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MEMORIAS DE LA REPRES | A PA Los archivos de la represion: Patntscm Cai ec! ACC. | Ludmila da Silva Catela poesia ott (Cosi) Ae RL Ee a Ud | x Préiog0 desde Angulos, espacios y temporalidades inéditas. Por sus po- sldades fleas y por la significacon reciente qu les otr- 1 los familiares de las victimas, los militan derechos hu Fanos y los intelectuales, los archivos de la represign no de- morarfan en ser abordados analfticamente. Sin embargo, a medida que avanzabamos en este esfiuerzo colectivo constatabamos la ¢ casa atencién que se ha brindado a los estudios hist6ricos y so iol6gicos, no solo de esta clase de archivos, sino de los archivos, en gencral, como instituciones centrales para la afirmacién de las identidades colectivas. Agradecemos a todos los colegas y amigos que nos apoyaron en la publicacion de este libro, of becarios/as del Programa, docentes invitados, coleg trabajo cotidiano, col Quere nuestro agradecimiento muy especial a Eric Hersh apoy6 y fie un interlocutor de lujo en este camino iendo comentarios y consejos: de nuestro is ligados al src 10s expresar quien nos 4. INTRODUCCION. GESTION POLITICA, GESTION ADMINISTRATIVA Y GESTION HISTORICA: OCULTAMIENTOS Y DESCUBRIMIENTOS. DE LOS ARCHIVOS DE LA REPRESION Elizabeth Jelin La noci6n de archivo esti fntimamente ligad: tener o preservar los rastros del pasado. A menudo, también, tras- pasar un papel u objeto al archivo significa que se trata de algo ligado a la historia, al pasado, que ha dejado de ser pertinente para el pr wivor. Esta idea del archivo como lugar de las cosas muertas, sin embargo, debe ser cuestionada profundamente yen varios planos. En realidad, hay dos nociones de archivo en este planteo. En primer lugar, el archivo como ordenamiento de registros que pue- ara actividades pero se trata de un pasado que esti en el presente, que puede ser usado en den ser wtilizados o lamados a proporcionar datos, del presente, Los registros pueden ser del pa el presente. Desde el archivo de alumnos y titulos otorgados por tuna escuela 0 universidad 0 el archivo de p: hasta cl archivo policial de la represién que sera utilizado demanda de reparacién econémica hay un sentido practico, ins- trumental, orientado al uso de los registros acumulados a lo largo del tiempo. El uso incluye no solamente motivos econémicos © administrativos, sino también comunitarios, simbélicos 0 ¢ ide Ja afirmacién de anclajes territoriales de grupos wriginario» 0 indigenas son slo Otro sentido es el del archivo «para la historian. Ese r que quedari guardado, a la espera de que alguien —historiador profesional principalmente, pero también aficionado— hurgue en os de jubilacién idad. La bisqueda de rafces genealégicas de parentesco 0 Igunos ejemplos 7 2 Elzabeth Jeli 41 para contar una historia o armar una narrativa con sentico de ese pasado que ya no es. En el camino entre los papeles y documentos del presente y el archivo para la historia hay Srganos y po sus manos la decisién de qué se en consideraciones de lo que es «in res que tienen en y qué destruir, basindo: portante» o tiene «valon © en la intenciGn de no dejar rastros womprometedores» ligados a algo que no se quiere que la posteridad se entere, que se quicre borrar de la memoria del futuro 0 de la historia. Y hay otro tema relacionado con los archivos, aiin més controvertido: éde quién es el archivo? 2Qué objetos o documentos son de pro: piedad colectiva y cuales son privados? éQué es la propiedad colectiva? 2Es el Estado? Y finalmente équién tiene ai -ceso a los documentos? {Con qué restriccione decisign? Quign tiene el poder de Todos estos temas y dilemas estin presentes en las luchas por conformar archivos nacionales y gubernamentales, y en las normativas sobre los recaudos que se deben tomar. Pero hay algo mis. Ademis de constituir los depésitos de documentos que dan cuenta del pasado, los «Archivos Nacionales» han pasado a ser espacios de afirmacién del Estado-nacién, lugares que definen cl patrimonio y la identidad nacional (Pomian, 1997). Una vez establecidos estos archivos y fondos documentales, a lo largo de sus historias se repiten las controversias y disputas sobre sus li- mites. Qué va al Archivo Nacional y qué a los provinciales? 