Está en la página 1de 8
Paidés Comunicacin Cine Coleecién ditigida por Josep Liuts Fecé times libros publicados 73. S, Kracauer ~ De Caligari a Hitler 5. F. Vanoye - Guiones modelo y modelos de guién ‘84. J.C. Canritre - La pelicula que no se ve 86. Vicente Sinchez-Biosea- EI montae cinematogrdfico 93, B. Nichols - La representacin deta realidad 94. D. Villain - El encuadre cinematogrdfico 95, F. Abra (comp) - Los formalisasrusos y cine 96, P. W. Evans - Las pelialas de Luis Buel 98. A. Bazin- Jean Renoir 102. ¥V. AA. - Alain Resnais: viaje al centro de un demiurgo 103. 0, Mongin Violenciay cine contempordneo 104. §. Cavell La busqueda dela felicidad 106. R Siam, 8, Burgoyne yS, Fiiterman-Lewis -Nuevos concepts dela torta detcine VV. AA, - Profondo Argento J. Castro de Paz - EI surgimlento del télefine D. Bordwell - Bl cine de Eisenstein J. Augrs = dinero de Hollywood R. Allman - Las géneros caematogrdficos R. Dyer - Las estrellas cinomatogrdficas IL. Stachez Noriega - De la . L, Seger - Cémo crear personajes inolvidables N.Bowy X, Perez tempo del héroe Stam - Teoria del cine , Motin- El cine oe hombre imaginario JM, Catal ~ La puesta en imagenes ‘C. Metz - El significante imaginario B Sit y R. Stam Multcituraismo, cine y medias de comunicacion G.del.ueas - Vida secreta de las combras 133. C. Meta - Ensayos sobre la significacién en el cine (1964-1968), vol. I 134, C. Metz - Ensayos sobre la significacién en el cine (1968-1972), vol. II 139. A. Darley - Cultra visual dg 140. VW. AA. -Fantipodas 142. C.Deleyto- Anges y demonios 145. A. de Bacdque (comp) ~La police dé fos autores Antoine de Baecque (compilador) con la colaboracién de Gabrielle Lucantonio ‘La politica de los autores Manifiestos de una generacién de cinéfilos Edicién a cargo de Josep Lluis Fecé w Palpos ean ere iv bce ‘Los textos del presente volumen soban exteao de Lapoltique des auteurs. Les tees, publicado en Sumario 2001 por Cabers du Cinéma, Pars Marana Minato Cabot do Mario Bskenazi Presentacién de la serie, Josep Lluis Fecé .. 2.22... Programs de PublicaciOn dl Servicio de Coo- | Prlogo, Antoine de Baecque ............. a Oe | ‘Route toe. GENESIS DE UNA IDEA Pasién por Fritz Lang, Francois Truffaut... 0.0... Ali Baba y la «politica de los autores», Francois Truffaut . . Abel Gance, desorden y genio, Francois Truffaut... .. . DEFENSA E ILUSTRACION DE UNA POL{TICA Cuando un hombre... Alexandre Astruc .. 0... ee Eleine y su doble, Jean-Luc Godard ............. 8 LAPOLETICA DE LOS AUTORES Carta sobre Rossellini, Jacques Rivette ........« 35 Los maestros dela aventura, Eric Rohmer... . . - n Sobre la invencién, Jacques Rivette 0.0... oe eee 6 Bergmanorama, Jean-Luc Godard ....... 0.02005 ” Mizoguchi desde nuestro punto de vista, Jacques Rivette .. 86 POLEMICAS Y REVISIONES De la politica de los autores, André Bazin»... 4... 4+ 91 Erie Rohmer responde a Barthélémy Amengual ... . . . 106 Veinte afios después. El eine norteamericano, sus autores y nuestra politica al respecto, Una mesa redonda, Jean-An- dré Fieschi, Jean-Louis Comolli, Michel Mardore, André Téchiné, Gérard Guégan, Claude Oller»... « 110 UDESAPARICION DEL AUTOR? Elfilme sin duefio, Sylvie Pierre... 0.02020. 129 Piel de Asno, de Jacques Demy, Serge Daney ...... + 133 Elfuera de campo del autor, Jean-Pierre Oudart ...... 138 REFLEXIONES CR{TICAS SOBRE UNA POLITICA Nick Ray y la casa de las imagenes, Serge Daney ..... . 