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ANUARIO DE FILOSOFIA DEL DERECHO Vit a9) 531541 Simone Weil: una reflexién sobre Europa desde la resistencia Por EMILIA BEA Valencia I. ELCONTEXTO ¥ LAS PECULIARIDADES DEL PROYECTO WEILIANO. En el presente trabajo nos proponemos abordar un aspecto del pensa- miento de la filsofa francesa 8, Weil (1909-1943), que, aunque fue tratado hace casi medio siglo, recobra hoy una especial actualidad. Ademés de por el interés que despiertan en nuestros dias las consideraciones sobre la reali- dad europea, nos parece oporcuno detenernos a examinar este sector de la obra weiliana por su conexién estrecha con otras cuestiones planteadas in- sistentemente a lo largo de los escritos de la autora. La escasa atenci6n que ha recibido entre nosotros la filosofia de S. Weil hace desaconsejable tratar de dar cuenta aisladamente de un problema concreto de los que ella anali- za, pues se carece de una visién global previa desde la que enjuiciar un as- pecto determinado', Para comprender el pensamiento de Weil es necesario poner la mirada en algunos datos biogréficos, aunque intentamos evicar la proliferacién de referencias a la personalidad y actividades de la autora, que en tantas oca- siones ha ido unida a una visién hagiogeéfica que ha distorsionado consi- 1. Mientras la mayor parte de las obras que recopilan los escricos de S. Weil han sido tradu- idas al castellano, principalmence en la Editorial Sudamericana de Buenos Aires, existen muy 1pocos estudios sobre el pensamiento weiliano en esta lengua. Entre estos, podemos sefalar el de A. Lobato, «8. Weil o la abnegecién heroice», en La pregunta por la major, Salamance, Sigueme, 1976; B, Sierra, ®., Segiin afitma con rotundidad, «este fue el verdadero Renacimiento. El espititu griego renacia bajo la forma cristiana que es su verdad» ». Il, LAS FUENTES DE LA CULTURA EUROPEA La sintesis helenismo-cristianismo, sintesis intemporal cuyo intento de realizacién historica se remonta a la Occitania medieval, y mas ampliamen- te la secuencia paganismo-cristianismo, aparece como el cortelato del re- chazo radical que Weil muestra hacia la secuencia judaismo-cristianismo, pues, tanto el judafsmo como el cristianismo, cuando este siktimo es visto como prolongacién y cumplimiento del Antiguo Testamento, conducen a la confusién entre religién y poder, se trata ante todo de romper el nexo que une al cristianismo exclusivamente con los valores religiosos semicas, y en segunda instancia de acabar con la visién occidentalista del mensaje cristiano, que le ha levado a asimilarse con una teologia y una cultura par- ticulares™. Acudiendo nuevamente a las palabras de Rolland, para S. Weil, «el ctistianismo auténtico juega el papel de una doble purificacién de la politica y de la religién, a través de una critica radical de la representacion clésica de Dios y del poder. La concepcién de la no-acci6n y de la ausencia de Dios aqui abajo es directamente politica a través de la critica de todas las representaciones y justificaciones del poder. Ea efecto, si Dios se ha reti- rado del mundo que ha creado, si sélo regresa a él bajo la férmula del Po- bre, ningtin poder, teligioso o politico, puede estabilizar o fijar su propia legitimidad y su representacién en la de Dios», Como puede verse, Weil reflexiona sobre cuestiones teolégicas y antro- polégicas, que, aunque se vinculan directamente con la vertiente socio-politica y son seguramente las mds sugerentes de su obra, exceden sin duda los limi- tes de este trabajo, no pudiendo entrar a profundizar en ellas en este mo- mento. Sin embargo, nos ha parecido indispensable esta breve referencia introductoria para entender la posicién de la autora en lo que concierne al futuro de Europa, pues tal fururo no puede set proyectado sin volver la mirada al pasado, « las fuentes de donde derivan sus valores propios desde los que definir su puesto en la historia mundial, y que no son otras que la faente griega y la cristiana segiin lo expuesto, 12, S. Weil, «Cet guerre est une guerse de religions», Eurizs de Londra, op. cit, p. 103. 