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FRANZ TAMAYO OBRA ESCOGIDA PROLOGO LOS ORIGENES Ex Unico testimonio hasta ahora conocido sobre los origenes de la familia Tamayo, lo ofrece el propio Franz, en unas pocas lineas dedicadas a defen- der fa nobleza de sangte india de sus antecesores, Nos entcramos asi que los Tamayo provienen del Peni, aunque no se sabe cuando y por qué circuns- tancias Meg6 el primer Tamayo a Bolivia. De sus tatarabuelos dice Franz en el opusculo Para siempre: “Fueron caciques (Iéase principes indios} ennoblecidos con nobleza espafiola por el emaperador Carlos V en el siglo XVI. Mi padre, muy joven y en la casa paterna, tuvo en sus manos el expediente nobiliario en cuya cubierta estaba delineada [a mano del monarca. Los Tamayo de Ja rama peruana deben consetvar ese expediente. Somos marqueses de Villa Her- mosa de San José en Moquegua. En la Biblioteca Municipal de La Paz existe un nobiliario del Peri colonial, impreso en Lima, a manera de becerro tumbo, donde estén Ias pragméticas y privilegios de mi familia. Somos pues sangre india ennoblecida por Espaiia”. Isaac Tamayo Sanjinés, padre de Franz, se recibié de abogado en La Paz, yen el gobierno de Melgarejo fue oficial mayor del ministerio y dipurado por su ciudad natal a la Constituyenze de 1868. En 1892 ocupé las fun- ciones de ministro de Hacienda del gobierno Arce. Cayé del poder con su partido, cl conservador, a talz de fa Hamada revolucién “federal”, cuyo nico resultado tangible fue el traslado de la sede del gobierno, de Sucre a La Paz, en 1900, A partir de esa fecha no actué mds en polftica ni ocupd funcidn piiblica alguna. Fallecié el 8 de agosto de 1914. Poco tiempo antes habfa publicado un extrafio libro, Habla Melgarejo, firmado bajo el seu- dénimo de Thajmera, que es no solamente una defensa del gobierno del crpula taratefio, sino un compendio de las ideas que el propio Tamayo tenia sobre diversos aspectos de la vida nacional, desde Ja importancia de valo- IX rizar al indio aymara, como niicleo fundamental de la nacionalidad —lo que para esa época y dado el rampante racismo anti-indigenista que profe- saban las clases dominantes, constitufa una herejia—, hasta cuestiones de economia, agricultura, industria, educacién, reorganizacién de Ja banca, etc. Cuatro aiios antes habian aparecido en El Diario los famosos 55 editoriales que constituirfan, en forma de libro, La creaciéa de la pedagogta nacional, de manera que no puede decirse que Jas ideas contenidas en esta obra tenfan como origen aquéllas plasmadas en la obra de Thajmara. Pero es indudable la profunda influencia de Isaac sobre Franz, a quien prefirié siempre entre sus cinco hijos, no escatimando esfuerzo alguno para su formacién, desde temptana edad. Abundaron en la infancia de Franz los ptofesores privados contratados por su padre, y el nifo acompaiié a su progenitor en dos viajes por América y otro por Europa. Posteriormente pudo retornar al viejo mundo, gracias al sostén econémico de su progenitor. Padre e hijo debieron sostener largas charlas, en el hogar, en las horas interminables, en los carruajes que los acercaban a la costa, 0 apoyados en la borda de los barcos, contemplando el fascinante y sobrecogedor paisaje ocednico. En esas charlas, en el contacto doméstico con los siervos indigenas de las propiedades de su padre, y mucho mas, en la relacién intima con su madre, Franz afirm6 su admiracién y orgullo por su sangre aymaré. En ef libro de Thajmara se encuentra en sintesis la ideologfa nativista que Franz Hevarfa a sus extremos, en prosa maciza y fulgurante, en la Creacién de la pedagogia nacional. Se habla en Bolivia de una “‘generacién del 80”, en la que sobresalieron Gabriel René Morena, Mariano Baptista, Nataniel Aguirre, Santiago Vaca Guzmda, Ricardo Terrazas, Julio Lucas Jaimes ¢ Isaac Tamayo. Pero el apelativo tiene més que ver con la cronologla de sus nacimientos y actua- ciones, particularmente después de la guerra del Pacifico, que con una defi- nida comunidad de accién o de ideales, pues fucron petsonalidades de ac- tuacién individvalista © ideologias divergentes. Algunos como René Moreno, ‘Tertazas o Vaca Guamén, vivieron permanentemente en el exiranjero. En todo caso, coincidieron todos en ocuparse apasionadamente de Bolivia, des- entrafiar sus dificultades y ofrecer formulas de recuperacién nacional, luego del cercenamiento del litoral. En el ensayo que dedic6 2 Isaac Tamayo y su obra, Roberto Prudencio anota acertadamente que el padre de Franz “en nuestra historia ha de cobrar siempre un relieve singular por la extraia modalidad de su persona. Hombre solitario y arrogante, no disimulaba su desdén por Ja sociedad pacata y provinciana de su tiempo. Espiritu profun- do y cultivado hufa del convencionalismo y del lugar conmin, y se aislaba para mejor conocer y juzgar a los hombres. Fue el primero que comprendié el valor de lo autéctono y el primero que sospeché que en el indio estaba la realidad profunda de Bolivia. No tuvo repato en decir, aunque sus palabras sonaron por entonces a blasfemias, que Bolivia era un pais de indios y como a pais de indios habia que comprenderlo y encararlo... Comprendié que x toda la vida boliviana de su épaca eta inauténtica; que la frivolidad del arte, Ja insubstancialidad del pensamiento y la anarqufa politico-social procedfan de que el fundamento de ese mundo era falso y mendaz. Que el barniz ¢uropeo ocultaba lo auténticamente boliviano, la realidad misma de nuestro pais, que yacia en lo profunde y sin cuya posesién jamas podriamos llegar a su verdad. Comprendié que Io auténtico de Bolivia no eran unos cuantos caballe- retes que hablaban de Paris, vest(an de frac y chistera y lucfan por la Alameda el puiio de oro de su bast6n; que lo auténtico, lo verdaderamente auténtico de Bolivia era el indio y el cholo, la carne de nuestra nacionalidad siempre vigo- rosamente creadora, aunque siempre desdefiada e incomprendida”.* Decfa Isaac haciendo hablar al espiritu de Melgarejo: “El porvenir de Bolivia, su futura gloria, su segura geandeza, consisten en que es una nacién poblada de Ja raza més enérgica, mds fuerte, mds sobria, mds batalladora, més apta para la civilizacién y més facil pata asimilarse los grandes conoci- mientos del progreso humano. El indio, sea que lo encontréis haraposo € inculto, en los campos o en las selvas, sea que lo encontréis en mangas de camisa en los talleres de la ciudad, bajo el nombre de artesano, sea que lo admitéis en el bufete del abogado, en el escritotio del banquero, en el mos- trador del comerciante, o en las oficinas de la administracién, es el mismo indio que consttuyé Tiahuanaco, el mismo que formé la mds rica, la mas noble, la mds expresiva, la mas portentosa lengua, cl aymard, lengua madre de todas las lenguas vivas y muertas”. Al combatir el espiritu de imitacién y Ja rampante francofilia entonces en boga, aiiadia: “Contentaos con ser lo que sois; no aspiréis a afrancesaros, a imitar cualquier otra nacién, europea o americana, que haya avanzado mds que vosotros, en el camino de la vida”. “Huid de esa monotonia reinante en Sudamérica, de disfrazaros con las costumbres, con los habits, con el modo de ser de otros pueblos: seguid siendo indios, como a cada paso os lo recuerdan vuestros vecinos, sin tener en cuenta que ellos son tan indios como vosotros, 0 acaso indios bastardeados porque los ha invadido el hibridismo, seguid siendo indios pero apropiaos de cuanto Ja civilizacién ha creado hasta ef presente: usufructuad el trabajo, el ingenio de todas las naciones, de todas las razas, de todos los tiempos, sin avetgonzatos de yuestra noble y sublime cuna india y antes de ejercer la misién de reivindicacién y resurgimiento de esas enormes masas indias que pueblan wuestros Hanos y vuestras selvas, volved vosotros mismos los diri- gentes, los intelectuales, los guiadores de 1a opinién, volved a ser indios”. Isaac pone mas adelante en manos de Melgarejo una idea cata a los Tamayo: “Imitad al Japén, os lo he dicho en alguna otra parte y os lo repito hoy: asf como el Japén ha asimilado toda Ja ciencia, todo el arte, toda la industria mundial, haciendo del progreso universal, Ja industria, cl arte, la ciencia japonesa, sin dejar de ser japoneses, ni por un solo instante; hacedlo sin dejar de ser aymards”. 2 Roberto Prudencio, Ensayos Literarios, Fuadacién Ballivién, La Paz, 1977 xI De la madre, Felicidad Solares, nada se sabe, salvo la pureza de su sangre india, eAcompané alguna vez a su esposo, en sus viajes al exterior? ¢Influy6 de alguna manera en la formacidn de sus hijos, més allé del solicito cuidado y ternura con que los rodeé en la infancia? 2Fue ella la que, con sus plticas en la lengua de sus mayores, convencié a Franz de la antigiiedad superior y el portento de fa lengua aymard? No lo sabemos. Queda tan sélo el conmovido homenaje filial que le dedicara Franz en el documento de respuesta a Diez de Medina: “Me recojo un instante. Pies para siempre helados de mi Madre en la tumba, desde aqui os estoy besando y de rodillas!” “Por la linea materna en mi raza y en mi sangte no hay bislochaje. Todas las virtudes de la antigua mujer americana, aureoladas ya por Ja luz del cristianismo, tesplandecen sobre la india sobetbia que eta mi madre. Nada de birlochaje anfibio, dudoso y delicuescente. El ejemplat humano hecho como de un martillazo por la naturaleza genial y demonial, integro, totali- tario, petfecto. En mi madre por ningtn lado aparece el mestizo, el hibrido ni la mula. Sobre la frente de mi madre resplandece aquella misma majestad no de siglos sino de milenios que sobrecoge a todos cuantos contemplan por un instante Palenque o Tiahuanaco... y yo el hombre difamado de siem- pre, al contemplar el flujo milenario de las sangres me pregunto como en suefios: gcudntos de mis abuelos auténticos fueron los arquitectos de Hui- fiaymarca, la ciudad eterna, o cugntos los Ramses o Sesostris del gigantesco imperio, quiero decir los Tamayo de hace cuatro mil afios?” ¥ aqui una vez y para siempre: “en mis venas y gracias a mi madre, no hay una gota de birlochaje putrefacto”. Convendrd aclarar el sentido que da Tamayo a la palabra dirlochaje, pro- veniente, en el hablar popular, de Birlocha, muchacha nacida del cruce de la chola y el caballero, que ya ha abandonado la pollera por el vestido occiden- tal. Tiene, ha tenido siempre un matiz peyorativo, Temayo atribuye a Enrique Finot la invencidn del término, y afiade que un set asi presenta “todas las pobrezas y fragilidades que inferiorizan a ta raza, asi en lo social como en lo familiar”. Tsaac Tamayo, superior a sus compafieros de circulo politico por su versacién en asuntos hacendarios y su cultura humanistica, cra, también, Jo mds representativo de la clase terrateniente pacefia, como propietario de Jatifundios en Ja altiplanicie, Alejado de toda actividad politica desde la cafda def conservadorismo, al parecer concentré todo su interés en la educacién de su primogénito, levdndolo primero a sus misiones diplomdticas en Paraguay y Brasil, y luego particularmente a Europa. Como colaborador de Melgarejo, no seria extrafio que se hubiese bene- ficiado, como hicieron tantos validos del régimen, de la ley de 28 de septiem- bre de 1868 que establecié Ja reversién al Estado de Jas tierras de comunidad, x de Jos indigenas, para su subasta ptiblica. De ese decreto atrancaron muchas nuevas fortunas. EL hecho es que la familia Tamayo posefa, a principios de siglo, por lo inenos cuatro propiedades: Coniri, Yaurichambi, Chacoma, con 200 colonos y varios miles de cabezas de ganado, y Quena-Amaya, quiz4 la mds extensa, de 200.000 hectdreas. Quena-Amaya tenfa una espaciosa casa de hacienda, con pisos de madera, lo que era insdlito en el medio, una iglesia grande con sicos ornamentos y armonio. La casa de hacienda posefa piano y biblioteca. El autor preferido de Franz en los afios de transicién de la nifiez a la adoles- cencia fue Victor Hugo, al que lefa, naturalmente, en francés. Afios después reconocerfa esa deuda: Fue of anor do su gloria toda mi infancia, ¥ en las soledades de Quena-Amaya, subiendo y bajando cerros y con la visién permanente de Ia cordillera nevada, se consubstanciaria de tal modo con el paisaje que llegarfa a exclamar: Montes graves, graniticas bacanas, como innévil galope de montahas! No pasartis aunqua la terra pase! Yo 05 Heve para siempre en mis entraiias! Los primeros afios, pasados entre la casa solariega de la ciudad y las visitas a las ptopiedades rutales, y con sus hermanos y hermanas como com- pafieros de juego, son para Franz de una felicidad sin contratiempos. Atin no tiene idea de que en Bolivia hay discrimineciones por el color de la piel y tampoco percibe que nada hay més denigrante en el vocabulario corriente que el calificativo de “indio”. Los dias transcurren apacibles y serenos, entre Is amorosa preocupacién y carifo de la madre, y la tutela exigente del padre: Porque en rosas y miel se abrié mi cine mintié. sontisa ezerna le fortune Todo se mudé al fin, como se muden la onda, ef vienso, la’ mujer, la luna. En Quena-Amaya, Tamayo escribié su obra primigenia Odes, en 1895. Segin los recuerdas de su hermana menor, la Sta. Adriana Tamayo de Guerrero, Tamayo, que no asistié a la escuela més de dos meses, recibla clases privadas de humanidades, de piano, de alemén, de latin y de francés, gue le enseiieba su padre. Tenia una enorme capacided asimilativa, La ropa XH que usaba e] nifio, segin recuctda su hermana, era importada de Holanda y a Issac le agradaba que sus hijos lucieran impecables, En la ciudad, Isaac asistfa todos los dias a misa, a las 6 de Ja mafiana, pero no logrd nunca que Jo acompafiara su hijo Franz, En su segundo viaje a Europa, Franz conoce en Londres a la joven fran cesa Blanca Bouyon, con la que contrae matrimonio en esa ciudad, sin ef consentimiento paterno, y la pareja vive unos afios en Europa. A su retorno a Bolivia, conviven unos cinco afios mas y la unién se disuelve con 1a partida de Blanca al viejo mundo. Tienen dos hijas: Blanca, fallecida muy temprana- mente, y Anita, que vivid hasta los 11 afios de edad. La madre y las hermanas de Tamayo acogen con afecto a la cufiada europea y tratan de hacerle fa vida Tevadera, ¢Fue Blanca la inspiradora de la ‘Balada de Claribel'? Tamayo nunca reveld el secreto y con los afios tuvo incluso a menos a esta gema de la lirica hispanoamericana. Diffcil imaginar el sacudén que debié sentir una joven francesa arrancada del Paris de la “belle époque”, al llegar como tesidente a la hoya pacefia, a fines de la primera década del siglo, para incorporarse al seno de una fa- milia “excénirica” aun pata los cdnones andinos, en la que el padre de su esposo mosttaba soberano desprecio por la sociedad y la madre no aparecia punca. Por entonces la ciudad no contaba con mds de 35.000 habitantes, la ma- yoria indigenas y mestizos. Los primeros vestian camisas y pantalones de gtuesa bayeta de fa tierra ¢ iban enfundados en ponchos y Muchas pata pro- tegerse del frio, mientras sus compafieras tambi¢n iban abrigadas con mantes y largas polleras de manufactura casera. Los cholos habian adoptado el traje “occidental”, con el infaltable chaleco, a fa usanza de los caballeras. Pocos afios atrés se habia producido, después de cruenta revolucién en la que participaron activa y decisivamente los indios aymarés de la altiplanicie, el traslado de la capital de Sucre a La Paz, y ese cambio represent no sola. mente la declinacién de la vieja oligarquia surefia de “la plata perulera” como dijera el esctitor espafiol Ciro Bayo, sino el surgimiento de la era del estafio. La preponderancia del Norte sobre el resto del pais dio a La Paz un formidable impulso, como cabecera de una nacidn inarticulada todavia y a fa que esperaban tettibies pruebas. El acceso por Buenos Aires o por el puerto boliviano de Antofagasta o el puerto peruano de Arica, por entonces ya en manos chilenas, después del descalabro de 1879 en que ambos pajses perdicroa la guerra, s¢ hacia en fatgas y agotadoras jornadas de hasta dos semanas a lomo de mula. La via inds facil resultaba entonces le que, de los puertos peruanos, bajaba hasta ef xIV Lago Titicaca, de dominio comin de ambos paises. Del lado peruano partia regularmente la nave boliviana “Choya”, fabricada en los astilleros de Glasgow ¢ internada, por piezas, a los Andes a tomo de mula. Los viajetos disponfan de algunos camrotes para pasar la noche de travesia por cl Lago Sagrado. Al dia siguiente desembarcaban en el puerto boliviano de Chililaya, donde no encontraban més que los rostros cobtizos de los ayma- rs cuyo origen se perdia més allé de la colonia espafiola, del imperio incaico, de los reinos collas, m4s alld de Tiwanacu, en Ja noche mitica de los tiempos. Los sirvientes indigenas cargaban entonces el equipaje de los sorprendi- dos viajetos, 2 sus espaldas, amarrdndolos en sus ponchos, y se ditigian al ferrocatzil 0 a birlochos, catruajes ligetos de cuatro ruedas, tirados por cua- tro mulas, que hacian el servicio regular de diligencia a la capital, A poca distancia de Chililaya, uno de los dioses tutelares de !a tierra, el sobrecogedor Illampu con sus sieves eternas, salfa al paso de los viajeros, en el fondo del paisaje, llendndolos de pasmo y admiracién. El viaje se prolongaba por toda una jotnada, a galope tendido y con cambio de bestias cada tres horas. Ciento veinte kilémetros después los viajeros podian ver, al fondo de fa quebrada y desde la ceja del Alto, ef pequefio burgo que se atremolinaba a los pies del Illimani. Solamente el centro de la ciudad, que se extendia en torno a la Plaza Murillo por unas pocas cuadtas, lucia desnudo de vegetacion, pero las chacras aledafias y sobre todo la regién de Miraflores, hacia honor a su nombre: bosques y florestas alegtaban Ja vista y en los huertos se encontraba variedad de drboles frutales. La Paz se hallaba dividida en parroquias: del Sagratio, de la Merced, San Pedro, Buen Pastor, y el limite urbano, en el curso que seguia de bajada ef ro Choqueyapu que pasaba pat en medio de la ciudad, eta la Alameda, hoy avenida 16 de Julio. Més alld se encontraban las haciendas de San Jorge y de Rosasani. También los antiguos Obrajes de la colonia habian sido parce- lados en pocas haciendas. Las que hoy son avenidas Pando, América y Mon- tes, todavfa eran terrenos anegados por ef 1f0 y alli se hallaba el Cenizal de la Pactencia, que también hacia honor 2 su nombre pues frecuentemente, en la bajada del Alto, los dirlochos quedaban atascedos y habia que dupli- car esfuerzos y atmarse de paciencia hasta que los sitvientes indigenas y las suftidas mulas pusieran otra vez en movimiento a los vehiculos. Los birlochos podian llegar, attavesando la calle Comercio, hasta el cen- tro mismo de la ciudad: Ja Plaza Murillo, y en efecto, a la puerta del Gnico hotel que podia ostentar ese nombte sin ruborizarse: el Guibert, situado en Ja esquina misma de [a Plaza. Alli, cosa increible, el viajeto podia incluso tomarse un bafio de agua caliente, ventaja que aprovechaban cumplidamen- te las novias pacefias de familias acomodadas que pasaban en é! Ja primera noche de Ja luna de miel, antes de partir al campo, a alguna hacienda préxima, . Era acentuado el prejuicio contra los dafios que podia causar el bafio a esas alturas: cuando el célebre explorador inglés Fawcet visité en el Palacio Quemado al presidente Montes, éste le aconscjé que no se bafiara mientras estuviese en [a ciudad pues podia contraer una pulmonia. Unas pocas tiendas, con artfculos europeos, alegraban a las sefioras de sociedad. Alli, siguiendo los consejos de los catélogos de los grandes almace- nes de Paris, Londres y Berlin, hacfan sus pedidos de vestidos y sombreros, que les llegaban seis meses ms tarde por ta via del Pacifico. Debido a Jos pronunciades declives del terreno, eran pocas las calles por Jas que podian circular carruajes. El sitio preferido de paseo era naturalmente Ja Alameda arbolada, a donde se concurria a pie o en carruajes pequefios o sulkis tirados por un caballo o una mula. También hacian su aparicién algunas bicicletas (la primera de fas cuales Iegé a La Pax en 1896 causando gran alboroto) € incluso unos pocos automéviles (el primero habla sido impor- tado por el arquedlogo Atturo Posnanski en 1904), ¢Cémo reacciond Blanca ante esa suerte de Tibet sudamericano que era a Bolivia de principios de siglo? Qué impresién le produjo la pequetia sociedad pacefia en Ja que convivian, como ce la Rusia de los zares, siervos y hacendados? ¢Qué pensé ante el espectéculo de las madres indias que despiojaban a sus parvulos levandose los insectos a le boca cual si fueran contites? ¢Con qué distraia su tiempo mientras el marido —a la usanza del pais— pasaba las veladas con sus amigos hablando de literatura o politica, © viajaba al campo a vigilar el trabajo de los colonos? Quizé lo acompaiiaba alguna vez a las propicdades que tenfa la familia, donde, en un ambiente mucho més primitive y desolado, encontrarfa algin parecido con Jas instituciones que existfan en la Francia anterior a 1798 y sobre las que habria escuchado alguna leccién en sus afios escolates. En esas propiedades, el joven intelectual Hegado de Europa asumia el cardcter que de él se esperaba: el de hijo de don Isaac, tercateniente culto y progresista, pero beneficiario también de un sistema injusto que parecia inconmovible. Los nifios indios con los que Franz habia compartide juegos en la infancia, ahora.eran sus colonos y las distancias se mantenian aunque existiese pater- nalismo de una parte y catifio sincero de la otra. Un viajero inglés, escalador de montafias, que se atrevid a desafiar al Milimani, Sir Martin Conway, en su libro de recuerdos * ofrece una imagen de primera mano de lo que era una finca en este pais. Le recuerda un sefiorio medieval inglés. La tierra pertencce al propietario y los indios viven apega- dos a ella, “pero el dominio de los propietarios est4 sujeto a una multitud de derechos de posesidn por parte de los indios. Ellos cultivan las tiertas de dominio, el patrén provee la semilla necesaria; cada indio, en retribucién por su labor recibe anualmente cierta cantidad de tierra para su propio uso. En Ia finca, el indio debe realizar tareas para su propictario o pata el represen. 