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PENSAMIENTO CONTEMPORANEO, Coleccién dirigida por Manuel Cruz po SNOB HE 11. 12, 15. L. Wittgenstein, Conferencia sobre ética J. Derrida, La desconstruccién en las fronteras de la filosofia P.K. Feyerabend, Limites de la ciencia LE. Lyotard, ¢Por qué filosofar? A.C. Danto, Historia ¥ narracién T.S. Kuhn, ¢Qué son las revoluciones cientificas? M. Foucault, Tecnologias del yo N. Luhmamn, Sociedad y sistema: la ambicién de la teoria J. Rawls, Sobre las libertades G. Vattimo, La sociedad transparente R. Rorty, El giro lingiiistico G. Colli, El libro de nuestra crisis K.-O. Apel, Teoria de la verdad y ética del discurso Karl-Otto Apel Teoria de la verdad y ética del discurso Introduccién de Adela Cortina Ediciones Paidés LC.E. de la Universidad Autonoma de Barcelona Barcelona - Buenos Aires - México Teoria de la verdad y ética del discurso Titulo original: “Fallibilismus. Konsenstheorie der Wahrheit und Letztbegriindung”, en Philosophie und Begriindung Publicado en alemén por Suhrkamp, Francfort del Main y Diskursethik als Verantwortungsethik: eine Postmetaphysische Transformation der Ethik Kants (inédito) ‘Traduccién de Norberto Smilg Cubierta de Mario Eskenazi y Pablo Martin 1. edicién, 1991 ‘oul parcel de eta obra, por cualquier medio o procedimiento, fomprendides la reprogratia yo informtio, 7 la ditribucion de ‘jemplares de ella thedantealguilero prestamo pablicr, © 1987 by Suhrkamp, Francfort del Main © Karl-Otto Apel © de esta edicién, Ediciones Paidés Ibérica, S.A., Mariano Cubi, 92 - 08021 Barcelona, e Instituto de Ciencias de la Educacién de la Universidad Autonoma de Barcelona, 08195 Bellaterra ISBN: 84-7509-657-5 Depésito Legal. B-5.495/1991 Impreso en Hurope, S.A., Recaredo, 2 - 08005 Barcelona Impreso en Espafia - Printed in Spain SUMARIO Intropucct6n: Karl-Otto Apel. Verdad y responsabi- lidad. Adela Cortina 1. Un humanismo cuasirrenacentista . 2. Hermenéutica critica: que Auschwitz no se repita 3. Antropologia del conocimiento como supe- racion del positivismo 4, La transformacién de la filosofia trascen- dental kantiana Verdad y fundamentacién ultima Una ética dialégica de la responsabilidad . TEORIA DE LA VERDAD Y ETICA DEL DISCURSO Falibilismo, teoria consensual de Ja verdad y fun- damentacién ultima ‘ I. Exposicion: gson compatibles los conceptos © posiciones que se mencionan en el titulo? TI. La fundamentacién del falibilismo en Char- les Peirce IIL. El falibilismo y el problema de una teoria de la verdad criteriologicamente relevante . IV. La teoria pragmatico-trascendental de la verdad como consenso en tanto implicacién metodolégiea de una teorta posibilista del conocimiento o de la ciencia V. Fundamentacién ultima: compatible o in- compatible con un principio del falibilismo pleno de sentido . VI. Fundamentacién ultima: compatible 0 no con una teoria consensual de la verdad 14 16 19 22 26 37 37 39 44 63 i 137 ‘Titulo original: “Fallibilismus. Konsenstheorie der Wahrheit und Letztbegriindung”, en Philosophie und Begriindung Publicado en alemén por Suhrkamp, Francfort del Main y Diskursethik als Verantwortungsethik: eine Postmetaphysische Transformation der Ethik Kants (inédito) ‘Traduccién de Norberto Smilg Cubierta de Mario Eskenazi y Pablo Martin 12 edicién, 1991 acibmovcrita de los ttulares las Leys, ln reproducion total o par procedimientay ‘comprondidos i reprografiay el tratamiento informatie, 7 fe dsiibueion de ‘jemplares de ella mediontealquiler o préstamo piblicos © 1987 by Suhrkamp, Franefort del Main © Karl-Otto Apel © de esta edicion, Ediciones Paidds Ibérica, S.A., Mariano Cubi, 92 - 08021 Barcelona, ¢ Instituto de Ciencias de la Educacion de la Universidad Auténoma de Barcelona, 08195 Bellaterra ISBN: 84-7509-657-5, Depésito Legal. B-5.495/1991 Impreso en Hurope, S.A., Recaredo, 2 - 08005 Barcelona Impreso