2Qué queda en esos archivos gube en archivos de instituciones espec mentales y qué se deposita icas, gubernamentales (como organismos militares 0 educacionales) o no gubernamentales (co- mo la Iglesia cat6lica)? 2Qué papeles se tiran? {Con que criterio y poder se hace la seleccién? La controversia sobre qué papeles son oficiales y cudles son de propiedad del funcionario (por ejem- Plo, el presidente) no deja de reiterarse permanentemente! "Un par de ejemplos recientes de ests controversias en Estados Uni son el repudio a la decisién del ex alalde de Nueva York, Rudolph Gislian de enviar documentacién de su gobierno a un depdsito privado, aunque pro- ‘metiendo sacceso pablicos. Fl tema, decian sus crftcos, no es la gaan del ¢2=20, sino la propiedad piiblica de los documentos, Mitchos ven en estadeci- "7 Introdvecion 7 Estos temas —qué incluir y qué descartar, la propiedad de Jos acervos, las normas para su uso y apertura al ptiblico— son temas recurrentes en los debates politicos sobre los archivos gu bernamentales. Objetos de legislacién en las democracias occi- dentales, una actuacién transparente y consensuada nunca esti asegurada. Mis bien, los conflictos de intereses personales de di- verso tipo (basados en el resguardo del «honor», el re eto a la privacidad» o los suculentos derechos de autor de alggin futuro libro de memorias), ademas de los intereses puiblicos (e cn términos de la seguridad nacional, la mayoria de las veces) hacen de los archivos no un espacio «muerto» de los papeles del pasado, sino un espacio vivo de di Hay algo mis, sin embargo. Cuando hablamos de totalitarios 0 dictatoriales, donde la arbitrariedad y la nidad se convirticron cn la norma del accionar ¢ del resguardo de los rastros y archivos debe ser visto en tuna pers pectiva distinta. Y aqui esti el meollo de las cuestiones que este libro pretende desarrollar. Los regimenes dictatoriales actuaron desde la arbitrariedad del poder y muy a menudo con acciones de caricter ilegal y clandestino. Es de esperar, entonces, que mu chas acciones no hayan dejado registro escrito o documental. Sin embargo, se traté de regimenes con cadenas de mando, con or- inteligencia. La prictica de estas instituciones implica llevar re- gistros, redactar informes, organizar prontuarios y archivos. Mantener y alimentar esos registros, acumularlos y ordenarlos ¢s parte de las tareas habituales de los regimenes autoritarios. In- formes de inteligencia se combinan con «confesiones» de uutas politicas y sociales, detenidos, a menudo extraidas bajo tortura, y con documentos secuestrados en el momento de la detencién, en frondosos pron- sin —al igual que en la decisién del actual presidente Geonge W. Bush de apeles como gobernador de Texas en la biblioteca presidencial y no en el acervo del Estado de Texas, ereando asf una confusién sobre la propiedad de ese archivo— una amenaza a la imparcislidad e intepridad de los archivos oficiales. Ls normas de eseguridad del Estados, adem, siempre haan sido y siguen siendo criterios politicas de peso en la apertura de archivos 2 The Public's or the Off p.WK3). (Celestine Bohlen, Whose History Is It, Anyw cial’, The New York Ties, 24 de febrero de 200 Elabeth Join tuarios individuales y de {arora Puede estar basado en el convencimiento de sttlongevicia en el tiempo, de la legitimidad burocritica de accionar, 0 de su Poder y capacidad de mantenerse impune a cualquier ine inacion. De ser asi, no parece haber ninguna urgenvia de cee, see S828, documentos. Alternativamente, en el momentc ac fiecadencia del régimen y frente ala inminencta de uns renee [0s gobermantes dictatorisles pueden