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a] BY margenes SUMARIO marginalia El imperio de la luz Alejandro ferrero Poemas Victor Manuel Rojas Poemas Enrique de Jestis Pimentel Dos relatos Alejandro Meneses Poemas Julio Eutiquio Sarabia SIGUE A LA VUELTA... Roland Barthes: el placer del texto el “viaje” de artaud a méxico —$_— ed See oscar del barco ible comprender el significado del Viaje Hi pals de los tarahumaras si se parte de la subjet- fad de Artaud o de la sustancialidad de México, pues tanto una como la otra pertenecen @ un or ten superior y no pueden entenderse sin su corre- lato; en el fondo no se trata de Artaud ni de Méxi- co sino de la significacion del Viaje para lo que po- Gaamos llamar la “cultura de occidente”. La im- portancia que tiene México para Artaud solo se com- prende en el transfondo inverso de la importancia que tiene Artaud para México, sin que esto impli- que desunir ambos sentidos, ya que se presupo- nen y sostienen en la unidad ontologica del Via- je en la Significacin que trasciende las significa- cones parciales inscribiéndolas como figuras de su estructura global. De alguna manera México lo eligié para expresar a través de él un “mensaje” que aun no fue descifrado; “lo eligid" quiere decir que lo atrajo mediante la fascinacion de una Historia donde el poeta vio mareados los signos de su his- \oria personal, y donde, ademés, adiviné la respues ‘a asus propias interrogantes. Pero a su vez Artaud mareé en México una transmutacién de su sentido. #1 Viaje, desde este punto de vista, adquiere las ca- Es impot acteristicas de un tipo inédito de profecia: Artaud hace un sefialamiento que implica una transfor queda espiritual, desatando fuerzas que antes de dichas circunstancias adversas s6lo podian pre- sentirse, y cuya caracterizacién sdlo formalmen- te pertenece al orden del “espiritu”. Estos "“fraca- sos” fueron signos que se grabaron en su propio Cuerpo; signos que después debié interpretar dra- méticamente, pues nunca se permitié considerar azarosos los acontecimientos, por minimos que fueran, de su vida;y en verdad éstos siempre se mos- traron ajustados a una necesidad que ponia en jue- 0, en absoluto peligro, la totalidad de su mundo (“conmigo es todo 0 nada”, supo decir, y era cier to). El estallido de esta constelacién vital fue el que Jo lanzé a la bisqueda del lugar concreto, incluso situado geogréficamente, donde existiria vivo su ideal de cultura. No se trat6, y es importante seria- lar esto, de una biisqueda a tientas, sino de un via- je sin titubeos, que fue directo a su objetivo; un via- je del cual, como le dijo a Paulhan en una carta del 19 de mayo de 1935, sentia “la urgente necesidad’| de hacerlo, pues “el destino” no podia “dejar de| hablar’ (carta a Allendy del 11 de enero de 1936). Todo se presenta aqui como un tejido de necesi- dades imperiosas, trascendentes, abriéndose pa- so a través de su subjetividad. profundo de las viejas religiones y mitologias. En e caso Artaud se documento lo mejor que pudo. pero siempre guiado por lo que podriamos Hama’ su designio. No se trataba de una investigacion eru- dita sobre Mexico, sino de una intencidn buscar do ser confirmada por las fuentes: el texto sobra la cultura tolteca” es, en este aspecto, un ejemplo. Artaud corté su parte, y esto no puede dejar de ad- ertirse a pesar de la hermética densidad del frag: 9. Mas que lo dicho es importante lo qu giere, pues se trata del inicio de una caida en abis- mo al fondo de su propia vida. En una carta dirigh da al ministro de relacic Artaud ex: pone sus ideas relativas a las civilizaciones preco- lombinas y del México actual, afirmando de mane- ra categérica la finalidad de su viaje: “el secreto de la elevada magia mexicana esta ~dice~ en la fuer za de los signos creados por quienes en Europa lla mariamos artistas, y que, en las civilizacion« lucionadas y que no han perdido el contacto con las