naturales de defensa de Nueva Orleins acababan de ser refoszados no solo con nuevas forti- ficaciones, sino von todo tipo de infemnales mecanismos submarinos y cafioneras blindadas. Al pasar sefalaban el espiritu espartano de la poblaciim de Nueva Orledns y su odio feroz. hacia los mnercenarios a sueldo de Lincoln. ¢¥ acaso Inglaterra no habia sulrido frente a Nueva Orleans la derrota que puso un fin lamentable a su segunda guerra contra los Estados Unidos en 1812-1814? Nada acts prever, por lo tanto, que Nueva Orleéns no renovaria hist6ricamente Ia epo: peya de Zaragoza o de Mose". Ademés enceraba guince mil Tardos de algodén, gracias a los que seria facil encender un inex Yinguible fuego autodestructor, haciendo abstraceién de que en 1814 los fardos de algodén debidamente humedecidos se revelaron mi yesistentes al fuego de Ia artilleria que los trabajos fortificados de Sebastopol. {En ua palabra, la tomna de Nueva Orledns es un lindo ‘ojemplo de las fanfarronadas yanquis! Cuando se confirmaron los primeros rumorcs, 2 través de Tos vapo- res que Icgaron dos dias mAs tarde a Nueva York, el grueso de la prensa proesclavista inglesa siguié sienco esoéptica, El Evening Standard sobre todo, estaba tan seguro de lo que adelantaba que en el mismo niimero publied un editorial en el que demostraba clara mente que Nueva Orledns era inexpugnable, mientras a Ja vez anun- eiaba con grandes titulares Ia caida de la inexpugnable ciudad. Por su parte, el Times que hace gala de su diserecién, dio un giro. Todavia ducaba de la noticia pero se declaraba dispuesto a cual- quiet eventualidad ya que la ciudad en medialuna era mas una ciudad de pillos que de héroes. Esta vez el Times tenia razén, Nueva Orledns es ol depésito de In escoria de la bobesia francesa, En el verdadero sentido del término: es una colonia penttenctaria francesa y nunca, tn el corer del tiempo renegd de sus origencs, Times tard® cierto Hempo en darse cuenta de este hecho, en general, bastante conocido. En fin, el hecho conereto se impuso a todo el mmdo. 4Qué hacer? La. prensa proesclavista inglesa demuestra ahora que la caida de Nueva Orieéns era una ventaja para los confederados del Sur y una derrota para los federades. 85 La caida de Nueva Orléans pemmitié al general Lovell y a sus tropas reforzar el ejército de Beauregard, que tenia mucha més necesidad de ese refterzo por cuanto tenia a su frente una con- eentraciin de’ ciento sesenta mil hombres (jexageran un poco!) bajo las Ordenes de Halleck y por otra parte, el general Mitchel habia cortado los contactos de Beauregard con el este a) interrum- pir las comunicacioncs ferroviarias de Menphis a Chattanooga, ¢s decir la linea en direcciéna Richmond, Charleston y Savannah * Después de este corte de comunicaciones (del que habiamos dado cuenta mucho antes de la batalla de Corinth como movimiento estra- tégico previsible), Beauregard ya no disponia de ninguna comunica- cién ferroviaria con Corinth, fuera de la que leva a Mobile y Nueva Orledns. Después de la caida de Nueva Orleéns solo disponia de la linea de Mobile y no podia aprovisionar convenientemente a st tropas. Por lo tanto debié replegarse sobre Menphis: jsegtin la pren- sa proesclavista inglesa, su capacidad de aprovisionamiento se ve mejorada por su unidn con las tapas de Lovell! Por otra parte, esos ordculos sefialan que la fiebre amarilla sacar a los federados de Nueva Orléans, y que si la ciudad no es Moscd, su aloalide muy bien podria ser Bruto. Basta leer (cf. New York Herald) la epistcla melo- Graméticamente alentadora al comandante Farragut. “jNobles pala. bras, sefior, hermosas palabras!” ® jPero las palabras por duras que sean, no quicbran huesos! Sin embargo, la prensa de los esclavistas no es tan optimista como sus consoladores ingleses, en Io que concierne a la caida de Nuova Orléans, El Richmond Dispatch ascribe: “;Qué se hicieron nucstzas caio: neras blindadas, Misisipi y Luisiana, de las que esperibamos Ja salvacién de la ciudad en media luna? Es como si hubieran sido de vidrio, por