Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
confrontación-posición-intervención1
RESUMEN
1Ponencia presentada para el Congreso Internacional de Filosofía Política y Ética. 25 al 28 de Mayo de 2009,
La Grita, Venezuela.
1
INTRODUCCIÓN
Sin embargo, tengo que decir algo más al respecto, ya que propiamente no quiero
hacer un análisis semiológico del término ética, y esto porque simplemente quiero
usar como pretexto el hecho de que por ética podemos entender muchas cosas
según para lo que la usemos. Y perdón por la actitud un poco fastidiosa, pero no
quiero que entiendan que este según se refiere a lo que comúnmente se conoce
como “ética” aplicada. Este según se refiere precisamente a la intención, a la
desnudez del deseo en palabras de Nietzche (2000) a la pulsión que busca
corresponder con el triple movimiento que sugiere la ética como praxis, al de la
confrontación-posición-intervención que voy a proponer y a construir en este
ensayo.
Hay una tercera cosa que quisiera añadir antes de comenzar a trabajar: soy
profesor de ética. Y no en la universidad, no de una cátedra; mis interlocutores
rondan los 15 años, están en la escuela secundaria, se hacen otro tipo de
preguntas a las que comúnmente nos hacemos nosotros, y me obligan con esto a
territorializar mi pensar, a darle cuerpo, a formularlo como apuesta, a volver
concreto el saber, en otras palabras: a intervenir. Quizás sea ésta última alusión la
2
que le de “personalidad” a esta propuesta que les quiero compartir. No por el
hecho de sonar meloso, sino porque simplemente intento usar ese tipo de
paciencia que “da forma a la impaciencia” (Foucault, 1997), para que sea este
discurso en sí mismo, una muestra de lo que pretendo representar.
3
moral. Si no fuera así, entonces ¿de dónde más podría venir?
4
una suma de relaciones humanas que han sido realzadas,
extrapoladas y adornadas poética y retóricamente y que, después de
un prolongado uso, un pueblo considera firmes, canónicas y
vinculantes; las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que
lo son; metáforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible,
monedas que han perdido su troquelado y no son ahora ya
consideradas como monedas, sino como metal. (Nietzsche, 2009)
No existe la costumbre como algo dado de por sí. De ahí que la moral deba
entenderse en su propia dinámica histórica como una construcción social. Si
entendemos la moral de esta forma, veremos que se nos abre una luz sobre la
cual podemos construir un discurso pertinente e intencionado, o lo que veremos
en el último punto, un discurso político. Pero fijémonos que he utilizado en este
momento el término “moral” y no el de “ética” para referirme a tamaña distinción.
Lo he hecho porque pretendo mostrar la “parasitariedad” del concepto ética y
también para ver cómo se ha hecho casi imposible una distinción clara. Pero, si
hemos visto que la moral es una construcción, ¿puede la ética fundamentarse en
la moral? La pregunta es un poco tramposa, claro. Digamos mejor: ¿Puede la
ética fundamentarse en la costumbre? Yo diría en un primer momento que no. La
ética antes que ser una perpetuación de la realidad me parece que es una
posición frente a la realidad. Esta distinción, según se puede notar, asume el
5
carácter construido y por lo tanto artificial de la realidad. De esta forma, cuando
contrapongo posición a perpetuación, pero también a repetición, costumbre,
asimilación, lo hago no en virtud de señalar un nuevo binarismo sino con el
propósito de devolverle su carácter histórico. De ahí que ya no hablemos de la
ética en su sentido parasitario, (se le libere) y pasemos a considerar su carácter
relacional y práctico, es decir su identidad crítica y política.
He dicho hasta aquí que mi apuesta es por entender y construir la ética como
posición. Lo he hecho en virtud de una somera contrastación con otros usos de la
palabra, en especial, con el de costumbre en el sentido moral del término. Sin
embargo, no me he explicado lo suficiente con respecto a tal formulación. Pienso
que la ética es parte de un complejo y único sistema que denomino praxis, en
consonancia con el pensamiento social latinoamericano, y en especial el
pedagógico (Freire, 2005). La praxis tiene bajo mi propuesta tres momentos que
se distinguen de modo analítico pero no siempre en la vida concreta y que
superan al mismo tiempo el concepto tradicional de praxis entendida como la
reflexión hecha realidad.
La ética como posición asume una relación tan compleja con la “realidad” que esta
última aparece como su constitución. Así, no es la moral, ni la religión, ni la ley las
fuentes de la ética sino lo es la “realidad” en tanto que lo dado construido por los
seres humanos. No la realidad como un todo homogéneo, preexistente, sino como
resultado de unas fuerzas y dinámicas culturales y políticas que dan forma al
pensamiento y a la acción, y que me confrontan y retan como ser humano. La
constatación de lo artificial de la realidad, indica que sobre ella no recae nuestra
aceptación plena e inocente a modo de reconocimiento de lo dado, de lo que
estaba ahí “naturalmente”, de lo que siempre ha sido así, sino por el contrario,
indica que sobre ella los seres humanos no podemos más que tomar posiciones.