15, S. Weil «En quoi consise inspiration occitanienne?, Brits Histriguese Palitigues, op. cit, p78. 14. J. Daniélou ba abordado este aspecto con profundidad en su articulo «Helléaisme, ju La conexidn suscitada en esta tltima frase entre pasado y vocacién espiri- tual remite a la concepcién weiliana sobre el atraigo, es decir, a une de las nociones centrales de la obra de S, Weil, que no podemos analizar ahora pero que puede ser resumida transcribiendo algunas consideraciones de L’En- racinement, El attaigo es quizd la necesidad mas importante y mas descono- ida del alma humana. Bs una de las més dificiles de definir. El ser humano tiene una raiz por su patticipacién real, activa y natural, en [a existencia de una colectividad que conserva vivos ciertos tesoros del pasado y ciertos pre- sentimientos del futuro, Participacién natural, es deciz, producida por el lugar, el nacimiento, la profesiGn, el medio. Cada set humano tiene necesidad de miiltiples raices, Tiene necesidad de recibir la casi totalidad de su vida 21.5, Weil, «A propos de la question coloniale dans ses rapports avec le destin du peuple francaise, Eserits Hisorigus ¢ Politiques, Op. cic, B. 368. 22, ‘Ibid, p 373. 25. Ibid, p. 376. 538, Emilia Bea moral, intelectual, espiritual, por mediacién de los ambientes de los que forma parte nacuralmente> ™, Partiendo de esta idea, para Weil, «el fondo de la cuestién es simple. Si las facultades puramente humanas del hombre bastan, no hay ningdn inconveniente en hacer tabla rasa de todo el pasado y en contar sélo con fos recursos de Ia voluntad y de la inteligencia para vencer toda especie de obstaculos. Es lo que se ha crefdo, y es lo que en el fondo nadie cree ya, excepto los americanos porque no han sido todavia turbados por el choque de la malheur», Pero «si el hombre tiene necesidad de una ayuda exterior, si se admite que esta ayuda es de orden espiritual, el pasado es indispensa- ble porque es el depdsito de los tesoros espiricuales». La conclusién es ta- jante: «La pérdida del pasado equivale a la pérdida de lo sobrenacural. Aunque ‘ni una ni otra pérdida se hayan consumado todavia en Europa, una y otra estén lo bastante avanzadas para que podamos constatar experimentalmen- te esta correspondencias®. Weil propone la nocién de arraigo como alternativa frente a la visién estatalista e imperialista predominante durante siglos. La critica a esta vi- sién reaparece nuevamente en sus reflexiones sobre Europa, pues, a su jui cio, si Europa contimia dividida en Estados que «se imponen como tinicos objetos de fidelidad convertidos en lo vinico comiin a la totalidad de la so- ciedad», no podré proporcionar los alimentos necesarios para que el hom- bre se sienta arraigado en una comunidad real mas alld de la frialdad de Ja estructura estatal. La formula federalista, fundada en la idea de «unidad en la diversidad», patece ser considerada por S, Weil como la més apta para organizar Euro- pa. Pero sélo se refiere a ello muy aisladamente. En el articulo de 1939, «Quelques réflexions sur les origines de I’hitlérisme» afirma que «el orden internacional supone que un cierto federalismo sea establecido no sélo entre las naciones, sino en el interior de cada gran nacién»®s. Como prolonga- cidn de su critica al Estado nacional, para nuestra autora, «la nocién juridica de Ja nacién soberana es incompatible con la idea de un orden internacio- aly, Una autoridad internacional solo puede existir realmente «si posee el 24. $. Weil, LEnracinement, p. 37, A. Lamacchia examina las reflexiones weilianas sobre el arraigo en su intento por «probar en que modo una experiencia comin construida, conservada y comunicads por muchas generaciones en ua mismo contexto bio-psiquico-cultural es condiciéa antropolégica de la existencia personal y del propio ejetcicio de la libertad, tanto que la caida, consciente © no, de la misma, es raz6n de rupeura radical interna de Ia propia persona y del mundowuniverso, rupeara que explota en manifescaciones de violencia y niilismon, «Violenza: 1a caduta della memoria storice», en AAWV., Vilerze. Una rctra pr comprender, Brescia, Morce: liana, 1980, p. 53. Le posiciéa de N, MacCormick coincide claremente con la de S. Weil en este panto. Cf. «Naci6 i nacionalismes, Afirs, Vol. IV, 2? 