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> CAPITULO |] Pasando Revista a la Evolucién de” la Industria Textil Durante el siglo pasado la tejeduria domestica habia ido perdiendo r4pidamente ‘su importancia antigua, cediendo su lugar a la nueva indus- iia textil de una capacidad productora infinitemente mayor. Hobia comen- zado el reemplazo del trabajo manual y de a habilidad del hombre por ma- guinas, siempre m&s complicadas, més Costosas, aumentando continua- Fecigh narcnullinento’-y absratando' de‘esta ‘maatratel eoata/de te prow Eni udevos esfuerzos de los industriales para poder‘ ofrecer su mercaderia més barata y ast mantener, si no aumentar, las ventes de las que depen- dian sus gananclas o pérdidas, Los mismos factores se hacian presentes en los mercados de ultramar, 8 los que los paises mas adelantados en Ja materia exportaban sus exce~ dentes de produccién de géneros. Grandes establecimientos, que atendiaa exclusivamente la demanda extranjera, especializaron su fabricacion de acuerdo al gusto y las costumbres foréneas, Alli, muchas veces, sus es. fuerzos de venta chocaban con intereses similares de productores de otea nacionalidad y finalmente se entabl6 una lucha general. Como consectien. cia de la misma, las fébricas no pocas veces sacrificaban la calidad de eu mercaderfa, pues, para poder ofrecer més barato, cada uno trataba de ba jar el costo de Ia produccién, Tal politica ejercia sw presién no solo sobre el precio de Ja materia prima que se elaboraba: lana, algod6n, lino, seda, sino también sobre los jornales de los operatios y el ‘rendimiento que’ se obtenia de las instalaciones manejadas por aquéllos. Esta situacién se agravaba més a‘in para la industria de ciertos paises exportadores, por las condiciones desiguales en las que debian enfrentar a’ sus rivales, a cause de las diferencias del standard de vida y costumbres de su poblacion, del valor de su moneda y a veces también por trabas artificiales que se opu- sieron a su comercio exterior. * > ‘Mientras por un eaereial He aa ofa on coe Jos choques entre patrones y =f tfeicos. por el ott lado hombres de cescla eatabea empeiadon ea Scone aes i an hoy de cect emp Bee cele ete eee rete de acs agers LS ees rae tit ladon por dos rileateria!ptaaldeccutctactiotinn en eee con afectaban el volumen de la prod: ee seeped! Siguonte tambien [ef Broducion de las fibras naturales y por con- isedefalistpcineateee oe aan La segunda, estrechamente ea Eovalfeaene © baja, especulativa ono, a ee in expuestos los precios de lana y algodén etc, que, precisamente por la razén recientemente apuntada, ofrecian oscilaciones a veces bastante grandes. Inconvenientes sensibles para el resultado econdmico | dela fabricacion, que introducian un elemento de inseguridad en las caleula- clones comerciales, tanto mas, cuanto mis progresaba la industria textil y su * subdivision en distintas ramas altamente especializadas. Esta situacion pesa- ba principalmente sobre la industria textil de aquellos paises, en donde ella habia adquirido su mayor desarrollo y los que debian importar la ma- yor parte de las fibras empleadas en la produccién de sus géneros: Gran Bretaia y los paises del continente europeo. Lo que se pretendia, era ob- tener sin grandes dificultades las cantidades de materias primas necesarias para la produccién y poder disponer de ellas en un momento preciso del proceso fabril, a un precio mas 0 menos estable durante este lapso. Asi hicieron su aparicién les distintos tipos de ray6n, llamado “seda artificial”, como competidor de la seda natural, y més recientemente la “““lana artificial” en varias clases y calidades. Estas se han ido mejorando mucho durante los dltimos 20 afios, perfeccionando el procedimiento de. elaboracién y bajando a la par el costo del mismo. No obstante, ni la la- “na ni Ja seda ni el algodén han sido desplazados de su lugar como mate- rias primas valiosisimas de la industria textil y tampoco hay perspectivas que semejantes presunciones se puedan cumplir, ni los temores de verse ~ lacruinados importantes sectores de la economia agricola-ganadera de la © Argentina ode otros paises productores de aquellas fibras naturales. 2. "En cambio, el material disponible para la industria textil en forma de hilados ha sido enriquecido grandemente con las nuevas fibras, permitien- nia do obtener nuevas clases de telas, de nuevas calidades y nuevos efectos, que Stace aden a aumentar la demanda y las ventas de géneros. Ademas, no son ~~ explotadas hasta hoy, sino en parte solamente, las posbilidades de “vestir al mundo” por las fabricas, que tienen todavia muchisimo campo que abarcary- sacar un provecho honesto de su trabajo, Bastaria para una ex- pansion amplisina de los mercados usuales poder ofrecerles telas de ca~ lidad adecuada y a precios accesibles a Jas grandes masas de poblacién de \ 2. @ : Teywos ¥.Tetares Caseros TS) todo elimundo, que hasta ahora se han privado de prendas y articulos, gue para otros ya son ‘de uso diario desde mucho tiempo. “ Aparentemente la tejeduria doméstica muy poco tiene que hacer en un campo tan disputado; no obstante tal creencia) hasta cierto punto por Jo menos, es un error. Como se ha mencionado ya, la industria textil mo- ‘ derna necesita complicadas y-costosas maquinas,“cuya. construccién_pre- i senta dificultades en sus detalles, que no es facil dominar, cuando no se dispone de grandes talleres especializados y muy bien’ equipados para tal trabajo, amén de materiales apropiados, por ejemplo acero de alta. call- dad, etc, Es nada raro, que las cosas se complican'en el momento menos ; ‘oportuno, come tuvimos que comprobar durante los afios pasados. Pues, una vez que la guerra imposibilitaba la reposicién de maquinas y accesorios , gastados de las instalaciones, de procedencia europea en su mayor parte; + empezaron a mermar también las probabilidades de conseguir sus simila- res en los Estados Unidos, hasta cerrarse casi por completo también’ esta fuente de aprovisionamiento. Habla que ingeniarse por lo tanto en suplit las faltas, recurriendo a los buenos servicios y I habilidad de los talleres e del pais, hasta donde se podia, y adoptar en lo demés medidas de emer ty : gencia para poder seguir trabajando. Esto era tanto mas importante, cuanto mas, disminuian también las remesas de telas extranjeras, que en tiempos no@pales Megaban de todas partes. Pues ellas suplian un porcentaje bastante importante del consumo \ del pais, a pesar de que habia aumentado rapida y continuamente también la produccién de las fébricas textiles argentinas, Estas ahora se veian de = repente ante una situacién inesperada, dado que las demandas del con- sumo interno excedian la produccién e hicieron mermar pronto las existen- — ccias en muchos renglones. Habla que tomar en cuenta ademas como agra- vante, que una parte de la fabricacién de aquéllos dependia de las entfe~ gas de hilados importados. A este inconveniente Se agregaba paulatina~ mente el/ya apuntado de las reparacionees crecientes a causa del mayor aie desgaste de las instalaciones de muchos establecimientos y las dificultades § de encontrar repuestos irreemplazables, atin mayores para el reemplazo de “una maquina y ni que pensar para-una ampliacién adecuada de la capa- cidad de las fébricas. adh ae loi spaaedt ‘Tal estado de cosas obligé a los industriales ‘a’ ajustar ante todo su fabricacion en el sentido de usar en lo posiblevhilados del pais y elabora- dos de materias primas nacionales, de las que por suerte estaban’ disponi- bles grandes cantidades, Pero’ esto:no rezaba’para toda clase de: tejidos,: ‘como prueba la gran escasez que habla qi vencer en.el caso de Ia arpie Ilera de yute, hasta entonces importada de Ia Tndia ye la cual se nece tani enormes cantidades para las bolsas empleadas etila cosecha'de gra- | < os ‘ EprroriaL Hopay nos. Este inconveniente se trataba de eliminar, conservando y aprovechan- do las existencias de teJido de yute bajo la fiscalizacién del gobierno, quien fomaba por su cuenta la distribucion. A Ja vez se recurri6 a un empleo de Ia fibra de algodén en gran escala, para producir mayor cantidad de ax- pilleza destinada a la confeccién de bolsas, Ta capacidad’ de Ja industria, ocupada en una Jabor intensiva para ‘cumplir un programa de fabricacion de telas de toda indole, impuesto por Jas necesidades del consumo, se hallaba colmada. Esta circunstancia, que se unla a Ja sensible falta de bolsas para el Jevantamiento de las cosechas, indujo' al gobierno a procurar de incorporar Ja tejeduria doméstica entre los! proyeedores de lienzo de algodén. Para atender Jos intereses de la gente generalmente modesta, que se iba dedicando a esta nueva actividad, se ha instituldo una oficina especial, agregada a Ja Secretaria de Industria y Comercio y la que funciona bajo el nombre: Corporacién de Tejeduria Doméstica. El éxito de la iniciativa oficial ha sido bastante halagiiefio, tanto en lo que se refiere a Ja cantidad’de tela producida por los tejedo- es, como también respecto al resultado financiero obtenido por los mis- ‘mos, abriéndose una nueva fuente de entradas para los que sabian desarro- lar la habilidad necesaria en'el manejo'correcto de tales telares bien sen- cillos. Con otras palabras#funa situacion de emergencia ha sacado nueva- mente a la antigua tejeduria doméstica del pais de su vida anénima y ape- “nas visible, la que, sin embargo, sobrevivia como industria regional desde “os. tiempos coloniales, especialmente en las provincias nortefias. Unos treinta aos atrés nadie le daba ya mayor importancia y s6lo se recordaba “de ella, viendo a veces una prenda producida en aquellos artefactos rudi- mentarios, que a primera vista no tienen ninguna semejanza con un telar moderno, a pesar de ser los principios fundamentales idénticos. Las cam- ‘pesinas provinciales que se valen de estos implementos primitivos para pro- dducit'sus tejidos, no cuentan mayormente el tiempo empleado en la termi- ‘nacién de los mismos, cuya durabilidad, no obstante, es muy superior a la "gran mayoria de Jos producidos por Ja industria. No hay mas que recordar Jos ponchos y mantas de esta clase, de los que los mejores estén hechos de “ana de vicuiia. j "EL impulso recibido recientemente, en realidad no es el tnico