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Deteuze, Foucautr, LACAN ‘UNA POLITICA DEL DIscURSO Hernan Garcia Hodgron QuADRATA Conrento Trerodcedin asn Te Lacucscn del dscursa I, Ls operacn Delewse Fowcasie Lacan TL Primer momento de Ta opersién. Dele Foucault Lacan. Sabertvendad. La relacisa del sjeto con la verdad TILL El saber normalzador TUL2 Los objetas erica. Las ecnocencias 13, Las eva tcnocencae igual y ged IN. Segundo momento de Ia operacign Deleuze Fovcaule Lacan, Bl curso capitals B 2% at 36 8 a By INL Deleuse. El eaptalismo la niguina social 12. Las tyjos IV3. Suto. Deseo V, Bl antiedipo. Pscoandlsis Esquisoandiss Paranoia yesquizfenia Vi La funeién del esrito come “linea de fuga" Joyee, Lacan y Deleune vo ‘V2, Foucault. La fncin del autor V3. El dsposivo analico, La codeacdn few: diana. Baipiacin y micropoder 6 % 7 % 95 tot un Ixtmopuccibx Los vencedotes no son los que escrben la historia, sind Tos que jan Tas reglas de juego. Hoy ya no se trata de relatos sino de pragmsticas. La globalizacion promovida en nombre de una era promisotia se auto erige como el signo de la “nueva civilizacién’ cuya distancia o cercania marca las formas m4s © menos dlignas de habitarla. Sin embargo, la exclusion que genera no es un efecto no deseado, sino lo que se deduce de su misma aplicacién. No hay globalizacién, sin exclusén, pues esta operacién es inherente ¥ consttutiva del mismo discurso capitalist, En efec- 1 la gk i6n no es sino la homogeneizacién de cia es de juego ezonimicoascala nny Janetaria, que gracias a una cierta operaciGn totali- Madera se caperan aa mists como “to” ¥ 90 como “parte”. Y como ocure en todo juego, el éxito depende de las estrategias desplegadas por ls juga dotes, ¢incluye, asimismo, las regs que determina rin quign perderd en dicho juego “Tal vez en poco tiempo la globalizacién piesda su actual signiicacién, y el discurso que la sostiene actualmente, a su ver, tambign termine por vaciarse ‘sf mismo. Entonces, habe que inventar una post- slobalizacion, y as, sin que ello afecte um solo térmi- ro de la ldgica en la cual se sustenta, la vertiginosa dialéctica de los hechos termine devoréndose a las categortas que los describen. La globalizacién no es sino la manifestacién dia- cerdnica, fenoménica, de aquella operacién estructu- ral del capitalismo, que consiste en la universaliza- cidn de lo Uno, evitando con ello el efecto desorga hizador de la “diferencia” que segrega suv misma ‘maquina discursiva. La operacién totalizadora es la que permite ejercer el control y la vigilancia de la dliferencia, cuya ireupcin interrumpe la homogenei- g dad en la que se basa todo sistema de dominacién, a universalizacion de la ‘parte” como “todo” reside en [a estructura misma del aparato de dominacién, y su sineronfa no cesa de encarnarse bajo las mis diversas formas. Ast, desde el monoceismo hasta su consolidacién en el "poder pastoral’, desde la colo- nizacién desplegada por los imperios en nombre de la ecumene hasta las intervenciones armadas en. nombre de la “democracia’, y desde aqut, hasta la universalizacién de la técnica y dela economia pos- ‘ulada como Uno por la “globalizacién", todo ello no son sino las formas debidas y necesarias que en cada caso imponian las condiciones materiales reinantes de las cuales surgia la “operacién totaizadora’. Hay tuna subjetividad que se construye en el seno mismo de estos dispositivos, una politica que la sustenta, tuna estrategia que la despliega y la traduce en accio hes pragmaticas conducentes. Y asimismo, hay otra subjetividad que surge de sus intersticios, de los cor- tes, de las fallas mismas de la operacién totalizadara, La operacién Deleuze, Foucault, Lacan, se propone localizar a este sujeto surgido del interstcio de las iquinas y de los dispositives discursivos, que ha sido postulado por Freud como "sujeto del incons- ciente”. Deleuze, Foucault, Lacan; es decit, ls miquinas, el dispositive discursivo, el dispositive analitico, son los ces tétmtinos de una operacién que hemos lamado “destotalizadora’, y que permitiré situar aque “otro sujeto” que emerge como un resto que resiste a la universalisacisn, La Cussmi6y pet Discurso ‘A partir de los apottes de la linglistica saussuria- na y Ta posterior relectura de Hjemslev en el marco de la semistica, el cérmino “discurso” ha sido objeto de maltiples usos, definiciones y apropiaciones en el seno de las mis diversas pricticas. Asi, el “discurso politico”, el “discurso lterario", el “discurso sociolé ico", el “discurso cientifico", ete, no son sino algu ‘nas de Las mltiples aplicaciones de aquel téemino ccuyo campo semntico no cesa de multiplicarse sin, ierta ambigledad. Sin embargo, exsten tres formas, tres usos a los que podriamos llamar “paradigméticos” del término discurso, pues representan. tres momen- tos estructurales, o mejor dicho, tes matrices a par- tirde las cuales se han generado una multplicidad de sos y aplicaciones. Estas tres matrices son: Deleuze, Foucault y Lacan. El impacto de estos “autores”, tal como lo hemos precisado en otras ocasiones, atin continéa y nos sigue concierniendo, por ello la eva- Iuacidn de su alcance tendré por limite Ia episteme de Jn época que atin la attaviesa, y en el interior de ella, ‘rataremos de situar nuestras mires El concepto de “discurso”, al igual que el con- cepto de *sujeto", u “objeto”, dado que se trata de nociones compartidas por un considerable néimero de pricticas y disciplinas, posee una significacion, resulta set muy vasta, y por lo mismo, se impone nnecesariamente un acotamiento que permita preci- sar sus rnltiples alcances. En el campo de la semié- tica narrativa y en el de Ia lingdistica, el discurso puede ser identificado con el proceso semistico, ¥ analizado conforme a una teoria especifica del dis- ccurso que lo presenta como el conjunco de aquellos hechos y procesos semidticos que tienen lugar en el plano del llamado “eje sintagmatico del lengua es decit, en el plano de las emisiones frisicas y dis- ccursivas efectivamente realizadas por el hablante. El *discurso”, en el campo de la semi6tica y de la Tinguistica, se opone al "texto", por cuanto el p ‘mero corresponde al eje sintagmético de las efec- tuaciones pragmdticas de la lengua, mientras que el segundo corresponde al plano de las efectuaciones ‘gafemdticas. Ast, el “discurso” es lo que se “habla ‘mientras que el “texto” lo que se excribe. No obs- tant, las fronteras formales entre uno y otto se han esdibujado como resultado de ciertos efectos de uso, donde el “discurso", en cuanto practica efecti- va del hablante, suele ‘ser considerado como un. “cexca”, y asimismo, el “texto”, sue sex presentado en Tos términos de un “discurso” susceptible de and- lisis, De este modo, es posible hablar de un “discur s0 filosdfico” o de un “iscurso politico” como un. conjunto de précticas que afectan tanto al plano sintagmatico como al plano paradigmstico de La lengua, y que poseen una cierta unidad y coberen: «ia l6gico formal El discurso suele ser considerado sinénimo de “texto”. En efecto, aquellas lenguas europeas que no poseen un equivalente para el término franco-hispa- no -saj6n de discurso, han sustituido el término "di por el término “texto”, y del se deriva luego ingustica textual”. Asimismo, los t&minos vy "discurso” se han