149 iCudntos autores, cudntos autores! Sobre una politica, Oli- vier ASSAYAS o 6. ee ee wees 152 SUMARIO Politica del cine, discrecién de los autores, Thierry Jousse . Sobre la «politica de los cineastas de t Ha LHSUSUSHatePoPoEe . Serge Toubia Al acecho: zqué queda de la politica de los autores?, Antoi- ne de Baecque Pasi6n por Fritz Lang Frangois Truffaut En visperas de redactar un articulo que querria ser a Ia vez, gene- ral y preciso, exhaustivo y documentado, el critico de cine se apresta ‘aenvidiar, de su colega literario, e! privilegio de disponer de una bi- blioteca provista de pesados voliimenes de obras completas que puc~ de consultar y citar a discrecién. Bs poco comin, en efecto, que todas las peliculas de un cineasta se exhiban al mismo tiempo. Es por ello por lo que aprecio en todo su valor el hecho de que, por azar, en este mes de diciembre de 1953, aparezca un nuevo Fritz. Lang, Los sobornados (The Big Heat, 1953), {que en las salas de bartio exhiban Encubridora (Rancho Notorious, 1952) y Cloack and Dagger (1946), mientras el Parnassé.repone Perversidad (Scarlet Street, 1945), y la Cinemateca presente, en se- siones alternas, el titimo filme alemén: El testamento’ del doctor Mabuse (Das ‘Testament des Dr. Mabuse, 1933) (subtitulado en da- és), y el primer norteamericano: Furia (Fury, 1936) (con subtitulos en flamenco). La soledad moral, el hombre luchando en solitario contra un uni- verso semihostil, semiindiferente, he aqu{ el tema favorito de Lang. Ese tema al que sélo por los titulos mismos de sus filmes muestra ya su fidelidad: M, el vampiro de Diisseldorf (Mérder unter Uns, 1931), Fu- 28 GENESIS DE UNA IDEA ria, Sélo se vive una vez (You Only Live Once, 1937), El hombre atrapado (Man Hunt, 1941), ete. Un hombre entabla un combate, sea por deber, si ¢s un policia, un soldado o un cientffico, sea también por ociosidad. Siempre llega ‘un momento en que esté harto de luchat, en que su causa muestra su punto débil. Esté a punto de abandonar cuando alguna circunstancia le hace retomar e! combate, alzarse hasta llegar a su propio sacrificio. Esta circunstancia es casi siempre la muerte de alguien, ajeno a todo ello, a menudo una mujer, a veces una mujer amada (Joan Bennett en El hombre atrapado, la anciana de Cloack and Dagger, la prometida de Kennedy en Encubridora, Jocelyn Brando en Los sobornados). Es entonces cuando el conflicto se convierte en algo estrictamen- te individual, cuando las razones personales reemplazan a las © las politicas, y un nico deseo de venganza sustituye al ini cumplir con el deber. (Walter Pidgeon, en El hombre atrapado, se burla de la barbarie nazi. Hitler ha matado a Joan Bennett: hay que itler. Glenn Ford, en Los sobornados, abandonaré el cuerpo de policfa para poder vengarse.) En Lang, todos los elementos entran en juego y estan tramados en el centro de un universo de cardcter extrcmadamente moral. Des- de luego, no hay Jugar para la moral convencional, y las fuerzas, como tales (Ia Policia, el Ejército, la Resistencia), casi siempre nos son mostradas como indignas, débiles y ruines. A menudo a socie- dad y los hombres de bien las sitiian en su lugar. Los héroes de Lang estan, de hecho, al margen de la sociedad, y es por ello por lo que con 41, el espionaje adquiere un papel importante. No hay melodrama, ya héroc no es més que el justiciero de sf mismo, que no defien- los débiles ni a los oprimidos; no reivindica nada, en cada pe- la s6lo venga una victima. A Lang s6lo le preocup: cional, una excepcién que por pudor ha sabido'revest apariencia de una mujer de alteme, de una espfa, de un policfa o de un zafio cowboy. Un «universo extremadamente moral», decia antes, u de convencién, me objetarén algunos, y de hecho no se equivocan, Las inirigas de Lang se burlan de las convenciones y juegan con Sumergidos en un conflicto