que ha contribuido'a estimular el nuevo interés por la tejeduria doméstica. ‘Tarea " fabril muy antigua, que mas que cualquier otra se.presta a concepciones - artisticas, pues, una situacion muy similar a Ja referida respecto a la esca- sed de bolsas de arpillere, exstia durante y después de la guerra mundial “Gaateriorjen Ja;mayor parte de Ja Europa Central. No sélo que se buscaba ituir los hilados acostumbrados, por sucedaneos, adoptados solamen- ai Thee:: : x o & ‘Tayios ¥ TELARES CAsEROS 17 te por carecer en absoluto de una materia prima mayor, tampoco la indus- tria se hallaba en condiciones de satisfacer la demanda popular de tejidos por causas obvias en tiempos de guerra, De esta manera Jos viejos telares domésticos que todavia se encontraban principalmente en las casas de cam- po de muchas regiones, resurgian de su semi-inactividad con nuevos brios. Donde era posible, se utilizaban fibras que provenian de las mismas) gran E: jas: Jana, lino, ortiga y muchas otras de muy buenas calidades, pero cayo Baws aprovechamiento habla caldo en desuso con el adveniniento del algodén. tics Naturalmente, una-vez termihada la guerra, la fabricacién casefa: de’ ge Srl, neros iba perdiendo su importancia en clertos aspectos, ante todo en lo” Sire" que se reflere a telas de uso diario y de mucho consumo, Légicamente no” Shine se esperaba, que-ella podria competir, 'y menos alos, precios normales, econ Ia’ produccién en masa de'la industria textil, que pronto recuper6 st posicién anterior en el mercado, Pero el interés despertado én Ia pobla- cién por Ia tejeduria doméstica persistia, recordindose nuevamente los pro- z cedimientos antiguos, con los’ que se habla’podido obtener telas hermosi- simas, de disefios dnicos y originales y de una'calidad ya desconocida. i Y es precisamente por este lado, en donde aventaja facilmente la tela * 4 hecha a mano a la produccién mecanizada. Es muy dificil. que la industria; ‘gue por razones econémicas ineludibles: debe orientarse hacia Ia produc: cién de un mismo tipo de género en la mayor cantidad y al menor precio de costo posible, pueda fireocuparse de detalles artisticos, etc., hasta el mis- ‘mo punto como un artesano habil. En cambio, éste se ingenlara en presen taruna tela earacterizada por su caljdad, buen gusto e individualidado en > ‘Gqear géneros de fantasia de wna nota personal, para lo, que el concepto Sitistico del tejedor juega un papel importante, Tal produccién, ya por Si de cantidad limitada y marcadamente exclusiva, no tiene que temer por ada la gran industria, Bien al contrario, la aventaja tanto por la clase: ide telos altamente calificadas, que puede ofrecer a un piblico seleccionado: y a precios remuneradores, Ademés esta clase de manufactura se distingue For la marcada flexbilidad con la que se adapta a nuevos estilos de mo- = Tiny, hasta a encargos especiales, para saisfacer gustos personales. : a ‘Tales conceptos y experiencias se hablan abierto paso entre os teje- B= doves profesionaes ,afconados de Ins poblaiones europensafctadas Se por fas calamidades y sulrimlentos de Ta guerra durante y dexputs de ba ts Piisma, y empezaron a difundirse pronto como otros hechos también'en los SEs. Tafses, americanos, estrechamente vinculados.con el viejo continente. La _JBisyor dedieacion de paticulares que se observa en nuestro continents des- . de entonces, queda comprobada por repetidas exposiciones de prendas ela | poraday en talleres de esta indole, como también pot laihclusién seflanza textil en, varios. programas escolares, demostrani ty @ + ¢ | Eprroria Hozay arte de la tejeduria doméstica, i Lo que sabian producir los artesanos de la antigiiedad, de la Edad Media y durante los siglos posteriores, en los talleres bastante sencillos, a veces rudimentarios, se puede admirar en trajes y telas antiguas que se guardan fen los museos. Existen todavia telas egipclas, as que se han encontrado en las tumbas de los faraones y de altos dignatarios y cuya edad lega _ Ya # 4000 afios. Otras provienen de las viejas culturas de Ja antigua Per? | sia 0 de Asiria, Uno se queda asombrado de su calidad, fineza, dibujo com- plicado y no por dltimo su colorido delicado ¢ inalterable a través del tiempo transcurrido, que no se ha igualado y menos sobrepasado hasta tan- to. Y ésto a pesar de los conocimientos adquitidos por una investigaci cientifica y tesonera y el imponente progreso técnico de Ja industria textil _ moderna. i : : ee Los carisimos echarpes y chales de la regidn de Cachemira en la India, hasta hoy dia se tejen a mano, Jo mismo que hace mil afios. Hay smuselinas producidas en telares hinddes, finisimas telas de algodén, de una ~ ‘sutileza tal que parece inverosimil que manos humanas puedast haberlas hecho, diciéndose que las'tejen las hadas. Las hiladoras de Dakka, también ~~ en a India, sabian hilar las fibras de algodon de tal finura, que una tela “tejida con este hilado era, segin se dice, invisible cuando se la extendia “en el pasto cubierto de rocio. Un vestido hecho de la misma, pasaba facil- smente por un anillo de compromiso. | ~ 7 t ¥ "Nunca vieron tampoco’un telar mecénico las sedas chinas tan codi- ‘ciadas, que el intrépido Marco Polo y otros en el siglo XIII se aventura- ‘ron a larguisimos ¥, penosos viajes por rutas desconocidas, para hallar un | camino dizecto hacia el misteriso Katai, de donde legaban aquellas telas preciosas hasta Italia’ por intermedio de comerciantes levantinos.’ Los’afa- ados brocados de origen italiano y francés, las sedas espafiolas de los iglos IX y X, los finisimos lienzos de Brabante, los alemanescos alsa- tianos renombrados en todo el mundo, las telas de hilo de lino de Irlanda ¥, los homespuns de lana escocesa, todos ellos se producian exclusivamen- “te en modestos telares a mano, de construccién ocnvencional, Forman un sector aparte de esta produccién textil, por la distinta téc- ica que se emplea, las alfombras y tapices originarios de Turquia, Persia, figanistin y de Ja India. Su terminaci6n a veces demoraba hasta gener “‘ciones, por lo menos en los ejemplares més célebres, sobre todo, si éstqs festaban destinados para una mezquita y el servicio religioso mahometan En tal caso Ia atencién puesta en la ejecucién de la alfombra empieza ya la,selecci6n de Jos animales, cuya lana se piensa emplear en tal tarea, de'la esquila para el hilado y tefiido ulterior. Sobre este : a ‘Teypos ¥ Tetares Caseros 19; fratamiento se guarda estricta reserva frente a la curiosidad de extrafios Porsestos colores, cuyo esplendor, y brillo se vuelven mas hermosos con el i ‘uso, en lugar de palidecer y destruirse, como Io podemos observar corrien~ temente en tantas telas modernas, Son secretos cuidadosamente conserva- dos’ y transmitidos de generacién en generacién, pero vedados rigurosa- mente a los profanos, que sélo por alguna*casualidad Megan a conocer algo, de ellos y muy en parte, En tlempos relativamente recientes frente a la antigiedad del arte | oriental de la confeccién de alfombras, ha surgido una variante prestigio- ~ sa de los tapices de aquella procedencia: el gobelino. En el siglo XV fue. fundada en Paris la primera manufactura de gobelinos por el francés Juan Gobelin. La técnica usada en su confeccién no sélo permite la reproduccién de cuadros y paisajes de una manera maravillosa, sino que deja al espiritu creador del artista un vasto campo para su imaginacién. La realizacién mas © menos perfecta de tales concepciones depende del dominio que él posea de la técnica empleada y de la mezela de tintes y matices que se debe obtener Por medio de la insercién acertada de hilos del color respectivo, para pro- ducir los efectos deseados, ya sea directamente por su colorido, ya sea mez~ clandose ante la vista con el de otras hebreas vecinas, ‘cuyo conjunto dard el Feflejo de Ja tonalidad que se aspira obtener. Durante los largos inviernos que se conocen en el Norte de Europa y. también en su centro, las ocupaciones agricolas se hallan restringidas por el tigor del tiempo. Esta circunstancia ha sido muy propicia para conservar en- tre las familias de los campesinos de estas zonas la costumbre de dedicarse en. ~ esta época del afio a la tejeduria doméstica, produciéndose telas; alfombras _ ¥ prendas de sorprendente calidad y gusto artistico, Hasta hace muy’ poco "era el orgullo de las jévenes tejer en su propio telar sus ajuares, cuél mas completo y mas rico en diseffo y calidad de hilos, generalmente lana y lino, "© que las madres’y abuelas hilaban en sus ruecas con ayuda de las criadas, _ Esta costumbre se ha mantenido mejor y mas difundida en los patses nétdicos, en Noruega, Finlandia y especialmente en Suecia, cuyas telas adornadas © con motivos tipicos de la regién son facilmente reconocidos. Antes de ocu- a a le a ein ie CAPITULO II El Arte de Tejer, Elogio de la Capacidad Creadora y Destreza Humana Es probable que en los tiempos primitivos de Ja cultura se hacian las telas solamente de materiales que se encontraban ya en una forma adecuada en Ia naturaleza: gramineas y juncos, tiras de pieles y, cueros, 0 las que se sacaba de la subcorteza de algunos érboles, etc. Esto se puede observar ain hoy entre las tribus primitivas de regiones remotas y poco accesibles en dis- tintas partes del mundo, Ellos han aprendido ya a unir ticas, gramineas, pajas o materiales similares, colocéndolos en un plano, paralelos entre si, para entrelazarlos en forma alternada y rectangular con otros tantos que van cruzando los primeros. Quiere decir, que esta manera rudimentaria de tejer contiene ya los mismos elementos bésicos como cualquier tela producl- + da en los telares altamente mecanizados de hoy: la “‘urdimbre” 0 sea los hilos tendidos previamente a lo largo del telar, y Ia “trama” que va lighn- dolos, o sea el hilo que pasa entre ellos de derecha a izquierda y viceversa, pero conservando ‘siempre el mismo plano de la urdimbre y formando es- cuadra con os hilos que componen a aquélla, a) Los hilados, material imprescindible para la tejeduria. Con Ia mayor habilidad adquitida por los artesanos primitives, €stos trataban de mejorar los articulos manufacturados y hacer géneros més an« chos y mas largos que los producidos al principio y a la vez mas flexibles y ‘mas suaves, que se podian ajustar mejor al cuerpo, Para lograrlo, habia que buscar materiales mas adecuados que los empleados hasta entonces, Habla en abundancia pelos de animales que se prestaban muy bien para conseguir se~ mejante perfeccionamiento, como también fibras vegetales, que de podfan juntar en la época de Ja madurez de Jas semillas de ciertas plantas, El ine conveniente que presentaban todas éstas, era su largo reducido para poder aprovecharlas en la confeccién de telas, tal como se recogian, y habia que idear una preparacién previa que eliminara el defecto aludido. 