su efecto sobre el adversario. Es en vano negar que Ya toma de Nueva Orleéns es para nosotros un golpe muy duro. Con esto el gobie:no confederado esté separado de Luisiana oceidental, de Tejas, de Misuri, y de Arkansas.” EL Norfolk Day Book sefiala: “Es la derrota més seria desde cl comienzo de la guerra, Augura privaciones y restricciones para todas las clases sociales, peor atin: amenaza el aprovisionamionto de nues- tro ejército.” EI Atlantic Intelligentzer se lamenta: “Especibamos otro resulta- 86 do. EJ avance enemigo no era un ataque sorpresa; estaba previsto desde hacia mucho tiempo. Nos habfan prometido que si el adversa- Ho pasaba frente a Fort Jackson, una artilleria temible lo obligaria a |a setirada 0 asegurarfa su destruccién, En todo esto mos engafia- ‘mos, como todas las veces que las fortificaciones debieron garantizar la seguridad de una plaza o de una ciudad, Pareciera que las inyen- ciones modernas hubjeran armuinado la capacidad defensiva de las fortificaciones. Las eafioneras blindadas las destruyen © pasan ante ellas sin probiemas. Temesos que Memphis comparta la suerte de Nueva Orleans. zAcaso no seria insensato acunamos con ilusiones?” Petersburg Express oscribe: “La toma de Nueva Orledns por los federados es el acontecimiento més extraordinario y el mas fatal de toda la guerra.” Feenico Encers y Cantos Manx LA SITUACION EN EL TEATRO DE LA GUERRA AMERICANA Die Presse, 80/5/1862 La toma de Nueva Orledns tal como la relatan los boletines que hemos recibido hasta ahora, se sefiala como un acto de bravura pricticamente sin paralelos en la historia de la flota. La flota de los unionistas sélo tiene barcos de madera: alrededor de seis barcos de guerra, cada uno armado con eatorce a veinte cafiones, apoyados por ‘una numerosa flotilla de cafioneras y de navios con morteros. Esta flota tenfa que vérselas con dos fuertes que barricaban el paso del Misisipi. Al alcance del fuego de los cien cafiones de esos fuertes, el rio estaba barrieado con una fuerte cadena detris de la cual habia un gran mimero de minas, brulotes y otros mecanismos de destrue- cién. Por lo tanto, habia que pasar esos primeros obstéculos untes de deslizarse entre los fuertes. Sin embargo, del otro lado de los fuertes habia una segunda y poderosa linea de defensa constituida 87 por cafloneras blindadas, entre ellas el Manassas, un acorazado blin- dado y la Luisiana, una poderosa bateria flotante. ae Después que los unionistas bombardearon durante seis dias, sis ringin resultado, los dos fuerles que dominaban el rio, ‘decidieron Gesafiar el fuego, forzar con tres colurmnas la burrera de coro, subir bo lo y atacar las forifiacions, Esta empresa temeraria resultado. Apenas la flotilla desembarcé en Nueva Orledns, la vi ee tueva Orledins, la victo- Ahora Beauregard no tiene mis nada i i E jene mis nada que defender en Corinth Su posicién solo tenia sentido durante el tiempo que ‘cubria Misisipt y,Lursana, y particularmente Nuova Orleins. Desde ol punto de vista estratégico es tal, que si pierde la minima batalla, no Te queda otra eleecién que dispersar a su ejéreito en guerrillas. En efecto, no puede mantener durante mucho tiempo unida a una gran masa de soldados, si ya no tiene una gran ciudad donde estén concentrados a la retagaaedia de su ejéreito los ferrocarriles y los aprovisiona- mientos. Et a Sa irrefutable, McClellan ‘ha tevelado ser una nulidad en el plano militar. En efecto, habiendo Hegado po Ti e cir eaten lcs sn pose de nano de responsi, no conduce la guerra para vencer al enemigo sino por e] contrario. Bar ce noo denoten, ose e hat ponte neti eee Se comporta como esos vies generales lamados “maniobroros” que 5 nee de huir temerosamente de toda decisidn tactica obligan- do al enemigo a abandonar sus posiciones gracias a _ esata, Lor confederdenslempre se egal betas ele momento decisivo no se anima a cargar sobre ellos, Asi aunque plan de retirada de los confederados fue anunciado diez Sees por los diarins neoyorquinos (por ejemplo Tribune) los deié retirar- 50 