donde el realismo siempre bordea verosimil y lo desaffa, los personajes de Lang avanzan en su oscuri- dad, propulsados hasta su propio Ifmite con un exceso tal que los ma- los se convierten en infames y los buenos alcanzan lo sublime. PASION POR FRITZ LANG » ‘Siempre busca la emoci6n, lo reconozco; sin embargo, esa emo- cién es de una cualidad tal que hay que estar lamentablemente hastia- do para no imaginarse, por un momento, en I tratando a unos y salyando a otros. Y si Fritz Lang, pone él mismo en el lugar det si ha sabido a la perfecci6n, , tan prontg ser dominado, o domi ante oponer, a un Fritz Lang mor: nera, cineasta casi balzaquiano, que no rehuye tomar decisiones y gar a una conclusiGn, una moda que, hasta cn el cine, se complace en desorientar, sembrando por todas partes la confusi6n, presumiendo de provocar el desorden de los sentimientos, Con Fritz Lang, cada plano responde a la pregunta «Cémo?», los hombres aman a.las mujeres, quienes a su vez los aman, la tierra es redonda, ¢ incluso gira, y dos y dos son indefectiblemente cuatro, Los sobonados es un hermoso filme. Es la réplica muy precisa en forma de thriller del excelente Encubridora. Admirable director de actores (sobre todo de actrices), Fritz Lang da su gran oportunidad a Gloria Grahame. En la pel sienta con las piemas cruzadas en los softs, 1a por teléfono, baila, hace la reve- cara y muere, por desgraci stent6rea forma de actuar es ahora constantemente perfecta. La historia que se cuenta es igual de bermo- sa que simple, y en ella la violencia es extrema, como siempre. «Los sobornados. Ni mala, ni muy buena. Fritz Lang ya no es Fritz Lang. Lo sabfamos desde hace algunos afios, Ya no hay rastro de simbolismo en las obras que crea actualmente el realizador de Meiré- polis (Metropolis, 1926). ¥ en cuanto a expresionismo, apenas exis- te.» Estas pocas lineas de Louis Chauvet son una notoria sintesis de los sofismas que conviene disipar con urgencia. -visar la obra de Fritz Lang, sorprende entrever Jo que habfa /woodiense en sus pelfculas alemanas (Spione [1928], Metré- polis, El testamento det doctor. Mabuse) y lo que quiso conservar de germéinico en su obra norteamericana (los decorados, ciestas ilumina~ ciones, el gusto por las perspectivas, unos Angulos claramente recor tados, la interpretacién de Gloria Grahame, etc.) Cabe entendet con facilidad hasta qué punto pudo irritar la parti- da hacia Hollywood de nuestros mejores cineastas europeos y la ten- 30 ‘GNESIS DE UNA IDEA tacién pueril de ver desaparecer, con el exilio, Ja mayor parte de su Pero, jo obtendria mayor beneficio el chovinismo si nuestros eriticos quisieran adoptar la actitud opuesta (ya que Ia gracia de saber mirar parece habérseles negado para siempre) y declarar que lo mejor de Ja produccién norteamericana es de inspiracién europea (Hitch- cock, Lang, Preminger, Renoir, etc.)? tra leyenda pretende que el realizador norteamericano es un «as~ tuto artesano», que «salva como puede> los «espantosos» temas que se Ie «imponeny. En este caso, {£0 es extrafio que todas las peliculas norteamericanas de Fritz, Lang, aunque escritas por distintos guionis- tas y rodadas para las productoras més diversas, expliquen prictica- ‘mente la misma historia? {Acaso esto ito nos hace pensar que Fritz Lang bien podria ser un verdadero autor de peliculas, y que si sus temas, sus historias, toman, para llegar hasta nosotros, la apariencia banal de un thriller de serie, bélico 0 de un western, hay que ver quizés en ello el sig- ‘gran integridad de un cine que no siente la necesidad de col- garse tentadoras etiquetas? ‘Ahora bien, si es