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CLASIFICAR Y MEDICAR: LA GESTION BIOPOL{TICA DE LOS SUFRIMIENTOS PSIQUICOS SANDRA CAPONI jianzas entre la Defender ta sociedad Foucault explora tas uae ica, destacando constitucién de los Estados modernos y la biopol cllugar estratégico ocupado por las empresas colonialistas y por las tecnologias de gobierno destinadas a los pueblos d que, para que la biopolitica pueda ejercer una relacién positiva con la vida, para que ella pueda construir técnicas de gobierno destinadas amaximizar y aumentar la fuetza y el equilibrio de las poblaciones, Jas sociedades mocernas han aceptado convivir, de modo explicito 0 implicit, con su negaci6n: los procesos de exclusién de todo aque- lo que puede aparecer como una amenaza, 0 como una fuente de degradacién de la vida. Hablar4 de las estrategias que se validan en procesos de regulacién por exchisién, Y argumentara que la acep- tacién de esas estrategias es el resultado de una particién operada en el campo de lo biol6gico por el racismo. Bl racismo debe enten- derse en un sentido amplio y no literal, no se limita a Ia distincion de razas, si no a una verdadera jerarquizacién biol6gica por la cual se instalan vinculos de exclusion, de negucion y hasta de aversion entre grupos humanos. El racismo aparecta como elemento cent para comprender las estrategias de exclusi6n y de muerte edificadas ‘en los siglos XVII XIX por los nacientes Estados modernos, En ese momento los discursos racistas parecian estar validados y legitimados por tna proliferacton de nuevos saberes conscerados cientificos particularmente aquellos saberes provenientes del campo de lames dicina, de la biologia yde la criminologia que, en la tiltima mitad hel, “Il fae défendve la soceté™ Cours au Collge de Franc 1, 1997, 1 Véase Foucault 1975-1976, Pacis: Gallimard-Se 154 Sigio AIX, se transformaran en referencia para las intervenciones de los alienistas ¢ higienistas, iertamente, en nuestra modernidad tardia las estrategias bio- politicas referidas a las poblaciones ya no pueden inscribirse en ese mismo marco de andlisis. Ya no serfa legitimo hablar de discursos cientificos 0 de estrategias de poder construidas alrededor del eje racismo, aunque en muchos casos los discursos racistas perduren yse multipliquen fuera del campo de los saberes aceptados por la comunidad académica. Aun cuando podamos hablar de una com- pleta superacién de los Ifmites impuestos por el racismo, Ifmites que observamos cotidlianamente con los problemas derivados de Jos flujos migratorios, de la xenofobia y de la intolerancia racial en diferentes paises del mundo, hoy se hace necesario pensar de qué modo operan las estrategias biopoliticas en contextos mas amplios que exceden ¢ integran el clésico problema del racismo. Nuevos discursos y saberes construidos alrededor del eje normal-patol6gico, que ya no se inscriben en el eje del racismo, imponen el desafio de pensar las estrategias biopoliticas hoy existentes, Nuevas certezas se instalan en el campo de las ciencias de la vida, nuevas interven- ciones sobre las poblaciones que se validan en las promesas de un saber medico y psiquidtrico obcecado por anticipar riesgos, evitar el dolory garantizar la meta imposible de una vida sin suftimientos. Analizar el surgimiento de esas nuevas formas de maximizacion de lavida que adopta la biopolitica en la contemporaneidad, asi como detenerse en Tos nuevos modos de exchisin que ésta implica, exige un entendimiento previo sobre los alcances y limites del concepto de biopolitica. Teniendo esta problematica como marco general, tentaré responder a una pregunta espectfica: ;serfa posible pensar Jaactual expansiGn de los diagn6sticos psiquiatricos relacionados con los comportamientos cotidianos, como una estrategia biopoliti- ca hoy hegeménica y casi universalmente aceptada? Considerando que la palabra biopolitica se convirtié en un marco de referencia para innumerables debates y temas, muchas veces sin una reflexion sobre sus aleances y limites, pretendo: i) Inicialmente, analizar los ejes centrales en relacidn a los cuales se articula el concepto foucaultiano de biopolitica, para ii) posteriormente, centrar la discusién en un texto recientemente publicado por Allen Frances? serd analizado aqui ha suscitado diversos de- bates entre la comunidad mundial de psiquiatras, psicoanalistas y trabaja- (cx jefe del Grupo de Tareas del DSM), en el que se cuestionaba el proceso de claboracién de la quinta edicién del Manual de Diagndstico 1) Fstadistica de Trastornos mentales, DSM V, publicado el 18 de mayo de 2013. La cuarta edicién de este Manual (DSM IV), arapliamente utilizada como referencia obligatoria para definir diagnésticos psi- quidtricos en el mundo entero por profesionales de salud, psiquiatras y hasta educadores, pasar rapidamente a ser substituida por el DSM ¥. Es posible argumentar que muchas de las criticas formuladas por Frances en relacién al DSM V, perfectamente aplicables también al DSM IV -por él coordinado-, permiten evidenciar que el Manual de Diagnéstico » Estadistica de Trastomnos Mentales, se articula alrededor de Jos mismos ejes que, de acuerdo con Foucault, posi de los dispositivos de seguridad propios de la biopolitica de Tas po- blaciones. Como veremos, la dificultad de establecer fronteras mas ‘0 menos precisas entre 1o normal y lo patolégico (a diferencia de lo ‘que ocurre en el campo de la medicina clinica, en la que Ta psiquia- tria encuentra su legitimidad); la preocupacién por la anticipacién de los peligros y el control de los