tranguilamente desdc Manassas a Richmensd. Luego dividié: ejéreito y flanqueé a los confederados estratégicamente instalindose frente a Yorktown con un cuerpo de topa: una guerra de fortaleza siempre da pretextos para perder tiempo y evitar Ia batalla. Apenas tuvo concentrada una tropa superior a la de Jos confederados, los dejé retirarse de Yorktow hacia Williamsburg y aun mis alld sin ‘bligaon ‘@ peicar, Nunca una guerra fue conducida tan lamenta- lemente. Si el enganche de elementos en retirada cerca de Williams- burg en lugar de terminar en un segundo Bull Run, terminé con una 88 derrota de la retaguardia confederada, es porque MeClellan es ajeno a esc resultado. Después de una marcha de alrededor de doce millas (inglesas) ajo una Tlavia diluviana de veinticuatro horas, por caminos trans- formados en verdaderos pantanos, Ios ocho mil unionistas a tes Grdenes del gencral Heintzelmann (descendiente de alemanes, pero pativo de Pensilvania) egaron a Ios alrededores de Williamsburg Y chocaron con un débil piquete enemigo. Pero éstos all darse Zuonta de su debilidad numérica pidieron en scguida tefuerzos 4 Williainsburg, desde donde les despacharon tropas seleecionadas {que pronto Tegaron 2 los veinticineo mil hombres. Alrededor de las nueve de la mafiana Ja batalla se puso seria. ‘A cso de la una y media el general Heintzelmann se dio cuenta Ge que la batalla se volvia ventajosa para et adversario. Envié fnensaje tras mensaje al general Kearny que estaba ocho, millas atras, ‘pero -que en razén de los caminos totalmente “deshechos” por la Huvia solo podia avanzar muy lentamente, Heintzelmann Estuvo toda una hora sin refuerzos, y los 7° y 8? regimientos de Jersey que habjan agotado sus municiones empezaron a huir por Jos bosques que bordean los dos lados del camino. Heintzelmann ordend al coroncl Menill y a un escuadrén de caballeria de Pen- Silvania que tomaran posieién sobre los dos costados del bosque para tirar, eventualmente, sobre los fugitives. Esto los detuvo. ‘Ademds, el orden fue restablecida gracias al ejemplo de un regimiento de ‘Massachnsetts que al agotar sw. municiones {6 a bayoneta al fusil y esper6 al enemigo a pie firme, Por fin, vanguardia de Kearny a las drdenes del general de brigada Berry (del Estado de Maine) estuvo al alcance de Ia vista. El ejército de Heintzelmann acogié a los salvadores largande furiosos hurras, y ste hizo tocar la marcha del regimiento, la Yankee Doodle y alines Gelante de sus tropas agotadas los refuerzos de Berry, en un frente Ge alrededor de media milla. Después de un breve tiroteo con frmas de fuege la brigada de Berry cargé con la bayoneta y del campo de batalla sacb al enemigo que se refugié en sus trinche- fas, la més grande de las cuales fue ocupada por las tropas de Ia Unidn despues de numerosos ataques y contrataques. Ast se resta~ blecié el equilibrio de la batalla, La Hegada de Berry habia salvado a fos unionistas, Alrededor de las cuatro, la legada de las brigadas 89 de Jameson y de Bimey les aseguré la victoria. Alrededor de las pucve de Ia noche, los confederados empezaron a evacuar Williams. burg y se replegaron al dia siguiente sobre Richmond, mientras la caballeria, de Heintzelmann los acosaba Guramente, En sequida fespués de Ia batalla, entre las siete y las ocho de la matana, Heintzelmann hizo ocupar Williamsburg por el general. Jameson, 1a retaguardia del enemigo en fuga recién acababa de abandonay el otto extremo de Ia ciudad, media hora antes, La batalla dirigida por Heintzelmann era una batalla de infan- teria en el verdadero sentido de la palabra, Apenas si intervino la antilleria, El fuego de los mosquetes y el ataque con bayoncta fueron decisivos. Si el Congreso de Washington quisiera dar un voto de reconocimiento repondrfa al general Heintaelmann que salvé @ Jos yanquis de una segunda Bull Run, y no a MeClelland que, como de costumbre, evits toda “decisién tictica”” y dejé esea- Par por tercera vez a un enemigo inferior en nimero. El ojército confederado de Virginia tuvo mis suerte que el ejérci