verdad que nos disfrazamos siempre de lo opues- toa nosotros mismos, nadie se extraiiard de que yo prefiera los cineas- tas que buscan imitar a insignificancia... Es preciso sentir pasién por Fritz Lang, saludar con alborozo la legada de cada uno de sus filmes, precipitarse a la sala donde los pro- yectan, volver a menudo a verlos, y esperar con impaciencia el préxi- imo (ser6, esta vez, Gardenia azul {The Blue Gardenia, 1953]). (Cahiers du cinéma, n° 31, enero de 1954) Nota Publicado en la «Série noire», bajo el titulo francés de Coups de torchon, The Big Heat, el libro de William P. Mac Guivera, en el que se inspiré Los sobornados, ‘se revela como muy inferior a Ia pelicula en detrimento de Ia fidelidad de ésta ala novela. ‘Simplemente, uno se «cree» la pelicula, sus personajes y To que ocurre en ella, ‘y no los mismos personajes, los mismos acontecimientos del libro, Se puede hacer tuna observaci6n parécida en cuanto a Bl sweflo eterno (Khe Big Sleep, 1946), La ‘senda tenebrosa (Dark Passage, 1947), efe. Hs gracias ala censura cinematogréfica norteamericana por lo que Marlowe no es ya un pederasta y por lo que algunos per- sonajes se vuelven adorables y otros odiosos. Existe, sin duda, la necesidad de una PASION POR FRITZ LANG 31 censura moralista (que exige Ia propuesta de una moral). ¥ sin embargo, tal como se presenta el filme de Lang, un guién idéntico producido en Francia, que pusiera en la magistratura francesa, conservando inchiso Ali Baba y la «politica de los autores» Francois Truffaut Las circunstancias han querido que haya visto dos veces Alf Baba y los cuarenta ladrones (Ali Baba ct les quarante voleurs, 1954) en ‘una sala pequefia no muy concurrida, antes de verla de nuevo, esta vez ‘si, en un marco mucho mas adecuado, una noche de réveillon junto a Jos cinco mil espectadores del Gaumont-Palace, entre los cuales —se- gtin Renoir— sélo tres personas estaban capacitadas para «compren- der». {Es necesario precisar que me situé de entrada entre esos tres es- cogidos, poniendo en duda incluso la existencia de los otros dos? En la primera visi6n, Alf Babd me decepcion6, en la segunda me aburri6, y en la tercera me apasioné y encant6. Sin duda volverfa a verla otra vez, pero sé muy bien que, una ver. traspasado victoriosa- mente el cabo peligroso del niimero tres, la pelicula entra a formar parte de mi musco privado, muy restringido. (Entre paréntesis, si to- dos los cinéfilos hubieran visto tres veces Cayo Largo [Key Largo, 1948}, El tesoro de Sierra Madre (The Treasure of the Sicrra Ma- dre, 1948], La Reina de Africa [African Queen, 1952, sin duda exis- tirfan muchos menos «hustonianos».) No es que, al volver a ver Alf Babé, se comprendan o se descubran més cosas —como ocurre, por ejemplo, con Le Carrosse d'or (1952), Los caballeros las prefieren rubias (Gentlemen Prefer Blondes, 1953) 0 Paris, bajos fondos (Cas- AL{BABA Y LA «POLITICA DB 108 AUTORES> 33 que d’or, 1952}— sino que, al igual que en tas usicales (Cantando bajo la luvia [Singin’in the Rain, 19% americano en Paris {An American in Paris, 1951], et me de Becker es tanto més apreciado cuanto més se le conoce. Es necesario haber superado el estado de sorpresa, conocer la estructura del filme para que se desvanezca la sensacidn evidente de desequilibrio que se ex- perimenta en un principio. ~ Cuando Fernandel recupera a su Joro fugado en la caverna, y lo mete de nuevo en ia jau 10 y de repente, con ‘ms lento, provocan indefectiblemente la ti nada el guidn, sin que se pueda hablar pr pequefia nota procura cada vez un placer mayor; al volver a ver fa pe- ula, nos damos cuenta de que es