riesgos; e! uso de las estadisticas con la finalidad de demarcar fronteras entre normalidad y desvios que deben ser corregides y anticipados, son elementos que permiten ‘entender la estrategia de clasificacién y diagnéstico del DSM como dispositivo biopolitico. El concepto de biopolitica El concepto de biopolitica fue enunciado por primera vez por Miche] Foucault en 1976 en el tiltimo capitulo de La volwntad de sa- der, sin embargo desarrolla y lleva hasta sus Ifmites las implicaciones te6rico-politicas de este concepto en dos cursos del Collége de France, Defender a sociedady Seguridad, Tervitorio y Poblacién. Sera fundamental en esos dos textos yen el curso Los anormales donde Foucault define el concepto de biopolitica. Mas adelante, en el Nacimiento dela biopotitica, ores del campo de Ia salud mental. La relevancia de ese texto radica en n psiquiaera que estaba directamente comprometido ificacion del DSM, sefala las fallas y dificultades imherentes a ese cestrategia, reforzando los argumentos presentados por los calectivos “Stop DSM" organizados en Espaiia y Francia en 2010. Véase Frances, Allen, Ope ning Pendoras Bex: The 19 Worst tions For DSMS. Reo, Psychiatrie Ties ‘yol 1 nim, February 11, 2010, Para conocer el debate véase Garcia Maldona do, Gerardo et a -esy sombras de un manual no publicado. Retos y expectativas para el futuro”, Revista Safud Mental. nim. 84, pp. 567 378. Madrid, 2011. 156 ira que se propone realizar un estudio sobre el arte de gobernar en €l liberalismo y neoliberalismo con la finalidad de entender las condiciones de posibilidad de la biopolitica. Sin embargo, ese con- cepto sera abandonado a lo largo del texto. En la clase del dia 17 de marzo del curso ofrecido en el Collége de France en 1976, Defender 1a sociedad, Foucault profundiza y desarrolla la nocién de biopolitica, establecienco los alcancesy os limites de un concepto que permanece absolutamente actual y que ha posibilitado innumerables reflexiones, desdoblamientos aplicaciones en los mas diversos campos de estudio. Como es sabido, la publicacién de los cursos en el Collége de France ofrecidos por Foucault desde 1971 hasta su muerte en 1984, todavia inacabada, contribuyé a despertar un renovado interés por su trabajo ¥sparticularmente, por el concepto de biopolitica. Como ya habia sido mencionado, en La voluntad de sabery en el curso Defender la sociedad, Foucault diré que al finalizar el siglo XVIII y comenzar el produce una transformacién en ¢l modo de organizar y gest poder, una mutacién por la cual la antigua potestad del soberano, su derecho sobre la vida y la muerte de los siibditos, considerada como uno de sus atributos fundamentales por la teorfa juridica clasica, dejaré lugar a un nuevo modo. El viejo derecho de dejar vivir de hacer morir propio del soberano, sera substituido por el derecho o por el poder de hacer vivir y dejar morix, configurandose asi el dominio de los biopoderes relacionados con los cuerpos y las poblaciones. Todo ‘ocurre como si el poder de soberania descubriese su inoperancia para lidiar con los fenémenos propios de la naciente sociedad industrial: la explosién demografica, los problemas de urbanizacién, los nuevos conflictos derivados de la industrializacion, Este poder de soberania sufrird un primer proceso de acomodacién con las tecnologias disci- plinares estudiadas por Foucault en Vigilary Castigar, estrategias que se dirigen a los cuerpos, y que estén destinadas a multiplicar su fuerza y su capacidad de trabajo, y disminuir su fuerza politica Un segundo proceso de acomodacién surgiré mas tarde, fortale- ciéndose a lo largo del siglo XIX sin excluir o sustituir la tecnologia disciplinaria sino integréndola y utilizandola parcialmente para dit rigirse a un nuevo objeto de intervencién: los procesos biolégicos y biosociolégicos propios de los fendmenos poblacionales. Mientras que las disciptinas se refieren al cuerpo, el nuevo poder regulador no se dirige al cuerpo, sino a lavida, y tiene por objeto especifico de interés el hombre en cuanto ser vivo, e! hombre en cuanto especie biolégica. A diferencia de las disciplinas, Ia nueva tecnologia que sera puesta 17 en practica se refiere a la multiplicidad de hombres, no en cuanto cuerpos individuales, sino en la medida en que ellos constituyen una masa global afectada por los procesos de conjunto que son propios de la vida, como los procesos de nacimiento, muerte, reproduccién y enfermedades.* Se trata pues de dos estrategias de poder que se suceden: Ia pri- mera individualizante, la segunda masificadora; la primera referida al hombre en cuanto poseedor de un cuerpo, la segunda referida al hombre en cuanto hace parte de una especie bioldgica, la especie humana. Esa nueva tecnologia de poder demanda la construccién de nuevos saberes sobre las poblaciones, los registros y estadisticas referidos a la proporcién de nacimientos y muerte, las tasas de re- produccién, de fecundidad, de longevidad. Un inmenso conjunto de datos demograficos comenzara a ser colectado, inicialmente a nivel local para luego posibilitar comparaciones y estadsticas globales que seran centralizadas por organismos estatales como los registros na- cionales de estadistica y demografia. Esos indicadores cuantitativos, en la medida en que son pensados como un fiel reflejo de la realiclad ‘econémica de un pais, de un poder de un Estado, o del progreso de Jos pueblos, constituye la base privilegiada a partir de la cual sera consuruidas estrategias concretas de intervencién sobre las poblaciones. La biopolitica de las poblaciones tiene algunos