to de Beauregard porque se enfrenté con McClelland y no con Halleck, y después porque, en su linea de retirada, los ries corvian cblicuamente de la montafa al mar. Sin embargo, para cvitar, que las ropas confederadas se disolvicran en bandas sin siquicra batiise, sus generales se veran forzados a aceptar tarde 0 temprano, una batalla deeisiva, como Jos rusos debieron pelear en Smolenk y en Borodino contra la yoluntad de sus generales que tenian una fusta visién de la situacin. La lamentable direccién militar de MeCle- land, los continuos repliegues seguidos de abandono de artilleria, municiones y aptovisionamientos militares, asi como los desgraciados encuentros de retaguardia, desmoralizaron gravemente a los conte: derados, como fue evidente el dia de una batalla decisiva. La situa. ida, sin embargo, es la siguiente: f A Beauregard y a Jefferson Davis les basté perder una, batalla decisiva para que sus ejéreitos se disolvieran en bandas $i uno de Jos dos gana una batalla decisiva que es may improbable la desbandada de sus ejércitos se posterga para més tarde cn el mejor de los eusos. Ya no estén en condiciones de sacar el menor provecho durable, aunque obtuvieran una victoria. Los eifrcitos sudistas no pueden avanzar veinte millas inglesas sin hundirse y sufrir una nueva ofensiva del adversario. 90 Nos quedan por examinar las posibilidades de una guerra de gue- iillas. En verdad, salta a Ja vista que la poblacién casi no participa, © mejor, no participa en absoluto, en la guerra de los esclavistas. En 1813 las comunicaciones de los franceses fueron constantemente inte- rrumpidas y hostigadas por Colomb, Liitzow, Tchemitchef y otros veinte jefes de francotiradores y de cosacos. En 1812, en Rusia, la po- blacién desaparccié completamente de Ia linea de marcha francesa; en 1814, los campesinos franoeses tomaron las armas y mataron a las patrullas y a los espias de los ejércitos aliados. Pero aqui ne pasa nada parecido. Se resignan a una especie de grandes batallas, y se consw>- an diciendo: Victrix cousa diis placuit, sed victa Catoni ®. Las fanfa- rronerias de guerra en el mar se disipan en humo. Pero so. puede dudar, en verdad, si cl white trash (Ja “canalla blanca” como los mismos plantadores llaman a los “pobres Blancos” del Sur) no inten- tard una guerra de guerrillas o de bandidaje. Pero esta tentativa sélo hard que los plantadores, que son los poscedores, se transformen répidamento en unionistas. Ellos mismos le pediran’ ayuda a las tro- as yanquis. Los protendidos incendios de algodén, ete. en Misisipi se basan exclusivamente en el testimonio de dos hombres de Ken- tucky que afirmaron que habfan venido de Luisville, pero por cierto sin tomar el Misisipi. El incendio de Nueva Orléans era facil de preparar, El fanatismo de los comerciautes de esa ciudad se expli- ca porque debicron aceptar como dinero constante una cantidad de bonas del Tesoro confederado. El incendio de Nueva Orleans se renovard en otras ciudades; con seguridad también se prenderdn fuegos en otros lugares, pero golpes tan teatrales sdlo pueden alimen- tar y exacerbar las discordias entre plantadores y white trash, y por Jo tanto arruinar a Secessia, © Los dioses estuvieron por el vencedor, pero Catin por el vencido. 91 Fepenico ENGELS LA GUERRA CIVIL AMERICANA Y LOS NAVIOS ACORAZADOS Y BLINDADOS Die Presse, 3/7/1862 Hace unos tres meses y medio ~el 8 de marzo de 1862— Ia batalla naval entre el Merrimac y las fragatas Cumberland y Congress en Hampton Roads, cerré la larga era de navios de guerra de madera, E19 de marzo de 1863, la batalla naval entre el Merrimac y cl Monitor en las mismas aguas, inaugurd la era de la guerra entre navios acorazados Desde hace cierto tiempo el Congreso de Washington consagra importantes sumas para la construccién de diferentes navios acora- zados y para la terminacién de las grandes eafioneras blindadas de Stevens (de Hoboken, cerca de Nueva York). Ademés Ericsson esta- ba por terminar la construceién de seis navios, concebidos segin el plano del Monitor, pero