2 Sir Martin Conway, Climbing and Exploration in the Bolivian Andes. Harper ‘and Brothers Publishers, New York and London, 1901. XVI tante de él, lo que Je esta prohibido hacer para ningtin otra... Por supuesto, fuera de la tierra, un indio esté condenado a morirse prdcticamente de ham- bre, asi como estd sujeto a la misericordia del propietario de Ia finca. Por otro lado, el propietario depende de los indios para cl trabajo; si algunos fueran echados, la propiedad se desvalorizaria... el dnico sistema de agri- cultura que los indios entienden es el sistema prehistérico de sus antecesores y creo que ¢s précticamente imposible introducit métodos de mejoramiento porgue los nativos son intensamente conservadores”. Poco se sabe de esta etapa de la vida de Tamayo: desorientado ante los caminos que se Je abren, estudia medicina, instala una tienda de ropa y ob- jetos de arte, escribe en los periédicas, administra las propiedades paternas, se sumerge en el idioma aymard que dominaba desde su infancia, realizando la traduecién de la Grantdtica del profesor Middendorf. Algo hace sin embargo para distraer a su esposa francesa: los dias do- mingos institucionaliza la tertulia con los cdnsules de Francia e Inglaterra, en la casa que ocupa Ia joven pateja en Ja calle Alameda. No obstante, dadas las circunstancias, las culturas diferentes y, sobre todo, la muerte de la primogénita, el rompimiento resultaba inevitable. Pero Blanca conservé siempre a Ja distancia carifio y admiracién por Tamayo. Y quizd pensando en ella, algunos afios después, Franz pondrfa estos versos en labios de Psiquis: Dolor, dolor, dolor! eConoces ef dogat gue anuda las gargentas que sa dicen adiés? Y of silencio sin lagrimas com que se entierra un sueiio monerta en el coraxén? Tremor do despedidas, verano qus se perie, valle que se -mucre ya! Mustias sombras errantes de las mslancolbers fanerales tambores de lo: ototies pélidos! Cropiiscalos swpromos! Tristena de tristeras! Decidnas la congosa de an meno que se entierra mnerto en ei corezén! Tamayo cuenta 31 afios de edad en 1910, cuando escribe sus editoriales sobre los males de la educacién en Bolivia y la nueva pedagogta que propugna para el pais. XVII Por entonces conoce a Luisa Galindo y se enamora de ella. La pareja se une sin necesidad de requeri: ningtin documento al registro civil y menos ala Iglesia catdlica. Es el puro y simple amor que Lena el corazén de gozo y fecunda con su limo el rio de la estitpe humana. La familia de Tamayo —ma- dre y hetmanos— se oponen a la alianza y seré Luisa, con su abnegacién y dulzura, la que asegure para siempre una unidn que parecfa precaria. Una muchacha como ella pudo inspirar el “Romance aymard”: Qué sabor tiene ol perfume gue exkala tn obscure tex! Coma tna flor so consumo mi heso en 1 obscura ten Qué tibio imdn invencible entuelve tu obscura tea? —Una vibora invisible vintid se magia en tu sez! Detmayan en pleno vualo las aves si ofen tm vo7, Dulce enenenada anhelo Ja muerte jluge on in vos. Qué caricia aborrecible rompe en cristales tn vox? —Una vibora invisible canta ardorosa on tn vor! Amor tu cadera enatet y vierte on fiebse on sil Como en mecedora barca wi afin apareia en si! Qué sortilegio terrible sacude iu cherpo asi? —Uns vtbora invisible baila enioquecida en Uf Ese es, para Tamayo, el tiempo del impulso fecundo y de los grandes proyectos: funda un partido y des periddicos, publica folletos y libros, es- eribe art(culos en la prensa, desaffa a los liberales en el Parlamento mientras surgen rivales y enemigos a los que se enfrente con las armas de Ja época, brulotes en la prensa o duelos al amanecer, La vida se le oftece espléndida de promesas y sugerencias Un encantado ercana me halaga 9 me despierta Soplo de un mundo ignoto 9 aldn de nuevo cielo, 0s an ansia infinite 9 wn anhelo invencible. Sobre mis labios aridos ana sed implacable, sobre mis ojos eévidos es #0 suciba obsetor. Y a eie ssefio no basta toda ls iuz del cielo, 9 ei ved no satura Yodo el frescor del mar! XVIII SU OBRA De las varias facetas del intelecto de Tamayo, la més trascendente, sin dada, es la poética. Su primer libro es Odas (1898) donde intenta plasmar en verso la historia del pafs desde el momento en que en:tan en colisién los con- quistadores espafioles con el imperio incaico. En su ptélogo, Tamayo se muestra enemigo del modernismo al que acusa de un: emporio descarado de reducie ol Arte a ios astrechos limites del ealsive de Ia forma; ei afdn febril de originalidad 9 singularizacién, que gencralmente degenera y aboria en extravagancia; 1 miopta intelectual respecto det por- venir; ls indolencia morbosa resbecto del presente; et desprecio por ts sntigiiedad; o! expivia de lujuria que respiran todas las creaciones moder. was; le preponderancia de ld imaginacién sobre la inteligencia... Hoy of poeta ¢3 un libertine y la musa una bacante, Hoy s@ hace el arte por ef arte 4 ef arte es un jin. De abi que el arte en nuestros diss, 0 05 inmoral 0 e: falto, lo cual, miradas tas cosas en se fondo, to es neds que otra especie de inmoralided. En 1947 publica La Prometheida o las Ocednides (tragedia lirica) escrita en endecas{labos y heptastlabos. La pieza, en un acto, contiene 4.037 vetsos sin rima. Los personajes son Psiquis, Palas, Athena, Apolo, Ares, Iris, el Coro de Jas Oceénidas, Melifrén el ruisedor, y la accién tiene lugar en el Céucaso, al amanecer. En esta recteacién de la leyenda de Prometeo, Psiquis invoca su amor hacia él, encadenado en el Céucaso y condenado a sufrir que un buitre lo devore por orden de Zeus, que no le perdona haber querido levantar a los hombres de su postracién. E] coro compadece a la Ocednida y le pregunta por qué ama a Prometeo y ella replica que le conmueve su genio y su dolor. Aconsejada por el coro, Psiquis Hama en auxilio del Titén a Ares, dios de la Fuerza, que Iega precedido por Iris y es escoltado por el Miedo y el Terror, pero el dios le dice que le es imposible ayudarla y desaparece. A continuacién es convocado Apolo, a quien Psiquis entona su canto de amor a Prometeo y le pide ayuda. El dios le contesta que Prometeo se salvarg por Ja Lira. Athena, a su vez, revela a Psiquis que Prometeo se halla més allé de la muerte y Ja ninfa comprende que para unirse a su amado también debe sactificar su vida. Los dioses acuden ol Céucaso a presenciar la muerte de la herofna y surge entonces el canto de Melifrén, el rvisefior invisible. Se han dado numerosas interpretaciones de esta obra teatral, considerada como el texto poético fundamental de Tamayo y escrito no para ser represen- tado sino leido. Segtin Carlos Medinaceli, expresa “en su sutil simbolo, la angustia del Ande sediento del mar”. Por su parte, Harold Osborne sostiene también que el Prometeo del poema tamayano es un simbolo de la Bolivia mediterranea y encadenada: “aunque a menudo se ha considerado artificial sw impulso helenizante —dice el critico inglés— nadie negaré su pulcritad de forma, su riqueza lexical, su destreza ritmica, su audacia metaférica, y algo que no se menciona con tanta frecuencia, su profunda angustia, su tre- xix menda emociéa hasta el punto que atin hoy me pregunto si se trata de una proeza lirica tan sdlo, o si ademés no hay en ello una confesin (irteprimible) de la colectiva ¢ individual tragedia boliviana: su meditertancidad y su aislamiento entre Jas cumbres””. ¥ cita, a este propésito, un fragmento de La Prometheida: Odio tos montes, odio! Toda la alinta et funerva. O «8 podostel do gloria, 9 et peana de suplicio, tode igual! Mas el hombre trawwnto de ave, péjara gue on ver de volar piensa, mité siempre nostiélelco sol y a los axures: tal su amor de la altura. Guillermo Francovich afirma que “es un poema en que la realidad ad- quiere perspectivas grandiosas, en que todo alcanza categoria sideral y césmi- ca y el alma se siente transportada a un mundo que se dilata por el es- plendor de su propia belleza, pero que un dia desapareceté como sueiio”. Humberto Vasquez Machicado, baséndose en las propias ideas de Ta- mayo sobre Ia identidad de Ia poesia con la musica, compara Le Prometheida con una sinfonfa de corte wagneriano en la que pueden advertise cuatro movimientos: el primeto un scherzo, constituide por el didlogo de las Oceé- nidas con Psiquis; luego el alfegro staccato, representado por la intervencién de Ares, Itena de fuerza, pero a la vez incapaz de remediar la afliccién de Psiquis; a continuacién un adagio, formado por anuncios de Apolo, y final- mente el andante maestoso: Jas predicciones de Athenea y el adids a la vida. ‘Tras este libro viene Nuevos Rubeyat (1927) que contiene 262 cuarte- tos. En lo relativo a la forma, Tamayo sigue el ejemplo del poeta de Nisapur, pero se aleja de Omar Khayyam en cuanto a su propia concepcidn de Ja vida. En los versos endecasilabos de Tamayo se encuentran reflexiones sobre !a verdad, la sabidutia, el ticmpo, el enigma divino, la poesfa, fa ilusidn, el mistetio metafisico, la historia, asi come trozos autobiograficos; luego Scher- zos (1932), plural espafiolizado del verbo italiano scherzo {scherzi, en plu- tal) que equivale a broma 0 juego, y en el titulo se transparenta el propési- to del poeta que expresa esa intencién ligera de su canto en seguidillas, estrofas de siete versos, formados por heptasilabos y pentasilebos; a continua- cién Scopas (1939), canto dedicado a la Belleza como tnica realidad sagra- da, ultraterrenal. El argumento gira en torno a Scopas, escultor cuyo amor se disputan Doris y Aglae, la primera representante del amor sensual y la segunda del espiritual. El didlogo entre los tres personajes transcurre en ef taller-jardin del artista, donde se encuenttan varias esculturas salidas de su cincel. Intervienen también tres coros: “de Esperanzas”, “de Amores” ¥ “de Potencias”, La obra estd dedicada a la memoria de su hijo Ruy Gonzalo, fallecido mientras hacia el servicio militar durante la guerra del Chaco, y a XX quien en el Preludio, Tamayo lama simbdlicamente con el nombre de Adonais, del griego “adond”, goce sumo. Y finalmente, Epigramas griegos (1945) en numero de 302, bajo la in- fluencia, segiin manifiesta en la introduccién, de la Antologia griega, reco- leceién de versos breves de autores clésicos helenos. Los epigramas estén escritos en hexdmetros trimetros y se refieren a motivos estéticos, vivencias personales y loas a grandes poetas del pasado. En cuanto a su obra en prosa Creacidn de la pedagogia nacional (1910), es considerada justamente una de las obras capitales de Ia literatura boliviana en el siglo XX. De ella escribié Carlos Medinaceli (en 1934): “tha tenido que esperar cosa de treinta afios para imponerse en la conciencia de América y ser apreciada en lo que realmente es: la ideologia precursora de un ameri- canismo que sélo ahora esta cuajando en doctrina’”’. Hasta el triunfo de Ja revolucién “federal” (1899) cuyos resultados visibles son el traslado de la capital de Sucre a La Paz y el ascenso de] partido liberal al poder, puede decitse que la escuela boliviana, pese a las iniciativas de personalidades pre- claras como Victorian de Villalba, Simén Rodriguez, Narciso Campero y ottos, habia permanecido fiel al espfritu dogmético y oscurantista de la colonia. Después de veinte aiios de regimenes consetvadotes, los liberales apare- cfan como los portaestandartes del espiritu racionalista y cientifico que pro- venia de Europa, y que habia hecho del progteso una religién y de fa escuela la palanca del cambio social. El pais habia superado penosamente los traumas provocedos, en una sucesién de pocos afios, por fa guerra civil de 1899, el tratado de paz con Chile que significé la pérdida del litoral y el tratado con el Brasil que repre- senté la pérdida del Acte, y el gobierno de Montes disponia de las pocas libras esterlinas con las que ambos pases creyeron sérdidamente consolar ei dolor boliviano. En todo caso, ellas sirvieron pata que el enérgico presidente trazara planes de modernizacién en varios campos, entre ellos ei de [a educacién, Con este objeto envid a Europa una misién compuesta por Daniel Sanches Bustamanie, Feline Segundo Guzm4n y Fabidn Vaca Chaves, para que es- tudiasen los sistemas educativos de Francia, Bélgica, Suiza, Inglaterra y Alemania y contrataran un grupo de educadores destinados a formar la pri- mera Normal de maestros y reorganizar Ja escuela boliviana, El libro de Tamayo se origind en Ja polémica que tuvo con uno de estos comisionados: Guzmén. Influenciado por Ja filosofia alemana, Tamayo recoge ecos de Ratzel, Nietzsche, Goethe y sobre todo Fichte. Los discursos ¢ la nacién alemana, XXI dirigidos a un pueblo deprimido y desorientado, parecieran haber inspirado Ia accién redentora que se propuso Tamayo en selacién a sus compatriotas. También hdllase el ascendiente de Taine en cuanto al medio y las ideas sobre la raza. Sostiene que el problema pedagégico boliviano no se resolverd en Europa, pues no se trata de recrear en los Andes nuevas Fraacias 0 nuevas Alemanias, sino formar con los elementos que ofrece la raza un peis original que aproveche las téenicas y la alta cultura de Occidenie, pero sin vender su alma, sin perder su identidad y sus viejas virtudes. Constantemente tiene ante si el ejemplo del Japéa, pats que ha hecho ese recorrido, poniéndose a la par de los paises europeos pero sin perder su legado cultural. Expresa por tanto que debe desecharse el ‘'bovarysmo” pedagégico que consiste en copiar sistemas educativos concebidos para ottos pueblos y se- fala que Ja cuestién fundamental no est cn Ja simple instruccién, en el atiborramiento de materias dentro de un “bachillerato imbécil”’ (jel mismo de 1978!) que pretende formar “cabezas universales” con todo género de ciencias y doctrinas de acuerdo al enciclopedismo det siglo XVIII, sino lo- grar el carécter nacional. La pedagogta debe ser pues formativa y educativa antes que proveedora de simples conocimientos. Descartando el altruismo gue pensadores de los grandes paises predican al resto del mundo, como un opio enervante, proclama que el ‘inico ideal humano es “la preparacién de las fuerzas ce la nacién no en vista de un posible y necio siglo saturnino de paz y de concordia universales, sino en previsién de que la vida es lucha, sin tregua, lucha de intereses, lucha en todo terreno y en todo género, lo mismo en los mercados que en los campos de batalla”, Encuentra que la escuela, tal como existe en Bolivia, pervierte al indio y envilece al cholo y que las universidades, comparativamente més numerosas que las de Francia, constituyen un sarcasmo por la presuncién de sus objeti- vos y las mezquindades de sus resultados. Dentro de un enfoque que ha sido calificado de racista por F. Diez de Medina, pues no toma en cuenta para nada al segmento de origen hispano de Ja poblacién en sus especulaciones, sugiere una clase de educacién para los indios, duetios de “gran volantad y pequefia intcligencia”, y otra para los mestizos, inteligentes pero aquejados de desorden, indisciplina y super- ficialidad. Para los primeros requiere una pedagogia de amor y paciencia, y para los segundos una escuela disciplinaria y concentrada en pocas materias. La regla de oro debe ser ensefiar poco y bien y no mucho y mal. En suma, Tamayo propone una pedagogia que patta de 1a idiosincrasia del nifio boliviano, sobre quien el medio cjerce decisiva influencia; plantea también —contradiccién aparente— que en el descubrimiento de esa peda- gogia intervengan eminencias europeas que con los métodos cientificos més modernos sefialen fas formas y contenidos que deberd tener la educacién. En esta obra se adelanta a Toynbee al sefialar el acicate creador de la adversidad en el desenvolvimiento de los pueblos, aplicando esa idea a los motadores del Kollasuyo. “Se olvida que Inglaterra —dice—, no ha sido x mds que una yeseta y los Pafses Bajos un pantano y que ¢s un hecho frecuen- temente confirmado en Ja historia que Ja grandeza de una raza est4 en pro- porcién de las dificultades vencidas en su lucha con el medio y con los elementos ambientes” Sus proverbios sobre la vida, el arte y la ciencia, datan respectivamente de 1905, en que se publicé el primer fasciculo, y de 1924, cuando aparecié el segundo. Entre sus folletos importantes figuran Critica det Duelo (1912) y Horacio y ef arte lirico (1915), cnsayo en el que, comentando la poesia del clisico latino, Tamayo expresa su propio pensamiento sobre la Lirica: Para Horacio to fundansental es decir cosas inandites en latin, violentar la sinteis pore obtees efates pottico: és exaeaan 9 leas En Ploracio un arse sabio pone la e:meraida innto al oro ¥ los zafiros tenebrosos junto @ los diamantes impertales. Las amatisias se cliten de plasino belado y tos berilos truen el recuerdo del mer lejano. Eve julgurar del estilo, ese esmalte que cobran las palabras por el solo hecho de junsarse de clerta manera, esa magia envolvente y congnistadora que se dasprende do esertos ritmos y tiertos sones, e: la mayor ciencia técnica dentro de Is mds grande simple cidad.., El mitticismo medieval, ol subjetivismo y un romanticirme én vencible, hacen que el geuia creador ai pinte ni eseubpa; musicalite, Si