espacios privilegiados de intervencién, entre ellos: las politicas de control de la natal control de las morbilidades y endemias (que substituird el temor por las grandes epidemias vistas como amenazas desde la Edad Media) el estudio y el control de la expansi6n y duracién de las patologias prevalentes, pensadlas como factores que debilitan la fuerza de trabajo ‘¢ implican costos econémicos para todos; as intervenciones sobre la vejez, los accidentes, las enfermedades y Tas anomalfas que excluyen a los individuos del mercado de trabajo; la gestiGn de las relaciones ‘entre especie humana y medio externo, sea que se trate de proble- mas con el clima y la naturaleza (Jos pantanos, por ejemplo), 0 con el medio urbano. En estas estrategias de diversos dominios de saber y de accién politica. De un lado, estén os conocimientos elaborados por la higiene, la medicina social, la demografia y la estadistica; por otro lado, las estrategias de poder ‘que adoptan la forma de esquemas de regulacién, gesti6n, asistencia, control de riesgos y mecanismos de seguridad, La biopolitica se cons- 3. Véase Foucault, Michel, “It faut déendve la secieté”, op. cit p26. 158 tituye como una tecnologia cientifica-politica que se ejerce sobre las poblaciones entendidas como multiplicidad biolégica, que se refiere especificamente a los procesos vitales, y que tiene como preocupacién inmediata anticipar los riesgos. Asi, ese conjunto de fenémenos que se presentan como aleatorios e imprevisibles, cuando se analizan como hechos que afectan a un determinado individuo, aparecen ‘como constantes que es posible anticipar, cuando son observados en perspectiva poblacional. Los estudios estadisticos permitirén estudiar e508 fenémenos en series de corta duraci6n y de ese modo anticipar Jos riesgos o peligrosa los cuales esa poblacién estarfa sometida, Esas, predicciones y estimaciones estadisticas referidas a hechos sociales (poblacionales) y no a individuos, permiten crear mecanismos regu- adores destinados a mantener un estado de equilibrio o de atender Ja medida estadistica deseada (bajar Ia mortalidad, prolongar la vida, estimular la natalidad). El objetivo tiltimo de la biopolitica ser instalar para cada riesgo o peligro que pueda ocurrir, mecanismos de seguridad que tienen ciertas semejanzas y ciertas diferencias con los mecanismos disciplinarios. Ambos se proponen aumentar y maximizar Ia fuerza de trabajo, tenemos asi: “una tecnologia de poder sobre la poblacién en cuanto tal, sobre el hombre como ser vivo, un poder continuo, cientifico, que es el poder de hacer vivir’* Del mismo modo que en las disciplinas se conjuga la maximizacién de las fuerzas productivas con la disminucién de la capacidad p tica, en la biopolitica debe ser considerada otra duplicidad, que se refiere, por uma parte, ala maximizacion de la fuerza y de la vitalidad de las poblaciones y, por otra, al olvido de aquellos individuos que se mantienen en las margenes del auxilio y de la protecciGn estatal, aquellos que los gobiernos simplemente ignoran o “dejan morir”. Para poder comprender los alcances y limites de este concepto complejo yambiguo que es la biopolitica, resulta indispensable analizar los, dos elementos que lo componen. Es dec! de qué modo operan y se vinculan entre sf los ees de lo vital, Bros, y el de lo politico, en el campo del debate abierto por Foucault. Particular- mente, deberemos analizar dos cuestiones: a) de qué modo Io vital se establece como eje articulador de wna multiplicidad de discursos ysaberes referidos a lo anormal y a lo patolégico, y b) cuales son las, Gificultades y limites inherentes al concepto de “potitica” cuando io de to vital éste se refiere al don 4 idem, p. 220. a. El bfos como objeto de saber. Aunque en los cursos del Colle; France Foucault explora las diversas fases que adopta la biopolitica, en la modernidad, no existe una referencia clara a la nocién de ‘vida’ sobre la cual se construye y se articula ese concepto. Algunos autores, como Didier Fassin, opinan que esa nocién, que constituye ‘el corazén de la biopolitica, no fue suficientemente explicitada por Foucault. Es verdad que en los cursos no existe ningtin apartado que la analice exclusivamente; sin embargo, para poder comprender la especificidad de este bios, que antecede 2 la politica, resulta necesario situarlo en una perspectiva mas amplia, sin olvidar que Foucault dedicé diversos textos y estudios a problematizar esa nocién. De hecho, Ja problematica de Ja vida acompaia a Foucault desde sus primeros escritos, particularmente desde el Nacimiento de la Clinica de 1968 y Las palabras y las cosas, hasta el timo texto que envia para publicacién poco antes de su muerte, un texto en homenaje a Geor- ‘ges Canguilhem denominado La vida, la experiencia y la ciencia. Se trata de un problema que Foucault nunca abandoné, de modo que para comprender el concepto de vida al cual la biopolitica se refiere, debemos abordarlo respetando su complejidad. Inicialmente, sera necesario hacer referencia alas reflexiones dedicadas alos discursos cientificos referidos a la vida, provenientes del campo de la biologia y de la medicina, que fueron centrales en los estudios arqueolégi- cos; luego abordar los diversos modos a través de los cuales opera la particion entre lo normal y lo patolégico en la construccién de tecnologias y de estrategias de poder, para, por fin, analizar el modo ‘como se vinculan los procesos de subjetivacién y la construccién de subjetividades con nuestra corporalidad, nuestros suftimientos fisicos, nuestra decadencia vital y, en fin, nuestra propia muerte, La centralidad de la nocién de vida en los estudios biopoliticos se hace evidente en Ia siguiente afirmacién de Foucault: Me parece que uno de los fenémenos fundamentales del siglo XIX hha sido lo que podriames denominar una invasién de la vida por eb poder: 0 si ustedes prefieren, un ejercicio de poder sobre et hombre en ‘cuanto ser vivo, una suerte de estatizacién de lo biolgico, 0 por lo menos ‘una cierta tendencia a lo que se podria denominar una estaticacién dela biolégico.’ 