macho mas vastos y con dos torres moviles cada una flanqueada por dos grandes cafiones. El Galena, un segun- do navio acorazado, se construy6 en otro arsenal segiin un modelo muevo. Acaba de ser terminado y escoltard al Monitor, en principio para vigilar al Merrimac, y después para limpiar la ‘costa del rio James de fuertes rebeldes; esta tarea ya se realiz6 hasta una distan- tia de siete a ocho millas de Richmond. El tercer navio acorazado en misién por el rio James es el Bengaluche, llamado en principio Stevens por su inventor y propietario precedente. Un cuarto navio acorazado el New ronsides— esté en construe- cién en Filadelfia y debe hacerse a la mar de aqui en algunas semanas. El Vanderbilt y otro gran barco han sido transformados en navios blindados; varios otros bareos de guerra de madera como cl Roanoke, van a resucitar blincados. El gobierno de la Unién ademés ha hecho construir en Ohio cuatro 0 cinco eafioneras provistas de rieles que prestariin grandes servicios en Fort Henry, Fort Donelson y Pittsburg Landing, El coronel Ellet y algunos de sus amigos sc especializan en blindados. En Cincinnati, y en diferentes puntos de 92 Ohio, aplanaron antiguos vapores y revistieron Ia proa con un blinda- je. No tienen cafiones pero si tiradores seleccionados, tan numerosos en cl oeste. Mas adelante volveremos sobre el primer hecho de armas de esos improvisados navios blindados. Por sut lado, los confederados no se quedaron inactivos. En Norfolk empezaron la construccisn de nuevos navios con metal y el carenado de viejos harcos. Pero antes de terminar sn obra, Norfolk eayé en manos de las tropas de Ia Unién y todos esos navios fueron destrui- 0s. Los confedcrados ademas, construyen tres navios de acero blin- dado, de tonelaje medio, en Nueva Orledns; un tercer navio acora- zado'de enorme tonelaje y armado de manera superior estaba en vias de terminacién, cuando tomaron: Nueva Orleiins. De ereer en Jos oficiales de marina de la Unién, si hubiera estado terminado y participando en la guerra, este navio hubiera expuesto a toda kk marina de la Unin al mayor peligro, porque el gobierno de Washing. ton no tenia nada igual para oponer a ese monstruo. Sus gastos de construccién aleanzaron los dos millones de délares. Como sabe- 10s, los mismos rebeldes destruyeron este navio, En Memphis, los confederados habian construido al menos ocho navios blindados, cada uno dotado con cuatro o seis caiiones de gran calibre. También fue en Memphis donde se desarrollé la “pri- mera “batalla de los blindados”, on el Misisipi, el 6 de junio, Aunque Ia flotilla de la Unién que bajaba por cl Misisipi solo contaba con cinco carioneras blindadas, las dos blindadas del coronel Ellet Widder la Queen y el Monarch— fueron las que decidicron de entrada el combate, De los ocho blindados enemigos, cuatro fueron destruidos, tres capturados y uno solo logré huir. Después que las cafioneras de Ia flotilla de la Uniéu abrieron un fuego violento sobre los navios rebeldes mantenicos de esta manera en movimiento, la Queen y el Monarch se deslizaron hasta el centro de la escuadra enemiga. El fucgo de Jas caiioueras se detuyo pronto, dado que los blindados del coronel Ellet Widder habian formado con el adversario tal madefa, que la artilleria no podia distinguir al amigo del enemigo. Como lo seiialamos mis arriba, los bareos construidos por Ellet Widder no tenian caiiones, pero’ si un gran mimero de tiradores seleccionados. Los navios de vapor estaban simplemente protegidos por un conjunto de madera y de hierro. Poderosas méquinas de vapor y una proa armada con una punta acerada de roble ¢ hierro consti 98. tufan todo el equipo de eses blindados. Hombres, mujeres y_nifios acudieron por millares desde Memphis para seguir esiosamente des- Ge lo alto de las orillas abraptas del Misisipi la “batalla de los blin- dados’, a veces Ja maltjtud estaba solo a media legua inglesa del teatro de Ia guerra. La batalla duré apenas una hora. Mientras los rebeldes perdiesan siete navios y cien hombres, euarenta por