utizado indistintamente para designar procesos semiéticos extralingiisticos portadores de significados, tales como los mensajes visuales, los ritos, el cine, los fconos, la produccion, rafica, etc, y que son considerados discursos 0 tex- tos en un sentido semistic. En el mbito de las graméticas frésicas, el ansli- sis de los discursos se propone aislar y reconocer modelos de secuencias discursivas consideradas como series de frases o enunciados. Ya este objeto, se han elaborado diferentes procedimientos tales como el establecimiento de redes de equivalencia Interfsicas y/o series de frases; 0 bien, formacién de regls logicas de articulaci6n de frases o el esta blecimiento de isoroptas gramaticales, cuyo compor- tamiento puede ser analizado a la luz de los proce- 505 semidticos. ‘Ahora bien, si se considera que el enunciado-dis- ceurso forma una totalidad, entonces, los procedi- mientos que deben urilzarse serén de naturaleza deductiva, y se procedera ast al andlisis de sus com- ponentes constitutives. Desde el punto de vista gene- rativo, la semi6tica concibe el discurso como una sagregacion de niveles de profundidad superpuestos (estructuras de superficie / estructuras profundas) donde sélo el tlkimo nivel sera susceptible de recibit tuna expresin o representacién seméantica Desde el punto de vista del enunciado, y en . eer tanto elemento siltimo ¢irreductible de un discurso, ro es susceptible de descomposicién, ni puede set aislado en sazdn de su misma irreduetibilidad, y por lo mismo, es eapae de ingresar en un juego de rela- ciones con otros enunciados o elementos semejan- tes, El enunciado puede ser localizado en una supet- ficie, en un plano de distribucion y en formas espe- ‘fficas de agrupamientos, y consticuye el verdadero ftomo del discurso. El enunciado se diferencia del ‘mer acto elocutorio (speech act), y no conforma tuna unidad del mismo género de la frase, la propo- sicién o el acto de Lenguaje. El enunciado no pose criterios esteucturales de unidad, pues se trata de ‘una funcién capas de atravesar diferentes dominios estructurales y emerge, conforme a cierta reglas de apaticin, bajo contenidos concretos y espectficos cen el espacio y en el tiempo, y bajo la explicicacion de ciertos actores que se transforman en sus porta ores. El enunciado, a su vez, designa a esa modal dlad propia bajo la cual emerge un grupo de signos. Lo eseneial del enunciado reside en su "singul dad’, y en su carseter irreductible Esta perspeetiva, pata lograrintegrarse a una teo- tia general del lenguaje, debers homologarse a las dicotomias fundamentales lenguaje/habla, sistema/ proceso, competencia/performanece, y a su vez, local zatse en la instancia de la enunciacsn. ( \ Foucault no analiza autores, sno el funcionamien- to de ciertos enunciades, de ciertos discursos, sus leyes de significacién, sus reglas_de_formacién, “Tampoco apela a un sujto puro del conocimiento en ceuyo fondo se ha hecho aparecer Ia distorssn, el ceror y la desviaidn, con arteglo al cuales medido, también, el acierto, la adecuacin y la exactitud, Los cerzores, las distorsiones, ls equivacaciones, ls cor- tes, fran parte de ls dscutss, y el orden de su dispersion no es azaroso, sino que responde a estric- tas repas de frmacion. FL discurso puede ser analizado alegicamente respecto de aquello que” quiere signfiar, 0 ben, puede ser analizado partir de sus funcionamientos autGnomos, a partir de sus reglas de formacién, donde los sujetos pensantes aparezcan como superti cies de emergencia de la enunciacién, como sus fescansiones, Sus Cortes, antes que Sus agentes activos ¥conscientes, La materialidad del discurso propuesta_ por Foucault, que surge de aplicar las operaciones arqueolopicas, parece encontrase muy préxima ala materalidad del signiicante postulada por Lacan en su ensefianza, La misma autonomia del significance respecto del significado es la que parece exis entre WW. 1. Dewsuze, BL Camtrausmo ¥ La MAguINA Soctat El “Antiedipo" escrito en colaboracién con Guattari, constituye sin duda la obra capital de estos autores, ¥ allf se resumen las posiciones mas patadjicas y radicales de uno y otro con respecto al psicoandlisis. Estas mismas deben verse como tuna reaceién "epocal” a cierta primacia de lo psico- analitico con tespecto a lo flos6fico. En efecto, la critica emprendida por el Antiedipo, pieda fun imental donde se asent6 el proyecto de una “filoso fia politica’, es mucho mas una critica diigida al dliscutso *sobre" el psicoanilisis que al discurso analitico concebido como dispositive de cura. El clima intelectual del 68 francés aporté el marco para la claboracién de una gran parce de las tess, fundamentales del Antedipo, que fue propuesto como modelo de "agente colectivo de enunciacién’ ‘que pudiera articulara bajo la forma de discurso tuna oposicién al saber universitatio, Para Deleuze el capitalismo es una composicién ‘maquinica, se trata de fujos, contraflujos,cerrito- ros, ineas, fuga, movimientos, cores, contintida- des, planos, segmentos, cuerpos sin drganos etc, {que se dispersan, se rednen, se oponen o se codifi- can aleanzando cierto grado de unidad en la signi Nv Casdes fly ficacién que les sirve de soporte. El conglomerado fo reunién de todos aquellos flujos bajo una forma ‘ns 0 menos organizada es lo que estos autores han llamado “rizoma’. El rizoma no se organiza a partir de relaciones necesarias de contigtidad, pertenen- ‘cia o semanticas sino a partir de la ley autortegula- da de su propia expansidn. Una lengua, dice Deleuze, no es tan s6lo un sistema de signos que hhace posible la signficacién, sino un sistema de poder que alcanza su dominancia gracias alos flu jos politicos que permiten ramificarla, extenderla, propagarla como una mancha que se expande sin fotra ley que la que organiza sus propios desplaza- tmientos. Se trata pues de multiplicidades sin suje~ to, sin voluntad que oriente su direccién. Podemos ver en ello a la "ley de repartcion o dstrbuciin dis- ccursiva” postulada por Foucault, segdn Ia cual se vilegiado de estas codificaciones ejercidas contra la maquina deseante, y Deleuze responsabiliza al psicoanslisis como el principal agente de esta codi- ficacién y tituracién del deseo. i 1V.2. Los Fiuyos Deleuze extrae la nocién de flujo del campo de Ja economia politica a partir de las formulaciones de Keynes y de D.Entier con tespecto a la teoria del capital y el interés. En el curso de Vincennes (14- 12-71) Deleuze expone sus fundamentos precisos y citando a Entier dice: “desde el punto de vista econémico, se puede llamar flujo al valor de las cantidades de bienes de servicio o de moneda que son trasmitidas de un polo a otro". La nocién de polo resulta fondamental para articular el concep to de flujo en tanto Deleuze la define como una instancia que mana, que fluye sobre el sous y que ingresa y sale por un polo conforme a un régimen de ciezee y apertura. Por ejemplo, la prohibicién det Incesto representa un bloqueo en el flujo del deseo que impide la relacién sexual con la madre o et padre. El polo se comporta entonces como el punto 1 extremo que permite o impide ef pasaje de un | flujo. Una sociedad, para Deleueze, consiste en la | codificacion de los flujos, es decis, en un régimen | de significacién que los inscribe en el “soctus” con: forme a un sistema