5 Whidem, p. 286. 160 Ese texto no solo permite situar la nocién de vida como articuladora de los nuevos dominios de saber y de intervenci6n; también delimita claramente el alcance de esa nocién. El poder no se refiere aqui a la vida cotidiana, nia nuestro dia a dia, niala vida como hecho esencial; se trata de una clara identificacién de la vida con el dominio de to biolégico, de la vida en cuanto objeto de estudio de la biologia, de la medicina, en fin, de esos saberes denominados, justamente como ciencias de la vida. Como ya fue mencionado, Foucault considera que el hecho determinante en la construccién de las sociedades modernas ¢s el proceso por el cual la vida, es decir, la vida que compartimos con los animales, pasa a ser gestionada por caleulos explicitos y por estrategias de poder: el momento en que lo biolégico ingresa como elemento privilegiado en el registro de la politica. Asf, en el Nacimiento de la biopoltica afirma su objetivo: Eniender de qué modo la préctica gubernamental intenté racionali- zar los fendmenos de un conjunto de serés vivas comstruidos como wna poblacién: problemas relatives a la salud, a la higiene, la natalidad, 1a longevidad, tas razas y otros Para poder tematizar ese bias en relaci6n al cual se estructuran las, estrategias biopoliticas, ser necesario hacer referencia a un registro que es al mismo tiempo cientifico y politico, pues la vida se presenta tanto como hecho biol6gico y como objeto de intervencién y de poder. Serdi necesario mirar hacia la construccién de discursos y clasificacio- nes cientificas, ya su vez, hacia las practicas concretas de intervencién que transforman la vida de los individuos. Sera necesario recordar las, deudas teéricas que Foucault mantiene, desde el Nacimiento de la clinica basta su iiltima publicacién, con Georges Canguilhem. Los estudios que Canguilhem’ dedica a la medicina y a la biologia, en particular su critica al modo como se establecen los parametros de normalidad y patologia en las ciencias de la vida recurriendo a patrones estadisticos, no pueden ser desatendidos cuando analizamos los alcances y limites de la noci6n de vida inmersa en el concepto de biopolitica. Canguil- ‘hem supo mostrar, con mucha claridad, la duplicidad constitutiva del concepto de normal, esencial para comprender los hechos biol6gicos 6 Foucault, Michel. Naissance de la Bipolitiqus. Cours au Collie de France, 1978- 1979, Paris: GallimardSeuil, 2005, p. 97. 7 Vease Canguilhem, Georges. O normal ¢ o patoligico. Rio de Janeiro: Forense Universitaria, 1990. 161 REESE EERE eee aaa YSsus intervencionés medicas, Lo normal define valores de referencia, Jas medidas y las variaciones admisibles para un determinado fené- meno bioldgico (sea la tasa de colesterol o de suicidio), establecidas a partir de los valores estadisticamente més frecuentes; pero también se trata de un concepto valorativo y normative que define aquello que debe ser considerado deseable en un determinado momento y en una determinada sociedad. Asi, y gracias a la utilizacién de las normas y las medias estadisticas es que la medicina puede llegar a afirmar de qué modo un hecho biolégico, una funci6n orgénica, un proceso vital o una conducta directa o indirectamente vinculada alo biolégico, debe o deberia ser. El saber médico y la noci6n de norma, en relacién a la cual ese saber se construye, son indispensables para comprender las estrategias biopoliticas: no solo porque permiten Ja articulacién entre el conocimiento cientifico y las intervenciones concretas, sino también porque ¢s en torno de la norma que pueden ser creadas estrategias de poder que corresponden a los cuerpos de los individuos (las disciplinas) ya los procesos biolégicos de la especie (la biopolitica). Como afirma Foucault, El elemento que circula de lo disciplinario a lo regulador, que se aplica del mismo modo a los, ‘cuerpos ya los eventos aleatorios de una multiplicidad biol6gica, ese elemento que circula de uno a otto, es la norma.* En la tercera conferencia publicada en Seguridad, Territorio 9 Poblacién, Foucault establece wma distincién entre las estrategias de normacién, propias de la sociedad disciplinar, y las estrategias de ‘normalizacién, propias de la biopolitica de las poblaciones. Lo cierto €s que hablar de un poder quie se refiere a la vida significa afirmar que el hombre en cuanto especie se transforms en objeto de tecno- logias de saber y poder normalizadoras que permiten regularizar los hechos biol6gicos propios de las poblaciones, teniendo como marco de referencia los pardmetros establecidos por las ciencias de la vida. bb, Labiopolitica como gobierno sobre la vida. Sila vida remite, de un lado, por via de las normas al campo de los discursos biol6gicos, médicos ¢ higiénicos, y por otro lado, también se vincula de un modo peculiar al campo de lo politico, De hecho, deberiamos decir que cuando Foucault habla de biopolitica no es realmente la politica de la vida lo {que esti en juego, sino las priicticas sociales que se ejercen sobre los ‘cuerpos y las poblaciones. La