ahogo, tun solo navio de la Unién fue dafisdo seriamente; solo hubo un herido y ningtin muerte del lado nordista. ‘Aparte del vavio blindade que logré escapar en la batalla naval de Memphis, los confederados casi no poseen mas que un par de sawios acorazados 0 blindados en Mobile. Aparte de esto y de las pocas cafoneras de Vieksburg que ameuazan ala vez a los que suben por ol rio desde Farragut y a los que bajan desde Davis, esta flota ha terminado su bendita existencia, Fepenico Exctts y Cantos Manx CRITICA A LOS ASUNTOS AMERICANOS Die Presse, 9/8/1862, Londres, 4 de agosto de 1862 La crisis que domina actualmente la situacién de los Estados Unidos tiene una doble causa: militar y politica. Si Ia tltima campaiia hubiera sido cjecutada conforme a wn plan estratégico iinico, cl grueso del efército nordista hubiera debido ~com@ ya lo explicamos en estas columnas hace un tiempo~ explo- lar los éxitos de Kentucky y Tennessee para penetrar por el norte de Alabama en Georgia y apoderarsc de los nudos ferroviarios de Decatur, Milledgville, etc. De esta manera la comunicacién entre los efércitos secesionistas del este y del ceste se hubieran cortado, de manera que les hubiera sido imposible sostenerse mutuamente, En lugar de esto, el ejército de Kentucky bajé 2 lo largo del Misisip{ ” hacia el sur, en diteceién a Nueva Ozledns, y la victoria de Memphis tuvo por resultado que Beauregard despachara la mayor parte de las tropas confederadas hacia Richmond, de manera que se encontraron de pronto frente a frente con McClelland que no habia explotado la derrota del adversario en Yorktown y Williamsburg y ademds, habia diseminado sus fuerzas cuando disponia de un ejército sapetior en una posiefén superior. Como ya lo hemos explicado en otra parte, 1a mancra de McClelland de asumir el mando hubiera bastado, ella sola, para arruinar cl ejército més fuerte y mas disciplinado. EI mii tro de guema Stanton cometié una falta imperdonable, Para impo- nerse en el extranjero suspendié el rechutazaiento después de la con- quista de Tennessee, condenando al ejéreito a debilitarse progresiva- mente en cl mismo momento en que mas necesidad de refucrzos tenia con micas a una ofensiva répida y decisiva, A pesar de las torpe- ‘as estratégicas y de la dircecién de McClelland, le guerra se hubiera ecaminado ripidamente cla una sulida viewrisa, donde Ia deci sién ain no habia intorvenido, si el ejército se hubiera beneficiado con aporte constante de reclutados. La medida tomada por Stanton es macho més nefasta por cuanto el Sur estaba justamente en vias de enrolar a todos los hombres de dieciocho a trointa y cinco afios, es decir jagaba todo a esa carta. Por Jo tanto hoy tienen soldados adiestrados que le aseguran a las confederados, casi en todos lados, fa ventaja y la iniciativa. Lograron inmovilizar a Halleck, desaloj a Cartis de Arkansas, batir a McClellan, y bajo Stonewall Jackson dieron la sefial para raids de guerrilla que ya alcanzan a Ohio. Las causas militares de la crisis estén ligadas, en gran parte, a eausas politicas. La influencia del partido demécrata es a que ha clevado a un incapaz como McClellan al comando en jefe de todas las fuerzas armadas del Norte, porque era un viejo partidario de Breckinridge, Manejando ansiosamente los votos, privilegios e intere- ses de los yoceras de los Estados fronterizos esclavistas se ha embo- tado hasta ahora la punta de hostilidad de la guerra civil y, por as{ decinlo, se la ha privade de su alma, Los “leales” propietarios de esclayos dé esos Estados fronterizos hicieron que se mantuvieran las leyes sobre los esclavos que hufan™, decretadas por el Sur, que se reprimieran por la facrza'la simpatia'de los negros por el Norte, que ningiim general se animara a poner un pie en una compaiiia de neg¥os para ponerla en campaiia, y que la esclavitud, ese talén de Aguiles del Sur, se transformara en una piel dura como asta e invul- 95 nerable a los golpes. ;Gracias a Tos esclayos que realiza todo el trabajo productivo, el Sur puede poner en campafia a todos