de signos. Lo no codificado es quello inmombrable, Io inefable, la cosa. La codi- ficacién puede comprenderse como un sistema de explicaciones por medio del cual se localizan los mltiples fujos; por ejemplo: a familia, la muerte, el nacimiento, la enfermedad: el sistema religioso ‘Asi, slo ingresan en la sociedad ls flujos coditica- dos conforme a correlaciones precisas bajo las cua~ les os lujos se intercambian y transitan, La locura, por ejemplo, consiste en un flujo dscoditicado que impacta sobre el “socius" conforme 2.un régimen aque escapa al eddigo comin, y por lo mismo, no puede ser absorbido. La locura muestra la estricta correlacién que existe entre el flujo yel c6digo, el temor producido ante la descodificacién muestra la funcién normalizadora y tranquilizadora que se establece a partir de quella cortelacién. Ahora bien, Ia operacién de codificacién implica y supone Ta presencia de dos cores simulténeos que Deleuze lama ‘eorte-flyjo", y “corte-extraccién’, por redio de la cual se definen los polos del flujo. El primer corte es el que se ejerce sobre el flujo, mien tras que el segundo se ejerce sobre el cédigo. El delirio, por ejemplo, consiste en las extracciones del flujo en funcién de las extracciones del cddigo. Por ejemplo, el delirio del presidente Schreber, tematizado en tomo a los mensajes que Dios le emite por medio de fa lengua fundamental, segin Deleuze puede ser explicado a partir de la recep- cin y emision de flujos descodificados. En efecto, el delitio consiste en el corte-extraccién, y en ef corte-separacin de los flujos codkficados por medio de los cuales el delirio ingresa en méiltiples, cédigos y efectin alt numerosas extracciones a partir de miitiples Kineas de fuga. El delirio es un flujo atravesado por miltiples codificaciones ret tuidas conforme a un modo de organizacién y | tematizacion que le es propio y singular. El Dios de Schreber no es el Dios de la religion codiicada, sino que se trata de otro Dios que responde a las tematizaciones de un fljo atravesado por miiltples cédigos y cuyo intercambio con otros flujos resulta imposible. Lacan llamaré a esta posiciOn hors du discours , e decir: fuera de discurso, fuera del Ta20 social que los hablantes establecen entre sf, ¥ poF To mismo, el sujeto no puede establecer con estos Cédigos sino una relacién de oposicién, de exclu sin y de absolura singularidad. La metéfora pater- ‘ha, en términos deleuzianos, representaria Ia codt- ficacién fundameneal por medio de la cual los fi- jos se insertan en el c6digo comin que permite la instalacidn en el discurso y los intercambios deri- vvados de aquella instalacién, 1V.3, Supet0. Deseo, Lacan, al igual que Foucault, sitdan el discurso como la materialidad determinante del sujeto, cuya dlialéctica, en el primer caso, es capturada por el dispositivo analitico, y en el segundo, gracias a lo ‘que Foucault denomina episeme, que conforma un cconjunto de relaciones que regulan las précticas jerdo a un régimen espectfico de organisaciGn, La subjetividad es una funcién Tocalt= zada en el interior de una episteme y gracias ala cual ésta puede ser enunciada, analizada, producida 0 desplegada. Ast concebida, la “subjetividad” apare- ce como una suerte de nudo en la que convergen y se depositan wna serie ce enunciados y pricticas ‘on arteglo a las cuales aquella alcanza cierta visi bilidad a la luz de los dispositivos discursivos que Fracen posible su analisis. Para Deleuze, en cambio, [a matric fundamental que ordena y produce la sub jetividad parte de lo social que incide y determina stucesivamente alo familiar ya lo individual y segtin un régimen de prioridades con arreglo al cual el deseo se constituye, ante todo, como una produc ign social. El deseo es produccidn deseante y se ‘organiza conforme a una dialéctica de tepresiones y permisiones segtin los polos que permiten transferir o bloquear la carga de los lujos. Como hemos visto, In prohibicisn del incesto bloquea el flujo deseante dirigido hacia la madre, el padre, la hermana, el hhermano, etc. La carga de este deseo es “malar” cuando incide en el *socius", es deci, en las forma ciones sociales, y es “molecule” cuando incide en el nivel de lo “microfisico” inconsciente. Lo molar ese deseo consciente,explicito, es el deseo efecti- vamente enunciado por medio de Ia representa cin de objetos de deseo, yse origina a partir de los flyjos inconscientes del deseo o cuerpo sin dnganas. Fl cuerpo sin érganos es el inconsciente propia. mente dicho, el inconsciente de ls sujetos, de ls J sociedades y de la historia, y designa al deseo en estado puro, el deseo que ain no ha sido codifiea- | do, que carece de representacién o de objeto. El “cuerpo sin Grganos” que postula Lacan, respon- diendo a la tesis de Deleuze y Guattari ser muy diferente, En efecto, dado que el sujeto es atrave do por el lenguaje,o bien, por el “6rgano-lenguaje” en vrtud del cual su cuerpo y sus érganos son cap- tados simbdlicamente, aquellos funcionardn con- forme ala legalidad del significance, Por ejemplo, el sintoma histérico que recupera Freud en el dispos tivo analitico no es sino el cuerpo imaginario que funciona segtn la legaldad significante. Lo simbé- lico atraviesa al sueto, el resultado de ese atra- vvesamiento determina su captura por elsigniican- <"> te conforme a Ia legalidad organizada por el régi- men de oposiciones y diferencias. Ast, dado que el simbolo es lo que mata a la cosa para permitir su represencacién, el cuerpo se reencuentra mortifica- do y negativizado por el simbolo que lo tricura para recuperarse como cuerpo "simbolizado", y de cuya ‘operacién cae un resto al que Lacan llamar "goce" (flujo no codificado) que se consticuye como “causa det deseo”. La tesis de Deleuze reencuentra la mension def goce y del inconsciente transitando “an camino muy diferente. El “cuerpo sin érganos” es el mismo inconsciente, solo que para el autor del Antiedipo, el inconsciente se localiza en el sujeto, en las sociedades, en la historia como el flujo no- codificado, mientras que para Lacan, la condicién del inconsciente reside en ef lenguaje como instan- cia transindividual. El “cuerpo sin Srganos” del Deleuze no es el cuerpo erdgeno ni el cuerpo atra- vesado por al pulsin, pues “lo er6geno" y "lo pul sional” constituyen codificaciones,es decir, temati- zaciones del deseo, representaciones. El cuerpo sin Srganos es, de algin modo, un inconsciente tran individual, no personalizado, que se expande y fluye hasta que alcanza una tematizaci6n, una codt- ficacién, por medio de la cual se vuelve representa Dle. Para Deleuze, el descubrimiento freudiano no es sino el descuibrimiento del deseo en estado puro, yy la mayor desviacién del psicoanalisis ha sido pues Ja tematizaci6n o "representacién” de aquel deseo, capturado ahora por miltiples codificaciones y bajo Is cuales perdid su carscter subversivo, su poten cia destructiva, Para Deleuze la interpretacién del deseo no es sino la codificacién ejercida por el poder. Se trata de “toma del poder” efeceuada por Ta interpretacién del deseo dirigida a bloquear su flujo en diveccidn a una tematizacién en la cual su fuerza queda capeurada, suspendida, tricurada. Ast, por medio de la "representacién” que le provee la interpretacién, el deseo se "hace conciente” y bajo cesta forma