Horacio teanifierts: "Ut pictura poosis", la lirica moderna verponde: “Ut musica poesis". Fueron numerosos sus panfletos, con los que alcanzé mayor fama que con su poesia. Lugar destacado entre ellos ocupa Para siempre, furibunda réplica a la biogralia (EI bechicera del Ande) que le dedicara Fernando Diez de Medina en 1942, Ni su vasta produccién de articulos de prensa ni sus discursos parlamentarios han sido reunidos en volumen. CRITICOS EXTRANJEROS Una de las paradojas de Tamayo es el absoluto desconocimiento que tiene el puiblico bolivieno (y naturalmente el americano) de su obra y la actual celebridad de su nombre en e! pais, Sus libros se publicaron a principios de siglo en ediciones costeadas por cl atitor y que alcanzaban a 1.000 ejemplares. Salvo La Promerheida, que Tamayo hizo reeditar en 1948, ninguna de sus obras poéticas ha vuelto a las prensas. Sin embargo, en dos encuestas, una de 1950 que hizo el periédico La Razén y otta el vespertino Ultima Hora en 1973, entre personas destaca- des en distintos campos, sobre las mayores personalidades bolivianas del siglo XX, el ptimer nombre mencionado fue el de Tamayo. A su muerte, en 1956, Hovieron sobre sus restos todas fas condecoraciones y su nombre figura ahota en plazas e instituciones. Su fama se debe a algunos versos, pero parti cularmente a sus actitudes en la vida ptiblica, sus ruidoses polémicas en las XXII que no hubo rival que pudiera permanecer en pie, y particularmente, su po- sicidn intransigente y dolida frente a la injusticia de la forzada mediterranei- dad de Bolivia, En ese punto fue el adalid indiscutido de la causa de la rein- tegraci6n mar{tima. Otra de las paradojas de Tamayo es la celebridad americana que legs a alcanzar en vida y el casi absoluto olvido en que se Je tiene ahora fuera de Bolivia, cuando los nombres de maestros como Gonzdlez Prada y Matidtegui o Anibal Ponce, José Ingenieros, Alfonso Reyes, o poctas como Dario, Vallejo, Lugones, Huidobro 0 Neruda, contintan siendo discutidos y apreciados y sus obras son periédicamente reeditadas y comentadas. Mucho de esto tiene que ver con el encierto fisico y espiritual en que se halla Bolivia y con el menosprecio que los poderes ptiblicos y los empresarios del nuevo riquismo vacunado sélidamente contra cualquier expresién del espiritu, manifiestan hacia fa cultura, Y sin embargo, no siempre fue asf. El nombre de Tamayo traspasé las fronteras en las ptimeras décadas del siglo. Sus mensajes a los jévenes de Perti y Costa Rica, que le fueron solicitados, demuestran que su nombre y su obta interesaba no solamente a los circulos académicos sino también a las juventudes de América. Pasemos revista a algunos juicios criticos del exterior que prueban este aserto. Para Mario Seielli, el fino y culto critico italiano, La Prometheida “es una de las més insignes producciones del sim- bolismo, del rema filoséfico, dramético y lirico. Poesta enérgica y viril, atte- vida y fecunda, alada y flexible. La Prometheida sélo puede comparatse al Hineno de las Gracias y las curabas de Féscolo. Hay que volver a los estadios clasicos para comprenderla, Pata entender Ja gloria del paganismo, al griego; para absorber la hondura def vuelo cristiano, al Jatin. Para entender a Tamayo serd preciso regresar al humanismo de dos mil afios, a la meditacién trascen- dental”, El espafiol Juan Bardina sefiala; “Franz Tamayo es la estampa viva del indio auténtico en toda su potencia. Es una potencia que lanzada desde el trampolin de una virginidad étnica, pierde poco de su fuerza inicial y puede Negax més arriba que la potencia media de un hijo de Europa”. “Hijo del Titicaca y de los asombrosos misterios de Tiwanaco, tiene la fina sensibilidad que guarda la taza bajo los pliegues de su poncho policro- mo, que a ‘Tamayo le sale a la piel, afinada por una educacién perfecta en los grandes centtos culturales de Paris. De ahi que en su persona se atinen los melancdlicos pozos de la tradicién ancestral de una raza hecha tragedia y los sms refinados aportes de la més alta cultura europea... es un enamorado de la literatura mistica espafiola y también de ia honda literatura hindi: pasea por los ocultos senderos del alma con la fruicién del pensador. Y es asi como en su vida de hombre publico trasciende ese interior contenido, vecino a veces de las regiones hipersensibles y extenuantes de una nerviosidad siem- pre tensa”. XXIV Veamos las opiniones de dos escritores peruanos. E] primeto, Luis Velasco Aragdn, quien afirma: “Franz Tamayo es un espectéculo de osadia en América. La planta humana nunca se substancié en agresividad pensadora como en este patadigma de andinismo vernacular que cual un nuevo Zara- thustra, sabe romperse dici¢ndonos su llamado en el Illimani... lo mas sustancial que el continente ha producido como arte y pensamiento... polé mico en tono mayor con un vibrar de rayos. Recién con él se anuncia el pensamiento andino: fuerte, frio, duro... revela el imperio de la intuicién que vuelve a la naturaleza para robarle su fuerza y su secreto. Nada libresco. Su fuego es un fuego inmemorial que lo invade y lo ilumina. Ha extraido lo eterno de la raza, y asi iluminando escribe y habla como una voz de los Andes que fuera tormenta, Y es tormentoso y dindmico cuando habla o esctibe. Habla a golpes de rel4mpago, flagela con ldtigos de electricidad ner- viosa. Pero siempre es como una voz de los Andes que fuera tormenta. Pero siempre cs como cl agua, fresco, puto, fortalecientc. Luis Alberto Sanchez opina: “Causa sorpresa cémo este hombre de acusado y arrogante abolengo mestizo, metido en el corazdn de la montafia, alejado ffsicamente del mundo, ha podido acendrar una expresién poética tan alquitarada como la que luce en sus libros”. “En él, el verso llega a una sintesis implacable y la metdfora alcanza considerable altura, Tamayo, pese a todo reparo, es el mayor poeta boliviano de todos los tiempos”. En su obra Escritores re presentativos de América (1964) Sanchez sefala un paralelo notable: ‘Un buscador de literatura comparada —dice— podria encontrar en La Pronzetbeida de Tamayo (de antes de 1917} coincidencia con el Paul Valéty del Cementerio marino... La cronologfa podria demos- trar (si fuese decisiva) antecedentes de Valéry en el boliviano, rasgos im- previstos y originales en todo su arte refinade”’, por ejemplo: Desde que alzaron a correr tos rfos, menos aguas flaseron a los mares que lagrimas bebis la tierra exteril! Mar ti, doliente, enloquecida ninfz, chor qué nuevo Titén plationde improcas? Quite se arranc6 de la expumante y free grata marina on quo jugande mores, 5 en pos de ti las ninfas acorrimos cual blanca grey que lleva dulce esqnila? “Qué nuevo shin tu corazén remucrde como orga vorat en tlerna rosa? Qué me tract al pie del bronco monte, wofeo de dolor, iugas de oprobio, 2 podbres fiore el manental de Tiarimas? 2Oné sendero fala tu planta busca, qué fuente ignote of sitibundo labio, qué sombra de irbol i rendida frente? Di qué dotor debo orar ahora, comsiunte adormidora de tormentos, perenne arrulladora de triswenas! XXV ilija del mar, jamie on ef verdoro palacio especular de jade ttmpido senti lamenio mas desesperado, ni supe cémo puede ser en veces Js vida mas amarga que la muerto. eCabe tanto dolar bajo ef cielo? ePaede algsin corazdn, sangrante eriba, vangrar 3h sin estallar mil veces? El argentino Juan José de Soiza y Reilly se pregunta en 1920: “¢De dénde sale este hombre? De qué nube surgié este escritor de maravillas?” “De ninguna. Es un hombre de Bolivia. Es un hombre de América Como poeta Franz Tamayo es superior a todo Jo moderno. Es un cldsico y es un futuro. Su tragedia La Prometheida es un poema luminoso, Como prosista es un herrero de ideas superiores al ambiente. Muerto Rodd, Franz Tamayo puede reemplazarlo. Rubén Dario que tuvo siempre el talento y la osadfa de buscar oro en Amética, encontté en Tamayo uma mina secreta, Con aquel su romanticismo desinteresado gue le hizo victima de sus propias virtudes, Dario proclams antes que nadie Jas excelencias de este hallazgo...” “Franz Tamayo, cuando sea conocido a fondo en los aduares del Rio de Ja Plata, serd un maestro de la juventud. Ya lo es en Bolivia, donde la aspereza de sus verdades hace crispar los puiios de los falsos conductores del pueblo”. Y el chileno Hernan Diaz Arrieta (“Alone”) escribe en 1942: “Franz Tamayo no habita solamente en Bolivia, se halla esparcido pot todo el con- tinente; “su nombre es legion”. Escuelas, partidos, publicistas, pensadores 0 pseudo-pensadores tratan de sacarlo a luz, de exaltarlo, de Ilevarlo al gobiet- no, de darle una autoridad que flaman “profundamente democratica” reco- nociéndole derechos pre-histéricos para mandar en estas tierras de conquis- tas. Las masas, hébilmente movidas desde fueta, invocan su nombre y se preparan al asalto, o sea a la reconquista. “De tres siglos lavamos Ja afrenta...” El eritico inglés Harold Osborne afirma que “Tamayo pertenece a la modernidad de poetas por la audaz originalidad de imagenes, la cabal perti- nencia de los sentimientos y su maestria en la lengua para una evocacién precisa de la emocién. Como todo gran poeta, ha creado su propio idioma, el cual puede ser sefialado pero no exhaustivamente analizado. La fusién de lo abstracto y lo concreto en su imaginativa, la identificacién de lo intelectual, Jo sensible y lo emocional en él, ¢s espontinea y completa. Arraigado como estd en la literatura y quizd més profundamente atin en los clésicos, es con todo un poeta de sensibilidad americana... Debe mucho a la cultura de Occidente, pero lo que debe lo ha asimilade y hecho propio. Su contribucién consiste en una sensibilidad propia de su raza, de su pafs y de su experiencia, como se lo impusieron en su vida. Todo esto lo ha asimilado, y de ello ha creado una obra que como todo grande arte, tiene una trascendencia humana y universal”, XXVL Es Osborne también quien ha destacado “la profundidad intelectual y la austeridad de la forma poética” de Tamayo, que alcanza una “grandeza clé- sica” a la que no llegan poetas como Neruda y Vallejo y cita a este propdsito el “Interludio Cuarto: Fessi Rerum’: Viste caer los juertes? Nada bay como esas muertes, En ol celeste compo se apagen las soberbias lampo o lampo. Una box asesina siega ef junco y ta encine, Cuanto mds ruda la embestida tanto mis cistta le caida, y al fin, bajo et oprebio o tes icoses, lor més vencides son los vencedores. Pero algo todavia rompe mejor el corazon que siente: es la verded que miente, es Ia vieud que pliega, y la agonia de la ciencid im botente; ¥ algo mds triste todatiat at soilezo silente de is sabidurtat Finalmente, para el novelista paraguayo Augusto Roa Bastos, Tamayo es “el primer poeta de América”. LA CRITICA NACIONAL Los contempordneos de Tamayo vieron su obra con una mezela de escepti- cismo, incomprensin y envidia. Gladiador en la arena publica, se juzgd su obra socialégica y pedagégica, y lo que es peor, también su poesia, como si fuesen inseparables de su set politico. ¥ abundaron entonces las pullas, las imitaciones butlescas o los insultos puros y simples. Una de las bromas mds pesadas que se le hizo a Tamayo estuvo a cargo de Humberto Mufioz Comnejo y Gustavo Adolfo Otero, espiritu este ultimo, incorregiblemente juguetén, cuya pluma, en los aftos de su javentud, hirié sardénicamente a personas ¢ instituciones en las columnas de los diatios. Mufioz Cornejo ditigfa el perié- dico El Tiempo y alli apatecié un ensayo abundando en maduras y bellas consideraciones sobre La Prometbeida. Era la primera vez, fuera del comen- tario que le dedicata Daniel Sénchez Bustamante, que alguien se ocupaba con afecto y admiracién del poema, Tamayo se interesa en saber quién se esconde hajo el seudénimo de Pertinax que aparece al pie del comentatio y dirige una carta al direczor de El Tiempo, agradeciendo la gentileza de la XXVIL publicacién e inquiriendo scbre su autor. Al dia siguiente, el diario publica una nota informando que ha sido sorprendido en su buena fe y que se trata de una broma de mal gusto: el comentatio no es mds que una reproduccién, adulterada, de un capitulo de Las dos cardtulas, de Paul de Saint-Victor.* En el mismo periédico se publicé en ediciones sucesivas, en el mes de junio de 1917, una parodia de La Prometheida en cinco partes, adulterando y deformando sus versos de manera de lograr un efecto eémico y grotesco. El esfuerzo, no cabe duda, debid ser obra de un grupo de poetas que desde el anonimato se tomaban venganza contra cualquier desaire, verdadero o su- puesto, que les bubiese hecho cl autor del libto, 0 que, por encargo de los jefes republicanos, humillaban de esta manera al jefe del radicalismo. Serfa aventurado atrevernos a dar algunos nombres de los autores de esos versos ocurrentes y malignos, y tampoco vale Ia pena reproducirlos a esta altura. El tiempo no estaba maduto para Ja comprensién, ni siquiera para la apre- ciacién inteligente: José Eduardo Guerra, en su libro de Poetas contempo- raneos de Bolivia (1920) sefiala que La Prometheida “‘encierra ideas de un simbolismo demasiado abstruso que el tiempo y la critica serena se encargaré de acatatlas siquieta en parte o de reputarlas absurdas”, mientras que Rosen- do Villalobos, a quien se encomendd redaczar el texto sobre literatura boli- viana que figura en el libro oficial Bolivia en su primer ceatenario (1925), hablando de La Prometheida escapé del compromiso aduciendo este curioso argumento: “Para quienes somos ignorantes en el conocimiento del griego. . no hay mds que confesar la imposibilidad de apreciar el valor literario de esa obra”. Su alejamiento de la politica en 1934 y su encierro en la casa de Ja calle Loayza por una década, contribuyeron a que Ia opinién como los contenidos en el niimero que Je dedicé {a revista Kollaswyo, que revelaban una mayor cultura y sensibilidad en sus autores. Era ademds otra generacién. Jévenes inrelectuales de mayor versacién literaria que sus mayores, como Roberto Prudencio, Augusto Guzman, Guillermo Francovich, para citar a unos pocos, esctibieron densos estudios sobre Tamayo. Prudencio, al hacer Ja presentacién del bardo en Kollaswyo, expresa entre otros conceptos: “Tamayo cacierra en si un attista y un pensador; un cerebto inmensa- mente cultivado al lado de un espiritu hondamente intuitive. De ah{ que su 1 No obstante, en su madurez, G. A. Otero ruvo tiempo de arrepentirse y escribio en su Crestomatia boliniana (1942): “Tamayo es el diamante negro de la litecacuca boliviana contemporinea. Proteiforme en sus manifestaciones intelcccuales, es sobre todo, artista: ama Ja crudicién y la filosoffa. Bs fiero, audaz, zcomecivo, irreverence, de recos miscuios de Hércules y con una abundante teaza de forjador. Poeta épico, con pulmones de Hogo, cs sin duda el més alto exponente de 1a Hrica boliviana y por su fuerza y vigor se le considera como et maestro de las letras bolivianse”. XXVIII obra poética contiene las mas secretas adivinaciones y al mismo tiempo Ja forma més culterana y trabajada. Por eso es una obra que desconcierta. La poesia de Tamayo, como toda verdadera possta, no contiene sino valores puramente posticos y son estos valores y no otros los que hay que tratar de descubrir y de gustar”. “Después de su primer libro Odas, que se publicé como en un gesto de teto al modernismo, Tamayo se convierte en el modernista mds quintaesen- ciado, el que debia llevar las audacias verbales hasta sus tiltimas consecuen- cias, Tamayo es un verdadero mago de la palabra; en sus manos, el idioma cobra matices y sonoridades insuperables. Conoce todos los recursos y todos los secretos de Ja lengua y por eso también se permite las mayores osadias y libertades, Emplea neologismos griegos y latinos y retuerce y endereza los vocablos a su captichosa voluntad. .. su poesia no es sino un divino jugueteo, un continuo malabarismo de términos y vocablos que nadie ha podido igua- lar. Tamayo es sin duda el supremo artifice del verso en castellano”. Enrique Finot, en su Historia de la Literatura boliviana (1943) hace un breve balance de Ia obra poética tamayana, destacando la incomprensién de que fue rodeada por sus contempordneos y concluye afirmando que “el juicio definitivo sobre Tamayo lo diré la posteridad, no tanto porque hasta el presente se le discuze y sélo excepcionalmente se le comprende, canto porque su figuracién politica ha sido objeto de controversias en las que el interés partidista no ha tenido la hidalguia de marcar un limite entre Ia ac- tuscién del caudillo y le obra del pensador y poeta. Pero no es aventurado declarar que se trata de una de las mds altas figuras de las letras americanas”. Augusto Guzman, en su apreciacién definitiva, contenida en el libro Poetas y escritores de Bolivia (1975), sefiala: “Tamayo es una de las personalidades més recias de la generacién del 80: esa que habiendo nacide en la conmocién de Ja guerra del Pacifico, desplegs su energia creadora en los afias de este siglo. Siempre interesé el movimiento cambiante de esta figura espectacular, sabia en actitudes y gestos, elocuente hasta en sus silencios estudiados: ‘mi silencio es més que el mar que canta”, caprichoso, desconcertante, en pugna con el medio altoperuano que no logté dominar ni rehuir cuando alternaba las horas de la lucha més empecinada con las del aislamiento mds recogido, Tuvo el orgullo adusto de la cumbre en- hiesta y solitaria. Genio inconforme y melancélico, su orguilo era como la cresta luminosa de una ola sobre el mar salobre del dolor. En su vida y en su obra el sentimiento que Je rebasa es ¢l dolor. Un dolor alto y profundo, san- grante y lacerado, trenzado de gritos interiotes que se disuelven en musical desolacién, sin alcanzar las explosiones externas de Jos sollozos. Tal ocurre en “Balada de Claribel”, una de Jas joyas de Ja lirica castellana, donde un alma varonil, herida de ausencia, llora con Ia tierna dulzura y 1a inconsolable desesperacién que sdlo pueden alcanzar a expreser los espititus privilegia dos. ‘Tamayo fue grande y glorioso, pero no fue ua hombre satisfecho y feliz sino en la manera burguesa: un terrateniente de economia saneada, un ren- XXIX tista asegurado, No conocié el dolor proletatio de los intelectuales sin hacien- da, Pero en cambio el medio social no le dio sustancialmente sino abrojos. Bebis largamente de la copa de Ja incomprensién humana”, Oscar Cerruto sefiala a su vez que “si bien Jaimes Freyre es la primera dignidad del Modernismo en Bolivia, su condestable y su poeta cimero, Tamayo es Ja mayor figura intelectual del siglo y medio de la Replica, con una personalidad avasallante, una obra de poesia que, si ptescindimos de sus altibajos y de su intricacién léxica, es una de las més profundas que se hayan escrito en América”. El mismo autor ha destacado en Tamayo a un precursor de las acrobacias verbales que difundirfa el ultraismo, muy anterior por cier- toa Huidobro, como fo prueba en el canto de Melifrén, de La Prometheida: Ob tio, vilo, vilol Roto ef fatal sigilo, ob wile, vilo, vilof Oilo, otto, oito! semas como nn pistilo erécil 5 vibrdeil. Era el mitterio umbritil seusit, stil, sti, gentil como el abril 4 bostil como el reptil. Bra el misterio errduil, vobétil 9 versdtil? Roso ef fatal sigilo, oflo, vilo, oflo, ofle, oilo, oflof En este coro de reconocimiento entusiasta, incluso feryoroso, hubo tres voces disidentes a Jas que no se puede ignorar, tanto por el peso especifica que tienen dos de ellas en Ia cultura boliviana: las de Carlos Medinaceli y Augusto Céspedes, como por Ia profundidad y brillo que sus criticas y las de Antonio Alborta Reyes —que es Ia del tercero— alcanzan, Alborta Reyes es el caso de uno de los mejores esctitores de esa