2 Eprronia. Honsy Era més facil utilizarlas para la trama, pues para formar la usdimbre, no resistian agin Jo bastante las hebras flojas que se obtenja encimando las puntas de un pufiadito de fibras alisadas sobre las de otro, apretando y re~ torciéndolas entre si. Agregando en la punta un nuevo hacecillo de la misma i ‘manera, se segula repitiendo Ja operacion hasta conseguir un hilo relativa- Aa mente largo. Convenia enrollarlo luego sobre una estaquita, para evitar que ee se abriera durante el trabajo, y pronto se descubrié que el hilado asi tratado sse volvia ms resistente por la torsién adicional que recibia por tal medida de precaucién, Repartiendo ahora las fibras con mas cuidado y esparciendo ‘mejor sus puntos de terminacién.y principio a lo largo de los hacecillos arri- ‘mados a las mechas que se iban formando de ellas, se empez6 a lograr hilos ‘més lisos y parejos, Esto, agregado a la ventaja descubierta de una mayor tensién, significaba ya un gran paso hacia adelante. Siguiendo por este camino, la estaquita, sobre la que se enrollaba la tiva hebra basta y floja, se convertia poco a poco en el eje cénico hacia > ambas puntas que hallamos en todo huso antiguo. Mis tarde se pasaba st punta inferior por el centro de una especie de disco perforado de piedra 0 hhueso y luego de metal, Con este agregado se aumentaba no sélo la regu- Jaridad de las revoluciones que se imprimian a este primer accesorio de la hilanderia, sino también la tensi6n ejercida por su peso sobre la mecha for- = mada por las fibras al principiar ‘el hilado. Con este sentillo artefacto se 0 disponia ahora del medio que permitia ampliar grandemente la serie de ma- Ss teriales entre los que podian elegir los artesanos, de acuerdo con el trabajo © proyectadlo y el efecto que se deseaba lograr. Son verdaderamente asombro- ~ fas las variaciones en los tipos de hilados que se lleg6 a obtener de una misma materia prima, no s6lo por Ja seleccién del largo y de la calidad de Jas fibras, sino atin mas por la manera de unir e hilarlas con estos husos. No ‘Ge creeria posible, sino existieran pruebas bien auténticas, tanto de las telas hhechas con hilados producidos con ayuda de esta modestisima herramienta, como también de cletos tejidos carisimos menclonados en un parrafa, ante- ‘manufacturando exclusivamente de tal material, rior, que se siguen "© Comienza la tazea de hilar con el hus, atando en el eje del mismo un jpedazo de hilo ausiliar cerca del disco que, pasando encima del borde de bate lkimo, enlaza la punta inferior del ee y se anuda en Ja superficie em fina muesca a propésito, La punta suelta del hilo se abze lo suficiente como para facilitar su unién con las fibras a hilar, apretando éstas y las hilachas Eire pulgar e indice de la mano izquierda. Con la mano derecha, agarrando 5 el eje del huso cerca de la muesca recién aludida, se le imprime un rapido Frovimiento a manera de trompo, sintiéndose en sequide, como empieza a — trenzarse la mecha de fibras extraidas del copo colocado ‘en el rocadero. Arsimando continuamente nuevas fibra, Ia mecha formada se alarga, es- i re ¥ " a A, ‘Teywos ¥ TeLares Caseros 23 esnandote Jas fibras unas contra Jas otras bajo la torsién que les imprime do mace tnte aiatorlo del huso, Se sigue aprontando més fibras ¢ impulsan- pe ed el huso, si empieza a perder revoluciones, hasta que la punta To can gel mize toque el suelo a causa de Ia longitud del hilo, Entonces se aca de la muesca del eje y desenlaza la punta inferior del mismo, para Enrollatlo junto a la cara superior del disco, cuidando de terminar las vueltas cerca dg aquél. Pues para evitar que afloje el hilo, hay que volver a enlazar Ja punta del eje y luego anudar el hilo en Ja muesca como al principio de Ja tarea. Cuando el hilo depositado en el huso resulta demasiado ¥, su peso incémodo, se lo quita, bobinandolo sobre un,canuto de papel,o madera, _ HUSO ANTIGUO A) ‘con un hilo atado, « cuya punta abierta se van arrimando las fibras a hilar. 1, 9fe cénico hacia ambas puntas de unos 30 cm. de largo, 2;" disco perforado, primero de hueso o pledra, més tarde de metal. B) el mismo huso con una cantidad de hilo enrollado sobre el eje. Pilgar e indie dela mano izquierda aprieton las puntas de un nuevo hacecillo de fibras y do “1a mecha formada por los anteriores, quo so van rotorciendo en una hebra, La mane derecha empieza a hacer girar 6] huso. i weet as 24 Eprroriat Hopsy ? Hay que darse cuenta que la rueca, considerada erréneamente por las ‘generaciones actuales un aparato anticuado, es una conquista muy moderna frente al huso. Con otros restos de Ja cultura humana de la edad de piedra, hallados en distintos lugares, se desenterraron vestigios inconfundibles de la existencia del huso en tiempos tan primitivos: los discos de piedra, perfo- rados en el centro para dar cabida.a su eje. Su empleo, por lo visto, se re- : Monta a muchos miles de afios y sin cambios de importancia respegto a su ne forma. Sigue conservandose su uso eficaz hasta Ja actualidad, no s6lo entre Pueblos de muy escasa civilizacion en todo el mundo, sino también entre los de vieja cultura en Ia Asia y hasta en clertas regiones del continente euro Peo, tan industrializado, Aunque'sorprenda, no es tan raro ver alli a alguna campesina anciana que va hilando su lana o lino con el huso antiguo por falta de una rueca, Ta construccién de esta siltima herramienta, fué el préximo paso hecho Por el hombre en la técnica de hilar. Pero el trecho recorrido hasta llegar al modelo usado por muchas de nuestras bisabuelas y ain abuelas, se hallo si eno de obstaculos. Habia que vencer grandes dificultades y resolver pro- blemas que persistian durante siglos, a pesar de todos los esfuerzos de dar con un camino viable. Por ciertos indicios se puede suponer, que el hombre Procuraba primero reemplazar por un método més c6modo la tarea de tener wiees, gue hacer girar el huso con la mano y luego enrollar en su eje, a cortos in. i. tervalos, la hebra recién hilada, Parece haberse encontrado una solucién del problema, colocando el huso en.un soporte apropiado a guisa de torno para + hacerlo girar con mas comodidad, Pero recién, cuando las revoluciones de una rueda motriz, impulsada por la presi6n del pie del hombre sobre el pedal "correspondiente, eran transmitidas por medio de una correa a la Pequeiia | polea, en la que se habia convertido el disco del huso, éste actuaba con in- tensidad todo el tiempo que se queria. Ya no habia necesidad de tocatlo con Ja mano, que podia emplearse ahora para aprontar y repartic mejor las fi. = bras en Jas mechas que se iba hilando, A fin de retorcerlas hasta el punto -deseado, habia que sostenerlas en Ia prolongacién del eje y a una distancia “convencional del huso, sobré el que se enrrollaba periédicamente el hilo terminado. Afirmado éste, se repetia Ia operacién, "© En tuecas de este tipo y similares con variaciones técnicas de escasa _ importancia se seguia hilando, y sin perjuicio de estar en pleno.uso el otro s=\procedimiento mas antiguo, hasta printipios del siglo XVI. En ajio 1530 el “tscultor Johan Juerguens, oriundo del ducado de Brunsviga, lleg6 a idear un ~ agregado a la vieja rueca, que permitia la elaboracién de un hilo de mejor = fealided, més fino, y:més parcjo, A la vez faciltaba mucho el.ttabajo del : hilador, Se trataba de una‘especie de volante alado, que podia revolotear li- -__bremente sobre un eje hueco que, a sa vez, giraba en los cojinetes de su. ‘Tey os ¥ Tetares CaseRos 25 soporte ¥ sostenla al ado de aquél también Ja bobina, en fa cual se habia convertida el huso primitivo, El disco del mismo actuaba ya como poles aco- plada con tna cuerda a.una rueda’motriz, la que,'impulsada por medio de un pedal, hacia “bailar” al huso-bobina, __La'mecha floja, que salia del copo de fibras en el rocadero, se iba con- ensando hasta que entraba por la punta del eje hueco y salia por un orificio practidido'en la pared del mismo al lado del volante mencionado; Las dos joncial de la rueca de Jaergens. Parte a) os extremos del eje tubular que gira en los cojinetes de su soporte; ae b) entrada de la mecha por la punta’ del eje, convirtiéndose ya en Ri? ‘una hebra; : at c) orificio de salida de la hebra por el costado del eje; - ) Ja-mecha que se va convirtiendo en una hebra floja, para terminat * => “en um hilo delgado y resistente; “).