6
De hecho, la indiferencia o incluso la inocencia que pretende ver la realidad como
algo fuera de la dinámica social que la construye, es también una posición frente
la realidad: la del inocente ideológico. Pero sin duda alguna, existen posiciones
alternativas frente a la lectura de la realidad, siempre que esta es sometida a un
determinado tipo de análisis, posiciones que al compararse entre sí, me permiten
ver el grado de compromiso con la transformación de dicha realidad, cuestión que
se erige por lo tanto, en criterio de validez de las posicionalidades que sobre el
mundo, de manera crítica, se sostienen. De ahí que sostenga que la ética es
constitutivamente una posición frente a la realidad, y esto debe entenderse al
menos en dos momentos complementarios:
3 Por supuesto, es importante aclarar que precisamente lo que hacen las religiones es asumir posturas, al
menos en sus orígenes, sobre la realidad que viven. Sin embargo, el peso del tiempo y de la tradición hacen
que sus posturas de vuelvan “costumbres” y se naturalicen.
7
Segundo, la ética es una posición frente a la realidad porque sugiere antes que
nada movimiento. Frente a una visión de la ética tremendamente cerrada, con los
principios ya elaborados de ante mano, es decir, frente a una visión ideológica,
facilista, de historias continuas y saberes prefabricados, la apuesta por una ética
como posición nos devuelve el carácter complejo que quien se dice ser un sujeto
de ética. Ya que hemos visto que tiene como fundamento lo real y su
correspondiente problematización, la noción de posición sugiere algo que no está
acabado, algo que siempre debe hacerse y rehacerse, es decir, una práctica que
verdaderamente corresponde a una visión de mundo más crítica y coherente
frente a las grandes problemáticas que nos acechan hoy y que ponen en duda la
supervivencia del mundo y de nosotros en él, en un futuro no muy lejano. Y es que
asumir posiciones se refiere también a una cuestión de territorialidad, es decir, a la
noción de posición como conciencia de un locus desde el cual se habla, un locus
atravesado por la nitzscheana, “desnudez del deseo” que ve la realidad desde un
nodo concreto de experiencia y reflexión. Considero que ésta última intuición
desborda comprensiones más generalizantes de la ética, pensada por pocos para
ser impuesta a muchos. A propósito, y como ejemplo, no es raro ver hoy en día la
apuesta que hacen las grandes empresas locales y multinacionales por desarrollar
la “conciencia ecológica” desplazando la responsabilidad que tienen en dirección a
un dispositivo moralizante hacia las masas, quienes crean el imaginario que, en su
vida cotidiana, la cuestión de “salvar el planeta” está en sus manos. Estados
Unidos, que arroja al mundo el 25% de la contaminación mundial, no ha firmado el
protocolo de Kioto. Frente a esta realidad, por un lado planetaria y por el otro
ideológica, se pueden tomar varias posiciones, pero todas ellas marcadas desde
un locus concreto: la conciencia ecológica como un “valor” que pretende ser
infundido en las masas bajo un aparato ideológico moralizante, infunde
ciertamente algunos principios éticos “universales” como el cuidado del ambiente.
Sin embargo, esta posición ética se hace desde un locus concreto: el de la
producción capitalista. Recordemos que Estados Unidos no firmó el protocolo por
8
considerarlo “injusto” y “perjudicial” para su economía. ¡El resto del mundo lo
firmó! Pero, lógicamente, pueden y deben existir distintas posiciones construidas
desde distintos territorios del pensar y el actuar. Me gustaría pensar que el
auditorio que me escucha en este momento, ha territorializado sus reflexiones
frente a un tema como el anterior, y que de ahí considera que puede asumir
distintas posturas éticas correspondientes a una lectura crítica de la realidad. Sin
duda alguna, lo anterior es mucho más complejo que utilizar las bolsas
biodegradables del supermercado y salir con una sonrisa pensando que somos
mejores seres humanos porque “contribuimos” al cambio climático. El tema de los
biocombustibles por ejemplo, que en palabras de Fidel Castro suena de forma
brillante como “la idea siniestra de convertir los alimentos en combustible” (Castro,
2007) representa sin duda una posición ética contextualizada, más allá de una
cuestión estética o sentimental de sentirse “comprometido” con el mundo.
9
propias angustias y los propios anhelos, es decir, no es una cuestión de “buen
obrar” profesional, ni de solidaridad siquiera, es una cuestión que atañe a la
misma configuración constitutiva del pensamiento, que se entiende no nacido de la
nada, no en sí mismo, sino en el movimiento que representa la conciencia de ser y
estar en el mundo. Desplazo así la noción de confrontación del puro “virtuosismo
moral” al espacio de constitución del pensamiento crítico, que se entiende más allá
de una práctica “valiosa per se” a una necesidad de correspondencia con una
lectura decidida y crítica de la realidad.
10
confrontación
(REALIDAD)
intervención posición
(POLÍTICA) (ÉTICA)
11
sobre todo, desde su comprensión como experiencia y como dinámica, antes que
como etapas o pasos sucesivos de un proceso homogéneo.
12
en los elementos teóricos y prácticos que le dan una plataforma sólida al discurso.
Sin embargo, no me excuso por eso. Me parece necesario, que entre todos los
intelectuales vayamos buscando andar nuevos caminos y desandar tantos otros
en búsqueda de ser cada vez más, y mejor confrontados por la realidad que nos
constituye y que constituimos. Más y mejor situados en posiciones que nos
permitan asumir con radicalidad intervenciones para transformar la realidad. No
puedo despedirme sin agradecer, desde la distancia, mis estudiantes-colegas de
noveno grado del Instituto San Bernardo De La Salle, con quienes he compartido
esta propuesta en clase. Ellos, con sus preguntas, inquietudes y emoción, han
dado forma a este escrito, y a ellos particularmente, va dedicado.
13
BIBLIOGRAFÍA
14