genera: cién, la del Chaco, cuyo talento se frustra por la indiferencia aplastante del medio ignato y las exigencias de ganar de cualquier manera el sustento diario. Modesto empleado del Congreso por muchos aiios, impccune siempre, se tefugié en Ja lectura para combatir fas amarguras de su vida. Lo petjudicaban su timidez y su sentido del honor caballeresco en un medio donde abundan los rufianes trepadores y listos. De esa manera vio que muchos avispados salian de embajadores mientras la patria to distinguis a él apenas por unos meses, con el consulado en el pueblo de Calama donde Abaroa lan26 su célebre apéstrofe. Menospreciade e ignorado coma Me. dinaceli, Alborta Reyes ha dispersado su don creativo en la tertulia yen ocasionales articulos de prensa, siempre excelentes, XXX Las criticas de Medinaceli y Céspedes tienen un valor adicional porque se atrevieron a expresarlas cuando Tamayo haba Ilegado al pindculo de su prestigio politico y literario mientras ocupaba las funciones de presidente de la Camara de Diputados en 1931, y ellos en cambio, estrenaban sus pri- meras armas en el quehacer intelectual. Ambos le juzgacon, sin que les tem- blara el pulso, en su doble condicién de escritor y de polftico y se valieron del estilete punzante del humor, que escuece pero no maltrata. En ambos casos también, lo mds probable es que Tamayo no se enteré nunca que dos cachortos habfan tratado de hincar los dientes en su cola de ledn:; al fin y al cabo, Medinaceli escribia en periddicos de Potosi y tenfa por entonces 32 afios. Céspedes, 4 aiios menor, era redactor de la Camara de Diputados y estuvo entre los funcionarios que, arrebatados de entusiasmo por [a elo- cuencia de Tamayo en su intervencién contra el Referéndum, arrojaron las plumas al aire y aplaudicron al tribuno, al igual que los diputados. En el periddico Ef Sur de Potosf, escribe Medinaceli en 1932 una “cri- ticuta” bajo el titulo de “Franz Tamayo, un Pilcomayo de Ia cultura”, donde hace mofa de jos mil vericuetos en los que se ha dispersado el talento tama- yano sin llegar a concentrarse en un solo camino que le hubiese servido mejor a Ja cultura del pais. “Don Franz —discurre Medinaceli- no sdlo es autor de tragedias griegas a imitacion de Esquilo. También escribié Proverbios a la manera de Salomén, Rubayats a la manera de Omar Khayyam, sonetos a la manera de Géngora, Odas del género aburrido, con pesadez tiabuanocota; pronunciéd una hermosa conferencia sobre su colega Horacio menendespelayizando a su gusto; escribié sobre Ef Duelo y los tres Mos- queteros del Litoraf —Melgarejo, Daza y Montes— metidse a redentor del judaismo roumanista de la pedagogia y definidor del cardcter nacional; hizo periodismo 4gil en E! Figaro y El Hombre libre, transportando el sprit francés a las arideces del Altiplano: Y para decirlo de una vez, don Franz es —y ha sido— poeta, musico, socidlogo, periodista, parlamentario, auto- movilista, Jatinista, grecdlogo, tedsolo, latifundista, ateo y mistico, radical y conservador, primitivo y moderno, sencillo y complicado, municipal y espeso, tragedista y Auayraleva, con algo de Versalles y mucho de mono- littco””. “Pero en fin de cuentas gqué es don Franz Tamayo? ¢Cual es la ver- dadera personalidad de este hombre que muestra mayor riqueza de matices que el manto de la diosa Tanit, con que sofiaba Salambé y destumbra con cada uno de ellos, como un jupiterino relampago en medio de la calma, peto no fecunda como la Iluvia mansa y no fertiliza como el humus humilde?” Medinaceli compara la obra de Tamayo, no con el tio Amazonas, in- abarcable y majestuoso, sino con el Pilcomayo que se polifurca en muchos tiachuelos, volviéndose intransitable: “asi, el talento de Tamayo se ha diversificado en una multiplicidad de géneros literarios y actividades, pero sin canalizar en ninguna, hasta concluir siendo un hombre de cultura muy enrevesada y arcillosa; y quien quiere penetrar dentro de ella, corre el XXKI riesgo de quedar empantanado, como el que se aventuta por los bafiados del rio Pilcomayo. ¥ por esto, Franz Tamayo es un simbolo de la cultura nacio- nal: un “representativo” de la raza, como él mismo considera y le consi- dero yo”. En otra nota de 1932, bajo el titulo de “Tamayo ¢poeta litico?”, Medi- naceli pone en duda que la poesia del vate pacefio tenga tal acento, agobiada como esté por el peso de las lecturas. No comprende Medinaceli el empefio de Tamayo de hacer morar a sus dioses en el Céucaso cuando podia situatlos en el vasto y majestuoso panorama de Jos Andes, con sus picos de nieves eternas todavia inviolados. Encuentra que a Lugones en la Argentina le ha sucedido algo parecido, abrumado también por el peso de Ja cultura europea € incapaz por tanto de expresar un acento original o descubrir su alma, que no tiene por qué parecerse a ninguna otra. “El poeta no necesita bus- carse —dice Medinaceli—, se encuentra a si mismo y est como Dios, en todo lugar. Menos necesita ir a la escuela para estudiar pata poeta. Asi no vale. ¢Qué gracia tendrfa? La gracia estd en ser poeta sin estudiar. No estudia, Vive su poesfa. El mismo es su poesia. Vive por ella. Muete por ella. Es su fatalidad. La maldici6n de Jos dioses, o tal vez de qué diablo. Peto no aprovecha la poesia pata darse tono. Eso seria una desvergiienza, como si Cristo hiciera réclame de su cruz”. “Fl caso de Lugones —afiade— mutatis mutandis es el de Tamayo. Se trata de un talento asimilativo y explosivo, de una inteligencia aguda y ahondadora, de un alma abrupta y volcdnica, pero ges poeta lrico Franz Tamayo?” “Lo es a ratos perdidos, cuando se olvida de Homero, Pindaro, Tuctdides, Esquilo, Séfocles, Virgilio, Horacio, Alfredo de Vigny y Omar Khayyam. Cuando da bre desahogo a lo mds intimo de sus sentimientos como en la “Balada de Claribel” donde, con la tan cristalina transparencia de Ja propia lirica, ha musicalizado el afiorante clamor de la ausencia y en algunos gritos, los més estremecidos que se le han escapado en los mejores momentos de La Prometheida. El resto de sa produccin esta ahogada bajo el f4rrago de una erudicién barroca. Tamayo tiene el impeta de vuelo de un Icaro, pero lleva en Jas alas el peso de una biblioteca”. En otra critica al libto Ef velero reatinal de Fernando Diez de Medina, escrita cn 1936, Medinaceli formula un medular enjuiciamiento a toda Je intelectualidad boliviana que vive de prestado, atenta a las novedades eu- ropes, para calcarlas de inmediato, “dando ef espectdculo de un nifio que bubiera nacido viejo”. Reprocha al autor el juicio admirativamente desme- surado que le merece Tamayo (en el capitulo “Tamayo o el attista”) y sos- tiene que cl Tamayo mas auténtico es el de Creacién de la pedagogia na- cional, donde “no aparece su culzura grecolatina que es lo exterior de su personalidad, sino su sangre aymard que es lo que da mds vigor y originalidad a su pensamiento y estilo”. XXXII EI exceso de erudicién helenista le parece a Medinaceli que impide la expresién espontdnea de la personalidad de Tamayo y Je hace subalternizar su genio en una indtil repeticién de los temas clésicos: “Su Prometheida es demasiado mucho para la literatura y Ja espiritua- lidad de Sudamérica, demasiado poco pata la literatura y el espisitu occiden- tal, neogreca o nealatino. Comparemos por ejemplo Ia literatura de Tamayo con la del mismo jaez de os Leconte de Lisle, Saint-Pont o Pierre Louis, o de cualesquiera de !os grecdlogos como Sainte-Beuve o Mensen, sin contar los geniales. Creo pues que debemos huir de! macaquismo imitativo, presuntuo- soy necio del indoamericano tipico y que para lograrlo lo vinico que podemos hacer —estupenda contradiccién-— es ser profundamente sudamericanos en sencillez, justeza de tipo, en nuestra natural simplicidad, pero llena de aristas y posibilidades. Si la suerte nos ha deparado ser bolivianos, fisonomicémo- nos en nosotros a nuestro tiempo y a nuestro pueblo, que cuando Jlegue la hora de las cuentas definitivas eso sera lo que realmente valga como valor individual aquilatador y justificador de una vida y como significacién uni- versal también. Seamos profunda y avténticamente bolivianos como hasta hoy no lo ba sido ninguno, por pretender ser europeos para conseguir solo ser una caricatura”. Desde la Gaceta de Bolivia, revista de alta calidad literaria y muy con- tados lectores, Carlos Medinaceli siguié muy de cerca la insdlita eleccién de Tamayo —tadical al estilo francés, terrateniente y adversario del socia- lismo en cualquiera de sus formas— como candidato a la presidencia de la Repéblica por el partido republicano genuino, en cuyo programa apuntaban ribetes socializantes y fascistizantes, y coment6 risuefiamente el viaje del candidato a Cochabamba. Destacaba la dualidad evidente en la personalidad de Tamayo, entre el intelectual que era en verdad y el politico que pretendia ser y subtayaba un aspecto inquietante de su cardcter: “la subitdnea instan- taneidad de sus determinaciones y la casi ninguna facultad inhibitotia que tiene sobre sus impulsos, lo que serfa admirable en un poeta byronesco, pero que no es deseable en un gobernante que tiene que solucionar Jas cuestiones que se le presentan con Ja mayor serenidad y sagaz ecuanimidad de critezio y conducta. El director de la Gaceta de Botivia concluia haciendo votos porque, una vez posesionado en la presidencia, “no traicione como tantos otros sus ideas y pincipios fundamentales, que ha venido predicando desde hace més de veinte aiios y a los que debe su reputacién continental”, bisicamente el de la reivindicacién indigena. ‘Como nadie Tamayo ha tratado mds a fondo el asunto, revelandose como el mejor psicdlogo de ta raza, y como nadie tampoco ha dicho més hondas y puras vetdades”, * Dos articulos més —que sepamos— escribié Medinaceli sobre Tamayo, el primero recogido en el mimeto 2 de la revista Signo, dedicado al bardo. Lleva el titulo de “Verboctomfa en Tamayo” y alude a fa “audicidn colorea- 1 Sobre los articulos de Medinaceli en totno a la candidatura Tamayo, puede con. sultarse mi Hissoria contemporénes de Bolivia 1930-1976. Ed. Gisbert, La Paz, 1976. XXXUL da de Jas palabras’ que se encuentra en la poesia de los modernistas, pues los anteriores eran “grises”, no tenian color, En este estudio, sin dejar de notar que Tamayo incurre en el defecto que en sus Proverbios reprocha a Shakespeare: “lo tiene todo menos el buen gusto”, sefialando que al lado de vertsos magnificos se encuentra aquello de “Mar rojo, monte azul, cielo pun- 26” 0 ese otro de “un pais de flores comestibles”, se refiere admirativa- mente, siempre hablando del color en la poesfa, a la conferencia sobre “Horacio y el arte lirico”, ensayo equiparable —dice— ‘‘a los mejores de Unamuno y Ortega y Gasset, tanto por la hondura del fondo como por Ia belleza de la expresién”. “Franz Tamayo, el libro que se le debe” es un articulo escrito en 1944 (recogido en Estudios Criticos) a juzgar por el aplauso con que Medinaceli tefiere Ja noticia de la decisién del nuevo gobierno de poner el nombre de Tamayo a Ja antigua Plaza Roma, “primera vez en Jos anales patrios que se tinde un ttibuto de justicia en vivo, a un hombre insigne, a un “varén maxi- mo” para decirlo con una bella expresién de Gracian”. Alli, renegando de la iconoclastia de sus afios mozos, Medinaceli rinde homenaje a toda la obra de Tamayo y refiriéndose a La Prometheida seiiala que hay “pasajes por lo que mira a fa expresién, bellisimos, originales y de tal tiqueza de léxico e imagenes que es una fiesta para el espiritu, algo de lo més dureo dentro de Ia lirica castellana de todos los tiempos. Para encontrar una cosa igual hay que remontarse al divine Géngora”. Piensa Medinaceli que cuando se funde la Facultad de Filosofia y Letras, habr4 que crear una cétedra “Tamayo” para que los jévenes estudien espe- cializadamente toda su obra, asi como en otras partes hay cdtedras dedicadas a los grandes clasicos. Se ocupa también del Tamayo periodista y orador, lamentando que no se hubiese recogide su enorme produccién de artfculos y discursos. ¥ concluye con este deseo: “Nuestra finalidad ha sido la de sugerir la idea de que se complete el homenaje a Tamayo con un estudio de su personalidad y de su obra. De él cabe decir lo que Mauricio Barrés afirmaba de Stendhal, “més que un pro- es, en el sentido clésico y humano, “un profesor de pleni- io estimarivo, en sintesis, acaso es lo que més cabalmente define la personalidad del autor de Creacidn de la pedagogia nacional”. Sugiere a continuacién que alguna institucién cultural como ef Ateneo de la Juventud encargue a sus miembros més capacitados Ia redaccién de un tema sobre las diversas facetas de la personalidad tamayana: el poeta, el pensador, el sociélogo, ¢l periodista, el parlamentario y politico, el hombre. Y concluye: “Ast kabremos cumplido nuestro homenaje de justicia a quien con lo cimero de su talento y de su espfritu constituye —y ha de seguir mejor en el porvenir constituyéndolo— el honor, la dignidad, el orgullo de la patria” XXXIV Retrocederemos ligeramente en el tiempo, para retomar las impresiones de Céspedes en torno al poeta trocado en politico. Fi candidato a diputado Franz Tamayo habia sido ungido por el voto popular en 1930 y elegido en seguida presidente de !a Asamblea, Pero no bubo discusién, ni menos apro- bacién del proyecto de Ley Capital, que proclamaba el tiranicidio, considera: do cuando més como una nota de excentricidad del politico pacefio. Tamayo, sin embargo, mantuvo la conviccién de que si se hubiese aplicado su proyecto no se habrian enttonizade mds dictaduras ni gobiernos autoritatios y abusi- vos en Bolivia y ast lo afirmé ea 1947, en su folleto Tamayo rinde cuenta. Céspedes, que escribirfa en junio del 31 un ensayo de excepcional valor sobre Ia figura y la obra de Tamayo, bajo cl titulo de “Viaje en torno a un monolito pensante” —que, al decir de los testigos de esa época, “hizo reir hasta a Jas piedras”—, publica un articulo mds breve, pero igualmente sus- tancioso, en el mes de abril,* tomando a Ja chirigota tanto la decisién de Tamayo de dar funcidn “co-legisladora” a la barra como el proyecto de Ley Capital. Burlandose de la modesta capacidad intelectual de los representantes, el. joven periodista indica que “el egregio Presidente pone también una im- portancia cerebral en la testera, es decir, el “lugar de Ja cabeza”. La actual camara de diputades posee indiscutiblemente una cabeza que pot su volu- men y contenido suple eficientemente el hueco que la ausencia de otras cabezas da, produciendo una angustiosa impresién de vacfo en el parla mento” E] arcfculo concluye desinflando el impresionante balén de la Ley Capital, de la que nos ocuparemos en seguida, con apenas un alfiler que equivalfa a una estocada; “En no lejano dia, en plena agora, don Franz Tamayo erguido y gesti- colante, preguntard con voz imponente a la chusma, cumpliendo el articulo cuarto de la Ley Capital: “"¢Qué 0s parece que lo léinepicnos? al presidente de la Republica?” “La masa, obedieme al articulo quinto, naturalmente responderd que le parece muy bien y entonces se procederd a Ja eliminacién del tirano, la cual seré practicada indudablemente por Tamayo en petsona, dandole al condena- do un cabezazo en el estémago, todo esto para demostrar en la realidad, la bondad demoerdtica de sus proyectos super-humanos”. Con cl paso de fos afios, el joven escritor hizo un deslinde entre Tamayo politico y ‘Tamayo pedagogo, encontrando —como Medinaccli— gue su mayor aporte a la cultura boliviana habia sido Creacién de la pedagogia nacional. En su libro El Dictador suicide (“AO afios de historia de Bolivia”, segin teza el subtitulo) publicado en el afto 1968, ef gran humorista que hay en Céspedes, ademas de impar narrador, hace el enjuiciamiento defini- tivo de Tamayo, esta vez en serio, contraponiendo su figura a la de Arguedas 1 “Tamayo y 1a democracia para”, en Ulsime Hora, 30 de abril de 1931. 2 ~“Limpiar": bolivianismo que equivale a matar. XXXV y su Pueblo Enfermo, como representative este ultimo de la mentalidad oligérquica, despreciadora del substrato indigena. “Taraayo proclamé con una ptosa sin vacios cual relieve barroco —dice Céspedes— el imperativo de dar a la vida nacional la sangre autéctona que le negaba Ia descolorida in- telectualidad criollo-mestiza. Su ilustracién cldsica y humanista, de filésofo y esteta, afindé su sensibilidad autéctona cuando, al remontar la corriente arterial de la raza nativa, hallé en el humillado superviviente del imperio destruido, el indio, la unica fuente potencial de un estilo nuestro... exploré y cubicé los yacimientos de lo nativo y sv potencia cultural, como nadie supo hacerlo hasta entonces en América. El antiimperialismo coeténeo de Manuel Ugarte y la posterior “Indologia” de José Vasconcelos no alcanzaron la profundidad de la revolucién interior planteada por Tamayo, a quien por eso y por precedencia, le corresponde el titulo de fundador de la teoria indoamericanista en el Continente”. Alborta Reyes publica en Sigzo Ia primera parte de un ensayo sobre Tamayo que, aparentemente, nunca completé+ pero nada es desperdiciable de cuan- to dice en ese articulo, Se pregunia al empezar por qué Tamayo, pudiendo haber expresado en su poesia a su pueblo y a su paisaje, tavo que huir a la Hélade, frustrando la mayor posibilidad poética que tuvo ef pais de reflejarse a si mismo; de qué maneta acudié al Céucaso en lugar de convertir a La Prometheida en una grandiosa tragedia aymarg, con héroes nativos que se movieran en el vasto escenario andino. Y halla la explicacién tanto en la moda novecentista que rendia culto a! neo-helenismo parnasiano de Leconte de Lisle y el clasicismo de José Marfa Heredia, cuanto a ta enemistad de los cfreulos cultos del pais que le hostigaron al punto de obligarlo a exiliarse espiritualmente en un mundo extrafio, que parecta superior al de! medio, convittiéadolo en un hombre acosado, que sentfa muy hondo “‘ese pufial que el coraz6n te punge y en loro y sangre tu vivir compunge”. La critica formalista contempordnca de Tamayo —en opinion de Alborta Reyes— no le perdoné la iconoclastia de su forma poética, “mezcla de culte- tanismo a lo Géngora y neoclasicismo francés de tipo parnasiano de quien estaba saturado de humanismo cldsico y dominara lenguas vivas y muettas”. Inritaban a sus criticos “‘las excelencias incomprensibles de Ja forma, no el exdtico ausentismo que tuvo también su castigo, pues pudiendo ser nuestro Homero resulté un maravilloso Heredia boliviano que habia dejado evaporar esencias poéticas de boliviandad subyacentes en ef “invicto Céucaso” micn- 1 “Receasiones sobre Ja podtica de Tamayo” en la revista Signo, eneto-febrero de 1957. XXXVI tras le aguardaban tefulgentes de nieve y sol las grandes cordilleras de Ametindia”’. Alborta Reyes afiade: “Y ahora se trata de calar mas hondo buscando el drama. La peligrosidad del arte tamdyico consiste en una incoincidencia: a pesar del tema Iuminaso del mito griego —tomando siempre La Prometheida como patadigma—, y justamente por ello, adguiere en su magnifica inter- pretacién personal —cuyo acierto novedoso est4 en haber introducido en Ja ‘trama esquiliana a “Psiquis”— un sentido no ditemos esotérico pero st complicado que el mito helena no tuvo o eliminé poco a poco en su busca de la espléndide libertad interior que comparece a través de Ja Historia de la Cultura Griega de Burckhardt y entrevemos en Las Dos Cardtulas de Saint. Victor, como caracterfsticas de la plenitud y regularidad de todas las artes griegas, si las tomamos en funcién de estilo. En nuestro caso sucede que el Prometeo taméyico se mueve sobre Ja hosca, insondable naturaleza indiana. Y éste es el drama auténtico de Las