ordenar la denmnancs de la documentacién para no de} A hormtentciSn para no dejar rastros que los incriminen ca cl futuro, i ; Tupos de oposicién, El régimen dic- i ste punto, sin embargo, los desarrollos recientes en tomo tk la preocupacion internacional por las violacionee seeders hos humanos y los crimenes de lesa humanid. de cortes internacionales, nes de verdad» en el pl lad y el establecimiento as{ como la proliferacién de «comisio. las decisiones de dictadores y re regimenes represivos (presentes es pasado, los represores podian visiGn posterior, y su accion; de impunidad. Pero esto est4 puede entrar la posibildad de ser sometido 3 ja de la everdads, las pruebas y documentos de Lan ¥ Fepresivas no pueden permanecer, deben estar ser destruidos?, , i Fin suma, los regimenes dictatoriales actuaron simultinea- mente de diversas maneras: un cadenas de mando y diferenciacién de ireas de sat ponsabilidades quit, ls diversas insttuciones (poliias y fuerzas armadan eae fro de ellas entre las diferentes armas), y un accion clandestino, 1a primera modalidad se encuadra dentro de ern cultura bu- Tocratica de Srdenes cumpl » reiterado Por los funcionarios policiales de turno antes de stamp: Tessa aPel, encontrado en tantos documentos del Archive Teno de ongniado, ‘ cambiando. Si en sus expectar io 0 la brisqueda acciones ilegales lusentes o deben accionar burocritico, siguiendo 'araguay). Implica registros y archivos Agradezco a Introduceién 5 tipicos de la actuacién policial normale. Sin duda, muchos de ¢stos Tegistros y archivos fueron destruidos en el momento final de las dictaduras. Pero, como varios de los trabajos en este libre analizan, muchos de estos archivos se mantuvieron, aunque des, eubrirlos no fue tarea sencilla. Son los archivos de instituciones epresivas de las dictaduras, instituciones que en muchos casos fueron cerradas antes o después de la transicién’®, Los archivos de este tipo descubiertos tienden a scr archivos policiales o de inteligencia, més que documentacién de las fuerzas armadas en si, La cultura del informe policial 0 de inteligencia, y las pricticas de archivo de prontuarios y antecedentes, fueron habituales tants bién durante las dictaduras, El accionar clandestino incluy6, por supuesto, datos de ar- chivos ¢ informes policiales y de inteligencia. Pero hubo mucho mis, y hubo diferencias entre pafses en las pricticas represivas En Paraguay y Brasil hubo documentos de «onfesiones» firmadas bajo tortura, Las wconfesiones» bajo tortura en Argentina, por otro lado, no parecen haber Ievado a documentos firmados, sino 2 acciones represivas clandestinas inmediatas. Si las érdenes y vic timas fueron no registrados en documentos escritos permanece Como una incdgnita, ya que no se han encontrado archivos mi. litares En el perfodo de transicién, una primera tarea del nuevo gimen cs responder a la demanda social por el esclarecimicnto de las violaciones a los derechos humanos, la demanda de wer, dads, que puede © no ir acompafiada de una demanda social de ‘gusticia», para usar la diferenciacién tan acertada que en el mo- mento de las transiciones hiciera el Human Rights Watch (Mén- dez, 1991, entre otros). Comisiones investigadoras de diverso tipo, sin embargo, no podian contar con estos archivos como fuente de documentacidn para la prucba de lo ocurrido, ya que en general estaban ocultos y muy «guardados», cuando no de ttuidos. Se activé entonces otro tipo de documentacién, que habia dado origen a archivos alternativos: la documentacién acumulada én los organismos de derechos humanos, basada fundamental- Een rela n con este tipo de archivos que se ha consttuido un Grupo de Expertos bajo aispcios de la unssco, p claborarrecomensdaciones preticas ¥ éticas para su preservacién y uso (Gonzalez Quintana, 1998) Elzabeth Jen ‘mente en las denuncias de personas afectadas, en testimonios per= sonales y en registros de prensa, Es que desde «las catacumbas» se habfan ido construyendo