fuerzas naturales, son sdlo los ejecutantes y los profetas de una palabra donde periédicamente el mundo debe venir a abrevar, México atin debe en: sefiarnos el secreto de una palabra y de un lengua. je donde todas las palabras y los lenguajes se unen en uno solo” y agrega: “Los viejos mexicanos no separan la civilizaci6n de la cultura, yla cultura del, conocimiento personal extendido por todo el or. ganismo. Es en sus Grganos y en sus sentidos que los mexicanos.como todas las razas puras, apren- dieron a llevar su cultura, la que se convirtio, en su maxima expresion y con el titulo mas alto, en un re- finamiento de la sensibilidad. Es necesario decir je muestra la idiotez casi absoluta de aque- pate ene oportunidad llamé los “poderes’ mbarearse num. lo imposible’ sesar de todo log mma Matencn que el Viaje haya sid meencialmente © wn eyenta su aspect 1 alerpre: un sentido postico, sin te. cendental. ;Se debe. ’e todavia no se entiende quién fue y es tad ft apace sotemque Artaud sefala algo tremendo que nues Sa ea ca aa es sociedad busca olvid CO re conic a oe See irre oodertal De ante Fe cal cure pect cee Se rn on aes wna de destruccion de 10 que considers ee oe, roptedad ‘nallanabiaig btlted " ao ove eine one siguleaoa see a igo pee cee eer io aoa hoard bo Ye elena 2) i de ealzar una redenelons reese wai de vo ealenca escndlda, volar a lg Joa la naturaleza y a los hombres mediante la in- tensidad pura de un acto de destruccién a partir de! cual el hombre podra reconstruirse como hom bre sin-organos. - La larga maduracién del Viaje en el espiritu dear laud, asi como su detenida preparacion concreta, Jan llena esta de obstéculos, nos Hlevan a excluir We manera radical que existiera una eleccién alea-_ ‘ona del lugar a donde ir: México mo de Artaud re el lugar hacia iri od moma © produce: al le su sentido a dicho: Lae s Momentos;al contrario, ellos . y fuerte, pero vistos en su com ue sola consderados desde l pane eens 2 Hines el punto de legada ‘e Jos Puede ver engarzados en el rao de una ta sia fundamental. Por otra pare hay que entem der que se trata de un viaje hatia afuera. Esto es im- Portante remarcarlo, pues en caso contrario podiia ensarve que el Viaje es la ascesis de Artaud hacia su més profunda anterioridad, y lo que ocurre es Precisamente lo contrario: lo que hace Artaud es salir para poder entrar en lo otra. Ast ultima in- terioridad ya habia legado; ella se encuentra en rigen del Viaje. Lo que antes lamamos el vi cr cis es el movimiento de salida, de abandong, pues 4 8u término debers encontrarse totalmente fuera, para que asi pueda comulgar-con el cuerpo y el es piritu de lo otro; una suerte de ordalia iniciatica si. se quiere, cuyas “‘etapas” son los sucesivos rw casos” a los que ya nos referimpos, ya los que deben agregarse la travesia por mar, la estadia en Cuba, Jos inconvenientes burocraticos y econémicos con los que tropez6 en México, y, finalmente, su viaje hacia la Sierra. En Cuba un negro hechicero le re- gila una “espada’ que desempenara un papel im- portantisimo en la vida de Artaud, y que ird a cul. minar en Les nouvelles révelations de Vetre; se tra ta de una condensacion de significaciones, de algo guid hasta Bocayna y Sisoguichic, “puerta de la re gion tarahumara” como dice Schneider; desde all, ‘con guia y caballo" se intemné hasta Norogachic. El texto adquiere una fuerte resonancia criptica: el mundo de los signos se vuelve denso, casi inex tricable; hasta la misma naturaleza adquiere sen tidos sobrenaturales, emite mensajes que no sélo conmueveh el espiritu sino incluso el cuerpo del poeta que avanza hacia el cumplimiento de su “des tino”; la misma montana es una escritura que “re lata una patética y fabulosa historia"; Artaud afir. ma, deslumbrado, que “el pais de los tarahumaras cesta cargado de signos’, que "la naturaleza ha que- rido hablar’ en la “extensién geogréfica de una ra za"(la carta que le dirige a