se ejerce el conteol y Ia vigilancia sobre su fuerza destructiva, se hace previsible, se codifica, se anula y se neutraliza su potencia transformado- { ra, Para Deleuze, el ejercicio del poder se funda en Ta tematizacién del deseo por medio de la cual fos ‘ujetos asumen representaciones "fjas", “estndar” ¥y con ello, su fuerza se neutraliza, se apaga, se domestica en beneficio del status quo. Se trata de responder al malestar de la civlizacion. La “prolife- raci6n" de objetos técnicos producida por el discur- so capitalista forma parte de aquellas ofertas "codi- ficantes" del deseo como un medio de suturar aquel “plus de goce” liberado por la insatisfaccién. Sin embargo, el deseo carece de objeto y la prueba de ello Ia aportan las sucesivas ofertas que vienen en nombre de su satisfaccion imposible y que no com- siguen sino relanzar el mismo proceso que hace visible aquella carencia. El deseo, en si mismo, no tiene objeto, y por ello puede ser manipulado, codificado, tematizado, interpretado. En el capitalismo, el deseo es codif cado y tematizado como mercancia que debe ser ‘consumida conforme a un régimen de profiferacién, ‘metonimica, De este modo, el consumo de objetos Yymercancias contribuye a la reproduccion del capi talismo y permite las operaciones de control y viet- lancia borrando las diferencias, las singularidades de los sujetos deseantes cuya expresién interrumpe sobre la operacién cotalizadara en la que el capita- lismo funda su poder. De esta forma la energia deseante, verdadero 4cido que corroe el poder, posee dos dimensiones: tina molar, macrofisca, totalizante, organizada en totno a los ejes del poder hegeménico; y otra mole- ccular © microfisica, marcada por la singularidad y distrbuida a lo largo de los complejos entrecruza- ‘mientos del cuerpo social. Las singularidades dese- antes estallan en cada sujeto determinando tlt ples modos de relaci6n con respecto al deseo. Las singularidades deseantes fragmentan los objetos, los construyen a partir de rerazos, de restos, proce- den por medio de.la fragmentacion de totalidades, por lo mismo, su representacién es imposible. El discuso capitalista provee totalidades, completu- des, “buenas formas", como un sefuelo arrojado sobre la fuerza deseance para procurar su anelaje, evitar su deriva, concentrar su fuerza dispersa y diliren la multiplicdad de objetos el flujo desean- te asta que éste se vacie a s{ mismo y permanezea ligado a “tepresentaciones tipo”. EL deseo se transmite, ye y se expande por aedio del acoplamiento teciproco de érganos; por cjemplo la boca se acopla al pezén, el pene a la vagina, ete. Ahora bien, elconjunto de estos rea nos constituyen un dispositive que Deleuze lama maquina deseante". Ast, el deseo ciscula como flyj, y se expande establecendo conexiones, liga duras, acoplamientos, pero también “cortes"e “inverrupciones". Los érganos una vez acoplados se sparan, el deseo ya no fluye entre ellos. Las ‘maquinas deseantes” estin atravesadas por una fuerza libidinal productiva que puede medirse en et orden de las intensidades. El corte de las intensida- des deseantes estan necesario como el acopl, pues de lo contrario, la fuerza deseante se hace "molar", es deci, se totaliza, se liga a una representacién u objeto asfixiante que lo obtura y lo ahoga. El deseo aque permanece ligado a un objeto se torna 6s, petaifica, no circu, se detiene. Lacan captura esta Melapre (e et Gee dialéccica mediante las figuras de la metry la ‘metonimia, La metonimia es el deslizamiento ince- sante por eit Ia sucesion de abjetos que se ofte- cen a la satisfaccidn hasta que en algin momento del circuito se produce un efecto de metafora que detiene el proceso preduciendo un efecto de sats faccién. “Corte” y “acople", no son sino los nom- bres deleusianos del desizamiento metontnico, del mismo modo que el “flujo deseante” no codiicado es el nombre deleuziano del goce. v BL ANTIEDIO, PsicoaNAuiss. TESQUIZOANALISIS. PARANOUA ¥ ESQUIZOFRENIA El Antiedipo puede ser leido desde la perspectiva de un proyecto de filosofia poltica, tal como lo habia sugerido J. Alemén, en el cual el “deseo” y su pproduccién son introducidos en el seno de los ‘mecanismos y funcionamientos sociales. El proyec- to del Antiedipo al tiempo que pro de lo social a partir de las "miquinas",sostiene una critica al psicoandlisis fundada en la complicidad que lo vincula a ste con la *represién” del deseo. ne una visisn Freud descubre el deseo en estado puro y luego rapone el trance edipico como articulador funda- mental de [a subjetividad, sin embargo, para Deleuze, Freud no ha podido ver la *catexia” social cen el cual se origina el Edipo lo presenta como un hecho estructural, cuando en verdad se trataria, al igual que el objeto (a), de una produccién maqut- nica; es decir, de una "proyeccion’, de una “con truccién’ aplicada al flujo deseante. Segi Deleuze, Freud ha sido el Ricardo de la psiquiacra, pues descubrié Ia fuerza absteacta del deseo a la aque llamé “libido” y logré desglosarla de las “obje- tividades" con arregloa la cuales aguella fuerza era definida. La "locura” a partir de Freud ya no se vin- cula con las objetividades sociales, sino que se tela- ciona con la “subjetividad” y para la cual la psi quiatria del siglo XIX carecta de categorias que pudieran representarla, tan s6lo habia una geilla nosografica ineficaz y estérl. Del mismo modo Ricardo descubre la esencia dela riqueza, pero no ya del lado de las “grandes objetividades’, sino del lado del sujeto, a partir de la actividad de produc- cid como un acto emanado desde el sujeto. Para Marx, Adam Smith represent6 el primer paso dado en direccin ala economia polftica, pues vinculé la esencia dela riqueza con la actividad de la produc cién en general. Asimismo, Foucault, en "Las pala- bras y las coss", se tefere a Ricardo y a Adam Smith como los momentos fundacionales dela eco- ‘noma politica, pues descubrieron en la actividad subjetiva de la produccién: “algo irreductible al dominio de la representaci6n”. Feud, por su pare, descubre la esencia abstracta del desco y llama, como hemos dicho, “libido”, que posee sus objeto, sus fuentes, sus propios limites, y aunque esto mismo implique atar el deseo alas objetividades, a los tertitorios: no obstante, la libido es postulada como actividad subjetiva dl deseo. En este aspec- to Freud y Ricardo se retnen. De este modo, el deseo ya no debe ser compen ido como “deseo de", es decir, det ado de los obe ios, de sus meta, de las dstintas investiduras, sino que debe ser comsprendido como “libido” en un sentido abstacto, no limitado por los objets que pueden servirle de vehiculo o destino. Sin embar- 0, para Deleuze, una ver que Freud libera al deseo de sus determinaciones (bajo las cuales se lo com prendia como un deseo de), lo inscribe en la fami- lia bajo la forma de "Edipo”, produciendo con ella una re-alienacidn, una suerte de codiicacin bajo Ia cual el fujo deseante termina aascindose y cit- ceunseribigndose al educido mbito de la familia. A partir de este confinaniento del deseo al mbito de To familias, y al que Foucaule igualmente suscrbe, se evita su expansién, su propagacidn, y se hace solidatio con la accién desplegada por la maquina capitalista dirigida a la neutralizacion de lo subjeti- vo. En efecto, la actividad subjetiva