archivos alternativos. Clamor en San Pablo, la Vicaria de la So- lidaridad en Santiago o la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos y ottos organismos en Buenos Aires habjan estado construyendo otra modalidad de archivo —no el de las institu- ciones de la represién, sino el de los testimonios y denuncias, apoyados en los «datos» (fotos, documentos) que irin a servis para ubicar a victimas y para inculpar a victimarios—. Se trataba de los archivos de las organizaciones de derechos humanos, que luego constituyeron la base del trabajo de las comisiones de in= vestigacién de los gobiernos de transicién (en Argentina y en Chi- le) 0 de informes claborados por organismos no gubernamentales (como el informe sobre la represion en Uruguay)*, ¥ estaban, ademids, lo que numerosos individuos y familias habfan ido guar. dando. El objetivo, en ese momento de la transicidn, era fundamen- talmente la recoleccién de informaci6n para un uso inmediato —la prucba de la werdad» y, everrualmente, de la justicia—. No se trataba centralmente de un archivo para la historia, para el futuro, Para preservar cn funcién de una misién historica. Eso —la preo- cupaci6n focalizada en el archivo para la memoria y para la his toria— vendrfa aftos después. En ese momento posterior, ademés generalmente se manifiesta una urgencia social de complementar los archivos documentales con testimonios y archivos de historia coral, cuya importancia es central. Existen antecedentes de este tipo de archivos, especialmente de sobrevivientes del exterminio navi (Langer, 1991; Greene y Shiva, 2000), pero la presencia de estas Iniciativas en la regiGn es incipiente. Sin duda, seré importante éenearar investigaciones que apunten al andlisis de las luchas sociales gue se desarrollan en cl proceso de decidir encarar un proyecto de esta naturaleza, de los actores sociales y politicos que participan eel mismo, del papel de los profesionales y de los criterios téc-_ niicos, asf como las maneras de enc arar los dilemas en términos de la «propiedad», los criterios de acceso y respeto a la intimidad © Un anilisis comparativo de los informes de Argentins, Brasil, Chile y Uruguay se encuentra en Marchesi, 2002, Introduccion 7 y privacidad, y el «uso» y difusién de la informacién —temas que ademis requeririn analisishist6ricos y compa Es asi cémo se fueron constituyendo al menos tres tipos de ativos®, acervos archivisticos: 4) Los acervos de las instituciones represivas, algunos man- tenidos con la continuidad institucional de la transicién, como Jos archivos del nors en Rio de Janeiro analizados por Ludmila da Silva Catela en este libro; otros encontrados afios después, cen depésitos y lugares ocultos, como el Archivo del Terror de Paraguay 0 el de la Policia bonaerense, a los que se refi Myrian Gonzalez y Dario Olmo en sus capitulos. 4) Los acervos acumulados en base a listados y denuncias de casos, no necesariamente con material documental, como lo recogido por la Comision de Verdad y Reconciliacién (Comision Rettig) en Chile, 0 la Comisiin Nacional de Desaparicién de Personas (CONADEP) en Argentina. En general, estos listados se apoyaron en las denuncias recogidas por las organizaciones de derechos humanos anteriormente, como los listados de la As blea Permanente de Derechos Humanos en Argentina, la Vicaria de la Solidaridad en Chile, analizado por Angélica Cruz, o Clamor desde Brasil (uno de los dos acervos a los que hace referencia Samarone Lima). «) Otros acervos diversos y generalmente dispersos, que re- cogen documentos, restos y rastros del periodo dictatorial. Ma- teriales sobre la vida cotidiana durante las dictaduras, sobre los medios de comunicacién de masas, sobre el propio movimiento de derechos humanos, sobre la resistencia personal y colectiva ‘Acervos que se extienden en el tiempo al periodo postdictatorial especialmente con iniciativas que incorporan dentro de sus ob- jetivos «la memoria» y la transmisin de