en Espafia - Printed in Spain SUMARIO tnermopucctan: KarlOtto Apel. Verdad y responsabi lidad. Adela Cortina : 1. Un humanismo cuasirrenacentista 2. Hermenéutica erica: que Auschwitz no se repita 3. Antropologia del conocimiento como supe- racién del positivismo 4. La transformacion de la filosofia trascen- dental kantiana 5. Verdad y fundamentacién ultima 6. Una ética dialégica de la responsabilidad TEORIA DE LA VERDAD Y ETICA DEL DISCURSO Falibilismo, teoria consensual de la verdad y fun- damentacién ultima I. Exposicién: ¢son compatibles los conceptos © posiciones que se mencionan en el titulo? I. La fundamentacién del falibilismo en Char- les Peirce . IIL. El falibilismo y el problema de una teoria de la verdad criteriologicamente relevante . IV. La teoria pragmatico-trascendental de la verdad como consenso en tanto implicacién metodologica de una teoria posibilista del conocimiento o de la ciencia . V. Fundamentacién ultima: compatible o in- compatible con un principio del falibilismo pleno de sentido . VI. Fundamentacién ultima: compatible 0 no con una teorfa consensual de la verdad 14 16 19 22 26 37 37 39 44 63 Au 137 8 VERDAD Y RESPONSABILIDAD La ética del discurso como ética de la responsabi dad. Una transformacién posmetafisica de la ética de Kant . I. La comprensién pragmatico-trascendental de la ética del discurso . a : Il, La ética del discurso como ética de la res- ponsabilidad referida a la historia 147 147 159 KARL-OTTO APEL. VERDAD Y RESPONSABILIDAD 1. Un humanismo cuasirrenacentista EI 15 de marzo de 1922, en la ciudad alemana de Dis- seldorf, nace Karl-Otto Apel, hoy profesor emérito de filo- sofia de la Universidad de Francfort. Su biografia intelec- tual viene jalonada por una vocacién de historiador, nacida en los afios del Gymnasium, por la decisiva experiencia de la segunda guerra mundial, por los estudios de histo- ria, filosofia y germanistica en la Universidad de Bonn y, ms tarde, en los afios de profesor universitario, por la paulatina elaboracién de una propuesta filoséfica, que de algtin modo prolonga estas raices y se encuadra en el mar- co de un humanismo cuasirrenacentista. La vocacién histérica, el interés por las lenguas, tanto clasicas como actuales, la preocupacién filoséfica, van con- figurando una personalidad marcada por el afan de saber para comprender, que cuaja bien pronto en un pathos her- menéutico. En la linea del humanismo renacentista todo interesa a Apel: la historia, las costumbres, los usos lin- giiisticos, las expresiones artisticas, las discusiones tecno- logicas, los problemas politicos. Saber es un modo de for- marse para comprender. Por eso las primeras reflexiones de nuestro autor toman el rumbo de la hermenéutica que le permite unir lenguaje, historia y Filosofia, desde un punto de vista que cada vez sera més pronunciadamente el filo- séfico, y ademas el filoséfico enraizado en tradiciones con- Unentales antes que anglosajonas. Hasta el punto de que para muchos de los que le conocemos, Apel encarna algo asi como la idea platénica de filésofo: el hombre convenci- do, profesional y vitalmente, de que la reflexién filoséfica pose una especificidad y que es menester mantenerla a 10 VERDAD Y RESPONSABILIDAD cualquier precio, porque resulta una contribucién indis- pensable para el saber y el obrar humanos Esa fidelidad insobornable a la especificidad de lo filo- séfico, en lo que se refiere al método, los criterios de com- probacion y los resultados propios de la filosofia, es lo que le lleva a parecer poco flexible ante las conveniencias del momento, poco prudente y diplomatico en tiempos de fri- volidad y relativismo, en los que suena excesivamente ro- tunda la pretension de alcanzar una fundamentacion uil- tima. Y, sin embargo, prosigue Apel manteniendo su posicién, sin componendas, sin ceder a los ataques de los adversarios ni a los