nocién de vida volverd al centro de la escena, ya no como objeto de tematizacién de las ciencias biolégicas, 8 Véase Foucault, Michel, “Ilfout dfjondre la soca", op. cit, p. 295 162 sino como un espacio privilegiado para garantizar la gubernamen- talidad y la gestion de las poblaciones en las sociedades modernas. El ejercicio de la biopolitica supone que, para poder gobernar las. sociedades, basta reducir la multiplicidad de circunstancias propias de la condicién humana a su dimensién biolégica, al dominio de lo ese dominio que limita a los hombres a su identiclad en cuanto especie. Sin embargo, y aqui se encuentra la mayor contradiccién in- herente al concepto de biopolitica, en la medida en que el gobierno de las poblaciones opera exclusivamente sobre los hechos biolégicos, éste deberd dejar en las sombras, como ya lo anticipaba Aristoteles, justamente Ja dimension politica de la existencia, nuestra capacidad de reflexion y el didlogo argumentativo, nuestros vinenlos sociales, uestros afectos, suefios y pesadillas. Recordemos que, no por azar, esjustamente por oposicisn ala concepcién aristotélica de “hombre” ‘que Foucault piensa el ejercicio de la biopolitica. En esta frase, muchas. veces citada, afirma: “Por milenios el hombre permanecie lo que era para Arist6teles: un animal viviente y ademas, capaz de existencia pe ‘hombre moderno es un. Juego su existencia como ser vivo"? Con la finalidad de entender la compleja articulacién entre vida ¥ politica supuesta en esa afirmacion, sera necesario, como afi Didier Fassin, hacer referencia a dos fil6sofos que de modo directo e indirecto estén presentes en los argumentos de Foucault: uno es Georges Canguilhem y la otra, Hannah Arendt. Vimos de qué modo la nocién de vida en relacién ala cual se construys el concepto de biopolitica es fuertemente deudora de los estudios epistemolégicos que Canguilhem dedica a las ciencias de la vida: a la centralidad de la norma, a las re- ferencias a las medias y desvios estadisticos, una vida, en fin, sujeta a cilculos, a1medidas de frecuencia, a ia anticipacién de riesgos, en la que no queda ningiin espacio ~como afirma Canguilhem-, para el cuerpo vivido, para el cuerpo subjetivo, tinico parémetro capaz de determinar el momento preciso en que se inicia una enfermedad. A partir del and- lisis de Canguilhem, la vida parece ser vista por las ciencias biolégicas ymédicas, siempre mediada por la idea de norma. ‘Si Canguilhem influencia el modo como Foucault piensa la vida a partir de una perspectiva epistemolégica, es recurriendo a Hannah Arendt que podemos comprender la relaci6n entre vida y politica en 9 Foucault, Michel. Historia dela Sewuaidad fa voluniad de saber. México: Siglo XXI, 1978, p. 184 168 BE EEE eee aaa torno de la cual se teje el concepto de biopolitica. Para Fassin, no es posible imaginar que Foucault ignorase a Hannah Arendt, pues aunque nunca fue citada por éste, ella “también puso la vida en el centro de su obra, después di fa de las tres formas de vida de La Gon- dicién Humana hasta su andlisis del proceso vital realizado en Sobre la Revolucién”. Diversos autores mencionan la proximidad existente entre Arendt y Foucault en relaci6n al modo de pensar los fenémenos vitales De hecho, es muy simple comprender esa proximidad en la medida en que tanto Arendt como Foucault mencionan sus deudas tedricas con Arist6teles ysu forma de pensar el dominio de lo bioldgico por oposicion al espacio de lo politico. Es por referencia a Arist6teles que se entiende la gran novedad que se produce e: tanto Foucault como Arendt: la identificacién entre En el mundo griego, los hechos vinculados con Io bi te del dominio de lo pre-politico y estaban reservados al ambito de lo privado, es decir, al oikes, la vida doméstica onganizada en relacién con piiblico, entendido como dominio de la vida politicamente autorizada, Siaceptamos a distinci6n entre vida y politica establecida por Arist6teles yretomada por Arendt, quiz4 debamos afirmar que el concepto de bio- de 0 sobre Ia vida’, implica interna entre dos dominios irreductibles, Mas que una politica de la vida, la biopolitica se refiere a ‘un modo de gestisn yadministracién de las poblaciones. La vida que aqui cestd en juego no es la de los ciudadanos capaces de dilogo y existencia sujetos intercambiables y sustituibles. En el momento en que el dominio de Ia éticay de la politica es reducido al campo de lo biolégico, del cuerpo- ‘especie, nuestros sufrimientos individuales y cotidianos, nuestros vinculos sociales, miedos y deseos pasaron a estar mediados por intervenciones terapénticas 0 preventivas -sean éstas médicas o psiquidtricas-, intere- sadas en clasificar todos los asuntos propios de la condicién humana en térmninos de normalidad o de patologia, limitando cada vez mas nuestro margen de decisién ética y de accién politica. Biopolitica y clasificacion psiquiatrica Partiendo de ese marco de andlisis podemos afirmar, en primer lugar, que la vida no es considerada por la biopolitica en un sentido coloquial o vulgar. Todo lo contrario, ésta lleva la carga epistemolégica 164 de una vida objetivada por los discurs {terveniry evaluar propios de las ciencias bi truidos en toro a la opos tica sino su opuesto, aquello Como afirma Lazzarato, la biop y de neutralizaci destinadas a una poblacién reducida al dominio de las necesidades biolégicas y a los procesos de nacimiento, reproducci6n y muerte. La que permite sustituir el construccién del espacio ps ¢ irreflexiva satisfaccién de las necesi de la condicién humana a los procesos -0-, por la