SEGUNDA PARTE
EL PROGRESO6. DEL PROGRESO A LA COMUNICAGION:
LAS METAMORFOSIS CONCEPTUALES
La aldea global
¢Qué sociedad, qué mundo anuncia el advenimiento de la informa-
cién y de la comunicacién electrénica? Esta pregunta ha suscitado, a
partir de la segunda guerra mundial, numerosas hipotesis entre los
cientificos de diversas disciplinas, investigadores 0 altos funcionarios
del Estado, El resultado ha sido que la teorfa se ha enriquecido con
una multitud de términos y de neologismos que han intentado dar
cuenta de los cambios presentes y futuros en el estatuto social,
econémico y cultural de estas tecnologias. Al escrutar los distintos
intereses que han gravitado sobre su produccién y sus usos, la genea-
logia de estos conceptos, teorias y doctrinas permite comprender
cudles han sido y cuales siguen siende los envites de estas conmociones
en los mados de pensar la comunicacién. Conmociones en las que se
han producido rupturas significativas o progresivos desplazamientos
de sentido, que han hecho pasar a Ja comunicacién, de una significacién
reducida a los medios, a una definicién de pretensiones totalizantes,
del confinamiento en un sector industrial a su promocién como zécalo
de una nueva sociedad. Todo esto, finalmente;ha desembocado eh la
sustituci6n de la ideologia del progreso por la ideologia de la comunicacién.
En esta génesis, un hombre se ha convertido, él solo, en un paradig-
ma: el canadiense Marshall McLuhan. “A la velocidad del instante
—escribja en 1974-, la audiencia se transforma en actor, y los especta-
dores se convierten en participantes. En la nave Tierra o en el teatro
global, la audiencia y la tripulacién se convierten en actores, en
productores antes que en_consumidores {...]. La posibilidad de la
participacién publica se convierte en una suerte de imperative tecno-
ldgico al que se conoce como la ley del lapén: si exto puede hacerse, hay
que hacerlo —una especie de canto de sirenas del hambre de evoluci6n.”!
1M. McLathan, “At the moment of Sputnik the planet became a global theater in
which there are no spectators but only actors", Journal of Communication, inyierno de
1974, vol. 24, mim. 1, p. 57.
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