consejos de los amigos, como si repi- tiera aquella afirmacién kantiana de La metafisica de las costumbres: «Pero como, objetivamente considerado, solo puede haber una raz6n humana, tampoco puede haber mu- chas filosofias, es decir, solo es posible un verdadero sis- tema de la misma segin principios».' Apel no intentaré construir un sistema, pero si una propuesta filosdfica pro- pia, organizada arquitectonicamente, desde la que intenta en publicaciones, conferencias, congresos, ¢ incluso en las tertulias amistosas, hallar una respuesta especificamente filoséfica para los problemas hodiernos. Con el tiempo ira componiéndose tal propuesta de una antropologia del conocimiento, una hermenéutica y una pragmatica trascendentales, una semidtica como filosofia primera, una teoria de los tipos de racionalidad, una teoria consensual de la verdad y una ética discursiva, que con- templa, en su vertiente de aplicacién, cuestiones politicas, econémicas, ecolégicas, deportivas y cuanto en la vida co- tidiana demanda una respuesta normativa consensuable.” 1. I. Kant, La metafisica de las costumbres, Madrid, Tecnos, 1989, 7 (Akademie-Textausgabe, VI, 207). 2. Apel expone eu pensamiento preferentemente en articulos, mis tarde recoge en libros. En cuanto a estos iiltimos, la arquitectura descrita en el texto se contiene fundamentalmente en La transjormacién de la filosofia, Madrid, Taurus, 1985, 2 vols.; las cuestiones de funda- mentacién ética y de tipos de racionalidad en Estudios éticos, Barcelo- na, Alfa, 1986; los problemas de ética aplicada en Diskurs und Verant- INTRODUCCION i En todo ello es deudor Apel —podriamos decir— del con- junto de la filosoffa occidental, porque rara es la tradicién filoséfica de occidente que no asume de algin modo nues- tro autor. Pero sin duda ocupan un lugar de honor en su produccién Kant, Heidegger y Wittgenstein, asi como Peir- ce, G. H. Mead y Kohlberg; nombres a los que es menester afiadir el de su amigo J. Habermas, con el que comparte buena parte de las propuestas explicitamente Este es el caso de la teoria consensual de la verdad, la pragmatica formal y la ética discursiva; si bien es cier- to que en la formulacién de cada una de estas teorias exis- ten divergencias entre ambos autores, que se han ido pro- fundizando en los ultimos tiempos. En lo que respecta a la teoria consensual de la verdad, Apel defiende explicitamente —por ejemplo, en el primero de los articulos que presentamos en esta publicacién— una teoria fenomenolgica de la correspondencia, mas exacta- mente, una teoria de la «evidencia de correspondencia» como parte indispensable de una teoria consensual de la verdad, de modo que se logre una mediacién entre la evi- dencia referida a la conciencia y la intersubjetividad refe- rida al lenguaje.’ Por su parte, la pragmatica formal toma en Habermas el nombre de pragmatica universal, y en la filosofia de Apel el de pragmatica trascendental, no sin raz6n. Haber- mas rehusa utilizar en este titulo el adjetivo «trascenden- tal» por temor a que los resultados de las ciencias sean hasta tal punto formalmente diversos de los de la Filosofia que resulte imposible una colaboracién entre ambos sabe- res, de suerte que llega a afirmar en ocasiones el caracter falible de los enunciados de su pragmatica, en el sentido de que son hipétesis comprobables, al parecer, empirica- mente. Apel, por su parte, sefialaré con su pragmatica tras- wortung, Franctort, Suhrkamp, 1989, y la controntacion entre explica- cién y comprensién en Die Erkldren: Verstehen Kontroverse in traszen- dentalpragmatischer Sicht, Francfort, Suhtkamp, 1979. 3. Vease también J. Conill, El crepuisculo de ia metafisica, Barcelo- na, Anthropos, 1988, pags. 332-338 12 VERDAD Y RESPONSABILIDAD cendental la diferencia de método, de tipo de enunciados y de modo de comprobacién entre la filosofia y las cien- cias que, precisamente por ser diferentes pueden colabo- rar, cosa que no ocurriria si fueran idénticos.