-- + ‘i Bey ~e) volante alado que puede: girar libremente sobre el eje y “cuyass ~~ aletas estén encorvadas sobre el huso, transformado en, bobina; “£), ganchitos de guia para el hilo qué se va cambiando de tno al otro, " aed : medida que se Ilena la bobina, y.){ 2 ataeina': 'g) bobina, en cuyo extremo derecho se halla una polea h, ligada por = el cordén ia lavriieda motriz k, tpg por medio de un pedal. z ~~ La bobina se desliza libremente sobre’el'éje, 4 ieee wo see. 25ier » Ebrronia. Houpy Sosteniendo la mecha "“d’” firmemente, el hilo tenso obliga al eje “a” y volante “e"' a seguir, las revoluciones de la bobina "g", impulsada por el ispositivo “h-ik, produciéndose un fuerte efecto de torsion sobre el tzocito de hebra “b-c". Este se transmite hacia el copo de fibras colocado en el rocadero a todo lo largo de la mecha que empieza a convertirse en una hebra floja, Esta dltima sigue,estiréndose mas fino aGn, mientras las fibras se'van apretando a la vez més y mas la una contra la otra bajo la torsion gjercida por el eje en rotacién, terminando en producir un hilo delgado y resistente- Acercando ahora la mano, que retiene Ja mecha durante esta fase, a la punta del eje hueco, la tensién sobre la hebra afloja."Eje y volante alado ~ pierden revoluciones y el hilo se enrosca en la bobina que, gitando a una velocidad mayor, tira del mismo hasta que la mano sostenga la mecha otra vez y el proceso se repita, : aletas de éste, provistas de varios ganchitos para guias del hilo, se encot~ . vaban sobre la bobina, en la cual se iba enrrollando ‘aquél. Manteniendo tenso el hilo, las reyoluciones de la bobina obligaban a volante y eje, se- guile en su movimiento giratorio, produciéndose de esta manera un fuerte efecto de torsion. Este se transmitia por la hebra que entraba por. el centro del eje y salia después por un orificio en su costado, a todo el largo de la mecha y los hacecillos de fibras aprontadas ya, que los dedos extraian del ” pre'la hebra, aminoraba también la rotacién de eje y volante, y el hilo ter~ minado empezaba a enrollarse en la bobina. Asi se podia variar facilmente. el grado de torsién de las fibras y la tensién, bajo 1a cual se iba trenzando Ja hebra, y con esto el tipo y grosor del hilo producido, Su incorporaci6n a la rueca resulté un paso decisivo hacia el progreso _ y perfeccions el método de hilar de tal manera, que el principio fundamental Uel invento y su efecto en la elaboracién del hilado se conserva hasta en los gigantes de Ja hilanderia que emplea Ja industria textil de nuestros tiempos. <=) Doscientos afios mas tarde recién se present6 al mundo un nuevo ade- anto tecnico, que eliminaba también la necesidad de aprontar las fibras. due eh da del'inglés John Wyatt. Era Ja primera concepcién de un método prac- "ico que eubtia estas fases preliminares del bilado, sin intervencién ‘directa iste del hombres Dos clades, giando en sentido inverso,extsin las fibras que * jban formando wna cinta. Esta, al pasar entre otros pares, se estiraba para nt necesaria en los husos en rotacién como ultimo copo colocado en el rocadero. Tan pronto se aflojaba la tensién ejercida so- | rante el proceso de su hilado, extrayendo y acomodandolas con los detlos. ” En el afio 1738 se extendi6 una patente de invencion a favor de Ludwig =Paul, un alemin.xesidente en Inglateria, para su maquina construida con” Teywos y TeLares Caszitos 27 Otro Regie ws camino siguié el inglés Thomas Higgs, quien, conservando en atte los cil i ts Ek uae eee Para su funcién prevista, intercalé entre téndolas'*mientras retrocedian ai apretaba las cintas a intervalos, suje- ‘ cartito. De este modo las cintas se ad ese Sai Be baat fata a egahdo a producie ya hilos mae fin LE EaIEee Mee ine Hispaiciennncadertan Be eaiacna todavia bastantes'bastos y Lay RTE aac esta maquina; construido en 1764, tra- iladoes Jretehardl aot So tué bautizado ‘Spinning Jenny”, (Jenny, la bre saesdbral eeu te e de ae del inventory Su funcionamiento asom- { dese e ae tl Sek ble no ace a tener suficiente aceptaci6n por parte eile! Su Teens lo que Higgs tuvo que abandonar nuevas construc~ , sin embargo, fué perfeccionado por otro inglés, el tejedor James Hargreaves, Este aprovech6 las experiencias recogidas con Ja rueca antigua, sin volante en su sistema de alimentacién dé los husos giratorios y sy montaje. Después del éxito obtenido con su primera maquina hiladora en 1767, seguia mejorandola en sucesivas etapas, hasta que podia trabajar con 80 husos a la vez, llegando a fabricar modelos que hilaban ya con 120 husos, Semejante produccién de una sola maquina les parecié a los obreros de las * manufacturas de hilados un peligro inminente, temiendo perder su trabajo. La atmésfera de odio levantada se descargé finalmente, destruyéndose du- rante los disturbios las instalaciones y maquinas de Hargreaves por com- pleto, Aquél terminé su vida en un asilo de pobres, pues su mala suerte se colmé6, cuando los’ resultados obtenidos con la maquina ideada por el pr6- 7 ximo inventor, dos afios mas tarde, demostraban la indudable superioridad < de aquélla. ‘ © Su autor'era el peluquero Richard Arkwright, también inglés, cuya ali- na los problemas técnicos Ienaba cada minuto de su tiempo libre, So- jiaba con la construccién de “perpetuum mobile”; un aparato, que puesto una vez en movimiento, no necesitaria- ningin impilso exterior para seguir” trabajando, Su sentido demasiado realista, ‘sin embargo, le hizo desistir pronto de tales ideas fantasticas. Atraido por la idea de solucionar las di- ficultades y eliminar los defectos atin presentes en Jas hiladoras mecanicas, se dedicé al estudio del mecanismo de las maquinas inventadas por sus pre- cursores, La feliz combinacién del resultado obtenido por Paul con la_in- corporacién de parejas de cilindros en su maquina bastante bien ideada, con Ia eficacia’ de la sueca perfeccionada de Juerguens, se'condes6,en el invento de una nueva hiladora mecanica. : i ie ¥ ebl ers 3 s6lo preparaba, alisaba y emparejaba las ci se arrimabn continuam Jos husos, sino “de éstos, as mechas se-ibanilestirando mas’ bajo la torsign sje tigbebine en ~ Esta ahora no que, ‘convettidas ya en mecha, “que, gracias al volante alado “finas, mientras iban trenzéndose i? a 28 4 Ebroniat Hossy as finalmente, el hilo terminado se enrollaba sobre la pec oe in. La primera maquina empezé a funcionar en 1769 y, eee iz pee hacerla marchar, se utilizé una rueda de agua. De humotistico "wares fog Atkright para bautizar Ja méquina con el apodo (hllado de eis ee y,el hilado producido por la misma “water-twist™ Hargreaves, este: he nat Ja poco envidiable situacion en Ia que muris Hs ’ Sats hombre se levant6 a una posicién muy respetada y pudo 905 4 sus herederos Ja considerable suma de 525,000 libras esterlinas. Relativamente pocos afios d és de 6 Aquis de Arkwright, el tejedot Samucl Cornet la aparicién de las maquinas de joes aah ieageen 1Crompton consiguié en 1779 una nueva me- Paskenignitescth . il oe Su invento era una combinacién de la maquina de te yialesiMiehiaine f Hargreaves, en lo que se refiere al dispositive de mo- SS ea tar a chaps f nh de su carro portahusos y el montaje de éstos para eje- sentecesores, 4 etapa final del hilado, Esta maquina ya producia un hilado perfecto y trabajaba hasta con 360 husos a la vez. El nombre adoptado para la misma: ggeee“mule-frame" (maquina mula) hace justamente referencia a su inspiracién Bite de en dos ideas distintas de realizar la mecanizacion del proceso. Con esta méquina se clerra un ciclo de evolucién de 400 afios, durante el cual se Ileg6, finalmente, a una mecanizaci6n completa de la hilanderia. La serie de in- ventos, basados en concepciones técnicas nuevas y fundamentales, para lo- grar tales aspiraciones, se inicia realmente con la incorporacién del volante alado en Ia rueca de Juergpens y se acelera visiblemente, cuanto mas se progresa. Hasta en el funcionamiento de cualquiera de los gigantes completamente Fe automaticos de la industria moderna esta incorporado uno o el otro sistema Béquincs de hilar, representado por ellos. Se distinguen claramente dos lineas princi- pales de hiladoras mecdnicas que difieren en su tipo de construccién y en Ja manera distinta de realizar su trabajo: Las maquinas de hilar “continuas a a anillo” y Jas Hamadas “‘selfactinas". Las primeras siguen las ideas de Arwright para la solucién del problema y empiezan a formar parte de la maquinaria de las hilanderias desde el afio 1830, sin que se sepa realmente quién fué su inventor, En cambio, las segundas retinen las caracteristicas de Jos modelos inventados por Higgs y Hargreaves, perfeccionados luego por Crompton. La primera de esas selfactinas fué patentada al constructor inglés ~ Roberts en 1840, Desde aquél entonces ha ido mejorando grandemente la calidad y finura de los hilados, precisamente por la never: de las > maquinas especiales, que se comenzaron a fabricar. Contribuy6-en.€] mismo © sentido la subdivisién del proceso fabril en varias etapas, tanto efi la.que se " refiere a la preparacin de la fibra, como también a la ejecucién'definitiva oa Ja tarea del hilado, Para obtener el mejor resultado, ya seaen fénto de las maquinas, ya sea en la calidad de los hilos, se,com tercalar en la elaboracién, cada vez mas, méquinas dedicadas exglisivamente Bo Gr ‘Teswos ¥ Tetanes Casznos 29) + 2 : a cierta fase del tratamiento de Tas fibras: © despegar las fibras ent ¢ eteétera, peinadoras un largo insuficiente, ando a Ia vez las de i de preparaci6n los bancos de esti- regularizan el conjunto de fibras, haciéndolas colocarse * Contindani Ia tarea unidad de su longitud. ane ofvas cintas, hasta obtenerse una mecha bastante fina que, cla ex: veo ge cece ones fuertes; puede ser transformada ‘ean hilos Esta opeta cién se efectia con las méquinas mecheras, que van doblando Ins cintas, que, a da/veti ioe pliegaul en/eapteatealascendlenen ydeatsitienten sobre bub cel conos de madera. Recién estas mechas que ya ‘hin pasado por una fase pre~ Iiminar del hilado, reciben su trato final en las méquinas continuas o en las selfactinas, segiin el caso, prefiriéndose las ltimas para la fabricacion — « de hilados muy finos. |. En varios pasos i b) La tejeduria y su ‘perfeccionamiento técnico, A , De acuerdo a tan notable evolucién de la hilanderia se debe ‘suponer desde ya un desarrollo muy similar de Ja tejeduria por Ja relacién intima que liga a estas dos ramas principales de las actividades textiles. No puede existir Ia una sin Ja otra, salvo en una forma muy limitada y precaria, Si la primera se dedica a producir la gama més implia de hilados que pueda em-, plear la segunda en su tarea, ésta presenta un campo tan vasto para la j aplicacién de hilados de toda clase, que no hay ningin otro que pueda com- pararse, por més lejanamente que fuera, con la que ofrece la transformacién: ‘ de hilados en telas, Tal estado de cosas ya ha existido, desde que el hombre empez6 a ocuparse de esta clase de manufactura. Como se ha mencionado: < ya, en otro lugar de esta resefia, el hombre primitivo recién Ileg6 a confec- cionar una tela verdadera con el dispositivo rudimentario que le sirvié de telar, cuando habia aprendido a utilizar, como material, fibras de distintas: af ; procedencias y unirlas en un hilo, aunque fuera el mas burdo. m Pero no es menos cierto que esta evolucién hacia un material mas fle- : xible-y més. apto, exigia una preparacién preliminar para la tarea, pues; __ : mientras st necesitaba apenas artefacto alguno para entretejer gramineaso —. 