urgencia, porla des, reduciendo la pluralidad carecen de significacién, pues de lo que se trata es de 1s, de cuerpos sustituibles que deben ser io de poder estudiado por Foucault. Lacentralidad de la normay la oposi patologia; 2. Los estudios estadisticos referidos a los fe evitar el surgimiento de futuros dafios; 4, Estos mecanismos configuran un peculiar modo de ejercer el gobierno sobre las poblaciones, que excluye las narrativas de los sujetos y sus historias de vida. La gestin de las poblaciones en cuanto multiplicidad biol6gica debe dejar en las, sombras, como anticips Aristételes, nuestra capacidad de existencia 10 Lazzarato, Mautzio, “Biopolitique/Bioées 22, 10 0, 2008, p58 165 puiblica y politica, los didlogos argumentativos, las narrativas individuales, Jos vinculos sociales. Pretendo analizar aquf de qué modo operan esos mecanismos en el campo de la psiquiatria contemporanea, mas especificamente, ropongo revisar las criticas recientemente enunciadas por el psiquiatra americano Allen Frances, jefe del Grupo de Tareas del DSM IV. En el mes de mayo de 2012, en un articulo publicado por la revista Psi- quiatric Time, afirma: ELDSM-5 insiste en ofecer propuestas que inadecuadamente causan el rbtulo de “trastorno mental” a millones de personas ahora consideradas “normales”. Estas sugerencias no encuentran soporte cientifico y son fuer temente combatidas por 51 asociaciones de salud mental, sin embargo la APA contintiarechazando ls pedidos de revisién externa independiente!! Este articulo retoma los argumentos presentados en el 2010, después de la aparicién del primer borrador del DSM V, un texto denominado: “Abriendo la caja de Pandora, las 19 peores sugerencias del DSM V",? en el cual afirmaba que el primer borrador del DSM V anticipaba la aparici6n de una verdadera pandemia de trastornos mentales. ‘Ademas de realizar una critica al secreto innecesario que acompaia el proceso de elaboracién del Manual, que més tarde ser publicado sin grandes alteraciones, a las ambiciones exageradas y a los métodos poco rigurosos, el autor formula algunas criticas epistemologicas y te6ricas que son perfectamente aplicables a las anteriores ediciones del DSM, en las que Frances tuvo una participacién activa. En este texto afirma que: El DSM V podria crear decenas de millones de nuevos pacientes mal identificados como “falsos positivos”, exacerbando asi en alto grado los problemas causados por un ya demasiado inclusive DSM IV. Habrfa excesivos tratamientos masivos con medicaciones innecesarias, de alto costo y frecuentemente bastante perjudiciales.!* Se trata de construir una estrategia de clasificacién estadistica en torno de uno de los tres mecanismos apuntados aqui como articula- dores de la biopolitica: la distincién normal-patolégico. Sin embargo, 11 Véase Frances, Allen. DSM 5 Continues to Ignore Criticism Brom Paitioners. Pos ted: 620.2012. Disponible en: huip://wwwhuffingtonspost.com/allen-fran- ces/dsm-5-Spetition_b_1610569.hunl*viewsprint&ecomm_ref=false 12 Véase Frances, Allen. “Opening Pandoras Box: The 19 Worst Suggestions For SMS". Rev, Pychiatric Times, im. Febrero 11, 2010. 18 Frances, Allen. DSM 5 Continues to lnere Criticism From Petitioners, op. cit, B- 166 Jo que Frances identifica como un nuevo problema no es mds que un hecho inherente a toda y cualquier clasificacién psiqui la elasticidad de los criterios diagnésticos y las fronteras difusas € imprecisas existentes entre lo normal y lo patolégico. Esa ambigiie- dad que Philippe Pignarre identifica como Ia mayor dificultad y limitacién de los diagnésticos psiquidtricos, es lo que posibilita su elasticidad, su capacidad de expansi6n y la indefinida integracién de nuevos diagnésticos y de nuevos comportamientos de riesgo a las clasificaciones psiquigtricas, El hecho de que estas propuestas lleven 2 clasificar inadecuadamente con el rétulo de “trastorno mental” a millones de personas, que antes eran consideradas “normales”, no es nuevo ni accidental, ni resulta de una eleccién metodolégica ‘equivocada realizada por el Grupo de Tareas del DSM V. Todo lo contrario, se trata de una cuestién tedrica y politica que es con- tempordnea a la propia ambici6n clasificatoria de la psiquiatria Frances afirma que de ser aceptadas las afirmaciones presentes en el borrador presentado por la comisién que elabora cl DSM," se incrementaran drésticamente las tasas de trastornos mentales en Ja poblacion, Ese proceso podra ocurtir de dos formas: por la creacién de nuevos diagnésticos que transforman en patoldgicos comporta- mientos comunes en la sociedad, y que la industria farmacéutica se encargara de popularizar (como la tristeza, los pequetios déficit de cognicién, las explosiones de rabia, los comportamientos sexuales, adicciones a ciertas conductas cotidianas como comprar, el uso de sustancias toxicas, etcétera) y por el establecimiento de un umbral de diagndstico més bajo para muchas patologias ya existentes (un cjemplo seria retirar la excepcionalidad concedida a los casos de luto para el diagndstico de depresion). Se trata de dos estrategias ya presentes en las anteriores ediciones del Manual y que reaparecen agui de modo exacerbado. En palabras de Frances: El mayor impacto partiria de la sugerencia de eiminar elcriterio de “significacin clinica” que era requerido en el DSM IV para los rasternas en los que existen limites difusos con la normalidad (aproximadamente dos tercias de los diagnéstcos). Eliminando ese requisito se veduciré el Papel del juicio clinico (...) inerementéndose las ya infladas tasas de diagnésticos psiguicitricos. 