implica “des- codificacién” y “desterritorializacién”, la cual. se fjerce siempre en sentido contrario a la “codifica tid” y “territorializacién’” de la mdquina capitalis- ta que procura con ello vaciar lo subjetivo en el inarco de las “objetividades”. De este modo, la potencia creadora y destructiva de los flujos dese- Antes se “objetivan” en el interior de ciertos “eédi- gos”, transformando la potencia de lo subjetivo en “energia’ que nutre las méquinas capitalstas. Para Deleuze, la operacién analitica consiste pues en tuna *reterritorializacién” de la potencia subjetiva fen el “territorio” de las categorfas analiticas. Y quello que fue “descodificado” vuelve a ser “codi- ficado”, anulando en el seno del mismo dispositive To que éste habia liberado. La “maquina deseante” opera en el plano de lo molecular, de lo subjetivo, mientras que las “miquinas sociales” operan en el plano de molar de las “objetividades". Hl “inconsciente", en tanto “maquina deseante” hue, e propaga, abre sus pro- pias lineas de fuga. El Edipo, segin la triple inscrip- ‘in Ley-ProbibiciGn-Transgresion, el fantasma, el suefio, lejos de ser consideradas verdaderas pro- dlucciones del inconseiente, antes bien, se trata de Jos “tomiquetes", dice Deleuze, que obturan as lineas de fuga pot las cuales el inconsciente busca propagarse y romper las coificaciones que lo con dicionan a una expresion "objetva”. En este sent- do, la interpretacién es fa transformacion del flujo dleseante del inconsciente Bajo a forma de atic Taciones. Asi, Ia interpretacién es un modo de interceprarel flujo del inconsciente y devolverlo a 5 codificaciones objetivas. EI inconsciente, lejos de estar estructurado como un lengule, es aquello aue permanece siempre descodiicado con respecto a las objetividades. El “esquizoandlsis” es la opern- ‘in propuesta por Deleuze y Guattari para peri frle al inconsciente hallar sus propias lineas de | fuga por fuera de Tas maquinas sociales y resttuitle él cardcter de “formaciSn molecular. Por ell, el inconsciente es lo no~ figuativo, To no-simbico, lo “real” segin la formulacién lacaniana, un real inreductible a toda representacién, ‘Asi, surgen dos polos. El primer polo es aquel representado por los investimientos molaees.y que proceden del campo soca, a familia, los vinculos de parentesco, etc; mientras que el segundo polo esta tepresentado por el plano molecular, lo *subjetvo", por sus lineas de fuga, por la potencia deseance expuestaa las objetivaciones de fa maquina soca (mas tore. El dispositivo del esquizoandiss se sitéaentee La réquina molar y la méquina molecular, entre las grandes maquinas sociales y técnicas,y la maquina dleseante subjetiva,y gracias a ello permite captu- rar la dialéctica entre ambas interviniendo en ef sujeto para desbaraar las “representaciones objeti- vas" en las cuales Ia fuerea deseante del incons ciente qued6 obturada, atrapada. Para Delewe, la primera tatea préctica del esquizoandlisis consiste ce aleanzar las lineas de faga del inconssient, y a partir de esta intervencién, el inconsciente hard funcionar sus méquinas deseantes conforme a sus propias lineas de fuga. Los movimientos de "eiere” ¥ “apertura” del inconsciente, a diferencia de Lacan, no se inscriben en una temporalidad logica, sino que se corresponden con el momento de obje- tivacign y codifieacién (cierte), y el momento de expansién 0 hua por sus propis lineas de fga (apertura). El inconsciente para Deleveze se “cie- ‘ra® cuando es objetivado por las miquinas sociales {Eaipo, familia), y se “abre® cuando pone a funcio- nar sus méquinas deseantes y en lugar de servise de las codificaciones, “huye” por sus propia lineas de fuga, “Cierte” y “apertura” en Lacan, “estanca- micnto"y "hua" en Deleuze, constituyen dos for- rmulaciones opuestas del inconsciente, Sin embargo las méquinas sociales son invest- das por tas méquinas deseantes, y éas,a su ver, pot las maquinas sociales conforme a una dialéct ca que solo puede ser recuperada en el marco que le oftece el esquioandlisis. Por ello, la segunda tarea prictica del esquizoandlisis ser la de deseu- brir el recortido, la intensida, la pregnancia y ol modo que aquellos investimientos sociales han alcanzado al sujeto ¢ interceptado los funciona- anientos de sus méquinas deseantes “Todo investimiento es molar y social, Y solo los investimientos sociales poseen dos polos: un polo paranoico, y un polo esquizotrénico. El polo para noico, yal que también se puede lamar de invest ‘mento reaccionario fescsta,consiste en la subordi- nacién de las méquinas deseantes la accign de los ftandes aparatos reprsivos, alos grandes aparatos del Estado y particularmente al aparato familia. El polo esquizo consiste en la fuga esquizfténica, e decig, aquella que se vale de las lineas de fuga Imoleculazes y cuyas maquinas deseantes se hllan profundamente vinculadas y conectadas al campo Socal tal como To est las grandes integraiones paranoicas. Para Deleuze, la produccién de ambos polos es dlirante. El polo esquizofrénica del delitio. fel que opera en sentido inverso a la subordinae ‘in que despliega el polo paranoico. En este caso, ‘el polo esquizofrénico procura subordinar las for- Ver mag ie 4 ( Suber di nac maciones moleculares a las formaciones molares imponiendo el primado de lo subjetivo por sobre las objetivaciones sociales. El polo paranoico, como hemos visto, procura subordinar las “objeti- vaciones sociales” a un régimen de dominacién y control. De acuerdo 2 ello, Deleuze propone recon- siderar la funcién estructural del “padre” como una de las formas que asume el investimiento social en el seno de Ia familia. Se tratarfa de un suboconjun- to molar en el interior del conjunto molar del capi talismo. Por ello, la funcin del *padte", codificada y territorializada en el marco de las objetivaciones familiares como “agente psiquico” de la probibi- cin, en verdad encarna aquel polo paranoico por ‘medio del cual se efectiian las regulaciones y coer- ciones del sistema capitalist subordinando el fun. ionamiento de las méquinas deseantes al funcio- ramiento de las maquinas sociales. El “padre” es quien efectia el primado de lo molar por sobre lo molecular, y por medio de la prohibicin instala en el nino un objeto para el deseo ligéndolo a éste, asfixiéndolo, obturdndolo en el marco de las eodi- ficaciones sociales. Asi, Deleuze invierte las priori- ddades estruccurales y coloca en primer lugar a la “paranoia” y luego a la “neurosis”. El paranoico delita primero en el campo social y debe ser definide en términos absolutamente no cedipianos, sino que debe ser definido con arteglo a cierto investimento del campo social. Ese tipo de investimento, cuya procedencia es el campo social, termina subordinando el sistema y los funciona: mientos de las miquinas deseantes, es decir: las for ‘ones moleculares a los grandes conjuntos rolares. Luego, por medio de Ia extension de esta préctica a la familia como sub-conjunto molar pti- vilegiado, produce la edipizacion del hijo, es dec, la “codifieacign” de su méquina deseante a la cual se le asigna ahora un “objeto”. (Foucault, por su parte, llamaré “microcapitaridad” a esta continu ad encte lo molar y lo molecular por medio de la cual el sujeto acta como un agente de los mecanis mos de control y vigilancia.) ‘Ahora bien, la