mensajes a la posteridad. ‘Cabe mencionar aguf Ia trayectoria del cpoc en Rio de Janeiro (hp. cpdoc fv br/comunvhtny), que ha repistrado, 4 través de ent de los militares braslefios que participaron en la «Revo- striones (Soares, DAraujo uciéne de 1964 y en los gobiernos militares y Castro, 1995, entre otras publicaciones sobre el tema). También Ia iniciativa en curso, levada adelante por Memoria Abierta en Buenos Aites, de onganizar un archivo audiovisual de testimonios personales de la represin en Argentina (bps. ahr fi.ed/ MemoriaAbiertahtm). Elizabeth Jein Que’ quede claro que el objetivo de este libro no es hacer tuna compilacién o una enumeracién de estos archivos, ni entrar a establecer criterios de lo que wleberfa» ser preservado, de cémo hacerlo de quiénes son los depositarios o propictarios de esos acervos. Existen inic daciones internacionales en el caso de archivos estatales (Gonzalez Quintana, 1998). Las preguntas analiticas que gufan a los trabajos incluidos en este volumen son otras, y a ellas tornamos la a fas en ese sentido, ¢ inclusive recomen- LOS USOS. LA PROPIEDAD. LA POSTERIDAD Lo dicho mis arriba ya apunta hacia el eje central de los trabajos incluidos en este volumen: la historia de las luchas sociales y politicas por los archivos. La informacién que pueda existir en ellos o que pueda encontrarse importa a mucha gente: afectados que buscan documentos que sirvan como pruebas juridicas; afec- fados que quicren algiin tipo de reparacién y necesitan docu mentos que prucben su suftimiento; afectados que buscan in- formaci6n para poder saber el destino final de familiares, com- Pahieros o amigos; afectados que quieren establecer la legitimidad de su voz, aun cuando no haya ningiin beneficio econémico 0 strumental inmediato, Mostrar que lo que uno venfa diciendo es werdad» y que hay papeles que lo prucban es, para muchos que vivieron en el silencio de voces acall fas, un in- centivo suficiente para insistir en la biisqueda de archivos. Con esto solo ya alcanza para delinear una obsesién social por las prue- bas y los papeles. Al mismo tiempo, hay fuerzas sociales que quieren destruir © negar la validez de esos registros, ocultarlos y hacer desaparecer toda prueba del delito, especial pero no exclusivamente los re Presores y acusados que quieren evitar que esos registros se con viertan en pruebas de su responsabilidad. Y hay una gran parte de la poblacién, liderada por lo general por los funcionatios de Gobierno y politicos de la transicién, para quienes el tema no debiera tener centralidad en la agenda. Mirar al futuro, y no estar tan atados al pasado, es la consigna, Introduecton ° En este tipo de contexto, el rescate de archivos de la represién. —tanto los estatales pero mucho mis todavia los de ot no gubernamentales y los privados— es una tarea liderada por (Jelin, 2002), grupos ociales ac~ semprendedores de memo tivos que lideran con energi tados en una primera etapa de manera muy pragmitica a la re- ‘cuperacién de informacién para resolver casos individuales y Ile var adelante las denuncias colectivas. Con el tiempo, la justifi- ‘eacién se torna fundamentalmente moral y educativa. El origen de los acervos de denuncias del movimiento de derechos hu- manos en Argentina, en Brasil, en Chile y en Uruguay (Marchesi 2002) es esta energia personalizada c insistente. Esa misma energia se activa en la tarea de recuperar y abrir archivos oficiales de la represidn. La incdgnita sobre si existieron documentos, si fueron destruidos o estin g en que hay que seguir buscando porque en algiin lugar deben estar acompafia obsesivamente a quienes luchan por revelar las incégnitas y los huecos de la represién —como lo muestran los juiicios por la verdad en Argentina, las investigaciones de la Co- ‘mision por la Paz en Uruguay y las recomendaciones de la Mesa de Dit Los dilemas y tensiones a los que se enfrentan los agentes que luchan por rescatar y ordenar los archivos son innumerables. 