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Aquella noche yo no poda dormir, as que decid bajar a la cocina y tomar un

chocolate bien caliente, no recordaba la ltima vez que haba tomado uno. Aquel era un
vecindario normalmente silencioso, pero ese da se escuchaba un gran alboroto unas
casas ms abajo, que me haba desvelado por completo. Haba calentado demasiado el
chocolate con leche, as que en vez de esperar en la cocina decid salir de la casa y ver
quin armaba tanto escndalo. Camin un poco por la acera, con la bata que a mi marido
le haba regalado su abuela y descubr que el bullicio provena de casa de los Blanco. A
travs de las ventanas se vea rer y charlar a los invitados, que eran muchos, y pens
que la hija mayor del matrimonio habra montado una gran fiesta sin el consentimiento
de sus padres. Si era as, esa chiquilla tampoco iba a tener el mo e iba a terminar esa
fiesta. Nadie abra la puerta y tuve que llamar insistentemente hasta que la seora
Blanco abri mientras se acicalaba el pelo, yo me qued estupefacta y ella me miraba
con cara de pocos amigos. Me pregunt que si buscaba a alguien y contest que no,
pero, con cara de satisfaccin, ella me dijo que mi marido estaba en el piso de arriba,
pero que mejor me llevara al suyo. Yo, olvidando que no llevaba nada ms que la ropa
interior bajo la bata, me la quit y se la tir a la cara dicindole que se poda quedar con
los dos. Corr por la acera, llegu a casa, cerr la puerta, me tom mi chocolate y me fui
a dormir. Al da siguiente, mi marido y yo nos reprochamos muchas cosas, algunas
ciertas y otras no; pero, ya nada importaba, me haba mentido y yo no estaba dispuesta a
olvidar.

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