14 ELDSM V fue publicado el dia 18 de mayo de 2019, 15 Thidem, p. 3. cién de angustia o de impedim la existencia de una patologia psiquidtrica una vez jo de “significacion, clinica’? La respuesta a esa pregunta exige hacer referencia al segundo mecanismo articulador de la biopolitica Jas estadh sustituye Ia evaluaci6n de la significacién clinica, estrategias diagnésticas, con mayor pretensién de obj incluyen la aplicacién de tests, de check sionales para rasgos de personalidad, puntuaciones de severid: en fin, todo un arsenal cuanti ediciones anteriores del DSM y que en el DSM V se Eluso de instrumentos cuantitativos en el campo de la psi no es nuevo, ya estd presente desde la construccién de la primera cla- sificaci6n unificada de patologias mentales realizada en 1898; fue ese ‘un instramento esencial que posibilité la elaboracién de las anteriores ediciones del Manual de Diagné stico y Estadistica de Trastornos Mentales (DSM). El desplazamiento de fa pretendidamente objetivos, com« de evaluacion y diagndstico, esta directamente asociado alla di para establecer fronteras mas 0 menos precisas entre norm: patologia psiquica en un campo que, como la tivo que ya estaba presente en las fica. cos utilizados por la medicina cl in de lesiones organicas o los marcadores biolégi fin, el continue normal-patol6gico y su operacionalizaci un terecr mecanismo, esenc tica de los suf identificacién precoz de riesgos y ia necesidad de los desvios, es decir, la instalaci6n de la estrategia biopolitica identifi- cada por Foucault como el dispositivo “riesgo-seguridad”. Es posible afirmar que una de las estrategias indispensables para garantizar la indefinida ampliacién de diagndsticos y de categorias psiquidtricas es Ja obsesi6n por identificar pequefias anomalias, angustias cotidianas, equerios desvios de conducta como indicadores de una patologia psi- quidtrica grave por venir. El riesgo, en la medida en que aparece como un modo de anticipar un peligro posible (real o imaginario) sobre Ja vida y Ia salud, constituye la estrategia que permite garantizar la legitimidad y aceptabilidad de ese modo de 168, ee ee ee eee ee eet eee ee eee eee comportamientos de riesgo cada ver mas s construir una psiquiatria preventiva, es central para comprender el modo como los pequefios desvios de conducta y las tristezas cotidianas ingresan en el campo de las intervenciones psiqui iniciando un verdadero proceso de medicalizacién de lo no patoligico. Sera en tornoa la problemitica del riesgo y la seguridad (en el doble sentido de seguridad para el enfermo y para la sociedad) que se estructura €l Tratado de ta Degeneracién Fisica, Mental y Moral le Morel en 1857; los estudios de Magnan sobre alcoholismo de 1893; el discurso de textos de Kraepelin, En cada uno de estos autores el problema del riesgo y el proyecto de deteccién precor de problemas 6n de comportamien- to normales se con sus propuestas de Sin embargo, ser4 a partir de 1980, 1 que esa biopol i clasificar con la publicacién del DSM elcampo psiquidcrico. Cada nueva ediciSn del DSM, repit certeza de que la rados de riesgo ratologias psi identificaci6n de comportat nuevas patologias p podrdn pasar a ser adicionadas a las clasificaciones psi diagndsticos ya existentes. ¥ es esa logica la que se evidencia en el texto de Frances, aqu{ analizado, cuando afirma que: Los psiquiatras esperan identificar pacientes més tempranamentey crear tratanientosefectivs para reduci la cromicidad de tas patologtas. Desafortunadamente, los miembros del Grupo de Tareas uswabmente tienen un frunto ciego al olvidar que cualquier esfuerzo poor reducir las tasas de falsos negations debe inevitablemente elevar tas tasas de {falsos positions (frecuentemente de modo drasnético 9 con fatales con- secuencias). Si alguna vez seré posible lograr la esperada ventaja de detecciin precon de casos, deberemos tener pruebas diagnésticas espect- Jfieas y ratamientos segures. En. contrast, las propuestas del DSM V evan a ta particularmente peligrosa combinacién de diagn ificos ¢ inadecuados, con tratamientos no probados y daiinos.¢ ‘Uno de los muchos ejemplos presentados por Frances es el sindro- 16 Frances, Allen. “Opening Pandoras Box: The 19 Worst Suggestions For DSMB", op. cit, p.6. 169 me de riesgo de psicosis, En este caso, segtin afirma, se cuenta con Ia ‘alarmante tasa de falsos positivos de 70 a 75 por ciento. Esto indica que, de ese modo, centenas de millones de adolescentes y jOvenes pueden llegar a recibir, sin necesidad, la prescripcién de antipsicéticos atipicos que causan efectos colaterales scrios, como aumento de peso, impotencia sexual y reduccién de expectativa de vida, dao severos cen el sistema digestivo, entre otros. La problemnatica de riesgo y la ‘ambicién por la deteccién precoz de individuos con probabilidad de padecer una patologia psiquidtrica que puede ser prevenida antes de que ésta se vuelva crénica, es uno de los grandes t6picos {que acompafian a Ta psiquiatrfa moderna a lo largo de su historia. Ese principio ha levado a un proceso masivo de medicalizacién de la infancia que se inicia con el nacimiento de la psiquiatria y que permanece hasta hoy. ‘Amodo de conclusién Es probable que una mirada atenta y cuidadosa sobre los diversos ‘modos a través de los cuales las clasificaciones psiquidtricas se vincu- Jan con la temnatica del riesgo, de la prevenci6n, con los dispositivos de seguridad, con la distincién entre lo normal y lo patolégico, ¥ con los procesos de cuantificacién de los sufrimientos, nos permita retomar una pregunta que Frances formula