* La filosofia utiliza el método trascendental, accede a enunciados universales, criticables y autocorregibles, pero no falibles, y recurre, como procedimiento de comproba- cién, a la contradiccién performativa o contradiccin prag- ‘matica, que supone una contradiccion entre lo que se dice y lo que pragmaticamente se esta suponiendo para que ten- ga sentido lo que se dice. Este procedimiento de compro- bacién, acufiado por Apel en estos términos y que consti tuye la clave de la pragmatica formal, es también asumido por Habermas, aunque se mantiene en una posicién ambi- gua, que Apel critica agudamente. Habermas recurre a la contradiccién performativa, pero también habla en ocasio- nes de comprobacién empfrica, mientras que Apel mantie- ne que el procedimiento de comprobacién es la contradic- cién performativa y que su aplicacién conduce a una fundamentacién filos6fica dltima, en la medida en que los presupuestos pragmaticos trascendentales de la argumen- tacién son irrebasables, aunque autocorregibles.’ Por ultimo, en lo que se refiere a la ética discursiva," durch Rekurs auf lebensweltliche Sittlichkeit? Ein transzendentalprag- INTRODUCCION 13 que ambos autores han elaborado conjuntamente, cabe re- cordar tres puntos de litigio fundamentales. En principio, Habermas sefiala la accién comunicativa como punto de partida en el proceso de fundamentacién, mientras que Apel se pronuncia por la argumentacién en torno a la posibili- dad de fundamentacién de lo moral;” en segundo lugar, incide Apel en la necesidad de trabajar dos dimensiones como constitutivas de la ética —la dimension de funda- mentacién (parte A) y la de aplicacién (parte B)—," mien- tras Habermas reduce el papel de la ética a la fundamen. tacién © justificacién de normas; y, en tercer lugar, Habermas parece en los ultimos tiempos buscar la racio- nalidad prdctica en el mundo de la vida, aceptando un cier- to retorno a la eticidad, que Apel repudia sin ambages.’ Son, pues, éstas diferencias de importancia entre estos dos autores que se cuentan hoy entre los més relevantes de la actualidad, diferencias que, segtin la propia confe- sion de uno y otro, dan fe del caracter eminentemente filo- séfico de Apel y de la tendencia sociologizante de Haber- mas, mas propia de la Escuela de Francfort. En cualquier caso, la construccién del vasto edificio que hemos descrito tiene una historia, que empieza en el pathos hermenéutico cuasirrenacentista al que hemos aludido al comienzo. En la linea de una hermenéutica filoséfica empezara a esbozarse el pensamiento de nuestro autor, tras las hue- las, entre otros, de Dilthey y Heidegger; de suerte que la reflexién apeliana sobre el ienguaje nunca se limitara al modelo del analisis anglosajén, aunque reconoce reitera- damente su deuda con Austin y Searle, sino que siempre conectaré con el modelo fenomenolégico-hermenéutico con- en V. Camps (comp), Historia de la Etica, Barcelona, Critica, II, pags. 533.577, 7. W, Kuhlmann, «Acerea de la fundamentacién de Ia ética del die curso», en K. 0. Apel/A. Cortina/J. De Zan/D. Michelini (comps), Etica comunicativa y democracia, Barcelona, Critica, en prensa, 8. Apel iniroducird subdivisiones en el articulo que en esta publica- cién presentamos. 