Ocednidas. Psicolégicamente, alld en el fondo, en el ultimo tejido de la grande obra, chocan la concepcién clasica de la tragedia y la profunda y mineralizada substancia andina, El sfntoma de tal friccién interior reside en el cerebralismo predominante del poema, que hace dificil al lector acemperarse a su clima de inaudita belleza, ya que cierta tensién endurece en muchos pasajes la ternura de la cubierta melédica del verso y cristaliza en formas de belleza pura, desnuda, dificil, cayo secreto es la armonia”. “Nosotros ditiamos que se mueven con él —como simbolos, y no como signos—, en una yuxtaposicién permanente que es apenas perceptible para el ojo atento de lanalista, los reflejos del paisaje natal. Estén en el fon- do de su mirada, en su sombra, en sus ecos, en su atmésfera personal de ctea- dor, pero no constan deliberadamene en su literatura y pot ello pude haber acertado al colegir en otro estudio critico que sélo simbélicamente habia cantado al suni, altiplano, a través de los pasajes de su Prometheida: “Sobre el invicto Céucaso, de erectos riscos rigidos.. .” No hay, para este autor, en la obra de Tamayo —salvo sus paginas peda- gogicas y politicas— compenetracién entre su genio potencial y la titra que lo nutria. ¥ en consecuencia, tampoco el pueblo pudo sentirse identifi- cado con una lirica que le resultaba extraiia y remota: “Resulta obvio asentar que no se trata aqui de empequefiecer con irre- verencias el legado ritmico del acda andino, El anilisis objetivo y aun el espectral no excluyea ciertamente la admiracién para obra tan multidimensio- nal y biomérfica como la suya. Pero es una admiracién sin gratitud. Porque as{ como la Creacién de ta pedagogia nacional encontré una ancha [fnea in- termedia entre la Bolivia feudo-colonialista y axtificial, rigida y perfilada sobre el fondo de Ia intolerancia y el privilegio, y Ia reaccién del pueblo pregonada por su voz mas autoritaria, la de Tamayo, pata sefialar los hitos de su unificacién nacional sobre los planteamientos basicos de su cultura, Ja aplicacién concreta de esos postulados pedagdgicos debié hacerse en el XXXVI arte. Sobre las comprobaciones de la Pedagogia pudieron venir las intuiciones esiéticas, la euforia emoctonal de un grande y entrafiable poema”. “Fueron pocas ciertamente, las ocasiones en que se dignd aconsonantar la invalorable vibracién de su numen poético con la realidad existencial boli- viana. Y ello no bastaba, Bolivia debia ser relevada integralmente en Jas vi- vencias estéticas y sus dominios poéticos. Los grandes trdgicos situaban siempre sus obtas en atmésfera o clima que pudo ser en ocasiones mitaldgico, incluso, peto que siempre les era propio, estaba a su alcance y podia ser apre- hendido en su proximidad tactil. Asi en el Mahabirata, el Ramayana, el mundo sobrehumano de la tragedia de Esquilo, las Sagas nérdicas, el Popol. Vuh de Jos mayas guatemaltecos, siempre hallaremos una labor de particula- tizacién gencralizada, simbidsica, que jamds rehiiye el tema propio. Porque para Tamayo, y en general para el poeta nacional no se trata de forjar un poema més o uno menos de valores universales, sino ante todo de revalorar Ja bolivianidad en sus esencias y rafces. La presuncién occidental le vedé constituirse en el primer trdégico indoamericano. Por nuestra parte, creemos que hay una mistica no metafisica —sin nieblas ni tinieblas—, una mistica de Ia tierra, que el soberbio numen de Tamayo estaba destinado a sorpren- der para darle vida imperecedera, estroficamente”. Pero no hubo tal cosa. Y en consecuencia no se puede reclamar para Tamayo, dice Alborta Reyes, Ja ‘‘gratitud popular con que las gentes senci- Ilas suelen pagar a quienes toman del subsuelo patrio los motivos y sugeren- cias apropiados pata enhebrar con ellas una ligazén substancial en la que el verbo poético obtenga nuevas y desconocidas profundidades emocionales, alientos vibrdtiles que compensen el tedio y la desgarrada miseria de la vida, transformando en un ardiente impulso esa petrificacién psicolégica en que va cayendo nuestro pats, falto de estimulo para sus posibilidades psicolégicas, que las tiene y muy cuantiosas, en vez de bailar al son de panderos ajenos”. PRO DOMO SUA Conviene ahora, después de haber escuchado a estos tres jévenes disidentes, ceder [a palabra al propio Tamayo quien, ignorando posiblemente estas cri ticas, asumié indirectamente la defensa de su obra y de su actitud filosdfica y litevaria, en las cartas que ditigiera a los esctitores Jorge Mafiach y Marti Casanovas, publicadas por José Carlos Maridtegui en su famosa revista Amauia en 1928. La carta a Marti Casanovas (de 1° de abril de ese aio) abunda en precisas consideraciones sobre la supuesta antinomia entre ameri- canismo y occidentalismo y afirma el credo estético que le acompaiié toda la vida. Veamos algunos patrafos: XXXVUI Toco este punto tam importante de una de sus aactas: !a ntcesidad de reaunciar al espirira occidental, erarandose de [2 creacién del nuevo arte americano. ‘Con el nuevo conocimiento que Ud. llega a tener en este momento del mundo americano, en su visita 2 México, Ud. —me pareco— esta sintiendo la enorme atraccidn de las cosas nuevas y grandes, grandes y auevas son stausamente las americanas, sobre todo aguellas que manan directamente de las grandes fuentes historicas, reciales y calvurales, de los dos grandes imperios indios, azteca y peruano. Ud. las esté palpando de cerca, malgrado Ja hruvalidad espatiola que wat durante trescientos anos, de destruir cuanto encontrara en pie a la hora de Ja conquista. Me doy justa cuenta de [2 impresién que Ud. siente: le proximidad de una grande alraa autéetona, la contempiaciéa de ruinas y restos maravillosos, cn uma palabra, el redesctbrimiento, por un americano, de va mundo desaparecide o por desaparecer. Entonces Ia consecuencia es clara: Ud. buen ameticano, sc in- clinacia a aceptar la sola posibilidad de americanismo absoluto, absoluto en el sentido de renunciar a todo lo que no sea indic, indo-americano, como se dice ahora. Y cuando Ud. encuentra un emericano, americino fath’ exckben, como yo, que habla de occidentalismo, etc., Ud. se yergue de pro- testa... Enrendémonas un poco. Yo he sondeado con el pensamiento y durante muchos afios este nuestro mundo americano, y en lugar y medio bastante semejante sl mexicano que Ud. esth Iaborando hoy. Pero a la ver conozco «l mundo que llamamos occidental. Ahora bien, permitame Ud,, seftando ua poco Ja argumenacién, decirle que fuere del’ mando occidental, ao hay selvacida para nosotros. Otra cosa es que Jos americanos incorporemos al occidentalismo con auestra alma americana faregra y muy orgullosamente integra. Lo que de cilo resuite sélo poded ser algo original y poderoso, 21g0 que distinguiéndonos hondamente de las diversas almas occidenales, nos dé sin embargo cacta de cudadenia en Ja repiblica occidental de Ja Cultura, Permizame un simil so del rodo cxacto, ya que no se me cause otro mejor: de la manera ciro los romanos se incorporaron a la cultura helénice —-suprema—, de esa manera noso:tos nos oceidentalizaremos. Los romanos comenzaron confe- sando la supremacia, de los patrones y médulos griegns. Toda la miquina pensante, codo cl método, la forma de las aspiraciones, la materia misma del trabajo intelectual, en uaz palabra, 1a educacién toca, para el romaao y su inteligencia, debia tomarse ea Grecia, por la sencilla razon de que en esta terra privilegiada I2 humanidad habia alcanzado su apice de perfeccién: ¥ de eficiencia, y que por consiguiente seria ja mayor locura pretender Tenuncar voluncariamente a ello. Igual nosotros. Ni el ace ni la ciencia podran privarse en América de todo lo conquistado por el occidental que Viene y se extiende del mundo griego (el Asia préxima) hasta ia ultima Thule que podria significar Ia Gran Bretaia. Esto podria geogréficamente complementarse con ciereas reseevas de extension, como Ja de incluir en la cuenta el mundo aryo indio en el que reconocidamente ubica cl mundo occidental su origen. Es cosa s6io de explicarse un poco. Me viene un secuerdo, El empeio de los germanos del tiempo del Storm und Drang (ottos enzmorados del autoctonismo como Ud.), de creat, para cl arte sobre todo, um nuevo mundo, extra paganismo, y de pretender en el caso, sobreponer el Lied de los Nibelungos sobre la Hlisda, por ejem plo. Yo he estudiado el poema bacharo en su texto medio alemén y en la excelente traduccién modecna de Simrock; pero confesando la enorme ma- tavilla bécbara, yo he acabado sindiéadome ante la majestad pentélica y eterna del poems griego. Ya Goetne encontré a su pato el mismo problema, y scab también por sendirse ante la verdad y la necesidad. gernano cuanto sc quicra (y alli_eseé su fuerza), pero geeco-latian como aspiracién y como educacin, —ail{ esti su victoria. Para nosotros el destino tiene que ser ci mismo? americanos cuanto podamos, con alma libre y propia, y no con aima his- XXXIX peno-americana esa limitacién suicida y triste; pero fatalmente occidentales, esto es, aryano-euzopecs de cultura y de voluntad, Ademés ¢esté alguien seguro, definicivamente seguro, de que no hay vinculaciones prebisiricas entre el indio aryo y el indio americano? —Cuestiéa! Aclaremos esto de Ja exclusidn de hispanismo y entendimonos. Si en Espaiia cuya lengua hablamos exiscen clementos culurales (como segura mente bay) que respondan a esta necesidad de culeura universal, alli am- bigo beberemos como cn fuente licita: pero no seré por otta razén que la que nos mandase beber en fuentes francesés, italianas 0 alemanas. Nada de preferencias por taz6a falsamente sentimental y a priori. Queremos nucstca Tibertad de cscoger fuentes y caminos. Queremos nuestra libertad de ir espititualmente a Espafia, o de no ir jemas a ella, segin nuestro grado o auestra oecesidad, LA LEY CAPITAL Era proverbial la eversiéa de Tamayo a las dictaduras internas o fordneas. Ea abril de 1926, en La Rezén, publica un atticulo juzgando a “tos hombres de accién” que surgen “como en ciertos mares el tiburdn y en nuestros rlos selvdticos el yuracaré”, pero que no apatecen cuando los partidos politicos se crean y desenvuelven bajo figuras patricias, sino cuando Megan at poder. Es entonces que los hombres de accién disputan el poder, primeto a sus partidos y luego a Ja nacién. A titulo de mayoria, “el partide de gobierno comienza por devorar a la nacién para acabar 2 su turno devorado por su jefe —~“el hombre de accién”, asierita Tamayo. Y explica que ello es posible solamente gracias a que el patrimonio de todos, que es ¢l poder y el dinero publico, es puesto al servicio de la criminal empresa: Llegamos pues un poco a saltos, como pide la prensa, al instante en que el hombre de accién esté ya en el podes, y aqui eucontramos ya la sombria aventura tantas veces repetida en nuestra historia de cien adios. El gobierno del hombre de accién es fa cancelacidn franca o no feanca de la Taz Fromterss, finanzas, derechos privedos y piblicos, instiuuciones mst tiples, aspiraciones de las clases sociales, tentativas doctrinales de los par- tidos, la vids toda de la nacién queda pendiente por afios de Ta sola voluntad del gobernante. 2Parlamento —Judicatura? —Como si no cxistieran, o peor, porque es de principio en el Capitolio mismo donde se hacen, 6 mejor, deshacen ambas instituciones ye que para obtener un mandato 0 una ma gistreture 3 preciso haber pasado primero por el juramento de secvidumbre at amo y llevar en la frente muy visible ya el sello de infamia cindadana. ¥ la maquina comienza a moverse, Hojead un poco la historia: donde hay una gran accién gubecnativa, una acdén trescendente y casi siempre trigica para nosotcos, alli esta 1a mano exclusiva del hombre de accién, Grandes tratados de limites con el Hrasil 0 Chile de gravisimas consecuencias posteriores, es el hombre de accién; guerra del Pacifico, océanos de males insondable adn, es el hombre de accién; venta de tettitorios que parecen pequefias repiblices por Jo extenso y valioso, es el hombre de accién; inversia descabellada de fabu- losas sumas de dinero, precio de la sangse o del patrimonio nacionales, cs XL el hombre de accién; contratos ya consuetudinariamente Hamados LEONI- NOS y que significan la hipatece secutar de la pactia, es el hombre de acciéns pactos 0 tentativa de pactos que son la traicion misma por significar ia caticga de Bolivia al vencedor de ayer, y al eacmigo de sicmpsc, cs cl hombre de accién”, A continuacién, Tamayo parangona a tales sujetos con los “magistrados de veras, hombres de derecho, de paz, de virtud y desprendimiento” a quie- nas se niega el poder, Al argumento de que esos hombres de accidn fueron gzandes hombres a quienes no les acompaiié la suerte, replica Tamayo: No es cierto, Estos nuestros pro-hombres sélo fo son mientras mande- nen el vergajo del poder en la mano. Apenas cualquier vaivén politico los ha errojado a) suclo, vuelven a ser aquellos que habian sido antes de asaltar et poder: pobres hombres sin accién, sin palabra, sin pensamientos y hasta sin una animal gratitud a los amigos de ayer. Volveos ua poco retrospecti vamente: @De cual de aquellos mintisculos ROIS EN EXIL he venido jamas aquella ticrra de jauja a [a que van generaimente a acabac, de cul ha venido una sola idea financiera o industrial, un sclo plan diplomatico, un solo proyecto institucional, une sola palabra que pueda considerarse semilla fecunda para a pobre patria que tanto habian maltratado? Todo to més que hemos visto es el adsbo astuto y vulpino en vista de recobrar el poder, 2 veces tambien, Ja tcarativa misma de le mismo, peso elle acaba en veces en un desperter o mejor dicho, en sequel trégico dormisse para siempre en Uysni... 2 Y conchiye afirmando que el pueblo boliviano, “fatigado de una fatiga secular a través de generaciones, ya no desea héroes ni paladines, mesfas y salvadores en el poder’’, sino simples magistrados. Profundo eta el menosprecio de Tamayo hacia los gobernantes que se ctefan providenciales y en su empefio por consetvar el poder o transmitizio a sus validos, arrasaban con las endebles instituciones de Ja Republica. La formula del radicalismo como él la entendia, se basaba en Ja desconfianza hacia las revoluciones y la esperanza en las instituciones cuya estabilidad, sabidurfa y fuerza contendrian todo intento de “banditisrno” gubernativo. Expresaba sin reticencias su aversién a las dictaduras internes o fordneas y en 1928, cuando la mayoria de [os politicos y de la prensa curopea consideraban a Mussolini un extraordinario escadista, en una entrevista con- cedida a Ja revista limefia Avsauta, Tamayo expresé una opinién que hoy dia quizé es universalmente compartida pero que en su tiempo parecia un anate- ma, cuando no una impertinencia: “Mussolini me parece un analfabeto temible, ficha de manicomio y de casa de correccién a la vez. Es temible porque detrés de él se mueve casi toda Italia enasdecida y coma erbriagada, No hay que olvidar que Italia todavia cuenca entte las neciones mas cultas y més viejas del mundo. Pre- siento que la ruina de Mussolini serd cambiéa Ta cuina de Telia, al menos por mucho tiempo. Bl todo a breve plazo, desgraciadamente”. 1 Se refiere al asesinato del ex presidente Hilarida Daza, derrocado después de su desastrosa conduccidn durante el conflicto bélico con Chile, y muerto 14 afios después al retornac al pais, en 1a Localidad de Uyusi. XLI E interrogado sobre el dictador cspafiol de ese tiempo, escogié la via del desprecia: “gPrimo de Rivera? Ni uns palabra més después de lo dicho por el g:an Unamuso. Siac fuca cl reaper que todos dcbemos a Expafa, seria como une ofensa personal hablacle a uno en serio de Primo de Rivera” Y cuando el periodista le tocd el tema de Sandino y su heroica lucha en Nicaragua, Tamayo concluyd [a entrevista con estas palabras: ¢Que qué picaso det yankee y Nicaragua? Poca cosa. Un solo pre- senuimiento me asete yes que el yankee habrs de pagarle muy caro aigin tia”. Gon fecha 30 de junio circula en las calles de La Paz un manifiesto que con- tiene tinicamente un “Proyecto de Ley Capital” —tal el tftulo del documen. to— con el siguiente subtitulo: “Que ser presentado a la consideracién de la préxima Asamblea Legislativa que la Excma. Junta de Gobierno ha anun- ciado convocar-—, Es su autor el ciudadano Franz Tamayo que tiene fa inten- cidn de solicitar el mandato popular para el objeto”. El proyecto de ley esté concebide en apenas siete articulos, y las reflexiones numeradas alcanzan a 14, El articulado es el siguiente: Asticclo primero. Le Repiblica instituye Ia Ley Capital como fua- damento de toda democracia. ‘Articulo segundo. La Ley Capital consiste en el derecho individual que asiste a todo ciudadano de tisanicidio y punicién sobre el ticano y sus cbmplices, ‘Antcuto tercero. No hay derecho de cranicidio cuando la Ley Capital no ha sido previamente declarada en vigencia, Sin esta declaracién todo aco violento es un crimen comin y justiciable, Articulo cuarto. ‘Tienen derecho de dectarar vigente la Ley Capital el Jefe o Jefes reconocidos de la oposicién que en caso de tiranie son los verdaderos Jefes de la Nacién. Arriculo quinto. Ea férmula en su caso seré: “en nombre de fa nacién titanizada, declazo (o declaramos) vigente Ja Ley Capical”, Acticulo sexto, La vigencia de la Ley Capital significa declarat la beli- gerancia civil de la macién. Desde esc instante, coda resistencia pasiva o armada contra la autoridad itegitima es justificeda. A;ticulo séptimo. Como en Ia Repiiblica griega de Atenas, a recom- pensa para el héroc libertedor sera Ja estarua en vida en e] seno mismo del parlemento nacional. Las reflexiones numeradas que aparecen a continuacién podian servir, en opinién del proyectista (que afirma, en una nota final, que son el extracto de ua libro sobre el mismo tema “hace tiempo escrito y destinado a contri- xLiL buir a la redencién del mds noble y del més triste de los Continentes’”} como considerandos de la nueva ley. Veamos algunos: En todo pais civilizado el parricidio y Ja troicién a ia patria se castigan por ¢l cédigo con la pena capital. En América, fa tizania que identifica ¥ aGna ambos crimenes y es mas funesta y aefasta que los dos, se ejercita y practice en plena impunidad, y aun se premia con el pacifico goce de las riqueras robadas a la nacién como en el cago de Posfirio Diaz y Cipriano Castro... Le democracia no ¢s ¢l gobiera0 dei pacblo por el pueblo, como exré- neamente se dice, puss ello significe una tantologia y una coatcadiccién absurdas, La democracia significa cl predominio regulado: del puebio sobre todo gobierno; y tal predominio seré siempre mentide si una instivucion Gieatifica y juridica 20 pone en manos del pueblo un instrumenta de vere dadera regulacién politica. Ya se sabe como los tiranos y jas facciones pueden anular todos los procedimientos que Ja ley ha imeginado hasta ahora y que hacen posibte ese dominio regulador tales como el suftagio popular, los juicios de responssbilidad, exc. EL fraude y lz fuewe han burlado siempre e1 detecho original y democrético del pueblo. Etimoidgica- mente, democracis significa en griego pueblo (demos) y dominar, sec fuerte (kratein), lo cual es muy distinto de gobernar o hacer funcion gubernativa. Los’ pueblos no pucden gobernar; pero si pueden conuolar 4 sus pobiernos, deben hacerlo. En nuestra América y después de un siglo de dolorosas experiencias, la més eficaz mantra de hacerlo fue ensehada por Harmodio el griego. . Las grendes democracias de Europa, Francia e Ingleterra no han en- contrado mejor cimiento paca sus edificios democeéiticos que dos cebezas de reyes que significaban la autocracia y |a cirania secular. Desde e] Scuardo y el Borbén juridica y judicialmente