operacién psicoanalitica, segin Deleuze, se inscribe en la misma direccién que lo hace el polo paranoico y por medio de ella continiia yy consolida la accién de las miquinas sociales, pues le provee una “representacién’ a la méquina dese- ante y la inserta en una trama de objetos. El psico- analisisformaria parte de aquellos “agenciamientos ‘maguinicos's el esquizoandliss, en cambio, los sus- pene, los interrumpe y produce un “corte” a parti, dlel cual el flujo deseance “huye” buscando sus pro- pias Kineas de fuga Las relaciones objetales que postula Freud como modelo de integracién de la pulsién a una forma vincular no es sino uno de los "agenciamientos ‘maquinicos” que el psicoansliss le provee a la fuer za abstracta del deseo. Sin embargo, para Deleuze, tuna vez que Freud descubre la potencia del deseo por fuera de las objetivaciones de las méquinas sociales, vuelve a introducirlas en sus funciona rmientos obturando las lineas de fuga de la maqui- nna deseante. La relaci6n objetal, la fase genital la relacién heterosexual, propuestas como modelos e integracién pulsional orientada a las metas sociales no son sino las efectuaciones de aquel ‘agenciamiento maguinico” donde lo molecular se inserta en fo molar. Una vez que se produjo aquella inserci6n, las lineas moleculares se descomponen sobre el plano de las grandes lineas molares y aque- lias ya no pueden ser reconocidas. Sin embargo, persiste fo que Deleuze llamaré “indices”, o bien, “restos” que aquellos agenciamientos maquinicos ‘no lograron absorber completamente. Bl esquizoa- nnlisis parte de fa lectura de estos “indices residua- les’ y los conduce a su expresién original restitu- yendo la potencia deseante. Vu. La FUNciON DEL EscRrTo Como “LINEA DE Fuca’. Joyce, Lacan vy Deveuze El andlisis que Deleuze leva a cabo de la escri- tura de Joyee permite postulr la func del eseri- to como lugar de la “produccién subjeciva’, yen «este sentido se sta en una vecindad con respecto 4 Lacan quien se vale de Joyce para formalicar aquella funcién como una funcién supletora. Deleuze insrta la escricura joyceana en el hotizon- fe de su filosfia a partir dela nocién de "zona Lacan, por si parte, en el marco de intereses muy diferentes exctae del escrito joyceano la funcién supletoria del cuarto nudo como lugar de instala- cin discursiva del sujeto ma allé de la metatora paterna. Puede decirse que Lacan, en cérminos Aeleucianos, establece un desinde entre las "for tas estilisticas codificadas" que regulan la produc- cig del eserito y condicionan su legbilidad, y las formas descodificadas" que utiliza Joyce produ- ciendo con ello una “singularidad” que se opone las formas “tipo” del relato. Para Lacan, Joyce se trata de una “cuestin’ mucho més que de una “formalizaciin’, pues fa “euestin de Joyce” (de este modo deer lamar- se), consiste pues en una interrogacién acerca de su arte, La “euestiGn” na se ditge al "hecho estét co", ni campoco a una “aproximacisn lteraia”res- pecto de la obra de Joyce, sino tan solo en la medi- da que esta aproximacién permite mostrar una funcin. Entonces, 2qué funcién ha cumplido en Joyce el arce?, y luego, sies posible: iqué fancion cumple todo arte? (lonesco, en "Notas y contrano- tas"decia: "el arte es una tealidad instil pero no puede desaparecer”, pues de hecho cumple una funcién). Y si "la funcién’ es aquello que viene a algo, a *sustituitlo’se trata entonces de ‘establecer cual es esa funcidn. Lacan portula que la “funcida? que en Joyce cumple ef escrito ela funcién del “artfcio” y del “nudo”, y que por ‘medio de esta operacign “algo” ha sido sustieaido. Para Deleuze, el escrito es un “attificio maguinico” ena cual convergen multplicidades,intensidades, flujos,segmentos, fragmentos, etc. El “escrito” es centonces un “nudo", un entrecruzamiento, y el autos, una de las formas posbles de intligiildad del exto. Sin embargo no es el “autor” en el senti- dio tradicional lo que cuenta en la produccién de ‘un text, sino el proceso de construceién que se despliega a partir de éste. Deleuze y Lacan abordan en Joyce esta dimensin “extraiterari” dela “ite ‘atu joyeeana”,y que no puede ser caprurada por un andlisis“codificado” en el sencido de la critica fradicional. Por ello, es necesario salir del campo de lo estético para poder construir esta dimension “no literaria” de la “literatura” joyceana, que esca- a a toda intervencidn practicada desde el discur- so de la extea, pues debido a estrictasrazones de estructura, lo literario joyceano result “excedido” en su propio campo. Qué quiere decir esto? La dimensign "no literati” de la literatura joyceata, és pues el lugar donde viene a efeccuarse aquella “funciG del escrito, donde “el escrito” no es el fin Sino a insteumento. Por ello, no hay ni hubo “eri- fica liceraria® que pueda cerir aquello que en Joyce “excede” a la literatura como espacio 0 dominio “codicado". Del mismo modo que en el sintoma histérico habia algo irceductible e ircepre~ sentable para el discurso médico, hay una presen cia, un atravesamiento “no lierario" en la escriti- ‘2 joyceana que la vuelve iepresentable para el discurso cotifcado de la critica literaria. En este punto, Deleuze y Lacan convergen, pues no se teata aqut de literatura ni de extica iteraria sino de aquello en lo que és srve como vehiculo de realizacin, Es decir: “la funcién del escrito", Por lo mismo, la“funcién del escrito”, en tanto excede a la literatura, no es un hecho literati; y en esta inverrogacin de lo no lteavio se funda el interés de Lacan a proposito de Joyce. Asimismo, Deleue yy Guatrar verdn en la funcién del escrito joyceano la convergencia de los dispositivos maqunicos ya dlialéetica que se declara entre las méiquinas soci les y las méquinas descantes. Y en este punto, Lacan y Deleuze divergen, sin embargo el andlisis dde uno y oto permite extraer conclusiones fecun- das en torno la funcién del escrito, en un caso ‘como artifico supletorio, yen el otro como “linea de fuga” de Ia maquina descance La intetrogacion sobre el arte joyceano se reste ime en Ia pregunta que interroga ala posicién de Joyce como eseritor. Lacan, en el seminario homé- imo se pregunta: a) (Cémo funciona Joyee en tanto esctitor! b) {Qué es lo que inspira al escrito joyceano!