4 tiras de etero}"fo era lo mismo trabajando con hiladas, Era obvia la conve- niencia Gé'tin apoyo firme de los hilos que debian servir de urdimbre, atando- sus p dos palitos apropiados y de largo suficiente para dar\cabida a aise extendfa y estiraba la urdimbre, afirmando uno de estos tra- tod Fae ANE eects sis extccmnos\edhocquctapiiitecuntlealab dos Mole oa doles con ‘cuerdas en una rama fuerte, mientras el otro traves: *@ 30, Eprroriat Hopay colgaba o era atado delante del tejedor. En esta forma los hilos quedaban_ Sean wae Plano y recibian Ia tensién necesaria por el peso del “plegador”. Sobre éste se enrollaba la tela terminada, acercdndose paulatinamente el ar+ fesano en su tarea al sostén de fa otra punta de los hilos, el “enjulio”, Asi se aseguraba el o; rden y la tension correcta de la urdimbre, permi- tiendo al artesano lograr un buen trabajo, pasando pacientemente hilo por hilo de la trama. Esta se entrelazaba estrechamente con lo urdimbre, una Yc ajustadas las pasadas una al lado de la otra, Semejante disposicién de los elementos mas primtivos del telar, a lo que’ quedaron reducidos los prepa- tativos para la ejecucién del trabajo, se han mantenido hasta hoy entre Jas tribus indigenas de ciertas regiones, Prien: ‘Al principio tos tejdos eran més bien unas fajas celativamente angostas f7 SS" “y-cortas, las que se iban uniendo hasta obtenes urs pieza del ancho y largo deseado. De esta manera, por ejemplo, se confeccionan todavia los cclebos chales de: Cachemira !eqilalTadlalucgoleclempccaleleeesge: eatrailinstiee hilos de Ja urdimbre de un largo conventional, cuya atadura ea el enjulio se iba corriendo repetidas veces, hasta terminar todo el largo de la urdimbre, Produciéndose de este modo ya telas mas largas. Este sistema se puede ob. Servar actualmente en muchas partes todavia, tanto en Laponia como entre las tribus del Cameron, en el Africa Central y.ottos, En. Turquia se encuentra otra forma de tejer, bastante primitiva, El enjulio esté atado con fuertes cuerdas en la parte superior de unos palos largos que se apoyan con sus puntas en“una pared, formando un espacio triangular. La urdimbre cuelga delante del tejedor, atada en otro palo, sobre cl que ¢ste va enrollando Ja tela confeccionada, tirando el plegador a la vez hacia abajo, para poder seguir trabajando en una Posicién cémoda, Una ramita bien alisada, en la que ge enganchaba el hilo de la trama, era probablemente el primer accesorio para pasarlo con mas facilidad que con los dedos, tomando 0 dejando los hilos de urdimbre en un orden deter. minado, Esta herramienta de madera adquirié Iuego una forma similar a ‘una aguja que mds tarde se hacia ‘de metal. No es otra cosa que la forma Primitiva de la naveta’de disefio convencional, muy difundida entre Jos te- Jedores de todas partes del mundo y que’se emplea comunmente entré nos. otros en los telarcitos de mesa. Su forma més perfeccionada y. de mucho jor rendimiento es Ja Janzadera, que usan los dems telares domésticos ‘e industriales, Sin embargo, traténdose en este dltimo caso ya de una fun- ci6n especializada para Ja ejecucién de adomos y dibujos en la tela, se ne. ‘cesita 0 una disposici6n particular de los hilos que componen 1a" edimbge0 ayuda de otros accesorios., Entre ellos, la sencilla nayeta, poro ‘iuenos 4 la tejeduria casera, ocupa un lugar preferente, Sle ‘Teyipos y Teranes’Caseros 31 No obstante representar el empleo de este primer utensillo una’ ven- taja palpable para el tejedor, atin con su ayuda era engorrosa st tarea y Progresaba muy lentamente. Pero, una vez levantado encima de la ramita cada segundo hilo, la ‘urdimbre qiedaba separada en dos planos, por cuya abertura se deslizaba facilmente el hilo de la trama, Esta observacién suigiri6 probablemente a los tejedores primitivos la idea de buscar la manera de conseguir el mismo efecto, sin la necesidad de tener que levantar alternada- mente los hilos en la ramita, Tal objeto, al-parecer, se cofisigui6 finalmente enlazando cada segundo de ellos con un hilo y atando éste después de cada enlazada en una varita, euyo largo debia sobrepasar el ancho de la urdimbre, Repetida esta operacién en los mismos hilos, peto desde abajo, se podia hacer » subir la’mitad de la urdimbre a un nivel superior 0 bajarla a una posicién inferior al plano de la otra, que no se hallaba'obligada a seguir el movi- miento. Sélo habia que levantar el palito, al que quedaban atados los hilos, + al revés, tirar hacia abajo el del lado inferior, para producir la abertura 0 alada” y pasar el hilo de trama sin inconvenientes, De tal manera surgié otro elemento fundamental de Ia tejeduria, la “perchada”” © “cuadro" con sus “mallas” que;se ‘sigue usando’ invariable- ig" mente hasta en los modernos telares’ mecanicos, Con este nuevo accesorio Siwedl, se facilitaba bastante el trabajo y fué acelerada su terminacién, siempre que ‘iter’ Se trataba de la confetcién de-una tela plana y completamente lisa. Mas, ‘iets, cualquier dibujo oadorno de la tela, se podia conseguir solamente, usando 5 para levantar y bajar los hilos de urdimbre en el orden requerido por’aquél, Jos dedos o la ramita. Posteriormente se reemplaz6 aquel dispositivo primario Por una especie de peine, compuesto de una cantidad de listoncitos o’cafii= tos de madera agujereados en su centro y sostenidos firmemente en cada“ extremo por listones transversales del largo apropiado que mantenian aque- los a la vez ligeramente separados entre si, El niméro de los listoncitos por lo menos debia alcanzar el de la mitad de los hilos de urdimbre que se queria utilizar para el tejido; pues, éstos, tenfan que pasar alternadamente ~ por las perforaciones del centro de aquéllos y por la ranura dejada entre dos consecutivos, Entonces los’hilos enhebgados en los agujeros eran arras- __ trados por esta herramienta hacia arriba o abajo del nivel de los otros, que “se deslizaban libremente en las ranuras, sin altérarse sw plano originario)” _* Bra’ facil darse ‘cuenta’ de Ja superioridad de Ja nueva forma idead ~ para este accesorio sobre la anterior. Con cualquiera de las dos se podia ~ separarla urdimbre en dos porciones de hilos con un solo movimiento de "mano, dejandoabierta la calada, ya arriba, ya abajo de los hilos en reposo 0 de la trama,’ Pero, aparte de ésto, la rigidez del nuevo tipo permitia conseguir este fin,” ejecutando el ‘movimiento respectivo ibiar la'posi¢ion de la mano. Por afiadidt ult mas rapido y tam — ind ees psucussileat i 32 EbrTorian Hossy bién de mayor precisién su efecto, por ser imposible un desplazamiento Jateral de los hilos, cuyo orden y distancia eptre si no pudieron alterarse involuntariamente, En Ia evolucién posterior, la misién de mantener una distancia uniforme de la urdimbre, corresponde al peine, al que, ademas, se va usando entonces ‘para ajustar las pasadas de la trama una al lado de Ja otra, en lugar de hacerlo con la naveta, Quiere decit que, el accesorio en cuéstién, reunia’ las funciones de la perchada con la del peine, aunque no era muy apropiado para apretar la trama. Sin embargo, es un instrumento bastante difundido, del que se ha- Man dotados corrientemente también los telares sencillos de mesa que se construyen actualmente, A la vez se Jo utiliza también sin armaz6n algu- no y con muy buenos resultados para tejer cintas, cinturones de poco an- cho y aplicaciones de adorno. Pero en lugar de componerse de listoncitos angostos, perforados en su centro y armados en dos listones, estas “‘plan- chitas” de tisaje son generalmente de un tipo algo diferente, Estn he- chos en una sola pieza o sea una tablita delgada, provista de las hendi- duras y perforaciones correspondientes, lo que simplifica su fabricacion y aumenta atin més Ia rigidez de esta herramienta. ~ La etapa siguiente de la evolucién de la tejeduria, en lo que se refiere a los utensilios empleados en Ja misma, ha sido mAs bien una €poca de pe- quefias modificaciones y mejoras de sus formas primitivas, que un cambio fundamental de las mismas. El progreso real, no obstante, se observa en la combinacién de los efectos de los elementos mencionados en los parrafos anteriores y su reunién en un aparato sélido, el antiguo telar a mano. Su recio y pesado armazén de cuatro fuertes pilares, unidos firmemente por sus Jargueros yi travesafios respectivos, a plomo y en escuadra exacta, no s6lo facilita el montaje y ajuste de los accesorios necesarios para la tarea del tisaje, sino que su rigidez es una condicién esencial para mantener el pa- salelismo imprescindible, ante todo, de los dos plegadores principales y poder sacar un trabajo perfecto. De éstos, el rodillo para la urdimbre esta sostenido en dos soportes montados en los pilares traseros, y el segundo ro- dillo para Ja tela en una bancada en Ia parte delantera, cerca del centro del telar. Ambos se hallan acompafiados de otro plegador fijo, llamado “del fondo” y “de antepecho” respectivamente, sobre los que se desliza por un lado Ja urdimbre y por el otro Ja tela, antes de‘ enrollarse en los ro- ~~ Mientras al principio se sujeta los rodillos plegadores) aténdolos en a deseada, més tarde estos llevan en sus extremos unas ruedas " dentadas ,de trinquete, que permiten fijarlos con mas facil ad yy variar Ja. " tensién de los hilos, En el plegador de urdimbre se reemplaza luego la rue~ un dispositiv gee Este se compone de doe\poleas ‘Tempos ¥ TeLanes Caszros 33 fijas en ambos exttemos del mismo, sobre Jas que estén afirmadas * en- rolladas, en ‘sentido inverso al observado por la urdimbre, ‘dos correas de Fuyas puntas cuelgan unas pesas, Su traccién mantiene Ja urdimbre bajo’ tna tensién conveniente, siempre pareja y facilmente graduable, Esta innovacion tendia, ademAs, a eliminar los aumentos bruscos de {a tensién, producides por el movimiento de los cuadros al abrir la calada, haciendo posible trabajar ahora sin inconvenientes con hilados més’ finos ¥ mas débiles también en la urdimbre, La incorporacién. de esta.mejora en Jos telares incluy6 todavia otra ventaja, Se,evitaban los repetidos eine vitables ajustes de la tensién de los hilos durante el tisaje y, ante todo, cada vez que el tejedor debia avanzar Ja urdimbre y.enrollar la tela te. minada en su plegador para proseguir su tarea. : Mientras tanto se habla modificado también el antiguo cuadro, com: Puesto de listoncitos armados en dos listones