28, 1988-1989, trad, A. Colomer y A. Monaéa, 25. 8. Weil, «A propos de Is question coloniale dans ses rapports avec le destin du peuple francais», cit. p. 375. 26, S. Weil, «Quelques séflexions sur les origines de I’htléisme» en Escets Historiques et Politiques, p. 58. Simone Weill: una reflexién sobre Europa desde la resistencia 539 poder legitimo, es decir, publica y generalmente reconocido, de dispensar en ciertos casos a los ciudadanos y stibditos de un Estado del deber de obe- diencia al Estado»®, Como en tantos otros dmbitos, se trata de inventar modelos que permitan acabar con un fenémeno que pone en peligro «no solo la paz y la libertad, sino todos los valores humanos sin excepcién», el fendmeno estatalista por el que ela tinica fuente de obediencia en el mun- do entero es la autoridad del Estado ya que el poder del Estado no esté detenido en ninguna direccidn por ningin limite legitimo» En los textos de 1943 tampoco se aportan muchos datos sobre la forma ‘mejor de vertebrar Europa después de la guerra. Las sugerencias del siguiente texto permiten atisbar la orientacién de la autora en la linea de lo expuest «La experiencia de los iiltimos afios muestra que una Europa formada de naciones grandes y pequefias, todas soberanas, es imposible. La nacional dad es un fendmeno indeciso en una gran parte del tertitorio europeo. In- cluso en un pais como Francia la unidad nacional ha sufrido un golpe bas- tante fuerte... A pesar de muchos inconvenientes, esto esta lejos de ser un mal... Muy posiblemente wna parte de la vida social en Europa serd trocea- daa una escala mucho més pequeia que la escala nacional; y otra parte serd unificada a una escala mucho més grande. La nacién sera una de las formas de la vida colectiva, en lugar de ser practicamente todo» TIT. SOLIDARIDAD ¥ TRABAJO: LA OTRA CARA DEL PROBLEMA. Probablemente, el interés mayor de las reflexiones weilianas sobre Europa deriva de que tales reflexiones surgen en el seno de una preocupacién inin- tettumpida por la problemética colonial tal como hemos apuntado. Todo cuanto pueda decirse del papel que nuestra autora asigna a Europa como nexo de unién de Oriente y Occidente, y como garante de la continuidad humana, debe ser escuchado en sintonia con sus constantes manifestacio- nes sobre la exigencia de relativizar la cultura occidental para abrirse a la Fiqueza plural de las otras culturas y posibilitar un didlogo entre identida- des diversas. Las criticas de S, Weil al imperialismo culeural occidental son especialmente oportunas en un momento como el presente en que la espe- ranza esté puesta en una nueva Europa que parece capaz de interpelar al mundo de forma renovada, Cuando de algtin modo vuelve a confiarse en un renacimiento europeo, mientras al mismo tiempo se habla del fin de la histo- ria que cietra las puertas a toda transformacion futura, parece ser mas ac- tual que nunca un mensaje tejido de pronunciamientos en favor del respeto alo diferente y de la necesidad de conocer otras visiones del mundo para un enriquecimiento mutuo. 27. Ibid. pp. 57.58, 28. Ibid. p56, 29S. Weil, Brits Hisorigue et Politique, pp. 370-371 340 Emilia Bea El reconocimiento y la apertura a lo diferente implica en nuestra autora una opcidn clara por los oprimidos y los vencidos. Tanto sus opiniones so- bre la condicién obrera o Ia situacién colonial, como su recotrido histérico 5 més profundamente, toda su concepcién «metafisico-religiosa» por la que Dios esté presente en el misterio de su ausencia, se encuentran motivadas y suponen un desarrollo de esa opcidn en favor de los que han sido exclui- dos por la cultura y las estructuras socio-politicas dominantes. La biisque- da de uns auténtica universalidad, a través del proyecto transformador que ‘Weil entiende ante todo como exigencia de

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