los hombres capaces de sostener un fusil! En el momento en que las accignes de la secesién suben, los voce- ros de los Estados fronterizos acrecientan sus pretensiones. Sin cm- bargo, como lo muestra el Mlamado de Lincoln * que los amenaza con una muarejada abolicionista, la sitmacién puede tomar un giro revolucionario, Lincola sabe lo que Europa ignora: no es, en absolu- to, ni la apatia ni el retroceso bajo la presién de la victoria los que hhicieron que su pedido de trescientos mil reclutados encontrara un ébil eco. Nueva Inglaterra y el noroeste, que proven el grucso del ejército, estén decididas a imponer en cl gobicmo una estrategia reyolucionaria, y a inscribir en la bandera estrellada la consigna de “aholicién de la esclavitud”. Lincoln, ante esta presién, que le es exterior, retrocede y tergiversa temerosimente, pero sabe muy bien que no puede resistir demasiado tiempo. Esto ¢s lo que explica su llamado suplicante a los estados fronterizos para que renuncien voluntariamente a la institucién de Ia esclavitud en condiciones favo- rables fijadas por contrato. Sabe que, tinieamente porque la esclavi ud persiste en los Estados fronterizos, continéa intacta en cl Sur y probibe al Norte utilizar su remedio mais eficaz y mas radical. Se equivoca si imagina que los “Ieales” propietarios de esclavos pue- den conmoverse por discursos sentimentales 0 por Nainados a la razin. Sdlo cederin por la fuerza Hasta ahora sulo hemos asistido al primer acto de la guerra civil: la conducta constitucionat de la guerra. El segundo acto, revolucio- nario, es inminente. En dl intervalo, el Congreso vold, durante su primera sesién, una serie de importantes medidas que queremos resumir brevemente aqui. Haciendo abstraccién de una legislacién financiera, vot6 el homes- tead bill que las masas populares del Norte deseaban en vano desde hacia mucho tiempo; previd que una parte de las tierras del Fsta- do seria distribuida gratuitamente para ser cultivada por los colonos, de origen americano 0 emigrados. Abolié la esclavitud en Colombia y en la capital nacional, indemnizando a los antiguos propistarios esclavos *. En todos los territories de los Estados Unides la esclavi- tud ha sido declarada “imposible para siempre”. El Acta por la 96 cual se admite al nuevo Estado de Virginia occidental en la Unién, prescribe la abolicién progresiva de la esclavitud y proclama que todos los hijos nacidos de negros después del 4 de julio de 1863 serin nifios libres. Las condiciones de la emancipacién progresiva estin tomadas, en general, de la ley dictada a este efecto en Pensilvania hace sesenta aiios . Una cuarta ley emancipa a todos los esclavos de los rebeldes, apenas caigan en manos del ejército republicano. Ota ley, aplieada hoy por primera vez, prevé que los negros eman- cipados serin organizados militarmente y podrdn ser enviados en campatia contra el Sur. Se reconoce la independencia de las repi- blicas negras de Liberia y Haiti ™ y acaba de concretarse, con Ingla- terra, un tratado para la abolicién del comercio de esclavor. Asi, de cualquier manera que caigan los dados de la suerte de las armas, ya podemos estar seguros que a esclavitud de los negros no sobrevivird demasiado tiempo a la guerra civil. Fepenico Enosts y Cantos Marx LOS ACONTECIMIENTOS DE AMERICA DEL NORTE Die Presse, 12/10/1862 Londres, 7 de octubre de 1862 La breve incursién de los sudistas en Maryland", decidié la suerte de la guerra civil en América, aunque la fortuna de las armas oseile todavia durante un tiempo mas 0 menos largo entre los dos belige- rantes, Como ya lo expusimos en estas columnas, la lucha por la posesién de los Estados fronterizos esclavistas es la lucha también por la dominacién de la Unién. Ahora bien, la Confederacién del Sur ha sido vencida en esta lucha que emprendié en Jas condiciones mas favorables posibles. Con razén se considera a Maryland como la cabeza, y a Ken- sucky como el brazo del partido esclavista cn los Estados fronterizos. 7

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