decapitados, se pucce decir que hay democracia en Inglaterra y Francie, mal grado los momenténeos eclipser de la misma, La Ley Capital es la sola esperanza para alcanzer pronto el verdadero suftagio plebiscitario, Cuando los gobiernos que son los tnicos destructores de ia democtacia en América obtengen por iraude y mansengan por fuerza el voto popular, la Ley Capital estara para rectificarlos instanténeamente. No més especticulo de un presidente que a palos y fraudes regale la Repablica a ua odmplice, 2 un presideae suplente, que le guarde el poder para Ta hora de las reelecciones.. Bajo cl ségimen de Ley Capical, no més ccasara y mordaza de prensa, que es cl sigao mds tipica y propio de toda tirania Bajo el régimen de Ley Capital, no més entrega de las soberanias americanss en cambio de un punado de oro extranjero ¢ iaverecando", Pero era !a proposicién Tamayo tan desorbitada como para no tomarla en cuenta o escapar de ella por el facil sendero del humor? De 1930 a esta parte, el mundo ha visto Ia entronizacién en el poder de paranoides que han causado indecible dolor, sin que existiera modo de librarse de ellos, salvo la enfermedad y la muerte natural, 0 como en el caso de Hitler, una guerra devastadora con millones de victimas inocentes y la destraccién de media Buropa. x0 Tamayo cita en su proyecto los casos de Porfirio Diaz de México y Cipriano Castro de Venezuela. Ambos, en efecto, fueron déspotas repulsivos. Pero sus gobiernos despiadados, en la perspectiva histérica, quedan empe- quefiecidos por las hazafias de sus sucesores en América del Centro y del Sur, A Castro siguié Gémez que hacia colgar a sus adversarios politicos de los testiculos hasta que teventaban y se desprendian en un bafio de sangre. Lo que ha sucedido en estas décadas en las mazmorras y los campos de con- centracién a lo Iargo del continente, donde las policfas politicas de los dicta- dores han cebado en los ptesos los més bajos instintos de su bestialidad, no es facil de describir y tampoco es este ef momento de hacerlo. El mundo se tie de Idi Amin Dada y lo encuentra pintoresco sin pensar que detrés de cada mueca del gran gorila hay varios asesinatos y que cada una de sus son- tisas de hiena esconde un genocidio. Y los latinoamericanos que se divierten con las hazafias del dictador de Uganda harian bien en pensar que muchos de sus ptopios mandatarios podsfan rivalizar con méritos propios en una competencia de ferocidad y sevicia, con el monigote africano. Y geémo se defienden, cémo pueden defenderse los pueblos ante el abuso, el atropello, la violencia que vienen de arriba? ¢Qué puede hacerse ante go- bernanzes que cambian las reglas de juego a su gusto y se creen imprescindi- bles o gobictnan “por la gracia de Dios”? éQué puede hacer la humanidad atribulada ante la presencia omnipoten- te de paranoides como Hitler y su pandilla o Stalin y la suya? ¢Quién garan- tiza de Ia estabilidad mental de gobernantes en cuyas manos se halla la posibilidad de ordenar el uso de armas nucleares, quimicas y bacteriolégicas? La Ley Capital... Vistos estos antecedentes zha dado el tiempo razén a Tamayo? La discusidn serfa interminable. En un mundo de armas absolutas, de desprecio de los derechos humanos, donde se ha institucionalizado la tortura y donde campean, a la cabeza de muchos gobiernos, psicépatas que debfan estar recluidos en casas de orates, gpuede ser todavia la no violencia Ia Gnica arma que esgriman los pueblos, como predicaban Thoreau, Tolstoi, Gandhi y Martin Luther King? gSe debe oftecer siempre la otra mejilla? ¢No murieron estos dos dltimos personajes a manos de fandticos, cuando predicaban el amor y el] entendimiento entre los hombres? Planteados estos intertogantes, vale la pena rastrear en Ja historia un antecedente a la ley de Tamayo, que él consideraba original y como la pri- mera tentativa del “nuevo derecho publico ameticano”: los celtas, ese miste- rioso pueblo que creé la primera civilizacidn europea al notte de fos Alpes y que surgié en el siglo VIII antes de Cristo (cuando Homero en el sur com- ponia su Iliada y su Odisea) habian impucsto ya el magnicidio ritual, a cargo de los druidas o sacerdotes. Cuando daba sefiales de flaqueza fisica, XLIV no podfa tener herederos, o la tribu sufrfa contrastes de los que se le hacia responsable, el rey era acribillado a pufialadas. A continuacién los sacerdo- tes estudiaban el porvenir por las convulsiones del cuerpo y la manera en que se detramaba la sangre. La proposicién de Tamayo de 1930, tuvo que esperar a 1948 para probar que no se trataba de un desatino. En efecto, en el proyecto original de la Declatacién de Derechos Humanos que preparé el Comité Social de Naciones Unidas, se hallaba un punto que después fue retirado por exigencias de los paises del bloque soviético y que expresaba textualmente: “Es esencial, si un hombre no tiene atro recurso, utilizar la rebelién como tiltimo medio. EL derecho 2 Ja rebelién contra la tiranfa y la opresién es un derecho bumano que debe ser protegido por las leyes”. La Iglesia catélica, en la Enciclica Populorum Progressio (1967) habla también de Ja “tentacién de la violencia”: “Es cierto que hay situaciones cuya injusticia clama al cielo, Cuando poblaciones enteras, faltas de lo nece- sario, viven en una tal dependencia que les impide toda iniciativa y respon- sabilidad, lo mismo que toda posibilidad de promocién cultural y de participacién en la vida social y politica, es grande la tentacién de rechazar con Ia violencia tan graves injurias contra la dignidad humana”. “HABITO UN SUENO, COMO HABITAR EL ANDE” Politicamente, la personalidad de Tamayo se ubica dentto de la cortiente conservadora, pues no fue més all& del liberalismo ético con que se revistié el partido Radical que él fundara a su retorno de Europa a principios de siglo. También son francéfilos los nombres de los dos periédicos que difundieron sus ideas: Fl Figaro y El hombre libre. No hubo régimen ni presidente que satisficiera a Tamayo (salvo Salamanca y, por poco tiempo, Villarrcel) y en ef Parlamento y la prensa sus ataques a Montes, Saavedra y Siles, hicieron época. Colaboré ocasionalmente con ellos, pues represents al pais en la Liga de Naciones en Ginebra (1921), en Ja que planted la revisidn del tratado de 1904 con Chile; fue Canciller por poco tiempo, de Salamanca, en plena guetta del Chaco; presidente de fa Asamblea en dos ocasiones {1930 y 1945) y tambien candidato triunfante a la Presidencia de la Repiblica, elec cién que quedé anulada por el golpe de Estado que dieron los militares al presidente Salamanca, cuando atin no habia concluido el conflicto chaquefio (1934). A partir de ese afio, Tamayo se encerrd en orgultoso aislamiento, en su casona de Ia calle Loayza, durante diez afios, hasta que se produjo su eleccién como representante al Parlamento, por cl pueblo de La Paz. Después del colgamiento del presidente Villarroel en un farol de la Plaza Murillo, y de los ataques que también sufrié como presidente de la Asam- XLV blea que habia designado al Presidente mdrtir, Tamayo volvié 2 su soledad, con ocasionales mensajes, hasta su muerte en 1956. La revolucién de 1952, que decreté la reforma agraria, lo sacudié de su letargo y reaccioné desfavorablemente a todas las medidas que planteaba el gobierno de] Movimiento Nacionalista Revolucionario. Hombre del viejo tégimen, propietario él mismo de una hacienda en el Altiplano —a la que no quiso volver nunca més, ni reclamar un pafiuelo de tierra, después de la ocupacién campesina— no era posible que se hallara de acuetdo con quie- nes, no obstante, lo proclamaban mentor de la liberacidn indigena, por sus ideas pedagégicas. Quizd fue um ettor hundir fas manos en el lodo de Ja politica buscando la inasible estrella de la redencién humana o fatigarse en las tareas del Con- gteso y en las batallas de la prensa cuando al cabo sélo se recogerian abrojos y espinas. Al servicio de la politica habia consumido innumerables horas: organizé un partido, fundé dos periddicos, pronuncié en la Cémara decenas de dis- cursos y escribié centenares de art{culos. Por la politica gané irreconciliables enemigos y fue objeto de la mofa y el escarnio, Menguado balance de medio siglo de combates civiles. Y sin embargo, para él, nade habia mds trascenden- te y definitive que la poesia. “Jamas en parte alguna —se lamentaba en sa mensaje de octubre de 1930 a la juventud intelectual de Costa Rica— la poesfa se ha tomado tan a juego como entre nosotros. Hace afos escribi un proverbio que decia: “Porque el arte es un juego divino, muchos creen que es cosa de juego”. ¥ esa creencia todo latinoamericana es un grandisimo ettor. Error porque al fin de todo significa la prostitucién de la cosa mas impros- tituible que hay en el mundo. Clavad esta verdad en vuestros corazones: nada, ni ta religidn, ni Ja ciencia, ni la filosoffa, est4 por encima de la poesia. Es preciso haberla tocado de cerca en los profetas hebreos o en los poetas sriegos, en Shakespeare o en Goethe, para darse cuenta de lo que ella sig- nifica para el hombre y por el hombre. He visto en nuestra América hombres politicos, esto es, Jo que Ilamamos con tal nombre, politicos que en medio de la indignidad humana més grande, hacian consciente y consuetudinaria mofa de todo arte y toda poesia. Puedo deciros que si no siempre, casi siem- pre detrds de cada politico de estos hay un inaudito pobre diablo abyecta ¢ inenartable... “La poesia es cosa grave, muy grave. El alma de los hombres, el alma de los pueblos se inmerge en su onda sublime y luminosa como ninguna encina n les entrafias de la tierra. La poesia es cosa tan profunda, tan humana, que por poco se ahonde cualquier actividad histérica, se la encuentra como un substrato de eternidad y de luz”. En Scopes, Tamayo revela el duro precio que debe pagar el creador para afirmar su obra, y sa apetencia de un universe ignoto, mds alld de los dolores, fas frustraciones y las mezquindades de la vida diaria. En labios del escultor pone el interrogante que desgarra el alma del artista: XLVE cConocer la agonte del artists ‘al instanse fatal que inspira y crea? Flnye su gonio como sangre stvida de vientre maternal que slumbra a gritos. No bay dolor igual. De les siniebias se arrancen formas como tirones miiilos de ‘alma. Y esas tinieblas desgarradas son ol artista mismo, A sus criaturas 3 da wn contorno, de 1 carne lalla, 7 si un gosto 65 la mucce de 3% pena Gransfigurada en luz. Cada sonrisa que en barro admira el vulgo enesta ldgrimas cculias, » si cs Nicbe ostupefacte da dexesperacién en Paros failgida, al ereador desespord af crearlal Afuera, en la calle, proseguian los homenajes. Fernando Diez Medina, colocindose por encima —o mds allé— de los agravios que recibiera en 1942, a raiz de la biografia “al modo fantéstico” que dedicé a Tamayo, publi- cé una carta pidiendo la solemne coronaciéa del poeta y la publicacién de sus obtas completas por el Estado, en tanto que Gamaliel Churata, que esctibfa para la radio oficial “Illimani” notas editoriales con el pseud6nimo de “El hombre de la Calle”, exigia la creacién de una cétedra Franz Tamayo en todos los ciclos de ensefianza. Los periodistas de La Paz le declararon Maesizo del Petiodismo boliviano. Después de la revolucién, la Federacién Universitaria, dominada pot los jévenes del MNR, habla decidido dasle e} iftulo de Maestro, conferido en otras décadas a personalidades del mérito de Daniel Sanchez Bustamante y Jaime Mendoza. Pero encontrando que ese titulo, “Maestro de la juventud”, Je quedaba pequefio, lo proclamaron “Maestro de generaciones”. Se hizo un solemne acto en el Auditorium de la Universidad de San Andrés, acto al que asistieron, en representacién de su padre, que alegé encontrarse delicado de salud, sus hijas Teresa y Elvira. También le habia invadido el escepticismo sobre la apreciacién que los demés harian de su obra poética. Oscar Cerruto le escribié de Buenos Aires refiriéndole que una importante editorial argentina, de la que él exa asesor literatio, se hallaba interesada en publicer sus obras completas y que el prélogo seria esctito por Arturo Capdevila 0 Arturo Maraso, admiradores de su obra. De esta manera, su poesia alcanzaria por fin difusién y renombre continental. La entusiasta solicitud de Cerruto recibié una seca respuesta, no del poeta, sino de uno de sus hijos que fung!a de secretario: “En cuanto a la publicacion de las obras de mi padre, no ha lugar’. En los tiltimos meses fue el silencio total. Pero hizo una excepeién con los petiodistas, pocos dias antes de su partida definitiva. A requerimiento de ellos, Jes envid un breve mensaje que decfa: ‘Una palabra para los coleges periodistas, en Ja grata ocasién de ha- Hacnos, de nucvo, én la arena, y seré sélo ua recuerdo. Deseo que el periodista auréntico jamis olvide el propio respeto det que necesariamente se desprende ci seypcio pata con los demas. Sélo respe- XLVI tandose y respetando a los otros se sitve el noble oficio; y sélo en tal. res peto pienario se puede gozar y usar de ta plena libertad de pensemiento y expresiOn, libertad que es el signo del hombse de veras libre y del pais de veras civilizado. El resto, barbaric. ‘Tal mi experiencia vitalicia de ochenta aios severamente vividos. Confraternalmente, Tamayo La Paz, 10 de mayo de 1956. A mediados del mes siguiente, una trombosis cerebral paralizé en su lecho al escritor. Las pécimas homeopéticas nada podian hacer ante ef caos que le sangre trastornada provocaba en la masa craneal que hab{a concebido los pensamientos més lticidos y los poemas més bellos de Ja literatura andina. Convocado un médico alemén, el Dr. Walter Spiel, siguié, hora por hora, la agonia del enfermo y lloré, conmovido, cuando ef anciano, que apa- rentemente habfa entrado en Ja inconsciencia, recité en alemén uno de los versos que mds amaba, de Goethe. Después, e] corazén, como ave enlo- quecida, parecié querer escapar del grueso térax aymara. Y no hubo més Habia Uegado, para siempze, ‘la hora mds honda y ms callada”, Fue inmenso el cortejo que acompaiié sus despojos al cementeria general. Pocos le habfan conocido y iratado en vida pero ahora sucedfa que todos se volcaban a Ja calle para rendirle un homenaje postrero. Habia Megado ef dfa en que el pueblo, “sin tener ya que pedizle permiso para acercérsele, fue a acompaiiarlo en silencio, camino a la tumba” como dijera Alberto Crespo Redas, afiadiendo este certero juicio sobre Ja incomunicacién entre el esctitor desaparecido y su pais “No sé qné quiso demostrar el pueblo entonces, No fo habia comprendide nunca y por cso ante tan invencible difi- caltad a veces echd mano del epitcta zumbén. Tamayo y su medio estuvie- zon separados por un abismo incolmable, por una ausencia de simpatia, En cierta forma, su vida creadora fue un drama, puesto que era un pensador, un poeta sin lectores: libros de Tamayo, editados treinta afios atrés, segufan sin venderse, amarillentos ¢ intactos en las librerfas de La Paz. Por algo fue una exttafia y dolorosa incongruencia intelectual en Bolivia. Sus compatriotas adivinabamos confusamente que aquellas p4ginas contenfan frases de supre- ma belleza 0 pensamientos vigorosos y originales peto nada mds, Mientras tanto nos doliamos acerbamente de tener cetrados los accesos 2 ese conoci- tmiento, Le decfan el primer poeta de Bolivia pero casi nadie habia lefdo sus versos, sino cuando mds, la zarandeada Balada a Claribel”.? 1 "La Soledad de Tamayo" en E/ Diario, 31 de octubre de 1965. XLVUI La tumba de Tamayo, en el cementerio general de La Paz, tiene escrita, en tosco madero, una frase que él vaticiné en uno de sus panfletos cuando hizo hablar 2 Ja ciudad: “Este es Franz Tamayo, mi gloria es su propia gloria”. Aunque, segtin me refirid su viuda en una entrevista que le hice poco antes de su muerte, él habria querido que pusieran cl poema que pteferia entre los suyos: Yo fai el orgutlo como se es ba cumbre y fue mi javentud el mer que canta, cNo surge el astro sa sobre la curebre? ePor qué soy como wn mar que ya mo canta? No tas Mevio ds mirar la cumbro, ni excupas sobre el mar qua ya m0 carta. Si el tayo fue, no on vano fai la cumbre y mi silencio ex mds que el mar que conta. De su desapaticién fisica han pasado 21 afios y no pocos homenajes oficiales, como vimos en Ja introduccién de esta obra. Pero Tamayo continda siendo el gran olvidado. Su familia ha renunciado ya a la posibilidad de que la Universidad de La Paz, que tan tumbosa s¢ muestra pata pagar misiones a Europa o recompensar con prestaciones sociales abultadisimas a sus ilus- tres catedrdticos, pague Jo justo por la biblioteca del poeta que tiene secues- trada desde hace tantos afios; [a casa de hacienda de Yaurichambi se desmo- rona a pedszos y por sus ventanas sin vidrios corre el viento del altiplano con su gélido mensaje de muerte; en la calle Loayza ya no existe hace tiempo la casa NF 84 y en su lugar se levanta un impersonal edificio, en ef que ni siquiera figura la placa que ofrecieron poner los présperas propictarios mue- vos cuando ordenaron que las picotas dietan fin con la vieja vivienda del pensador. aPor qué en las horas de prueba los bolivianos recuerdan a ‘Tamayo? eCuil es en suma su legado para esta y las nuevas generaciones? Despejado el caudal erudito y el farrago libresco con los que se defendieron de beccios y envidiosos, quedan Jas mil aristas de sus gemas poéticas y las semillas henchidas de sus reflexiones que podrfan contribuir a Ja escritura de un evangelio del hombre andino. Urge recuperar ese legado y difundirlo, como el mejor aporte de Bolivia a Ia cultura de los americanos. El mismo sefialé los desroteros que zhora otros van abriendo: “En América —decia— las generaciones deben preparar la vida como si un dia el viejo mundo debiera sumergirse en ¢l océano y dejarnos solos en el planeta” o cuando hablaba de la identidad del continente: “Trescientos afios de colonia se esforzaron por hacer nuevas Espaias doquiera y en cierta medida 1o lograron. Hoy nuestra tatea es inversa: hacer América de América. Para ello hay dos labores, una constructiva y otra destructiva, o inversamente, si sc quicte”; y ain mds especificamente: “El mayor dafio que pueden hacer las culturas extrafias €5 que Mo nos permiten set nosottos mismos. A veces hay que tentat una extraiia y sublime guerra de independencia para nuestro espiritu”. XLIX Mucho queda por hacer para rescatar el mensaje tamayano, su vida y su obra. Nadie ha recogido sus discursos parlamentatios ni sus articulos de prensa. Poco se conoce de sus viajes a Europa y de sus estudios en el viejo mando. Su propia vida familiar, la relacién con sus padres, con sus herma- nos, con sv primera esposa, con sus hijos, son hasta hoy un mistetio, La familia posee originales de obras poéticas que permanecen inéditas. No se han hecho tampoco studios sobre las influencias y afinidades que tuvo, desde los autores clésicos hasta los modernos. Se sabe que lefa a Platén, Esquilo, Séfocles y Euripides entre los griegos y a Horacio, Virgilio y vidio entre fos romanos en sus lenguas nativas, y que en su juventud amd a Hugo y a Alfredo de Vigny. Frecuenté también con delectacién a Taine, Renan, Baudelaire, Verlaine, Mallarmé, pero pronto buscé alimentos més substanciosos y se dirigié 2 las brumas notdicas: Shopenhauer, Kant, Hegel, Goethe, Nietzsche. La explicacién se halla en uno de sus proverbios: “Los franceses, maestros de sociabilidad y civilidad, pero no saben vivir solos. De aqui que en Francia, en dos mil afos de grandeza humana no hay uno tan grande como Beethoven, Shakespeare 0 Leonardo”. Y en su affn escatolégi- co, indagard todavia en fuentes mds antiguas como los Vedas. Cristiano sin iglesia, buscard a Dios incansablemente