precisamente este momento el analizable —Io observamos a lo largo de toda la pelfcula en Le rrosse d'or, pot ejemplo— lo volvemos a encontrar en todos los pla- nos del sorprendente m de justicia y encerrados en jaulas —como el Yago de Orson Welles—, Cassim y el jefe de los ladrones se frien de calor, mientras una pano- rémica nos muestra un pjaro dando pequefios saltos sobre la tierra ar- diente, en busca de un aguadero que le permita sobreviv Estos instantes, algo dispersos en Alf Babd, nos brindan a retazos Ja asombrosa y continua riqueza de tono, la creatividad en el detalle contenidas en la mejor pelicula de Jacques Becker: Paris, bajos fondos. ero no por ello los defectos, que los-hay, pueden pasarse por alto. Observo varios y voy a enut antes de ponerme a sumar los elementos positives, ‘Tal empresa requiere una est la Oriente de la Canebiére.'* Por mi parte hubiera preferido una cot vencién que se prestara a invenciones plésticas mas fecundas, por 1. Einefecto, todos los actores, o casi todos, de Al Babd son marselleses. * LaCanebiére es una averida de Marsella que desemboca enel puerto. (N. de la) 34 (GENESIS DE UNA IDEA ejemplo, el cuento volteriano —;c6mo no pensar en la danza de Za- dig cuando Femandel se aleja de la caverna con un andar lastrado por cl peso de las riquezas’—. 0, sin duda, la flustraciGn precisa y suma- mente ficl a la versién del cuento que nos repetfan nuestras abuclas edad. ras intenciones no nos hagan iniciar un procedimiento interminable e imposible. Una vez. lamentada la pésima misica de Paul Misraki (un Van Parys hubiera convenido més), hablemos un poco de Henri Vibert. Los miembros del jurado de Venecia no se han equivocado al otorgarle no sé qué «edn» on no sé qué metal. Bs algo que no falla nunca: el pape! de comudo siempre resulta premizdo, Los jurados son tan... «comprensivos». ¥ ademés, un papel de cornudo es ‘algo como muy psicol6gico. Pero cuando a ese sefior se Ie confia un papel destacado, en el que hay que moverse, saltar, corter, su perso- nalidad se ésfuma: «Yo actio més bien interiormenté>. {Qué te crees td eso! Vilbert resulta, pues, un Cassim lamentable: cuando aparéce en el campo de visién nos dan ganas de volver a cambiar el enfoque. He agut los tres elementos que excluyen un Jogro completo: un guisn flojo, poco riguroso, la mtsica, y Vilbert. + Para ser la primera vez que trabaja en color, Becker ha sabido componérsclas admirablemente. ;Y la realizacién? Pertenece a Jac ques Becker, es decir que Ali Babd resulta, junto con Touchez pas au Grisbi (1954), la pelicula francesa mejor hecha del afio. Como en La regla del juego (La Regle du jeu, 1939), Alf Babd acaba con una per- secucién que incluye una lucha. Esta extraordinaria escena imprime Ime un-ritmo desenfrenado que nos hubiera gustado encontrar alo largo de toda la obra. No olvidemos que Alf Babé es en cierto modo una pelicula de Femandel. ‘A mi Femandel nunca me ha hecho refr, y aun menos Jlorar, pero suestilo de actuar «se ajusta» perfectamente a la realizaci6n. Las mue- ‘eas —es ttemendo observar ante ellas las reacciones del pablico— es- 14m sabiamente dosificadas, cronometradas, interumpidas; «van ca- yendo» tan inexorablemente como, los planos, 0, como ellos, se ‘encadenan espléndidamente. Semejante trabajo, semejante oficio, im- ponen, como diria Bazin, sino admiraci6n al menos respeto. De modo que con Fernandel, Becker ha triunfado alli donde fracasaron Claude Autant-Lara (L'auberge rouge (1951]) 0 Yves Allégret (Mam'zelle Nitouche (1954}). ‘A mi colega Jean Aurel le gusta que un filme sea antes que nada AL{ BABA ¥ LA

También podría gustarte