9. K. O. Apel, «Normative Begrindung der “Kritischen Theorie» 14 VERDAD Y RESPONSABILIDAD tinental, que arranca fundamentalmente de Humboldt. Sin embargo, la hermenéutica de Heidegger y también de Ga- damer pronto se revelaran insuficientes. Recuerdo en este sentido hace algunos aiios una visita al Museo del Prado. En un momento determinado se em- barcé Apel en un entusiasta discurso sobre la verdad del arte como aletheia, y la referencia a su, a la vez, admirado y denostado Heidegger resulté inevitable. Ciertamente la Gelassenheit, el desapasionamiento, la serenidad como ac- titud de espera pasiva son adecuados para comprender la verdad de la obra de arte que se descubre, pero no para las ciencias o la filosofia. Ciencia y filosofia necesitan con- tar con criterios para discernir el conocimiento valido, que no requieren del hombre una actitud expectante de «dejar ser», sino tana activa posicién del logos. No sea cosa que la metafisica occidental haya olvidado el ser, por decirlo con Heidegger, y vaya ahora —en palabras de Apel— a olvidar también el logos. Y aqui el humanismo apeliano, que en su afan de saber para comprender hemos caracte- rizado como cuasirrenacentista, cobra ese tinte ilustrado activo, de quien no se contenta con la hermenéutica de Heidegger o Gadamer, sino que, consciente de la pregunta kantiana por la validez de los conocimientos, es en puri- dad hermenéutica critica. 2. Hermenéutica critica: que Auschwitz no se repita No era el pueblo aleman que hizo la segunda guerra mundial un pueblo inculto, 0 mas inculto que otros pue- blos. Saturado de humillacién, ebrio de su propia historia, creyéndose encarnacién del espiritu del mundo, se lanz6 a una contienda que, a sus ojos, no podia terminar sino en victoria, Nada habia que razonar, nada que argumen- tar: bastaba para orientarse con ese sano sentir comtn del pueblo convenientemente interpretado, con las virtu- des de la comunidad alemana. Un pueblo que carece de la capacidad critica que pro- INTRODUCCION 15 porciona la reflexién desde principios universalistas; un pueblo que no quiere argumentar de modo que sus argu- mentos sean también convincentes para los adversarios, ha perdido la iniciativa propia del logos para dirigir racio- nalmente la historia y esta pasivamente a la espera de cual- quier caudillo que sepa persuadirle. Hitler supo conectar con el «sano sentir» del pueblo que, orgulloso de su raza y de sus virtudes, parecia haber olvidado la capacidad de juicio moral universalista, expresada por Kant con mano maestra, para regresar a una eticidad prekantiana.” Por eso era desaconsejable argumentar y fundamentar: basta- ba con el sano sentir del pueblo. La hermenéutica de Apel, por contra, opta —frente a Heidegger y Gadamer— por una linea critica, que sitta en el centro de la reflexion la pregunta clave de la filoso- fia kantiana: la pregunta por las condiciones de posibili- dad de la validez del conocimiento, que es en definitiva la pregunta por el criterio de validez y por la fundamenta- cién del conocimiento. Criterio y fundamento que, como es obvio, constituyen las claves de cualquier argumenta- cién con sentido. Fundamentacién, universalismo, criterios y argumen- tacién pretenden, pues, salvarnos precisamente del totali- tarismo y del dogmatismo de lo irracional. Proporcionan al individuo el utillaje suficiente para tomar la iniciativa, para impedir ese expectante dejar ser a cualquier caudillo que conecte con la dimensién irracional de! pueblo. Para impedir, en suma, que Auschwitz se repita. Claro que esta reflexién de corte ético-politico, asi con- figurada, va cobrando cuerpo poco a poco, porque si las primeras publicaciones de Apel datan de 1955, el primer trabajo explicitamente ético —«El a priori de la comuni- dad de comunicacién y los fundamentos de la ética»—" 10, K, 0. Apel, «Vuelta a la normalidad? ¢Podeimus aprender algo especial de la catastrofe nacional? El problema del paso histérico (mun dial) a la moral posconvencional desde la perspectiva especifica alema- nna», en K. 0. ApeliA. CortinaiJ. De Zan/D. Michelini (comps), op. cit. I. «Ela priori de la comunidad de comunicacién y los fundamen- 16 VERDAD ¥ RESPONSABILIDAD ve la luz en 1973. ¥ es que el contacto con los francfortia- hos, concretamente con Marcuse y Habermas, espolea a Apel para dedicar explicitamente buena parte de su refle. xin a cuestiones