sin poder explicarse el misterio de la cteacién. No vacilaré, en su empefo, en tomar en serio las elucubraciones teosdficas de las sefioras Blavarski y Besant, introductora esta ultima de Krishnamurti a Occidente. . Sa conviccién sobre el papel gue representa el suftimiento para la re- dencign de hombres y pueblos —que Toynbee aplicaria magistralmente a su estudio de la historia— quiz provenia de Goethe: “Quien no haya comido su pan con lagrimas / no haya gomido sentado en su cama, / durante largas noches cargadas de pesares / tampoco conocerd los poderes celestiales”, 0 tal vez, remontando el rio de la cultura, de Esquile con su escueta férmula de pathei matbos, aptender del sufrimiento. Habré que estudiar también, con mayores elementos de juicio que los conoci- dos hasta ahora, al Tamayo politico y al estadista, a quien se atacd tan dura- mente, aptovechando los flancos que oftecia su permanente oposicién a los gobiernos, salvo la amistad intelectual con Salamanca, y el afecto paternal hacia Villarroel. All{ se verd que, por muchas contradicciones aparentes que se advierta, emerge la figura rectilinea de un vatn fntegto, en una democra- cia imperfecta, del civilista respetuoso de la ley que queria acabar con la “chacota” republicana, pata erigir una nacién de verdad, en la que el sano orguilo fuera “una de las formas positivas de la vida’’. Acaso, como su maes- tro Goethe, odiaba més el desorden que la injusticia, y el mayor reproche que se le pueda hacer es no haber advertido a tiempo los cimientos de arcilla L en que s¢ sostenia una reptiblica plutocrdtica en Ja que la gleba indigena y las clases medias utbanas sostenfan los juegos florales de Ja itilogia de gran- des mineros y el ségimen semiesclavista en el agro. Adversario de los positi- vistas y de los liberales, tenfa sin embargo con ellos afinidades ideoldgicas que le impidieron trascender, politicamente, al pais nuevo —sin siervos en Ja sima ni barones en la cima— que to reclamaba como a su profesor de enetgia. Sus ideas polfticas lucen ciertamente incongruentes con Ia realidad de wn pais enajenado y sometido a Ia voluntad de una oligarqufa monopolizadora de la principal tiqueza de exportacién, un pais tan urgido de reformas sus- tanciales como era la Bolivia de la primera mitad del siglo XX. Su tadicalis- mo eta més un cédigo ético y de conducta que un programa politico para un pueblo expoliado y dividido en castas como en la antigua sociedad egipcia. De otra parte, en Tamayo se daba, con soberana e insalvable fuerza, la vieja contradiccién entre el intelectual sofiador que quicte reformar el mundo valiéndose de abstracciones y altos pensamientos, y el politico volea- do a la accién, que requiere batirse con todas las armas para capturar el poder, olvidando en el camino eserispulos morales. Mientras el primero me- dita y vacila, el segundo atropella y actia. Uno buscar4 (como Burke) la autoridad; ef otro, ef poder. Estaba pues escrito que, pese a sus empefios, Tamayo no seria Presidente, ni siquiera Secretario de Estado, mientras todos sus enemigos dejaban su efimera impronta en los consejos ministeriales del Palacio Quemado. Esa contradiccién se ha hecho patente en todos los casos en los que, en el dmbito americano, un intelectual Ilegé al gobierno. Los ejemplos de Rémulo Gallegos en Venezuela, Natelicio Gonzdlez en Paraguay o Juan Bosch en la Republica Dominicana, son suficientemente ilustrativos del fracaso que le espera al idealista y al hombre de pensamiento enfrentado a los reclamos de la administracién y a las luchas bastardas de las facciones. Tal habrfa sido posifslemente fa suerte de Tamayo si fos altas jefes del Chaco hubiesen permitido que Salamanca pusiera en sus manos el terrible presente de Ja banda presidencial, después del descalabro bélico. Dejando en el limbo de las cosas increadas la imagen del ‘Tamayo estadis- ta y gobernante, queda para la posteridad la obra del pensador, del poeta, del pedagogo y el polemista. Sus ideas no Je sitvieron para escalat el gobierno ni enfrentaron nunca el desafio con la realidad, pero es indudable que fueron poderosos arictes con los que dertibé adversarios como mufiecos de paja, hizo tambalear gobiernos, miné las bases de instituciones y partidos ¢ hizo que su nombre trascendiera més allé de la muerte. “¢Acaso hay una dinamita mds poderosa que las ideas?”, se preguntaba en 1917 cuando sdlo en ellas confiaba para dar vida al partido radical, en ausencia de apoyo oficial o recursos econémicos. Y segufa interrogando: “ ;Hay una fuerza mds sutil, mds vivaz, mds libre, més benefactora 0 nociva, segtin se la maneje, que las ideas que minan Ia historia, LI que la derriban y Ia reedifican periédicamente? :Quién ha hecho Ja mons- truosa Alemania de hoy? No son Moltke ni Bismark, instrumentos tardios y externos y que son como la flor remota de una planta de fa que no fueron semilla ni raiz. La grande Alemania de hoy no és més que el fruto de una semilla idea] sembrada en el hondisimo cotazén de la taza por ciertos hombres gigantescos que se Ilamaron Hegel y Fichte, y que hoy, si resucitasen no podrian menos que decir, al ver su patria: “Es nuestro sucfio inmaterial convertido en nacién tangible”. ¢Y quién hizo la voleénica Francia del 93? No era el hambre como se dijo, ya que el pueblo Ja habia sufrido durante siglos. Fue el pensamiento enciclopédico —libros, prosas, versos, desde el distico cpigramatica hasta la montafia enciclopedista— el que prepard la catéstrofe formidable que de la lejania de los aiios, a los ojos del vicioso y clatividente Luis XV tenia todo el aspecto fantdstico de un diluvio. Tal es Ja fuerza de fas ideas”, En ninguna expresidn aflora con mds fuerza el bolivianismo de Tamayo que en Ia del fibelo, en la que fue maestro indiseutido e imbatido. Asi como Burkhard: en su consagrada obra sobte cl Renacimiento dedajo que los prineipes italianos del siglo XV y XVI posefan el arte de coagular como obras de arte Ia ciencia del Estado, Tamayo, en estas latitudes barbaras, des- cubrié el secrcto de convertir en trabajos de ovfebrerfa sus libelos, que fue- ton muchos y mortales, Es en la diatriba que halla el talento de ‘Tamayo sv propia expresidn. Una forma de libelo, como arquetipo perdurable de una frustracién colectiva en un pais atrasado, resulta por ejemplo el “ekeko”, mufieco de greda cubierto de bienes que tifie de humorismo indiane el ins- tante fugaz de los rencores burlones del native y estd henchidu de la vio- lencia pasional de] conquistador. Pero no nos desviemos del tema. Ta- mayo conjuga sus aptitudes polémicas y se muestra como un artista del duelo florentino con daga y espada, empufados a un mismo tiempo, hitiendo siempre de muerte a sus rivales. Pero en lugar de la daga, simbolo de traido- res, él se vale del ldtigo. Desde las “Crénicas de los tiempos de Mati- Castafia” hasta sus diltimos mensajes, posteriores a la revolucion de 1952 y tamizados por Ia discrecién de la edad provecta, se encuentra nitido el genio del esgrimista que emplea golpes secretos, esguinces, alusiones doblades y desdobladas, todo ello sostenido por Ia fulgurante magia de una prosa que embriaga como el resplander del sol andino sobre les nieves eternas. Ese “‘monolito pensante” que dijo Augusto Céspedes tenia, en realidad, fuego en el cotazén, y esc fuego a veces despedia llama y otras luz, pero siempre incendiaba cuanto tocaba, como los grandes liberalistas de América, desde Juan Montalvo y Gonzdlez Prada hasta Rubén Dario y Pablo Neruda, pasando por el propio Vargas Vila hoy olvidado, demostrando que Ja litera. tura en ellos era también arma de combate civil. Tameyo empleé su furor polémico contra gobernantes y esctitores, pero también contra leyes ¢ instituciones. Del Circulo de Bellas Artes a la reforma Lu agraria, nadie se libraba de sus estocadas. Siempre cambiando de manos el Mtigo y la espada, se lenzaba atrevidamente a la rifia sin pedir ni dar cuarcel. No hay un ejemplo comparable en América —y menos en Bolivia— de un condotiero de su talla, cuyo cédigo de honor (aunque 4 hubiera hecho burla de ese concept) se aproximaba mucho més al de los samurai del Japén feudal que al de los frivolos caballleros de Ia Italia renacentista. Y no se crea que se trataba de un género menor. Aristételes se ocupd. def libelo —diattiba en la lengua helénica— entre las producciones de la Pottica y la Retérica, como hicieron a su tiempo Jos autores romanos, sola- zéndose con el epigrama. Voltaire, en el anecdotario que contiene su Diccio- nario filosdfico, se refirié también al “‘atroz libelo”. Encontramos asi, entre el pensamiento de Burkhardt que hemos mencionado y las decantaciones at- tisticas de Tamayo en sus libelos, una cofncidencia fundamental, con ta di- ferencia de que las arremetidas de Tamayo no se coagulan en su posicién conservadora sino que cambian por efecto de su genio, reflejando siempre las frusteaciones del ser nacional. Con Ios recursos de su prodigiosa capaci- dad de sintesis, crea, cuando polemiza, un arte popular, gérrulo, de colores fuertes y aromas natives, sin perder nunca Ja tensién asombrosa de su estilo, Es en tal clase de documentos —mucho més que en la postica o en los discursos parlamentatios— que la comunidad boliviana se veia reflejada en la obra de Tamayo, agonista que ni en el trdnsito hacia Ja morada de sus dioses tutelares pudo refrenarse de atacar la medida que significatia al fin de cuentas la liberacién social de las mayorias indégenas, cuando habld de “ese ctimen inspirado por cl genio turaniomongol: la reforma agratia”. Ni en la hora crepuscular de su vida pudo amenguar su pasin de gran panfletario. Grecido en Ja amargura del aberrante enclaustramiento mediterréneo, testi- go de la comedia sangrienta que jugé el Brasil para quedarse con el tertitorio del Acre, compafiero del presidente Salamanca dorante la tragedia del Chaco, ciudadano conspicue de una comunidad sumida en el desaliento y Ja frustra- cién, Tamayo convocaba a la fiesta del orgullo y la fe en las potenciatidades de la raza sometida y esta es la parte de su mensaje que ba quedado grabada mejor en el corazén de los bolivianos. Politico, pensador, poeta y pedagogo, Tamayo deslumbra y ofusca por la variedad de disciplinas que cultivé y la profundidad y belleza de su len- guaje. A dl también pudiera aplicatse le frase que dedicé ‘Thomas Mann a Tolstoi: ““{Cémo se parece al mar y el mar a él!” De su siembra se recogerén nuevas cosechas y cada generacidn dard una interpretacidn distinta a su voz, LUE Gnica y miltiple, Y en tanto, quedaré cl misterio para ser descifrado por quien se aproxime con sed de comprensiéa y hambre de amor: Fue noble, trite grande! Habits un seit como habitar el Ande, Hombre sin dueio, fue Hermes 9 Apolo! Volverd un dts, grande y stempre solof MARIANO BAPTISTA GUMUCIO uy PROSA GREACION DE LA PEDAGOGIA NACIONAL (1910) Finis ot scopus quen leges intueri atqne ad quer jussiones et tanctiones suai divigere debent, non cclins cb quam wb cives foliciter degant. Td fied ci pieiwe es taligione recto institusi, moribus bonesti, armis advorsus bostos exiernos inti, logam enxilio sadversar seitones ek ivatas injeies ma a perio et magistratibus obsequontes, coptis ot opibus locopleses of lorentes fueriae. Bacon. Verum index sui ct feist. SPINOZA. Of the imignificant portion of my Education, which depended on Schools, there need almow a0 wotice bi taken. I learned what others learn; and hepe it uoredby in a corner of my bead, seen air ged mo manner of se jw 3b fy School-reaster, dvunbens, brotenbearted,, snderfoot martyr, 6s ‘Others of het guild art, did litle for me encopt discover shat be cowld do little; be, good soul, promunced me 4 gonions, fit for the learned profer. Sions; and thab } mist be soni to the Gymnasium, aed one day to she Universiey. CARLYLE, ADVERTENCIA Este, dectar, es un doble libro. Libro de batalla y libro de reflexién, no sé en qué medida esta doble intencién dejaré de datar la obra. Bien babria deseado escribir un libro mas sereno, pero ni los tiempos ni las gentes en medio de que vivireos lo han permitido. Visto esté que ni los hombres ni los libros som libres de escoger su destino: habent sua fata libelli. Ademés, esta reedicién de los editoriales publicados en El Diario sobre Pedagogia Nacional, eva consigo tados los inconvenientes de una produc- cién periodistica rapida, sumaria y forzosamente desordenada e incompleta. Los cincuenta y cinco presentes articulos no me han ocupado mas de cincuenta y cinco horas para componerlos, y esta es la mejor excusa de mi libro. Con todo, a través del desorden aparente bay una idea maestra, real y segura, que es como la médula del libro y que derrama en cada una de sus paginas todo el calor y la vida que extrattamente se ha trasmutado en la gruesa polémica de prensa que todos conocen. Ademés, ef libro tiene tam- bién el mérito de comportar otras y otras ideas, en una tierra en que ellas no existen en forma alguna que no sea grotesco plagio o adaptacién siniesca; 4 st esta sincera inmodestia ducle atin a alguno de los muchos detractores de El Diario en esta ya olvidada campatia pedagdgica, mandese traducir este “Spruch” de Goethe: Nur die Lumpe sind bescheiden. FRANZ TAMAYO CAPITULO I Hemos seguido atentamente en los ultimos diez afios la evolucién de Ja idea de instruccién en Bolivia, tanto en el pensamiento popular cuanto en la mente de sus directores, y hemos Ilegado al convencimiento de que hasta ahora se parte de un concepto falso, o de varios, si se quiere, y se navega sin brijula y sin oriente en esta materia. Se cree en un hato de vulgaridades. Se ha crefdo y se cree en la eficacia absoluta de Ja instruccién. Se ha creido que un pais y una raza nuevos, desti- tuidas de una iradicién de cultura y de todo elemento actual de la misma, puede transformarse en diez 0 veinte afios y hacerse un pals de tono y caréc- ter europeo, por el solo hecho de creatse universidades y liceos, con planes y programas plagiados de este sistema europeo o el otro. Se ha crefdo que lq pedagogia debia ir a estudiarse a Europa para aplicarla después a Bolivia, y traténdose del problema més esencialmente subjetivo, cual es el de la educacién nacional, se ha ido a buscar el lado objetivo de las cosas, descono- ciendo asi el nico método posible, cual es el que hemos de indicar en el curso de este articulo. Siguiendo estos critetios falsos y pueriles, la suprema aspiracién de nuestros pedagogos seria hacer de nuestros nuevos pafses nuevas Francias y nuevas Alemanias, como si esto fuera posible, y desconociendo una ley bio- ldgico-histérica, cual cs la de que la historia no se repite jamas, né en politica ni en nada. Hasta ahora esta ha sido una pedagogia facilisima, pues no ha habido otta labor gue la de copia y de calco, y ni siquicra se ha plagiado un modelo Yinico, sino que se ha tomado una idea de Francia o un programa en Alema. nia, o viceversa, sin darse siempre cuenta de las razones de ser cada uno de esos pafses. Entretanto, hemos gastado el dinero, y peor atin, el tiempo. Hemos hecho infinitos reglamentos y diversas fundaciones, y el magno problema mientras tanto queda intacto e irresuelto. Nuestro problema pedagdgico no debe ir a resolverse en Europa ni en parte alguna, sino en Bolivia. La cuestién de instruccién que supone antes la cuestién educativa (muy mds trascendente) es sobre todo un problema de altisima psicologfa nacional. Lo que hay que estudiar no son métodos extrafios, trabajo compilatorio, sino el alma de nuestra raza, que ¢s un trabajo de verdadera creacién. Son los resortes intimos de nuestra vida interior y de nuestra historia los que sobre todo el gran pedagogo debe tratar de descubrir. Es sobre la vida mis- ma que debe operat, y no sobre papel impreso, y cn este sentido es una pedagogia boliviana la que hay que crear, y no plagiar una pedagogla trans- atléntica cualquiera. Ahora bien, en las pocas ¢ insipidas paginas de que consta nuestra litera. tura pedagégica, ghay una sola linea sobre psicologia boliviana? ¢Hay una sola observacién, una sola experiencia en este delicadisimo terreno? ¢Ha sorprendido el padagogo algo de la finisima trama de que est tejida nuestra alma nacional? ¢Sabe ya cuales son las diferenciales de nuestra raza respecto de otras, histérica o socialmente hablando? 2O se ha contentado Manamente con hablarnos de un sistema bueno en cualquict pais europeo, que ¢s como hablarnos de la luna? Hay un alma yangui y un alma japonesa, que son cosa distinta de las europeas. Esa misma personalidad tenemos que buscar entre nosotros. Tra: temas de formar bolivianos y no jimios franceses o alemanes. Tratemos de crear el cardcter nacional que seguramente (podemos afirmarlo a priori) es del todo diferente del europeo. Es tan falsa nuestra orientacién en este gtave asunto, que las escasas observaciones sobre lo iatimo de la vida bolivia- na no estén en libros bolivianos sino en paginas de extranjeros que nos han visto de paso. Seguramente la labor que indicamos y pedimos ¢s larga y pesada. Deman- da una gran dedicacién, un finisimo espiritu de observacién, aiios de trabajo, y preparacién. Pero es el solo camino de hacer obra seria y duradera. Mafiana tocaremos otros aspectos de a cuestidn, 3 de julio de 1910 CAPITULO II Decfamos que mucha gente, vulgo y no vulgo, confiaba en el valor absoluto de la instruccién. Esto significaria la accién e influencia absolutas que la instruccién deberia o podria tener sobre las condiciones totales de un pueblo y de un pais. Prejuicio es éste que entre otros hemos bebido en el siglo XVITI francés, sobre todo en medio de los suefios del ingrato Rousseau. Digamos de una vez: el valor de la instruccién privada o piblica es del todo relativo. Llevar una suma de conocimientos ordenados, por el método més breve y facil al cerebro del nifio o del joven —en esto consiste toda instruccién; y su solo enunciado acusa todo lo que hay de objetivo en ello, es decir de inérascendente, en estas matetias. Seguramente esta necesidad de instrait o de instruirse es una de las cuestiones més importantes en los Estados y sociedades modernas. Y es pro- blema que ha sido gloriosamente resuelto en muchos paises del viejo y del nuevo mundo. Pero por debajo de este problema hay otro subyacente muy mis grave € importante, y que tal vez obrando sabiamente es preciso presuponer a toda otra cuestién de cardcter publico o social. Este problema es la existencia o la formacién del carécter nacional. Esto es cosa mucho mis seria. Ya no se trata de adquirir una suma de conocimientos stiles, como si dijésemos, una coleccién de instrumentos para mejorar las condiciones gererales de la vida. Ya no se trata de armar o de ornar la inteligencia. Se trata de la materia misma de la vida, de la energia hecha hombre, de ese substratum de todo edificio individual o colectivo. La més viva y directa manifestaci6n de esta regién interior del hombre, no son las ideas ni los conocimientos; son las costumbtes. Y las costumbres no son otra cosa que el régimen de Ja voluntad, Ia educacién, el desarrollo, y en su caso, la creacién de Ia voluntad. He aqui cémo naturalmente llegan a oponerse dos érdenes de ideas, dos conceptos generales, el de la educacién ¢ instruccién, que no se deben con- fundir jamds, representando como representan cosas tan diferentes de suyo. Naciones enteras hay cultisimas ¢ inteligentisimas, pero destruidas de buenas costumbres y descuidadas en su educacién de la voluntad. Asi ¢s Polonia. Una lenta ruina es su destino. Las costumbres son cosa tan importante que son la materia misma de la historia. Extendiendo una frase y un juicio célebre, podrfamos decir: el estilo es el hombre; pero el cardcter es la nacién. El inglés o el