2Qué documentos tiene sentido guardar? éQuién tiene el poder de decidirlo? &De quién son los registros? éSe debe aplicar algiin ctiterio de propiedad? éCual es el limite a establecer entre lo pit- blico y lo privado? éQuién lo puede ver o consultar? ¢Cémo cambian estos criterios a lo largo del tiempo? Estos tres ejes —el contenido de lo que se conserva, la propiedad y el acceso— son los ejes centrales alrededor de los que se han desarrollado las luchas sociales y politicas centradas en los archivos, entre distintos actores con intereses y perspectivas diferentes. Como ya se sefial6, la distincién entre un uso politico, un stro para la historia» es significativa emprendimientos especificos orien- ardados en algin remoto lugar, la insistencia 0 en Chile. uso administrativo y un «re Estas tres perspectivas pueden entrar en conflicto, como sucedié en el caso de los Archivos del Terror, en Paraguay, analizado e el capitulo de Gonzalez. El mismo descubrimiento piblico de los archivos fue, segiin algunos, producto de una estrategia politi 10 Elizabeth Jeti co-partidaria coyuntural. Una ver descubiertos, muchas victimas del Terror o sus familiares intentaron, con la urgencia entendible en términos de su situacién, recuperar objetos y papeles robados fen sus secuestros, asf como enterarse de lo que habia sobre ellos cen los archivos, También querfan proteger sti intimidad violada La agenda de la gestion administrativa judi lentos y procedimientos formales, no coincidia con esas urgencias, ¥ tampoco con el significado politico que ese descubrimiento po- dia tener para actores piiblicos empefiados en eliminar las poten cialidades politicas de los herederos del régimen de Seroessner. En ese escenario de luchas, los criterios técnicos y profesionales sobre el ordenamiento, catalogacién y apertura de archivos fueron superados por otras fuuerzas. Recuperar el lugar y el papel del per- sonal profesional y de los criterios técnicos puede jugar un papel moderador y permitir poner alguna distancia entre ia lucha politica coyuntural. Algo de esto sucedié en Paraguay. La distancia del debate piiblico politico y social, sin embargo, deja en manos del personal profesional tmna serie de decisiones —fuundamentalmente las de acceso y proteccién de la privacidad. En el caso de Brasil, la informacién oficial» sobre la represién politica habia sido dada a conocer en 1985 en el informe Nunca Mais, basado en el robo y fotocopia de los legajos de acusaciones frente a Ia justicia militar. Se trata de un archivo que no entra en las categorias mencionadas mis arriba, porque la informaci6n es del Estado represor, pero no es parte de ningtin archivo oficial sino que fue organizado por el movimiento de derechos humanos a partir de la copia de los expedientes. Por su parte, el trimite de apertura del archivo del pops fue diferente al de Paraguay Se trataba de archivos que no debfan ser descubiertos, porque burocriticament tura, y éta sigui6 canales formales de legislacién y debate par- lamentario en el nivel federal y en los Estados. El proceso de 1988, que habia ial, con sus tiempos e su existencia era conocida. El tema era st ape apertura fue impulsado por la Constitucin de reconocido el habeas data, y por las politicas estatales de cierte de las instituciones de la Policfa Secreta. Qué hacer con sus ar- cchivos, entonces, se convirtié en un tema sobre el que habia que decidir, y distintos actores los profesionales y los politicos, ast como el movimiento de derechos humanos y el mundo de’los Introduccion 7 periodistas— tuvieron su voz en el proceso. En ese caso, los temas relativos a la proteccién de la intimidad y la privacidad fueron explicitamente considerados. También la cuestién de la propiedad de los bienes secuestrados en los operativos represivos la de- cisi6n de la propiedad pablica estatal de estos bienes hace que los afectados se vean nuevamente enajenados de «sus» objetos, las fotos, cartas o libros