paralelos. Su utilidad se lie mitaba practicamente a la confeccién de géneros lisos, por el hecho de arrastrar en sus movimientos siempre la misma porcién’de urdimbre, Re+ Partiendo los hilos de urdimbre en las hendiduras y perforaciones de dos : © mas de tales cuadros y combinado su accién, se progresaba evidentemen- te hacia una variacién de los disefios de los tejidos, Pero habia que dismi- ' nuir el ancho de los listoncitos y abrir lo més posible las hendiduras entre ellos, para evitar un entorpecimiento mutuo del libre movimiento de los hilos enhebrados en cada uno de los cuadros. Poco a poco los listoncitos fueron reemplazados por cordoncitos con un ojal en el medio, Jas ‘‘mallas”, atadas perpendicularmente en dos varillas paralelas que abarcaban todo el ancho del armazén del telar, Este nutvo tipo de cuadros.colgaban unidos en pares con correas 0 cuerdas sobre rodillos, lo que facilité su ascenso y descenso y aceleraba el A cambio de Ja calada. Luego, en Iugar de empujarlos directamente con la’ mano, se comenz6 a instalar en los telares unos pedales o cArcolas, atando = cada una al listén inferior de uno de los cuadros. Ahora, con una presién : del pie sobre Ja cércola correspondiente, se podia hacer bajar o subir a gusto los hilos de urdimbre que ocupaban los ojales de las mallas en el cuadro respectivo, Haciendo accionar entonces los cuadros de a uno o en grupos de dos o tres a Ja vez, se obtenia una gran variedad de disefios en ~~ Ia tela, sin m&s que pasar sencillamente el hilo de trama por las caladas que se iban abriendo sucesivamente. usin La vieja naveta ya no era Jo més indicado para esta nueva manera de tejer, pot siitamafio relativamente grande que la hacia poco manuable . incémods, ‘especialmente cuando se queria acelerar el ritmo del trabajo. | Perinat Idrgo, pero haciéndola fikg'griiesa y hueca en el medio, se Tlegé a 3 j'él'suficlente espacio para di ele» ey e Wa 34 Eprroriat Hoppy * : = cabida a una canilla de la que se deslizaba el hilo de trama al pasar por las caladas. Con ésto se tenia la primera “lanzadera” a mano que, como indica su nombre, debia ser lanzada por la mano del tejedor de una hasta Ja otra orilla de la urdimbre. De estas lanzaderas primitivas de mano exis- te una serie de tipos individuales, que se distinguen solamente por pe- quefios detalles que revelan alguna exigencia o gusto particular. Todas, sin embargo, tienen en comtin el casco cénico hacia ambos extremos, he- a cho de madera dura, muy bien alisada y pulida, cuyo interior forma el re~ i ceptaculo para el hilo de trama. La canilla respectiva se colocaba en un husillo replegable, haciendo pasar la punta del hilo por un gancho de 2 guia y luego por un ojal practicado en el costado de la lanzadera. A esta altura de la evolucién técnica de la tejeduria Ja mision de una separacién uniforme y del mantenimiento del orden de los hilos de ur- dimbre, confiada antes al cuadro antiguo, habia sido delegada en un ac- cesorio especial, el peine. Sus dientes eran formados por trocitos de cafia, : bien pulidos y de unos 10 cms. de largo, que eran afirmados en dos va- s tillas de largo adecuado, enlazando y atando sus extremos por medio de un cordén, generalmente untado con resina o brea para aumentar su ad- hesién e inmovilizarlo. Conseguiase mantener parejas las'distancias entre e los dientes, recurriendo al mismo grosor del cordén que daba una o mas yueltas ‘adicionales en las varillas. Finalmente, se sustituy6 los trocitos de cafia por tiritas delgadas de latén o hierro. w / El peine era mantenido en su posicién y altura correcta por un soporte que le encerraba como un marco, reforzando su rigidez, que podia mecerse sobre dos brazos en la prolongacién de sus costados, el batan. Con su ayu- da se imponia al peine un movimiento de vaivén, con el que se iba ajus- tando el hilo de trama al lado de la pasada anterior, sin que hubiera ne- cesidad de apretarlo con el canto de Ja naveta o por otro medio similar. Con ‘el uso de las primeras lanzaderas se presenté la conveniencia de agregar en el batan y al lado del peine un list6n, sobre el cual apenas se apoyaban Jos hilos del plano inferior de la calada. Tratabase de impedir de este mo- do, que, al arrojar la lanzadera por Ja abertura, en lugar de llegar a la 5 orilla opuesta de la urdimbre, acaso su mismo peso podria hacerla desviar- Arejerla se y pasar hacia abajo. — "Siti Todavia faltaba algo, cuyo advenimiento aumentaba mucho el rendi- 7 miento del telar, sobre todo, cuando se trataba de la producci6n de tejidos lisos o de diseios sencillos y permitia darles un ancho bastante mayor. Hasta tanto el limite de éste habia sido aproximadamente la medida que el tejedor podia abarcar sin dificultad con sus braz0s, cuando tiraba Ja Janzadera de orilla a orilla, agarrandola de pronto ya con la una, ya con la cuerda feruna Bejora ‘mano. En el afio 1733 el tejedor inglés John Kay dié a conocer un dis- ae ey ok & positivo ideado para arrojar la lanzadera por Ja calada con el impulso de un tirén asestado a una cuerda ligada a dos tacos. Estos se deslizaban en una especie de cajas a ambos costados del peine, que recogian alternada- mente la lanzadera, hasta que a continuacién el taco respectivo le trans- mitia otro empuje en sentido inverso, | Teywwos ¥ Tetares Caszros 435 : Ta incorporacién de este agregado a los telares, hasta cierto punto, Provocé también la modificacién del método acostumbrado de tejer, permi- tiendo acelerar notablemente el tisaje y aprovechar todo el beneficio brin- dado por este nuevo invento, Su influencia en Ja industria textil de aque- lla €poca se puede apreciar por Ja circunstancia, que relativamente poco tiempo después, cuando ya se generalizaba su uso, empez a notarse una creciente escasez de hilados, de los que antes habia, mas bien, abundan- cia, Esta situacién empeoré continuamente y hasta tal punto, que se ofre~ cian premios a quien supiera trazar un proyecto realizable para elevar Ja produccién de hilados, o disefiar una maquina de mas rendimiento de lo que se podia conseguir con los métodos usuales. Efectivamente, datan de estos momentos los esfuerzos de aquellos inyentores que finalmente logra- e ron dotar a Ia hilanderia de los adelantos técnicos indispensables para cum= plir su obligacién natural de proveer el material necesario para la tejeduria, sino que pronto le imprimian el sello de una completa mecanizacién de la elaboracién dp los hilos, ‘ De esto ya nos hemos ocupado en el capitulo respectivo y mencionado también el atentado del populacho incitado por los hiladores furiosos con~ tra las maquinas de Hargreaves y su destrticcién, De tal hecho se despren- de ya, que la situacién respecto a la escasez de hilados habia ido cambian- . do durante los 30 afios transcurridos desde que Kay present6 su invento, ‘Una vez que empezaron a funcionar las maquinas hiladoras, considerable- mente perfeccionadas de Arkwright y sus sucesores, la industria textil se veia indudablemente frente a un creciente exceso de hilados disponibles, Ya no se puede pedir una prueba més irrefutable de la gran interdepen- ° ; dencia de Jas dos ramas principales de Ja industria textil que los aconte- o cimientos recién apuntados. ‘ i : '__ Tal estado de cosas seguia hasta el afio 1786, cuando el presbitero Edmundo Cartwright logr6 construir el primer modelo de un telar me- e canizado, A causa de una apuesta, Cartwright se dedicé a estudiar el fun- 1 sionamiento de los telares a mano, pues sabia muy poco de esta técnica, 2 "Finalmente vié recompensado su esfuerzo al hallar la manera de coordinar ‘ _ ¢l movimiento de los cuadros con el vaivén del peine en el batén y el dis 5 paro de Ia lanzadera de Ia caja respectiva por lace abierta hacia ef ino 0 el otro borde de la urdimbre,alternadamente, an ein _ Esta concordancia de su accién se consigue de Ja’ siguiente mia, 36 Eprroria. Hossy unos discos montados en un eje apoyan sus bordes, recortados en una cur- va excéntrica, sobre las carcolas, apretando y solt4ndolas sucesivamente al dar vuelta el eje. La rotacién de éste, originando la de los discos, esta co- Sfauca’ ‘elacionada con el movimiento de vaivén del batén por medio de palancas sveren"it! y engranajes de forma tal que la abertura maxima de la calada, producida Eien’ por el movimiento de los cuadros, coincida con el instante de hallarse el tae a batdn a su lado. En este mismo momento se hace funcionar una palanca, Eis Ja espada, que a veces termina en una especie de martillo. Su golpe ex- sretsie- pulsa Ja lanzadera de 1a casilla respectiva a través de la calada hacia la otra, donde es xecogida. Trabajando el telar con dos cuadros, cada ciclo comprende una vuelta completa del eje con dos fases, la una de ascenso y la otra de descenso de cada cuadro. Como éstos se hallan ligados por unas cuerdas que pasan por un rodillo, cada cual_efectiia el movimiento ‘puesto al del otro. En consecuencia se abre Ja calada en cada fase, para dar paso a la lanzadera con el hilo de trama, ya desde la una, ya desde la otra orilla de la urdimbre. A continuacién el peine llega a ajustar la pa- sada al lado de la anterior, al tener el batfn su inclinacién maxima hacia adelante. ; ' a A Cartwright Je sucedié con su invento lo mismo que a Hargreaves, pues se atraia el odio de los tejedores que, temiendo perder su ocupacién ‘Se y exasperados, se amotinaron y despedazaron sus mAquinas. A pesar del dafio causado, pues segiin las crénicas en aquellas revueltas fueron des- truidos en Inglaterra mas de 100 telares mec4nicos, naturalmente, no se Jogré contener Ja evolucién mecénica, pues, ésta siguié avanzando a gran- des pasos hasta culminar en las instalaciones complicadas de la industria moderna, con su adaptaci6n especial a las distintas etapas de la elabora~ cién. Sin duda el siglo XVIII ha sido muy fructifero en inventos, y una €poca de grandes progresos de la industria textil hacia perfeccionamiento mecénico notable, E] mismo Cartwright habia fundado.ya una fabrica de géneros, en Ia que trabajé con 20 telares mecdnicos y que desde 1789 sac ~ Ja fuerza motriz necesaria para su funcionamiento de una de las primeras méquinas a vapor, inventadas veinte afios antes por James Watt. La iltima parte del tisaje, que por su propia naturaleza presenté mas