japonds que emigra a un confin del mundo lleva consigo, por ignorante que sea, todas las fuerzas de la raza. Es una comunidad impalpable, y sin embargo real. eQuién habla de que Inglaterra es un pals de grandes conocimientos? Pero se dice que es un pais de grandes costumbres. Toda la ciencia inglesa puede perecer de sabito. Si el alma, si la voluntad briténica quedan en pie, nada se ha perdido, ‘Tengamos pues un concepto claro de Jas cosas. Seguramente necesitamos buenos maestros de escuela y buenos profesores; pero sobre todo necesita- mos crear o mejorar nuestras costumbres. La ciencia se adquiere, la voluntad se cultiva; busquemos los medios de cultivarla y desarrollatla. No demos 7 una excesiva importancia a la instruccién, descuidando por otra parte la educacién del cardcter nacional. Muchos creen que Ja instruccién trae consigo también la educacién del caracter y la adquisicién de buenas costumbres. jError gravisimo! Cuando no hay un fondo moral, la instruccién es un peligro, y la ciencia puede llegar a ser una plaga. El ebogado de mala ley, el juez improbo, el sofista astuto, el periodista logrero, ¢] politico inconsecuente, etc., no son otra cosa que gente instruida, y 2 veces muy bien instruida, pero sin costumbres, 0 con malas costumbres, y con un cardcter negativo, respecto de los intereses constantes y ulteriores de la vida. 5 de julio de 1910 CAPITULO ITT Llegamos a esta conclusién; Necesitamos disociar cientificamente, y por medio de una critica comprensiva, todos los elementos raciales de que consta nuestra naturaleza de bolivianos, para deducir métodos y leyes inte. gtales sobre que fundat una pedagogia nacional y cientifica, Ahora bien: gcudntos hombtes en Bolivia estarian suficientemente preparados para emprender y dirigir un estudio y una fundacién semejante? ¢Tenemos psicdlogos y psiquiatras bastante experimentados para ello? sHay un solo antropéloge que hubiese acumulado algtin material para tales traba- jos? ¢Tenemos una estadistica, una demografla completas? Nada de esto existe, ni puede existir atin, ni hay tampoco razén pata avergonzarse de ello. Somos una nacién incipiente, comenzamos reciéa a darnos cuenta cabal de nosotros mismos, y estamos pasando por donde otros pasaron antes. Pero si no tenemos sabios nacionales y los necesitamos urgentemente, hay que buscarlos fuera. La creacién de la pedagogia nacional no pued= menos que hacerse bajo ja direccién de una emineacia cientifica europea; pues no hay que ilusionar- se sobre un punto, y es que en Bolivia no existe [a ensefianza, ni elemental ni superior. Fuera de las primeras letras, que es lo que realmente se aprende, el que algo sabe, o lo ha aprendido de su cueata y solo, o es un educando de Jos europeos; pero nunca debe lo que sabe a fa ensefianza boliviana. ¢Un ejemplo? Preguntad lo que cualquiera de nuestros bachilleres sabe de ciencias naturales, de matemAticas, de lenguas vivas y muertas... jy esos bachilleres cuentan diez afios de ensefianza, término medio! Es preciso haber visto a nuestros jévenes en Eutopa, pretendiendo inscribirse en escuelas su- periates, y haberlos visto sufriendo de la més completa immpteparaciGn, y obligados a rehacer un aprendizaje incompleto o nulo. Necesitamos, pues, crear la pedagogia nacional, es decir una pedagogia nuestra, medida a nuestras fuerzas, de acuerdo con nuestras costumbres, con- 8 forme a nuestras naturales tendencias y gustos y en armonia con nuesitas condiciones fisicas y morales. Pues no s¢ crea que hay métodos absolutos. En Cambridge se trabaja de una manera, en la Politécnica de otra; y, por ejemplo, el libétrimo inglesito reventarfa con los métodos franceses. La cuestidn seria, pues, no mandar nuestros pedagogos (que no lo son} a Europa, sino treer sabios capaces de estudiar ¢ investigar las bases de la pedagogia boliviana, poniendo de su parte y @ tuestro servicio, en estos estudios, todo el contingente cientifico europeo del que necesariamente ca- recemos nosortes y seguitemos careciendo indefinidamente. El que esto escribe cree que el solo medio de apresurar la civilizacién de nuestros paises nuevos es ponerlos en inmediato contacto con el pensa- miento y el esfuerzo europeos. Dos ejemplos diversos basten para mostrar- nos lo que e! elemento extranjero significa en Bolivia y fuera de ella. ‘Lo poco que en el pais existe de alto comercio estd en manos de extran- jeros; los pacos grandes establecimientos mineros estén poseidos o dirigidos por extranjeros; todas las construcciones ferroviarias hechas o por hacerse estén en manos exttanjeras; los pocos libros realmente cient{ficos que exis: ten sobre Bolivia estén escritos por extranjeros. ;Ved ahora lo que nos queda a los bolivianos de nacimiento! ;Y con estos datos pretended ahora pasatos del elemento extranjero, tratandose de la mds grave e importante de Jas cuestiones, cual es Ia de Ja instruccién piiblica, la de la creacién de la pedagogia nacional! Otro ejemplo. ¢Qué seria de la maravillosa republica Argentina sin los extranjeros? Lo que fue antes, esto es, algo igual a Bolivia, y a veces infe- rior; y esto es tan cierto, que en la Argentina, allé donde los extranjetos 0 han Ilegado atin, los argentinos se estén como estamos nosotros. Seguramente esto de tract sabios no es cosa fécil. Hay que escoger y hay que pagar; pero no por eso la necesidad deja de ser real. Pot lo demds, si en Chile, Argentina y Brasil hay algun provecho aleanzado en este tetreno por Jos Estados, sabido es a quien se debe, y es también sabido el régimen que en Ja instruccién publica de esos paises rina, traténdose de elemento extranjero. 6 de julio de 1910 CAPITULO IV ¢Que nos hemos contradicho? No tal. Antes de todo una observacién, No se desconozca nunca la idea maestra de todas nuestras especulaciones sobre esta materia. Esta idea es gobernar, esto es, pedir de nuestra parte o indicar a quien gobierna no la necesidad de hacerse diputado psicélogo o ministro pedagogo, sino otra primordial, si las 9 hubo, y que en la especie significa orientar la instruccién péblica hacia di- recciones definitivas y con bases razonadas y para lo cual no es necesaria la ciencia especial y personal de quien gobierna, sino el uso del poder, en este sentido o el otro, en manos de quien lo ejercita. Siempre crefamos que en esta materia de instruccién ptblica, fo consecutivo es ensefiar o aprender; pero lo primordial y fundamental es gobernar, pues eceptamos que se ensefia o se aprende segiin como se gobierna, en definitiva. iEsto! ¥ volviendo a ia cuestién discutida, deploramos no ser comprendidos. Cuando pedimos el contingente extranjero, no pedimos profesores que vengen a ensefiar una ciencia, sino sabios que vengan a crear un método, y ea suma, nos ensefien el arte de ensefiar, el cual, tratndose de europeos u otros, existe, pero seguramente no existe tratandose de bolivianos. Digdmoslo de una vez: en el porveni, el mejor maestro del boliviano tiene que ser el bo- liviano; hoy es el peor que puede darse, pues ¢ priori podemos decir que no sabe ensefiar; y en este sentido, cualquier extranjero, por ignorante del pats que sea, por dispares que sean sus métodos, siempre Iegard a resultados més Proficuos que todos nuestros pedagogos, aunque no sea mds que por su conocimiento de otras humanidades, de otros métodos. Dos solas preguntas harjamos: una de orden general, otra de orden con: creto. De todos los que oficial o extraoficialmente se ocupan de instruccién publica, equién conoce el indice grafico de la potencia o resistencia mental del nifio boliviano, qué digo, del pacefio, del cochabambino, u otro, que no todos son iguales? Y, sin embargo, este conocimiento es indispensable en una pedagogia de veras y no de burlas, y como éste, hay mil conocimientos y datos que nos faltan. ¢Quién ha de buscarlos y formularlos? ¢Nuestros profesores bolivianos que ni por juego han tenido jam4s en la mano un ins- trumental completo de antropometria? gEntonces? Entonces hay que recurtir a sabios extranjeros, no para ensefiar esta ciencia 0 Ja otra, sino para crear los métodos de ensefiatlas, cosa muy di- ferente. Pregunta concteta: ¢se puede saber el resultado de las comisiones peda- gégicas del gobierno boliviano en el exterior, sus resultados en materia regla- mentaria general, o en su aplicacién préctica? Si, se puede saber que los teglamentos y distribuciones de instruccién han variado y se han cambiado varias veces, cada vez obedeciendo a un distinto criterio, y probablemente segin soplaba ef viento de Alemania o de Suiza. Se puede saber también que sc ha trasladado al pais planes de planteles europeos (comercio, normalis- mo, etc.) y que estén en actual funcién. Se puede saber también que para la organizacién de esos nuevos planteles no se ha hecho otra cosa que con- saltar los similares transatlénticos; aunque es verdad también que para hacer esos calcos hubiera bastedo comprar los anuarios de instruccién europeos y los diferentes programas y horarios. 10 Se puede saber también —retrospectivamente— que nuestras actuales universidades jutidicas, teolégicas, farmacéuticas, médicas, ete., etc., no fue- ron ni son atta cosa que calcos de patrones europes, lo mismo que los novisimos, y se puede saber también, si hay atin alguien que necesite sabetlo, cémo se ensefia el derecho, cémo la medicina y !o demds, en el seno de esas maravillas universitarias, como seguramente se ensefiardn el comercio y de- mds novedades, Y con esto poned atin en duda la necesidad de crear la pedagogia nacio- nal, los métodos bolivianos, de ensefianza. iNo se hable aqui de Ja manera cémo se han cumplido las comisiones a Europa! ;Una de ellas ha residido en Londres durante meses, a pocas horas de Cambridge, y se ha vuelto de Londres sin conocer ni de visu Cambridge, simplemente la primera universidad del mundo! jSigamos mandando comisionades a Europa! ZQuerdis que os heble de los pensionados? Seria cruel... Antes de terminar hagamos una distincién que acabe de justificarnos de la acusacién de propia contradiccién, que es la sola objecién seria que hemos enconirado en los diatios de ayer. Cuando hablamos de contingente europeo pata Bolivia hay que distin. guir la introduccién y aplicacién de métodos europeos hecha por bolivianos ex Bolivia, por una parte, y por ota el aporte de profesores curopeos, que por mucho que estén destituidos de los elementos de una pedagogfa nacio- nal que atin no existe y por muchos que sean sus errores al aplicar a bolivia- nos sus métodos exttafios, el resultado final ser& siempre que ensefiarén un poco mds y un poco mejor que nuestros profesores. Lo primero es lo que hemos hecho hasta ahora; Io segundo, lo que tal vez deberfamos hacer, a falta de algo mas radical. 9 de julio de 1910 NOTA: Inesperadamente pata nosotros, se han vuelto a producir objeciones de carée- ter reflexive sobre mds de una de nuestras ideas a propésito de instruccidn publica. Tuvimos pensando un momento que neestta campafia sobre instruccién publica (campaiia es) debla reducitse a matcar al presente los grandes li neatnientos de Ja cuestin, y que ir mds lejos y penetrat mas al fondo habria sido tal vez buscar voluntatiamente la general incomprensién de que nos hemos quejado otzas veces. . Parece que no es asf. Parece que hay gente que gustaria de discurrir setia- mente sobre estos importantes asuntos. Es consolador ll Entretanto, ¢hay una verdadera y grave controvetsia de ideas? El Diario © i no puede estar ausente de ella ni puede faltar a la cita. Queda reabierto el debate para la semana préxima. 15 de julio de 1910 CAPITULO V DEL BOVARISMO CIENTIFICO EN MATERIA PEDAGOGICA Esto, lector, si no Jo sabes, significa un extrafio vicio de la inteligencia y del cardcter que se encuentra en todas partes, mas o menos; pero sobre todo en nuestra América Meridional. Consiste en aparentar, respecto de si mismo y de los demés, tal vez sinceramente —no se sabe—, una cosa que no es real- mente, y es la simulacién de todo: del talento, de la ciencia, de la enetgia, sin poseer naturalmente nada de ello, En la materia que nos ocupa, se trata de Ja simulacidn de la ciencia pe- dagégica, Es lo que llamaria ef excelente Gautier ef bovarysmo pedagdgico. Examinémoslo y hagamos un poco de psicologia nacional. Se trata de todo un arte. Los simuladores de la ciencia pedagégica en esta auestra América, participan naturalmente del artista y del juglar, Del artista, porque se ocupan de cosas irreales y con apariencia de verdad; del juglar, porque todo ello es, en el fondo, mezquino y despreciable. Esto tratandose del lado objetivo de la cosa. Qué pasa en su fondo sub- jetivo? ¢Qué hay en ef alma de los simuladores de la ciencia pedagégica? Dos cosas caracteristicas: una pobreza radical y fundial de inteligencia cien- tifica, y por otra parte el apetito de vivir bien. Son inteligencias pobres y petezosas, incapaces de hacer un verdadero trabajo cientifico, que, como todo trabajo honesto, demanda un verdadero esfuerza y no simples apatiencias de esfuerzo. Su papel, tratdndose de las ciencias, es completamente pasivo. In- dudablemente, se ocupan de ciencia; pero las tareas estdn invertidas: son los libros que obran sobre las inteligencias, y no las inteligencias sobre Los libros, sobre la vida y sobre todo. Ignoran la tinica cualidad y la tnica labor que cuenta, tratindose de ciencia: crear. Pero poseen todos los demés talentos, sobre todo uno, el de calco y el de plagio, que son los ralentos bovdricos por excelencia. Cémo proceden? Es muy iano y fécil. Saben setvirse admisablemente de las bibliotecas; y ellos mismos son bibliotecas semovientes y farragos ambulantes... de ideas ajenas. Pedid una idea propia, en la especie —una idea luminosa y fecunda que hubiese brotado de Ja experiencia y de la obsetvacién, por ejemplo, sobre el nifio boliviano—; eso no lo encontraréis jamés, porque eso jams ha existido. Entre tanto siguen procediendo en su fabor de bovarismo pedagégico, y 12 esto con un arte y una oportunidad admirables. La manera es citar en los discursos publicos, en Ios diarios, en los libros, en las academias y universi- dades, catélogos de nombres célebres, de sistemas educativos, de teorias pedagégicas, todo salpicado de tétminos técnicos y musicales. Os hablarén de batallones escolares, de gimnasia sueca, de polfgonos de tiro, etc., etc. Fis guraos pot un momento un juglar que desde lo alto de una cétedra os hablase gravemente y en el tona més patético y patriético, de Ja duda metédica de Descartes, de las Naturas naturada y naturante de Spinoza, de las antinomias de la Razdn Pura de Kant, de Ia tesis, la antitesis y la sintesis, dentro de !a Fenomenologia del Espiritu de Hegel: gno quedarfais asombrados y aplasta- dos debajo de tanta y tamafia ciencia? sCémo se puede no ser un sabio cuando gravemente, y sobre todo patridticamente, se han pronuaciado nom- btes y cosas tan sublimes y poco comunes? Pero, lector, dirds tu: jeste es un embuste y una mascarada! Sf, para la gente seria que no vive de palabras, para la que ain cree en la ciencia honesta y legitima, que no consiste en copiar indices de libros cientificos y citar nombres de autores; sf, para los que tienety alguna expe- tiencia en el manejo de los libros y de las ideas; para los que saben cvdn rela- tivo es el valor de éstas y de aquellos; para los que saben que Ja verdadera ciencia, pedagégica u otra, no ¢s ni debe ser un objeto de lucro personals para los que han visto de cerca pedagogos de veras y no de butlas, pedagogos que vivian en las escuelas y no en las bibliotecas; s{, para aquellos que no son pueblo ingenuo y contribuyente irresponsable que no distingue el gato de la liebre; sf, para aquellos que al criticar a los demds obreros por un mal trabajo, inhonesto o simulado, estén en estado y en disposicidn de decir: mi trabajo es éste; compatadio con el vuestro! Se nos dird: cOQué es lo que tenemos que hacer, entonces? Dejar de simular; renunciar a la apariencia de las ciencias, y emprender la ciencia de las realidades; trabajar trabajar, trabajar, y en el caso concreto, cettar los libros y abrir los ojos... sobre la vida. Peto se dird atin como se nos ha dicho ya: jPrecisad, concretad, decid objetivamente lo que tenemos que hacer! éNo lo habéis aprendido ain, sefiores pedagogos? :No lo sabéis? Majiana os lo diremos. 19 de julio de 1910 CAPITULO VI Cuando dentro de un cuadro de grandes y sintéticas lineas indicdbamos una direccién total y una idea maestra que sirviesen de norma y base para la creacidn de la pedagogla nacional, temiamos de antemano que muestras es- peculaciones y nuestras reglas de gobierno habrian de estrellarse contra una 13 incomprensién e impreparacién asombrosas, no ya de parte del ptiblico irresponsable y anénimo, sino de aquellos que por su estado y condicién estarfan lamados y obligados a tener mejor conocimiento de estas matetias. Habiamos hablado de la necesidad de crear la pedagogia nacional, es decir de una pedagogta nuestra, medida a nuestras fucrzas, de acuerdo con nuestras costumbres, conformes a nuestras naturales tendencias y gustos y en armonta con nuestras condiciones fisicas » morales... Nuestros sabios pedagogos encontrarian que una pedagogia asi serfa Ilanamente desastros. Afirman que no conocemos el aseo, que no gustamos del movimiento fisico, tan proficuo a a salud; que tendemos a entregatnos a ejercicios piadosos, tendencia que acusarfa un natural fandtico; que somos alcohdlicos, holgazanes, envidiosos, egoistas, mentirosos y, sobre todo, per- versos. Que nuestra musica es quejumbrosa {;oh Chopin!, joh Beethoven! ); que cn pintura se prefiere los colores chillones y en poesta lo sentimental (joh Heine!, joh Séfocles! ) Todo esto y ottas cosas més son verdad; pero lo que no es verdad es que el alma de nuesira raza sdlo conste, traténdose de costumbres y de ten- dencias, de aquellos elementos negativos y funestos. Esta es una calumnia que sdlo el cretinismo pedagégico es capaz de lanzar contra toda una nacién y una raza. Esos son los vicios de la taza; pero de vicios no vive ni se engrandece una raza. Ahora bien, hacer una pedagogia segdin nuestra alma y nuestras cos- tumbtes, no quiere decir hacerla segtin nuestros vicios. Al revés, uno de los objetos de la pedagogia furura ser4 justamente contribuir a curarlos o anu- lartos. Peto ya lo sabemos, el bovarismo pedagégico jamds crea nada. Habla con una asombrosa gravedad del alcoholismo, de fanatismo, de egofsrno, etc., todos lugares comunes y clichés que est4n en boca de todos los filisteos del pensamiento boliviano, desde hace cincuenta ajios. Peto lo que beocios de todos Ios tiempos no han sofiado siquiera, ni nuestros actuales pedagogos, es el descubrimiento, el estudio de todas las virtudes y fuerzas de la raza, fa investigacién de todos sus elementos de vida psicoldgica, la misteriosa y divina trama de esfuerzos y actividades, de acciones y reacciones interiores que constituye la vida misma de Ja nacién. Esto no lo han visto nunca. De esto no hablan jamés. Revolved las bibliotecas y archivos, oficiales y parti- culares: no encontraréis una sola linea sobre el mecanisme intimo de nuestra vida de bolivianos, De suerte que cuando el sabio extranjero viene y pregunta sobre los sentimientos afectivos, sobre las condiciones intelectuales, sobre los proce- sos comptensivos e intelectivos de nuestra raza; cuando pregunta si conoce- mos los infinitos resortes de vida que una raza se oftece a si misma, resortes que no pueden menos que ser particulares y propios a Jos bolivianos, en el caso; cuando pregunta de qué género de fuerzas se sitve la nacién en la lucha por la vida, de preferencia a otras, a las inglesas, por ejemplo, enton- 14

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