robados originalmente en los operati- vyos—. Fl contraste que Ludmila da Silva Catela establece entre Jos archivos del Nunca Mais y del nors es revelador de las maneras diversas de wonquista de territorios» de la memoria. La apertura y debate puiblico sobre el descubrimiento y aper- tura de archivos estatales (en los casos de Paraguay, Brasil y gentina) puede contraponerse al silencio y el sigilo de los dos acervos acumulados por organismos de derechos humanos —Cl. ‘mor en Brasil y la Vicaria de la Solidaridad en Chile—. Se trata de dos organizacion: téneamente (a fines de 1991 y en 1992). La Vicarfa fue una or- ganizacién de actuacién piblica internacionalmente reconocida Lugar de visita de rigor para toda persona preocupada por las violaciones a los derechos humanos en Chile y en otros lugares, impacta el silencio con que la Iglesia chilena procedis a organizar su archivo al decidir el cierre de Ia ausencia de cuestionamientos sobre la «propiedad eclesial» del archivo y el poder de la Iglesia en controlar el acceso y uso de Jos documentos alli guardados, como muestra el trabajo de An: gélica Cruz. En el caso de Clamor, los documentos de su archivo Se mantuvieron en sigilo, silencio y aun secreto, con un acceso limitado solamente a un pequeho niimero de personas que li- deraron la institucién. Que el archivo se mantenga y eventual- ‘mente pueda constituir un acervo con acceso piiblico es producto de las gestiones y de la energia de muy pocas personas. que cesaron en sus funciones casi simul- su actuacién. Impacta también Al buscar materiales para preparar esta introducci6n, me en- contré con numerosas propuestas técnicas sobre cémo organizar archivos. También con numerosas descripeiones del contenido de diversos archivos en el mundo y sus informativos portales én internet, con articulos periodisticos de denuncia o investiga~ 2 Elzabeth Join cién sobre algtin caso de robo o sobre debates acerca de la ubic cacién de diversos materiales. Encontré tambié francesa que analiza Ludmila da Silva Catela en el capitulo final del libro, trabajos sobre el sentido del archivo como lugar de identidad nacional. Lo que no encontré fueron anilisis de los Procesos sociales y politicos que llevan a establecer archivos, di los actores involucrados, de los sentidos que le dan a su lucha ya su emprendimiento. Tampoco encontré estudios que mues- tren las luchas y apropiaciones sociales y politicas posteriores a Ia instalaci6n de un archivo, las res ‘ ioe n, en la tradicién gnificaciones de los sentidos del pasido y del propio archivo que puedan darse a medida que pasa el ticmpo". Quizés este libro permita iniciar una tradiclon de estudios que tome a los archivos como escenarios de luchas or memorias individuales y piblicas —territorios conquistados en la terminologia de Ludmila da Silva Catcla— y como vehiculos privilegiados de ingreso al andlisis de las hichas por las memoriss sociales y sus transformaciones historicas. Esta es la diteccién que aparece en Jelin, 2002, y en Jelin (ed), 2 volun men en que se analiza la historia de as de le conmemoracin de Tuchas por el sentido de ¥ BIBLIOGRAFIA ridad del Antonio (1998), «Los archivos de la se Estado de los desaparecidos regimenes represivoss, Parfs: UNESCO, herpy/www.unesco.org/webworld/ramp/sccret spanish. htm Greene, Joshua, y Kumar, Shiva (eds.) (2000), Wines: woes fom the He: locausy, Nueva York: Free Pres Jelin, Elizabeth (2002), Lot tah Siglo XXI Eaitores. Jelin, Elizabeth (ed.) (2002), Las vinflices, Madeid y Buenos Aires: Siglo XI Editore st testimonies: the runs of memory, New Ha os de la memoria, Madrid y Buenos Aires nmemoraciones: Las dsputas nm las fe Langer, Lawrence (1991), Hi ven: Yale University Pre Marchesi, Aldo (200: Méndez, Juan (1991), 7 York: Americas Watch, Pomian, Krzysztof (1997), sLes archives. Du Trésor des Chartes au Caram en Nora, Pierre (ed.), Les Lieux de Mémoire, vol. 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