ético-politicas, siempre desde un com. promiso claramente filosdfico, que ve la contribucién de la filosofia en la reflexion y la argumentacién, no en la toma de postura ciega. De aqui surgiré con el tiempo esa ética discursiva 0 comunicativa, elaborada junto con Ha. bermas, que hoy en dia tiene una amplia difusién y cuenta con un buen mimero de colaboradores de diferentes paises. Sin embargo, esta elaboracién especifica en el ambito de la razén préctica tiene sus raices en los trabajos her. menéuticos y en una temprana antropologia del conocimien. fo, que desgraciadamente nuestro autor ha dejado slo en bosquejo, aunque constituye una de sus mas interesantes aportaciones.” Ya en ella el interés hermenéutico en com. prender, que es uno de los intereses antropolégicos del Conocimiento, abre esa dimensién de intersubjetividad, de relacién entre sujetos —y no sélo entre sujeto y objeto— que exigira como elemento a priori del saber el presupues- to de una comunidad de comunicacién. 3. Antropologia del conocimiento como superacién del positivismo oni filosofia de Apel va naciendo de la guerra, de la po- lémica, que le entusiasma incluso en el ambito personal, Y entre sus mas enconados adversarios no hay duda de que se encuentran positivistas y neopositivistas, que tie. nen el mundo por un conjunto de cosas ligadas por leve como si la reflexion sobre las propias posibilidaces de co. £25 e.la tice. El problema de wna fundamentacién raciomal de la etica gn la era de la ciencia», en La transformacian de la filosofia gaa transfe de la filosofia, I, pags 12. Para la antropologia del de Apel i P conocimiento de Apel véase J. Conill, El crepisculo de la metafisica, pigs. 297-307. INTRODUCCION 17 nocer no fuera conditio sine qua non de la objetividad del conocimiento, por decirlo con Kant; como si no fuera ne- cesaria —siguiendo a Heidegger— una suerte de analitica de la pre-estructura del comprender, en el caso de un ser como el Dasein, que no se enfrenta al mundo en una rela- cién descomprometida y neutra sujeto-objeto, sino que es ya un «ser-en-el-mundo», para el que el mundo es una si- tuaci6n global, en la que puede participar mediante la com- prensién lingitistica del sentido y la accién; como si no hubiera tenido razén Scheler al afirmar, frente al positi- vismo de Comte, que las formas humanas de saber difie- ren segtin los impulsos cognoscitivos que llevan a ellas, de modo que siempre en la humanidad habra una forma de saber técnica, una metafisica y un saber de salva- cién."* Sean estos tiltimos los impulsos del saber, 0 sean més bien el técnico, el hermenéutico y el emancipatorio, como querrén Apel y Habermas, lo cierto es que, frente al positivismo, todo conocimiento viene presidido por un interés que es menester desentraiiar. En la linea de esta triple invitacion, y en pugna con el neopositivismo, bosqueja Apel su antropologia del cono- cimiento. Con ello amplia la tradicién germénica de la an- tropologia filosofica de Plessner y Scheler y también la heideggeriana que considera las estructuras humanas fun- damentales en su funcién cuasi-trascendental, ampliando- las, en el caso del Apel, a una teoria de los intereses del conocimiento. A diferencia de los francfortianos, que opo- nen al neopositivismo una teoria critica de la sociedad, y concretamente una teoria de la evolucién social en el caso del Habermas de aquel tiempo," propone Apel una antropologia del conocimiento. Se presenta esta antropologia como una ampliacin de 13, M, Scheler, Sociologia del saber, Buenos Aires, Siglo Veinte, 1973. pags. 7681. Véase también A. Cortina, Razdn comunicativa y responsa: bilidad solidaria, pags. 89-92; Critica y utopia: la Escuela dé Frankfurt, Madrid, Cincel, 1985, pags. 115-119. 14. ‘I. Habermas, Conocimiento e interés, Madrid, Taurus, 1982, pag, 302,

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