Paulhan el 4 de febrero ‘de 1937 esta doblada por el esfuerzo que hace pa: [ra transmitir sus “descubrimientos'’. Sin duda que [Artaud ha llegado en ese momento al lugar;lo otro, todo lo otro, solo fue la envoltura de lo que ahora se le revela como punto geografico de legada: un lugar de por si extrafo, marcado visiblemente de trascendencia, 0, para decirlo con claridad, don- [de la trascendencia se muestra en los arboles, en las rocas y hasta en la forma de la montafia: es co- ‘mo si lo demas fuera una suerte de resto, algo que se eclipsa o disuelve para que aparezca el verda dero lugar; y ese lugar se convierte en la esencia te- rmitorial de México: México es eso. Se puede estar ‘@ no de acuerdo con él, pero para Artaud la sierra tarahumara es la sintesis y sublimacion de Méxi- 60. Por lo tanto resulta imposible considerar el Via- je como un viaje donde todo tuviera igual sentido, donde desde el punto de vista de la intensidad to- do fuera lo mismo; la sierra es el nticleo de fuego, {y la significacién de lo demés consiste en facilitar " | vesencia de lo tarahumara, no es lo ultimo; Pra. de alguna manera més intima, ese. atin a erwoltura: sin la presencia del indo tal ake Mudecerian sus signos dejando una espe- ve esirto lunar, algo en verdad terrorifico, sig sok or la ausencia de aquello Steado solo por Ita eae nace infamé: el piel Tole nara. Pareciera fo Je largo peregrinaje toca a su fin, y sin embar- re Sava no es él fin, aun el mundo permanece pesar de su estallido, Artaud valora ou no para ellos, porque no necesitan la ‘ Ptacon de nadie, sino para nosotros; nos arro- en la cara nue’ * propias mas agen sino el desierto; lo propio es una forma ‘tej de lo otro. {Qué puede significar la valo- sion artaudiana? Los tarahumaras son esos se- we que vemos y oimos, explotados y miseros, vi ‘hte a Barault: “te dije entonces que habia caver tus en México"; sin duda alguna que premonito- famente se referia a las cavernas del ser tarahu- nari, 0 €s0s seres “sabios" descriptos por Artaud? fscuchemos su descripeién: “los tarahumaras tie ren la mas alta idea de las fuerzas que intervienen ‘en el movimiento filosofico de la naturaleza"; ellos, han captado “los secretos de esas fuerzas en su idea de los ‘niimeros principios’ tan exactamen- te como el mismno Pitégoras lo hizo”; de alli que ‘desprecien la vida de su cuerpo y no vivan més que para sus ideas: quiero decir en una comunica- cion constante y casi magica con la vida superior de esas ideas”; “los tarahumaras tienen la obse- sion de la filosofia y estan obsedidos hasta una es- ‘ecie de sortilegio fisiolégico; no hay entre ellos ‘ningun gesto perdido, ninguno que no tenga un ‘recto sentido filosofico”. Hay que decidirse, © pore c cerado a ‘fs indio Artaud continda cri * de una drama 0 vida hasta Ree ai be mee nt Cnet pe sacar ie laescena qu curs tna y trasioca todo a encaracion mts see nuestra civilizacién poniéndose de rodilas, ante ¢l indo trauma 4 ents heco aun sos ea dado el sentido que tiene en relacién con nuestra oe a ion poten aneedicn ba borado asi lo esencial de su mensaje. Sin embargo fataba dar el timo paso, el que avin el verdad abismo, Ella sierra tarahumara y junto al indio, Ar taud se encuentra en lo abierto, ha slido de si de- finitivamente, pero este salir lo suspende, lo sitia en posicion de disponibilidad frente a lo otro, yen ese momento pierde absolutamente cualquier ti po de iniciativa, la decision se traslada a algo que propio del afuera: lo otro debe aceptarlo, depen- de pues de ese algo indeterminado, del instinto 0 Jo material en lo pleno de sus atibuciones; la su- ppresién del sujeto Artaud lo offece en calidad de victima. Y es entonces cuando se Hega al fin, una suerte de epifania cuyo nombre, si nombre puede tener, es ciguria 0 “peyote’. El peyote como arri- bo del todo, como si el todo dijera “estoy aqui”; no

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