dificultades para una ejecucién mec4nica, era la reproduccién de dibujos y adornos en las telas, exceptuando disefios m&s o menos corrientes y senci- Ilos. Su ejecucién por medio de navetas habia sido desde tiempo atras un "motivo de preocupacién para muchos tejedores, por la lentitud que impli- _ caba este procedimiento, Sin embargo, se tatdé mas tiempo hasta alcanzar ‘Teswos y TeLares CaseRos 37 oe eRe eS un procedimiento factible y promisor, fué el mn. en 1723. Este utiliz6 una serie de ganchos y agu- jas accionados por el paso de un papel do di 3 desea, pata selecconar los cundaee’s bite de aalinbve, sue deblan sz eres pare suadros © hilos de urdimbre, que debian ser 9s. Cinco afios més tarde, Falc6n, un compatriota del primero, ide6 ya algo inejor, empleando tiras de cartén enlazadas en ambos extremos, para formar dibujos mas completos. Por medio de un prisma de madera que, dando vueltas, las enganchaba, iban pasando sucesivamente frente a unos ganchitos ubicados en un soporte movedizo, la grifa. Los ganchitos en- ‘ traban en accién, cuando fueron empujados de su posicion de reposo por unos taruguitos colocados en las perforaciones respectivas de los cartones: Vaucanson, inspector oficial de las tejedurias de seda de Lyon, combin6 F en 1745 ambas formas de Seleccién de los hilos de la urdimbre en un apa- rato con cilindro mévil para el cambio de los cartones. Pero recién Jacquard Ilegé a resolver el arduo problema de una manera realmente satisfactoria con la maquina que lleva su nombre. Esta permitia ya realizar toda suerte de dibujos con toda exactitud y fué presentada’ al piiblico en el afio 1801. Pero cuando trat6 de introducir su uso en todas las sederias de Lyon; corrié idéntica suerte como dos otros inventores del mis~ mo grupo. Los trabajadores se amotinaron y Jacquard tuvo que huir para salvar su vida. Mas luego el gobierno francés compré' el invento. Hay, que conyenir que se trata de un mecanismo bastante complicado y delicado, a Ia vez, respecto a posibles errores en la preparacién de un trabajo que se proyecta ejecutar. Entretanto han surgido varios perfeccionamientos del modelo primitivo, que procuran suprimir los inconvenlentes encontrados, 0 aumentar el alcance de Ia aplicacién de esta maquina; detalles que ya es- capan al fin de esta resefia. La complejidad del mecanismo aumenta a me- dida que los decorados de las telas ejecutadas, con ayuda de estas ma~ guinas, van adquiriendo una calidad insospechada. ‘Aunque el telar desde ahora ya no necesita una’ intervencién continua de la mano del hombre y se hace cargo de gran parte de Ja tarea del te- jedor, su funcionamiento debia interrumpirse en cuando terminaba. el hilo de trama enrollado en Ja canilla de la lanzadera. Y cuando ms ligero tra- bajada, tanto mas pronto debia parar y cambiarse la lanzadera vacia por otra cargada, hasta que en 1840 ,Charles Parker ideé un dispositivo que efectuaba esta operacion automaticamente y reducia las paradas necesarias fauna fraccién del tiempo de antes. Sin embargo, el invento no'lleg6 a tener mucha difusi6n, mientras el segundo método de efecto idéntico, pa- tentado a Patrick Mac Farlane en 1857, restilt6‘el, preferido por la indus- “ria, Este, en lugar de reponer Ja lanzadera, éXpul ba ‘solamente la cani- la de la misma, apretandola’hacia abajo con laveargada que quedaba’ en- iia itt ny cys Sy : : < \ 38, Epiroran Honpy chufada en su lugar, Naturalmente 4 idea’ que ademda Tera, € precisaba un tipo especial de lanza- aie if honda un recorte de forma tal, que se en- el 10 de trama, cuando -zaba lizi de Ja canilla con Ja primer “picada’ de la lesan fate ob retenida en Ja orilla de la urdimbre, : . ee ae fue apa Principalmente por Jos telares automdticos ver en 1885 y wjcics eto" Presentados a la industria textil por primera fe biée dae naOS Sucesivamente. Pero a patente respectiva, que Salle cecannléa las ‘mejoras’ introducidas en el invento de Mac Faslone, saltsinecten lent 1894 ME athaiislarea yaltenianl'an iegoatintglieaady con tinamente ‘de. conillag|cargadan, Jas‘ que mediante un’ braces terminade ca ines pinzas, fueron introducidas, unos traa otra, en la Janzadera tan prom. to se vaciaba la anterior. Esta con un golpecito era reemplazada-por una nueva ¥ expulsada hacia abajo en el mismo instante, reduciéndose por con- figulente @ un minimo|la pérdida de tiempo, causada por esta operacién, Bl opesario a su vez tenia, que concentrar au atencién exclusivamente a le Vigilancia de Ia marcha correcta y de la alimentacién continua del telar con el hilado necesatio, a mas del cuidado exigido por su mecanismo delicado, Este incluia también un dispositivo que provocaba el paro inmediato del telar, en caso de cortarse un hilo, evitando de esta manera sensibles de- fectos en los géneros a causa de tales fallas, oe Por lo visto, el antiguo tejedor, relevado por la méquina de su tarea ma original en el tisaje, se convierte paulatinamente m4s bien en mecénico feigsces que ahora, en lugar de uno solo, atiende hasta seis telares. El gran des- ‘gbeiéa arrollo que evidentemente habia adquitido la técnica constructora de ma- | eefsioo quinas textiles, fué colmado con la apaticién de las modificaciones espe ciales ideadas por el japonés Tayada, En sus telares la alimentacién con- tinua, el control automético y la seguridad del funcionamiento correcto € ininterrumpido, han Iegado a tal limite, que una sola persona puede fis. calizar un mimero diez yeces mayor. Es facil comprender el significado de » la capacidad productora de semejantes instalaciones para la industria, aun- que su costo sea elevadisimo, Por la misma raz6n se justifican tales in- versiones solamente, cuando se puede dar por asegurada una salida con- veniente para Ia elevada cantidad de géneros fabricados. Tal condicién "comercial y el peligro que ésta se vuelva ruin, haciendo finalmente antieco- " némico y perjudicial lo que puede constituir un progreso admirable y un so més de la humanidad hacia una era mejor y de abundancia de articu- Jos de primera necesidad. : +A pesar del Pporuegsentc perfeccionamiento del telar mecAnico, los ~ industriales y sus técnicos no se muestran satisfechos del todo de sus cua- ‘primero por la sensibilidad de las maquinas a cualquier desajuste oF (PS Si ‘i one z nee ae ee ‘Teywos ¥ Tetares Casnos “ee casual, segundo y principalmente por los inconvenientes que representa el empleo de Ja lanzadera, pues, la fuerza’ motriz absorbida por las picadas es bajo cierto punto de vista desproporcional al efecto obtenido, y este de- fecto aumenta répidamente'sa relacién, cuando se eleva el némero de pa- sadas por minutd, De este problema se habia ocupado también Vaucanson, citado ya como inventor de una de las primeras mAquinas de ligar, cuyos principios entraron también en la construccién de Jacquard. El método adop~ tado por éste difiere completamente del usual para el tisaje, pues introdu- ce Ja trama’en Ja calada de Ja urdimbre mediante una especie de largas agujas enhebradas'con el hilo, que se desliza de bobinas dispuestas a am- bos lados del telar, Otros inventores le han seguido por caminos similares, sin que ninguno de sus aparatos consiguiese imponerse. EI obstaculo:prin- al en este sentido era su velocidad de tramar, inferior a Ja alcanzada con Ianzadeta, aunque algunos de estos dispositivos legaron hasta 80 pa- sadas por minuto, Recién el inventor alemén J, Gabler parece haber encontrado una so- lucién conveniente para el tisaje sin lanzadera, El trabajo esencial de in- troducir Ja trama en Ia calada, ef ejecutado por unas pinzas, La primera de ellas conduce el hilo sostenido por un“guiahilos desde el mismo hasta la mitad de la calada, donde la segunda lo toma para llevarla, hasta la ori- la de Ja urdimbre, La mAquina ha sido adoptada por varias fabricas con buenos resultados, pero en cualquier forma se debe suponer que el avancée de Ia técnica en este nuevo rumbo no ha terminado. En cambio parece no existir gran esperanza para una generalizacién del uso de otro tipo, bas- tante diferente: el telar circular, que nacié también del intento de reem- plazar la accién de la lanzadera por algo mejor, Tal clase de maquinas, ain de detalles constructivos y efectos distintos al telar citado, se encuentra bastante difundida en una rama lateral de la tejeduria, en la fabricacién de tejidos de punto, Se especializa su empleo en la produccién de medias y piezas tubulares de tricota, que no corresponde tratar en este manual. ‘Terminando nuestra exposicién de acontecimientos destacados, que re- saltan como grandes marcas en el curso de la evolucién larguisima de la industria textil desde sus origenes primitivos hasta un grado muy elevado de una fabricacién mecénica de géneros, los datos reunidos en los parrafos recientes evidencian un hecho innegable: El adelanto asombroso de la in- dustria textil moderna hacia una expansién amplisima de su capacidad de produccién esta fundada en inventos de unos pocos hombres, Su observa- cién atenta y sagaz del proceso fabril y su capacidad de imaginacién les Mlevaron a la solucién de los problemas bésicos para el extraordinario _ progreso de este sector de la técnica, Este es redlmente asombroso, cuan- ‘do se recuerda que las mAquinas semiautométicas y automaticas:empezaron iS His paar * Eprroriat Hopay ‘Su carrera en la industria textil recién hace apenas 200 afios. Pero pa- » Fece mis sorprendente atin, que el humilde telar a mano no s6lo ha sobre- vivido la formidable avalancha de la industrializacion en gran escala que podemos observar en todas las actividades textiles, sino que parece des- ~ Hnado a ejercer una influencia notable en el desarrollo futuro de la fabri- caciGn mec&nica, ante todo en lo que refiere a gusto selecto y belleza de telas y tapices, : i & CAPITULO III Seleccién y Preparacién de las Fibras Textiles Antes de ocuparnos de la técnica de los diversos métodos empleados Para convertir los hilados en tejidos, debemos echar una mirada a las ma terias primas que intervienen en la elaboracién de aquéllos. Las fibras naturales mas importantes, por su uso en la industria textil, son; las la~ nas, la seda, el algod6n, el lino, el cAfiamo, el yute y sus similares, Por lo visto, los materiales de procedencia vegetal son bastante més