¢)i Por qué la literatura joyceana es ile- suile? Estas preguntas no pueden ser tespondidas partie de las codificaciones de lo literaro, sino que es necesario abordarlas a parti de In dimensign aque Ia excede Toyee, en tanto excrtos, no aspra al “sentido”, sino en todo caso a la significacion. El proceso de Ia escritura joyceana es un proceso de construc- cidn de la signiticacion y muestra el encadena- ‘wiento del puro significance a parti de su funci6n dle soporte material de la significacidn. EL escrito joyeeano muestra el proceso mismo por el cual la significacin se lleva‘ cabos por ello, eesti joy- eano es *proceso" y no “resultado”. El escritor, Toca | Yeutiian ste. desde una dimensién liveraria, muestra el “resulta- do" de la significacidn, es decis, los efectos de sen- tido que se obtienen-a parti del encadenamiento significante. Joyce, en tanto escritor viene a mos a dE “remisin” signficante. Ahora bien, este proceso” de la eécritura es el “mensaje” mismo que Joyce emite, y siendo que todo mensaje se cemite bajo una forma invertida, su el Otto de Ta literatura resulta cuanto no hay “imagen inverse" del escrito joyce ‘no que pueda ser captada por la critica literaria y traccida bajo Ia forma de un “sentido”, sino en todo caso, bajo la forma de una *significacin”. La “significacién’ no es el sentido, sino su proceso, La~ Torma iavertida def mensaje emitido por Joyce _puede ser ceridas6lo por la funcién del nudo gue ‘aguél establece y funda. No hay “sentido” por fuera de significante, es deci, que todo “sentido” elo que surge del encadenamiento mistto, ¥ que se va deslizando entre uno y otto sin consisir jamds en un punto 0 momento de "sentido" sino tan sdlo por medio de fa metafora. Para Deleuze, la eseriturajoyceana representa el paradigm de la singulardad deseante opuesta alas codificaciones de las méquinas sociales y que encuentea en el escrito una linea propicia de fuga, ‘un medio para propagar el deseo en estado puro, en. En el Finnengans Wake hay Iiteas de articula cién y de segmentariedad, planos, terticorialida- des, lineas de fuga, movimientos de destesritoriali- racién y de destratificacién. El escrito es aqui * precipitacién y ruptura?. La critica lieraria practi cada sobre el texto joyceano no es sino una opera- cidn codificadora que termina obturando las “line as de fuga” de las que se ha valido para expandir su fuerza deseante. Para Deleuze “no se deberi pre- guntar nunca lo que un libro quiere decir", ya sea interpelando su significado, sentido o significante; tampoco deberé tratarse de comprender nada en tun libro. Sélo corresponde interrogarse acerca de sus condiciones de funcionamiento, sus intensida- des, sus cortes, sus lineas de fuga, sus convergen- cias, sus dispersiones. El ejercicio de la escritura ‘nada tiene que ver con la produccion de significa- dos, y tal ver siquiera con lo literario. El ejercicio ‘de Ta esctieura consiste en “cartografiar”, rer", “explorar", provocar Ia convergencia de intensidades, componerlas y descomponerlas sobre los méltiples planos que atraviesan su ejercicio. Las palabras de Joyce, justamente Ilamadas “de rai- ces méltiples", no rompen de hecho con Ia unidad lineal de la palabra y hasta de la lengua més que estableciendo una unidad efelica de Ia fase, del texto o del saber. A este sistema de escritura Deleuze lo lama *rtonia” y se encuentra goberna- ddo por principios de conexidn y heterogeneidad ‘cualquier punto de un rizoma puede ser conectado on otro cualquiera. El“rizoma’ que consticuye la cscrtura joyceana se opone al debol oa la rate que instiuye un punto, un orden a parte del cual se concatenan sus ramificaciones para proceder luego por desplazamientos dicotsmicos. La escti- tora *rizoma", a la inversa, opera por medio de expansiones mitipls yno remite necesariamente a un punto o a un eslabén, sino que todos se tricuentran conectados segiin modos diversos de codificacién. No hay un solo autos, no hay un punto nico desde el cual pueden generarse con- diciones de visibltdad del texto. La escrtura que procede conforme al “izomt constituye un entre ‘ruzamiento, una multipiidad de convergencias. El autor es un demiurgo que onganiza las sntensi- dads ¥ cuya intervencién hace posible la expan- Sign del texto, permire que éste se ordena canfor- ala Tey que le es propia. Un texto como el Finnengons Wake o el Ulises no se deja leer a partic de [as codifcaciones literarias, el régimen que gobietna la produccién de signos y objetos no es bhuntvoco, sino que se trata de un régimen en per- rmanente expansién cuyas Kineas de fuga no pue- den ser cemnidas ni obturadas. Se trata de una cscritura “descodificada’, “desteritoriaizada’. La conjuncién Lacan / Deleuze en torno a la cscrtura joyceana, si bien permite construe ciertas ‘reas de vecindad y concomitancia en lo que res- pecta ala produccin de la singulardad, aquellas se bifurean luego en dlirecciones contrarias tan ‘pronto como las vemos desplegarse en los discursos tespectivos. “Rison y “nuda” construidos a partir del estaturo de “funcién’ extracn de la escritura joyeeana consecuencias diferentes. La "metifora patemna" postulada por Lacan, en taito teformula én de la funcion frcudiana del “padte”, provee por medio de su escritura el armazén logico en Ta ‘cual ge sostine. Para Deleuze el “padre” no es sino quien introduce lasubordiacion de fo molecular a To molar @ partir de su funcion de “agente” de las ‘mdquinas sociales provocando la “edipizacién’ del hijo yaslixiando su deseo. El cardcte liherador que Deleuze le confere a la eseriturajoyceana en tanto “linea de fuga" que permite propagar la fuerza dese- atte “descodficada", es pues la "funcién” que cum: ple el escrito. No se tata para Deleuze de *suplir” sino de poner en contacto “multiplicidades” y des- componerls sobre los plans de incensidad en los cuales se jucga Ia escritura. Joyce responde a la { | { | Togica del “rizoma", a ta légica de la “muleiplict- dad”, se trata de una escricura que rompe las cris- talizaciones semiéticas y que le impone al lector ‘una "singularidad descodificada’. Y si fuera posible ‘ransferir las categorias de anslisis deleuzianas a la cuestidn de la psicosis, podrta decitse que ésta no cs sino una “singularidad descodificada” que pro- ‘cura retraducit y reinscribir su propio cédigo en los ‘cédigos sociales. Lacan vio en la escritura joyceana a una retraducciGn exitosa del eédigo subjetivo en Tas formas del c6digo social y he ab pues la funcion supletoria que le ha permitido a Joyce instalarse en un discurso y “proveerse a sf mismo” un nombre- del-padre, Deleuze, en cambio, ve en esta opera ciGn al efecto de trituracién del deseo, a una pro- vecciOn arrojada sobre el flujo deseance que obtura sus lineas de fuga y le propone objetos asfixiantes en los cuales se fosiliza, V2. Foucautr: La FUNcION pet AUTOR Foucault, a diferencia de Lacan y Deleuze, ana- liza el escrito en el marco de lo que él mismo dena- mina: “la funcién del autor”, ya partir de una serie de preguntas que se desvian del eje histérico “autor-discurso"(definido hasta ahora como una forma de clasficacion vinculada a un autor y a su originalidad) para desplegarlo en un campo de relaciones de produccién, apropiacién y citcula- precisa, caleulada y orientada a extract Ia mayor efcacia ‘Ahora bien, la represin de la “sexualidad” no ha surgido espontineamente de Tas prcticas Sociales, sino que es el resultado de un proceso listie6 en el cual se construye no slo la nociSn ‘misma de la sexualidad, sino su préctica y las ‘modalidades represivas que condicionan su eetci- Gio. Deleuze dirk que se trata de “agenciamientos maquinicos", de “codificaciones” del flujo desan. Te ETdiscuizo médica, concebide coino una axio- matica, ha jugado un papel decisivo en la conside- racidn ¢ insercign de lo sexual. La medicalizacién de la sexualidad construye un primer “saber” sobre ella, y que Foucault llama scientia sexwalis. Esta ciencia de lo sexual, en tanto “codificacién" del deseo, lo despojard de toda voluptuosidad, y la “sexualidad” seré presentada a parts de sus aspec- tos meramente fisologicos de los que se extracra Ia “norma” universal que rige su préctica. Ast, tales “codificaciones" obturan el flujo de las “miquinas deseantes” en el seno de un saber que se promueve a s mismo como “axiomtica objeti- va", y de la cual comienzan a derivarse las lama- das “aberraciones" o “perversiones” sexuales. El “saber médica", en convergencia con los disposi- tivos del micropoder reinseribiré luego a la “con fesién’ como un instrumento privilegiado de extraccién de la verdad sexual del sujeto. La “ciencia de lo sexual” se transforma asf en un ver- dadera aparato sostenido por un saber objetivo y cen virtud del cual se “excrae” la verdad de lo sexual. En este marco, el homosexual debe “con- fesar” su homosexualidad, la mujer lesbiana debe eonfesar” su apego amoroso a otra mujer La “confesion’, lejos de “expresar" lo que esta ocul to, consiste en un mecanismo de poder que obliga ‘a decit, antes que a callat. En la actualidad, este poder no se ejerce sobre la "prohibicién" de decir, sina sobre la obligacién de hablar acerca del sexo. ‘Asi, en esta “obligaci6n’, en esta instigaci6n for- sos se despliega a su vez, todo el mecanismo de la confesi6n: declaracién de la culpabilidad, abso- lucién, condena, expurgacion, censura; y todo ello frente a un tercero investido con el derecho a juzgar sobre ello. Para Foucault, el psicoandlisis participa de este proceso. En efecto, la creacién de un campo de cbservaci6n cientificamente ceptable y la postulacién de una sexualidad dotada de un poder inextinguible y polimorfo ha abierto un nuevo dominio de investigacin, y segiin la opinién de Foucault, ha creado con res- pecto a Ia sexualidad nuevas reglas discursivas. Tal vez una de las més significativas haya sido Ia inversion de los procedimientos de la confesién, frientados hacia la exposicisn de la verdad, por tuna escucha clinica, cuyo objetivo era el “levan- tamiento de la represién”. El psicoanslisis, a dife- rencia del discurso psiquistrico, descifra signos, pero no busca ejercer el bio-poder ni es el agente de sus dispositivos, sino que busca sus efectos en. el cuerpo, en el discurso; lee sus atravesamientos vy restituye a la dimensién de la palabra lo que ésta ha transferido al cuerpo, El psicoanilisis se inscri- bbe, no obstante, en la voluntad de saber acerca del sexo, pero se trata de un saber singular que debe construirse en cada caso, a partir de la pro- pia experiencia de la sexualidad; una suerte de erotica de la que el sujeto construye su propia scientia sexualis. Asi el psicoandlisis establece una separaciGn entre la erotica y la scientia sexualis, pues descarta toda “normalizacién de la préctica sexual"en direcein a una construccién subjetiva de la sexualidad. La carencia de un objeto sexual especftico no hace posible postular una “aormali- dad sexual’, sino un “saber que el sujeto constru- ye a partir de la propia investigacién de su deseo. Foucault ubica a la “scientia sexualis" como una de las producciones caracteristicas del poder psi- quidtrico aplicado sobre las cuerpos en tanto cuerpos "sexuados”, a partir de ciertos mecanis- mos sutiles ligados a las estratepias de aquella “voluntad de saber", y por medio det cual la “sexualidad” se vacta de su implicacién con el ¢gace. De este modo, la sexualidad vuelve a wincu- latse con la actividad reproductiva a la que se pro- mueve como la fnalidad que justifca su préctica Las “desviaciones” sexuales atentan contra el mandato de la reproduccién. La represién de lo sexual se medicaiza, y gracias a esta medicalica- cin su vigilancia se propaga ahora por las sutiles ramificaciones que tiende aquel micropoder a lo largo de todo el cuerpo social. De este modo, la sexualidad deja de ser una cuestién de Estado y pasa a ser “wigilada" y *controlada” por los dispo- sitivos del micropoder cuya eficacia se funda en gue “saber de lo sexual” vinculado a las objetivie dades cientficas Deleuze, por su parte, considera que la "sexua- lidad” tal como es postulada por el psicoandlisis es “en sf misma” una codlffcacion del flujo deseante ‘que obeura sus lineas de fuga impidiendo su propa- gacion pot lo social. El psicoandisis no descubre la sexualdad sino para ineroducic en ella una “coulificacién” por medio de la cual "caduce” el funcionamiento de la “maquina deseante” confor- me al Ienguaje de una axiomatica. Gracias a esta operacién, el psicoandlisis se transforma en un “agente” de los agenciamiencos magutnicos" y lejos dle permit Ia fuga y la expansi6n det deseo, con- tribuye a su "propagacién codificada” bajo la forma de “sexualidad normal”. La correspondencia del deseo con los objetos segdin el paradigma de un deseo “adecuado” es el modelo de aquella operaci6n que Deleuze ha lla- ‘mado "territorializacion”, y por medio de la cual el deseo se liga a un objeto. Ast, el hombre debe dlesear a la mujer y la mujer al hombre. Pero cusan- do la mujer desea a otra mujer, o el hombre desea ser penetrado en lugar de penetrar, entonces el deseo se “desterritorializa", se desvincula de su objeto adecuado” y se produce con ello una “des- codificacién’, es decie, la “apertura de una linea de fiyga” que los agenciamientos maquinicos tratarén dle regresat a su estado original, ya sea mediante la violencia o la persuasién, o bien por medio de la aplicacion de ciertas “codificaciones” tales como “homosexualidad’, “perversi6n", “aberracidn". El capitalism, tal como ocutte con los flujos de capi- tal, y las mercancfas han acumulado un cierto “stock” de ‘codificaciones” impuestas al flujo eseante en tanto pura intensidad libidinal pro- ductiva y en tanto “multiplicidad sustancial”. El ‘mecanismo de la sublimacién postulado por Freud como "eransformacién” y “orientacién" de Ia ener- 9 libidinal en una direccién contraria a la ‘mpuesta por el lujo deseante, representa el para- digma de aquella “eodifiacién” y “eerrtorialza- cin” del deseo. Sublimar es “transformar” un flujo deseante en una *codificacién", subordinarla. a tuna "meta socal’ sublimar es “wansfere™ la encr- af libidinal como “pura intensidad” a un objeto due obcura sus "Iineas de fuga’, en suma, “eeder ates los agenciamientos: maquinicos". As, La potencia deseante ya no se expandiré trazando su propia carrogafia, sino que adoptaré un *mapa", tuna "via ya trazada" por la cual se desplazaré con- forme a movimientos y recortids fjos. Se rata pues de aquella vasta operacion dtigida a la “domesticaciin" del deseo con el objeto de evitar su propagacin en el cuerpo social como una sin gularidad descoditicada. Su amenaza no es otra aque la de interrumpir y condicionar el poder hege- nico sobre el cual el capitalism funda sus ope- raciones. Ast, fente a lo Uno-universal, e apone la Smaulipicidad sustancial”, es decie: la “pura expansién’, la “pura intensidad”, es el gto no atticulado de la potencia deseante frente l discur- so, su flujo expansivo, el “cuerpo sin érganos” que luego se “organiza” conforme a las codifcaciones iimpuestas por aquellos agenciamientos maquini- cos. La problematizacin deleuriana del deseo no se inscribe como una problematica psicoanalitica, sino que cuestiona a su dispositive, en tanto “agente de la codificacién’. En efecto, el disposi vo analitico inventado por Freud vino a trazar el “mapa” del desco allf mismo donde éste se propa- ga trazando “cartografias”, consiguiendo con ello rneutralizar sus accidentes, sus mesetas, “entaizan- do” sus “tizomas", obturando su expansién e inter ponigndole “objetos adecuados" tales como el Edipo, la fase genital o la relacién objetal

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