en su critica. Cuando se le interroga por la posibilidad de que la expansion del nimero de diagnésticos no se deba a motivos clinicos, sino a la influencia cada vez mayor de la industria farmacéutica, de los planes y seguros de salud, o en fin, de los asuntos econémicos de costo-beneficio, él negard absolutamente esa posibilidad. En ese contexto, y en defensa de sus colegas del Grupo de Tareas, él se pregunta: “Cémo pueden personas tan inteligentes y escrupulosas hacer tantas sugerencias erradas?”,” Dando a esa pregunta una amabigua y extrafia respuesta, ira: “Fra ‘sido mi experiencia consistente (obtenida nee bos tres previos DSMs) que cada grupo de trabajo tiene siempre una fuerte (fsuenement invesistible) ansia de espandir los limites de los desér- denes de su seccién. Ese previsible imperialismo de diagnéstico de los Grupos de Tareas debe ser siempre reconocido 9 resistido. Los expertos tienen mucha expectativa en reducir los falsos negatives para sus tras- 17 Thidem, p.5. 10 tomos favorites y en anular la necesidad de recurrir a la etiqueta “no especificado de otro modo" * Dificilmente podriamos construir un ejemplo mas claro del modo como opera esta biopolitica de los comportamientos cotidianos y de los sufrimientos psiquicos leves. Aun cuando pueda resultar impensable imaginar un grupo de cardidlogos que defiendla su “ansia irresistible de multiplicar los trastornos cardiacos” o de “expandir los limites de sus diagnésticos favoritos”, esa parece ser la estrategia que sustenta la expansién de los diagnésticos referidos a los sufrimientos psiquicos leves. Se crea asf una alianza indisociable entre un discurso de verdad (una clasificacién diagnéstica cuyos limites se expanden cada vez mas) yuna estrategia de poder (que opera con la Igica del dispositive de seguridad). Las consecuencias que la aceptaci6n de esa alianza puede tener en el modo como cada uno de nosotros lidia con sus sufrimientos psiquicos, mas o menos leves, puede ser determinante en la eleccién del modo como construimos nuestra subjetividad, del modo como respondemos a nuestros desaffos y problemas. Liegamos asf al tltimo de Jos elementos antes apuntados como constitutivos de la, de las poblaciones. Para comprender esa dimensién biopolitica como gobierno de los otros que excluye y silencia el gobierno di necesario salir de los textos que Foucault dedica a la biopolitica de la poblaci6n para recordar brevemente el curso del College de France administrado en 1982, denominado El gobierno dest de los otros. Por lo dicho hasta aquf, la biopolitica de los sufrimientos psiquicos aparece como un modo de ejercer el gobierno de los otros que se vale de cri- terios pretendidamente cientificos y validados de clasificaci6n, donde se privilegia un modo de intervencién: la terapéutica farmacolégica Ese dispositivo excluye las narrativas de los sujetos y sus historias de vida o las subordina a las explicaciones biolégicas relacionadas con las alteraciones o déficit de neurotransmisores. Como ya fue dicho, €s propio de la biopolitica dejar en las sombras nuestra capacidad de existencia publica y politica, los didlogos argumentativos, las narra- tivas individuales y los vinculos sociales. Quizé podamos entender la aceptaci6n de esa alianza si pensamos que el proceso de ampliacién de las patologias psiquidtricas, en la medida en que suponen la exclusién, de las narrativas y de la historia de vida de los pacientes, sustituye la dimension ética de nuestra existencia, la construccién subjetiva del 18 Frances, Allen, DSM 3 Continues to Ignore Criticism From Paitioners, op. cit, p-5: yo, por la obediencia al gobierno que autoridades externas (médicas 0 tricas) ejercen sobre nuestras vidas. En el momento en que los suftimientos dejan de hacer parte de nuestra historia para pensarnos en términos de déficit de serotonina.o de noradrenalina, ingresamos en el dominio de especialistas que definen nuestros padecimientos con diagnésticos especificos y limitan nuestras posibles elecciones a tuna terapéutica privilegiada: la respuesta farmacol6gica. Ese proceso nos inhibe de ejercer plenamente el gobierno sobre nosotros mismos, manteniéndonos en los registros de la minoridad, de la cémoda obe- a los mandatos externos. Gon lo dicho hasta aqui podemos concluir que, como afirma Pignarre, resulta necesario “Abandonar el método de diagnéstico existente y comprender el sufrimiento psiquico como una experiencia que se inscribe en la duracién de una vida, que se transforma de acuerdo al modo como lo enunciamos, al modo ‘como somos oidos y @ las intervenciones y terapéuticas propuestas”.* De modo que en lugar de preguntar: :Cémo pueden personas antes y escrupulosas hacer tantas sugerencias erradas?, probablemente serfa mas interesante reformular la pregunta en los mntes términos: Cues son las razones que llevan, a cada uno de nosotros, a aceptar una biopolitica de los sufrimientos leves que, inadecuadamente, puede llegar aplicar el rétulo de “trastorno men- tal” a millones de personas que hoy son consideradas “normales"? [La respuesta a esta pregunta ya no podré ser buscada en las medidas estadisticas, en los pardmetros de normalidad y patologia, en las cla- sificaciones de diagndstico, sino en el campo de gobierno de sf, en capacidad de crear redes terapéuticas capaces de auxiliarnos en el complejo proceso de construccién reflexiva de nuestra subjetividad. 19 Pignarte, Philippe. Les matheurs des pss: psychatopes ot médicalisation du social Paris: La Découverte, 2006, p. 75. 172

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