variados ‘qué Jos de origen animal, Cualquier clase de ellos tiene sus propiedades espe- ciales, que influyen decisivamente en las caracteristicas presentadas por el articulo manufacturado con los mismos. La documentacién histérica del uso de las fibras nombradas, descu- bierta en el curso de Ja investigacién de culturas desaparecidas hace muchos siglos, ya nos presenta hiladés de un acabado tan calificado, que no deja , lugar a dudas respecto a la antigiiedad de esta técnica y del empleo de aquéllos para confeccionar tejidos en tiempos muy remotos. Esto se expli- ca por sus calidades excelentes para tal objeto, su flexibilidad y resistencia mecanica y sus propiedades aisladoras contra cambios de temperatura, que todas las fibras textiles poseen en mayor o menor grado, A ello se agrega su facil elaboracién casera en hilados, que, con las exigencias crecientes de mejor calidad y mas vistosidad de las telas, ha ido progresando paulatina- mente hacia tipos mas finos y mejores, como resalta de la crénica respec- tiva en el capitulo precedente. En cambio la incorporacién de maquinas es- peciales en el tratamiento de la materia prima ha contribuido en primer lu- gar a aumentar el volumen’de la producci6n y a'rebajar su costo, lo que ha hecho posible, también, la’ fabricacién en masa'de tejidos, y a precios baratos. ie No obstante, la practica del hilado casero de las fibras mas usuales per- siste y da lugar a aplicaciones muy interesantes en la tejeduria doméstica, Por eso, mas adelante se dedicar& nuevamente algunas explicaciones a los edimientos empleados, en cuanto tales nociones no se hallan apunta- is ya en parrafos anteriores, Al mismo tiempo se harén més visibles las 42 Eprrowat Hossy caracteristicas de cada fibra, que conviene conocer para saber elegir acer- tadamente el material m4s apropiado para el caso. Principiando con la fibra de mayor uso en la produccién textil de hoy, el algodén, hay que desterrar un error en el que incurren no pocas personas : al considerarlo una materia prima mas bien moderna, En realidad es todo Jo contrario, ya que su empleo se remonta a tiempos muy antiguos en el : sur de Asia, principalmente en la India, donde se cultivaba la planta mucho i antes de Ja era cristiana. Con semillas de esta procedencia, los arabes ini- ciaron en el siglo IX su cultivo en el sur de Espafia. Alli alcanz6 gran extensién durante los siglos XIV y XV siguié dando importantes cose- fs chas de fibra, hasta que a principios del siglo XIX empez6 a hacerse sen- FS tir la competencia de la produccién de algod6n de la India, Egipto y aén Bui” més, de las extensas plantaciones del sur de los Estados Unidos. Esta cir- cigedé _cunstancia adversa coincidia con una situacin politica interna de Espaiia =Gja_ MUY poco propicia para su economia. A causa del decaimiento general ce~ sleaue saron pronto también las exportaciones de algodén de Andalucia y el tipo Buca “motril”, famoso en su tiempo, se vié reemplazado en el mercado internacio- nal por los que estaban surgiendo en otras partes, La tranSformacién del algodén en hilado es relativamente facil. Una vez cosechados Ios capullos abiertos por la madurez, rebosantes de blancas fibras, se procede al desmote, separando éstas de las semillas y cépsulas. Luego sigue el cardado a fin de limpiar y apgrejar la fibra para su hilado. Este se efectuaba al principio mediante los husos descriptos ya, y mas tarde con ayuda de la rueca, hasta que se llegé a utilizar maquinas y mas maqui- ming, 228 gue finalmente ejecutaban autométicamente toda In tren del bilado, _ eedales Claro esta que se podria recurrir también hoy en dia_a los procedimientos Ssmwativer. antiguos, si fuera el caso. Pero aun teniendo mucha prdctica en esta labor, seria dificil producir a mano un hilo tan parejo y bien presentado como el de Ia industria. Por eso casi siempre es preferible comprar el hilado ya tefiido y en los titulos (nameros correspondiente al grosor de la hebra) wnas adecuados para el trabajo proyectado, ya que su precio en el comer- cio del ramo es bastante barato. || Bhora es un caso diferente, cuando se trata de obtener en la tela efectos originales de un decorado particular, Para tal objeto se prestan muy | ticdssde_bien Jos hilados hechos a mano por su grosor desparejo 0 mejor atin, si con- Rte tienen de vez en cuando un trocito de mecha poco trenzada y algo floja, ‘© una especie de botoncitos formados por exceso de torsién de la fibra al hilar, Pues, Ia industria se empefia en producir tales “efectos”, a propé- "sito, mediante maquinas expresamente construidas para obtener “hilados de novedad”. Estos son muy apreciados en la fabricacion de ciertos te- . jidos ppor Ja misma raz6n apuntada ya para su empleo en la tejeduria. ‘Teywos y Terares Castros 43) Otro tipo de hilados de al asemeja al de Ia seda, el nombre de “algodon iigodén presenta un aspecto lustroso que se Hilos de esta clase se distinguen en general bajo peers a mercerizado”, Esta denominacion se refiere a un iento inventado por Mercer en 1844, consistente en un bafio del hi- Jado en una Iejia de soda céustica que modifica sus propledades fisicas y Sumenta su afinidad a los colorantes, La fibra adquiere de este modo un brillo sedoso y permanente, por lo que este tipo de hilados es muy apro- plado para efectos de adorno de mucha vistosidad en forma de guardas 0 intercalando listas de este material en colores vivos en tejidos de algodén de fondo mas bien liso y apagado, Mientras que se logra la transformacién aludida por medios artificia- Se procura obtener también nuevos tipos de algodén por el cultivo y una seleccion cuidadosa de las plantas que se aproximan mas a las carac- teristicas deseadas. De esta manera se han conseguido variedades bien de~ finidas y estables, de fibra mas finas y més largas que las corrientes. Pero se ha intentado igualmente alterar su color natural, generalmente de un blanco cremoso. Transmutaciones casuales, observadas en las plantacio- nes de California, que presentaban fibras rosadas, sefialaban la posibilidad de una modificacién de los factores biol6gicos respectivos. Esto di6 el im- pulso inicial para pacientes estudios dirigidos hacia un nuevo objetivo, acompafiados por una larga serie de cultivos experimentales. Ensayos de esta naturaleza han sido Ilevados a cabo en escala amplia tanto en los Es- tados Unidos como tambiénjen el sur de Rusia, donde el algodonero ocupa grandes extensiones de campo. Segin se desprende de las noticias publi- cadas al respecto, tales esfuerzos han tenido buen éxito, obteniéndose fi- bras de tinte rosado, rojo, verde, azulado y un pardo muy oscuro y negro. En el caso de que se trataria ya de tipos de algodén bien definidos y de cualidades hereditarias, éstos, a mas de su curiosidad, podrfan adquirir un valor comercial apreciable, pues no precisarian ningin tetido y més adn, si el color resultara indeleble 0 por lo menos més resistente a agentes’ des- tructivos (por ejemplo el sol) que buenos colorantes empleados por la in- dustria moderna, les, Una materia prima’ similar proporciona el fino a la industria textil, la que hoy se suele utilizar preferentemente en la manufactura de hilados para la confecci6n de encajes, puntillas, mantelerfa fina y ropa de cama, y en menor grado para la de géneros de vestir. Los famosos encajes de Bruse- las, por ejemplo, como también puntillas y telas irlandesas, se hacen con hilo de lino, Una limitacién relativa de sul empleo fué ocasionada recién por el auge de la industrializacién de Ja fibra de algodén, Hasta tanto la del lino, en la mayor parte de Europa por lo menos, hace apenas cien afios » era la fibra vegetal de uso més generalizado y los cultivos de esta planta fee a Ebirorian Hospy Ea cambio, en la antigiiedad y muchos siglos antes de la era ctis- cane Ja encuentra ‘ya ‘muy difundida en grandes partes de Asia y Spegalmente en, Eiptoyidonde/se|sabia elaboree'de ecca fibra, hilados y telas de calidades insuperables. En el Hgipte le indore del.lino era en es aquel tiempo una de las “ Yopdoa da cin importantisima, Cast UES" estas telas, incluso las vz nes de los’ dioses, Principales actividades que inclula una exporta- toda Ia indumentaria de la poblacion se hacia de estiduras de los sacerdotes yehasta de las image- ¥ Jas momias de los tiempos més Iejanos aparecen en ueltas en cintas o vendas de lino, y euadros pertenecien- ppresentan Jas tareas de ¥ varias fases de la elaboracién de sus fibras. Casi to- anufacturados de lino que se encontraban en aquellos oF parte del mundo antiguo, procedian del Egipto, que rabies extendido sakcom cosa nstalloel aan eigiaiR aeaai allie el afticano y hasta | finas, vestiduras y almohadas, Pero lo mismo se cultivaba el line y se elaboraba sus fibras en el Asia Menor. Arabia enviaba telas de lino a la antigua Roma. Siria y Pa- Jestina tenfan fabricas famosas y exportaban sus tejidos en cantidades apre- ciables en el siglo IV a C. Fenicia, Sidén, Biblos, Berito y otras ciudades eran grandes centros de’manufactura. En Ja iltima ciudad se producia un tipo muy estimado, el “byssos”, y Damas, en la Siria, era muy nombra- da en aquellos tiempos por sus atticulos de lino y de algodén, Durante el Imperio Romano, el cultivo y la elaboracién de las fibras de lino.se exten- dia a todas sus provincias. Segin Plinio en todas partes de Galia se tejian ya telas de lino sumamente finas, Por supuesto, se habia ido seleccionando mientras tanto las variedades $e que suministraban las mejores fibras, distinguiéndose de aquéllas sembra- >) ~ das preferentemente para extraer aceite de las semillas, Como en casos =. anélogos observados en plantas o también en animales, un mismo tipo de ~ la’planta no retine las dos propiedades dispares en su mayor calidad, si no en forma notablemente reducida, haciendo preferible explotar cada cual, ‘segtin mas convenga. Esto es mas recomendable ain, por cuanto el momen- ‘to més indicado de Ja recoleccién de las fibras de lino llega bastante antes “de! madurar Ja semilla y, en contraste a las del algodonero, se debe ex. | traerlas del tallo de Ja planta, Esta alcanza hasta un metro de altura y se "siembra bien tupida en tierras fértiles de regular humedad, para obligarla

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